Está en la página 1de 15

LECCIÓN 4.

REQUISITOS DEL MATRIMONIO Y SUS


EFECTOS

1. LA CAPACIDAD PARA CONTRAER MATRIMONIO Y EL EXPEDIENTE O


ACTA MATRIMONIALES PREVIOS
Los “requisitos” del matrimonio se regulan en los arts. 44 – 48 CC, siendo en este primer precepto
donde se contempla el derecho a contraer matrimonio (art. 32 CE).
El resto de los preceptos reseñados se ocupan de la capacidad de los contrayentes y de la prestación
del consentimiento, aunque ahora nos centraremos en el asunto de la capacidad. Para que el
consentimiento de los contrayentes genere el vínculo matrimonial es necesario que concurran ciertos
requisitos que son presupuestos de validez del matrimonio y, entre los mismos, se encuentra el de la
capacidad de los contrayentes.
Suelen reconducirse al estudio de la “capacidad” las prohibiciones absolutas (impedimentos absolutos)
y relativas (impedimentos relativos) para contraer matrimonio que contempla el CC. Sin embargo,
conceptualmente, deben distinguirse:
- Requisitos de capacidad: se construyen a partir de la regulación sobre los impedimentos
absolutos cuya ausencia impide a quien no los reúne celebrar matrimonio con cualquier persona.
- Impedimentos relativos: impiden celebrarlo con determinadas personas.
1.1. PRESUPUESTOS DE LA CAPACIDAD PARA CONTRAER MATRIMONIO

A. EDAD NÚBIL DE LOS CONTRAYENTES (ART. 46.1 CC)


Solo pueden contraer matrimonio los mayores de edad, es decir, los que han cumplido 18 años y los
menores emancipados, que son los que han cumplido 16 años y han salido de la patria potestad o tutela
por concesión de los padres o por concesión judicial. Sin embargo, suele negarse aptitud para contraer
matrimonio el menor emancipado por vida independiente al tratarse de una situación que puede ser
revocada por los padres. En cualquier caso, como la emancipación precisa los 16 años cumplidos, puede
afirmarse que es esa la edad núbil para el ordenamiento jurídico español, al menos desde el año 2015.
Aunque el legislador persigue que no pueda contraer matrimonio el menor de 16 años, el art. 75 CC
permite que el matrimonio nulo por falta de edad pueda devenir válido si los cónyuges viven juntos
durante un año después de alcanzada la mayoría de edad (se produce la convalidación ipso iure) si no
se ha declarado antes la nulidad del matrimonio.
B. LIBERTAD DE ESTADO DE LOS CONTRAYENTES (ART. 46.2 CC)
Se acoge el criterio de unidad de vínculo matrimonial, propio de la cultura occidental, rechazándose la
poligamia y la poliandria. De hecho, la bigamia constituye un delito tipificado en el art. 217 CP.
No pueden contraer matrimonio quienes hayan contraído antes un matrimonio válido (en forma civil o
en forma religiosa con efectos civiles), aunque no se haya inscrito en el Registro Civil, pues la inscripción
no tiene efectos constitutivos. El impedimento cesa cuando se disuelve el matrimonio anterior por
muerte, declaración de fallecimiento o divorcio. No es suficiente la separación, pues la misma no
extingue el vínculo matrimonial.
Si se celebra un segundo matrimonio, éste será nulo (aunque su nulidad debe ser instada y declarada
por los tribunales). Si el matrimonio anterior se ve afectado por causa de nulidad, la prohibición de
contraer nuevo matrimonio subsiste mientras dicha nulidad no haya sido declarada por sentencia
firme. Pero si el segundo matrimonio se celebra y luego se declara la nulidad del primero, ese segundo
matrimonio deviene retroactivamente válido.
1.2. IMPEDIMENTOS PARA CONTRAER MATRIMONIO

