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Cuando Sega anunció Sonic Superstars a principios de junio no pudimos evitar emocionarnos e

ilusionarnos. Al fin y al cabo, la promesa de una nueva entrega 2D de este icónico erizo siempre es
motivo de alegría, más todavía si toma su inspiración directamente de los juegos clásicos que
llevaron al erizo a lo más alto de la industria en la década de los 90.

Sin embargo, en vez de apostar por hacer algo similar al sobresaliente Sonic Mania, la compañía ha
querido ir mucho más allá para crear algo completamente nuevo. Esto, en la práctica, se acaba
traduciendo en un refrescante apartado gráfico 3D, la inclusión de poderes inéditos, la posibilidad
de disfrutar de la aventura en cooperativo con hasta tres jugadores más y el estreno de mundos
nunca antes vistos que se han creado desde cero para la ocasión, novedades que llegan
acompañadas por la jugabilidad tradicional de la serie.

Ahora, con el juego ya en nuestro poder y tras haberlo completado de principio a fin, podemos
confirmar que Sonic ha regresado con una aventura entretenida y disfrutable que no consigue
librarse de una serie de errores de diseño que, por desgracia, acaban lastrando la experiencia más
de lo que habría sido deseable.

La importancia de las físicas

Así pues, volvemos a estar ante un juego de plataformas 2D muy clásico que hace gala de todas las
señas de identidad de la saga: niveles amplios y enrevesados en los que las rutas superiores son
más sencillas que las inferiores, montones de rebotadores y mecanismos que nos permiten
acelerar y movernos de un lado a otro a toda velocidad, infinidad de anillos para recoger que nos
ayudarán a sobrevivir a los golpes siempre y cuando tengamos alguno en nuestro poder, monitores
que nos otorgarán diversas ventajas y recompensas al romperlos y, por supuesto, diversas fases de
bonificación a las que podremos acceder para intentar conseguir las preciadas Esmeraldas del
Caos, entre otras cosas.

Como veis, la fórmula es la misma que la de las entregas de 16 bits, algo que, de primeras, nos
encanta. De hecho, uno de los mayores aciertos del juego lo tenemos en sus controles y físicas, los
cuales son prácticamente un calco de lo visto en Sonic Mania. Arzest ha clavado la inercia, la
aceleración, el control de los saltos y el peso de los personajes, consiguiendo que las sensaciones
al tener el mando en la mano sean impecables y muy familiares para cualquiera que lleve décadas
rejugando los clásicos de la serie.

Una buena variedad de niveles con problemas de diseño

Lamentablemente, no podemos alabar de la misma manera el que es el otro gran pilar de la


aventura: su diseño de niveles. Por un lado, nos ha alegrado comprobar que todas las zonas son
completamente nuevas y no se ha recurrido a reciclar las ya existentes de obras anteriores, lo que
no quita que haya muchas reminiscencias y ambientaciones similares a lo que nos tiene
acostumbrado ya el erizo, logrando un equilibrio muy interesante entre lo nostálgico y lo
novedoso.
Además, nos ha sorprendido para bien lo variados que son todos los actos y las ganas que
demuestran de experimentar con nuevas ideas y mecánicas, algo que no siempre termina por salir
igual de bien, pero que al menos nos ha dejado con unas cuantas fases muy divertidas y
sorprendentes que nos han gustado mucho por lo que nos proponen.

El problema radica en que la ejecución de todo esto no es especialmente brillante, algo que se
agrava cuando nos damos cuenta de que el título arrastra muchos de los problemas de los que
adolecen los juegos más modernos del personaje, como si no hubiesen aprendido nada de los
errores del pasado y no hubiesen terminado de entender qué es lo que hizo que la trilogía original
se convirtiese en toda una leyenda del medio.

De primeras, nos encontramos con que las fases suelen abusar de momentos “automáticos” en los
que diversos mecanismos o rebotadores nos van llevando de un lado a otro a toda velocidad
quitándonos el control, algo que en ciertas pantallas ocurre con demasiada frecuencia y resta más
protagonismo del deseable al “plataformeo” puro y duro.

