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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y


HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA

SEMINARIO DE TITULACION 2021A

CIENCIA Y PODER EN LOS ALBORES DEL ESTADO MEXICANO. EL


INSTITUTO DE CIENCIAS DE JALISCO (1827-1834) TENTATIVA DE
DESARROLLO CIENTÍFICO

CÉSAR ALBERTO QUIROZ GARCÍA


ÍNDICE

Introducción
I. Orígenes históricos de la organización de la ciencia en México (S. XVIII-XIX)
 Nueva España de cara a la modernidad, finales del siglo XVIII
 Introducción de disciplinas e instituciones científicas modernas en la
Nueva España
 La Real Universidad de Guadalajara
 La Revolución de Independencia y la ciencia en los primeros proyectos
de nación
II. “El ensayo más feliz y perfecto” (1827-1834)
 La secularización de la educación
 Los institutos científicos literarios
 Jalisco, federalismo, soberanía y ciencia
 Instituto de Ciencias de Jalisco
III. Instituto, universidad y el lugar de la ciencia
 El carácter institucional
 Los planes de estudio
IV. Conclusiones
Ciencia y poder en los albores del estado mexicano. El Instituto de Ciencias de Jalisco
(1827-1834) tentativa de desarrollo científico
Capitulo III. Instituto, universidad y el lugar de la ciencia

El carácter institucional

Una institución es una forma de organización, pública o privada, que cumple una función
concreta en la sociedad, para ello obedece a normas y estructuras específicas que sus
miembros deben respetar para cumplir con su misión y objetivos previamente trazados. Las
sociedades definen el carácter de sus instituciones con base en sus intereses y convicciones,
de manera que el contexto económico, político y cultural de dichas sociedades será
determinante para el desarrollo del mencionado carácter.

Así, el análisis del momento histórico, realizado en los capítulos anteriores, tanto del
Instituto de Ciencias de Jalisco como de la Real Universidad de Guadalajara es
fundamental para poder determinar el carácter de tales instituciones, realizar la
comparación que permita entender sus similitudes y diferencias y explicar la naturaleza del
fenómeno estudiado; el carácter debe ser entendido como el conjunto de rasgos, cualidades
o circunstancias que indican la naturaleza propia de las instituciones o la manera de pensar
y actuar de sus miembros, integrado en la estructura de ambos establecimientos y sin el cual
no habrían tenido el desarrollo hasta ahora conocido.

Instituto de Ciencias de Jalisco

El Instituto de Ciencias de Jalisco nace en un momento coyuntural de la historia mexicana


y en particular la del estado de Jalisco, cuya temprana convicción federalista se veía
reflejada en su primera constitución y en sus proyectos políticos, económicos, sociales y
culturales, enfocados en la formación de ciudadanos conscientes de sus derechos y
obligaciones y en el desarrollo económico y social de la región.

Tales eran los intereses y convicciones en Jalisco en materia de desarrollo y educación,


según lo plasmado en los artículos 260, 261 y 262 de la constitución de 1824 1, que dieron
1
Gobierno de Jalisco. (2005). Enciclopedia jurídico política electoral de Jalisco: v. 1. Normas rectoras de
México y Xalisco, Legislación electoral de Jalisco, siglo XIX. Guadalajara. Secretaría General de Gobierno,
Dirección de Publicaciones. P. 247
forma al instituto fundado en 1827 según lo estipulado por el Plan General de Instrucción
Pública del Estado de Jalisco de 1826. En dicho plan se hace patente que el nuevo
establecimiento, que tomaría el lugar de la recién clausurada Real Universidad de
Guadalajara, sería un instituto de carácter científico y estatal 2.

Lo primero que llama la atención en cuanto a la designación del nuevo establecimiento es


posible advertirlo en su mismo nombre, “Instituto de Ciencias de Jalisco”, en él se
encuentra la clave para entender su carácter, pues se le designa como “instituto”, con un
enfoque científico y además de tendencia secular al incluir el nombre del recién fundado
estado.

El concepto de instituto sustituyó a el de universidad, en un intento del gobierno federal por


reformar la educación en el país, muy a pesar de la carencia de recursos, y elaborar una
política de fomento a la ilustración por medio de la fundación de institutos científicos y
literarios en distintos estados de la federación3.

Según Staples, dichos institutos funcionaron como puente entre las universidades de corte
medieval virreinales y las universidades modernas, además de que nacieron bajo la
pretensión de los gobiernos estatales de educar a las nuevas generaciones según las ideas
modernas ilustradas, de manera que sirvieran al estado y a la sociedad 4, esto en el ánimo del
momento en el que la tendencia era suprimir las viejas instituciones para crear nuevas,
aunque muchas veces cimentadas en la tradición.

En el caso de Jalisco la administración del gobernador Prisciliano Sánchez, que estaba


poniendo a prueba la viabilidad del federalismo, trató de suprimir las instituciones
virreinales incompatibles con la nueva república liberal a través de varios decretos. Una de
las primeras de esas instituciones que, en opinión de los liberales de la época, reflejaba el
imaginario colonial, medieval y oscurantista del antiguo régimen, fue la Real Universidad
de Guadalajara; aunque cabe mencionar, como señala De la Torre, que dicha institución fue

