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Movimientos estudiantiles y juveniles

en la segunda mitad del siglo XX:

Uruguay- Argentina

Seminario/ Taller de Historia de América de 1930 a nuestros días


Docente: Cynara Mendoza
Alumna: Cardozo, Mariana
2023
Introducción

El siglo XX fue testigo de una profunda transformación a nivel global, marcado por
eventos de gran trascendencia que influyeron en la esfera política, social y cultural de
numerosos países. En este contexto de agitación y cambio, América Latina no permaneció
ajena a las olas de movilización y protesta que caracterizaron la segunda mitad de este
siglo. En particular, dos naciones latinoamericanas, Uruguay y Argentina, se convirtieron en
escenarios fundamentales para el desarrollo de movimientos estudiantiles que
desempeñaron un papel crucial en la configuración de sus respectivas realidades
nacionales.
Este trabajo tiene como enfoque principal adentrarse en la historia de los movimientos
estudiantiles en Uruguay y Argentina durante la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo,
para comprender completamente la complejidad de estos movimientos y sus repercusiones
en ambas naciones, resulta preciso abordar el contexto global y las dinámicas políticas y
sociales que repercutieron en estos movimientos. A su vez también se debe tener presente
que los fenómenos globales y regionales, que datan de años anteriores a este período y que
se extendieron a lo largo de él, influyeron de manera significativa en la evolución de los
movimientos estudiantiles en estos dos países.
A lo largo de este trabajo, se presenta la exploración a través de los movimientos
estudiantiles en estos dos países, analizando sus orígenes, sus demandas, sus éxitos y
desafíos, y cómo contribuyeron a la configuración de las identidades nacionales y a la
transformación de la política y la sociedad en el Uruguay y Argentina de la segunda mitad
del siglo XX.
Primeramente se contextualiza estos fenómenos dentro del panorama global, identificando
las influencias e interacciones que dieron forma a la agitación estudiantil en estas dos
naciones y finalizando este breve abordaje se presentan conclusiones, individuales y una
general.

El Mayo Francés, conocido como el Mayo del 68 o el Movimiento del 68, fue un
período de protestas y agitación social que tuvo lugar en Francia durante los meses de mayo
y junio de 1968. Este movimiento atrajo la participación de estudiantes, trabajadores y
diversos grupos de la sociedad civil que se unieron para expresar su descontento con
múltiples aspectos de la sociedad, abarcando temas como la educación, la política, la cultura
y las estructuras de poder. El movimiento comenzó con protestas estudiantiles en la
Universidad de Nanterre en París y rápidamente se extendió a otras instituciones educativas
y sectores de la sociedad. Los estudiantes demandaban reformas en la educación y una
mayor libertad individual. Pronto, las protestas se extendieron a los trabajadores industriales,
lo que resultó en huelgas masivas y la ocupación de fábricas en toda Francia. La
combinación de la agitación estudiantil y laboral tuvo un impacto significativo en la economía

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y la política del país. El Mayo Francés dejó un profundo impacto cultural y social en Francia y
a nivel mundial. Aunque no condujo a un cambio político inmediato, influyó en la mentalidad
de la época y sentó las bases para futuros movimientos sociales y cambios políticos en todo
el mundo. En Uruguay, la agitación estudiantil de 1968 compartió similitudes con el
movimiento estudiantil y social que tuvo lugar en Francia en el mismo año, conocido como
"Mayo del 68". Ambos eventos reflejaron un período de agitación y protesta a nivel
internacional, en el que los jóvenes desempeñan un papel destacado al cuestionar las
estructuras establecidas y buscar un cambio en la sociedad. Las movilizaciones en Uruguay
en 1968 fueron el resultado de una combinación de factores internos y externos que
contribuyeron a la agitación estudiantil y al clima de protesta en ese año. Estas causas
pueden agruparse en factores internos y externos que contribuyeron a la protesta estudiantil
y a la agitación social en ese año.

Objetivos generales

El primer objetivo general de esta investigación es explorar y analizar los movimientos


estudiantiles en Uruguay y Argentina durante la segunda mitad del siglo XX, examinando sus
orígenes, demandas, éxitos y desafíos.
También se busca contextualizar estos movimientos dentro del panorama global,
identificando las influencias e interacciones que dieron forma a la agitación estudiantil en
estas dos naciones.

Objetivos específicos.

● Conocer los orígenes de los movimientos estudiantiles en ambos países,


identificando los factores internos y externos que contribuyeron a su surgimiento.
● Identificar las demandas planteadas por los movimientos estudiantiles, tanto en el
ámbito educativo como en el político y social.
● Evaluar los éxitos y desafíos enfrentados por los movimientos estudiantiles, y
cómo estos contribuyen a la configuración de las identidades nacionales y a la
transformación de la política y la sociedad en Uruguay y Argentina.
● Analizar las similitudes y diferencias entre los movimientos estudiantiles en
Uruguay y Argentina, y cómo estos reflejan las realidades y dinámicas políticas y
sociales de cada país.
● Comprender la influencia de los movimientos estudiantiles en la lucha por los
derechos y la igualdad en la educación, tanto a nivel nacional como en el contexto
global.

