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Si pudiera aunque sea, de estas cientos de paginas, sacar dos o tres pensamientos dignos

de ser leídos, o alguna que otra reflexión estaría feliz. Si siquiera una oración de este
desordenado diario, serviría a alguien para algo, estaría contento. Si aunque sea una
palabra, una foto o una canción, emocionaría a quien me lee, daré por hecho que cumplí
con lo que quería con esto: Mostrar que hay varias maneras de viajar, que viajar con
amor es una de ellas, que vale la pena salir solo para ver allá lejos, quizás, como se lleva
uno con uno mismo.
A mi me queda en la cabeza la palabra conocer. No fui agraciado con el don de la
memoria, y lo que me mueve en el día a día es conocer, saber, sentir el momento. Este
diario es una parte de mi memoria, es un nexo, ese signo del significante de sentir. Es en
ciertos casos aburrido, descriptivo y repetitivo. No les puedo mentir: las palabras me
faltaron siempre y me siguen faltando.
No es gran cosa si estudiamos un poco el panorama. Cientos de chicos que salen año a
año a hacer lo mismo, mucho más autosuficientes, arriesgados, viajes más largos y
condiciones más adversas. Pero yo elegí hacer mi viaje. Y eso cambia todo. Yo elegí
relatarlo, y eso también cambia todo. Yo elegí volver. Y por sobre todo elegí volver
para mostrarlo. Para mostrar que no soy nadie, que eso lo hace especial. Que yo
renuncie un día al trabajo porque estaba cansado de vivir en una contradicción
constante, que quise viajar largo tiempo conociendo las cosas que siento más cerca del
alma, los tipos de vida, los paisajes.

Sabrán entender que como todo diario, esto comprende un desorden temporal
inconciliable que ni yo mismo entiendo, pero lo acepto. Mas que nada porque no
siempre podía agarrar el cuaderno y autistiarme, especialmente los días que estaba con
gente. Y entonces a veces, hay varios días que no escribía y después los ponía al día
escribiendo todo junto, pero dividiendo por días

Noche anterior

Si me voy a Perú, adonde sea, es porque acá no encuentro el lugar, para soñar y ser
soñado. Para que sin miedo pueda abrir las alas grandotas y negras, sin hacer daño.
Me voy porque quiero saber adonde voy
No había invitado a estos acompañantes nocturnos que me acosan esta noche. Me
negué a pasarles participación, pero igual vinieron. Los nervios.
Los nervios llegaron hace pocas horas, no muchas, cacheteándome. Lo terrible es que
vino pegado de algo hermoso, como el amor a/ de todos los que me rodean. Ayer el
amor expelía de todos, se transpiraba y hasta respiraba. En un vaso de fernet, en la
cerveza desparramada en la mesa, de los roces entre los que se llevan mal, de todo. Y
tanto amor me hizo mal.
Porque alejarme con tanto amor? Porque hacerlo? Porque sufro, así ahora, y me estoy
desangrando horas antes de irme?
Todo esto cuesta la libertad. Una pirámide inmensa de amor. Armaría con todos algo
así. Un espiral infinito de amor, que me entrara en el bolsillo para llevarlos de viaje.

*Literatura para aquellos, Nota 1 del apéndice

Lunes 5 de marzo. De viaje

1
Sin hacer gran cosa, un día me tome a las 8 de la mañana, un tren a Retiro. Sentí la
emoción y la idea de saber que se siente cuando algo es pequeño y forma parte de algo
grande. Enorme y hermoso.
Viajo en tren todos los días desde hace 4 años, cada vez que voy a pleno microcentro, a
encerrarme en una oficina sin ventanas, pero sin ventanas ni materiales ni existenciales.
La única “ventana” en mi oficina es Internet. Pero es difícil divagar, escribir o relajarse.
Es como que en el marco del cuadro mas hermoso haya sangre y pinches, terror.
Pero este viaje no era igual. Por empezar porque en vez de tener una mochila de cómo
mucho 5 kilos, viajaba con una de 20, y otra mochila mas de 5. A mi lado, papa, mama
y vale, mi hermana. Veo en sus caras (mientras miro por la ventana lo que será por
mucho tiempo la última vez que haga ese camino) una mezcla de alegría infinita,
mezclada con el terror de que no vuelva, y potenciado por el mismísimo hecho de partir.
Mama esta feliz, porque ella siempre es feliz cuando yo hago algo que me hace feliz.
Papa lo mismo. No me crió para estar encerrado mirando tele y tirado en un sillón, por
lo cual esto a pesar de ser cruel le resulta hermoso: estoy saliendo a vivir el mundo, y a
valerme de mis manos para viajar y vencer dificultades. Vale, mi hermana con todas las
letras, llora asustada.
El tren llega a Retiro. Mucha gente se apiña contra el portón de donde saldrá el tren a
Tucumán, a eso de las 9.40. El amigo diariero de Retiro, nos avisa que averigüemos
bien, porque están cortadas las vías y parece que están despachando a todos en micro
hasta algún lugar. Después de averiguar bien, parece ser cierto. Un piquete en Rosario
corta las vías desde ayer.
Buenos Aires intenta despedirse con un cachetazo de realidades, con un sopetón de
cotidianeidades, y me pone, en este piquete, un retraso y un disgusto. Amo viajar en
tren, y tendré que viajar en micro una nueva vez.
Las decenas de micros que estaban al costado de Retiro encuentran ahora su
explicación. En micro iremos todos hasta Rosario, donde, sorteando el piquete
arribaremos al tren que nos llevara desde Gálvez hasta Tucumán. Varios minutos de
organización y demás, logran que a eso de las 11 y algo salgamos rumbo a Rosario.
Miro con nostalgia la vía mientras salimos del predio de Retiro.
Miro con nostalgia la vía por dos cosas. Mama, papa y Vale me miran desde el andén
que todavía no vuelve a Ballester. Se que sufren y eso me desgarra. No me gusta ver
que Vale llore, que mama también, y que a papa le brillen los ojos. Pero sigo adelante,
porque la vida son decisiones. Se que de a poquito lo van a empezar a disfrutar. Espero
que así sea. Por otro lado, miro con nostalgia porque esperaba darle un ultimo vistazo a
mi barrio querido, Ballester, cuando el tren pasara por ahí camino a Tucumán. Pero que
diablos, ya empezó al viaje.
Después de unas 5 horas (lo que en tren hubiéramos tardado 10 o más) llegamos a
Gálvez. El trasbordo al tren no es caótico. Es harto agradable, y más pensando que
estamos en una estación hermosa, y que estoy por abordar al tren que me llevara a parte
de mis sueños, aunque sea a ponerlos en stand by. Ya conozco el tren, y camino por el
pasillo con mi mochila inmensa, que casi no entra. Con la tranquilidad de viajar con
todo lo mío a la vista, la pongo encima de mi asiento y me relajo de una vez, esperando
la salida del tren.
La gente corre de un lugar para otro, los boleteros chequean a cualquiera que sube, y el
tren termina por llenarse. El señor y la señora que viajaron en el micro conmigo,
hablando del viaje, tienen la suerte o la mala suerte de también estar al lado en el tren.
Agradezco nuevamente a la señora: al bajarme del bus, había tenido mi primer olvido.
El mate en el asiento. Sin él, además de que partía de casa, las 20 horas que restaban del
tren iban a ser terribles.

2
A los 5 minutos de estar sentado en mi asiento, mirando por la ventana, sonó mi celular.
Es Dholo. O mi princesita. La noche anterior, aterrado por los nervios, le mande un
mensaje. Le había enviado algo desesperado como “necesito hablar”, pero ella ya estaba
durmiendo, así que me llamo al otro día.
Le cuento, como cada tanto, en que ando mi vida. Sumando el detalle de que estoy
arriba del tren, esperando que de una vez se inicie el viaje. Le explico bien como son las
cosas. Para mi cada nuevo viaje a mi vida, a mi ser, a mi dios, mi libertad, me dan ganas
de agradecerle. Dholo fue, es y será siempre, la causa de esta irrefrenable actitud para
con la vida. El amor. La confianza de animarme a hacer lo que me gusta, a mostrarme
como soy, sin miedo a nada. Absolutamente nada. Se lo comento en palabras simples: te
quería contar, ahora que estoy saliendo al viaje más importante de mi vida, hasta hoy,
que vos sos culpable de esto”
Pero, como ser culpable de algo hermoso? Sos consecuencia, le digo, y no causa. Sin
vos, quizás nunca me hubiera animado a demostrar todo lo que tengo y lo que soy, sea
poco o mucho.
Corto el teléfono, después de un rato. Como en un desfasaje, casi fuera de foco, siento el
alma que ya no esta en este cuerpo inmundo. Tengo el alma como un globo de helio,
atada al dedo gordo del pie, para que no se me pierda. Liviano. Eso es, me siento más
liviano.
Ahora si, el tren arranca de una vez.
Hasta acá, sentía extraño todo. El viaje no se había iniciado y me sentía todavía sin salir
de mi cama, calentando el agua para el mate u organizando la mochila arriba de la mesa.
Quizás haya sido porque el aletargado colectivo que me condujo hasta acá, no era lo que
esperaba como inicio de viaje.

* Literatura para aquellos, nota 2 del apéndice

Ahora que avanza el tren, el campo, como un tapiz persa (tenia esa frase en la cabeza
hace rato ya) se va dibujando para mí, y solo para mí. Cada línea se traza perfecta, en el
momento que mis ojos se posan sobre la cosecha anónima. Se dibujan los surcos,
rítmicamente, y todo parece estar dentro de una perfecta armonía musical con el tren, la
bocina, el traqueteo.
Me siento dueño del sol, y lo abrazo con mis dedos, le acaricio la espalda a mi nuevo
compañero.
Una música nunca escuchada, única, irrepetible, y solo para mí
El viento sopla fuerte y mi ventana esta abierta. Veo y siento los panaderos que son
miles, y se los lleva el viento lejos, algún lugar. Parecen ser todos los sueños que la
gente no se anima a concretar.
La noche va cayendo y el viaje se hace hermoso, caluroso. Los ventiladores chiquititos
del techo remueven el aire y la ventana abierta, con la cabeza colgando me hacen
rebozar de felicidad.

Martes 6 de marzo. 6 de la mañana

Me despierto sin despertarme ya que nunca me dormí. Sin sobresaltarme, porque es


imposible. Todavía no hay rastros del sol, que se niega a salir. Abriendo la cortina
metálica veo la luna que se alza solitaria, el campo manso que todavía duerme, el olor a
una cosecha desconocida. Por donde andaré? Eso ni mi mente lo sabe

7 de la mañana.

3
La Banda, Santiago del Estero. La gente se baja despacito, a ritmo provincial, y el tren
se queda un rato largo en él andén, esperando el descenso. Un puente cruza por encima
de la vía. Otros ritmos se avecinan. Ahora otra gente que corre de un lado al otro
intentando hacer cosas antes de que el tren arranque de nuevo. Algunos venden
alfajores, empanadas, quesos y gaseosas.

11 y media, Tucumán capital


El tren llega por fin a la estación terminal. Previo a esto, la apedreada de siempre. El
guarda que pasa corriendo y avisando que cerremos las persianas, y los cascotazos en el
techo no se hacen esperar.
Previo a la entrada a la capital, Tucumán esta envuelta por una villa muy grande,
inmensa. Me da pánico pensar que esta gente no sabe que una piedra puede quitar una
vida, pero igual la lanzan. Nunca se lo enseñaron.
La lanzan por borrachos, por piolas, por resentidos, drogados. Sea la causa que sea, me
parece injustificable e intolerable. El tren sigue sintiendo golpes. Llegamos, finalmente,
y pudimos abrir de vuelta las cortinas metálicas que enrejaban el paisaje. Sin correr me
bajo del tren, ya con todo: me había recomendado alguien antes de subir al tren, lo
práctico que es llevar todo con uno. Ahora una cola larga de gente que espera sus bolsos
entorpece la salida.
Desde la terminal de tren hasta la terminal de buses, en Tucumán, debe haber unas 15
cuadras. Junto con un señor que parece encarar los mismos rumbos, encaro ahora la
caminata.
Pasando por el medio microcentro tucumano, bancos, peatonales, negocios y demás
acosan. Es impresionante ver como las capitales de las provincias se parecen en muchos
lugares a la Capital Federal.
Las ultimas cuadras previa a la terminal de buses, es Once. Un mercado inmenso de
cosas truchas, negocios de ropa, zapatillas, y demás accesorios. Casas de telas, de
plásticos, remeras, mochilas. El lugar definitivamente no me gusta, fuera de cualquier
experiencia personal que pude haber tenido con él. 1

Sin dudarlo y queriendo escapar rápido, saco pasaje con el aconquija hasta Cafayate. Ya
no tengo que hacer nada en Tucumán, porque el año pasado la recorrí, pero si puedo
irme a Cafayate, donde me faltaron algunas cosas.
En viaje. En las montañas, como siempre, nubes. Nubes por todos lados, hasta cruzando
la calle, nubes que no respetan semáforos.
Un señor de sombrero tejano se baja del bus, y un perro sale alegre, corriendo, a su
encuentro. Casi como si lo estuviera esperando desde que algún día se fue ahí quieto, en
la parada.
En las nubes, mas montañas. Los ojos se me cierran, y las montañas se me abren como
dos piernas, desnudas.

21:30, Cafayate.
Bajando dos cuadras de la estación de servicio que me dejo el Aconquija, y después de
caminar como un estúpido, encontré un camping llamado “camping” (mas tarde
averiguaría que se llama “El Vivero”) 2 por carpa, y dos por persona. Pedro, el tipo de
la puerta, se me puso a hablar un rato. La soledad siempre hace esto para los dos lados.
Para el que llega y para el que esta.

1
Por una negligencia administrativa, el año anterior perdí el bus que me iba a llevar de vuelta a Bs. as,
quedando varado casi un día entero en la terminal.

4
Mientras armo mi carpa nueva, que esa misma noche sufrirá las pruebas pertinentes,
escucho a mi costado a un grupo de cómo 6 personas, que hablan en 3 idiomas
diferentes. Parece ser un curso rápido de español, que se paga in situ con un curso de
holandés y alemán
Cafayate en marzo parece estar vacío. No mas que los perdidos de siempre, que
deambulan por el mundo todo el año sin importar dinero o tiempo. Son acompañantes
de la vida, que hay en Argentina entera, Perú, Bolivia o donde sea.
Cafayate vacía. No tengo la nostalgia del abandono, ni la tristeza del vacío, es solo que
no se, no me estoy encontrando. Donde andaré? Pa mí que más al norte. La decisión
próxima parece ser no viajar más solo. Aguantare aunque sea dos meses?
Después de unos fideos, secos, me voy a dormir. Mañana siempre es otro día, diferente
al hoy.

Miércoles 7 de marzo. Cafayate

Despertose temprano el día. O yo, diría. Me desperté con ganas de ir hasta los saltos,
que el año pasado no pude ir. Pero quiero hacerlo en bici. El año pasado camine hasta el
inicio del camino, comiendo un kilo de mandarinas, un melón y varias uvas. Pero llegue
tarde, y ya no te dejaban subir. Este año, con agua y algunas frutas, tengo la idea de
llegar intacto. Después de alquilar una bici, emprendo el viaje tomando la calle que
cruza al medio por el pueblo.
El inicio del camino parece tranquilo. Pero la subida comienza a pronunciarse y mi
bicicleta tiene la excelente idea de carecer de cambios. El camino se hace entonces
imposible. Con paradas cada muy poco tiempo debido a lo pronunciado de la subida,
descanso bajo los árboles desérticos esperando que no se me acabe el agua. Temo por
mi vida cuando me cruza por delante una horda de cabras, seguramente sedientas
también. El sol es incinerante, y no hay casi nadie en el camino. Empiezo a creer que
fue una mala idea.
Los últimos metros son gloriosos. Llego al río del costado, y me mojo urgente la cabeza.
El río es pequeño, una lagrima. Parece ser que no llueve hace mucho, y lo que llueve no
baja. Me mojo la cabeza y con el cansancio evidente descarto la idea de subir a las
cascadas, lamentablemente.
Descanso casi una hora y comienzo la vuelta a Cafayate, que queda solamente a 6
kilómetros.
Oh dios mío. La vuelta es gloriosa. Algo que no había notado a la ida, es que en largos
tramos que parecían ser recto y plano, el camino estaba en subida también. Con lo cual
ahora todo es bajada, una mortal bajada en la que solo tengo que usar el freno cada
tanto, para no salir del camino disparado en las curvas.

A la vuelta, por la noche, conozco a los chicos que ahora ocupan el camping, conmigo.
Mariano es un personaje alto y monstruoso, que duerme en una carpa en la que no
podría entrar doblado en dos. Al costado veo su bici e indago luego con una charla.
Efectivamente Mariano, hace bastante, salio en bici de buenos aires con destino la
quiaca. Un viaje hermoso e increíble, me cuenta, en el que durmió en la casa de mucha
gente que le dio asilo en el camino.
Con la bici que había alquilado todavía sin devolver, hacemos juntos un paseo por
Cafayate y por algunas bodegas. Degustamos algunos vinos y quesos de cabra,
pedaleamos mas, cruzamos montañas y montañas de uvas, y después regresamos, mas
tarde, para devolver la bici.

5
Antes de volver al camping conocemos a William, un chico Francés que esta hace
tiempo en Cafayate. Se enamoro de una argentina, escuchándola cantar un folclore. La
escena es graciosa. Se hizo dueño de una perra que lo acompaña a todos lados, y ahí
mismo nos acompaña a tomar unas cervezas con mariano. Cuando nos sentamos en el
bar, le pide junto con la cerveza un plato de agua, para su perra. Lo gracioso es que
cuando la chica vuelve con el platito de agua, y William se lo pone en el piso, esta toma
feliz y contenta el agua que le dio su amo. Gruñe de paso a la mesera, ya que esta muy
cerca de la persona que la protege.
Con mariano nos quedamos, luego de que se va William, teniendo una charla metafísica
sobre la nada, sobre el amor y lo que uno viene a buscar. Nos emocionamos por
escucharnos, y llegamos a varias conclusiones. El dice haber pasado por muchas nadas,
en medio de lluvias y pueblos que nadie conoce de Córdoba, por medio de paramos
inconcebibles. La nada va tomando el lugar del todo que estamos buscando.
De vuelta en el camping conozco a los demás. Lucia y Manuel son dos chicos que
viajan juntos, con malabares, artesanías y música. Son de esas parejas de artesanos que
se complementan en todo.
Mariano y Belén son dos chicos que viajan también juntos, no artesanos, pero de esa
gente que vale la pena tener al lado. .
A la noche, después de unas empanadas de 4 pesos la docena, Manuel desenfunda su
guitarra y charango, y nos deleita con piezas hermosas de folclore, reggae y demás.
Lucy, a su lado, canta con una voz celestial que queda en hermosa sintonía. Se los ve
felices, y me encanta.
Los planteos existenciales y divagantes sobre la nada y los modos de vida se empiezan a
abrir en mi cabeza. Veo a Lucy y Manuel como un modo hermoso de vida y distinto,
noble de respetar y hasta copiar. El viaje de mariano me parece un sueño. Mas que nada
porque me encanta andar en bici. Y todo eso me parece más increíble, cuando puedo ver
como compartimos todos los que venimos de diferentes lugares, con recursos diferentes,
con cabezas diferentes y objetivos diferentes, una cena en paz y armonía. Amor.
Duermo después de unos vinos, bien cansado.
Jueves 8 de marzo. Cafayate

Amanece en Cafayate, tarde.


Juntos, entre todos, hacemos una ensalada para el almuerzo. Mientras organizo las cosas
para partir nuevamente, desarmo la carpa y demás, los chicos se ponen a hacer
malabares. Lucila arregla las clavas de fuego. Manuel practica contact con una pelota
que tendría que ser de cristal. Mariano tampoco se queda atrás y les muestra a los chicos
varias cosas de las que saben hacer. Yo, saco fotos, porque además de que me gusta no
soy bueno para hacer ninguna de esas cosas.
Después del almuerzo, temprano, parto a lo que será la excursión por la quebrada de
Cafayate.
Casi como un viaje de egresados, los valles calchaquíes fueron una excursión
adolescentemente divertida. Por las personas, por la diversión y por la emoción.
El paisaje se iba abriendo pliegue por pliegue a medida que avanzamos como una gran
comunidad. Una excursión, una misión. Las fotos, el paisaje.
Acá conozco mejor a Belén y mariano. En el medio, con mucha sed y calor, saco el
mate. Algunas galletitas. La gente se empieza a acercar, como un fogón móvil que se
transporta a medida que caminamos. Lo que algunos vieron extraño al principio, tomar
mate con calor, de repente se volvió habito de todos. Me gusta y lo hago feliz, gritando
los nombres de los integrantes que voy aprendiendo durante el camino.

6
Al llegar a la quebrada y ver los valles, los colores me son imponentes. Ahí pienso, por
vez primera, que argentina no tiene nada que envidiar a nadie.
Después de pasar por montañas de varios colores, vetas extrañas, pisos peligrosos y
demás, llegamos como después de 4 horas otra vez a la ruta donde nos dejaron los autos.
Al final, como no llegábamos con el tiempo el guía se alejo mucho, y puso en peligro a
las minas medias boludas que había en el grupo. El tiempo casi corrió, y otra vez me
quedo sin ver todas las formaciones rocosas de la quebrada. Llego a ver la garganta del
diablo y el anfiteatro.
Después llega justo el micro, que pasa por la ruta, y que nos llevara a salta capital.
Varias horas después, llegaríamos a media noche a destino

Viernes 9 de marzo. 12 de la noche, casi una de la mañana

Llegamos tarde y ningún hostal me convenció, por lo que decidí salir a primera hora
para cualquier otro lugar y quedarme a dormir en la terminal. En la noche conozco a
Sebastián, uno de los chicos que me ofrecía hospedaje. La noche se hace más amena ya
que hablamos casi una hora y media.
Sebastián parece estar cansado de siempre escuchar lo que los viajeros tienen para
contar y me apabulla contándome de todo. De cuando conoció a 3 argentinas con las
que salía a tomar, de la que se enamoro y la que se fue. Me cuenta de los recitales a los
que va acá en salta. De donde vive, que hace. De cuanto le pagan de comisión por
llevar gente al hostal.
Me acerca un poco a su vida diaria en salta, y que le hubiera gustado ir a ver a Roger
Waters, pero ya no tiene plata y no le alcanza. Y ahora que la temporada baja, deja de
meter tanta gente y la comisión no es buena.
Después de que se va, me tiro con la bolsa de dormir en los asientos, a intentar
descansar. Durante la noche, junto con otros chicos que hacían lo mismo, nos mueven
cerca de 3 veces para limpiar los pisos. Cada vez que lograba conciliar el sueño, me
despertaban una nueva vez. La noche fue realmente incomoda y fría, pero me sentía
extrañamente protegido por los demás que me rodeaban.

A la mañana salí a san salvador de Jujuy. De ahí me tome rápido un bus que me lleve a
Tilcara, teniendo en cuenta que el año pasado ya había ido a Purmamarca. En Tilcara, el
año pasado, no fui al pucara ni a la garganta del diablo, porque la cantidad de gente me
rompió las bolas como para conocer un lugar único y hermoso.
Llego al mediodía a Tilcara, y caminando una cuadra para atrás de la terminal, por una
calle de tierra gastada, llego al camping el jardín. Después de armar la carpa, salgo a
buscar unas ramitas para prender fuego, pero la zona esta devastada. El verano arraso
con todo tipo de elemento para quemar.
El camping no esta muy lleno y si bastante vacío. El piso, barroso. Mi alma, contenta.

*Literatura para aquellos, nota 3 del apéndice

Después del almuerzo fracasado y casi crudo, decidí emprender la caminata al famoso
pucara. Siguiendo el camino que estaba al costado de mi camping, haciendo zigzagueos
extraños por veredas de casa de adobe, y admirando esta singular arquitectura
preincaica, llego a parajes extraños donde, casi perdido, indago nuevamente el camino.
Un río cruza, un río seco como es siempre fuera de la época de lluvias, para seguir con
el “camino” que tome.

7
Sucede siempre que empiezo a hacer algo. Por un momento pienso que como no lo esta
haciendo nadie, definitivamente estoy haciendo algo mal. Pero después me acuerdo de
la gente. Me acuerdo que casi nadie se anima, me acuerdo que estoy en época en la que
nadie viene (y entonces es normal que no haya nadie), me acuerdo que me gustan los
caminos alternativos y otras cosas más. Pero mi camino no llega por ningún lado, y
después de mojarme los pies con el mísero hilo de agua que es el río, vuelvo al
camping.
Sin resignarme, y preparándome para una lluvia, emprendo una nueva vez el mismo
camino. Hay carteles que indican, que en esa dirección, se llega al pucara. Pero es
extraño. Arriba, en las ruinas, veo mucha gente. Pero acá en el camino no.
Definitivamente debe haber otro camino más fácil, el que hacen todos.
El mismo camino, los mismos paisajes, todo, hasta llegar a la encrucijada en la que
decidí volver. Pero ahora, desde otra perspectiva, veo un sendero trazado a través de las
piedras. Increíblemente, y feliz por mi hazaña, llego airoso a la puerta del pucara donde
un cartel dice “Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras”.
Después de divagar por la pequeña ciudadela de antaño, reconstruida, llego al puesto de
vigilancia, o quizás un simple mirador. La vista es impresionante. Es imposible que un
indio no se haya creído dueño del valle que abraza el cerro con la vista que tiene este
monte. Desde el pucara 2 , hacia el más allá, las montañas se abren y se ven los caminos
del río que ahora, abandonados, hacen otros colores. Entro en una de las tantas chozas
reconstruidas e imagino entonces la perspectiva de un habitante de aquellos tiempos.
Me acobijo del viento y veo la belleza, absoluta, que se ve desde adentro.
Me tiro en la piedra, todavía tibia por el sol, a aspirar aire, energía, y por sobre todo, la
nada. Me alegro de pensar que esta casi vacío, y lo que debe ser en verano.

*Literatura para aquellos, nota 4 del apéndice

Por si los indios necesitaran, hoy en día acá arriba del pucara, hay señal para el celular.
Bajo de las ruinas pensando en esto y vuelvo caminando despacio, ya al ritmo del norte,
para mi camping.

De vuelta en la carpa, por la noche, llueve. Pero solo afuera. Mi carpa, como increíble
amianto lingüístico, devela otras cosas. Afuera llueve. Adentro, la carpa, me traduce la
más hermosa música del cielo

*Literatura para aquellos, nota 5 del apéndice

Sábado 10 de marzo. Tilcara

A la mañana me encontré con dos chicos que había conocido en Cafayate, Gregorio y
Federico y emprendimos juntos el camino a la garganta del diablo.
El camino es un sendero hermoso, como cualquier camino de montaña hacia arriba,
abajo o adentro. Pasa primero por las casas mas alejadas del pueblo, para después si
transformarse en una vía solitaria.
Ya en la garganta no había mucha agua, pero es impagable sentarse en un lugar así a
tomar mate, con las patas en el agua que corre, y que no se oiga nada más que la
naturaleza plena. Cada lugar tiene su propio silencio, y en estos lugares se los aprende a
identificar.
2
En lengua quechua significa fortaleza, lugar fortalecido. Hay ciertos trazos de la historia que nombran al
pucara de tilcara como un puesto de vigilancia del imperio inca posterior.

8
La garganta del diablo es algo así como una caída de agua a la que se puede acceder de
arriba y de abajo. El agua corre sin nadie que la moleste. El agua cae. Una soga que
sostiene sobre el suspenso de la caída. La nada? Pues déjate caer
No encontramos forma de llegar a la parte de abajo, a la misma caída (ahora escueta,
pero caída en fin) así que teniendo en cuenta la hora y el largo que había de camino,
emprendimos el regreso.
La vuelta fue increíble. Mientras las nubes nos comían, el frío polar, la constante
aspiración de agua en el aire, hacia estragos en los pulmones. Ya en la ciudad, los
chicos me mostraron el fácil camino al pucara. Un puente que cruza el río a 3 cuadras de
la plaza central y te lleva directamente a la puerta. Y no me arrepiento de haber
caminado de más, de haber llegado a mi manera.

Ya en la terminal revalúo, como siempre. Saco el pasaje a Humahuaca y me siento a


esperar. Tilcara es hermoso, y lo digo ahora que me estoy yendo. Porque esta vacío.
Porque tiene historia, pero también tiene histeria.
Frente a la terminal un cartel religioso sentencia “concretar en tu vida una experiencia
hermosa depende de ti”
Pues a eso vamos, demonios, sin usar drogas.

Humahuaca, horas después


Al parecer, cielo, no te has querido abrir, sino que además has intentado aniquilarme
con viento, con el maldito viento que enfría mi olla, que abre la carpa, con el vendito
viento que sopla con frío
El camino a Iruya va a estar cerrado hasta el lunes, y mientras el sol no se digne a salir,
difícil que sea antes o después.
Me estoy hospedando en tierra conocida, cruzando el río, en el camping que pare el año
pasado. No hay mucha gente, pero ya lo voy tomando como una constante. En la
sección gourmet: Cuando dejé la hoya en el piso para prender el fuego, un perro maldito
se afano un pedazo de carne del escueto estofado que estaba haciendo. No tuvo mejor
idea que llevarse el caracú.
Lo corrí, obviamente, unos metros para sacarle la carne de la boca (en una ardua lucha
animal-humano) y luego de enjuagarla un poco la puse de vuelta en el puchero. No iba a
resignar tan fácil el único pedazo de carne en días.
El viento sopla y es evidente que voy a comer las verduras duras, la carne cruda, y el
estofado a medio hacer.

*Literatura para aquellos, nota 6 del anexo

Una recorrida nocturna por las calles, me arroja a la terrible soledad. Humahuaca no es
la nada. Lejos de serlo, la ciudad se yergue para mi enterita como un todo, con sus calles
empedradas y farolitos coloniales.
Me voy acercando a la frontera con una inercia extraña

Domingo 11 de marzo. Humahuaca

El sol no ha querido salir, de vuelta. Entre las nubes, asoma tímido el condenado,
burlando a mi ropa colgada, empapada. La plaza a las 11 no sabe si ser una postal
lugareña o un enjambre de turistas.

9
A 20, o quizás 30 minutos del centro de Humahuaca, esta el mirador de peñas blancas.
Un lugar con una virgen que ofrece una hermosa vista a toda la ciudad. Peñas blancas,
supongo, se llama porque parece una piedra caliza, que mancha todo de blanco.
Siguiendo por el camino hacia arriba, esta la quebrada. Uno puede, si quiere, llegar a
pararse sobre la quebrada. Cabras del lugar son lo único que invade la hermosa agonía
de la tarde. A lo lejos, lejísimos, en el centro, se ve el monumento de la independencia.
Ese caballo erguido libertario, en varios puntos de la argentina con su jinete acariciando
el cielo.

En el centro, una música lugareña en vivo invade con emoción al que escuche. Divago
por las calles buscando quien sabe que, conociendo, reconociendo de vuelta.
De vuelta en el camping, conozco a una chica chilena y a un chico mexicano. Ellos dos
vienen bajando, ya hicieron todos los lugares a los que, con suerte, iré yo. La chilena me
pregunta si puede utilizar el “cordel” para colgar la ropa. Indago de paso sobre los
lugares a los que fueron. Escucho sus palabras “Bolivia no es nada inseguro” con una
emoción nostradamica. Me gusta escuchar lo que ya siento adentro, dicho por otra
persona. Todavía no termina de irse el miedo capital.
El camping se puebla de gente de repente. En el hall de administración (que funciona
aun de cocina y comedor) me siento a tomar unos mates y a escribir un poco. Tomas, el
hijo de la señora que atiende, se sienta en frente mío y pide uno. Hablamos largo rato de
lo que estudia, de los hermanos, y de la gente que pasa por el camping. Tomas debe
tener como mucho unos 10 años, y en sus ojos y palabras amanece el interior.

*Literatura para aquellos, nota 7 del anexo

Me cruzo, por lo visto, otra vez con el uruguayo gallego. En una nueva incursión por el
centro, y obligado por el frío, adquiero chulo y medias de llama para no pasar otra
noche acosado por el frío. Me da un poco de bronca sabiendo que en Bolivia va a estar
mas barato, pero el frío lo tengo ahora.
Para la hora de la cena conocí a las chicas que desde la tarde venían quebrando el
silencio humahuaqueño: Any, caro, lu y vick. Empecé como siempre, tímido, pero ellas
me terminaron incluyendo. Al final cenamos todos juntos unos fideos que cocinaron, y
después nos quedamos charlando largo rato. .
Me alejo de la cocina buscando de vuelta la soledad, yéndome a dormir. Y entonces,
parece que va a llover de vuelta

Lunes 12 de marzo. Humahuaca

“hay, celeste, regalame un sol. Regalamelo”

La humedad duele de vuelta. Es algo inexplicable, pero explicable a la vez. Cuando


respiro profundo, dentro de la carpa, una puntada horrible en los pulmones. Es el frío, y
la humedad helada que me aniquila de a poco.
El frío esta aun en las patas adentro de la bolsa. Las medias empezaron con todo a la
noche, pero por lo visto cuanto se duerme todo recae. Habrá alguna forma de evitar la
humedad? O aunque sea este frío de la carpa, que asesina. Encontrare la forma de evitar
siempre recaer?

La soledad en los campings es casi irrisoria. No me imagino estar tres días mirando la
misma gente y no hablar, aunque me cueste. Me gusta saber caminos, razones, días,

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anécdotas. El crisol se abre como una flor y la tolerancia (súmmum) aumenta
diariamente. La diferencia radica entre ponerse a juzgar a los demás, o simplemente
aprender lo útil de ellos.

Humahuaca es Humahuaca. Ayer por las calles, intentaba desmenuzar este concepto
complejo. Haber... Humahuaca no es un pueblo. Humahuaca tiene pinta de ciudad
autosuficiente, de poder estar perdida en la montaña y que no le falte nada. Tiene sus
calles hermosas, tiene su plaza chiquita, austera. Su gente, por sobretodo.
En una charla larga y tendida con la dueña del camping, me informo. Es jujeña, y nació
en su casa. Esta contenta porque hace tiempo vino una maestra jardinera de Bs. as, que
no es tan quedad como las jujeñas. Tiene 4 hijos, y uno de ellos es tomas, con el que
estuve hablando ayer a la tarde. En Humahuaca hay 3 escuelas, y los tres mas chicos ya
saben varios números y letras. Es raro, pero esto me lo dice contenta, orgullosa. Todavía
no empezaron las clases porque están arreglando los techos de la escuela (siempre el
oportunismo).
Ella administra el camping desde hace algunos años. Dice que nosotros, los turistas, no
entendemos que el pueblo no existe solo para nosotros. Que hay una vida detrás y aun
cuando no estamos.
Inseguridad? No. En enero y febrero el norte realmente pego un gran despunte como
destino turístico. En Humahuaca hay solamente 3 campings. Bellavista, la carolina, y
uno que no es camping. En enero y febrero estuvieron todos ocupados al 100%. Del año
pasado a este, los servicios a Iruya aumentaros de 6 colectivos a mas de 10. 10
colectivos llenos de personas que van por día para Iruya. En enero y febrero, me cuenta,
se hacían colas de casi 2 cuadras para conseguir pasajes.
En el carnaval hubo algunos robos. Humahuaca se atesto de autos que recorrían sus
pedregosas calles, estacionando en cualquier lado. Resulta que justamente, robaron
algunos estereos de autos estacionados. Me dice, impresionada, que en este carnaval
hubo 15 muertos, que escucho por la radio. La mayoría fueron todos accidentes de
transito en la ruta, por estar “machados” (tomados). El resto, alguna que otra pelea de
turistas.
Me cuenta de que la policía lleva un estricto control de la gente que va y viene. Ella
lleva todos los días la planilla de la gente que alberga en el camping y habitaciones, y
así lo hacen todos. Es una buena medida, pienso, para el día que alguien desaparece.

(Interruptus extremus problemas bañum)

Tarde, mas tarde


Todo parece tranquilizarse. Mi cuerpo ronda una ciclotimia extraña entre la vuelta a Bs.
as y la partida a Bolivia. Es constante y no puedo soportarlo. Que haré? Me/te pregunto,
que haré?

*Literatura para aquellos, nota 8 del anexo

Lo extraño de todo esto es que no se manifieste en nada más. Ardor, picazón, molestia.
Algo. No me siento mal y por el contrario estoy bien, animado y contento. Ojala esto
sea un mal rato. Cuando, cuando pararas?
Que se han creído las nubes, mendigas idiotas, que vienen a cubrir este celeste
humahuaqueño? Yo no voy a darte un peso idiota, si pensas que me vas a cantar una
copla y a salir corriendo. Con la cabeza escondida tras las montañas, te apareces de
repente, porque si. Y te escondes como cobarde, con esa sonrisa socarrona y truena.

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Humahuaca round climático, cuadrilátero meteorológico, sentado en el medio de tu
plaza miro a un lado y al otro pues ya lo se, quizás no ahora, o en un ratito, pero ya me
atacaran.
En un impulso de preocupación, las calles me llevan al hospital. Camino triste,
pensando que voy a resignar mi vida de “no hospital” solamente por esta basura. Pero
cuando llego lo veo abarrotado de chicos, y me da mucha bagueza esperar y sacar
numero, por lo que sigo mi camino.
Un paseo por la ciudad siempre relaja. Que enfermedad extraña me estará afectando?
Por lo pronto una bastante pasiva, o quizás sea una que elija los momentos oportunos,
los mas complicados.
Mañana parto, Humahuaca querida. Te disfrute y ya me voy, te entendí, te sentí, te
escuche. Te soñé. Mañana cruzo de país, en estas condiciones extrañas de mi vida, en
esta situación extraña.
Ya encontré lo que estaba buscando? Digo si, ahora. Autosuficiencia en mis decisiones,
o por lo menos eso encontré, no se si era lo que estaba buscando. Hacerme cargo de esta
decisión, de este momento. Pero busco otra cosa. Eso que se mueve conmigo, que me
esta esperando hace 2 días en la quiaca, que me estuvo esperando mientras estaba en
Tilcara, que me esperaba en Tucumán cuando estaba en Buenos Aires. Lo que estoy
buscando y se mueve es bueno, pero no se que es. Lo alcanzare, quizás?

Y entonces la noche se abre, aunque sea una, la ultima. Las estrellas se ríen, todo se ríe.
Esta en el límite entre reírse contenta, o cagarse de risa. Y todo de mí. Me siento en el
centro, hoy si. Todo gira en torno a mí. Si me siento bien o mal. Si esto cambia. Si esto
tiene síntomas. Si esto me mata, o por el contrario será el mejor viaje de mi vida.

Martes 13 de marzo. Camino a la quiaca

Quiero cruzar ya.


No.
Si.
No, mejor no.
Bueno, si.
Si
En el camino, las nubes. Las nubes de acá, de allá. El cielo es una frazada de nubes
sucias, desprolijas y andrajosas, pero cuidada sin un solo agujero.

La quiaca. Nada ha cambiado en esta ciudad horrible.


Un remís nos lleva a Yavi por 2,50, con una familia inmensa en la parte de adelante, y
nosotros 3 atrás. Nosotros tres somos Silvana (mi ex-compañera de trabajo) una amiga,
y yo. Estamos juntos desde ayer, cuando llego a humahuaca y empezamos a transitar
juntos algunas calles. Las llamas en el camino y varias ovejas, cabras anota en su libro,
de memoria, una cara más.
Lo único que hay para ver el Yavi es la casa del marques y la iglesia, y comienzo a
pensar en que es una farsa turística. Si no fuera por Yavi, nadie haría ni siquiera una
parada en la quiaca.
Después de subir al mirador y sacar una buena foto panorámica del pueblo, baje y
volvimos a la principal, para tomar el auto que nos llevaría de vuelta a la quiaca.
Yavi quizás sea, para la vuelta del viaje, una buena parada por varios días. Ese pueblito,
en realidad indaga la nada. La pura nada. La nada más trabajosa, la que no aporta más
que una puerta al interior de uno mismo.

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El paso de frontera no fue nada fácil, hasta que entendí que no iba a poder salir de
Bolivia si nunca entraba a el. Después de los 2 benditos sellos en argentina y Bolivia,
crucé a Villazón.
El año pasado había cruzado por acá, pero no con tanto detenimiento. Mas que nada por
la inseguridad que me habían dicho. Digno pueblo de frontera, las primeras cuadras son
un once pero mucho mejor, y en el norte. Villazón de repente se hace oscura y da
miedo, a veces no, y es linda, a veces pánico, a veces desconfianza. Pero obligado a
meterme en Bolivia, camino por todas las calles.
Después de ir hasta la terminal y sacar pasaje directamente a la paz, me encontré de
vuelta con los chicos con los que había cruzado. Camine por el resto de los negocios
que no había ido y conseguí, por fin, mi bendito charango. Por lo pronto no conozco ni
la afinación ni las notas, pero no es nada que me detenga seriamente.
En Bolivia, todo es una hora más temprano. Para no perder el micro, atraso el celular
para llegar a tiempo
De 4 a 6 estuve esperando al bus que, en teoría, vendría dos horas más temprano a
cargar las cosas. Previo pago de un impuesto de embarque, y un impuesto de equipaje
(what the fuck?) subí al micro que, en 18 horas, me llevaría a la paz.
Primera impresión: encierro, olor
Segunda impresión: incomodidad
Tercera impresión: micro destartalado
Cuarta impresión: Mi viaje!
Con conciencia comienzo en este viaje, acá, a pensar las cosas que tendrían que
molestarme y hacerme mal, y aquellas que no. Pero ni lo reflexiono, simplemente no me
molestan.
Por primera vez en Tupiza (primera parada) pago el uso del baño público. El viaje
parece querer ser interminable pero no me aflijo. Abran fuego tranquilos, vine
preparado.

Miércoles 14 de marzo. Camino a la paz

Despierto, pero sin dormir de vuelta. Llamo despertar, acá, al acto de incorporarme y
dejar de intentar dormirme, cuando se que es imposible.
Sobre los costados, en las montañas y lejos, nieve. El frío que vengo sufriendo en este
viaje tiene su explicación.
El camino de tierra de las primeras horas se hizo asfalto de una buena vez y después de
sacudirse mucho, llegamos a tupiza no se a que hora. Paramos varias veces en el camino
por desperfectos de todo tipo, por revisiones (incluyendo bajada de gente), hasta que a
eso de las 6 de la mañana, nos subimos a otro micro. El traspaso fue un poco aterrador,
ya que de madrugada, varios muchachos revoleaban de un buche a otro los bolsos de la
gente en plena oscuridad. Ya no cuento con ningún tipo de provisión bebible ni
comestible, esperando llegar pronto a la paz. O a mi paz, por lo pronto.
El micro se rompió de vuelta, y tiramos aunque sea hasta Oruro. La entrada a la ciudad
es caótica. Varias personas cortan lo que parece ser el acceso principal a la ciudad,
reclamando garrafas de gas, que faltan. 4100 metros de altura. La vorágine de cualquier
ciudad. Los choferes nos hacen bajar y se van con el micro, diciéndonos que
almorcemos, que ellos van a pasar a buscarnos por esta esquina. Otra vez veo como mi
mochila, mi casa, se aleja sin precisiones sobre su vuelta.
Al bajar del micro me pongo a charlar con uno de los 2 chicos peruanos que iban
viajando conmigo, haciendo el mismo camino.

13
El vive en el campo. Regresaba de Bs. As. a su ciudad, en las afueras de Cuzco. El
mundo ya no es lo que era, me cuenta. Internet esta malogrando todo. Las chicas ya no
se visten con las falditas típicas de su pueblo, la música ya no es la de antes, ya casi
nadie habla quechua, o aymará. Que Cuzco me va a gustar, que es hermoso. Que lima es
horrible y peligrosa, como cualquier ciudad. Que roban mucho y que a veces, algunos
limeños, se van a Cuzco a robar, haciéndole mala fama a su tierra natal.
Hablamos de Bolivia y de la previa pertenencia al Perú, hablamos de la unión
latinoamericana y fantasías utópicas de solidaridad, de los pueblos originarios y de la
opresión europea.
Cuando el micro vuelve, subimos de vuelta y partimos de una vez a la paz.

La paz
Un tremendo caos de transito. Gente por todos lados. Corriendo, saltando. Los autos no
dan paso uno a otro. De repente estoy arriba de un taxi, con los dos muchachos peruanos
del micro, viajando a la zona de combis para tomar una que nos llevara hasta
desaguadero, la frontera.
La altura me esta aniquilando, el cerebro me aprisiona y me late. 4030 metros de altura.
Al fondo se ven las casitas más pobres, que suben por la montaña. El panorama es
increíble. La paz es un tapiz de casitas dibujadas, tiradas sobre un bastidor irregular y
deformado.
Ahora, de vuelta y rápido, estoy arriba de una combi que me va a llevar a desaguadero.
Las piernas no me entran. Al lado, una boliviana con su gorrito de gamuza come pan y
toma jugo en una bolsita. La de adelante, tiene dos trenzas que terminan cada una en
tres puntas. Tiene las dos trenzas atadas, como un tiro de mula.
El viaje es único. Apenas salimos de la paz, se ven al costado la cordillera nevada, y
comprendo y relaciono el frío y la altura. La paz esta tremendamente alta. Más adelante,
miles de pueblitos de ensueño. Casitas de adobe sobre el monte elevado que no tienen
que envidiarle nada a las praderas de Heidi.

Ahora, al costado, son las ruinas de Tiwanaku. Y casi no me contengo de bajarme y


hacerlas ya, pero pienso en la vuelta y me tranquilizo.
Un lago inmenso ahora a la derecha, con el fondo de montes nevados. El Titicaca. La
increíble cantidad de agua por sobre 3000 metros. El Titicaca de este lado es increíble.
Los botecitos que salen a pescar, el sol que brilla encima, más casitas hermosas, más
pueblitos de ensueño al costado del lago. Bolivia quiere que lo visite ya, pero le
prometo volver y le pido perdón por no dar limosna de atención a este paisaje nunca
visto.

La llegada a desaguadero me da un poco de miedo.


Las ciudades de frontera, por lo visto, tampoco pueden ser lindas ni agradables. Una
horda de bicicleteros – maleteros me acosan al punto de la desesperación. Tengo cara de
gringo y eso me va a jugar en contra en todo el viaje. Al grito de “mister, mister”, niños
de cómo mucho 13 años de edad intentan arrebatarme la mochila de las manos,
peleándose por quien será el que me lleve hasta el cruce con Perú, donde esta
migraciones. Casi enojado y, después de hacerlos entender que no, parto hacia el cruce.
Me acompañan mis dos compañeros peruanos. Según los maleteros, estábamos a mas de
8 cuadras, pero para llegar caminamos menos de 4.
Cruzamos primero un pequeño puente que cruza el Titicaca. La vista es increíble.
Hermosa. Tengo miedo de sacar la cámara, y no lo hago. No sin arrepentimiento
posterior.

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Una vez en migraciones de Bolivia, hago la salida con el pasaporte. 30 metros mas
adelante estaré en Perú. Estos treinta metros, igual que Villazón con la quiaca, parecen
ser tierra de nadie.
Con igual rapidez hago el trámite de entrada a Perú. No se como se llama el pueblo,
pero es un poco mas agradable que desaguadero (en verdad se llama desaguadero
también)
Una llamada telefónica a casa para avisar que estoy vivo, notifica mi entrada a Perú.
Cambio plata por primera vez, ya que me estaba moviendo todavía con unos pocos
bolivianos que había recibido de vuelto en Villazón. Camino unos pasos y me encuentro
nuevamente con mis amigos peruanos, que había perdido durante el papelo en
migraciones.
Después de averiguar cual es el micro que me llevara a puno, me siento con ellos, que
me invitan y recomiendan comer algo.
Un banquito blanco y largo, donde parecen sentarse muchas mas personas, es mi silla.
Una señora gorda, peruana al parecer, me ofrece un menjunje de pez (trucha o pejerrey)
con fideos, arroz y papa. Acepto gustoso, con ganas de empezar a probar cosas nuevas.
Comiendo un pescado muy sabroso, mirando los picos nevados, el lago Titicaca y el
preciso momento en que lo estoy haciendo me emociono. Supongo que pocos tienen el
privilegio de entrar con este banquete gastronomico y paisajístico a Perú. Pescado
fresco, al costado del lago misterioso.
Partimos entonces, una hora mas tarde, a puno. El clima en el micro es mucho más
ameno, aunque sigo sin entrar cómodo. Los peruanos, en este primer encuentro, parecen
más charladores y alegres. Me quedan 3 horas hasta puno

Puno
Puno es grande, o por lo menos eso parecía desde el micro, con todas sus lucecitas
prendidas de noche. Puno tiene una parte alejada de su ciudad, que se extiende por sobre
la ruta. Pienso como siempre, como en las casitas de montaña, o cualquier casita, las
miles de vidas que desconozco, diferentes y recónditas, cada una con su cosa
imperdible. Increíble.
La llegada a puno me arroja nuevamente al acoso de los bicicleteros. Llego al punto del
hartazgo. Odio esta discriminación inversa a los gringos, siento que no voy a poder
caminar tranquilo. Son más de las 12 de la noche.
Me embarco con uno que me ofrece un hostal a 10 soles. Le pregunto a cuantas cuadras
y no me dice, aunque me lleva por un sol con cincuenta (1 sol, 1 peso)
En puno llueve. Eso es lo único que justifica que me haya subido a esta bici, pero lo
estoy disfrutando. El hostal queda a 3 cuadras. El que atiende la recepción se hace el
que no tiene habitaciones para poder patear para arriba el precio. El baño no es privado
(tampoco esperaba) y la habitación no esta tan buena como me decía el bicicletero. Me
quiere cobrar 12 soles esta noche. Estoy cansado, son casi la una de la mañana, tengo
ganas de dormir y no discutir, por lo que acepto. En virgen de las nieves, el nombre del
hostal, me albergare de seguro por solo esta noche.

Jueves 15 de marzo. Puno

El plumón en la cama fue fantástico. No tuve frío en toda la noche, pero me desperté
con la nariz tremendamente congestionada. Lo mas increíble de este plumón era el peso
desorbitante que tenia. Un verdadero placer, ese abrazo acolchonado.
Y entonces.... tengo ganas de ir al baño. Con este tema tengo una rara negación. Se que
sigue, por lo que no quiero ni sentarme a ver si persiste. Como un extraño ritual me

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siento y espero, una señal divina del cielo, que diga que mi viaje puede seguir sin
miedos. Pero no. Sucede otra vez. Cuando me paro, me burlo de mi mismo sonriendo, y
me saco la lengua contra el espejo. Tengo ganas de seguir viajando y me siento perfecto
a pesar del cuadro que pinta el inodoro. El baño es raro. Va en diagonal hacia abajo y el
inodoro queda en el fondo, por lo cual no entro ni agachado para mear.

A la salida del hostal saque pasaje a Cuzco. Son 20 soles. A la una partiré a esa hermosa
y mágica ciudad, plagado de incertidumbre y soledad. Por lo pronto, unos mates
después de dos días sin el son reconfortantes.
He recuperado dos horas de mi vida! Acá en Perú, es otra hora menos que Bolivia. O
sea, dos horas menos que argentina. Seguramente, ahora que las tengo de vuelta las voy
a desperdiciar esperando algún colectivo o sobre algún bus.

Estimada casa de la moneda argentina: Para cuando una moneda algo mas interesante,
como las de Perú? Porque no ponemos un suri, una llama, algo que represente en algo a
los nativos? No, claro. La conquista del desierto, la cara de roca, de Belgrano, de todo
eso que es más aburrido que chupar un clavo
Reevaluando un poco, resulta que en realidad nuestros países no se parecen en nada.
Quizás al acercarnos al norte un poco, pero no, dios mío. Estas tierras y personas si que
tienen en la sangre a los que poblaron originariamente América latina.
Me pone en algún sentido triste. Que relación tengo yo con mi tierra? Por más que la
defienda y promocione, yo no soy nada para ella. En cambio acá, las ciudades están
plagadas de descendencias nativas. Si ni lengua nativa tengo yo. Lo único que arrastro
por el mundo como argentino es el mate, y es una costumbre que proviene de los
guaraníes, de misiones. Además no todo argentina toma mate. Es raro lo de este extraño
elemento. De alguna manera siento que es este puente inútil que necesito con casa, y no
puedo calentar agua o conseguir agua caliente y tengo nostalgia estúpida, tibia. Algo es
algo. Cuando tomo, acá, en este cuarto de 12 soles, siento que en realidad estoy en la
mesa de casa, sentado, mirando a los zorzales en mi jardín.

En una recorrida por la ciudad, un trici-taxi me lleva hasta la isla Estévez, luego una
recorrida por al costa de el Titicaca, mas tarde a la plaza de armas y hasta la terminal.
Visito (aunque sea con la vista) varios mercados y diferentes lugares de puno, hasta
bajarme en mi destino. Puno esta, diría, un 80 % embarrada
En el tour, dialogo con el piloto de mi Tricitaxi. Otro anónimo conocido. Durando el
paseo recorro sentado el borde del lago Titicaca. Los patos nadan (en realidad no se)
sobre una carpeta verde que cubre el agua. A lo lejos, mi piloto me señala una isla. La
de los Uros, me dice. Nativos que viven en casas flotantes de paja. Me cuenta de los
pescadores que ponen redes de mañana y las sacan a la una o dos de la mañana del día
siguiente. Hay truchas, pejerreyes, y otros pescados pequeñitos que no recuerdo el
nombre.
En puno la mayoría de la gente se mueve en trici-taxi o bicicleta, cosa que es mas sana
para todos. Al que pedalea, al que camina por al lado sin gases tóxicos, al que va
encima, disfrutando el paisaje en silencio sin bocina ni motores. Ahora aparecieron
también las mototaxi, de similar estructura pero empujadas por el motor de una moto.
En puno se respira aire en la calle, y son pocos los autos o buses. El paisaje es hermoso
y colorido ya que las estructuras de estas trici-taxis resultan ser siempre llamativas,
cuidadas y arregladas, con techos y puertitas, calcomanías. Algunos llevan radios con
música a todo volumen.

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Sobre la contaminación en el lago me dice el conductor que si, que se esta
contaminando acá el lado de puno. Pero yo lo comparo con lugares de Bs. as y me
resulta chocantemente mucho mas cuidado. Acá son precavidos. En el agua no se ven
aceites ni basuras, ni pescados muertos flotando. Parece que simplemente, la gente es
más educada
El puerto, aun en su entrada a la ciudad, conserva su color natural. Los medios de
transporte que navegan en el lago son, la mayoría, tracción a sangre. Puno es hermoso.
Mi conductor me cuenta que además de que el lago sube con la lluvia, no tiene salida, y
que la mayor subida fue en el 84, cuando llego hasta el estadio que queda a dos cuadras.
La gente que camina por puno resulta mucho mas amable y entradora que la de Bolivia.
En la calle hay muchas ferias de cosas baratas, y también hay trici-taxis cargados de
mercadería que pasan ofreciendo sus cosas.
A las 12, ya estoy en la terminal. Escucho músicas mucho mas lugareñas, lo que me
hace pensar que realmente hay un arraigo mucho mas importante para con todo lo
regional.

En Perú también parece haber tasa de embarque en todas las terminales. Después de
abonar el precio me voy a la plataforma a embarcarme en mi bus, que me llevara de una
buena vez a Cuzco.
Cuando subo, como un regalo divino, viajo adelante con las piernas estiradas y un vidrio
de lado a lado, al frente, para ver el viaje increíble. Entre mis piernas y bajo el asiento,
todos mis bolsos. Por los comentarios que voy escuchando en el viaje, la primera
parada, Juliaca, parece ser una ciudad nada relevante.

Juliaca. Ciudad atestada, parecida a una china boliviana. Juliaca se parece a puno pero
toda lisa, sin pendiente, sin lago, sin su gente. Chata. Esta ciudad no debe tener ningún
tipo de interés turístico, ya que no veo hostales o zonas comerciales por donde pasa el
bus.
Mientras esperamos salir nuevamente rumbo a Cuzco, veo esta ciudad de la locura
prestando atención. Anuncios, publicidades, gente corriendo, muchas muchas combis,
muchos trici-taxi y tricimotos. Mucha gente gritando sin sentido. Nadie da paso a nadie
en la calle, las esquinas están atestadas de gente que ofrece cosas, con celulares
colgando agarrados de una cadena. En caos, la igualo con nuestra entrada a la paz

Al parecer, este bus va a ser uno de los viajes más cómodos. El asiento de al lado esta
vacío, y viajo acostado sobre el, estirado. Mientras, me voy acostumbrando a algo que
parece que voy a notar durante todo el resto de mi viaje. Que ya no hay turistas.
Me voy a tener que acostumbrar, como esta pasando, a no tener miedo si en los buses no
hay gringos o demás extranjeros, a no tener miedo de tener miedo donde me meto. A
entender que quizás mi camino no sea el mismo que el de todos, y no por eso este mal.
Esa es la clave. Cada vez que me subo y miro si hay turistas, es buscando una
aprobación a esta sensación constante de haberme subido mal.
El camino parece ser imperdible. Si, quizás no aptos para aquellos que sufren de vértigo
a los caminos peligrosos, pero increíble en fin. Es evidente que rumbo a Cuzco esta la
lluvia, y nos dirigimos a ella que parece tener apuro por encontrarnos y también se
acerca. Ya no hay retorno.
Rato después comienza a llover y oscurece. Pero no me quiero dormir, ya tendré tiempo
Por otro lado, los choferes están desquiciados. Manejan muy rápido para el tipo de
caminos, y ahora se ve peor cuando la ruta esta mojada y es de noche. Pero no lo hacen

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mal, simplemente que no estoy acostumbrado a ver estos caminos y menos a esta
velocidad.

