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Blacktop Cowboys 5
Sinopsis:
Tanna Barker es una campeona mundial de carreras de barriles. Pero su
vida personal ha sido menos exitosa y se siente a la deriva. Después de la
muerte inesperada de su madre, su padre se volvió a casar y vendió el
rancho de Texas que ella llamaba su hogar. Ahora una lesión de rodeo ha
dejado a la inquieta y explosiva mujer escondida en Muddy Gap, sin saber
cuál debería ser su próximo movimiento.
Hasta que encuetra a su pareja en un muy salvaje vaquero.
El veterinario August Fletcher siempre ha puesto su trabajo en primer
lugar. Nunca ha encontrado una mujer que pudiera manejar su estilo de vida
siempre en la carretera. Pero cuando la atrevida y sexy Tanna llega a la
ciudad, finalmente encuentra a la mujer de sus fantasías. Y hay algo entre
ellos, pero ella afirma que ha resultado quemada por el ámalas y déjalas de
los compañeros de ruta antes. ¿Cómo puede Fletch demostrar que está en
esto a largo plazo y que su ardiente relación es mejor que ganar cualquier
medalla de rodeo? Se necesitará un poco de dulce persuasión para
convencer a Tanna de que Muddy Gap es donde ella pertenece.
Este libro está dedicado a todos mis amigos de Texas, especialmente a
esas salvajes
y locas texanas
que me inspiran todos los días…
Capítulo 1
Ellos apenas habían logrado salir del camino de entrada cuando Devin
saltó sobre él.
—¿Qué diablos te pasa, Fletch? Eres un idiota gruñón hoy.
—Entonces me sorprende que te hayas malditamente metido en el
medio para salir conmigo y con Tanna esta noche.
—Dios. ¿Entonces tu actitud de idiota se debe a los celos?
—No. —Las manos de Fletch se tensaron sobre el volante—. Tal vez.
Mierda. Probablemente.
Devin se volvió hacia él.
—Dime qué está pasando con vosotros dos.
—Nada.
—Mentira.
—Esto no irá más allá de nosotros. El jueves por la noche nos
enganchamos en un bar de Rawlins. Tomé unas copas, algunas risas,
seguidas de un sexo increíble. Como sexo increíble fuera de las gráficas.
Cuando la vi hoy…
—¿No la llamaste al día siguiente? Hombre, Fletch, te advertí que
dejaras esa mierda.
—Dice la puta que vive según la regla de sin nombres—dijo Fletch
secamente.
Devin le mostró el dedo.
—Así que se suponía que iba a ser una noche. Me estaba pateando por
no tener su nombre o número porque conectamos... La vi hoy y solo quería
darle una paliza a cualquier tipo que hablara con ella, porque yo quería
hablar con ella. Eso nunca me había pasado antes. —Él exhaló una
bocanada de aire frustrado—. Entonces descubro que la conoces bastante
bien.
—Nos hemos cruzado un montón de veces. Me gusta. Es divertida.
Salvaje. No tiene miedo de soltarse y disfrutar. Llevo dos años y medio
tratando de convencerla de que se meta en mi cama.
Fletch los sorprendió a ambos y soltó un pequeño gruñido.
Devin se rio.
—De alguna manera esa mujer se ha resistido a mis encantos. Pero
siento la necesidad de advertirte.
—¿Acerca de?
—De ella. A Tanna Barker, tres veces campeona nacional de carreras de
barriles, le gustan mucho los tríos. También es una especie de chica de
aventura de una noche sin nombres que se revuelca en el heno.
—Me importa un comino con cuántos tipos se ha acostado antes. Pero el
hecho es que vivirá en Muddy Gap durante el verano y quiero que todas sus
aventuras de una noche sean conmigo de ahora en adelante.
Devin silbó.
—Vas en serio.
—Completamente.
—Fletch. Vamos. Vives en Rawlins, a sesenta y cuatro kilómetros de
Split Rock. Eres un adicto al trabajo. Has estado en una relación… nunca,
según recuerdo. Con la excepción de la señorita tetas como King Kong.
Fletch resopló.
—¿Tetas como King Kong? Su nombre era Karen. Y salimos durante
cuatro meses, así que eso califica como una relación.
—¿Cuándo fue eso? ¿Hace siete años?
—He estado ocupado desarrollando mi profesión.
—Lo que me lleva de vuelta al punto de adicto al trabajo. No intentes
presionar a Tanna para que te dé algo que no puedas ofrecer a cambio. La
forma más segura de matar cualquier oportunidad con ella es actuar como
un idiota posesivo la primera puta noche que está en la ciudad.
Fletch odiaba que Devin tuviera razón.
—Mira cómo va esta noche. Si le gustas, y quiere que te vayas a casa
con ella, tomaré tu camioneta y me iré. Pero si no te quiere, entonces no la
molestarás, ¿de acuerdo?
—Está bien. Mierda. No soy un acosador violador. Comprendo la
palabra no, idiota.
Aparcaron en el estacionamiento trasero del Buckeye.
Tanna parecía nerviosa mientras caminaban hacia la entrada principal.
Cuando Fletch le puso la mano en medio de la espalda, pareció relajarse.
Pero una vez que estuvieron dentro del bar, ella lo apartó.
—Vosotros poneros ahí delante—dijo Devin—. Traeré la primera ronda.
Después de sentarse, Tanna estaba demasiado ocupada mirando el
singular lugar para conversar. Cuando la atrapó tratando de enderezarse
discretamente la ropa y peinarse, le puso la mano sobre el brazo, deteniendo
el movimiento.
—No tienes que preocuparte, Tanna. Eres hermosa. Incluso después de
rodar por los corrales todo el día, luchando con terneros.
Ella se inclinó más cerca y le advirtió:
—No uses esa mierda de falsa adulación conmigo.
—No es una mierda, dulzura sureña, es lo que veo. No me juntes con
perdedores que vomitan esas cosas con la esperanza que van a follar.
—Oh, ¿entonces no estás aquí esperando poder convencerme de que
vaya a otra ronda contigo?
Fletch miró fijamente su boca. Recordando el placer de ver sus labios
envueltos alrededor de su polla. Y cómo sus ojos se fijaban en los de él y se
cerraban casi en éxtasis.
—Eso no es justo—siseó ella.
—¿Qué?
—Mirarme con esos ojos sexys de dormitorio, desnudándome como si
estuvieras decidiendo qué parte de mí quieres devorar primero.
Él sonrió.
—Es bueno saber que uno de tus talentos es la lectura de mentes.
Tanna pareció molesta durante dos segundos antes de sonreír.
—Está bien, me callaré ahora. Aunque, quiero preguntarte una cosa
antes de que Devin llegue. ¿Por qué alquilaste una habitación de motel el
jueves por la noche? ¿Cuándo vives en Rawlins?
—¿Te habrías ido a casa conmigo si te lo hubiera pedido?
—No. Por eso no ofrecí la habitación que había alquilado antes de ir al
bar.
—No me extraña que te escaparas tan rápido. Tenías una trampilla de
escape. —No quería hacer la pregunta, pero la hizo de todos modos—. ¿La
idea de enfrentarme, conocer mi nombre y yo el tuyo fue tan aterradora que
te escabulliste?
Devin interrumpió su respuesta poniendo tres botellas sobre la mesa.
—Aquí vamos. Una ronda de Coronas. —Él levantó la botella y esperó
a que ellos hicieran lo mismo—. Salud.
Tanna habló con Devin.
—Entonces, cuando vienes aquí, ¿la gente te reconoce? ¿Dado que tú
naciste aquí?
—Sí.
—¿No te molestan por autógrafos?
—Depende. Estoy bastante seguro de que las doce personas que viven
aquí que querían mi autógrafo ya lo tienen.
Ella rio.
—¿Pensaste que me tirarían confeti o me acosarían cuando entré?
—No sabía qué esperar; por eso pregunté. —Tanna tomó un sorbo de
cerveza—. Estuve contigo cuando los fans te vieron. ¿Recuerdas
Apalachicola?
—¿Apalacha-qué?—dijo Fletch.
—Apalachicola. Es una ciudad de Florida. La superestrella de aquí tocó
en una feria del condado y me inscribí en el rodeo, así que nos encontramos
después de su concierto. Sus fans lo siguieron y nos persiguieron por todas
partes. Finalmente los perdimos y terminamos sentados en la playa hasta el
amanecer.
Devin se acercó y le apretó la mano.
Una comunicación tácita pasó entre ellos y Fletch se encontró
rechinando los dientes.
—Cuando salimos por aquí, generalmente Fletch el acosado. Personas
que desean un diagnóstico al vuelo para Lassie.3 Gratis—dijo Devin
entonces.
—¿Eso pasa a menudo?—le preguntó Tanna.
Antes de que pudiera responder, Todo el maldito tiempo, Bill Leckland
pasó a preguntar por una novillita que no producía suficiente leche. Tan
pronto como Bill se fue, Charlotte St. Croix le preguntó si conocía a alguien
que vendiera cachorros blue heeler.
—¿Ves? Que te dije, por aquí, Doc es la superestrella.
Fletch reprimió un comentario de que no necesitaba que Devin lo
fortaleciera.
—Dime qué harás en Split Rock.
—Trabajar en la tienda de ropa y ser barman. —Tanna bebió un sorbo
de cerveza—. Bolo temporal durante el verano.
—El comienzo de la temporada de ferias del condado significa que
estoy en camino hasta la primera parte de octubre—dijo Devin—. Va a ser
brutal.
—No mientas. Lo esperas con ansias.
Devin sonrió ampliamente.
—Me encanta. No hay nada como la adrenalina de estar en el escenario.
Excepto por el sexo.
Fletch miró a Tanna al mismo tiempo que ella lo miró a él. No se
molestó en ocultar el calor en sus ojos.
El silencio descendió entre ellos. Normalmente, Devin llenaba el aire de
charlas, pero él también parecía preocupado.
Después de dos interrupciones más, que requirieron la atención de
Fletch, Devin suspiró.
—Tanna, saca a este hombre de su miseria y baila con él. Al menos,
nadie intervendrá y exigirá un diagnóstico al paso.
Gracias, Dev.
Tanna parecía desgarrada. Pero alguien debería haber estado a punto de
acercársele por detrás porque lo agarró de la mano y tiró bruscamente de él
para que se pusiera de pie.
—Muéstrame lo bien que bailas verticalmente, Doc.
En la pista de baile, Tanna intentó mantener una distancia adecuada,
pero Fletch no se lo permitió. Tomó su mano derecha con la izquierda y
envolvió su brazo derecho en su espalda baja, presionándolos pecho contra
pecho.
—¿Lo suficientemente cerca para ti?—preguntó ella con un tinte de
sarcasmo.
—Está bien. —Él hizo una pausa—. Por ahora.
—Fletch…
—Maldita sea, me encanta la forma en que mi nombre suena fluyendo
de tu lengua. —Él arrastró los pies hacia atrás y los apartó de la barra.
Ella echó la cabeza hacia atrás y lo miró.
—Una cerveza. Un baile.
—¿Un beso?—preguntó esperanzado.
—No. Por increíble que fuera la otra noche, no puede volver a suceder.
—¿Por qué no? Porque, dulzura sureña, fue increíble. Me imagino que
podríamos hacerlo espectacular si practicamos mucho más.
Tanna se rio y golpeó su frente contra el pecho masculino con fingida
frustración.
Él acarició la parte superior de su cabeza.
—¿Qué está pasando realmente?
—Tengo algunas cosas en las que trabajar este verano. Me prometí que
no me distraería. —Esos ojos marrones oscuros se conectaron con los suyos
de nuevo—. Y tú, doctor Fletcher, serías una gran distracción.
Eso no sonó elogioso. Pero tampoco había sonado insultante. Podría
trabajar con eso.
—Apenas llevo aquí veinticuatro horas. Ni siquiera he comenzado mi
trabajo todavía. Necesito orientarme. Verte en el rancho… me confundió.
Después de esa admisión, Fletch insistió en su argumento.
—Porque también lo sentiste esa noche.
Ella sonrió.
—Puedo sentirlo ahora. Pero no puedo ofrecerte nada más que amistad.
Fletch movió las cejas.
—¿Amigos con beneficios?
—Nunca te rindes.
—No cuando se trata de ti. —La besó en la frente—. Te daré un
descanso.
A continuación, sonó una canción lenta y ella no se apartó. Cerró los
ojos y disfrutó del momento. Cuando terminó la canción, dio un paso atrás.
—Gracias por el baile, amigo.
—¿Ves? No te ahogaste con la palabra .
De vuelta a la mesa, Devin parecía estar luchando contra los avances de
una mujer y su hija.
Devin se puso de pie.
—Ahí están. Por un segundo me preocupé que te escaparas con mi
chica.
Antes de que él dijera algo, Tanna se pegó al costado de Devin.
—De ninguna manera. Eres mi único muffin de amor por siempre
jamás, amén. —Besó la comisura de su boca y la mano que había puesto
sobre su pecho se movió por el centro de su cuerpo hacia la cintura de sus
vaqueros.
Devin se rio con demasiada ganas.
—¿Puedes al menos esperar hasta que salgamos, conejita?
¿Conejita? Fletch no sabía si gemir o vomitar.
Tanna hizo un puchero.
—Siempre que podamos irnos ahora mismo.
—Tus deseos… —Devin la besó en la sien—… son ordenes. Disculpen,
señoras.
Fletch siguió a Tanna y Devin entrelazados fuera del bar, recordándose
que era una escena, empujando la tentación de patearle el culo a la
superestrella que hablaba dulcemente por tener su mano en el trasero de
Tanna.
Ellos se agacharon entre las camionetas.
Tanna soltó un fuerte chillido y Devin le tapó la boca con la mano para
sofocar su risa.
—Eso no fue nada gracioso, Tex-ass.
—¿Qué diablos pasó? Nos habíamos ido de la mesa diez minutos.
Devin soltó a Tanna y se dejó caer contra la camioneta.
—El dúo de madre e hija se abalanzó sobre mí porque son mis mayores
fans. Ellas ofrecieron… —Él se estremeció—. No quiero pensarlo, y mucho
menos compartirlo contigo. Así que vamos, Fletch. Sé que hay un buen
whisky en tu casa que borrará por completo este incidente de mi cerebro.
Fletch y Tanna intercambiaron una mirada divertida. A la luz de su
camaradería compartida, dijo:
—¿Quieres venir a tomar una copa?
—Nah. Mañana es mi primer día de trabajo. Pero lo dejaré para otro
momento. —Una vez que se dio cuenta de lo que había dicho, dio marcha
atrás—. Ya sabes. Algún día este verano.
—Te haré cumplir eso.
Todo lo que Devin tenía que hacer era abrir los brazos y Tanna estaba
allí, abrazándolo.
Fletch debería haberles dado privacidad, pero no pudo obligarse a
retroceder.
—Cuídate, rock star pueblerino. Si no puedes guardarla en tus
pantalones, al menos usa un guante de amor, ¿de acuerdo?
—Lo haré. Háblame de tus salvajes hazañas de verano.
—Salvaje. Cierto. Seré tan apacible como una vieja maestra de escuela.
Él resopló.
—Cuando las ranas críen pelos.
—¿Sabes cómo volver a Split Rock?
—Tengo GPS.
—Bien.
Fletch no podía pensar en nada más para evitar que Tanna se fuera.
—Conduce con cuidado—dijo ella y se subió a la camioneta.
Se dio cuenta de que había estado allí parado como un idiota, mirándola
alejarse, cuando Devin se aclaró la garganta.
—¿Nos vamos o qué?
—Sí. Sube a la camioneta.
—Fletch, si quieres hablar de eso…
—No quiero. Pero ese whisky suena cada vez mejor.
Fletch estaba inquieto. No era una sensación del todo desconocida, pero
no estaba seguro de cómo manejarla. Después de pasar tiempo con Tanna,
se dio cuenta de que tenía que convencer a esa pequeña de que serían
buenos el uno para el otro. Incluso por un tiempo corto. Y no estaba seguro
de cómo hacer eso.
Quizás su padre tuviese una idea. Lo llamó, avisándole que estaba de
camino.
Su padre vivía en una comunidad de jubilados en Rawlins, en un
apartamento de una habitación con vista al campo de golf. Bruce Fletcher
no jugaba al golf, pero le gustaba mirar por el ventanal a través de las
verdes colinas inclinadas. Fletch pagó por esa vista premium, pero la
felicidad de su padre valió la pena. Él había criado a Fletch solo, en su
mayor parte, ya que la madre de Fletch, Darla Fast Dog, tenía la costumbre
de desaparecer durante meses.
Fletch no había preguntado cómo Bruce, un trabajador del campo
petrolero, había dejado embarazada a una mujer india de veintidós años de
la reserva, cuando su padre tenía cuarenta años. A veces, hablaba con cariño
del año en que Darla había vivido con él, antes del nacimiento de Fletch y
poco después.
Sus padres no se habían casado. De todos modos, los votos
matrimoniales no habrían significado nada para Darla. A lo largo de su
infancia, ella aparecía siempre que se le ocurría. Intentaba ser esposa y
madre, quedándose todo el tiempo que pudiera soportarlo, pero siempre
terminaba corriendo de regreso a la reserva.
El año en que él cumplió diez, ella apareció luciendo horrible. Su padre
la había llevado al hospital y el médico le diagnosticó cáncer de mama en
etapa tardía; más allá de la etapa, el tratamiento podría ayudarla o salvarla.
Bruce, siendo un hombre amable, un hombre que hacía lo correcto con su
familia, la cuidó hasta que falleció. No discutió con su familia sobre los
detalles específicos del entierro indio, pero insistió en que a él y a Fletch se
les permitiera asistir a la ceremonia.
Fue el primer contacto que Fletch tuvo con sus parientes nativos
americanos. Todavía recordaba sus ojos escépticos mientras marchaba hacia
el banco delantero. Ellos susurraron sobre él, algunos cuestionando
descaradamente si era el hijo de Darla, se veía demasiado pálido. Recordó
haber querido darse la vuelta para decirles que se callaran. Pero su padre lo
había mantenido firme. Fletch entendió que mientras tuviera a su padre, no
necesitaba a nadie más.