Sonic Superstars

Género/s: Plataformas 2D / Plataformas

PEGI +3

PS5 PS4 PC

Xbox Series X/S Xbox One Switch

Fecha de lanzamiento:

PS5, PS4, PC, XSX, XBOne, Switch: 17/10/2023

FICHANOTICIASAVANCESANÁLISISTRUCOSIMÁGENESVÍDEOS

VANDALJUEGOSSONIC SUPERSTARS

Análisis Sonic Superstars, el desangelado regreso del Sonic más clásico (PS5, PS4, PC, Xbox Series
X/S, Xbox One, Switch)

Sonic regresa con su vertiente plataformera más clásica en una irregular aventura que se queda
muy lejos de los mejores juegos de la saga.

Sonic Superstars

211

Carlos Leiva · 15:01 13/10/2023

Actualizado: 11:17 16/10/2023


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Análisis de versiones PS5, PS4, PC, Xbox Series X/S, Xbox One y Switch.

Cuando Sega anunció Sonic Superstars a principios de junio no pudimos evitar emocionarnos e
ilusionarnos. Al fin y al cabo, la promesa de una nueva entrega 2D de este icónico erizo siempre es
motivo de alegría, más todavía si toma su inspiración directamente de los juegos clásicos que
llevaron al erizo a lo más alto de la industria en la década de los 90.

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Sin embargo, en vez de apostar por hacer algo similar al sobresaliente Sonic Mania, la compañía ha
querido ir mucho más allá para crear algo completamente nuevo. Esto, en la práctica, se acaba
traduciendo en un refrescante apartado gráfico 3D, la inclusión de poderes inéditos, la posibilidad
de disfrutar de la aventura en cooperativo con hasta tres jugadores más y el estreno de mundos
nunca antes vistos que se han creado desde cero para la ocasión, novedades que llegan
acompañadas por la jugabilidad tradicional de la serie.

Ahora, con el juego ya en nuestro poder y tras haberlo completado de principio a fin, podemos
confirmar que Sonic ha regresado con una aventura entretenida y disfrutable que no consigue
librarse de una serie de errores de diseño que, por desgracia, acaban lastrando la experiencia más
de lo que habría sido deseable.

La importancia de las físicas

Así pues, volvemos a estar ante un juego de plataformas 2D muy clásico que hace gala de todas las
señas de identidad de la saga: niveles amplios y enrevesados en los que las rutas superiores son
más sencillas que las inferiores, montones de rebotadores y mecanismos que nos permiten
acelerar y movernos de un lado a otro a toda velocidad, infinidad de anillos para recoger que nos
ayudarán a sobrevivir a los golpes siempre y cuando tengamos alguno en nuestro poder, monitores
que nos otorgarán diversas ventajas y recompensas al romperlos y, por supuesto, diversas fases de
bonificación a las que podremos acceder para intentar conseguir las preciadas Esmeraldas del
Caos, entre otras cosas.

La historia nos llevará a explorar Northstar Islands, una región inédita en la saga.

Como veis, la fórmula es la misma que la de las entregas de 16 bits, algo que, de primeras, nos
encanta. De hecho, uno de los mayores aciertos del juego lo tenemos en sus controles y físicas, los
cuales son prácticamente un calco de lo visto en Sonic Mania. Arzest ha clavado la inercia, la
aceleración, el control de los saltos y el peso de los personajes, consiguiendo que las sensaciones
al tener el mando en la mano sean impecables y muy familiares para cualquiera que lleve décadas
rejugando los clásicos de la serie.