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Movimientos estudiantiles y juveniles en Uruguay durante la década de los 60´
influencias y contexto mundial

Uruguay se destacó en las primeras tres décadas del siglo XX como un ejemplo a
seguir en términos de su modelo económico agroexportador, su estabilidad política y su
creciente cohesión social. Este período de éxito llevó a que el país fuera reconocido como
"La Suiza de América", destacando su estabilidad y desarrollo económico (Nahum,2011).
A partir de mediados de la década de 1940, la democracia uruguaya, anteriormente
considerada una de las más estables en América Latina, comenzó a enfrentar desafíos que
gradualmente dificultaron su estabilidad. Dos factores coyunturales se pueden identificar
como los responsables de este proceso que afectó las bases sólidas de lo que alguna vez
fue un ejemplo de país. Estos eventos tuvieron un impacto negativo en las estructuras
económicas y políticas del país, contribuyendo a su desestabilización social.
El colapso del mercado de valores de Nueva York provocó una transformación abrupta en la
economía nacional, marcando el fin de un período de prosperidad. Al mismo tiempo que
Uruguay enfrentaba esta crisis económica, se estaban produciendo cambios significativos en
la cultura y las actitudes de la sociedad uruguaya (Arteaga, 2000).
Estos cambios en la sociedad Uruguaya se vieron influenciados en parte por
acontecimientos externos de gran significancia, como la Guerra Fría, la Guerra de Corea, la
Guerra de Vietnam y la Revolución Cubana. Estos eventos contribuyeron a que
gradualmente comenzarán las movilización ya que las sociedades jóvenes buscaban un
papel más significativo en la toma de decisiones sobre el futuro del país.
Estos acontecimientos y otros factores internos se combinaron para influenciar a la sociedad
joven que anhelaba cambios. Los movimientos juveniles ganaron fuerza y se convirtieron en
factores claves en la lucha de las reformas políticas y sociales en el Uruguay.

(...) ”Las movilizaciones del año 1958, que habían aproximado a estudiantes y trabajadores,
tuvieron como resultado la aprobación de importantes medidas, desde la Ley Orgánica de la
Universidad a los seguros de paro y salarios por maternidad. También marcaron un punto de
confluencia de las diferentes organizaciones de trabajadores, generando condiciones
propicias para la unificación del movimiento obrero” (...) (Nahum, 2011, p.162 ).

En el transcurso de los 60, el movimiento universitario se hallaba confrontando las


repercusiones de sus logros previos. Tras un gran periodo de movilización, había
conseguido concretar dos de las demandas que durante mucho tiempo había perseguido:el
reconocimiento constitucional de la plena autonomía universitaria y la aprobación de una ley
orgánica que regulará el cogobierno dentro de las universidades. Para finales de 1958, la

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idea de una universidad “autónoma y cogobernada “ ya era realidad. No obstante, esta
nueva victoria también planteó nuevos desafíos para el movimiento estudiantil.
Sin embargo, ahora los estudiantes estaban incorporados en los órganos de gobierno, con
voz y voto tanto en los órganos ejecutivos de las facultades como en el Consejo Directivo
Central.
Esta situación llevaba consigo el riesgo de que las luchas internas y la política universitaria
pudieran desviar su atención, lo cual no llegó a suceder. La FEUU siempre había estado
alerta ante los acontecimientos políticos, tanto a nivel local como internacional, y esta nueva
situación no alteró su tradición (Arteaga, 2000, p.197).

(...) Lentamente se fueron afirmando algunos rasgos distintivos del movimiento estudiantil
universitario. Entre ellos, la concepción de una Universidad "volcada al pueblo" en oposición
a una enseñanza elitista; el predominio de tendencias de izquierda, su solidaridad con el
movimiento sindical, más estrecha luego de las jornadas de 1958; su profunda vocación
antiimperialista, asociada al rechazo de la división del mundo en dos bloques y su afiliación
al "tercerismo" (...) (Nahum, 2011, p.166).
(Nahum,2011) señala que los gremios estudiantiles tienen una rica historia en Uruguay, que
incluso precede formación de EEUU. Sin embargo lo que el autor destaca como rasgo
distintivo, es la transformación de la universidad, que evolucionó de ser enclave elitista a
orientarse al servicio del pueblo. Esto implicó un esfuerzo por aumentar la diversidad y
promover mayor inclusión de personas que previamente no tenían acceso a la educación
superior.
Estos cambios en la educación superior son considerados en gran parte responsables de
una secuencia de movimientos sociales y políticos, ya que pretendían una mayor igualdad y
participación ciudadana. Estos movimientos también enfatizaban que la universidad debería
estar al servicio de la sociedad.
En el año 1968 marcó un momento crucial en la historia de la FEUU, ya que los estudiantes
que se manifestaban en ese periodo tenían una serie de demandas y preocupaciones que
los llevaron a manifestar y a la movilización. Las agitaciones estudiantil de ese año se
consideran como un hecho significativo en la historia de los movimientos estudiantil.
El aumento de las matrículas, que significaba un mayor ingreso de los estudiantes en las
instituciones, planteaba una necesidad una asignación de recursos más grande, sin
embargo, en ese momento, el presupuesto destinado por las instituciones instituciones
gubernamentales estaban siendo reducidos,por este motivo se produjeron diversas
manifestaciones con el objetivo de alcanzar beneficios como la rebaja en los boletos
estudiantiles entre otros (Nahum, 2011, p.166).
Es importante destacar que en ese periodo, en todo el mundo, se estaban produciendo
eventos de movilización estudiantil con características similares,aunque no con los mismos
propósitos.