A. IMPEDIMENTO DE PARENTESCO (RAZONES EUGENÉSICAS: EXOGAMIA)


No pueden contraer matrimonio entre sí las personas unidas por vínculos de parentesco en la línea
recta, por consanguinidad o adopción, sin límite de grados: hijos con padres, nietos con abuelos...
Tampoco los parientes consanguíneos en la línea colateral hasta el tercer grado. Es decir, hermanos
(segundo grado) y tíos y sobrinos (tercer grado). Sin embargo, no hay impedimento entre los parientes
adoptivos en la línea colateral.
El adoptado y sus consanguíneos no podrán contraer matrimonio entre sí cuando concurra el
impedimento de parentesco. Como regla general, la adopción produce la extinción de los vínculos
jurídicos entre el adoptado y su familia biológica, pero ello se entiende sin perjuicio de lo dispuesto
sobre impedimentos matrimoniales.
B. IMPEDIMENTO DE MUERTE DOLOSA DEL CÓNYUGE O CONVIVIENTE O DE CRIMEN (ART. 47.3º CC)
El impedimento se refiere al momento de contraer matrimonio. Si no hay todavía sentencia penal
condenatoria, el matrimonio es válido y la validez no queda condicionada por la condena ulterior. Para
que proceda el impedimento es necesario que se de algunas de las 4 situaciones:
- Que las personas que pretendan casarse entre sí hayan sido condenadas por la participación
(en cualquier forma: autor, cómplice...) en la muerte del anterior cónyuge o pareja de hecho de
cualquiera de ellos.
- Que la condena sea por la muerte (no vale la tentativa o frustración).
- Que la muerte haya sido dolosa (no imprudente).
- Que la condena sea por sentencia firme.
C. DISPENSA DE IMPEDIMENTOS
Admite el legislador que ciertas prohibiciones relativas para contraer matrimonio sean dispensadas o
exceptuadas. El ejercicio de la potestad de dispensa supone la ponderación en un caso concreto del
interés público presente en el matrimonio y de los intereses privados en juego. Actualmente, solo se
admite la dispensa del impedimento de muerte dolosa del cónyuge o pareja de hecho y del
impedimento de parentesco en la línea colateral de tercer grado: tío/sobrino.
El juez de primera instancia del domicilio o, en su defecto, de la residencia de cualquiera de los
contrayentes, puede dispensar el impedimento, cuando concurra justa causa, mediante resolución
dictada en expediente de jurisdicción voluntaria.
La dispensa debe ser solicitada por el afectado por el impedimento, antes de que se declare la nulidad
del matrimonio o se inste judicialmente la nulidad del matrimonio por alguno de los contrayentes y
debe hacer constar en su solicitud los motivos de índole particular, familiar o social en que se basa.
Debe acompañar a la solicitud los documentos o antecedentes necesarios que acrediten la justa causa
y, en su caso, la proposición de prueba. En cuanto a qué se considera justa causa, en alguna ocasión,
por ejemplo, se ha considerado como tal la convivencia prolongada entre tío y sobrina, pero puede valer
cualquier otra que revele que el matrimonio resulta objetivamente conveniente y adecuado al interés
familiar. Lo normal es que la dispensa se solicite antes de contraer matrimonio, pero el art. 48 CC
admite que se solicite después, en cuyo caso la dispensa convalidará retroactivamente el matrimonio
1.3. EL EXPEDIENTE O ACTA MATRIMONIALES PREVIOS
Sin perjuicio del examen a posteriori del defecto de capacidad o de la presencia de impedimentos a
través del ejercicio de una acción de nulidad, la concurrencia de los requisitos de capacidad y ausencia
de impedimentos (o su dispensa), así como la aptitud natural de entender y querer son objeto de
control previo, a través de un expediente o acta tramitados antes de la celebración del matrimonio
conforme a la legislación del Registro Civil, que se denominan procedimiento de autorización
matrimonial.
A. COMPETENCIA PARA INSTRUIR EL EXPEDIENTE O ACTA MATRIMONIALES PREVIOS (ART. 51.1 CC)
El art. 51.1 CC regula la competencia para tramitar el procedimiento de control previo o autorización
matrimonial (expediente o acta), debiendo destacarse que el notario instruye un “acta”, mientras que
el resto de los sujetos competentes para realizar la comprobación instruyen un “expediente”, aunque
ambos instrumentos (acta y expediente) cumplen la misma finalidad.
Son competentes para instruir el expediente matrimonial:
- El Letrado de la Administración de Justicia del domicilio de uno de los contrayentes.
- El Encargado del Registro Civil del lugar del domicilio de uno de los contrayentes.
- El funcionario diplomático o consular Encargado del Registro Civil si residiesen los contrayentes
en el extranjero.
Por otro lado, el competente para tramitar el acta previa es el notario del lugar del domicilio de uno de
los contrayentes.
Debe tenerse en cuenta que, a día de hoy, en muchos registros el Encargado del Registro Civil sigue
siendo un Juez. Sin embargo, según van entrando en servicio efectivo las aplicaciones informáticas que
permitan el funcionamiento del Registro Civil en forma íntegramente electrónica el Encargado del
Registro Civil es el Letrado de la Administración de Justicia (o Secretario Judicial) que obtenga la plaza.
B. TRAMITACIÓN DEL EXPEDIENTE O ACTA MATRIMONIALES PREVIOS
En principio, y en tanto no se apruebe un nuevo Reglamento del Registro Civil, cabe entender aplicables
los arts. 238 – 254 RRC 1958 en cuanto sean compatibles con la LRC 2011, sin perjuicio de las
particularidades en el caso de que intervenga el Notario (acta matrimonial previa). De este modo, el
procedimiento a seguir recogido por el RRC es el siguiente:
1. Inicia con un escrito presentado por los propios contrayentes que debe ser posteriormente