Después de tantos miles de pueblos que no tiene sentido enumerar, llegamos por fin a
Cuzco. Cuzco hermoso, Cuzco de noche. Hubiera preferido entrar de día a esta ciudad
majestuosa. Pero la noche me da la idea de inmensitud trazando con sus lucecitas los
márgenes en sus montañas. Cuzco bello.
En taxi fui hasta un hostal que una señora me mando en la terminal. Como no había
habitación por 10 soles, seguí indagando hasta encontrar otro (todo en taxi porque
llovía). Finalmente llegue hasta el Tumi II que esta a tres cuadras de la plaza de armas.
La chica que me atendió me dijo que dejaba a 10 soles si me quedaba 4 noches como le
dije.

Por primera vez, me conecto. Pero sin revisar mails. Solamente me conecte para
encontrarme al tete y preguntarle como afino el bendito charango, y para buscar por
Internet varias notas, que ya anote en mi cuaderno. Aprendizaje, allá voy con mi
torpeza, con mi lentitud, pero por sobre todo con mis ganas.

Viernes 16 de marzo. Cuzco

Despierto al parecer por el ruido, ya que afuera esta lloviendo y mi techo es de chapa. Y
desde hace tiempo que esta lloviendo. Afuera todo llueve.
La cama estuvo más que cómoda y calida, teniendo en cuenta 10 soles. Ni pulgas ni
cucarachas, como leí por todos lados en Internet antes de salir de viaje. De a poco
comienza a caer el velo de prejuicios y me deja ver el imperio de cosas nuevas, sin
miedos.
Anoche camine por 6 o 7 cuadras de Cuzco en busca de la conexión a Internet. Cuzco
parece ser distinta hermosa y tranquila a pesar de que ayer el taxista de la terminal y la
señora que me recomendó la hostería dijeron que era peligrosa. Sospecho que fue
únicamente para que me tome un taxi.

Mañana más que increíble y tranquila, cómoda en Cuzco. Después de hacerme un mate
(tengo una maldita cocina!), me siento a practicar el instrumento que me acompañara
por el resto de mis días como en el patio de casa.
En el hostal atiende una chica muy bajita. Cuando subo y bajo por la escalera que me
lleva a mi cuarto en el primer piso, hay un escalón que hace un chirrido horrible.
Todavía no aprendí a esquivarlo, pero creo que es el segundo de arriba para abajo, el o
sexto de abajo para arriba. Ya lo voy a lograr pegar el salto. Mi cuarto es chiquito pero
acogedor. En las paredes rosas, gastadas y golpeadas, hay dibujos de viajeros anteriores,
pensamientos, frases. Cada uno deja su marca en donde sea.
Como siempre, la mayoría en el hostal es gente europea o americana. Lo noto por las
charlas abiertas, en las que no entiendo nada.

Hoy conocí a martín y a Matías, argentinos, de rosario. Se fueron a México en avión y


vienen bajando, haciendo un viaje de ensueños. En Guatemala se les voló la carpa en un
volcán. Me dicen que ya no tienen ni un peso y quieren hacer el camino del inca.
Estuvieron en costa rica, en Colombia, en ecuador, Guatemala. En México estuvieron
trabajando de meseros en playa del carmen, y ganaban 50 dólares diarios de propina.
Hasta se alquilaron un departamento, porque estaba barato y ganaban bien. En costa rica
fumaron las cosas más raras y puras. Dicen que hay una comunidad de rastas, un pueblo

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donde todo es reggae y armonía, y por supuesto mucha marihuana. Viviendo un viaje,
me dicen. Será eso viajar? Increíble

Olga, la chica del hostal tiene 19, aunque su cara denuncie unos 15 años. Es la chica que
atiende y a veces limpia, arregla. Termino el colegio y estudia gastronomía. Me cuenta
de los complicados platos peruanos, complejos. Olga sonríe. Una vez adentro de cada
mundo, la belleza reluce de las maneras más hermosas. Ya lo dicen las fotos, la belleza
que se esconde, y es horrible cuando se muestra a propósito.
La belleza puede estar en una sonrisa peruana, en una madera rota o sobre una madera
gastada. Mira yo si no lo sabré.

Sábado 17 de marzo. Cuzco

Hay peruanas lindas. Pero es así, hay que entrar en este mundo para de entre todas las
peruanas, diferenciar a las más lindas. Es difícil ya que nuestro mundo globalizado y
blanco nos imprime los estándares de belleza día a día, en chicas rubias, altas y flacas.
Acá hay una belleza indígena, autóctona. Este es otro mundo, un viejo mundo donde no
había paradigmas de gusto y belleza.

Ayer adquirí 3 libros. Dos del inca gracilazo de la vega, y uno para aprender charango.
De Gracilazo de la vega, hijo de conquistador español y de una princesa inca, conseguí
los comentarios reales de los incas, y la florida del inca. En teoría los comentarios reales
es el libro base de Perú ya que narra, según comentarios reales de un inca que vivió en
aquellos tiempos, las organizaciones sociales, los modos de vida y demás actividades
que realizaban. Ya lo empecé a leer y parece interesante aunque un poco documental.
La florida del inca en cambio (el otro libro del inca gracilazo de la vega), trata sobre la
conquista del actual terreno de los estados unidos. El de aprender charango, ya veremos.
De a poco, ya que mi torpeza es una de las pocas cosas en mi cuerpo que no se educan
con nada. A la vuelta observo con alegría la calle que conduce desde la plaza de armas
hasta mi hostal. Es angosta, chiquita, empedrada. Va en subida y me hace acordar
mucho humahuaca, aunque multiplicado por 15.

Ayer a la noche estuve con martín y Matías, los dos chicos rosarinos. Salimos a dar una
vuelta por Cuzco y comimos en un restaurante donde el octavo de pollo con papas fritas
arroz y ensalada junto con una sopita, “el aguadito”, salía 3,50. Lo malo de esta comida
es que a todo le habían agregado jengibre. No se si es una constante para
condimentación, pero la sopa y el arroz lo tenían, y por momentos fue incomible.
Además probé de paso la famosa inca Kola, bebida peruana. La historia de inca cola es
interesante. Parece ser que cuando coca cola entro en el mercado peruano, inca Kola
dominaba, como lo sigue haciendo hasta hoy, todo el mercado. Coca cola intento por
todos los medios entrar al mercado sin poder vencer a la ya establecida inca Kola, hasta
que decidió lo mejor. Comprar la marca y la bebida, y venderla ellos. Hoy inca Kola se
sigue vendiendo en todo Perú y se toma muchísimo, pero con el logo debajo de coca
cola company. La bebida es increíblemente dulce, de un color amarillento fluo.
Cuando volvimos a la tarde, martín y Matías me habían contado sus viajes místicos con
todo tipo de drogas por todo Latinoamérica. Achís, mota, cocaína (la colombiana
realmente es la mas pura), marihuana de todo tipo, peyote y demás cosas que se
consiguen por esos pagos.

19
Al final la lluvia nos retuvo y no salimos. Sigue lloviendo, desde hace ya 3 días, pero no
entristezco. Ya en su habitación martín saco su hierba y se armo uno. Afuera en la calle
el frío y adentro el candor del humo que sube, y nubla el cielo del cuarto cuzqueño.

Hoy a la mañana me había despertado temprano de vuelta. No logro dormir más de 7


horas. Sobre lo que me pasa y vengo arrastrando, siento que ayer me sugestione
demasiado y empezó a picarme todo el cuerpo, pero hoy ya no siento nada. Hace días
que no voy al baño y no se cual es mi situación.
Ayer a la noche, vi la sima de lo bizarro. Al parecer, Cuzco tiene un batallón de la
policía que es una banda musical. Una autentica orquesta con muchísimos vientos. A
eso de las 9 de la noche, en la plaza central de Cuzco, la plaza de armas, se
conglomeraron para ejecutar algunas piezas. Entre ellas, casi todas desconocidas, en un
momento me sonó una melodía conocida. Al prestar mas atención, efectivamente, note
que la orquesta policial estaba ejecutando color esperanza, de diego torres. Muuuuuuuy
gracioso.
Otra cosa que intente averiguar hoy y viene pintando mal es el camino del inca. Al
parecer esta casi ocupado todo el cupo de acá hasta agosto, aunque quedan algunos días.
El problema es que sin el pasaporte de Lau no puedo reservar más que para mí. Y para
cuando llegue no creo que haya cupo.
Cuzco es lindo. Realmente hermoso. Pero me dio un poco de temor el hecho de que
ayer, caminando cerca del mercado municipal, me hayan escupido en la calle. Cuando
mire para atrás había un peruano grandote, mirándome fijo. No supe que hacer, me
limpie la cara y seguí caminando.
En el supermercado las cosas no pintaron bien tampoco. Un paquete de yerba, que se
me esta acabando, sale 12 pesos. Inadmisible
A la vuelta del centro, con una sonrisa, llego al hostal y con un arrebato de locura y
posibilidades, el Machu Pichu me pego un grito gigante de atención. Mientras estaba en
el patio practicando charango y tomando mate con los chicos, un grupo de chicas de
Buenos Aires se puso a organizar para irse al Machu Pichu por un camino alternativo,
sin usar el tren costosísimo. Empezamos a dialogar todos juntos sobre como ir, que
tomar, de que manera, precios, y llegue a la conclusión que lo podía hacer antes de que
llegue Lau a Cuzco, volviendo en 3 días. Así que a eso de las 8 de la noche del sábado
17 (hoy) partimos con una sopa en el termo, pan y algo de plata, camino a santa María.
En un micro harto incomodo y una noche fría. Pero con un grupo de 10 personas y sed
de alguna aventura como estas, imprevista, impensada, PERFECTA.

Domingo 18 de marzo. Camino a santa María

Después de casi 6 horas de viaje logre dormirme un poco para, a eso de la una y media
de la mañana, despertarme.
A mis oídos un balido de vaca. Una vaca que muge, en el medio de la noche. Desperezo
mis sentidos. El motor no esta encendido. Todo esta apagado en el micro, todo duerme.
Gente tirada en el pasillo del micro, también durmiendo.
Escucho a martín que habla con alguien por la ventana y presto entonces atención.
Gracias a las lluvias, nos cuenta el señor que esta sobre el camino, la ruta se derrumbo
en varios lados. Ya durante el inicio por lo poco que se podía ver de noche, se veía lo
peligroso de el. Selva, caídas, alturas increíbles y el ripio, por sobre todo. Ruta de ripio.
El señor nos aclara además, que vamos a tener que esperar a que se haga de día y,
mañana por la mañana, vendrán a arreglar el camino.

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Con Matías decidimos salir a estirar las piernas. Con una escueta linterna que no
funciona bien, salimos a dar un paseo y a ver si podemos llegar hasta el derrumbe. Al
costado del micro, delante y detrás también, decenas de camiones y micros. Al lado de
mi ventana había uno que transportaba vacas, y por eso me desperté con el mugido.
Una garuita que se transformo en lluvia nos obligo a volver al micro a encerrarnos y a
esperar, desde las dos de la mañana a quien sabe que hora. No es una buena noticia para
mi, teniendo en cuenta que no entro en el asiento y que además esta roto.
A la vuelta, por el pasillo, pise a un perrito que había adentro de una bolsa y a un chico.
Hay bultos y personas por todo el pasillo. Un nene que cuando me siento dice “mama,
mama, mama, mama, mama” y la madre le contesta “que, que, que, que, que”.
Insoportable. Parecían querer irritar al mundo.

7 de la mañana. Despertarme como siempre es un decir arriba de los micros. Todavía


esta el bus apagado y no escucho ruidos de maquinas ni nada, por lo que salgo
fastidiado a recorrer la zona. El frío es grande, y el viento. El paisaje es indescriptible.
Allá abajo, lejos, corre un río que parece diminuto desde esta altura. Hay personas que
caminan el mismo camino en búsqueda del derrumbe, que dicen que queda lejos.
Camino por la ruta que toda la noche anduvo el micro, lo que me da un poco de miedo.
Hay derrumbes pequeños por todos lados, señalizaciones donde la tierra puede llegar a
desprenderse y los micros circulan con total tranquilidad.
45 minutos después, que habrán sido 3 o 4 kilómetros, llegue a la zona del derrumbe. El
más grande es impresionante, aunque hay dos o tres. Además, 10 metros más adelante
cruza una caída de agua bastante importante, con un caudal violentito que no parece
inofensivo. Este río es producto de todas las lluvias que suceden hace 3 días y que traían
como consecuencia lógica este tipo de desmoronamientos y derrumbes.
Vuelvo caminando con frío, y pensando que quizás estemos acá 2 horas o más hasta que
alguien se digne a correr todo ese derrumbe.
Cuando estoy llegando al campamento de los micros, estos arrancan. Me parece
imposible que ya hayan destapado, pero corro y subo al mío. Un kilómetro más adelante
frenamos de vuelta por más de media hora. 2 horas mas tarde, estaríamos llegando a
santa María.

Santa Maria.
El derrumbe era increíble. Cuando los micros pasaron por el costado lo observamos con
cautela, pasando por el improvisado camino que hizo la vialidad peruana. Las nubes nos
comen de a poquito, junto con el frío que también crece.
El resto del viaje fue bastante tranquilo. Cuando llegamos a santa María, unos carteles
anunciaban la obligatoriedad de estar vacunado contra la fiebre amarilla. Del grupo que
éramos nosotros, creo que solo uno llevaba la vacuna. Santa Maria fue solamente un
paso, ya que al instante que nos bajamos comenzamos a buscar las combis que nos
habían dicho por 7 soles nos llevarían hasta Santa Teresa. Es netamente un pueblo de
selva. Al subir a la combi y arrancar nos agarro un control de sanidad en la salida del
pueblo. Como conté antes, nadie estaba vacunado. El resto fue tarea del conductor de la
combi, que no se como hizo, pero de repente estábamos viajando por montaña, camino a
santa teresa por 7 soles. Mientras sonaba Gilda en el transporte, el río que desde arriba
se veía imperceptible, chiquitito, acá ruge con fuerza y enojo, en un cañón formado por
toda esa ira. De vuelta lo vemos cada vez de más arriba, ya que vamos subiendo.
En el micro camino a santa María habíamos sentido de vuelta una extraña
discriminación. Somos gringos, y objeto de burla y señalización. Los chicos casi se

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pelean con varios de los peruanos que se creían que éramos Yankees estúpidos que no
entendíamos su español pero las chicas supieron calmarlos.

Santa Teresa
Después de 2 horas de combi, llegamos a santa teresa. El conductor se ríe del miedo de
las chicas por la manera de viajar. Parece ser una constante. El señor este manejaba en
montaña, en curvas muy feas, a una velocidad increíble. Yo siempre sonrío, o me relajo,
no se. Las cosas pasan cuando tienen que pasar. Sino, no.
Santa teresa es un pueblo que existe gracias a esta ruta alternativa. En verano la mitad
de la gente que va al Machu Pichu usa esta ruta, y acá almuerzan, comen, y algunos
hasta duermen. El pueblo tiene una especie de despertar cada vez que arriba una combi.
Los peruanos promueven y festejan este camino, lo recomiendan con ganas y seguridad
de que no pasa nada. Esto es así porque la plata que la gente paga en este recorrido, sea
en micro, comida, hospedaje y demás, queda integra al pueblo peruano, no como el tren,
que en una hora y media esta en aguas calientes, pero el 100 % de las ganancias se van
para Inglaterra y demás capitales extranjeros.
En santa teresa hay que cruzar el río Urubamba con un cable carril para llegar a los
camiones que nos dijeron nos llevaran hasta la hidroeléctrica. El río Urubamba es ese
río furioso que se veía desde arriba, el que nos vino acompañando por todo el viaje y
nos acompañara por lo visto mucho mas. Camino por callecitas y caminitos angostitos
que nos llevan hasta el increíble y adrenalinoso cruce. Los paisajes son hermosos, y en
el medio vemos un partido de fútbol que juega la gente del pueblo.
El río esta furioso. No me da miedo, pero se que la caída no se cuenta. Hay piedras del
tamaño de un auto por todos lados. Subimos 3 personas en el carrito y nos lanzan, junto
con nuestras mochilas. Adrenalina hermosa que despierta de todo adentro.
Ya del otro lado, tomamos el camión que teóricamente nos iba a salir un sol. Lleno
hasta el hartazgo, nos subimos todos, incómodos. Pero si no tomábamos este camión
que nos llevaba en media hora a la hidroeléctrica, era caminar 3 horas más. Después de
quejarnos largo tiempo con el chango que cobraba, pagamos 10 pesos por tres personas,
aunque con bronca vemos como, también, a todos los demás que viajan en el camión les
cobran un sol. Supongo que no será ni la primera ni la última vez que veremos como
nos cagan por ser turistas.
Ya en la hidroeléctrica, el chofer del camión nos hizo bajar a todos. Comimos un poco y
partimos al camino que nos llevaría, por la vía, hasta el pueblo de aguas calientes bajo el
Machu Pichu.
Durante el inicio del camino, unas pocas gotas nos obligan a ponernos los pilotos y
proseguir, resignados, bajo la lluvia. Un primer encuentro con la selva nos muestra el
clima local: largos bananos, árboles enormes, vegetación espesa. Todo rodea las vías,
que están completamente limpias.
Son 8 kilómetros de ilegalidad ya que varios carteles lo advierten. Si te morís no se
hacen responsables, si te agarran te meten preso. Todo parece ser hermoso. Con la lluvia
a cuestas cruzamos puentecitos chiquitos y grandes, que cruzan de vuelta el río
Urubamba, que va cambiando de nombre según la zona. En algunos lugares se hace
ancho y tranquilo, pero de caudal grueso. En otros más angosto y violento.
Dos trenes solamente no pasaron por al lado, cosa no tan peligrosa si consideramos ir
como un grupo unido que advierte y cuida. Me siento inmerso en una familia que me
cuida y me protege, hermanado. Después de dos horas llegamos a lo que es la zona de
entrada al santuario Machu Pichu. Preguntamos lugares para dormir y nos guiaron,
finalmente, al pueblo de aguas calientes. La ropa mojada se hace en todos insoportable.
Ya al final llovía con ganas.

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El último tramo de llegada a aguas calientes es increíble. El río parece comerse al
pueblo y doblar justo para no devastarlo en dos segundos. La caída es violentísima,
tanto que produce una bruma extraña que permanece arriba de las edificaciones del
pueblo todo el tiempo. Se siente temblar el piso, todo todo todo el tiempo. Rememoro
cuando leí emocionadísimo las crónicas de Alvar Núñez Cabeza de Vaca sobre el
descubrimiento de las cataratas del Iguazú.
Para arriba, llegando al pueblo, no se ve nada. Lluvia y nubes. Fuimos rápido a un
hostal que nos recomendaron barato, “los caminantes” y nos quedamos a dormir todos
ahí. El lugar estaba bastante cómodo y acogedor, por escasos 9 pesos. Empapados como
estábamos nos desvestimos íntegros para ponernos algo seco, ya que el frío comenzaba
a pegar, y colgamos la ropa inútilmente, afuera. La mochila, la ropa, las zapatillas, todo
mojado.
Lo que pareció parar un segundo, la lluvia, de noche comenzó de vuelta y mas fuerte.
La tristeza no era solo por ver que todo eso no se iba a secar más, sino también por
saber que de estar el clima así, en la mañana, el Machu Pichu seria un infierno.
Por la noche, con el calentador nos preparamos una cena de sopa y fideos perfecta para
calentar la panza y el cuerpo, castigado por la caminata. Dialogando mientras, sobre
como seria el postrero ascenso, al día siguiente, al mítico lugar. No se porque, pero no
tengo tanta fascinación y es raro. Estoy a escasas horas de uno de los puntos más altos
del viaje. Mañana se vera. El río se escucha aquí, aun a dos cuadras, rugiendo y
bramando. Nunca durmiendo.

Lunes 19 de marzo. Aguas calientes

En vez de despertarnos a las 4 y media como habíamos programado, la lluvia sonando


sobre el techo durante toda la noche y el mal clima, nos aletargo la partida. A eso de las
7 de la mañana iniciamos el ascenso al Machu Pichu, habiéndonos despertado a las 6. El
mal clima no ayudo, pero por lo menos en el inicio del ascenso no llovía.
Sacamos la entrada para el Machu Pichu en aguas calientes, abajo. Es raro porque nos
enteramos a último momento: arriba no las venden. La entrada esta 60 soles para
estudiantes y 120 para adultos. Gracias a mi tarjeta ISIC (valió los 35 que me costo),
pago 60 por ser estudiante. Comenzamos así la ardua subida hasta el histórico y
marketinero santuario.
A los pocos escalones (son una serie de 7 escaleras divididas por el camino de los
buses) comenzó la lluvia. Sacar los pilotos nos puso de un asqueroso mal humor, pero
por lo menos seguimos animados. Nos separamos del grupo con martín, ya que las
chicas caminaban bastante lento y nuestra adrenalina por llegar nos puso a mil.
Las escaleras con la lluvia empezaron a ser un poco mas patinosas, pero eso no era el
problema mayor. Había sectores de pleno barro, y eso no ayudaba tampoco al hecho de
que el agua buscaba como cauce la misma escalera. Con frío y mojados, después de
hora y media esquivando saltos de agua, llegamos a la cima como una realización
hermosa, a la puerta del Machu Pichu.
La entrada fue también bastante caótica por una especie de maltrato que nos vimos
sometidos en la puerta de ingreso. Yo llevaba la mochila grande, y no me dejaban
ingresar con ella. A pesar de que estaba completamente vacía, y solamente tenia algunas
ropas y algunos panes con queso, la señorita me prohibió la entrada. Discutimos
fuertemente con esta mujer que solo se limitaba a decir “esta prohibido”, sin razón
alguna. Sacándole las palabras con un gancho y de muy mala manera, me dice que lo
que esta prohibido es el ingreso con mochilas de mas de 20 litros. Pero esta señorita no
entendía que la llevaba vacía.

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Me fui indignado a la guardia, donde obligatoriamente debía dejar mi mochila. Gracias
al señor que atendía ahí, pude entrar con la mochila reducida, sacándole las varillas y
haciéndola mas compacta para que la mogolica de la puerta no me diga nada. Mas tarde
haríamos las quejas pertinentes.
Supongo que eso habrá influido también, al hecho de que no haya sido todo tan mágico
y místico como el Machu Pichu tendría que haber sido. Cuando entramos, la ciudadela
entera estaba ilegible en la espesa nube blanca, junto con el Huayna Pichu y demás
montes. Solo blanco, y nada más que blanco
Caminamos muy poco por la ciudadela y después de tomar unos mates, aun con una
bruma que impedía ver cualquier cosa, partimos al Huayna Pichu. Al anotarnos en el
cuaderno de entrada y salida, notamos que todavía no había subido casi nadie. Unas 50
o 60 personas. Es una medida que tomaron ya que el camino hacia la sima lleva tiempo,
y necesitan saber, a cierta hora, si ya descendieron todos o habrá que ir a buscar a
alguien.
El camino no era muy difícil, pero tampoco es para cualquiera. Hay sectores que son
harto vertiginosos, donde solo se puede agarrar uno de otras piedras que a veces
mojadas o sueltas resultan ser peligrosas. Eso también empeorado porque no entra más
de una persona en muchos lugares del camino, por lo que no imagino como estará este
mítico monte en temporadas altas.
Mientras vamos subiendo, cada mucho tiempo, un claro de nubes nos muestra pestañas
de la ciudadela allá abajo, chiquita.
Casi una hora más tarde, después de pasar por un túnel en el que metimos los tres el pie
dentro de un pileton de agua, llegamos a la hermosa cima. La inmensa y ancestral cima.
La fatídica sima. Todo esta cubierto por esa mística bruma que no deja ver, aun acá
arriba. Todo es mas lindo, parece. Pero la ciudad no se ve bien, sino entre esas nubes.
Por momentos, con emoción, todos festejan el instante en que varias nubes se disipan y
aunque sea dejan sacar fotos de una buena vez. El machu pichu se convierte en un
artista que sale a escena cuando se apagan las luces.
Disfruto del paisaje en soledad, pero acompañado. Con martín y Matías en la cima, nos
sacamos fotos y descansamos un rato.
Es impagable haber subido hasta ahí con un termo y un mate, y yo lo hice. Lo preparo
con alegría, acomodándome en una piedra, y disfrutando de esta inmensidad increíble.
Pienso siempre como recordare todo esto, algún día. Lo recordare? Espero que para ese
día en que mi cabeza me juegue una mala pasada, esté este hilito a mi viaje interior.
Las ruinas parecen ser una gran atracción turística. Es difícil saberlas tan grandes, pero
aun así su imponencia no me conmueve mas que el pucara de Tilcara. Quizás sea causa
de no tener guía y la excursión por la ciudadela sin el se vuelve inútil y monótona, pero
no se. Yo me conecto con estos lugares de varias maneras, y una de ellas es
antropológicamente. Veré la ciudad como un montón de piedras apiladas?
Por momento, desde arriba, me emociono. Por donde estoy, mas que nada. Una piedra
en punta y más ruinas. Australianos, ingleses, japoneses, yanquees, argentinos,
franceses, canadienses, daneses, españoles, suizos, etc. Las ruinas son multilingües,
pero eso si, con marcada preferencia europea y yankee.
Después de mirar un rato y disfrutar todo lo que se da a disfrutar en esa, una de las
cimas del mundo, decidimos emprender el descenso. Pero justo ahí, en ese instante,
comienza a llover.
Refugiados bajo una piedra con más personas, las que se encontraban ahí arriba,
esperamos largo rato a que pare un poco de llover debido a lo peligroso del asunto. El
bunker donde nos refugiamos no resistió mucho la nueva llovizna y, al rato, el goteo

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incesante comenzó debajo de los techos. Amuchandonos entre todos buscamos calor,
mientras algún extranjero drogon se prende un faso en tamaña situación.
Empezamos de una vez a descender en un momento en que la lluvia amaino bastante.
Pero una vez que encaramos el camino empeoro, y ahora con un viento helado. El frío
comienza a doler en los pulmones, ya estando completamente mojado y con el viento
que cala hondo.
Una hora después, estaremos firmando la salida del Huayna Pichu
Con una lluvia persistente y ya bastante abatidos, recorremos la ciudad una hora mas
por lo lugares que antes habíamos pasado. Intentamos acoplarnos a algunos tours, pero
la realidad es que en las condiciones que estamos no podemos prestar atención más que
a los pies empapados y helados, y a la ropa mojada.
Emprendemos entonces, resignados, el regreso al hostal. Gracias a un regalo divino,
antes de descender conseguimos agua caliente para el mate y nos tomamos algunos
antes de encarar el difícil descenso en catarata.
Las escaleras son entonces cascadas. Lo que había quedado seco hasta ahí, ahora se
moja totalmente. La lluvia en vez de amainar empeora y llueve con viento fuerte, pero
entre árboles no se siente tanto. Tomba, un perro que conocimos abajo en aguas
calientes nos acompaña durante todo el descenso indicándonos el camino.
Una vez abajo caminamos por el último tramo hasta aguas calientes. El pueblo parece
alejarse.
Ya entrando al hostal, la señora de la puerta tiene cara de estar pensando “que
huevones, como se mojaron”.
La lo que quedaba de ropa seca del otro día, hoy nos habíamos empapado. Conseguimos
duchas calientes, increíbles, y nos quedamos ahí más de 20 minutos. Un café con leche
calentita y tostada con mermeladas hacen el lujo de la tarde. Me siento en e comedor
diario de casa. Nuestra improvisada cocina en el cuarto nos deja satisfecho. Por
momentos, escasos 10 minutos, deja de llover. Pero la ropa ya esta empapada y sin
buenos augurios de secarse. .
Organizamos la cena y salimos a comprar algunas cosas, entre las cuales adquirí una
remera por 7 soles, porque ya no me quedaba nada seco.
Antes de hacer la cena fuimos a la cocina haber si pagándole a la señora del hostal
podíamos usarla, pero dijo que ni siquiera tenía gas. Nos cruzamos con dos gallegos,
una pareja, y nos quedamos hablando en la cocina.
Ella tiene una boca hermosa y ese acento que me vuelve loco. Encima con anteojos.
Vienen haciendo un viaje parecido al de martín y Matías. Nos cuentan por donde
anduvieron, siempre en comunidades indígenas de centro América o Sudamérica,
nombrándonos algunas tribus y cosas muy interesantes. Nos cuentan después su
experiencia con la ayahuasca.
La ayahuasca es una infusión alucinógena bastante subidita de tono. Hoy en día esta de
moda entre los europeos y gente de todas partes del mundo venir a Latinoamérica
(especialmente a Perú) a hacer el rito completo de esta extraña droga. Consta esta de un
padrinazgo por un chaman de la selva. Básicamente el te es la raíz de una planta
combinado con otra cosa que no se. Los efectos son harto duros. Al principio, como nos
contaron los gallegos, hay cerca de dos horas o mas en que la pasas mal,
verdaderamente mal muchísimos vómitos y dolor de cabeza. Dicen que te arrepentís de
haberla tomado, pero luego de un rato das paso a la perdida de conciencia. Mientras
tanto, el guía del rito o quien sea, leen una especie de cantos a tu costado, que son en
realidad salmos. Se necesita de esto, dicen, para conservar a la gente en la tierra.
El vuelo de después es impresionante y muy diferente según quien y en que momento
de su vida lo haga. Es un viaje alucinógeno muy fuerte, que viaja al pasado y al futuro,

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con percepciones muy diferentes del mundo. Se sienten cosas muy muy muy jodidas y
si no esta bien guiado a veces no se vuelve.
Los antiguos ritos, como hoy en día los verdaderos chamanes (porque hay muchos que
no lo son) lo hacían para la purificación del alma. Dicen que hacer esto cada vez que
uno se siente sucio del espíritu, cargado de energías negativas y del abatimiento del
mundo, esto te limpia y te purga. Pero escuche más comentarios acerca de lo peligroso
que de lo copado. Los gallegos nos contaron de todo, hasta que tuvieron ganas de hacer
el amor porque se sentían totalmente incorpóreos, pero que estaban en una casa ajena y
ellos los contuvieron. Lo hicieron en el medio de la selva peruana-brasilera, en la
frontera del lado de brasil.
Después de hacer el estofado, que fue lento y duro debido a la débil llama de mi
hornayita, nos fuimos a dormir. Mañana partiremos nuevamente a Cuzco para
encontrarme con lau. Organizamos salir a eso de las 4 de la mañana, pero veremos.

Martes 20 de marzo. Aguas calientes

Por varias razones decidimos no salir a caminar los 30 kilómetros que nos llevaran hasta
Urubamba, y de ahí de vuelta a Cuzco. Primero por el dolor terrible que tenemos los tres
en las piernas debido al ascenso y descenso de machu pichu y también del huayna
pichu. Segundo, porque toda, toda toda la ropa, esta mojada. Tercero por la hora, ya que
es tarde y son mas de 8 horas de caminata. Cuarto, por el clima, que todavía no
acompaña.
Ya siendo las nueve despunto de una maldita vez el sol. Hubiera sido un día excelente
para caminar, pero decidimos secar bien la ropa y salir mañana por la mañana, bien
temprano.
A la mañana salimos a caminar por lo que seria nuestro camino por la vía del día de
mañana. Llegamos a una zona donde una pequeña caída se une con el majestuoso
Urubamba. Al costado del río, en una piedra caliente, fui una micropartícula del
universo cercano al fin. Sentado, esperando que de una vez el río se enoje y me lleve.
Almorzamos por 5 soles y probé una chicha bastante espantosa, un jugo que sale de
hervir el choclo morado con azúcar. Era un verdadero espanto y para colmo caliente.
Caminamos por aguas calientes, que es otro de esos pueblos que van en subida. Del otro
lado del puente, yendo mas arriba, se cruza al verdadero pueblo de aguas calientes,
donde vive la gente que reside allí. Llegamos a una cancha de fútbol y vimos un poco de
la vida diaria, para después irnos corridos como siempre por una hostilidad rara de los
paisanos y lugareños. No se si la gente esta muy contenta con todo esto. El cambio es
abrupto entre ese lado de la ciudad, y este. Esta, como otras ciudades, no escapa a esa
pantomima montada para el turismo y que no refleja para nada la vida diaria de cada
pueblo.
Aguas calientes es hermoso. Esta armado para todos. Para aquellos que van a visitar y
disfrutar y conocer, para aquellos que van a descansar, para esos que van como un viaje
de egresados y después quieren chuparse (hay como 30 bares sobre la misma calle,
todos que ofrecen promociones de dos por uno). Hay aguas termales bastante baratas a
comparación de lo que suelen salir.
Tuve que llamar a Lau, también, porque tenia pensado llegar el martes a la tarde (Hoy,
día en que ella estaría en Cuzco) pero con el nuevo plan llegaría mañana. Le había
avisado antes de partir, por mail, el lugar donde estaba parando y es donde mas adelante
nos encontraríamos. La pequeña niña peruana atendió el teléfono después de que Olga
me paso y escuche su voz, después de mucho tiempo, otra vez. Evidentemente macu
llego antes que lau. Mañana, mañana. Ya veremos mañana.

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Por la tarde, cuando los chicos dormían, leí una buena parte de los comentarios reales de
los incas y salí a dar una vuelta solitaria por el pueblo. Rato después me encontré con
martín que se había despertado y salio a hacer lo mismo que yo.
Caminamos por la vía hasta llegar a un bar que esta antes del puente que habría que
tomar para volver a Cuzco. Juan atiende el bar y empezamos a hablar con el y su
compañero. Alegres, nos dan indicaciones de cómo es el camino, de los 30 kilómetros
que son y de que bajemos antes, en el pueblo de Km. 82, que ahí ya hay combis. Dice
que en este verano lo hicieron miles de personas, que el camino no es nada de peligroso
y que solo hay que estar atentos, pero tampoco para estar aterradas si llega a venir el
tren.
No se como, pero de repente la charla apunto a las drogas. Martín estaba buscando
desesperado por todos lados, debe haber sido eso. Juan nos dijo que en Cuzco no se
puede comprar nada, que como hay tanto turismo y los gringos pagan lo que sea por
drogarse, venden pasto embalado y le cobran como 20 dólares. Es muy gracioso.
De repente, no se como se dio, el saco su fajo de hiervas y nos ofreció. Nos mostró las
plantas secas, enteras. A martín se le prendieron los ojos. Nos dijo que era buenísima y
nos invito a probar.
Cual película extrañísima entramos a una parte del bar que no se veía. Una escalera que
bajaba y seguía por un pasillo larguísimo, con puertas a los costados. Voces raras,
habitaciones abiertas, lavaderos a los costados. Lo seguimos y desembocamos,
finalmente, a una puerta de salida. Afuera ruge el río, pero no solo ruge. El piso tiembla.
La parte de atrás del bar de Juan da con un balcón sobre el Urubamba. El dice que
siempre va ahí, que es increíble, y si que lo es. Mientras el piso sigue temblando, y en la
oscuridad de la noche se esconde solo visualmente el río, Juan se arma uno. Después de
prenderlo y empezar a toser como si se ahogara, Juan nos convida. Martín queda
fascinado. A mí, como siempre, no me hace nada. Pero la situación de por si me
endroga.
Volvimos contentos, después de comprarle un poco a Juan y recorrer esos recovecos de
la ciudad que nadie conocer.
Después de hacer la cena, cansado y con los gemelos temblando, me fui a dormir. Al día
siguiente despertaríamos temprano para iniciar el largo camino de vuelta a Cuzco.

Miércoles 21 de marzo. Hacia Cuzco

A las 7 de la mañana nos despertamos, y 45 minutos mas tarde estaríamos tomando el


camino que nacía en la misma vía que pasaba frente al hostal. El camino de 30 Km. que
nos llevaría hasta el Km. 82. La vuelta a Cuzco.
La belleza se dio a mostrar en un día que amaneció como ni fu ni fa, porque ni llovía ni
salía el sol. Era perfecto para caminar. Ruinas al costado del camino, paisajes de
ensueño. Selva. A los 7 kilómetros establecimos que haríamos solamente descansos
cada 10 kilómetros, porque sino los descansos serian eternos y llegaríamos de noche a
destino. La primera parada fue cerca del kilómetro 100, (aguas calientes esta en el 110)
donde encontramos un puestito de venta de gaseosas y frutas sobre la vía. Esto habla de
que ya empezaron a explotar este camino hoy en día, debido a la cantidad de gente que
lo hace.
Después de hacer un descanso de 20 minutos donde nos sacamos un poco de ropa,
porque ya empezaba a pegar el sol, seguimos con el viaje. El camino del tren cruza la
selva, la impenetrable si no estaría esta vía, con caídas de manantiales increíble, el agua
más clara y helada que vi en mi vida.

27
En una parte, donde a lo lejos siempre se ven nevados en las altas montañas, el paisaje
era de cuento. Una laguna en el medio de eucaliptos altísimos, con caballos bebiendo en
ella. Todo con una leve brisa que sacudía las hojas haciendo música que nadie conoce,
porque nadie habita.
Antes de la parada del Km. 90, martín olvido sus lentes cuando nos mojamos la cabeza
en una cascadita, por lo que tuvimos que esperar que vuelva. El viaje lo hicimos
hablando poco para no agitarnos, caminando a un ritmo bastante parecido, y esquivando
entre túneles y curvas cerradas los trenes, que venían tocando bocina como locos.
El ritmo lo marcan los durmientes de la vía que obligan pisar sobre ellos: entre
durmiente y durmiente las piedras grandes y filosas hacen imposible la caminata.
Dicen que es ilegal, pero los maquinistas y las zorras que pasan por las vías nos
anunciaban la llegada del tren para que no pasase nada. Y nunca nos llamaron la
atención. Ya en la parada del Km. 90, el sol era mortal. Pero estábamos bien, con
muchísima agua que también cargamos en las cascaditas.
Antes de llegar al Km. 87 nos empezaron a caer algunas gotas, por lo que cubrimos las
mochilas con los cobertores y nos cubrimos con los pilotos. Lo hicimos en unas ruinas
(Salapunku) que había al costado de las vías, con un lugar donde refugiarse. Lo que era
una garúa, se extendió a una lluvia que nos acompaño los últimos 5 kilómetros.
Ya llegando, totalmente empapados, las piedras del camino eran imposibles. La única
contra de todo el camino es esa. Esta lleno de piedras sueltas y filosas, ni muy chiquitas
ni muy grandes. Es incomodísimo para caminar y doloroso, si no se lleva una buena
suela. Y no hay otro camino que no sea la vía, porque después desaparecen los
pequeños senderitos del costado.
Con los pies helados y dolorosos, llegamos a Km. 82, donde tomamos la combi que nos
llevo hasta Ollantaytambo por 2 soles, para después tomar un colectivo por un sol hasta
Urubamba y finalmente un taxi por 3 soles hasta Cuzco.

A eso de las 6 y media de la tarde, llegamos a Cuzco. El micro nos dijo que nos dejaba
cerca de la plaza de armas, pero nos dejo a más de 15 cuadras. Emprendimos caminando
el último tramo de este ya tedioso camino.
Con el corazón raro, ya, caminaba pensando que en el hostal me esperaba Macu. Como
será? Me pregunte. Alegre por ver a Lau, toque la puerta del Tumi II y después de subir
los primeros 3 escalones Lau salio a mi encuentro. La alegría de ver a alguien que
quiero y extraño, después de 15 días, me hace muy bien. Después aparecieron Carmen,
Ceci y finalmente, Macu. Ya no me acordaba de esta chica. Solo por una foto que
guardaba en la memoria de la cámara. Me acuerdo, si, de su tono de voz. De su
inconfundible y hermoso tono de voz.
A la tarde salimos a pasear por Cuzco y a la noche cocinamos en el hostal unos fideos
con pocas ganas y una salsa de tomate.

Macu es o esta tímida. O quizás no se que pasa, o no me conoce. Compramos una


cerveza y con Mati y Martín, nos quedamos tomando en la pieza de las chicas hasta
tarde, entre medio de charlas, almohadas y futuros planeamientos.

Jueves 22 de marzo. Cuzco

Nos levantamos temprano con la idea de hacer una especie de city Tour, pero solamente
terminamos yendo a comprar el Machu Pichu Tour, para ir a hacerlo (yo otra vez) con
Lau y las chicas. Fueron 112 dólares, por algo que ya había hecho, pero valían la pena.
Lau vino para eso y a mi me encantaría hacerlo nuevamente, pero esta vez con guía. .

28
En un paseo por la plaza de armas, nos sentamos en la fuente, y entonces ahí vi, por
primera vez, los dos hermosos tatuajes de mariposas que tenia Macu en la espalda.
Habrá sido lo más lindo que vi en mi vida? Seguramente no pueda sacar los ojos de
encima de esa espalda por varios días.

*Literatura para aquellos, pagina 4 del anexo

Almorzamos en un restaurante por 3 soles, con Macu y Lau. Carmen y ceci fueron a
hacer el city Tour por Cuzco, al que nosotros desistimos. Descubrí que el pescado
apanado es pescado con harina, frito, algo así como una marinera argentina.
Después preparamos una merienda en el hostal, y mientras tomábamos la leche
hablamos rato. Siento a Macu distante, y pretendo justificarlo con su timidez.

Esta noche me dormí practicando charango, que bien afinado suena mucho mas
agradable y me dan mas ganas de tocarlo mucho mas que antes. Mi pieza frente a la
puerta de las chicas, pero a un balcón de distancia.

Viernes 23 de marzo. Camino a Machu Pichu

A las 7 y media estábamos arriba, porque el micro de la excursión salía a las 9 de la


plaza de armas. Desde ahí empezamos el recorrido del valle sagrado.
Los chicos, martín y Matías, se fueron anoche a Bolivia. Siento después de pasar varias
cosas e importantes con ellos, un extraño vacío de no verlos mas. Pero por suerte ahora
están las chicas y especialmente Lau, que me mantiene en vida como si estuviera en
casa. A Lau se la ve un poco mas relajada, pero hay un viaje por delante. Cuando la
encontré estaba bastante estresada por sus compañeras de viaje.
En el camino a las primeras ruinas, las de Pisaq, frenamos para tomar mate de coca en
un puestito sobre la ruta. Después mas adelante en un mirador que se ve un valle entero,
que no sabría decir cual es.
Partimos así a Pisaq. Donde primero paramos en el mercado, uno de los más grandes y
más importantes donde se vende de todo, y donde la gente canjeaba y canjea cosas. Nos
dejaron nomás 20 minutos donde, corriendo, compre las piedritas mas lindas de una
cerámica muy rustica. Entre en negocios de música que tenían instrumentos soñados,
pero no me podía llevar todo. Ya lo se, no soy hábil para aprender, pero además ya no
tengo lugar. Después de ahí partimos hacia las míticas ruinas de Pisaq.
Con la sensación de que ya nada me gustaría después de haber estado en Machu Pichu,
subimos a la ciudadela. Pero fue diferente. Más que nada porque es diferente el lugar, y
porque en este Tour tendríamos todo el tiempo una guía que nos iba contando las
diferentes cosas de los lugares. De todas maneras fue con ganas de aprender y de tener
otro punto de vista sobre todo.
Pisaq es un lugar distinto y armonioso. Ubicada a 3300 metros sobre el nivel del mar,
esta ciudad se encuentra a 33 Km. de Cuzco y de Piquillacta, donde se forma un
triangulo equilátero perfecto. Su nombre proviene de la palabra quechua pisaq, que
significa perdiz, ave que habita por la zona. Domina un valle enorme y tiene una
cantidad de terrazas agrícolas impresionantes. Son circulares, y se extienden como un
vestido del cerro Intihuatana. El clima y la vegetación es diferente a la de Machu Pichu,
y la arquitectura es mas pequeña y cerrada. Algunos la llaman la ciudad de la torres, y
puede ser ya que desde lejos ya se pueden ver, aun destruidas, las puntas de algunas
edificaciones. En una caminata llego hasta el centro mismo de las terrazas, donde se

29
encuentra el Intihuatana (en quechua reloj del sol) desde donde se puede ver todo el
valle de pisaq. Es un lugar increíblemente hermoso.
Después de Pisaq, partimos hacia Ollantaytambo.
Ollantaytambo es un pueblo hermoso. Como Humahuaca, las callecitas angostitas y de
piedra tienen ese encanto hermoso que no puedo explicar. Pero acá hay una enorme
diferencia. El pueblo de Ollantaytambo esta edificado sobre la antigua ciudad inca de
ese nombre. Al caminar por sus callecitas, de metro y medio o dos metros de ancho, se
puede apreciar las diferentes piedras y las entradas a las casas con forma trapezoidal:
inconfundible arquitectura inca. Las piedras de más abajo se ven típicamente incaicas.
Encastres perfectos y piedras grandes. En cambio, en la parte de arriba de la arquitectura
ya cambia. Las piedras son chicas, y parecen puestas más de accidente.
Cuando llegamos a Ollantaytambo el sol ya estaba bajando. Las ruinas tenían un
impresionante sol que descansaba sobre la falda. Las edificaciones vistosas están
dominadas por increíbles Qolcas, o depósitos, donde se guardaban las cosechas para la
posterior repartición. Tiene además varias terrazas, y desde ellas se pueden observar
varias cosas extrañas que dominan los montes al frente: figuras extrañas que no se saben
si son obra del hombre o de la misma naturaleza. De ambas dos maneras, son perfiles de
personas de una dimensión y altura que las hacen increíbles. Las ruinas tienen además
una piedra sólida, pesada y muy grande que domina el cerro sobre el cual se extiende.
La forman varias piedras, en realidad. Es interesante ver como pueden haber usado
rodillos de piedra para subir por la empinada cuesta estos tremendos bloques.
Ollantaytambo es además cuna de la historia que se adjudican como primera obra
literaria tanto Perú como Bolivia. El drama teatral “ollantay”, que narra la historia de
amor entre un general incaico y la hija del inca Pachakutek 3 .
Después de la visita nos sentamos al costado de la plaza principal, buscando una
cerveza helada. El lugar es apacible y agradable. El micro del Tour nos abandonara en
esta parada para dejarnos tomar el tren que nos llevara hasta aguas calientes, lugar
donde seguiremos el tour por el machu pichu.
Acá será donde olvidare mi preciado termo para el mate, arriba del micro.
A las ocho menos diez de la noche entramos a la revisión de pasajes y documentos de
Perú Rail. Una cola inmensa atestaba las puertas de la estación por lo que había que
tener mucho cuidado. A las 8 y media tomamos por fin el maldito tren. Este fatídico
medio de transporte dominado por capitales extranjeros, que cobra 24 dólares para hacer
30 kilómetros en hora y media.
Hora y media mas tarde, estaríamos en aguas calientes, en la plaza, buscando a la
persona de la agencia que nos daría el hotel donde nos alojaríamos por dos noches.
Después de establecernos en la habitación del “hostal Joe”, paso el chico de la agencia
que habíamos contratado para el tour, arreglando que a las 6 de la mañana del otro día
nos encontraríamos en el chekpoint de la entrada al Machu Pichu, para juntarnos con el
guía. Para eso habría que levantarse cerca de las 4 de la mañana. Sin comer, y abatidos
por el cansancio, nos fuimos a dormir.
Sábado 24 de marzo. Ascenso (nuevamente) a Machu Pichu

A las 4 nos despertamos para empezar a eso de las 4:30 la caminata a la base del Machu
Pichu. La oscuridad es integra, total. Solo caminamos con unas linternas pequeñas

3
La leyenda inca narra la historia de un general del imperio que enamorado de la hija del inca
pachakutek, decide raptarla y casarse con ella. El padre sitia ollantaytambo y tras 10 años de arduas
batallas decide reconocer el amor que tiene su hija por este general permitiendo así el casamiento entre
una hija de inca y un plebeyo.

30
reconociendo con poco las calles, mientras se oye el río que no descansa, ni a estas
horas.
Gracias a estas pequeñas linternitas llegamos, 20 minutos después, a la base del cerro.
Al comenzar a subir las escaleras Ceci, Carmen y Macu pegaron el grito de cansancio.
Frenaron en el camino entonces, decididas a parar a los micros que pasaban
continuamente.
Con Lau decidimos seguir, aunque ella agitada, hasta que encontró el ritmo. Cinco y
media empezó a clarear y se veía esa neblina de la primera vez, pero de vuelta. El
camino se hizo largo, especialmente estas escaleras que son de escalones bastante altos
y separados. Eso, además, sumado a que la oscuridad escondía las ramas y barros del
camino.
Seis y cinco llegamos a la cima, a la puerta del parque. Las chicas llegaron a las 6 y
media en punto, hora en que tendríamos que encontrarnos con el guía. Al parecer, los
micros no frenaban en el camino por lo que resignadas tuvieron que subir a pie.
Otra vez, comenzó la garúa.
En el chekpoint de entrada tuvimos problemas de vuelta. Al parecer esta gente tiene
estrictas condiciones de no tratar con respeto a sudamericanos de cualquier tipo, por no
tener dólares. Esta vez hubo problemas con la tarjeta de isic, y estuvimos tiempo largo
discutiendo con una de las estúpidas de la puerta.
Una vez dentro de Machu Pichu, empezó a llover. Y el viento helado de vuelta. Sentí
que estaba sentenciado a vivir el Machu Pichu con mal clima. Fue difícil, debido a esto,
prestar atención en las primeras partes del tour.
Machu Pichu es una ciudad religiosa y ceremonial, donde no vivía gente. O sea, no era
un pueblo más. Todas las ruinas son una impresionante cantidad de templos y de
observadores astronómicos. El templo del cóndor, del rayo, del puma, del agua, del sol,
de la luna, de todo. Tiene terrazas y casas para los gobernadores religiosos, pero no un
conjunto grande de ellas donde viviera población. En lo alto se puede ver el puesto del
guardián.
Ya alas 10, por fin, todo se despejo, y mucho mejor que la primera vez. Salio el sol y la
ropa estuvo de mas. Nuevamente, para mí, subimos al Huayna Pichu con ceci y carmen.
La vista fue increíble, aunque esta vez, por el horario y el clima, había mucha más
gente, y también muchos estúpidos en la sima. Estuvimos un rato largo ahí arriba, y a
eso de las doce y cuarto empezamos a regresar. Una vez abajo nos encontramos de
vuelta con Macu y Lau, que habían decidido no subir.
El sol es increíblemente hermoso y todo se ve distinto. Los colores, la energía, la fuerza
y en si todo el complejo es diferente.
Divagando entre todas los lugares que hay para divagar por adentro de las ruinas, dimos
con uno donde todo se mostró hermoso. No había gente. Sobre unas piedras caídas, hace
cientos de años quizás, se agrupaban varios animalitos extraños, muy parecidos a las
ardillas. Con el sol y el pasto seco, nada mejor que tirarse un rato ahí. Yendo también
así por diferentes lugares se podían ver, gracias al fuerte sol, a varias lagartijitas que
salían a tomar el calor del mediodía, y corrían despavoridas ante la presencia humana.
Almorzamos como en un picnic, sentados en una piedra y escuchando los fragmentos de
guías de todos los contingentes. Me entristezco, sabiendo que mi guía no fue de las
mejores en un lugar que si lo necesitaba. Pero por otro lado me alegro, porque viví las
ruinas diferentes, las vi diferentes, pero por sobre todo las sentí diferentes. Ya habrá
tiempo de profundizar sobre todo esto. En uno de los tramos mas altos vi con tristeza la
puerta del sol: es el lugar por donde se ingresa al machu pichu siguiendo el camino del
inca, la caminata de tres días hasta acá. Lo lindo es haber hecho mi propio camino del
inca.

31
A las 4 de la tarde, con la compañía de algunas gotas de lluvia, estaríamos bajando la
última tanda de escalones que nos llevarían a aguas calientes de vuelta.
Después de tomar unas chelas (cervezas) nos fuimos a cenar con ceci y Macu a un
restaurante chino-peruano. Lau se sentía mal y se fue al hostal.
Mañana a las 5 y 45, desde la estación de tren, saldrá el que nos lleve de vuelta hasta
Ollantaytambo, para partir de ahí de vuelta a Cuzco.
Macu? Bien, gracias

Domingo 25 de marzo. Tren camino a ollanta

Nos despertamos a eso de las 5 o 5 y cuarto, y a las 5 45 tomamos el tren que nos
llevaría hasta ollanta. Miro el pasaje de tren con la nostalgia de haber caminado todo
esto gratis por las vías. Ahora sostengo 24 dólares en mi mano, que no van en ningún
porcentaje al pueblo peruano. Tengo cierta bronca y angustia, pero estoy feliz de haber
vivido esta experiencia con Lau.
Llegaremos hasta ollanta, y de ahí iremos en taxi hasta puno.
Cuando llegamos a Cuzco de vuelta, corrimos a el Tumi II para buscar nuestras cosas, y
fuimos rápido a la terminal de ómnibus para sacar pasaje a puno.
Por la noche llegaríamos a esta hermosa ciudad al borde del Titicaca.
Durante el viaje en el micro nos hicimos amigos de un finlandés, Jonás, que nos
acompaño durante la cena y a tomar unos tragos en un bar de la peatonal..
En la terminal nos encontramos con norma, la dueña de un hostal llamado el “duke
Inn”, que nos ofreció una habitación en un hotel muy lindo y nos deja a 10 soles. Junto
con las chicas y Jonás, nos dirigimos a el no sin antes discutir de manera cruenta y
desesperante, con el resto de los representantes de otros hostales que nos quieren
convencer.
Ya en el hostal hablamos con ella y con el esposo, y arreglamos para al otro día hacer la
guía al Titicaca.
Mañana iremos a las 7 de la mañana entonces, en una excursión con la que navegaremos
el Titicaca para ir a la isla de los Uros y luego a la isla de Taquile.
Paz. Solo eso, todo eso. Hoy fue un día de transición.

Lunes 26 de marzo. Lago Titicaca o una nueva indagación de la nada.

Puno es frío. Nos despertamos a las 6 y desayunamos el rico café con leche que nos
habían preparado en el hostal. Ya a las 7 menos diez la combi tocaba bocina abajo.
Somos impuntuales, y me siento bastante irrespetuoso. La combi pasa por varios
hostales mas para recoger otra gente que va a hacer el Tour con nosotros.
El puerto, cuando llegamos, es un campo de golf. Verde. La bahía que entra a puno esta
cubierta de una extraña espesura de juncos verdes que hacen una manta natural.
Después de embarcarnos empezamos uno de los mejores viajes conocidos en mi vida.

El barco me mece lentamente. Cuando se entra en el agua, el todo de la ciudad se


disuelve en el horizonte. La nada empieza a comernos de a poquito con ruidos de agua y
animales, con una bandera flameando.
El barco, así si que es agradable. No me acuerdo mucho en que momento me empecé a
llevar mal con ellos, pero presumo que no fue culpa mía.
Al rato de salir, será media hora, llegamos a la isla de los Uros. El motor se apaga y la
paz es extrema. Me hace acordar mucho al campo por el sonido de los pájaros, por el
viento puro.

32
El suelo es suave. Unas pajas de la laguna construyen estas famosas islas flotantes,
donde viven de 5 a 10 familias. La paz, la nada.
Son pocos segundos los que hacen falta para poner al mundo en efecto de negativo de
foto. Lo que era el todo pasa a ser la nada, y viceversa. Puno, la nada, esta lejos.
El silencio natural de la isla esta plagado de animales. Hay cobayos, patos, conejos,
pájaros de otro tipo. El lugar es perfecto.
Los Uros son petisitos y rechonchos, caminan descalzos por la isla y su tez es muy
oscura, por el brillo del sol en el agua.
El silencio sigue, animalmente
Después de visitar la primera isla, nos dirigimos en góndola de totora (los juncos que
forman las islas y las balsas) con un puma delante, hacia otra isla. La sensación es
intensa. Ya ni siquiera hay ruido de motor en el transporte, y nos desplazamos por el
agua cual un ser mas del hábitat. Solo hay eco de voces y el ruido del remo que irrumpe
en el agua.
En la segunda isla hay un criadero de truchas y un lindo mirador, alto, para mirar el
resto de las islas que hay por todos lados.
En las islas de los Uros uno puede además comprar artesanías (la gran mayoría hechas
de juncos) y ver como vive la gente. Podes pasar por las chocitas de totora y notar
como, en gran parte, la cultura es fingida para el turismo.
Dentro de ellas hay televisores que funcionan con paneles solares o a batería de 12
volts. El guía nos contara luego que hoy en día la gente que vive en estas islas va gran
cantidad de veces a la ciudad a comprar víveres y alimentos de primera necesidad. Ya se
deben haber cansado de comer pescado, pájaros y juncos, pienso yo.