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Estos movimientos estudiantiles compartían una serie de rasgos comunes. En varios
lugares del mundo los estudiantes estaban exigiendo mayor participación académica,
además de las luchas vinculadas a la educación los jóvenes estaban involucrados en la
lucha de derechos civiles y humanos en general.
A medida que los enfrentamientos se volvían más violentos,tanto por parte de la represión
de las fuerzas policiales, se percibe un quiebre significativo en la estabilidad democrática del
país.

“Con el deterioro continuo de la situación y el aumento de la violencia en las protestas, el


gobierno optó con la represión como respuesta Esto se tradujo en allanamientos en
universidades bajo el pretexto de evitar posibles vínculos con sectores subversivos, así
como medidas de censura y destituciones de funcionarios de la educación. Estas acciones
no hicieron más que aumentar las tensiones y movilizaciones de los estudiantes” (Caetano,
Rilla,1994, p. 292).

Frente a esta medidas represivas, los estudiantes reafirmaron su compromiso con la


demanda de autonomía. La respuesta del gobierno en forma de represión sólo sirvió para
consolidar aún más sus bases ideológicas (de los estudiantes) en búsqueda de la defensa
de sus derechos y libertades (Nahum, 2011).
Sin embargo lo que hace que este periodo sea particular y trágico es que las dinámicas de
las movilizaciones trascendieron las demandas originales, desencadenando en un aumento
progresivo de la violencia. Es relevante resaltar que los estudiantes fueron los primeros en la
historia Uruguaya en perder la vida en enfrentamientos callejeros contra las fuerzas
represivas (Nahum, 2011).
La radicalización que surgió como consecuencia de la interacción entre las manifestaciones
y la represión policial llevó a que muchos miembros del movimiento estudiantil adoptaran la
“acción directa”. Este enfoque implica participar en las actividades de lucha armada,
siguiendo el ejemplo promovido por el movimiento Tupamaros. A diferencia del Che
Guevara, este grupo guerrillero no operaba en zonas rurales, sino que centraba sus
actividaes en la capital y alrededores.
En esencia, se trata de un movimiento principalmente arraigado en el ámbito estudiantil.
Aunque su origen se vincula con estudiantes de nivel secundario, a medida que avanzaba,
los protagonistas principales pasaron a ser los estudiantes universitarios (Nahum, 2011).
La cultura juvenil de los años 60 abrazó la música, la moda y las actitudes
contraculturales que desafiaban las normas establecidas. Esta cultura ofrecía a los jóvenes
una forma de expresar su descontento y su deseo de cambio. Esta cultura incorpora
elementos como la música de rock, un producto de origen estadounidense, y también
aceptaba prácticas como el consumo de drogas, que para muchos entraban en conflicto

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directo con la idea de mantenerse físicamente aptos y alertas para luchar por cuestiones
consideradas verdaderamente importantes.
Si bien el movimiento estudiantil de esta época fue impulsado por la búsqueda de
una mayor participación en la toma de decisiones y la lucha por la igualdad y los derechos
civiles, las manifestaciones y protestas en Uruguay, al igual que en otros lugares del mundo,
estuvieron marcadas por demandas que iban más allá de las cuestiones universitarias, como
la justicia social y derechos humanos, la inclusión(Nahum, 2011).
Curiosamente, elementos como los pantalones vaqueros, las camisas con estampados
florales, el cabello largo y la música de los Beatles eran objeto de críticas por parte de los
defensores de la canción de protesta y la vestimenta tradicional de camisa blanca y corbata.
Sin embargo, estas diferencias parecían tener un impacto limitado en las manifestaciones y
movilizaciones.
En el corazón de esta dinámica se encontraba la Federación de Estudiantes Universitarios
del Uruguay (FEUU), que desempeñaba un papel central como la principal organización
juvenil. Aquí, los jóvenes tenían un espacio para debatir temas de interés y desarrollar sus
inquietudes y actividades. Aunque la cultura juvenil ofrecía respuestas limitadas a las
preocupaciones de la FEUU, las diferencias en estas nuevas prácticas contraculturales se
dejaban de lado durante las manifestaciones.
Este fenómeno puede entenderse como la intersección de dos conjuntos, donde algunos
jóvenes militantes también eran seguidores de la música beat y participaban en eventos
culturales llamados "happenings", actividades que compartían con otros jóvenes no afiliados
a la FEUU ni involucrados en las protestas. Las contradicciones en estas prácticas no eran
evidentes para aquellos en el área de intersección (Demasi, 2019).
Es importante destacar que el movimiento estudiantil y la cultura juvenil de la época
no pueden ser considerados como lo mismo. No todos los jóvenes eran estudiantes, y no
todos los estudiantes eran jóvenes. Aunque el movimiento estudiantil reconocía la influencia
de la cultura juvenil, no la consideraba como un elemento central en el desarrollo de las
manifestaciones. A pesar de las pruebas (fotografías) representaciones que mostraban a
jóvenes con ropa informal enfrentando a fuerzas de seguridad uniformadas y
deshumanizadas, las imágenes capturadas en las calles de Montevideo seguían mostrando
a jóvenes vestidos de forma formal arrojando piedras a la policía. Por lo tanto, es válido
enfocarse en el movimiento de los "jóvenes del 68", especialmente en la FEUU (Federación
de Estudiantes Universitarios del Uruguay) y en los estudiantes de secundaria, ya que el
núcleo de la movilización era principalmente estudiantil.
Resulta interesante observar que, a pesar de la larga tradición de la FEUU y sus estrategias
institucionalizadas para enfrentar a las fuerzas represivas, fue durante estos enfrentamientos
que se produjo el primer asesinato de estudiantes. Esto plantea la pregunta de qué cambió
en 1968 para que esta singularidad desapareciera.

