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JURISPRUDENCIA

Roj: STSJ CLM 769/2020 - ECLI:ES:TSJCLM:2020:769


Id Cendoj: 02003340012020100317
Órgano: Tribunal Superior de Justicia. Sala de lo Social
Sede: Albacete
Sección: 1
Fecha: 18/05/2020
Nº de Recurso: 128/2019
Nº de Resolución: 524/2020
Procedimiento: Recurso de suplicación
Ponente: JOSE MANUEL YUSTE MORENO
Tipo de Resolución: Sentencia

Resoluciones del caso: SJS, Ciudad Real, núm. 2, 27-09-2018 (proc. 751/2017) ,
STSJ CLM 769/2020

T.S.J.CAST.LA MANCHA SALA SOCIAL


ALBACETE
SECCION PRIMERA
SENTENCIA: 00524/2020
C/ SAN AGUSTIN Nº 1 (PALACIO DE JUSTICIA) - 02071 ALBACETE
Tfno: 967 596 714
Fax: 967 596 569
Correo electrónico: tribunalsuperior.social.albacete@justicia.es
NIG: 13034 44 4 2017 0002261
Equipo/usuario: FMM
Modelo: 402250
RSU RECURSO SUPLICACION 0000128 /2019
Procedimiento origen: SSS SEGURIDAD SOCIAL 0000751 /2017
Sobre: OTROS DCHOS. SEG.SOCIAL
RECURRENTE/S D/ña Alicia
ABOGADO/A: EMILIANO RUBIO GOMEZ
PROCURADOR:
GRADUADO/A SOCIAL:
RECURRIDO/S D/ña: CONSEJERIA DE BIENESTAR SOCIAL DE LA JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA LA
MANCHA
ABOGADO/A: LETRADO DE LA COMUNIDAD
PROCURADOR:
GRADUADO/A SOCIAL:
RECURSO SUPLICACION 128/2019
Magistrado Ponente: D. JOSE MANUEL YUSTE MORENO

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JURISPRUDENCIA

ILMOS/AS. SRES/AS. MAGISTRADOS/AS


DÑA. LUISA MARIA GOMEZ GARRIDO
DÑA. PETRA GARCIA MARQUEZ
D. JOSE MANUEL YUSTE MORENO
En Albacete, a dieciocho de mayo de dos mil veinte.
Vistas las presentes actuaciones por la Sección Primera de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia
de Castilla-La Mancha en Albacete, compuesta por los/las Ilmos/as. Sres/as. Magistrados/as anteriormente
citados/as, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 117.1 de la Constitución Española,
EN NOMBRE DE S.M. EL REY
ha dictado la siguiente
- SENTENCIA Nº 524/2020 -
en el RECURSO DE SUPLICACION número 128/2019, sobre DISCAPACIDAD , formalizado por la representación
de Alicia contra la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Social número 2 DE CIUDAD REAL en los autos
número 751/2017, siendo recurrido/s la CONSEJERIA DE BIENESTAR SOCIAL DE LA JUNTA DE CASTILLA LA
MANCHA; y en el que ha actuado como Magistrado-Ponente D. JOSE MANUEL YUSTE MORENO, deduciéndose
de las actuaciones habidas los siguientes,

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO. - Que con fecha 27/09/2018 se dictó Sentencia por el Juzgado de lo Social número 2 DE CIUDAD
REAL en los autos número 751/2017, cuya parte dispositiva establece:
« Que debo desestimar y desestimo la demanda planteada por la actora Alicia frente a la Delegación Provincial
de la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, debo absolver y
absuelvo a ésta de las pretensiones frente a ella deducidas, con firmando la resolución impugnada»
SEGUNDO.- Que en dicha Sentencia se establecen los siguientes Hechos Probados:
« PRIMERO: Por resolución de 8-6-17 de la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Comunidades de
Castilla la Mancha, se acordó reconocer un grado de discapacidad a la actora del 60% con carácter definitivo.
Y 7 puntos de factores complementarios del 7%.
SEGUNDO: Como base de aquélla resolución, el Equipo Técnico de Valoración nº 2 del Centro Base de Ciudad
Real emitió dictamen médico en el que se fundó aquella resolución, en el cual consta:
Deficiencia: limitación funcional de columna.
Con diagnóstico: trastorno del disco intervertebral.
De etiología: traúmatica que supone un grado de las limitaciones en la actividad del 25%.
Deficiencia: discapacidad del sistema nervioso y muscular.
Con diagnóstico: trastorno del nervio trigémino.
De etiología: sin especificar filiada que supone un grado de las limitaciones en la actividad del 25%.
Deficiencia: discapacidad del sistema nervioso y muscular.
Con diagnóstico: sin especificar.
De etiología: no filiada que supone un grado de las limitaciones en la actividad del 20%.
Deficiencia: trastorno de la afectividad.
Con diagnóstico: trastorno adaptativo.
De etiología: no filiada que supone un grado de las limitaciones en la actividad del 10%.
Todo ello arroja un porcentaje global de las limitaciones en la actividad del 60 por ciento y a ello se sumó el
7% de factores sociales complementarios. En total, un grado del 67% de discapacidad.
TERCERO: Contra dicha resolución formuló reclamación previa, que fue desestimada.

