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CAPÍTULO I

EL DERECHO DE LA INFORMACIÓN
COMO CIENCIA JURÍDICA

§ 1. INTRODUCCIÓN

El derecho a la información no es un derecho


autónomo o una libertad independiente de otras, sino que
forma parte de todo el sistema jurídico que estudia la
ciencia jurídica como disciplina.
Interesa incorporar esta parte especial del derecho
en la Facultad de Ciencias de la Comunicación para situar las
normas que regulan la comunicación e información, las
relativas a los medios y precisar la función que cumplen
en las relaciones jurídicas.
Predicar que la «libertad de prensa» es un derecho
como se conoce a la información en nuestra Constitución
Nacional (art. 14 CN) -con una interpretación dinámica
del texto histórico- tiene su importancia, ya que con esa
dimensión la comunicación adquiere valor visible
promocionado dentro de la sociedad.
El fenómeno informativo permite agrupar un
conjunto de normas sobre la actividad siguiendo una
consigna unificadora que se la otorga el derecho de la
información. Estas normas forman parte del
ordenamiento común y general, pero a pesar de la
particularidad que adquieren es insuficiente e impide
proclamar a este derecho como ciencia jurídica autónoma.
El sistema jurídico reconoce las particularidades
de cada rama del derecho definida por su especificidad sin
perder su unidad como ciencia jurídica, y extiende sus
previsiones a todos los ámbitos del fenómeno sin dejar
vacíos o laguna legal.

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Esta integralidad no significa que el Estado deba
regular cada acción libre de la persona de hoy y para
siempre ni, cual Estado totalitarista, quiera conceder con
absolutismo los derechos que le plazca crear. Por el
contrario, la libertad constitucional es que: «nadie puede
ser privado de lo que la ley no prohíbe ni obligado hacer lo que
la ley no manda» (art.19 CN). Pero antes el Estado, que se
define de derecho (que no es lo mismo decir derecho de
Estado) ha recibido en las mismas mandas
constitucionales las atribuciones que no puede superar en
el ejercicio de su poder de policía (art. 28 CN).
No es un juego de palabras ni un galimatías la
definición jurídica de libertad, exquisita y precisa de lo
que significa la libertad dentro del Estado, a quien le
compete el dictado de las leyes reglamentarias de los
derechos, libertades y garantías constitucionales
preestablecidos, y que además como Estado de Derecho
igualmente se encuentra limitado por la ley.

§ 2. DERECHO DE INFORMACIÓN:
ASPECTOS CONSTITUCIONALES

Constitucionalizar el derecho a la información es


superar el límite estrecho de la libertad de prensa (art.14
CN), consagrado para satisfacer históricamente el
ejercicio individual de libertad traducido en la propiedad,
el trabajo y la industria, y ponerlo al servicio de la
grandeza de la condición humana que no se contenta sólo
con la lógica de una razón.
La Constitución es, en nuestra República, ley
escrita que refleja nuestras libertades; es fundamental
porque jerárquicamente no hay otra norma de rango

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superior; y es una ley suprema y rígida porque su
modificación se guía por un procedimiento y un órgano
que le es propio, diferente al de las leyes comunes.
Esta rigidez es una garantía y está al servicio de la
grandeza de la condición humana que se debate en una
constante superación de los propios límites llevándola a
un plus ultra, a un más allá que ilumina incluso su razón y
no se encuentra expuesta a la fuerza de las mayorías
electorales coyunturales que modifiquen su contenido
para legitimarse dentro de la democracia.
Todavía hay constituciones que en su preámbulo
invocan a Dios como fuente de toda sabiduría, que es el
signo distintivo del sano anhelo del hombre por
trascender, reconociendo que su propia razón no alcanza
y necesita un tiempo de crecimiento.
Una instancia clara en este proceso de desarrollo
es el relacionado al derecho a la información, superador del
derecho tradicional que correspondió a la llamada libertad
de prensa. Hubo de pasar por una gran conflagración
mundial (1939/1945) para advertir la humanidad cuál era
el daño que le produce a la sociedad la restricción del
concepto que contenía la libertad de expresión (libertad
de prensa), proclive a ser funcional al gobierno de turno,
para así incorporar otros contenidos que transformaran a
aquélla en derecho a la información: investigar y acceder a
las fuentes, difundir informaciones y opiniones, acceso a
los medios, a no ser interferido en el mensaje emitido, al
secreto de las fuentes periodísticas, al derecho de
respuesta por informaciones que agravian o afectan a la
persona, a seleccionar medios e informaciones, etc.
Al desmonopolizarse la función del Estado
republicano como informador de sus actos, la comparte
con el sujeto universal y respecto de él, el fenómeno

