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Evodia y Síntique, juntas, pero separadas

Escrito por Pilar Herrera

Categoría: Reunión de mujeres

Creado: 03 Agosto 2016

Evodia y síntique(Filipenses 4:1-3)

Introducción

Si eres creyente y estás comprometida con tu iglesia local, habrás tenido, tienes o tendrás
problemas, roces o malentendidos con otros creyentes. No quiero desanimarte, pero sí, que
seas realista. El ser creyente no quiere decir que en nuestro peregrinar todo va a ser amor y
paz, es nuestra meta, pero eso solo se conseguirá completamente cuando estemos en el cielo.

El apóstol Pablo escribió la epístola a los filipenses cuando estaba preso en Roma (Filipenses
1:12-14), y es una de las cartas más gozosas y llenas de gratitud y amor a los filipenses por el
apoyo que había recibido de ellos, tanto espiritual como material.

Unos siete años antes, esta iglesia no existía. Pablo fue el fundador, por medio de su
predicación en Filipo a un grupo de mujeres que se juntaban al lado del río a orar. Allí se
convirtió la primera mujer de Europa, Lidia. Poco a poco el número de creyentes fue creciendo,
y entre ellos había dos mujeres, Evodia y Síntique.

El nombre de Evodia significa “viaje próspero o fragante”, y el nombre de Síntique


“Afortunada”. Pablo menciona en su epístola a estas dos mujeres, pero tristemente no lo hace
alabándolas por su buen ejemplo, sino todo lo contrario.

¿Quiénes eran estas mujeres?

Eran dos mujeres que habían combatido en el evangelio juntamente con Pablo, Clemente y
otros colaboradores de Pablo (v.3). Este verbo “combatir”, se usaba para los gladiadores que
sufrían. Eran mujeres que estuvieron al lado del apóstol ayudándole a llevar el evangelio a los
paganos e inconversos. Habían sufrido y trabajado arduamente por la extensión del evangelio y
la obra de Dios en Filipos. Eran mujeres preeminentes en la iglesia de Filipos. Todos las
conocían, todos sabían de su trabajo para el Señor, su servicio a los santos.

Pablo también dice de ellas que son verdaderas y genuinas creyentes porque “sus nombres
están en el libro de la vida” (v.3). Este libro es el registro celestial, en ese libro están escritos los
nombres de aquellos que irán al cielo, no por méritos propios, sino por la obra de Cristo en la
cruz por su pueblo. Solo Él conoce el nombre de cada uno, porque Él mismo los escribió.

¿Está tu nombre escrito en el libro de la vida? Esa es la pregunta más importante que puedes
hacerte. Si no estás segura, es porque quizás no has creído en el evangelio, en la obra de Jesús
en la cruz por tus pecados. Clama a Dios y busca su perdón y tu salvación.

¿Cuál era el problema?

Se ve que por un tiempo las dos mujeres habían trabajado codo a codo y por un desacuerdo no
pequeño, Pablo les llama la atención y les exhorta a ser de un mismo sentir: “Ruego a Evodia y
a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor” (v.2). No se dice el problema que tuvieron
en sí, pero tuvo que ser lo suficientemente grave para que Pablo mismo las mencionara
públicamente en su carta. Tuvo que ser tal desacuerdo, que ya era público, todos lo sabían, e
incluso podría haber estado causando divisiones en la misma iglesia al tomar partido por una u
otra. Quizás eran temas doctrinales o celos entre ellas. No lo podemos confirmar, pero el
enemigo de nuestras almas usará cualquier motivo para sembrar discordia y división entre los
hermanos.

Es triste ver a dos mujeres cristianas, maduras y activas en la obra del Señor, que están
enemistadas entre sí. No eran como los enemigos de la Cruz de Cristo, cuyo fin es la perdición
(Filipenses 3:18-19), sino verdaderas creyentes.

Esto nos puede pasar a cualquier creyente, seas quien seas, y por muy comprometido que
estés con el Señor y su iglesia. La mayoría de las veces que hay conflictos entre dos
hermanos/as en una iglesia, no suele ser por asuntos doctrinales, sino por problemas de
personalidad y de formas de hacer las cosas. Seamos sinceros, cuando el pastor o los líderes de
una iglesia hacen algo, están en el foco de mira de toda la congregación, y muchas veces los
demás juzgan el cómo se hacen las cosas, pensando que ellos las harían mucho mejor de otra
manera. Esto es lo que provoca la mayoría de los conflictos en muchas iglesias. Debemos estar
alertas que no caigamos en esto. Quizás tú creas que hay otra manera mejor de hacer las cosas,
pues ve y habla con el pastor y ora, y si es así, el pastor lo tendrá en cuenta; pero si aun así,
actúa de manera diferente, respétalo, porque quizás tú no sabes o no tienes toda la
información de la situación.

Qué hace Pablo al respecto?

¿Se encoge de hombros y permite que esta enemistad continúe indefinidamente? ¡Por
supuesto que no! Esto deshonra al Señor y al testimonio al mundo, sin contar con que puede
traer división en la misma iglesia.
Pablo les ruega a las dos mujeres “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en
el Señor” (v.2). La palabra “ruego” significa mostrar, hacer un llamamiento, rogar, exhortar,
enseñar, instruir. Él les ruega a las dos mujeres, es una exhortación, pero a la vez un mandato,
que sean de un mismo sentir.