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CUARTO: Por resolución de la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales de 2-1-13 se le reconoció un grado I
de dependencia, siendo que en revisión del expediente se dictó nueva resolución de 28-4-17 reconociendo a
la actora un grado II de dependencia. »
TERCERO.- Que contra dicha Sentencia se formalizó Recurso de Suplicación, en tiempo y forma, por la
representación de Alicia , el cual fue impugnado de contrario, elevándose los autos principales, en unión de
la pieza separada de recurso de suplicación, a esta Sala de lo Social, en la que, una vez tuvieron entrada, se
dictaron las correspondientes y subsiguientes resoluciones para su tramitación en forma; poniéndose en su
momento a disposición del/de la Magistrado/a Ponente para su examen y resolución.
A la vista de los anteriores antecedentes de hecho, se formulan por esta Sala los siguientes,

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. - El Juzgado de lo Social número 2 de Ciudad Real ha dictado sentencia de fecha 27 de septiembre
de 2017, en el procedimiento 751/2017, en materia de discapacidad, en el que son parte Dña. Alicia , como
demandante, y Consejería de Bienestar Social de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, como
demandado, desestimando la demanda y absolviendo a la parte demandada. Contra ella se formula Recurso
de Suplicación por la parte demandante solicitando que se declare la nulidad de la sentencia "para que se
resuelva en congruencia con la tacha propuesta y de manera subsidiaria reconozca a la actora el grado de
discapacidad del 79% de discapacidad y el baremo de concurso de tercera persona en 15 puntos, haciendo
pasar por tal declaración de condena a la parte demandada traída a juicio".
Para sostener su petición se alegan los siguientes motivos:
1. Al amparo del apartado a) del artículo 193 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social, se solicita la
nulidad de la sentencia por
a) No haber aceptado la tacha de la médico propuesta en el juicio oral por la parte demandada, dando lugar
a una prueba nula por tratarse de la técnico que ha emitido los informes en el expediente administrativo, en
los cuales ha sostenido la Administración su decisión y ser por ello persona interesada ya que es la autora
"intelectual del acto administrativo subjúdice lo que significa que inevitablemente, y humanamente, la médico
que intervino tenía interés en que se confirmara el acto administrativo".
Esta pretensión se asienta en la afirmación de que la sentencia conculca los artículos 24.1, 24.2, de la
Constitución, el artículo 238.3 LOPJ, 97.2 LRJS, el artículo 343.1.2º LEC, y la interpretación incorrecta de la
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha de 17 de marzo de 2016, recurso 815/2015.
b) Porque La sentencia acuerda la falta de competencia de la jurisdicción social para resolver el tema del
baremo del concurso de tercera persona cuando en sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-
La Mancha, Sala de lo Social, Sentencia 1231/2017 de 10 Oct. 2017, Rec. 1302/2016 se analizó y resolvió la
cuestión del baremo confirmándolo.
Esta pretensión se asienta en la afirmación de que la sentencia conculca los artículos 24.1, 24.2, de la
Constitución, el artículo 238.3 LOPJ, y sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, Sala
de lo Social, Sentencia 1231/2017 de 10 Oct. 2017, Rec. 1302/2016.
2. Al amparo del apartado c) del artículo 193 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social,
a) Por infracción "del Capítulo 16 del RD 1971/99 en su apartado 4, Clase III publicado en el BOE de fecha
36/1/2000".
b) Por infracción del "Real Decreto 174/2011 de 11 de febrero por el que se aprueba el baremo de valoración de
la situación de dependencia establecido por la Ley 39/2006 de 14 de diciembre de Promoción de la Autonomía
Personal y Atención a las personas en situación de dependencia publicado en el BOE de fecha 18/2/2011".
SEGUNDO. -Nulidad de la Sentencia. Prueba pericial nula.
La nulidad se solicita en primer lugar por no haber atendido la tacha de quien ha intervenido como perito en
el juicio oral, la médico propuesta en el juicio oral por la parte demandada, dando lugar a una prueba nula
por tratarse de la persona que ha emitido el informe en el expediente administrativo, en el cual ha sostenido
la Administración su decisión, la cual tiene, según se afirma en el recurso, interés evidente y su intervención
es la intervención de quien ha realizado el acto administrativo que se impugna. Las razones jurídicas para
formular esta pretensión se anudan a la infracción de los artículos 24.1, 24.2, de la Constitución, el artículo
238.3 LOPJ, 97.2 LRJS, el artículo 343.1.2º LEC, y la interpretación incorrecta de la sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla La Mancha de 17 de marzo de 2016, recurso 815/2015.