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informativo sirve de eficaz control, eficiente según el
grado de ejercicio real.
Esta configuración de la nueva libertad desborda
los límites del ejercicio de los derechos individuales. No
tiene demasiada historia y ha vivido pujas que crearon
conflictos de apropiación: la resistencia al derecho de
respuesta por parte de los propietarios de los medios de
comunicación social es uno de tantos hechos
relativamente reciente. En nombre de la libertad
denunciaban que violaba su derecho de propiedad, a
trabajar y ejercer su propia industria, al quedar obligados
a incorporar las versiones del afectado por informaciones
falsas o agraviantes como parte del sistema informativo
que ellos trazaban en sus líneas editoriales.
El derecho a la información conforma el grupo de
derechos de tercera generación porque aparecieron o fueron
definidos en la Constitución luego de los derechos
individuales (período de la ilustración 1853) y de los
derechos sociales relacionados al trabajo y la previsión
social (reforma constitucional de 1957). Con la reforma
constitucional de 1994 se incorporaron los derechos de
impacto colectivo y los derechos humanos, entre los que
se cuenta al derecho a la información. Libertad, igualdad y
fraternidad, contenidos en el grito de la Revolución
Francesa de 1789 fue avizor en el desarrollo generacional
de los derechos de primera, segunda y tercera generación
respectivamente.
El derecho es producto cultural y al mismo tiempo
ha culturalizado la sociedad; tiene un proceso histórico y a
su vez una vivencia particular que hace diferencia según
lugares y concepciones filosóficas, políticas, culturales,
económicas y, en general, sociales, que le dan vida las
personas que cohabitan organizadamente. Las

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legislaciones contemporáneas diferirán según el país, la
época y su implementación material (ejercicio) más allá de
la formalidad (proclamación) exigida, incluso para
algunos derechos humanos.
En la República Argentina, primero ha sido la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación la que le ha dado hospitalidad constitucional
dentro de la «libertad de prensa» al resto de medios que
no fueran «prensa», y al mismo tiempo ha resaltado esa
libertad, ampliada en información, por su función
institucional.
Igualmente, fue la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación la que asignó un espacio
relevante al derecho de la información facilitando el
camino de su constitucionalización, e incluso le toleraba
un exceso de ejercicio en relación a otros derechos para
no lamentar una democracia desmedrada, creando una
presunción de inconstitucionalidad ante la menor duda de
restricción de semejante derecho.
Cuando una ley o proceder del Estado a través de
sus funcionarios es repugnante a la norma suprema, la vía
de impugnación por inconstitucionalidad de la norma o
proceder tiene por objeto desplazarlos del caso concreto
ante cualquier instancia judicial que admita la justicia de
la solicitud. No tiene efecto derogatorio general de la ley,
pero aprovecha el antecedente para fundar cuantos
reclamos fueran a sumarse.

§ 3. COMPOSICIÓN NOMINAL DE LOS


TÉRMINOS DERECHO E INFORMACIÓN

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El derecho debe y necesita ser informado ya que,
llamado a la función pública (construir un orden justo y
con seguridad) integra a la sociedad y se convierte en un
factor político. A su vez, la información en general
desempeña una función de interés general que cuando se
refiere al Estado se traduce en una función pública
informativa. El derecho y la información se
complementan con las respectivas funciones políticas y de
interés general que cada cual aporta.
En el derecho encontramos el principio de
inexcusabilidad, llamado así porque «la ignorancia de las
leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la excepción no
está autorizada por el ordenamiento jurídico» (art. 8 CCyC).
Con ese principio descubrimos que el derecho en cuanto
afianza libertades, traducidas en normas concretas
(derecho objetivo), faculta al titular a una conducta
autorizada (derecho subjetivo), pero al mismo tiempo le
crea un deber. El primero y común a todos es el del
conocimiento de la ley.
El resto de los deberes pueden sintetizarse en los
principios sentados por el derecho romano de donde
abreva sustancialmente el derecho occidental cristiano:
honeste vivere (respeto por la moralidad); suum cuique
tribuere (dar a la persona lo que le pertenece), y neminem
laedere (el ejercicio del derecho no puede ocasionar daño a
otro). Cuando se encuentran cumplidos estos deberes, el
ejercicio del derecho se califica de buena fe (ejercido
regularmente o conforme a justicia) ya que la ley no
ampara el ejercicio abusivo o contrario a los fines tenidos
en vista por la ley.
Finalmente, la información llevada a cabo con la
comunicación pública es el requisito inexcusable para la
entrada en vigencia de las normas y esta publicidad, en el

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caso de las leyes, pasa por diversos grados previos como
es la discusión parlamentaria que la sanciona, y luego
llega la promulgación mediante un decreto del Poder
Ejecutivo y la orden de publicarla. Este acto relevante de
la publicidad marca la fecha para entrar en vigencia, a
partir del octavo día de la publicación, de no mediar una
fecha expresa en el texto de la ley.