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Aunque las manifestaciones estudiantiles no desaparecieron de las calles, su enfoque
experimentó un cambio significativo. En pocas ocasiones se centraban en reclamos
exclusivamente universitarios, ya que su lista de demandas estaba completa y las
referencias a la Universidad surgían principalmente en el contexto de demandas
presupuestales. En cambio, la nueva situación fortaleció la alianza táctica que el movimiento
estudiantil había establecido en 1958 con los sindicatos, convirtiéndose en una relación casi
orgánica. Desde entonces, fue común que los estudiantes universitarios se involucraron en
diversas demandas sociales.
Sin embargo, esta situación planteó un desafío adicional para la FEUU, ya que ahora
formaban parte de las mismas autoridades universitarias a las que criticaban. Para mantener
su presencia junto a los sindicatos en el espacio público, debían considerar hasta qué punto
podrían expresar discursos radicales, dado que sus declaraciones serían comparadas con
los estándares de las luchas más moderadas de los sindicatos, en lugar del enfoque radical
tradicional de la Federación.(Demasi, 2019, pp. 92-93).
Las repercusiones del movimiento del '68 en Uruguay fueron significativas. El movimiento
estudiantil y social de ese año en Uruguay estuvo marcado por la búsqueda de una mayor
participación en la toma de decisiones, la lucha por la igualdad y los derechos civiles, así
como la demanda de justicia social y la inclusión. Sin embargo, también hubo un aumento en
la represión gubernamental y la radicalización del movimiento estudiantil, lo que llevó a
enfrentamientos violentos y la pérdida de vidas de estudiantes.

Movimientos estudiantiles y juveniles en Argentina durante los años 60: influencias y


contexto mundial

Durante la segunda mitad del siglo XX, Argentina experimentó un período de


importantes cambios políticos y sociales. Las movilizaciones estudiantiles en este período
jugaron un papel significativo en la configuración de la sociedad y la política del país. Los
años 60 fueron una década tumultuosa en todo el mundo, caracterizada por un ferviente
espíritu de cambio y desafío a las estructuras establecidas. Argentina no fue una excepción,
y durante esta época, los movimientos estudiantiles jugaron un papel crucial en la lucha por
los derechos civiles, la justicia social y la democratización. Estos movimientos fueron
influenciados en gran medida por el contexto mundial de la Guerra Fría, el activismo global y
las demandas de una nueva generación.
No es casual que en Uruguay y Argentina surgieran grupos guerrilleros con una estrategia
urbana. Estos dos países sudamericanos estaban muy urbanizados, contaban con una
numerosa clase media y un amplio desarrollo de la educación superior, lo que explica la
composición de estos grupos: mayoritariamente jóvenes, estudiantes universitarios y
profesionales (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p. 112).