Una buena variedad de niveles con problemas de diseño

Lamentablemente, no podemos alabar de la misma manera el que es el otro gran pilar de la


aventura: su diseño de niveles. Por un lado, nos ha alegrado comprobar que todas las zonas son
completamente nuevas y no se ha recurrido a reciclar las ya existentes de obras anteriores, lo que
no quita que haya muchas reminiscencias y ambientaciones similares a lo que nos tiene
acostumbrado ya el erizo, logrando un equilibrio muy interesante entre lo nostálgico y lo
novedoso.

Los controles y las físicas no podrían ser mejores.

Además, nos ha sorprendido para bien lo variados que son todos los actos y las ganas que
demuestran de experimentar con nuevas ideas y mecánicas, algo que no siempre termina por salir
igual de bien, pero que al menos nos ha dejado con unas cuantas fases muy divertidas y
sorprendentes que nos han gustado mucho por lo que nos proponen.

El problema radica en que la ejecución de todo esto no es especialmente brillante, algo que se
agrava cuando nos damos cuenta de que el título arrastra muchos de los problemas de los que
adolecen los juegos más modernos del personaje, como si no hubiesen aprendido nada de los
errores del pasado y no hubiesen terminado de entender qué es lo que hizo que la trilogía original
se convirtiese en toda una leyenda del medio.

De primeras, nos encontramos con que las fases suelen abusar de momentos “automáticos” en los
que diversos mecanismos o rebotadores nos van llevando de un lado a otro a toda velocidad
quitándonos el control, algo que en ciertas pantallas ocurre con demasiada frecuencia y resta más
protagonismo del deseable al “plataformeo” puro y duro.

Algunas fases hacen gala de ideas muy locas y sorprendentes, aunque no siempre aciertan con su
ejecución.
De igual modo, la forma en la que están dispuestas las trampas y los enemigos nos ha parecido un
tanto cuestionable, pues el juego parece completamente empeñado en frenar nuestras carreras de
formas un tanto “sucias” e impredecibles a las que rara vez nos vamos a poder anticipar a menos
que nos conozcamos los niveles de antemano.

Encontrar un equilibrio entre la alta velocidad de Sonic y las secciones de plataformas más
pausadas que requieren una mayor precisión siempre ha sido uno de los mayores retos de la saga,
pero títulos como Sonic The Hedgehog 2 o Sonic 3 & Knuckles demostraron que esto es algo que se
puede conseguir con un buen diseño de niveles. En cambio, Superstars no es capaz de conciliar
ambas vertientes y busca constantemente que salgamos disparados a toda velocidad con algún
mecanismo o pendiente para, en mitad del impulso, plantarnos algún enemigo u obstáculo para
que nos choquemos y perdamos nuestros anillos sin darnos tiempo a reaccionar.

Por culpa de esto, los niveles no terminan de fluir todo lo bien que deberían y se dan situaciones
especialmente frustrantes que acaban por lastrar la diversión más de lo que nos hubiese gustado.
Curiosamente, gran parte de estos problemas se habrían resuelto con una cámara algo más
despegada de los protagonistas, ya que jugando en solitario está tan cerca de ellos que apenas nos
permite ver lo que hay a nuestro alrededor, obligándonos a dar algunos saltos a ciegas e
impidiendo que nos anticipemos a peligros que con un zoom más amplio habríamos podido evitar.

Eso sí, cuando todo funciona como debe, el juego divierte y entretiene con facilidad. Hay buenas
secciones de plataformas, muchos mecanismos distintos con los que jugar y multitud de rutas que
podemos tomar y que aumentan su valor rejugable, por lo que es una pena que las fases sean tan
irregulares y pasen constantemente de lo divertido a lo irritante cuando menos lo esperamos.

Hablando de rejugabilidad, esta vez contamos con Sonic, Tails, Knuckles y Amy como personajes
jugables, cada uno de ellos con sus poderes y habilidades habituales, aunque en el caso de la eriza
se ha retocado ligeramente el funcionamiento de su ataque con martillo respecto a Sonic Origins
para darnos un mayor control al aporrear con él tras caer a tierra. Hay alguna que otra sorpresa
relacionada con todo esto, pero tal y como podéis ver, si queréis completar la aventura con cada
uno de ellos tendréis la excusa perfecta para rejugarla varias veces y explorar nuevos caminos.