§ 4. DERECHO A LA INFORMACIÓN
Y A LA COMUNICACIÓN

La comunicación nace con el hombre mismo, quien


deseoso de compartir esa porción propia que enriquece la
persona de cada uno, pone en común (proyección) su
«mío» y resguarda (introyección) su «yo» donde reside su
absoluta libertad.
Hay que recordar que una persona sin intimidad
será una persona dominada, y que para salir fuera de su
«yo» lo ha de hacer con su libertad, que hunde su raíz en
aquélla con una dimensión humana que se mueve dentro
de la responsabilidad.
Se comunica lo que se quiere y la comunicación
interpersonal le da forma al ser social. A su vez, la
información es una parte de todo aquello que se comunica
socialmente.
El contenido propio de nuestra materia es la
comunicación social, que ha revolucionado a las sociedades
en diferentes etapas de la historia, con el medio con el
cual comunica más que con los contenidos.
La comunicación abarca la forma oral, escrita
(quirográfica seguida con el tiempo por la tipográfica),

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electrónica, y se encuentra abiertamente proyectada a
todo otro futuro medio innovador.
Todas y cada una de las etapas ya transitadas han
mostrado avivadores y detractores de la innovación así
que no es de extrañar que sobrevengan choques
culturales a medida que sigan apareciendo medios de
comunicaciones revolucionados.
La era de la escritura fue criticada nada menos que
por Platón en su obra Fedro por considerar que el saber
sólo podía transmitirse por vía de la dialéctica, ya que la
escritura era una amenaza para la memoria que mataba el
verdadero saber que habita en el ser.
Dentro del largo período de la escritura, que se
revoluciona con la aparición de la imprenta de Gutenberg
en Maguncia, Alemania, también encontramos saltos
cualitativos dados por la impresión sin censura previa y el
reconocimiento al derecho de autor, entre otros, porque tras
una larga lucha sacudió el yugo que imponía el poder
autoritario que mostraba el Estado en esta materia, y
porque con la aparición del editor dio pie para que se
comenzara a reconocer la propiedad intelectual del autor
hasta entonces relegado.
Llegados a la era electrónica, esos cautivantes
instrumentos fueron inicialmente estigmatizados por
algunos particulares que resistían ingresarlos al
aprendizaje sistemático porque habían traído un modo
diferente de saber, de leer y escribir, y advirtieron cómo
cambiaba la forma de los textos porque ahora centraban
su atención en el lector más que sobre el autor
(hipertexto).
Los rezagados en el tiempo, cuando no actualizan
sus respuestas acordes a la novedad superadora que se
instala para quedarse, quedan agrupados entre los nuevos

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analfabetos temerosos por la amenaza de perder el poder
con el que venían transmitiendo el conocimiento
aprendido.
El circuito de la comunicación pasa por el emisor,
el receptor y, hoy más que antes, por el medio utilizado en
el mensaje, que incluso reclama ser alimentado con
lenguajes apropiados para su eficacia. Saber manejar el
medio (su parte técnica, lógica y jurídica) facilita el acceso
a la comunicación social y es tan o más importante que el
mismo mensaje.
Dentro de la comunicación social situamos a la
información como función de aquélla, y dada su
importancia la consideramos una especie particular de
comunicación en cierto modo autónoma1.
La información comprende cuanto pueda interesar
al público y que esté relacionado con la cultura, la
sociedad y la naturaleza, y dentro de la democracia es un
deber para saber ejercer el derecho de compartir el poder
del Estado en un sistema representativo de gobierno
La variable cualitativa de la información la
encontramos en la actualidad del mensaje que caduca y se
renueva en períodos cada vez más cortos, sin
interrupción, creando un nuevo decir en el lenguaje
informativo: on line, en vivo, en directo, de último
momento. Allí, en ese momento, es cuando la noticia
adquiere su mayor valor, y se dice de ella que es
«informada» si la relación se complementa con una
versión inteligible de los hechos e incluso enriquecida con
material especializado (producido por colaboradores).

