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Derecho de Los Pueblos Indigenas
Derecho de Los Pueblos Indigenas
El estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones, formas de
organización social, el uso del traje indígena en hombres y mujeres, idiomas y dialectos que son
respetados como forma del derecho consuetudinario.
El pueblo Maya asigna una alta prioridad al ejercicio de su propia espiritualidad y al derecho a
practicarla en público y en privado mediante la enseñanza, el culto y la observancia de sus preceptos.
El AIDPI demanda el respeto debido a los guías espirituales y el acceso a los lugares sagrados en que
tienen lugar sus ceremonias, ya se trate de aquellos que forman parte del patrimonio arqueológico del
Estado, como de otros tradicionalmente utilizados para tales fines.
Recientemente fue adoptado un acuerdo ministerial para facilitar el acceso de los guías espirituales a
sus lugares sagrados, algunos de los cuales se encuentran en zonas arqueológicas reglamentadas.
En el Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas se reconoce la importancia y la
especificidad de la espiritualidad maya como componente esencial de su cosmovisión y de la
transmisión de sus valores, así como la de los demás pueblos indígenas.
La autonomía política de los pueblos indígenas implica la descentralización del poder político para
facilitar que ejerzan la gobernanza en sus comunidades con sus propias leyes, autoridades
comunitarias y formas de control social.
Los pueblos indígenas tienen el derecho de conservar y reforzar sus propias instituciones políticas,
jurídicas, económicas, sociales y culturales; ejerciendo de esta forma su derecho de libre
determinación y la participación plena en la vida política, económica y cultural del Estado.
Ante la histórica marginación en los asuntos político-electorales de la nación, en los Acuerdos de Paz
se estableció el compromiso del Estado para reformar el régimen electoral y promover reformas y
participación de los pueblos indígenas en todos los niveles. Para el efecto, se creó instituciones como
la Defensoría de la Mujer Indígena, el Fondo de Desarrollo Indígena Guatemalteco, la Academia de
Lenguas Mayas, y otras, pero no se les ha dotado de los recursos y autonomía necesarios para el
cumplimiento de sus objetivos.
El establecimiento de los comités de desarrollo es visto por algunos dirigentes indígenas como una
oportunidad para mejorar su incidencia en la toma de decisiones sobre asuntos que les atañen
directamente.
Han sido adoptadas diversas Leyes, como la Ley de Consejos de Desarrollo Urbano y Rural y el Código
Municipal (en donde se reconoce personalidad jurídica de las comunidades indígenas, las alcaldías
indígenas, la consulta a las comunidades o autoridades indígenas, y las tierras comunitarias), que
tienen el potencial de involucrar en mayor medida a los pueblos indígenas en la vida política del país.
Sin embargo, a pesar de estos progresos, existe ausencia de voluntad política para implementarlos,
estos cambios tan necesarios y que fueron acordados formalmente en los Acuerdos de Paz.
La autonomía económica de los pueblos indígenas implica el control de los recursos naturales del
suelo y subsuelo que se encuentran en sus territorios; la libre determinación para decidir sobre la forma
de explotación y disposición de dichos recursos por las comunidades.
El Estado reconoce, respeta y promueve las formas de vida, costumbres y tradiciones de los pueblos
indígenas. La práctica de la medicina tradicional indígena está garantizada en el Acuerdo sobre
Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria.
Sin embargo, este derecho aún es violentado por la fuerza pública que, en muchos casos persigue y
decomisa la recolección de productos naturales utilizados en las ceremonias indígenas (como resinas
forestales y plantas medicinales).
Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y
recursos que han poseído y ocupado tradicionalmente; y tienen derecho a la consulta previa por parte
del Estado antes de desarrollar actividades militares en sus tierras o territorios.
El minifundio en las parcelas campesinas que aumentó durante el conflicto armado genera una
creciente conflictividad, principalmente debido a los desplazamientos y reasentamientos de población
indígena y a la apropiación indebida de tierras comunales en varias regiones del país. El AIDPI señala
la necesidad de asegurar los derechos relativos a la tierra de los pueblos indígenas, incluyendo:
Art. 67 de la Constitución Política de Guatemala habla sobre la protección especial que el Estado le
brinda a las tierras y las cooperativas agrícolas indígenas, así como también el patrimonio familiar y la
vivienda popular.
Art. 68 de la Constitución Política de Guatemala tierras para comunidades indígenas estable: mediante
programas especiales y legislación adecuada, el Estado proveerá de tierras estatales a las
comunidades indígenas que las necesite para su desarrollo.
109 del Código Municipal establece: "El consejo municipal debe establecer en consulta con las
autoridades comunitarias los mecanismos para garantizar a las comunidades el uso, conservación y
administración de las tierras comunitarias.
Acuerdo Sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria en sus artículos 27. Y 28 establece: La
solución de la problemática agraria y el desarrollo rural son fundamentales e ineludibles para dar
respuesta a la situación de la mayoría de la población que vive en el medio rural y que es la más
afectada por la pobreza, la pobreza extrema, las iniquidades y la debilidad de las instituciones
estatales.
Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y ejercer su propio derecho y que éste sea
reconocido, ya que forma parte de su cosmovisión y está arraigado en su cultura. Su sistema legal
cuenta con procedimientos culturalmente aceptados para resolver los conflictos y restaurar el equilibrio
social con el menor costo para las partes involucradas. Así mismo, tiene sus propios operadores en la
función de las autoridades comunitarias tradicionales.
Aunque este derecho consuetudinario es reconocido por la Constitución, el Convenio 169 de la OIT y
el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos indígenas, en la práctica no es respaldado en
las leyes e instituciones del Estado. Los jueces y magistrados no lo conocen, ni aplican, y se interpreta
el ejercicio de derecho consuetudinario como suplantador de la autoridad o desacato.
