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Los .

CARISMAS DE LAS LENGUA S

11 la primera carta de san Pablo a los corintios,


se mencionan el carisma de hablar en lenguas
y el carisma de interpretarlas. De acuerdo con
la experiencia vivida en los grupos de oración y con
la ensertanza de los autores carismáticos, se dan tres
modali4ades de estas vivencias espirituales.

La primera modalidad es la oración en lenguas, que


suele denominarse con la palabra glosolalia. Es un
género pe plegaria de alabanza o súplica, dirigida a
Dios, en las que se usan sonidos diferentes a los de
los idiomas conocidos;-para expresar sentimientos o
afectos del corazón.

La segunda modalidad se refiere a la proclamación de


un mensaje, dirigido a la asamblea, a manera de un
anuncio profético pero que, por estar pronunciado en
lenguas, requiere ser interpretado.

Se suele designar con el nombre técnico de xenoglosia, y


es una tercera modalidad de las lenguas, el proclamar
el mensaje de salvación en un idioma desconocido por
quien habla y comprendido por aquellos a quienes se
dirige. Sería lo sucedido en Pentecostés, de ton1<1r a }a
letra el relato bíblico.

A estos carismas se refiere san Pablo en los capítulos


doce y catorce de su primera carta a los Corintios. San
Lucas 1nenciona esa modalidad en el capítulo segundo
de los Hechos Apostólicos, y luego alude a ella en los
capítulos 8 y 19. También en el evangelio de san Marcos
se alude a esa modalidad de oración en un fragmen"to
del capítulo 16, añadido por un autor en el siglo II, que
lo puso en labios de Jesús. Aunque no sea de Marcos,.la
Iglesia lo considera texto inspirado.

El carisma-de la glosolalia

Este carisma se denomina también oración en lenguas


u oración en el espíritu9 San Pablo nos enseña que se
debe orar con la mente y con el espíritu, porque si sólo
se ora en lenguas, la mente queda sin fruto. El apóstol
añade: "Oraré con el espíritu, pero oraré también con
la mertte. Cantaré salmos con el espíritu, pero también
los cantaré con la mente" (1 Cor 14, 14-15).

La oración con el espíritu es mencionada también en


Efesios 6, 18 y -e n Judas 20. Aunque en este último caso
parece referirse no sólo al espíritu humano, sino al
Espíritu de Dios, quien es el inspirador de toda oración
auténtica. Toda oración cristiana debe ser animada por
el Espíritu S<1nto, ,1unque cul1ndo se habla de or<1c íún
en el espíritu, con frecuenci<-1 sólo se ,iluda a or;ir en
lcnguéls.

La oración en lenguéls, cantada o no, es una n1odalidZ1d


de plegaria, con1ún en Ja Rcnovació1i Cé1risrnéÍtica, pero,
a lo que parece, usada por c1lgunos santos a lo largo de
la historia.

Según san Pablo, de acuerdo con su enseñanza a los


carisn1áticbs corintios:

0
las lenguas son unc1 oración, es decir, un hablar a
Dios y no a los hombres (cf 1 Co r 14, 2)

• Pablo desea que todos los cristianos puedan


alab~r a Dios en lenguas (cf 1 Cor 14, 5)

• Pablo recomienda- que no se itnpida orar en


Ie11guas (cf 1 Cor 14, 39)

• Pablo habla en lenguas más que los otros


cristianos (cf 1 Cor 14, 18)

• Pablo afirma que quien habla en lenguas se


edifica a _sí mismo (cf 1 Cor 14, 17)

• Pablo enseña que quien escucha lenguas sin saber


la interpretación no recibe edificación espiritual
(cf 1 Cor 14, 16-17)
• La orac ió n e n le ngu,1s n o debe usarse como
espectáculo ante no cris tia nos (cf 1 Cor 14, 23).

De todo ello, deducimos que la glosolalia no es don


indispensable para todos los cristia nos, ni es un test
comprobatorio de l bautisn10 en el Es píritu; pero bien
usado, facilita orar con fervor y facilita la ed ificación
personal y, por lo tanto, es mu y útil.