2
Congreso del Estado de Jalisco. (1874). Colección de los decretos, circulares y órdenes de los Poderes
Legislativo, Ejecutivo y Judicial, tomo II. Guadalajara. Congreso del Estado de Jalisco. Pp. 266-275
3
Rodríguez Benítez, Leonel. (1989). “El Instituto de Ciencias Literatura y Artes de la Ciudad de México en
1826”. En Saldaña Juan José, (editor), Memorias del Primer Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y la
Tecnología. Ciudad de México. Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología A.C. Pp. 333-334
4
Staples, Anne. (1985). “Los institutos científicos y literarios de México”. En Memoria del segundo encuentro
de historia sobre la universidad. México. UNAM
fundada en 1792, el mismo año en el que se creó el Real Seminario de Minería de la Ciudad
de México, y en cuyas aulas la corona había aceptado la introducción de la revolución
científico-técnica de la modernidad5 y no solo eso sino que, como se verá más adelante,
varios egresados de las aulas de la universidad participaron en la creación del plan de
estudios que daría lugar al nacimiento del Instituto de Ciencias de Jalisco, por lo que es
factible pensar que la supresión de la universidad se trató más de un movimiento político
cuyo discurso era romper con la vieja tradición “arcaica”, “colonial” y “opresora” y fundar
una nueva sociedad basada en la razón y la libertad de pensamiento, con base en las nuevas
instituciones, lo que legitimaba al nuevo régimen según las nuevas corrientes de
pensamiento importadas de Europa.

De lo anterior se desprende el carácter secular del instituto, el cual es visible en el Proyecto


de decreto sobre enseñanza pública en el Estado Libre de Jalisco que, entre otras cosas,
encomendaba la educación al Estado, el cual, para constituirse como tal necesitaba
secularizar y controlar los espacios públicos, así como el registro de la población, los
cementerios y, por supuesto la educación. La educación sería transformada entonces en una
de carácter público, ilustrado y científico que contribuyera no solo para minar el poder de la
Iglesia, sino para formar ciudadanos con una nueva mentalidad alejada de la vieja tradición
virreinal.

La ciencia tomó entonces un papel preponderante pues no solo aparecía como motor de
desarrollo, siguiendo el ejemplo de naciones como Francia e Inglaterra, sino que además se
esperaba que despojara de la mentalidad de los mexicanos, por medio de la educación, el
pensamiento dogmático para sustituirlo por uno más acorde a la modernidad y crear
ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones. El carácter del instituto se basaba
en su designación científica y estatal lo que definió su estructura administrativa, sus planes
de estudio y sus objetivos. Lo siguiente ahora es realizar la comparación con el carácter de
la universidad.

Real Universidad de Guadalajara

5
De la Torre, Federico. (2014). “Pedro Lissaute y el Instituto de Ciencias de Jalisco: visión renovada de la
educación después de la educación”. En Pérez Siller, Javier, Urroz Estrada, Rosalina (coord.). México-Francia:
memorias de una sensibilidad común siglos XIX-XX, volumen V. México. Ediciones Eón. P. 264
Al igual que el Instituto, la Real Universidad de Guadalajara nació en un contexto de
cambio. Fue el 18 de noviembre de 1791 cuando, por real cédula, Carlos IV autorizó la
fundación de una universidad en Guadalajara muy a pesar de la oposición de la Real y
Pontificia Universidad de México6 que hasta ese entonces había monopolizado la concesión
de títulos académicos en la Nueva España. Así, la fundación de la segunda universidad en
el territorio novohispano ocurría después de un siglo de gestiones y en medio de cambios
políticos, administrativos y sociales generados por las Reformas Borbónicas del siglo XVIII
que con Carlos III habían tenido su mayor impulso. En el ánimo de dichas reformas,
basadas en las nuevas corrientes de pensamiento ilustrado, el estado español intentaba
ejercer su soberanía de manera más absoluta y centralista en todos los estamentos e
instituciones del imperio, incluidas las educativas.

El nombre de la “Real Universidad de Guadalajara” nos puede decir mucho de su carácter,


al igual que lo hace el del instituto, sin embargo, en el caso de la primera, el escudo
otorgado por el rey resulta más ilustrativo, dado que en él resaltan términos latinos como
Regia y Scientiarum Schola, además de los nombres Carol et Aloys (Fig. 1), palabras que
sometidas al análisis nos brindan valiosa información. La palabra Regia proveniente del
adjetivo latino regius, real en español, e indicaba que la universidad se había creado con un
carácter secular, dado que el mismo título informaba de su origen. Cabe mencionar que, a
diferencia de la universidad de México, la Real Universidad de Guadalajara jamás ostentó
el título de pontificia, denominación otorgada directamente por la santa sede y que indicaba
una estrecha relación con la institución eclesiástica. Por otro lado, Carol et Aloys
correspondían a los nombres latinizados de los monarcas españoles en el momento de la
fundación de dicha institución, el rey Carlos IV y su esposa María Luisa de Borbón-Parma.

En la cédula de autorización el rey declara y ordena “… hacer apertura con toda


solemnidad de la Universidad… haciendo fijas sobre las puertas principales de la
Universidad mis Reales Armas, con la inscripción de haber sido establecida en mi reinado y
el de mi muy cara amada esposa doña Luisa de Borbón.” 7 Por otro lado, en la real cédula de
aprobación de las constituciones propias de la universidad, publicadas en 1816, el monarca

6
Razo Zaragoza, José Luis. (1980). Crónica de la Real y Literaria Universidad de Guadalajara y sus primitivas
constituciones. Guadalajara. Universidad de Guadalajara. P. 61
7
Ibid. Pp. 64-64
en turno, Fernando VII, dejó muy en claro quiénes eran los fundadores y patronos de la
universidad, en dicho documento el término “patronos” toma un sentido de mecenazgo y se
entiende como los encargados de asignar tanto el personal como los medios para el
funcionamiento de la institución, función que en ausencia de los monarcas cumplía el
presidente de la real audiencia8. Así se observa que la Real Universidad de Guadalajara
desde su fundación fue una institución administrada por el Estado y no por el estamento
eclesiástico.