Un rato después partimos, en la misma embarcación que nos llevo hasta ahí, a la isla de
Taquile. El viaje durar dos horas y media.
Ahora en viaje, en el medio del todo, la hermosura mas viscosa, de la absoluta
sumumidad de paz puedo creer, sentir y decir que creo, siento y vivo con amor,
pensando en amor, en la lejanía.
El puma descolorido/gris, lo que es la traducción del Titicaca, hoy no hace honor a su
nombre. El día es increíble. Tirados en la cubierta de arriba los últimos momentos del
viaje, disfrutamos con absoluta vagancia y conexión el lugar.
A la una del mediodía llegaríamos a la isla de Taquile. A la isla de Taquile te la venden,
no se porque, como la isla donde no hay perros. Es verdad, pero no creo que sea lo más
relevante de ella.
Seguramente relevantes son las ruinas donde no pudimos ir gracias a lo escueto del
tiempo. Almorzamos en la isla, y después probamos el te de muña. El guía del Tour nos
explica gran parte de la cultura taquileña. Tienen un extraño sistema de gorros y
vestimentas, para saber quien esta soltero, quien casado y quien juntado. Los hombres
hacen una cosa y las mujeres otra. Pero todo es caro. La ropa, las fajas, todo.
En Taquile tuve la sensación misma que en los Uros. Una cultura fingida con el único
propósito de mantener vivo para las expediciones turísticas. Camino descalzo por la isla
recibiendo energías, la inmensidad del lago, el color del agua, todo. El suelo esta tibio, y
tibio esta mi corazón. Por al lado me pasa un taquileño con la vestimenta típica del
pueblo, y un mp3 colgando del cuello. Que habrá estado escuchando? Me corroe la
duda.

Camino al bote saco para mi, una de las mejores fotos del viaje. Es de una nenita
sentada en uno de los portales de la isla, con su poca edad y sus pulseritas en venta. Ella
tiene colores vivos, como todas las vestimentas indígenas demás de una cara hermosa, y

33
el fondo que se debate con ella para ver quien es marco de que pintura. El fondo es el
Titicaca impresionante, inigualable, inmenso, impresionante de vuelta. Indescriptible.

*Literatura para aquellos, nota 10 del apéndice

A las 2 y media de la tarde partiremos de la isla camino de vuelta a puno. Ya desde


arriba de la isla, mirando el camino a transitar, se ve abajo al barco chiquito. El agua es
un espejo al que cuando uno se acerca, ve el fondo. Cristal liquido.
De vuelta la paz. Si indago un poco porque disfruto de esto, se que tiene que ver con la
huida, con un escape.
Mi viaje es un juguete rabioso, buscando una casa con 10 pinos voy lanzando llamas por
doquier
Con un reggae en mi corazón voy a seguir buscando lugares.
La llegada a puno con las chicas y Jonás fue caótica. No caótica, pero si con un clima de
rareza. Es que Jonás, durante el viaje, perdió el celular. Y yo lo vi caer al agua después
de que escapo de su bolsillo. Las risas del rubio vikingo se extinguieron y dieron paso a
un silencio extraño y a un clima tajante. Yo, mientras, estaba sumido en profundas
cavilaciones del hermosísimo paisaje nadistico que me envolvía.
El viaje, la vuelta a la tierra, es un nuevo descubrimiento del continente americano.
En el hostal nos recibieron como nos fuimos. Como en casa.
Es muy bueno, a 5 cuadras de la plaza de armas. Sus dueños son Ricardo Conde,
arqueólogo, y Norma Jiménez, profesora.
Ricardo me trato con muchísimo respeto y, a la partida nos quedamos hablando largo
rato. Me recomendó que si andaba de vuelta por Puno, vaya a dos sitios arqueológicos
que no son muy visitados. Los dos quedan a 30 minutos de la ciudad. Unos son las
ruinas de Cutimbo, donde hay tumbas incas y preincas, y la otra es Chuquitos, donde
esta el templo de la fertilidad.
Ricardo me cuenta todo con una pasión exorbitante y a mi me fascina y me interesa. No
solo me cuenta esto, sino que además me cuenta que quiere ampliar el hotel y hacer un
museo arqueológico en el segundo piso, con elementos de oro y plata. Además, quiere
poner una pirámide similar a la de Keops en la punta del hostal, porque cree en la
atracción de la energía.
Ahora que partimos hacia Arequipa, hoy 10 de la noche, nos recomendó un hostal.
Llamo para pelear el precio que nos dejaron en 10 soles.
Después de tomar unas cervezas en un extraño bar rockero, partimos para Arequipa
donde llegaremos a las 4 de la mañana. Honestamente, un horario de mierda.

Martes 27 de marzo. Hostal su merced Inn

Llegamos a las 5 de la matina y nos abrieron la puerta que estaba cerrada con una
persiana y candado. Lo único que atino a hacer el señor, además de mostrarnos los
cuartos, fue registrarnos, cobrarnos, y mandarnos a dormir, cerrando todo de vuelta.
Ayer dejamos a Jonás en un estado calamitoso. Se tuvo que meter en la cama del frío
que tenia. El pobre se enfermo y le bajo el mundo, cuando se dio cuenta que había
perdido con el celular gran parte de los amigos que había hecho en este viaje, ya que
tenia direcciones de mails y demás teléfonos. La verdad que seria algo terrible.
En el centro nos encontramos con Boris, un arequipeño que vive en La Plata. Nos contó
que es lo que hay para visitar en todo arequipa, y además me contó como ir al cañón del

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Colca mas barato, sin tener que contratar una excursión. Que micros tomar, donde bajar,
donde dormir. Todo para no tener que hacer el caro tour.
Después de esto recorrimos un poco Arequipa, viajando en un taxi con el que fuimos
además a 4 de los miradores y varias plazas alejadas. Desde uno de ellos se puede ver el
volcán inactivo de donde salio la piedra esa blanca, volcánica, con la que esta construida
la parte antigua de arequipa. Su contorno es enorme. Estuvimos una hora y media
paseando y nos cobro solamente 12 soles. Visitamos después 3 catedrales, todas ellas de
piedra volcánica, blanca. A Arequipa le llaman justamente la ciudad blanca porque
varias construcciones (monasterios, iglesias y palacios) se construyeron con esta piedra
llamada “yesil”. En un paneo general de la ciudad desde el mirador, se la puede ver mas
clara que otras, debido a la presencia de estas construcciones. La piedra es bien porosa,
mirándola desde cerca.
En Arequipa también había guardias privados. Digo también porque en Puno, cada vez
que volvíamos caminando se desataba una especie de operativo comandado por silbatos
que unía como a 15 guardias que iban rondando por las calles que íbamos pasando. Era
algo que te ponía un poco paranoico, pero evidentemente arequipa no es segura.
Casi una semana sin mate me obligo a adquirir un nuevo termo. Paseando por las
galerías comerciales de Arequipa conseguí un termo inoxidable por 22 soles, pero por
un error de cálculos de la vendedora, me termino saliendo 12. A las pocas horas
conseguí agua caliente, y después de esta fatídica semana sin el, el mate volvió a mí
vida.
Pienso que entre todo lo que como, hago digo y recorro, algo argentino viaja conmigo,
un pedacito de mi cocina, de mi cuarto, de mi casa. El mate quizás sea una especie de
compañía en soledad.
La yerba la conseguí después. En arequipa pague 10 soles por un paquete de medio de
Taragui, en la góndola de importados de un supermercado. Dolió, así que espero que
dure. La voy cortando con hojas de coca que ya se volvieron rutina.
Después de pasear por arequipa volvimos al hostal pensando agarrar las cosas y salir
para partir de noche a nazca, cosa de llegar a la mañana y aprovechar bien el día.
Cuando llegamos al hostal recibimos no muy gratas noticias. No solo nunca llego a
arreglarse el agua caliente que nos anunciaron cuando llegamos que no funcionaba, sino
que además nos querían cobrar otro día mas siendo las 19 horas, cuando habíamos
entrado a las 5 de la mañana. Discutimos con el tipo y nos fuimos sin pagar lo que el
quería. De no haber sido por lau y su espíritu rebelde que siempre anhele y quise, el tipo
nos hubiera pasado por encima.
Cenamos en un lugar que se llamaba “el turco” donde hacían Kebab, y a eso de las 9 y
media nos fuimos para la terminal enterándonos, terriblemente, que casi todos los
micros que salían a lima (que pasan por nazca) estaban casi agotados.
Nos cobraron 30 soles por los últimos 5 asientos y partimos a eso de las 10 de la noche,
ya cansados, hacia el mítico y mas increíble fenómeno de las líneas de nazca.

Miércoles 28 de marzo. Madrugada, en viaje a nazca.

El micro, como siempre, se sacude terriblemente. A eso de las 3 de la mañana y estando


en remera, el calor me sofoca adentro del bus. Me levanto y me voy a sentar a la
escalera para ver por la ventana la noche espesa y brumosa del paisaje peruano.
Una neblina blanca cubre el desierto y los acantilados peligrosos. A la hora de estar ahí,
mirando, subo y me siento esperando la llegada.
A eso de las 7 de la mañana, llegamos a nazca.

35
Una invasión de personas que nos ofrecían recorrer las líneas nos abatió. Precios desde
55 a 35 dólares. Aeroparacas, la empresa de los 55 dólares, nos llevo al aeropuerto de
donde se parte en avioneta a recorrer las líneas. Al principio no quiso rebajarnos de 45
dólares, pero después de un rato de pelea y a punto de partir con otra empresa a volar,
acepto cerrar el trato por 35.
Esperando el vuelo la adrenalina que tengo es incontrolable. Son varias las cosas que
hacen de este un hecho que me ponga la medula de punta.
1- El hecho de estar en las líneas de nazca, lugar tantas veces visto por tele en
documentales y recurrente en misterios sobre la antigüedad..
2- El inmenso y nunca caduco sueño de volar, plagado de inseguridades al ver los
viento del desierto
3- La altura. Las líneas de nazca tienen misterio, tiene su lado indígena y ancestral
que tanto me llama la atención investigar, tiene diseños estéticamente hermosos
y además son enormes.
Quizás sea este un lugar increíble para poder de una vez hablar con mi piel sobre
diseños y tatuajes.
Me subo de copiloto y después de órdenes y permisos, la avioneta carretea a velocidad
por la pista. La adrenalina, la felicidad y todo, sueltan todos los sentidos al viaje, al
vuelo y a la vista.
Ya estamos arriba. Abajo las casas pasan rápido y se van haciendo diminutas. Después
de volar 3 minutos, nos encontramos en el inmenso desierto, en las líneas de nazca. El
piloto nos va señalando que figura veremos a continuación y de que lado se vera. Para
eso ladea la avioneta para un lado y para otro para que vea cada ventanilla. Para
escucharlo las explicaciones todos tenemos auriculares.
Las líneas se suceden desde el cielo, y la belleza es un espejo que refleja las bellezas
que vemos todos los días en el cielo. Desde el cielo y a la tierra. Cosas incomprensibles
si no es a la distancia. Filosofía pura.
Media hora dura el viaje pasando por todas las líneas. O por lo menos la que todos los
tours ofrecen. La ballena, el astronauta, los triángulos, el perro, el mono, el cóndor, la
araña, el colibrí, el alcatraz, las manos y el árbol.
Desde arriba también se puede ver la carretera que cruza por encima las líneas, una
inteligente obra del progreso y el avance. La panamericana ofrece en un punto un
mirador desde el cual solamente se puede ver, y no de la mejor manera, el árbol y las
manos.
Emprendemos entonces el regreso. Pasaría mi vida volando.
El avión se acerca a la pista, carretea, y termina por aterrizar. Todo perfecto. Las chicas
están un poco mareadas. Macu nos espera abajo, que no se animo a subir porque la
acosa el vértigo.
Desayunamos ahí cerca del puerto, y se adhiere a nuestro itinerario de viaje Maurice, un
chico holandés que voló con nosotros en la avioneta. Sin perder en tiempo, y teniendo
en cuenta que en nazca no había mas que hacer, partimos hacia Ica para luego ir a pisco.
En nazca, cuando vamos saliendo, veo que lo otro importantísimo para visitar son los
acueductos que hicieron los increíbles antiguos pobladores de estos lugares, que
también hicieron las líneas. Parece que hay kilómetros y kilómetros subterráneos de
galerías acuáticas que recorren la ciudad.
Son 7 soles de nazca a Ica. El viaje es poco más que vertiginoso que siempre. El micro
se sacude impresionantemente, parece ir a más de 110 y no aminora para nada. Las
chicas se asustan y se van a quejar con el conductor.

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Algo me llama desde la última fila de asientos y concurro. Desde abajo del asiento que
levanto, brilla una cortaplumas Victorinox con altímetro y temperatura, casi nueva.
Ahora, para mí, el micro se sacude divertidamente.
Después del caótico viaje, llegamos a Ica. De ahí, sin tomar la misma empresa por los
problemas de las chicas, nos tomamos un micro a pisco, 30 minutos después. El micro
no nos deja en el pueblo, sino a 5 kilómetros, en la entrada de la ruta.
Cuando llegamos, nos bajamos y nos tomamos un taxi para ir hasta la plaza central.
Frente a la plaza había un hostal, “pisco” que nos cobraba 10 soles por persona.
Quisimos ir a la playa pero nos dijeron que te robaban seguro, reiteradas veces y varias
personas diferentes. El hostal tiene un casino adentro, y parece una inmensa fachada,
junto a este, para vender droga que se ofrece a toda hora por todos lados.
Caminamos entonces la ciudad (dentro de los limites permitidos) y averiguamos sobre
los tours a paracas y a islas ballestas. Pisco tiene una linda iglesia y una gran peatonal
que desemboca en lugares oscuros y poco poblados de turistas. Tomamos, hablamos y
comimos, para después irnos a dormir, acompañados por Maurice que acepto alquilar
una habitación conmigo.

Jueves 29 de marzo. Pisco

Otro día mas que comienza temprano. A las 6 sonó la puerta para comenzar a las 7 el
Tour. Un micro nos recogió en las puerta del hostal para llevarnos a paracas y
especialmente al muelle, de donde va a salir la lancha que nos llevara a las islas
ballestas. Las playas son mucho mas bonitas y limpias que las que vimos cuando
salíamos de pisco, hoy a la mañana. Al parecer en pisco esta instalada la zona mas
conflictiva sobre las costas de el mar.
La lancha que nos espera en el muelle no parece la de la foto, pero eso parece agregar
más divertimiento a nuestro viaje, por lo menos para mí. En la playa un montón de
gente espera para hacer la misma excursión. Algunos con lanchas mucho mejores a las
nuestras, otros no. Un señor le da de comer a los pelícanos que se acercan buscando
alimento. Por una moneda, el te da pescaditos.
Nos hacen poner primero los salvavidas antes de subir y la lancha arranca.
El viento nos tira el mar en la cara, el olor a guano comienza a percibirse. La lancha
parece volar sobre el agua, yendo a una velocidad increíble. Vemos primero el
candelabro, un grabado a 15 minutos de la costa, del parecido de las líneas de nazca
pero grabado sobre la ladera de un médano, y partimos entonces a las islas ballestas.
En las islas ballestas se pueden ver toneladas de especies de pájaros. Cuando llegamos y
se veían desde lejos las nubes no lo creía. Parecían langostas. Pájaros incas, gaviotas,
pingüinos, y demás, se pueden ver graznando y comiendo por todos lados.
Las formaciones rocosas de las montañas, torneadas por las olas y las furias de los
vientos marítimos también son hermosas. Pasamos por arcos y por diferentes figuras
que formo la naturaleza.
Al doblar en una, un coro desafinado se empieza a escuchar. Cientos de lobos marinos,
porque no miles, gritan, o hablan, o cantan. Muchísimos de ellos por todos lados,
tomando sol a alturas imposibles de llegar. Como harán?
En plena época de cría, porque esta lleno de pequeñitos, nos acercamos a la costa para
verlos mejor. El olor es impresionante. La cantidad de lobos marinos que hay también.
Después de pegar una última recorrida por las islas y ver los diferentes puertos por
donde se embarca el guano, emprendemos el regreso. Ahora el viento es en contra, y
nos tira el mar entero en la cara y ropa. Solo queda reírse, empapado.

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A la vuelta en el puerto de paracas, el micro de la excursión nos dirige a la reserva
ecológica de parcas, en pleno desierto.
Ahí aprendimos porque hay tantos pájaros. El clima de paracas es único en el mundo, y
ofrece una biodiversidad zarpada de todo tipo. El agua es helada, y el clima en el
continente es calido. Por ejemplo, en el desierto, si no fuera por esta diferencia
climática, habría 50 grados, ya que no se formaría el viento de famoso nombre,
“paracas”. En el agua fría vive el plancton. Alimento para las aves, las ballenas, los
delfines, los lobos marinos, todo.
Nos cuentan por otro lado, en el museo, la terrible desolación que se sufre cada vez que
pasa el niño. La corriente calida que va por el mar calienta el agua y mata al plancton,
único sustento de todo ser viviente del mar. Esto causa el hambre y la muerte de todos,
todos los animales, que no saben migrar. No están acostumbrados, dicen, y no saben. Se
quedan entonces a morir. Lo único que resta es ver esto, haciendo esfuerzos imposibles
por salvar a los que puedan.
Después, en 2 años dicen, se recupera la cantidad de animales.
En el desierto de paracas viven además flamencos, que hacen sus nidos en las costas.
Con majísima suerte, vemos que no hay ahora ni uno.
Después de ahí fuimos a una playita metida en el medio del desierto. Hermosa, pero el
agua estaba helada. De todas maneras me metí, aunque sea para decir que estuve ahí y
me metí en el mar. Almorzamos y disfrutamos de un afro peruano que nos deleito con
su música de cajón y guitarra.
Partimos después a la famosa formación rocosa en la costa, la catedral. A mi me cuesta
verla, es mas, no la veo, pero el guía dice que esta ahí. Es un arco que fue comido por el
mar con una punta arriba que, con mucha imaginación, forma una catedral.
Terminamos así el Tour y emprendemos el regreso a pisco en un mini micro.
Volvimos a la tarde noche y compramos unas cervezas para tomar en el hostal. La
magia del amor empezó a llegar de a poco. Los mimos y caricias que le hacia a Macu en
la mano se me devolvían con afanoso afecto. A la noche, mientras el pisco bajaba de mi
cabeza, las manos hacían el amor bajo la mesa. Después solo falto algo, un gesto, una
sonrisa, un viento y nada paso.
Espere una hora afuera pensando que entendería el llamado, pero no. No salio.

*Literatura para aquellos, nota 11 del anexo

Viernes 30 de marzo. Pisco.

Algo para destacar es que ayer y hoy en pisco, frente a la plaza de armas en la confitería
“el dorado”, me dieron agua caliente para poder de una maldita vez tomar el mate.
Parece estúpido que remarque algo así, pero no se dan una idea de cómo me arrepiento
no haber traído el calentador eléctrico, ya que en este mes de viaje que llevo, salvo en
argentina, me costo mucho conseguir agua caliente. La señora de la confitería me dijo
“el agua caliente no se le niega a nadie”, y me la dio gratis. Vengo peleando con medio
Perú por esto.
Hoy, viernes 30, estoy completamente bloqueado. Voy a intentar explicarlo. Tengo la
sensación de haber tenido la oportunidad de dar un salto y no lo hice. Es algo así. El
cuerpo quedo extraño. Es mas, es como si el alma no hubiera frenado en el momento
que el cuerpo contuvo el envión y hubiera saltado, y entonces ahora acá quedo
únicamente un cuerpo inerte, sin vida. Muerto.

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¿Será que sucedió así, a otro nivel? Como puedo saberlo si hoy no me habla mi vida.
Como puedo saber si no puedo mirarte a los ojos para preguntarte si mi envión se fue
anoche con vos?
No estoy. No soy. No voy. No tengo.
Donde estoy? Donde estas? Estas? Y si sucedió que tu amor también dio el salto con el
envión? Si sucedió que tu alma tampoco pudo contener el envión?
Y si fue peor, y cuando se entrelazaron nuestras manos mi amor y alma se fueron junto
con los tuyos a algún lado? Se habrán escapado por la baranda de la terraza, y habrán
caído al piso? Que terrible si mi amor y tu amor murieron antes de que nos
conociéramos.
Pero no, ya se. Y esto es simple, hasta tiene una solución. Te quedaste con algo mío y
yo con algo tuyo. Y lo necesito.
Faltaba solo un beso, fue solo eso, y hoy estoy incompleto.

Después de comprar el pasaje una hora antes, tomamos el micro que nos llevaría a lima,
a los pagos de maca.
Al llegar Maurice y yo nos hospedamos en el barrio de Miraflores, en el hostal “Lión
Backpackers”. Cobra carísimo, pero es porque estamos en un barrio muy coqueto. Sale
20 soles la habitación compartida. Las chicas, en cambio, se fueron a la casa de maca, al
barrio privado de Camacho.
Con Maurice compramos algo para comer y tomar el desayuno / almuerzo, y nos fuimos
al parque que, extrañamente, se llaman uno parque Kennedy y otro central Park. Que
onda peruanos?
Después salimos a caminar por Miraflores, que tiene una parte muy céntrica con comida
rápida y ferias. Se nota el cambio que hasta ahora no había vivido. Esto es una ciudad,
con colectivos, miles de autos y la vorágine de babilón. Más tarde nos pasaron a buscar
las chicas en auto, con maca al volante y nos fuimos para allá.
El barrio cerrado donde vive maca es un páramo. Viajamos largo tiempo por
panamericana, y de alguna manera me siento en argentina. Es una autopista muy
parecida a la Gral. Paz de Buenos Aires. De Miraflores hasta Camacho habrán sido 20
minutos.
Es raro. Es viernes, y como si estuviéramos cada uno en su casa, salimos a tomar algo.
La idea de salir con el cansancio de no haber dormido no me conmueve, pero en
realidad quiero hacerlo, tengo ganas. Bajo no mucho alcohol y casi nada de drogas, mi
cerebro se desconecta del mundo. Por momentos me asusto, sentado en la mesa del bar,
por no poder mantener el hilo de una conversación. Lo que siento es realmente extraño.
Si alguien no estira la mano conjunto a un dialogo, si alguien no me auxilia y me agarra
de los pelos ahí, perdido donde estoy, no tengo forma de volver.
El hilo de Ariadna
Soy un minotauro.

*Literatura para aquellos, nota 12 del anexo

A las 4 de la mañana volvimos al hostal y me desmaye, casi inconciente, en la cama de


la arriba de la pieza compartida.

Sábado 31 de marzo. Miraflores

No se a que hora de la mañana, Maurice ya organiza todo lo suyo para irse. Su vuelo
sale a holanda a las 6 y media de la tarde. Después de terminar de organizar, fuimos a

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dar una vuelta por Miraflores, y compramos huevos, pan y jugo, para hacer un increíble
desayuno americano. Es hostal es lindo y cómodo, reina un clima de compañerismo y
sonrisas. Aprovechamos por eso la innecesaria cocina.
Después del almuerzo fuimos a la parte de música de Miraflores, donde habíamos ido el
día anterior, a comprar los cajones peruanos. Si! Adquirí ayer un cajón peruano que Lau
llevara en avión hasta mi casa, porque a mi se me hace imposible seguir con el a
cuestas. Maurice se compro una guitarra porque dice que acá son regaladas. Estaban las
criollas a 150 soles.
A la tarde nos fuimos al aeropuerto en colectivo, donde nos íbamos a encontrar con las
chicas que venían desde lo de macu. Pero Maurice se fue antes de que nos
encontráramos con ellas, porque llegaron bastante mas tarde.
Ya en lo de maca, nos enteramos de una terrible noticia. La empresa de líneas aéreas, el
Lloyd aéreo boliviano 4 , quebró entre estos días. Al principio no había respuestas ni
soluciones para este problema, pero mas tarde un llamado les dio como solución el viaje
al otro día y por otra empresa que había absorbido los pasajeros del lloyd (y no ese día a
la noche, como iban a viajar).
Sin estar ebrio, empiezo con maca lo que hace 3 días o 4 días empiezo cada tarde.
Tranquilo y tímido. El ritmo del corazón se me acelera y me despierto. Mientras
miramos pánico y locura en las vegas las manos se hacen el amor afanosas de más. De
vuelta enamoradas. Por fin, lo que necesitaba para sentirme completo desde hace varios
días se da. El beso. Lo que iba a cerrar un extraño círculo. Lo que me asfixiaba hace
días.
Totalmente extraño por lo sucedido pero bien, casi con una patada en el culo fui lanzado
a la calle por macu.
Salí caminando del barrio cerrado hasta la avenida más cercana para buscar un taxi que
me lleve hasta el barrio de Miraflores. Intente parar un taxi, cosa que no sucedió hasta la
pasada media hora. El primero que freno me dijo que me cobraba 15 soles, casi un robo
a mano armada porque en realidad salía 7. Le quise pelear el precio pero aceleró y se
fue. Todo esto a las 3 de la mañana, sobre una avenida oscura de lima, en un lugar
completamente desconocido para mí.
Después de media hora más, me frena otro taxi que me hizo lo mismo. Cuando intento
pelearle el precio acelera y se va.
Decidido a irme a dormir, en un lugar extraño, pido ayuda a uno de los custodios, para
que me frene los taxis que a mi no me frenaban. Los siguientes 3 taxis que frenan, se
niegan a ir hasta Miraflores. Hasta que uno frena y acepto, resignado, pagar 13 soles
hasta mi hostal. Me enterare durante el viaje que debido al megaconcierto de reggaeton
en lima todos lo taxis están haciendo viajes para allá, y no hay colectivos ni combis de
noche. Me voy a dormir con bronca, no triste.

Domingo 1 de abril. Miraflores

Mañana, baño, desayuno, escribo, charango. Estoy en un éter, cruzando un río tibio,
medio atontado por el sol. Al mediodía, en Miraflores fui a almorzar a un resto que se
llama tropicana, donde un menú me salio 7 soles. Es bastante barato para el lugar.
Probé un increíble chupe de mariscos, una sopa que era increíble con huevo y
muchísimos camarones. De plato principal un lomo saltado con puré de espinacas y de
postre gelatina. Todo acompañado por un rico jugo de papaya. Y todo por 7 soles.

4
Donde viajaron a la ida las chicas, y donde tenían la vuelta.

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Insisto en que no se porque no existen estas cosas en argentina. El hostal también esta
bueno, pero no es barato a comparación de lo que vine pagando.
Ya se iba haciendo de tarde y no me animaba a llamar, peor tampoco me animaba a
irme así. Había quedado con macu que al otro día llamaría para que me pasasen a
buscar. Para eso macu me anoto su teléfono en una tarjetita. Divagué por las peatonales
dubitativo, nervioso. El teléfono me da miedo acá, en Perú y seguramente en la china
también. El llamado me somete a un nivel de vergüenza inalterable.
Finalmente llame, por la tarde noche y vinieron en auto después de casi una hora.
Quizás porque si, no se porque

*Literatura para aquellos, nota 13 del anexo

A las 8 de la noche tome el micro que me llevaría a arequipa. Simplemente.


De vuelta el mismo efecto. De vuelta la misma voz. De vuelta un ultimo beso y un
adiós. Me voy realmente mal, esto es terrible. Siento una opresión en el pecho, algo
parecido a un ataque de asma, que nunca tuve. Lo mismo de la otra vez, con la
diferencia de que ahora me voy yo, y tendría que poder decidir si lo hago o no. Solo
sueños, solo sueños. Siento que si no me iba ahora, no me iba nunca. Porque no me
quede? No quería incomodarte. Porque? Si me quedo? Y si... no? No? No? NO?. Que
hago. El micro arranca pero todavía no sale. Ya llamare, seguro que te llamare

Me duele mucho mucho mucho el corazón. Ahora es la extrañeza de viajar solo lo que
me duele, extraña sensación. Lagrimas de noche que abrazan a la andrajosa almohada.

Lunes 2 de abril. En viaje a arequipa

Hace toneladas de calor, y estoy realmente abatido. Una fuerza monstruosa me conduce
a la falta de aire, a la sequedad de la boca, al borde de las lágrimas constantes. La
soledad intenta hacer estragos en mí. Fue así, mordí lo que haya sido y ahora estoy frito,
no se que voy a hacer.
La soledad tiene nombre de mujer, encima.
Casi quiero llorar y no puedo. Quiero gritar y no puedo. Quisiera aunque sea hacer algo,
pero tampoco puedo. Tengo el estomago completamente cerrado, y será nervios, ansias
o lo que sea, no creo que sea bueno para esta cosa que camina y avanza, que le falta
avanzar. Mi viaje.
Arequipa, plaza de armas.
Sentado en las escaleras de la iglesia tomando una cerveza. Se que es así. Que el
problema son las cosas sin decir, que tuve todo el tiempo y que tengo desde que te fuiste
de Bs. as.
A parecer todo parece más caro. El pasaje desde lima hasta arequipa (además de que
casi no consigo lugar) costo 55 soles, cuando comúnmente sale 35. Dicen que es por lo
de la semana santa. En el hostal en el que estoy ahora, “the tourist house”, sale 10 soles
y tiene baño, cocina, y habitación privada. Esta en la misma cuadra que el hostal que
pasamos anteriormente en nuestra estadía con las chicas.
Ni Cuzco tiene tanta gente como la que hay en esta plaza. Los bancos están totalmente
ocupados todo el tiempo. Cientos, quizás miles de palomas ocupan el resto del piso.

Pero todo sigue mal. Intento escribir, cantar, leer y nada se puede. Nada sale. Que voy a
hacer? Empiezo a pensar en que también esto me sofoca por una sola realidad. El viaje
solo.

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Será que me desacostumbre a la soledad? Maldigo los días de viaje en que pase
acompañado, porque, que voy a hacer ahora? Estoy perdido?

*Literatura para aquellos, nota 14 del anexo

Ok. Ya llame, ya llore. Si no queda nada más por hacer, solo queda que esto pase, y
punto. Mientras lloro y las lagrimas apagadas mojan la almohada, o la humedecen
nomás, recapacito y doy cuenta que el amor (o la soledad) es lo único que me esta
haciendo llorar en mi vida, desde que tengo conciencia, uso de la razón y memoria.

Martes 3 de abril. Ciudad blanca de arequipa

Me levante bien, por fin. Como si hubieran pasado mil días. Ahora resta pasar este día y
ya esta, supongo. Esta todo en energías y la fuerza que uno ponga para estar mejor.
Tengo ganas de estar mejor porque sino no puedo seguir, y es claro que si quiero seguir.
Otra vez el sol. Sol. Gracias al sol. Espero que a medida que vaya yendo al sur me no
me recontra cague de frío.
Desde la terminal terrestre de bus en arequipa, los micros a Cabanaconde salen por las
empresas Andalucía, Reyna y milagros. El valor del pasaje es de 15 soles mas uno del
embarque, a diferencia de los 25 dólares que nos querían cobrar por toda la excursión.
Ya veré cuando vuelva si conviene la excursión o hacerlo por la cuenta de uno.

La salida a Cabanaconde se hizo tarde. Ahora de viaje, me doy cuenta que estoy mas
tranquilo, aunque necesito distraerme y hacerlo rápido con cosas lindas. Camino a
Cabanaconde la altura sube vertiginosamente. Me doy cuenta que hace un frío increíble
y al prender la cortaplumas veo 4600 metros. De Arequipa habíamos partido con 2200.
Y ahora, dos de la tarde, la temperatura ronda por 15 grados, con nevados increíbles que
se ven cada vez mas cerca
En el micro se sube un señor que representa a la editorial la republica de Perú, que
ofrece libros (muy buenos, por cierto) de historia universal. A todo color, tapas
increíblemente lindas, todo por solo 10 soles.
Camino a Cabanaconde se pasa por varios pueblos. Uno de ellos, o uno de los primeros,
es Chivay. Ya en el camino se ve que para llegar al pueblo hay que descender, y
efectivamente bajamos a los 3500 metros. Luego se pasa por el pueblo de yanquee,
donde hay una hermosa iglesia de un estilo raro, que parece colonial pero no lo es.
En Chivay se subió una señorita que me decía que compre obligatoriamente un boleto
de 35 soles para todo el valle del Colca, que son todos estos pueblos. Le dije que no y se
fue.
Después pasamos por Achoma, o algo así. La altura sigue bajando.
Entre las miles de paradas que hace sobre la ruta subiendo y bajando a gente que vive
entre las montañas, se sube un señor que oficia de guía por las últimas 2 horas de viaje.
Al costado nos acompaña hace rato el Colca, río, con un caudal potente y violento.
El señor del micro no se dio cuenta, pero durante estas 5 horas de viaje, se viene
repitiendo cerca de 4 veces un DVD de un grupo de cumbia peruana que se llama
“fresialinda y los engreídos del amor”. Por momentos tengo miedo de desquiciarme y
matarlo, a el, al televisor y a toda la gente. El tono de voz y la música de este tipo es
taladrante.
Pachina. El frío empieza a sentirse de repente, como un baldazo, junto con la noche que
cae espesa. Brumosa, fría. En la tele siguen los engreídos del amor y no puedo
descansar.

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Cabanaconde, seis y media de la tarde. Ya es de noche y en la plaza principal corren
muchos chicos. Antes de llegar a la plaza, un hombre me ofrece un hostal por 5 soles.
Cuando nos bajamos, con una pareja de franceses y el señor del hostal caminamos hacia
“valle de fuego”. Son 3 cuadras oscuras. Entramos primero, antes de ir hasta las
habitaciones, lo que se dice restaurante del hotel, que esta separado. Un lugar hermoso
con un fogón en un hogar, y luz de velas para cenar.
Cabanaconde en estas cuadras huele a fuego de eucalipto, lo que lo hace realmente
hermoso.
Como Humahuaca y Ollantaytambo este pueblo, aunque sea de noche, me gusta.
Entramos al hostal. El hombre me pide que no diga nada del precio que estoy pagando.
El cuarto es lindo, hermoso. Es de adobe y paja, con una cama grande. Hace frío, así
que para la noche desenfundo ya la bolsa.
Con hambre huyo del hostal y camino a la plaza. Por un sol, se puede comer un buen
plato de fideos con papas fritas y algunos pedacitos de salchicha. Ceno sonriendo entre
la gente del pueblo.
Cabanaconde ya me gusta, y solo hace falta que en doce horas, amanezca
La habitación parece harto acogedora. No solo la veo abrigada y cómoda, sino que
además conseguir un enchufe para cargar las pilas de la cámara, cosa no tan común. Por
primera vez en el viaje, tengo baño privado.

Miércoles 4 de abril. Cabanaconde

De vuelta, pero más que nada por el frío terrible, anoche me fui a dormir a eso de las 9
de la noche. Me desperté a la una de la mañana, me levante, y sin salir de la bolsa,
apague la luz para seguir durmiendo hasta las 7. Me había olvidado de apagarla mirando
el techo de paja, cuando me quede dormido.
Al despertar, conseguí la preciada agua para el mate, me hice algunos, compre
galletitas, y empecé las averiguaciones para ver como bajar al oasis del Colca.
Empecé entonces (las averiguaciones fueron que me señalaran el camino con el dedo) el
camino de descenso que me llevaría al cañón.
Después de hora y media, llegue al denominado oasis. Un lugar al lado del río Colca
donde la vegetación no es frondosa, sino selvática y excesiva. A los 5 minutos de mi
estadía (Después de ofrecimientos para quedarme a dormir) empecé a ver:
1- La cantidad de insoportables insectos, de todos colores y tamaños
2- Los inexplicables bungalows, o chozas de cañas, muy rusticas por cierto, donde
podría quedarme a dormir
3- La interesante relación entre el primer punto y el segundo, que significa dormir
entre esta nube de bichos.
No es que les tenga asco, pero la realidad es que teniendo en cuenta que no tengo
ninguna vacuna para ningún tipo de enfermedad de las que hay por acá, dormir en un
lugar que no tiene ventanas, puertas ni mosquiteros me seria un riesgo estúpido.
Además el lugar no es wooow como para quedarme conectándome con todo.
Arriba, en Cabanaconde, el que me dio los datos para bajar y para venir a este, uno de
los 3 oasis (gratis) fue Yamil, el muchacho que atiende la barra del restaurante “valle
del fuego” del hostal. Yamil me indico como ir y a cual de los oasis entrar, que con un
sello del hotel que me puso el en el folleto pude entrar a la pileta, la rectangular me dijo.
Hoy, cuando bajaba al cañón de Colca, durante hora y media de fricción a mis gemelos,
me pego el viento de la reflexión:
Quien nos dijo alguna vez, que cuando salimos a encontrar algo nos movemos

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indefectiblemente al lugar donde esta?
Como puedo decir yo entonces, que en este viaje encontré el amor de la gente que
quiero y me quiere, y esta lejos? Lo puedo decir porque es así. Quizás haya encontrado
una de las cientos o miles o infinitas cosas que pensaba encontrar, pero esta si que es
importante. Es así, que se les va a hacer. Los quiero a todos y soy un tipo con necesidad
de afectos.
La ínfima y simple acción de encontrar.
Encontré por ejemplo una sopa increíble. Se llama chupe de langostino, y tiene un sabor
zarpado a camarones. Es muy rica, con verduras, camarones, arvejas y huevo.
Encontré un gorro que me encanta, de duende, pero no me lo compre y ahora lo perdí
Encontré también que me gusta navegar por el Titicaca, tirado en el techo, mirando la
inmensidad de lago que parece infinito y esta a 3800 metros de altura
Encontré unas cosas que venden en la calle, se llaman picarones. Es una masa de
camote (batata) con harina y no se que, que se fríe. Se le agrega miel y mmm..., es
impresionante.
Encontré a dos ojos negros que me desvelaron, pero ya estoy mejor.
Encontré que me gusta viajar despierto, bien despierto, y por más que no se vea nada
por la venta ir imaginando el paisaje.
Encontré un locutorio en Cabanaconde, el único, donde estoy sentado ahora.
Encontré una ducha que esta mas arriba que mi hombro
Encontré un camino alternativo para hacer el cañón del Colca, que me salía como 25
dólares.
Compuse como 5 canciones, pero estas son peruanas.
Encontré un cortaplumas en un colectivo, que me marca la altura y la temperatura.
Estoy seguro que no baja de los 100 dólares. Una vez la vi en el centro, caminando por
florida.
A la distancia encontré que me rodea gente que quiero y me quiere. Que se preocupa. Y
aunque sea una especie de catarsis de cosas para ustedes, pienso mucho. Pienso la
mayoría de tiempo. Pienso en que pasaría si, sino, tal vez, quizá.
Ahora nos separan 2 países, cientos de ríos, como miles de ciudades y pueblos,
seguramente bocha de montañas, una cordillera, 20, o quizás 30 lagunas, 4 o 5 idiomas,
35 platos de comida, como 3000 metros. Son muchas cosas.
Pero miren esto. Nos separa todo todo todo todo eso, y vean lo fuerte que es el amor,
que es lo único que nos une.
Encontré amor y paz. Y creo que con eso, me realice en esta vida

Volviendo al oasis del colca. De todas maneras, el lugar parece agradable, aunque sea
con este sol de mañana que viene levantando, y el color de la vida. Practico un poco el
charango y salgo después a caminar, a ver si puedo llegar hasta el río. Con un camino
que casi me pierdo, con cactos y árboles rarísimos, y por el que no volví igual a la
vuelta, fui hasta el río.
Después, debido al calor, pero sin malla, me moje la cabeza y todo el cuerpo con agua.
La temperatura llega en mi cortaplumas a los 51 grados, lo que indica que mi ascenso va
a ser un tanto difícil siendo mediodía.

El ascenso del maldito oasis (post-ascenso)


A eso de las 12:10 comenzó el fatídico ascenso del Colca. Creo que pasaron 10 minutos
hasta que me di cuenta que no iba a poder hacerlo. No era solo el hecho de tener que
subir casi 1000 metros en mínimo 2 horas y media, sino además el agotamiento,
supongo, por no haber almorzado bien antes de empezarlo.

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Con una parada de cinco o diez minutos cada cinco de arduo ascenso el ritmo se me iba
al carajo. Cada vez que paraba, tomaba un poco de agua y aire, pensaba que no iba a
poder hacerlo.
Ahora, el tema después de toda esta sarta de sensaciones, miedos e inseguridades para
con mi vida, fue que lo logre. Y encima con un buenísimo ritmo. Dos horas y media, lo
que menos se puede tardar para el ascenso.
Llegue con miedo a no llegar, con una hora de lluvia que me calo hasta los huesos del
frío, con los pies rotos y la ropa completamente empapada.
Para que este lugar termine de ser perfecto, al llegar me di la mejor ducha que me di en
este viaje hasta ahora. No solo bien caliente, sino que además a una altura y con una
presión perfecta. Después, un café con leche caliente y reparadora, acompañado por
unas tostadas, manteca y dulce. Ver la mesa tendida con la canastita de tostadas y las
diferentes mermeladas es como ver salir el sol cuando estuvo nublado varios días. De
fondo, Kitaro ameniza el café de una manera única.

Cabanaconde, o el mundo dentro de mi pieza.


Cuando me recupere y me abrigue, decidí salir a dar una vuelta por Cabanaconde. La
lluvia amenaza constantemente, y sin embargo dicen que tendría que hacer mucho más
calor.
Cabanaconde definitivamente es un pueblo hermoso. Quizás odie caminar mojándome
las medias por las lluvia y mis pésimas zapatillas, pero es algo a lo que puedo sobrevivir
para sonreír en este pueblo.
Me conecte a Internet por un rato, que al final se transformo en una hora. Primero
porque recibí mail de mi mariposa peruana de ojos negros. Segundo, porque escribí a
todos, extrañando.
Camine después a la iglesia, que tiene la cúpula color cielo. Aquí y en china es semana
santa. Las calles siguen oliendo a eucalipto, lo que me alegra en demasía, como el perro
de ojos de dos colores que me sigue desde hace un buen tiempo.

20:30, de vuelta a dormir.


Al parecer, o por lo que me dice la chica del restaurante, la gente en Cabanaconde cena
temprano.
Camine de vuelta por las calles barrosas y húmedas, buscando un lugar donde el menú
incluya una sopa y mate de coca. Divague largo rato hasta dar con uno con un buen
plato de comida.
Las calles oscuras escondían señoras grandes y cargadas de ropa que se movían con
lentitud de zombie. Fue gracioso ver cuanto tardaban para hacer una cuadra, pero
después entendí porque se habían largado a caminar como lentas aves en migración.
Masomenos, a eso de las siete y media me senté a cenar. Una sopa de fideitos, de
segundo pollo con arroz y fritas. De postre, el tradicional mate de coca. Comí bien, pero
el arroz ya no lo podía pasar. Comerlo solo es como comer talco, o harina.
Cuando sonaron las 8, una música orquestal empezó a descender por la calle, en
dirección a la plaza. De manera alegre, una especie de comparsa con bombo y
muchísimos vientos, iba reclutando gente en su camino. Casi avisando la hora de la
misa, como una procesión, gente se iba sumando a la caravana musical con destino a la
iglesia. Pague rápido y acompañe a la misma calle abajo, esperando saber cual era el
destino de esta.
Con las puertas abiertas de par en par, la iglesia recibió a la caravana que se introdujo en
ella. Aun dentro, la orquesta siguió tocando, y la iglesia me pareció un lugar divertido y
ameno. Con luces, colorido.

45
En la puerta, igual que hoy a la tarde, un conjunto de hombres con un palo en forma de
cruz, beben seguramente alguna bebida alcohólica. Se congregan 10 o 15, y uno sirve y
sirve vasos con una especie de damajuana que lleva colgando en su hombro. Las caras,
como cualquier borracho, no parecen amistosas. He escuchado que a veces estas
personas se molestan cuando uno los mira en ese estado, y se ofenden. Ni hablar de
sacar fotos, que no lo hago.

Ahora que escribo desde mi cama, tapado hasta la nariz, se escucha la voz del cura que
ofrece una misa clara y en voz alta. Estoy a 4 cuadras de la iglesia, pero unos
altoparlantes a los alto de cada esquina de la construcción religiosa, propaga el sonido
quien sabe hasta adonde. Hasta en mis sueños.

Jueves 5 de abril. Cabanaconde

De vuelta, amaneció helado. Meto la nariz bajo la frazada porque el frío se siente
áspero, tajante. La ventaja es que no es húmedo como los que me hacían doler los
pulmones en las mañanas puneñas. Solo una vuelta mas en la cama, y listo.
Hace un mes, un día como hoy, me levantaba de mi cama a las 7 de la mañana para ir a
tomar el tren a Tucumán. Hoy sonrío mirando a mi techo de caña con una paz infinita y
absoluta que me hace decir “estoy en armonía conmigo mismo, eligiendo lo que quiero”
Después de despertarme bien, y viendo el sol que despuntaba, decidí lavar las miles de
prendas sucias que venia acarreando hace varios días en mi mochila. Me reconforta que
el sol me ayude a lavar, me gusta sentir que cuando cuelgo la ropa el sol va a ayudarme
a secar todo, como si el mismo entorno me diera una mano para hacer algo.
Me gusta esta sensación, de a los 2 o 3 días que estoy en un pueblo, sentir que estoy en
mi barrio. Lo conozco. Que se donde ir a comprar y donde están las despensas, donde
esta la panadería y saludar al tipo de el restaurante que me da agua caliente.
En Cabanaconde todo el mundo te saluda por la calle, y no hace falta gritar para pedir
las cosas. La gente camina tranquila, envuelta en la misma paz infinita que ofrece este
refugio en el medio del cañón. Decidí sacar el pasaje que me llevara de vuelta a
arequipa. Quizás porque sino no me voy mas, o quizás simplemente porque tengo ganas
de irme. No se muy bien, pero es lo que me mueve cada vez que voy a irme de cada
lugar.
El sol pega fuerte y es bueno para toda mi ropa empapada. Las moscas son
insoportables y merodean junto al queso fresco de cabra que como siempre, tiene olor
raro.
Mirador Aconcagua, Cabanaconde.
Como un mágico instrumento nuevo, sonido irreproducible si no es por la naturaleza,
los dedos del viento soplan las notas de mi charango. El fenómeno es único, diría, ya
que la vibración del viento es limpia y pura, a diferencia del golpe que generan los
rasguidos de mi mano. Ofrezco al aire, a la naturaleza, como un niño muerto este
adminículo musical, disfrutando de el premio de el sacrificio.
El viento arrecia, amaina y levanta. Mis dedos de la mano izquierda se mueven
formando notas que el viento toca, como una inconfundible melodía. Completan el
momento musical la fuerza del Colca que suena abajo, a más de un kilómetro de
distancia.
Sin gente alrededor, y con esta tamaña revelación, con picos nevados y a lo lejos
vertientes de deshielo, mi cardumen mental tiende al amor, la armonía y a aguas calidas.
Así es fácil entrar en las corrientes que desvelan a cada uno.

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El otro mirador, que queda más alto, más lejos, tiene en su punta una especie de galpón.
Llegar me cuesta en exceso, pero el esfuerzo lo vale nuevamente, como tantas cosas en
este viaje. Veo Cabanaconde completo, entero, como una unidad. Veo el camino que
lleva al Colca, veo el tamaño de la iglesia en comparación con el resto del pueblo. Veo
todo como un todo y como una nada, en el medio de la montaña, a 3000 metros de
altura.
Junto a mí, un cristo crucificado y prendido fuego, se refugia entre unas mantas, en
altura. Semana santa encontró en esta montaña una procesión de pueblerinos que como
fatídico día de la historia cristiana subían a crucificar al cristo salvador. Comienzo mi
descenso por otro camino diferente al que vine, uno que me lleva directo al pueblo.
Un burro-vaca me mira durante el descenso. Dos orejas asoman por arriba de una
piedra, como un espectáculo extraño. Lo busco y lo encuentro, como cualquiera que
busca.
Al llegar al pueblo me doy cuenta de la terrible perdida. Mi botella, mi preciada botella
de 2 litros y medio, quedo arriba, en el segundo mirador. No es cualquier botella, vale la
aclaración, ya que ella es la que se banca, cada vez que la relleno, purificar el agua con
las pastillitas milagrosas. Sin dudar subo a buscarla pues gracias a ella camino, respiro y
sigo.

7 y 20 de la tarde. Plaza central.


No es que me aburra, es solamente que no tengo ganas de tener frío. Hace más de 8
horas que deambulo por el pueblo sin un rumbo fijo, con frío y de a poco van entrando
las ganas de ir al baño, de sentarme tranquilo en un trono apacible y relajarme.

Viento de dulzura, música natural


Oigo tu sonrisa sideral.

Viernes 6 de abril. En viaje

Después de unas 3 horas de viaje desde cabanaconde, el micro se detuvo en Chivay, un


pueblo por el que pasamos a la ida. El frío es aterrador. Ya no se con que cubrirme.
Tengo remera, pulóver, buzo y poncho, y aun así me estoy helando. Dos pares de
medias cubren las partes bajas.
El chofer simplemente detuvo el micro, apago el motor, se bajo y se fue. Un señor anda
diciendo que vamos a estar parados como por una hora o más. Que a eso de la una de la
mañana saldremos de Chivay, pero nunca me enterare de las razones.
El frío no calma en las 3 horas más de viaje que quedan hasta arequipa. A eso de las 4 y
media de la mañana, llegamos a la terminal. Horas horribles. Es espantoso llegar a una
terminal a esa hora, y más cuando uno esta de paso. El frío es terrible, y no se que hacer.
Recuerdo entonces, muy vivamente, lo que vi en el resto del viaje. Gente que no sale de
las plataformas para no volver a pagar el ticket de embarque.
Compro entonces un bus directo a puno, que será mi siguiente destino, pensando que en
arequipa ya no tengo nada que hacer y quedarme comprendería un día mas de hostal, y
el taxi ida y vuelta a la terminal.
Conseguí boleto en alas del sur, por 10 soles. A las 5 y veinte de la mañana, con mas
frío todavía, salio mi bus para puno. Con frío, pero con una sonrisa enorme. Sigo
haciendo lo que se me canta.

11 de la mañana, puno. Llegue. El taxi me cago y me cobro 3,50. Ahora ya estoy en el


duke Inn, hogar de Ricardo, y listo para pasar una semanita gratificante al borde de esta

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hermosura astronómica, el Titicaca. Después de leer y escribir un rato, el viaje a esas
horas hace efecto. Morfeo cuelga de mis parpados.

4 de la tarde: gloriosa siesta!. Tu que sin anunciarte viniste a mi, buscando descanso y
reparo, calor!

*Literatura para aquellos, nota 15 del anexo

8 de la noche.
Llueve a cantaros en puno. O quizás no a cantaros, pero si muchísimo. Afuera la
tormenta es grande y acosa las ventanas del hostel sacudiéndolas. Me siento como en
casa, refugiado, después de correr bajo la lluvia hacia el hostal.
Cuando salí a la tarde, ya con frío, me compre por fin la más preciada casaca, la que
vengo viendo durante todo el viaje. La que tiene las líneas de nazca y es hermosa,
abrigada. La conseguí a 30 soles. En Cuzco la había peleado hasta 25, pero fueron solo
5 soles más.
Para empezar a dividir y porque se me va a acabar el cuaderno en cualquier momento,
compre dos cuadernos. Uno en el que de ahora en mas, escribiré únicamente canciones.
El otro, será la extensión de este, mi diario de viaje. Promete ser prometedor este
camino hacia la autoedición.

(La tormenta afuera es impresionante, majestuosa)


Después del cuaderno y en una nueva recorrida por los recovecos de puno, encontré un
restaurante de dos soles el menú. Como siempre la sopa de entrada, de segundo me
comí esta vez un cun cun de pollo, y de postre mi preciado te de coca. Me estoy
acostumbrando (y dicen que es mejor para la digestión) a esto de tomar la bebida al final
de la comida. No solo enseña a no tomar durante la comida, lo que es más económico,
sino que además es sano. Una nueva caminata por las peatonales de puno me da ferias,
hamburguesas, artesanías, libros y demás.
A la vuelta llame por teléfono a Pinamar, donde esta mi familia. Es extraña esta idea de
llamar de un lugar ajeno a otro lugar ajeno a casa, y encontrar a mi gente ahí. Son esos
encuentros con gente conocida, caminando por las calles de un valle turístico.
Apenas corte, la lluvia. Una lluvia animal, violenta, con viento. Fue casi imposible mi
llegada al hostal. Me “refugie” en la iglesia, donde la misa estaba siendo finalizada.
Dios golpeaba con una palmadita suave a todos sus feligreses a las calles, que
intentaban refugiarse bajo el escaso techito de la puerta principal de la iglesia. Después
fue correr, correr y correr.
Correr significa aquí, subir las 8 cuadras a 45 grados que hay desde la plaza de armas
hasta el hostal, lo cual significo, entre otras cosas, las siguientes:
- ver el río caudaloso que bajaba por la misma calle
- meter el pie en reiteradas ocasiones en ese bendito río
- perdida del aire con una frenada a medio camino por casi muerte respiratoria
- mojarme. Mojarme muchísimo.
Cuando llegue, me encontré adentro del hall del hotel con mi amigo Ricardo. Ricardo
estaba colorado como un tomate y me saludo afectuosamente, diciéndome al oído
“estoy un poquito tomado”. Salude con las respectivas respuestas y fui a sacarme la
ropa mojada.
Ahora en la cama, la tormenta sigue. Pero nada me importa porque me siento protegido,
invencible. El viento sacude las ventanas. Es impresionante sentir la fuerza y pensar que
estando un poquito mas cerca del cielo, estoy un poquito mas dentro de la tormenta.

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De vuelta como en casa, me fui a dormir calentito. Los refucilos que iluminaban por
instantes el cielo del titicaca, como una manifestación única de los dioses incas que
siguen habitando estas tierras.

Sábado 7 de abril. Puno. Ciudad del amor

Los piecitos de noche se me van por atrás en casi todas las camas por las que he pasado
en este viaje. A medianoche de anoche, me desperté con la extraña sensación de los pies
en una palangana con hielo, y tuve que meterme dentro de mi bolsa de dormir y dentro
de mi cama, porque ya me dolía la garganta.
Amanece en puno. Por primera vez subo (sin ver hoy el amanecer, pero ya lo veré) a la
terraza del duke Inn, mi hostal, para ver esta vista única que me ofrece. Puno es la
puntita de una manta de colores que se mete dentro de un charco espeso.
Después de pedir agua caliente para el mate, me cruce con Ricardo, que me pide
disculpas por el episodio de anoche. Agrega al final un “estaba medio picadito”
refiriéndose a su estado de ebriedad.
Después de unos mates mañaneros me fui hasta el mirador del Kuntur Huasi (cóndor)
que quedaba cerca del hostal. Cerca quedaba el inicio del camino infinito de escaleras
que lleva a la cima claro, porque el ascenso en total eran como 40 minutos de escaleras
empinadas.
El Titicaca me parece algo raro. Fuera de su inmensidad abismal, sigo pensando a la
tierra como una muela enorme, y a este lago como una carie única, irrepetible a altura.
Veo las puntas de la muela y pienso en la cuenca. Hoy el mundo es mi muela.
Después de unas dos horas en el mirador, baje al mediodía con bastante hambre.
Conseguí de una vez lo que quería. Un buen pesado frito. El menú de dos soles y 50
céntimos incluía una sopa increíble con gusto a estofado y un mínimo, pero existente,
pedacito de carne como tesoro oceánico.
Irresistiblemente, en mi afán de conocer aun país por sus letras, compre hoy un libro
increíble sobre los incas. Y también uno sobre toda la literatura peruana, un panorama
de todos sus movimientos, autores, críticas y hasta algunos fragmentos de sus obras.
Todo en una especie de feria de libro grande que estaba todo bastante barato, pero me
contuve.
Lo que no entiendo, o que analizo tranquilo, es porque escatimando 5 soles o 10 para
comprarme una campera y no cagarme de frío, gasto 20 soles en libros. Pero eso no es
ni comparable, y a una persona como yo, que le guste la lectura, lo entenderá.
Con la alegría de tenerlos camino unas 5 cuadras y me tiro en las escalinatas de la plaza
de armas a comenzar a saborear las dos hermosas obras que adquirí.
Sin saber porque, al rato, decido marchar al hostal a refugiarme y tomar unos mates,
mientras leo. Para no molestar porque no encontré a nadie en la recepción, me caliento
el agua en la pieza, con el calentador en el piso. Ya van varias veces que hago esto por
la escasez de agua.
Y la pegue porque otra vez, con suerte porque fue justo cuando llegue, una tormenta de
dimensiones comparables a la de ayer se desato. Con la alegría de sentirme en casa,
abrigado, leyendo y tomando mate, me acobijo en mi pieza alfombrada, en mi ventana a
la nada. En mi mesita de luz y las galletitas, que no dan miedo.
Mi casa.
Cuando salí a cenar y bajé las clásicas 6 cuadras hasta la plaza, no sentí el frío como
siempre. No se si es porque ya no quiero sentirlo, o porque este lugar no me parece
ajeno. Lo conozco, porque por eso volví. Perder el miedo me hizo perder el frío.

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Perder el miedo es algo hermoso. Me doy cuenta cuando salgo sin la cámara (casi
nunca) que el miedo del robo no es el pánico al asalto, sino únicamente el miedo
material del robo de tan preciado objeto. Me avergüenzo y me alegro a la vez. Porque
debería de tener miedo a que me saquen un objeto, si yo no soy así? Pero no. Me alegro.
He logrado al día de hoy, establecer relaciones afectivas con todo lo que me rodea y
quiero. Y la cámara no es ajena. Disfruto de disfrutarla, disfruto de pensar las fotos, de
dibujarlas en mi cabeza y después sacarlas, como si realmente supiera de ello.
Por eso, sin miedo a nadie, todo el mundo me parece bueno cuando no salgo con mi
cámara. O mejor. Todo el mundo es bueno aquí, no parece.

Domingo 8 de abril. Ciudad al borde del lago sagrado

Mate, mate de vuelta. Que cura la garganta, mate salvador.


