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TEMA 4. EL GRAND TOUR.

EL VIAJE ROMÁNTICO
1. Los primeros Grand Tours

En Gran Bretaña, el viajero Thomas Coryat y sus libros de viaje se consideran la primera y más clara
expresión de lo que después se llamaría Grand Tour. Coryat emprendió en 1608 una gira por Europa
tras la que publicó en 1611 un volumen titulado Coryat’s Cruditiess hastily globbed up in Five
Months Travels in France, Saboy, Italy... El libro retrata la vida europea del momento y, en especial
las actividades musicales, con detalles de la escuela veneciana, una de las más famosas de aquella
época, informando de las tendencias musicales y describiendo las festividades de la iglesia de San
Rocco en Venecia, de la música policoral e instrumental de Giovanni Gabrieli, Barbarino Bartolomeo,
y otros. En 1612 realizó un viaje a Asia, visitando Grecia, la zona oriental del Mediterráneo, Persia y
la India. Finalmente, Coryat murió de disentería durante un viaje a la india en 1617. Algunos de sus
apuntes de viajes, muy populares en la época, se publicaron en 1625.

Según el Oxford English Dictionary, el primer uso del término Grand Tour puede hallarse en el libro
de Richard Lassels, The Voyage of Italy, que fue publicado en París en 1670 y después en Londres. En
la introducción del libro enumeró los 4 ámbitos que un viajero no debe descuidar:

- El intelectual
- El ético (por la oportunidad que el viaje ofrecía para instruirse moralmente)
- El social
- El político

En su libro afirmaba que cualquier estudiante interesado en la arquitectura, la antigüedad y las artes
debería viajar a Francia e Italia, y sugería que todos los jóvenes con grandes aspiraciones debían
realizar lo que denominaba Grand Tour, con el objetivo de entender la política, la realidad social y la
economía del mundo.

El filósofo inglés John Locke decía que el conocimiento provenía en su totalidad de los sentidos
externos, lo que conducía a tomar del medioambiente todo lo que este le ofrecía.

El historiador y político Edward Gibbon aseguró que los viajes al extranjero eran la mejor forma de
ampliar la educación del caballero inglés.

En España, el rey Felipe II hizo un viaje de tres años de duración (1548-1551), cuando tenía 21 años,
saliendo de Valladolid a Bruselas. El viaje lo programó el emperador Carlos I, después de decidir su
abdicación, lo que implicaba que el heredero estuviera presente en la Dieta Imperial.

2. Características e itinerarios

La imagen típica del viajero del siglo XVIII era la de un observador, estudioso, que deseaba conocer
otros países para mejorar el conocimiento de la naturaleza humana. Se entendía que el GT servía
para incrementar el bienestar de la sociedad en general, proporcionando una educación liberal y
ofrecía la posibilidad de adquirir cosas no disponibles en su país o en el lugar del domicilio,
incrementando con ello su prestigio. Los que hacían estos viajes, volvían a casa con obras de arte,
libros, cuadros y esculturas que mostraban en bibliotecas públicas, jardines y salas de dibujo. El GT
se convirtió en símbolo de riqueza, de prestigio y de libertad. Podía durar varios meses/años y solía
utilizarse la compañía de un cicerone (guía de confianza o tutor). Para un viajero inglés, el GT solía
iniciarse en Calais, desde donde se partía a París.

También se visitaban los Países Bajos, Bélgica, Francia o Alemania. Había quien viajaba en barco a
Italia, para regresar por tierra. Las visitas a Suiza, sobre todo a Ginebra, cerca de la cual, en Ferney
vivía Voltaire, se popularizaron en las décadas de 1760 y 1770. Tras la publicación de Las Confesiones
de Rousseau, se popularizaron los paisajes de Suiza y Saboya, que se convirtieron en una vía de
entrada preferente a Italia. El recorrido por Italia estuvo influenciado por Winckelmann, que según
Goethe creó la costumbre de convertir el viaje por Italia en un estudio de la historia del arte
renacentista y grecorromano. El escritor alemán Goethe viajó por Italia entre 1786 y 1788,
destinando 3 meses a su visita a Sicilia.

El viaje a Alemania se popularizó tras el final de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), se visitaban
las ciudades cortesanas. La revolución francesa desaconsejó viajar a Francia, y la creciente fama
literaria de Alemania, gracias a las obras de Schiller y Goethe, hizo que a comienzos del siglo XIX se
hiciera muy popular el viaje a Alemania. En Alemania se visitaban las ciudades balneario de Baden-
Baden, Weimar, Colonia, Frankfurt y Maguncia. Los viajeros ingleses volvían a través de los Países
Bajos, embarcándose en Hamburgo, o entrando en Francia por Estrasburgo.