Figura 1. Escudo de la Real Literaria Universidad de Guadalajara

Fuente: Enciclopedia histórica y biográfica de la Universidad de Guadalajara. (2021).

Por otro lado, el concepto de scientiarum schola o escuela de ciencias en español, ostentado
en el escudo de la universidad, parece un concepto muy transparente y fácil de entender, no

8
Ibid. P.87
obstante, es preciso señalar que lo que se entendía por ciencia en el siglo XVIII no era lo
mismo que en el siglo XIX y mucho menos hoy en día. A fin de evitar anacronismos,
conviene explicar que en las universidades medievales había dos tipos de instituciones, la
schola literattoria, en las que se enseñaba las artes liberales que se dividían en trívium y
quadrivium y la schola scientiarum variorum en donde se enseñaba cátedras superiores de
teología y disciplinas consideradas en ese entonces científicas, como jurisprudencia,
filosofía y medicina9. La diferencia radica en que en el primer modelo las artes liberales
divididas en trívium (gramática dialéctica y retórica) y quadrivium (aritmética, geometría,
astronomía y música) constituían un cuerpo de conocimientos que se consideraba liberaban
el espíritu, de ahí la designación de liberales, y eran concebidas para que hombres libres, en
oposición a las artes serviles reservadas para los estamentos más bajos, cultivaran un
pensamiento racional y hasta cierto punto especulativo; mientras que en el segundo modelo
se enseñaban conocimientos enfocados más a una aplicación práctica. A finales del siglo
XVIII, el segundo modelo de universidad parecía más adecuado para las pretensiones
utilitarias de aplicación del conocimiento de la época, no obstante, las artes liberales, a
pesar de que su carácter abstracto y poco práctico ya resultaba obsoleto, integraron
conocimientos técnicos y de física y metafísica de Aristóteles y se enseñaron en las
facultades de artes de las universidades del segundo modelo antes mencionado. Así, la
institución neogallega, fundada a finales de dicho siglo, bajo el modelo de schola
scientiarum, como dice en su escudo, nace con una visión más bien práctica del
conocimiento y con la misión de formar teólogos, médicos y abogados que se insertaran en
el complicado aparato burocrático colonial, aunque esto quedará más claro en el posterior
análisis de sus planes de estudio.

Tanto el instituto como la universidad eran instituciones científicas, según los cánones de la
época en que fue fundada cada una de ellas, y surgidas del estado, no obstante, la
monarquía española de finales del siglo XVIII no era lo mismo que el gobierno mexicano
de la segunda década del siglo XIX, si bien este último tuvo algunos matices de la tradición
del primero. Aunque dicha convicción científica y secular de ambas instituciones se

9
Ledezma, J. R. (2019). Universidad de Guadalajara síntesis histórica. Guadalajara. Recuperado de
https://ebooks.editorial.udg.mx/epubreader/universidad-de-guadalajara-sntesis-histrica?epub=https%3A
%2F%2Freaderservices.ipublishcentral.com%2Fhipertexto500158%2F50155320%2Fepubreader
%2Fepubcontent_v2%2F&goto=epubcfi(/6/22!/0). P.11
presente en un principio como una similitud, en realidad esta no es sustancial y son las
diferencias de los dos contextos las que permiten entender esta parte del carácter de ambos
establecimientos.

Como ya se mencionó en capítulos anteriores el estado español intentaba centralizar su


poder en todo el imperio a través del control institucional de manera que no quedaran
atribuciones fuera del estado, ejemplo de esto fue la progresiva estatización de las
universidades, cerradas instituciones corporativas de la iglesia que a través del regalismo
como instrumento de política secularizadora no escaparon a las reformas 10. La monarquía
fundo entonces instituciones que poco tenían que ver con la iglesia católica, al menos en su
administración, y con un fin utilitario, ejemplos de esto son el Real Seminario de Minería y
el Jardín Botánico, ambas instituciones científicas y estatales ubicadas en la Ciudad de
México. La Real Universidad de Guadalajara, junto con tales instituciones, nace entonces
en un contexto de reforma derivado de un intento de implementar un despotismo ilustrado
en el reino, a diferencia del instituto que nace en un intento de implementar el federalismo
en el país.

Tanto el despotismo ilustrado de la monarquía española de finales del siglo XVIII como el
federalismo jalisciense de la segunda década del XIX nacen en parte de la interpretación, a
conveniencia, de las ideas ilustradas, pero con diferencias fundamentales; el despotismo
reafirmaba la autoridad absoluta del monarca y su supuesta sabiduría, la cual era asistida
por artistas y científicos, de manera que se impulsaran las reformas necesarias para el bien
del pueblo que no era más que un objeto incapaz de determinar su propia voluntad y destino
en completa libertad, “todo para el pueblo pero sin el pueblo” según reza la frase atribuida a
varios monarcas europeos; el federalismo por el contrario, según lo idealizaba Prisciliano
Sánchez en su Pacto de Anáhuac, se constituía con base en un gobierno equitativo, una
federación de estados autónomos y una constitución garante de los derechos de ciudadanos
libres y cuyo éxito estaba garantizado, según lo expresaba, dado que tal sistema de gobierno
se sustentaba en las luces de la razón tal como lo demostraban los avances de las “naciones
ilustres”.