Para ir a Cutimbo es así. Con un tricitaxi le piden que los lleve al paradero de Laraqueri,
que es donde salen combis para ese lugar.
A mitad de camino a Laraqueri esta Cutimbo. La combi no puede salir más de 2 soles
hasta el parador que hay que bajarse. La entrada al parque es de 3 soles. El lugar es
hermoso por donde esta, y porque las chulpas son increíbles.
Cuando llegas y te dejan en la ruta tenés que caminar un trecho hasta el inicio de la
subida, que esta trazada con escalones. Ya desde abajo se ven las inmensas chulpas que
asoman las orejas por la meseta que las contiene.
El lugar esta rodeado por la nada. Y una escalera a la nada que sube a la nada. Pero
cuando llegas, el todo. O no. La nada y pedacitos de todo por ahí. Que los encuentro.
Los busco.
Arriba de la meseta hay dos que son las más importantes. Una pre inca (aymará) y otra
inca. Las chulpas son tumbas.
Los encastres de las piedras son increíbles. Es como si hubieran hecho moldes para
lograr la conjunción perfecta de muchas piedras imperfectas. Son torres altas pero no
tanto. En el interior, en su carácter de tumba, el frío es letal. Hay un hueco abierto en
una y se puede ingresar si uno quiere, pero no sin linterna. A los muertos (no cualquiera,
las chulpas eran para los mas grosos) se los ponía como en una reunión, mirándose
todos. A uno de los costados se le hacia una especie de ventanita, por la que entra el sol
a veces.
Casi todos los lugares arqueológicos que no son Machu Pichu están muy descuidados.
Parece que es necesario (horrible) poner a un tipo que custodie las 24 horas estos
lugares, porque el mundo esta lleno de mogolicos. Acá en Cutimbo, al parecer los
egresados hacen excursiones de colegio y vienen a estos lugares (que nadie cuida) y
rayan, pintan escriben y rompen sin importarles nada.
La vuelta a puno es fantástica. Espero la combi sobre la ruta, como cualquier otro
peruano que va y viene en un día normal. Sentirme así es lo más lindo en cada lugar.
Pero siempre me miran y ser ríen, las señoras de dientes de oro.

El problema que tiene Perú es grande. Podría decirse, cómicamente, que argentina no
tiene el problema que tiene Perú “gracias” al señor Roca y su campaña del desierto.
Inmersos y disimulados en restaurantes, bares, taxis, choferes, vendedores, se encuentra
una increíble suma de nativos de estas tierras, que manejan el español a duras penas. Por
eso cuando uno se pone a hablar con uno de ellos, y se sale de la típica conversación
estándar de cliente, parece que no te entendieran. Yo no me las explicaba, pero empiezo
a entender las falencias en su idioma.

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Entre sus 20 millones Perú tiene más de 4 millones de personas criadas en zonas rurales,
donde el idioma nativo es el quechua o el aymará. Lo gracioso es que Perú intenta ser
un país como argentina, pero simplemente haciendo ojos ciegos a esta masa de millones
de personas nativas que hablan en aymará o quechua. Hace como si estuviesen todos
muertos, como si no existiesen.
En lima, la ciudad capital, la moda y los productos se ofrecen con propagandas y
modelos de gente blancas. La gente blanca, en Perú, es casi una minoría.
Seria increíble conservar a Perú como el último bastión nativo de América. Su
economía es autosuficiente y su gente es feliz, pero unas pequeñas metrópolis
capitalistas son las que traen problemas. La globalización esta haciendo estragos a los
viejos modelos de subsistencia humanos. Es claro porque: los nuevos modelos no
incluyen la palabra con H.

Siempre que uno esta de viaje, o por lo menos para mi, sale a ver el mundo. Sea cual sea
el medio, siempre es una experiencia educadora. El problema de mi capital, Buenos
Aires, es que conviviendo entre tanta gente gringa (crisol de razas) se vuelve difícil para
las mentes cerradas aceptar un color de piel diferente. Acostumbrados a villas, robos y
pungas, el foco se cierra sobre una mentira horrible. El hombre pardo es siempre un
ladrón.
Hace 20 días que estoy en Perú, y salvo en lima, estoy hace 20 días viendo gente india,
gente parda, gente que camina bajo el sol quemando su piel.
He aquí entonces el problema argentino. Como se extermino a toda la gente nativa, en
todas las sucesivas matanzas de indios perpetuadas en el pasado, el nativo se volvió una
minoría absoluta, y las minorías, generalmente, son discriminadas.
Con la discriminación viene entonces la falta de inserción en una sociedad, y con la falta
de inserción los extremos, las frustraciones y finalmente los delitos.
En Perú es diferente. Discriminar a la gente de color, y verla despectivamente, seria
encerrar a la mitad del país bajo el rotulo de delincuentes. En argentina estamos cagados
hermano.

*Literatura para aquellos, nota 16 del anexo

Lunes 9 de abril. Frío seco que aniquila

*Literatura para aquellos, nota 17 del anexo

Amanecer en puno, nuevamente. La rutina se hace hermosa, y pienso que podría hasta
vivir acá. Pienso en mi linda mirada al tren gris y ruidoso de todos los días, suplantado
por el diario Titicaca.
Definitivamente el hombre cae como con un embudo a las rutinas. Pero de las que hay
que escapar son de las que hacen mal mal, y uno no se da cuenta. Cuando miro y
catalogo la rutina que hago hoy en día, no me doy cuenta, todavía, que es lo que podría
llegar a hacerme mal si me quedara. Hoy Chuquitos, otra de las ruinas arqueológicas
recomendadas por Ricardo.
Chuquitos, casi las 12 del mediodía.
Chuquitos es un pueblo chiquito al costado del lago. Quiere parecer viejo, por miles de
cosas, pero tiene sus cosas modernas. Por dos caminos de pasto que parten desde la
plaza principal, se sube a unas ruinas o algo parecido que hay al final. Vaya a saber uno
que son, porque sin guía ni camino marcado, me perdí. Caminando en búsqueda del
templo de la fertilidad mire a lo lejos una montaña y la imagine como lugar donde se

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encontraría el templo. Teniendo en cuenta mi lindo refrán maquiavélico (aunque sea
para estas cosas) me encamine sin importar lo extraño y complicado del camino. Abajo
veía que tendría que traspasar para volver casas ajenas y jardines, pero mi ilusión me
hizo ver un camino que nunca hubo.
Hasta que en un momento de peligrosidad recapacite y pensé que de ninguna manera
podía ser que seguir el camino este me llevaría al templo. Comencé a regresar (lo cual
no fue fácil) hasta llegar al pueblo. El templo estaba a dos cuadras para debajo de la
plaza principal.
El lugar es un tanto atractivo ya que escapa a la típica sobriedad inca. Se trata de un
interesante templo completamente fálico, que esta encerrado entre rejas, en el medio del
pueblo. Al parecer la población de Chuquitos (inca o preinca?) se estableció en este
lugar, pero lo único que quedo de todo el pueblo viejo, es el templo de la fertilidad. Es
un templo con media pared en todos lados, con dos enormes falos en la entrada.
Después, adentro, un enorme falo tallado en su perfección, rodeado por cientos de ellos.
Algunos degollados, otros mas petisos, otros mas largos. El lugar es hermoso para sacar
fotos, pero no ofrece más que eso. Además esta rodeado por una horrible iglesia y por la
feria que se encuentra dentro del mismo predio enrejado, cosa que le hace perder lo
poco que tiene de “místico”.
Después del templo, tal como me dijo Ricardo, me puse a buscar algún restaurante que
me sirva una rica trucha por poca plata. Lo encontré y siendo mediodía, me devore una
terrible trucha por solo 7 soles, con papa fritas y ensalada. Comer en este país viene
regalado de parte del sol.
En la plaza principal hay un reloj de sol que data de épocas coloniales, y tiene una
historia que no me intereso mucho. Es mas, tirado en la plaza me puse a ver a la gente
un largo rato, y después me puse a leer, pero no investigue mayormente este reloj.
La vuelta no es nada complicada. Cada 10 minutos, en la plaza principal, un señor en
una combi que entra al pueblo y descarga gente gritando abiertamente que ahora se va
para puno.

Puno, ya a la tarde.
No se si lo dije, pero hay dos cosas que no soporto mas. Uno, que toda, toda, toda la
comida riquísima que estoy comiendo acá en Perú venga acompañada por el puto arroz
insulso, que no solo esta seco y sin sal, sino que además tienen la costumbre de servirlo
frío. Dos, agitarme tanto en la subida hasta mi hostal, que son 8 cuadras a casi 45
grados.
Esta última es capricho momentáneo, pero es que acabo de subir.
A la vuelta de Chuquitos compre pan y junto con unos mates, tome la merienda como
siempre en el hostal. Hoy no desde mi pieza, sino que desde el living comedor del
último piso. La vista es incomparable, con un ventanal increíble que me ofrece esta sala.
Veo lejos, dos lanchas. Una que va y otra que viene. Dibujan extrañas formas
geométricas, con las ondas, sobre el agua sagrada del titicaca.

*Literatura para aquellos, nota 18 del anexo

Martes 10 de abril. Calor en los piecitos. Perú, puno

*Literatura para aquellos, nota 19 del anexo

9 de la mañana. Pronto iré al puerto, al paseo y a la feria. Para eso me desperté


temprano, para eso madrugue.

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10 y 20 de la mañana. En el colecon, o como garoncha se llame la bahía de los incas. La
mañana esta hermosa, intachable. Incambiable. Una brisa breve del lago me mueve los
pelos. La caminata desde el hostal hasta acá al final no era tanto, y yo pensando en
tomarme un tricitaxi. Solo fueron 20 minutos a pata.
Al final no se si convinieron los 30 soles que pagamos con las chicas para ir a los Uros
y Taquile. Un viaje a los Uros ida y vuelta sale desde el muelle 10 soles. El problema es
que no se cuanto tiempo te dejan quedarte en alguna isla para conocer.
Volar. Deseos anhelos y necesidad de. Miro mi tobillo izquierdo y pienso en nazca. Las
figuras, el volar. El misterio. Mis pies quieren hacer el intento de caminar por el agua.
Que habrá debajo? No hay posibilidad de una Atlántida? Si la historia de Manco Capac
dice que emergió de este lago, junto a mama Ocllo. La leyenda del torito de la piel
brillante y el toro negro, inmenso, que emergió de estas mismas aguas.
Ricardo me contó anoche que si, que puno es aymarahablante. Me contó que en un
pasado, pasaba un río por el costado de la plaza de armas que dividía a puno entre
Quechuas y Aymarás. No con rivalidad violenta, pero si rivalidad de un pueblo
originario de la tierra y otro que el imperio inca estableció. La escena parece repetirse
por muchos lugares de Perú y Bolivia.
Esas dos mitades, aun hoy, siguen hablando muy poco castellano. Me dice después que
los peores de Perú hablando, son los limeños. Que hablan bajito, muy rápido y re
cerrado. Y yo que pensé que solo era la Macu.
A mí costado el lago verde, trazado de líneas azul oscuro. Al otro, muchos botes a
pedal. El día no podría ser más lindo, mi elección de vida no podría ser más hermosa.

*Literatura para aquellos, nota 20 del anexo

Por fin conseguí poesía. Al volver camine por las calles de vuelta en puno, y llegue a
lugares que nunca había llegado. Eso es lo lindo de puno, que es inmenso y amigable.
Conseguí un libro de vallejo con otros, que no es lo que quería pero es algo. Estoy
buscando dos libros de vallejo, trilce y poemas humanos. También conseguí un libro
con muchísimas cosas de vallejo, casi todos los cuentos, ensayos y algunas notas en
diarios.
La poesía, como una mano que me despierta acariciando, despierta poesía.

*Literatura para aquellos, nota 21 del anexo

Estoy tan, pero tan tranquilo que me están creciendo las uñas de los dedos gordos, que
nunca en mi vida vi crecer. Siempre son las pobres que sufren la catarsis de no comerme
las otras.
Ultima noche en puno.
Hoy a l tarde cuando hable con norma (la esposa de Ricardo), preguntándole por
Ricardo, me dijo “es que se fue otra vez de fiesta”. Por lo visto Ricardo es un poco
bastante borracho. Es algo que estilan hacer la gran mayoría de hombres mayores por
esta zona.
Ya ordenando todo lo de la mochila, durante toda la tarde, me tire a disfrutar de mis
nuevos libros. Después mas tarde cuando baje, apareció Ricardo. Tenía cara de resaca, y
estaba recostado. Le recordé lo del pasaje a Copacabana y en ese momento mismo
llamo por teléfono para reservarme. Salgo mañana a las 7 de la mañana a la costa
Boliviana del Titicaca.
Después de una hora de Internet, 3 picarones y una caminata helada (hace demasiado
frío) fui a comer.

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Dos soles me dieron hoy un revuelto muy rico de pollo. Durante la cena estuve
hablando con un señor cuzqueño, pero que vive hace 40 años en puno. Hablamos de la
comida, del dinero, y por ultimo de algunos lugares de Perú. Hablamos de pisco, donde
tiene un terreno. La charla con este hombre confirmo mi teoría. Pisco es un lugar no
solo inseguro y peligroso, sino que además impune, ya que todos, todos son parte de
una mafia extraña. Me contó que su propiedad tenía dueños truchos, y que las escrituras
que tenían estaban falsificadas por la policía. Hablamos de las drogas, y dice que
también vio mucha, y que muchos consumían. Dijo que pisco es un lugar de jóvenes
ociosos. Por ultimo me cuenta que quiere comprar un terreno en paracas, donde dice que
los chilenos son dueños de una gran parte y hay plantaciones de naranjos.
Con muchísimo frío y sueño, me fui a dormir preparando todo para mañana.

Miércoles 11 de abril. Camino a Copacabana.

Empezó de vuelta todo temprano, y estoy empezando a pensar qua ya nunca podré
dormir mucho. A las 7 de la mañana me encuentro buscando un asiento en el micro que
me llevara a Copacabana: resulta ser que las dos empresas que viajan no juntaron ni
para llenar un micro, así que decidieron unificar a los pasajeros en un solo micro. Pero
al final, los que no llenaban un micro terminaron casi llenando dos.
Hace mucho tiempo que no viajaba con tantos turistas, o mejor dicho, con todo un
micro de turistas extranjeros como yo. Vengo esquivando bastante bien los canales
tradicionales de turismo, y es un lindo reencuentro con nueva gente.
Indago, veo. Adelante parece haber dos argentinas. A mi lado una especie de suizo.
Atrás dos italianos. Mas adelante alemanes, alemanas, demás.
A los pocos minutos de subidos al micro empezó a haber problemas con los asientos y
nos volvieron a pedir a todos los tickets, antes de salir. La partida se hizo densa.
Ricardo me acompaño en taxi hasta la terminal, y me ayudo a bajar las cosas. Me dio un
abrazo fuerte antes de despedirnos y me dijo que recomendara el hostal, cosa que creo
fue innecesaria me repitiese para mis adentros. .
El camino a Copacabana es hermoso. El mismo que hice hasta chuquitos pero se sigue
por esa ruta, derecho, un largo tiempo mas. Todo el tiempo vamos bordeando el
Titicaca, mirando los mil y un pueblos que todavía descansan tranquilos sobre estas
cosas. Mirando los pescadores artesanales que divagan por los brillos del agua, mirando
las redes de los mismos pescadores que ponen y sacan, arrojándolas como una lluvia de
estrellas. Imaginando esas increíbles truchas que sirven tan frescas y sabrosas.
En un pueblo que pasamos hay un extraño domo, un estadio. Cuando pasamos se ve
algo que dice “mercado de animales”. Después pregunto a los pueblerinos que es esto
que vi. Es increíble.
Se trata de esta modalidad extraña de llevar los animales de uno, o el animal que se
quiera vender, y se vende o se cambia por diferentes cosas en una gran feria de canje. O
sea: basándose en las viejas costumbres de canje, la gente subsiste. El que cría ovejas lo
cambia por trigo, el del trigo por la lana, y así más etcéteras.

Cruce de frontera.
Eran las 10 en Perú, pero ahora son las 11 en Bolivia. El cruce de frontera fue más
rápido y fácil que cualquiera de los que hice ahora. El micro nos hace bajar en un portal,
del lado de Perú, para hacer la salida. Luego, caminando, cruzamos a Bolivia y hacemos
ahí la entrada.
Antes de cruzar para el vecino país dando esos hermosos 30 o 40 pasos me compre una
empanada de queso de una señora que vendía por ahí. Saque mis últimos soles con

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nostalgia, porque se que no los volvería a ver. No volveré a manejarme con esta moneda
hermosa del sol, de los pájaros de nazca, de la luna y la hermosura indígena.
Cambio entonces los 20 soles que me quedan y algunos pesos argentinos para poder
vivir los primeros días. Después veré.
Desde la frontera hasta Copacabana son 8 kilómetros que quedan. Las combis
estacionadas ahí, ya del lado de Bolivia, te cobran 2,50 bolivianos por hacer este
trayecto, lo que representa un peso. El calculo que habría que hacer es si conviene venir
hasta acá en un micro cualquiera y cruzar caminando para tomarse una de estas combis.
Copacabana, por fin Copacabana.
La ciudad es un tanto pretenciosa, sabiendo de la cantidad de turistas que tiene. Para
empezar hay que pagar una entrada para ingresar al pueblo, una especie de peaje que los
mismos choferes te vienen a cobrar al asiento. Habilita a visitar el “santuario de
Copacabana”
En lo que refiere al lago, estoy bajando por la avenida principal a 6 o 7 cuadras.
El lago, en este lado, parece ser realmente infinito. Con suerte se pueden divisar en el
horizonte monstruos feroces que se elevan, lejanos. Las olas pequeñas típicas de lago,
tranquilas, bañan en porciones pequeñas los muelles artesanales, propios de cada bote.
Buscando hospedaje camine hasta la iglesia de la virgen de Copacabana. A la vuelta de
este, están los hostales Illimani y Cochabamba. En Cochabamba me voy a quedar por
unos días. Sale 10 bolivianos la noche. Mi cuarto es increíblemente lindo. Tengo una
cama, una silla, y una puerta que con suerte me pega en el hombro para entrar. También
tengo una ventana con vista a la iglesia y, obviamente, al lago.
Bolivia debe tener un fuerte arsenal turístico sobre la costa del Titicaca, si pensamos
que es la única costa para “veranear” que tienen. Mientras camino por las calles que van
en bajada al lago, voy buscando de paso algo para almorzar. Indignado busco y busco,
pues me niego a pagar más caro un almuerzo que mi hospedaje. Regla esencial de mi
decálogo viajero.
Como todo, cada vez que hay un cambio empiezo a pensar, haya sido feo o no, en el
antiguo estado. Me gustaba la idea de pagar las cosas con soles. Era mítico, casi
histórico diría. Me imaginaba esas frases de amor, “para vos el sol y la luna” y la
posibilidad de hacerlo, aunque sea con algunas monedas. Ahora me siento un
colonizador déspota. Cada vez que consulto algún precio me contestan cosas como 5
bolivianos, o 10 bolivianos, o 7 bolivianos. Ahora me imagino en cambio estirando de
una soga enorme que tengo atada de la cintura, de la cual marchan detrás míos atados
una fila inmensa de bolivianos que tengo como esclavos. Horrible.

Es imposible no pensar en la unicidad del momento (existe la palabra unicidad, como


momento único?) Unicidad no solo temporal, sino especial y personal. Esto que soy,
donde estoy y cuando, es solo una cosa compacta, maciza e inigualable. No hay forma
de subdividir este momento, este estado personal, este lugar.
Pienso también en lo inimaginable de este lugar.

El ser humano es una peste. Una peste que avanza y aniquila, y no hay remedio o
anticuerpo que lo arrase, salvo los desastres naturales, que principalmente son causados
por el mismo. No solo considero único el momento que vivo yo, sino el que vive este
lago. Lamentablemente, como todo, veo la descomposición natural de las cosas, que en
realidad no es tan natural si lo esta produciendo el hombre con sus maquinas y su
contaminación.
Bolivia y Perú están tomando conciencia de que siendo un lago, el día que se cague, se
caga. No tengo noción de cuanto podrán durar tal cual están todos los lugares que estoy

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visitando, pero tengo la sensación que en algunos años van a ser historia, simplemente
esos lugares donde hubo algo. La peste avanza y avanza. Ojala me equivoque y el futuro
me pinte la cara de colores.
Copacabana no me hace acordar a nada. Es simplemente Copacabana, la costa boliviana
del titicaca.

*Literatura para aquellos, nota 22 del anexo.

Desde la cima de la montaña de las doce estaciones, me invade todo lo que acá me tiene
que invadir. Soy un juguete. Un completo juguete comandado por mis sentidos, quien es
mi dueño y señor. Juego con mis pies, descalzo sobre el cielo. Piso el cielo descalzo.
Piso el lago descalzo, y mi pie no llega a taparlo. Creo que no hay ni lugar ni mejor
momento.
Anhelos inmensos de volar. Un bote a remo se aleja de la costa, se hace pequeñito, se va
acercando al sol que parece estar bajando para darle la mano o para comerlo. La vista
panorámica es de las más hermosas hasta ahora.
Saliendo de la ciudad se sube hasta acá por una no fácil subida, que reclama tiempo y
fuerza. Son dos picos de montañas que apuntan para lugares diferentes. Desde uno se
puede ver toda la parte “prole” de Copacabana, porque como todo pueblo no todo es
sonrisa y turismo. También, desde esa misma, se puede ver el camino hacia la isla del
sol, que no se ve a lo lejos.
Desde la otra se ve Copacabana entera, y su playa. Podría decir que se ve todo, entero.
Hasta la vida de uno. Hoy y ayer. Ahora.

Ya en el hostal, me preparo un mate. Ojala en Jujuy consiga las garrafitas, porque voy a
seguir usándolo mientras no consiga agua en ningún lado. Mientras me unto un
delicioso pan fresco con manteca y el manjar de leche condensada Nestlé, que parece
ser el sustituto del dulce de leche por el mundo, o por acá. Es rico, dulce y no tan
empalagoso.
Viajar te da el tiempo libre cuando vos querés, donde vos querés, y para lo que vos
querés. Hoy pensaba allá arriba, que encima este viaje es exprimir a mil todo el
sacrificio de trabajar pudriéndome el cerebro en ese lugar sin presente ni futuro, solo
con un pasado nefasto que va escribiendo con el codo lo que va a venir. (La plata, no?).

*Literatura para aquellos, nota 23 del anexo

8 de la noche, Copacabana.
Al parecer el Titicaca se ha enojado, pues un viento azota desde el lago a la costa,
helado y fatal. Antes de ir a cenar averigüé la excursión que seguramente haré mañana,
a la isla del sol. Desde las 8 y media de la mañana hasta las 5 y media de la tarde,
recorriendo la parte norte y la parte sur de la isla sale 20 bolivianos. O sea, nada. Son 8
pesos por ida y vuelta, que son 18 kilómetros hasta la isla, que se hacen en dos horas.
Cené finalmente en un restaurante por 8 bolivianos, pero no me encontré con los ricos
menús de los restaurantes de Perú. Acá solo sirven arroz, saltado con diferentes
variantes o simplemente fideos. La cena estuvo amena no solo porque estaba
ciertamente apetecible la comida sino, y mas que nada, porque estaba ambientado con
una música indígena peruana. Las cosas van cambiando de este lado del lago. Camine
después de cenar a mi acogedor cuarto, en el hostel Cochabamba.

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Jueves 12 de abril. Camino a la isla del sol en lancha.

Anoche el Titicaca se enojo con el hombre, la tierra y la luna. Me desperté a eso de las 2
de la mañana con flashes que invadían mi cuarto a través de los vidrios. Afuera llovía
con furia y viento. Con la calle inundada, fueron pocos los minutos hasta que empezó a
granizar, y cada vez mas y mas grande. Fue un momento hermoso para guardar la nariz
bajo la frazada y mirar por mi ventanita chiquitita, que me fascina. Cual escena de
película de suspenso o terror, afuera el mundo se cae abajo. Yo tengo mi cuarto, físico y
espiritual.

Me desperté a las 7:30 y el cielo estaba extrañísimo. Una sola vez en mi vida, en casa,
vi algo igual. De un lado la negrura cósmica, casi el mundo cayéndose abajo por la nube
cargada y desbordada de tormenta. Del otro el sol, reflejado contra las nubes negras,
iluminándolas. Casi combatiéndolas. Noche y día.
Con la idea de ir a la isla del sol, imagine que como todos los días acá, para las diez ya
estaría despejado. Y así fue, efectivamente.
Fui hasta el puerto, no sin antes comprar pan, y emprendí otro de los viajes más
hermosos que voy a tener en mi vida. Con frío al principio y viento. Pero a la hora el sol
ya había repuntado y me regalaba su calor. De vuelta la felicidad absoluta de la
infinidad, de navegar en el techo, mirando el todo y la nada. De vuelta dos horas en que
se van mostrando los paisajes más hermosos, los colores de agua que van menguando y
ganando claridad a medida que uno se va alejando de la costa.
La llegada a la isla del sol se hizo a eso de las 10:30. Desde ahí se ve la de la luna, que
esta clausurada ya que las lluvias excesivas del verano originaron una caída en gran
parte de las construcciones. Es una pena ya que no voy a poder ir de ninguna manera.
La caminata desde el lado norte hasta el lado sur de la isla, donde las lanchas de vuelta
nos esperan, fue de 8 kilómetros. El camino es intenso y hermoso, y para nada difícil.
Una vez que se suben unos 200 metros, el camino no vuelve a bajar y subir mucho más.
Los paisajes, los horizontes, todo es increíble. Es como caminar por el dintel, por la
cornisa de la isla, mirando todo sin miedo a caer.
El acceso al camino cuesta 10 bolivianos, y se paga una vez que querés ingresar a la
senda que esta marcada. La entrada incluye el acceso a las ruinas que se encuentran
sobre el camino. La primera esta a unos 40 minutos de iniciado, y si no son las únicas de
toda la isla, son las únicas que vale la pena ver. El entramado arquitectónico es bastante
laberíntico. Es divertido recorrerlas y meterse en las diferentes salitas que se van
abriendo puerta por puerta.
Las playas que bañan las costas donde se encuentran estas ruinas son increíbles. El agua
es transparente, turquesa. Una piedra inmensa emerge después de varios metros como
saliendo del fondo. Un monstruo.
En la entrada de las ruinas de Chinkana (laberinto en Aymará), esta una piedra
(Titikarka o “roca del puma”) que dicen es sagrada: Ahí nació el imperio Inca. La
historia que nos cuenta el guía no es muy entendible, pero acá va lo que entendí yo, o lo
que me dijeron después. La piedra es lo que marca más que nada el cambio entre
Tiawanaku y el Tahuantinsuyo. O sea, pre inca e Inca. Por otro lado la leyenda de la
piedra dice que ahí se escondió el sol, cuando eran los días del diluvio total.
Los lugares que se van pasando a medida que se camina son de ensueño. Ovejas,
chanchos, burros y algunas llamas adornan como accesorios los paisajes isleños. Me
separo del grupo bastante, con la idea de poder sacar fotos sin las horribles hormigas
humanas que las arruinan.

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Paro cada tanto no a descansar, sino a disfrutar. Me siento en una piedra, a veces el
viento amaina y a veces acelera, me mata. A veces calor extremo y otras frío del viento
helado.
Lo malo que me di cuenta después de casi 3 horas de caminata, es que no me había
llevado agua. Tenía, si, un termo con agua “tibia” para mate, porque ya no estaba
caliente. Fui tomando sorbitos de agua tibia, aunque sea para hidratarme porque sabía
que era bueno que tome agua aunque este tibia.
Casi llegando a la ultima bajada que me llevaba al muelle del lado sur, me di cuenta que
me faltaba el agua. Pero pensé que ya estaba cerca.
Desde arriba, por donde se sucede todo el camino, hay una escalera inmensa que
conduce hasta abajo. Es larguísima y hace muchísimos firuletes. Subirla debe ser
terrible. Al costado de la escalera baja un canal de agua. Parece ser cristalina y limpia, y
mas tarde me cercioraré de que es así.
Al llegar abajo, sediento, consulte por un agua. Me quisieron vender a 6 bolivianos una
botella de agua chica, con lo que me indigne. Fue ahí donde fui a parar al agua del
manantial, que mas tarde me enterare que databa de tiempos de los incas, que es pura y
limpia y que todas las escaleras son también originales de las construcciones de aquellos
tiempos.

Desde el muelle, esperando que la lancha salga de vuelta a Copacabana, observo.


Observo por ejemplo la inmensa barcaza de totora que con 4 remeros vestidos de incas
se desplazan en absoluto silencio por el lago. La imagen es hermosa. De fondo, la isla
de la luna a la que no voy a poder ir.
Previo a subir de vuelta al bote conozco por fin algunos de los acompañantes de este
viaje, y otros que están por ahí perdidos en la isla. Chicos haciendo malabares, chicas
que confiesan que con esto de que el baño lo cobran en todos lados aprendieron a mear
de parado, ingleses, suizos, franceses, brasileros, etc.
En el comienzo del viaje de vuelta pasamos por otras ruinas que quedaban en la parte
mas astral de la isla, pero entre todos los del bote (que éramos como 20 o 30) decidimos
no bajar.
En la azotea del bote de vuelta la vida es hermosa. Viajo escuchando como la gente
habla de todo, en todos los idiomas. Un holandés que se trajo el libro de medicina. Un
contingente de brasileros. Una alemana buscando aventuras. Mientras escribo y disfruto
de, quizás, la ultima vez que navegue este lago hermoso. La brisa me inspira.

*Literatura para aquellos, nota 24 del anexo

Me pongo a hablar con una chica de la cual no se el nombre ni antes ni después de la


charla. La había visto en el centro de Copacabana hablando con un chileno. Sus ojos
rubios asomaban de un poncho multicolor atrayendo más que mi mirada. Ella es
alemana. Increíblemente y sin preámbulos, nos sumergimos a hablar de cosas
trascendentales y llegamos a temas profundos como porque escribimos y que buscamos
cuando viajamos. Su pelo es como el sol y viaja escapando a su cómoda y aburrida
vida. Tiene los ojos grandes y claros. El poncho multicolor le cubre todo el tiempo los
hombros, mientras habla conmigo.
En la llegada a la costa, el Titicaca me ofrece una vista de atardecer increíble. Millones
de colores y de contornos que se dibujan sobre la superficie del lago. Pinturas de
pesqueros, remeros y botes.

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Entre mate y mate dulce, en mi cuarto, voy despidiendo al primer cuaderno. Se va
terminando y estoy alegre, y el otro esta ahí, esperando.
Lo primero que puedo decir de Bolivia es que no están tan preocupados porque todos
sepan ingles para atender al turista. Tómese esto como un gesto patriótico, o como una
desatención estúpida. Mientras, pienso que de haber estado predispuesto, esos ojos
claros me habrían llamado a la perdición.

*Literatura para aquellos, nota 25 del anexo

Después de una cena un poco mejor que la de ayer, me acuesto mas tarde que nunca (a
eso de las 11 de la noche) después de dar una probadita a la paceña, cerveza boliviana.
Amo esta cama, este cuarto y este lugar, aunque para entrar por la puerta tenga que casi
arrodillarme.

Viernes 13 de abril. Mañana en Copacabana, ciudad del turismo.

El Titicaca es un lugar caribeño, definitivamente. De vuelta, hoy me desperté a las 7 y


media de la mañana, y una tormenta grande inundaba las calles del pueblo. Siempre es
así. Desde que llegue a puno que es así: no importa en que tramo del día, pero siempre
llueve en algún momento. Después, según sea de día o de noche, se despeja todo y
vuelve a salir el inmenso sol o la luna respectivamente.
Si despeja, que seguramente suceda, hoy me voy a alquilar un bote para irme a remar
lejos, un poquito, por el Titicaca.
Después de días y días de comer esa margarina decrepita que encontré un día en Perú,
hoy invertí en mi desayuno y creo que tibe un orgasmo en mi boca, al probar
nuevamente la manteca. Fue increíble. El pan es increíble. Y como afuera las nubes no
se quisieron ir (para mi que es porque dije que era obvio que se iba a despejar)
seguramente sea el hecho mas relevante del día. Y del viaje, obvio.
Con este día asqueroso, y teniendo en cuenta que por ahora no se me ocurrió nada mas
para hacer en esta bella ciudad, he sacado boleto para irme mañana a mediodía a la paz.
Me salio 20 bolivianos por una empresa que se llama Grace tours, o algo así. Son como
4 horas de viaje.

A pesar del día horrible salí a dar una vuelta por el barrio. Nadie me corre, pero siempre
tengo esta sensación extraña. Averiguar, por saber, cuantas horas hay de un lugar a otro,
cuanto sale, otras alternativas.
Camino hasta el muelle y averiguo de paso cuanto esta el alquiler de botes, kayaks y los
cosos de los pedales. Si sumamos este precio, con el horrible día que se esta sucediendo,
encontramos la causa de porque no salí a andar en bote.

*Literatura para aquellos, nota 26 del anexo

Día improductivo. Su gris me sofoco, me achato, me mato. Después de una llamada por
teléfono a casa con un sinsabor de preocupación, me quede encerrado todo el día en mi
cuarto, hasta las 6 que salí de vuelta. Mirando el techo, o haciendo quiensabeque
Digo improductivo turisticamente, salvos contadas incursiones por calesitas anónimas
pueblerinas. En lo otro, lo literario, musical y literaturistico, muy bueno (que buena
palabra literaturistico, es como la literatura del turismo, que es masomenos lo que estoy
haciendo). Compuse un reggae que me gusto mucho como suena. Pero eso no es lo
mejor. Sino que tiene unas notas hermosas, y una letra mejor.

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Copacabana se activa para las ocho, justo cuando me estoy yendo a dormir, o por lo
menos a encerrar a mi cuarto. En la paralela a 6 de agosto, su calle principal, un
mercado de todo, con todo tipo de comida al paso y ferias. Jugos, maní, maíz inflado.
Los precios de todo me parecen muy caros. El minuto a argentina por teléfono rodaba
entre los 3 y 6 bolivianos. La hora de Internet, 10 a 12. Espero que en la paz sea
diferente.
Un beso, mua.

Sábado 14 de abril. Copacabana.

Temprano amaneció, y el sol me ilumino, duribidubiduda, con frío. Abrí la puerta y el


sol entra fuerte, caliente. Compre pan y dulce, y me voy a dar otro reventón de
desayuno. El señor Celso, del hostal, esta un poco nervioso de que me vaya sin pagar.
Desde las 7 de la mañana que insiste en el asunto de cancelar.
Por lo visto, Copacabana es un destino turístico hasta para los propios bolivianos. Este
sábado, el pueblo no solo se llena de gente, sino que además se puebla de negocios por
sobre la calle, una feria de música, ropa y demás.
En la iglesia, además, se arma un gran conglomerado de combis con flores, que parecer
venir a buscar una especie de bendición. Mucha gente con flores camina también por la
calle. Un cura sale y baña con agua vendita y más flores a la gente. La virgen de
Copacabana parece ser un fuerte icono religioso en Bolivia y en toda la zona de el lago
Titicaca, pues ya lo vengo viendo desde puno. En la costanera, mas colores de lo
normal.
Después de dar mas vueltas y esperar al bus, me doy cuanta de que (hace rato) no tengo
asignado asiento, sino que estoy señores simplemente venden un lugar en el bus. De mal
humor veo como el tipo que sube mi mochila a la barriga del micro me dice “puedo
separar las cosas para que entre?”. La carpa, la bolsa, el aislante. Todo por diferentes
lados. Simplemente espero que este todo cuando bajemos, ya en la paz.

Efectivamente, el momento de cruzar el estrecho que vi en el mapa llego. Lo había visto


de repasada y note que estaba separado por una gran masa de agua. Un puente quizás?
Se rodeara el lago? Se cruzara de vuelta a Perú?
No. El estrecho de Tiquina, que es como se llama, se cruza en balsa. Primero que nada
te hacen bajar en una plaza que esta a media cuadra del agua, y te dicen que vos, tenés
que viajar aparte. En las lanchas para pasajeros. Todos los micros esperan haciendo
cola, para llegar al mismo destino.
Una lancha nos lleva por un boliviano y medio del otro lado. Son casi 800 metros y los
5 minutos estamos ahí. Mientras tanto, vemos como con lentitud la balsa que transporta
nuestro micro da la vuelta y empieza a dirigirse hacia acá. Va a tardar, pero es seguro
que lo haga lento. Si vieran lo precario de esas balsas, que básicamente son unos
tablones con un motor fuera de borda. Será profundo aquí? El cartel informativo dice
que tiene 200 metros. Será posible?
Echo una ojeada por última vez a mi querido Titicaca. El agua parece estar brava, o
movida. Una pequeña lluvia nos quiere correr, pero yo me niego a refugiarme y
perderme una ultima instantánea. El paisaje desde acá es hermoso.
Ahora, de aquí a la paz serán 117 kilómetros.

La paz, Bolivia, 6 de la tarde.


A medida que la ruta iba subiendo al contrario de lo que pensé, la temperatura también.
Las montañas y los picos nevados se veían a los lejos, la ruta de ripio. Cuando llegamos

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a la zona de el alto, la vista de la paz fue increíble. Un ollon impresionante de casas que
suben aun a las altas montañas que rodean la ciudad. Avenidas imposibles a 45 grados,
casas en diagonal. Me dije hacer un esfuerzo porque esta ciudad espantosa no me
disgustase. Pero fue imposible.
Camine por las calles en subida durante 40 minutos, buscando un puto hostal, ya que
estaba todo ocupado. No fue solo el hecho de ir en subida, sino además de estar muy por
encima de la altura normal.
La mayor bronca cuando no encuentro hostales es que se que hay otras alternativas,
pero no las encuentro, están escondidas. Por eso seguí caminando por lugares que me
querían cobrar 50 bolivianos, 40, 70, hasta que llegue a uno de 25, el “hostal dinastía”,
donde finalmente ancle debido a varias cosas: Tengo los hombros destruidos, los pies
gastados, y un cansancio padre sumado a un increíble olor a chivo.
Ya veremos que surge de todo esta epopeya.
Salgo a caminar y a cambiar plata, porque el señor del hostal me quiere cobrar cuanto
antes, pero no tiene con que. O sea, no tengo nada de cambio.
Camine como un chango para encontrar una casa de cambio, más que nada porque
teniendo en cuenta que era sábado a la tarde/noche, casi todo estaba cerrado ya. O por lo
menos los lugares de cambio. Conseguí, finalmente, cerca de la iglesia, a 2,40. Pero se
que en realidad, por lo que me dicen, esta a 2,50.
Antes que nada, acá el minuto por teléfono a argentina cuesta 2 bolivianos, cosa que
sigue siendo cara, pero no tanto como en Copacabana. Lo que si bajo muchísimo es
Internet, que esta en dos bolivianos la hora. Esta zona de la paz es fuertemente turística.
No solo para los extranjeros que vienen a visitar Bolivia, sino para los bolivianos que
vienen a visitar y hacer sus compras. Hay paseos de artesanos, ferias, unas galerías
inmensas con todo muy barato, calles cortadas con ferias de música, videos, mp3, y todo
trucho.
Bajando como 5 cuadras del hostal esta la plaza san francisco, donde esta la iglesia. Una
fila inmensa de lugares donde venden libros. Que alegría!!!. Busque y busque una
antología de cuentos bolivianos, o por lo menos que alguien me recomiende algo, pero
no. No se si la gente no me entiende, o no tiene ganas de vender o están cansados, que
se yo. Parecen que venden libros como si fueran heladeros.
Dato curioso: En las calles, en vez de dar importantes lugares en los carteles a traducir
en ingles, la mayoría esta en hebreo. Es extraño. Quizás es que haya un increíble
turismo de judíos, o no se. Logre hablar por teléfono a casa por 10 bolivianos. Encontré
también para bajar fotos por 8 bolivianos. Tengo entendido que hasta ahora es lo que
menos pague.
En mi caminata por la “calle central” de este “barrio” en el que estoy, me metí en varias
agencias de turismo para preguntar por Tiahuanacu. Pero no todos parecen saber de que
hablo. Entiendo que hay algo en contra mío.
Después de divagar un rato más, decidí volver al hotel y tomar la determinación de
bañarme de una vez. Lamentablemente para mí, en este piso del hostal el baño no tiene
ducha. Yo, por ejemplo, estoy en el segundo. Las duchas están en el primero y en el
quinto, y en el cuarto hay otro baño sin ducha. La del primer piso estaba rota, con lo
cual la única que quedaba en todo el hostal era la del quinto (muchísimas escaleras), y
eso no era lo peor.
En mi cuarto no entro parado. Esto es algo extraño, porque parece ser que mi piso, el
segundo, es el único que tiene esta deformidad: Todos los demás pisos son unos 20
centímetros más altos. Pero no, justo mi piso debe tener quizás 1,85 o 1,80. Para entrar,
el marco esta cerca de 5 centímetros más bajo, con lo cual me tengo que agachar
bastante. Por esta y demás cosas mi baño se ve suspendido.

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Viajar. Viajar para mí es acatar algunas reglas que quizás, no siempre serán las mejores,
pero son las del lugar. Es difícil conseguir un hostal barato sin estos problemas
En la calle me comí una hamburguesa completa. Así, con brotes de soja, huevo frito,
papas fritas, salchichitas, mas verduras, y algo de carne que no era una hamburguesa,
me salio 4,50 bolivianos. El día de hoy fue demasiado frito, así que ahora, en la pieza y
de manera fugitiva, me preparo un delicioso te de coca con mi hornallita y mi taza. Esto
se me va haciendo una costumbre, de a poquito.

Cuando repienso las cosas y me planteo, como ahora, que tendría que haberle dicho al
del hotel que era una cagada, me siento un boludo. O un conformista. Sucede que
cuando algo no me molesta no me quejo, y no me siento mal con esto. Me corresponda
o no quejarme. Es mucho mas lindo no hacerse problemas por las cosas que no son
problemas. De última: ¿Qué me cuesta agacharme un poquito más?
Tengo sueño, ganas de acostarme y un poco de frío. A varios metros un grupo de
“hebreos?” discuten fuertemente. Me gustaría saber que es lo que se dicen. No por
chusma, simplemente porque me gustaría saberlo. La siempre soledad de mi cuarto se
ve invadida por algo esta vez. Uno nunca esta solo con un tubo fluorescente. Su
prrrrrrrrrrrrrrr constante es una infinita compañía.
Gracias tubo, súmate a mi comunidad de mate, charango cuadernos y libros. Hasta
mañana

Domingo 15 de abril. La paz, capital del país de evo

Previa anotación: Ayer a la noche cuando fui al baño me golpee por segunda vez la
cabeza contra el marco de mi puerta, que me da justo arriba de los ojos.
Bolivia pare ser mas vago que Perú. A las 8 y monedas, salí en busca de pan y agua
caliente. La mayoría de los comercios permanecen todavía cerrados. Como siempre,
esta misión difícil de argentino (o en verdad de cualquiera que tome algo a la mañana)
de encontrar agua caliente para el mate se vuelve rutina. Tampoco encuentro pan, a
diferencia de todo Perú y Copacabana que la gente desde las 7 ya estaba en la calle con
sus canastas. Las cholas.
En la paz hay algo que me impresiona. Los chicos que están por toda Bolivia y Perú,
lustrando zapatos, acá usan pasamontañas. Se los ve en las esquinas, todos tapados, con
los ojitos al aire nomás, y el cajoncito de lustrar. Me hacen acordar a los piqueteros.
Una imagen aterradora, esto de verle solo los ojitos.
Después de conseguir el agua por dos bolivianos, camine un par de cuadras y conseguí
pan. Extrañamente, mas caro que en Copacabana. Acá son 5 panes por 2 bolivianos. Le
compre 3. Camine un par de pasos mas y me metí a buscar mantequilla en una tienda.
Después de una charla con el señor de la tienda, le pregunte cuanto estaba el pan y me
dijo el mismo precio al que lo había comprado. Además, me cobro la mantequilla el
doble de lo que la venia pagando. Cuando le conté que ya había comprado el pan en otro
lado me pregunto donde, y me dijo que a las señoras de la calle no había que comprarle
porque era pan viejo y contaminado por smog. Comienzo a ver indicios de que estoy en
la ciudad. La feroz, angurrienta y avara ciudad.
Hoy, tranquilo, analizare el asunto de Tiahuanacu. Quiero ir bien, tranquilo, barato y sin
correr. Así que veré como esta el tema de las combis, o de las excursiones. Quiero
recorrer Tiahuanacu con un guía que me explique todo. Quiero aprender viendo y
escuchando todo lo que pueda sobre esta extinguida civilización.

62
Me olvide de preguntar también cuanto salen las combis a Copacabana, porque tengo
entendido que son cerca de 5 o10 bolivianos, pero no te dejan en la zona turística como
los buses de 20 bolivianos. Siento que acá todos se tiran mierda mutuamente, que acá si
llego la globalización, el egoísmo y el pensar en uno solo.

Lo peorisimo de este hotel es que la mínima ventana que tengo, con un almanaque del
año 95 con una mujer en jeans que la tapa, esta herméticamente cerrada. Y la luz del día
no llega nunca. No corre el aire y ahora que salio el sol, de mañana, sigue haciendo un
frío de la muerte. Extraño Copacabana. Extraño mis desayunos acharangados con el sol
entrando por la ventana, y el Titicaca de fondo.
En mi cama no entro ni a ganchos, ni en diagonal. Encima tiene parantes adelante y
atrás, así que no la zafo ni durmiendo fuera del colchón. La mejor será, por estos días,
dormir en el piso.

1 de la tarde-
Camine, y camine, y camine, .y cami...
Y camine más. Por empezar, fui preguntando por el Tour a Tiahuanacu. Eso quedaba
cerca, a 5 o 10 cuadras de mi hotel. La cosa es así. El tren no funciona mas, hace rato se
vendió y nunca mas volvió. Las combis que te llevan para allá, salen 10 bolivianos ida.
O sea que ida y vuelta son 20 bolivianos. Los tours, te cobran 50 bolivianos el
transporte y el guía, con lo que prefiero tener guía por 30 bolivianos mas, y tener la ida
y vuelta asegurada. Tengo muchísimo interés en la cultura Tiahuanaca, ya que me
parece mucho más interesante todavía que la incaica, que la precede.
Después de recorrer varias agencias, me fui para la iglesia de san francisco. Requete
lindo. No podía faltar, el señor que casi me caga con al venta de las artesanías. El verso
empezó como siempre. Que hago mucho trabajo, que mira que lindas son, que mira que
baratas te las dejo, hoy no vendí nada, usted tiene plata, etc etc. etcétera. Empezó con
las dos estatuitas a 20 bolivianos, un precio y un producto que no quería de ninguna
manera. No me interesaba comprar todavía nada así. Pensaba en que se me podían
romper, en que era al pedo. Me empezó a perseguir como loco por la plaza frente a la
iglesia hasta que después de pasar por 15, 10 8, termino vendiéndome las dos piedras
talladas a 5 bolivianos. Me sentí un estúpido si no las compraba. Dos piedras con
figuras tiahuanacas, talladas, por solo 5 bolivianos. 2 pesos con 50.
Después, averiguando, el precio normal era ese. Como en toda feria, uno termina
comprando cosas que en realidad no quiere, simplemente porque esta barato.
Atrás de este señor vino un insoportable y angustiante manguero: un tipo que decía
tener internada la madre, que necesitaba plata, que nadie le daba, que todo el mundo
hacia mal las cosas, muchas preguntas de donde venia, a donde iba, que hacia. Logro
ponerme nervioso consecuentemente, a lo que al final le di 1,70 bolivianos. El individuo
no tubo mejor idea que responderme “mejor que nada” y por fin irse.
La paz entero es una feria. Tiene alrededor de 10 calles (o por lo menos las que yo vi)
por lo menos, cortadas totalmente con puestos y gente tirada en la calle. Comidas,
bebidas, artículos de limpieza, música, tecnología, pescados, semillas, bazar. De todo,
todo lo que uno se puede imaginar. Camine esos miles de cuadras observando siempre
la terrible geografía de la paz, donde las casas suben de repente por empinadas cuestas a
más de 45 grados. Volviendo a la plaza me compre unas pequeñas huaquitas por 1,50
bolivianos cada uno. Me pareció un buen precio, teniendo en cuenta que significan
mucho para mí y para el que vaya a regalar.
En la plaza de la iglesia, de vuelta, me comí dos empanadas de papa, pollo y huevo.
Unos increíbles guisos dentro de cada una. De postre, un pequeño helado plástico.

63
Después de divagar largo rato por las calles, y mirando de reojo varios diarios, confirmo
de una vez lo que ya había venido pensando desde que entre a este país. Bolivia tiene un
gran problema con su país limítrofe, Chile. ¿Quien no tiene problemas con ellos?
Ya en el Titicaca y en todas las zonas de fuerzas navales (únicamente ríos y lagos, por
razones obvias, no?) había visto una especie de leyenda que decía “tenemos que
recuperar lo que un día fue nuestro” o “el derecho a una salida al mar es necesario”. Me
pregunte entonces. ¿Porque Bolivia no tiene salida al mar? Por lo que tengo hasta ahora,
en alguna guerra, batalla o lo que sea, Chile se la robo. Bolivia ahora exige su salida al
mar, pero tengo la impresión que no tiene con que amenazar. Las calles de la paz están
llenas de cholas por todos lados. No veo ni un solo policía, pero tampoco veo rastros de
inseguridad.
La clave del éxito para hacer durar esta plata escurridiza, es salir con poco. Siempre que
gasto mucho tengo la sensación de que fueron miles, pero después pasándolo son 10 o
20 pesos. Con el tema de los barato es difícil. Es bastante difícil saber cuanto valen las
cosas, aunque debe ser poco. Uno piensa que dos pesos es poquísimo para una piedra
tallada, y sin embargo lo siguen bajando y bajando, y al final resulta que todo el mundo
la vende a ese precio final, el mas barato. Uno nunca paga el precio “mas barato”. El
valor de las cosas es, por eso, intrínsicamente personal. Si pensamos en una piedra
tallada, y 5 bolivianos, vemos 10 panes, un almuerzo quizás. No tenemos oportunidad ni
relación para comparar y saber cuantas horas de trabajo dedico el tallador en hacer ese
objeto. Por eso es puramente personal. Cuando compras más caro de lo que vale hay
que pensar, por sobre todo, que es lo que nosotros consideramos su valor por algo que
queríamos. Su costo de labor, o el mismo deseo de poseerlo.

Un par de vueltas más, y finalmente, a la vuelta para el hotel, termine reservando el


Tour para ir mañana a Tiahuanacu. El Tour me salio 50 bolivianos, y allá hay que pagar
la entrada a las ruinas, que son 10 dólares. Es caro, pero voy a ver si puedo zafar con el
carnet de estudiante que me abarato el costo en el machu pichu.
Odio volver al hotel y que haga tanto frío acá adentro por la ausencia de ventanas que
dejen entrar al sol. Afuera esta agradable y acá adentro esta helado. Dentro de este hotel
parece no despertar nunca el día.
Después de reservar en la agencia trace con la chica de ahí, junto con un mapa que me
presto, lo que será mi recorrido por Bolivia. Pensamos masomenos una ruta, ya que ella
me decía algunos puntos de interés. Me dieron muchas ganas de ir para santa cruz y
hacer el camino de las ruinas, según cuanto sea su valor. (Ruinas jesuíticas, claro) Por lo
pronto no estoy espantado ni nada de eso en ir para aquellos pagos.

A la tarde, de vuelta, salí a divagar por las decenas de librerías que había sobre la calle
que bajaba cuando salía del hotel. Son muchos puestitos de miles de libros, muchos
usados, donde la mayoría va a consultar por material escolar. Así que ahí por fin, sacie
mi sed de lectura de escritores bolivianos.
Me compre 4 libritos de diferentes autores, que no son todos, obviamente, pero para
empezar esta bien. Me compre uno también muy lindo e interesante, que trata sobre el
conflicto de Chile-Bolivia. Todo lo pague 4 y 5 bolivianos. Después camine bajando por
la avenida principal, para el lado del mirador. La avenida se llama 16 de julio, y son
bastantes cuadras, mas teniendo en cuenta que baja a un ollon que es la ciudad, para
después volver a subir al mirador. Después de caminar como una hora, llegue a la puerta
de lo que es el parque en el cual esta el mirador. Se llama “laikakota”, y en la puerta
había una cola impresionante hasta una puerta de ingreso donde un cartel anunciaba el
pago de una entrada de 3,50 bolivianos. Saque unas fotos por ahí, y no es que me fui

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para no gastar, sino que era un cupo de gente limitado y ingresaban a cada rato un par.
No tenia ganas de hacer cola. Nunca tengo ganas de hacer cola, y acá no va a ser la
excepción.
Al bajar visite un par de museos pero todo estaban cerrados. Claro, hoy es domingo. El
de arte contemporáneo salía 15 bolivianos pero no valía la pena, por lo cual no entre.
También me fui caminando hasta la plaza murillo, donde esta el palacio legislativo. La
plaza del frente es pintoresca, y había muchísima gente sacándose fotos y haciendo
huevo por ahí. Muchos vendedores, muchas palomas, mucho de todo. Para la vuelta
agarre una calle peatonal que también era feria. A diferencia de la primera que había
agarrado, acá había más que nada cosas de tecnología, o electrónica. Un grabador de
voz estaba desde 60 a 95 bolivianos, pero no se. No me anime a comprar.
Ahora ya totalmente limpio, después de una ducha fría en el hotel (la ducha es de esas
eléctricas que se prenden al abrir la canilla, peligrosas y por sobre todo acá petisas. Me
llegaba por el hombro), me dispongo a tomar un mate, como no lo hacia hace bastantes
días.
Para la cena salí a girar por las conocidas calles de vendedores y me comí una humita y
un paty completo. Después de 40 minutos de Internet me fui a la cama acompañado por
el frío que me iba dando empujoncitos certeros en la nuca. Un beso, mua

Lunes 16 de abril. El día de Tiahuanacu

A pesar de todo, entiendo el ingles y más que nada este ingles indio. La guía que me
toco hablaba en ingles porque hubo un grueso malentendido, ya que yo me tendría que
haber ido con el otro grupo. Salimos temprano, o me levante temprano en el hotel,
porque una combi que había arreglado el día anterior en la agencia me pasaría a buscar.
Con el lugar justo, agarramos primero por las callecitas internas para buscar a más
extranjeros, y finalmente encaramos para el alto. El alto es la parte alta de la paz, desde
donde se puede ver este ollon impresionante. Después de cargar nafta en la ruta
reconocí el tramo que hice junto con los dos peruanos a la ida a Perú. El camino a
desaguadero, que es donde da esta misma ruta si la seguís.
La cultura Tiahuanaca es muy interesante, o lo son las ruinas por lo menos. Los grandes
grabados de las piedras, las vasijas, los instrumentos. La era Tiahuanaca, que duro
mucho mas que la de los incas, fue mucho mas fructífera e interesante que la inca.
Los monolitos, los templos, la arquitectura perfecta y dedicada. Además del hecho
deque hoy en día sigan descubriendo cosas acá, mientras camino los senderos.
Las ruinas, como era de suponer, las descubrió un español. Pero hoy en día son del
gobierno boliviano. Al parecer nadie se dio cuenta de ellas y hay varias construcciones
que fueron demolidas para usar de escombro en la ciudad, así como también se
destruyeron buscando oro en su interior.
Mientras camino, me es difícil no mantener la vista constantemente en el suelo,
descubriendo lo que nadie descubrió. Esa piedrita con forma de flecha, esa piedra
escrita, ese legado dejado, olvidado, perdido. Cuando subimos a la pirámide con forma
de cruz andina, me agite mucho. El guía me dice “viste, hasta yo que lo hago todos los
días me agito” “acá hay una especie de energía que hace que te falte el aire”. Con esas
palabras que no necesitaba oír, pero que agradables fueron, recibí esa energía. La
energía esta en todo, en todos lados. Todo el tiempo. Siempre y cuando uno tenga ganas
de recibirlas, las energías aterrizan como una fuente inagotable que nos da el cosmos, el
mundo. Tiahuanacu. La cultura Tiahuanaca es increíble, y quiero conseguir ya un libro
de ella.

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En el predio de las ruinas pasa una estación de tren, con el nombre de Tiwanaku. Que
extraño ser habrá condenado al cierre de este tren, tal como nos pasa en argentina? Es
extrañísimo verlo.
Cuando terminamos de recorrer las ruinas se presento el almuerzo. Me siento un paria,
pues no he abonado como todos estos extranjeros el plus para sentarme a comer en la
mesa. Mal que mal saco mi paquete de galletitas, y mascando pedazos de pan que la
gente no usa, rehúso del almuerzo. Un perro callejero se me acerca, y le doy al última
galletita.
Cuando nos vamos, veo de vuelta hacia atrás. Tal como explico el señor que nos guió
según la teoría de las balsas de totora, la cuenca que rodea las ruinas algún día pareció
tener agua. Imagino al inmenso Titicaca bañando hasta lo más adentro a este pueblo. Mi
cabeza corre y no la alcanzo.