¿Qué quiere decir que “sean de un mismo sentir”? Significa pensar objetivamente, o pensar
con el mismo punto de vista. En cuanto metemos nuestro personalismo en cualquier asunto, ya
no estamos pensando objetivamente. Pablo emplea las mismas palabras en Filipenses 2:2 y 5
en el contexto de la unidad basada en la humildad por causa de la extensión del evangelio.

Por lo tanto, el apóstol exhorta a Evodia y a Síntique a que levanten la mirada y vean el sentir
que tuvo Cristo cuando se humilló por nosotros, y que tengan ese mismo sentir, vestidas de
humildad, considerando una a la otra como superior (Filipenses 2:2-4). Tenemos que dejar a un
lado nuestras diferencias y nuestro orgullo, nuestras opiniones personales, y ceder, por amor a
la unidad de la iglesia. Pocas veces cuando hay un conflicto con algún hermano pensamos así
¿cómo puedo yo buscar una solución al conflicto, que mejor sirva al crecimiento del evangelio?

Por supuesto que la unidad no es a costa de cualquier cosa, si son asuntos graves como herejía,
o pecado, no podemos ceder en esto.

¿Cómo ayudar entonces?

Bien, Pablo busca la ayuda de un compañero fiel para que medie entre estas dos mujeres. No
sabemos quién era este hombre, pero lo que sí sabemos era que Pablo podía confiar en él,
porque había dado muestras de su fidelidad al Señor, ya que fue compañero de Pablo y éste lo
conocía bien. Puede que haya sido uno de los líderes o ancianos de la iglesia en Filipos. Sea
quien fuera, tenía la labor de ayudar a estas dos mujeres a tener un mismo sentir y a hacer las
paces. Lo que muestra es que el problema que tuvieran, tenía solución.

El ser mediador de conflictos no es tarea fácil, y no quiere decir que al final se consiga el
objetivo buscado, que es la paz y reconciliación entre las dos partes enemistadas.

Pablo tiene confianza en este hombre fiel, su compañero, y sabe que está capacitado para tal
misión, por eso le encomienda a ser arbitro entre Evodia y Síntique.

Cuantas veces si tenemos algún conflicto con algún hermano/a en la iglesia solemos ir a buscar
ayuda o consejo a alguien que nos va a dar la razón, que está de nuestro lado, pero eso no es lo
que Pablo está buscando. Él le encomienda la labor a un hombre que sabe va a ser objetivo en
el asunto, no será influenciado por ninguna de las dos partes. Escuchará a las dos mujeres, y
como es fiel al Señor, y sabio en la Palabra, aconsejará a las dos hacer lo más correcto posible
para que estén en paz una con la otra.

Cuando tengas problemas, busca a una persona espiritual, madura, sabia, que no te va a dar la
razón por ser tu amigo o tu amiga. Buscará tu bien y te dirá lo que el Señor quiere que hagas, y
lo hará porque te ama en el Señor.

Aquí Pablo se preocupa por la unidad de la iglesia, y busca que estas hermanas se reconcilien,
así también nosotras debemos hacerlo, para que el mundo vea que somos uno en Cristo (Juan
17:20-21).

Como creyentes tendemos a huir y no inmiscuirnos en los problemas de otros, pensamos que
es mejor que lo resuelvan otros en lugar de nosotros ¿para qué nos vamos a meter en líos?

¿Cómo resolver conflictos bíblicamente?

Este es un tema que llevaría otra reunión por sí solo, pero de manera concreta, debemos
aplicar los principios bíblicos (Mateo 18:15; 5:23-24). Muchos problemas en la iglesia se
resolverían si aplicáramos estos dos principios, pero me temo que es más común ir contando el
pecado de otros a otras personas en vez de ir directamente a tratarlo con ellos. Está bien
buscar el consejo del pastor o algún líder de la iglesia, pero no el ir hablando del pecado a
otros, eso se llama, cotilleo, difamar y calumniar.

Conclusión y aplicación

Tenemos todos que preguntarnos a la luz de la Palabra y delante de Dios a quien tenemos que
dar cuentas un día ¿estoy enemistada con algún hermano/a? si es así, tienes que actuar cuanto
antes, y resolver este asunto. Dios no va a aceptar tus ofrendas, tus oraciones, tus cánticos, si
no estás a bien con tu hermano. Puede que requiera humillación de tu parte, o una dolorosa
confrontación con la otra persona, o quizás necesites la ayuda de alguien, pero debes resolver
el conflicto (Romanos 12:18).

Fijémonos en los consejos que da Pedro en su epístola buscando la paz (1 Pedro 3:8-11), sed
todos de un mismo sentir, y a continuación da algunas sugerencias muy prácticas para llevar
esto a cabo:

- Sed compasivos, ponernos en lugar del otro, aplicar la regla de oro.


- Amándoos fraternalmente, esto quitaría mucha envidia de nuestros corazones, que
solo nos lleva a la amargura.

- Misericordiosos hacia los demás, aun sin merecerlo.

- Amigables, ayudando y ofreciéndonos a los demás.

- No devolviendo mal por mal, si actuamos así la bola será cada vez más grande.
Devolver bien por mal, por difícil que sea.

- Refrenar su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño. Muchos problemas


empiezan por las habladurías y las críticas hacia otros. No puede haber paz sin
controlar la lengua

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