1 FAYT, Carlos (1994): La Omnipotencia de la Prensa: su juicio

de realidad en la jurisprudencia argentina y norteamericana. Buenos


Aires: La Ley, p. 26

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No sólo la comunicación social, sino incluso la
información, necesita de sus profesionales ya que al ser
mediadas pierden elementos que de manera inmediata
sólo es posible captarlos en la relación interpersonal; la
noticia enriquecida de valores que nutre la persona
posicionada al servicio de la promoción progresiva del
cuerpo social necesita su forma (informar) para lograr la
mayor eficacia según quien la decodifique y atendiendo al
objetivo perseguido: formar opinión (editorial), transmitir
ideas (propaganda) o relatar hechos (crónica).
La filosofía proporciona el estudio de los valores
en una de sus materias que es la axiología, y de ella se
nutre el derecho para dar forma y sentido a la sociedad
que estructura políticamente en un constante proceso de
formación.
Este proceso humanizado por la razón humana se
encuentra expuesto a límites, naturales a su misma
condición, que generan en la historia males que muy
difícilmente hubieran querido provocar sus ideólogos pero
que por vía de doctrinas correctivas se encargan de
compensar (evolutivamente o por revolución).
Dentro de la ciencia jurídica, que se interesa por
realizar el valor justicia en cada momento de la historia,
se originaron la corriente del positivismo con el valor
justicia encerrado en la letra de la ley (donde la ecuación
es ley = justicia) y el iusnaturalismo donde ese valor de
cambio no es absoluto sino relativo, porque en cada caso y
tiempo habrá de verse cuánto se refleja esa justicia en la
norma escrita.
La ley escrita busca la seguridad de cuanto se
legisla pero no está para sojuzgar a nadie, sino que es un
instrumento que acompaña por igual la realización de
todas las personas; es con la ley que ejerceremos nuestros

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derechos y disfrutaremos las libertades y ella no está para
perder la libertad por su causa (consecuencia nefasta del
positivismo visto en extremo durante la conflagración
mundial 1939/1945).

§ 5. INFORMACIÓN, COMUNICACIÓN Y
DERECHO

Existe una relación dialéctica entre estos


términos. La información no da por supuesta la
comunicación porque la información puede ser secreta
y/o reservada; pero en toda comunicación hay un
contenido informativo; y el derecho es información y debe
a su vez ser comunicado.
La comunicación es la primera manifestación del
hombre racional que lo socializa. Constituye el aspecto
formal de ese intento que se logra cuando es captada por
los integrantes del grupo donde comunica. Si bien puede
parecer lo mismo utilizar, por ejemplo, el sustantivo
desfiladero o portillo, no en todas partes de América, de
habla castellana, descifrarían su significado. Ese es,
entonces, el aspecto formal que no debe descuidar la
actividad comunicacional.
La comunicación como todo acto humano racional
tiene sentido, y en este aspecto no puede carecer de
contenidos ni desentenderse de los destinatarios que
deben decodificarlo. Es en esta instancia que hablamos de
información.
La información como equivalente a comunicación
respondería a la pregunta de cómo se informa. La

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comunicación como equivalente a información
respondería en cambio a qué se comunica.
En el sintagma «derecho de la información», la
preposición de cumple tres funciones: una ablativa o de
referencia al objeto; otra de pertenencia o genitivo; y
finalmente una función teleológica, dativa o finalista.
1. La función ablativa u objetiva nos señala una
disciplina jurídica que aborda específicamente los
fenómenos informativos y se expresa en las leyes;
2. La función de pertenencia o genitivo habla del
derecho subjetivo con el límite o estímulo para
actuarlo; y
3. La función teleológica apunta a la perspectiva de
justa información.
José María Desantes Güanter2 caracteriza la
intercomunicación como la respiración de la sociedad.
Con la comunicación se inicia el proceso de socialización.
El hecho de estar comunicados crea vínculos familiares,
sociales, culturales, económicos y jurídicos donde, dentro
de este último, la ley deviene su expresión más acaba.
Dentro del sistema jurídico también se reconoce
que junto a la norma exista la regulación con los usos y
costumbres, que crean y son fuente de regulación
normativa, pero también la misma costumbre puede
derogar a la ley por desuetudo, es decir por la costumbre
de no aplicar una determinada ley o norma.
El aspecto jurídico aporta seguridad al sistema
social con una valoración que objetiva la ley. Para
consagrar ese orden justo que valora al derecho, Santo
Tomás de Aquino enseña que deben estar ordenadas tres

2 DESANTES GUANTER, J. (2004): Derecho a la

información, Valencia: Fundación COSO, p. 100.