Sacudiéndose la melancolía, subió los escalones hacia la entrada y
esperó a que su padre lo invitara a entrar.
Y como de costumbre, su padre se apoyó contra el marco de la puerta,
esperándolo. No era tan ágil como solía ser, pero se veía bien para un
hombre de setenta y siete años.
—Hola, papá. —Fletch lo abrazó.
Su padre le devolvió el abrazo.
—Hijo, ¿cómo estuvo tu semana?
—Ocupada. Ayer fue la marca en el rancho de Kyle y Celia.
—¿Cómo están los Gilchrist?
Fletch siguió a su padre a la sala de estar y se dejó caer en el sillón.
—Bien. Supongo que Celia quería atar patas y arrastrar animales, pero
Kyle se puso firme.
Su padre se rio entre dientes.
—Una verdadera vaquera, eso es. Pienso que ese bebé nacerá con una
cuerda en la mano.
—Probablemente. Mientras comíamos, Bran recibió una llamada de
Harper. Ella se puso de parto.
—¿Qué tuvo?
—Otro varón. Lo llamó Jake. La madre y el bebé están bien. Hank y
Abe estaban allí. También Ike y Devin.
—Parece que tenían un buen equipo. ¿Estaba Eli allí?
—Por supuesto.
—¿Estaba Summer con él?
—No.
Su padre suspiró.
—¿Por elección de Eli? ¿O de Summer?
—Creo que de Summer. Ella todavía se está adaptando. Y Eli no es de
los que presionan. Incluso cuando debería.
Durante la siguiente hora hablaron sobre sus respectivas semanas,
deportes, política, el próximo calendario de Fletch y algún comentario
extraño sobre posibles planes de vacaciones que no tenían ningún sentido.
Siempre había sido capaz de hablar con su padre sobre cualquier tema, así
que cuando la conversación llegó a un punto muerto, se preguntó por qué
dudaba en mencionar a Tanna.
—¿Algo en tu mente, hijo?
—Sí, pero me siento un poco estúpido al mencionarlo.
—Entonces tiene que ser sobre una mujer.
La mirada de Fletch se dirigió a la de su padre.
Su padre se rio entre dientes.
—Eres un tipo reservado cuando se trata de esas cosas. Imagino que es
un comportamiento que aprendiste de mí. Entonces, ¿qué está pasando?
Él se pasó una mano por el pelo.
—El jueves por la noche conocí a una mujer en un bar. Hay algo entre
nosotros. Ella lo niega. Pero sé que también lo sintió. No entiendo por qué
no quiere involucrarse… Eh, románticamente, ya que estará trabajando en
Split Rock todo el verano. —Fletch se inclinó hacia delante y apoyó los
antebrazos en las rodillas—. Entonces, ¿por qué mencionó que podríamos
ser amigos?
—Quizás porque solo estará aquí temporalmente. Posible ruptura
desordenada y todo eso. Así que mi consejo es que aceptes su oferta de
amistad.
—Pero eso no es todo lo que quiero de ella.
—Entonces miente.
—¿Perdón? Creí haber escuchado al señor Nunca-Digas-Una-Mentira
sugiriendo que haga exactamente eso.
Su padre se encogió de hombros a medias.
—Convéncela de que estás bien siendo su amigo. Al menos aceptará
pasar tiempo contigo. Llévala a tomar un café. Puedes desgastar su
resistencia. Estarás de vuelta en asuntos divertidos con ella antes de que te
des cuenta.
—Eh. ¿De verdad crees que funcionará?
—¿Qué planeas hacer?
Irrumpir en su casa, besarla estúpidamente, desnudarla y después de un
orgasmo o diez, suplicarle que salga conmigo.
Quizás lo del café funcionaría mejor. Para empezar de todos modos.
—Creo que me saltearé mi plan por ahora y seguiré el tuyo. —Tomó el
mando a distancia—. Entonces, ¿qué juego estamos viendo primero?
U
¿ n beneficio de estar con las Mud Lilies? Nadie se le acercaba para
pedirle consejos sobre el cuidado de los animales porque la mayoría de la
gente en la ciudad les temía.
En la última media hora, Fletch se había relajado y puesto al día con las
mujeres que lo habían hecho desternillarse de risa. Le habían agradecido
por presentar a Cora a su grupo, pero Garnet y Vivien lo distrajeron adrede
cuando él les preguntó el paradero de Cora un sábado por la noche.
Extraño.
El grupo se había separado, dejándolo a él y a la señorita Maybelle
solos. De todos modos, no quería saber qué estaban haciendo las damas. Así
que miró a Tanna discretamente.
—Estoy bastante segura de que tu mirada ardiente por sí sola no es
suficiente para hacer que su ropa se evapore—dijo la señorita Maybelle.
O tal vez su mirada no había sido tan discreta. Fletch se sonrojó y apartó
la mirada de Tanna moviendo el esqueleto en la pista de baile.
—Es obvio, ¿eh?
—Sí. Pero no pienses ni por un segundo que ella es ajena a lo intenso
que le estás prestando atención. Mi pregunta es ¿por qué estás aquí, en lugar
de allá?
—El camino a través de la barra va en ambos sentidos. ¿Por qué no está
ella aquí?
La señorita Maybelle le señaló con el dedo.
—¿Qué les pasa a los jóvenes de hoy y su necesidad de jugar?
Oh, tío. Modo sermón. Mejor si mantenía la boca cerrada.
—Tanna quiere bailar contigo, pero en lugar de invitarte, está bailando
sugerentemente con todos menos contigo. Mostrándote lo que te estás
perdiendo.
Poco sabía ella, Fletch era perfectamente consciente de lo bien que
Tanna movía ese cuerpo delgado y musculoso en espacios reducidos.
—¿Siquiera me estás escuchando?—le preguntó la señorita Maybelle.
—Sí, señora.
—¿Por qué todavía no la has invitado a bailar? —Ella hizo una pausa,
dándole tiempo suficiente para responder. Cuando no lo hizo, espetó—. Ver
para creer, pienso que el doctor grande y duro... es simplemente una gallina.
Su boca se abrió.
—No lo soy.
Ella cacareó.
La mujer realmente le cacareaba.
—Muy agradable, señorita Maybelle.
Ella se encogió de hombros.
—Entonces, ¿quieres un poco de ensalada de col con tu pollo?
Fletch tomó otro sorbo de cerveza, negándose a ser incitado.
—No me importa decirle, doctor Fletcher, que he estado bebiendo un
poquito, como diría nuestra Tilda.
—No. ¿En serio?
Ella le dio un golpe en el hombro.
—Qué boca tan inteligente. Sé que no obtuviste eso de tu encantador
padre.
—Te sorprenderías. —Oye. Espera. ¿Cómo conocía la señorita
Maybelle a su padre?
—Pero te daré mi mejor consejo después de haber dado algunos.
—¿Qué te hace pensar que necesito un consejo?
—Porque estás lidiando con un vejestorio como yo en lugar de tener un
polvo con la señorita Tex-ass como la llama Devin. Ese nombre le queda
bien. Tiene esas curvas femeninas y esa veta salvaje que a los hombres los
vuelve locos. Apuesto a que Devin no toleraría que la pasaran de un tipo a
otro en la pista de baile mientras él está sentado con po…
—No lo digas. —Había una imagen que no necesitaba de esta mujer de
hablar dulce—. Bien. Lo entendí. Iré.
—De nada—gritó la señorita Maybelle, mientras pasaba junto a una
mesa de colegialas que reían tontamente.
Fletch mantuvo su mirada en Tanna mientras se abría paso entre la gente
que se dirigía al bar. Una de las ventajas de su altura y tamaño: las personas
trataban de evitarlo. El grupo con el que Tanna estaba charlando lo había
evitado.
Tanna se permitió una sonrisa tensa.
—Fletch. Me sorprende verte aquí…
—No, no te sorprende. Llevo aquí media hora, como ya sabes. —Él la
agarró de la mano y dijo—. Discúlpennos—con una sonrisa antes de
remolcarla hasta el borde más alejado de la pista de baile.
—¿Qué estás haciendo?
—Tomando mi turno para bailar contigo. —Fletch la acercó a su cuerpo
y comenzó a mecerlos al ritmo de la música.
—Podrías haber preguntado.
Puso los labios en su oreja.
—Dulzura sureña, ¿quieres bailar conmigo? ¿Porfa, porfa, porfa?
¿Porfaaa?
Tanna se estremeció.
—No es justo. Sabes lo que me hace cuando me susurras al oído.
—¿En serio? Lo olvidé. Tal vez necesito un curso de actualización sobre
lo que te hace masilla en mis manos. —Él dejó que su mano se deslizara
desde la parte baja de la espalda hasta su trasero—. Y encajas muy bien en
mis manos, ¿verdad?
—Estás raro esta noche.
—Oh, no tiene por qué ser así. Puedo estar así contigo todas las noches.
—¿Estás tratando de seducirme?
—Estoy tratando de convencerte que te quites los pantalones. Después
espero que el resto de tu ropa siga el mismo camino y caiga al suelo de mi
habitación. O mi camioneta. O diablos, incluso el cuarto de baño.
Ella se rio suavemente.
—¿Y después qué?
Fletch trazó con su lengua la oreja.
—Después te doy un curso de actualización sobre lo que puedo hacer
con mi boca y mis manos. Recuerdo que te gustó la forma en que uso mi
lengua.
—Mmmjá. —Ella giró la cabeza y le mordió el costado de la mandíbula
—. También me gustó mucho la forma en que usaste tu polla.
Allí estaba ella. La descarada chica sexy que había conocido la primera
vez. Gracias a Dios.
—Cosa graciosa. Mi polla estaba pensando en lo mucho que le gustas.
—Él presionó su ingle contra la de ella—. Lo mucho que te extraña.
—Tenía la sospecha de que estaba feliz de verme.
Él se echó hacia atrás y la miró a la cara.
—¿Cuánto tiempo me vas a mantener alejado? ¿Y por qué quieres eso?
Estábamos bien juntos, Tanna. Malditamente bien.
—Lo sé.
—Entonces, ¿por qué estás luchando contra esto?
Ella sostuvo su mirada durante diez segundos y después la bajó a su
barbilla.
—Porque no sería una noche. Ambos sabemos que si voy a casa contigo
esta noche, no sería la última vez… sería el comienzo, ya que no podríamos
detenernos porque el sexo es tan espectacular.
—¿Por qué tendríamos que parar?
—Porque querrás más de mí. Y no puedo dártelo. Entonces te sentirás
resentido y enojado por eso y te desquitarás conmigo, incluso cuando te
advertí de antemano que así sería.
Esa fue una evaluación dura. Pero ella no estaba muy lejos de la verdad.
Él había sido el receptor de ese tipo de frustración. Siempre que se
involucraba con una mujer, le advertía desde el principio que su trabajo era
lo primero. También le hacía saber que se ausentaba mucho y era propenso
a cancelar planes sin importar cuánto tiempo llevaran hechos. La mujer
siempre le aseguraba que lo entendía. Pero nunca lo hacía. Primero
empezarían las pequeñas pullas. Seguidas de la hostilidad. Después
lágrimas y acusaciones. Terminando con el gran discurso de ruptura sobre el
idiota desconsiderado que era y ninguna mujer en su sano juicio querría
estar con él.
—¿Fletch?
Miró a Tanna a los ojos.
—Lo siento. ¿Qué dijiste?
—¿En qué estabas pensando?
—En demostrarte que estás equivocada.
—¿Y cómo planeas hacer eso?
Rozó sus labios sobre los de ella.
—Llevándote fuera y follándote hasta dejarte ciega en mi camioneta.
Después de corrernos los dos, al menos dos veces, me iría a casa. Ni
siquiera te llamaría mañana.
Ella resopló.
—¿No es eso lo que quieres? —Fletch le pasó la palma por el culo y
después por la columna—. ¿Una conexión íntima solo durante el sexo?
Puedo darte eso.
—¿Así que ya no seremos amigos?
—Podemos ser amigos, porque me gustas. Pero también seríamos
amantes. —Él le apartó el pelo de los hombros—. ¿Es eso lo que quieres?
Ella presionó su cuerpo contra el de él y besó el hueco de su garganta.
—Dilo—exigió con brusquedad—. En voz alta. Así que no lo entienda
mal.
—Te quiero como más que un amigo.
—¿Y?
—Y… ¿Qué tal si probamos la suspensión de tu camioneta ahora
mismo?
Él se inclinó más cerca.
—Solo si juras que no me vas a dar otra muestra de lo maravilloso que
es entre nosotros y luego te escapas de nuevo.
—Me escapé a la mañana siguiente porque se suponía que iba a ser una
cosa de una noche. Sexo caliente con un hombre caliente. No esperaba que
a un día de mudarme a Muddy Gap te vería. —Las yemas de sus dedos
rozaron sus suaves pómulos—. Y todavía te deseo.
La canción terminó. Manteniéndola agarrada de la mano, rodeó el
escenario y la condujo por la puerta lateral. Se dirigió hacia su camioneta a
buen ritmo.
—Detente—dijo Tanna a mitad de camino.
Cuando se dio la vuelta para preguntarle qué pasaba, ella se lanzó hacia
él.
—Bésame. Quiero que me folles pero quiero que me beses primero,
porque sabes besar.
Su boca se encontró con la de ella inmediatamente. Ávidamente. Su
lengua buscó la de él, deslizándose y acariciando. Su cabeza se movió para
profundizar el ángulo.
Sus manos estaban sobre él. Él quería más. Piel con piel sería un buen
punto de partida. Se obligó a soltar su boca.
—Vamos.
—Mi camioneta está aquí. —Y, él notó que ella miraba hacia el frente
del bar. Tanna abrió la puerta del pasajero y dijo—. Tú primero.
Fletch subió, agradecido de que tuviera una gran diésel que le dejaba
mucho espacio en la cabina.
Ella se sentó a horcajadas sobre su regazo y cerró la puerta de un golpe.
Apoyó los antebrazos en sus hombros.
—Ahora, ¿dónde estábamos?
—A punto de desnudarnos.
—Compite contigo.
Sin camisa, capturó su boca, besándola con el mismo celo que usaban
sus manos para recorrer su piel tersa. Sus dedos encontraron el broche
delantero del sujetador y entonces sus abundantes pechos fueron suyos para
que los tomara. Soltó su boca y siguió la curva sexy de su cuello hasta el
escote.
—Pon tus manos sobre mis rodillas y arquéate hacia atrás.
—Sí—siseó ella, cuando su lengua húmeda azotó el pezón.
Juntó sus pechos y usó su boca para enloquecerla. Chupando sus
pezones lo más profundo que podía en su boca. Echándose hacia atrás para
frotar su rostro sobre los suaves globos. Usando los dientes para pellizcar
las puntas. Dejando que sus pulgares acariciaran la parte inferior de la carne
pesada. Enterró su rostro en el escote.
—Quiero deslizar mi polla aquí.
—Fletch. Por favor.
—¿Por favor qué? —Le lamió el pezón derecho, observando cómo se
ponía rígido.
—Por favor, ¿podemos quitarnos el resto de nuestra ropa para que
puedas follarme?
—Implicará algunas maniobras.
—No creo que ninguno de los dos sea ajeno al sexo en camionetas. —
Tanna se inclinó hacia un lado y se retorció hasta que sus hombros
estuvieron en el asiento y sus pies en la ventanilla del lado del pasajero.
Levantando las caderas, se desabrochó y abrió la cremallera, bajándose los
vaqueros hasta las rodillas.
Fletch los bajó el resto del camino. Cuando levantó la mirada, ella había
comenzado a deslizar sus bragas por los muslos. Una vez que el trozo de
encaje llegó a las rodillas, él se inclinó y las agarró con los dientes,
levantando sus piernas de la ventanilla una a la vez para quitárselas.
Riendo, ella se sentó derecha.
—¿Necesitas ayuda con tus vaqueros?
—Nop. —Desabotonado y desabrochado, se bajó los vaqueros y bóxers
hasta los tobillos. Se las arregló para mantener su cordura, incluso con una
mujer desnuda y sexy retorciéndose encima de él, y sacó un condón de la
billetera.
Tanna se lo arrebató de los dedos.
—Permítame. —Ella lo abrió y lo miró a los ojos mientras lo hacía
rodar por su eje. Entonces lo besó febrilmente y trató de trepar.
Las manos de Fletch en sus caderas detuvieron el movimiento.
—Te quiero mirando hacia adelante. —Deslizó sus manos hacia abajo,
sus pulgares encontraron el clítoris—. Para que pueda tocarte así.
La lujuria volvió a sus ojos.
—Oh. Buen plan. —Ella se dio la vuelta.
—Espera un segundo. —Él se deslizó hasta que su trasero estuvo medio
fuera del asiento. Sus pies estaban junto a sus caderas, sus rodillas se
extendían por fuera de las de él. Sostuvo su polla en la base y la alineó con
su suave y húmedo coño—. Agarra el tablero. — Se empujó hacia ese
apretado calor. Tan pronto como estuvo completamente dentro de ella, juntó
las piernas.
Ella levantó la cabeza y gimió.
—Me gusta esto.
—Pensé que te gustaría. —Le apartó el pelo a un lado, dejando al
descubierto su piel. Arrastró un beso con la boca abierta desde la parte
central del hombro hasta la nuca—. Móntame, vaquera.
Tanna se levantó de su polla hasta que solo la punta permaneció dentro
de ella. Volvió a dejarse caer, metiendo su polla profundamente.
—¿Qué tal esto?
—Increíble. —Le mordió la oreja—. Úsame como necesites. Tienes las
riendas.
Ella hizo un gruñido. Meciéndose hacia atrás. Rodando hacia adelante.
Observar el movimiento sinuoso de su cuerpo… éxtasis. Sentir su coño
mojado apretando su polla… semejante paraíso que los dedos de los pies se
doblaron en sus botas.