La glosolalia es una forma de expresión volitiva, como


la risa, el grito, el llanto y los s uspiros, es decir, son
1
lenguajes no cerebrales, pues no brotan de la mente,
- sino del corazón. La glosolalia se basa en un abandono
tota l y sencillo en manos d el Señor, para que sea Él
quien guíe nuestra petición y nuestra alabanza o,
como escribió el cardenal Su en en s, "es una forma de
desprendimiento de sí m ismo, d e d esbloqueamiento y
d e liberación ante Dios y ante los d emás" .

Cuando se ora en lenguas, las palabras conocidas se


silencian y, en su lugar, surgen sonidos, cual balbuceos,
el hombre se hunde en el misterio de Dios, avanzando
a golpes de amor y de alabanza.

Orar en lenguas es entregarle a Dios asp~tos de la


personalidad tan importantes como la palabra, el canto
y la voz, y esto sólo se hace a base de humildad y de fe.
Por eso la preocupación principal del orante no son los
s onidos lingüísticos que emite, sino la entrega a Dios.
En algun¿:i_asan1blcZ1 caris n1áticZ1, unél niñita le dijo a una
n1ujer adulta que se quejaba de no hélbcr podido orar en
lenguas desde tiempo atrás: "Quizá no lo hace porque
usted tiene muchos deseos de hablar en lenguas, pero
no tiene tantos de alabar al Señor". .

Alabar a Dios es una actitud más del corazón que de los


labios. Las palabras que se suelen usar para ponderar
las cualidades divinas son las mismas usadas por los
anunciadores y publicistas de variados productos
porque nuestro vocabulario es limitado. Si crec111os
que nuestras apreciacio11es acerca de Dios s011 plenas
y suficientes, estamos equivocados. Los superlativos
que aplicamos a Dios son nada en comparación de las
cualidades divinas. Dios está más allá de la palabra
humana. Por ello la teología opta por términos
negativos, que dicen lo que Dios no es y no lo que es,
como: infinito, inmenso, inefable, indecible; es decir,
que no tiene límites, que no se puede medir, expresar
o decir. Por ello las afirmaciones que hacemos no
dependen del discurso pronunciado, sino del Espíritu
y del poder divinos (cf 1 Cor 2, 4).

Podríamos concluir, diciendo que las lenguas no son


algo infantil, p.atológico, histérico o emocional., y
que aun en el caso de que pudiesen reducirse a una
expresión natural sicológica, la motivación que las
causa les da su verdadero significado espiritual y hace
de ellas una oración en el Espíritu.
Dar mensajes en lenguas

En lél enseñanza de F\1 blo cncontra 1110s:

1. Hablar, es decir, orar e interpretar son dos


c<1risn1as distintos (1 Cor 12, 10.30; 14, 13.26).

2. Se requiere intérprete (1 Cor 14, 2.5).

3. Si no se inter~"lreta, es inútil (1 Cor 14, 6-11 ).

4~ Una mis1na J.."lerson~ puede dar mensajes e


interpretarlos (1 Cor i4, 13).

5. Se parece a las profecías (1 Cor 14, 5).

6. No es traducción. Poi eso, dos o tres intérpretes


pueden divergir, pero la asamblea juzga
(1 Cor 14, 29).

La interpretación de las lenguas

En algunas asambleas se puede dar que alguna persona


se· sienta movida a decir algún mensaje profético,
mediante el cual Dios instruye, anima, consuela o corrige
a los fieles. A veces, ese mensaje no es comunicado de
manera comprensible, sino que se expresa de modo
glosolálico, es decir, con sonidos no comprensibles por
los asistentes.
Entonces, se requiere que alguien los interprete.
A esta 1nodalidad se la denon1ina dar n1cnsajes· en
lenguas e interpretarlos. Séln Pablo dice, al respecto,
que si se dan dos o tres mensajes en lenguas y no se los
interpreta, es n1ejor no seguir utilizando ese carisma.
El m ·i sn10 apóstol afirn1é1 que élunque él hélblaba en
]enguas n1ás que los de1nás orantes, sin embargo, en
la asamble~, prefería usar un lenguaje compre11sible,
aunque fuese breve, que dilatar largan1ente los
1nensa1es én lenguas, si no los comprendían sus
oyentes.