Cuando volvimos de la ruinas, ya en el alto, vi una la paz diferente. Claro, yo llegue un


sábado, y por lo visto, como toda capital, la urbe descansa los fines de semanas. Pero
hoy esta todo, todo, todo abierto. Lo increíble, todo tan barato. Miles de casas de música
con miles de instrumentos para llevarse. Es todo tan lindo. Pero he formulado, pues
estaba en la plena perdición, la clave perfecta para no andar comprando al pedo todo lo
que esta barato, considerando que no tengo espacio ya en la mochila.
1- que es?
2- Tengo uno ya?
3- Cumple su función el que tengo?
4- Me sirve para algo más además de hacer bulto?
5- Es esencial comprarlo acá y no en Villazón, más cerca de casa?
Y ahí entonces, ya esta. No lo compro. Los charangos (mejores que el Mio) no bajan de
los 300, algunos 280, otros 270, lo cual mi charango sigue saliendo mas barato. En mi
caminata por negocios encontré entre otras cosas, una batea enorme de monedas.
Monedas viejas, de muchos países. Encontré los soles enormes que estaba buscando.
Las monedas viejas del Perú, que tanto rastro tienen de la cultura inca.
Mientras buscaba las monedas, la cholita que atendía se me sentó a hablar. Hablamos
largo rato. Me pregunto de donde era y le dije que de argentina. Ahí me empezó a
contar que estuvo 6 años trabajando en argentina. Le pregunte de que y me contó que de
costurera, para los coreanos. Es increíble. Me contó que algunos coreanos son buenos y
otros malos, y que a ella le toco trabajar con uno bueno. Le pregunte como era la
jornada diaria, recordando que hace un tiempo hubo bocha de allanamientos de estas
hilanderías en varios barrios de capital, y me describió así:
Me contó que entraba a las 7 de la mañana, a las 9 tenían 15 minutos para desayunar
(porque no llegaban a desayunar en la casa ya que no le daba el horario), a las 13 les
daban otros 15 minutos para almorzar, y que de ahí en adelante hasta las 12 (si, las 12
de la noche). Impresionante. Me dijo que el problema más grande que tenia ella era que
no le daban las horas para descansar (como si eso fuera el único problema) y volver al
otro día. Más que nada porque justamente no llegaba a tiempo porque vivía lejos, y
volver a las 12 de la noche le costaba mucho tiempo, con lo que dormía no más de 4
horas por día.
Me contó después que alguien le ofreció en un momento un trabajo en mercedes, y se
fue para allá (casualidades de la vida), entonces me dijo que junto con la familia, cerca
de Gowland, plantaban y cosechaban hortalizas. Hablamos de mercedes y me dijo que
conocía Almeyra. Dice que esos años le encantaron, que recuerda con nostalgia porque
extraña las comidas, la carne y la familia con la que vivió durante algún tiempo. Me
contó también que los alimentaban y trataban muy bien, a pesar de ser los únicos

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bolivianos por esa zona. Que les regalaban la ropa y no tenían entonces necesidad de
salir a comprar. Entonces toda la plata le quedaba limpia para mandar al resto de la
familia acá en Bolivia, porque el cambio era muy favorable. Hoy me cuenta que ya no,
porque antes ganaban 300, o 400 pesos y eran cerca de 2000 bolivianos. Hoy el cambio
no favorece tanto. Que cuando menem se llevo todo (ja) y el dólar cayo, o sea, el peso
cayó, ya no les convenía volver más.
Termine la transacción, me levante, la salude y me fui.
Seguí caminando por varios negocios y conseguí por fin, en uno de ellos, las ansiadas
banderitas que tanto buscaba para mi gorro. Tengo ahora 3 de mi cruzada interpaises
que voy haciendo. Las conseguí bastante baratas, 3 Bs. cada una.
Ahora ya en el hotel, tengo que ordenar todo y tengo muy pocas ganas. Entro al cuarto y
veo el quilombo. Cada vez que llego a algún lugar, mi mochila es como un volcán en
ebullición cuando saco algo. Y cuando me voy, ay, cuando me voy es imposible.

*Literatura para aquellos, nota 27 del anexo

Martes 17 de abril. La paz, bus hacia Cochabamba

Temprano amaneció. Cuantas veces empecé así ya, no?


Por fin abandone ese cuarto podrido en el que no entraba, en el que me golpeé tantas
veces la cabeza y en el que el baño era una reverenda cagada. En conclusión, todo eso
que elegí yo por unos días.
Ayer a la noche termine la carta a los jóvenes latinos, con respecto al tema del mar y los
problemas entre Bolivia y Chile. No se que me propongo, pero es algo que tengo que
hacer. Siento que lo tengo que hacer. Difundir por diario, por mail, donde sea. Es un
resumen grande del libro que me compre sobre eso, y me pareció algo terrible.

*Carta a los jóvenes latinos, nota 28 del anexo

El viaje a la paz - Cochabamba no es necesario hacerlo de día. El paisaje es lindo, si,


pero nada que no se vaya de lo normal después de viajar tanto, salvo que la altura sube
mucho mucho. El camino se extiende en varios tramos como rectas rectas, después sube
montañas, tiene tramos asquerosos. Pasa únicamente por pueblos chiquitos y desolados.

Creo que mi cruzada en el viaje es algo así como ver cual es la peor pocilga y mas sucia
en la que me pueda meter. Pero pienso que este sacrificio que no me molesta en lo mas
mínimo, sirve para poder llegar a hacer cosas que me salgan un poco mas de plata, sin
pensar que no me alcance. No se trata de tomar las propias decisiones? Y si estoy solo
igual, por ahora no importa. El día que lo haga de a dos será mas complicado.
En Cochabamba me aloje en el alojamiento “anexo aroma”. Alojamiento y no hostal,
claro. Por eso las paredes manchadas de algo que no quiero saber que es, blancuzco,
moquiento. Pero no me aflijo, pues son mis decisiones como dije antes.
Cochabamba es una ciudad colonial. Mañana la voy a recorrer integra, y creo que
pasado me iré, ya que no me tienta mucho ir para otro lugar con alguna de las
excursiones y volver para acá de vuelta. Creo que hasta ahora este hostal, es el peor.
Queda decidir entonces si mañana (Pasado) me voy a algunos de los pueblos que rodean
a Cochabamba, ya que hay varios puntos de interés según la guía de turismo. Hay
iglesias, construcciones, ruinas y hasta huellas de dinosaurio. Pero no son destinos

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cortos, salvo uno. Y la verdad que no tengo ganas de viajar 3 o 4 horas a un lugar que
no se si va a haber algo, pasando un rato y después volver.
En todo Bolivia, he aprendido algo. Aquí las cosas no se pagan, solo se cancelan. Lo
gracioso es que la enseñanza vino en vivo y en directo, en el momento que la señorita
del hotel me dijo “quiere cancelar ahora su habitación” a lo que respondí Que?
Súbitamente la felicidad nace como una flor. Dentro de mi habitación, mi violín
(charango) y mi mate alimentan a esta.
Cochabamba parece una ciudad inmensa y hermosa. Por lo visto en algún momento fue
de la aristocracia colonial, y ahora solo se conservan sus quintas y mansiones al borde
del lago.
Por fin conseguí menús para la cena con lo que yo quería. Acá, a 5 pasos de mi hostal,
por 5 bolivianos tengo las típicas buenas comidas que estuve deglutiendo por Perú.
Extraño la carne horriblemente, le ponen muy poco a todo, ya que es cara y pésima.
Después de cenar en este comedor dentro de otro hotel, rodeado de muchísimos
especimenes pueblerinos de Cochabamba y de un televisor con noticias, me cruce
enfrente a un locutorio. Conseguí un precio increíble caminando por varios, y llame a
casa a eso de las 10 de la noche. Tuve una suerte inmensa porque estaba toda la familia
dando vueltas por casa, despidiendo a santi que se estaba volviendo a su tierra tana. Me
salía 50 céntimos de boliviano el minuto, lo cual es un regalo. Madre estaba bien, pero
ya todos preguntaban cuando volvería.
Y si, la vida es así che. Uno, no contento con algo, busca más. Pero... si después no
puedo volver al algo de atrás?
Extraño mucho la música. Pero de haber viajado con ella no podría haberme puesto a
leer, escribir y componer. Se me ponen los pelos de gallina cuando perdido entre el
ruido de estas ciudades escucho algún parlante rotoso emitiendo algo que a mi me gusta.
Me impresiona lo que necesito la música, lo que siento y vivo con ella.

Miércoles 18 de abril. Ciudad aristócrata de Cochabamba

Esta buenísimo. Todas las mañanas me levanto con ganas de ir al baño, y después,
durante el día, no más. Es como si mi cuerpo se hubiera acostumbrado a este perpetuo
estado de viaje, en el que seria letal que durante el día me agarren ganas. A veces
también me suelen agarrar de noche, pero no es nada que me preocupe ya que me
acuesto temprano.
Camine por el costado de la avenida que bordeaba el lago, buscando la bendita ruta que
lleva hasta el cristo allá en lo alto, que se veía desde lejos. Los barrios más lejanos del
centro son de vista hostil, pero como en todo Bolivia nada pasa. El problema más
grande lo tuve con el sol y el camino de subida al cerro. No lo encontré, casi me perdí.
En un pasillo que bordeaba una calle, alambrado, tuve que hacer marcha atrás y volver
al camino principal, ya que el asunto se ponía medio denso: bolsos y ropa tirados por
doquier, forros, sangre.

11 hs. Cristo de la concordia, casi 3000 metros, Cochabamba


El cristo de la concordia es realmente una obra hermosa, además de inmensa e
imponente. Después de 40 minutos o una hora de ascenso, es una satisfacción grande
ver una cosa estéticamente tan linda e inmensa. Tengo una fe encerrada adentro de una
nuez, una inmensa fe en algo, en la paz, en el amor. Es el lugar, la energía si esta acá.
De espaldas a la ciudad, de frente al cristo.

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Las facciones tienen paz, las manos tienen paz. Acá todo tiene paz. En la base del cristo,
un señor vende cosas. Ofrece al mundo agua y jugo en sachet, lo cual es buenísimo y
barato. Por lo visto acá en Bolivia PiL hace todo. Las galletitas, los jugos, las mantecas,
los yogures, el agua y demás comestibles.
Alucinado con la energía del lugar me quede largo tiempo, mirando, pensando,
cantando, balbuceando. La placa a uno de los costados del cristo sentenciaba: “este es
mi mandamiento. Que se amen unos a otros como yo los he amado”
Estoy decidido a descansar un poco acá arriba. Mas arriba, mucho más arriba del cielo.
Criatura del señor. Un perro rengo acá arriba. Como habrá llegado? Podrá bajar? Y si
quiere y no puede? Y si, rengo, hizo el sacrificio de subir para ver si dios lo sanaba?
Que hago acá? Que me mueve a seguir subiendo y bajando a lugares tan altos?

En la bajada de vuelta de el cerro del cristo, entre a lo que era la casilla de el teleférico
que llevaba arriba. La verdad es que me lleve una sorpresa con el precio de este, pero de
todas maneras no me entristecí por haber hecho el trabajo de subirlo y bajarlo a pata.
Salía 3 bolivianos, o sea nada.

Alojamiento, dos de la tarde.


Camine, camine, camine y camine. El mapa de Cochabamba es un poco confuso, en
cada lugar que decía que había algo tenia que dar la vuelta entera a la manzana para ver
si encontraba “algo” que no sabia muy bien que era. Mas que nada iglesias y casas
viejas, enormes.
Cuando por fin llegue a la plaza, haciendo zigzag, me comí dos empanadas. Después
seguí caminando y recorriendo todos los pasajes (que son dos) hasta encontrar en uno
libros y mas libros. Y por fin, después de búsquedas sin buen resultado, encontré la
ansiada antología de escritores bolivianos. Pague 25 Bs., pero por el libro que es, no es
caro. Tiene como 300 páginas con todas las épocas, corrientes y demás divisiones que
se pueden hacer sobre la literatura de un país.
En el puesto de al lado había mas monedas de las viejas, que no resistieron mi embate.
Me lleve unas paraguayas, y otras viejas de Bolivia.

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Cansado volví al hostal, aun sin terminar el city Tour, porque el calor y la cantidad de
cuadras que camine lo hicieron infranqueable. Tengo la idea de continuar ahora aunque
sea con la idea de llegar a la casa de Adela Zamudio, una de las escritoras que estuve
leyendo en estos días y me agrado bastante. Después de sentarme y descansar sentí
hambre de verdad, así que me fui a comer un pollo con papafritas, arroz (obviamente), y
una gaseosa. Gaste muchísimo en un día, pero fue porque hice muchísimo.
Mientras veo el libro de la literatura boliviana, contento, viene a mí como una pluma un
recuerdo no tan lejano

*Literatura para aquellos, nota 29 del anexo

Cuando salí a comprar galletitas esta tarde, un grupo de argentinos hablaba con un señor
más grande. Empecé a caminar como haciéndome el desentendido y después de unos
segundos el señor grande me alcanzo. Me pregunto que como andaba el mate
(seguramente me habrá visto con el termo bajo el brazo) y le conté que ya casi no me
quedaba yerba, que no sabia como conseguir.
Sin saber el nombre de este señor, fuimos al mercado del final de la calle aroma donde
me condujo por extraños pasillos, a un lugar donde daban agua caliente. Es extraño
porque adentro de estas ferias grandes hay espacios abiertos donde se arman mesas con
sillas para almorzar o cenar. Realmente, si estaría solo, no entraría.
Después me contó que en Bolivia toman mate a escondidas, y que en los negocios hay
que preguntar por otra cosa, porque para ellos el mate, es lo que seria nuestro te. Así que
conseguí por 8 bolivianos, un paquete de yerba endulzada, que tenia ahí escondida (son
menos de 4 pesos). Era lo único que tenia, pero perfecto para mí.
En Cochabamba se puede conseguir entonces agua caliente por un boliviano, en las
mesas largas de desayuno y merienda que están sobre la avenida aroma, y en los
mismos puestos dentro de los pasillitos del mercado, que están siguiendo por la calle
aroma para el lado de la laguna.
La yerba se consigue en ese mismo mercado por 8 o 10 bolivianos.

Definitivamente en el hostal hay personajes muy muy muy extraños. Hoy cuando volví
a la noche, vi a una especie de travesti boliviano. Una cosa bastante bizarra porque era
un señor, feo, dentro de un vestido brilloso con tacos y un sombrero más grotesco
todavía.
Ya esta. Ya escribí a todos la carta a los jóvenes latinoamericanos. Ya esta escrita, que
no es poco. Es solo el comienzo que nunca es poco. Mañana me voy a ir a santa cruz. Si
señor. Por la mañana me voy a ir. Creo que son bastantes horas de viaje por lo que es el
precio que averigüé hoy, pero mañana veré.

Jueves 19 de abril. Casi las 9 de la mañana.

El boleto hasta santa cruz me costo 40, lo que redujo mi capital bolivariano de 100 a
casi nada. En la terminal, al mejor estilo crónica, un flash muestra cuerpos caídos al
costado de una ruta. Un micro del dorado, que ayer a la noche venia de santa cruz,
desbarranco y hay ya 25 muertos. Me acuerdo que cuando llegue a puno, un diario decía
que en arequipa habían chocado 3 micros, con muchísimos muertos. Yo se que tengo un
ángel, pero no se porque. Siento que nunca me podría pasar nada así. Como que cuando
avanzo avanzara conmigo una energía arrasadora que destruye todo eso que se interpone
entre la felicidad y yo. Que hay algo que no deja que se arruine este sueño de viaje, esta
búsqueda.

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No es algo bueno para empezar la mañana la noticia, pero hay mucho sol y alegría en mi
ser.
El camino se hace ameno. A medida que avanzamos charlo con la gente. En los últimos
viajes que hice, en estos micros de línea, ya no veo ni un solo extranjero o turista.
En la ruta, pasamos por el lugar donde anoche cayó el micro. Hay mucha gente
mirando, y hasta los micros frenan para que la gente baje a mirar. Es terrible. El
precipicio no es grande, pero la ruta hace una curva en este horrible y constante camino
de cornisa donde parece que el chofer se durmió. Hay 100 o 200 metros hasta el micro,
que quedo totalmente chato. Hasta que me fui de la terminal decían que había 26
muertos y ningún sobreviviente.
En el micro se discutieron sobre los precios. Parece ser que el pasaje valía en realidad
25, y a todos se los vendieron a precios diferentes, aun a los mismos bolivianos.
El problema esta en que estos tipos son verdaderos soretes de las oportunidades, y te
revenden pasajes de empresas que no son las suyas, a un precio más alto para ganar su
comisión. El micro salio retrasado encima como una hora y media y la chica que me
había vendido el pasaje me esquivaba todo el tiempo, no me daba respuestas sobre nada.
Discutí fuerte, con nervios, pero al final siempre cedo con una sonrisa.

Mediodía.
El paisaje ha cambiado impetuosamente. Una selva espesa y densa cae ahora arriba de
las montañas, muy parecida a las peruanas en el Machu Pichu.
Nos detenemos en un puesto de control en el que nos hacen bajar a todos, y revisan
además los bolsos que hay debajo. El micro se esta sacudiendo bastante en ruta debido a
el asfalto destruidos y los micros en mal estado. Los caminos parecen harto peligrosos.

3 de la tarde. El sabor de la humedad. Hasta la lapicera escribe mejor ahora que el aire
se llena de agua. La temperatura, a la sombra, 33 grados.
Frenamos después del puesto de control en un lugar que parecía ser un comedor. Es
impresionante el calor que hace, hay palmeras, hay bananos, hay gente semidesnuda
caminando y mojándose la cabeza al ritmo de un señor que vende yogur congelado.
No almuerzo en el comedor pero me compro para saciar mi hambre unas frutas que
parecen estar de diez.
Después de más de una hora proseguimos el camino, no sin antes mojarme la cabeza
varias veces.
Es impresionante el cambio, increíble.

10 de la noche.
Bueno, haber. Voy a intentar explicar como es que son las 10 de la noche en santa cruz,
y tengo 32 grados.
Todo cambio. Hace algunas horas que entre en la selva misionera. La espesura frondosa
del verde. El calor se hizo insoportable. Me acabo de dar una ducha de agua fría, para
ser gráficos.
A las 9 de la noche llegamos por fin a santa cruz. Después de unas 11 horas de viaje y
mil paradas. Al lado, un niño durante todo el viaje llorando y gritando, moviéndose.
Extrañaba por sobre todo el calor. Pero además este calor húmedo, plagado de bichos.
Estamos a 600 metros, bajamos ya de las cumbres andinas.
Para la hora de la cena me comí unas hamburguesas ya que estaba famélico de hambre y
fue lo primero que encontré. Al llegar a santa cruz, la búsqueda del hostal fue bastante
corta. Frente a la terminal había un par de residenciales y después de preguntar en dos o
tres, y teniendo en cuenta que el centro queda a unas 20 cuadras, me quede por esta

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zona. Lo hice en el hostal “7 de septiembre” o algo así que esta pasable, sino es
demasiado. Salvo por las especies de cucarachas que hay por todos lados, esta todo
bien. Cada vez que mato 1 aparecen 5 de no se donde, que se meten en todos los
recovecos de la mochila y la cama. Estoy bastante cansado. Agotado, diría. Mañana será
otro día.

Viernes 20 de abril. Ciudad calurosa de santa cruz.

8 de la mañana. Calor insoportable. Insostenible. Me siento como esos días de verano en


que ya no te podes ni levantar de la cama del calor que hace, y eso que son las 8 de la
matina.
Algo que no extrañaba era transpirar tanto las manos. Me levante temprano para salir a
averiguar como voy a las misiones, y después me fui hasta la plaza central en taxi.
Pregunte bien como hacia para ir en pata o colectivo hasta ahí, pero de alguna manera u
otra me dieron a entender que ir en taxi era mas recomendable.
Santa cruz es diferente. Se me hace como un país aparte la llanura ésta. Acá no se ven
cholas por todos lados. Acá hay gente de todos los colores, y hasta blanca. Acá hay
colectivos de línea, y hasta un festival de teatro independiente!!!
Acabo de leer en uno de los tantos mapas que conseguí, que santa cruz tiene una
temperatura promedio de 30 grados. Así que tengo suerte, porque estamos en promedio.
En la plaza principal de Sta. Cruz, hay mucho verde. Es muy lindo, todo coronado con
la iglesia increíble que ya tiene toques un tanto jesuíticos.
La ciudad se la ve más civilizada que el resto de Bolivia, cosa mala y cosa buena.
Bolivia tiene, para mi, su identidad. A diferencia de argentina, fue a través del tiempo
remarcándose, como el único bastión de la cultura precolonial. Santa cruz en cambio,
tiene pinta de ciudad. De una ciudad como cualquier otra, que tiene su identidad, pero
no la boliviana. Como una gran ciudad, con todo lo que tienen ellas gracias a la
globalización y la comunicación en vivo.
A la vuelta de la plaza me tome un Bondi, que me salio obviamente mas barato que un
taxi. Cuando llegue a mi hostal, en vez de entrar me cruce de vuelta a la terminal para
preguntar cuando y cuanto sale el micro que sale para la zona de San Javier. Conseguí
para eso de las 7, 8, por lo que tengo que hacer tiempo hasta esa hora.
Compré boleto entonces para hoy a las 8 de la noche a san Javier. Ahí comienzo el viaje
por las ruinas jesuíticas, para después pasar por concepción, San Ignacio, San Rafael,
Sta. Ana, San Ignacio, San Miguel, y de ahí por ultimo a san José de chiquitos.
Son las 3 de la tarde en la terminal bimodal (tren/bus) de santa cruz. Escribo. Leo.
Escribo. Pienso. Leo. Escribo.
No me gusta viajar de noche en este tipo de viajes. Sin embargo me encanta. No para
dormir, sino para escuchar y observar la nada, el camino oscuro, el silencio. Digo que
no me gusta porque no puedo ver lo lindo de los lugares por donde vamos pasando.
El taxista me dijo hoy que las de Santa Cruz, son las bolivianas mas lindas. ¿Quien
sabe, no? Quizás si para ojos claros, porque la mayoría son blancas o mestizas. Pero en
Perú, señores, he aprendido a ver la hermosura de un rostro aindiado y quemado por el
sol, las dos trenzas que bajan desde el cielo y la manta multicolor que envuelve la vida
de cada persona que camina por la tierra. .
La espera en la terminal se hace entonces amena, mas cuando me acompaña un mate y
el libro que me gusta. Mientras tomaba mate me compre una especie de chipas muy
ricas, pero nunca como las que hace mi hermanita en casa. ¡Como las extraño! Y a mi
hermana también, obvio.

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Ya entendí el problema que me esta trayendo el calor para el viaje. La ropa ligera ocupa
menos lugar, mientras que el abrigo más. He aquí la terrible encrucijada. Si la mochila
esta al tope, y saco ropa ligera y meto la abrigada ¿Como es que esta ira a entrar?

19:30. La empresa por la cual iba a viajar no salio porque no llegaban ni a 1 octavo del
micro. Así que nos transfirieron a otra empresa. El problema es que al final terminó
viajando más gente de la que entraba y viaja gente parada. Tampoco hay lugar para el
equipaje, por lo que hoy la mochila viaja conmigo.
Empiezo a pensar (mirando mi mochila) que el viaje va a durar cuanto dure la abertura y
el desgarro que tiene la tela de la mochila. La verdad es que montagne me desilusionó.
La cantidad de cosas que entran en ella, sumado a las cosas que cuelgan, seria imposible
llevarlo en otra cosa que no sea la mochila.
Calor. Muchísimo calor.
Hoy el dorado, la empresa que ayer desbarranco, estaba cerrada. En la tele de la
terminal dijeron que al final son 30 los muertos y 23 heridos. Muestran en el noticiero
imágenes de cómo la gente rompió las sucursales en todas las estaciones y terminales.
No se si por esto o por otra cosa, en la terminal revisaban mucho todo. A los
conductores y a los pasajeros.
A la salida de esta al micro le revisaban las luces, lo cual es importante viajando de
noche. Nos hicieron apartar (no a todos los micros) y nos hicieron bajar. Revisaron a
cada uno que se bajaba, cachando y hasta descalzando. Subieron y abrieron la mayoría
de los bolsos. A uno de los chicos vi que hasta le hacían desinflar la panza para ver si
tenia algo en el estomago. (Supongo). Pidieron documentos y miraban nombres de la
planilla. De todas maneras, la revisión parece muy por arriba, o por lo menos muy
focalizada en algunas cosas y en otras mirando por arriba..
Otra vez el viaje. Olores nuevos y viejos me abren las axilas con ganas de volar. El
paisaje tiende a cambiar drásticamente en el paso de la puna a la sierra. Hoy, la noche
oculta la mayoría de las cosas, pero igualmente las intuyo. Intuyo los bosques verdes, la
espesura. Intuyo las palmeras, los arroyos, los animales nocturnos. Esto es tan misiones
que hasta tiene un río inmenso que cruza, como el Paraná. Otra vez estoy en viaje, y
debo decir que bastante cómodo. El olor a campo es increíble. Pero fuertísimo, y rico.
El cielo como un techo de teatro, con una araña inconfundible y única, que es la luna. Es
increíble la vía lactea. No esconde los cables que unen las luces infinitas. El panorama
es indescriptible. La oscuridad es increíble. Estoy completamente embelezado en mirar
el cielo, mientras en el micro viajo casi solo, dueño de mi ventana, dueño de mi vida.

San Javier, casi 2 de la mañana.


A veces, por un lapso de tiempo cortísimo, puedo decir que soy feliz. Pero esto, al no
durar mucho, es incuestionable. Un resoplo, así como vino, se lo lleva. No llego a
indagarme, a mirarme las manos o la cara en el espejo, que ya paso. Y no significa que
ya no sea feliz, es que solo el lapso de tiempo, como un relámpago, para darme cuenta
porque es así, ya pasó.
Digo que el día que lo agarre voy a saber para donde caminar de una vez, y el horizonte
no va a estar tan lejos.
Llegamos tardísimo a san Javier, ya lejos de la medianoche, y el pueblo que tiene
aspecto de ser pequeño duerme. Esta casi todo cerrado, sino todo, y el único hotel que
esta abierto es carísimo. Le pregunto por otros, pero camino y no llego a ningún lado.
De vuelta en el único hotel abiertamente abierto (el resto dicen estar abiertos pero sus
puertas están cerradas) le pregunte al señor si no me deja dormir ahí por menos plata. A

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lo que me responde que si, pero que tendría desocupar la habitación por la mañana.
Acepto contento y sin problemas la condición.
La habitación es comodísima y tiene baño privado. Son esos lugares lindos que no se
ven mucho.
San Javier, entonces, duerme. Sin querer en una esquina veo al pasar a la misión,
imponente, iluminada, hermosa. Mañana será el día, digo emocionado.

Sábado 21 de abril. Misión jesuítica de san Javier

Punto 1. Un gallo, que ha de estar a escasos 4 o 5 metros, no me dejo dormir tranquilo


desde ya temprano el día. Además, a eso de las 5 o 4, se largo una tormenta
impresionante que golpeaba sobre el suelo, afuera, muchísima agua. Hoy amanecí a las
7 30. Quiero y tengo una sonrisa.
Ahora si, punto 2. Estoy sentado frente a una construcción que tiene más de 300 años.
En un viaje espacial y físico, se me da por imaginar el pueblo de san Javier en aquellos
tiempos. Selva, selva espesa e indios. Un misionario y un objetivo: enseñar. Abrirse
paso a través de tierras desconocidas y civilizar sin arrasar. Por sobre todo enseñar
oficios.
Hoy en día, las misiones chiquitanas siguen “civilizando” a los antiguos pueblos
indígenas. Claro que hoy, ya no son un conjunto de seres humanos desnudos y salvajes,
pero sin embargo como vemos día a día se hace cada vez más necesario educar al ser
humano. San Javier es un pueblo, hermoso pueblo. La selva boliviana en un momento
se transforma en vegetación amazónica. Arañas inmensas, bichos, pájaros, animales.
Esto es distinto y muy diferente a todo lo que venia hasta ahora.
El problema grande es que yo estuve en las ruinas de san Ignacio, en misiones, y se me
da por pensar que es lo que llevo a que suceda en nuestra región lo que sucedió. La
expulsión total de los miembros de la compañía de Jesús y su posterior saqueo y
destrucción de todas las reducciones. Que habrá sucedido en el medio, para que Europa
desapruebe de tal manera el proyecto? No les habrá gustado que civilicen y eduquen al
indio?.
San Javier es un pueblo vivo, con historia. Los misioneros que limpian en la iglesia de
la misión me confunden con Jesús. La señora en el hostal me dice “de la capital de
argentina?” “y que haces acá?”. Que hago yo acá? Si no respondo pronto esa pregunta,
nunca podré regresar a casa.
La misión por dentro es hoy un colegio con su patio, donde enseñan a los chicos la
mayoría de los oficios heredados. Tejidos, orfebrería, herrería, carpintería, y hasta
confeccionan instrumentos musicales. Adentro hay también un museo donde se exhiben
piezas originales de la misión, maderas talladas con diferentes guardas, Ángeles tallados
en madera, vestimentas que utilizaban como así telares.
Además de la misión recorrí, luego, parte de san Javier. El pueblo es hermoso, chiquito,
y rápido se funde con la selva. Son solo un par de cuadras, negocios y demás, y ya las
calles se pierden haciéndose un caminito estrecho de tierra que se mezcla con una
frondosa vegetación. Espesísima. La selva y el pueblo son uno.
Camine también buscando unas piedras sagradas que me habían dicho en el hostal, que
o nunca encontré, o nunca quise ver entre las casas perdidas..
A la tarde, después de buscar por un par de lugares las hermosas túnicas que utilizaban
los jesuitas, decidí emprender el viaje a mi próximo destino. Decidido a tomar el
colectivo que me lleve hasta la próxima misión, me puse a esperar en donde me dijeron
las voces del pueblo. Un lugar que no dice nada, donde no hay nadie y nada pasa.

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Mientras voy en el micro camino a concepción (finalmente paso, milagrosamente), veo
la ventana abierta y me acuerdo del micro que me llevaba del colegio a casa, en
primaria. Porque la profesora nunca utilizo ese ejemplo para enseñar donde terminan las
libertades de uno y empiezan las del otro?
Los niños eran y son crueles. Bastaba que uno domine a otro para que, abriendo la
ventana totalmente, impidiese al otro abrirla aunque sea un poquito. El derecho de uno
no terminaba nunca, y el del otro no empezaba jamás. Mientras, miro la selva. Cebúes
descansan a la sombra de las palmeras. Lianas piedras. El paisaje no termina nunca, no
veo ningún límite, para ningún lado. Libertad, hermosa libertad que me hace tragar los
pelos, secar los ojos, volar el gorro. Eso que vine a buscar: Libertad.

Concepción, 1:30 del mediodía.


Almorcé una extraña sopa muy rica, y me dispuse a ir caminando la misión de
concepción. A una cuadra y media de donde paraba el bus, estaba la iglesia y el predio.
Concepción es inmensa, grande y hermosa. La tierra que baña sus calles es de un
colorado tirando a rojo, a anaranjado fuego, es increíble. La misión es monstruosamente
grande. Desde lejos se ve el campanario que esta por fuera de las paredes. Es hermoso,
pero la dura realidad es que esta restaurado en un 80 %, según lo que me cuentan
adentro. El campanario antes estaba en el patio de adentro de la misión, y para la
restauración lo sacaron y lo dejaron fuera.
Miro desde la plaza del frente, entre palos borrachos, y acostado en un banco. Lo bueno
de las ruinas de argentina, es que se conservo entero lo que era la ciudad. Acá esta el
convento y el patio, y el resto se lo comió el pueblo. En misiones se puede ver el
cementerio, las casas particulares, el inmenso parque de ceremonias y además la
iglesia. Además predomina la piedra que a veces es más interesante, mientras que acá
predomina la madera en todos lados. La realidad es que también es chocante pensar que
hubiera sido del pueblo sin las misiones, y pensar también que sigue quizás todo igual,
ya no ordenado por una orden religiosa, pero si por un pueblo que se asentó frente a una
iglesia. Con respecto a la piedra, de todas maneras, la madera tiene su encanto hermoso.
Es lindo que cada misión se haya acomodado a lo que tenía más a mano.
IÑAPE. Las pelotitas de queso que comí en la terminal, y ahora acá, se llaman iñape.
Las deben de hacer con fécula, porque cuando se enfrían, se desarman en la mano como
si fueran merengue. Pero aun así siguen siendo ricos.
Después de escribir y reflexionar un rato frente a la misión de concepción, ingreso de
vuelta al patio interno y me tiro a leer un rato en uno de los bancos de sus galerías, hasta
que llego Donaban.
Donaban es un tipo muy despierto. Al parecer es un boliviano oriundo de la paz, que
esta viajando con un extranjero que esta bancando en la casa. Me cuenta que el viaje es
todo un martirio: que el holandés este, o de donde sea, no quiere ir a todos lados, que
además se desencanto con muchísimas cosas increíbles que el creía que eran mucho
mas, y que ya esta harto de viajar con el.
Nos miramos un rato, como una hora, mientras hablábamos, y supimos que hubiera
estado lindo viajar juntos. Con el pude hablar un rato de que es lo que piensan los
jóvenes bolivianos sobre el tema del mar. Son increíbles sus palabras y su manera de no
estar quieto. Mientras, el holandés, daba vueltas por la plaza.
Hablamos también de los collas y los cambas, y me dio un panorama mucho más abierto
de cual era el problema de fondo: acumulación de capital, como siempre.
Donaban es la primera persona que encuentro que tiene idea de que hablo cuando hablo
de lo que hablo del viaje, que no es poco.

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A las 5 de la tarde salio el micro de Concepción a San Ignacio, el próximo pueblo de la
selva a visitar. A las 3 horas, como mucho, se acaba el camino asfaltado que nos
acompaño todo el tiempo desde santa cruz. Ahora el camino se hace de esta hermosa
tierra colorada, compacta. Para cambiar un poco la perspectiva, me acuesto en el asiento
de atrás, sacando el cuello por la ventana. Ya es de noche. La vista es impresionante,
nunca vi tantas estrellas en mi vida. El camino se va haciendo más pantanoso a los
costados. La selva, más espesa. No se que hago viajando, pero con una ventana y calor
soy inmensamente feliz. Frenamos en varios pueblos (casi todos tienen misiones, quizás
mas chicas o mas destruidas) y a eso de las 9 y media de la noche llegamos a San
Ignacio.

22:30
San Ignacio no tiene nada que ver con los 2 pueblos que venia hasta ahora. Esto es una
ciudad que no me gusta, con aspecto y sentir de tierra de nadie. Alguien en san Javier
me dijo que era inseguro san Ignacio porque estaba lleno de brasileros que venían a
robar. No se si vienen a robar, pero en los 20 minutos en los que salí a comer algo, la
cantidad de brasileros que hay es impresionante. Todos mamandose, por todos lados. En
el mapa, san Ignacio si tiene comunicación directa con la frontera por medio de una
ruta, y además tiene un tren que los acerca bastante.
El micro no me dejo “a mano”. Le pregunte antes de que llegáramos donde me convenía
bajar para buscar hostales, y el hijo de puta me dejo ahí. Más bien en una zona horrible
y recontra alejada de todo. Camine como 10 cuadras hasta dar con un hostal que sea
mas barato que 30 bolivianos. Y de suerte encontré todo junto. Digo todo junto porque
frente a la plaza, frente a la misión de San Ignacio, encontré uno por 20. Me comí un
lomito de muestra gratis en la esquina de la plaza, y el sueño se apodero completamente
de mí.
Mañana les cuento bien lo que hable con Donaban.

Domingo 22 de abril. Ciudad de san Ignacio de Loyola (velazco!). 8:30

Estoy en mi cuarto, en el hostal, que tiene la puerta dividida en dos. Es gracioso porque
se abre una mitad arriba y otra abajo, y no le encuentro utilidad. Mi puerta da a un patio
inmenso que es muy lindo y raro. Es como una vecindad con un patio común, y podría
decir que en las galerías de los costados vive gente que reside acá.
Cuando me desperté me di una ducha importante que hace días que no me daba. El baño
como todos es rarísimo, tiene una división en diagonal y como tiros en el techo. Es
grande, y tiene el inodoro a un costado de la ducha. Me hizo acordar mucho al baño de
pinamar.
A las 7 de la mañana empezó a sonar la campana de la iglesia. O a eso de las 730 en
verdad. A las 8 después, por un rato largo y constante. Salí a sacar fotos entonces, por
primera vez con una de las misiones abiertas a un domingo de misa.
San Ignacio no me gusta o no estoy cómodo, definitivamente. De todas maneras me
levante feliz.
La misa ya esta por empezar. Voy?
Hotel 31 de julio, frente a la plaza, habitación 9.
Estoy contento por el agua. Las pastillas me dan una tranquilidad increíble, eso sumado
a que estoy tomando muchísima y que con esto tengo agua de donde quiero me hacen
realmente feliz. San Ignacio esta harta de brasileros. Es increíble la cantidad que hay.
Hay muchos lugares especiales para ellos y muchos lugares donde venden únicamente
caipiriñas y cashasa. Muchas licorerías. Me preocupa un poco por lo que será la noche.

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Pasemos a la iglesia y la misión. La iglesia de San Ignacio sigue con la onda maderas.
Es casi una cuadra de toda la misión donde resalta el campanario de unos 60 u 80
metros de altura. Sigue siendo muy linda la arquitectura y las pinturas, las columnas,
restauradas o no son verdaderas obras de arte.
En el camino voy a saltear las otras misiones. San José es la única que promete cambiar
algo ya que esta tallada en piedra y no en madera.
El hecho de que las manos transpiren caga todo. Es realmente un motivo de desinfle
saber que por culpa de ellas no leo, no escribo y no toco. Por ultimo hoy, para ponerme
loco, nadie sabe decirme donde me tengo que tomar el micro para seguir con mi
camino.

*Literatura para aquellos, nota 30 del anexo

A las 12 30 del mediodía me fui caminando del hostal hasta la terminal, para estar a las
1. Me dijeron que este a horario, porque los pasajes se acababan pronto y no había
anticipados.
Estuve por la mañana averiguando por todos lados de que manera irme de este
pueblucho, pero nadie sabia decirme bien como. No se si es que no me entendían,
estaban borrachos, o no tenían ganas de ayudarme. Finalmente masomenos me guiaron
a la zona, y ayudado por algunos puesteros y gente de por ahí llegue al tinglado con
chapas que era la terminal.
Frente a esta, o en verdad a escasos 10 metros, hay un bar donde música brasilera y
bebidas pasan a montones. Debajo de un techo destruido y entre mucha gente
extrañísima, descanso esperando que aparezca de una vez el micro. Mientras, un
heladero pasa con palitos de agua caseros, muy ricos por cierto. El precio: 50 céntimos
de boliviano. Me compro dos y disfruto de charlar un rato con esta gente, la más amena
de San Ignacio.
A las 2 de la tarde, emprendo otro viaje hermoso con la ventanilla abierta, con mi
mochila arriba del techo, atada, con el viento, con la selva y su olor.
Cuando estábamos saliendo, 3 individuos de los que estaban mamándose en el bar del
frente intentaron subir parándose adelante del micro. Este freno y subieron. Arriba del
micro estaba la señora que había estado vendiendo los pasajes abajo del micro. Esta,
cuando los vio subir en el estado en el que estaban, los echo efusivamente diciendo que
nosotros no teníamos porque bancarnos el olor y el mal humor que ellos tenían por
haberse puesto a tomar antes de viajar. Así que los bajo, diciendo que la gente sana
había ido a comprar su boleto a horario y no tenia porque mezclarse con ellos. Una
actitud buena, dentro de todo. Va, en verdad evito que yo por lo menos me sienta
incomodo con la cara de gringo que tengo.
Camino a san Rafael pasamos por Santa Ana, pueblito muy lindo, chiquito y austero.
Tuve la suerte de pasar frente a su plaza principal y ver su misión, no muy distinta a las
demás. Gatillé una foto que salio movida, como para tener una foto de todas, pero lo
mas importante es haber conocido aunque sea de paso, el pueblo.

4 de la tarde. San Rafael.


San Rafael es muy lindo. La única ciudad fea, por lo visto, es San Ignacio. Me aloje en
un hotel frente a la plaza, también, porque sigo firme en no pagar mas de 25 bolivianos
la habitación.
Al bajar tuve un lapso de nervios importante, ya que por un momento de cómo 10
minutos pensé que había perdido la cámara. Después de buscar y salir a la calle y
preguntar a la gente, cuando volví, descubrí que estaba escondida dentro del sombrero

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la muy guacha. Me asfixie de pensar por un momento en la posibilidad de perder tantas
fotos y todas esas cosas que mi cabeza no sabe retener.
En san Rafael, a la tarde, los caballos sueltos pastan en la plaza mientras recupero la
calma después del incidente.
La pieza esta harto linda, y todo seria perfecto si no fuera que aparecieron los malditos
mosquitos. Cuando fui al baño pensé por primera vez en todo el viaje, que fui un boludo
en no aplicarme la vacuna contra la fiebre amarilla. Miro intranquilo, sentado en el
inodoro, como el baño esta lleno de mosquitos. Por ahora no me pico ninguno.
El teléfono es caro, por lo que desistí por un tiempo de hacer un llamado. Finalmente
accedí por un tema de avisar que por un par de días no iba a haber contacto, y fui a
hablar en un lugar que entre engañado por el precio. Al final, me termino saliendo
carísimo y hable solo unos segundos. Al volver al hostal, a la noche recibí la visita de
un amigo. Un sapo de cerca de 15 centímetros inmenso, quieto en la oscuridad
esperando bichos me miraba cuando fui a cargar la botella a la pileta del patio.
El agua tiene un color dudosisimo, pero supongo que tiene que ver con la tierra rojiza.
Hay forma de que el potabilizador le saque el color rojizo al agua? No lo creo.
Salí a comer por fin rica comida y barata. Odio san Ignacio, creo. Ayer el “lomito” que
me cobraron 7 era en una figacita de 5 cm, así que imagínense. Hoy, un buen pedazo de
pollo, con papas fritas y arroz, 6.
San Rafael esta descansando, pero no silenciosamente. En la plaza, completamente llena
de gente, se escucha el bullicio popular, el pueblo reunido y contento. Todo el mundo
sale de las cosas porque dentro de ellas es imposible el calor que hace. La mayoría son
casitas bajas, humildes y hermosas. La gente que habita en ellas hermosa y calida.
Cuando me senté a comer en el restaurante de la esquina de mi hotel, me puse a hablar
con el esposo de la señora que hace la comida. Me contó de la gente, del pueblo, de que
no hay ventiladores, de las misiones, que con evo y la pelea con la iglesia. Parece ser
que ya ni se ocupan de la educación. La gente de la sierra no se dedica a la agricultura
porque acá tamben hay una sequía importante. La mayoría trabajan en la madera, en los
aserraderos y como leñadores. Del abastecimiento propio, se encargan los benditos y
bien ponderados “menonos”. Esos personajes de overol y sombrero que vi habando en
alemán en la terminal de santa cruz. Los menonos venden pollo, verduras y demás a
todos los pueblos. Ellos si trabajan todo el año en eso para abastecerse, y como no
comen nada de afuera de su comunidad hacen de todo. Para mantenerse estos salen a
vender a precios baratísimos dicen, lo que a ellos le sobra. Me cuenta que el campo mas
grande de los menonos esta entre san José de Chiquitos y Santa Cruz, en el medio del
camino.
San Rafael es tranquilo, barrial. Su gente en la plaza es hermosa. Ahora que camino al
hostal de vuelta, una guitarra y un violín entonan unas músicas en la glorieta de la plaza.
A la vuelta los chicos se divierten y varios bares ofrecen la diversión del karaoke, donde
mucha gente desafina.
Todo parece estar bien, salvo un solo mosquito, clavado en el techo como una chinche,
mirándome. Pero me voy a ir a dormir tranquilo tapado hasta la nariz.

Lunes 23 de abril. San Rafael, Ciudad del mate y los mosquitos.

Imposible seguir durmiendo más allá de las 7 y media, porque a eso de las seis y media
“alguien” se puso a trabajar con pico y masa en el patio del hostal. De todas maneras me
gusta levantarme temprano. La tele, también a todo volumen, abarca nuevamente el
tema del accidente del micro que cayo barranca abajo. Al parecer es algo bastante

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grande por la repercusión que tuvo. No creo que tanto como para llegar a Argentina,
pero bueno. Ya son 35 los muertos y no se cuentos heridos quedan. Viajaban en micro
un gran contingente de estudiantes.
El viejo del hostal me sigue tratando indiferentemente. Tiene pinta de aristócrata garca,
pero teniendo en cuenta que a esa gente me la friego por el escroto y que estoy en el
medio de la selva boliviana, bah…
Siendo las 7 y media, casi, el calor todavía esta bastante pasable. Pero todavía ni
termino de asomar el sol.
En san Rafael se toma mate. En las tiendas hay como 3 tipos de yerba (industria
brasilera y argentina) pero acá no se dice tomar mate, sino “porear”, por el porongo. O
el poro, como le dicen ellos.
Respecto de lo del micro, había dicho hace días que al viajar y entrar en las tierras
ajenas uno tiene que aceptar ciertas reglas y formas que tienen las cosas, las
incomodidades. No hace falta aclarar que entre esas reglas o formas no entra de ninguna
manera la muerte.

Hostal Paradita, 12 del mediodía.


Marcelo es el profesor de música de san Rafael. Tiene 22 años y enseña violín y chello.
A Marcelo le gusta tratar bien a los turistas. Los atiende, pregunta, habla, cuenta. Toca
el violín y practica, parado, el hermoso arte de hacer cantar a este triste instrumento.
Con Marcelo hablamos largo rato. Me presentó a la gente del pueblo y me contó de los
problemas con los chicos que suceden por la falta de instrumentos. Me dice que muchos
deciden practicar deportes con los brasileros que practicar horas y horas de violín.
Cuando hablamos de la ciudad Marcelo me cuenta que el estuvo, pero que no le gusto.
Marcelo escribió un libro sobre el mundo de la drogas. Vivió un tiempo con un amigo
drogadicto, en Santa Cruz, y se metió en su mundo formulándose muchísimas
preguntas. Es fantástico con la pasión que habla sobre este tema, con la inocencia que lo
trata. Con el dolor que lo intenta cambiar.
Cuando terminamos de hablar, como dos horas, Marcelo ejecuta varias piezas. Algunas
lo hacen a dúo con sus alumnos. Otras toca solo. Me muestra varios tipos de músicas
que hacen, ya que ahí dice que no aprenden tanta música barroca (legado de los
jesuitas). A la tarde me invita a pasear a las lagunas, y acepto con gusto.
Después de almorzar entonces, lo espero en la plaza y partimos. Las lagunas están,
caminando casi media hora, metiéndose en el medio de la selva en un lugar único. A
través de un caminito nos vamos metiendo en algunos pozos de piedra en los que
Marcelo asegura que hay algún tipo de metal, por el color del agua. Pero dice que todo
el mundo acá esta empleado en las madereras, y en nada mas, por lo que nadie tiene
tiempo para investigar eso.
Las lagunas son dos lagunas que quedaron de lo que no se seco, donde a veces la lluvia
es mas buena y otras veces no. De ahí sale el agua para las 1500 personas que tiene san
Rafael. En un muellecito que se mete en el centro de la laguna, caminamos hasta la
punta y nos encontramos con la bomba que levanta el agua y la lleva al pueblo. El color
es cristalino, pero no tanto como para tomar así. De todas maneras no creo que tenga
algo toxico.
A la vuelta me acompaña al hostal, y ya desde las 3 empiezo a esperar el bus que me
llevara a san José. Mientras tanto, en la esquina del bar, juego con los chicos del barrio.
Hay algunos que juegan a las bolitas, otros al tinenti, otros simplemente a correr y vivir
despreocupadamente, como tendría que vivir cualquier niño. Una gran mayoría camina
con cestas donde transportan todo tipo de comidas que venden para sacar su plata.

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Jugos, helados, empanadas, panes, de todo que hacen los padres. Les compre a varios
empanadas, y a otros dos les termine regalando los yogures pil.
Me siento comodísimo en esta esquina, en este pueblo, a esta hora, en medio de este
lugar. Es una sensación extraña e explicar, pero hay una especie de terror de estar acá,
mezclado con una idea increíble sobre la nada.
Al rato paso finalmente el micro que me llevara a san José. A las 5 de la tarde partí, en
un viaje hermoso rodeado de nuevos paisajes selváticos, donde el frío me agarro
desprevenido. Mientras voy viajando pienso en muchas cosas. Pienso en que por
ejemplo lo que hace Marcelo es uno de los últimos rasguñotes de las misiones jesuíticas.
Pienso también en que es increíblemente extraño venir acá, y que de repente de una
ventana salga el sonido de un violín. Imaginarse solo la nada y el violín, es increíble.
El asiento estaba cómodo y el efecto cunita me hizo dormir. A las 3 horas llegamos,
finalmente, a San José.

*Literatura para aquellos, nota 31 del anexo

San José de chiquitos, 9 de la noche, o 10. No se.


A 4 cuadras de donde me dejo el bus esta la plaza de la misión. Estoy convencido que
me terminaron cagando con los 25bs del hostal, pero después de caminar unas 20
cuadras estoy cansado y es de noche. No conseguí menos que eso.
No es malo ni bueno. Se llama soto, pero escuchen esto: Tengo ventilador de techo! Es
increíble! Primero que nada me fui a duchar porque a veces me siento sucio. En la
ducha conocí alegremente a millones de lagartijas que se regocijaban con mis gotitas de
mugre.
Antes de acostarme, mientras con el ventilador de techo me relajo y bajo esta famélica
luz escribo, pienso en que mañana tendré que averiguar bien como volver hasta santa
cruz, si en tren o en bus. Por lo que me dijeron el tren no sale de acá, sino que sale de la
frontera con brasil a eso de las 11 de la noche, lo cual no me da mucha confianza.
Mañana será otro día
San José descansa, cuando yo llego. Ciudad inmensa, y ya vi así como en san Ignacio de
misiones, de refilón la inmensa construcción de piedra cuando fui a comer una
hamburguesa a la plaza. Hay murciélagos y otros bichos, y estoy cansado y con acidez.
Ta mañana

Martes 24 de abril. San José de chiquitos.

Otra mañana de sol, sin ascensores. Me despierto escuchando ese sufijo horrible que les
ponen en estos pueblos chiquitanos a todos lo que dicen “inga” o “ingo”. Parece una
influencia portuguesa. “solinga” “Nuevingo” “Rotingo” son algunos ejemplos (autingo,
caringo)
De vuelta a pan y queso, fui al almacén y me encontré otra vez con un personaje que me
cruce ayer a la noche en la plaza. Es un tipo que anda en patas, con un shorcito de jean
todo rotoso, en cuero. Habla en voz bajita como balbuceando, y tiene cara de loco. Lo
extraño de este personaje es que es igual a Robert de Niro en la misión, y siempre esta
dando vueltas por acá, me dijeron.
En escasos minutos, siendo las 9 de la mañana, iré a visitar la fabulosa misión de san
José de chiquitos (restaurada también) hecha en piedra.
12 del mediodía, Sala de espera de ferroviaria orienta
Desde la plaza de la misión hasta la estación de tren y de bus hay como mucho 8 o 10
cuadras. Caminadas bajo el sol de mediodía son un tanto agotadoras, pero no para tanto.

80
La boletería abrirá de vuelta a las 3 de la tarde, y el tren pasa a las 11 de la noche.
Mucha policía militar descansa acá.
En eso llega un tren de carga que esta obligado a frenar en la estación: una puerta pierde
incesantemente semillas de algo. La gente se agolpa con bolsas debajo del agujero y
llenan en varios segundos bolsas de 10 kilos. Es increíble, pero terminan poniendo a
policía para que no agarren más.
De repente la lluvia, palabra que no sucedía hace tiempo. El noticiero de la tele que esta
prendida en la sala de espera de la estación muestra el extraño problema que tiene hoy
en día Bolivia. Evo prohibió la importación de ropa usada de eeuu, que parecía ser por
un valor de millones de dólares. Los costureros y confeccionadores de ropa en Bolivia,
salieron a festejar la medida ya que siempre se vieron perjudicados por este tipo de
importaciones, haciéndose imposible competir contra los precios esos. Pero los
ropavejeros salieron a cortar las rutas en protesta, ya que ellos son los que importan y
ganan. Son pocos, ya que la gran mayoría en Bolivia son confeccionadores.
En este viaje, cada vez que siento que algo va a salir mal (a veces pero no con
seguridad) sale bien, y entonces mi animo es como un trampolín, y salto al vacío con
una alegría infinita, que es de vuelta el aire que me pega en la cara.
Ya saque el pasaje de tren para volver a Santa Cruz, sale esta noche a las 2 de la
mañana. Me salio 23 bolivianos, mucho mas barato que la flota (el bus), que además
dicen es muy insegura por el camino que transita al costado de la vía.
5 de la tarde, plaza frente a la misión.
Después de 30 minutos de Internet (me contesto la mariposa más linda) vine a la plaza a
tomar unos mates y comer unas galletitas, con la vista hermosa de la misión.
En la plaza están haciendo un backstage de foto a la reina de san José, que es hermosa y
de rasgos bien aindiados. Se viste con un traje chiquitano. El que da las órdenes, me
ofrece posar para las fotos. Va, el ofrecimiento es mas un pedido. Las fotos que nos
sacamos son yo cantándole con el charango una serenata, y mirándonos a los ojos con la
reina, que es increíblemente preciosa.
Que seria de vos mi cuaderno, que tenés prosa de diario pero en realidad sos mi
memoria?
Mientras, veo en la plaza las remeras y palos tallados que reclaman autonomía, y
recuerdo la charla que tuve con donaban sobre todo esto. Santa cruz quiere su
autonomía, y se creen mucho.
El color de la piedra del templo, con el sol deja un atardecer muy hermoso. Las siglas de
las misiones jesuíticas, IHS, se muestran imponentes.

------- -------------------Coitus interruptus----------------------------

Miércoles 25 de abril, o crónica del peor día de mi vida

Lo que a la tarde de ayer empezó como una leve acidez, causada por quien sabe que, a
la nochecita, esperando el tren en la estación se transformo en un dolor agudísimo de
estomago, empeorando hora a hora llegando mas tarde a una diarrea demandante y
mucho mas tarde sumando vómitos. Todo, todo, todo, mientras tenía que esperar al tren
hasta las 2 de la mañana. Pero hay que ser positivos, ya que fue un lugar bastante
copado para que me agarre esto: tenía los baños cerca, limpios, tenia papel higiénico y
todo. El único problema era que el señor de la puerta de este me quería cobrar cada vez
que entraba, cuando estaba destinado a ir cada 10 minutos, hasta las 2 de la mañana.

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Los vagones con el tren que nos iban a llevar hasta santa cruz estuvieron estacionados
en el andén desde las 9 o 10 de la noche, pero cerradas sus puertas. Yo, acostado en el
banco, retorciéndome. Las caras se iban sumando pasadas las horas, y cada vez mas
gente aparecía en la estación. Fui paciente, ya que no tome nada hasta entrar al tren.
Hubiera preferido desde antes subir y acostarme en un asiento, pero no había personas
del tren en toda la estación.
Justo antes de subir, y luego de un buen vomito, me clave un sertal, que fue una
fantástica idea. A las 2 de la mañana, sin dormir nada obviamente, partió para Santa
Cruz meciéndose por las vías.
En el tren estuvo todo bien por unas dos horas, en las que pude dormir algo. Me
desperté con un tremendo dolor de vuelta, ganas de ir al baño junto con ganas de
vomitar y todo lo demás. Tenía 5 horas más por delante.
Tomando coraje fui al baño del tren pidiéndole permiso a la cholita que dormía a mi
lado. Podría haber estado peor el baño, pero la realidad es que en el estado en que estaba
fue una bendición que hubiera uno. Vomite y cague todo de vuelta.
Ahora que escribo, con el amanecer a mi costado, una señora pasa prodigiosamente con
un termo inmenso, vendiendo te de manzanilla. Me abalanzo sobre ella. Oh dios. Me
siento bien, pero se que durara poco. Ya va a pasar. Siempre pasa. Estoy seguro de que
fueron unas galletitas que estaban mal que comí con el mate de la tarde, porque es lo
único que repito y que me cayó pesado.

Santa cruz de la sierra, 9 y media de la mañana.


Después de 7 horas y algo, llegamos a Santa Cruz. Varias incursiones más al baño, pero
finalmente puedo confesar que me voy sintiendo mejor. Son las 9 y media, hora exacta
estipulada para la llegada del tren. Cumplo desde anoche a rajatabla el procedimiento de
descompostura. Lima limón sin gas, un te de manzanilla y no comí nada. Tampoco me
costo mucho teniendo en cuenta el olor a frito (que ayudo a sentirme cada vez peor) que
empezó a haber a las 5 de la mañana cuando subían con empanadas fritas de pollo, de
choclo o de queso, brochotes de carne, panes con queso y demás.
Mientras viajaba, me di cuenta que en Bolivia es complicado el tema de no sentirse bien
del estomago, no por una desprotección, sino porque el 90% de las comidas que venden
por todos lados son fritas, grasosas y muy condimentadas.
Acostado en el piso de la terminal bimodal, espero. Espero varias cosas, muchas diría,
pero no puedo hacer nada más que lo que estoy haciendo para atraerlas a mí. Bueno,
siempre hay algo. Por empezar espero sentirme un poco mejor, porque con esa mochila
de 25 kilos no puedo caminar ni una cuadra en el estado en el que estoy. Segunda y
consecuencia de la primera, es que si me siento bien hoy, a las 8 de la noche, me voy a
trinidad. Pto 3. Estando bien aunque sea puedo reflexionar sobre si mi camino ya sigue
descendiendo o sube de vuelta. Pto 4. En el bus a trinidad, que son más de 10 horas,
seguramente no hay baño, como en todos los buses de Bolivia.