El poder de las esmeraldas

En otro orden de cosas, una de las grandes novedades que trae consigo esta entrega la tenemos en
la inclusión de una serie de poderes que desbloquearemos al hacernos con las Esmeraldas del
Caos. Al igual ocurría en Sonic 3 & Knuckles y Sonic Mania, para hacernos con ellas deberemos
encontrar por los niveles un anillo gigante que al tocarlo nos teletransportará a una fase de
bonificación que nos recompensará con una de estas preciadas gemas si conseguimos superarla.
Estas pantallas no nos han parecido especialmente divertidas, pues se desarrollan en un escenario
tridimensional en el que debemos balancearnos por una serie de puntos luminosos para llegar
hasta la esmeralda antes de que se acabe el tiempo, lo que resulta en una ejecución muy básica y
poco inspirada que no aporta demasiado.

Cada joya que consigamos, nos otorgará un poder distinto que se recarga al tocar cualquier punto
de control, y entre estas habilidades se incluyen cosas como ver plataformas invisibles, subir por
cascadas, ralentizar el tiempo o invocar un ejército de clones que inunda la pantalla y arrasa con
todo lo que se cruce en su camino.

Esta idea que tan bien suena sobre el papel, lo cierto es que queda desaprovechadísima, ya que la
mayoría de estos poderes tienen usos muy circunstanciales y solo nos servirán en los lugares
concretos donde nos indiquen que los utilicemos, mientras que los pocos con capacidades
ofensivas suelen quedar relegados únicamente a los enfrentamientos contra jefes, permitiéndonos
saltarnos alguna que otra fase para no tener que lidiar con sus mecánicas.

Ya que hemos mencionado a los jefes, aquí tenemos otro punto más donde el juego no termina de
afinar del todo por culpa de unas rutinas muy básicas, repetitivas y en ocasiones hasta tediosas. Se
agradece el esfuerzo que se ha invertido en hacerlos más espectaculares y variados, dotándolos de
varias fases distintas, pero no nos hemos terminado de divertir con ellos tanto como habría sido
deseable, especialmente con algunos que indican de forma muy poco intuitiva su ventana de
invulnerabilidad tras recibir un golpe, ya que no siempre son susceptibles a sufrir daño tras dejar
de parpadear. Eso sí, nos ha sorprendido para bien el puntito de dificultad que se les ha dado a
muchos de ellos, obligándonos a estar atentos y concentrados durante toda la batalla para
sobrevivir.

Volviendo a los poderes de las esmeraldas, huelga decir que, una vez más, podremos convertirnos
en Super Sonic, Super Tails, Super Knuckles y Super Amy cuando las reunamos todas, lo que suele
facilitar bastante las cosas y resulta igual de divertido que siempre al permitirnos recorrer los
niveles a toda velocidad arrasando con todo.

Caos en compañía

Por otra parte, una de las novedades más promocionadas de esta entrega es su multijugador
cooperativo local para hasta cuatro jugadores, una idea que sonaba realmente bien, pero cuya
ejecución ha dejado mucho que desear. Si bien al jugar con amigos el zoom de la cámara se aleja y
nos permite ver mucho mejor lo que tenemos a nuestro alrededor, no tardaremos demasiado en
darnos cuenta de lo mal que se adapta la fórmula de la saga a una propuesta de estas
características, algo que ya pudimos comprobar en su día con Sonic The Hedgehog 2, donde un
segundo jugador podía controlar a Tails.

La transformación en ‘súper’ puede ser muy problemática al jugar en cooperativo.