La interpretación de estos 1nensa1es no equivale a


una traducción. En ésta, una persona que entiende el
n1ensaje pronunciado lo vierte al idio1na que haJ:)lan los
oyentes, y su versión es fiel si se ajusta a las palabras y
frases pronunciadas.

En la interpretación, se da una visión personal de lo


que se cree entender. Es algo parecido al modo como
se interpreta una pintura abstracta o una música que
puede despertar diversas emociones en quienes la
escuchan.

Al recibir la interpretación que se dé, la asamblea


suele dar su aprobación con expresiones de alabanza
o gratitud. _E s una aceptación de la autenticidad del
mensaje recibido.
La predicación en lenguas

Dice el libro de los l-lccl10s Apostóli cos que el día de


Pentecostés todos los discípulos que esta ban en el
ce11áculo "quedaron llenos de l Espíritu Santo y se
pusieron a hablar en otras leng uas, según el Espíritu
les concedía expresarse" . C uando la gente, llena d e
estupor, les oía hablar cada uno en su propia lengua
las maravillas de Dios, a pesar de que los oyentes
procedían de diversos lugares, se preguntaba qué
significaba eso, aunque otros, riéndose, opinaban que
estaban borrachos (cf Hech 2, 4-13).

Algunos intérpretes se apoyan en ese texto para explicar


el carisma de las lenguas como un hablar en idiomas
desconocidos por el predicador, pero sabidos por los
oyentes. Así lo afirman la peregrina Eteria y numerosos
padres de la Iglesia, como los santos Cirilo de Jerusalén,
León el Grande, Jerónimo, Juan Crisóstomo, Agustín,
Máximo de Turín, Gregario Magno. Semejante inter-
pretación dan santo Tomás de Aquino y el padre
Francisco Suárez. Una hipótesis curiosa la dio Severino
de.Gábala al enseñar que cada apóstol se expresó en la
lengua del país que habría de evangelizar.

En caso de que ese carisma se diese en la forma


expresada, se requerirían muchos milagros de Dios
en labios del predicador o en los oídos de quienes lo
escuchasen.
Por eso la n1ayorín de los cxégctél s actuéllcs opinan que
en rcéllidad en Pentecostés se dio glosolaliél, es d eci r,
orélción en lcnguZ1s, de la que antes se habló, pero que
san Lucas la interpretó con10 si .fuese una respuesta al
castigo de Babel. En la construcción de la célebre torre,
los ho1nbrcs quisieron alcanzar e l cielo, y no lograron
ni siquiera entenderse unos a otros (cf Gén 11, 1-9).
Ahora es el ·cielo el que baja a la tierra, y los hombres,
aunque hablen lenguas distintas, se comprenden, pues
el idioma n1~terno de ]a Iglesia es el amor.

Algunos otros intérpretes explican el don de len gu as


- -
como resultado d el fuego del Espíritu,. que toma en
fervorosos predicadores a los hasta en~onces tímidos
pescadores galileos. Las alabanzas fluí~n a sus gargantas
porque el fuego del Espíritu llenaba sus corazones.

En la lustoria de la Iglesia, se afirmó que varios santos


habrían tenido el carisma de predicar en lenguas. Se
menciona principahnente a los santos Antonio d e
Padua, Domingo de Guzmán, Vicente Ferrer, Luis
Beltrán y Francisco Javier. Sin embargo, las referencias
que se hacen en sus biografías aportan muchas dudas
sobre la realidad de dicho carisma. Lo mismo se puede
afirmar de cuanto dicen al respecto varios libros de
autores pentecostales.

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