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Aunque la pretensión alude a vulneración de derechos fundamentales y a los artículos que regulan la
confección de las sentencias del orden laboral y la nulidad de pleno derecho por prescindirse de normas
esenciales del procedimiento, siempre que, por esa causa, haya podido producirse indefensión, el escrito de
recurso no acompaña ninguna explicación de cuál es el modo en que la decisión judicial incumple una norma
esencial del procedimiento que genere indefensión ni cual la situación de indefensión generada, ni mucho
menos cual es la infracción que se ha producido en la configuración de la sentencia. En la propuesta se hace
evidente que el reproche es no haber prescindido de la información médica de la persona que ha actuado en
el expediente administrativo aportando la valoración objetiva del estado de la demandante, y eso parece estar
lejos de infracciones del procedimiento y de la constitución de la sentencia para encuadrarse en la valoración
de la prueba para la determinación de los hechos y en la valoración de los hechos para obtener la conclusión
jurídica.
Esto es evidente en la previsión legal del artículo 93.1 LRJS -de aplicación preferente por su especialidad-
conforme al cual La práctica de la prueba pericial se llevará a cabo en el acto del juicio, presentando los peritos
su informe y ratificándolo, sin que sea necesario, cuando se trate de informes emitidos en las actuaciones
obrantes en expedientes administrativos cuya aportación sea preceptiva, la ratificación en el juicio oral o fuera
del mismo. Si tales informes escritos que se encuentran en el expediente administrativo o en la documentación
oficial autorizada y exigible en el procedimiento concreto según las reglas procesales vigentes, no necesitan
ser ratificados es evidente que tienen valor por sí mismos como prueba, al margen de cuál sea la valoración a
efectos de derecho que se le dé por las partes y, definitivamente, por el Juez. Cuando comparecen en el juicio
oral los médicos que los emiten y los ratifican no hacen sino redundar en su emisión, en su confección y en su
autoridad, y no constituye una nueva prueba sino la plasmación oral de lo que ya existe por escrito. Por eso,
tachar a quien emite el informe que está legalmente previsto dentro del procedimiento administrativo y por
extensión el expediente procesal judicial carece de sentido, de eficacia y de virtualidad.
Aunque fuese admisible la tacha como procedimiento de oposición a la intervención de los peritos que
han emitido informe en el expediente, algo que se ha desechado salvo en el régimen de subsidiariedad
que prevé el artículo 304 LRJS, habría que acudir a las previsiones de la Ley de Enjuiciamiento Civil y en
ellas es determinante a los efectos de la petición de nulidad pretendida, lo que dice el artículo 344 que es
trascendente porque ubica el efecto que en cualquier caso tendrá la tacha de un perito que no es otra que la de
la consideración del Tribunal a la hora de valorar la prueba en la que se haya interesado la tacha; en definitiva,
confirmando lo que se ha dicho anteriormente, el lugar en el que se valora la tacha es el de la valoración
de la propia prueba pericial: "el tribunal tendrá en cuenta la tacha y su eventual negación o contradicción en
el momento de valorar la prueba" ( artículo 344.2 LEC), e incluso permite acordar en caso de temeridad o
deslealtad procesal en la tacha la imposición de una multa de 60 a 600 euros. Sirve de referencia al respecto
lo expresado en sentencia del Tribunal Supremo, Sala Civil, de 24 de abril de 2012, recurso: 600/2009, que
con referencia a la que identifica la impugnación del recurso de suplicación, afirma que "La concurrencia de
una tacha, en el aspecto en que así se entienda, en un testigo o en un perito, no impide al Tribunal poder
tener en cuenta, por su razón de ciencia, y en conjunción con otras pruebas, su dictamen o testimonio; y, en
sentido inverso, puede el Tribunal no tenerlo en cuenta, aunque no se admita la recusación o tacha ( STS 30 de
marzo 2007), cosa distinta es que pueda cuestionarse la declaración o el informe resultante por su carácter
manifiestamente ilógico o arbitrario al amparo del artículo 348 de la Ley, que no se cita en el motivo".
A todo lo anterior puede añadirse lo que ya ha puesto en evidencia la sentencia impugnada, aunque ya se ha
dicho y es preferente que el régimen legal procesal laboral no admite tacha de la información dada por los
médicos que intervienen obligatoriamente en el expediente administrativo; y es que en el régimen de la LEC al
artículo 343.1 admite el trámite de recusación de los peritos designados judicialmente, que no es el caso de
los que han sido puesto en entredicho por el recurso, y en los demás, los que no son recusables, solo pueden
ser objeto de tacha cuando concurra en ellos alguna de las siguientes circunstancias:
1. Ser cónyuge o pariente por consanguinidad o afinidad, dentro del cuarto grado civil de una de las partes o
de sus abogados o procuradores.
2. Tener interés directo o indirecto en el asunto o en otro semejante.
3. Estar o haber estado en situación de dependencia o de comunidad o contraposición de intereses con alguna
de las partes o con sus abogados o procuradores.
4. Amistad íntima o enemistad con cualquiera de las partes o sus procuradores o abogados.
5. Cualquier otra circunstancia, debidamente acreditada, que les haga desmerecer en el concepto profesional.
Llevar al supuesto concurrente la idea de que existe un interés directo o indirecto en el asunto u otro semejante
en quien emite el informe en el expediente administrativo es algo impropio si como es el caso se hace desde la

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condición objetiva del empleado público que ocupa el puesto de trabajo en el que emite los informes, impropio,
improcedente según lo dicho en relación con el artículo 93 LRJS y carente de sentido ya que el sentido solo
podría existir en la subjetividad de la conexión de la persona que emitiese el informe con el caso concreto o
con la persona sobre la que se hace el informe, algo que no se ha alegado ni de lo que habría prueba alguna.
No hay por tanto ninguna causa de nulidad admisible en la valoración de la prueba pericial impugnada que
solo admite revisión, si procediese, como prueba propiamente dicha.
TERCERO. -Nulidad de la Sentencia. Competencia jurisdicción social para conocer del baremo del concurso
de tercera persona.
En este motivo se desarrolla la contradicción con la decisión judicial de la falta de competencia de la
jurisdicción social para conocer de las pretensiones derivadas de la Ley de Dependencia.
El único sustento que se ofrece en el recurso de suplicación para defender su posición es la sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, Sala de lo Social, Sentencia 1231/2017 de 10 Oct. 2017,
Rec. 1302/2016, sin aportar normas jurídicas de competencia ni argumentaciones propias que expliquen el
porqué de su posición.
Lo que se pide es que se reconozca el derecho a que su discapacidad incluya el baremo de ayuda por tercera
persona.
La Ley general de Seguridad Social, texto de 1994, establecía para las pensiones de invalidez permanente no
contributivas en su artículo 145 una cuantía objetiva determinada por la correspondiente Ley de Presupuestos
Generales del Estado. Conforme a lo expresado en el artículo 145.6 de la misma ese importe se podía
incrementar en un 50% en el caso de los beneficiarios que estuviesen afectadas por una minusvalía o
enfermedad crónica en un grado igual o superior al setenta y cinco por ciento y que, como consecuencia
de pérdidas anatómicas o funcionales, necesiten el concurso de otra persona para realizar los actos más
esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o análogos, lo cual era una previsión equivalente
a la Gran Invalidez de las prestaciones contributivas de invalidez permanente.
Conforme a lo previsto en el artículo 148 LGSS, para determinar estas circunstancias de la prestación de
incapacidad permanente no contributiva, el grado de minusvalía o de la enfermedad crónica padecida se hará
mediante la aplicación de un baremo, en el que serán objeto de valoración tanto los factores físicos, psíquicos
o sensoriales del presunto minusválido, como los factores sociales complementarios, y que será aprobado
por el Gobierno; y para la situación de dependencia y la necesidad del concurso de una tercera persona se
determinará mediante la aplicación de un baremo que será aprobado por el Gobierno.
El Real Decreto 1971/1999, de 23 de diciembre, de procedimiento para el reconocimiento, declaración y
calificación del grado de minusvalía es la norma que sirvió para obtener esa previsión reguladora de la
prestación de incapacidad permanente no contributiva, siendo directamente la norma que establece el régimen
de determinación de la discapacidad (la norma general y su anexo 1), e, inicialmente, la que establecía el
régimen de la situación de dependencia y la necesidad del concurso de una tercera persona (Anexo 2 de la
norma).
A tenor de esta norma se hace evidente que para acceder a la prestación de incapacidad permanente no
contributiva es necesario cumplir, entre otros, el requisito del artículo 144.1 c) LGSS c) que exige estar
afectado por una minusvalía o por una enfermedad crónica, en un grado igual o superior al sesenta y
cinco por ciento; y para percibir el incremento económico del 50% de la prestación, estar afectadas por una
minusvalía o enfermedad crónica en un grado igual o superior al setenta y cinco por ciento y que, como
consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesiten el concurso de otra persona para realizar los
actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o análogos. Estas circunstancias
se determinan en la norma que regula la discapacidad y para ello es necesario que haya un reconocimiento
por la Administración competente de esos grados de afectación y de esa necesidad de ayuda o que, siendo
denegado administrativamente, haya un reconocimiento judicial que correspondía a la jurisdicción social a la
cual estaba entregada dicha competencia.
Este Anexo 2 del Real Decreto 1971/1999 fue derogado por la disposición derogatoria única del Real Decreto
504/2007, de 20 de abril, por el que se aprueba el baremo de valoración de la situación de dependencia
establecido por la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las
personas en situación de dependencia que aprueba y por tanto determina el baremo para el reconocimiento
de una situación jurídica de "dependencia" y con ello el baremo al que se refiere el artículo 145.6 LGSS para
poder acceder al incremento del porcentaje de la prestación de incapacidad no contributiva; solamente, por
previsión expresa de la disposición adicional 1.3 del citado Real Decreto 504/2007, se mantiene la eficacia del
baremo del Anexo 2 del RD 1971/1999 a las personas que tengan reconocida la necesidad de asistencia de