Extendió la mano sobre su hueso púbico, siguiendo su raja hasta donde
estaban unidos. Cubriendo su dedo medio con sus jugos, lo colocó en el
clítoris, frotando círculos en el manojo de nervios mientras la volvía a
besar.
Las ventanas se habían empañado. El asiento chirriaba con cada empuje.
El aire estaba lleno de una respiración agitada y el aroma del sexo. Estaban
en su propio pequeño mundo y era un excelente lugar para estar.
—Lo necesito más rápido—jadeó ella.
—¿Como así?—murmuró, usando estocadas cortas y rápidas.
—Exactamente así. Dios, eso se siente bien.
Fletch capturó su pecho izquierdo. Pellizcando su pezón con el mismo
ritmo que daba golpecitos en su clítoris hinchado.
Tanna jadeó y echó la cabeza hacia atrás. Su coño se apretó en las más
dulces y calientes contracciones mientras su clítoris palpitaba bajo su dedo
acariciándolo. Su jadeo se convirtió en un largo gemido cuando el placer se
apoderó de ella.
Sus movimientos se ralentizaron y Fletch siguió su ejemplo.
Retrocediendo. Acariciándole la piel con manos y boca.
—Eres tan sexy, Tanna. Maldita sea. Podría correrme sólo por oírte
correr.
Ella frotó su mejilla contra la de él, la mitad inferior de su cuerpo
inmóvil.
—¿Qué tal si te ayudo con eso? —Ella le soltó la polla y se dio la vuelta
para mirarlo, metiendo las rodillas debajo de sus axilas. Apoyando sus
manos detrás de ella sobre los masculinos muslos y se impulsó hacia
adelante.
Siseó.
—Dulzura sureña, eso me hará perder.
—Bueno. Muéstrame. Pierde el control por mí.
Se inclinó más cerca, envolviendo una mano alrededor de su nuca para
tomar su boca, la otra mano en su trasero, instándola a moverse más rápido.
Su torso estaba arqueado de modo que sus pezones solo rozaban su pecho
con cada meneo de sus caderas. Tan caliente, sexy y necesario como era
este rapidito, quería más de esto. Quería que ella se arqueara y se retorciera
debajo de él. Sus manos fuertes agarraron su culo mientras la follaba sin
pensar. Sus caliente gemidos entrecortados en su oído mientras él la
atormentaba y torturaba, llevándola al borde una y otra vez.
Esas imágenes, junto con los empujes profundos y constantes, y sus
uñas clavándose en sus muslos empujaron a Fletch al punto en que no tuvo
otro pensamiento coherente en la cabeza mientras explotaba en un estallido
candente de placer.
Pequeños mordiscos en su mandíbula lo devolvieron del estado
nebuloso de estupor postorgásmico.
—Bueno, eso nos calmó los nervios—susurró Tanna.
Él se rio contra su garganta.
—¿Quieres más?
—Mmmjá. No hay vuelta atrás, ¿recuerdas? —Ella arqueó el cuello,
dándole pleno acceso—. Ven a casa. Quédate conmigo toda la noche. Y
mañana. No tendremos que salir de la cama en absoluto.
—Suena como el cielo. —No rompió el humor advirtiéndole que podría,
y probablemente sucedería, ser llamado en algún momento.
Ella suspiró y ronroneó mientras él acariciaba la piel vulnerable debajo
de su mandíbula.
—No quiero que dejes de hacer eso. Dulce niño Jesús, esa boca tuya es
mortal. Pero tengo un calambre en la pantorrilla.
—Entonces desmonta. —Fletch le besó la punta de la barbilla.
—Ayúdame.
Él apretó sus manos sobre su culo para estabilizarla. Por qué agarró su
trasero y no su espalda para realizar esa tarea… bueno, realmente amaba su
culo. Especialmente su culo desnudo.
Ella se subió al lado del conductor. Antes de que ella le pidiera su ropa,
se la entregó, besó su brazo desnudo y le dio una palmaditas en el pecho.
—A menos que quieras que el próximo vuelva a suceder en mi
camioneta, será mejor que dejes de tocarme. —Ella agarró su muñeca y
frotó sus nudillos contra su pezón—. Me gustan estas grandes manos tuyas
y no veo la hora de volver a tenerlas encima. —Ella le besó los nudillos—.
Y otra vez.
Dios. Se estaba poniendo duro.
—Pronto. ¿Tienes… ? —Él señaló su entrepierna.
—Sí. —Tanna le pasó una servilleta de un local de comida rápida.
Después de deshacerse del condón, se enderezó la ropa. La miró para
verla metiéndose la camisa.
—Entonces, ¿te veré en tu casa?
Ella frunció.
—Sé que no puedes dejar tu vehículo aquí con todos los tranquilizantes
para caballos y esas cosas, pero ¿por qué no parece que estarás justo detrás
de mí?
—Oh, planeo estar detrás de ti al menos una vez esta noche. —Él sonrió
—. Pero primero, voy a regresar para asegurarme de que las Mud Lilies
tengan transporte a casa. Realmente parecían estar haciéndose pedazos esta
noche. Eso me preocupa.
—Me lo estás diciendo—murmuró—. Y es dulce de tu parte
preocuparte por ellas..
—Solo hago lo que haría por cualquier amigo.
Tanna sonrió.
—Bueno, no cualquier amigo, espero. No como lo que me acabas de
hacer, amigo.
—Sabelotodo. —La besó con fuerza—. Culo.
—Me gusta tu lado gruñón de cavernícola. —Ella suspiró—. No tardes,
¿de acuerdo?
Capítulo 14
Harper entró en Wild West Clothiers poco después del mediodía, con
el pelo rubio levantado en todas direcciones. Dejó el portabebés en el suelo,
miró alrededor de la tienda y rompió a llorar.
Un poco asustada, Tanna tomó suavemente a Harper de la mano y la
sentó en la silla más cercana a su bebé.
—¿Harper? Si odias dónde coloqué el exhibidor de calcetines y
pantuflas, siempre puedo volver a colocarlo donde estaba.
Eso la hizo llorar más fuerte.
Mientras Harper lloraba, Tanna, presa del pánico, estudió su rostro. Su
piel estaba manchada. Sus ojos hinchados. Sus labios inflamados. La mujer
hermosa, serena y siempre tranquila era un desastre.
—Lo siento. No es el exhibido—.
—Me lo imaginé. ¿Puedes decirme lo que está pasando?
Siguió una larga pausa y Harper se inclinó para ver cómo estaba su
bebé.
—Pobre Jake. La molesta mamá pone su mundo patas para arriba.
El chico no había emitido ni pío.
—Parece que se está adaptando.
—El viaje en automóvil siempre lo calma. —Sus ojos enrojecidos se
encontraron con los de Tanna—. Estoy enloqueciendo porque recibí una
notificación de que mi hermana Liberty resultó herida en el cumplimiento
del deber.
A Tanna se le cayó el estómago. Agarró las dos manos de Harper.
—Oh, Dios mío, Harper, eso es horrible.
—Evidentemente es bastante malo ya que la trajeron de regreso a los
Estados Unidos tan pronto como estuvo estable. Eso es todo lo que me
dirán.
—¿Dónde estaba desplegada?
—Afganistán. Solo le quedaban dos meses allí y hablaba de irse de las
Fuerzas Armadas definitivamente. —Harper se mordió el labio para no
llorar, no era de extrañar que la piel estuviera tan en carne viva—. ¡Esta no
es la forma en que ella imaginaba hacer eso! Entonces pienso, Dios, al
menos no volverá a casa en un ataúd.
—¿Sabes lo que pasó? ¿O el alcance de sus heridas?
Ella negó con la cabeza.
—Así que tengo que volar a Walter Reed para lidiar con esto.
—¿Cuándo vas?
—Hoy. —Ella se pasó la mano por la cabeza, tratando de domesticar su
cabello—. Tengo que llevar a Jake conmigo ya que lo estoy amamantando.
Me da un susto de muerte llevar a mi bebé a un entorno hospitalario donde
los pacientes han estado expuestos a todo tipo de virus extraños de todo el
mundo. Pero dicho eso, no sé qué haré si no me dejan llevarlo a la
habitación conmigo para ver a Liberty. Por mucho que quiera a Bran allí…
tanto como lo necesito allí… tiene un rancho que dirigir y un niño que
cuidar. Es un gran padre, pero Tate te mantiene ocupado. —Ella sollozó—.
No tengo idea de cuánto tiempo estaré fuera.
—¿No tienes otra familia que pueda encontrarte allí y ayudarte?
Ella negó con la cabeza.
—Mi hermana menor, Bailey, también está en el ejército y está
desplegada en Japón. Todas mis amigas están embarazadas o tienen bebés,
por lo que no pueden venir conmigo. Así que tengo que hacer esto por mi
cuenta.
Tanna se sintió muy impotente ante la angustia de Harper.
Entonces Harper respiró hondo.
—Había planeado estar aquí mañana ya que está llegando mi mayor
cargamento del año. Me lleva una semana completa catalogar la mercadería
y siempre he tenido a Tierney o Janie para tratar con los clientes. Esto no
puede esperar hasta que yo regrese. La mercancía no puede permanecer en
cajas por mucho tiempo porque solo hay un período de dos semanas para
decidir las devoluciones. Realmente odio preguntar, pero ¿hay alguna forma
de que tú puedas catalogar toda la mercancía? Eso te obligará a trabajar en
la parte trasera todos los días hasta que esté terminado. Con lo ocupados
que hemos estado, Harlow tendrá que manejar la parte delantera por su
cuenta.
—Por supuesto que lo haré.
El alivio inundó sus ojos y volvió a llorar.
—Gracias.
—Oye. No debería tener que recordarte que es mi trabajo. ¿Tienes
anotaciones o listas del año pasado que me muestren exactamente cómo
quieres que se categorice todo?
Harper asintió y se puso de pie.
—Mi sistema de archivo no tiene sentido para nadie más que para mí,
así que conseguiré los archivos. Podría llevarme un poco. —Su mirada pasó
de la mochila porta bebé a Tanna—. ¿Podrás vigilar a Jake?
—Por supuesto.
Harper desapareció en la parte de atrás.
Tanna se agachó y miró al bebé. Que hermosura. Su pequeña cabeza
parecía estar cubierta de plumas de pollo rubias y blancas. Sus labios se
curvaron en un ceño fruncido y la leche se filtró por la comisura de su boca.
Jake lucía un body vaquero en marrón liso con elegantes costuras blancas
en el centro. Llevaba pantalones de camuflaje. En sus pequeños pies había
calcetines con una cara de mono en los dedos. ¿Quién dijo que los bebés no
pueden estar a la moda?
Una ola de deseo la recorrió. Siempre había esperado tener un par de
bebés y un marido a los treinta y seis años.
Eso podría ser peor. Podría estar camino a algún hospital extraño para
tratar con un hermano herido.
Tanna suspiró. Realmente esperaba tener noticias de su hermano pronto.
Miró al bebé dormido y deseó que se despertara. Tal vez debería
levantarlo y abrazarlo de todos modos. El niño parecía solo.
Ja. Solo quieres abrazarlo y absorber esa dulce inocencia.
El cencerro de la puerta tintineó y miró hacia arriba, esperando un
cliente, pero Bran y Fletch entraron.
Fletch le sonrió. Al igual que Bran Turner, pero su sonrisa no hizo que
su corazón hiciera piruetas como hizo la del doctor.
Te enamoras demasiado rápido, Tanna. Esta es una amistad lujuriosa,
eso es todo.
—Hola, muchachos. ¿Qué pasa?
—Rastreando a mi descarriada esposa. —Bran se agachó junto a Tanna
e inmediatamente extendió la mano para tocar la mejilla de su hijo—. ¿Por
qué duermes en público pero no en casa?
No es de extrañar que Jake no respondiera.
Fletch se inclinó sobre el portabebés.
—Maldita sea, Bran. Es un lindo mocoso. El niño se parece totalmente a
su madre.
—No me cabe duda.
Tanna miró a su alrededor pero no vio a Tate el terror.
—¿Dónde está el hijo número uno?
—En la oficina con Tierney. La loca le está enseñando los números y
que me condenen si el chico no los ha aprendido. Puede contar hasta diez.
Ella y Fletch intercambiaron una mirada divertida ante el orgullo de
Bran.
Jake se retorció y abrió los ojos.
La vista la hizo derretirse. Bebé Jake era un rompecorazones de ojos
azules para empezar.
—Hola, amigo—dijo Bran en voz baja. Movió el asa del transporte y
levantó a Jake, colocándolo en su hombro mientras se levantaba. Dando
palmaditas en la espalda al bebé, dijo:
—Comenzará a quejarse en un segundo. Eso debería traer a su madre
aquí rápidamente.
Efectivamente, Jake chilló y Harper prácticamente llegó corriendo.
—¿Qué…? ¿Bran? ¿Qué haces aquí? —Su mirada escaneó la habitación
—. ¿Y dónde está Tate?
—Lo dejé en casa solo en el garaje con las herramientas eléctricas, un
paquete de fósforos, una pila de pornografía y una botella de vodka. —
Antes de que Harper respondiera, dijo—. Sé cómo cuidar de nuestro hijo,
cariño. Está arriba con Tierney.
—Oh. —Ella frunció el ceño—. Te dije que tenía que hacer una cosa
antes de irme.
—Vine para persuadirte. Tenemos que ponernos en camino para no
perder nuestro vuelo.
Harper se acercó y le quitó al quisquilloso bebé.
—Te refieres a mi vuelo.
Bran negó con la cabeza.
—Voy contigo. Tate también. Él debería estar realmente acabado cuando
lleguemos a Denver. No envidies a la gente que estará en el avión con
nosotros.
—Pero… —Harper parecía completamente desconcertada.
Él le rodeó la cara con las manos.
—No estás haciendo esto sola. Y lo habrías sabido si no hubieras salido
corriendo de la casa antes de que colgaras el teléfono.
—Pero el ganado…
—Estará bien. He contratado ayuda para Les, lo que debería darle un
incentivo para hacer su trabajo y no joder. Ya que ambos sabemos cuánto le
encanta al viejo cascarrabias tener ayudantes bajo los pies.
Harper se rio y sollozó.
—Nada es más importante para mí que tú y nuestra familia. Nada. —Él
presionó sus labios contra su frente—. Liberty también es mi familia. Ser
una familia significa que siempre nos mantenemos unidos, ¿entendido?
Probablemente, Tanna debería haberse alejado para darles privacidad,
pero el amor y la conexión entre estos dos causaron sentimientos
contradictorios dentro de ella: alegría por su obvia felicidad, tristeza porque
nunca podría experimentar eso.
En ese momento Fletch le tomó la mano y se la apretó.
Ella miró hacia arriba. ¡Vaya! ¿Cuándo se habían acercado tanto el uno
al otro?
Pero Fletch también miraba fijamente a Harper y Bran.
Bran le dio un beso en la cabeza a Jake.
—Ahora devuélveme a mi chico. Buscaré a Tate y tú terminas tus
asuntos con Tanna. Cinco minutos. Eso es todo.
Harper murmuró algo y Bran se rio. Entonces se enfrentó a Tanna.
—Bueno. Todas las listas de los últimos tres años están en el archivo en
el escritorio. Tendré el teléfono conmigo, así que si necesitas algo, envíame
un mensaje de texto.
Tanna empujó con la cadera a Fletch.
—¿Ves? Todos en el mundo envían mensajes de texto excepto tú.
—Ahora que voy a vivir aquí por un tiempo, puedo llamar a tu puerta si
quiero hablar contigo.
—Dispárame. Olvidé hacer una cosa. —Harper corrió a la trastienda.
Bran alzó el portabebés.
—Gracias por tranquilizar a Harper, Tanna.
—No hay problema. Pero todavía me parece extraño. Parte de mi
trabajo es rotar la mercadería. ¿Por qué es esto tan importante?
—Porque es la actividad favorita del año de Harper y ahora no podrá
hacerlo. —Se encogió de hombros—. No entiendo por qué le encanta
arrancar los envases de plástico de la mierda y eliminar las arrugas, pero no
me cuestiono lo que la hace feliz. El hecho de que confíe en ti dice mucho.
—Miró a Fletch—. ¿Vienes?
—Sí. Estaré ahí.
Después de que Bran se fue, Fletch bajó sus labios a los de ella, dándole
un beso tan caliente como dulce.
—¿Por qué fue eso?—dijo, un poco sin aliento.
Una sonrisa secreta cruzó su rostro.
—Porque sí.
—Bien, gracias.
—De nada. Entonces, ¿quieres pasar un rato conmigo después de que
termines aquí? Habrá luz del día para que podamos disparar al plato. Hay
un polígono fuera de Muddy Gap.
—¿Me llevarás a una cita de armas?
—Sí. ¿Tienes una escopeta?
Tanna puso los ojos en blanco ante la ridícula pregunta.
—¿De alguna manera olvidaste que soy de Texas?
—Mi error. —La besó de nuevo—. Nos vemos más tarde, dulzura
sureña.
El tiro al plato le haría olvidar el cambio en las horas de trabajo que
significaba que, al menos durante la próxima semana, no podría ir a la casa
de Eli.
Pero no estaba segura de si sentía alivio o decepción.
Capítulo 21
Fletch se dejó caer contra la pared junto a la ventana abierta donde había
estado escuchando a escondidas.
Escuchando a escondidas. A su propia novia como una vecina chismosa
que no tenía nada mejor que hacer que escuchar conversaciones privadas.
En cuanto a escuchar una conversación privada, ésta había sido una
mentira.
Tanna derramó sus entrañas… y sus miedos… a Sutton.
No a él.
Eso lo molestó. No, simplemente dolió.
¿Era un tonto al pensar que habían hecho algún progreso hacía una
semana en el rancho de Eli? ¿No solo por hacer que ella tocara un caballo,
sino para que confíe en él?
Probablemente. ¿Qué habían hecho después de su pequeño avance?
