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Cuando miras tu cuerpo, tu mente podría estar engañándote. Las personas con
problemas de imagen corporal se cuentan la realidad pasándola por un filtro que está
distorsionado. Existen nada más y nada menos que 12 tipos de filtros distorsionados
diferentes, les llamamos “La Docena Sucia”. Vamos a conocerlos y aprender a
desactivarlos.
La Bella o la Bestia. Se caracteriza por pensamientos polarizados que no aceptan
términos medios: “O peso lo que quiero, o estoy gorda”, “si no soy el mejor, soy el
peor”.
El Ideal irreal. Consiste en evaluar tu apariencia comparándote con los ideales que la
cultura y la sociedad imponen: “Debería parecerme a X modelo”.
Deja de leer revistas de moda y de seguir perfiles en RRSS de personas con las
que te compares.
Busca nuevos referentes, personas que tengan una belleza real y saludable, o
personas a las que admires por otras cosas que no sean el físico.
Comparación injusta. Se trata de compararte con gente que tiene las características
que a ti te gustaría tener, y llevar el foco sólo a eso: “Debería ser tan alto, o tan
musculoso como X”, “esta persona me hace sentir fea”.
La lupa. Observas de manera detallada sólo las partes que no te gustan de tu cuerpo, y
llevas el foco a ellas todo el tiempo: “Mis caderas son tan horribles que destruyen todo
mi aspecto”.
La fealdad radiante. Se trata de empezar a criticar una parte de tu cuerpo, seguir con
otra, pasar a otra… y así hasta que ves mal prácticamente todo de ti: “Qué ojeras tengo
hoy, y el pelo se me ha quedado horrible, claro es que con esta cara…, y qué brazos
más gordos me hace esta camiseta…”
El juego de la culpa. Culpas a tu cuerpo de cualquier cosa que va mal en tu vida: “mi
pareja me ha dejado por culpa de mi cuerpo”.
El juego de la culpa a veces funciona como evitación (me es más fácil echar la
culpa al cuerpo que conectar con que he hecho algo mal o aceptar que a veces
pasan cosas en la vida que no puedo controlar), así que estaría bien que te
preguntes: ¿Qué factores han podido contribuir a que esto haya pasado?
¿Dependía de mí? ¿Podría haber hecho algo diferente? ¿Era mía toda la
responsabilidad?
La mente que lee mal. Crees que puedes interpretar lo que los demás piensan de tu
cuerpo: “Seguro que piensan que este pantalón me queda fatal”.
Recuérdate que la lectura de mente suele ser una proyección en la mente del
otro de lo que tú piensas de ti mismo/a.
Date cuenta que la gente no está tan pendiente de los cuerpos de los demás
como tú lo estás. Tú estás pendiente de ti, no los demás.
No dejes que la apariencia física limite tu vida, póntelo fácil (si no te ves
seguro/a para ponerte el bikini o el bañador ve con un vestidito a la playa o una
camiseta) pero ve. Hazlo. No te autolimites.
Sentirse feo/a. Pones en marcha este filtro cuando crees que lo que sientes es una
realidad absoluta: “como me siento horrible, es que lo soy”.
Reflejo del mal humor. Consiste en traspasar emociones difíciles, cansancio, mal
humor… al cuerpo. ¿Te ha pasado alguna vez que un día te ves bien, y al día siguiente
fatal? Lo más seguro es que haya emociones no gestionadas, cansancio o inseguridad
entre tú y el espejo.
Y sobre todo recuerda que estas nuevas maneras de manejarte con tu cuerpo no son
“recetas mágicas”, ponlas en práctica de forma constante, es la única manera de
generar nuevos hábitos.