10
Rodríguez López-Brea, Carlos María. (1999). “Secularización, regalismo y reforma eclesiástica en la España
de Carlos III: un estado de la cuestión”. En Espacio Tiempo y Forma. Serie IV, Historia Moderna, [S.l.], n. 12,
ene. 1999. Recuperado de http://revistas.uned.es/index.php/ETFIV/article/view/3387/3245. Pp. 361-362
Por otra parte, es interesante resaltar que ambas instituciones se proclamaban científicas en
sus títulos, pero, al igual que en su carácter estatal, lo que se entendía por ciencia en ambas
instituciones era distinto; la universidad nace a finales del siglo XVIII, en medio de las
reformas que buscaban poner a la Monarquía Hispánica a la par de sus rivales franceses e
ingleses, pero no rompe del todo con la tradición medieval, pues si se compara con
instituciones como el Real Seminario de Minería y el Real Jardín Botánico, en la Ciudad
de México, que habían sido fundadas en la misma época que la universidad y que, como ya
se mencionó, intentaban llevar la revolución científica y técnica al reino para aprovechar de
mejor manera los recursos naturales del territorio, ésta no incluía en sus planes de estudio,
cuyo análisis se profundizara más adelante, ninguna cátedra de este tipo e incorporaba en su
lugar la teología. El instituto por su parte si incluía cátedras científico-técnicas en sus
planes y parece más ligado a las instituciones fundadas en la época de las reformas
borbónicas como los mencionados seminario de minería y jardín botánico, pero cabe
señalar que los planes de estudio del instituto, si bien tienen una marcada influencia de la
ciencia francesa, fueron diseñados por graduados de la universidad, lo que parece indicar
que la revolución científico-técnica del siglo XVIII ya permeaba en las aulas de esta última.
Así, toca ahora el turno del análisis y comparación de los planes de estudio de ambas
instituciones.

Los planes de estudio

Instituto de Ciencias de Jalisco

Como ya se mencionó el Instituto se rigió de acuerdo con los estatutos del Plan General de
Instrucción Pública del 29 de marzo de 1826, cuya base descansaba en los artículos 260 al
262 de la Constitución jalisciense de 1824, y que, a grandes rasgos, delegaba al estado la
obligación de impartir una educación pública y uniforme de ciencias y artes útiles, en otras
palabras, un sistema de educación pública estatal. También se mencionó que dicho plan
estipulaba que, además de que la enseñanza sería pública, gratuita, uniforme y en
castellano, se dividiría en cuatro clases y que la cuarta sería impartida en el Instituto de
Ciencias de Jalisco con sede en la capital del estado.

El plan de instrucción de 1826 era la versión definitiva del Proyecto de decreto sobre
enseñanza pública en el Estado Libre de Jalisco, el cual había sido entregado al congreso el
13 de enero de 1826 con calidad de “reservado” y redactado por una comisión nombrada
por el propio gobernador Prisciliano Sánchez11, dicha comisión integró a:

[…]aquellos individuos que le parecieron [al gobierno] más a propósito, a fin de que formasen un
plan de estudios análogo a las grandiosas ideas que dominan en el siglo diez y nueve en que
justamente se han dado el lugar que merecen a las ciencias naturales, ecsactas y políticas, nobles
artes y lenguas que son justamente las que hacen la brillantez de las sociedades cultas, formando
cada día ciudadanos útiles al estado.12

Los nombres de esos individuos eran: Esteban Huerta, Juan Nepomuceno Cumplido, Pedro
Tamés y Santiago Guzmán, los tres primeros, egresados de la Real Universidad de
Guadalajara. Se ha discutido acerca de cómo fue que graduados de una institución apegada
a la tradición lograron concebir un plan de estudios novedoso, innovador y basado en una
concepción científica de la educación. Algunas hipótesis sostienen que dentro de las aulas
de la universidad ya había miembros en transición a las nuevas ideas, o que los jesuitas,
expulsados en 1767 de los reinos españoles, y que habían dejado una impronta en la
educación novohispana ya habían tratado de introducir en sus colegios una educación más
científica y menos escolástica; se ha argumentado también que los creadores del plan de
1826 tenían noticias de las nuevas corrientes científicas e ideológicas, principalmente
francesas, gracias a publicaciones provenientes de Europa, o que el plan, si bien fue
elaborado por egresados de la universidad, contó con la participación de extranjeros como
el ya mencionado Pierre Lissaute, director del instituto de 1827 a 1830, que conocían bien
la estructura y organización de los institutos europeos como la Academia Nacional de
Ciencias y Artes de Francia. Esta última hipótesis parece ser la más lógica si se toma en
cuenta que el plan de educación elaborado en Jalisco guarda muchas similitudes con los
planes para la mencionada academia en Francia y que se discutieron en la última década del

11
Cárdenas, Cristina, Peregrina, Angélica. (2013). “El Instituto de Ciencias”. En Hernández Obledo, Gloria,
coordinadora, La Universidad de Guadalajara: más de dos siglos de historia. Guadalajara. Universidad de
Guadalajara. Pp.58
12
Huerta Esteban, Cumplido Juan Nepomuceno, Tamés Pedro, Guzmán Santiago. (1826). Proyecto de
decreto sobre enseñanza pública en el estado libre de Jalisco: Formado por una comisión nombrada al
efecto por el gobierno, presentada a su honorable congreso y mandado imprimir de orden del mismo.
Guadalajara. Recuperado de https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?
id=_suri:DGB:TransObject:5bce59c77a8a0222ef15eeb5
siglo XVIII, luego de la Revolución Francesa,13 no obstante este es un tema que se
encuentra abierto.