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El año 1966 fue particularmente difícil para aquellos que participaban de la vida
política y gremial universitaria desde una identidad forjada a partir de la Reforma
Universitaria de 1918, promotora del cogobierno estudiantil y la autonomía en las casas de
altos estudios e impulsora de la politización del alumnado por medio de los centros de
estudiantes y sus luchas. El 28 de junio, la autoproclamada “Revolución Argentina”,
encabezada por el general Juan Carlos Onganía, derrocó al gobierno de Arturo Illia. La
dictadura contó con un generalizado aval social, político y gremial. Este apoyo contrastó con
el rechazo que generó en el ámbito de la educación superior.
La autodenominada “Revolución Argentina” poseía un claro objetivo respecto a la
radicalización de la clase obrera y la juventud, gestada durante el peronismo. Asimismo,
marcó desde el inicio, una política económica acorde a la senda desarrollista y buscó
negociar con las organizaciones sindicales. Pese a ello, la conflictividad social irá en
aumento durante todo el período, confluyendo en los “Azos” más reconocidos por la
historiografía, el “Cordobazo”, y en menor medida el “Tucumanazo” y el “Rosariazo”
(Brennan y Gordillo, 2008).
Existe un arduo debate en torno a la definición de los denominados “Azos”. Se los puede
considerar como “insurrecciones que dan cuenta de un momento particular del conflicto de
clases en la Argentina que se distingue por la centralidad que en ellos tuvieron sectores
proletarios con altos niveles de conciencia y con tendencia hacia un tipo de acción
independiente de la clase obrera” (Ramírez, 2008, p. 2).
En la articulación de la fuerza golpista tuvo una gran importancia la “cuestión comunista”.
Este tema, recurrente en la “agenda” de la burguesía, cobró una enorme presencia durante
1965 y los meses que antecedieron la asonada militar. Incluso, el pretérito enfrentamiento
dentro de las Fuerzas Armadas entre “Colorados” y “Azules”, durante 1962, sumaba, entre
otros temas, una controversia acerca del peronismo como promotor o freno del comunismo
(Ollier, 2005, p. 25).

El ´68 argentino

Se resalta nuevamente que la década de 1960 la historia de Argentina se tejió en un


escenario de profundos cambios y conflictos, y el movimiento estudiantil desempeñó un
papel destacado en esta coyuntura. Aunque en los años previos se vivía una parálisis
relativa en el movimiento estudiantil opositor, el año 1968 marcó un punto de inflexión. En los
primeros meses de ese año, los estudiantes de varias universidades nacionales se
levantaron contra las medidas restrictivas, los sistemas de ingresos y las privatizaciones de
comedores universitarios.
Este ciclo de movilización abarcó universidades como la Universidad Nacional de La Plata,
la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad Nacional de Rosario, la Tecnológica
Nacional Regional Buenos Aires, entre otras. La lucha se centró también en el aumento de

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precios en los comedores universitarios, una cuestión vital para los estudiantes foráneos que
dependían de este servicio para sobrevivir. Además, los problemas edilicios y la solidaridad
estudiantil con los trabajadores de la industria azucarera en Tucumán y Salta
desencadenaron protestas (Eggers- Brass, 2006, p. 650).
Sin embargo como se argumenta en la obra “Historia argentina: una mirada crítica” el
verdadero punto de quiebre se produjo en marzo cuando la dictadura impulsó nuevos
estatutos que afectarían la vida de las universidades nacionales. La reunión del Consejo de
Rectores en Córdoba y la anunciada aprobación de estos estatutos generaron una reacción
contundente por parte del estudiantado. Un paro general se extendió, especialmente en la
Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata.
Las agrupaciones estudiantiles opositoras se unieron en un frente de resistencia que
involucra a los tres claustros y aliados externos. El estatuto porteño aprobado el 1 de abril
marcó el inicio de esta nueva ofensiva, presentando la Universidad como una institución de
derecho público, con autonomía académica y autarquía financiera y administrativa. Sin
embargo, se estableció que estas prerrogativas no podían interferir en las atribuciones del
Estado nacional en lo que respecta al mantenimiento del orden público y la legislación
común.
Este período, conocido como "La noche de los bastones largos", se caracterizó por la
supresión de la autonomía universitaria y la represión violenta contra estudiantes y
profesores que se oponían a estas medidas. La opinión pública se conmovió por la
brutalidad de la represión, que incluyó golpear a estudiantes y atacar a destacadas
autoridades académicas. En medio de esta represión, se registraron heridos, detenidos e
incluso un estudiante muerto en la Universidad de Córdoba.
Este trágico episodio y la falta de libertad condujeron al exilio de cientos de profesores e
investigadores altamente calificados, quienes buscaron refugio en universidades e institutos
en América y Europa. Aquellos que se quedaron enfrentaron un panorama académico
oscuro y represivo, marcando el fin de una "isla democrática" en el ámbito universitario en
medio de un país que transitaba por una época antidemocrática. La lucha por la democracia
y la libertad en las universidades se convirtió en un símbolo de resistencia en un período de
convulsión política en Argentina (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p.125).
Entre 1955 y 1966, las universidades habían gozado de la democracia interna
prevista por la Reforma de 1918. Hasta la irrupción de Onganía, la universidad era una “isla
democrática”, ya que allí estudiantes y profesores podían expresarse libremente; había
mucha militancia de izquierda, y el peronismo, minoritario en los claustros, casi no se oía.
Esto, visto con los ojos del gobierno militar, constituía un foco opositor de mentes críticas, de
“politización” y agitación estudiantil. El enemigo principal del general Onganía, de acuerdo a
los objetivos, era el marxismo y había que eliminarlo. Por eso, en julio de 1966, Onganía
suprimió la autonomía de las universidades nacionales, que pasaron a depender del
Ministerio del Interior. Profesores y alumnos protestaron por la medida, y se tomaron varias