El Estado está obligado a consultar a los pueblos indígenas cuando se trata de tomar medidas
administrativas o legislativas que pueden afectarles. La Constitución Política de la República reconoce
el valor de las lenguas indígenas, habla sobre la identidad cultural, y reconoce el derecho de las
personas y de las comunidades a su identidad cultural de acuerdo a sus valores, su lengua y sus
costumbres. De manera que se requiere, para su formación académica, que el sistema educativo
público promueva la enseñanza bilingüe y que la administración del sistema educativo sea
descentralizada y regionalizada. (CPRG 58, 76)
También se requiere de un amplio conjunto de medidas para recuperar y proteger los idiomas
indígenas y promover su desarrollo y práctica; así como la puesta en marcha de una importante
reforma del sistema educativo para consolidar la educación bilingüe e intercultural y para garantizar el
acceso de los indígenas a la educación.
Todos los habitantes de Guatemala son libres e iguales en dignidad y derechos. Sobre esta base, el
Estado guatemalteco reconoce el derecho de los pueblos indígenas a su identidad cultural. Así mismo,
reconoce, respeta y promueve sus formas de vida (CPRG 4, 58, 66).
Esta dignificación abre espacios para que los pueblos indígenas participen activamente en la toma de
decisiones sobre asuntos que afecten sus intereses, lugares sagrados, tierra y territorios, a fin de
preservar su forma de vida.
El respeto a la dignidad de los pueblos indígenas implica el reconocimiento de sus derechos colectivos,
el derecho a no ser discriminado, el derecho a su nacionalidad, derecho a la seguridad jurídica, el
derecho a no ser despojado y explotado etc.
1) Convenio 169.
Los Acuerdos de Paz después de la guerra y coincidentemente el reclamo por la ratificación del
Convenio 169 de OIT, han planteado con audacia, una posibilidad de propuesta real y concreta, como
mecanismo para viabilizar el desarrollo social y el respeto entre las diferentes culturas que habitamos
Guatemala. Sabemos de antemano que estos acuerdos no son solo responsabilidad del Estado, sino
deben involucrar a todos los sectores vivos de la sociedad, especialmente a los pueblos indígenas por
ser mayoría y porque son los pueblos indígenas quienes reclaman no solamente sus libertades
individuales, sino también la garantía y el reconocimiento de sus instituciones (A. Pop).
El Convenio 169 regula aspectos de Derechos Humanos si se toma en cuenta que desarrolla la
promoción y protección de las formas y modos de vida de las personas humanas .de manera colectiva'
y a partir de la cultura propia (M. Sacalxot).
2) Relator especial.
Los pueblos indígenas de todas las regiones del mundo experimentan todavía las consecuencias de
la colonización o de la conquista de las que fueron objeto históricamente, y son discriminados en razón
de sus culturas e identidades diferenciadas y de sus formas tradicionales de vida. En las últimas
décadas, la comunidad internacional ha concedido una especial importancia a la situación de derechos
humanos de los pueblos indígenas, como se manifiesta en la adopción de normas y directivas
internacionales, así como en el establecimiento de instituciones y órganos específicamente dedicados
a estos pueblos. La defensa de los derechos de los pueblos indígenas ha sido también asumida por
los mecanismos internacionales y regionales de derechos humanos.
En este contexto, la Comisión de Derechos Humanos decidió nombrar en 2001 un Relator Especial
sobre la situación de los derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas, como parte
del sistema de procedimientos especiales de la Comisión. El mandato del Relator Especial fue
posteriormente renovado por la Comisión de Derechos Humanos, en 2004 y por el Consejo de
Derechos Humanos en 2007.
El grado en que los Estados cumplen sus responsabilidades a este respecto y la manera
concreta de hacerlo varían en las distintas partes del mundo; si bien queda mucho por hacer,
no son pocos los Estados que están logrando importantes avances por cuanto se refiere al
reconocimiento de los sistemas de justicia indígena y su habilitación para cumplir la susodicha
función.
Los objetivos que se persiguen actualmente incluyen asegurar que los gobiernos reconozcan
plenamente el carácter y la condición de todos los pueblos indígenas, superar los prejuicios y
los estereotipos sobre los sistemas de justicia indígena, lograr una mayor coordinación o
integración de los sistemas de justicia indígena y justicia ordinaria y conseguir que no se limite
indebidamente el alcance de la jurisdicción indígena. Los procesos e instituciones de la justicia
indígena y los de la justicia ordinaria pueden y deben respetar, proteger y hacer plenamente
efectivos los derechos humanos.
Las Directrices sobre las cuestiones relativas a los pueblos indígenas del Grupo de Naciones Unidas
para el Desarrollo fueron preparadas por un equipo de trabajo del Grupo de Apoyo Interinstitucional
sobre Cuestiones Indígenas (IASG) compuesto por la OIT, la FAO, el FIDA, el PNUD, PNUMA, la
UNESCO, UNICEF, el UNIFEM, ONU-Hábitat, ACNUDH, entre otras instituciones.
El propósito de las Directrices es ayudar al sistema de las Naciones Unidas a integrar y transversalizar
las cuestiones relativas a los pueblos indígenas en actividades operativas y programas a nivel nacional:
La Directrices enuncian un marco normativo, político y operativo amplio para la implementación
de un enfoque de desarrollo para y con los pueblos indígenas, basado en los derechos humanos
y culturalmente sensibles.
Las Directrices ofrecen estrategias y líneas de acción para la planificación, implementación y
evaluación de programas involucrando a los pueblos indígenas.
Las Directrices brindan un marco para la debida integración de los principios de diversidad
cultural en los programas de país de la ONU.