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La insensibilidad ante las crisis emocionales

Julián de Zubiría*
4 de septiembre de 2023

Según un informe presentado hace pocos días por el Ministerio Público, en el primer semestre de 2023 se
presentaron 18.466 intentos de suicidio en el país. En promedio, durante este año, cada día cerca de 100 personas
perdieron las ganas de vivir. Para completar, estas cifras tan solo reflejan los casos sobre los cuales tienen
conocimiento las autoridades. Muy acertadamente un reciente editorial de El Espectador habló de una crisis
silenciosa y dolorosa en Colombia: la salud mental. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué no reaccionamos?

Estamos ante un tema de enorme importancia para la sociedad, pero muy especialmente para los educadores,
psicólogos, médicos, jóvenes y padres de familia, porque tristemente cada vez son más los adolescentes con ideación
suicida y lo intentan a edades cada vez menores. En Estados Unidos, donde hay mayor seguimiento a este tema
crucial, han encontrado que, en 2021, el 42 % de los estudiantes de secundaria experimentaron sentimientos
persistentes de tristeza y depresión. En España, estiman que uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años ha intentado
quitarse la vida. Estamos ante la que podría ser una de las mayores tragedias de nuestros tiempos modernos: una
pandemia de dolor, soledad y depresión que nos puede arrebatar cientos de miles de vidas humanas. Según la OMS,
cerca de 705.000 personas se suicidan cada año en el mundo y la cantidad de personas que lo intentan es veinte
veces mayor.

Este es el contexto en el que la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt reveló una supuesta aguda crisis
depresiva del actual presidente de la República, que habría conocido cuando fue invitada unos días a su casa en
Bruselas, mientras él se encontraba trabajando como diplomático del gobierno de César Gaviria.

Si la noticia es cierta, lo revelado por Ingrid es un acto de deslealtad que bajo ningún punto de vista se puede tolerar
a una figura pública. ¿Por qué y para qué revelar una aguda crisis depresiva de quien debió ser un conocido tan
cercano que le abrió las puertas de su casa en el extranjero a ella y a quien la acompañaba? ¿Qué buscaba al revelar
una noticia tan triste y privada en medio de una campaña electoral? ¿Qué pretende ahora al ratificarlo a un medio
tan sesgado y abiertamente comprometido con una línea política partidista como la revista Semana? Si la noticia es
falsa, estaríamos hablando de un acto muy bajo que busca deteriorar la imagen del presidente Gustavo Petro. En
cualquier caso, es evidente que Ingrid está dispuesta a hacer lo que sea con tal de alcanzar notoriedad nacional y
también que no entiende la gravedad de una aguda crisis emocional.

La depresión aguda es una situación emocional límite en la cual la persona comienza a perder las ganas de
compartir, soñar y vivir. Estamos ante una de las situaciones más tristes para un ser humano, que se puede convertir
en una eterna tragedia para él, sus amigos y sus familiares. La persona depresiva padece soledad y tristeza muy
agudas, que se agravan si faltan amigos y redes de apoyo. La persona que padece depresión crónica tiene pocas
expectativas, lo que genera falta de metas para vivir. Estaríamos ante una persona con un autoconcepto o imagen de
sí misma extremadamente deteriorada. Y la autoimagen, como muy bien nos decía el psicoterapeuta canadiense
Nathaniel Branden, “es como el sistema inmunológico: ofrece resistencia, fuerza y capacidad regeneradora”.

Los educadores nos esforzamos por formar mejores y más responsables ciudadanos, en tanto algunos políticos
quiebran frecuentemente los límites éticos con tal de ganar más votos. Pueden, incluso, crear noticias falsas o
quitarle el velo a la privacidad. Esos políticos, las redes envenenadas de odio y los medios de comunicación
parcializados maleducan a las nuevas generaciones. ¿Qué hacer ante ellos? Es difícil formar ciudadanos integrales
con esos ejemplos tan dañinos. Aun así, hay que seguir intentándolo. ¡Nunca ha sido fácil la tarea para los
formadores!
A Ingrid la hemos conocido muy poco los colombianos, pero lo que hemos sabido de ella nos ha dejado dudas
sobre su capacidad de trabajo en equipo. Primero fue en 2002, cuando fue víctima de un miserable secuestro
realizado por la entonces guerrilla de las FARC que la condenó a vivir en la selva por seis años y medio. Es cierto
que vivía en condiciones infrahumanas, pero también llamó la atención la manera como la describieron sus
compañeros de tragedia, entre ellos su jefe de campaña y los tres estadounidenses con quienes compartió cautiverio.
La segunda ocasión fue cuando le reclamó al Estado una indemnización de 8,4 millones de dólares por haber sido
secuestrada. Eso fue en 2010. Es cierto que ella tuvo que vivir inmenso dolor, pero no parece que fuera una buena
idea recibir millones de dólares que podrían cumplir un mejor papel en uno de los países más desiguales del mundo.

En 2022, volvió a Colombia a participar activamente en las últimas elecciones. Fue invitada a hacer parte de la
coalición del centro, llamada “Coalición de la Esperanza”. Sin duda, Ingrid fue determinante para hacerla volar en
mil pedazos y destruir la esperanza. Una vez más fue evidente que a ella en la escuela nunca le enseñaron a sumar ni
a construir de manera colectiva. Seguramente porque “capó clase” cuando enseñaron a multiplicar y porque siempre
ha pensado en exceso en primera persona.

Por todo lo anterior, comparto el enérgico llamado que hace el editorial de El Espectador a tomarnos muy en serio
el tema de las crisis emocionales. Una de las primeras acciones que tendríamos que hacer es no permitir que un tema
tan privado, grave y doloroso pueda ser utilizado con fines electorales.

Cada uno puede votar por quien quiera. Ese es un componente esencial de la democracia. Pero nadie debería poder
aprovecharse de las crisis emocionales, reales o inventadas, de los demás. Las tesis que defiende el presidente Petro
tienen muchísimos aspectos por debatir en todos los temas. Por el bien del país, ojalá sean confrontadas todas ellas
de manera argumentada, pausada, respetuosa, amplia y documentada. Lo he hecho en diversas ocasiones en los
temas educativos. Pero todos esperamos que quienes lo hagan no caigan tan bajo al elegir sus “argumentos”.

P.D: Rechazo la estigmatización y los denigrantes términos con los que se refiere el representante Miguel Polo Polo
a la Universidad de Antioquia: “Cloaca de terroristas”. ¡Nadie puede desconocer su contribución significativa a la
investigación, la ciencia, la cultura y el desarrollo nacional! Al mismo tiempo, rechazo el racismo del cual él ha sido
víctima en redes. El racismo es violencia y toda violencia debe ser eliminada del debate nacional.

* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)

Preguntas para reflexionar

✓ Se organizarán por parejas y responderán las preguntas en una hoja cuadriculada debidamente marcada con
los nombres de los integrantes y el curso.
✓ Al finalizar el taller entregaran al profesor Joaquín Rubio la lectura y la hoja cuadriculada.
✓ Esta actividad representará el 15% de la valoración total del periodo.

1. Resalta las ideas principales.


2. ¿Cuál es el propósito esencial del autor?
3. ¿Qué quiere decir el autor cuando afirma: “Estamos ante la que podría ser una de las mayores tragedias de
nuestros tiempos modernos: una pandemia de dolor, soledad y depresión que nos puede arrebatar cientos de
miles de vidas humanas”?
4. ¿Por qué es tan importante atender la salud mental en nuestro país?
5. ¿De qué formas cuidamos nuestra salud mental?
6. ¿Cuáles son nuestras preocupaciones y cómo las afrontamos?

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