ratificado. Con el escrito se presentará la prueba del nacimiento y, en su caso, la prueba de la
disolución de los anteriores vínculos, la emancipación o la dispensa que no prejuzga la
inexistencia de otros impedimentos u obstáculos.
2. Procede la publicación de edictos o proclamas, por espacio de 15 días, en las poblaciones
donde hubieren residido o estado domiciliados los contrayentes en los últimos dos años, con el
requerimiento a quienes tienen noticia de algún impedimento para que lo denuncien. Sin
embargo, cuando los contrayentes han vivido en municipios de más de 25.000 habitantes, se
sustituyen los edictos por la audiencia de un amigo, pariente o allegado que manifieste que no
concurre ninguna prohibición legal (diligencias sustitutorias).
3. De especial importancia es la audiencia que el instructor, incluido el notario, mantiene por
separado (audiencia reservada) con cada contrayente para cerciorarse de la ausencia de
cualquier obstáculo para la celebración del matrimonio. Esta audiencia sirve, fundamentalmente,
para que el instructor se asegure de la capacidad de los contrayentes y de su verdadero
propósito (simulación). El trámite de audiencia es necesario, incluso, cuando uno de los
contrayentes tiene su domicilio en el extranjero, en cuyo caso se podrá realizar ante el Registro
Consular.
4. Termina con una resolución (recurrible) en la que se autoriza o deniega la celebración del
matrimonio, debiendo ser motivada y expresa la denegación, y expresar, en su caso, con
claridad, la falta de capacidad o el impedimento en el que se funda la denegación. En cualquier
caso, el autorizante hará constar la concurrencia o no en los contrayentes de los requisitos
necesarios para contraer matrimonio, así como la determinación del régimen económico
matrimonial que resulte aplicable y, en su caso, la vecindad civil de los contrayentes, entregando
copia a éstos.
5. El matrimonio deberá celebrarse dentro del año siguiente a la publicación de anuncios o la
realización de las diligencias sustitutorias. Sin embargo, con relación a los matrimonios
celebrados en forma religiosa, cabe que se aplique otro plazo.
C. NATURALEZA DEL PROCEDIMIENTO
El expediente o acta matrimoniales previos constituyen un presupuesto procedimental y no sustantivo
(o de validez) para que pueda celebrarse el matrimonio. De hecho, es posible, en ciertos supuestos,
que el expediente o acta se tramite después de la celebración del matrimonio, en cuyo caso, quien haya
autorizado el matrimonio deberá tramitar el acta o expediente antes de la inscripción, si tiene
competencia para ello, para comprobar que concurren los requisitos legales de validez. Si no tiene
competencia, corresponderá al Encargado del Registro Civil del lugar de celebración, tramitar un
expediente, antes de practicar la inscripción, para comprobar que concurren los requisitos de validez,
debiendo el autorizante remitirle el acta de celebración.
D. PARTICULARIDADES EN LOS CASOS DE INTERVENCIÓN NOTARIAL: INSTRUCCIÓN 3 JUN. 2021
DGSJFP
Con relación a la autorización del matrimonio por los Notarios es importante la Instrucción 3 jun. 2021
DGSJFP, sobre la tramitación del procedimiento de autorización del matrimonio ante notarios, que
regula el mismo en forma muy detallada (y parece apartarse del RRC en algún aspecto):
- El procedimiento de autorización se inicia ante el Notario del lugar del domicilio de cualquiera
de los contrayentes designado por el Colegio Notarial. Comienza con una solicitud de
autorización de matrimonio firmada por ambos solicitantes, en las que consten los datos
identificados de ambos, declaración de que no existe impedimento, domicilio, nombre de los
testigos y autoridad y lugar elegidos para la celebración.
- Renuncia a la publicación de edictos o proclama por entender más ajustadas a la realidad (y a
la protección de datos personales) la práctica de otras diligencias, siendo éstas, como mínimo,
la prueba testifical mediante, al menos, dos testigos mayores de edad conocedores de los
contrayentes, cuya declaración versará sobre los hechos relativos a posibles impedimentos o
falta de capacidad.
- Prevé que el notario redacte dos actas:
1. Se documente el expediente de autorización, en especial la prueba de audiencia
reservada
2. Se autorice o deniegue la celebración del matrimonio.
E. SUPUESTOS ESPECIALES EN MATERIA DE EXPEDIENTE O ACTA MATRIMONIALES PREVIOS
La regla general es la necesidad de expediente o acta (procedimiento de autorización matrimonial),
pero no se exige en el matrimonio en peligro de muerte, ni en el matrimonio canónico. En estos casos,
será necesario controlar que concurren los requisitos de validez, posteriormente, antes de practicar la
inscripción, pero el matrimonio celebrado es en principio válido.
Aunque el matrimonio celebrado en forma canónica es válido, aun sin procedimiento de autorización
matrimonial previo, el expediente o acta previos condicionan la validez del matrimonio (no es válido si
no hay expediente o acta previos) en el caso de matrimonio celebrado por las confesiones declaradas de
notorio arraigo en España y el matrimonio deberá celebrase en los 6 meses siguientes de la fecha de la
resolución o acta que contenga el juicio de capacidad.
En idéntica situación se encuentran los matrimonios celebrados por el rito evangélico o israelita. Sin
embargo, si se celebra el matrimonio según el rito islámico, la tramitación del expediente solo será
necesaria para poder inscribir el matrimonio, pero el matrimonio solo se puede inscribir si se celebra
antes de que transcurran seis meses desde la fecha de la resolución o el acta.

2. EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
2.1. APTITUD PARA PRESTAR CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
Además de los requisitos relativos a la capacidad de los contrayentes y los formales, se requiere que las
partes presten su consentimiento. Según el art. 45.I CC: “No hay matrimonio sin consentimiento
matrimonial”. Y conforme al art. 73 CC: “Es nulo, cualquiera que sea la forma de su celebración: 1º El
matrimonio celebrado sin consentimiento matrimonial”.
Falta por completo el consentimiento en los casos de vis absoluta, donde para arrancar el
consentimiento se emplea una fuerza irresistible. También falta el consentimiento en los supuestos de
declaración hecha sin seriedad o iocandi causa y en los de simulación y reserva mental.
Especial interés tiene el asunto del consentimiento prestado por el discapaz. Solo pueden contraer
matrimonio las personas que, en el momento de prestar consentimiento, tiene suficiente
discernimiento y conocimiento sobre el acto que concluyen, es decir, capacidad de entender y querer el
acto. El expediente o acta matrimoniales previos no se limitan a comprobar los requisitos de capacidad
y la ausencia de impedimentos. El examen que se lleva a cabo abarca, además, la comprobación de la
madurez psíquica suficiente para prestar consentimiento matrimonial. La regulación favorece el ius
connubi, pues no se exige una madurez de juicio abstracta, sino la concreta requerida para prestar
consentimiento matrimonial (favor matrimonii). Siempre se ha admitido la posibilidad de que contraiga
matrimonio un discapaz con la capacidad natural de entender y querer, aunque sus deficiencias
psíquicas le impidieran gobernarse por sí mismo a otros efectos.
La redacción anterior del art. 56.II CC, preveía que, durante la tramitación del expediente o acta
matrimoniales, debía exigirse dictamen médico sobre la aptitud para prestar consentimiento, si alguno
de los contrayentes estaba afectado por deficiencias o anomalías psíquicas. Sin embargo, atendida la
necesidad de asegurar el derecho a contraer matrimonio del discapaz, en condiciones de igualdad, la
nueva redacción del art. 56.II CC reconduce el dictamen médico a situaciones absolutamente
excepcionales, en particular, cuando uno de los contrayentes presente una condición de salud que, de
modo evidente, categórico y sustancial, pueda impedir prestar el consentimiento matrimonial pese a las
medidas de apoyo. Por otro lado, la persona encargada de tramitar el expediente o acta puede recabar
de la Administración los apoyos humanos, técnicos y materiales que faciliten la emisión, interpretación
y recepción del consentimiento del o de los contrayentes.
La Instrucción 3 jun. 2021, de la DGSJFP, incluye entre los documentos que deben incorporarse a la
solicitud de las partes para iniciar el procedimiento de autorización matrimonial de las partes un
dictamen médico sobre la aptitud para prestar consentimiento para el caso excepcional de que alguno
de los contrayentes presentase condiciones de salud especiales que puedan generar dudas sobre si
puede o no prestar el consentimiento matrimonial. Después, dedica un artículo a las personas con
discapacidad en el que especifica que, para el supuesto de que notoriamente no pueda prestarse el
consentimiento, debe presentarse informe del médico de cabecera y del especialista que trate al
discapaz y, de no presentarse, se inadmitirá el procedimiento. Solo en caso de presentarse los
documentos, prevé la práctica de otras diligencias, como solicitar dictamen a facultativo elegido por él
mismo Notario.
2.2. CONSENTIMIENTO SOMETIDO A CONDICIÓN, TÉRMINO Y MODO
Según el art. 45.II CC: “La condición, término o modo del consentimiento se tendrá por no puesta”. El
consentimiento matrimonial debe ser actual y los contrayentes no pueden modificar la regulación
predispuesta por el ordenamiento. La condición, término o modo se tienen por no puestos y no
determinan la invalidez del matrimonio. De hecho, el art. 58 CC impone a quien oficia el matrimonio la
obligación de preguntar a los contrayentes si efectivamente contraen matrimonio en ese acto,
debiendo responder ambos contrayentes afirmativamente.
2.3. VICIOS DEL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
El consentimiento de los contrayentes debe haberse formado consciente y libremente, es decir, no
deben concurrir vicios de la voluntad, que son las causas que determinan la formación de una voluntad
diferente de la que se habría formado en caso de haber tenido el contrayente pleno conocimiento y
libertad.
A. ERROR (ART. 73.4 CC)
Este precepto puede referirse a dos hipótesis:
1. Error en la identidad del otro contrayente . Es un caso de error obstativo (divergencia entre
voluntad interna y voluntad declarada) ya que se celebra el matrimonio con persona distinta de
aquella con quien se quería contraerlo. Esto solo puede suceder cuando concurren
circunstancias que permiten la suplantación, como en el matrimonio del ciego o el matrimonio
por poder.
2. Error-vicio de la voluntad. Hay coincidencia entre voluntad interna y voluntad declarada, pero la
primera se ha formado con un equivocado conocimiento de la realidad, pues se desconocían
cualidades personales que, por su entidad, hubieren sido determinantes de la (no) prestación
del consentimiento (toxicomanía, enfermedad crónica, esterilidad, embarazo...). La relevancia
del error ha de medirse conforme a criterios objetivos (importancia que para la opinión social
tienen determinadas circunstancias), pero valorando, también, los proyectos de quien padece el
error.
B. COACCIÓN O MIEDO GRAVE (ART. 73.5 CC)
Algunos autores entienden que el precepto se refiere a dos vicios de la voluntad: la violencia (vis
absoluta) y el miedo (vis compulsiva). Sin embargo, la mayoría considera que se trata de un único
supuesto, la intimidación, donde hay dos elementos:
- Elemento externo: una coacción o amenaza de mal inminente que ha de causar otra persona,
que puede ser el otro contrayente o un tercero.
- Elemento subjetivo o interno: el temor, miedo o turbación del ánimo que constriñe a la
celebración del matrimonio.
La acción por vicios del consentimiento (error, coacción o miedo grave) sólo puede ejercitarla el
contrayente que los hubiere sufrido y que el matrimonio es susceptible de convalidación.
2.4. MATRIMONIO MEDIANTE APODERADO
El matrimonio es un acto personalísimo y, como regla general, el consentimiento de los contrayentes se
presta en unidad de acto. Sin embargo, en determinadas circunstancias se permite la celebración del
matrimonio mediante apoderado. Partiendo del art. 55 CC cabe resumir así el asunto:
- Es necesario que al menos uno de los contrayentes asista personalmente.
- La validez del poder debe apreciarse por la persona que instruya el expediente o acta
matrimoniales.
- El poder para contraer matrimonio ha de ser un poder especial que faculta al representado a
realizar una única actuación: manifestar la voluntad de contraer matrimonio. Además, debe
constar en documento público y debe determinarse en el mismo la persona con la que se va a
contraer matrimonio, expresando las circunstancias personales precisas para establecer su
identidad.
- Son tres las causas de extinción del poder:
o Por la revocación por el poderdante que debe hacerse en forma auténtica (escritura
pública) antes de la celebración del matrimonio (la DGRN suaviza el requisito de forma y
admite la revocación mediante fax). La revocación debe notificarse inmediatamente a
quien tramite el acta o expediente y, si hubiere finalizado, a quien vaya a celebrar el
matrimonio.
o Por la renuncia del apoderado.
o Por la muerte del poderdante o del apoderado. Si el matrimonio se celebra a pesar de la
muerte del poderdante, el matrimonio no habrá llegado a existir nunca.
2.5. CONTENIDO DEL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
Para que surja el vínculo matrimonial se requiere un consentimiento específicamente matrimonial.
Tendrá lugar la simulación (matrimonio simulado) cuando los contrayentes presten el consentimiento
en forma legal, pero excluyan deliberadamente los fines propios del matrimonio, de modo que el mismo
debe considerarse nulo por falta del consentimiento. La figura se encuentra en plena actualidad, desde
hace tiempo, ya que son frecuentes los casos de matrimonios de complacencia (o blancos), convenidos
a veces mediante contraprestación, como un puro artificio para conseguir un permiso de residencia o la
nacionalidad española. Este es un supuesto típico y frecuente de simulación, aunque también podrían
reconducirse estos supuestos al fraude de ley.
Como sabemos, el momento en el que debe indagarse sobre la existencia de auténtico consentimiento
matrimonial o una posible simulación es el expediente o acta matrimoniales y, en concreto, en el
trámite de audiencia reservada.
Constituye también un supuesto de inexistencia de consentimiento matrimonial la reserva mental que
implica también una apariencia de matrimonio, si bien es uno de los contrayentes quien excluye en su
fuero interno los efectos del matrimonio, escondiendo a los demás su verdadera intención. En este caso,
no hay un acuerdo entre las partes, sino una exclusión individual de los efectos (p.e.: la SAP de Islas
Baleares, de 23 de abril, de 2021, declara nulo un matrimonio por reserva mental, en tanto que se
acredita que los únicos fines que perseguía la esposa en el momento de su celebración eran puramente
económicos).