Por lo pronto, cabe mencionar que el plan jalisciense de 1826 estipulaba que el instituto
quedaría distribuido en secciones de la siguiente manera:

Estudios secundarios o preparatorios

• Primera: Matemáticas Puras y Mixtas

• Segunda: Gramática General, Castellana, Francesa e Inglesa

• Tercera: Lógica, Retórica, Física General y Geografía

• Cuarta: Química y Mineralogía

• Quinta: Botánica

Estudios profesionales

• Sexta: Derecho Natural, Político, Civil y Constituciones, la General y la del Estado

• Séptima: Economía Política Estadística e Historia Americana

• Octava: Moral, Instituciones Eclesiásticas, Historia Eclesiástica y Concilios

• Novena: Anatomía Descriptiva Teórica y Práctica

• Décima: Instituciones Médicas, Clínica y Medicina Legal

• Undécima: Academia según siguiera Dibujo, Geometría Práctica, Arquitectura,


Escultura y Pintura14

Lo primero que salta a la vista del plan es que integra, en los estudios secundarios o
preparatorios, la enseñanza de ciencias fisicomatemáticas, química, geografía botánica y
gramática de las lenguas castellana, inglesa y francesa. Si bien las matemáticas, la física
(aristotélica) y la botánica ya se enseñaban en las universidades medievales, la geografía, la
química, el castellano, inglés y francés eran una completa novedad, además de la omisión
13
Para más información véase el trabajo de Cárdenas Castillo, Cristina. (2010). “Europeos en el México
decimonónico: redes, elites y educación”. En Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica
14
Congreso del Estado de Jalisco. (1981). Colección de los decretos, circulares y ordenes de los poderes
legislativo y ejecutivo del estado de Jalisco, Tomo II. Guadalajara. Congreso del Estado de Jalisco. P. 266-270
de la gramática del latín, cuya enseñanza era imprescindible en las universidades
tradicionales.

En este punto es interesante lo que mencionan los autores del plan al respecto de dichas
secciones, pues argumentan que el castellano, la lengua del nuevo mundo, sirve para
comunicar con elocuencia basada en la razón las ideas “demostrables” a los americanos; el
francés, por otra parte, es necesario para entender las lecciones de historiadores, filósofos y
poetas de la capital literaria e ilustrada del mundo, Francia por supuesto; mientras que el
inglés, es básico porque es la lengua de Newton, Franklin o Washington, además de que
tanto los vecinos y “hermanos” del norte como los británicos con quienes se ha construido
una estrecha relación, lo hablan.

De la física se menciona que los estudiantes aprenderán sobre las propiedades de los
objetos, y es de suponer que la mención de Newton sugiere que la física que se enseñara ya
no será la aristotélica sino la del científico británico; la química y la botánica por su parte
son ciencias útiles, ya sea para entender mejor la física, para comprender la relación de la
naturaleza con el hombre o más importante, según señalan, para que los médicos combatan
las enfermedades y padecimientos que afectan a la población15.

Lo anterior deja a entender la ideología eminentemente liberal e ilustrada detrás del plan de
estudios, que voltea a ver las corrientes de pensamiento europeas. Además, es interesante,
para los fines de esta investigación, que ya no se mencione la física aristotélica, enseñada
en la universidad, como se verá más adelante, sino que ha sido reemplazada por la física
newtoniana. Esto puede llevar a entender que el instituto tenía como objetivo desde sus
planes de estudio enseñar en sus aulas el método científico que estaba logrando grandes
avances científicos y tecnológicos en Europa y EU, avances como el pararrayos, el
termómetro de mercurio, la máquina de vapor, la relación entre la electricidad y el
magnetismo, entre otros. Avances que si se miran de cerca tienen aplicación industrial, esto
demuestra que la ciencia que se pretendía enseñar sería dirigida ideológicamente por el
régimen gobernante para alcanzar sus metas y objetivos sociales y económicos, muy acorde
con la política de la época que, como ya se mencionó en el primer capítulo de este trabajo,

15
Huerta, Cumplido, Tamés, Guzmán. Op. Cit., pp. 15-18
tenía un enfoque totalmente utilitario. Así el método científico podía estar libre de
ideología, no así su aplicación.

De la sexta, séptima y octava sección, que podrían considerarse como ciencias sociales, los
autores del plan aclaran que su objetivo es en última instancia la felicidad y prosperidad del
pueblo a través del conocimiento de sus derechos, obligaciones y deberes y para lograrlo es
necesario que los estudiantes de dichas secciones adquieran el conocimiento del origen de
las tradiciones, costumbres y creencias religiosas del pueblo mexicano, además de los
hechos históricos notables. En este punto es interesante lo que argumentan Cárdenas y
Peregrina respecto a la octava sección, pues si bien el plan de estudios del instituto no
incluye la enseñanza de la teología, si alude en dicha sección a la iglesia y a la moral, las
autoras sostienen que esto pudo ser una especie de intento de convivencia pacífica con la
iglesia o una estrategia para que estudiantes de cánones y teología encontraran un espacio
acorde a sus intereses16.

El plan de estudios del instituto nos dice mucho de la época en que fue concebido.
Evidentemente estaba diseñado para preparar profesionales útiles a la república y, como
señala De la Torre, la inclusión de ciencias fisicomatemáticas, que en la época era consenso
general que conducían al progreso, además de ciencias naturales, bellas artes e idiomas
castellano, francés e inglés abrían la posibilidad de que en Jalisco se otorgaran títulos de
arquitecto y agrimensor o topógrafo, además de la actualizaron de los contenidos para
médicos y abogados, al mismo tiempo que se desligó de la formación de teólogos 17. Es
interesante el énfasis en la medicina, si se toma en cuenta que Guadalajara y su
“hinterland”, desde tiempos virreinales, se había convertido en un centro de atención
hospitalaria muy importante, que atraía enfermos de distintos puntos del occidente del
país18, de manera que en este punto la aplicación utilitaria del conocimiento científico es
más que evidente.

