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La Sociología de Jürgen Habermas
La Sociología de Jürgen Habermas
Cuando se habla de teoría crítica se habla de una teoría social que invita a utilizar la
metodología propuesta por la teoría y análisis marxista -más bien marciana-, puesto que la
Escuela de Frankfort jamás abrazó como norma sagrada la creencia marxista de que la
humanización de la humanidad debía estar a cargo de una entidad colectiva, ni menos aún
la creencia de la infalibilidad del proletariado como cuerpo político gobernante. Todavía
más, dicha Escuela criticista jamás adhiere a ninguna clase de partido o movimiento más
que sus propias convicciones sobre el valor intrínseco de revisar las premisas clásicas de la
obra de Marx. La razón de ello está en la claridad y desencanto generado no sólo en la
experiencia vivida por ellos bajo la égida de los totalitarismos fascista y nazi, sino también
en los excesos del totalitarismo de Joseph Stalin. No es casual que los autores de la
Dialéctica de la Ilustración debieran esperar casi doce años para ver la publicación de su
obra fuera del alcance del poder de policía de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
al término de la Segunda Guerra Mundial.
En algún sentido, Habermas piensa que a todo lenguaje le es inmanente una dimensión de
validez, que la orientación a pretensiones de validez pertenece a las condiciones
pragmáticas de posibilidad del entendimiento, es decir, que quien lleva a cabo una
emisión lingüística, un acto de habla, está realizando a sus interlocutores una oferta de
entendimiento sobre algo en el mundo objetivo, en la sociedad o en sí misma, y esa oferta
envuelve una pretensión de validez, es decir, la pretensión de ser aceptada, de generar un
acuerdo sobre su corrección a la luz del mundo objetivo, de la sociedad o de la
personalidad del sujeto. Habermas piensa que en ese proceso de pretensiones de validez
enunciadas por el hablante apela a un potencial de razones que comparte con otros para
el éxito de su pretensión. En ese contexto, el entendimiento actúa como un factor de
coordinación de las acciones de participantes que en su interacción entre sí acuerdan la
validez de sus respectivas emisiones o manifestaciones, lo que significa el reconocimiento
intersubjetivo de las pretensiones de validez que se emiten unos frente a otros.
Las pretensiones de validez pueden ser tres clases: pretensiones de validez sobre el
mundo objetivo, pretensiones de validez sobre el mundo social y pretensiones de validez
sobre el mundo subjetivo.
P. de validez sobre el mundo objetivo sobre los objetos, hechos o estados de las cosas
la p. de validez es una pretensión de verdad las razones que se necesiten para defender
tal clase de enunciados, deben fundarse en los estándares de la experiencia, al
conocimiento del mundo compartido de las cosas y los objetos dado que cada p. de
validez opera en el terreno de ideas compartidas socialmente, el proceso de
entendimiento se apoyará siempre en un saber compartido o de cultura.
Todo lo dicho hasta ahora puede ser considerado la expresión pura de la comunicación en
Habermas, quien denomina con mayor precisión a esta teoría como “acción comunicativa”
o acción orientada al entendimiento, como ya se ha sostenido en esta ficha con
anterioridad. Esto significa que en tal tipo de comunicación los participantes no se
encuentran mediatizados por intereses o fines particulares y que persiguen
prioritariamente el entendimiento -el acuerdo- racional que se basa en la fuerza o aptitud
de las razones y no en función de otra clase de consideraciones, como pueden ser las
razones tenidas en cuenta para orientar una comunicación en función del éxito, como ya
se ha explicado anteriormente en la presente ficha.
Es importante que los y las estudiantes comprendan que tal nivel de racionalidad de la
comunicación exige necesariamente ajustarse a lo que Habermas denomina las reglas de
la racionalidad argumentativa, una conditio sine qua non de la “situación ideal de habla”
que nos propone J. Habermas. Ignorar aquellas reglas de racionalidad argumentativa
implica imposibilitar el fenómeno mismo de la comunicación. Por reglas de racionalidad
argumentativa entendemos el conjunto de elementos que permiten medir la racionalidad
contenida en los discursos sociales y que, en general adquieren una dimensión normativa,
pues existen por necesidad de congruencia con los presupuestos estructurales de la
comunicación, cuya vulneración por algún comunicante o emisor implica la contradicción
pragmática de atentar contra el conjunto de reglas esenciales para la práctica de la
comunicación. Habermas define el concepto de reglas del discurso en su obra Conciencia
moral y acción comunicativa (Editorial Península, traducido por Ramón García Cotarelo,
1985, p. 115) como “una forma de la representación de presupuestos pragmáticos de una
praxis de discurso concreta que se aceptan tácitamente y se conocen de modo intuitivo”.
Estas reglas sirven como parámetros de racionalidad al que los discursos reales pueden
aproximarse con mayor o menor grado. En ese contexto un hablante que argumenta
racionalmente significa que actúa al margen de toda clase de coacción, es decir, que el
único elemento de fuerza admitido es el del valor y peso de las razones que ofrece a los
demás, la fuerza que deriva del mejor argumento. Una argumentación racional viene a ser
aquella que se encuentra bajo ciertas condiciones de simetría e igualdad de derechos de
todos los participantes, reales o potenciales. A este conjunto de condiciones, Habermas
las denomina “situación ideal de habla”. Tales reglas del discurso que se espera practicar
en una situación (trascendental) ideal de habla son:
Los y las estudiantes pueden perfectamente comprender que estas reglas difícilmente
pueden hallarse en un contexto real de la vida; pero que resultan imprescindibles no sólo
para medir el carácter racional del discurso, sino principalmente para emplear tales
mediciones ante la necesidad de emplearlas como elementos de justificación. Estas reglas
constituyen el presupuesto básico de la comunicación en un discurso pragmático
cualquiera como puede ser un debate político, un campeonato de debates estudiantiles,
una discusión parlamentaria sobre temas valóricos, etc.