3. LAS FORMAS DE CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO


El art. 49 CC afirma que cualquier español puede contraer matrimonio dentro o fuera de España en la
forma prevista por el CC o en la forma religiosa legalmente prevista. Por tanto, si el matrimonio se
celebra en España entre españoles o entre un español y un extranjero, cabe la libre elección entre la
forma religiosa y la forma civil.
3.1. MATRIMONIO CELEBRADO EN FORMA RELIGIOSA (ART. 49.I.2º CC)
Hay un único matrimonio (el regulado por el CC), aunque se admite que el consentimiento se preste
conforme al rito de una determinada confesión religiosa. El propio CC menciona expresamente el
matrimonio celebrado en forma canónica. En realidad, el legislador establece tres vías para que una
forma religiosa produzca efectos civiles:
1. Que se trate de una confesión religiosa inscrita en el Registro de Entidades Religiosas y que el
Estado haya celebrado un acuerdo o convenio en el que se admita como válida la forma ritual
de dicha confesión: católica, evangélica, judía (o israelita) e islámica.
2. Que se trate de las iglesias, confesiones o comunidades religiosas o federación de las mismas
inscritas en el Registro de entidades religiosas y que hayan obtenido el reconocimiento de
notorio arraigo en España (regulado por Real Decreto 593/2015), siempre que se haya tramitado
con carácter previo el acta o expediente matrimoniales, y el consentimiento se preste ante un
ministro de culto debidamente acreditado y dos testigos mayores de edad (art. 60. 2 CC). Hasta
la fecha, se han declarado de notorio arraigo: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días, la Iglesia de los Testigos de Jehová, el budismo y la Iglesia Ortodoxa.
3. Que se trate de una forma religiosa cuando una norma jurídica estatal así lo disponga. A día de
hoy son 8: la canónica, la evangélica, la judía, la islámica y las cuatro confesiones de notorio
arraigo en España.
3.2. MATRIMONIO CELEBRADO EN FORMA CIVIL

A. LA FORMA COMO REQUISITO DE VALIDEZ


Para que el matrimonio sea válido, es necesario que el consentimiento se preste en la forma prevista
por el CC. Por forma se entienden las solemnidades establecidas en cada caso como cauce para la
prestación del consentimiento matrimonial. La forma que constituye realmente requisito de validez
(forma esencial) consiste en que el consentimiento ha de prestarse ante autorizante competente y dos
testigos mayores de edad. A esta conclusión puede llegarse, partiendo de los siguientes preceptos:

 ART. 62.I CC: “La celebración del matrimonio se hará constar mediante acta o escritura pública
que será firmada por aquél ante quien se celebre, los contrayentes y dos testigos”.
 ART. 73. 3º CC: “Es nulo cualquiera que se la forma de su celebración: el que se contraiga sin la
intervención del Juez de Paz, Alcalde o Concejal, Secretario judicial, Notario o funcionario ante
quien deba celebrarse, o sin la de los testigos”.
 ART. 78 CC: “El Juez no acordará la nulidad de un matrimonio por defecto de forma, si al menos
uno de los cónyuges lo contrajo de buena fe, salvo lo dispuesto en el artículo 73.3”.
Sin embargo, la exigencia formal mínima (esencial) se relaja en el art. 53 CC, que considera válido el
matrimonio contraído ante autoridad incompetente o sin nombramiento legítimo, si al menos uno de
los cónyuges hubiere procedido de buena fe y el autorizante hubiere ejercido su función
públicamente. La buena fe ha de entenderse como la falta de conocimiento del defecto formal.
B. COMPETENCIA PARA CELEBRAR EL MATRIMONIO
1. SUJETOS COMPETENTES EN ABSTRACTO
ART. 51.2 CC: “Será competente para celebrar el matrimonio:
1.º El Juez de Paz o Alcalde del municipio donde se celebre el matrimonio o concejal en quien éste
delegue.
2.º El Secretario judicial o Notario libremente elegido por ambos contrayentes que sea competente
en el lugar de celebración.
3.º El funcionario diplomático o consular Encargado del Registro Civil en el extranjero”.
Cabe destacar que el matrimonio celebrado ante notario se hace constar en escritura pública, mientras
que en el resto de casos se hace constar en acta.
2. COMPETENCIA PARA CELEBRAR MATRIMONIO, EN FUNCIÓN DE QUIEN HAYA INSTRUIDO EL
PROCEDIMIENTO PREVIO (EXPEDIENTE O ACTA)
Antes de la reforma operada por la LJV había algunos límites territoriales para elegir el lugar de
celebración del matrimonio que han desaparecido. No obstante, el art. 57 CC hace depender la
competencia para autorizar matrimonio de la persona que haya instruido el expediente o acta
matrimoniales. El precepto puede sintetizarse en la siguiente forma:
- Cualquiera que sea el sujeto que haya instruido el expediente, siempre podrá celebrarse ante
el Juez de Paz, Alcalde o Concejal en quien delegue.
- Si el expediente se tramita por Secretario Judicial o por funcionario diplomático o consular,
puede también celebrarse ante el mismo u otro Secretario Judicial o funcionario.
- Si el acta matrimonial se tramita ante Notario, puede celebrase el matrimonio ante el mismo u
otro Notario.
En este asunto, la Instrucción de 3 de junio de 2021, de la DGSJFP, sobre la tramitación del
procedimiento de autorización del matrimonio ante notarios parece apartarse de lo previsto en el CC,
pues da a entender que el notario podrá autorizar el matrimonio, aunque el expediente matrimonial se
haya instruido por el Encargado del Registro Civil.
C. RITUAL (ART. 58 CC)
Quien autoriza el matrimonio debe leer los arts. 66, 67 y 68 CC y preguntar a los contrayentes si
consienten en contraer matrimonio y efectivamente lo contraen en dicho acto y, respondiendo ambos
afirmativamente, declarará que quedan unidos en matrimonio y lo hará constar en un acta, o en una
escritura en el caso del Notario, que serán firmadas por el autorizante, los contrayentes y los testigos.
Posteriormente, debe entregarse copia acreditativa a los contrayentes y el autorizante debe remitir
telemáticamente (en el mismo día) testimonio o copia autorizada electrónica del documento al Registro
Civil para su inscripción, previa calificación del Encargado del Registro Civil.
4. LAS FORMAS ESPECIALES DEL MATRIMONIO CIVIL
4.1. MATRIMONIO SECRETO (ARTS. 54 Y 64 CC)
Regula el Código civil el matrimonio en secreto en dos artículos cuya redacción resulta desfasada e
incompatible con la actual organización del Registro Civil.
Si concurre causa grave, suficientemente probada, el Ministro de Justicia puede autorizar el matrimonio
secreto. En este caso, procede tramitar expediente o acta matrimoniales previos, pero se limita la
publicidad para que los terceros no tengan noticia. El art. 54 CC señala que no se harán edictos o
proclamas. Como sabemos, los notarios prescinden de edictos o proclamas y cabe realizar otro tipo de
diligencias si el instructor es otro de los sujetos competentes.
La LRC/1957 organizaba el Registro a través de secciones, mientras que, a día de hoy, los asientos se
reflejan en el registro individual de cada ciudadano. Antes de la entrada en vigor de la LEC/2011, el
acta o escritura correspondientes no producían asiento alguno en el Registro Civil ordinario, sino que se
remitían reservadamente al Registro Central, causando inscripción en el libro especial de matrimonios
secretos, con un régimen de publicidad restringida. Una vez que ha entrado en vigor la LRC/2011, debe
entenderse que el matrimonio secreto puede inscribirse, si bien se considera un dato especialmente
protegido en los términos del art. 83 LRC. Actualmente, el art. 64 CC debe interpretarse en el sentido de
que el matrimonio secreto, aunque se haya inscrito, no podrá perjudicar los derechos de terceras
personas, sino desde que se pueda acceder a los asientos con datos protegidos en los términos del art.
84 LRC. Este último solo permite el acceso por autorización judicial o por autorización del interesado,
su representante o persona que le preste medidas de apoyo.
4.2. MATRIMONIO EN PELIGRO DE MUERTE (ART. 52 CC)
Ante la situación excepcional en la que uno de los contrayentes está en situación de inminente peligro
de muerte, se alteran las reglas ordinarias de competencia y se permite autorizar el matrimonio,
además de los sujetos señalados en el art. 51.1 CC, al oficial o jefe superior inmediato respecto de los
militares en campaña, y al capitán o comandante respecto de los matrimonios que se celebren a bordo
de nave o aeronave.
Atendidas las circunstancias, no se requiere tramitación de expediente o acta matrimoniales, aunque
sí la presencia de dos testigos mayores de edad y, cuando el peligro derive del estado físico o
enfermedad del sujeto, un dictamen médico sobre la capacidad para prestar consentimiento y sobre la
gravedad de la situación. Este dictamen médico no se contemplaba en la redacción anterior del
precepto.
Aunque no se exige expediente o acta matrimoniales previos, el autorizante no debería recibir el
consentimiento si conoce la existencia de impedimentos u obstáculos que, en todo caso, se
controlarán posteriormente, pues habrá de tramitarse expediente o acta antes de la inscripción por
quien autorizo el matrimonio (si es competente) o por el Encargado del Registro Civil, en otro caso.