Follado como animales a lo grande. Fletch estaba tan entusiasmado con
la victoria por demostrar que sabía lo que Tanna necesitaba que la había
dominado con sexo rudo, obsceno, caliente, duro y sucio.
Se pasó la mano por la cara. Entonces debería haber hecho… ¿Qué?
¿Exigir que hablaran en lugar de follarla? Mierda, no. Ese no era él. Con
Tanna, podría ser el ser abiertamente sexual que escondía de la mayoría de
las mujeres y ella aceptaba ese lado de él. Había amado ese lado de él. Lo
necesitaba, de hecho.
Entonces, si no pudo hablar contigo, ¿realmente puedes culparla por
hablar con Sutton?
Maldita sea, podía.
Dios. ¿Qué le pasaba? ¿Podría este sentimiento de vacío provenir de los
celos?
No, no celos, no del tipo normal, donde quería golpear la cara de Sutton
porque Fletch sospechaba que el bastardo sarcástico estaba tratando de
convencer a Tanna para que se metiera en su cama. No, estos celos eran
peores porque acababa de darse cuenta de que había un vínculo emocional
entre Tanna y Sutton… y esa intimidad era más dolorosa de soportar. El
bulldogger tenía una parte de Tanna que Fletch no podía alcanzar.
Eso le provocó un sentimiento de traición.
¿Por qué no podía dejar que él fuera el hombre que necesitaba? ¿En la
cama y fuera de la cama? ¿Por qué quería la ayuda de Sutton?
¿Especialmente cuando Sutton Grant era un imbécil engreído?
A Fletch realmente le gustaría regresar al tipo a Colorado de una patada.
Agradable. Una forma de llegar al verdadero problema con esa actitud
mezquina y juvenil de golpearse el pecho. Fletch sabía que eso no tenía
sentido, pero el hecho de que fuera consciente de ello no significaba que
pudiera detenerlo.
Cuando miró al otro lado del camino para ver a Harlow mirándolo desde
el establo, rápidamente volvió a entrar.
Esta mierda daba vueltas y vueltas en su cerebro sin forma de detenerla.
Necesitaba aclarar su mente. Tan pronto como terminara esta tarde, se iría a
casa por unos días para tratar de ganar algo de perspectiva.
Con Sutton como su confidente, Tanna probablemente no notaría que se
había ido.
Capítulo 24
A última hora de la tarde del día siguiente, Tanna vio a Harlow entrar
tranquilamente en el salón a la hora del cierre. Ella rezumaba atractivo
sexual simplemente caminando por la habitación, incluso cuando no había
un hombre a la vista para impresionar. Tanna no tardó en darse cuenta de
que Harlow no estaba actuando como una gatita sexual. Con su cabello
rubio casi blanco, abundancia de curvas, grandes ojos azules, boca llena y
forma de hablar sin aliento, Harlow Pratt era una chica de calendario pasada
de moda en persona. Y a Tanna le gustaba más de lo que admitiría,
especialmente no a Harlow.
—Hola, ramera, ¿qué te trae por aquí?
—Ese no es un buen apodo.
—Es con la intención de divertirse, lo prometo.
Harlow miró alrededor del bar vacío.
—Un montón de madrugadores descansando en Split Rock esta semana.
—No es que me esté quejando. Porque la próxima semana podría ser
completamente diferente.
—Ya que saliste temprano, ¿tienes grandes planes para esta noche?
Tanna limpió la encimera y enjuagó el trapo antes de responder.
—Nop. ¿Tú sí?
—Esperaba otra hoguera, pero parece que no hay nadie esta noche. Lo
cual es extraño porque Tobin siempre está cerca. Hablando de Tobin… te vi
en los corrales anteayer hablando con Sutton y Tobin.
—¿En serio? No te vi.
—Me desvié buscando a Renner. —Apoyó los codos en la barra—.
¿Qué está pasando contigo y Sutton?
—¿Por qué me preguntas eso?
—¿Por qué responderías una pregunta con una pregunta?
Sabelotodo.
—No pasa nada. Sutton y yo somos solo amigos. ¿Por qué?
—Porque se veía muy diferente a 'solo amigos' desde donde estaba
parada.
—¿Y dónde fue eso?
—Justo dentro del establo. ¿El de la puerta grande? Estaba abierto. Un
montón de nosotros estábamos parados allí.
—Estoy confundida sobre el por qué mencionas esto, Harlow.
—Porque creo que estás cometiendo un gran error al descartar a Fletch
por Sutton.
La mandíbula de Tanna casi golpea la barra.
—Dulce Señor, chica, ¿has perdido tu siempre amada mente? ¿De qué
demonios estas hablando?
—Mientras estaba en el establo, vi a Fletch al otro lado del camino en el
otro edificio, mirándote. Me rompió el corazón. Te vio en esa intensa
conversación con Sutton. Se veía tan… triste.
Eso le provocó una repentina punzada. La tristeza era una rareza en el
despreocupado Fletch. ¿Y pensar que ella había tenido algo que ver con la
causa, incluso accidentalmente? Dolió diez veces más.
—Creo que entendiste mal. Fletch sabe que soy amiga de Sutton.
—Creo que has malinterpretado a Fletch si no crees que le molesta tu
amistad…—hizo comillas al aire—.. con Sutton. ¿Porque lo que vi? ¿Y lo
que vieron todos los demás en los corrales? Seguro que no parecía una
amistad.
Ella miró a Harlow, demasiado atónita para hablar.
—Sé que piensas que no sé de lo que estoy hablando porque soy
considerada una calientapollas. Pero parte de la razón por la que soy tan
buena para saber hasta dónde llevar la provocación es porque conozco a los
hombres. Soy toda una profesional en la lectura del lenguaje corporal
masculino y bien podrías haber pateado a Fletch en las bolas. Tus acciones
lo lastimaron mucho, Tanna.
—Entonces, ¿por qué diablos no me dijo algo?—exigió ella.
—Porque es demasiado mayor para jueguitos. Apuesto a que no has
sabido nada de él.
No lo había sabido. No por dos días. Se había preguntado por qué, pero
no quería parecer una de esas novias insistentes, necesitadas y pegajosas
que insistían en pasar todos los días con su amante.
Entonces cayó en la cuenta y su estómago se desplomó. Probablemente
había escuchado toda la conversación entre ella y Sutton. El hecho de que
hubiera descubierto su alma, sus miedos a Sutton, en lugar de a él, lo
cortarían mucho más profundamente de lo que podría haber parecido un
coqueteo inofensivo.
—Fletch es del tipo que simplemente dejará de venir en silencio y
desaparecerá de tu vida. —Los ojos de Harlow buscaron los de ella—.
Quizás estás acostumbrada a folladas circunstanciales con los vaqueros en
la carretera y no conoces otra forma de actuar. Es tu prerrogativa coquetear
con cualquier tipo que se cruce en tu camino. Así como es decisión de
Fletch marcharse. No lo culpo. Se merece algo mejor a cómo lo has tratado.
Los ojos de Tanna se entrecerraron.
—¿Es aquí donde me dices que puedes tratarlo mucho mejor?
Harlow emitió una risa sensual.
—¿Ves esa chispa de celos? Eso significa que no estás de acuerdo con
que me acerque al sexy veterinario. ¿Por qué demonios pensarías que sería
diferente? ¿Especialmente verte tomados de la mano y susurrando a Sutton
el sexy bulldogger?
—Entonces, si no estás detrás de Fletch… ¿Es esta pequeña
conversación franca porque quieres intentarlo con Sutton?
Ella rio de nuevo.
—¿Solo entre nosotras? Podría tener a Sutton si lo quisiera. No hay
ningún desafío en eso. El desafío es conseguir al tipo que te desea tanto y,
sin embargo, actúa completamente ajeno a ti. Quizás incluso un poco
groseramente. Ahí es cuando las cosas se ponen interesantes. —Harlow se
bajó del taburete—. Sin posibilidad de hacer una hoguera, me voy a dar un
largo baño en la tina y a tomarme una botella de vino.
Tanna no pensó en nada más en el camino de regreso a su remolque.
Todas las luces estaban apagadas en la casa de Fletch y su camioneta no
estaba. Revisó su teléfono.
Fletch no había respondido a sus mensajes de voz.
Solo para probar la teoría de Harlow, le envió a Fletch un mensaje de
texto, Te extrañé hoy.
Pasaron treinta y cinco minutos. Él no llamó.
Siempre llamaba porque se negaba a enviar mensajes de texto.
Suficiente. Hora de averiguar qué está pasando.
Tanna entró en Rawlins. Su GPS parecía llevarla a una feliz
persecución, pero nunca habría encontrado el lugar sin él. No estaba segura
de lo que esperaba de la casa de Fletch, pero estaba bastante atónita cuando
apareció a la vista.
La estructura estaba ubicada entre dos colinas al final de un tosco
camino de grava. El revestimiento era de madera. Ella notó que la parte
trasera se extendía más allá de la ventana de vidrio y formaba como dos
alas, dándole una apariencia de pájaro. Un camino de entrada circular se
curvaba alrededor de un pequeño grupo de arbustos.
La luz de la ventana delantera estaba encendida. La camioneta de Fletch
estaba en el camino de entrada en lugar de en el garaje. Se obligó a subir los
anchos escalones que conducían a la puerta principal. Tocó el timbre de la
puerta y el sonido resonó en la casa. Parecía que había pasado toda una vida
antes de que se abriera la puerta.
Fletch pareció sorprendido de verla.
—Tanna. ¿Qué haces aquí?
—Buscándote. No has estado en Split Rock y no has respondido a mis
mensajes de texto o llamadas telefónicas, así que me preocupé y pensé en
venir a verte. —Él no parecía que hubiera estado enfermo. Llevaba su ropa
holgada, pantalones cortos deportivos negros y una camiseta sin mangas
que se amoldaba a la parte superior de su cuerpo. Pero tampoco parecía
particularmente feliz de verla.
—Entonces, ahora que sé que estás bien, me iré. —Ella se dio la vuelta.
La puerta chirrió y dos manos enormes se enroscaron sobre sus bíceps,
impidiéndole escapar. Después sus brazos, esos grandes brazos fuertes, se
deslizaron alrededor de ella y su boca jugueteó con su oído.
—Quédate.
—No tienes que decir eso si no me quieres aquí.
—Te quiero aquí. Simplemente no te esperaba. Me desconcertaste. —Le
acarició la oreja—. Entra por favor.
—Ok
Fletch la levantó como si no pesara nada y la llevó adentro.
Tan pronto como la bajó, ella le rodeó la cintura con los brazos y apoyó
la cabeza en su pecho. Escuchando los fuertes y rítmicos latidos de su
corazón. Inspirándolo, el aroma del algodón limpio y su almizcle picante.
El aroma que había extrañado.
Fletch le acarició el cabello en silencio.
—Lo siento.
—¿Por?
—Por ser como soy.
—Dulzura sureña, me gusta tu forma de ser. Entonces, ¿de qué se trata
realmente todo esto?
Tanna echó la cabeza hacia atrás. Tentada de esquivar el tema y
seducirlo. No diría que no. Pero se obligó a abordar esto de frente.
—Sabes que no hay nada entre Sutton Grant y yo, ¿verdad?
—Me lo había preguntado.
—¿Por qué?
—Un par de cosas guiaron en esa dirección.
—¿Como qué?
Su mirada se endureció y sus manos se apretaron sobre su cabeza.
—¿Por qué dejaste mi cama la otra mañana?
Él lo había notado. Así que soltó despreocupadamente:
—Me desperté temprano y no pude volver a dormir. No pensé que
debías sufrir por mi inquietud, así que me fui.
Las manos de Fletch se apartaron. Sabía que él no se tragaba su mentira.
—Muy considerado de tu parte.
Ella sonrió.
—Lo intento.
—¿Entonces no sospechaste que tu grito espeluznante antes de salir de
mi cama podría haberme despertado?
—¿Qué?
—No hagas eso, Tanna.
—¿Hacer qué?
—Mentirme. Ya que condujiste hasta aquí y estás tan preocupada por
mí, al menos dame la maldita cortesía de ser honesta conmigo. —Él giró
sobre sus talones. Caminó por el pasillo y regresó—. Sé que no estás
follando con Sutton Grant. Pero hay una parte de mí que desearía que lo
hicieran.
Su boca se abrió.
—¿Por qué me dirías eso?
—Porque entonces tal vez entendería por qué estás recurriendo a él en
lugar de a mí. Recibo tu afecto físico, pero cuando se trata de problemas
emocionales, me apartas. Huiste despavorida de mi cama, Tanna. ¿Y la
persona que recibe la explicación es…Sutton? ¿ No yo? —Fletch respiró
hondo—. ¿De verdad pensaste que no querría saberlo? Soy el tipo del sexo
divertido, ¿verdad?
—¡No! Eres mucho más que eso.
—Pruébalo. Háblame de la pesadilla, porque la pasaste por alto cuando
Sutton te preguntó al respecto.
Entonces Fletch si había escuchado su conversación. Tanna se abrazó y
retrocedió.
—Se trata de mi madre y Jezabel. Estoy en medio de mi carrera y
derrapamos alrededor del segundo barril, como aquella noche. Pero en lugar
de estrellarse como lo hicimos nosotras, Jezabel se encabrita y estoy
enredada en los estribos, siendo arrastrada debajo de ella. La yegua está
sangrando. Los huesos rotos se le clavan en la piel. De alguna manera sé
que solo tiene un ojo y nos dirigimos hacia la puerta a una velocidad
vertiginosa. No puedo detenerla. Se está matando para terminar la carrera.
También me está matando para terminarla. Le estoy gritando que se
detenga. Cuando miro hacia adelante, veo a mi madre parada en medio de la
puerta abierta. Le estoy gritando que se mueva pero ella se queda ahí.
Sonriendo, con esa sonrisa orgullosa… y cuando Jezabel la golpea a toda
máquina, escucho el grito de mi madre, el de Jezabel y finalmente el mío.
Entonces me despierto. No puedo asegurarme de que solo fue un mal sueño.
La realidad es que mi madre está muerta, mi caballo está muerto y yo
deambulo perdida.
Fletch la rodeó con los brazos, abrazándola con fuerza para que no
pudiera apartarse. No la presionó para que hablara u ofreció tópicos.
Parte de ella hubiera preferido esa reacción de él. Este consuelo
silencioso era desconcertante sobre todo porque entendía que eso era
exactamente lo que ella necesitaba.
Él se echó hacia atrás y le secó las lágrimas.
—Quizás no lo he dicho lo suficiente, pero lamento todo lo que has
pasado.
—¿Puedes ver por qué algunos días solo quiero cubrirme la cabeza con
las mantas y esperar que los últimos dos años hayan sido un sueño?
—Entonces nunca nos hubiéramos conocido.
Ella entrelazó sus brazos alrededor de su cuello.
—Pero eso podría haber sido lo mejor. Soy un tren descarrilado, Fletch.
¿Por qué abriste la puerta esta noche?
—Porque no creo que seas un tren descarrilado. Eres un desastre
algunos días, pero no has descarrilado por completo. —Fletch trazó el
contorno de su rostro con el borde romo de su pulgar.
Tanna sintió ese tirón de necesidad sexual desde la punta de los dedos de
la mano hasta la punta de los pies, solo ese simple gesto la llenó de deseo.
Pero había usado el sexo como una distracción con él demasiadas veces y
era hora de señalar que él hizo lo mismo.
—Tienes que pensar realmente en esa declaración cuando no estoy
apretada contra tu dura polla. Cuando no te sientes todo suave y tierno y
sientas compasión por mí. —Colocó un dedo sobre sus labios cuando él
comenzó a discutir—. Sabes que tengo razón. Lo entendería si has
cambiado de opinión acerca de involucrarte, aunque sea temporalmente,
con alguien como yo.
—No voy a cambiar de opinión sobre nada, dulzura sureña. Pero
tampoco estaré más compartimentado. No tengo ningún problema con que
seas amiga de Sutton. Pero tengo un problema con que le cuentes cosas que
deberías contarme a mí. Será mejor que te sientas tan cómoda hablando
conmigo como follándome. ¿Tenemos claro eso?
Bien, entonces. No malinterpretes esos términos.
—Eh. Sí. Yo... ¿Podemos terminar de hablar de esto ahora mismo?
Esos feroces ojos castaños dorados se entrecerraron.
—¿Por qué?
—Porque realmente quiero que me muestres esta elegante casa suya,
Doc.
Fletch sonrió.
—Eso, puedo hacerlo. Vamos. —Él la tomó de la mano mientras la
conducía al interior. La luz entraba a raudales por las ventanas, cayendo
sobre los suelos de madera del color de la cálida miel. Todo el espacio era
abierto. Los muebles de cuero de gran tamaño estaban colocados frente a
una chimenea de piedra. La cocina no era enorme pero aprovechaba bien el
espacio. Contaba con una isla con una estufa rodeada en la parte frontal por
una barra de desayuno.
—Gran cocina—comentó ella—. ¿La usas mucho?
Él se encogió de hombros.
—Normalmente no estoy aquí lo suficiente para cocinar mucho. Mi
padre viene y se entretiene.
Tanna admiró las obras de arte que adornaban las paredes. De temática
nativo americana, abarcaba desde escenas pintadas en pieles de animales,
hasta diferentes tipos de armas antiguas y dibujos aparentemente pintados
por niños. Se detuvo en seco al ver la escultura de metal de más de un metro
ochenta de altura. Sin buscar la firma del artista, sabía que este trabajo era
creación del mismo tipo que había hecho el arte en Split Rock.
La pieza era una mezcla de piezas metálicas: cadenas, platos, trozos de
tubería, herraduras, cubiertos, picaportes, misteriosos trozos de basura que
no podía nombrar. Pero de alguna manera, todo se mezclaba para crear un
tipi. Incluso las partes que se suponía que se asemejaban a ondas de tela o
piel de animal estiradas alrededor de la base estaban forjadas con láminas
de metal. Era una de las esculturas más notables que había visto en su vida.
