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NUEVA

N ueva Orleans ha tenido, desde siempre, una perso- como sede y motor, que Nueva Orleans es cuna si no
nalidad propia, en virtud de su cosmopolitismo, de l a del jazz cono algo total, sí de sus mejores hombres, d e
mezcla de razas y nacionalidades que en ella convivió . su expansión, de su grandeza . J . E. Berendt, uno de lo s
Nueva Orleans era y es en el inmenso mosaico de l a más prestigiosos estudiosos europeos del jazz, ve cuatr o
geografía americana algo diferente . Ahora bien, ese tó - razones principales para que Nueva Orleans haya su -
pico que quiere que Pittsburg sea «la ciudad del acero» , puesto lo que ha supuesto en la historia del jazz :
Hollywood «la Meca del cine» . Chicago «el paraíso d e a) Presencia de un viejo fondo cultural de raíce s
los gangsters», etc . . . . hace de Nueva Orleans, ante todo, franco-hispánicas .
«la cuna del jazz» . Lo que, por otra parte, es uno d e b) Enfretnamiento de dos tipos distintos de població n
sus mayores títulos de gloria . Y, si no una verdad abso- negra .
luta, sí, en cualquier caso, verdad . Como es verdad, ci- c) Vitalidad de la música europea, puesta al alcanc e
tando a Mezz Mezzrow, un jazzman blanco formado en de los oídos negros .
el tumultuoso Chicago de los años veinte, la inversa : d) Concentración en Storyville .
((Para nosotros —decía Mezzrow— la palabra jazz no Evidentemente, y puesto que- lo que hoy está fuer a
significaba más que una cosa : Nueva Orleans.» Baj o de duda es que, si bien el jazz es en sus mejores momen-
este prisma —indudablemente el que con más inmediate z tos obra de la población negra, es algo que no tien e
se ofrece al europeo que oye hablar de la ciudad de l nada que ver con Africa, las especiales característica s
delta— y bajo el que, en segundo lugar y de modo s i de la población de Nueva Orleans hacían de ella l a
se quiere más amplio, extensible a mayor número d e ciudad indicada para su florecimiento . Un poso cultura l
ciudades, constituye el cine, vamos a hablar a continua- arraigado, una afición a la música poco común —la
ción de Nueva Orleans . French Opera House, de carácter «culto», tenía la mis -
Decíamos más arriba que el calificar a Nueva Orlean s ma popularidad que los ritos «voodoo» que se celebra -
de «la cuna del jazz» si no es una verdad absoluta sí es, ban en la plaza pública llamada del Congo— y una ne-
en cualquier caso . una verdad . No es una verdad abso- cesidad de amalgama entre las diferentes culturas qu e
luta en el sentido de que el jazz, como fenómeno surgid o coexistían en la capital de Louisiana colaboraban a
con absoluta espontaneidad, al mar gen de toda planifi- ello . Si se tiene en cuenta que entre 1900 y 1910 la ciuda d
cación . no se produce. no aparece, de modo brusco , —entonces 200 .000 habitantes— contaba con una trein-
en un lugar concreto, en una fecha precisa . Al mism o tena de orquestas estará dicho al resto . A lo que qued a
tiempo que se dan en Nueva Orleans sus primeras ma- por añadir la influencia. hoy por todos reconocida, qu e
nifestaciones ocurre lo mismo en Memphis. en Kansa s tuvo la aparición del barrio de Storyville, «ghetto» d e
City, en Dallas . en Saint Louis . Pero si bien es ciert o la «mala vida», en la adquisición de forma definitiv a
que, por tratarse de algo que estaba «en el aire», el fe- por lo que había comenzado como manifestación espon-
nómeno presenta ciertos signos de dispresión, no lo e s tánea de carácter popular . En efecto —y no es cuestión
menos que Nueva Orleans es, no sólo su mejor terren o de hablar ahora de los antecedentes más o menos direc- -
de cultivo . sino también que toda la evolución de la que . tos del jazz, del «worksong» al «blues primitivo», de l
sin duda, puede calificarse como la más importante apor- «ragtime» a la «fanfare» —lo que comenzó siendo ex -
tación musical de nuestro siglo tiene a Nueva Orleans presión de unas necesidades vitales de la población
Arriba :
King Oliver' s
Jazz Ban d
A la izquierda :
Escena de l a
películ a
"Un Tranví a
llamado Deseo" ,
en la que s e
advierte a l a
inolvidable actri z
Vivien Leigh en el ,
sin duda, ma s
conocido tranvi a
de Nueva Orleans .
dAll Y LINS