12 del mediodía, piso de la terminal.


Después de una especie de siesta andrajosa, voy a empezar a usar un poco el cerebro, a
ver si como algo como galletitas de agua, porque así no voy a llegar a ningún lado. No
se cuan buenas pueden ser las frutas en estas condiciones y es lo único que me ofrece
estar en el piso descansando, ya que viene una señora y me ofrece.

Plaza central de santa cruz.

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Para activar un poco mi cuerpo, deje la mochila en la guardería de la terminal y me vine
en Bondi al centro, a ver si consigo gatorade en algún supermercado, además de algo
sano para comer.
Después de media hora de Internet, pienso. Pienso muchísimo. Ahora me empezó a
doler un poco la cabeza, pero la panza todavía no termina de asentarse. Conseguí dos
gatorades para evitar la deshidratación, y me compre unas galletitas de agua y queso.
Sigo como dije a rajatabla el procedimiento anti-deshidratación, y el pánico todavía no
me invadió por completo.
Miro a todo santa cruz desde este banco, con mala cara. Este lugar es otro país, pero no
por serlo en si. Sino por querer intentarlo, por querer ser otro país, distinto al resto de
Bolivia.
Quiero sentirme bien, larecalcadaconchadelalora!!!!

Volví en Bondi a la terminal después de divagar un poco por el centro, y pasando por
una farmacia pregunte a ver que me recomendaban. Les conté el cagaso terrible de que
sea algo como la fiebre amarilla pues no estaba vacunado ni nada. Pero la señora me
tranquilizo y me vendió unas pastillas para infecciones gástricas que debía tomar una
cada 8 horas. Espere que hagan efecto.
Como me sentía tan mal de vuelta, decidí alojarme a eso de las 5 o 6 de la tarde en el
hotel donde había estado en mi estadía anterior. No busque ni la mochila, simplemente
me metí a mi cuarto a descansar cómodo, a acostar la cabeza, a ducharme, a dormir un
ratito.
Quise cerrar los ojos pero me ardían una barbaridad, y al rato de dar vueltas y vueltas en
la cama empecé a delirar un poco. Pensé en la muerte y en morir acá, tan lejos y de
manera tan boluda. Sonreí por las cosas que pensaba, pensando que estaba haciendo lo
que quería si llegaba a ser así.
Se me empezó a dormir la lengua y a doler muchísimo los brazos, mientras que no
paraba de ir al baño. Haciendo cualquier cosa ya era irremediable. Ya estaba
terriblemente deshidratado.
Sin dudar un poco y teniendo como premisa mis ganas de seguir de viaje, a las 7 de la
tarde me tome un taxi a algún lugar que haga algo con esto. Cuando Salí del hotel
dándole las llaves le conté lo que me pasaba al conserje, y le dije que esperaba volver
mañana.
Al taxista le dije que por favor no me cague, y que me lleve a algún lugar, a algún
hospital que haga algo con este estado calamitoso.
Me llevo al hospital municipal supongo, cuando de todas maneras estaba totalmente
entregado y si me hubiera llevado a la muerte no podía hacer nada.
La consulta no fue cara, solo 25 bolivianos. Entre rápido y unas chicas jóvenes me
tomaron presión, temperatura y todo lo demás. Me dijo que por el color de la lengua
estaba deshidratado, y me mando a comprar todo como para entubarme. Tranquilo me
quede ante la negativa de la fiebre amarilla. Salí moribundo a la farmacia de enfrente
(porque la del hospital se le habían acabado las cosas) y me compre el suero, la cánula,
la aguja y todo lo demás que necesitaba. Pague lo necesario para que me hicieran
análisis de sangre y de orina. De a poquito, ya entubado en la sala de observaciones, iba
mejorando. Me trague un litro de suero intravenoso, y como el análisis de sangre no
salio nada extraño, me dejaron ir, a eso de las 12 y media de la noche. En el hospital me
atendieron bien, lastima que no era muy serio. En la sala de observación había un
partido de fútbol a todo volumen y estábamos varios desparramados, en pésimos estados
algunos, por la sala.

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Me tome un taxi de vuelta al hotel, y caí casi desmayado, pero sintiéndome mejor, en la
cama de mi cuarto. Mis cosas, todavía en la terminal. Solo pienso en dormir.

Jueves 26 de abril. El día después

Dormí, dormí bien y tranquilo. Y me desperté con alegría, porque tenía un poco de
hambre. Escuchen esto eh: “en santa cruz hace frío”. Si, hace frío y además llueve, todo
el tiempo. Los 30 grados constantes desaparecieron llevándose todo lo feo y lo lindo.
Todavía me queda pensar bien que voy a hacer de mi viaje. Si me voy para el lado del
Beni, arriba; o si empiezo a bajar hacia sucre. Aunque la realidad es que con esta lluvia
y todos los caminos no asfaltados, difícilmente pueda salir de acá.
No se bien que puedo comer, la chica dijo que frutas y verduras si, que comidas blancas
y blandas (sin picantes). Voy a empezar por las frutas. Seria perfecto unas bananas.
Tengo que buscar mi mochila en la guardería, pero esto de la lluvia torrencial me
detiene bruscamente.

*Literatura para aquellos, nota 32 del anexo

Estoy un tanto desanimado y es por varias cosas. Primero porque se me cayo encima de
vuelta todo ese rollo de “estoy un poco harto de viajar solo”, como sucede cada vez que
algo no anda bien. Segundo, todo esto de la salud. Tercero, el hecho de estar en Bolivia
en este estado, y no conseguir en ningún lado lo que tengo que comer para recuperarme.
Cuarto. Que llueva y no me pueda ir de esta ciudad que ya conozco y detesto un poco.
Quinta, y más grave. Que estar desanimado me saca la alegría, y como un rally de
fichitas todo caiga. Que caigan las ganas de escribir, las ganas de leer, las ganas de
hacer música, de conocer.
Recordé finalmente cual es mí diagnostico: Diarrea del viajero.

Como en un tobogán, y haciendo fuerza para ir contra la gravedad, estoy un poco mas
alegre, y ha parado de llover. Si el camino esta transitable, salgo para el lado de la selva
amazónica, del famoso Beni.
Porque será que cada vez que recuerdo levemente la sonrisa de Macu, sus ojos enormes,
me dan ganas de llorar? Es la soledad que esta haciendo estragos, no? Es esta idea loca
de mirar para un costado y otro, frente a la inmensidad de las bellezas naturales y no
tener un espejo donde encontrarme?
He decidido, en el lapso de estos últimos minutos, que este será mi último viaje solo.
Escucharon, no? SOLO

4 y media de la tarde. Terminal Bimodal


Después de una hora de Internet, conseguí almuerzo en la terminal. Arroz blanco, solo.
No lo había pensado, pero el arroz blanco lo hacen en todos lados. Es una buena dieta
por unos cuantos días. El único tema es tener cuidado de que sea hervido y no saltado.
Finalmente, a las 9 de la noche del día de hoy, parto a trinidad. No se cuantos días tiene
abril, pero supongo que para mayo estaré de vuelta.
Mientras miro a mi mochila que retire de la guardería, me preocupo por el grado de
avance de rotura. Ya alcanza niveles caóticos. Me hace formular, cosas como “hasta
cuando viajare?” y “hasta que la mochila aguante”. Esto de estar enfermo me ahorra por
un lado y por el otro me hace gastar más. Fuera de los 110 en la joda del hospital, las
pastillas me salieron 15. No es caro si me pongo a hacer al cambio, pero la realidad es
que estando tantos días manejándome con bolivianos todo empieza a ser caro, o no caro,

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pero cada cosa tiene su valor en bolivianos y no lo convierto. Como dije antes, siendo
las 9 de la noche salimos rumbo a trinidad, tierra amazónica y cuna de los moxos.

Viernes 27 de abril. Ciudad de trinidad. Lluvia

Llegamos a trinidad a las 6 de la mañana, después de un viaje tranquilo para mi


estomago y para la ruta. La realidad es que dormí la mayoría del tiempo, y el micro
debe haber volado por la noche. Salimos a las 9 y llegamos a las 6.
Llegamos con una lluvia torrencial y con el día que todavía no se dignaba a despertar.
Junto también con un frío de la puta madre. Me tire un rato a hacer tiempo adentro de la
bolsa de dormir, en la terminal. Era medio de noche y la gente se agolpaba para tomar
taxis. El frío era terrible.
Después de un tiempo esperando que salga el sol y deje de llover, revise por la zona
aledaña a la terminal de bus si había lugar en algún hostal. Pura negativa. No se si es
que no querían darme asilo o era realidad, pero encontré dos o tres que en teoría estaban
llenos. Las calles son de barro, me costo transitara pata cruzando las calles.
Tome finalmente un taxi para el centro. Pero los taxis acá son un tanto particulares y
más baratos: son motos. La realidad es que también hay autos, pero esto de la moto
estuvo bastante bueno.
Desde la plaza central, camine nuevamente buscando hostal. Hace bastante que no me
subía a una moto ahora que recuerdo, y fue grato. La terminal queda bastante lejos del
centro, y no es que sea inseguro, pero trinidad se ve pobre y anegada en muchos
sectores.
Finalmente me aloje en el hospedaje Brasilia, donde me cobran 25 bolivianos y es
pasable. La realidad es que no encontré otros. Camine y camine, pero no estoy del todo
bien y además estaba chispeando de vuelta.

Mira mama, ya sonrío de vuelta!!!

Recupere mi alegría, cosa que no vine a buscar porque tenia, pero la perdí un día!
Y estoy tan bien que hasta me tiro gases!

Definitivamente, además de hallar la razón de porque no voy a viajar mas solo, se le


suma que solo, todo es mas caro. O quizás no es que haya encontrado la razón para no
viajar más solo, sino que halle que no quiero viajar más solo.

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Es paradójico teniendo en cuenta que hace tiempo que no quiero estar en pareja, quizás
sea el fin de mis días en soledad. JA!
Quien sabe, lo malo es negar los cambios. Yo no tengo intención alguna de hacerlo. Y
menos cuando se trata de la felicidad y el amor, las dos cosas más importantes en esta
vida.
Pero lo de viajar solo es otro tema. Los viajes solos son necesarios. Pero no para toda la
vida. Viajar solo abre, cierra, sacude pero por sobre todo ayuda, a cada vez que
reflexionamos, salir de nuestro cuerpo y mirarnos desde arriba, juzgarnos a nosotros
mismos que es lo único que se puede juzgar en la vida.
Hará fácil, 15 días, que llevo puesta la misma ropa. El mismo pantalón, la misma
remera. Están intactos.
En una recorrida por la ciudad, después de inspeccionar mi cuarto de paso, encuentro
lluvia. Son las 2 de la tarde y solo encuentro lluvia. Lluvia triste que empieza a
seguirme desde que decaí, y entonces tristemente caigo de vuelta en una horrible
depresión, en una rutina casi chiclosa que ni el cuaderno, ni el libro ni el charango
pueden romper. Si mañana no amanece con sol, me vuelvo a Buenos Aires.
Es un vacío lo que se hizo, intento descubrir en que momento se abrió la puertita de mi
navecita para que este vacío de mierda entrara a destruir todo el entusiasmo que me
embarcaba a cada lugar. Tengo terrible miedo de que ese vacío se llame, justamente,
compañía.
Cuando digo que viajar esta en la mente, no miento. Es simple. Hace hará cosa de 3 días
estoy viajando, a casi 2000 Km. de casa, y sin embargo todo es lo mismo. Estoy en el
mismo lugar. Encerrado en el calabozo más asqueroso, sale volando a la distancia el
espíritu de disfrutar en capital cualquier viaje en colectivo. Sin eso, pues, estoy perdido.

*Literatura para aquellos, nota 33 del anexo

4:30, por ahí


Mira, yo salgo eh. Doy la vuelta con intención de que esto mejore pero nada che. No
paro ni un puto momento de llover en el puto día, cosa que persiste desde hace ya tres
días. Entonces. Podré tomar mate?
Me acuerdo en santa cruz, anteayer cuando tenía fiebre y estaba delirando, mi cabeza se
apresuraba en hacer diagnósticos loquísimos y de repente con una ventana abierta,
mirando la lluvia dije “me voy a morir”. Porque lo sentía adentro. Y algo se que murió,
pero sin embargo estoy seguro de poder resucitarlo.

*Literatura para aquellos, nota 34 del anexo

Dejo de llover, y me he dado cuenta que la ciclotimia me esta matando.


La tarea de conseguir comida sana se torna realmente difícil. El arroz lo saltan con
aceite, fideos no tienen, no conocen lo que es comida liviana. Ni siquiera tienen para
darme una ensaladita en un restaurante. Encima hacerme un sanguche a la plancha sale
más caro que si comiera un banquete.
Pero bueno, finalmente en una especie de club de barrio conseguí un “sandwish” (así
decía en el cartel) y me salio solo 5 bolivianos. No es cena, pero tampoco tenia
toneladas de hambre teniendo en cuenta que estoy encerrado hace días. Era lo único que
necesitaba, un pollo a la plancha.
Con el augurio de que por la noche se despeje y mañana amanezca con sol, me voy a
dormir en el día con más altibajos en mi vida. Abajo, en la recepción de mi preciado

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alojamiento escucho “lo que necesita Bolivia es un Pinochet”. Sin palabras. Momento
justo para cerrar los ojos, la boca, los oídos y lo que conozco como mundo.

Sábado 28 de abril. Ciudad de trinidad, cuna de los Moxos.

Desperté. Y el sol entonces salio, y me hice como 5 crucigramas, y ahora me dispongo a


salir para el puerto almacén.
Mi día, según lo planeado, se desarrollara así entonces. Al mediodía he planeado con mi
amigo del alojamiento el alquiler de una moto (el además de el hotel alquila motos) y
daré entonces un paseo por la ciudad hasta la laguna Suárez, donde dicen que se
encuentra un lugar muy bonito. Daré este paseo por el espacio de una hora, como
mucho dos. Después, a la vuelta, me voy a ir a puerto almacén. Esto lo haré con una
mototaxi, porque es bastante lejos y no tengo idea de cómo llegar. Además tengo la idea
de hacer un paseo en canoa para ver los famosos delfines de agua dulce, que según
Donaban, es una de las cosas más lindas que tiene esta amazona boliviana.
Y después, pretendo volver para irme nuevamente a Santa Cruz, para seguir con el
descenso.
Crónica de un día hermoso.
Después de tomar un rato de mate, ya curado en mi pieza, tranquilo y mirando como el
sol me iba llamando por la ventana, salí a buscar algo para comer. Practique un poco de
charango y leí en demasía mis libros peruanos.
Como caído del cielo, conseguí comida sana, y rica. Arroz con queso, y bife a la
plancha. Con una papa. El almuerzo me recordó lo que era comer (estoy algo
confundido y lento porque hace una o dos horas que tengo a un orate que dice ser Jesús
hablándome al oído, borracho, drogado mentiroso y sin memoria. Lo gracioso es que en
un momento me pregunto un numero del uno al 5 y lo ego, y después del 1 al 20 y
también). Después del almuerzo volví al hotel y estaba esperándome ya la moto que por
una hora me pasearía por el viento y la libertad, sin casco ni ventanas.
Fue sencillamente increíble. Mas que nada porque la libertad de la que hable por la
ventana del bus, acá estaba recontra potenciada porque no hay ni marcos que molesten.
Es como estar adentro mismo de el cuadro, completamente sin noción de que exista un
afuera. A eso de las 1:30 me dieron la moto. A la media hora (y previo perderme por las
avenidas mas extrañas jamás vistas) llegue a la laguna Suárez. Que es algo así como una
laguna, bastante crecida hoy en día, donde la gente de trinidad va a relajarse. Tiene
varios balnearios y clubes náuticos, y muchos parecen para la alta sociedad. Saque un
par de fotos y me volví, en lo que fue un camino hermoso. Lo más lindo fue el viaje.
Los costados del camino, el viento, el acelerador en mi mano. Freno, saco fotos, cambio
cambio. Punto muerto. Primera, segunda. Freno, viento.
La vegetación es frondosa sino acuosa, y hay harta cantidad de pájaros que anidan en
todos lados. De todos tipos (el loco me sigue contando su historia y ahora se sumo su
esposa sin dientes). A la vuelta disfrute de vuelta del camino, más que nada por la
libertad que me dio la moto. Ir despertó un proyecto solo nombrado con Juli de recorrer
argentina en moto. No es nada imposible, solo se trata de juntar un poco de plata, una
buena moto y listo.
A la vuelta y perdiéndome otra vez, llegue al hotel, donde devolví la moto. 10
bolivianos la hora, que creo que es barato. Sin ningún tipo de garantías. Bueno, si, mi
mochila que quedo en la habitación. (El loco me sigue taladrando el cerebro. Es
increíble lo que hace la droga en el cerebro, la memoria, las mentiras, todo)

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Después de salir del hotel una nueva vez, busque una mototaxi. Ahora, para que me
lleve a puerto almacén.
Trinidad funciona como una ciudad de esas solamente con motos. Casi no hay autos.
Los taxis deben de haber huido ante el imperio de las motos. Las marcas más raras y
truchas, copias muy evidentes (se fue por fin Jesús). Trinidad y seguramente todo en
Beni, no se esfuerza por llamar la atención con nada más, ya que su provincia entera es
un cuadro natural digno de admirar en su estado original.
Fui antes de irme a puerto almacén hasta la terminal, también en mototaxi, a sacar los
pasajes de vuelta a santa cruz.
Partí entonces, con mi amigo motoquero, a puerto almacén. Le hable de lo que quería
hacer y me dijo que si, que vayamos. Un motoquero de guantes negros, gorra, y una
moto a punto de morir lo que, yendo lentamente me permitió apreciar mejor todo lo que
fue el camino hasta el río Ibare.
A los costados del camino, agua. Mucho agua. Mucho pantano. Un hombre camina con
pirañas pequeñas colgando de un alambre. El panorama se va poniendo peor cuando
campos alambrados están con el agua tapándolo todo, hasta los costados del camino.
Hace tiempo venia viendo casas de campaña al costado del camino y todo me cerró:
Inundaciones. En febrero, el Ibare subió increíblemente, casi llegando a trinidad. No
solo dejo inútiles a hectáreas y hectáreas de campo, que todavía hoy están llenos de
agua, sino que además obligo a cientos de familias a arrimarse al camino que sube unos
metros. El agua, me dice mi chofer que me cuenta todos estos datos, había subido como
dos metros.

(De fondo, estando en la plaza, una canción a todos volumen con ritmo reguetonico,
exige la autonomía para los cruceños)

Llegando ya al Ibare me doy cuenta de lo terrible. Ya 3 meses más tarde de aquellas


inundaciones que me cuenta mi chofer, todavía no ha vuelto a sus cauces normales el
río. La cantidad de agua que circula por todos los campos es increíble. Impresionante.
Pienso en todos los peces que deben dar vuelta por ahí, en la fauna amazónica que esta
dando vuelta por entre todas las casas.
Puerto almacén parece ser un lugar un tanto extraño, donde llegan por barco
muchísimas cosas. Entre ellas las motos que utilizan casi todos los trinitanos. Es un
puerto realmente feo y me decepciona. Pero pasando por el puente que cruza el río al
otro lado, me doy cuenta que la realidad es que cualquier balneario que hubiera estado
al costado del Ibare, sea lindo o no, ha quedado arrasado. No hay sitio turístico, no solo
por la mala época del año, sino porque además la desgracia de la inundación se llevo
todo con el. Los asentamientos y la pobreza se hacen más fuerte para el lado de puerto
varador. Al parecer el gobierno proveyó de algunas tiendas, baños y agua potable.
Puerto varador esta un poco mas desolado, y cuando llegamos justo estaba arribando
una balsa a tierra.
Todo embarrado, todo. Como si el agua se hubiese retirado de ese pedazo hace pocos
días. Gallinas y cerdos que dan vueltas por doquier, o donde quedan lugares para
pararse en realidad.
El hombre de la balsa me dice que si, que da paseos. Pero que en una hora me cobra 30
bolivianos y dos 60. Además me dice que el no hace esos paseos, que simplemente me
llevaría. Le comento mi idea de ver a los delfines de agua dulce y demás maravillas
naturales, pero me decepciona nuevamente. Dice que el viento no deja ver a los delfines
porque mueve el agua, y que desde que subió el río se hace complicadísimo verlos.

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Triste me subo de vuelta a la moto, listo para regresar a trinidad. A la vuelta, miro a los
costados como en todos lados se mueven cosas en el agua que se extiende por mil
leguas, hasta casi trinidad. El motoquero me cobro 30 por todo el paseo de dos horas, lo
que me pareció un poco caro. Pero en fin.
Compre unas frutas y me fui a descansar a la plaza, esperando hasta que sean las 9 de la
noche, horario en que sale mi bus. A intentar descansar y escribir me vine, hasta que
apareció este personaje extraño.

*Literatura para aquellos, nota 35 del anexo

7:30, plaza de Trinidad.


El mundo es un mercado inmenso con nichos. Nichos que apuntan y que al que los sabe
ver cuando nacen, se hacen millonarios. Bueno, no todos. En Bolivia hay una obsesión
por el lustrado de los zapatos, lo que ayuda a que haya cientos de ellos en todos los
pueblos de Bolivia. El mercado que hizo rico a alguien acá no es el de lustrabotas, sino
el de la venta de motos. La iglesia, a mis espaldas, da campanadas de boda.
Antes de partir a la terminal, hable con un viejo de esos de antes, trinitano. Me contó un
poco la historia de trinidad y hablamos sobre la autonomía de santa cruz y sobre la
guerra entre collas y cambas.

9;20, terminal de trinidad.


Para llegar hasta la terminal tuve la suerte de encontrar al mismo tipo que me había
llevado hasta puerto almacén. Fui un poco temprano pero además el micro se retraso un
poco. Había conseguido un bus cama por 30 bolivianos. Increíble. Pero antes de
subirme vi como, para vender y que no vaya el bus vacío, bajaban hasta 10 Bs. los
pasajes.
En el asiento de al lado una señora, que a falta de un bebe llorando desconsoladamente,
tiene además un segundo hijo que lo tiro al piso. El nene del piso tiene problemas, y
viaja acostado sobre mis piernas, babeando. Espero que esto no sea el martirio que
parece va a ser.

Domingo 29 de abril. Nuevamente en la terminal de santa cruz, que ya es como mi


segunda casa.

A las 4 me voy a sucre. Otra cosa no vale decir, ya que llegue temprano y no pienso
quedarme un día más acá.
Con la mermelada que me compre ayer en trinidad, hoy desayune pan y mermelada, y
me tome unos mates para calentar un poco el frío de las 7 de la mañana. En el micro no
pude dormir nada. Al final se armo y lindo bardo, cuando algunas personas en el micro
vieron como estaba el nene de esta señora en el piso y empezaron a decir que como
permitía que viaje así un niño discapacitado. Todo esto hizo imposible mi descanso.
Ayer en la terminal me dijeron que el mejor lugar para ir en el Beni es el pueblo de
Rurrenabaque. Ya me lo habían comentando en el viaje, pero la realidad es que no se
porque ni averigüé para ir. Ahora con todo este tema de la subida del Ibare me cuentan
que quedo incomunicado, pero que de todas maneras se puede llegar por aire o por
agua. Si me hubiera movido antes quizás hubiera sido posible.

11 de la mañana. Zoo de Santa Cruz, o como hacer tiempo.


El parecido del mono con el ser humano me aterra. Cuando uno mira a cualquier
animal, llamamos animaladas a sus acciones. Con su hocico y movimiento un tanto

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descuidado, demuestran que dentro de una casa pueden llegar a ser muy torpes. Pero el
mono no.
Sin poder pedirle atención, le miro las manos pequeñas a un monito capuchino que me
las extiende como mendigando, exigiéndome algo. Lo único a mano es un palo seco,
pero se lo doy igual. Lo muerde, lo huele 2 segundos y me lo tira. Como arrojándomelo
por la cabeza me lo tira fuerte.
Veo entonces un poco más allá un palo verde, con corteza todavía. Se lo doy y lo toma.
Lo investiga y empieza un trabajo minucioso entre mordedura y raspadura. Sus manos
trabajan como las de un ser humano. Se rasca la panza, se mete los dedos en la nariz, los
mira y se chupa. Los monos me impresionan y me asustan, recuerdo mientras pienso en
el planeta de los simios.

En la cabeza, mientras tanto, pienso y armo una idea sobre todo lo que escuche, vi,
hable investigue e indague sobre collas y cambas. Haber:
Los cambas dicen ser nativos de su tierra, pues eran los nativos iniciales de la selva,
antes de la conquista inca o después. Me hace entonces pensar en los Moxos. Es,
primero por eso, que los cambas se creen más dueños del territorio que los collas. Los
collas al parecer, y extenderse por todo lo que fue el Tahuantinsuyo incaico, son
justamente aquellos que trabajaron y fueron poblando las tierras andinas. Ahora, la
diferencia que veo y mismamente declarada por cambas, es que el Colla es todavía
indígena. El Camba, antiguo indígena, discrimina al Colla por serlo. Pero su modo de
vida se ha marchitado con el paso del tiempo, y hoy en día el Camba es un típico
poblador de urbanidad. Lo único que piensa es en los bienes materiales, y todas las
corrupciones que el sistema hace en cualquier poblador de centros urbanos. Ocio, ocio,
ocio, tele, auto y plata. Lo que quedaría por ver es como seria el antiguo Camba, el
indígena poblador de estas sierras selváticas.
Del otro lado están los collas, que también suele hablar mal del Camba. Pero no el cola
colla, sino el colla ciudadano. El colla tiene un modo de vida inmodificable, que viene
del antiguo imperio. Sus horas, días, años y vida se tratan de trabajar. Pero no trabajar
sentado en una oficina, pensando en el dinero. TRA-BA-JAR. Sacar provecho de su
tierra, el tesoro del antiguo imperio. Trabajarla, sembrarla, cargar sus granos,
comerciarlos. Caminar, arriar su ganado bajo el sol, todo el día. Conservar sus
costumbres y vestimentas, aun en una ciudad. Vivir, básicamente.
El Camba critica al Colla no solo por conservar casi integro su indigenismo. El Camba
no soporta que el Colla represente a su país, teniendo como modo de vida, el trabajo.
Es lo que puedo decir por ahora, espero se modifique. Los cruceños son arrogantes y
creídos. Hoy, 29, es el día de festejo de la tradición cruceña. La temperatura es “ha
vuelto el calor”.
Creo que básicamente lo que uno no puede ponerse a pensar sobre los collas (y esto
sucede en cualquiera de los pueblos del norte argentino también) es si es reprochable el
hecho de que hayan quedado en la historia, que no hayan seguido el fatídico “progreso”
de la humanidad, que lo ha llevado a la ruina espiritual en que esta hoy. Yo me acollo,
creo, y no hay persona pensante que no piense así.
A la vuelta del zoológico me fui nuevamente a la terminal, donde a las 4 de la tarde
saldría mi micro para Sucre. Ya la conozco bastante a la terminal, y ya se donde comer,
donde sentarme, donde dejar las cosas sin miedo.

4:30. Salida en micro a sucre.


Lo positivo de los baños es que hay en todos lados. Lo negativo es que en todos lados te
cobran.

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El micro es la muerte. Tengo que aguantar mucho mucho para no caer en la tentación de
los cuñapes calentitos que siguen subiendo y ofreciéndose en bandeja. Este micro es
básicamente la muerte por:
Son 13 horas.
Es una garcha el micro en si.
Estoy en la última fila del medio, con mi bolsa de naranjas encima y muchísima gente.

Lunes 30. Ciudad archicolonial y dinosaurica de sucre.

El muelle de atrás del micro estaba roto. Imposible fue dormir, leer, escribir, pensar.
Todo el tiempo con sacudidas grandisimas que arrojaban a todo el mundo para un lado y
para otro. El camino fue todo en subida y el viaje en si fue extenuante. No pude dormir
un segundo.
Llegamos a las 6, por lo que se puede deducir que habiendo salido tarde de santa cruz y
parando la cantidad atroz de veces que paramos, el micro voló en la ruta. Además, en la
mitad frenamos a cenar porque arriba del colectivo la gente armo una especie de
revuelta ya que querían comer e ir al baño. El sol amanecía hermoso, pero no tenía
ventana disponible y me fue imposible sacarle foto.
Salí de la terminal por un terraplén grande por el que hay que tomar para salir a una de
las avenidas principales. Previo consultar con un taxista, que no me supo o no me quiso
decir nada sobre hostales baratos y donde quedaba el centro. Espere un poco
averiguando en turismo un par de cosas de la ciudad, porque hasta las 7 u 8 no habría
nada todavía y todavía eran las 6 y media.
La terminal queda a unas 17 cuadras del centro. Nada, sin la mochila. De todas maneras
podría caminar, pero, para que? Si acá es más barato que el centro y estoy mas
tranquilo.
Me aloje en el alojamiento “FELSIM”, que me hace acordar al indio que luchaba en
street fighter. Me cobran 20bs, con lo cual es un logro importante de precio. No esta ni
muy lejos de la terminal ni muy cerca del centro. Es un cuartito agradable, con una
puerta que no funciona muy bien, y una ventana que da al pasillo. En el pasillo hay una
sala de estar con una tele que esta prendida todo el tiempo.

Después de haber buscado por todo Perú y ahora Bolivia, encontré por fin para mi
desayuno, una mermelada que sea de “no-fresa”. Porque he llegado al importante punto
de tan solo buscar alguna que no sea de fresa. No me importa de que sea. Hoy es de
mora, y el pan esta más que rico.
El agua caliente para el mate nuevamente se hizo imposible de conseguir. Yo no se que
pasa con esta gente. Me tuve que encerrar en el cuarto tosiendo y tocando el charango
para que no se escuche el fyyyyyyyy de la hornayita.
Mientras pienso lo que va a ser de mi día en sucre, veo el tema de los dinosaurios por
estas tierras. Ir no es caro, esta a 5 Km., en un colectivo. El tema es que la entrada sale
30 Bs., y ya vi un par de fotos. No entendí muy bien porque sale tan caro mantener unas
pisadas de dinosaurio que se mantuvieron solas por 68 millones de años. Lo que si es
divertido son las conclusiones que saco el científico suizo que vino a investigarlas.
Según ellas, las huellas, puede decir las persecuciones que hubo, quien perseguía a
quien y porque, quien corría mas rápido y hasta uno que cojeaba. La piedra donde están
hechas las huellas es un cerro de cal que se llama “cal’orko” justamente “pared de cal”
en quechua. Hay harta variedad de huellas de distintos periodos, y es un documento
único para la humanidad, ya que narra hasta los últimos días de los dinosaurios, época
de la que se tenían pocos datos.

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De salud, perfecto. Me comí 4 panes partidos al medio con mermelada cada uno, y eso
fue debido a que mi cena de ayer en el micro fue un sanguchito famélico y reseco
comprado en esa parada de medianoche.
El baño esta lindo, pero con esa ducha de mierda. Yo no se quien carajo invento estas
basuras eléctricas. Son peligrosas, odiosas y se rompen rápido. Me pegue un baño y salí
a recorrer la ciudad.
Crónica de un día como hoy en sucre, de un chico como yo ahí mismo. Fui en busca
entonces de los condenados transportes que me llevarían al “parque cretácico”. En el
quiosco de la plaza, mientras una manifestación abuchea y tira pirotecnia al aire, me
dijeron que las camionetas que van para el parque salen de ahí en frente a la plaza, en la
catedral. Que son dos por día. Una a las 12 y otra a las 14:30. Así que para hacer
tiempo, fui a visitar la ciudad.
Recorrí una parte de esta, con el mapa en mano. Más que nada deambule por toda la
zona de museos y conventos. Entre en el museo de charcas, pensando que era algo más
chico y básico. IMPRESIONANTE. Adentro había muchísimas salas. Tenía dos
recorridos: uno de arte colonial y otro de investigaciones antropológicas. Recorriendo el
colonial primero me di cuenta de la inmensidad y hermosura de este lugar, por lo que a
las 12 menos 20 partí dejando la segunda mitad para cuando vuelva a la tarde. La parte
de arte colonial es hermosa pero harto religiosa. Hay muebles impresionantes con
grabados de todos los estilos, barrocos, jesuitas, bueno, muchísimos. Hay cuadros de
Pérez Holguín, en teoría uno de los mas grosos de aquellos tiempos. Muchas figuras
talladas en madera y una sala muy grande e interesante con platería. El motivo de no
entrada de la cámara fue que además de los 10 pesos de entrada eran 10 pesos más para
poder sacar fotos. Tristeza, pero bueno. Salí del museo en busca de la camioneta que me
llevaría a calorko.
En la esquina de la catedral estaba el “sauriomovil”, un camioncito con unas garras y la
cabeza de un dinosaurio. Arriba, turistas. Que nacionalidad? Obviamente hebreos.
El valor del pasaje de la combi esta 10 ida y vuelta. Desde la terminal esta masomenos a
5 km. Un taxi alquilado debe cobrar como mucho 15, y si se suben si quiera 2 ya esta
amortizado. En el camión entraran unas 20 personas.
La entrada al parque también es cara, pero adentro esta lindo. O sea, se ve que la plata la
ponen en algún lado. Sale 30 Bs. a los extranjeros, 10 a los nacionales y 5 a los niños.
Llegamos a las 12:20, y después de pagar la entrada, la guía (gratis) nos da en 25
minutos una mirada muy rápida por la historia de esa zona, las épocas, los animales que
la poblaron y sus hábitos. En el parque hay dinosaurios tamaño real, que es
interesantísimo saber que viajo un grupo de científicos argentinos (como 30) y varios
paleontólogos (también argentinos). Un grupo de escultores bolivianos moldearon los
gestos, los ojos y las pieles, siguiendo exhaustivamente lo que se conocía de cada uno
de los especimenes. El material en el que están hechos es resistente al agua y al sol, y
están bastante buenos. Después de todas las explicaciones, nos mostró el famoso
murallón y nos indico de quien era cada pisada. La vista es desde lejos, a unos 500
metros. Abajo se ven bidones de 200 litros como para tener una referencia del tamaño
del murallón.
Bolivia esta buscando ahora que sea declarado patrimonio mundial (la importancia
científica lo requiere) y la UNESCO le exige que no se acerque nadie a 500 metros. El
farallón se deteriora visiblemente.
Al parecer una primera capa se cayó y quedaron marcas nuevas debajo. Por la lluvia, el
viento, si. Pero también la empresa “Fancesa”, que extrae cal del lugar con máquinas
pesadas, explotaciones y demás a menos de 100 metros la deterioran terriblemente. Por
la inclinación de la falla, que se mete al piso, el plano sigue debajo y cada vez que la

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empresa sigue quitando más y más cal con sus explotaciones, se siguen descubriendo
nuevas huellas. Había una parte descubierta hace 4 días. Como en todo Bolivia, todavía
hay miles de lugares increíbles históricos, arqueológicos y demás, que no son
explotados científicamente ni turisticamente.
(Los ojos me pesan increiblemente por no haber dormido anoche debido a ese viaje
fatídico con el micro roto)
A la vuelta, en la camioneta con cabeza de dinosaurio, me senté a tener una charla
amena con una hebrea. Averigüé al fin, porque hay tantos hebreos dando vuelta por
estos pagos. Al parecer la mayoría hacen una carrera militar de varios años cuando salen
del colegio, y al terminar le pagan una buena cantidad de dinero que, la mayoría, utiliza
para salir a hacer un buen viaje. Dicen que su país es como una sola provincia nuestra.
Me dispuse a almorzar y compre: pan, queso, matambre de pollo, y ... manteca pill!!.
Increíble. Lo complete con dos pillfruit, una mezcla de leche con jugo, queda un yogurt
muy rico. Últimamente me estoy haciendo adicto a esta basura en sachet. Me fui a la
plaza a prepararme mi banquete.
Previo a eso hable por teléfono largo rato con Papa y Vale. Ojala estén tan contentos de
escucharme como yo. Mientras estaba comiendo se me acercaron tres chiquitos, muy
chiquitos, lustrazapatos. Pero no me pidieron plata, me pidieron el pan. No me gusta
contar estas cosas porque a veces parece que suena que uno cuando hace esto lo cuenta
para que digan “oh, mira que bueno es el pibe socialista”, Yo nunca antes conté algo así,
pero porque nunca me paso. A los reiterados pedidos le regale con dolor (había usado
dos fetas) el matambre y unas empanaditas de queso que me tenia. Pero querían el queso
y el pan. Insistieron en que tenían hambre, entonces les propuse que vayamos al
mercado, donde había comprado yo, que les compraba a ellos para que se hagan. Como
fuimos y no había más, y se estaba poniendo denso el tema de compartir lo que les
compre, los lleve a los tres a comer al primer piso, donde ofrecían almuerzo. Por dos
bolivianos cada uno, se sentaron en una mesa, con una sonrisa enorme, y les pedí unos
fideos con albóndiga y tuco. Cada uno dos bolivianos. Pero como lo que querían
desesperadamente era pan, fui y les compre otros, así acompañaban la comida. La
sonrisa que tenían era increíble. Al más chiquito, Edwin, se le caían los mocos. Edwin,
Gregorio y Mario. Nuestro paseo juntos termino con un refresco pill para los tres. Me
dijeron gracias y uno me dijo “usted es muy bueno señor”. Todo, para los tres, me salio
8,50 bolivianos (3,50 pesos). Tengo dos cosas para decir: 1- como estos chicos tenían
tanta hambre? 2- Porque en argentina no se podría dar un almuerzo a 3 chicos por 3,50?
No estoy hablando de si, un paquete de fideos y una lata de tomates. Estoy hablando de
que en la calle, no pueden comer bien en un comedor por esa plata. Existirá en
argentina, en algún lugar, comedores baratos como estos?
Me fui contento, obviamente, cuando los deje. No podría hacer nunca algo así en
argentina, ni por la educación de los chicos (aclaro buenos aires) ni por los precios.
Después de ahí me fui, que ya se me hacia tarde, al museo de charcas a terminar con la
parte antropológica.
Impresionan-te. Charcas, el museo es inmenso. Bueno, no tanto. En la parte
antropológica tiene muestra de vajillas, platos, utensilios, armamentos, momias y de
todo más, de culturas como la Tiahuanaca, la incaica, y todas las que moraron en
periodos en que la parte central de Bolivia no estuvo dominada o por los incas o por los
tiawanakos. Herramientas y armas que nunca vi, vasijas con grabados, explicación de
las culturas, lugares de asentamientos y el porque de las formas. Hay tres momias y
muchísimas escaleras. Elementos de orfebrería, adornos. Es increíble. Grabados
rupestres, copias de ellos, muestras de nuevos hallazgos arqueológicos y demás. El
museo de charcas es harto recomendable. Porque además en si, la casa donde se hizo

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data del siglo XVII, muestra hermosa de la arquitectura del periodo colonial. Posee
además de los dos museos, una galería de arte contemporáneo con pintores de 1900 a
1980. De ahí (mientras seguía la manifestación en la plaza frente a la municipalidad)
visite el museo Alfredo Gutiérrez Valenzuela, o algo así, pero era todo de mueblería
colonial que ya me había aburrido.
Me fui caminando a un lugar que me había llamado la atención para el cual era la visión
que tenían respecto a la guerra del pacifico: “museo del ejercito nacional”. La entrada
era de 5, y 5 más si quería sacar fotos. Y bueno, de vuelta no saque. Odio esta
modalidad. O que se pueda, o que no se pueda. El patio principal son cañones antiaéreos
y metralletas. En la planta alta hay una cronología en carteles explicativos (un tanto
extensos para mi gusto) sobre toda la historia boliviana. Me detuve un rato a ver los
pormenores que no había sabido de la guerra, las fotos, los lugares, las contiendas
navales y la cara de los protagonistas, héroes anónimos.
Después de la recorrida por toda la galería en la primera planta, baje de vuelta y me metí
en una sala que parecía harto aburrida. Maquetas de buques y marinas, uniformes, rifles.
Pero en el fondo del cuarto, indagando, me emocione. Primero porque debajo de los
barcos que pertenecían a la armada naval boliviana había un cartel que decía “vendidos
por su costosa manutención en puertos extranjeros”, y segundo porque unos 6 rollos,
inmensos, de una altura de 1,90 y de el ancho de una hoja A4, contenían cartas. Pero no
cualquier carta. Miles, cientos, quizás millones de cartas al parecer la mayoría del 2004
(o las de mas arriba), donde el ministerio de educación hizo que chicos de todas las
edades, escriban cartas a la ONU, diciendo lo que pensaban (diplomática y
respetuosamente) sobre que Bolivia no tenga su salida al mar. Me emocione mucho.
Había cartas de chicos muy chiquitos diciendo cosas como “señor le pido intente lo
posible para que nos devuelvan lo que es nuestro”, hasta chicos un poco mas grande,
redactando un poco mas pero siempre con el reclamo claro y conciso: “guerra,
injusticia, tierra nuestra, que se devuelva”. Y nada más.

Todavía no entiendo la posición de Bolivia frente al che. En esa parte de la historia


cronológica es como que cuenta todo demasiado objetivamente, fríamente. Refiriéndose
siempre a lo que paso y dejo de pasar, y nunca tomando una posición frente a los
hechos.
Cuando terminé de recorrer todo el museo del ejército me volví al hotel, no sin antes
tomarme una increíble fanta de Naranja/mandarina después de la ardua caminata diaria.

Martes 1 de mayo. Día internacional del trabajador en el mundo y en sucre, ciudad


del grito libertario de las americas.

La clave en Bolivia, es nunca andar pasando los bolivianos a pesas, ya que todos los
precios son baratos. De esa manera terminamos pagando las cosas lo que salen en
argentina, y no en Bolivia. Una vez que te paras sobre la mismísima moneda
boliviarana, es fácil, cambia todo.
Parece no haber transportes a Potosí hoy. No me aflijo mientras no llueva. Para mi
desayuno, esta mañana me compre un dulce de leche. Con alegría note que era de
industria argentina, y especialmente de Freyre, Córdoba. La marca es “granja de oro”.
Es rico, pero me di cuenta que el dulce de leche, lo comiste con tres panes y ya estas
empalagado. No así con la mermelada. De todas maneras es riquísimo, y mas que mi
manteca pill. Para el agua, me calenté de vuelta a escondidas, en mi cuarto.
Libertad:

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- libertad es lamer el cuchillo de un lado y del otro, dejarlo brilloso, reluciente y
poderse ver bien, mientras en la boca hay un festival de manteca y dulce.
Por lo pronto la casa de la recoleta, uno de los lugares mas importantes, va a estar
abierta, por lo que iré a visitarlo. Todavía no se si caminando.

2:30 del mediodía. Después de un arduo ascenso por una callecita muy hermosa,
colonialísima, llegue a todo el complejo de la recoleta. El mirador, la plaza, y el
convento. Al parecer este lugar es de los monjes recoletos, un lugar de clausura muy
importante, un convento. La edificación es inmensa, pero no pude entrar para ver como
era por dentro. Las visitas son en otro horario, y no voy a subir de vuelta acá.
La gente va y viene acá arriba. Algunos en moto, otros a retozar, otros a descansar. Yo
me tiro con esta vista increíble del mirador mientras, como siempre, saco mi cuaderno y
me pongo a escribir. Desde acá se ve todo sucre, que es hermosa y en sube y baja, como
todo pueblo boliviano. Hasta ahora no vi ninguna ciudad plana. Todas están apoyadas
sobre un manto natural que es la tierra, con sus quebradas y lomadas, sus fallas.
Valió la pena quedarse un día más para ver un poco más y recorrer las callecitas que
tanta historia tienen. A la vuelta del recoleta, volví haciendo zigzag por toda la zona
mas antigua de sucre. Los balconcitos coloniales se derramaban sobre las calles como
margaritas floreadas pero en sepia. Nombres de próceres, hazañas y fechas titulan los
carteles de las calles. Faroles del 1900, antiguas fachadas de algo que ya no existe y que
ya no es, pero que todavía esta en la memoria de la gente.
A la vuelta del paseo tome una decisión. Mañana por la mañana partiré en lo que sigue
siendo este viaje astral y arqueológico a la ciudad de Potosí.
Sucre es una ciudad linda y tranquila, donde una gran parte de sus diarios concurrentes
vienen desde las zonas rurales que rodean esta ciudad. Aun así, a los costados de esta
importante ciudad, hay una gran comunidad de campesinos que también, solo hablan
aymará o quechua. Como en la mayoría de las ciudades bolivianas, se acercan a los
centros urbanos para canjear su producción de trigo, maíz o lo que sea, por otros
alimentos y cosas.
Al parecer lo de las orquestas que caminan que vi en Perú no es solo de allá, sino de acá
también. Una fila de grandes, viejos y jóvenes recorren las calles partiendo de iglesias o
yendo a ellas, al ritmo de un bombo murguero y clarines, trombones y trompetas.
Quizás sea que a nosotros si nos robaron el carnaval al fin. Algunos van tomando una
cervecita, tambaleándose de acá para allá, todos sonriendo y bailando.
Para cerrar el día, como siempre, el aire de las reflexiones que pega fuerte me dice: Es
impresionante como el desarraigo corporal genera arraigo espiritual. Después de una
horita de Internet llego a esta conclusión extrañando, presintiendo y sintiendo todas esas
cosas que uno siente cuando la nostalgia es viento y te derriba como un castillito de
naipes.
A la salida, camino al hotel, me cruce con el asesino de mi estomago. Me comí de
vuelta una hamburguesa, después de varios días, con papas fritas, huevo frito, verduras
fritas y papel frito.

Miércoles 2 de mayo. Micro camino a Potosí.

Me desperté a las 7 y me hice un mate, como para amenizar tranquilamente el acto de


ordenar el quilombo que es hoy en día embalar y desembalar los más de 20 kilos que
llevo en la mochila. Ya no hay forma de “dejar a mano las cosas que más uso” Cuando
finalice, salí caminando para la Terminal. En el medio me encontré con un camión
inmenso de mandarinas, donde uno se tenía que servir las que quería en una bolsa, las

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pesaban, pagabas y te ibas. Estaba estacionado al costado de una de las calles que
cruzaban y era realmente un acoplado entero de mandarinas. Minuto a minuto, ahora
que escribo arriba de este bus, me estoy transformando en un adicto a estas frutas y me
arrepiento de no haber comprando mucho más. 5 por 1 boliviano.
Cuando llegue a la Terminal conseguí un bus a Potosí por 15 bolivianos. Es un micro
chiquito, pero bastante cuidado. No tengo idea de cuantos kilómetros son ni cuantas
horas, pero no me pareció caro. Ya veremos el camino, que todos dicen que es uno de
los mas hermosos.

3 de la tarde, Potosí. Ciudad de la plata, colonial, donde la mina se ve desde lejos.


Llegamos a eso de la 1 a Potosí, a una Terminal que queda en una avenida y no es
Terminal. Quedaba recontra lejos del centro, cerca de 30 cuadras en pura subida. Para
colmo quise pedir referencias para ir caminando pero no era nada fácil, no solo el
camino, sino que la conocida difícil comunicación con la gente de pueblo.
Me tome al final un taxi que me dejo en la plaza central, tal como pedí. Comencé como
siempre la caminata terrible en busca de un hostal barato y como la gente. Camine,
camine y camine, guiado por las más estúpidas indicaciones. Hubo hostales que no
encontré, otros que quedaban cerca de lo que era la Terminal, y otros tantos que eran
más caros, mucho más caros de lo que quería.
Resignado, y cansadísimo ya, tuve que resignar mi economía de guerra: “me duele en el
alma”. 30 bolivianos.
Potosí es exquisita. El casco principal, en la plaza, esta lleno de construcciones
coloniales como la iglesia. Me gusta ver de vuelta collas por las calles, con los que me
había reencontrado en sucre, pero acá son aun más.
Estuve averiguando durante la caminata en busca de hostal, distintas agencias que me
llevan a conocer la mina. Todos ofrecen lo mismo, entre 50 y 60, salvo alguno que me
dijo 80, pero parece ser que tiene un plus mas largo. Mi hotel se llama “hotel Central”.
Es evidente que hay hostales más baratos en esta ciudad histórica, pero no los pude
encontrar.
Al mediodía me metí en el mercado, ya que estaba todo cerrado el resto, y me senté a
almorzar en una de las mesas de almuerzo. Una señora me ofreció una carne con unos
fideos, de los que quedaban solo el fondo de la olla. Acepte contento, por 3 bolivianos,
y me senté a comer.
El fatal error estuvo creo yo, en no probar, pero porque generalmente estas comidas
están increíbles. Los fideos estaban buenos y la carne también, el problema que la salsa
que tenían era con ajiputa pario o algo así. Comí apurado, con hambre, y no quise dejar
nada. Pero salí corriendo de lo prendido fuego que estaba, me ardía la garganta, el
esófago, el estomago, todo. Me compre rápido una gaseosa en los pasillos de este
extraño mercado.
Salí sugestionado, y me tire en la plaza mientras tomaba algo que me sugestione ahora
para mejorarme. Estuve un rato mirando el funcionamiento de la ciudad, ya que frente a
la plaza quedaba el destacamento de la policía y otra repartición municipal.
Decidí seguir dando una caminata por Potosí para distraerme y no pensar en mi
inminente caída a un nuevo estado calamitoso.
Encontré después de intentar en varios lugares (de vuelta nadie me entiende cuando
hablo) un cyber donde poder bajar las fotos. Me cobraron 9 bolivianos y no me dieron
ninguna cajita, pero es un alivio grande haber bajado la cantidad de fotos que tenia en la
cámara. Es mejor estar así tan cerca del centro como estoy ahora en Potosí, pero no se
bien porque. Supongo que radica en este estado actual. De tener que salir corriendo
nuevamente en busca de ayuda, no estoy lejos del mundo.

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Volví caminando y reconociendo lugares según el mapa de turismo, de esos que no
encontrás o no ves, o quizás es que no hay nada interesante para ver.
La panza me sigue molestando, pero quiero creer que es únicamente el haber ingerido la
cantidad de picante que nunca en mi vida comí.
No les conté, pero ahora que estoy de vuelta en mi cuarto les cuento. Mi pieza tiene
escritorio!!!!, además tengo una luz para leer en la cama, un armario para guardar cosas,
un vaso para tomar agua, un espejo grande, un cenicero, y perchas adentro del armario.
No las pienso usar, pero las tengo! Debe ser por esos 5 o 10 bolivianos de mas que
pague.
Una súbita alegría me invade, como un vomito, por esta comodidad, esta amabilidad y
esta hermosa ciudad, por sobretodo. Me siento bien y contento, con una extraña
emoción digna de la vuelta. Compre plata potosina, o eso me dijeron. Le compre un dije
con una llamita a madre. Dicen que es más pura la plata de aquí.
Esta plata no es cualquier plata, no por su gramaje o cosas así, sino por el contenido
histórico, americano y emocional. Además, todo esto que va conmigo, que lo descargo
sobre cada objeto que me acompaña. Así que madre, aquí tienes plata potosina. Me
hayan cagado o no, iré feliz con ella sabiendo de donde viene, como cargo también una
tuerca, un clavo o un pedazo de madera.
Recorrí la ciudad por puro gusto, buscado luthiers, mirando callecitas escondidas, casas,
puertas, ferias de libros secretas, mas y mas. El barrio que rodea la plaza central
conserva casi en su totalidad las construcciones originales. Lo digo porque la gran
mayoría están venidas abajo y tienen puertas largas y altas, terminaciones prolijas pero
derruidas.
Contrate finalmente el tour a las minas por la agencia “cerro de plata”. La excursión sale
50 bolivianos, y por ahora voy solo. Ja!
Les voy a contar un poco de Potosí, para el que no conoce. En Potosí, hace como 400
años, descubrieron la mina de plata más grande del mundo hasta ese momento. En 1650,
Potosí era la ciudad más poblada del mundo don más de 160000 habitantes, que eran
europeos en busca de ostentacion y riqueza. Potosí se hizo entonces una ciudad,
increíblemente populosa y rica, con arquitectura digna de las ciudades europeas más
pomposas y con edificaciones más selectas. Europa construyo entonces en Potosí una
infraestructura increíble para llevarse todo, todo, lo que la convirtió en la ciudad mas
importante de América. Lo que no les conté es que sucre, que fue también una
importante ciudad colonial, fue la cuna de la liberación americana. Pero esto no es lo
importante ahora. Para comunicar estas dos ciudades, sucre con Potosí, se construyo un
puente colgante digno de ser admirado por los ingenieros de la actualidad. La conexión
se hizo ya que luego de sobre poblar Potosí, la invasión de europeos en busca de plata se
extendió a sucre, donde también se establecieron. La arquitectura del puente es típica de
la época, con detalles en sus dos torres que tiene de cada lado. Tienen un estilo casi
gótico diría. Al puente lo vi desde 100 metros camino hacia acá desde sucre. Dicen que
todavía esta transitable, pero a los micros no los dejan ir por ahí por el peso
Estoy ansioso por leer más de lo que conseguí sobre esta historia, que es nada. Pero
mañana les contare después de la excursión a las minas, ya veremos con que me
sorprenden.

Jueves 3 de mayo. Ciudad de la plata Potosí

Oooook. Nunca más debo comer picantes. Sin dolor de panza pero si con erutos feos y
diarrea, la noche se hizo un poco densa. La diferencia con la otra vez, es que no hay
vómitos ni tampoco es una diarrea constante, pero si bastante molesta teniendo en

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cuenta que me tenía que levantar para ir a la excursión a la mañana. Largo tiempo
estuve dilucidando en la cama si ir o no ir, pero ahora que me levante y mientras
mastico galletitas de agua con queso me siento mucho mejor. El frío seco que hizo aquí
anoche me hizo acordar a las noches de Puno, donde me despertaba desesperado por
tomar un vaso de agua. Me tome además, a la mañana, una de las dos pastillas que me
habían sobrado de las que compre en Santa Cruz, a fin de matar la bacteria que pueda
tener en la panza. A la tarde me voy a tomar la otra.
Hace cinco noches que tengo este sueño extraño en el que aparezco en casa, con mi
gente. Y entonces cabeceo y estoy acá. Es una cosa muy rara porque me siento feliz en
los dos lados, aun cuando me doy cuenta que estoy acá. Potosí esta a casi 4000 metros,
y siendo las 8 de la mañana hay unos 16 grados. Dicen que en las minas el frío aniquila.

1:30 del mediodía. A eso de la una volvimos de las minas. Debo decir primero que mis
condiciones de salud no me permitieron disfrutar en demasía de este hermoso y
desgastante paseo, pero aun así, contare todo.
Apuntes para el que dice que su trabajo es agotador:
A las 9 y algo tomamos un colectivo que nos llevo, desde una cuadra de la agencia hasta
las minas, que supongo es un buen dato si se quiere ir hasta ahí. Helen, nuestra guía,
pagaba todo. Fue lindo viajar en colectivo de línea en vez de andar en una combi o algo
así. El “grupo” estaba compuesto además por una chica suiza, que no me acuerdo como
se llamaba. Bajamos en una primera parada por la zona de mercado, mas abajo de las
minas. Hellen nos hizo comprar una gaseosa y coca para llevarle a los mineros que
estaban trabajando, y después iba a entender el porque de este acto de generosidad.
Caminamos por esas calles y entramos en una casa en la que alquilamos las luces con
las que se camina enganchados en los cascos, dentro de la mina. Nos fuimos a cambiar,
ya arriba en la mina, y nos vestimos con unos harapientos y sucios pantalones y camisas
y botas. Partimos así para la entrada de la mina.
Las minas hoy en día funcionan como una cooperativa privada, pero solo de nombre.
Cada minero gana por lo que saca, y no hay una paga total según la extracción total del
día.
El cerro de plata, hoy en día, sigue sosteniendo la economía de la familia potosina que
no encuentra trabajo. Es, en su estado figurativo, gente comiendo migajas podridas del
pan que se llevaron los españoles.
Mientras Hellen (que debe medir un metro y medio) nos va contando toda la historia
entramos en una de las minas, donde la gente esta trabajando. Los pasillos al principio
no son angostos, pero en muchos casos son harto petisos. Casi me tengo que poner en
cuclillas para pasar. Los peligrosos túneles hacia abajo, para comunicar con los niveles
inferiores, aparecen a los costados. Hellen nos va advirtiendo y diciéndonos que
pasemos con mucho cuidado. El frío comienza y los grados van decayendo a medida
que nos vamos metiendo mas adentro. La oscuridad total se ve desaparecida
parcialmente por las luces de nuestros cascos, que se revolean por las paredes como
polillas encandiladas. Los ojos se van acostumbrando a esta ceguera.
Aquí debajo es un laberinto. Seria imposible entrar sin una guía, y mucho mas salir. Los
pisos son barrosos por las filtraciones de los niveles superiores, y hay partes que
directamente son charcos. Después de unos 15 o 20 minutos de caminar, nos
encontramos con dos mineros trabajando. El aire es espeso, pesado, denso. No me
imagino como seria sin los manguerones que recorren todos los pasillos recambiando
oxigeno. Afuera, un generador bombea y saca también el monóxido que circula por los
túneles. Hellen habla y habla, y nos presenta finalmente, diciendo si les queremos
preguntar algo. Los dos hombres golpean con un martillo y un fierro la piedra dura.