5. EL MATRIMONIO CELEBRADO POR ESPAÑOLES EN EL EXTRANJERO Y


VICEVERSA
5.1. MATRIMONIO CELEBRADO POR ESPAÑOLES EN EL EXTRANJERO
Si el matrimonio se celebra en el extranjero entre españoles o entre un español o un extranjero: los
contrayentes pueden optar por 3 opciones:
1. La forma civil regulada por el Derecho español, es decir, ante funcionario diplomático o
consular. En este caso, el expediente matrimonial previo podrá tramitarse ante el encargado del
Registro Civil que sea competente en la demarcación consular donde residan, si bien el
matrimonio podrá celebrarse ante ese u otro funcionario. Sin embargo, aunque el expediente
se haya tramitado por funcionario diplomático o consular, el matrimonio podrá celebrarse en
España ante el Juez de paz, Alcalde o Concejal.
2. La forma religiosa legalmente prevista en España.
3. La forma admitida por la ley del lugar de celebración (civil o religiosa). Si el Derecho de ese
Estado admite varias formas, cualquiera será adecuada para producir efectos civiles en España.
Ahora bien, el matrimonio canónico celebrado por un español en el extranjero produce efectos civiles
en España, con independencia de que sea (o no) una forma admitida en el país de celebración, pues
los acuerdos con la Santa Sede tienen alcance extraterritorial. En cambio, si un español celebra
matrimonio en el extranjero, por ejemplo, por el rito evangélico, islámico o judío, solo será válido si la
forma en cuestión está admitida en el país de celebración, pues los acuerdos, en este caso, tienen
alcance territorial limitado y el reconocimiento de efectos solo se aplica cuando el matrimonio se
celebra en territorio español. Sin embargo, en el extranjero, como hemos visto, pueden optar por
cualquier forma admitida por la ley del lugar de celebración, aunque no sea admitida en España.
5.2. MATRIMONIO CELEBRADO POR EXTRANJEROS (ART. 50 CC)
Si los dos contrayentes son extranjeros y celebran el matrimonio en España pueden utilizar dos formas:
- Forma civil o la religiosa en los mismos términos que los españoles que se casen en España .
Ahora bien, para poder celebrar matrimonio civil es necesario que, al menos uno de ellos esté
domiciliado en España, salvo que se trate de un matrimonio en peligro de muerte.
- Forma establecida por la ley personal de cualquiera de ellos que viene determinada por su
nacionalidad.
o Puede tratarse de la forma civil prevista por dicha ley personal, en cuyo caso, deberá
celebrase ante el funcionario diplomático o consular extranjero acreditado en España
(no es posible celebrar matrimonio en forma extranjera ante la autoridad española
competente).
o Puede tratarse de una forma religiosa admitida por esa ley personal, aunque en España
no esté reconocida para los españoles esa forma religiosa.