negra, acompañamiento de entierro s LA MORAL DEL SOLDADO blanca, la Original Dixieland Jazz
que se transformaba, al regreso de l Band. Allí tomó forma definitiva, e n
cementerio, en explosión de alegría , Ya en 1913, en el mes de noviem- suma, el auténtico estilo Nueva Or-
en desafío entre las diferentes ba n bre, se había celebrado en Columbus leans, que, pese a la distanciació n
das —ya hemos dicho que a princi- (Ohio), un congreso de la Anti-Saloo n geográfica, nunca renegó de sus orí-
pios de siglo existían más de treint a League, dispuesta a lograr del Go- genes .
en la ciudad— pasó a ser, al nace r bierno Federal la prohibición abso-
Storyville, algo que fue adquiriend o luta de las bebidas alcohólicas . Per o EL «REVIVAL »
nuevas características, una esenci a no había conseguido grandes resul-
tados . Sin embargo, al producirse l a Poco a poco, y por una evolución
propia, diferente de todo lo preexis-
tente en el terreno de la música y entrada de los Estados Unidos en l a natural, el jazz fue cambiando d e
guerra que asolaba a Europa desd e sentido . Surgieron nuevas formas, y
condicionante, de modo más o meno s
tres años atrás, en 1917, las cosa s entre ellas, como era previsible, e l
directo, de todo lo que había de ve-
cambiaron. En agosto de aquel añ o estilo Chicago . Luego el centro d e
nir después .
el Senado votó a favor del proyect o polarización fue Nueva York, y e n
de prohibición, y lo mismo hizo l a especial el barrio negro de Harlem .
STORYVILL E
Cámara de Representantes en el me s Surgieron nuevas tendencias, lo qu e
de diciembre . Nueva Orleans, con - había empezado siendo expresión au-
Ya cuando, por los años cuarent a
vertida en puerto de guerra y, e n ténticamente popular se intelectuali-
del pasado siglo, Mark Twain escribí a
consecuencia, lugar de destacamento zó, quizá en exceso . Surgió el be-bop .
su Vida en el Mississippi, Nueva Or-
leans le impresionó especialmente . de numerosos soldados jóvenes, fu e Y como reacción a él, por los año s
Desde su alumbrado eléctrico, qu e la primera víctima de un estado d e cuarenta, el «revival» . Se exhumaro n
consideraba mucho más abundante y opinión que se concretaría, en 1919 , viejos éxitos de los años de oro, s e
mejor que el de Nueva York, hast a en la proclamación de la llamada Le y intentó hacer volver al viejo estil o
el característico sabor de la viej a Seca, expresada en la enmienda 1 8 a los grandes maestros que seguía n
de la Constitución . Para mantener la en activo . Pero el movimiento result ó
parte francesa de la ciudad y, evi-
dentemente, la celebración del famo- moral de los jóvenes soldados de re- una pura maniobra comercial, al mar-
ferencia se dio orden de cerrar todo s gen de algunos intentos sinceros, y
so Martes de Carnaval, Mardi-Gras ,
que atraía a visitantes venidos de lo s los establecimientos de Storyville . Y sólo algunos de los «grandes», e n
más lejanos lugares . Nueva Orlean s no fueron, . naturalmente, sólo la s aquella época retirados, como Kid
era ya, entonces, uno de los centro s prostitutas quienes se quedaron si n Ory, Oscar «Papa» Celestin y Georg e
de diversión más reputados del joven trabajo, sino también los músicos . Lewis participaron, de la mejor fe e
río, a bordo de los (riverboats», o a l Como, lógicamente, no estaban dis - impulsados por la necesidad . en l a
contrario . El juego, la bebida, l a puestos a volver a los negro jobs que maniobra . El tinglado, si no pros-
prostitución iban ganando terreno dí a se les ofrecían como única perspec- peró con exceso en los Estados Uni-
tiva, optaron por la emigración . Y se dos, tuvo, sin embargo, gran reper-
a día . Hasta que, en 1897, la autori -
dad, en la persona de Sidney Story , fueron, siguiendo un movimiento má s cusión en Europa . El París de post -
decidió, «para evitar la contamina- general de emigración de color d e guerra que se reunía en Saint-Ger-
ción», aislar la «zona del vicio», fi- Sur a Norte, hacia Chicago . En el main-des-Prés recibió con los brazo s
Southside, el barrio negro de la ciu- abiertos el jazz del «revival», ham-
jando estrechamente sus límites to-
pográficos, y reduciéndola a un ba- dad de Illinois, se instalaron la ma- briento como estaba, después de cin-
rrio que, en dudoso homenaje a yor parte de ellos y allí, paradójica - co años de privación, de todo lo qu e
mente, alcanzó su mayor difusión l a llegara de América . Lo calificó d e
Story, se empezó a conocer inmedia-
música de Nueva Orleans . Allí s e «Dixieland», nombre que, en la gran
tamente como Storyville . Lógicamen-
te, la música era una de las necesi- crearon las mejores orquestas de Oli - época, había servido para diferen-
dades de este barrio . En cada saloo n ver, de Armstrong . Allí se grabó el ciar —aunque sin límites muy pre-
había una banda . Lo que había em- que parece ser el primer disco d e cisos— al jazz blanco de Nueva Or-
pezado en la calle pasó al interior d e jazz, interpretado por una formación leans del que hacían los negros, que
los edificios . Y se produjo el en-
cuentro —a primera vista. tan insólit o
como el famoso de la máquina d e
coser y el paraguas sobre la mesa d e
operaciones de Lautréamont— de do s
formaciones tan distintas como era n
la marchin ' band y el piano habitua l
en este tipo de establecimientos . L a
fusión aparentemente imposible s e
realizó de inmediato, sin esfuerzo . Y
antes ,de que la palabra jazz se in-
ventara este género empezó a exis-
tir . Las calles de la ciudad —Basin ,
Canal, Tuxedo, Perdido— tuviero n
pronto composiciones a ellas dedica -
das . Los músicos en ella nacido s
—Buddy Bolden, King Oliver, Jelly
Roll Morton, Louis Armstrong, Sidney
Bechet— se hicieron rápidamente cé-
lebres . De un extremo a otro del paí s
corrió la noticia ele que había nacid o
una nueva música, primero innomi-
nada, luego llamada jass, por últim o
jazz . Pero el período (le apogeo (l e
Storyville no duró demasiado . Exac-
tamente veinte años .