16
Cárdenas, Peregrina. Op. Cit., P. 63
17
De la Torre, Federico. (2014). “Pedro Lissaute y el Instituto de Ciencias de Jalisco: visión renovada de la
educación después de la educación”. En Pérez Siller, Javier, Urroz Estrada, Rosalina (coord.). México-Francia:
memorias de una sensibilidad común siglos XIX-XX, volumen V. México. Ediciones Eón. Pp. 264-265
18
Para más información al respecto véase Oliver Sánchez, Lilia V. (1998). “Cobertura hospitalaria de una
capital regional, Guadalajara 1885-1887”. En Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. IV. No. 11
Para Cárdenas y Peregrina, por otro lado, la inclusión de química, mineralogía, botánica,
economía política, estadística e historia americana pudiera estar relacionada con la
concepción enciclopédica del conocimiento, proveniente de los modelos de Talleyrand-
Périgord y Condorcet19. Cabe mencionar que los autores del plan manifestaron que, así
como la razón y el conocimiento son susceptibles a cambios, variaciones y mejoras, los
planes también lo eran, así que no descartaban que, en el futuro, con la intención de mejorar
la educación, el plan tuviera que cambiar para bien20.

Real Universidad de Guadalajara

En la cédula en la que el rey Carlos IV autorizó la fundación de la Real Universidad de


Guadalajara en 1791, expresa su deseo de que, a pesar de la fundación de dicha institución,
permanezcan los colegios seminarios de Señor San José y San Juan Bautista, y de que las
cátedras del primero de ellos, teología escolástica, moral, sagrada escritura y lengua
mexicana se trasladaran a la nueva institución, de manera que en los colegios solo
permanecieran dos de gramática y una de filosofía y la universidad abriera por su parte una
cátedra de cánones, otra de leyes, una de medicina, una de cirugía y una de filosofía21.

La Real Universidad de Guadalajara funcionó desde de su fundación, como ya se


mencionó, con base en las constituciones de la Universidad de Salamanca, constituciones
que, en 1771, en el marco de las reformas borbónicas de Carlos III, sufrieron cambios que
afectaron la estructura académica y administrativa de dicha institución, pretendiendo darle
un mayor control de ella al Consejo Real 22, centro de poder del gobierno de la Monarquía
Hispánica, sobre la autonomía universitaria. Como resultado de lo anterior surgió el Plan
General de Estudios Dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real Supremo
Consejo de Castilla, el cual se utilizó también para la universidad neogallega, según lo
dispuesto por el rey en la real cédula de fundación de 1791. En realidad, el plan no
presentaba un cambio sustancial respecto a los estudios de las universidades medievales,
cuyo objetivo era la formación de teólogos juristas y médicos que en dicho contexto
19
Cárdenas, Peregrina. Op. Cit., P. 63
20
Huerta, Cumplido, Tamés, Guzmán. Op. Cit., Pp. 2-3
21
Razo Zaragoza, José Luis. (1980). Crónica de la Real y Literaria Universidad de Guadalajara y sus primitivas
constituciones. Guadalajara. Universidad de Guadalajara Pp. 63-64
22
Diarium. (s. f.). Universidad de Salamanca S. XVIII. Recuperado de https://diarium.usal.es/chuaix/historia-
de-las-universidades-2/historia-de-las-universidades-universidad-de-salamanca/universidad-de-salamanca-
%EF%BB%BFs-xviii/
buscaban asegurarse un lugar dentro del aparato burocrático español, los primeros dentro de
la estructura eclesiástica y los segundos dentro del gobierno al reafirmar la autoridad real
con sus teorías del derecho romano23.

Para 1816, se aprobaron las constituciones propias de la Real Universidad de Guadalajara y


en ellas se estableció que mientras el rey no ordenara lo contrario se mantuvieran las
cátedras que se establecieron en la real cédula de fundación de la universidad 24. Así, la
universidad se organizó desde un principio, y hasta su primera clausura en 1826, de manera
tradicional y dividida en facultades con el método escolástico de enseñanza.

Debido al interés manifiesto de esta investigación por desentrañar el lugar de la ciencia


tanto en la Real Universidad de Guadalajara, como en el Instituto de Ciencias de Jalisco, no
es necesario extenderse al análisis de los planes de estudio de la universidad en lo que
respecta a las cátedras que tuvieron poco o nada de interés en la divulgación del
conocimiento científico como la teología, los cánones y leyes. En su lugar es preciso
enfocarse en aquellas que integraron, o trataron de integrar, las nuevas corrientes de
pensamiento del siglo XVIII, como son filosofía, medicina y cirugía, además de lo que se
estudiaba en ellas.

Comenzando por la filosofía, cabe mencionar que la vieja enseñanza de las artes liberales
(trívium y cuadrivium) pasó a denominarse simplemente como filosofía, dentro de los
estudios de artes, y que para finales del siglo XVIII en Guadalajara para poder ingresar a
las facultades de la universidad era preciso obtener el grado menor de bachiller en artes en
el Colegio Seminario de Señor San José o en el Colegio Seminario de San Juan Bautista,
ganando un curso de retórica y dos de filosofía25.

Carmen Castañeda, en su estudio acerca de la enseñanza de la filosofía en la Real


Universidad de Guadalajara, menciona que en las universidades españolas Aristóteles
constituyo el núcleo de estudio en las cátedras de artes desde la Edad Media hasta finales