Pasó el dedo por los postes del tipi que sobresalían de la parte superior,
elaborados con secciones gruesas y oxidadas de varilla.
—Esta pieza me vuela la cabeza por completo.
—Braxton realmente anotó un homerun con ésta. —Fletch se rio entre
dientes—. La encargué cuando Braxton era un artista desconocido y
necesitaba dinero. Sigue intentando comprármela para exponerla en una
galería de arte, pero sigo negándome. Es realmente la primera cosa genial
que compré para mí que hablaba de mi raza.
—No te culpo por mantenerla en privado. —Tanna miró hacia la pared
opuesta. Tenía un elaborado escudo familiar, hecho como un árbol
genealógico con ramas en todas direcciones. Encerrado detrás de un vidrio
porque parecía pintado a mano. Ella arqueó una ceja hacia él—. ¿Y eso?
—La familia de mi padre es escocesa. Él sabía que me había interesado
mi herencia india, así que quería asegurarse de que también tuviera esa
parte de mí.
—Adorable.
—¿Quieres que continúe la gira?
—Adelante, MacDuff.
Fletch gimió.
—Al menos no solté un grito de guerra indio.
Él gimió de nuevo.
—Realmente no tienes filtro, ¿verdad?
Tanna se quedó helada.
—¿Eso te molesta?
Él sonrió y se inclinó para rozar con la boca su frente arrugada.
—Nop. Es una de mis cosas favoritas de ti.
El amplio pasillo se abría a una gran sala.
—Está demasiado oscuro para ver la parte de atrás, pero hay un prado y
árboles con un pequeño arroyo.
—¿Tienes agua?
—Sí. ¿Por qué?
—Celia me contó que el agua era un bien difícil de conseguir aquí en el
desierto de las llanuras altas.
—Lo es. Probablemente por qué pagué unos cuantos billetes por este
terreno. Aunque, el tipo bajó el precio cuando le dije que no era como si
pudiera criar ganado más allá de uno o dos caballos.
Ahora que lo mencionó… ella no había visto perros ni gatos.
—¿No tienes animales?
Él negó con la cabeza.
—Mi práctica no me deja tiempo. Si hay algo que he aprendido, es
necesario cuidar de los animales. No sería justo dejar a un perro solo
durante dieciséis horas y no puedo llevar uno conmigo.
—Cierto. —Hizo un lento círculo en la habitación—. Entonces. No hay
televisión aquí, ¿eh?
—¿Con esta vista? No por eso está en el estudio junto a la chimenea.
—Oh. No me di cuenta. —Sin duda, ésta era la cueva de un hombre
soltero. Muebles grandes y cómodos. Mesas de café resistentes, invadida
por pilas de revistas—. Entonces, ¿ese es parte del material de lectura que
necesitas poner al día?
—Eso no es ni la mitad.
Fletch tiró de ella hacia una puerta cerrada en el lado derecho y se abrió
a su dormitorio.
La cama gigantesca era la obra maestra de la habitación. Más grande
que una cama King Size y al menos treinta centímetros más alta que la
cama con dosel más grande que había visto. El edredón era de color canela,
las almohadas eran de color azul marino y una colcha de estrellas estaba
acomodada a los pies de la cama.
Tocó la punta de una estrella roja vibrante.
—Eso es realmente bonito.
—Una cosa que mi madre no logró empeñar—dijo secamente.
Por mucho que Tanna quisiera una mirada más detallada a su
dormitorio, cambió a un tema neutral.
—¿Cuántos dormitorios tiene esta casa?
—Tres. Usamos una estructura en A para la parte delantera de la casa y
hay un dormitorio en el área del desván. Me golpeaba la cabeza contra el
techo, así que necesitábamos expandirnos. Holt construyó la suite principal
en un lado. En el lado opuesto hay otra habitación que uso como oficina en
casa y una sala de ejercicios. —Abrió una puerta—. El baño está aquí.
Tanna entró en el baño de azulejos esmaltados negros y la envidia la
invadió. Le recordó al baño del rancho. Se habían colocado tres cabezales
de ducha a diferentes alturas y la puerta de vidrio opaco podía deslizarse
hacia atrás para una ducha abierta o una cerrada para una más íntima. El
tocador tenía dos lavabos de cobre martillado y la altura de la encimera
rozaba la parte inferior de su caja torácica. Pero obviamente tenía la altura
adecuada para Fletch. El baño estaba en un área cerrada con una puerta
corrediza. Toda la mitad superior de la pared opuesta al espejo y el tocador
eran ventanas.
—¿No hace frío aquí en el invierno con todas estas ventanas?
—Realmente no. El vidrio es térmico, por lo que mantiene el aire
caliente dentro.
Cruzaron la extensión del dormitorio de regreso al pasillo y siguieron
caminando hacia otra puerta.
La oficina tenía la mitad del tamaño de la gran sala. Una pared entera
eran estanterías del suelo al techo, llenas de libros.
—Santo Cielos. ¿Has leído todos esos?
—En su mayoría. Tengo una extensa biblioteca de libros de
investigación. Aunque trato principalmente con animales grandes, surgen
cosas con las que nunca antes había tratado, así que necesito un marco de
referencia. Y me gusta tenerlo al alcance de la mano.
Esta oficina lo tenía todo. Alfombra de felpa. Tonos que podían
bloquear el sol por completo. Un televisor de pantalla plana estaba colgado
de la pared. En el centro del escritorio había un gran monitor de
computadora. Una máquina de fax, un escáner, dos impresoras estaban
apiladas junto al teclado. Ella lo miró.
—¿Trabajas mucho desde casa?
—Sobre todo los fines de semana. Algunos clientes tienen cámaras de
video y pueden cargar enlaces de video en vivo de sus animales, lo cual es
útil porque a veces puedo diagnosticar a través de Internet en tiempo real.
Esa habilidad me ha salvado varios viajes. —Suspiró—. Debería trabajar
desde aquí con más frecuencia, ya que en realidad es mucho mejor que mi
oficina en Rawlins.
Ella frunció el ceño. Entonces, ¿por qué no querría tener toda esta
información a su alcance cuando estaba investigando? ¿Por qué iba a dejar
todo atrás estando de licencia y vivir en un remolque de mierda?
Porque tú estás ahí.
Esa percatación la congeló en el lugar. Fletch sabía que ella no
conduciría hasta Rawlins durante sus vacaciones, así que acudió a ella
porque no había dudado sobre que la deseaba.
¿Viendo a todo lo que estaba renunciando? ¿Solo por la oportunidad de
estar con ella, aunque sea temporalmente? Hablaba de humildad.
Le sonrió alegremente para ocultar su timidez.
Sus ojos se entrecerraron con sospecha.
—¿Qué?
—¿Cuánto tiempo llevas viviendo en este hermoso lugar?
—Cuatro años. Holt trabajó en el diseño durante seis meses después de
que compré el terreno. Ambos estuvimos contentos con el resultado.
—Deberías estarlo. —Tanna se estiró para pasar los dedos por su
cabello. Tan grueso y largo. Le encantaba la forma en que se arrastraba
sobre su piel mientras él besaba su torso. Le clavó las uñas en la nuca y tiró
de su boca hacia la de ella para darle un beso caliente y húmedo.
Ellos retrocedieron simultáneamente del beso que los había dejado sin
aliento.
Entonces las manos de Fletch tomaron su rostro, inclinando su cabeza
para mirarla a los ojos.
—¿Ya comiste?
—No.
—¿Me dejarás darte de comer?
¿Lo decía literalmente?
Sus ojos estaban oscuros con una extraña posesión masculina, como si
prefiriera que ella se entregara a su cuidado, pero no lo exigiría.
—Sí
—Quiero que te quedes conmigo esta noche.
—Me gustaría—admitió ella en voz baja.
—Bien. —Fletch depositó el beso más cálido y dulce en sus labios—.
Ven a la cocina. —Agarrándola de la mano, la condujo a través de una
puerta arqueada. Entonces la levantó y la puso sobre la encimera—. No te
muevas. Te traeré la comida.
Tanna lo observó mientras cortaba salami picado y un queso blanco duro
con remolinos de amarillo. Cortó pan de grano grueso en rectángulos y
tomates cherry por la mitad. Añadió aceitunas verdes y pequeños pepinillos
dulces. Echó mostaza, mayonesa y pesto en un plato, esparciendo los
colores en una paleta de artista. Abrió una botella oscura y se la acercó a los
labios.
—Es sidra fermentada. Va bien con los bocadillos ligeros.
Bebió un sorbo y las burbujas estallaron en su lengua. Sabía a cerveza
cítrica con gas.
—Mmm.
Fletch tragó un bocado. Se metió entre sus piernas y tiró de ella hacia
adelante hasta que sus pelvis estuvieron alineadas. Cuando Tanna movió las
palmas de las manos a sus caderas, él negó con la cabeza y le levantó las
manos.
—Yo te toco. —Le besó los nudillos—. Yo te alimento. —Le besó la
otra mano—. Simplemente siéntate y deja que te vea.
La indignación que esperaba nunca llegó.
Él comenzó a alimentarla. Un trozo de pan bañado en pesto. Una
aceituna y un trozo de queso. Un sorbo de sidra. Mientras la alimentaba, la
tocó. Primero, un roce de sus dedos por el cuello. A continuación, arrastró
los nudillos por su clavícula. Apartó el cabello de su rostro. Recorriendo la
mandíbula mientras masticaba. Deslizando las yemas de los dedos hacia
arriba y hacia abajo por sus brazos. Pasando su pulgar por el pliegue del
codo.
Su corazón se aceleró. La excitación por su atención inquebrantable
hizo que su pulso se acelerara y lo sintiera en todas partes. En sus labios. En
su garganta. Entre los muslos.
Las suaves caricias, los besos robados, la forma en que su respiración
abanicaba su piel húmeda o le acariciaba la oreja, cada centímetro de su piel
estaba muy sensibilizado y ansiosa por su toque.
Y Fletch siguió nutriendo su cuerpo y alma. Un bocado de pepinillo
dulce. Un trozo de carne bañado en mayonesa. Un trozo de tomate picante.
Intercalando besos, lamidas y besos tiernos.
Tanna estaba absolutamente borracha con él.
Cuando el plato estuvo vacío, le acarició con la nariz el hueco del
cuello.
—¿Todavía hambrienta? Puedo cortar más.
—Estoy bien. Gracias.
—Hora del postre.
—Fletch, yo estoy…
—Solo un par de bocados. —Le pasó la lengua por la oreja—. Dulces
bocados.
—Puedes llenarme con mordiscos de azúcar como ese en cualquier
momento.
—¿Mordiscos de azúcar?—repitió contra su cuello.
El calor de su aliento le hizo cosquillas más que solo en su piel húmeda.
—Así es como los texanos llamamos a estos dulces besitos. Mordiscos
de azúcar.
—Supongo que encaja, porque, cariño, podría devorarte. Mordisco—
apretó los dientes en el lóbulo de la oreja y tiró—por mordisco.
Sí, por favor.
—Espera un segundo. Estoy sedienta.
—Permítame. —Levantó la botella y le ofreció otro trago. El exceso de
sidra se derramó por las comisuras de la boca y goteó por su cuello. Ella
levantó la mano para limpiarla, pero él detuvo el movimiento y murmuró—.
Yo me encargo.
La sensación de su cálida lengua lamiéndola delicadamente hizo que se
le pusiera la piel de gallina en todo el cuerpo.
—Vuelvo enseguida con algo más dulce que tú.
Tanna cerró los ojos y lo escuchó hurgar en la nevera. ¿Qué le daría de
comer? ¿Sirope de chocolate? ¿Crema batida? ¿Helado?
Lo escuchó acercarse y las caderas de Fletch presionaron contra el
interior de sus muslos. Una mano agarró un puñado de sus cabellos,
inclinando su cabeza hacia atrás y saqueó completamente su boca con un
beso caliente y húmedo que electrificó cada terminación nerviosa de su
cuerpo. Ella gimió. Se arqueó contra él. Pero Fletch no la acercó más. Él se
echó hacia atrás, sus labios a un susurro de distancia.
—Mírame.
Lentamente levantó los párpados. El hermoso hombre permanecía a
centímetros de distancia, mirándola a los ojos.
—Abre la boca.
Sus labios se separaron automáticamente. Sus dedos se deslizaron entre
sus dientes y dejó caer algo en su lengua. Presionó el objeto contra su
paladar duro. El sabor a arándano se extendió por su lengua. Ella tragó y
sonrió.
—¿Te gusta?
—Mmmjá.
Fletch llevó otra baya a los labios.
Pero ella atrapó las yemas de sus dedos entre los dientes, haciendo girar
su lengua alrededor de las puntas antes de chupar la fruta.
La excitación que brillaba en los ojos de Fletch envió una oleada de
calidez a través de ella.
—Otra.
Tanna separó los labios, esperando que se repitiera, pero él le recorrió el
interior del labio con una frambuesa gorda, moviéndola tan lentamente que
sintió el contorno de cada semilla en la suave carne del interior de su boca.
Él repitió el proceso en su labio superior, sus ojos siguiendo con avidez la
carne húmeda y manchada de bayas. Cuando terminó, ella sacó la lengua y
él colocó la baya suave en la punta. Se la llevó a la boca y la chupó,
sintiendo que la fruta se partía.
La siguiente frambuesa que le dio de comer estaba cubierta de azúcar. Él
la apretó contra sus labios, soltando el jugo y volviendo pegajosos los
gránulos de azúcar. Le lamió y chupó la boca con tal erotismo que ella casi
olvidó respirar.
—Tanna—susurró sexualmente contra la comisura de su boca—.
Entrégate a mí esta noche. Déjame ocuparme de todas tus necesidades. No
tienes que pensar, solo sentir. —Comenzó a besarla directamente en la
garganta mientras sus dedos se retorcían en su cabello.
—¿Por qué? Yo debería ser…
La boca de él devoró la de ella hasta que olvidó lo que estaba a punto de
decir.
—Compláceme.
¿Complacer? Ese tono ronco sonó más como una orden.
Pero a ella no le importaba. Quería ese lado dominante, pero sensual y
cariñoso de Fletch. Le gustaba cómo la cuidaba. Ningún hombre se había
molestado antes, así que realmente no sabía cómo actuar cuando la trataba
como a alguien especial. Casi con reverencia.
Tanna lo miró a los ojos y dijo:
—Considérate complacido.
Capítulo 26
Con la cálida brisa que entraba por las ventanillas abiertas de la cabina
de su camioneta y su sentido de anticipación, Fletch casi podía imaginar
que este era el comienzo de sus vacaciones en lugar del final.
¿Dónde diablos se habían ido seis semanas? Seis semanas antes se había
preguntado cómo ocuparía su tiempo. Ahora hizo una lista mental de todas
las cosas que no había hecho.
Había pasado una semana y media desde el incidente del caballo, al que
Tanna se refería como “el día en que la mierda golpeó el ventilador” y las
cosas nunca habían estado mejor entre ellos. Incluso cuando sabía que era el
principio del fin.
La había convencido de que pasara los dos últimos días de su licencia
con él en el lago.
—No vamos a dormir en un tipi, ¿verdad?—preguntó ella,
interrumpiendo sus pensamientos.
Fletch suspiró.
—¿De verdad fuiste allí, Tanna?
Ella rio.
—Es broma. Solo quería escuchar ese suspiro exasperado. Es sexy como
el infierno.
—Debería girarte sobre mi rodilla y zurrar tu trasero. Esos gritos que
haces son muy sexys.
—Estoy a bordo, pero solo si me tiras del pelo también—arrulló ella—.
Me encanta cuando te pones todo machote y te haces cargo de mí.
—Recuerda que dijiste eso. —Fletch se llevó la mano a la boca y la
besó—. Esta cabaña es rústica. Pero tiene agua corriente. Y un muelle
decente.
—¿Un barco?
—Una vieja canoa de pesca.
—¿Así que nada de esquí acuático? Maldición.
—¿Esquí acuático?
Tanna negó con la cabeza.
—Siempre quise intentarlo, pero sería mi suerte si me despatarrara y me
hiciera mierda la rodilla de nuevo.
—Las embarcaciones motorizadas no están permitidas de todos modos.
—Él movió las cejas—. Tendrás que recostarte en el muelle en bikini.
—Mientras sostengo una caña de pescar. Porque soy una maldita
pescadora.
—Me alegro de que alguien lo sea—murmuró él—.Traje filetes por si
acaso.
—¿Filetes de búfalo?—dijo en broma ella.
—Te las estás arreglando para que zurre tu culo por los comentarios
indios, ¿verdad?— replicó él, imitando su acento.
Ella rio.
—Me lo merecería.
Sin playa ni botes motorizados, el pequeño lago no atraía a mucha
gente, por lo que el área no había cambiado desde la infancia de Fletch. Se
desviaron de la carretera principal hacia un camino lleno de baches y
cubierto de maleza, un paso por debajo de un sendero de incendios. Los
pinos eran escasos. No crecía mucho verde en el suelo del bosque. El
camino tomó una curva cerrada y llegaron a la parte trasera de la cabaña.
—Aquí estamos.
Tanna se inclinó hacia delante y entrecerró los ojos por la luneta
delantera.
—¿Dónde está el retrete?
—Sin retrete. Tiene un sistema séptico.
—¡Whoo-ee Jim-Bob! Entonces esto de aquí está en la parte alta de la
ciudad.
Si Fletch se hubiera salido con la suya, lo habría llevado todo. Pero la
pequeña señorita Yo Puedo Hacerlo insistió en ayudar. La vigiló para ver si
favorecía su rodilla después de su reciente regreso a la monta.
Ella dejó los sacos de dormir en el suelo y lo miró sonriendo.
—Esto debería ser acogedor.
—Vamos a probarlo. —Fletch apretó a Tanna contra su pecho y aterrizó
en el colchón de espaldas. Él tomó su boca en un beso voraz, manteniendo
sus brazos atrapados entre ellos para poder provocarla, persuadirla…
devorarla como quisiera y que no pudiera hacer nada al respecto. Para
cuando desaceleró el beso, su polla estaba dura.
