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La expansión territorial sobre los territorios de pueblos originarios y el incremento productivo de bienes primarios
para la exportación generaron la necesidad de un sistema más ágil de transporte de las materias primas producidas
en nuestro país. Las mismas se obtenían desde la tierra, pero, naturalmente, se encontraban a una distancia
importante del puerto de Buenos Aires. En el caso de algunas provincias, como Santa Fe, contaba con puertos
propios como Rosario, lo cual le permitía exportar el trigo, por caso, vía el río Paraná “abajo”, hasta desembocar en
el Río de la Plata y transferir la mercancía a buques de gran porte.
No demasiados años más tarde ese ramal inicial comenzó a proliferar, y las redes se extendieron rápidamente, en la
conformación de una tela de araña con ramales principales que comunicaban el interior con la ciudad-puerto de
Buenos Aires, aunque también con otras vías internas. Los ramales iban y venían hacia y desde todas las regiones del
país, incluyendo la Patagonia luego de la campaña militar llevada a cabo por Roca, llevando hacia el puerto las
materias primas, e importando desde el puerto las manufacturas producidas en el extranjero. Los viajes que en
carreta demoraban una semana quizás, se acortaban a un solo día en ferrocarriles, que alcanzaban quizás 50 kms por
hora, lo cual era revolucionario para la época.
Cuadro 1: “Extensión de la red ferroviaria en intervalos de 20 años (en kilómetros)
AÑO KILÓMETROS
1870 732
1890 9.432
1910 27.994
Para impulsar el movimiento de este novedoso medio de transporte comenzó a incrementarse notablemente el uso
de carbón mineral como combustible, ya que debe tenerse en cuenta que los impulsores de las locomotoras se
movían por fuerza del vapor. Posteriormente, con el desarrollo de la explotación petrolera, las máquinas
comenzaron a utilizar el fuel-oil como combustible, un derivado del petróleo. En cuanto al material para construir las
locomotoras y vagones, se importaba desde Inglaterra y se ensamblaba en talleres ferroviarios en Argentina, al igual
que el tendido de vías a lo largo del territorio, que se iban colocando con cuadrillas de operarios. Además, se impulsó
la explotación de madera de quebracho para la colocación de los durmientes bajo las vías. Por tal motivo, la
explotación forestal era necesaria para la obtención de dicho recurso: los quebrachales de Santiago del Estero eran
los que proveían de esa madera trabajada por los peones leñadores de la empresa británica “La Forestal”.
Rosario, cuya importancia como puerto exportador (sobre el río Paraná) comenzó hacia 1878, contaba con una
ventaja natural: las altas barrancas y las aguas profundas que facilitaban la carga de los buques. De todos modos, en
1899 se aprobó la construcción de un puerto nuevo y de capacidad mucho mayor, que fue inaugurado en octubre de
1902.
El puerto de Buenos Aires –que era, sin duda alguna, el más importante del país- no tenía esas facilidades naturales
y, hasta 1876, no contó con instalaciones que permitieran a los buques efectuar la carga y descarga directamente en
tierra. Debía utilizarse el largo muelle de la Aduana o buques de menor calado. Entre 1876 y 1879 se construyó un
puerto de gran tamaño. Sin embargo, era tan intenso y creciente el movimiento comercial, que muy pronto resultó
insuficiente.
Carlos Pellegrini presentó en 1889 un nuevo proyecto de puerto y algunas de sus ideas fueron retomadas luego por
los ingenieros que trabajaban. Eduardo Madero fue el autor del diseño definitivo. En él se intentó lograr una
vinculación entre el puerto y la ciudad. Con ese objetivo, se construyeron dársenas sobre la costa, que combinaban el
complejo portuario con la trama en manzanas propias de la ciudad de Buenos Aires. La idea de vincular el puerto y la
ciudad no respondía sólo a cuestiones técnicas y económicas. Se deseaba, además, que el trabajo en el puerto fuera
un espectáculo aleccionador, que mostrara a la población, todos los días, la riqueza de su país.
En 1898 se inauguraron las obras correspondientes al que sería conocido posteriormente como Puerto Madero, y
entre 1894 y 1905, las de Dock Sud. Hacia 1900 llegaban a ese puerto 10 mil barcos por año que transportaban,
sumando importaciones y exportaciones, 4 millones de toneladas de carga. Eso convertía a Buenos Aires en el
segundo puerto más importante del hemisferio occidental, después de Nueva York.2
1
Sar, Ariel, “El desprecio de la tecnología en las revoluciones del Telégrafo y de Internet en la Argentina”, 2007.
2
En manual H1, Historia argentina y latinoamericana (1780-1930), TINTA FRESCA, pags. 222-224