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Citar a Nueva Orleans es hablar de su VIEUX CARRÉ .
En el filme "A Streetcar named Desire" ,
los exteriores fueron rodados en algunos de los rincones má s
sugeridores del viejo barrio francés de la ciudad .

se conocía simplemente por el nombr e las glándulas sudoríparas, un himn o cantante, Al Johnson, que grotesca-
de la ciudad . Pero pronto los propio s a las entrañas que brillan cuand o mente pintado de negro, poco tení a
franceses se dieron cuenta de lo que están vacías . ;Aleluya!» Sería difíci l que ver con el jazz . En general, cuan -
en el «revival» había de supercherí a encontrar un epitafio —si es que pu e do se ha tratado de jazz, el cine h a
y lo rechazaron, siendo acogido en- de hablarse de muerte del jazz estil o ido más hacia la época «blanca» de l
tonces en Inglaterra, donde orquesta s Nueva Orleans— más hello . Y no e s swing que hacia el auténtico y popu-
comerciales como la de Jack Hylto n extraño que si Nueva Orleans se pro - lar . Que «grandes» como Armstrog ,
hicieron negocios increíbles con l a clama, aunque hubiera en un prin- Kid Ory, Oscar «Papa» Celestin haya n
explotación de un mito puesto a flot e cipio coincidencias, cuna del jazz y aparecido esporádicamente en la pan -
artificialmente . le dedica un museo, músicos com e talla para hacer su «número» poc o
Ahora bien, si el «revival» es dis- Jelly Roy Morton hayan declarad o importa . En general el jazz ha estad o
cutible, el verdadero Nueva Orlean s orgullosamente : «Yo inventé el jazz ausente de la pantalla, posiblement e
sigue, incluso hoy, constituyendo l o en 1902» . . . en función de las exigencias respect o
mejor de la música de jazz, y a él , al modo como los negros debían se r
y al blues primitivo, vuelven los ojo s «FLORES PARA LOS MUERTOS » presentados en ella del Código Hays .
autores ele las últimas generacione s Razón, por otra parte, que pued e
corno Leroy Jones, que reclaman d e Con el cine, Nueva Orleans ha te - presumiblemente hacerse extensiv a
sus hermanos ele color —Jones, auto r nido menos suerte . El cine america- al hecho de que los años de oro d e
de «Dutchman», es negro— la vuelt a no, que ha sabido retratar espléndi- Nueva Orleans en este terreno no
a los signos culturales distintivos d e damente muchas ele sus ciudades, has - hayan tenido un ajustado reflejo e n
su raza . Mezz Mezzrow, ya citado má s ta el punto de que las conocemo s el cine, dadas las características el e
arriba, dice : «Ile aquí lo que el estil o como si las hubiéramos visitado repe- Storyville . Entre las películas media-
Nueva Orleans celebraba en realidad : tidamente, se ha quedado en la su- namente serias que tienen Nueva Or -
el triunfo de todo lo que vive, res - perficie, en lo pintoresco, cuando s e leans como escenario, aunque no bon-
pira, hace trabajar a los bíceps, guiñ a ha tratado de la ciudad del delta . dicionante, hay que situar la adapta-
el ojo y se relame a pesar de la s Ni siquiera el jazz ha servido de nex o ción por I'.lia Kazan de Ilrr tranr•í a
marranadas del mundo . l';ra un desa- de unión válido . «l'.l cantor de jazz» , llamado I)c'.sL'n, de Tennesse William s
fío a las pompas IYmchres, una ne- la película de Alan Crossland (1927 ) autor que repetidamente toma el Su r
gativa a dejarse abatir, una reacció n que se considera como la iniciador a como motivo de inspiración . Al co-
obstinada, un gesto de alabanza a l de la etapa sonora, no era sino u n mienzo del film, una misteriosa y
aparato circulatorio, un hosanna a vehículo para el lucimiento de un angustiosa silueta pregonaba «flore s

