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Oración inicial:
Iniciamos esta Hora Santa En el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesucristo, otro jueves más nos congregamos junto a ti en esta
audiencia que nos concedes bondadoso cada semana. Somos tus
amigos, Señor. Tú nos amas, y queremos corresponder a tu amor.
Somos los creyentes de esta comunidad cristiana. Tenemos hambre
de ser santos, aunque somos pecadores y sentimos tu llamada a ser
apóstoles entre nuestros hermanos.
LECTURA BIBLICA:
De la carta primera de San Pablo a los de Corinto. 12, 12-13; 26
27.
Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos
miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su
pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también
Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para
no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y
todos hemos bebido de un solo Espíritu... Si sufre un miembro,
todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los
demás toman parte en su gozo. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de
Cristo, y miembros suyos cada uno a su modo.
PALABRA DE DIOS.
Reflexión:
La Eucaristía, "signo de unidad, lazo de la caridad", es un
compromiso serio con los hermanos.
San Pablo ha sido el gran doctor de esta verdad, y es él quien nos
guía hoy en nuestra reflexión.
Jesús nos deja como sacrificio único de la Iglesia su propio
Cuerpo y su propia Sangre, ofrecidos por Él en la cruz. "El cáliz de
la bendición que consagramos, ¿no es comunión con la sangre de
Cristo? El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de
Cristo?" {1 Corintios 10,16). Comulgar es hacerse "uno" con Cristo
Jesús.
Entonces viene la consecuencia más natural. "Desde el momento que
el pan es uno solo, somos también un solo cuerpo toda la
muchedumbre que participamos de este único pan" (1Corintios
10,17)
Los cristianos, al comulgar, dejamos de ser individualidades en la
Iglesia, para convertirnos en un solo cuerpo. Por lo tanto, no cabe la
división en la Iglesia. El odio, el rencor, la separación en la fe y en el
amor, son incompatibles con Comunión.
Y San Pablo llega a otra consecuencia: a la comunicación de los
bienes materiales. Es un absurdo y un crimen sentarse en la mesa del
Señor uno que está harto de comida junto a otro que no tiene cómo
llenar su estómago vacío. "Cuando se reúnen en asamblea, ya no es
para celebrar la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse
su provisión personal. Y mientras el uno se queda con hambre, el
otro se emborracha a placer" (¡Corintios 11,20-21)
El Papa Juan Pablo II, en el Congreso Eucarístico de Sevilla,
denunció severamente este hecho doloroso que se da en la sociedad
actual, y que no debería existir en las iglesias que celebran el
Misterio del Señor. Decía el Papa: "El sacramento de la Eucaristía”
no se puede separar del mandamiento de la caridad. No se puede
recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen
hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se
encuentran enfermos". Y añadía el Papa las palabras del Catecismo
de la Iglesia Católica: "La Eucaristía entraña un compromiso en
favor de los pobres. Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre
de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en
los más pobres, sus hermanos".
Canto: El cuerpo de Cristo
En el silencio de nuestros corazones, abramos nuestros oídos a lo que
nuestro Señor Jesucristo nos quiere decir con su mensaje.
Canto: Si quieres darme el consuelo de Cristo
Peticiones:
Alabamos a Dios nuestro Padre, que creó el mundo y por Cristo nos
congregó en una Iglesia universal, que será la familia de Dios glorificada en
la eternidad feliz, por lo que a cada petición respondamos. Oremos
R//. Renueva las maravillas de tu amor infinito y misericordioso.
Señor Jesucristo, que eres el alfa y omega, el principio y el fin de todas las
cosas, y el Cabeza de tu Iglesia; une a todos los creyentes y haz que
formemos, como nuestros primeros hermanos en la fe, un solo corazón y
una sola alma. Oremos
R//. Renueva las maravillas de tu amor infinito y misericordioso.
Señor Jesucristo, que por la Sangre de tu Cruz reconciliaste con Dios a
todos los seres del cielo y de la tierra; líbranos de toda desesperación y de
todo temor y conforta especialmente a todos nuestros hermanos que
sufren. Ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos,
da pan a los hambrientos, fortalece a los débiles. Oremos
R//. Renueva las maravillas de tu amor infinito y misericordioso.