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Argentina, Destino Premium de La Ficción
Argentina, Destino Premium de La Ficción
Fernando García
PARA LA NACION
Un detalle de Judith y Holfernes (Klimt), ilustración de tapa de Bakakaï, de Gombrowicz
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El escritor colombiano Andrés Caicedo decía que se entraba al cine para que la
película dijera algo sobre uno mismo (como el punctum de Barthes ampliado a 35
mm) y la pintora argentina Josefina Robirosa, que iba para olvidarse de sí
misma por un par de horas. Con esas expectativas mezcladas es que entro a los
libros todas y cada una de las noches de mi vida. Que las páginas me digan algo
sobre algún asunto no del todo resuelto o que me saquen del mundo hasta que
caiga el martillo del sueño y el inconsciente subaste su catálogo de imágenes
disparatadas.
¿Cuál será el mítico concierto argentino de AC/DC para Houllebecq? ¿El del ‘96 o el
de 2009? El último seguro ya que la descripción de la banda es tan precisa y
quirúrgica como cuando tiene que explicar un software y lo de “Río de la Plata” es
un error del traductor de Anagrama por “River Plate”. La remera del hacker hace
mención al DVD “Live at River Plate” con el que el grupo australiano devolvió tanto
fervor de Buenos Aires en el River (que no es siempre “río”) Plate (que no es
“plata”) de 2009 con 66 mil personas haciendo temblar la tierra. El “aluvión
zoológico” 3.0.
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Pero como estamos condenados al éxito de las traducciones españolas quizás sea
mejor poner en perspectiva esa cita de Houllebecq a Buenos Aires. De inmediato
se activan las alarmas y el lector insomne recuerda al casi invisible
Thomas Pynchon cuyas recurrencias a Borges y Perón en Rainbow’s
Gravity (1973) expresan una erudición argentina tan misteriosa como
su biografía. Otra vez la ciudad entreverada en una de hackers y terroristas
informáticos pero de 2014 y ambientada en la previa del 11-S. En Bleeding
Edge (traducida como Al Límite por Tusquets) se lee sobre un tal Windust en la
página 119: “(…) Tras iniciarse como intermediario de bajo nivel y graduarse con
vigilancias encubiertas y espionaje empresarial, la lista de méritos de Windust
adquirió en algún momento tintes siniestros, tal vez ya en fecha tan temprana como
cuando lo trasladaron al otro lado de los Andes, a Argentina. Sus responsabilidades
laborales empezaron a incluir la ‘intensificación de interrogatorios’ y la ‘reubicación
de sujetos no colaboradores’. (…) Alrededor de 1990, junto a un grupo de agentes
curtidos en Argentina, veteranos estadounidenses de la Guerra Sucia que luego se
quedaron en el país para asesorar a los siervos del FMI que ascenderían más
adelante al poder, Windust fue uno de los fundadores de un think thank del D.C
como Toward America’s New Global Opportunities (TANGO) (…)”.
Judith and the head of Holofernes, de Gustav Kllimt
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Detective Comics - 1955
La línea de Pynchon puede llevar nada menos que a Los Beatles citando a la
Argentina de Onganía como destino último de los Blue Meanies (azules), el
malvado ejército de ficción que es derrotado en Yellow Submarine o al Batman
de Grant Morrison que visita Buenos Aires en un cómic de 2011 recuperando a
Gaucho, un personaje de 1955. La de Houllebecq (que transcurre en la previa a las
elecciones primarias, tal cuel este texto) enraiza en una genealogía de citas
francesas que hacen centro en el polaco-francés Witold Gombrowicz cuyo largo
exilio alumbró la antología Bakakaï , nombre que no sale de un dialecto
centroeuropeo sino de Bacacay, una calle paralela a la Avenida Rivadavia en su
tránsito de Caballito a Flores. Y se hunden en el “vértigo horizontal” de Drieu La
Rochelle o la definición impar de André Malraux sobre esta ciudad: “La capital de
un imperio imaginario”. Culpa de Borges (Ficciones), seguro, y de Perón
(“Muchachos”) también.
Fernando García