6. LA INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO CIVIL


6.1. EFECTOS DE LA INSCRIPCIÓN DEL MATRIMONIO (ART. 61 CC)
No es necesaria para el reconocimiento de los efectos civiles del matrimonio que se producen en
realidad desde su celebración, es decir, la inscripción es declarativa y no constitutiva (p.e.: el cónyuge
extranjero adquiere nacionalidad española si se dan los requisitos pertinentes, el cónyuge supérstite
tiene derecho a pensión de viudedad, los hijos tienen la condición de hijos matrimoniales...). Sin
embargo, la inscripción sí es condición del pleno reconocimiento de los mismos, lo que hace referencia
a su oponibilidad erga omnes. Los terceros de buena fe, desconocedores de la celebración del
matrimonio, no se ven perjudicados por los efectos hasta que no se practica la inscripción.
Como sabemos, constituye excepción a la regla general el matrimonio secreto, pues, en este caso, la
plena producción de efectos frente a terceros precisa del acceso a los asientos con datos reservados.
La inscripción se realiza en los registros individuales de los contrayentes y constituye el medio
probatorio privilegiado del matrimonio. Una vez practicada, se entrega a cada contrayente la
certificación de la inscripción.
6.2. PROCEDIMIENTO DE INSCRIPCIÓN
El Encargado del Registro Civil tiene siempre el deber de controlar la legalidad de los documentos actos
y hechos. Tratándose de la inscripción del matrimonio, este control se regula en forma diferente según
el supuesto de que se trate:
- Si el matrimonio se celebra en forma civil y se ha tramitado expediente o acta previos, el control
será muy sencillo porque, en realidad, ya se ha producido antes.
- Si el matrimonio se ha celebrado en España en forma religiosa , se aplica el art. 63 CC: “La
inscripción del matrimonio celebrado en España en forma religiosa se practicará con la simple
presentación de la certificación de la iglesia, o confesión, comunidad religiosa o federación
respectiva, que habrá de expresar las circunstancias exigidas por la legislación del Registro Civil.
Se denegará la práctica del asiento cuando de los documentos presentados o de los asientos
del Registro conste que el matrimonio no reúne los requisitos que para su validez se exigen en
este Título”.
o Si se trata de un matrimonio canónico, como no ha habido expediente o acta
matrimonial (previos) que sirvan para verificar que se cumplen los requisitos de validez,
el control debe hacerse a posteriori, cuando se pretende la inscripción.
o Para contraer matrimonio en forma judía o evangélica o conforme a confesiones
religiosas de notorio arraigo en España, es preciso que se haya expedido la certificación
de capacidad matrimonial y que el matrimonio se haya celebrado en los 6 meses
siguientes a la fecha de expedición del mismo.
o Si se celebra matrimonio por el rito islámico, también será necesaria esa certificación
previa y el matrimonio deberá celebrarse en los 6 meses siguientes (si se pretende
inscribir el mismo). En estos casos, para poder inscribir el matrimonio, lo que comprobará
el Encargado del Registro Civil es el cumplimiento de requisitos distintos a los de la
capacidad (había dos testigos, celebración del matrimonio dentro del plazo...).
- El art. 65 CC se ocupa de los supuestos en los que no se ha tramitado el expediente matrimonial
(en casos distintos de los del art. 63 CC) y ordena que el autorizante, antes de practicar la
inscripción, compruebe si concurren los requisitos legales para su validez, mediante tramitación
de expediente o acta. Si el autorizante no es competente para instruir expediente o acta
matrimoniales (previos), prevé que el autorizante envíe el acta de celebración del matrimonio al
Encargado del Registro Civil del lugar de celebración, para que compruebe si concurren los
requisitos de validez, mediante el expediente correspondiente, debiendo proceder a la
inscripción, una vez efectuada la comprobación. Es aplicable a los siguientes supuestos:
o Al matrimonio en peligro de muerte. Se aplicará el art. 65. I o el art. 65.II CC, según el
caso.
o Al matrimonio celebrado fuera de España por español con arreglo a la forma
establecida en el lugar de celebración. En este caso, la inscripción se practica en virtud
de la certificación expedida por la autoridad o funcionario del país de celebración, previa
tramitación por el Encargado del Registro Civil, para obtener certeza de la capacidad
matrimonial del contrayente español.
o Al matrimonio celebrado por los extranjeros en España cumpliendo la forma
establecida por la ley personal de cualquiera de ellos. El matrimonio se inscribe en
virtud de certificación expedida por el funcionario extranjero competente, tras el
expediente registral que debe tramitar el Encargado del Registro Civil.

