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Abordaje extenso del tema de la Unidad I

1. Un intento de definición de noción de mito. Mythos y logos. Interpretaciones del


pensamiento mítico.

 Definición de la noción de “mito”. Definiciones de mito hay muchas. Por


ejemplo, para Carlos García Gual, en su libro Enigmático Edipo, el
catedrático explica que

“Todo relato mítico es por esencia una narración heredada, memorable y tradicional,
muy anterior a su escritura y sus reflejos en la tradición literaria. Quien cuenta un mito lo
ha oído de otros, que lo oyeron y lo contaron antes, pues el mito no se inventa, sino que se
transmite y pervive en la memoria colectiva como un legado narrativo heredado de
generaciones anteriores. Así sucede en el caso de los mitos como los griegos, que los poetas
difundían con sus claras palabras al recontarlos a sus oyentes, quienes reconocían en ellas
las viejas historias de la tribu que ya habían oído de sus mayores desde su niñez, y que
ahora los aedos y rapsodas y poetas griegos referían de nuevo con brillante estilo personal.
Al ponerse por escrito, el relato mítico queda fijado, pero esa formulación no se presenta
como una representación definitiva, ni como un texto sagrado o apoyado por una autoridad
religiosa. Son los poetas primero y luego otros narradores en prosa los que nos han dejado
los relatos míticos tal como, siglos después, los conocemos. Está claro, en todo caso, que
nosotros conocemos los mitos griegos sólo a través de esos testimonios que nos ofrece la
literatura antigua, o lo que nos ha llegado de esta, en textos troquelados en diferentes
formas y géneros poéticos. (Hay también escenas míticas representadas en la antigua
cerámica, pero esos testimonios son aún más fragmentarios y de difícil interpretación, por
lo que ahora podemos dejarlos de lado).
Es a través de esos reflejos literarios como hemos de reconstruir el armazón más arcaico
y la estructura esencial del relato oral más antiguo, y evidentemente no podemos llegar a
depurar o despojar esos relatos escritos (unos antes y otros después) de detalles y
secuencias añadidas por una transmisión que los va enriqueciendo, incorporando acaso
episodios nuevos, o estableciendo algunas variantes, en versiones más o menos poéticas.
No podemos aspirar a reconstruir la forma original de un mito. (…) Por eso no hay que
empeñarse en buscar el mito originario en una forma fija, como señala muy bien Lowel
Edmunds. A partir de una primera versión, que no tenemos, han surgido, a lo largo de
siglos, nuevas variantes del relato mítico, en una tradición que no sólo recuerda y transmite,
sino que a la par revive, discute y reinterpreta el esquema fundamental. Hay que reconocer
que la tradición del mito, que enriquece y rejuvenece con nuevos matices el significado del
relato original, en esa larga historia de la recepción y reinterpretación de su sentido y
entramado (eso que Hans Blumenberg llamó “trabajo sobre el mito”), acaba por formar de
un modo significativo el decurso vital del mito en la cultura y la literatura.”
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 Diferencia entre dos nociones “mitología” y “mitografía”, según el Dr. Bauzá

La mitología apunta a un corpus orgánico que atiende a los mitos considerándolos parte de
un sistema unitivo en el que cada uno de estos relatos se contrasta o complementa con otro
semejante. Se habla así de mitología griega, romana, germana, etc. El término mitología se
usa para referirse a esa vasta red de leyendas como para aludir a una hermenéutica de esos
relatos.

La mitografía es un acopio de mitos sólo con afán de anticuario o coleccionista; esta


variante del saber desgaja cada uno de estos relatos del medio singular al que pertenecen y
los estudia en forma aislada o en ocasiones los enlaza en su intento por ver cómo estaba
formado un determinado linaje o de qué manera se vincula una comarca mítica con otra. La
mitografía deviene una suerte de enciclopedia a la que recurrir cada vez que deseamos
conocer tal o cual relato mítico. Un caso emblemático sería la de Apolodoro (s II a. C.),
llegada hasta nosotros con el nombre de Biblioteca.

 “Mitología” la noción combina las nociones de mythos y logos

Según su etimología la voz mito, que procede del término griego mythos, alude a las
nociones de palabra, discurso, narración, pero ocurre que la voz logos remite también a
esos mismos significados, con todo entre ambos términos se aprecian diferencias
considerables.

Frente al término logos cuyo ámbito semántico se orienta hacia el aspecto racional, la
voz mythos parece inclinarse por la referencia a personas y sucesos situados en la
transhistoria en la que no faltan elementos sagrados ni sucesos fantásticos; los oyentes
de tales relatos deben compartir los mismos códigos e idéntica actitud fiduciaria.

