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Las diferentes transformaciones de fase de la materia en este caso las del agua son
necesarias y provechosas para la vida y el sustento del hombre cuando se desarrollan
normalmente.
El agua se evapora de la superficie del océano y forma nubes por condensación. El agua
en las nubes cae como precipitación sobre la tierra o el mar. Las nubes que se forman
sobre el mar pueden moverse hacia la tierra. Cuando el agua cae sobre la tierra, puede
fluir sobre su superficie, infiltrarse —introducirse— en el suelo o percolarse a través
de él, moviéndose hacia abajo hasta convertirse en agua subterránea. El agua
subterránea en los niveles superiores puede fluir hacia los lagos, ríos u océanos. El
agua más superficial puede ser absorbida por las plantas y puede volver a la atmósfera
mediante la transpiración de las hojas. El agua de deshielo y la sublimación de la nieve
y el hielo son otros procesos que contribuyen al ciclo del agua.
El agua en los niveles superiores del suelo puede ser absorbida por las raíces de las
plantas. Estas usan una parte del agua para su propio metabolismo y el agua que se
encuentra sus tejidos puede pasar al cuerpo de los animales cuando estos se comen a
las plantas. Sin embargo, la mayor parte del agua que entra en el cuerpo de una planta
se pierde hacia la atmósfera mediante un proceso llamado transpiración. En la
transpiración, el agua entra a través de las raíces, viaja hacia arriba por tubos
vasculares formados por células muertas y se evapora a través de poros llamados
estomas, que se encuentran en las hojas.
El ciclo del agua es un ciclo continuo que está en continuo cambio. Esto implica que no
existe un fin o un principio determinados. Por otra parte, a pesar de que es un ciclo
relativamente lineal, el ciclo del agua es un proceso muy complejo, ya que cada una de
sus etapas se desarrollan de forma simultánea.
El ciclo hidrológico se define como la secuencia de fenómenos por medio de los cuales
el agua pasa de la superficie terrestre, en la fase de vapor, a la atmósfera y regresa
en sus fases líquida y sólida. La transferencia de agua desde la superficie de la Tierra
hacia la atmósfera, en forma de gas, se debe a la evaporación directa, a la
transpiración por las plantas y animales y por sublimación (paso directo del agua sólida
a vapor de agua).
En la Tierra, el agua tiene tres estados: sólido –en forma de hielo o nieve–, líquido y
gaseoso –en forma de vapor–. El agua pasa por todos sus estados para completar el
ciclo hidrológico ya que:
El agua de la superficie se evapora con a la acción del sol y pasa a formar parte de la
atmósfera en estado gaseoso.
El siguiente paso en el ciclo hidrológico es el paso del agua en estado gaseoso a un
estado líquido. El agua de las nubes cae en estado líquido y se filtra por la superficie
terrestre. Esto aumenta los depósitos de las reservas subterráneas de agua.
En algunas ocasiones, el agua de las nubes cae en forma de nieve. Cuando esto sucede,
la nieve se acumula en forma de hielo en las montañas. Con la acción del sol, sobre todo
en las épocas más cálidas del año, la nieve se derretirá y se volverá líquida. De esta
forma, esta agua pasará a formar parte del cauce de ríos y manantiales que, acabarán
por desembocar en el mar.
Vemos de esta manera que el ciclo del agua es posible gracias a la energía radiante del
sol y por la fuerza de la gravedad.