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facultades. En Ciencias Exactas de la UBA la policía forzó las puertas y entró con gases
lacrimógenos; el decano Dr. Rolando García, estudiantes y profesores fueron expulsados
violentamente y apaleados por una doble fila de uniformados con cachiporras y culatas, en la
denominada “noche de los bastones largos”. La opinión pública se conmovió porque,
además de golpear a los estudiantes, se atacó a destacadas autoridades académicas. En la
represión muchos fueron heridos, cientos detenidos, e incluso en la Universidad de Córdoba
hubo un estudiante muerto, Santiago Pampillón. Este trágico acontecimiento y la falta de
libertad determinaron que cientos de profesores e investigadores que contaban con una
excelente formación académica optaran por renunciar y exiliarse; se reubicaron en
universidades e institutos de América y Europa. Entre los que se quedaron, algunos
continuaron luchando subterráneamente contra el régimen de Onganía. La Universidad ya
no era una isla democrática en medio de un país antidemocrático, y debió soportar
profesores y programas oscurantistas. (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p. 115).

Correntinazo y Rosariazo

Las universidades continuaron siendo golpeadas por la dictadura de Onganía.


Cuando aumentaron los precios en los comedores universitarios (fundamentales para todos
los estudiantes del interior) se alzó la protesta en Corrientes. Debido a la represión policial
murió un estudiante. En repudio por estos sucesos, en todas las universidades del país se
hicieron actos de protesta y hubo otra víctima en Rosario (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p.
131).
Se produjo en un clima de tensión generalizada contra el gobierno militar de facto
liderado por Juan Carlos Onganía. En la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) el
interventor ordenó la disolución de los centros de estudiantes y anunció un aumento del
500% en los precios del comedor universitario. Inmediatamente los estudiantes universitarios
protestaron. A comienzos de 1969 la Federación Universitaria del Nordeste (FUNE),
perteneciente a la Federación Universitaria Argentina, con el apoyo de todas la agrupaciones
estudiantiles declaró la huelga universitaria para reclamar contra el cierre del comedor
universitario, impidiendo el inicio de las clases. La reacción popular hizo que el gobernador y
el jefe de policía huyeran de la casa de Gobierno y de la Jefatura de Policía. Los efectivos
policiales ya no querían salir a reprimir, porque los vecinos les tiraban de los techos, piedras,
agua caliente y todo lo que tenían a mano. En poco tiempo las protestas estudiantiles
contaron el el apoyo del movimiento sindical encabezado por la CGT, los docentes, los
estudiantes secundarios, la Iglesia Católica a través del Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo, y en general por la población tanto de Corrientes como de Resistencia, capital
de la provincia del Chaco ubicada del otro lado del río Paraná. Corrientes era un hervidero.
Los estudiantes manifestaban todos los días en defensa del comedor universitario. La
población se solidarizaba con los universitarios abriendo las puertas de sus casas para que

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eludieron la represión policial. A instancia de los sindicatos de SMATA, Gráficos, Panaderos,
dirigidos por "Patita" Ramírez Barrios la CGT de la calle Yrigoyen abrió sus puertas para que
funcionara el comedor popular que daba de comer a centenares de estudiantes y
carenciados de los barrios más pobres. El día 15 de mayo de 1969 la FUNE, organizada
como Coordinadora Estudiantil de Lucha, convocó a una marcha al rectorado. La marcha
contra el rector Carlos Walker fue violentamente reprimida. Luego del mediodía, un grupo se
agrupó en la Plaza Sargento Cabral donde fueron interceptados por un automóvil de la
policía que abrió fuego directamente contra los estudiantes, resultando muerto Juan José
Cabral y varios heridos. Esta lucha estudiantil logró que no se privatice el comedor de la
Unne y dos años después, en 1971, se consiguió derogar el ingreso eliminatorio en la
facultad de Medicina. Luego, una semana después, los estudiantes rosarinos protestaron
contra esas medidas, durante el denominado Rosariazo llevando a que el gobierno militar
declarara la zona en emergencia y ordenará la imposición de la jurisdicción militar. Más tarde
estos hechos desembocaron en el denominado Cordobazo del 29 de mayo de 1969.
(Gordillo, 2019, pp.19-23).
El Correntinazo y el Rosariazo constituyen episodios clave en la resistencia de las
universidades ante el régimen de Onganía. La chispa que encendió estas movilizaciones fue
el aumento de los precios en los comedores universitarios, una cuestión vital para los
estudiantes del interior del país. La respuesta a esta medida fue la protesta en la provincia
de Corrientes, que lamentablemente culminó con la trágica muerte de un estudiante a manos
de la represión policial.
Este acontecimiento provocó una ola de indignación en todo el país, y las universidades se
unieron en actos de protesta en solidaridad con los estudiantes correntinos. Trágicamente,
Rosario se convirtió en otro epicentro de violencia gubernamental cuando otro estudiante
perdió la vida como resultado de la represión. El duelo y la rabia que surgieron a raíz de
estas muertes multiplicaron las manifestaciones y aumentaron la brutalidad de la respuesta
del gobierno.
En mayo, en Rosario lo que comenzó siendo un conflicto estudiantil logró
inmediatamente generar el apoyo y participación de amplios segmentos sociales,
fundamentalmente de los sectores combativos del movimiento obrero nucleados en la CGT
de los Argentinos. “La alianza obrero estudiantil fue un eslabón de primer orden para una
ciudad como Rosario con una arraigada tradición universitaria y con una población
estudiantil numerosa […] lo nuevo fue la identificación del estudiantado y de sentirse parte
de la intelectualidad con los grandes problemas sociales y con la clase obrera,
trascendiendo el contorno estrecho de los intereses particulares de su origen de clase.”
(Gonzalez, Gigena y Shapiro, 2008, p. 164).
En el Rosariazo, se destacó la notable adhesión de un significativo grupo de sacerdotes a
favor de las comunidades afectadas por la miseria y la violencia. Esto los enfrenta
directamente con su obispo local. La respuesta del Ejército fue declarar a Rosario como