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tercera persona, de acuerdo con el anexo 2 del Real Decreto 1971/1999, de 23 de diciembre, en tanto no les sea
reconocido el grado y nivel de dependencia que le corresponda conforme al presente baremo. Expresamente,
la Disposición adicional segunda establece que la determinación de la situación de dependencia y de la
necesidad del concurso de otra persona a que se refieren los artículos 145.6, 182 bis 2.c), y 182 ter del Real
Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de la
Seguridad Social se realizará mediante la aplicación del baremo aprobado por el presente Real Decreto, con
las especificaciones relativas a la edad y tipo de discapacidad que se establecen en el mismo.
Por lo tanto, desde el RD 504/2007 la determinación del grado porcentual de discapacidad que conlleva el
requisito de estar afectado por una minusvalía o por una enfermedad crónica para acceder a la prestación
de incapacidad permanente no contributiva se obtiene del reconocimiento de la condición de discapacitado
a través de la aplicación del RD 1971/1999; y para determinar el requisito de estar necesitado del concurso
de otra persona para realizar los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o
análogos como consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales hay que acudir al RD 504/2007. No hay
duda de que lo relativo a la declaración de discapacidad y el grado sigue siendo competencia de la Jurisdicción
Social, pero las partes han discrepado sobre quien tiene la competencia para determinar la dependencia de
tercera persona.
El RD 504/2007 ha sido derogado por el Real Decreto 174/2011, de 11 de febrero, por el que se aprueba el
baremo de valoración de la situación de dependencia establecido por la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de
Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia que entró en vigor
a los doce meses de su publicación, pero no establece novedad alguna en lo que afecta a la discusión actual.
En el imperio de la Ley de Procedimiento Laboral su artículo 2 no tenía una mención específica a la dependencia
y en su apartado b) se recogía simplemente la competencia en materia de Seguridad Social, incluida la
protección por desempleo. Por eso, la argumentación excluyente del conocimiento por la Jurisdicción Social
se hacía en la interpretación de lasnormas delimitadoras de la competencia jurisdiccional. Así, como dice el
artículo 1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa, "Los
Juzgados y Tribunales del orden contencioso-administrativo conocerán de las pretensiones que se deduzcan
en relación con la actuación de las Administraciones públicas sujeta al Derecho Administrativo, con las
disposiciones generales de rango inferior a la Ley y con los Decretos legislativos cuando excedan los límites
de la delegación" y añade el artículo 2, genéricamente, que conocerán de "Las restantes materias que le
atribuya expresamente una Ley"; y añade que no conocerá de "Las cuestiones expresamente atribuidas a los
órdenes jurisdiccionales civil, penal y social, aunque estén relacionadas con la actividad de la Administración
pública". Paralelamente, el artículo 3 de la Ley de Procedimiento Laboral dice que "no conocerán los Órganos
Jurisdiccionales del Orden Social de las pretensiones que versen sobre la impugnación de las disposiciones
generales y actos de las Administraciones Públicas sujetos al Derecho Administrativo en materia laboral, salvo
los que se expresan en el apartado siguiente". A falta de adscripción expresa de la ley 39/2006 a una u otra
jurisdicción, debe aplicarse, como punto de partida la previsión genérica que nos lleva, tratándose de actos de
una Administración Pública realizados dentro del Derecho Administrativo, a la competencia de la Jurisdicción
contencioso administrativa. No hay ninguna traza normativa de rango legal que diga expresamente otra cosa
distinta; en primer lugar, nada adscribe esta normativa al Derecho laboral y en segundo lugar, nada adscribe
esta normativa al Derecho de la Seguridad Social.
Como deriva del artículo 38 de la Ley General de la Seguridad Social, la acción protectora del Sistema de
Seguridad Social comprende todo lo que constituyen las prestaciones contributivas contempladas en ella,
como las no contributivas que contempla ésta y desarrollan normativas de las Comunidades Autónomas, y ni
una ni otra cosa contempla la ley creadora de la protección por dependencia. Y aunque el apartado 4 de dicho
precepto establece que cualquier prestación de carácter público que tenga como finalidad complementar,
ampliar o modificar las prestaciones de la Seguridad Social, en su modalidad contributiva, forma parte del
sistema de la Seguridad Social, queda claro en la configuración protectora de la ley 39/2006, de 14 de
diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia que
su objeto es "regular las condiciones básicas que garanticen la igualdad en el ejercicio del derecho subjetivo de
ciudadanía a la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia,
en los términos establecidos en las leyes, mediante la creación de un Sistema para la Autonomía y Atención a
la Dependencia, con la colaboración y participación de todas las Administraciones Públicas y la garantía por
la Administración General del Estado de un contenido mínimo común de derechos para todos los ciudadanos
en cualquier parte del territorio del Estado español" (artículo 1), lo cual no tiene nada que ver con el Sistema
de protección de la Seguridad Social, con la acción protectora de la Seguridad Social ni con el complemento
de protección de su modalidad contributiva.