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formas de justicia que llama conmutativa, distributiva y
legal.
El orden conmutativo pondera las prestaciones que
cada persona intercambia en la libertad que ejerce (son
contraprestaciones libres); el orden distributivo se da
cuando el todo debe asistir a la parte que lo integra,
justificado en la igualdad jurídica que proclama para
compensar las desigualdades naturales de la realidad; el
orden legal es la carga sobre un individuo en miras a
sostener el todo porque simplemente lo dispone la ley
fundada en la solidaridad.
Ponemos el ejemplo de la persona cuando paga un
servicio que consume, pero para compensar la diferencia
de ingresos y para garantizar el acceso igualitario al
mismo servicio: una lo hace con la tarifa normal; otra, en
cambio, es beneficiada con una tarifa diferenciada a causa
del bajo consumo que presume el tipo de ingresos; y
finalmente está quien deba pagar un recargo por el alto
consumo en el servicio prestado.
En lo laboral encontramos simetrías de este
proceder con el empleador que paga el salario por el
trabajo realizado (conmutativo), pero además paga las
licencias y descansos, o incluso el empleado enferma sin
que pierda su salario cargando al empleador la
contingencia (distributiva), y cuando es despedido se lo
hace con un tope indemnizatorio (es la comunicación legal
en miras, prioritariamente, del orden público económico).
La ley, dentro del orden jurídico, está para
resolver el conflicto en la justicia de una plena
comunicación. Decir que una relación se resolvió conforme
a la ley presupone la justicia de esa ley, pero decir que se
resolvió conforme a derecho es haber escuchado al orden

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jurídico más que la literalidad de esa ley particular que
comunica.

§ 6. NATURALEZA JURÍDICA DEL DERECHO A


LA INFORMACIÓN

El derecho a la información es un derecho humano.


Este perfil de derecho humano no pudo dárselo el
iusnaturalismo –luego de la secularización del Estado- en
su vertiente ilustrada (del saber enciclopédico) ni el
liberalismo (que legitima a quien cuenta con los recursos
para hacerlo).
La libertad informativa, cuyo ejercicio comienza
en el individuo tiene, a diferencia del resto de los derechos
individuales, (ej. comerciar, transitar, aprender, ejercer
industria lícita, asociarse) trascendencia social. Este aspecto
particular recién se avizora con los derechos humanos que
desempeñan una función social de interés general.
Históricamente fue considerada una libertad
individual más que consagraba la Constitución de la
Nación. No obstante, al mantener el artículo la redacción
originaria, ha pasado a una instancia superadora con la
reforma constitucional del año 1994, oportunidad en la
que se incorporaron normativas especiales de la
información y sobre todo los pactos internacionales
pertinentes.
No alcanza con calificar a la libertad informativa
como una especie de libertad pública para privilegiarla
respecto del resto de libertades individuales (primeros
intentos jurisprudenciales). A diferencia de las libertades
públicas, que les basta con no trabarse su ejercicio (ej.
proclamando la no censura previa y pese a ello no

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completa el concepto), el derecho a ser informado requiere
además ser potenciado.
El fenómeno informativo tampoco constituye un
servicio público porque su titular no es el Estado que
pudiera concesionar la información como atributo
exclusivo, sino que titulares son todos los seres humanos,
y para cumplir la función social que le es consustancial
goza de una serie de prerrogativas que se extienden al
contenido de la compleja relación jurídica informativa:
deber a ser informado; exención impositiva; cláusula de
conciencia; secreto de las fuentes periodísticas;
constitución y funcionamiento de la sociedad informativa;
fomento y otras medidas para modificar el concepto de
tratamiento de la información como mercancía,
capacitación del periodista profesional con la
incorporación de carreras universitarias, etc.
En este derecho hay un deber exigible por los
individuos a ser informados por profesionales que deben
ser formados no sólo para satisfacer intereses personales
sino y, complementariamente, comunitarios en todas sus
dimensiones existenciales. La información no constituye
una simple mercancía más que consume quien paga por
ella, que pueda capitalizarse y acumular en stock
siguiendo la economía de mercado, sino que se trata de un
verdadero servicio del que no puede prescindir la
comunidad; la exención impositiva y otras medidas de
fomento se hacen indispensables para promover esta
finalidad social porque tampoco la industria que media o
produce la información es una de las que hacen de la
actividad exclusivamente un lucro.