El mythos da cuenta del mundo a través de una explicación dramática; el logos, en


cambio, lo hace de un modo abstracto. El mythos capta la realidad sin someterla a
proceso de análisis, ya que la aprehende de manera viviente; el logos al racionalizarla,
la anatomiza en sus elementos constitutivos.

En el siglo XX se produjo un revival de los estudios míticos que obedeció


principalmente a tres circunstancias:

1. Los incipientes estudios antropológicos;

2. Los planteos de la “Escuela de Cambridge”;


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3. Las dos guerras mundiales.

De las muchas vías para la exégesis del pensamiento mítico, las siguientes parecen ser
las corrientes más difundidas: la psicoanalítica, la simbolista, la funcionalista, la
estructural, la sociológica y los estudios sobre el “imaginaire”.

 La corriente psicoanalítica nace con S. Freud que se valió de los datos transmitidos
por diferentes mitos para estudiar el comportamiento de la psiquis. Su análisis se
detiene en el de Edipo en el que se plantea la transgresión de dos tabúes

 Para los simbolistas el mito es una forma de lenguaje que comprende, siente y
expresa el mundo y los diversos fenómenos que le incumben de una manera
diferente de la representación racional.

 La línea funcionalista, en cambio, destaca la operatividad que los mitos cumplen


en el seno de la vida comunitaria: el mito no debe ser visto como una mera
narración, sino como un relato que desempeña un rol clave en el seno de la
sociedad de la que emana y a la que va dirigido; el mito formularía así las normas
de convivencia y pautas sociales en que se funda esa sociedad.

 La línea estructuralista surge de la aplicación a los estudios etnológicos del método


estructural procedente del campo de la linguística, fundado entre otras cosas en un
juego de oposiciones. Lévi-Strauss se percata de la existencia de una sintaxis y de
una semántica míticas. Llega a descomponer estos relatos en unidades mínimas
con significado a las que llama mitemas, a las que no considera en forma aislada
sino insertas en el sistema semiológico al que pertenecen y en el que se definen
mediante relaciones mutuas.

 La corriente sociológica se consolida a partir de E. Durkheim que concibe la


sociología como una ciencia empírica y destaca lo que se llama representaciones
colectivas, para ello estima que los hechos sociales deben ser tratados como
objetos del mismo valor que los correspondientes a otras disciplinas. Él aplicó este
método al estudio de las religiones y llegó a la conclusión de que la función de la
religión es la de “garantizar la cohesión del grupo social y de que es ese grupo el
que modela y condiciona el funcionamiento del pensamiento y sus categorías, y, en
consecuencia, los sentimientos y las vivencias”. En esta línea está José Carlos.
Bermejo Barrera.

 Desde la óptica de imaginaire, G. Durand, se intenta aclarar el sentido que se


expresa con el término mito. Para la teoría del imaginaire el mythos parece
priorizar la esfera afectiva, en tanto que el logos prioriza la que pertenece al
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intelecto, pero ambas aproximaciones se interconectan y complementan, de la


misma manera que en la psiquis. Llyís Duch sostiene que el ser humano “se
expresa al mismo tiempo y de forma inseparable a través del mythos y del logos, de
la imagen y del concepto, de procesos imaginativos y de procesos abstractivos”.
No son dos conceptos opuestos sino complementarios, según una vertiente de
análisis que se remonta a Nietzsche. J. P. Vernant, M. Detienne, C. Calame, W.
Burkert, Ch. Segal, C. García Gual, M. Maffesoli, M. Ferraris, J. Thomas, D.
Dubuisson, J. J Wunenburger, E. Stead, F. Marshall, H. Bauzá son algunos de los
principales cultores de esta corriente pluralista.

 Considerar los movimientos migratorios que se producen en la Edad de


Bronce, relevante es el dato de las invasiones de pueblos que descienden del
Norte y se establecen en la península griega donde provocan cambios sociales,
culturales y religiosos

 La noción de “edades” en especial la Edad del Bronce entre 2900 y 1100

Según razones histórico-geográficas dentro del territorio griego se divide en:

 minoica (término ideado por Sir A. Evans para aludir a Creta)


 heládica para referirse a Grecia continental
 cicládica referida a las islas griegas del mar Egeo

En la Edad del Bronce se distinguen 3 períodos:

 Antiguo (2900 -1900 ca.)


 Medio (1900 - 1550 ca.)
 Reciente (1550 -1100 ca.)