98
Genaro, de 17 años, entro a las 5 de la mañana del día de hoy. Claro, que importa si a
las 5 de la mañana es de noche o de día, si acá toda la vida es de noche. Le pregunta a
que hora tiene pensado salir y me dice que para las 7, u 8 de la noche. Pero que todo
depende de si termina de cumplir con lo que quería sacar hoy.
Hoy en día el trabajo del minero se trata de sacar desechos, desperdicios de lo que
alguna vez fue este imperio. La eterna historia que vuelve y revuelve. Los españoles se
llevaron la plata pura, vaciaron todas las minas y hoy no queda nada. Sacan de sus
excavaciones lo que ellos llaman misto. Es una mezcla de dos o tres minerales juntos,
entre los que se encuentra el zinc y otros de baja gama. Pero el problema esta en que
como son residuos, o sea, lo que no se llevaron porque era inútil, eso no sirve así como
lo sacan. Es necesario limpiarlo.
Por eso los mineros lo sacan en bolsas de 50 o 100 kilos (se los ve cargándolas por los
pasillos) de montones de piedra en el que esta el mineral. Los pasillos son largos y
complicados. Según cuanto saquen, le paga de 50 a 100 bolivianos, pero aquí esta el
tema. Sacan cerca de 100 toneladas por día. Les puedo decir, si, que por un pasillo en el
que estuve caminando y no se podía andar no se como pasaban con carretillas. Los vi
pasar cargando bolsas en los hombros y de a dos. Lo que hacen es físicamente
imposible. De las 100 toneladas de mugre que sacan por día, limpio, solo sirve menos
del 10%.
Helen remarca esto todo el tiempo. Lo más difícil es el transporte de todo esto al
exterior, antes, ahora y siempre. Como el minero elige cuanto trabajar, no hay una ley
que limite la cantidad de horas o las condiciones de estos lugares. Esto fue siempre así,
y peor.
Cuando los españoles “encontraron” la mina, obviamente no fueron ellos las que
entraron a trabajarla, investigarla y excavarla. Fueron los siempre indefensos indios. Los
indios que entraban a las minas a explotar las vetas a razón de 3 meses seguidos, donde
sin oxigeno, sin comida y extenuados, morían dentro. Los derrumbes, las explosiones y
diferentes enfermedades también diezmaron varias veces la población de estos
indefensos nativos. En aquellos tiempos, si, se sacaba plata en estado puro. Después de
3 meses en la oscuridad, algunos indios que salían vivos veían nuevamente la luz y
quedaban completamente ciegos. La única luz que tenían dentro de las minas eran
pequeñas antorchas de sebo cada muchísimos metros, que le sacaban además el oxigeno
necesario para estar encendidas.
Pero los españoles siguieron haciendo negocios, y les sacaron también las antorchas de
dentro de las minas. Lo hicieron, porque pensaron que si argentina había salido de su
última crisis económica vendiéndole cebo al mercado, ellos tenían en sus manos la
posibilidad de ganar algo importante al venderlo. Era mucho mejor, claro, que darle luz
a unos indios podridos dentro de las minas.
Cuando los indios comenzaron a revelarse, el español astuto invento una nueva manera
de control. Viendo que el indio siempre fue muy creyente y muy respetuoso de los
dioses, y un asiduo aprobador de verdades españolas, les inventaron un dios de las
minas. Mucho más que un diablo. Un ser que hacia desgracias si no se trabajaba duro y
sacrificado. Que no daba trabajo ni buenas betas de minerales, si no se le daba un
sacrificio. Un dios que asesinaba al que no hacia bien las cosas.
El “tío” como le han dado a llamar, era puesto dentro de las minas y sigue hasta hoy en
día ahí. Pero no ya como el diablo que era, sino como un santo de las minas al que los
mineros le ofrecen, en cada ingreso, coca, alcohol, comida. Le ruegan con estas
ofrendas la posibilidad de encontrar una veta de mineral más puro. Según el alcohol que
le ofrecen, es la pureza de la mina. Por eso ellos dentro de la mina toman alcohol puro
de 96 %.

99
Por momentos, dentro de la mina, siento desmayarme. A veces me apoyo sobre los
costados con la respiración entrecortada, la vista nublada y un pitido en los oídos.
Cuando por fin salimos, toneladas y toneladas que viajan en camiones de la cooperativa
privada salen rumbo a las refinerías. De 200 toneladas de lo que sacan los mineros,
quizás salgan 100 o 200 kilos del mineral puro. Por eso la minería se paga tan
pobremente.
Hellen dice que antes, cuando a las minas las administraba el estado, estaba todo mucho
mejor. El estado daba viviendas y comidas, educaba a los hijos de los mineros que
estaban todo el día trabajando, y tenía un sistema de salud especial para ellos.
Hoy el trato cambio, y lo único que le interesa a la cooperativa (privada) es ver cuanto
saca cada minero, y pagarle lo justo y necesario por eso.
La historia de la explotación no cambia jamás. Todos los pocos minerales que se siguen
sacando hoy en día de la mina, van al exterior. Son 622 minas con 16000 personas que
trabajan todos los días. Afuera de ellas esta el trabajo de cargar las bolsas y las
carretillas a los camiones de las empresas que extraen de eso los minerales. Este trabajo,
increíblemente, lo hacen mujeres y niños.
Sintiéndome pésimo, con mareos, dolores de panza y demás, volvimos de una vez a la
ciudad donde ahora, ya mucho mejor, escribo estas líneas mientras el sol entra por la
ventana, y me regala su calor. Amo viajar y sentirme bien, todo pasa, siempre pasa
Dale dolores, no llores dolores, dale.

5 de la tarde, después de la casa de la moneda


Una muy linda recorrida guiada de 2 horas y media por toda la casa me siguió dando
muestras terribles de lo peor de la historia. La extracción de la plata, la explotación
ejercida sobre el indígena y todo lo que comprendía esa maquinaria de la mina,
continuaba aun en la casa de la moneda.
La recorrida comenzó con las salas de arte, del mismo talle que en el museo de charcas.
En la etapa colonial, sobre lo único que se pintaba fueron los temas religiosos. Así que
ahí entendí el porque solo había de eso en el museo de charcas también. Los españoles
utilizaban la pintura para exponer su doctrina cristiana (una imagen vale más que mil
palabras) contagiando por pena y contando con palabras o dibujos los milagros de Jesús.
No con libros, porque para eso tendrían que enseñarles a leer, educarlos, cosa que le
traería problemas en un futuro ya que le daría las herramientas a los indios para razonar
su situación de explotación.
El español utilizaba el arte como modo de evangelizar a los indios. Fue por todo esto
que la pintura, aun hecha por indígenas, no hablaban de otros temas que no fueran
religiosos. Los españoles prohibían la pintura profana, donde no aparecieran imágenes
sacras y tenían también prohibido a los indígenas que ellos mismos figuren en sus
pinturas.
Después de toda la parte artística de la época, de los documentos del dominio español y
demás expresiones, fuimos a la parte de la casa de la moneda en si. La plata sacada del
cerro huyo, durante varios años a Europa, en forma de monedas, de lingotes, medallas.
Recién después de varios años se empezó a acuñar para América y durante 110 años, y
se hicieron manualmente todo tipo de monedas. Esto significa, si, que lo hacían a mano
los indios, con martillo y yunque. Las primeras monedas se hicieron de plata pura, por
lo que su real valor significaba que si se necesitaba la mitad, se partía al medio y se
entregaba una de ellas. Lo que valía era la plata en si.
En la casa de la moneda también hay una historia muy negra de matanza. Una de las
tantas maquinas que hay en estas inmensas habitaciones, la aplanadora, funcionaba a
tracción humana. Debajo, en el subsuelo, los esclavos negros daban vueltas poniendo su

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sangre y fuerza, y finalmente morían. En este tipo de salas la energía es muy rara y se
siente algo que da vueltas, todavía, a esta rueda infernal de muerte y esclavitud. Lo
terrible del hecho es que dicen que la maquina al principio funcionaba con mulas que no
alimentaban y se morían, luego trajeron bueyes, probaron también con los indígenas
pero no tenían mucha fuerza, y finalmente hicieron lo que les resulto mas barato:
comprar un par de esclavos negros traídos de África. Así, estos muchachos morían lejos
de su tierra, sucios, atados y con hambre. El frío que hace acá (dicen que es cuando hay
espíritus divagando) me pone la piel de gallina. Hay un rumor extraño, un silencio
helado, un terror terrible.
En el resto de la casa se puede ver de todo. Las acuñadoras, aplanadoras, cortadoras, las
primeras monedas, las vestimentas, la historia, los minerales que se sacaron del cerro o
algunas cosas hechas con plata Potosí.
La guía nos dice que en los años de la colonia murieron por aquí 8 millones de personas,
y completa la famosa frase mito que dice que con toda la plata de Potosí se podría haber
construido un puente de España a Bolivia diciendo “y con todos los huesos de los
muertos por los españoles en la explotación, un puente ida y vuelta”.
Después de la casa de la moneda recorrí un poco mas la zona céntrica entrando a todo
tipo de negocios donde ofrecían mas cosas tecnológicas baratas. Con un poco mucho de
frío quise entrar a una galería de arte donde había visto un mirador en la azotea. Estaba
con ganas de conseguir una linda panorámica del cerro Potosí, con una toma desde la
ciudad. Me senté en una de las mesas a ver cuanto salía tomar algo y para sorpresa vi
bastante barato el submarino, por lo que me di una excelente panzada. Al terminar,
pregunte por donde se subía a la azotea: había que consumir algo para acceder a ella.
Una escalerita finita me condujo a lo que parecía un escape secreto, un campanario de
iglesia. Ya en la azotea, camine por el cielo como pocas veces lo hago. Desde la cumbre
se puede ver la periferia, los barrios bajos, los que no pueden vivir como todos.
8 de la noche.
Otra vez en mi cuarto, presuponiendo que ya ha pasado el temblor de una vez. Me
siento óptimo. Hoy se me paso por la cabeza que quizás fue la altura, pero ese picante
no creo que haya pasado desapercibido por mi estomago.
Conseguí un mapa, ahora que voy terminando el viaje, a 6 bolivianos. El frío que hace a
estas horas afuera es mortal.

Viernes 4 de mayo. Ciudad hermosadepotosi

Recupere lo que no había dormido la noche anterior. O sea, dormí perfecto. A las 7 de la
mañana me desperté, como siempre, para que mi reloj biológico me haga ir al baño.
Todo perfecto, me siento de diez y no hay secuelas de lo sucedido ayer.
A las 7:30, 8, me levante definitivamente para empezar a ordenar la cosas e irme. El sol
empieza a golpear tímidamente mi ventana con balcón colonial, y yo le abro para que
pase. Pero cuando entra el viento frío de afuera cierro de vuelta: todavía no es hora de
salir. Pedí agua en el comedor del hotel y feliz, la recibí un rato después. La señora que
atiende es algo reacia, y la cocina quedaba lejos, por lo que fue todo un evento.
El hotel tiene forma de conventillo. Para entrar tuve que atravesar dos puertas que me
condujeron a un patio principal, de donde salía una escalera para el primer piso, donde
estaba mi cuarto. En este mismo piso, sobre uno de los costados, esta el salón comedor
donde sirven la cena si se quiere. Cuando entre, el otro día, la mochila no pasaba por
entre la puerta.
Con el sol de abrazo, esta ciudad hermosa de testigo y el cerro Potosí como compañía
de lujo, tomo mate sentado en el borde de mi ventana, en uno de los cuartos más lindos

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que tuve hasta ahora. Aspiro mi mate y mis galletitas, pensado en esta hermosa y bella
ciudad.
Me fui a la terminal de buses que van para uyuni a eso de las 9 30, en un taxi de un puto
que quiso cagarme. El chavo me quiso cobrar 5 bolivianos cuando desde la terminal, el
día que llegue, me cobraron 3. Se lo pude bajar, lo que acepto enojadísimo, a 4.
A las 10 sale el bus que me llevara a uyuni. El pasaje me costo 25 (lo regateé de 30) y
dicen que son alrededor de 5 o 6 horas. Me despido de Potosí con las ganas de conseguir
algo de historia escrita de estas últimas dos ciudades coloniales. Recorrí librerías,
pregunte, hojié, pero no encontré nada de mi agrado y mi bolsillo por ahora.

El viaje desde Potosí hasta uyuni es impresionantemente hermoso. Valles y cerros de


colores rodean el camino, contrastando con el cielo celeste, dibujado. Pueblitos
perdidos, con casas de adobe de antaño que te hacen pensar en como, cuando y donde.
Nos detuvimos a almorzar en un pueblito llamado tica tica. Tenía una montaña de fondo
con unos colores verdosos que me dejaron obnubilado. Pedí un almuerzo en uno de los
dos bares que se podía (la clásica sopita con fideos), y después de un rato largo salimos.
Además de pueblitos y montañas hay, por esta zona, más pueblos mineros. Me gustaría
saber si se sigue trabajando acá también, y de que habrán sido estas minas.
El viaje ronda por los 4000 metros, llegando a veces a 4500 y finalmente uyuni, 3800.

16 hs, uyuni
Llegamos. Me baje y camine 15 cuadras buscado un hostel, pero finalmente volví al
primer hostal al que entre, que quedaba justo donde te bajabas con el bus. Esto pasó
porque nada me convencía. Se llama “el salvador”, y estoy pagando 25 bolivianos por
un cuarto solo.
Ahora cuando todo abra por la tarde, voy a ir a averiguar por las excursiones al salar.
Desde el camino pude ver el increíble horizonte blanco. La ciudad se veía como un
oasis en el medio de la nada. Estoy bien de humor, bien de cuero y de todo.
Uyuni esta lindo. Sus calles son rectas y la ciudad es plana, cosa a la que me había
desacostumbrado. Camine por 5 o 6 agencias preguntando los precios para hacer todo el
tour, de 4 días, por el salar. Pero ahora en algunas agencias me ofrecieron de 3, que
hacen todo también. Según la agencia ultima en la que entre, en estos días hacerlo
cuesta unos 60 o 70 dólares según lo que elijas. Es muchísima plata, pero vale la pena.
Después de averiguar en varios, termine contratando en “cristal tours”, por 60 dólares.
Mañana a las diez partiremos de aquí por 4 días y 3 noches, para hacer la expedición
completa en 4x4 por uyuni.

A la vuelta del hotel, cene en uno de los tantos comedores baratos y me fui a dormir. Mi
cuarto esta lindo, Queda en el primer piso y este hotel también tiene una forma rara. Mi
cuarto tiene una cama, una mesita de luz y una puerta. La única ventana da al pasillo, y
todos los cuartos son simétricamente iguales. Esperare durmiendo la vorágine del día de
mañana, con esta mueca de sonrisa mientras sueño lo que nunca me acuerdo.

Sábado 5 de mayo, ciudad oasis de Uyuni.

Ayer en el viaje, mientras avanzaba el micro por la ruta desolada que conducía hasta
uyuni, y después más a la noche, me detuve a pensar un rato como me sentía yo acá: un
argentino en suelo boliviano. Después, instantáneamente, pensé en algo extraño. En
como se sentiría un español pisando suelo boliviano.

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Por mi parte cada vez que nombraron a argentina es como si me hiciera cargo
automáticamente por las cosas buenas y las cosas malas que hizo mi país. Entonces
siento vergüenza cuando dicen cosas como “argentina no dio el apoyo militar en la
defensa”, y me siento culpable, responsable, y ensayo disculpas y explicaciones en mi
cabeza. Explicaciones que termino dándole a nadie, o quizás sea que las necesito para
mi.
Pero.... Un español? Yo no podría siquiera venir a Bolivia. Pero no solo por lo mas
importante que es la matanza y la esclavitud que infringieron sobre toda la población
nativa de de este país, sobre sus costumbres y sus creencias, sino también por el saqueo
total, por ver la pobreza que tiene actualmente Bolivia, sus necesidades. Y sobre todo
eso pensar que barcos y barcos españoles viajaron cargados a Europa con la plata de un
cerro que no les pertenecía, solamente para mantener el estilo de vida de un periodo de
ostentación y acumulación que tenia la clase mas acomodada.
Yo se que quizás un chico español de mi edad que viene hoy en día a hacer un viaje por
Sudamérica, no tiene la culpa de la historia, del pasado. Pero es extraño de todas
maneras.
Hace España algo hoy por Bolivia, teniendo en cuenta que le debe muchísimo? Hizo
España algo, sabiendo que en la totalidad de explotación, en minas, casa de la moneda y
todo el circuito que comprendía en aquellos tiempos murieron 8 millones de personas?
Bolivia tiene entonces el perfil del indio aniñado, el que no conoce la maldad. Al indio
que le sacan 5 mulas y que le dan un espejito, al indio que lo hacen trabajan 3 meses
seguidos en una mina, sin parar hasta su muerte. Y el indio que no hace nada, no solo
porque es pacifico, sino porque no entiende que lo cagaron, que todos le sacan y el sigue
sonriendo, y tiene hambre y sigue sonriendo, y su cuerpo sangra y sigue sonriendo,
porque todo siempre será nuevo, indio niño, porque no existe maldad en el mundo,
porque a el le enseñaron que la mejor manera de vivir era sonreír y mirar al sol, feliz de
lo que le dio la tierra. Bolivia es ese indio al que todos ultrajaron, saquearon y usaron, y
sigue sonriendo y mirando al sol con los brazos abiertos.
Para estar en Bolivia hay que entender ciertas cosas. Primero que nada sacarse el miedo.
Segundo, hay que entender que no siempre pagar mas significa mejor, y menos en algo
importante como la comida. En Bolivia existe el almuerzo, cena o menú, compuesta de
entrada, segundo plato y un te. Los precios (mismos para Perú) rondan de los 5 a los 8 o
10 como mucho. Las comidas son muy buenas y mucho mejores que en cualquier lado.
Estando de viaje y haciendo actividad física hay que comer alimento más nutritivo que
hamburguesas o milanesas, por eso los almuerzos tienen mucha sopa de verdura, arroz,
papas y pollo siempre. 5 a 8 bolivianos son 2 a 4 pesos argentinos, lo mismo que se
paga en soles en Perú para un menú similar.
Hoy es el gran día del salar.

12 y media del mediodía, pleno salar


Empezamos la excursión al revés de lo que la hace todo el mundo, ya que a la vuelta no
íbamos a tener tiempo porque el grupo con el que viajo se va ese día justo a la hora a la
que volvemos. Así que lo primero que visitamos fue el cementerio de trenes.
El lugar es hermoso, el paisaje, el marco como un todo. Además de que los trenes me
encantan, todo lo viejo y en este imponente marco de sal y desierto es increíble. Son
historia ahí, que a pesar de estar muerta esta viva en algún lado. Ahora en mi cuaderno y
ahora en mis fotos, que hablan por si solas.
Después del cementerio de trenes nos dirigimos al pueblo de Colchani, un lugar que
vive del turismo y la sal, en uno de los extremos del salar. Hay un hotel de sal que esta
buenísimo, con banquitos en la puerta. Después de ahí, y ahora en viaje, entramos en

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pleno salar. Es increíble porque es infinito, y no se puede mirar mucho tiempo seguido
con este sol. No hay ningún punto donde la vista pueda descansar de tanto blanco.
En una charla con nuestro guía y chofer, me acerco a algunos datos sobre el cementerio:
Los trenes que están en el cementerio tienen más de 1000 años ahí. Es impresionante.
En la arquitectura de las maquinas y en los vagones se notaba que eran muy antiguos.

El desierto de sal tiene una superficie de 12000 kilómetros cuadrados, y se calcula unos
65mil millones de toneladas de sal. Ahora viajamos sobre una nube, sobre el cielo
mismo. Quien dice que en el cielo no será así? Creo en el cielo? Que es el cielo, como
cosa? Yo pienso que no, pero si en el alma.
El grupo con el que viajo son 4 ingleses (2 y 2) y un australiano. De a poquito voy
hablando, aunque estoy harto de hablar ingles pero me suena educativo. Por lo visto no
saben ni una palabra.
Llegamos a la isla del pescado que es un lugar así como una isla, de piedras y cactus en
el medio del mar de sal. Es una formación muy bonita que tiene para hacer una
caminata por el interior de la isla, plagada de cactus como personas, como almas
errantes. Tiene cactus que están ahí hace mas de 1000 años, una despensa con baños, un
centro de interpretación, y un estacionamiento, donde paran la totalidad de las
camionetas que hacen esta excursión. Ahí, en ese “estacionamiento” todas las cocineras
(cada camioneta lleva una) sacan los cacharros y platos, cubiertos y comidas, y preparan
el almuerzo para toda la gente que va arriba de su camioneta. Nosotros comimos quinua,
que es una especie de arroz integral muy nutritivo y ancestral. La verdad que estuvo
muy rico.
Después del almuerzo me fui a acostar al medio de la nada, al medio de la sal, y mirar al
cielo. La sal es dura como piedra en algunos lugares, y fría como la puta madre. Me
acuesto y miro que ni el cielo ni el piso, en este lugar, tienen final.
En la caminata por la isla del pescado muerto se pueden hacer dos recorridos, que en
realidad es uno solo, entrando por la entrada o la salida. Hay además una cueva y una
piedra que como una ventana, ofrece marco para la maravilla pintada que es el salar. En
un punto se llega a un lugar donde hay una especie de santuario para la pachamama,
donde la gente deja ofrendas, objeto y todo tipo de cosas: desde plata hasta cigarrillos.
Hice la caminata con los chicos de la camioneta y después nos pusimos a sacar algunas
fotos de las vistas.

Después de una media hora más en la isla del pescado partimos, sorpresivamente para
mí, a un hotel de sal que queda sobre una de las márgenes del salar. Sorpresivamente
porque no tenia ni idea de que la noche la pasaríamos en un lugar así. Vimos por última
vez el salar con un sol poniente que sobre el horizonte blanco va haciendo colores
increíbles. De a poquito me voy acercando a los chicos con los que viajo. Digo ver por
última vez el salar porque el guía nos contó que ahora vamos a salir del salar para ir a
ver el resto de las cosas de las reservas, las lagunas, y formaciones rocosas.
El hotel de sal queda a contracamino de donde tenemos que ir mañana, pero es
realmente increíble la construcción, la pieza, el comedor, todo. El lugar es
impresionantemente acogedor, el piso es también de sal suelta. En las mesas del
comedor (de sal) hay luz de velas. El hotel tiene además dos o tres cocinas para que
cada cocinera atienda a sus propios viajeros.
A eso de la 6 o 5 y media vino un francés a invitarme a jugar al fútbol con todos los
chicos que estaban en el hotel. Esto fue realmente incontable.
A 3600 metros, en una canchita con chicos del pueblo, con 3 franceses y un ingles y
otro chico mas que no se de donde era, jugamos al fútbol tres contra tres. La altura fue

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terrible y con un golazo increíble que hice me empezaron a llamar argentino. A la vuelta
el australiano que estaba en la excursión conmigo hizo un mate, y había mermelada y
pan para la merienda. El momento de tomar la leche fue confortable. No solo el sol con
su poniente daban el marco para este cuadro hermoso, todo, todo estaba perfecto. La
gente (toda hablando en ingles) el partido, el hotel, las velas. En un rato estaremos
cenando, en este piso arenoso de este lugar solitario.
Mañana partiremos a las 5 30 nos dijo el conductor, hora en que va a hacer harto frío. Y
esta noche, pufffffff, noche de vino y distensión absoluta.

Domingo 6 de mayo. Entre salares, lagunas y demás hermosuras

A las 6 y media de la mañana, despertándonos antes de las 5, partimos en el segundo día


rumbo al recorrido de las lagunas. La noche de anoche estuvo buena, nos quedamos
tomando vino con las chicas inglesas que termine de conocer y el resto de los chicos. La
realidad es que estuvo muy buena la comida, la cena a la luz de las velas, la cantidad de
gente que había en el comedor, las cocineras, todo.
Al despertarme el sol todavía no había empezado a salir, lo que me permitió ver, en el
horizonte, unos matices impresionantes que se van formando. El camino es malísimo y
en una 4 por cuatro como esta es la única manera de hacerlo.
Después de dos horas de nada, llegamos al punto de avistaje del volcán ollague. En los
lugares por donde paramos, hay formaciones rocosas de cuando el volcán hizo erupción.
Hay formas rarísimas y es muy distinta la piedra a cualquier otra. El lugar es un valle
parecido al valle de la luna, aunque nunca haya ido.
Después de ahí, con el camino cada vez mas complicado (incluidos golpes en la cabeza)
llegamos a la zona de las lagunas. El chofer nos advirtió que era complicada la zona, y
era más que eso. Subimos casi a 45 grados y bajamos en lugares peores, y todo al ritmo
de una cumbia que salía de los destartalados parlantes.
La primera laguna que visitamos fue la cañapa. Había un montón de flamencos rosados
que descansaban en el medio, sosteniéndose por una pata. Los paisajes acá son de
postal. El color del agua también. Son verdaderos espejos en el medio de este desierto.
La segunda laguna que visitamos fue la hedionda. Su nombre lo dice, el olor que tiene el
agua es bastante asqueroso y el color completamente diferente. Se debe a la presencia
de ciertos minerales como el azufre que tienen es olor desagradable. A eso de las 12,
cuando llegamos a la laguna hedionda, nuestra cocinera onnboard empezó a hacer
nuestro almuerzo. El viento que había hizo casi imposible el desempeño de este
almuerzo. El lugar que había para comprar galletitas o lo que sea estaba cerrado, y la
comida ya no fue muy abundante. Después del almuerzo salí a dar una caminata por la
laguna, llegando hasta casi el centro de ella, ya que tenía zonas duras. Estaba buscando
una pluma de estos flamencos, que no pierden ninguna los muy putos.
Después de ahí, pasamos por la laguna ramaditas (otra de esas tantas lagunas) y
llegamos a otra zona tipo volcánica, de formaciones rocosas, donde esta la estrella del
recorrido: El árbol de piedra. Esta formación rocosa no es otra cosa que el desgaste del
viento y la arena con sal que vuela por acá, que fueron carcomiendo de abajo esta piedra
haciendo esta peculiar forma de árbol. En el lugar hay, además, otras tantas formas que
son inventables. El viento, se nota, es fuertísimo y muy frío.
Después de dos horas mas llegamos a lo que esta delimitado como la reserva natural
avaroa, que tiene dentro suyo la laguna mas importante que es la colorada, característica
por su color que contrastan con los flamencos. En la entrada al parque nos hicieron bajar
a pagar los 30 bolivianos que son de la entrada, y nos mostraron un poco con los mapas
donde estábamos y que había para ver. En la casita había una llamita hermosa echada

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como un perro en la puerta. Era un perro. Era tan chiquita y juguetona, que después el
tipo de la casilla nos dijo que se llamaba bambino, que la llamemos que respondía. Y
era así!!! Te venia, te olisqueaba y casi saltaba.
Una vez que entramos al parque nos fuimos directamente al “hotel” donde vamos a
dormir esta noche. Pasamos por el costado de la laguna colorada pero elegimos entre
todos visitarla después de tomar la leche. Lastima, porque la leche fue una lágrima, y
cada vez nos dan menos cosas para comer. Ahora ya no había leche para la merienda y
quedaba nada de dulce y algunas galletitas. Hace mucho frío.
Después de la merienda fallida fuimos a la laguna colorada, un lugar hermoso donde
esta lleno de llamas con moñitos de colores, y de flamencos que comen pequeños
pececitos. Nos contaban que los colores y la manera en que se ve las lagunas difieren un
montón del viento que haya cuando se las ve. Tuvimos un montón de viento, así que no
las vimos tan coloradas. Hay una cantidad impresionante de flamencos que se mueven
en bandadas de un lado al otro, dibujando en el cielo nubes rosas.
De vuelta en el hotel, después de una pobre cena, jugamos un poco a las cartas y nos
fuimos a nuestro cuarto. Un lugar bastante choto, que disponía de 4 cuartos. En el
nuestro, que tenia 6 camas, dormíamos todos nosotros, los chicos y las chicas. No es
para nada acogedor y ya antes de dormirme tengo frío, lo que indica que cuando mi
cuerpo se enfríe, por la noche, moriré.

Lunes 7 de mayo. Desierto de Atacama

A las 4 de la mañana nos despertaron. El frío dentro de la habitación era imposible. La


cabeza, que durmió toda la noche afuera de la bolsa, sufre de frío. La frazadita que nos
dieron en el lugar es una terrible cagada. Ayer a la noche antes de irnos a dormir
miramos la altitud que tenia descuidada desde hace algunos días y nos dimos cuenta de
algo terrible. Estábamos a 4400 metros. Es lógico que el frío que hace sea normal,
teniendo en cuenta que estamos en el medio del desierto y a esta altura. El viento sopla
fuertísimo, y hace un frío incontable en una hoja. Antes de salir llevé la cortaplumas
afuera para ver que temperatura había. Afuera había 10 grados bajo cero. Y adentro 8
grados bajo cero. Creo que nunca en mi vida estuve expuesto a temperaturas tan bajas.
Para colmo en plena oscuridad matutina, sin desayunar y recagado de frío, salimos en la
camioneta para la laguna verde, otra de las atracciones de la reserva. De a poco va
aclarando y saliendo el sol, pero el frío dentro y fuera de la camioneta no amaina.
Adentro también tenemos 8 grados bajo cero.
Cuando llegamos a la laguna verde, ya amanecido el día, la laguna verde no estaba
verde. El tipo nos contó que el viento hace esas olitas que dispersan los colores del
fondo, que el agua tiene que estar quieta porque sino no sirve. El frío que hace es
increíble. Mientras saco fotos con la cámara las manos se me queman de dolor. No
puedo parar de temblar. La salida de medio minuto de la camioneta fue únicamente para
sacar una foto aunque sea.
Después de la laguna verde partimos para las aguas termales. Fueron una hora y media
más de sufrimiento arriba de la camioneta, esperando que el sol cambie en algo las
cosas pero no. Llegamos a las aguas termales y nos ofrecieron que los que queríamos
nos metiéramos en el pileton. Me encantaría, pero tengan en cuenta lo siguiente: el agua
que revalsa de la pileta, cae al piso y se congela. Sigo pensando que nunca estuve
expuesto a algo así, realmente estoy sufriendo este frío. Estamos ahora a unos 4500
metros, y en el viaje tuvimos picos de 4700. Fuera de todo esto, no traje toalla ni malla.
Después de que los chicos se metieran en el agua, tomamos el desayuno en el comedor
de este lugar, a eso de las 9 y media de la mañana. El lugar tenía unos baños llamados

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“orgánicos” en los que obviamente había que pagar. Constaba de un pozo en la tierra
que era tapado diariamente con viruta para que no de olor. El desayuno estuvo bueno,
era en un comedor amplio con muchísimas mesas, y tomamos un buen te caliente.
Además comimos galletitas que compramos pues esta gente nos sigue cagando de
hambre.
Que civilización pudo haber vivido en estos parajes del viento? Que población y
establecida de que manera pudo haber aguantado las inclemencias climáticas del
desierto, el frío de la sal y la escasa presencia de animales? Preguntas raras, pero
contestables supongo.

De ahí partimos, a eso de las 10, para los géiseres. El frío sigue pero el sol, ya arriba,
calienta.
Si contamos cuantas veces dije la palabra increíble en este relato, me caería de culo.
Pero bueno. Los géiseres son increíbles. Me recuerdan un montón a los paisajes de el
concierto de pink floyd en pompeya, donde los músicos caminaban por el medio de
ellos, entre fumarolas y aguas hirviendo. El olor fuerte a azufre es impresionante. Hay
fumarolas por todos lados escupiendo e hirviendo. El humo espeso hace en algunos
lugares imposible caminar entre el, y uno puede perderse entre los diferentes pozos de
azufre. Creo que es un tanto toxico respirar acá, pero el lugar lo vale. Además, hay
calorcito, cosa que andaba faltando.
Después de ahí partimos en lo que fue la vuelta. Pasamos por un montón de badenes
donde el agua de arroyitos pasaba y se congelaba, y llegamos finalmente a un pueblito,
perdido en el medio de las montañas. Almorzamos en una sala de ese lugar, y jugamos
un rato con algunos chicos del pueblo. La chica inglesa más chica, me acompaño hasta
un kiosco donde compramos unos chupetines con chicle. Me siento como si fuera un
domingo con alguna amiga barrial. Después de eso, emprendimos la recta final camino
a Uyuni. Fueron dos o tres horas mas hasta llegar hasta acá.

Algunas cosas sin decir, como siempre sucede en compañía: La quinua es una especie
de arroz, muy rico, que generalmente lo ponen con la sopa. Como siempre, después de
algunos días con gente cerca el momento en que se van, da pena. Siempre da pena.
Danny, el chico australiano, me regalo una remera y algunas monedas de Inglaterra, que
es donde él esta viviendo ahora. Termino siendo uno de los chicos mas copados. Las
chicas, aunque adolescentes, también. Tuve 3 días hablando solamente ingles, con Lucy,
Rebecca y Rachel. David, el otro chico, también era una masa. No eran de los típicos
chicos tontos americanos, y eso estuvo bien. De hecho, no eran americanos, eran
ingleses. Pero bueno, saben a que me refiero.
Nos tomamos unas cervezas mientras cenaban, y ahora que se fueron, me fui a cenar yo
solo a otro lugar ya que era caro donde entramos a tomar algo.
Me hospede esta vez, la segunda en Uyuni, en el residencial “sucre”. Al lado del
hostelling internacional del pueblo. La habitación compartida sale 15. No hay nadie,
ahora que me registre, por lo que es lo mismo que estar en una habitación solo. Ahora,
después o cuando sea, tendremos que hablar nuevamente de la nada. A la tarde me fui
caminando hasta la estación de tren y después de averiguar saque el pasaje desde acá
hasta Villazón. Después me dijeron que desde uyuni a Villazón no hay micro. Me
contaron que habría que irse hasta tupiza por 70 bolivianos, y de ahí tomarse otro bus a
Villazón que sale unos 20 bolivianos. Es realmente una locura, teniendo en cuenta la
ruta, los micros y los conductores. El tren sale los domingos, martes y jueves. El de los
martes, que tomo yo, la clase más barata sale 63. En cambio los jueves hay un servicio
mucho más económico que sale unos 35 bolivianos. Pero es increíble, teniendo en

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cuenta que de Villazón a la paz cuesta 80 bolivianos. Demasiados datos para tan poco
tiempo.

Mas tarde, siempre mas tarde. La nada no puede esperar. La nada nunca espera, solo
come.
Con tiempo de sobra, en la isla del pescado, salgo a caminar. Pues donde coño? Si veo,
el blanco, puro, a veces virgen. Otras con huellas de autos, se extienden por kilómetros
y kilómetros. Infinitos. Imposibles. Descalzo, como cada vez que siento la energía que
viene de la tierra, camino pinchándome con la sal congelada. Serán 3 cuadras de la
civilización de la que partí. Me acuesto. En el medio de la nada, apoyo la cabeza en la
sal, mi cuerpo entero en la sal, y miro al cielo celeste, el piso blanco, el cielo celeste y el
piso blanco.
Ahora de perfil, en el medio de la real nada, miro para un costado infinito. Yo y la sal,
la sal y yo. Y si, siquiera un día estaría así? Un día, nada más. Fría sal. Un costado, otro.
Adelante atrás, blanco todo blanco. Hay quizás, algo más cercano al éter de la muerte?
Que suba o baje quien tenga que subir o bajar, y de una vez me diga para que estoy acá,
tirado, como una mancha de colores en el medio de la nada blanca.

A la tarde me fui a conectar. Internet me trae, como siempre, ecos de te extraño y volve,
pero fuera de todo ese amor que siento, es difícil desconfiando tanto de la era digital,
pensar que no es fácil decir te extraño por Internet. Pero, como no dejar al corazón
decidir y no a mi cabeza, si este dice que es todo verdadero y lo siente?

*Literatura para aquellos, nota 36 del anexo

Martes 8 de mayo. Uyuni, ciudad helada.

Dicen que estamos en invierno, en la calle, y que por eso hace tanto frío.
Es gracioso. En los hostales más caros, en donde te cobran el agua, no tendrían que
hacerlo. Y en los hostales como el que estoy ahora, mas baratos, que tendrían quizás una
razón para cobrarte el agua, no lo hacen y les parece desquiciado que lo hagan. Así que
el chamuyo de que el gas es caro y toda esa cháchara es mentira. Es solamente querer
sacar un poquito más, como siempre.

*Literatura para aquellos, nota 37 del anexo

Mate, pan y mermelada vencida pero que esta riquísima forman mi desayuno de hoy.
Invierno. Realmente ya estamos en invierno, y ese quizás sea mi más grande problema.
Debo huir del frío? Pero no a casa, ya que allá ha llegado también esta cruel estación.
Creo que en estos dos meses de mi vida, comí más sano de lo que lo había hecho en
toda mi vida. Arvejas a montones, sopa de todo tipo con todo tipo de verduras, apio,
porotos, cebolla, tomate, arroz, zapallo, papa, quinua, pastas. Hoy comí por 10
bolivianos, acá en uyuni. El almuerzo consto de un primer plato de sopa, de un segundo
de fideos con “falso conejo” (vaya a saber que será) una banana, y un matecito de coca.
Hoy es otro de esos días lindos de mi viaje, como muchos otros, en que sonrío por el
lindo acto de sonreír nomás, sin saber que hay adentro que dibuje esta mueca en mi
cara.
La tarde se fue poniendo helada. Después de recorrer un poco el mercado y tocar largo
rato el charango, me compre otro libro, de Villamil. Entre además al “museo del
sudoeste potosino”, buscando algo de información sobre los pobladores antiguos del

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salar. Adentro me encontré de todo. Era un museo bastante humilde y pequeño, de una
sola sala, pero por 2 bolivianos no se puede pedir mucho más. Entre otras tantas
informaciones arqueológicas, momias embalsamadas y demás, encontré bastante sobre
los pobladores de esta región de Bolivia. Parece que las momias embalsamadas las
venden por todos lados, porque siempre tienen alguna.
A la tarde, caminando por la peatonal, conocí a un hebreo que quería ver como sonaba
el charango y hasta recién, estuve unas 3 horas hablando con dos chicos artesanos. Uno
era ecuatoriano y la otra peruana. Estuvimos hablando de todo, fueron una masa. Están
dando vueltas juntos por Sudamérica y echando parches por todos lados.
Después de esto me fui a la estación del tren para tomarme a la hora señalada la
formación que me llevaría hasta Villazón. Como siempre fui temprano, prefiriendo
hacer tiempo en la terminal en vez de cualquier otro lado.
Lo que empezó como una amena espera se estiro bastante, y por suerte el bar de la
estación se apiado de mí y me presto las llaves del baño. Mientras, en la tele, un partido
de fútbol reúne en las mesas a gente con cara de pocos amigos, que me miran de reojo.
El tren se demoro casi una hora. Primero dijeron que no venia, que estaba rota la
maquina, pero al final llego. Me subí a mi coche, el 1551, para partir de una vez hacia
Villazón. Adentro del tren hay calefacción y es bastante lindo y cómodo. Supongo que
el más barato, de los jueves, debe ser un poco mas rustico.
Mientras viajo dormitando adentro, afuera, el frío sigue.

Miércoles 9 de mayo. Viaje en tren a Villazón

El paisaje se muestra apacible. Siete menos 10 de la mañana me desperté, con la luz ya


del sol, y vi el impostergable paisaje que se abre ante mis ojos. El tren avanza por el
medio del desierto, solo, sin un camino que lo acompañe. No hay casas, no hay chozas
ni pueblos. Muchos ríos cruzan por debajo de las vías, ya secos. De repente, allá a lo
lejos, entre las montañas nace un camino que se viene acercando. Un auto se ve a lo
lejos.
Que son los viajes eternos? será esta transición como las demás, siendo tan linda? Hace
un mes que sueño todas las noches. Me había entristecido enormemente porque hace
tiempo que no soñaba antes de salir de viaje, y ahora de noche, sucede siempre. Es
inevitable sentir que hay algo que camina más libre y esponjoso en mi cabeza.
Vuelvo a argentina con nostalgia andina. Cambiarán un montón de cosas en los
próximos días, cosas a las que me había acostumbrado y de las que me había
enamorado. Para empezar, no va a haber más bolivianos, refiriéndome claro a las
monedas. Me acerco a la frontera de mi país con una sensación rarísima, a eso de las 7 y
media de la mañana.
Desde la estación de tren en Villazón son solo 11 cuadras, que las camino sonriendo
infinitamente. Pasando finalmente por el mercado de las últimas 4 cuadras, camino
dubitativo pensando en el después, en el ayer y en un mes atrás. Finalmente después de
hacer el papeleo entro de una vez a mi querido país, otra vez.

*Literatura para aquellos, nota 38 del anexo

Después de este paso de frontera, desquicie de mis cuidados monetarios y volví a


Villazón a comprar de todo. En total gaste unos 200 pesos. Me compre cosas para todos,
mantas, remeras, medias, lana, de todo. También un discman con mp3, unos mp3, y
unos deditos con títeres. Después de eso regrese definitivamente a argentina para ya
quedarme, esta vez sin papeleo.

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Son las 3 de la tarde y estoy esperando hasta las 5 el micro que sale a Humahuaca, mi
próxima parada. Mientras, leo a Villamil, y escucho música new age de uno de los cds
de mp3 que me acabo de comprar. Estoy feliz, y siento dentro mío que esto va a durar
mucho, mucho tiempo. Amo a la vida, al amor, el viajar y a mi país, que extrañaba de
sobremanera y no se porque.
El almuerzo, no les conté, fue en un restaurante que tenia almuerzo completo. Eso que
yo pensé que no existía en mi país. El problema es que en argentina el almuerzo
completo en un restaurante así sale 8 pesos, que serian como 20 o 2algo de bolivianos,
cosa que no gaste en todo el viaje, ni aun en Perú. Comí una sopa, una porción de pastel
de papas, con postre, que podía repetir. Es barato para argentina de todas maneras, no
recuerdo haber comido así en ningún lado.

17:30, salida de la quiaca. Hasta aquí, todo bien.

*Literatura para aquellos, nota 39 del anexo

10 de la noche, ciudad sagrada de humahuaca.


El frío si que se siente acá. Camine hasta mi camping del otro lado del río, pero no me
atendió nadie. Estuve un buen rato golpeando las manos y gritando, pero nada. Había
una tele prendida y ninguna carpa. Camine resignado de vuelta hasta el pueblo y busque
por todos lados un hostal que no me rompa la cabeza. Busque y busque hasta que
encontré uno que se llama el farolito, cerca de una esquina entre peñas. Sale 10 pesos la
noche, por lo que me quede.
El lugar esta lindo y mi pieza también. Es una suerte haber conseguido esto porque con
el frío que hace y estoy teniendo no se que tan contento hubiera esta en la carpa. Estoy a
una cuadra de la plaza principal. Mientras me duermo de nuevo en mi suelo, en mi
pueblo, pienso cuantos días mas me podré quedar en este oasis del norte.

Jueves 10 de mayo. Iruya, ciudad clavada en el medio de la montaña.

Después de un buen desayuno en mi hotel, pague el hostal y me fui hasta la terminal a


ver si ahora, a la vuelta, podía ir a iruya. Cosa que no había podido hacer a la ida debido
a las lluvias y a la cantidad de gente. A eso de las 10 y media de la mañana tome el bus
que me trajo a iruya.
En la terminal había bastante gente para ser mayo. La mayoría, como siempre, son
extranjeros. Un montón vinieron a iruya. En el camino, siempre hermoso, fui tocando el
charango y disfrutando del paisaje al ritmo de voces calidas que subían a mi cabeza y
bajaban a mi corazón.
Cuando llegamos, y con todos los chicos que venían en el micro, fuimos a buscar un
mismo hostal para poder pelear el precio, y para estar juntos porque en esta época no
hay nadie. Conseguimos un lugar donde por 5 pesos nos dejan tirar la bolsa de dormir.
Por 6 pesos te dan un colchón para tirar la bolsa y por 10 una cama. Empezamos desde
ahí a movernos como grupo, y el almuerzo lo hicimos compartido, un salpicón.
Cuando desembuche toda la mochila me iba a poner a lavar ropa pero en la casa había
una chica que lo hacia por vos. Le di, con muchísima vergüenza, la ropa de casi todo el
viaje. Me cobro 5 pesos por todo! Un asco. Estuvo un rato fregando las medias que
tenían casi 60 días de uso.
Los chicos con los que estoy en la casa son todos artesanos y viajeros de la vida. Cada
uno con su historia, y amontonados quien sabe por que, todos en este mismo lugar.
Vamos a dormir todos juntos en una sola pieza, grande, tirados en el piso.

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A la noche nos juntamos de vuelta para hacer la cena, y compramos unos pedazos de
carne (para nada tiernos) con los que hicimos sanguches para todos.
El frío no parece tan terrible hoy. Después de tomar mucho (quizás yo no tanto) me metí
en la bolsa porque me iba agarrando el sueño. Tocamos un largo rato tipo fogón, con mi
charango y demás, pero no me hallaba en el entorno y por eso me vine a acostar.
Seguramente cuando quede solo de vuelta, esto traerá consecuentes reflexiones.

Viernes 11 de mayo. Iruya, ciudad fatalmente empinada

A eso de las 9 de la mañana, no sin un montonazo de frío, nos levantamos varios de los
que dormíamos en la pieza. Varios, en verdad fueron en su mayoría las chicas. Los
chicos con los que hable por ahora son: rama, mono, yami, pato coty y bueno, no me
acuerdo mas por ahora.
Hoy, después de organizarlo anoche, partiremos a san isidro con todo el grupo del hotel.
El desayuno fue de frutas que compre en la despensa de la segunda calle que baja. Lo
acompañe con mate y una charla muy linda con coty.
Al mediodía almorcé un menú en uno de los comedores de iruya, que estaba compuesto
por sopa y fideos de pollo. Me salio 5 pesos. El pueblito hoy se ve hermoso.
A eso de las 3 y media 4 partimos para san isidro, con carpas, bolsas, agua y abrigos
como para quedarnos una noche. El camino no es complicado y cruza el pequeño río
varias veces. En muchos momentos la caminata me hace acordar un montón a la vuelta
a Cuzco desde aguas calientes. El grupo hace el camino amenísimo, alegre, feliz. Sonrió
cantando con esta orquesta móvil que me acompaña.
Son casi 3 horas, caminando a paso medio para llegar a san isidro. A eso de las 6
llegamos a la fatal subida final al pueblito de san isidro. Es una subida de cómo 100
metros, que de la manera que la hagas terminas muerto. Para darse una idea, el camino
por el que venís es un cañón, el cañón del río, y el pueblo queda arriba.
Cuando llegamos arriba, en una canchita de fútbol conocimos a Rodrigo. Un pibe que
estuvimos hablando un rato largo, que estaba viviendo ahí. Nos llevo al hospedaje
“teresa”, lugar donde nos alojamos todos por 3 pesos para tirar la bolsa.
Rodrigo nos contó que esta viajando hace un montón. Es de Córdoba y colgó todo, y se
vino a trabajar al norte. Ahora esta laburando cosechando a mano lo que le piden. Le
pagan poquísimo, pero no hace falta más acá. Con unos pesos alquilas alguna casita de
adobe, y podes establecerte, hasta con tu familia si querés. Rodrigo es una de esas pocas
personas que las ves libres, realmente libres y a la deriva de sus decisiones.
A la noche, cuando estábamos por ponernos a cocinar algo, la señora de la casa nos
ofreció cocinarnos por 3 pesos más por persona. Nos hizo un guiso muy rico, que
comimos todos a la luz de las velas en el comedor que hay debajo de la habitación que
estamos todos juntos.

Nos juntamos después en lo que era nuestro cuarto, donde dormían todos en el piso.
Hicimos una guitarreada de vuelta, con charango y tamborcitos también a la luz de una
o dos velas para todo el salón, ya que en san isidro no había luz porque se rompió hace
meses el único generador de luz solar. Hermoso.
Rodrigo agarro la guitarra y nos hizo emocionar a todos con sus interpretaciones del
flaco spinetta. El frío empieza a acosar y me arrepiento de no haber traído mas cosas de
abrigo. Después salimos a dar una caminata para ver las estrellas y nos tiramos largo
rato a verlas. Protagonistas de la noche. Miles y cientos de ellas. Fugaces, fulgurantes.

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Luminosas, enormes, que pasan como todas las caras de las personas que voy
conociendo en la ruta.
Después de largo rato, ya con frío, me fui a dormir.

Sábado 12 de mayo. Pueblito olla de San Isidro

Una nube inmensa acostada debajo de las montañas me mira así, amenazante. El frío de
la noche durmiendo sobre el piso helado no me dejo dormir muy bien. Cada vez que me
caía del poncho que oficiaba de aislante sentía el piso congelado y despertaba. Espere y
espere la salida del sol dentro de la bolsa de dormir, pero hasta las 8 y media todavía no
se había querido presentar, así que salí de una vez. Con un grado de temperatura sentí
que el sol no iba a salir nunca, que el día nunca iba a empezar.
San isidro esta en una ollita que impide que el sol hasta pasadas las diez de la mañana,
salga. O por lo menos que se vea. Después, cuando el sol empieza a pegar, las nubes
que recostadas tranquilas sobre las montañas descansaban, se empiezan a despertar y a
invadir todo el aire de san isidro. Así el frío se pone peor, porque además invade el aire
húmedo y helado, irrespirable.
Al mediodía, cuando se levantaron todos, pedimos unas empanadas al restaurante de
enfrente de la casa de teresa. Comer la comida casera que hace la gente del pueblo es
otra de esas cosas lindas que te funden en el momento como un todo.
Después hicimos una caminata al cementerio, recorriendo todo lo que era el camino de
bajada al río. El cementerio esta arriba de todo. La vista desde ahí es impresionante. Las
tumbas tienen flores de colores y el camino hasta ahí es hermoso. Trepando la pared
porque la puerta estaba cerrada, entramos a ver como era por adentro.
San isidro es compacto y chiquito. De noche no hay luces para ver como en iruya, y
todo es frío y a velas. A la tarde, a eso de las 3 y media, partimos para iruya de vuelta.

El camino no es tan difícil, como en la ida, y de hecho es más fácil. San isidro queda,
como bien dice la película, río arriba. Ahora solo hay que seguirlo, hacia abajo. Lo más
difícil es como en san isidro, la ultima subida final, donde llegas al pueblo. Con el plus
de que nuestro hospedaje queda arriba de todo.
Cuando llegamos, después de bañarnos, pato nos enseño un poco de yoga y relajación.
En el cuarto comunitario ensayamos, arriba de los aislantes y absorbidos pos la música
new age, algunas posiciones y respiración.
Después, a la noche, fuimos todos a cenar a un restaurante porque Juan, que es de
estudiantes, quería ver el partido. Bajando por la tercera calle y a una cuadra de la plaza,
casi frente a la escuela encontramos un lindo lugar para comer.
A la vuelta fuimos miles más para dormir en el piso. Hoy vinieron un par de chicos más
del camino, que se nos unieron al grupo.
Fuimos caminando al mirador, como en una procesión nocturna con algunas botellas de
alcohol. Desde arriba, iruya se convirtió en un pueblo misterioso donde se movían
linternas, luces o lo que sea por algunos lados. Un viento calido, un extraño viento
calido que después se convirtió en furia de montaña soplo desde que empezamos a
descender hasta la mañana siguiente, sacudiendo las ventanas y llevándose varias cosas
con el.

Domingo 13 de mayo. Iruya, pueblito lindo.

Quizás temprano, no se, pero con el sol de las 9 y algo me levante a hacer unos mates y
a disfrutar, quizás, de mi soledad perdida hace algunos días ya. Pero las chicas también

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madrugan, lo que mas tarde no me disgusta en absoluto. Coty, la chica de rulos, tiene un
brillo especial que le acompañan la sonrisa y sus ojos. Pato es mas pasiva, una especie
de pocahontas viajera con muy buena onda. Después de desayunar junto a ellas charla
por medio y caminar, me dispuse a buscar mi tallón perdido. Verán, la historia de mi
tallón es algo divertida. Ayer a la noche levanto un viento de la muerte que no dejo
dormir a muchos de nosotros ya que se abrieron las ventanas y se escuchaba un
murmullo constante de viento. Empecé a buscar a la mañana todas las cosas que había
dejado colgadas en el tendero de la casa, encontrando algunas dispersas por ahí, mi par
de medias, mi remera rotosa. Pero no apareció nunca mi tallón turquesa. Así que
después de desayunar me dispuse a recorrer un par de casas en búsqueda de el,
finalmente sin éxito. Fue raro porque fui siguiendo el rastro por un par de casas y
personas que me fueron dando datos, pero finalmente se cortaron en una casa en la que
tendría que haber estado, y no estaba. Rarísimo. Me quede sin tallón, pero era algo que
me tenia sin cuidado ya que mi viaje iba terminando. Evidentemente alguien lo necesito
más que yo.
Para el almuerzo planeamos entre todos un asado a todo culo. Riñón, chinchulín,
morcilla unos buenos pedazos de vacío y asado.
En constante clima de canción, con ganas de reír y pasarla bien, pensando nunca en el
mal. Pero la carne estaba un poco dura.
A la tarde merendamos de una manera soberbia. Hablando entre todos sobre destinos y
lugares de donde veníamos y a donde íbamos, intercambios de información,
recomendaciones, hoteles y lugares a no perderse. Con algunos le comente un par de
cosas que hicimos para ir al machu pichu, con otros hable de los lugares copados para ir
a Bolivia.
Además, de a poco van avanzando mis rastas. Si, no les conté! Me van haciendo dos o
tres por día, es bastante doloroso y largo, pero se va completando la cabeza. Van
quedando increíbles!
A la tarde, después de sentir bastante frío anoche y levantarme con un intenso dolor de
riñones, decidí cambiar mi combo de únicamente bolsa de dormir en el piso a bolsa con
colchón y frazada. Son dos pesos más, pero realmente lo justifican. El frío del piso
cuando te caes del aislante es terrible. Otoño frío, helado
A la noche, después de arduos trabajo de limpieza de carne y verduras hicimos una
especie de puchero con fideos verduras y carne. Los chicos en su mayoría habían ido a
comer afuera a un restaurante para ver el partido de river, por lo que para cenar no
estuvimos tantos y sobro. Pero a la noche, después de un par de botellas de alcohol el
puchero desapareció. A cenar vino además nuestro amigo de san isidro, Sebastián, a
tocar sus canciones hermosas de spinetta y a desperdigar amor, paz y buenísima energía
con su vida regalada a la misma vida. Temprano, me fui a acostar solo, contento y
sonriendo, como siempre.
Pato, coty, yamil, juan, ramiro, joaquin, mono, la novia, el guitarrero y su novia, yo, el
de san isidro, las chicas de rosario, y algunos más. Es una enumeración que quizás no
signifique nada, pero vaya que si. No siempre una familia es solamente miembros
unidos por la sangre.

Lunes 14 de mayo. Hermosísima ciudad, a veces calida de iruya.

Solo, hoy si, despierto. Me siento a las 8 y tantos minutos a tomar un mate, a tomar el
desayuno mientras me pongo al día con este diario abandonado por tantos minutos en
compañía, por dialogar tanto con afuera y no con adentro. Todo esto que ahora es
afuera, siento que en la soledad que pronto vendrá, se sintetizara en adentro. En algunas

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palabras, quizás en una, pero se sintetizara. Todo el que quiere recibir algo, sea
energías, enseñanzas o lo que sea, es simplemente el hecho de darse a hacerlo. Recibir
es otra cosa que a la gente le cuesta, pero mas cuando se trata de energías, vibraciones.
Ayer a la tarde estuve hablando con peyi, la novia del guitarrero. Estudia antropología y
esta haciendo artesanías. Pulseritas, colgante, cosas. Muy parecido a mí, todavía no
perdió el pudor de vender y valorar su trabajo, para cobrar lo que verdaderamente sale.
Pude compartir muchas cosas de la vida con ella y ella conmigo, y sigo convenciendo a
la gente para que suba aunque sea hasta el Titicaca, punto hermoso e increíble del viaje,
y por sobre todo una alternativa bastante económica.
Al mediodía se fueron casi todos, cada uno siguiendo su ruta, su viaje. Quedamos
Ramiro, Joaquín, el mono y yani. Iruya sigue siendo hermosa aun cuando la grata
familia se va achicando. Cocine una sopa de verduras para el mediodía y después nos
tiramos a descansar un rato.
A la tarde me di una vuelta por el único locutorio que tenia Internet, donde en los mails
me habían escrito flor, herni, pau, y otras gentes que extraño un montón. Ahora,
además, empezaron a correr apuestas sobre cuando vuelvo.
Ya con la posada mas solitaria, por la tarde noche llego uno de esos tantos personajes de
viajes. Scott, un ingeniero en petróleo retirado, sin residencia alguna en algún lugar, que
dice querer recorrer el mundo hasta morir. Nos cuenta (sin decir una palabra en español)
de sus viajes a Etiopia. Ya paso por África, Europa, Asia y el resto del mundo, en estos
primeros cuatro años después de jubilarse. Mientras nos cuenta su vida toma
afanosamente cartones de vino, diciendo que el vino de mesa en argentina es el mejor
del mundo. Toma y toma, diciendo que en el restos del mundo no existen los vinos de
mesa, que son todos los mas caros, que el resto son totalmente químicos. Acá, los vinos
del pueblo son de enserio..... Con sus 56 años, su estado pasadas algunas horas es
calamitoso. Le ofrecemos una polenta que acepta con ganas, balbuceando no se que, un
poco desconfiado de que lo envenenemos, mientras se va quedando dormido come con
la mano, la comida se le cae de la boca y babea. Impresionante la plata que tiene este
señor. Entre algunas cosas que dijo algunas se rescatan. Dice que a el le gusta ir a
lugares así para realmente conocer el lugar, conocer a la gente, las costumbres, porque
en los hoteles 5 estrellas (que tiene la plata para pagarlos) lo tratan como a un viejo de
plata que viaja por viajar.
A la nochecita también cayo nico, un artesano de santa fe que estaba viviendo en
humahuaca hace algún tiempo. Expele una energía increíble. No para de sonreír un
instante, ni aun durmiendo. Estuvimos charlando un rato largo, y le ofrecimos polenta,
que acepto agradecido. Muy conectado con la tierra, con lo que le gusta, con lo que
quiere y con la gente, nico es una de esas personas que puede entender de que hablo
cuando hablo de lo que hablo.
Dormir, como siempre dormir.

