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TRES

GUERRA ESPIRITUAL

INTRODUCCIÓN:

Hemos visto la clase pasada la importancia de la Intercesión. Con seguridad, hemos


clamado, intercedido y no ha sucedido nada ¿Por qué habrá sido?

Sucede que intercedemos por personas que no entienden porque deben cambiar de
actitud hacia Dios. Se dan cuenta que la única salida es jugarse por Dios, pero hay “algo”
que no lo deja avanzar.
Es que además de ponernos entre Dios y la persona (intercesión), debemos batallar contra
el diablo que retiene esa vida. A esa lucha la llamamos “guerra espiritual”.

Es ponerse entre el diablo y la persona.

A- IDENTIFICAR AL ENEMIGO

El carácter y la naturaleza del diablo la tenemos descripta en los nombres que aparecen
en la Biblia.
Ellos nos revelan hasta su forma de actuar.

Mateo 4:1,5 8, 11. Diablo


San Juan 8:44. Padre de mentiras.
2 Corintios 4:4. Dios de este siglo (mundo).
Apocalipsis 9:11. Ángel del abismo, jefe de las langostas (destructor).
Salmo 8:2. Enemigo o vengador.
Mateo 6:13. Mal o maligno.
1 Pedro 5:8. Adversario.
Job 15:21. Asolador, destructor.
Apocalipsis 12:10. Acusador.
Génesis 3:1-13. Tentador y engañador.
B- RECONOCER EL LUGAR DE BATALLA

Las sagradas escrituras enseñan que el hombre es un ser tripartito, creado con espíritu,
alma y cuerpo.
El área del alma abarca el intelecto, las emociones y la voluntad; y es en la mente donde
encontramos el lugar de batalla más común, pues es allí donde nuestras decisiones son
tomadas. Estas decisiones, que involucran la voluntad, determinan no solo el curso de
nuestra vida diaria, sino el eterno destino de nuestra vida.
El principal punto de ataque del diablo en contra del hombre es en la mente. El trata de
influenciarnos para dudar la fidelidad de Dios y de su palabra, como lo hizo al tentarla a
Eva en el jardín del Edén y a Jesús en el desierto.

La mente tiene tres voces a las cuales responder:

 La voz de Dios.
Aliento, consuelo, dirección, revelación, certeza del amor de Dios, convicción y corrección.

 La voz del diablo.


Duda, culpa, temor, celos, odio, condenación hacia nosotros mismos y justicia propia.

 La voz del hombre (nuestra propia voz)


Mis propios deseos, razonamientos lógicos y humanos, auto justificaciones.

C- RECONOCER SU FORMA DE PELEAR

Funciones: Matar, robar y destruir… “Juan 10:10” (a)

Con los incrédulos: Convencerlos que el diablo no existe. Echarle la culpa de lo que sucede
al hombre o a las circunstancias.

Con los cristianos: Satanás usa su mente, atacándolos y juzgándolos, luego mantiene su
posición vigilándolos.
Hace nacer duda con sugerencias como: “Tú no eres cristiano, mira lo que hiciste ayer”.
“tú realmente no eres salvo”, o “Tú no puedes decir cuál es el día exacto en que aceptaste
a Jesús”, “No te das cuenta de que tienes un pasado”.
El crea temor: “Este tiempo que vives no tiene salida”, “¿Y que si tienes cáncer?”.
El roba financieramente: problemas con el auto, se rompe el aparato de calefacción, se
descompone el aire acondicionado, pierde el trabajo, etc.
ARMAS ESPIRITUALES:

 La autoridad fue dada en el nombre de Jesús. San Juan 14:13-14. Filipenses 2:9-10.
 La sangre de Jesús es nuestra protección. 1 Pedro 1:2.
 Atar y Desatar. Mateo 16:19, Mateo 12:29.
 Ayunar. Isaías 58:6, Joel 1:14.
 La palabra de Dios. Hebreos 4:12.

LA ARMADURA DE DIOS:
Efesios 6:10-18.

 La verdad
 Coraza de justicia.
 Pies con el evangelio de la paz.
 Escudo de la fe.
 Yelmo de la salvación.
 Espada del espíritu.

CONCLUSIÓN:
Cuando nos ponemos entre Dios y el pecador, Dios es movido a compasión y misericordia
para no obrar conforme al pecado de la persona, pero cuando nos ponemos entre el
diablo y el pecador, la persona es liberada de su opresión, salvada de las garras del
enemigo y libre para acercarse al Señor.

No es un método o una fórmula mágica con sólo repetirlo. Es necesario aplicar las armas
espirituales y vestirnos con la armadura de Dios.

Nuestra visión es alcanzar nuestra ciudad para Cristo, pero esta ciudad está cegada por el
príncipe de este mundo. Necesitamos no sólo interceder, clamar y pedir a Dios por ella,
sino disipar las tinieblas que la cubren mediante la guerra espiritual, atando y desatando,
rompiendo las vendas que el diablo ha puesto en sus ojos para cegarlos.

Cuando ganemos esta batalla espiritual, evangelizar resultará mucho más efectivo.

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