Aunque fueron los ingleses quienes popularizaron el GT, también los jóvenes alemanes, franceses,
españoles y suecos de buena posición visitaban Italia. Con el auge de Rusia, muchos nobles rusos
realizaron su GT, que comenzaba entrando en Alemania por Dresde para continuar a Francia o Italia.
Se pusieron de moda las visitas a Venecia y Roma, de pintores como Canaletto y Giovanni Paolo
Pannini, así como grabados de ruinas romanas de Piranesi. Estas obras, junto con vestigios
arqueológicos y demás objetos antiguos se incluían en el equipaje de los jóvenes británicos. El
biógrafo escocés James Boswell decidió hacer un itinerario visitando Córcega, donde trabó amistad
con el general Pasquale Paoli, líder de los independentistas corsos. Al publicar su An Account of
Corsica the Journal of a Tour to that Island and Memoirs of Pascual Paoli en la década de 1766,
popularizó la causa corsa entre el público británico.

El Italiano Giuseppe Baretti, a instancias de su amigo Samuel Johnson, realizó un completo tour por
España, por entonces un país muy desconocido para los viajeros en la década de 1760, que relató en
su A journey from London to Genvova; through England, Portugal, Spain and France. Sus visitas a
Granada, Sevilla, Córdoba y el Levante español, se popularizaron con el romanticismo.

El francés Chateaubriand, en su GT, viajó a Grecia, Constantinopla y llegó hasta Jerusalén, a


comienzos del siglo XIX. El inglés Lord Byron, en sus viajes a Grecia, popularizó la causa
independentista griega frente a los otomanos. Los viajes del inglés Laurence Sterne se plasmaron en
una obra literaria titulada Viaje Sentimental. Historia de una excursión de 6 semanas de Mary y Percy
Shelley. Tras la llegada del transporte a vapor, el GT se convirtió en más barato, seguro y accesible a
otro tipo de viajeros. Este viaje se puso de moda entre mujeres jóvenes que, acompañadas de una
tía soltera o de una dama de compañía ponían rumbo a Italia. El viaje se incorporó a la formación de
mujeres de clase alta, como muestra la novela Una habitación con vistas de E.M. Forster. En el siglo
XX, en los años 60, el GT se mantuvo en viajes que hacían profesores estadounidenses con sus
graduados por distintos países de Europa durante 8 semanas.
3. El Grand Tour y el viaje romántico por España

En el siglo XVIII, algunos viajeros extranjeros fueron los precursores de los viajeros románticos. Los
motivos eran variados, pero coincidían con la excepción de las Memoirs de lady Fanshaw en una
visión crítica y negativa de lo que veían en España en contraste con el resto del mundo. Thomas
Scott, William Lightgow, Edward Clarke, Joseph Townsend son algunos británicos que recorrieron la
península en los siglos XVII y XVIII, y cuyos tópicos perfilan el “caso español” dentro de la Europa
ilustrada. De España se destacaba el fanatismo religioso, la crueldad, la indolencia, la sensualidad, la
ignorancia y la vanidad. El paisaje se describía como una enorme estepa polvorienta, repleta de
caminos infernales, posadas inhabitables y monumentos megalómanos y ruinosos. En definitiva, una
España negra que en las preguntas que el abate Masson de Morvilliers y, más tarde, Fleuriot, se
hicieron la pregunta: ¿Qué debe España a Europa?

A comienzos del siglo XIX, la visión negativa de España fue cambiando. La Guerra de Independencia
reflejó un nuevo aspecto de España, de los héroes que luchaban contra los invasores franceses en
los distintos pueblos. El heroísmo español suscitó simpatía en Europa, al igual que ocurría en Grecia
en su lucha contra los turcos. Las cosas de España se pusieron de moda, llegaron curiosos y viajeros
románticos. Las visitas de Disraeli, Delacroix, Byron y Merimée, este último con su obra Cartas de
España, en 1830, dejaba clara su comprensión de la fiesta taurina. Sus tres grandes estigmas: la
crueldad de un pueblo amante de las corridas de toros; la omnipresencia del clero y los bandoleros,
delincuentes autóctonos. Por tanto, España se convierte en el escenario del GT romántico. Andalucía
resultaba más interesante, porque estaba más atrasada que el resto, y el viajero podía encontrar los
mitos intactos de Oriente y del Siglo de Oro. Andalucía conservaba el tesoro de las esencias
españolas: fiestas populares, rincones pintorescos y trajes regionales.

La experiencia y observación por parte de los viajeros románticos, daría lugar a relatos fascinantes.
Los libros de viajes y la elaboración poética de algunos mitos concretos contribuyeron a elaborar una
visión fabulosa de Andalucía. Con el perfeccionamiento de la litografía que reproducía acuarelas y
dibujos realizados in situ, la mayoría de los libros de viajes completaron descripciones con láminas
de monumentos y tipos populares. La fascinación por las imágenes hizo que se editasen álbumes de
láminas sin apenas texto, como el de David Roberts: Picturesque sketches in Spain de 1837; Lewis:
Scketches of Spain and of the Spanish Character, de 1834; y Vivian: Spanish Scenery, de 1839.

4. Thomas Cook

Thomas Cook fue uno de los pioneros en el establecimiento de sistemas turísticos y, por tanto, hizo
posible el turismo de masas en Italia . En primer lugar, los billetes circulares podrían utilizarse en casi
todos los ferrocarriles italianos. Estos billetes permitían viajar en tren durante un número
preestablecido de días a lo largo de rutas predeterminadas.

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