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De hecho, frente al Sistema, con mayúsculas, de la Seguridad Social, la ley 39/2006 crea el Sistema, con
mayúsculas, para la Autonomía y Atención a la Dependencia que "responderá a una acción coordinada y
cooperativa de la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas, que contemplará medidas
en todas las áreas que afectan a las personas en situación de dependencia, con la participación, en su caso, de
las Entidades Locales" (artículo 1.2), que se desarrolla y estructura en el Capítulo Primero del Título Primero,
de la Ley, " CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA" y en cuyo artículo 8 contempla el órgano regulador del Sistema
que es el Consejo Territorial del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia.
Ambos Sistemas son conceptos jurídicos diferenciados y tienen un régimen jurídico propio, como distintos son
los conceptos de integrantes o beneficiarios, los requisitos de acceso, las prestaciones o acciones a las que
tienen acceso, los Gestores y las normas en que se asientan. Y en referencia especial al procedimiento para
el reconocimiento de la situación de dependencia y del derecho a las prestaciones del Sistema ( artículo 28)
deja claro que su tramitación se ajustará a las previsiones establecidas en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre,
de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, con las
especificidades que resulten de la presente Ley, lo que lleva de nuevo a la presunta y ya definitiva ubicación
del acto administrativo en sede estricta y exclusivamente administrativa.
La Ley Reguladora dela Jurisdicción Social establece en su artículo 2 o) LRJS asigna competencias a la
Jurisdicción Social para conocer de prestaciones de Seguridad Social, incluidas la protección por desempleo
y la protección por cese de actividad de los trabajadores por cuenta propia, así como sobre la imputación de
responsabilidades a empresarios o terceros respecto de las prestaciones de Seguridad Social en los casos
legalmente establecidos; las cuestiones litigiosas relativas a la valoración, reconocimiento y calificación del
grado de discapacidad, así como sobre las prestaciones derivadas de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre,
de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Frente a
lo que dice para la discapacidad, que supone competencia para la valoración, reconocimiento y calificación
del grado de discapacidad, pero la Disposición final séptima, apartado 2, exceptúa la entrada en vigor de la
atribución de competencias del apartado o) del artículo 2 en materia de prestaciones derivadas de la Ley
39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación
de dependencia, cuya fecha de entrada en vigor se fijará en una ulterior Ley, que no se ha dictado, manteniendo
en la Jurisdicción Contencioso Administrativa todo lo relativo a las prestaciones de la Ley de Dependencia;
siendo algo reiteradamente acordado por el Tribunal Supremo 17 de septiembre de 2013, recurso 2212/2012;
25 de febrero de 2014, recurso 1142/2013; 12 de marzo de 2014, recurso: 1474/2013; 17 de marzo de 2014,
recurso 1272/2013; y 14 de mayo de 2014, recurso 1286/2013. Resulta imposible a la Sala entrar a resolver la
pretensión de asistencia a tercera persona en sede de reclamación de discapacidad, debiendo ser desestimada
esta petición de la parte demandante.
CUARTO. - Revisión de infracciones de normas sustantivas o de la jurisprudencia. Configuración general del
litigio.
Para la revisión del Derecho lo que se pide es que se declare ubicada la dolencia psiquiátrica (Capítulo 16 del
RD 1971/99) en Clase III, apartado 4 por padecer una severa patología psíquica que evoluciona con el devenir
del tiempo a peor, patología cronificada y muy severa con tratamiento y seguimiento farmacológico, patología
psíquica anudada a patología orgánica que le genera un cuadro de dolor intenso y permanente con asistencias
continuas al servicio de urgencias por neuralgia y cefaleas. Del resto de dolencias y de los factores sociales no
se hace alteración valorativa, añadiendo 7 puntos por baremo de movilidad y 15 puntos por baremo de ayuda
de tercera persona.
La valoración dada por la Administración es la siguiente:
· Deficiencia: limitación funcional de columna por trastorno del disco intervertebral que supone un grado de
las limitaciones en la actividad del 25%.
· Deficiencia: discapacidad del sistema nervioso y muscular por trastorno del nervio trigémino, que supone un
grado de las limitaciones en la actividad del 25%.
· Deficiencia: discapacidad del sistema nervioso y muscular que supone un grado de las limitaciones en la
actividad del 20%.
· Deficiencia: trastorno de la afectividad por trastorno adaptativo, que supone un grado de las limitaciones en
la actividad del 10%.
Todo ello arroja un porcentaje global de las limitaciones en la actividad del 60 por ciento y a ello se suman 7
puntos de factores sociales complementarios. En total, un grado del 67% de discapacidad.
La propuesta de la demandante es la de