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"zona de guerra" y establecer Cortes Marciales para juzgar a civiles. El impacto de estos
sucesos en la opinión pública fue tan profundo que las dos Confederaciones Generales del
Trabajo (CGT) se unieron en un paro general de 24 horas en protesta contra la represión y la
política económica del gobierno, programado para el 23 de mayo de 1969
(Gallego, Eggers- Brass, 2011).

Cordobazo

Dice el historiador económico Mario Rapoport que “dentro de un clima de euforia


económica que incluía la aclamación de Washington del Plan Krieger como "una de las
historias de mayor éxito económico de la posguerra", se produjo una de las mayores
rebeliones populares y obreras de la Historia Argentina: el Cordobazo” (Rapoport. 2000, p.
120).
En Córdoba se habían asentado, durante el gobierno de Frondizi, grandes fábricas
de automotores. Para evitar el descontento y tener una mayor productividad, la política de
esas empresas fue de conceder salarios más altos que los de convenio y estimular la
formación de sindicatos por empresa. Es decir que los trabajadores cordobeses no formaban
parte de los grandes sindicatos por rama de actividad (como la UOM, Unión Obrera
Metalúrgica). De este modo, las automotrices extranjeras evitaban en Córdoba el poder
sindical que el movimiento obrero peronista tenía tradicionalmente en las grandes ciudades
industriales como Buenos Aires y Rosario. Pese a ello, en la capital mediterránea se
desarrolló una fuerte resistencia obrera y popular contra el régimen de Onganía. El 29 de
mayo se convocó una nueva huelga y manifestación en el centro de la ciudad de Córdoba.
Estudiantes y obreros marcharon unidos, y la represión policial asesinó al estudiante Máximo
Mena. La noticia se difundió y comenzó la lucha para rechazar a la policía con barricadas y
pedradas; se utilizaron bulones, hondas, clavos “miguelitos” y explosivos caseros. (Eggers-
Brass, 2006, p. 655).
Estos hechos precipitaron la caída de Onganía, quien fue reemplazado en junio del ‘70 por
Levingston que intentó, sin éxito, la implementación de un proyecto económico de corte
nacionalista. En noviembre del ‘70 los partidos políticos organizaron "La Hora del Pueblo"
que reclamaba la vuelta a la democracia en un proceso electoral sin proscripciones, mientras
la ola de violencia crecía favorecida por la presencia de otros grupos guerrilleros como
Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas
Peronistas (De la Rosa, Gómez, 2005, p.105).
A partir de 1971 el presidente del gobierno militar, general Alejandro Lanusse
estableció un intenso diálogo con los partidos políticos y con la cúpula de las organizaciones
sindicales: se trataba de neutralizar la ola de descontento social, potenciada por las
organizaciones armadas, y llegar a elecciones concertadas. La negociación tuvo muchas
idas y venidas hasta concluir en un punto mínimo: ni Perón ni Lanusse serían candidatos.

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Así el anciano caudillo pudo retornar al país, recuperar su grado militar, acordar con todas
las fuerzas políticas democráticas, organizar su propia propuesta electoral y proponer un
candidato de plena confianza: Héctor J. Cámpora, su delegado personal. En ese escenario,
que en pocos meses había cambiado completamente, Montoneros también cambió: decidió
participar en las elecciones y movilizar tras la candidatura de Cámpora al conjunto de la
Juventud Peronista. En realidad se disponían a luchar para convertirse en la cabeza del
movimiento peronista (Romero, 2002, p. 16).

Mendozazo

En Mendoza, el 4 de abril de 1972, se produjo el "Mendozazo". A partir de una


movilización convocada por el sindicato de los docentes (SUTE), y la CGT Mendoza, la
represión ordenada por el Gobierno provincial derivó en una concentración popular que
apedreó la Casa de Gobierno e incendió autos oficiales y privados estacionados en las
inmediaciones. La represión policial (a cargo del Ejército), de Gendarmería y del Ejército
mismo a base de gases y camiones hidrantes llevó a los manifestantes a dirigirse al Centro
de la Ciudad donde se produjeron múltiples desmanes. A raíz de esta situación la capital y
sus alrededores fueron declarados "zona de emergencia" por el Poder Ejecutivo Nacional y
se implantó el toque de queda desde la 20 hs. La jornada de violencia arrojó como resultado
un muerto, dos heridos de bala y numerosos heridos y contusos. Los daños fueron valuados
en varios miles de millones de pesos y como consecuencia política-institucional encontramos
la renuncia del gobernador Francisco Gabrielli (De la Rosa, Gómez, 2005, p.106).