§ 7. LAS FUENTES DEL DERECHO

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A LA INFORMACIÓN

Por tratarse de un derecho fundamental, la


regulación del derecho a la información corresponde a las
normas de su misma jerarquía, esto es, a las normas
fundamentales del Estado. La delegación de este derecho
exclusivamente a normas inferiores atentaría contra su
propia esencia, y la expondría a situaciones coyunturales
propia de la sucesión de gobiernos que se construyen con
las mayorías que legitiman una democracia electiva
periódica.
La Constitución del Estado (nacional y provincial)
es esa norma fundamental que dogmatiza y organiza a la
sociedad política, y se ubica en el vértice de la pirámide
jurídica, disciplinando al resto de normas inferiores y
reglamentarias.
Esta figura de la pirámide jurídica, con la
Constitución Nacional en su vértice para regir al Estado
federal comparte la misma jerarquía con todos los
Tratados y Convenciones sobre Derechos Humanos
incorporados por la reforma constitucional de 1994 en el
inciso 22 del artículo 75 y aquellos aprobados por el
Congreso, con las dos terceras partes de la totalidad de
sus miembros según las condiciones de vigencia
aceptadas.
El resto de los tratados internacionales a los
cuales todavía no se les otorgó jerarquía constitucional,
aquellos que regulan otras materias que sean o no de
derechos humanos (llámese pactos, convenciones,
declaraciones, y cuando es con la Santa Sede
“concordatos”) se ubican por debajo de la Constitución,
pero sin llegar a equiparársele, y gozan de una jerarquía

20
superior al resto de leyes nacionales (art. 31 y 75 inc. 22 y
24 CN).
Tenemos así determinada la primera fuente del
derecho a la información en la ley con esa llamada
pirámide jurídica que se interpretará y recreará en la vida
de la sociedad. El lugar donde la ley recibe su fuerza
garantida para exigir su cumplimiento es en la Justicia.
La declaración de inconstitucionalidad es el último
recurso que la justicia adopta para asegurar la vigencia de
la Constitución. Aquí la jurisprudencia, construida con las
decisiones judiciales de los casos concretos promovidos
especialmente, será la otra fuente en los términos de
norma aplicada.
La jurisprudencia por su naturaleza es dinámica,
concreta y con tendencia a reiterarse. El leading case (caso
ejemplar) reiterado en atención a la autoridad moral de
los fundamentos de la sentencia o simplemente por la
autoridad superior que la dicta, tiende a estabilizarla en la
llamada jurisprudencia pacífica. Siempre es de esperar que
la autoridad moral de la investidura de los cargos no se
imponga sobre la de los sólidos fundamentos que
convenzan.
Dentro del Estado Nacional, la Corte Suprema de
Justicia de la Nación se encuentra en la instancia superior
a la de jueces y cámaras (otros tribunales colegiados).
Sean provinciales y/o nacionales cada uno de estos
organismos inferiores, todos cumplen una función política
esencial del Estado.
Eventualmente y en materia de derechos
humanos, el asunto admite la jurisdicción internacional
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) y Corte Interamericana de Derechos Humanos,
una vez agotados los recursos ante la Corte Suprema de

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Justicia de la Nación que puede hacer valer el interesado
cuando hay materia de esa competencia.
Siguiendo el orden de importancia de las fuentes
del derecho de la información encontramos los usos y
costumbres que señalan la aceptación de manera reiterada
de un obrar y hacer. Cuando no se da el reconocimiento
de regulación delegado a esos usos y costumbres en
aspectos puntuales que la ley le asigna, esos usos y
costumbres pueden llegar a imponerse a la ley y entonces
transformarse en desuetudo de la ley. Esto es, que la ley
es desplazada por aquéllos.
La doctrina que los estudiosos de la materia
desarrollan en el orden local, nacional e internacional, es
una vertiente que no pasa desapercibida y es de suma
utilidad en esta construcción del derecho de la
información en permanente desarrollo, especialmente en
el ámbito tecnológico. El esclarecimiento y respuestas que
la doctrina aporta a situaciones novedosas o replanteadas
judicialmente por caso, facilitan el goce pleno de este
derecho.
Todas estas fuentes interactúan de manera tal que
no deja actor posible sin que aporte a su debido tiempo la
actualidad visionaria de la realidad que construye en el
lugar que le toca vivir esta realidad informativa.

§ 8. EL MÉTODO EN EL DERECHO
DE LA INFORMACIÓN

El tema responde a la pregunta sobre cómo puede


conocerse mejor el objeto de estudio. Sabido es que cada
objeto tiene su método adecuado e inclusive una
combinación de ellos, podríamos ensayar métodos