Presionó sus labios contra su frente.
—Encajaremos, pero uno de nosotros tendrá que estar arriba. Toda la
noche.
Tanna inclinó la cabeza para enterrar la cara en su cuello.
—Suena como algo divertido de probar.
Aflojó su agarre pero Tanna permaneció acurrucada contra él. Pasó los
dedos arriba y abajo por su espalda, más que contento de simplemente estar
tendido con ella así.
—¿Fletch?
—¿Mmm?
—Gracias.
—¿Por?
—Traerme aquí. Por querer pasar tiempo conmigo.
No hay ningún lugar donde me gustaría estar. Nadie con quien
preferiría estar.
—De nada. Odio que mis vacaciones estén a punto de terminar. —
Retorció los extremos de su cola de caballo alrededor de su dedo—.
Desearía que esto fuesen más de dos días.
Tanna besó el punto del pulso en su cuello. La esquina de su mandíbula.
La punta de su barbilla.
—Yo también. Así que será mejor que aprovechemos al máximo el
tiempo que tenemos. —Ella se levantó y se paró junto a la cama,
ofreciéndole una mano para ayudarlo a levantarse—. Vamos a explorar.
—Ve adelante. Estoy justo detrás de ti.
La blusa blanca que la cubría flotó hasta el suelo. Se quitó las sandalias
y agarró una toalla de playa.
Fletch se detuvo junto a la hielera y tomó dos cervezas.
Descalza, Tanna caminó hasta el final del muelle, luciendo deliciosa en
pantalones cortos hechos de unos vaqueros recortados y un sujetador de
bikini amarillo brillante. Se sentó y colgó las piernas por un lado.
Apoyándose en los codos, apuntó el rostro hacia el sol y cerró los ojos.
Él casi tropezó con sus propios pies; la mujer era una gran visión. Se
limitó a mirarla mientras se le formaba baba en la boca y el agua helada
goteaba del fondo de las latas.
Ella abrió un ojo.
—¿Por qué estás ahí parado, respirando con dificultad y bloqueándome
el sol?
Porque te amo.
Su pequeña vaquera de Texas correría si le confesara eso, así que se dejó
caer a su lado y dijo:
—Simplemente admirando la vista, dulzura sureña.
—¿Del lago?
—Nop. Lo he visto decenas de veces.
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
—Estabas mirando hacia abajo, ¿eh?
—Sí. ¿No crees que podría convencerte de que tomes el sol en topless
ya que hoy no hay nadie?
—¿Pero qué pasa si me quemo los pezones?
—Los besaré y los haré sentir mejor.
Ella rio.
—Ya veremos.
—¿Quieres una cerveza?
—Siempre.
Se sentó a su lado, lo suficientemente cerca para tocarla pero no
demasiado para agobiarla, y abrió ambas cervezas, deslizando una hacia
ella.
—Entonces, ¿con qué frecuencia viniste aquí cuando eras niño?—
preguntó ella.
—Una vez al año. Dos si teníamos suerte.
—¿Tu padre todavía viene aquí?
—No tan lejos por lo que sé. Cuanto más envejecemos, más
comodidades deseamos. Papá está en muy buena forma para su edad, pero
tiene problemas de espalda y prefiere dormir en su cama cómoda. —Bebió
un sorbo de cerveza—. Me hace preguntarme cómo le está yendo en el viaje
al extranjero.
—¿No has tenido noticias de él?
—Brevemente para decirme que el horario era muy ajustado y que me
informaría cuando regresaba a casa.
Tanna ladeó la cabeza.
—Lo extrañas.
—Sí. Probablemente suene estúpido.
—Creo que suena maravilloso. —Ella bebió un sorbo de cerveza—. No
extraño a mi padre y trato de no pensar en él en absoluto.
—¿No tienes ningún recuerdo feliz?
—Unos pocos. Pero ahora, incluso esos están contaminados. Me hace
preguntarme qué no había visto cuando era niña. Si solo estaba haciendo los
movimientos porque no tenía otra opción .
—Eres del tipo de vaso medio vacío.
—En este caso, está más que vacío. El vidrio está rajado y se deja a un
lado para ver si se rompe por sí solo. De todos modos, tuve a mi madre y
ella lo compensó con creces. ¿Por qué nunca hablas de tu madre?
Inmediatamente se puso rígido.
—Probablemente porque siento lo mismo por ella que tú por tu padre.
Excepto que me he sentido así desde que era niño. No la conocía lo
suficiente como para estar triste por su fallecimiento. Y nunca entendí por
qué amargaba tanto a mi padre.
—Él debe haber amado algo de ella. —Tanna le lanzó una mirada—.
Incluso si fue solo que le dio a ti.
Fletch le sonrió y le pasó los nudillos por la mandíbula.
—Gracias. Mi padre nunca se casó. Nunca pensé que saliera con
alguien, así que la cosa entre él y Cora realmente me dejó alucinado.
—Yo, por mi parte, estoy feliz de que esos viejos estén teniendo algo.
No quiero ser esa mujer que prefiere hacer diez cosas del hogar que follar a
mi hombre. Espero seguir golpeando la cabecera cuando tenga setenta.
—Yo también. Aunque espero, por Dios, no ser un soltero viviendo en
una casa de ancianos.
—¿Así que quieres la vida con una esposa e hijos?
Lo mantuvo ligero, pero honesto, además de confesar que quería esa
esposa e hijos con ella.
—Sí. He sentido un poco de envidia al ver a mis amigos establecerse.
Pero con las exigencias de mi trabajo, me temo que la señorita Ellie no está
errada al pedirme que espere hasta que crezca. Quizás las cosas se hayan
estabilizado para entonces.
Tanna apoyó la cabeza en su hombro.
—Tus miedos no están justificados, Doc. Probablemente hay docenas de
mujeres que te buscarían como marido. Pero tengo que preguntar si este
alejamiento de tu práctica ha cambiado algo.
Conocerla lo había cambiado todo.
—Me ha recordado por qué no me tomo tiempo libre. No puedes perder
lo que no tienes; ¿sabes de qué hablo? Cuando vuelva al ritmo el lunes, mi
mente estará en estar sentado bajo el sol bebiendo cerveza con una sexy
vaquera.
—Ay. ¿Entonces estarás pensando en mi pequeña persona?
Siempre.
—También estaré recordando todas las mañanas, tardes y noches que
pasamos en la cama.
—El sexo es uno de nuestros puntos más fuertes como pareja.
—Las relaciones se han construido con mucho menos. —Se bebió la
mitad de la cerveza, haciendo una mueca porque ya se había calentado—.
¿Qué pasa contigo? ¿Alguna vez has estado enamorada?
—Docenas de veces. Sobre todo en mi adolescencia y principios de los
veinte. Cada tipo con el que salí se convirtió en el indicado. Es curioso
cómo pensaba eso de todos ellos y ninguno pensaba eso de mí. En algún
momento, y ni siquiera puedo decirte exactamente cuándo, dejé de buscar a
un tipo que me completara.
—Apuesto a que fue entonces cuando realmente empezaste a ganar en el
circuito.
—No me sorprende que lo hayas descubierto. —Ella suspiró—. ¿Qué
pasa contigo? ¿Alguna vez has estado enamorado?
Desde el momento en que te vi.
—Pensé que lo estaba una vez. Desde entonces ha sido más fácil…
—Compartimentar—terminaron simultáneamente y se rieron.
—Como estaba diciendo, ha sido más fácil separar la necesidad de sexo
de la necesidad de una relación.
—Realmente nos parecemos mucho—dijo Tanna en voz baja.
—Bueno, hay algunas diferencias obvias.
—¿Cómo?
—Como tu acento.
—Por favor. Vosotros los norteños sois los que habláis gracioso.
—Bueno. ¿Qué hay de cómo expresas las cosas? Me gusta… Me estoy
arreglando para… ¿y eso qué significa?
Tanna se rio. Le encantaba que se riera tanto a su alrededor.
—Luego está tu adoración ciega por todos y cada uno de los equipos
deportivos de Texas, independientemente de lo mucho que apestan.
—Los Dallas Cowboys son el equipo de Estados Unidos. No, los Dallas
Cowboys son el equipo de Dios. Dios lo dijo. Está en la Biblia y todo.
Puedes comprobarlo tú mismo.
Fletch resopló.
—Ustedes los tejanos son tan…
—No, vaquero, me estoy preparando para volverme toda una mujer
sureña salvaje contigo si calumnias al mejor estado de la Unión.
—¿Cuándo empezamos a hablar de Wyoming de nuevo?—dijo él con
picardía.
Ella lo empujó.
—Yankee sabelotodo.
Le apartó un mechón de pelo de la mejilla.
—Con toda seriedad, ¿echas de menos Texas?
—Aunque nunca vuelva a vivir allí y sea una mujer de noventa años,
siempre extrañaré Texas. Siempre consideraré a Texas como mi hogar.
Fletch no se sorprendió por su respuesta, solo se decepcionó.
—¿Cómo llegamos a este tema de todos modos?
—Solo conversando.
Tanna pasó su pierna sobre la de él.
—Quizás deberíamos estar haciendo otra cosa con la boca en lugar de
hablar. Hacer el amor mientras brilla el sol y todo ese rollo11… o debería
decir todo ese esperma.
Él se echó a reír.
—Maldita sea, me encanta tu falta total de filtro.
—Sacas mi lado obsceno. Entonces, ¿qué dices?
—¿Y si me entran astillas en el culo?
—Lo besaré y lo haré sentir mejor. —Ella le dio un beso en el cuello—.
Por favor di que sí. Solo tengo esta… necesidad de sentirte envuelto a mi
alrededor.
A veces, esta mujer lo deshacía por completo. Se puso de pie y la ayudó
a levantarse. De alguna manera, entre besos largos y lentos y tiernas
caricias, lograron quitarse la ropa y él recordó el condón que había
guardado en el bolsillo, por si acaso.
La condujo al final del muelle donde extendió la toalla. Se sentó encima,
con las piernas colgando sobre el borde del muelle, y se palmeó el regazo.
Tanna se mordió el labio.
—¿Prometes que en un momento de abandono no nos sumergiremos en
el agua?
—Lo prometo. Pero eso significa que harás todo el trabajo.
Ella se arrodilló a horcajadas sobre su entrepierna y lentamente bajó
sobre él. Sus senos estaban fríos contra su pecho calentado por el sol. Su
boca ávida contra la de él.
Fletch se apoyó en los codos, completamente concentrado en la forma
sexy en que ella se movía. Moviendo las caderas. Apretando su coño
alrededor de la punta de su polla antes de deslizarla dentro de su húmedo
canal.
El sol caía a plomo pero una ligera brisa soplaba desde el lago. Fue una
experiencia surrealista, hacer el amor al aire libre en medio del día. Pero
también estuvo muy cerca de ser perfecto.
Cuando sus movimientos tomaron velocidad, él se sentó y agarró su
trasero, ayudándola a montarlo.
Tanna rompió el beso y comenzó a arquearse hacia atrás, pero él la
atrapó antes de que los inclinara demasiado hacia adelante.
Plantó besos en la curva de su garganta y bombeó la pelvis hacia arriba.
—Córrete. Córrete y llévame contigo.
Ella gritó y su coño se apretó alrededor de su polla. Las contracciones
de su cuerpo dispararon su orgasmo y montó la ola con ella hasta el final.
Se estiró sobre la toalla y ella lo siguió, tumbándose sobre su pecho y
manteniendo sus cuerpos conectados. Las yemas de sus dedos subieron y
bajaron por su columna. Fletch decidió que podía morir feliz en este
momento. Y al mismo tiempo, temía que no le quedaran muchos más
momentos con ella.
Aunque había estado en Wyoming dos meses, éste era el primer día que
el horario de Tanna había combinado con el de Lainie y Celia. Después de
que Lainie se casara con Hank hacía casi seis años, Celia había intervenido
en la vida de Tanna para llenar ese vacío de amistad. Pero eso cambió una
vez que se casó con Kyle y dejó el circuito. Sus vidas habían tomado
caminos divergentes; todavía… extrañaba su cercana amistad de los últimos
años.
Lainie y Hank tenían una casa maravillosa. Su hogar te abrazaba tan
pronto como entrabas por la puerta. Tanna prefería las casas que eran
hogares, no un lugar de exhibición ostentoso donde no podías sentarte en
los muebles de la sala, el comedor se usaba dos veces al año en vacaciones
y las áreas familiares estaban separadas en lugar de ser lo suficientemente
pequeñas para que todos estuvieran juntos.
El objetivo de sus amigas de la infancia en Texas, que se habían casado
y formado familias, era vivir en una de esas McMansion en un suburbio.
Una caja grande de ladrillos y hormigón, con un césped bien cuidado, dos
SUV de alta gama en el garaje para tres autos. Los niños asistiendo a un
preescolar privado, sufriendo lecciones de piano programadas, clases de
baile, práctica de fútbol en clubes e Iglesia los miércoles por la noche y los
domingos por la mañana. Los niños no se ensuciaban; no se les permitía
explorar. Vivían según el calendario semanal codificado por colores pegado
en el refrigerador.
Así que le hizo bien al corazón ver a Brianna, la hija de casi cuatro años
de Lainie y Hank, girando y bailando por el campo abierto adyacente a la
casa, con un perro enérgico siguiéndola.
Celia estaba sentada en el porche, con los pies en un taburete. Ella
saludó.
—Hola, extraña.
—Hola, a ti, mamá. —Tanna se detuvo junto al soporte del porche y
miró a Brianna. Sus rizos cobrizos rebotaban mientras saltaba, giraba y
cantaba—. ¿Brianna siempre es así?
—Ella es una niña feliz. ¿Pero cómo no podía serlo? Su madre la adora,
tiene a su padre envuelto alrededor de su dedo meñique, tías y tíos que la
miman, un hermanito que la adora y su propio perro.
Tanna le sonrió a Celia.
—¿El perro era tuyo?
—Sí. Cuando la madre de Patches tuvo más cachorros, le di a Brianna el
más pequeño de la camada para su cumpleaños. Ella lo llamó Flutterbee
porque así es como llamaba a las mariposas. Flutter la vigila porque a la
chica le gusta explorar.
—Es hermosa. Tiene suerte de haber crecido rodeada de familia. —
Tanna miró el vientre redondeado de Celia—. Y con suerte muchos primos.
Celia gimió.
—Primero tengo que superar este embarazo antes de que hablemos de
más.
—¿Cómo te sientes?
—Cansada. Lo cual es estúpido porque Kyle no me deja hacer nada
mientras estoy gestando al bebé G. Incluso he aprendido a tejer, si puedes
creerlo. Me he convertido en este tipo de esposa ranchera, de cocina casera,
que limpia la casa, que hace crochet, que espera a que su hombre venga del
campo.
—Y te encanta cada minuto—dijo Tanna.
Celia sonrió y se pasó la mano por el vientre.
—Es una felicidad absoluta. Extraño trabajar con el ganado. Y extraño
montar a caballo, pero Kyle se asegura de que no pierda por completo mis
habilidades para montar.
—Más de lo que necesitaba saber.
—Oh, puaj. Tú y yo solíamos hablar de sexo sin parar. Está bien, tú
hablabas, Yo escuché y tomé notas. —Ella movió las cejas—. Por lo que
Kyle está muy agradecido, por cierto.
La puerta mosquitera se abrió y Lainie salió al porche cubierto, con su
bebé de cabello oscuro posado en su cadera.
—No le prestes atención a Celia. Está en esa etapa del embarazo “estoy
tan cachonda”.
—¿Eso es un escenario real?
—Sí.
—Aprendo algo nuevo cada día.
El niño se retorció para bajar.
—Yo lo tengo—dijo Celia, y comenzó a levantarse.
—No te muevas—advirtió Lainie. Le pasó el niño inquieto a Tanna—.
Sostén a Jason por un segundo mientras abro la puerta.
Tanna no había pasado mucho tiempo con niños. Los bebés diminutos la
fascinaban, pero la asustaban muchísimo. Los niños de esta edad, bueno,
eran divertidos porque habían comenzado a hacer piruetas. Ella equilibró al
niño sobre su cadera. Hablando de sólido. Era una réplica de Hank, desde
su cabello casi negro hasta su expresión pensativa.
—Está bien, el corralito para bebés está en su lugar para que no pueda
escapar. —Lainie tomó al niño de los brazos de Tanna y lo sentó.
—No tardará mucho y el corralito no lo retendrá—comentó Celia.
—Muérdete la lengua—respondió Lainie—. Caminó temprano, lo cual
fue bastante malo. Y quiere hacer todo lo que hace Brianna.
Jason corrió hacia la puerta para bebés que se extendía a través de los
soportes del porche, bloqueando el acceso a los escalones. Agarró la parte
superior de la puerta y tiró de ella, probando si podía romperla.
—Oh, mierda—dijo Lainie y volvió corriendo a la casa.
Tanna miró a Celia.
—¿Fue algo que dije?—
—No. Algo que olió, muy probablemente. Está embarazada.
—¿De nuevo?—dijo Tanna—. ¿Jason tiene cuanto? ¿Un año?
—Catorce meses. Dudo que estés realmente sorprendida porque Hank y
Lainie quieren una casa llena de peones de rancho, quiero decir niños.
Tanna caminó hasta el extremo opuesto del porche, apoyando las
caderas contra la barandilla. Miró a través del paisaje ondulado. No había
ganado a la vista, pero pastaban en diferentes campos durante el verano.
Los Lawson y los Gilchrist tenían raíces aquí que se trasladarían a otra
generación.
Hubo un tiempo en que Tanna pensó que su vida se desarrollaría de la
misma manera. Se encontraría con un vaquero ganadero durante sus viajes
por la carretera, se enamoraría, lo llevaría de regreso al rancho familiar y
establecería un hogar.