23
García Pérez, Arcadio. (2018). “La concepción ilustrada de la educación en el proceso de reformas de la
universidad salmantina en el siglo XVIII". En Azafea. Rev. filos. 20, 2018. Ediciones Universidad de
Salamanca. P.94
24
Razo Op. Cit., p. 119
25
Universidad de Guadalajara. (2021). Enciclopedia histórica y biográfica de la Universidad de Guadalajara.
La organización de la Real Universidad, tomo primero. Recuperado de
http://enciclopedia.udg.mx/capitulos/la-organizacion-de-la-real-universidad
del siglo XVIII, cuando de acuerdo con las ideas de reformistas ilustrados se incluyeron
temas de álgebra, física experimental e historia natural. 26 Lo anterior es patente en el
mencionado plan de la universidad salamantina, que establecía que la facultad de artes
tendría un curso de tres años, dividido de manera que en el primero se enseñarían las
súmulas (principios fundamentales de lógica), lógica y las categorías de Aristóteles; en el
segundo la física aristotélica y los principios del ente, sus causas y constitución, el
movimiento y sus propiedades, los cuerpos, el tiempo y el vacío; y en el tercero se
enseñaría la metafísica de Aristóteles27. Lo que se señala a partir de este punto del plan es
muy interesante, se menciona que la enseñanza de la facultad de artes no se puede apartar
del “Peripato”28, pues hubo filósofos antiguos como Platón que merecen estimación pero
sus enseñanzas no son aptas para el “común sentir” y hay filósofos modernos como
Newton, Gassendi y Descartes cuyos sistemas de pensamiento no tienen un método que
proporcione “mayores utilidades y adelantamientos en las ciencias”, Newton puede hacer
de un estudiante un buen matemático pero no un buen lógico y metafísico, Gassendi y
Descartes “no simbolizan tanto con las verdades reveladas como las de Aristóteles” 29. Lo
anterior demuestra que los redactores del plan de estudios de la universidad de Salamanca
estaban al tanto de las nuevas ideas, pero simplemente no las consideraban ni aptas ni útiles
para cumplir los mencionados objetivos de la institución.

Volviendo al trabajo de Carmen Castañeda y la Real Universidad de Guadalajara, se


menciona que la filosofía que se enseñó en ella complementó los cursos de los colegios de
San José y San Juan. En dichos colegios en el primer año se enseñó lógica y metafísica, en
el segundo, elementos de aritmética, geometría, algebra y física y en el tercero, filosofía
moral30. En la universidad por su parte se abrieron dos cátedras de filosofía, la primera

26
Castañeda, Carmen. (2009). “El estudio de la filosofía en las carreras de Los Graduados en la real
Universidad de Guadalajara”. En: Des Indes occidentales à l’Amérique Latine. Volume 1 [en línea]. Mexico:
Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. Recuperado de
<http://books.openedition.org/cemca/1404>. ISBN: 9782821827929. DOI:
https://doi.org/10.4000/books.cemca.1404.
27
S. A. (1772). Plan General de Estudios dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real Supremo Consejo
de Castilla. Imprenta de Don Antonio de Sancha. Madrid. Recuperado de
https://archive.org/details/ARes78050308/page/n11/mode/2up.P. 10-11
28
Sistema filosófico aristotélico
29
Plan Op. Cit. P. 12
30
Castañeda, Carmen Op. Cit.
incluía lógica y metafísica y la segunda física y ética 31. Castañeda aclara que tanto en los
colegios como en la universidad se llevaron a cabo las mismas prácticas académicas 32, lo
cual es de llamar la atención puesto que se refiere a que se combinó la tradición con la
modernidad, ya que se leía la obra de Aristóteles y autores escolásticos más
contemporáneos de la época como los franceses Antoine Goudin y José Valla 33 al mismo
tiempo que las obras del filósofo novohispano Juan Benito Díaz de Gamarra, el matemático
francés François Jacquier o el fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, todos ellos autores
ilustrados eclécticos que conciliaban la escolástica y las ideas científicas del siglo XVIII 34,
llegando a comentar incluso la física de Newton.

En cuanto a la medicina y cirugía, en España se había tratado de integrar principios


científicos en la enseñanza de dichas disciplinas desde 1766 a través de una reforma
presentada al claustro universitario de la Universidad de Salamanca que la consideró
aceptable, pero con la objeción de incluir autores no católicos como P. van Musschembroek
y Herman Boerhaave35, dicha reforma intentaba cambiar los usos memorísticos y de
apuntes por el manejo de manuales y libros de carácter científico 36 y fue incluido en el plan
de 1771, en el que a grandes rasgos cobraba importancia el uso de la obra de Herman de
Boerhaave, además de la necesidad de estudiar la anatomía acompañada de disecciones
públicas, el uso del compendio del cirujano alemán Lorenz Heister 37 y de las obras de
Hipócrates.

31
Ibid
32
Ibid
33
Sin embargo, en el trabajo de Carmen Castañeda el trabajo de José Valla se le atribuye al arzobispo de
Lyon y le llama “el lugdunense” cuando en realidad así se le conocía a el libro Institutiones Theologicae
Auctoritate D. D. Archiepiscopi Lugdunensis ad usum scholarum suae dioecesis editae, escrito por Valla que
se popularizó con el nombre señalado en referencia a la latinización del nombre de la ciudad de Lyon,
Francia, en donde Valla era profesor del seminario de Lyon y escribió el libro a petición del arzobispo
Antoine de Montazet
34
Castañeda, Carmen Op. Cit.
35
Pieter van Musschenbroek (Leiden, Países Bajos, 1692 - Leiden, 1761) médico y físico conocido por ser el
inventor de la "Botella de Leiden", considerada el primer condensador, que supuso un gran avance en el
estudio de la energía eléctrica. Hermann Boerhaave (Voorhout, Holanda, 1668 – Leiden, 1738) botánico,
humanista y médico que realizo importantes aportaciones a la química y la botánica, además de resaltar la
importancia del procedimiento sistemático y el criterio médico en el campo de la medicina.
36
García Pérez, Arcadio. Op. Cit. Pp. 95-96
37
Lorenz Heister (Frankfurt, Alemania, 1683 - Bornum am Elm, 1758) anatomista, cirujano y botánico, autor
de compendios anatómicos de carácter científico muy usados en el siglo XVIII y parte del XIX
En Guadalajara el plan no fue muy diferente, el estudio de la medicina y la cirugía se hacía
a través de las cátedras Prima de Medicina y Vísperas de Anatomía en las que se explicaban
las teorías de autores como los mencionados Boerhaave e Hipócrates. En cirugía se usaban
las obras de Heister y se practicaban disecciones de cadáveres una vez al mes a las que
asistían catedráticos y estudiantes38. Sin embargo, al igual que en la filosofía, el plan
muestra que la enseñanza fue una mezcla de tradición y modernidad, además, según las
investigaciones de Lilia Oliver la práctica médica en Guadalajara a finales del siglo XVIII y
principios del XIX aún integraba el galenismo 39 y es hasta los años treinta del siglo XIX
con la unión de la medicina y la cirugía y la difusión del paradigma anatomoclínico,
importado de la medicina francesa, que integraba las ciencias físicas y naturales además de
la lógica40, que hubo una reforma en la enseñanza y práctica médica en Guadalajara,
despojándola de las tradiciones para enfocarse en el conocimiento científico.