Particularmente en Bronce Medio (1900-1550 ca.) la arqueología refiere que los


antiguos habitantes, los pelasgos, organizados en una estructura matrilineal
recibieron la invasión de dos migraciones: la jónico-aquea (la distribución dialectal
se habría producido en la península griega) y la doria (la dialectología distingue más
grupos: jonio, arcadio, chipriota, eólico y dorio). La mitología proporciona indicios
del choque de esas dos culturas: la matriarcal de los antiguos pobladores y la
patriarcal de los invasores. Se llama “aqueo” en los poemas homéricos a los griegos
predorios del Peloponeso nucleados en Micenas, su capital.
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 Después de conquistar Creta, los micénicos la saquean, aquí podemos establecer


una relación entre los acontecimientos históricos y lo que el mito cuenta (mito de
Teseo y la muerte del Minotauro. Puede uno considerar que al progresivo
decaimiento del poderío cretense hay que añadir la erupción del volcán de Thera, en
ca. 1500. Este hecho da a la talasocrasia (gobierno marítimo) de la isla el golpe
definitivo. El poderío pasó a tierra firme, a Micenas que, en 1450 ca., conquistó
Cnosos, la capital de Creta; pocos años más tarde, su palacio fue destruido. Esto
está registrado en tablillas micénicas escritas en lineal B que fueron halladas en
Creta. En la isla los micénicos deben haber aprendido el sistema lineal A, sistema de
los cretenses, que sirvió de base para la lineal B, notación de la lengua de los
micénicos. Después de los trabajos de Evans sobre el origen micénico de la
mitología griega y merced a la exégesis sociológica de Gernet sobre el mito griego y
a la aplicación del método estructural a la interpretación de esa mitología, se pone
en evidencia el trasfondo histórico de ese corpus de leyendas.

 El caso del mito de la guerra de Troya: la guerra que esta ciudad del Asia Menor
mantuvo con los griegos micénicos a fines de la tardía Edad de Bronce, entre los
siglos XIII y XII, interesó a la humanidad desde Homero. Junto al problema de la
historicidad de la ciudadela surgió el referido a la veracidad de los sucesos bélicos
que narran las epopeyas.

 Los diversos tipos de escritura y la introducción del alfabeto en Grecia

En la llamada Edad de Bronce, el Egeo registra los siguientes tipos de escritura:

 Escritura minoica jeroglífica usada entre 2000 y 1600, según Ruipérez no parece
ser meramente pictográfica sino que probablemente representa un tipo
evolucionado similar a la escritura egipcia jeroglífica (hay coexistencia de signos
ideográficos con otros de carácter fonético). Testimonio de esto es el disco de
Faistos, Festo. Aún no descifrada y de procedencia discutible.
 La lineal A posee signos simplificados en forma de cursiva y sus testimonios más
antiguos se retrotraen al 1550 a.C. ca. Las 154 tablillas que constituyen el conjunto
de Hagia Tríada revelan una lengua no griega, pueden leerse algunos nombres.
Después que los micénicos ocuparon la isla de Creta esta escritura continuó en uso
y sirvió de base a la lineal B.
 De esta escritura en Lineal B hay testimonios tanto en Creta como en Grecia
continental. En Cnosos se encontraron unas 3000 tablillas de arcilla, sin embargo,
los textos más extensos provienen de Pilo de cuyo archivo palaciego proceden unas
1500. También en Micenas, Tirinto, Tebas se han hallado tablillas en lineal B, lo
que prueba la difusión de esta lengua. Se trata de registros administrativos de
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palacio, de contenido crematístico, pertenecen al período que va del 1400 al 1100


a. C.

A partir de la invasión dórica sobreviene un período oscuro “Edad oscura” (s. XIII
– VIII a. C.) en el que desaparece todo vestigio de escritura hasta un
acontecimiento decisivo ocurrido en 776, fecha de la primera Olimpíada. Luego
del período oscuro se da una circunstancia clave: la introducción del alfabeto en
Grecia en el s. VIII. La invención de alfabeto (cada grafía representaba un fonema)
simplificó y por lo tanto democratizó el arte de escribir.

En este contexto histórico, social, cultural y religioso, el objetivo es emprender la


lectura e interpretación de la Odisea, poema homérico -así como la Ilíada-, en relación
con el problema de la oralidad.

¿Qué papel decisivo tiene la oralidad (la declamación de los poemas homéricos por
parte de profesionales especializados “los rapsodas”) en el marco de una sociedad
iletrada como la griega en lo que se ha llamado “Edad oscura”, período anterior al
776 a.C., año de la primera Olimpíada?