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inductivo, deductivo, histórico, sincrético, hermenéutico,
etc., pero para la enseñanza y comprensión de la
asignatura derecho de la información entendemos que el
modelo es el multidimensional.
Esto significa que el fenómeno informativo
necesita de otros saberes para completar y posibilitar la
interpretación inteligente de los hechos e ideas para dar a
conocer y satisfacer los intereses legítimos del receptor,
parte activa-pasiva en el proceso informativo antes no
concebido.
Incluso la hermenéutica jurídica, que apela a la
norma jerárquica superior, especial y posterior en el
tiempo para interpretar y resolver el conflicto de normas,
si bien acerca gran parte de la solución, debe
complementarse con otras dimensiones para una adecuada
interpretación de su literalidad, por ejemplo, la histórica.
Con ese análisis, la norma no dirá sólo lo que traducen las
palabras sino y, en especial, qué quiere seguir diciéndonos
hoy con los (limitados) conocimientos imperantes de
aquel momento y acomoda el saber más allá del
circunscripto por la rama jurídica.
Así es como en la libertad de prensa, a pesar de
mantenerse la redacción del art. 14 CN, el término
«prensa» hoy es extensivo a la radio, la TV, Internet y
todo otro medio no conocido en 1853 (sanción de la CN),
pero que de haberse conocido lo hubieran incluido ya que
no importa el medio sino el contenido, que es la libertad
que protege.
Este modelo multimensional dinámico posibilita la
exploración y conexión con diversos temas vivenciales
y/o de nuestro interés. Con una diferencia sutil nos
traslada del por qué al para qué del aprendizaje; de un
estudio de conceptos dentro del laboratorio nos hace vivir

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la funcionalidad según donde nos encuentra la actualidad,
vinculando más estrechamente los términos información-
comunicación.
Desde el bagaje común de cultura se exploran los
conocimientos específicos de la disciplina y se enriquece
con otros campos del saber para lograr una acción
reflexiva y crítica, incorporando así al hecho de hacer el
saber hacerlo a fin de no reducir la actividad a su sola
reiteración, para permitir nuevas propuestas superadoras
cuando no se clarifica la adhesión pacífica.
El modelo multidimensional enriquece el realismo
jurídico en sus elementos básicos que la filosofía del
derecho ubica como ontología (la funcionalidad del
derecho) y deontología (el deber ser que refiere a los
valores) y la saca de su específico dogmatismo para
incorporar las siguientes dimensiones:

 Dimensión Antropológica: (integradora,


totalizadora, abierta y ética) dirigida a lograr la
constante lucha por la dignidad de la persona
humana. Una concepción de la persona humana
como un fin en sí mismo que le da sentido al
conjunto de principios e instituciones que
conforman el ordenamiento jurídico.

 Dimensión Social: porque forma conciencia


jurídica orientada al respeto del bloque de
juridicidad constitucional cuando informa y
comunica el derecho.

 Dimensión Cultural: general, ya que el derecho


es a su vez producto cultural, y en aquel sentido
ampliado, informa la vida construida con un

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modelo de pensar, valorar y actuar para comunicar
e informar el bien común legítimo. Es el elemento
que integra y une a un conjunto de personas para
hacerlas formar una comunidad, la hace ser ella
misma y diferente de otras.

 Dimensión del Derecho: conformada tanto por


los principios ético-jurídicos como por las normas
jurídicas positivas vigentes. Los primeros actúan
como criterios para la creación, interpretación y
aplicación de las normas que los desarrollan, a la
vez que sirven como pauta y medida de
legitimidad de éstas. Y las normas jurídicas
positivas vigentes, también llamado derecho
objetivo, conforman el conjunto normativo
jurídico aplicable en Argentina.

 Dimensión Económica: referida a la implicancia


de la cuestión económica no solo en la
disponibilidad de los medios (técnicos y capital
material y humano) con los que la información
llega a la comunidad de manera libre sino también
en la regulación jurídica de aquellos (ej.: limitación
en la titularidad de licencias de medios
audiovisuales; prohibición de transferencia de
licencias; reducción de la alícuota del IVA para
medios de comunicación).

 Dimensión Simbólica: vinculada a la


significación que el Estado y la sociedad otorga a
los medios de comunicación, traducida en la
difusión de información, distribución de pautas

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publicitarias oficial, acceso a la información
pública y a los medios de comunicación.

La enseñanza de la asignatura entonces (en su


vertiente estatal y supranacional) quedará incompleta y
no se satisface sólo con la información de la norma y la
ilustración con el caso jurisprudencial mientras no se
logre visibilizar la esencia del valor contenido en la
norma y la finalidad, que serán herramientas para dar
sentido al ejercicio profesional actualizado.