Martes 15 de mayo. Iruya, amanecer un tanto frío

Me levante temprano, a eso de las 8 y media, con ganas de responder un par de mails a
la gente que me escribió ayer. Primero que nada a herni y a pau, que fueron como mis
hermanos en la infancia y hasta hace poco. Hoy son si, mis primos, aunque las cosas
cambiaron un poco. No por nosotros, sino por nuestros padres. Les quiero escribir
porque son una respuesta a lo que intente generar. Un ida y vuelta de energías, donde la
gente tome conciencia de todas esas cosas que uno puede hacer en el viaje, todo lo que
se puede conocer y vivir. Amor a la experiencia, amor al viaje inigualable. A las
decisiones de uno y a sus consecuencias.

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Hoy el sol me mira hermoso, mientras desayuno con nico y yani, y charlamos otro
ratito. Después Nico se fue abajo, a la puerta de la iglesia, a parchar con el resto de los
artesanos.
El día transcurre como uno de los otros tantos en iruya. Tranquilo, en constante subida.
Para el almuerzo calentamos la sopa que había sobrado de anoche, y para la cena
hicimos unos fideos increíbles para agregarle a la ya gastada sopa. El dolor de garganta
es fuerte, por lo que a la tarde me fui a comprar una petaquita de licor para suavizar un
poco la noche con un besito dulce y tibio.
Este ya es mi barrio.

Miércoles 16 de mayo. Iruya, desayuno y merienda.

La garganta no mejoro y por poco diría que empeoro. Me levante con la traquea cerrada,
con un montón de moco, y me costo arrancar. Para ello obviamente, el mate siempre
salva. Nada que una sonrisa no pueda alivianar. A la 8 y media fue cuando me levante
definitivamente y salí de la bolsa, con un poco de frío y cansancio.
Unos mates con el delta (el viejo del ojo ciego) a la mañana, dialogando sobre todo.
Artesanías, Tucumán, y demás. Para el desayuno me hice unos huevos revueltos, ya que
cuando me fui a comprar mi tradicional desayuno de pan y manteca me tentaron, y
estaban baratos.
Una nube, como la de san isidro en la mañana que estuvimos, descansaba sobre lo que
en verano es el caudaloso río. Como en san isidro también, con el sol comenzó a subir y
a hacerse extensa y no tan compacta. De a poquito nos fue comiendo y termino
cubriendo todo iruya.
Para el almuerzo hice un invento gastronomico con el huevo que me sobro. Hice una
polenta con manteca, queso y huevo. Quedo definitivamente rica, y lo que si, pesada.
A la tarde, ya a las 4 el sol estaba completamente tapado por el vapor que subia. El frío
comenzó desde muy temprano, junto con una especie de garúa que es la misma nube
que nos esta digiriendo.
Mañana los chicos van a seguir su viaje, así que supongo que me iré a Bs. as pronto. La
comunidad se disolverá definitivamente pero quedara todo esto que compartimos, las
fotos, las canciones y las caminatas. Supongo tomare el tren de el sábado a retiro.
Mientras, mis rastas van avanzando lentamente. Quedaron nada más que rama y Joaquín
para hacerlas, y ya están un poco fastidiados.
Por la noche llegaron a iruya una familia cuasi hippie, o quizás deba decir solamente
una familia de artesanos, que viaja con su parche por todo América, y lleva a cuestas
dos hijos muy pequeños, despiertos y abiertos. Uno tiene 8 y el otro es bebe. Con el de 8
se puede hablar de lo que sea como sea, sin tener ningún tipo de temor a que no sepa de
que estas hablando. El tiene mas viaje que cualquiera, diría. Lo que mi cerebro todavía
quizás analiza, es si esta bueno tomar la decisiones que se toman con un niño a cuestas.
Una cosa es que uno mismo se cague de hambre por tomar la decisión de tirar todo a la
mierda y salir a vagar por el mundo, pero, tener un hijo? El chico no fue educado en
escuela, pero quizás sepa mucho más que muchos chicos de 15 o 16 años.
A la noche cenamos todos juntos un guiso, con el delta, nico, y toda la familia.
Compramos un fernet y tome un par de vasitos, después de dos meses y algo sin el.
Jueves 17 de mayo. Ciudad estanca de iruya

Después de pasar bien la noche y de ir al baño en reiteradas ocasiones (debido al


fernete), desperté y baje a hacerme el desayuno de cada día. Los de la familia hippie me

115
acompañan con una charla. El es uruguayo y ella colombiana. Se conocieron así, y
empezaron a viajar. Uno de los hijos, el más chiquito, se llama inti.
La nostalgia de dejar esta ciudad que me albergo varios días y de abandonar la ultima
familia que hice en ella, me va acogiendo. Pero son las mismas ganas de volver a mi
ciudad y abrazar a todas las personas que tanto extraño. Quedan 2 o 3 días de transición,
de viaje, de espera. Será sorpresa? Lograre hacerlo?
A las 3 y 14 de la tarde, después de una aceitosa docena de empanadas y un kilo de
fruta, el micro de la empresa Mendoza partió hacia humahuaca dejando atrás a este
pueblito que por mucho tiempo, quizás, no volveré a visitar.
6 de la tarde. Ciudad de humahuaca.
Arribamos todavía con sol a la ciudad hermosa de la vaca, y con joaco estuvimos
divagando largo rato por las callecitas angostas.
Estuve averiguando cuanto esta acá el kilo de lana de llama. Me dijeron, según el local,
48, 70, 50. El envió de correo argentino sale, hasta 3 kilos, 12 pesos. Pero de todas
maneras, si llego a llevar lo llevo conmigo.
Estamos parando en la casa de ale, una hostería que esta bastante nueva, o yo no la
conocía. Es cerca de la terminal, al lado del mercado de frutas y verduras. Sale 7 pesos
tirar el colchón, y por 3 más te da una frazada. El lugar es re acogedor y estamos re
tranquilos, ya que no hay nadie.
A la noche fuimos a cenar afuera. Yo me comí un menú de locro y sopa, mientras
mirábamos el partido de copa libertadores en que jugaba boca.
Finalmente, con mucho frío a eso de las 12, nos fuimos a dormir.

Viernes 18 de mayo. Humahuaca, humahuaca, la la la

Será verdad que los riñones duelen por el frío, y más cuando están cargados? Me
desperté dos veces para mear, y ahora que son las 10, ya levantado siento un terrible
dolor en los riñones. Un resfrío horrible ahora acosa mi nariz que ya se esta paspando.
Salí a comprar la lana para ale, y de paso saque el bus a Tucumán. Me salio 36 pesos y
sale a las 5 de la tarde. Los chicos se tomaron en micro a eso de las 2, rumbo a la
quiaca, y espere mi micro sentado en la terminal, comiendo, que tuvo una hora y media
de demora.
Partimos a Tucumán finalmente a eso de las 6 y media. A eso de las 9 de la noche nos
bajaron para cenar, y nos dijeron que esperemos en tal y cual esquina. Conocí arriba del
micro a Natalia y Alejandra, viajeras constantes de hoteles con baños privados.
Cenamos juntos, ellas, yo y mi resfrío. Los mocos que tengo son inaguantables.
Hablamos largo rato y nos pasamos los mails, ya que estuve comentando con ellas mis
dudas histórico-arqueológicas sobre los distintos lugares por los que pase en mi viaje.
Cenamos unas porciones de pizza y partimos al lugar de encuentro con el micro. Una
hora más tarde apareció, pero cambiado. Debido a las demoras, nos dijeron que
masomenos a eso de las 3 de la mañana estaríamos en Tucumán. La mochila, las cosas y
todo, estaban en el bus ya cargadas.
La soledad comienza a hacer efectos? No no, es que ya estoy muy cerca de la vuelta.

*Literatura para aquellos, nota 40 del anexo

Sábado 19 de mayo. Tucumán de mierda, terminal horrible.

A las 3 y media de la mañana llegamos. Fuera de que ya me llevo mal con esta ciudad,
el horario para llegar fue asqueroso. Ya no daba para irse a ningún lado por lo que

116
intente tirarme a dormir por ahí. El resfrío me esta aniquilando, tengo una tos asquerosa
y hace un frío de la muerte. Tuve que entrar a un bar a tomarme un tazón de café con
leche para regocijo de mi alma. Tengo sueño, porque negarlo, y ganas de estar en casa
ahora. Generalmente cuando uno ya tomo la decisión de volver, quiere que suceda ya,
sin demoras.

*Literatura para aquellos, nota 41 del anexo

9:30 de la mañana. Lago cadillal, Tucumán capital.


Cerca de el infierno, muy cerca de el, existe un lugar de duendes y cultos, que recuerda
con nostalgia al lago Titicaca. Merece mención aparte esta recomendación de los chicos
de tigre, este lago rodeado por montañas, que estando a 600 metros de altura es
inmensamente hermoso. Curioso día más, en el que conseguí boleto de tren para hoy a
la noche.
Cuando llegue al cadillal el viento soplaba constante, reacio y helado. A eso de las 12
amaino y se paro completamente. El día se transformo hermosamente en algo que no
imagine. Juego con mis pies, mi cabeza y mi cuaderno. Es todo parte de un todo
indivisible. Ya sin días, un autentico espejo de agua frente mío. Familias que vienen a
hacer asados y a pescar. Es un momento gratamente hermoso.
Para el almuerzo me clave una despedida digna. Una cervecita helada y un sanguchazo
de milanesa para cambiar más mi última impresión de Tucumán, y partir con una
sonrisa.

*Literatura para aquellos, nota 42 del anexo

A las 8 y media salio el tren de Tucumán. Después de 2 meses y medio me devolverá a


casa, un domingo, a las 10 de la noche. El viaje se hizo lindisimo también a la vuelta,
donde conocí un grupo de gente re copado, en este tren semivacío. Junto con los rieles,
las vías y los coches, todo es pura nostalgia.

Domingo 20 de mayo. Transición en tren.

De día es hermoso el viaje, poder ir en patas y remera de mangas cortas, tomando unos
mates y mirando por la ventana como se desenvuelve el paisaje a través de estas vías,
que hace mas de dos meses me trajeron hasta acá. Allá me trajeron con nervios, sin
saber muy bien donde iba o a donde me iba a llevar el viento. Hoy vuelvo con infinita
alegría, con una especie de estado del que no voy a olvidarme nunca, una especie de
cambio de condición natural, de una manera de tomar y sentir las cosas.
Dormí, relativamente dormir, porque decir que no. Me gustaría llegar, aunque me
gustaría ir en tren hasta el fin del mundo y que no se termine nunca este periplo.
Es rarísimo como se va terminando el viaje, como las mutaciones que fui sufriendo se
transformaron en esta vuelta con alegría, con tristeza.
Al final, cuando ya entramos en el último tramo, el choque. Divago por las vías que
diariamente me llevan a capital, que me llevan a las estaciones pobladas de gente de
millones de lugares que son solo uno: Buenos Aires. Es una pena no poder bajarme en
ballester y listo. Seria fantástico.
Previo a llegar aviso por mensaje de texto que me vayan a buscar, porque nadie sabia de
mi vuelta y me di cuenta que no iba a poder cargar todo caminando, hasta casa. De

117
vuelta en la estación de malaver, mama, papa y vale, sonríen y lloran. Estoy de vuelta en
casa?

Este viaje abrió mi cabeza en todas las direcciones posibles. Es un hecho autoreferente
que no para de volver para decirme que alli estuve, que allí estoy. La manera de vivir y
de sentir en esos días fue un indicador/iniciador de cómo tengo ganas de sentir las cosas,
de las cosas que quiero sentir, del poco miedo que tengo a descubrir.

15 de Julio de 2008. Ballester, mi casa

A veces pienso, o siento solamente, que nunca volví. Que es mi cuerpo el que deambula
por mi vieja buenos aires, que es solamente el, que lucha por sobrevivir acá, el que
escribe estas líneas.
A veces siento y me duele el día como si nunca hubiera vivido uno, como si cada acto
de los que se desarrollan hora a hora estuviera sintetizado por un horrible designio del
destino. Entonces, en esos días en lo que mi cuerpo se descompone, y que pide auxilio,
me llama.
Entonces, mientras viajo en tren este cielo poluto desaparece y se transforma en ese
monstruo sin forma que es la noche descampada. Y cambia el aire, y cambian los
ruidos, cambia todo.
Pero no es fácil, y me cuesta horrores unir todo aquello con esto, solo esto, solo todo
esto. Me resulta inverosímil haber estado ahí, haber vivido así, haber sentido así, y hoy
estar acá, únicamente en este cuerpo putrefacto.
Eso es lo que mas duele a la noche. Unir, citar a las partes como en un juicio y decidir
quien o que tiene la culpa, y de que.
Es un griterío espantoso en donde nadie llega a nada, y solo salgo yo corriendo, a la
nada, pero salgo corriendo. Eso que todavía anda libre por allá, mirando la
majestuosidad del titicaca, se niega a volver.
Pero apareciste. Como una noche, o una luna, o no una luna. Apareciste como la luna, a
mostrarme que el cielo, donde están los sueños, es el mismo allí que aquí. Le hablaste a
aquel descreído, y sin razones lo convenciste a volver, aunque sea por periodos, para
estar a tu lado.
Entonces es extraño. Por las noches vuelve, y viviendo en una fantasía extraña camina
por corrientes como si lo hiciera por las mismísimas tierras incaicas, con el mismo sabor
en la boca, con el mismo sentir de libertad, de amor, de cielo, de luna.
Soy un ser partido, roto, podrido y perdido. Soy un ser libre, alegre, feliz y atolondrado.
Y creo, que además, estoy enamorado.

118
APENDICE

1
Como a sabiendas
De lo que va a pasar
Se me enrieda la tela,
no me deja levantar

Me muestra el frío afuera,


Me hace tiritar
Reaccionando se me ata
De mi dedo pulgar

Enredado y perdido
En donde solía antes jugar
Una oscuridad de entre casa
No me deja respirar

Es que hay otro mundo,


En el fondo, donde parece terminar
Un mundo de objetos vivos
De paredes a derrumbar

Son ya casi las 12


Y desde otro lugar
Doy cuenta que ya no me atrae
Me cuesta respirar

Entonces rompo los bordes


Y veo la sabana caer
Escapando de mi cama,
Que no me deja crecer

2
Dedicado a las decena de almitas que cada
Lunes o viernes corren a saludar al tren afectuosamente,

Muy cerca de Rafaela

En el silencio nocturno del interior, a más de 5 kilómetros se puede escuchar una


bocina.
Es casi constante, aunque corte y vuelva a empezar. Parece rebotar en la nada, que es el
aire limpio, y seguir como en un universo paralelo de resonancia, hasta llegar a los
oídos del que lo escucha

119
A 5 cuadras de la vía, Micaela juega a atrapar bichitos de luz en el Jardín de su casa. Ya
tiene 5 en el frasco y esta por atrapar a un sexto que esta jugando muy cerca de su nariz.
De repente se estremece, y casi suelta el frasco al piso. Una bocina suena lejos.
Apoyando cuidadosamente el frasco en el piso, corre a la calle gritando el nombre de su
mejor amiga. Al pasar por la cocina le dice a mama “ya vuelvo”, y mama asiente con la
cabeza, mientras prepara la cena.
En el barrio comienza un frenesí de corridas de niños, que salen excitados a las calles.
Micaela se adelanta.
Ya en la última cuadra, saltando el sanjon que la separa de la vía, Micaela ve la luz
enorme, como un inmenso ojo halógeno que destruye la nada del campo.
La bocina entonces ya no deja de sonar, y las barreras automáticas se bajan.
Entonces Micaela se para en el lugar de siempre, a la hora de siempre, y sacándola de su
bolsillo abrigado agita en el aire su manita anónima. La alza con fuerza y mira a las
ventanas que pasan como muchos cuadros. Saluda con esmero a las cientos de almas
que miran por la ventana, algunas devolviendo el saludo. Cien y un caras que no volverá
a ver en la vida, y que pueden leer en su boca, con las ventanas abiertas a cerradas, el
grito de adiós.
Son bichitos de luz que se regocijan al paso del tren, sin interés alguno más que
iluminarse con su propia luz, dando un espectáculo hermoso al que los mira en la noche
cerrada y oscura.

3
Tilcara en marzo,
Tiene Jujuy
Tilcara en marzo
Tiene Jujuy
No como enero y febrero
Que esta atestado
Y no es Jujuy

4
Corazón

Pelando una mazorca regrese


A aquellos años dorados de choclos a granel
Las chalas tiradas
Delicia de cariño
Los hilos que volaban con el viento
Y un choclo
Devorado hasta el centro

5
Divagaciones

120
Que es la nada? Y si la nada es una negación a algo, que es ese algo? Y el todo?
Divagaciones con mi compañero de ruta en cafayate, Mariano, nos llevan a pensar
mucho en este viaje como la búsqueda de esa negación. La búsqueda del significado, d
un significado que aporte a la vez el doble sentido para entender, porque, a esto se le
llama la nada. ¿es que existe un todo?
Parece querer subir más, y encarar la cuestión en constante, existencial y trascendental.
Quien o que dice que es el todo? Que define la nada, sino la nada misma? Esta cima del
pucara, es la nada? O es el todo?
El cielo se abre y no quiere llover. Un sitio de energía abismal, del suicidio mismo del
cuerpo y del alma.
Será, que habrá sido, si esto fue el todo en un momento. Caerán las ciudades, y se
transformaran en nada? Y los habitantes, fueron y son nada. El pucara desnudo,
deshabitado. A mi derecha, un grupo de 6 turistas que parlotean en ingles. Que tendrá la
nada que viene gente de todo el mundo a verla?
Aspiro vida, muerte, energía y aire, todo al mismo tiempo. Que habrán significado la
altura, la vista, los colores en la elección de esta geografía ciudadana? Que habrá
sentido cada uno de los habitantes de esta ciudadela al llegar acá arriba? Que siente cada
uno de los mil y un chicos que los visitan por día en enero y febrero?
Por qué habríamos de envidiar algo o alguien? Como voy a hacer para bajar de acá?
El sol juega con el paisaje. Con la montaña a lo lejos. Siento que cada segundo cuenta y
la paleta que se pinto en la montaña mutara una y otra vez. Cada segundo cuenta
Hasta los autos modifican el paisaje. El silencio que tendría que ser total, apestado por
la ruta esa lejana, y la gente que habla.
Ciudades enteras que duraron años, y hoy son nada. Como no entender la señal?
Alguien se cree mejor que estos indios? Porque? Por usar Internet= o los aviones? Los
autos, los celulares, la tele?
Ojala mi civilización tuviera el 10% de nada que tuvo esta.
De repente todo implosiona y en el centro
Adentro mío
NADA

6
Consuelo de un enamorado

Aunque yo no te tenga
voy a seguir
Sonriendo así
Aunque nunca me veas
Voy a seguir,
Sonriendo así
Porque a mi solo me importa
Lo que me haces sentir
Porque a mi solo me importa
Lo que me haces decir

121
Humahuaca.

Te recuerdo
Ciudad hermosa
De antaño que te abriste
Así sobre la quebrada
Así a mi vida
Y hoy que vuelvo y estas nublada
De noche me regalas el cielo
Humahuaca hermosa te digo
Jamás viviré del recuerdo

8
Cuantas caras
Cuantos nombres
Verán estos enanos pasar
Que preguntan y se acuerdan
De todos los que ven acampar

Cruzando el río grande


A peñas blancas te guié
Te perdiste en mitad camino
Y no te pude ver

Te encontré camino arriba


Entre cabras y hormigas
Te di un beso en el cuello
Siguiendo el dibujo de la quebrada

Ojos negros que me diste


Ya no se que dibujar
Solo tengo el la mano una birome,
Un lápiz, y el verbo amar

9
Mariposa
Mariposa que te posaste
Sobre la piel más roja
Mariposa multicolor, viva y hermosa
Dame además de colores la suavidad
Que me muero de verla
Y no palparla
Mariposa macarena
Alas peruanas y piel decolores

122
10
El sol que se refleja
Sobre tremendas mariposas
Que vivas revolean
Sus alas animosas

No puedo dejar de verlas


Y el paisaje fuera de foco
Fuera de foco
Fuera de foto
Fuera de foco

11

Tu boca se borro
De una noche pisqueña
Como el viento del desierto
Desdibuja al colibrí

El misterio se guardo
Entre la almohada y tu pelo
Otra línea apareció
Cuando ni te dije adiós.

-
Misteriosa línea de nazca
Que tímida se muestra hacia arriba
Olvidaste ver las mariposas
Dibujadas en mis pupilas

El viento de la noche borro


Tus rastros de mi esperanza
quizás fueron mis suspiros fuertes
O quizás fue el viento paracas

12
Minotauro

Caiga el hilo, que trace la vuelta


Que he caído en un vacío infinito

Trace la luz un camino a tu néctar


Que estoy atrapado en una red de peces
invisible

123
Y si no me hablan no puedo escuchar
Y si no me miran no puedo ver
Y si no me sacan, nunca podré volver

Tu mano me grita desde lejos

13
Despedida que me duele el alma
Con tu beso despedida me diste
Un beso que no puedo ya ni buscar
Ni encontrar
Ni volver a tener
Es extraño hacer algo así, para mí
Sin un mínimo nivel de ebriedad

14

Creo que cometí una equivocación. Me fui. Me fui con un beso suave, con una mirada
enorme, con un corazón contento. Me fui sin decirte un millón de cosas, pensando que
seria mejor para vos y para mí.
No paso un segundo en el taxi que salio de tus pies hasta que sentí que no te volvería a
ver. En el bus fue imposible. Imagine la idea de salir corriendo de el, y quedarme un día
mas en lima, pero pensé que era una buena decisión irme, que sino no me iba a poder ir
mas. pensé en quien era yo para entrometerme en tu vida diaria un día más.
Pero ahora esto acá, con mas de 15 horas de viaje y un bloqueo total, solo pensando en
porque. En tus/mis caricias hermosas, casi desinteresadas de lo demás. En tu voz. En
vos, entera.
Y no se que es eso, pero por sobre todo son ganas de mas, de volverte a ver, y no mas
avances sobre otro tema, mas tiempo nomás.
Ahora es el dolor de viajar solo. O quizás saber que esta noche no va a haber caricias y
sonrisas, no vamos a jugar a llegar otra vez, tan tímidos como somos los dos, a un beso
fugitivo.
Te tenía perdida y te encontré. Me siento exactamente como cuando te fuiste de Bs. as,
pero ahora soy yo el que parto. Y esto, realmente parece un parto. ¿y como no
asustarme? ¿y si es la soledad? ¿qué hago?
Ok, creo que ya seque me duele. Que en un viaje las rutas son todas decisiones. Y en
este caso yo se que tome otra diferente a quedarme, pero aunque me falte plata o lo que
sea, se que puedo volver caminando a tu puerta.
Y no fui a la selva espesa, pero con seguridad te puedo decir que sos la mariposa más
bonita de todo el Perú.
Perdoname si te moleste, si me entrometí, gracias por todas esas caricias y los quizás 5
besos que nos dimos, que llevaban suavidad del polvo de tus alas, llevaban viento de
playa, humedad de selva y calor del desierto

124
La pregunta es, podré seguir? Sin ganas de preocuparte te digo que si, que soy fuerte y
hombre, y puedo.
(leído por teléfono)

15
La flor de tu mano, con pétalos hermosa
Que florece debajo de cada mesa
Para los ojos de mi mano
Que no comenta pero siente
Y describe con trazos exactos
El dibujo de tu mano
Y sin mirarla puedo decir, que debajo de cada mesa
Que tu mano se dibuja
Hay un cuadro de van gogh, la rosa del principito
Y un mundo entero de mariposas ateas,
Que cansadas de su religión, decidieron vivir
Más de un día

16
Hipótesis: la campaña del desierto y roca, son los culpables de la inseguridad actual.
Amor a la tierra: los nativos peruanos no solo muestran amor, sino respeto a la
pachamama, dadora de comida y sustento diario.
A través de generaciones es inculcada esta enseñanza. La tierra provee, la tierra tiene
energía. Estar conectado con la tierra es mejor para la vida, en todos los aspectos.
El paisano que camina descalzo, revisando espiga por espiga su campo es para mí una
persona mucho más elevada y concretada espiritualmente, que un bicho de ciudad que
no ha pisado el pasto sino en un pedazo cuadrado en una plaza.
Soluciones? Amor, respeto y educación. El amor y el respeto del que hablo no son solo
con el prójimo, son con la tierra, el agua, la naturaleza y hasta el cielo.
Es imposible alcanzar una armonía espiritual, una paz espiritual, si no estamos
conectados de alguna forma con la naturaleza que nos rodea.

Dicen que soy libre


Y así me siento
Dicen que generalmente hago lo que siento
Y eso pienso
Dicen que viajo porque busco, busco

Y no dejo de buscar

Migraciones Naturales humanas: hambre espiritual

125
Veámoslo así. Las especies animales migran muchas veces, a tierras lejanas, buscando
climas propicios donde se desarrollen sus alimentos. Generalmente, las especies son
movidas por el alimento.
La migración animal es un fenómeno estudiado hasta el hartazgo, que siempre arrojo
increíbles hazañas: vuelos kilométricos, nados oceánicos, caminatas eternas.
Pero el ser humano se maleduco solito.
Acostumbrado a obtener siempre lo que quiso en el lugar en el que se encuentra, su
único modo de vida fue la alimentación nomade.
El hombre, un día, dejo de darle importancia al hambre espiritual, única razón por la que
se movía de un lado al otro.
Cuando la ciudad ya no tiene que darme, generalmente huyo. Al campo. a la costa. A las
montañas. A los ríos.
Al Perú.
El día que me vean quieto, estático, y sin ganas de viajar, no vayan a pensar en absoluto
que es porque sacié este hermoso hambre. No señores.
He muerto en vida, y sin darme cuenta.

17
Frío seco, ultra seco
Corta el sueño candoroso
El ahogo se forma en el pecho
Como un nudo andrajoso

Despierto de sueños patrios


En sacrificio a mi diosa tierra (posición fetal)
La lengua se pega al paladar
La garganta es un tango

Ya pasaran las horas


La ventana será etérea
Mientras repaso letras
De historia, literatura y sueños

18
País – Perú
Este país, tierra de incas. Tierra de quechuas. Este país, tierra en ruinas. País sin nombre
para mi pues ya no lo nombro, estoy. País del trigo y del maíz. País estoico, rural. País
de las montañas como escaleras a un cielo. País del lago sin fin. País de amor a la tierra.
País de mujeres con pollera y hombres de manos gastadas. De tapices de colores,
visibles desde el cielo. País sin rumbo, como cualquier otro. De playas, cordilleras. De
peces, pájaros y otras especies rastreras. País a medias conquistado. País de identidad
regionalista, de miles de periódicos amarillistas. País de palomas en las plazas, lagartijas
en las piedras y burros en las casas.
De señoras que se confunden con plantas, agachadas entre tantas. País de ovejas y
llamas peatonas. País de artesanías y costumbres sobreactuadas.

126
País en paz con sus fronteras. De buses, taxis, combis y bicicletas. De chicha, ceviche y
picarones. País de mil amores. De viajes largos y agotadores. De frías noches al sur, de
calores desérticos al norte.
País mío este Perú, país de mil canciones.

19
“que mas bonito que mirar las nubes pael costaau, y no pa rriba”

20
Si había algo que faltaba
Con el amor en esta vida
Era enamorarme de un lago
De sus mañanas, de sus brisas

De los brillos que destellan con el sol de la mañana


De sus formas indefinidas, lejanas
De los barcos que trazan líneas circundantes
De sus montañas contorno, redundantes

Si algo faltaba en esta vida


Era abandonar un día, a este imponente lago
Y cuando la montaña esconda ya su brillo, en el doblez de la ruta
Derramar dolido algunas gotas, derrotado.

Viene a mi vida, a arengar una sonrisa


Fatal hoz de la desdicha
Sin saber quizás, refulges en mi mundo una luna y un sol
Y las alas mágicas que creas crepitan
Con alguna triste canción

Vienes y no vienes
Y no sabes que pa mi el amor es un principio físico
Y solo resta esperar sentado, mojándome las rodillas.
La violenta reacción que tiene la pelota, botada contra un paredón.

21
Viaje en micro
Transición.
Incomodidad, frío. Las cosas pasan
Tan rápidamente como cuadros
Por ventanilla
Viaje en bus
Galería de un gran cuadro anónimo

127
Así de la mano, mi indecisión y yo. Cuando mi indecisión ve que no me animo, me
toma de la mano como una araña azul. Yo la miro y se que esta bien así, que es
necesario. Me da tranquilidad pensar que, muchas veces, mi decisión gira en torno a mi
indecisión. Siempre la veo tan segura que me da pena quitarle relevancia y hasta quizás,
hacerla llorar. Ayer, le puse nombre a mi indecisión. Se llama corazón.

22
Al borde de la locura, mirando al Titicaca
El sol destila figuras
Con su brillo, sobre el agua
Hay extrañas pinturas
Formas exiguas, atigradas
Anatomia marina, el horizonte descarta
El cielo enojado amontona
Nubes enfuriosadas

23
Eielson
Acá la paz
Acá el amor
Acá mi vida
Pero mucho más simple es hablar de esta silla roja que esta en mi cuarto.

Una silla roja


De caño negro, redondeado
Con asiento y respaldo
De rojo gastado
De cuero viejo, ajado
Con chinches todavía brillantes
Que sostienen los bordes arrancados

Mucho más fácil.


Allá la paz
Allá el amor.
Allá mi vida.

Soledad

El madero de 10 cuerdas
Baila el vals en una esquina
La infusión reparadora
Como barco a vapor

128
Navega mi oficina
Mil hojas se apilan
Jugando a la escondida
Las biromes sobre el cuaderno
Practican esgrima
Lugares congelados se amontonan
Tecnología
Y mis pies se miran uno a otro
Todo el día, todo el día.

24
Suicidio.
En el invierno del 2008, partiré de nuevo a Perú, a buscar tu mano preciosa que de
vuelta me dará alegría. Tomare un bus hasta tu capital y, sin decirte nada, en una mula
pasare a buscarte por tu casa.
Después de algunos kilómetros, y bajo la risa de lugareños, dejaremos de lado la mula,
para viajar en bus a otro pueblo.
Sonreirás contenta en el viaje sin saber a donde vamos.
Como siempre tímido, el beso será retardado.
Pero aparecerá por la noche, entre ruidos de campo.
Cuando al pueblo lleguemos, te conduciré con los ojos cerrados, a un cuarto con paredes
de adobe, con olor a paja y barro.
Comenzaremos como siempre con las manos, y su sonrisa hermosa me dará tranquilidad
en tanto.
Sobre la cama del hostal arrojare tu remera fucsia, y desnudas tus mariposas volaran por
todo el cuarto.
Con tus palabras dulces me darás todo tu encanto, con tus ojos morenos traspasaras mis
ínfimos cuidados.
La noche será increíble enredándome entre tu pelo
Por la mañana será mejor, pues las mariposas habrán escapado
Y juntos por el cañón, correremos infinitamente hasta cansarnos.

25
Como la hoja de coca

Me hundiré en el olvido recién


Cuando ya no tenga más que dar.

26
Capital.
Un ejército de ciegosdealegria
Mar-cha-por-las-ca-lles
De capital

129
Todos los días

Resoplando un idioma raro


Risas de hienas malditas
Van escondiendo las manos

Por si alguien las necesita

27
Viste ma? Viste que la calle solo es oscura
si cerrás los ojos?
Yo los abro bieeeeeeen. Me gusta mirar todo,
soy feliz mirando todo.
Solamente mirando todo, no vigilando
Y entonces sonrío

Mira ma, mira

28
A los jóvenes latinos, y chilenos en especial:
Quizás muchos sepan y otros no, lo que voy a contar acá, como uno mas, un joven mas,
que quizás es de otra nacionalidad. Pretendo no reavivar y reabrir una herida del pasado,
sino abrir una causa impune que hoy en día me ha dejado perplejo. Estoy viajando hace
un mes por Perú, y hace unos pocos días ingrese a tierras de Bolivia, por el lado norte
del Titicaca.
Llamo mi atención ver varios lugares con la frase "exigimos el derecho a una salida al
mar" y "recuperaremos lo que un día fue nuestro y nos pertenece". Así que en mi afán
de investigador, compre algunos libros, investigue y hable sobre el tema, que acá voy a
contarles.
Hace muchos años, para ser mas preciso a principios del siglo XIX, un ave defecó en
una montaña. Y otra también, y miles. Miles de aves que recurrían al desierto de
Atacama en sus costas, a alimentarse de las anchovetas traídas por la corriente de
Humboldt, defecaron en sus costas. Montañas de guano se depositaron en las rocas,
pacíficamente. Hasta que alguien descubrió un día que el guano era un fertilizante
increíble.
El desierto de Atacama separó con sus áridas e inútiles tierras a Bolivia y a Chile,
garantizando una pacifica historia limítrofe entre esos dos países, hasta que se descubrió
el guano. Pero primero revisemos algo.
En los mapas históricos, europeas y demás, que trazaron el nuevo continente, el desierto
de Atacama figuraba como propiedad boliviana.
El gobierno chileno dictó una ley, en 1843 (posterior al descubrimiento del guano) en
que lo declaraba suyo, junto con las reservas guaneras.
Después de muchas beligerancias, idas y vueltas, se dividió al medio el desierto,
estableciendo que de las ganancias guaneras, serian divididas la mitad para Chile y la
otra mitad para Bolivia.
Los problemas parecían haberse resuelto.

130
Años después, en caracoles, se descubrieron betas de plata en unos cerros. Miles de
personas acudieron al lugar a ver el nacimiento de una nueva Potosí. Los problemas
comenzaron entonces de vuelta. Bolivia no dio mucha importancia (su población estaba
sufriendo ya sequías) a la explotación y la mayoría de los nuevos individuos en busca de
plata fueron chilenos. Un nuevo tratado de límites pareció ser la solución. Pero un tercer
elemento iba a traer los nuevos y definitivos problemas.
El salitre resultó ser un mejor fertilizante que el guano. Se lo busco por todos lados, aun
así en Atacama, donde el encargado de la expedición fue un chileno. El gobierno
boliviano acepto en un paupérrimo tratado, una paupérrima suma de dinero para otorgar
el derecho de explotación, elaboración y exportación del salitre a la empresa de este
chileno. Se fundaron entonces pueblos y una infraestructura importante alrededor de los
salitres, siendo el 90 % de población chilena.
En 1877, la costa de Atacama sufrió un serio terremoto con maremoto incluido, que
destruyo gran parte de los poblados dedicados al salitre, así como también los puertos
de Antofagasta y cobija (propongo leer esto con un mapa en la mano)
Fue cuando una ley del congreso boliviano que imponía un impuesto de 10 centavos
para la exportación del salitre (para la recuperación de los puertos) el momento en que
comenzó el fin.
La respuesta de Chile fue obviamente negativa. Las presiones de Bolivia indujeron
(extrañamente) a Chile a conducir un buque de guerra delante del puerto de
Antofagasta. Bolivia recibía una amenaza de guerra en un momento crítico de sequía y
enfermedades como paludismo.
La respuesta del gobierno boliviano ante la fuerte deuda a causa del impuesto, fue
rescindir el contrato de la empresa que explotaba el salitre, así como embargar los
bienes de la misma empresa tenia en territorio boliviano.
El gobierno chileno ordeno entonces, movilizar dos buques de guerra más y personal
militar, con el fin de invadir y ocupar Antofagasta, mejillones y caracoles. La guerra
comenzaba.
El 14 de febrero de 1879, Chile tomó posesión de los mencionados puertos.
La respuesta 8 días después del presidente boliviano general daza, fue responder a la
acción bélica con otra acción bélica. Declarar al ejército en campaña. También la
expulsión de los chilenos del territorio boliviano, y repaso el tratado de alianza con
Perú, para pedir refuerzos en cazo de una acometida bélica.
La respuesta chilena fue ocupar el resto de las salidas al mar bolivianas, con sus ya 3
buques de guerra, Cobija y Tacopilla. El primer combate, el 23 de marzo en caracoles
mostraba ya la impresionante inferioridad. Bolivia con 135 soldados y Chile con 544.
Bolivia estaba decidida a defender a pesar de la inferioridad numérica, armistica y
táctica.
Perú decidió entonces no entrar en problemas sin ayudar a Bolivia. Pero Chile pidió que
Perú aclare su situación y posición o se declare neutral y ante la indecisión, declaro la
guerra a Perú también, Viendo la proximidad y facilidad del litoral y sus facilidades de
triunfo.
La convocatoria boliviana tuvo una amplia respuesta juvenil. En 1879, el ejército era de
2175 almas. Bolivia respondió al llamado de Perú. El ejercito marcho entonces a
defender territorios que no eran suyos.
El primer combate fue naval. Las flotas chilenas, eran ampliamente mejores que las
peruanas (Bolivia no disponía ya de puertos ni de buques), mucho más modernas y
protegidas. La contienda naval terminó a favor de Chile, obviamente.
Chile ganó también en Pisagua y demás contiendas terrestres, avanzando siempre. Se
apodero entonces del departamento peruano de Arataca

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No contento con eso, quiso avanzar sobre el departamento de Tacna. El ejercito de la
alianza, 12000 hombres, contra el ejército de Chile, 19000. Se perdió entonces Tacna.
Pero el comandante chileno no estaba satisfecho, y quería más territorios. Seria entonces
arica el lugar siguiente.
No tardaron mucho en apoderarse de ella con ataques feroces, que a partir de ahí no
tuvieron ningún tipo de justicia y justificación. Con un ejército de 42000 personas,
contra ya ninguna resistencia de la alianza, la invasión chilena entro hasta lima,
devastando, rompiendo y humillando a todo el pueblo peruano.
Desde ahí solo fueron negociaciones, y se dio por terminada la guerra.
Una vez arreglado el asunto con Perú (perdió una provincia), Chile tenia a Bolivia
totalmente a su merced, encerrado. Sin un puerto, el pueblo boliviano no tenía ningún
tipo de entrada de alimentos para sobrevivir. Fue entonces a firmar un tratado
renunciando a su salida al mar, dando Chile el único derecho a Bolivia de entrada de
cosa a través de "sus" puertos, sin impuesto. Este pacto se firmo en 1884, bajo el
nombre de pacto de tregua.
Las tratativas desde ese entonces hasta hoy en día, no han tenido ningún tipo de
desenlace. La política imperialista y horrible que ejerció Chile durante esos años no
tuvo ni tiene justificación, así como tampoco la negativa a la devolución de las tierras a
Bolivia. Chile asegura que todo ese territorio es suyo, y no da lugar al dialogo. Es
injustificable una actitud en la que no cabe dialogo, y donde las naciones
latinoamericanas lindantes y amigas no hacen más que ojos ciegos a esta insostenible
situación boliviana.

Apelo a la juventud porque día a día veo que cada vez ejerce más su derecho ciudadano.
Ya que es el que posee mas fuerza siendo el futuro de cada nación.
Apelo a cada joven latinoamericano y especialmente chileno, a abrazar
simbólicamente comentando, dialogando o discutiendo este problema que hace mas de
100 años somete a esta nación de hijos incarios del sol, azotada por sequías y climas
adversos de la sierra. Apelo a toda América latina para unirse por fin de una vez, a todos
los países que hoy en día colonias norteamericanas y sabiendo que sin unirnos y
cerrando viejas heridas del pasado, es difícil imaginar un futuro alentador, sin ver a toda
Latinoamérica como varios dedos de una mano, que se cierran en un puño defendiendo
ante la constante invasión colonialista de los países del "primer mundo". Es este un
problema latinoamericano, el único en importancia tan severa, que se debe solucionar
urgentemente y por medio de la paz y la mediación únicamente, latinoamericana.
Hablá, discutí y compartí esto de la manera que sea. Por el simple hecho de que el que
no lo sepa se entere, yo ya soy feliz. En la escuela nos enseñan cosas sobre las guerras
mundiales pero no nos cuentan estas cosas sobre las que si podemos intervenir.

Una salida al mar es una salida al horizonte, al infinito, al mundo. Es un derecho de


libertad e igualdad que Bolivia merece.

Desde el corazón de un simple argentino viajero, doy las gracias

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Cada vez que me siento libre te recuerdo
Pluma del viento,
Queme persigues de porvida

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Atada a mi yosiento

Cada vez que escribo y me salgo,


Por encima mío
Me miro y tu pluma me recuerda
Cuando era un niño

Mi mano y mi boca estaban presas


De un extraño destenplo
Y tu pluma, y tus cosquillas
Con un estornudo me hicieron añicos

En pedacitos, pero ya libre


Empecé a expresarme
Y hoy en día busco, en pedacitos
Poder encontrarme

30
Diario de un adoptado_

Transcribo aquí lo que a mi me ha sido dado, en unos andrajosos papiros, que en el


monte he encontrado. Parece ser de un individuo, que a través de los días en la montaña,
sintiose extraño e invadido, mientras lo iba redactando.
Dia1.
Huérfano en mi vida e venido a buscar un lugar, donde la gente no me observe y no me
diga lo que esta bien o mal. Lejos de la urbe y sin nada que resignar, he venido a la
montaña a buscar luz, calor y paz.
Dia2.
Desde ayer el día he visto rara acción, que cuando estoy dentro de la choza da por
llover, mientras que cuando salgo a buscar leña u otra cosa el sol sale sonriente a
sorprender. Y el aguacero entonces para y un calor extraño calienta mi piel.
Dia3.
Debido al errático comportamiento del sol, he decidido dormir afuera de la choza, ya
que esta no aguanto, los terribles aguaceros que caen cuando adentro estoy yo. Por la
noche entrare a descansar, si, bajo techo pajoso que de la oscuridad me protegerá.
Dia4.
En la noche de ayer se ha dado a suceder, que el cielo estrellado he visto en el río
reflejar. Mas no veo, siendo tan bello parecer, razón para dormir bajo techo cuando el
cielo puedo ver. Desde hoy a la noche entonces dormiré, a la luz de las estrellas, que de
noche encontré.
Dia5.
Los animales feroces, se han acercado a ver, como enciendo mi fuego para de noche
comer. Amistosos conmigo se echan al fin, a descansar a mi lado, y cuando a la mañana
aun están allí.
Dia6.
Mi tez en estos días ha cambiado de color. Es debido al sol, que me ha quemado con su
calor. Un color moreno ha sido el que me dio, y ahora camino tranquilo, sin protegerme
de su amor.

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Dia7.
Acabadas mis provisiones he tenido que buscar, en tierras aledañas algo que mascar.
Como ha sido de mi gusto la papa, el trigo y el maíz, he plantado en mis alrededores
para luego consumir. He sabido extrañamente como hacerlo, sin más consejo que mi
pura intuición.
Dia8.
La soledad ha hecho al fin, que olvidara mi idioma, que hace días no ejercí. A cambio
extraño, he comenzado a hablar, con los animales y árboles, en lengua aymará. El sol
también dialoga, y me cuenta que sembrar, cuando como y donde, y el día que cosechar.
He tallado en piedra un inmenso umbral, por donde su luz entra y me dice cuando
trabajar. Han cambiado mis vestimentas, ya que las viejas he de tirar, y con la lana de
llama un traje nuevo me he de armar.
Canto al cielo, ofrendando mis plantas hoy, mirando fijo en este, a mi padre sol.

Cuarto de paso.

Sin marcas ni cuadros de mi sangre


Busco en mi mochila meterme
Y saber que en el fondo
Debajo de las ollas libros y ropa
Hay una costura rota
Que abre el paso
Al cajón de mi mesita de luz.

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En Copacabana un señor me dijo, mientras caminaba, que san Nicolás era un santo que
siempre llevaba un pan bajo el brazo. Ahora, días después, lo reflexiono y me miro,
reviso la mochila. Todos los días, sea en el estado que sea, tengo pan en la mochila.

Que raro es pensar


El cielo universal, acá y allá
Que a lo lejos, muy lejos pueda estar
Mirando al mismo lugar y juntos estar.
Las tres marías siempre juntas
Siempre en el mismo lugar
Mientras, yo me muevo….

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Observación: sala de varones

Pureza de la blancura
En una sala color extranjero
Invierno de alegría
No me estremezco.
Agua entra en las venas

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Trayendo vida, como siempre
Y la muerte se aleja cansada
Cabeza gacha, tristemente

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Casa:
As pues, como estoy
No me importa si es el Titicaca
O la gris pared de una oficina
Así pues, como estoy
Es lo mismo la lluvia en un tren
Que esta fatal agonía
Me han robado y no fue nadie
No lo vi, o fui yo
Y mis brazos no llegan a abrazarme
Y mis manos no disfrutan acariciarme
Y mis besos son solo a un mate que no responde
Y mis letras a un cuaderno egoísta
Que morirá en el fuego
O aplastado en una biblioteca

Chola:
Imponente amanecer me ha dado a ver
La calle maltrecha de gente en venta
Cuando caminando por frente a una chola he de ver
No uno, sino dos soles que han de amanecer

En un Horizonte multicolor
Pintado por sus manos artesanas
Dos ojos amaneces, de un sol que duerme en su espalda
Amanecer en Bolivia.

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Gracias bendito mate por trazar
El arraigo a mi lugar
En un solo sorbo alentador

Por mi alma calentar


Cuando en cualquier lugar
El frío me quiere destrozar

Por dibujar mí casa


Sea en un cuarto,
Una plaza o un bar.

Gracias mate por hacerme sonreír

135
Cuando se acerca el fin
Y es la tristeza que me cubre con su manto gris

Por unir, en una ronda sin fin


A los que nos sentamos a ver
Tu contenido compartir

Por entrar en una mochila


Por viajar sin reproches
Colgado de mis brazos o en un coche

Gracias mate por compartir


Esas noches largas en soledad
Cuando solo cuesta estudiar

Por tener la excusa de atenderte, cada rato


Y practicar el hermoso ritual
De renovarte y el agua calentar

Por perdonar cuando te hacemos quemar


Sin cuidar tu sabor
Que se pierde con tu amor

Gracias mate por contar


Historias de m pueblo
Que campo adentro supo adoptar

Por encontrarte perdido en selvas bolivianas


Con otros nombres, otras formas
Misma cara

Por crecer y cosecharte


En el norte, tierra colorada
De cataratas y misiones

Gracias por ayudar a consolar


A quien viene a hablar
Y sus penas comentar

Por ayudar a conocer


A quien todavía no ha de hablar
Y un amargo ha de pedir

Por figurar en el folclore nacional


Que te canta zambas,
Chamames y mucho más

Pero gracias sobre todo mate por provenir


Del agua santa que no ha nunca de faltar
Y de la hierba que en mi tierra he de plantar. Madera, agua y hiervas.

136
35
(Escrito como anécdota de viaje para concurso de metrovias)
El año pasado tuve la oportunidad de hacer uno de los viajes supongo, mas increíbles de
mi vida. Conocer la cultura incaica, la vieja cultura Tiawanaka, llevando el día a día con
sus herederos: Perú y Bolivia.
Durante 3 meses me dedique a recorrer sus pueblos, a conocer sus gentes, sus rituales,
sus cantos, sus lugares sagrados y demás costumbres cotidianas.
Habré pasado por muchísimas situaciones raras que me llevaron a repensar en el lugar
que estaba, pero sin lugar a dudas una de las más inverosímiles fue la que me sucedió en
trinidad, Bolivia.
Para ubicarlos geográficamente, trinidad es la parte de Bolivia que baja de la montaña,
donde el clima cambia de esa extrema sequedad andina a un completo clima selvático
plagado de agua, lagos y ríos desbordados. Delfines de agua dulce te acompañan al
costado del río Beni, donde se emprenden viajes de todo tipo desde y hacia ahí. Tiene
un puerto bastante concurrido, donde constantemente llegan motos de importación de
dudosa legalidad. Trinidad es definitivamente una ciudad motoquera. Hay moto-taxi,
hay moto-remis, moto todo. La mayoría de la gente que vive ahí se mueve en moto. Uno
se puede sentar un rato largo en la plaza central, y ver pasar las bandadas de motos
como pájaros guiados por los semáforos.
Dentro de esta extraña ciudad donde habitan los cambas, y especialmente en esta plaza,
fue donde me sucedió lo que les voy a contar.
Había pasado ya largo rato del día paseando, cuando me decidí a sentarme un rato y
hacer lo que siempre hacia. Este diario de viaje donde plasmo todo lo que veo y siento,
todo lo que toco y conozco.
Mientras tragaba una por una las uvas que había comprado hace un rato por muy poca
plata, un ser extraño se sentó a mi lado, preguntándome primero muy amablemente, si
podía hacerlo. Le dije que si, y comenzó esta extraña charla.
No recuerdo muy bien su nombre, aunque estoy seguro que me lo dijo. De ahora en más
lo llamare Jebus.
Jebus comenzó la charla muy alegremente. Tiene los ojos claros, muy claros, detrás de
toda la mugre que envuelve a su cara y su cuerpo. No parece malo.
Me cuenta que cuando era joven, salio de argentina en moto y recorrió toda América, en
una Harley modelo 57. Que después de girar y girar por todos lados, paro acá. Se
enamoro y se caso con una chica de ahí, una genuina camba de la selva.
Cada tanto me mira fijo a los ojos, que brillan con el sol como la chapita de combatiente
que cuelga de su cuello, y me dice que le recuerdo mucho al hermano. Me lo dice con
una nostalgia terrible, por lo que supongo que habrá fallecido.
Comenzamos entonces a hablar de argentina. Sorprendentemente conoce la mayoría de
los lugares que le nombro, y para ver si dice verdad, dejo de hablar yo para que empiece
a hablar el. Es increíble, pero hasta conoce mi barrio.
Me cuenta entonces que cuando llegó, el dueño de la concesionaria de motos de esa
esquina, se apodero de su moto. Que hoy en día todavía no se la pago, y que le debe
cerca de 20mil dólares, aunque todo el pueblo piense que es un mentiroso. Amenaza
constantemente con pararse e ir a prender fuego el local.
Me muestra su dedo gordo. Una mordida de serpiente le deformo en demasía este y el
resto de la mano, pero la sigue utilizando. En la cara, en el cuello y en los brazos,
mordidas de cocodrilo.

137
Hasta acá todo era una charla mas con esos orates que habitan en todas las ciudades.
Esos que deambulan por los medios de transporte publico y nos sumergen en terribles
cavilaciones cuando los escuchamos con atención, y terminan por irse dejando la duda.
Pero acá, jebus, hizo otra cosa.
Con esa mirada profunda que tenía, me miro fijo a los ojos con esa mirada penetrante y
profunda que tenia, y me dijo “¿Qué harías si tuvieras ahora mismo delante de ti a Jesús
de Nazareth?”.
Atine quizás a reírme un poco, pero cuando vi que me miro con seriedad escondí rápido
mis dientes. Acto seguido, tomo mi brazo fuertemente (cosa que me asusto un poco) y
me dijo “¿Querés ser uno de mis discípulos?”.
Después de un juego de miradas, con sus ojos fijos en los míos, asintió a una pregunta
que yo no lo había hecho nunca. Si era el
Jebus estaba quizás, demasiado cuerdo. A su pregunta seria, quise contestar con una
respuesta seria. Le dije que le preguntaría porque el mundo es tan parcial con los malos
y siempre deja que los buenos nos caguemos de hambre.
Como digno discurso de pastor, jebus me contesto recitándome varios párrafos de la
biblia de memoria. La situación se torno inverosímil.
Parecía que no lo podría parar, pero le pregunte de vuelta, que me lo conteste con sus
palabras. Me balbuceo algunas idioteces y comencé a reírme sin temor.
Jebus inquirió entonces si es que me estaba riendo de el, por lo que tomo fuertemente
mi brazo y me dijo si quería pruebas. Me dijo que piense un número del 1 al 5.
Lo pensé. No recuerdo bien, pero creo que fue el 4. Y jebus acertó.
Me reí pensado que tampoco era tan difícil pegar 1 en 5, que el azar se presenta
siempre. Me dijo entonces que elija uno del uno al 20. Elegí nuevamente, creo que el
13, y nuevamente acertó. Con cierta risa socarrona, me miro y me pregunto: “¿Y?
En ningún momento le había dicho si había acertado o no, pero estoy seguro de que por
mis ojos el lo pudo saber. Después jebus se puso hablar de su “papa”.
Creo que le di a entender que después de 2 horas, estaba cansado de escucharlo. Mas
que nada porque se había puesto bastante densa la charla.
Jebus me presento a la mujer y me dijo que pase después, por su casa, a cenar algo y a
conocer a sus hijos.
Mientras las campanadas de la iglesia de enfrente suenan afanosamente, la pregunta de
este extraño personaje sigue dando vueltas en mi cabeza: “¿Qué harías si tuvieras ahora
mismo delante de ti a Jesús de Nazareth?”.
Sonreí mirando al cielo y contestando me dije:.
“seguramente lo que hice, cagarme de risa frente a su cara”

36
Pray to a sleeping woman

Duerme, mujer dormida.


Duerme durmiendo
Que cuanto más dormida estas
Tu belleza más despierta

Duerme, mujer dormida


En tu jardín de silencio
Con dos o tres mariposas

138
Y una voz que cuenta un cuento

Duerme durmiendo, mujer dormida


Que mis ojos cuidan tu desvelo
De esta realidad que no vale
Porque tener los ojos abiertos

Duerme mujer dormida


Pues yo te miro en silencio
Espero quizás despiertes
Al ver mis ojos, metidos en tus sueños.

37
La nadisima salada

Desierto blanco
Hipertensos se revuelcan
Con la lengua al piso
El sol se confunde con espanto
Una lucha cruel se desencadena
Entre el cielo y la tierra

Desierto blanco
Y puro
Algunos friegan sus carnes por el suelo
Sueño de aquellas personas
Que sazonan la comida
Sin siquiera probarla.

38
Regreso a mi país
Camino por la avenida
Y el olor a chorizan
Me llama a escondidas

Sonriendo vuelvo a escuchar


Mi idioma prenatal
Mi idioma informal

Feliz de mí, me veo caminar


Ya acercándome a mi lugar
Para de una vez regresar

Con tristeza veo en mi espalda achicar

139
Un cartel que en grande dice “Bolivia”
Atrás dejo la tierra de los andes, la selva y muchisisisisisimo mas

39
Poopó

Derrama su sangre sagrada


El alto dios del agua
En una leyenda mística
De furia tiwanaka

Se abren las montañas


Dejando pasar con danza
Al dios pacha camac
Que triste avanza en su balsa

Hacia el sur desaguadero


Comparte la magia ajena
Que el majestuoso Titicaca
Deja caer con pena

Rie kjunu en el cielo


Pues ha salido vencedor
De la apuesta que ha jugado
Con pacha camac, el triste perdedor

40
Iruya

Iruya ciudad descalza


Que se cierne de rodillas,
En la montaña

Ciudad perdida
Que escondida escapa por las ventanas
Tiempo sonriendo, cada mañana
Con una sonrisa como papel
Pueblo pendiente, día acortado
Tallado por un cincel.

41
País-Bolivia

140
Bolivia, pais de historia. Pais sufrido, con viva memoria. País de cholas, collas y
altiplano. País de maíz, chuño y arroz blanco. De lagos, ríos y altas montañas. De mares
robados, guerras crueles y saqueos civilizadores.
País de cambas, selva y ríos varios. De sequías, inundaciones y climas variados. De
ciudades coloniales, calles pequeñas y empedradas. Periferias pobres, gente enferma y
gastada.
País de trabajo fuerte, largo y pesado. De muertes inhumanas y explotación blanca. País
de quinua, desiertos y salares. De minas oscuras, densas y vaciadas.
País de comidas fritas, caminos largos y ripiados. De brazos abiertos, de indios
cansados. País de causas inconclusas, injustas y cerradas. De gobernantes ineptos, sin
cultura ni raza.
País de la palta, saqueos y matanza. País de hermosos paisajes, selva amazónica y
danzas. De mantas multicolores, telares a mano y gorros de llama. De baratas
fronterizas, talleres clandestinos y ropa usada.
País de varias provincias, comidas baratas y rápidas. De charangos lindos, zampoñas y
flautas. País de revolución, cultura e historia libertaria. Centro del mundo en algún
tiempo, hasta ser vaciada su importancia.
País de historia tiawanaka. De la isla del sol y la luna, en el lago Titicaca. País de
misiones vivas, de violines perdidos en la selva. De animales a montones, llamas cabras
y ovejas.
País inmensamente bello, triste y maltratado. País clavado en el tiempo, sonrisa de indio
explotado.

42
S. Isidro.

Como un viejo amigo del monte


Avanza el río tranquilo
Fino y silencioso
Mascando coca en las curvas

Por un cañón va pasando


Fluyendo entre piedras preciosas
Caminos de viajeros, senderos olvidados.

141

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