Ahora se daba cuenta de que su sueño había sido vago. No había hecho
un plan para ganarse la vida más allá de las carreras de barriles. Su marido
misterioso…. nunca lo había imaginado teniendo su propia vida y
conexiones; ella solo esperaba que él estuviera con ella y la hiciera feliz.
A pesar de todo su supuesto amor por el rancho familiar, nunca había
considerado cuál sería su papel en él. Cómo ese pedazo de tierra sostendría
a tres familias. Había creado una vida de ensueño que tenía tanta base en la
realidad como Brianna girando por el campo, persiguiendo mariposas y
jugando a la princesa.
—¿Tanna? ¿Estás bien?
Se dio la vuelta.
—Estoy bien. Solo pensando en lo tranquilo que se está aquí.
Entonces Jason chilló a todo pulmón.
—Mucho para eso. —Celia dio unas palmaditas en la silla a su lado—.
Ven a sentarte. Lainie hizo té helado e incluso se acordó de traerte azúcar.
Se acercó, viendo a Jason escarbar en una caja de juguetes después de
abandonar toda esperanza de escapar.
—¿Cómo van las cosas en Split Rock?
—Bien. El lugar es un negocio estable. Excepto que los domingos son
tranquilos. La tienda de ropa está cerrada y rara vez tenemos que atender el
bar.
—¿Que haces los domingos?
Me tiendo en la cama con Fletch el mayor tiempo posible.
—Depende. ¿Por qué?
—Solo tengo curiosidad por saber con qué frecuencia vas a casa de Eli.
—Si voy, es durante la semana. Mantiene los domingos como un día
libre para Summer y él.
—¿Cómo está ella?
Dañada. Como yo. Tanna echó una cucharada de azúcar en el fondo de
su vaso y se sirvió té.
—¿Por qué me preguntas? ¿No estáis Eli y tú muy unidos?
—Lo estábamos. Entonces Kyle y yo nos casamos. Desde que Summer
llegó a la vida de Eli, como él siempre quiso que hiciera, ha estado mucho
menos cerca de todos.
Tanna se encogió de hombros.
—Supongo que sucede cuando encuentras al indicado.
—¿Es por eso que no te hemos visto? ¿Porque estás con Fletch y es el
indicado?
La puerta mosquitera se abrió y Lainie salió con la mano en el
estómago.
—Supongo que no volveré a comer yogur por un tiempo. Puaj.
Brianna saltó por la acera y trepó por la puerta para bebés.
—Mamá, ¿puedo…
—Bri, cariño, no hagas eso. No quiero que Jason lo intente.
La cara de Brianna estaba húmeda de sudor, haciendo que sus pecas
fueran más pronunciadas. Su camisa rosa de unicornios tenía dos
impresiones de manos embarradas. Tenía picaduras de insectos en sus
delgadas piernas y solo usaba un calcetín. Sus profundos ojos azules se
iluminaron cuando vio a su hermano pequeño destrozando camiones de
plástico bajo el columpio del porche. Inmediatamente se unió a él y sacó los
juguetes restantes de la caja.
Tanna podía identificarse con la marimacho. Y la forma en que mandaba
a su hermano pequeño. Ella no había tenido noticias de Garrett desde la
última llamada telefónica y eso la preocupaba.
—¿Así que... de qué me perdí?—le preguntó Lainie.
—Tanna estaba a punto de contar todo sobre ella y Fletch—dijo Celia
con picardía.
—No, no lo estaba. Estamos… saliendo mientras estoy aquí. Eso es
todo.
—¿Pero él todavía se está quedando en el Split Rock?
—No. Está de vuelta en Rawlins a partir de hoy, en realidad.
—¿Qué pasa ahora?
—Estará ocupado con su práctica.
Celia puso los ojos en blanco.
—No. Quiero decir, ¿ahora qué pasa entre vosotros?
—Supongo que ya veremos.
—¿Eso es todo? ¿Esas son todas las jugosas cosas de información
privilegiada que obtenemos?
—¿Que mas quieres saber? —Ella bajó la voz—. Sí, absolutamente
mueve mi mundo en la cama. ¿Estás feliz ahora?
Lainie y Celia se miraron y se rieron.
—¿Qué?
—Oh, lo tienes mal por Fletch si no quieres darnos detalles explícitos.
Tanna enseñó los dientes.
—O tal vez simplemente he crecido y ya no necesito alardear de todo y
de todos con los que he follado.
—O tal vez Fletch es el indicado y no quieres admitirlo ante nosotras, y
mucho menos ante ti.
—Dejé de creer y de buscar “el indicado” hace mucho tiempo.
Qué mentirosa, Tanna.
Celia se puso de pie.
—Ese té me atravesó.
Después de entrar en la casa, Lainie se inclinó.
—No tienes que contarnos todo. Tampoco tienes que ser Tanna, la
alegre chica salvaje a mi alrededor todo el tiempo, ¿de acuerdo? He tenido
oscuridad en mi vida, si lo recuerdas.
—Es por eso que estoy tan emocionada de verte viviendo el sueño con
tu guapo esposo, tus hermosos hijos 2.0 en este lugar bucólico. Te he
extrañado. Y ha sido… no diré bueno que aprendiera a lidiar con estas
cosas por mi cuenta, pero ha sido necesario. —Dejó escapar un suspiro—.
¿Podrías desviar la conversación de los caballos y de Fletch? Celia es como
un perro con un hueso cuando se trata de estas cosas.
—Solo porque se preocupa por ti tanto como yo. —Lainie volvió a
mirarla y pareció mirar a través de ella—. Estás enamorado de él, ¿verdad?
Tanna asintió, pero no dijo nada más.
—Puedo ver por la expresión de tu cara que no se lo has dicho.
—Hay demasiado en el aire para los dos en este momento.
—Entiendo. —Lainie le apretó la mano—. ¿Pero todo esto que ves? El
guapo esposo, los hermosos hijos 2.0 y un hogar en este lugar bucólico… tú
también te lo mereces. Y también Fletch.
—Lo sé. ¿Pero y si no soy quien puede dárselo?
La puerta chirrió y Celia apareció a la vista.
—Oye, ¿qué están susurrando las dos allí?
Lainie la miró con altivez.
—Una mujer embarazada no debería estar haciendo preguntas, no sea
que arruine una posible sorpresa.
Ella gimió.
—No otro shower sorpresa. Todavía no he superado el último. —Señaló
con el dedo a Tanna—. Nunca me desquité contigo por la canasta de
vibradores.
Tanna se rio.
—Mi madre es la reina de los showers—dijo Lainie.
—Ella hizo una gran fiesta en California para Brianna. Me alegré de
poder ir. ¿No tienes problemas con tu madre sobre que le pongas a tu hijo el
nombre de tu difunto padre?
—Ninguno. Estaba realmente complacida. Ayuda que Jason no se
parezca en nada a mí o a mi padre. —Le lanzó una mirada cariñosa a su hijo
—. Con la excepción de esos rizos.
Tanna miró a Celia.
—¿Qué nombres de bebés son los favoritos en la casa Gilchrist?
—Como no sabemos el sexo, elegimos un par. —Ella frunció el ceño—.
Kyle rechazó Marshall; pensé que sería un buen cierre llamar al bebé como
su abuelo.
—Creo que vas a tener una niña—dijo Lainie—. Así que Marshall
definitivamente no funcionará.
—Entonces, ¿qué tal… Jasmine?—sugirió Tanna.
—Nombre de stripper—dijo Celia.
—¿Mallory?
—Demasiado soso.
—¿Gillian?
—Aj. ¿Gillian Gilchrist? No. Pobre chico. ¿La primera letra de su
nombre y la primera de su apellido comienzan con G pero no se pronuncian
igual? Y siempre me parece Gilligan.
—Creo que Skipper sería increíble para un niño o una niña—dijo Tanna.
Celia se rio.
—Vemos demasiada televisión clásica. Pero puedo prometerte que no
cargaremos al pobre niño con un nombre extraño como algunas personas
que conozco. —Ella y Lainie intercambiaron una mirada.
—¿Qué?
—¿Nuestros vecinos? ¿Josh y Ronna? Llamaron a su pequeña niña
Style.
—¿Style como… doggie style12?
—Solo tú pensarías en eso, Tanna.
—¿Qué? ¿Tú no lo hiciste?
—No. Pensé en estilo libre (freestyle), sin estilo (no style), mal estilo
(bad style) y peinado (hairstyle).
—Te puedo garantizar que los niños en el patio de recreo lo pensarán.
—Cierto.
—Además, tengo el nombre perfecto para una chica—dijo Tanna con
aire de suficiencia.
—Dilo.
—Kyla.
—Oh, a mi esposo le encantará ese. ¿Que más tienes?
—Cecil para un niño.
Durante las siguientes horas, mientras discutían los nombres de los
bebés y chismorreaban sobre antiguas amigas del rodeo, Tanna estuvo feliz
de dejar que las decisiones del mundo real se desvanecieran.
Capítulo 29
Fletch estacionó al otro lado del establo de Eli. No había tenido noticias
de Tanna en todo el día y se había preocupado al saber que Eli y Summer
habían ido a una subasta en Rock Springs.
Aunque ella le aseguró que tenía control sobre sus temores anteriores, el
hecho de que Tanna estuviera sola con los caballos lo asustaba. Las
exigencias de su trabajo aseguraron que no pudiera estar al margen,
animándola mientras ella empujaba sus límites. Solo esperaba que no se
estuviera reprimiendo porque no podía estar con ella todos los días.
Así que se quedó boquiabierto al ver a Tanna correr a lo que parecía una
velocidad normal de competición, no al ritmo de tortuga que había
lamentado la última semana.
¿Qué había cambiado? ¿Y cuándo había sucedido?
Fue entonces cuando Fletch vio a Sutton Grant sentado en la cerca,
observando cada movimiento de Tanna.
Los celos lo golpearon como un casco en el estómago.
Así que se quedó fuera de la vista.
Después de que la carrera terminó, Tanna se concentró por completo en
lo que Sutton le dijo. Volvió a hacerlo, alineándose y corriendo hacia la
arena de práctica.
Fue agridulce ver a la mujer que amaba reconectarse con una parte de
ella que había desaparecido. Una parte que la definía. Una parte de ella que
Fletch sabía que estaba allí, pero no la había visto en acción. Y fue increíble
verla hacer lo que se suponía que debía hacer.
Después de otra carrera, Tanna corrió hacia los pastos, dando tiempo al
caballo para pastar y enfriarse.
Caminó por la parte trasera del corral. Al llegar a Sutton, colocó sus
antebrazos sobre la cerca.
—Hola.
—Hola, Doc. No sabía que estabas aquí. Sube a la cerca.
—¿Planeas empujarme por exaltarme un poco la última vez que nos
vimos?
—Nah. ¿Si estar enojado conmigo te hizo actuar con Tanna para que ella
pueda hacer eso? —Señaló el pasto—. Entonces valió la pena.
Fletch se subió al lado derecho de Sutton.
—¿Cómo está ella hoy?
—No puedo creer lo bien que está. Supuse que lo haría con facilidad.
Pero ha estado haciéndolo como alma que lleva el Diablo. —Él se rascó la
barbilla—. Ella todavía está frenando en el segundo barril, pero es
comprensible. Y Mickey es un buen caballo, pero no es un gran caballo.
Ciertamente no se acerca al calibre del caballo de barril al que Tanna está
acostumbrada.
—Entonces, ¿qué cambió hoy que la envió de cero a sesenta?
Sutton no pudo ocultar una sonrisa de suficiencia.
—¿Qué tuviste que hacer? ¿Amenazarla? ¿O sobornarla? —dijo a la
ligera, tratando de mantener el filo en su tono.
Él rio entre dientes.
—Sabía que no eras tonto, pero tu lado intuitivo me sorprende.
—Los animales rara vez verbalizan algo, así que mi trabajo es ser
intuitivo. —Ahora eso había salido cortante.
—Dios, eres susceptible. Lo único que digo es que la mayoría de los
hombres mirarían la foto completa… Tanna volviendo a la carrera de
barriles… y no la desglosarían píxel por píxel. Sabías que algo tenía que
suceder para animarla a acelerar el ritmo.
Fletch miró a Sutton.
—¿Así que fue solo tu influencia lo que lo hizo?
—Odiarías eso, ¿verdad?
—Maldita sea, lo haría.
Sutton le ofreció otra sonrisa.
—No culpas de tus celos a otros… otra cosa sorprendente sobre el buen
doctor. Pero la verdad es que le di una oportunidad. El criador de caballos
que utilizo está interesado en que pruebe uno de sus mejores caballos de
barril.
—No jodas. ¿Te dijeron eso?
—Por supuesto que la quieren. Tanna es una campeona probada. Así que
le transmití la información a Tanna. Ella se quejaba de estar acabada y
alguna otra mierda sobre por qué no podían confiarle caballos de alta gama.
Pero durante todo el tiempo que lo negó, vi girar las ruedas de su mente.
Principalmente, tomó la decisión por su cuenta sobre volver a ponerse al
día. Literalmente. ¿Cuánto tiempo llevas aquí mirando?
Fletch se encogió de hombros.
—Tiempo suficiente.
Sutton se ajustó el sombrero.
—¿Te enojaste porque tratar de reunirla con un caballo nuevo significa
que se irá de aquí?
—Nunca dudé que ella se iría de aquí. Solo en que forma estaría cuando
lo hiciera. —Tanna estaba más destrozada cuando llegó de lo que nadie
había sabido, incluido él. Tan orgulloso como estaba de que hubiera sanado,
no podía detener el sentimiento de melancolía.
—¿Sabe que estás enamorado de ella?
Eso lo sacudió.
—Es más que probable. No he salido a decirlo, pero ella no puede estar
cerca de mí y no saber cómo me siento.
—Dios, Fletch, ¿por qué no se lo dices?
En lugar de soltar, nada de tu maldita incumbencia, dijo:
—Porque ella escapará corriendo. Nunca ha tenido lo que estoy
dispuesto a ofrecerle.
—¿Qué es?
—Todo. —Él saltó de la valla—. Tengo que controlar un caballo—
mintió.
—No te vayas sin hacerle saber que estabas aquí—advirtió Sutton—.
Este fue un gran día para ella. Querrá compartirlo contigo.
Fletch no respondió. Caminó hasta el establo de los caballos y realizó
una revisión rápida de los tres equinos por el gusto de hacerlo. Uno era un
antiguo mustang salvaje que Eli quería cruzar con Blue, una dócil yegua
que se convirtió en una madre feroz. Esa lucha podría traducirse en buenas
acciones. Ya le había sugerido a Renner que invertir en algunos caballos
salvajes sería un buen punto de partida. Aunque Renner no podía utilizar
caballos comprados en subastas de BLM para ganado de rodeo, podía
empezar a criarlos con su ganado existente.
Mató treinta minutos antes de regresar al corral. Tanna estaba fuera de la
puerta lista para comenzar a correr.
Su cabello volaba mientras devoraba la tierra e instaba a Mickey a
mover el culo. Superaron el primer barril, sin ningún problema. Él contuvo
la respiración cuando ella comenzó a rodear el segundo barril. La vio
detenerse por un segundo y supo que ese instante de vacilación podría
costarle… posiblemente segundos. Corrieron hacia el tercer barril. Mickey
se volvió lo bastante bruscamente como para que Fletch temiera que el
caballo y el jinete derraparan, pero ella mantuvo el control. Lo montó duro
hasta el final.
—Girar y quemar, bebé. ¡Lo has reducido a veintidós coma nueve!—
gritó Sutton.
Ella gritó, desmontó y ató a Mickey al poste de la cerca.
Fletch caminó hacia ella. Había recorrido un poco más de la mitad
cuando Tanna lo vio. Ella no caminaba, corría. En un instante tuvo en sus
brazos a esa mujer que se retorcía, hermosa y eufórica. Riendo.
Apretándolo con fuerza. Y por un momento, todo estuvo bien en su mundo.
—¡Fletch! ¿Me viste montar?
—Varias veces. ¿Como se sintió?
—De miedo. Horrible. —Sonrió—. Después maravilloso.
Presionó sus labios contra su frente.
—Estoy feliz por ti, dulzura.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Le dije a Eli que si estaba en el vecindario revisaría un par de cosas.
—¿Terminaste por hoy?
—Nop. Tengo tres paradas más.
Tanna suspiró.
—Estoy de humor para celebrar.
—¿Por celebrar te refieres a tomarse unas copas? ¿O tener un rapidito
contra el remolque de caballos?
—Me inclino a tomar la opción dos. Pero tengo que lidiar con Mickey y
Sutton, así que para entonces ya estarás listo para tu próxima cita. Aceptaré
posponerlo para tener la celebración desnudos.
Fletch ahuecó sus nalgas en sus manos y gruñó:
—Siempre que sea esta noche. Te he estado extrañando en mi cama,
vaquera.
—Igual yo. —Ella le dio un beso en la boca—. Llámame cuando hayas
terminado. ¿Cuánto tiempo podría ser eso?
—Tengo que parar en lo de los Talley y los Myerson. Después Annabeth
traerá su caballo a la clínica.
Los ojos de Tanna, hoy de un penetrante violeta, se volvieron afilados
como un láser.
—¿La reina del cutting horse tiene otro problema?
—Su padre está fuera de la ciudad. Me ha llamado tres veces.
—Por supuesto que lo ha hecho. Probablemente se presentará en la
clínica con un negligé, tacones de aguja fóllame y su tiara.
Él se rio, pero se detuvo rápidamente cuando se dio cuenta de que
hablaba en serio.
—Tanna. No es así.
—Lo es—insistió—. Te quiere a ti y no solo como el doctor de sus
caballos. Quiere jugar a la doctora contigo. Demonios, está más decidida a
casarse contigo que la pequeña señorita Ellie .
—Tonterías. Annabeth es una clienta. Eso es todo.
Tanna le dio un golpe en el pecho.
—¿Qué pasa si digo que no quiero que estés a solas con ella esta noche?