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JURISPRUDENCIA

- Mantener la valoración de limitación funcional de columna, de la discapacidad del sistema nervioso y


muscular por trastorno del nervio trigémino, y la inespecífica.
- Mantener los 7 puntos de factores sociales.
- Asignar a la deficiencia por trastorno de la afectividad un 45%.
- Pedir 7 puntos por baremo de movilidad
- Pedir 15 puntos por baremo de ayuda de tercera persona
Todo ello arroja un porcentaje global de las limitaciones en la actividad del 72 por ciento y a ello se suman 7
puntos de factores sociales complementarios. En total, un grado del 79% de discapacidad, más los 7 puntos
por baremo de movilidad y los 15 puntos por baremo de ayuda de tercera persona.
La determinación del grado de discapacidad, que es la cuestión litigiosa principal, exige la identificación y la
valoración de las dolencias del demandante, para lo cual debemos acudir al Real Decreto 1971/1999 cuyo
artículo 4 establece que la calificación del grado de minusvalía responde a criterios técnicos unificados, fijados
mediante los baremos descritos en el anexo I del mismo, siendo objeto de valoración tanto las discapacidades
que presente la persona, como, en su caso, los factores sociales complementarios relativos, entre otros, a su
entorno familiar y situación laboral, educativa y cultural, que dificulten su integración social. La valoración de la
discapacidad ( artículo 5), expresada en porcentaje, se realizará mediante la aplicación de los baremos que se
acompañan como anexo I, apartado A), del citado Real Decreto. Esto lleva, necesariamente, a excluir cualquier
otra valoración que se pretenda hacer fuera del baremo establecido por el RD citado y a la utilización de tablas
que no sean las que en él se determinan, como las de la Ley 35/2015, de 22 de septiembre.
En él se establecen cinco clases de afectación según la gravedad de la misma, y determina con complicados
cálculos y combinaciones cuantitativas, valorativas y porcentuales, el grado de discapacidad aplicable en los
diversos capítulos dedicados cada uno de ellos a un grupo de órganos, estructuras y sistemas del cuerpo
humano.
En las normas generales del Capítulo 1 (Anexo 1) se deja claro que el diagnóstico de la enfermedad no es
un criterio de valoración en sí mismo, y que la esencia de la valoración está basada en la severidad de las
consecuencias de la enfermedad, cualquiera que ésta sea. Y en el artículo 4.2, se deja claro también que los
efectos previstos en este Real Decreto, la calificación del grado de discapacidad que realicen los órganos
técnicos competentes será independiente de las valoraciones técnicas efectuadas por otros organismos en el
ejercicio de sus competencias públicas, esto es, independiente de, por ejemplo, la valoración que haya podido
hacer en el expediente de invalidez permanente que tiene otra sede normativa, valorativa y circunstancial.
Aunque ahora no es el caso ya que no se altera el cuadro de dolencias reflejado en hechos probados, debe
añadirse a lo anterior que, como en todos los casos en que se discute el grado de discapacidad como hecho
jurídico, es preciso identificar el cuadro clínico concurrente y su trascendencia discapacitante en la actividad
física y en la disponibilidad anímica de la persona afectada. Debe también advertirse que en la identidad
de las dolencias, como es bien sabido, no trascienden aquellas que hayan podido tenerse en un momento
histórico pero no resultan actuales o que habiendo tenido algún efecto incapacitante en momentos históricos
antecedentes no tengan estos lugar en la actualidad valorada; del mismo modo que no pueden trascender
aquellas dolencias actuales que por sus características lesivas o patógenas no generan efectos incapacitantes
reales aunque supongan menoscabos ciertos sobre el estado normal de una persona, siempre en relación
con las dolencias y los menoscabos que se contemplan como valorables en el Real Decreto mencionado.
Debe igualmente decirse que la comparación entre dolencias concurrentes y dolencias reconocidas no puede
hacerse con la existencia de identidad y exactitud en la descripción y denominación de las dolencias sino en
la realidad de los menoscabos que producen puesto que la incapacidad no la producen las dolencias sino la
trascendencia que éstas generan y que si en ocasiones son automáticamente consecuentes unas de otras,
lo más habitual es que sea el grado evolutivo de la dolencia el que marque el efecto discapacitante; por ello
tantas veces se hace hincapié en la afectación y no en la dolencia, lo que no supone negar u obviar ésta sino
valorarla en lo que vale y no en lo que es.
Así mismo, aunque no se discuten en el presente litigio, en sede de factores sociales debe recordarse que,
como se dice en el Anexo I B del Real Decreto, la minusvalía se define como la desventaja social en un individuo
afectado por una deficiencia o discapacidad. Surge, pues, en la relación de la persona con el medio, en los
obstáculos culturales, materiales o sociales que le impiden una integración adecuada en la sociedad, y con
esa premisa debe abordarse siempre la valoración de los factores sociales. De un modo específico, dice el
artículo 5 del Real Decreto que la valoración de los factores sociales complementarios se obtendrá a través de
la aplicación del baremo contenido en el anexo I, apartado B), relativo, entre otros factores, a entorno familiar,
situación laboral y profesional, niveles educativos y culturales, así como a otras situaciones del entorno