Como conclusión queda claro, a partir de la comparación de los planes de estudio del
instituto y de la universidad, al menos en cuanto a ciencia se refiere, que el grado de
apertura e incorporación del conocimiento generado a partir del método experimental en
dichas instituciones correspondió a sus muy particulares objetivos, definidos por su propio
contexto histórico. Para finales del siglo XVIII y principios del XIX el gobierno de la
Nueva Galicia necesitaba abogados que pudieran insertarse dentro del complejo aparato
burocrático e institucional, al mismo tiempo que la iglesia necesitaba teólogos para
mantener en función su complicada estructura jerárquica, para ambas necesidades el estudio
de las disciplinas científicas, de acuerdo con las ideas ilustradas y los descubrimientos y
logros alcanzados por científicos de la época, no era esencial. Es cierto que la monarquía
hacía tiempo que intentaba modernizar sus medios de producción y la ciencia resultaba una
herramienta bastante útil, sin embargo, para ello ya habían sido fundadas instituciones,
como el Real Seminario de Minería, por mencionar un ejemplo, que se encontraban en la
capital de la Nueva España y que cumplían con el objetivo de formar profesionales útiles
para distintas actividades científico-técnicas. Durante la segunda década del siglo XIX, el
virreinato fue sustituido por la república federal, los políticos de convicción liberal e

38
Universidad de Guadalajara. Op. Cit.
39
Doctrina médica de los cuatro humores: sangre, bilis, linfa y pituita.
40
Para más información véase la investigación de Lilia Oliver Salud, desarrollo urbano y modernización en
Guadalajara (1797-1908)
ilustrada estaban convencidos de que la ciencia era el motor de desarrollo con el cual la
nación alcanzaría el anhelado progreso según el ejemplo de las naciones más
industrializadas, y para ello se necesitaban ciudadanos y no feligreses que estudiaran
disciplinas científico-técnicas para aplicar los conocimientos adquiridos en beneficio del
país, con esos objetivos la vieja educación escolástica aparece obsoleta y se acepta la
incorporación en los planes de estudio del instituto las corrientes de pensamiento científico,
que como ya se mencionó, se conocían en las universidades escolásticas pero no encajaban
en la sociedad. Posiblemente la medicina, que como muestra el plan de estudios de la
Universidad de Salamanca fue reformada para tener bases más científicas, no sufrió
cambios radicales entre la universidad y el instituto, esto si se toma en cuenta que, desde
finales del siglo XVIII, todo el XIX y principios del XX dentro de las funciones urbanas de
Guadalajara la asistencia hospitalaria fue una de las más importantes y que sólo hasta la
tercera década del siglo XIX se reforma la enseñanza de la medicina en Guadalajara con
modelos importados de Francia y la unión de la medicina y la cirugía, que hasta entonces
estaban separadas, en una sola disciplina, pero esto es material para otra investigación.

Comentarios.

-Considero que este capítulo quedaría reforzado si se añadiera un apartado dedicado a los
profesionistas, producto de ambas instituciones. El tema de los profesionistas es tocado
someramente a lo largo de este texto, y considero que es, al igual que los planes de estudio,
medular para entender el lugar de la ciencia en ambas instituciones, el cual entiendo, es el
meollo del asunto a desentrañar en esta tesis y la conclusión debería lograr engarzar los tres
aspectos: Instituciones, planes de estudio y profesionistas ya que estos últimos son “el
fruto” de los dos anteriores.

-Aunado a los comentarios al margen, considero que hay varias partes en las que es
necesario (si es el caso) añadir notas al pie de página, ya que hay partes en las que no se
sabe si son consideraciones personales o extraídas de algún texto.

-Considero que es un trabajo fuerte en cuanto a revisión de fuentes primarias y secundarias,


sin embargo considero que falta una revisión sustancial de la historiografía jalisciense más
contemporanea además de la mencionada. Por ejemplo Historia del Estado de Jalisco de
Muriá y Peregrina editado por el Colegio de Jalisco, en su tomo IV toca estos temas al igual
que Historia del Reino de Nueva Galicia, en el cuál la Dra. Rebeca Vanesa García Corzo
analiza la ilustración aterrizada a la educación en el ocaso neogallego. Son textos que
necesariamente deberás revisar.

- En cuanto a forma, la tipografía de la fuente debe ser la misma tanto para el texto como
para las citas (tu texto está en Times New Roman y tus citas en calibri) así mismo cada
párrafo debe estar sangrado (a excepción de los primeros inmediatamente después de los
titulos de apartados) de igual manera los titulos de apartados deben estar en cursivas y sin
puntos. Falta así mismo número de páginas.
Referencias

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