Conclusión

El acercamiento a los movimientos estudiantiles en Argentina durante los años 60


revela una narrativa compleja y profunda en la historia de este país sudamericano. Estos
movimientos no pueden ser comprendidos aislados de su contexto mundial, ya que estaban
conectados con las dinámicas globales de la Guerra Fría, el activismo global y las
aspiraciones de una nueva generación
En este período, Argentina se encontraba en medio de una encrucijada política y social,
enfrentando cambios significativos y desafíos profundos. La "Revolución Argentina" liderada
por el general Onganía en 1966 marcó un punto de inflexión, al derrocar al gobierno de Illia y
desencadenar un apoyo generalizado en la sociedad, excepto en el ámbito de la educación
superior. El ciclo de movilización en las universidades argentinas unificó a las agrupaciones
estudiantiles opositoras, esta unión reflejó una profunda conciencia de la importancia de la
educación y la justicia social en la sociedad argentina.
Los "Azos" más notorios, como el "Cordobazo", el "Correntinazo," y el "Rosariazo,"
ejemplifican la valentía y determinación de los estudiantes y la sociedad en su conjunto para

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resistir las políticas represivas y autoritarias del gobierno. Estos eventos, caracterizados por
la lucha contra la represión, la defensa de la autonomía universitaria y la solidaridad con
otros sectores sociales, simbolizan una resistencia ejemplar en medio de un clima político
opresivo.
El "Cordobazo" en particular, una manifestación de la resistencia obrero-estudiantil, mostró
cómo los trabajadores y estudiantes unieron sus fuerzas en una lucha común contra el
régimen de Onganía. Este evento se convirtió en un símbolo de la resistencia popular y los
estudiantes se convirtieron en una voz crítica y desafiante ante la dictadura.
A medida que la década avanzaba, el diálogo y la negociación se convirtieron en
herramientas para buscar una solución a la creciente agitación social. El retorno de Juan
Domingo Perón y la posterior elección de Héctor J. Cámpora como presidente marcó un
cambio significativo en la política argentina. El "Mendozazo" en 1972 ilustra cómo la protesta
y la resistencia social seguían siendo una parte integral de la política argentina. Este
episodio reflejó el descontento y la frustración acumulados en la sociedad.
Es posible argumentar entonces que los movimientos estudiantiles en Argentina durante la
década de los años 60 fueron un componente esencial en la transformación de la sociedad y
la política en el país.

Conclusiones generales

En el contexto de la década de 1960, una época de agitación política y social a nivel


global, tanto en Uruguay como en Argentina, los movimientos estudiantiles emergieron como
fuerzas impulsoras de cambio y transformación en sus respectivos países. Estos
movimientos comparten algunas similitudes notables, pero también exhibieron diferencias
significativas en sus experiencias y resultados.
En Argentina, el movimiento estudiantil desempeñó un papel fundamental en la
configuración de la sociedad y la política del país. Los estudiantes argentinos se unieron en
la lucha por los derechos civiles, la justicia social y la democratización. En un período
marcado por la Guerra Fría y el activismo global, los estudiantes argentinos demandan una
mayor asignación de recursos para la educación y se movilizaron contra medidas
restrictivas, como el aumento de precios en los comedores universitarios.
A pesar de la violencia y la represión que enfrentaron, en particular durante la "Noche de los
Bastones Largos" y el Cordobazo. Sin embargo, estas movilizaciones estudiantiles dejaron
una huella significativa en la conciencia colectiva del país y contribuyeron a la resistencia
contra el gobierno autoritario de la época.
En contraste, en Uruguay, el movimiento estudiantil compartió muchas de las demandas y
aspiraciones de sus contrapartes argentinas. También lucharon por una mayor inversión en
la educación y buscaron beneficios como la rebaja en los boletos estudiantiles. Sin embargo,
lo que hace que el movimiento estudiantil uruguayo sea particular y trágico es que los

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estudiantes fueron los primeros en la historia del país en perder la vida en enfrentamientos
callejeros contra las fuerzas represivas. Esta escalada de violencia y represión dejó una
marca indeleble en la historia de Uruguay y marcó un punto de quiebre en la estabilidad
democrática del país.
Si bien ambos movimientos estudiantiles jugaron un papel importante en sus respectivas
naciones, las movilizaciones estudiantiles en Argentina tuvieron un impacto a nivel nacional
más destacado, contribuyendo de manera significativa a la configuración de la sociedad y la
política del país. En contraste, en Uruguay, aunque tuvieron un impacto significativo, no
alcanzaron la misma repercusión a nivel nacional. En ambos casos, estos movimientos
estudiantiles reflejaron las luchas y aspiraciones de una generación que buscaba un cambio
en un mundo en constante transformación.

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