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JURISPRUDENCIA

habitual de la persona con discapacidad, sin que en la valoración conjunta con el grado de discapacidad por
enfermedad pueda exceder en la puntuación de 15 puntos.
QUINTO. - Revisión de infracciones de normas sustantivas o de la jurisprudencia. Resolución concreta del
litigio sobre el grado de discapacidad según dolencias.
Si como se acaba de decir la valoración de la discapacidad, expresada en porcentaje, se realiza mediante la
aplicación de los baremos que se acompañan en el anexo I, del Real Decreto, si la esencia de la valoración está
basada en la severidad de las consecuencias de la enfermedad, cualquiera que ésta sea, conforme a lo que
contempla el Anexo I, corresponde a quien quiere alterar la valoración de la sentencia realizar la aportación
alegatoria alternativa y su justificación en Derecho.
Debe quedar claro que los únicos datos de hecho susceptibles de valoración son los que se contemplan en
hechos probados y que en la sentencia se ha dado respuesta individual a cada una de estas pretensiones
que ahora se reiteran por vía de recurso. Igualmente, debe advertirse que lo que ha planteado el recurso
es la valoración porcentual de una de las dolencias contemplada por la Administración, la de trastorno de
la afectividad, que se ubica dentro del Anexo I en el Capítulo 16 donde se incluyen todos los supuestos de
enfermedad mental cuya valoración se realizará de acuerdo con los grandes grupos de trastornos mentales
incluidos en los sistemas de clasificación universalmente aceptados -CIE-10, DSM-IV- con los grandes
grupos psicopatológicos susceptibles de valoración que son: trastornos mentales orgánicos, esquizofrenias
y trastornos psicóticos, trastornos de estado de ánimo, trastornos de ansiedad, adaptativos y somatomorfos,
disociativos y de personalidad.
La valoración tiene que hacerse desde el conjunto de síntomas psicopatológicos identificables que, interfieren
el desarrollo personal, laboral y social de la persona, de manera diferente en intensidad y duración y se realizará
en base a:
1. Disminución de la capacidad del individuo para llevar a cabo una vida autónoma.
2. Disminución de la capacidad laboral.
3. Ajuste a la sintomatología psicopatológica universalmente aceptada.
Para la valoración de la discapacidad originada por Enfermedad Mental se tendrán en cuenta los tres
parámetros siguientes: 1) Capacidad para llevar a cabo una vida autónoma, 2) Repercusión del trastorno en
su actividad laboral, 3) Presencia y estudio de los síntomas y signos constituyentes de criterios diagnósticos.
Para valorar cada uno de ellos se tendrá en cuenta lo siguiente:
1) Capacidad para llevar a cabo una vida autónoma, vendrá dada por el estudio de las actividades que incluyen:
a. Relación con el entorno: comunicación y manejo de la información general que le rodea, uso del teléfono,
relación social y comportamiento de su entorno próximo y desconocido, aspecto físico y vestimenta, capacidad
psíquica para dirigir su movilidad, uso de transporte, realización de encargos, tareas del hogar, manejo del
dinero, actividades de ocio y, en general, la capacidad de iniciativa, voluntad y enjuiciamiento crítico de su
actividad y la actividad de otros.
b. Actividades de cuidado personal; desplazamiento, comida, aseo, vestido y evitación de lesiones y riesgos.
2) Repercusión del trastorno en su actividad laboral, vendrá dada por:
a. El déficit en el mantenimiento de la concentración, la continuidad y el ritmo en la ejecución de tareas. Esta
función hace referencia a la capacidad para mantener un atención focalizada de modo que la finalización de
las tareas laborales se lleve a cabo en un tiempo razonable. En la realización de las tareas domésticas, la
concentración puede reflejarse en la capacidad y tiempo necesario utilizado para realizar las tareas rutinarias
necesarias para el mantenimiento de la casa.
b. El deterioro o descompensación en la actividad laboral debido al fracaso en adaptarse a circunstancias
estresantes, entendiendo como tales la toma de decisiones, el planificar y finalizar a tiempo los trabajos, la
interacción con jefes y compañeros, etc. El fracaso puede ponerse de manifiesto en forma de retraimiento y/o
evitación de dichas circunstancias, también por la aparición o exacerbación de los síntomas del trastorno en
cuestión. Se tendrá igualmente en cuenta la capacidad del sujeto para adaptarse a las distintas posibilidades
que el trabajo adaptado presenta: Centros Especiales de Empleo y Centros Ocupacionales, teniendo en cuenta
que lo que se valora es la capacidad del individuo, no la existencia de recursos laborales, de uno u otro
tipo, que serán valorados, en su caso, a través del Baremo de Factores Sociales. También se ponderará
que la relación entre valoración y posible correspondencia con una prestación económica sea positiva en
la rehabilitación terapéutica del individuo, tendiendo a evitar una valoración que favorezca la concesión de

