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La salud mental, el rendimiento óptimo dentro de las capacidades que posee, relacionadas
con el ámbito que la rodea. La salud radica en el equilibrio de la persona con su entorno de
ese modo, lo que le implica una posibilidad de resolución de los conflictos que le aparecen.
¿Qué es la salud mental?
En Colombia la Ley 1616 de 2003 define la salud mental como “un estado dinámico que se
expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de manera tal que
permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos
y mentales para transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones
significativas y para contribuir a la comunidad”.
En relación con esta definición es importante tener en cuenta que:
La forma como nos comportamos y nos relacionamos con las personas y el entorno
en nuestra vida diaria es el resultado de la manera en que transcurren las percepciones,
los pensamientos, las emociones, las creencias y demás contenidos en nuestra mente,
los cuales se encuentran íntimamente afectados por factores genéticos, congénitos,
biológicos y de la historia particular de cada persona y su familia, así como por
aspectos culturales y sociales.
La salud mental es una construcción social que puede variar de un contexto a otro,
dependiendo de los criterios de salud y enfermedad, normalidad y anormalidad
establecidos en cada grupo social (que puede ser tan extenso como una nación o tan
reducido como una familia), lo cual influirá directamente en la forma de sentirse sano
o enfermo de las personas pertenecientes a un determinado grupo.
. ¿Qué son los trastornos mentales? Actualmente no existe una manera biológicamente sólida de hacer
la distinción entre normalidad y anormalidad mental, tampoco se conocen claramente todas las causas
de los desequilibrios en este campo. Sin embargo, mundialmente se aceptan dos clasificaciones de
trastornos y problemas mentales (CIE-10 y DSM-V) que orientan a los especialistas en la identificación
de cuadros clínicos y definición de diagnósticos. El diagnóstico de trastorno mental, su tratamiento y
pronóstico dependen de la forma como se agrupan determinadas formas de pensamiento, percepciones,
sentimientos, comportamientos y relaciones considerados como signos y síntomas, atendiendo a
diferentes aspectos tales como:
1. Su duración.
2. Coexistencia (mezcla).
3. Intensidad.
4. Afectación en la funcionalidad de quien los presenta (afecta su desempeño en el trabajo, estudios u
otras actividades de la vida diaria y/o su forma de relaciones con otras personas).
¿Cuáles son los trastornos mentales más comunes en el mundo?
Los trastornos mentales más comunes en el mundo son los siguientes: depresión unipolar, trastorno
bipolar, esquizofrenia, epilepsia, consumo problemático de alcohol y otras sustancias psicoactivas,
Alzheimer y otras demencias, trastornos por estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo,
trastorno de pánico e insomnio primario (WHO, 2001).
¿Qué son los problemas mentales? Un problema de salud mental también afecta la forma cómo una
persona piensa, se siente, se comporta y se relaciona con los demás, pero de manera menos severa que
un trastorno mental. Los problemas mentales son más comunes y menos persistentes en el tiempo. En
algún momento de nuestra vida experimentamos sentimientos de tristeza, ansiedad, insomnio u otros
síntomas que pueden generarnos malestar y algunos inconvenientes, pero que no llegan a provocar un
deterioro significativo en nuestra vida social, laboral o en otras áreas importantes de nuestra actividad
cotidiana.
¿Qué son los eventos en salud mental? Hacer referencia a “desenlaces o “emergencias” que surgen,
bien como derivados de un problema o trastorno mental, como en el caso del suicidio, la discapacidad,
el comportamiento desadaptativo, o bien ni siquiera derivados de una condición de salud mental sino
de hechos vitales como la exposición a la violencia” (McDouall, 2014)
Cualquier persona puede presentar un trastorno, problema o evento de salud mental en algún momento
de su vida; esto dependerá de la forma como interactúen sus particularidades genéticas, congénitas,
biológicas, psicológicas, familiares, sociales y los acontecimientos de su historia de vida. ¿Cuántas
personas sufren de trastornos mentales en el mundo?
De acuerdo con la OMS cerca de 450 millones de personas sufren trastornos mentales con una
prevalencia similar en hombres y mujeres, con excepción de la depresión, que es más común en
mujeres, y el abuso de sustancias, que es más común en hombres (WHO, 2001).