Para contestar esta pregunta hay que considerar que:

Los poemas homéricos pertenecen a la tradición oral. Uno de los problemas referidos
a la cultura griega es el que compete a la llamada cuestión homérica que abarca una
serie de interrogantes fundamentales:

 Si Homero existió.
 Cuál era su patria (siete ciudades de la Jonia se lo disputan).
 Si fue autor de la Ilíada y de la Odisea.
 Qué es lo original y qué se debe a la tradición.
 Si compuso totalmente en forma oral las composiciones o si confió a la escritura
fragmentos, por ejemplo, el catálogo de las naves de la Ilíada.

Para abordar la cuestión homérica, dos hechos significativos:

 El descubrimiento arqueológico de los restos de Troya descrita por Homero

Schliemann permitió la demostración del fundamento histórico de las epopeyas


homéricas que eran consideradas en el tiempo de Schliemann pura fantasía. Para
conocer más pueden visitar el siguiente sitio:
https://www.kulturportali.gov.tr/turkiye/canakkale/gezilecekyer/canakkale-arkeoloji-
muzesi
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El caso del mito de la guerra de Troya (síntesis): la guerra que esta ciudad del
Asia Menor mantuvo con los griegos micénicos a fines de la tardía Edad de Bronce,
entre los siglos XIII y XII, interesó a la humanidad desde Homero. Junto al
problema de la historicidad de la ciudadela surgió el referido a la veracidad de los
sucesos bélicos que narran las epopeyas. Heinrich Schliemann (1822-1890)
demostró la existencia histórica de la ciudad. Cuando Schliemann descubrió, en
1870, bajo el suelo de Hissarlik las murallas troyanas no sólo inició la
reconstrucción histórica de la hasta entonces ciudad mítica sino que abrió un camino
a la arqueología. A sus tareas se agregaron con posterioridad, las excavaciones del
arquitecto Wilhelm. Dorpfeld entre 1893 y 1894; la expedición del arqueólogo
norteamericano C. W. Blegen entre 1932 y 1938 que mostró capas o estratos
pertenecientes a nueve ciudades superpuestas a lo largo de los siglos, las tareas del
arqueólogo M. Korfmann, a partir de 1988, ya fallecido, en las proximidades del río
Escamandro. Se supone que la Troya VIIa habría sido la Troya cantada por Homero
y que habría sucumbido a causa de un incendio. Desde el punto de vista
arqueológico Troya I se remonta a la época neolítica y se sitúa en el III milenio a.
C.; la Troya VI es una ciudad relativamente extensa. permite establecer que fue
fundada ca. el 1900, inicios del Bronce Medio, y fue destruida por una catástrofe
sísmica. Sobre las ruinas de Troya VI se levantó Troya VII, se presume con los
mismos habitantes de Troya VI. Se encontró cerámica de época postmicénica
semejante a la danubiana de la zona continental realizada con influencia de los
grupos tracofrigios que invadieron la Tróade hacia esa época. Respecto de la
cronología de Troya VII, se puede hablar de diferentes estratos, la arqueología la
divide en dos etapas de ocupación: VIIa y VIIb. Troya VIIa pereció a causa de un
incendio, se conjetura que esta habría sido la Troya de los poemas homéricos. Se
propone la fecha de la contienda el año 1184 a. C. como fecha de su total
destrucción. Esta cronología tiene en cuenta datos que se desprenden de la
Genealogía de familias reales troyanas compuesta por el matemático griego
Eratóstenes (284-192 a.C.). En dicha cronología se menciona una circunstancia
astronómica comprobable: un eclipse. En la antigüedad esta datación coincidía con
referencias consignadas en el tratado De familiis Troianis del polígrafo romano
Varrón (116-27.a. C) quien sitúa la guerra greco-troyana entre los años 1193-1184
a. C. El Marmor Parium y otros testimonios de época clásica proponen otras fechas.
M. S. Ruipérez en su sintético estudio de la prehistoria de Grecia sugiere como
fecha posible de la caída de Troya homérica un momento entre los años 1250-1225
a. C. La discrepancia de fechas pone al descubierto la dificultad de establecer una
fecha precisa, si bien la mayoría de los historiadores sitúa la caída de Troya en torno
de los siglos XIII y XII, momento que significa la colonización de aqueos y eolios
en el Asia Menor.
Es posible entonces hablar de un núcleo histórico de la saga. Además en tablillas
micénicas aparecen con frecuencia nombres heroicos vinculados con la guerra
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(Aquiles, Ayax, Héctor, entre los más mencionados). El micenólogo Martín