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para los muertos», abriendo así la s


puertas a los tumultuosos amores d e
Blanche Dubois y Stanley Kowalsky .
Luego, otras películas inspiradas e n
obras del mismo autor e igualment e
situadas en Nueva Orleans no ha n
alcanzado el mismo resultado, com o
Propiedad condenada.
En otra línea, La gata negra, d e
Edward Dmytrik, pudo ser, al mar -
gen de lo melodramático de su argu-
mento, una buena descripción de cier-
to sector de la ciudad ; pero la des -
afortunada idea de situar la acció n
en época actual la privó de dar e l
exacto reflejo de lo que, en su día ,
fue Storyville . La mayoría de lo s
films que tienen Nueva Orleans com o
escenario se quedan, pues, en el exo-
tismo fácil . Incluso René Clair, a
quien por su condición de francé s
se le ofreció como primer film ame-
ricano de su carrera La llama de
Nueva Orleans, se limitó a realiza r
un vehículo para el lucimiento d e
Marlene Dietrich . Pasando por alt o
obras simplemente comerciales com o
Martes de Carnaval, El caballero de l
Mississippi, La taberna de Nueva Or -
leans o adaptaciones de operetas co-
mo Magnolia —versión cinematográ-
fica de Showboat— vale la pen a
de citar Nueva Orleans, realizad a
hace más de veinte años por la Re -
public con John Wayne a la cabe -
cera de un reparto en el que figura-
ba Arturo de Córdova en el pape l
del alcalde Tom C . Anderson, y que
reconstruía con cierta exactitud e l
ambiente de la ciudad a principio s
de siglo . Entre las obras más recien-
tes, la que ofrece indudablement e
mayor interés es El rey del juego, de
Norman Jewison, situada en la Nuev a
Orleans de los años treinta, y en l a
que se rinde emocionado homenaj e
a los supervivientes del primtivo jaz z
con una apertura en la que una mar -
chin' band interpreta un estupend o
«When the saints go marchin in» y
con la visita a un viejo local donde
aún se interpreta el ragtime. Apart e
estos pocos títulos, no hay más qu e
merezcan destacarse por la exactitu d
del retrato de la ciudad . Habrá qu e
esperar el film que anuncia Françoi s
Truffaut, La sirena del Mississippi ,
adaptación de la novela de Willia m
Irish Vals en la oscuridad . Si el jazz,
de inspiración y carácter esencial-
mente americanos, ha tenido sus me-
jores defensores en Europa, pued e
pensarse que sea por fin un reali-
zador europeo enamorado de mucha s
cosas de América quien dé por pri-
mera vez en la pantalla una versió n
convincente de una ciudad que, po r
otra parte, tiene características qu e
la ligan de modo sui generis con e l
Viejo Continente . Una ciudad llen a
de sugestión, de posibilidades cine-
La película "The flame of New Orleans" , matográficas hasta hoy sólo en part e
rodada en 1941, ofrece una visió n explotadas .
particular de la época del afianzamient o CESAR SANTOS FONTENL A
de la gran ciudad . Triunfo Madri d

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