Los más frecuentemente identificados fueron los trastornos de ansiedad (19,3 por ciento), seguidos por
los trastornos del estado de ánimo (15 por ciento) y los trastornos de uso de sustancias psicoactivas (10,6
por ciento). (MinProteccion, 2003) No obstante lo anterior, de acuerdo con los datos del informe de
carga de enfermedad en Colombia 2005, los problemas neurosiquiátricos como la depresión mayor
unipolar, los trastornos bipolares, la esquizofrenia y la epilepsia son responsables del 21% de la carga
global de años saludables perdidos por cada mil personas en Colombia. Las personas con trastornos
mentales que no reciben una atención adecuada, presentan recaídas y deterioros que llevan a urgencias
y rehospitalizaciones con altos costos para el sistema sanitario en camas hospitalarias, medicamentos y
servicios de salud en general.
Los trastornos y problemas mentales pueden curarse, rehabilitarse o controlarse con un tratamiento
adecuado; los medicamentos e intervenciones son cada vez más específicos y selectivos. Suelen
definirse de manera específica para cada caso, combinando el tratamiento farmacológico con medidas
de rehabilitación socio-laboral, psicoterapias y apoyo familiar. Con la detección temprana y la atención
oportuna la mayoría de las personas con un trastorno mental se recuperan rápidamente y ni siquiera
necesitan cuidado hospitalario. Otras necesitan estadías cortas en hospital para recibir tratamiento. Un
muy pequeño número de personas con enfermedades mentales necesita cuidado hospitalario
prolongado.
¿Por qué las personas con trastornos y problemas mentales no buscan atención en salud? Existen
diferentes razones relacionadas con el desconocimiento sobre temas de salud mental y los servicios
relacionados con su prevención, atención y rehabilitación; sin embargo, investigaciones han
demostrado que un gran número de personas con trastornos y problemas mentales, así como sus
familias, no acceden a los servicios de salud debido al estigma público y al auto-estigma. A través de la
historia se han construido estereotipos fuertemente arraigados en relación con la peligrosidad,
incompetencia y falta de voluntad de las personas con trastornos mentales. Principalmente por el
desconocimiento sobre la forma de identificar los problemas y trastornos mentales de manera oportuna,
su tratamiento y pronóstico, así como su manejo en la familia y la comunidad, un gran número de
personas generan prejuicios muy comúnmente asociados al temor y/o la rabia, los cuales llevan a la
discriminación de las personas con trastorno o problemas mentales y sus familias. El prejuicio puede
llevar a denegar ayuda o a sustituir la atención sanitaria por el sistema de justicia penal. El miedo lleva
a un comportamiento de evitación.
Por ejemplo: los empleadores no quieren personas con trastornos mentales a su alrededor, así que no
las contratan. El autoprejuicio conlleva reacciones emocionales negativas, especialmente autoestima y
autoeficacia bajas, que a su vez generan comportamientos tendientes a fracasar en buscar un trabajo o
en aprovechar oportunidades para vivir independientemente.
. ¿De quién depende la superación del estigma en salud mental? La rehabilitación integral y la inclusión
social de las personas con problemas o trastornos mentales y sus familias no depende solo de la
oportunidad y la calidad de la atención en salud; es indispensable que los diferentes sectores (educación,
cultura, deporte, justicia, trabajo, comunicaciones y la comunidad en general) transformen sus
estereotipos, prejuicios y conductas discriminatorias en relación con la salud mental, haciendo los
ajustes razonables que permitan el acceso de estas personas a sus programas y servicios.
SALUD MENTAL Y TRABAJO SOCIAL
Los trabajadores sociales propiciamos que las personas con enfermedad mental sean actores
y protagonistas de su propio cambio"
Nuestro estado de ánimo nos influye en todos los aspectos de nuestra vida, modificando
nuestras acciones y a veces, bloqueando otras acciones que impiden que consigamos nuestras
metas sobre todo nos influye en nuestro medio social.
Por tanto, la salud mental no solo está limitada a la “enfermedad mental y su tratamiento
clínico”, también se trabaja desde la rehabilitación y reinserción social porque también es
necesario adaptarse en el ambiente social.
Salud mental
En un principio, se definió al trabajo social en salud mental como “trabajo social clínico” en
la década de los 70. Surge, en parte, a raíz de la desvaloración del <<Casework>>, que se
había formado en algunos sectores profesionales por parte de trabajadores sociales que
consideraban que el cambio en las estructuras sociales posibilitaba la mejora de la situación
de las personas y consecuentemente, pusieron énfasis en el Trabajo Social de Comunidad,
negando todo valor a otras formas de intervención.
Más tarde, este enfoque fue desarrollándose influenciado por una evolución de la asistencia
psiquiátrica que hasta entonces se reducía en una organización manicomanial. Psiquiatras de
diferentes de diferentes instituciones empezaron a darse cuenta el valor de los datos sociales
del/la paciente y , por consiguiente, el papel del/la profesional en Trabajo Social se fue
incorporando de forma gradual a los Equipos de Salud Mental.