7. LAS RELACIONES PERSONALES ENTRE LOS CÓNYUGES


Cabe señalar que el matrimonio no crea entre los cónyuges una relación de parentesco, aunque sí
origina una relación de parentesco (por afinidad) entre cada uno de los cónyuges y los parientes
consanguíneos de otro. Entre los esposos se constituye una relación jurídica (relación matrimonial) de
contenido complejo, integrada por efectos personales y patrimoniales que, además, constituye un
estado civil.
La relación conyugal está regida por el principio de igualdad y su contenido personal está constituido
básicamente por los deberes de los cónyuges. También forma parte de ese contenido personal la
facultad de instar la separación o el divorcio.
7.1. PRINCIPIO DE IGUALDAD DE LOS CÓNYUGES (ARTS. 32 CE Y 66 CC).
El art. 32 CE refiere la igualdad al momento de contraer matrimonio, pero es claro que el principio rige
durante toda la vida del matrimonio. De forma más amplia, establece el art. 66 CC: “Los cónyuges son
iguales en derechos y deberes”. El precepto se incorporó, en su momento, para romper con la situación
jurídica anterior caracterizada por la subordinación de la mujer al marido. El principio de igualdad juega
como criterio de interpretación de todas las normas de Derecho matrimonial y juega en la esfera
personal, familiar y patrimonial del cónyuge.
En la esfera personal, el matrimonio no afecta a la capacidad de obrar del cónyuge y no implica la
atribución de un poder de representación al otro. Según el art. 71 CC: “Ninguno de los cónyuges podrá
atribuirse la representación del otro sin que le hubieres sido conferida”.
El matrimonio no es causa suficiente, como ocurrió en otros tiempos, para que la mujer siga la condición
del marido en materia de nacionalidad o de vecindad civil. No obstante, el matrimonio facilita la
adquisición de la nacionalidad mediante residencia de un año en España. Respecto de la vecindad civil,
dispone el art. 14.4 CC: “El matrimonio no altera la vecindad civil. No obstante, cualquiera de los
cónyuges no separado, ya sea legalmente, o de hecho, podrá en todo momento, optar por la vecindad
civil del otro”.
En la esfera familiar, los cónyuges son jurídicamente iguales en relación con los hijos comunes y
corresponde a ambos la titularidad de la patria potestad y su ejercicio.
En la esfera patrimonial, el principio de igualdad actúa como límite, pues será nula cualquier
estipulación contenida en capitulaciones matrimoniales limitativa de la igualdad de los derechos de los
cónyuges. En realidad, todo el régimen económico matrimonial aparece presidio por el principio de
igualdad.
7.2. DEBERES RECÍPROCOS DE LOS CÓNYUGES (ARTS. 67 – 69 CC)
Se trata de deberes que surgen por imperativo de la ley tras la celebración del matrimonio. Sin embargo,
a excepción del deber de socorro, en su vertiente patrimonial, los deberes son principalmente éticos o
morales y, por tanto, incoercibles, si bien su incumplimiento puede generar algunas consecuencias
importantes. El incumplimiento grave o reiterado de los deberes conyugales es causa de desheredación
y puede dar lugar a la revocación de las donaciones hechas por razón del matrimonio.
1. CONVIVENCIA (ART. 68 CC)
Los cónyuges están obligados a vivir juntos, lo que se cumple en el domicilio conyugal. En el CC existen
otras referencias a esta obligación. Así, la separación produce la suspensión de la vida en común de los
casados y la duración de la convivencia es un criterio para atribuir la pensión compensatoria.
El cese efectivo de la convivencia puede no implicar un incumplimiento de la obligación de convivencia,
pues son posibles los pactos para cesar en la convivencia, dando lugar a una situación de separación de
hecho que es jurídicamente relevante. La mera interrupción de la convivencia tampoco supone
necesariamente incumplimiento de la obligación, pues no incumple el deber de convivencia el cónyuge
que sale del domicilio conyugal por una causa razonable y en el plazo de 30 días presenta demanda de
nulidad, separación o divorcio, o solicita medidas provisionales.
En el ámbito familiar, el incumplimiento del deber puede dar lugar a un delito de abandono de familia,
si lleva consigo el incumplimiento de los deberes de asistencia.
Por otro lado, la falta de convivencia hace cesar la regla general de que la patria potestad se ejerce por
ambos cónyuges, pues, como regla, el ejercicio corresponderá al progenitor que conviva con los hijos.
El deber de convivencia se completa con la presunción del art. 69 CC: “Se presume, salvo prueba en
contrario, que los cónyuges viven juntos”. Esta presunción actúa como norma de protección en las
relaciones con terceros. Al ser la convivencia signo de la situación normal del matrimonio, los terceros
que contratan con uno de los cónyuges que actúa en el ejercicio de la potestad doméstica, lo hacen en
la confianza de que de la deuda responderán, además de los bienes del cónyuge deudor, los bienes
comunes (si los hay) y, subsidiariamente, los del otro cónyuge.
La presunción de convivencia cesa cuando se destruye mediante prueba en contrario (pacto de
regulación de la separación de hecho, condena de un cónyuge a pena privativa de libertad...). Sin
embargo, no destruye la presunción la mera declaración de un cónyuge de que no vive con el otro ni con
la constatación de que los cónyuges tengan domicilios distintos. De este modo, cuando se produce la
separación o el divorcio, o cuando se declara la nulidad del matrimonio cesa la obligación de
convivencia. También cesa la obligación y presunción de convivencia cuando se admite la demanda
judicial de nulidad, separación o divorcio.
2. FIDELIDAD (ART. 68 CC)
Los cónyuges están obligados a guardarse fidelidad. La fidelidad supone la exclusividad en las relaciones
sexuales, de manera que deben abstenerse de mantener relaciones sexuales con terceros. Su
incumplimiento carece hoy de sanción específica y la jurisprudencia niega que el cónyuge que sufre la
infidelidad tenga derecho a una indemnización. Sin embargo, en algunas ocasiones se ha indemnizado
el daño, cuando la madre ha ocultado dolosamente al esposo que él no era el padre de los hijos que
creía suyos (ahora no se hace).
3. RESPETO (ART. 67 CC)
Los cónyuges deben respetarse. Cada cónyuge debe observar una conducta que no menoscabe la
dignidad del otro ni condicione el libre desarrollo de su personalidad (art. 10 CE). El respeto incluye,
además, la salvaguarda de un ámbito de intimidad personal.
4. AYUDA Y SOCORRO (ARTS. 67 Y 68 CC)
Ambos preceptos se refieren al mismo deber: prestarse mutuamente ayuda en lo personal y en lo
patrimonial. Desde el punto de vista patrimonial el deber se manifiesta en la obligación de contribuir al
levantamiento de las cargas del matrimonio y en la sujeción de los bienes de los cónyuges a tal fin (art.
1.318 CC). Incluye también la obligación de alimentos entre cónyuges separados (art. 143 CC).
5. ACTUAR EN INTERÉS DE LA FAMILIA (ART. 67 CC)
Cada cónyuge debe actuar en interés de la familia, entendiendo por familia la nuclear. Cada cónyuge
puede exigir al otro que su actuación individual no socave la unidad que implica el matrimonio ( haya o
no hijos). Actúa en interés de la familia quien contribuye a mantenerla unida y en armonía, a desarrollar
las cualidades de sus integrantes o a aumentar el patrimonio en beneficio de todos. Una manifestación
concreta de este deber es la actuación en interés de los hijos.
6. COMPARTIR TAREAS DOMÉSTICAS (ART. 68 CC)
Los cónyuges deben compartir responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes,
descendientes y otras personas dependientes a su cargo. Este deber fue incorporado por la Ley
15/2005, pero su incumplimiento carece de sanción relevante.

8. EL DOMICILIO CONYUGAL
Si los cónyuges viven juntos, tal como presume el art. 69 CC, está claro que tienen un único domicilio en
condiciones de normalidad. Puede hablarse de domicilio conyugal como lugar de residencia habitual de
ambos cónyuges y lugar donde cumplen su deber de vivir juntos.
Dispone el art. 70 CC: “Los cónyuges fijarán de común acuerdo el domicilio conyugal, y, en caso de
discrepancia, resolverá el juez, teniendo en cuenta el interés de la familia”.
La falta de acuerdo suele darse en los cambios sobrevenidos (uno de los cónyuges debe trabajar en otra
ciudad etc.). El juez decide teniendo en cuenta el interés de padres e hijos (familia nuclear).
Aun habiendo domicilio conyugal fijado por la pareja o por el juez, cada uno de los cónyuges puede
tener, por necesidades de trabajo, un domicilio propio o distinto, incluso una vivienda completamente
equipada, lo cual no supone infracción de la norma que obliga a la convivencia, ni negación de la calidad
de “conyugal” del domicilio común, mientras las ausencias del cónyuge que tiene residencia separada se
hallen justificadas por la dedicación profesional o hábitos consentidos por el otro.

También podría gustarte