—Dios. ¿Qué te pasa?
—Responde la pregunta—.
—Los Edmunds son buenos clientes que pagan. No puedo permitirme
decir que no. —Fletch dio un paso atrás y cruzó los brazos sobre el pecho
—. Y no es diferente de que estés aquí sola con Sutton toda la tarde.
—Es muy diferente. Sutton está tratando de ayudarme a volver a
encarrilar mi carrera.
—Eso es lo mismo que estoy haciendo con Annabeth. Hablando de
eso… ¿me dijo que la gente de Colorado quería que probaras un caballo
nuevo?
Eso la sorprendió.
—Sutton tiene una gran boca. No estoy segura de lo que haré. No estoy
ni cerca de estar lista para competir. —Ella frunció el ceño—. Estás
complicando el asunto.
—Y ahora estoy retrasado. Entonces, ¿qué tal si haces planes de
celebración con Sutton y yo simplemente hago mi trabajo? Porque lo más
probable es que cualquier plan que hagamos se arruine de todos modos. —
Fletch se volvió y se alejó.
Y Tanna no lo llamó para que volviera.
Capítulo 32
Harper miró hacia arriba, con una sonrisa trémula en los labios.
—Dispara. Apesto por ser la gran jefa mala y despedirte por tu propio
bien como Celia y yo estuvimos de acuerdo…
—¿Qué tiene que ver Celia con que yo pierda mi trabajo?
—Ella vino ayer y me dijo lo que estaba pasando contigo y por qué tenía
que dejarte ir de inmediato.
Esa mocosa.
—Aunque admiro tu intención de terminar tu compromiso con nosotros,
me temo que no puedo dejar que hagas eso. Entonces yo estoy… mmm…
despidiéndote.
—Despidiéndome—repitió Tanna. —¿Porque no te dejaré sin personal
por el resto de la temporada de verano?
—Eso suena ridículo. Pero sí. Se te relevará de tus puestos en Split
Rock y Wild West Clothiers con efecto inmediato.
¿Qué mierda? Esto era más que extraño.
—Pero…
Los ojos de Harper eran suaves, pero decididos.
—Tanna. ¿De verdad estás discutiendo conmigo? Esta es tu oportunidad
de oro para volver a las carreras que amas, o al menos amaste en un
momento, y averiguar si has terminado con ella en tus propios términos.
Tan buena como eres en este trabajo… para ti es solo un trabajo.
—¿Celia no te importunó con esto?
Harper arqueó una ceja.
—¡Qué va!
—Tienes personal para cubrir…
—Sí, lo tenemos.
—¿Quién más además de Harlow? ¿Está tu hermana Liberty regresando
a Muddy Gap? Porque entiendo si quieres darle un trabajo ya que es una
veterana lesionada en el cumplimiento del deber.
Harper se rio.
—Mi hermana lleva la marimacho al extremo. Estaría horrorizada si
tuviera que usar algo además de camuflaje. Su idea del infierno no es
Afganistán. Es verse obligada a peinarse, maquillarse y ponerse un vestido,
tratar de vender ropa y accesorios a las mujeres que aman toda esa mierda
insípida de chicas frívolas… como ella la llama. Tendría demasiado miedo
de contratarla porque sacaría su arma y dispararía a los clientes que la
molestaran.
¡Ay! Liberty no sonaba en nada como la dulce y elegante Harper.
—Liberty encontrará su lugar después de su breve tiempo de
recuperación, simplemente no aquí. —Harper deslizó un sobre manila sobre
la mesa—. Tu último cheque de pago. También cartas de recomendación.
—¿En serio?
Harper le dio a Tanna una sonrisa de satisfacción que era común en ella.
—En serio. Fuiste una gran empleada y estoy agradecida de que hayas
podido reemplazarme. Ciertamente espero que no desaparezcas de nuestras
vidas para siempre.
Hubo una apertura.
—¿Cómo terminaron las cosas con el ganado ayer?
La tristeza cruzó su rostro.
—Perdimos veinte vacas y doce terneros. Bran está harto de eso.
Habríamos perdido el doble si no fuera por Fletch. Estuvo allí hasta pasada
la medianoche. —Su mirada se encontró con la de Tanna—. ¿Están todavía
tú y él…?
—No lo sé.
—Es un buen hombre, Tanna. Uno de los mejores que conozco. Se
merece una mujer que esté allí cuando llegue a casa a medianoche. Pero
también necesita saber cuándo decir basta en su trabajo.
Eso la sorprendió.
Debe haberlo demostrado porque Harper se rio.
—Ponte en marcha antes de que cambie de opinión y te haga derribar
ese horrible exhibidor.
Otro día y otra noche agotadores. Tan agotadores que Fletch se había
quedado dormido.
Entonces, cuando Cora llamó para chequearlo dado que ya eran las diez
de la mañana, él masculló algo sobre estar enfermo y le dijo que dirigiera
sus llamadas de emergencia a Jet Eriksen durante todo el día.
Fletch no había estado mintiendo, exactamente. Estaba enfermo.
Descorazonado.
Se arrastró fuera de la cama y se duchó. A medio camino de Muddy
Gap, se preguntó si debería haberle traído flores o algo. Durante el resto del
viaje no se le ocurrió ningún gran discurso para darle a Tanna; solo
esperaba que ella le diera la oportunidad de hablar.
Su estómago dio un vuelco al ver el remolque de caballos de Tanna a lo
largo de la valla trasera, especialmente cuando vio la puerta de la vivienda
abierta y los trastos tirados por el suelo. Estacionó detrás de ella,
esencialmente bloqueándola.
No iba a dejar ir a esta mujer sin luchar.
Se acercó a la puerta. No se molestó en llamar; simplemente irrumpió.
—¿Tanna?
Ella se dio la vuelta.
—¿Fletch? ¿Qué haces aquí?
Su corazón dio un último latido antes de darse la vuelta y caer a sus
pies. Esta hermosa mujer era su dueña. Corazón y alma. Sangre y hueso.
—Vine a disculparme.
—Ok. Pero estás en la mitad de una jornada laboral. ¿Estás de almuerzo
o algo así?
—No. Me reporté enfermo.
Su boca se abrió.
—¿Qué? Nunca llamas para reportarte enfermo.
—Lo sé. —Borró la distancia entre ellos y acunó su rostro entre sus
manos—. Esto no podía esperar un día más. Sé que debería habértelo dicho
antes, pero lo estoy diciendo ahora. Tanna. Te amo. —Y la besó.
El beso no fue un duelo de lenguas y lujuria desenfrenada, aunque
hervía justo debajo de la superficie como siempre lo hacía con ellos. Pero
era más una afirmación de cómo se sentía él.
La pregunta era: ¿ella sentía lo mismo?
De mala gana se separaron. Apoyó un lado de su rostro contra su
corazón.
—Disculpa aceptada. Te extrañé mucho. Odio pelear. Especialmente con
alguien a quien amo.
Le inclinó la cara hacia arriba.
—¿Puedes mirarme cuando dices eso?
—Te amo.
—Ay, dulzura sureña, eso es lo mejor que he escuchado.
Ella le sonrió.
—Me sentí bien al decirlo finalmente. Casi tan bien como se sintió al
escucharlo.
Fletch la besó de nuevo.
—Necesitamos hablar.
—Lo sé. —Ella dio un paso atrás—. Toma asiento.
Nunca encajaría en el banco con la mesa plegable. La maldita cosa tenía
que haber sido hecha para enanos. Otro banco corría a lo largo del muro
corto opuesto. Se sentó y tiró de ella sobre su regazo para que lo mirara a la
cara.
—Fletch. Se supone que debemos estar hablando.
—Lo haremos. Pero nos mantendremos cerca así mientras hablamos
como un recordatorio para cada uno de nosotros de lo correcto que es
cuando estamos tan cerca.
—Eres un hombre tan dulce y maravilloso.
—Pero aún así me estás dejando. Te mudas a Colorado.
—No sé si se si me mudaré—dijo en un tono tranquilizador—. Llamé a
los Gradsky esta mañana después de que Harper hablara conmigo y
aceptara su oferta. Así que iré allí a entrenar. Estamos siendo poco estrictos
con los planes porque con todas las incógnitas, las cosas pueden cambiar
rápidamente.
—No quiero que te vayas—dijo Fletch en voz baja.
Tanna se quedó helada.
—¿No quieres que me vaya o me estás pidiendo que me quede?
—Ambas. —Él suspiró y se pasó la mano por el pelo antes de volver a
mirarla a los ojos—. Sé lo que significa esta oportunidad para ti. Una
oportunidad de volver a hacer lo que amas, lo que debes hacer. Nunca te
pediría que no vivas tu sueño, Tanna.
—¿Pero?
—Pero ya hay un gran vacío en mi vida por tu partida y ni siquiera te
has ido todavía. Por eso me alejé de ti. Pensé que sería fácil acostumbrarme
a que te hayas ido. Pero no fue así. Ni por un maldito instante.
Ella parpadeó y lo instó sin palabras a continuar.
Él no pudo mantener el contacto visual cuando confesó la siguiente
parte. Se quedó mirando una fea figura de vaca, con una falda de hierba que
estaba en el mostrador opuesto.
—¿Quieres saber por qué no vine a verte el sábado?
—¿Por qué?
—Porque hubiera sido feliz si hubieras sido mala. Dios. ¿En qué clase
de hombre me convierte eso?
—En un hombre honesto. —Una pausa—. ¿Hubiese sido feliz si hubiera
tenido éxito?
—Más que feliz porque sé lo mucho que has luchado. ¿Así que ves?
Estaba jodido de cualquier manera. Dios, Tanna, te amo y me está matando
verte empacar incluso cuando no intento detenerte.
Silencio.
Tanna enmarcó su rostro entre las manos y echó la cabeza hacia atrás.
—Me amas, ¿cierto?
—He estado enamorado de ti desde la noche en que nos conocimos. —
Él sonrió levemente—. De hecho, creo que te dije que te amaba esa noche
en el bar.
—Estabas bromeando.
—¿Lo estaba? Cuando te vi en la marca tuve la sensación de que
estábamos destinados a estar juntos. A medida que nos conocimos, tenía la
esperanza de que te enamoraras de mí. De que te alejaras de las carreras de
barriles y viviéramos felices para siempre. Incluso tuve esta fantasía secreta
de que vinieses a trabajar para mí como mi asistente veterinario. Pero en
algún momento, entendí que por perfecto que fuera ese escenario para mí,
no sería perfecto para ti. Siempre te preguntarías si te conformaste conmigo
porque no podrías tener lo que realmente querías.
—Pero nunca lo dijiste… nunca me animaste a dejarlo. De hecho,
exactamente todo lo contrario. Me obligaste a montar a caballo ese día.
—No era lo que yo quería, pero era lo que necesitabas. Lo hice sabiendo
que te estaba ayudando a acercarte un paso más a alejarte de mí.
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Tanna.
—Así que en el último día y medio desde nuestra pelea por teléfono,
tuve que preguntarme qué veías en mí y por qué te quedarías conmigo.
Trabajo horas locas. He roto más planes de los que hice. He puesto el
cuidado de los animales por encima de la mayoría de las relaciones
humanas. Ah, y no me voy a hacer rico haciéndolo, así que hay un incentivo
extra para ti. Cuando enumeré todas las razones por las que no deberías
estar conmigo, mierda, ni siquiera yo quería estar conmigo.
Ella soltó una risa ahogada.
—Siempre quiero estar contigo. ¿En cuanto a lo que veo en ti? —Sus
ojos se enternecieron—. Fletch. Eres gentil y amable, pero también eres
rudo y obsceno. Me haces reír, me haces pensar, pero sobre todo me haces
feliz. En mi mente, eso te hace casi perfecto. —Cuando abrió la boca para
protestar, ella le tapó los labios con los dedos—. Cállate y escúchame.
August Fletcher. Te amo. La clase de amor loco del tipo quiero-golpear-a-
esa-rubia en el Club Cattleman contigo el sábado por la noche es amor para
siempre.
Él se echó hacia atrás para mirarla.
—¿Estabas ahí?
—Para una reunión de negocios con Chuck y Berlin Gradsky. Fue un
poco difícil concentrarse.
—¿Por qué no viniste y dijiste algo? Me hubiera encantado presentarte a
Tasha ya que pasamos la mitad de la noche hablando de ti. —Sus ojos se
entrecerraron—. ¿Pensaste que algo estaba pasando entre nosotros?
—Tenía los ojos llorosos y todo del tipo ¿cómo podría él? Primero.
Después me cabreé. Pero entonces me puse a pensar en mi amistad con
Sutton y cómo por fuera podría parecer más. Me creíste cuando dije que no
lo era. Decidí que si no podía confiar en ti, entonces no tenía nada que hacer
contigo. Y no me equivoqué; quiero estar contigo a largo plazo. Incluso
cuando sé que pasaremos mucho tiempo separados.
—Siempre he evitado las relaciones a distancia porque sabía que
eventualmente terminarían. Esto es diferente. —Rozó su boca sobre la de
ella—. ¿Porque tú y yo?, dulzura sureña, nunca vamos a terminar.
—Entonces, ¿qué hacemos para que esto funcione?
—Lo que sea necesario. Entrenarás en Colorado. O volverás aquí
cuando tengas un descanso, o iré allí cuando tenga un descanso.
—Suena… realizable. Solitario mientras estemos separados, pero
factible. —Tanna le dio un golpe en el pecho—. Superarás tu problema con
los mensajes de texto. Espero recibir mensajes de texto tuyos al menos un
par de veces al día.
.
Le besó la nariz
—Todo lo que quieras. Me sentiré solo sin ti, vaquera, especialmente
estos primeros meses cuando estés entrenando duro y yo estableciendo la
práctica veterinaria con mis nuevos socios.
Eso llamó su atención. Tanna le frunció el ceño.
—¿Qué dijiste?
—Aquí están mis buenas noticias. En los próximos meses combinaré
prácticas con otros tres veterinarios. Reducirá todas nuestras horas de
guardia durante la semana. Y solo estaríamos de guardia un fin de semana
al mes, tal vez dos.
Su sonrisa iluminó su mundo.
—Eso es tan maravilloso para ti.
—Para nosotros—corrigió—. Preveo viajes por carretera a Colorado en
mi futuro los fines de semana que no esté trabajando. O puedo volar a
donde estés compitiendo. —Él sonrió—. Sería una ventaja para ti tener un
veterinario que te ayude a cuidar de tu elegante caballo nuevo, ¿no crees?
Ella rio.
—Sí. Pero esto de la asociación veterinaria surgió de repente.
Fletch le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Llegaste a mi vida de repente y la cambiaste por completo. Después
de estar contigo…. vi la vida que quería. La forma de conseguirla es
haciendo algunos cambios y éste será un buen cambio para mí.
—Para nosotros—bromeó—. Pero en esa misma línea, estar aquí, estar
contigo me ayudó a ver que no tengo que ser la mujer que se define a sí
misma solo como una corredora de barriles. Puedo garantizarte que no
estaré en la carretera más de lo necesario si tengo a ti al volver a casa.
—Debes hacerlo. —Fletch le dio un beso en la oreja—. Me encanta
pensar en ti en nuestra casa y en nuestra cama.
—Me vas a hacer llorar.
—No hay tiempo para las lágrimas, cariño. Tenemos cosas que hacer.
¿Cuándo te vas a Colorado?
—Pasado mañana.
Él sonrió.
—Entonces, si empacamos rápido, ¿podemos saltearnos nuestras cosas
el resto del día?
—Mmmjá. Y mañana iré a las llamadas contigo, porque sé que tendrás
mucho para ponerte al día después de jugar conmigo. —Tanna le pasó los
brazos por los hombros—. Tal vez podría ser una traviesa asistente
veterinario y podrías pensar en formas creativas de castigarme al final del
día.
—Cuenta conmigo. —Hizo una pausa demasiado larga y una expresión
de preocupación cruzó su rostro.
—¿Qué?
—Antes de que nos adentremos demasiado en nuestros planes para el
día, tengo que preguntarte algo realmente importante.
El shock cruzó su rostro.
—Fletch. No sé si estoy lista para eso.
Fletch frunció el ceño. Entonces se dio cuenta de que había hecho que la
pregunta sonara un poco siniestra y se rio.
—Definitivamente quiero casarme contigo algún día, más temprano que
tarde, pero eso no era lo que te iba a preguntarte. —Fletch le apartó el pelo
de la cara—. Quería preguntar si podíamos pasar por casa de mi padre hoy
para que puedas conocerlo.
—Me gustaría eso. Mucho.
—Bueno. Ahora, mientras hacemos nuestro trabajo, quiero que me
cuentes todo sobre este caballo.
Epílogo
Colmillo
Corrección
La 99
Edición
El Jefe
Diseño
Max
Notas
[←1]
Se refiere a Mr Bean, Barbara Bean and little baby bean.
[←2]
Obviamente está agregando una s a Texas para que quede Tex-culo.
[←3]
Lassie es un personaje de ficción que se empleó durante años en
películas, series de televisión y libros de aventuras: se trata de una
perra collie de la que se diría con el tiempo que era "la perra más
famosa del mundo”.
[←4]
[←5]
[←6]
"Cutting horse", caballo de apartar, es una competencia de rodeo (con raíz en el trabajo del
rancho) en donde el vaquero usa su caballo para separar a una sola vaca del resto de la vacada
y evitar que regrese. El caballo tiene que ser súper ágil. Es un caballo común, típicamente un
Quarter Horse americano, criado y entrenado para apartar.
[←7]
Poner maneas o atar con cuerdas a un animal.
[←8]
[←9]
Después del sexo, cuando el semen se filtra y cae sobre la alfombra, mata a los posibles niños
y los convierte en ángeles sobre la alfombra.
[←10]
El enanito Gruñón de Blancanieves.
[←11]
Jazz significa rollo y jizz esperma. Imposible de conservar esto al traducirlo.
[←12]
doggie style, signica hacer el perrito, estar sobre tus manos y rodillas mientras follas.