Por tanto, lo que pretendía el Trabajo Social desde la Salud Mental era la normalización del/la
paciente en su ámbito social previniendo situaciones de rechazo, pobreza, desempleo,
aislamiento social, problemas de alojamiento… Todo ello, como consecuencia de una
enfermedad mental o discapacidad psíquica diagnosticada a la persona.
Los equipos profesionales que trabajan en la Salud Mental son multidisciplinares donde
encontramos: psiquiatras, psicólog@s,enfermer@s, trabajadores/as sociales, terapeutas
ocupacionales…
En primer lugar es importante diferenciar lo que son funciones del trabajador social con el
rol profesional que desempeña. Cuando hablamos de funciones, vamos a referirnos a las
manifestaciones dispuestas desde la institución. En nuestro caso no es lo más frecuente que
la institución que contrata al trabajador social en el ámbito de la salud mental defina las
funciones que tiene que desempeñar.
Más bien, hemos sido los propios trabajadores sociales los que las hemos ido desarrollando
en los diferentes servicios de salud mental, en un intento de definir nuestro espacio
profesional. En el caso de los roles, nos referimos a las expectativas latentes en cuanto a
funciones, tareas o comportamientos y actitudes que existen en un grupo de trabajo al
respecto de cada uno de sus miembros.
Si bien las actividades desempeñadas por los trabajadores sociales en Salud Mental son
diferentes de acuerdo con el Centro donde prestan sus servicios, la finalidad del dispositivo
y los objetivos del equipo podemos partir de una serie de funciones básicas.
Dentro del equipo de salud mental la función que el trabajador social tiene es incorporar el
factor social de los problemas de salud mental, colaborando en la continuidad de cuidados,
aportando los recursos necesarios para la integración e reinserción social del enfermo mental,
incluyendo su intervención en el tratamiento de los problemas psico-sociales.
Todo ello es una exigencia básica de la atención integral de salud, otorgándole el valor de
una asistencia de calidad (Dí- az, E., 2002). La importancia que lo social adquiere en la
comprensión de la vulnerabilidad y la enfermedad, y el hecho de que cualquier tipo de
intervención adquiere la categoría de acción terapéutica supone un necesario replanteamiento
de las estrategias de salud mental (Pons, I., 2006).
En cuanto al rol que desempeña, en el equipo de atención a la salud mental al trabajador
social se le considera como el especialista de lo social y en las organizaciones y servicios
sociales (Pellegero, N., 1992).
En concreto, los trabajadores sociales, por su parte, son los que mejores preparados están
para asegurar el adecuado desempeño de las relaciones comunitarias (Guimon, 2002). Por
tanto, debe conocer los servicios del entorno e informar tanto a los usuarios y a las familias
como a los compañeros del equipo, para poder incorporarlos a los planes de actuación
individualizados. De hecho, las actividades de los trabajadores sociales se centran en la
mayoría de los países del mundo en cooperar en los aspectos sociolaborales y vocacionales
de los pacientes y en ayudarles a ellos y a sus familias a transitar por los intrincados caminos
de la provisión de los servicios médicos y psiquiátricos.
El proceso de evaluación de Salud Mental abre la posibilidad del estudio de habilidades,
aptitudes, cualidades, intereses, carencias del enfermo, valorando su función en la familia y
en el medio social así como la capacidad par cubrir necesidades básicas propias y la de
aquellas personas que de él pudieran depender, es decir, el profesional debe identificar y
evaluar riesgos a corto y medio plazo así como las capacidades conservadas que actúan como
soportes para orientar el tratamiento que se determine en el plan de intervención.}
Por otra parte, cada vez con más frecuencia, se recurre a nosotros para delegarnos funciones
psicoterapéuticas, sobre todo en los servicios de rehabilitación y de atención comunitaria y
estas intervenciones terapéuticas van a venir determinadas por las características personales
y profesionales, y de la formación, experiencia y competencia del trabajador social (Guimon,
J., 2002.
La función principal que tiene el/la trabajador/a social en el equipo de salud mental es
incorporar el factor social de los problemas de salud mental, colaborando en la continuidad
de los cuidados, aportando los recursos necesarios para la integración y reinserción social de
la persona con enfermedad mental, incluyendo su intervención en el tratamiento de los
problemas psico-sociales.
Se considera otra función importante la de identificar y evaluar los riesgos a corto y medio
plazo, así como tener en cuenta las capacidades que conserva todavía el/la paciente y
potenciarlas en un determinado plan de intervención.