§ 9. LA FORMACIÓN PROFESIONAL EN EL
DERECHO A LA INFORMACIÓN

En sus principios, la labor del Comunicador se


aprendía con la práctica haciendo ejercicio del oficio, pero
hoy en día la exigencia es de un mayor conocimiento
aprehendido complementariamente a la reiteración
práctica del oficio.
Resabio de aquel modo de entender la profesión lo
encontraremos en la legislación argentina dentro del
Estatuto Profesional del Periodista Profesional, ley
12.908, sancionado el 18 diciembre de 1946. Los
convenios colectivos de trabajo y la normativa de
derechos humanos intentan actualizar su contenido y
alcance.
Sería arbitrario si quisiéramos precisar una fecha
en la historia y definir esta nueva concepción de preparar
al comunicador, pero a los fines de orientar iniciativas

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concretas en nuestra provincia consignamos las
siguientes:
 El Círculo de Prensa crea la escuela “Bartolomé
Mitre” destinada a capacitar empleados y obreros,
en homenaje al expresidente fundador del diario
La Nación (1945/1957)3.
 En el lapso 1962/1968 le sucede la escuela
“Esteban Echeverría” que funda Félix
Amuchástegui.
 En 1971 se inaugura la Escuela Superior de
Periodismo del Centro de la República, Fray
Fernando Trejo y Sanabria.
 Desde finales de 1971, la Escuela de Ciencias de la
Información de la Universidad Nacional de
Córdoba comenzó a proyectarse en la actual
Facultad de Ciencias de la Comunicación sin
solución de continuidad, habiéndose sucedido
diversos planes de estudio para actualizar los
conocimientos a las necesidades de cada época.
El aprendizaje comenzó a referirse al
conocimiento de los medios y a usar de ellos a través de
distintas disciplinas de las ciencias sociales, haciendo
fuerte hincapié en sociología, psicología e historia, llevado
en la actualidad a planes de estudios universitarios en
permanente actualización con inclusión del conocimiento
de idiomas.
A nivel internacional, tenemos que a mediados de
los años ‘70 se produce en EE.UU un auge en la
incorporación de estudiantes a las diferentes escuelas de

3 BORGARELLO, Susana, CIPOLLA, Francisco y KOCI,


Daniel (2016): Manual de Derecho de la Información. Córdoba: Editorial
IPSO.

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periodismo, pero había sido en 1892 cuando Joseph
Pulitzer barruntaba la idea de crear una escuela para
periodistas, y sin embargo recién en 1908 la Universidad
de Missouri inaugura la primera.
En España, la disciplina Ciencia de la Información
y de la Comunicación llega a la universidad en el año
1973.
En América Latina la primera escuela de
periodismo nace en la Universidad de La Plata en 1935.
La función social de interés general a la que se encuentra
llamada la información impuso definitivamente la
formación profesional de sus agentes, que viene a ilustrar
a aquellos que cada vez, en menor medida, hacen su
preparación únicamente con la práctica del oficio.
No sólo el contenido de la materia informativa ha
creado esta exigencia de una adecuada y sólida formación
universitaria a quienes desean adentrarse en esa
profesión, sino las tecnologías y la vorágine de la realidad
exige cada vez más respuestas específicas que la tornan
compleja sin los conocimientos adecuados para actuar con
solvencia y sabiduría.
El hombre de hoy ha seguido recreando la realidad
con la interpretación que cada quien quisiera darle, pero
ha aparecido incluso otra realidad que va más allá de esto
dado, incursiona al hecho de crear incluso una posverdad o
posfáctica en el ámbito de la opinión pública, con
apelaciones emocionales y creencias personales
desconectadas de los hechos objetivos a los que deja
ignorados: algo que aparenta la verdad termina siendo
más importante que la propia verdad. No hay hechos sino
versiones y mediante la apelación a las emociones y a las
creencias personales se construye entre otras la
propaganda política.

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Urge un saber mayor al vulgar para dominar los
alcances de actuación admitida dentro de la revolución
tecnológica registrada, para captar cantidad, variedad y
calidad de intervención informativa con la consecuente
responsabilidad a la que se encuentra expuesta la
profesión, que bien puede calificarse de riesgosa debido a
las primicias, vertiginosidad de la sucesión de hechos y
caducidad de su interés, sin contar la formación de
criterio de selección frente al universo informado por cada
vez más y sofisticadas técnicas de un mundo globalizado.
La satisfacción que produce la información cuando
acierta con la inteligencia que se mueve dentro de cada
fenómeno informativo e impacta en la opinión pública,
hace una buena diferencia sobre la acumulación de datos
que satura, y deja la repetición de lo acontecido para abrir
y liberar el campo de actuación personal y social,
permitiendo las decisiones acertadas en un mundo
situado.
El derecho acompaña al fenómeno informativo que
atraviesa la actividad humana en su integridad, incluida la
técnica de la que se vale y los objetos involucrados. Con
su comprensión adquirimos la capacidad de pensar, crear,
interactuar y resolver problemas suscitados por la
convivencia social en un orden comunitario de valores
compartidos.

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