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JURISPRUDENCIA

prestación económica en los casos en que existan posibilidades de carácter laboral, dejando aquélla sólo para
los casos en que el Trastorno Mental interfiera con cualquier tipo de actividad productiva.
3) Presencia y estudio de los síntomas y signos constituyentes de criterios diagnósticos, que se ajustará a la
contenida en los sistemas de clasificación reseñados, teniendo en cuenta que no todo individuo que padece
un trastorno mental está totalmente limitado, algunos presentan limitaciones específicas que no imposibilitan
todas las actividades de la vida diaria.
La propuesta del recurrente afirma que el cuadro patológico que padece la actora consiste en un trastorno
depresivo y tiene un grado II de la Ley de Dependencia y la analogía funciona y nos posiciona ante una persona
dependiente tal y como ha reconocido la propia Consejería tomando allí como base un diagnóstico psíquico de
depresión del Código CIE 311; incluso, el cuadro mencionado es susceptible de ubicarse en un grado superior
al solicitado en el escrito demanda en aplicación del capítulo 16 del RD 1971/99 en su apartado 4, Clase III.
En esta Clase cabe una valoración entre el 25% y el 59%, al que se llegará teniendo en cuenta los siguientes
parámetros acumulados:
a) Restricción moderada en las actividades de la vida cotidiana (la cual incluye los contactos sociales) y en la
capacidad para desempeñar un trabajo remunerado en el mercado laboral.
La medicación y/o el tratamiento son necesarios de forma habitual. Y si a pesar de ello persiste la
sintomatología clínicamente evidente, entonces el grado será:
- si interfiere notablemente en las actividades del paciente: tendencia al extremo superior del intervalo.
- si no interfiere notablemente en las actividades del paciente: tendencia al extremo inferior del intervalo.
b) Las dificultades y síntomas pueden agudizarse en períodos de crisis o descompensación.
Fuera de los períodos de crisis:
- El individuo sólo puede realizar tareas ocupaciones con supervisión mínima en centros ocupacionales
(tendencia al extremo superior del intervalo)
- La persona es capaz de desarrollar una actividad laboral normalizada en un puesto de trabajo adaptado o en
un centro especial de empleo (tendencia al extremo inferior del intervalo).
c) Presenta algunos síntomas que exceden los criterios diagnósticos requeridos, situándose la repercusión
funcional de los mismos entre leve y grave.
En la demanda no se dicen cuál es la situación de hecho que, dando contenido a esos requerimientos
normativos, permitan identificar una situación global de Clase III; parámetros de hecho que exigirían constatar
una restricción en las actividades de la vida cotidiana y en la capacidad para desempeñar un trabajo, si la
medicación y/o el tratamiento son necesarios de forma habitual y si persiste la sintomatología y cuál es la
interferencia que tiene en las actividades de la persona afectada; cual es la capacidad fuera de los períodos
de crisis y si puede realizar tareas ocupaciones con supervisión mínima en centros ocupacionales o es capaz
de desarrollar una actividad laboral normalizada en un puesto de trabajo adaptado o en un centro especial de
empleo; y si presenta síntomas que excedan de los criterios técnicos requeridos y su gravedad.
La única alegación es que el reconocimiento de un grado II de dependencia implica esa Clase III de
discapacidad, pero esto no es cierto ni en identidad directa, ya que ninguna norma lo dice, ni en identidad
indirecta cuando el ámbito normativo de ambas instituciones jurídicas es distinto, tiene su propia autonomía
y sus criterios de determinación, el hecho de que la Administración competente en el reconocimiento de la
dependencia haya concedido ésta no determina ni la realidad de las cosas en general ni la realidad específica
que ha de valorar otra Administración en otro lugar de la acción protectora de las personas; del mismo modo,
el órgano judicial no viene obligado por aquél reconocimiento sino por la realidad de los hechos materiales y
de su trascendencia jurídica autónoma; y ni se dan esos hechos ni es posible alterar la valoración dada.
Esta misma carencia de hechos es la que ha generado en sede judicial la denegación del añadido por puntos
del baremo de movilidad ya que no hay ninguna prueba, documental, ni de otro tipo por parte de la actora que
permita estimar su pretensión, mientras que la información médica del juicio oral ratificando el informe emitido
al folio 173 del expediente, afirma que no existe patología ni motora ni nerviosa de los miembros inferiores que
justifique dificultades en la movilidad. Y ella es la que debe llevar también en el recurso a la desestimación de la
pretensión actora sobre baremo de movilidad porque no se hace ninguna aportación fáctica en esa dirección.
Si no hay alteración de la base fáctica de sustento no puede haber alteración de la consecuencia jurídica que
se ajusta a los dictados normativos del RD 1971/1999 y a las reglas de valoración que en él se proponen y a
los que hemos hecho referencia.

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JURISPRUDENCIA

Por todo ello, debe desestimarse el recurso de suplicación, confirmando la sentencia dictada.
SEXTO. - Costas.
Establece el artículo 235.1 LRJS que la sentencia impondrá las costas a la parte vencida en el recurso, excepto
cuando goce del beneficio de justicia gratuita o cuando se trate de sindicatos, o de funcionarios públicos
o personal estatutario que deban ejercitar sus derechos como empleados públicos ante el orden social,
comprendiendo éstas los honorarios del abogado o del graduado social colegiado de la parte contraria que
hubiera actuado en el recurso en defensa o en representación técnica de la parte, sin que puedan superar la
cantidad de mil doscientos euros en recurso de suplicación.
Siendo el recurrente beneficiario de justicia gratuita conforme a lo previsto en el artículo 2.d) de la Ley 1/1996,
de 10 de enero, de asistencia jurídica gratuita, no procede imposición de costas.
VISTOS los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación,

FALLAMOS
Que desestimando como desestimamos el recurso de suplicación formulado por Dña. Alicia contra la
Sentencia del Juzgado de lo Social número 2 de Ciudad Real dictada el 27 de septiembre de 2017, en el
procedimiento 751/2017, debemos confirmar y confirmamos la sentencia impugnada; sin imposición de
costas.
Notifíquese la presente resolución a las partes y a la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La
Mancha en Albacete, haciéndoles saber que contra la misma únicamente cabe RECURSO DE CASACION PARA
LA UNIFICACION DE DOCTRINA, que se preparará por escrito dirigido a esta Sala de lo Social del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla La Mancha en Albacete, dentro de los DIEZ DIAS siguientes a su notificación.
Durante dicho plazo, las partes, el Ministerio Fiscal o el letrado designado a tal fin, tendrán a su disposición en
la oficina judicial los autos para su examen, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 220 de la Ley reguladora
de la jurisdicción social. La consignación del importe de la condena, cuando proceda, deberá acreditarse por la
parte recurrente, que no goce del beneficio de justicia gratuita, ante esta Sala al tiempo de preparar el Recurso,
presentando resguardo acreditativo de haberla efectuado en la Cuenta Corriente número ES55 0049 3569
9200 0500 1274 que esta Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, con sede en
Albacete, tiene abierta en la Oficina del BANCO SANTANDER sita en esta ciudad, C/ Marqués de Molíns nº 13,
indicando: 1) Nombre o razón social de la persona física o jurídica obligada a hacer el ingreso y, si es posible, el
NIF/CIF; 2) Beneficiario: SALA DE LO SOCIAL; y 3) Concepto (la cuenta del expediente): 0044 0000 66 0128 19;
pudiéndose sustituir dicha consignación en metálico por el aseguramiento mediante aval bancario en el que se
hará constar la responsabilidad solidaria del avalista. Debiendo igualmente la parte recurrente, que no ostente
la condición de trabajador, causahabiente suyo, o beneficiario del régimen público de la Seguridad Social, o
se trate del Ministerio Fiscal, el Estado, las Comunidades Autónomas, las Entidades Locales, los Organismos
dependientes de todas ellas y quienes tuvieren reconocido el beneficio de justicia gratuita, consignar como
depósito la cantidad de SEISCIENTOS EUROS (600,00 €), conforme al artículo 229 de la citada Ley, que deberá
ingresar en la Cuenta Corriente anteriormente indicada, debiendo hacer entrega del resguardo acreditativo de
haberlo efectuado en la Secretaría de esta Sala al tiempo de preparar el Recurso.
Así por esta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.

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