De entrada, nos encontramos con que la cámara muchas veces no tiene nada claro a qué jugador
debe seguir, cambiando de manera arbitraria y poco intuitiva de uno a otro, lo que acaba
derivando en que muchas veces se fijará en nosotros, intentaremos avanzar, cambiará
abruptamente y nos saldremos del encuadre, obligándonos a pulsar un botón para reaparecer
junto al jugador que esté haciendo de “líder” en ese momento.

Considerando la velocidad a la que se desarrolla el juego y la verticalidad de las fases, esto es algo
que sucede constantemente durante la partida, ya que es complicadísimo que todo el mundo vaya
al mismo ritmo o incluso que salgamos disparados en las mismas direcciones al usar determinados
mecanismos, convirtiendo cada fase en un tira y afloja en el que no vamos a parar de arrastrar a
nuestros compañeros o ser nosotros arrastrados por ellos.

Esto es algo que se agrava incluso más con los poderes de las esmeraldas, pues todo el mundo
puede usarlos, pero solo uno a la vez, lo que también se aplica a las transformaciones en “súper”
de los personajes. Al solo permitir que un jugador adquiera su superforma, esto acaba
equivaliendo a que, de repente, haya alguien que corra y salte mucho más que el resto, facilitando
más incluso que se adelante e impida jugar a sus compañeros al arrastrarlos constantemente. O
peor, que por intentar correr se salga de la cámara y sea él arrastrado hacia atrás, lo que hará que
automáticamente pierda su transformación, obligándonos a activarla nuevamente para disfrutar
de sus ventajas. De hecho, hemos jugado fases en las que hemos acabado transformándonos
tantas veces por culpa de esto que la música se nos ha acabado corrompiendo con varios temas
superpuestos a la vez.

Estas pantallas de bonus solo pueden ser jugadas por un jugador a la vez, así que al jugarlas en
cooperativo el control va cambiando de uno a otro de manera regular.

Más allá del cooperativo, existe un Modo Batalla para hasta 8 jugadores que puede jugarse tanto
online como local (aquí el máximo es de 4) e incluso en solitario contra bots en el que debemos
competir para salir victoriosos en una serie de pruebas y minijuegos consistentes en recoger
estrellas, acumular electricidad para atacar a nuestros contrincantes o simplemente ser los
primeros en llegar a la meta en una fase de plataformas. Además, las medallas que consigamos
durante la aventura principal las podremos invertir aquí para personalizar el aspecto del robot que
controlaremos en este modo. En líneas generales, nos ha parecido un modo muy anecdótico que
no creemos que vaya a tener demasiado recorrido, ya que ni las pruebas son demasiado divertidas
ni va precisamente sobrado de contenidos como para mantener las cosas frescas a corto o medio
plazo.

Podido jugar.
En términos puramente visuales es un juego muy bonito.

El sonido, por su parte, nos regala los mismos y reconocibles efectos que llevamos escuchando
desde los tiempos de Mega Drive. Finalmente, la banda sonora nos deja con una selección de
temas muy animados y alegres que ambientan bastante bien nuestras aventuras, aunque no todos
nos han convencido por igual y ninguno de ellos nos ha resultado especialmente memorable o
pegadizo. O dicho de otro modo: la música cumple, pero no destaca.

Conclusiones

Sonic Superstars es un juego que nos ha entretenido y nos ha hecho pasar buenos momentos, pero
que se ha quedado muy lejos de los grandes clásicos de la saga por culpa de una serie de
problemas y errores de diseño que acaban por empañar la experiencia más de lo deseable, lo que
es una auténtica pena, ya que tiene algunos momentos geniales, es variado, los controles y las
físicas son perfectos y algunas de las ideas que propone son muy ingeniosas y tienen un potencial
que nunca explota por culpa de una torpe ejecución. Sonic se merece un juego muchísimo mejor y
no han sido pocas las veces en las que nos ha demostrado lo mucho que puede brillar en su
vertiente 2D clásica (teniendo en Sonic Mania el ejemplo más reciente), por lo que solo nos queda
esperar, una vez más, a que el icónico erizo recupere su grandeza con su próxima carrera.

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