Ruipérez Sánchez conjetura que esos nombres eran populares debido a la épica, lo
que estaría de acuerdo con la veracidad histórica que suele reconocer el fondo de las
leyendas heroicas griegas.
Troya estaba situada en el noroeste del Asia menor en lo que otrora fue la Misia y
fue capital de la región que se llamó Tróade. Esta comarca estaba delimitada por los
ríos Escamandro (o Janto) y Simois (Simunte) a los que remiten los poemas
homéricos y próxima al mar Egeo, frente a las islas de Lemnos y Ténedos.
La Troya histórica estuvo habitada desde principios de la Edad de Bronce y
emplazada en la actual provincia turca de Canakkale, junto al estrecho de los
Dardanelos (en el Helesponto) y ocupaba una posición estratégica en el acceso al
Pontus Euxinus (Mar Negro); en sus inmediaciones se encuentra la cordillera del
Ida.
Troya era denominada Wilusa entre los hititas -por caída de la digamma inicial
algunos lingüistas relacionan esa palabra con el nombre Ilión ya que Ilo, junto con
Teucro y Tros, pasan por ser sus fundadores epónimos-; en cuanto a sus habitantes
eran llamados Teucros, mientras que Troya e Ilión son los dos nombres por los que
se conocía la ciudad.
Hay una circunstancia histórica que atañe a la guerra: el debilitamiento y posterior
caída del Imperio hitita de lo que se tiene noticia gracias a los archivos de Hattusas
(Bagharykoy), antigua capital de ese imperio (1800-1200 ca.). Estos archivos reales
-unas 1200 tablillas en arcilla e inscripciones en cuneiforme- informan sobre la
rivalidad en las costas del Asia Menor, por un lado, de los aqueos, llamados
ahhiyawa, con marcada política expansionista y, por el otro, el reino de Assuwa.
Este grupo era rival de los micénicos y Assuwa capitaneaba un grupo de ciudades
entre las que estaba Truisa (Troya) en rivalidad con los hititas. Cuando el emperador
hitita derrotó a Assuwa, los griegos micénicos, que se estaban expandiendo por el
Mediterráneo oriental, atacaron Troya y la destruyeron tras sitiarla (eso es lo que
narran los poemas homéricos) No puede ponerse en duda la imposibilidad de
reconstruir la historia de la guerra troyana atendiendo a los poemas de Homero ya
que estos, compuestos tres o cuatro siglos después, narran esos sucesos no con la
lente de la época de la guerra (s. XIII o XII) sino con la de los tiempos homéricos,
de los siglos IX a VIII.
Es evidente que Troya VIIa, contemporánea de los griegos micénicos, luchó contra
los aqueos y que pereció por un incendio. Lo del asedio durante diez años no resulta
verosímil, puede tener valor simbólico, también es poco verosímil lo del ardid del
caballo urdido por Odiseo para tomar la ciudad. Tampoco hay certeza respecto de
cuáles fueron los aliados troyanos; en cambio, merced al catálogo de las naves
(Ilíada, II) se sabe qué ciudades griegas se habrían sumado a la lid. Indudablemente
hay que recordar que para el mito, el origen de la guerra de Troya está en el rapto de
Helena, esposa de Menelao, por parte de Alejandro o Paris.
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Los siglos XIV y XIII muestran el despliegue micénico por el Mediterráneo. Es el


período de “la puerta de los leones” y del mal llamado “tesoro de Atreo”. Son
numerosas las ciudades que pertenecen a su área de influencia, algunas tal vez en
relación de vasallaje (Tirinto, Pilo, incluso la acrópolis de Atenas cuyo muro se
remonta al 1200). Las casas se caracterizan por poseer un mégaron (sala
rectangular) con un vestíbulo o pórtico y un hogar en su interior.
Los micénicos se expandieron por toda la cuenca mediterránea, el nombre
“Agaiwasha” –del que derivaría “aqueo” aparece registrado tanto en Egipto como
en Asia Menor, también de su presencia hay indicios en la península itálica, en los
alrededores del golfo de Nápoles.
Las guerras intestinas del Asia Menor llevaron a los griegos micénicos, cuya
expansión militar era evidente, a las inmediaciones de lo que era Troya. Homero da
cuenta de esa empresa y adquirió cierta dosis de historicidad gracias a los trabajos
de Schliemann. En 1100 se registra el incendio del palacio de Micenas debido a los
que se conoce como invasión doria que puede haber sido un movimiento migratorio
de dilatadas proporciones. Cabe hablar de una épica micénica que se transmitió en
forma oral y que precedió en medio milenio a la homérica, los ciclos míticos de
Néstor, Aquiles o los Argonautas pertenecen a esa épica que, en dialecto aqueo, se
narraba en las cortes micénicas. Para conocer más pueden visitar el siguiente sitio:

 Las ideas de Parry sobre la oralidad tras sus investigaciones sobre la poesía
oral serbocroata.

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