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Los Movimientos Estudiantiles y Juveniles en América Latina. Mariana Cardozo
Los Movimientos Estudiantiles y Juveniles en América Latina. Mariana Cardozo
Uruguay- Argentina
El siglo XX fue testigo de una profunda transformación a nivel global, marcado por
eventos de gran trascendencia que influyeron en la esfera política, social y cultural de
numerosos países. En este contexto de agitación y cambio, América Latina no permaneció
ajena a las olas de movilización y protesta que caracterizaron la segunda mitad de este
siglo. En particular, dos naciones latinoamericanas, Uruguay y Argentina, se convirtieron en
escenarios fundamentales para el desarrollo de movimientos estudiantiles que
desempeñaron un papel crucial en la configuración de sus respectivas realidades
nacionales.
Este trabajo tiene como enfoque principal adentrarse en la historia de los movimientos
estudiantiles en Uruguay y Argentina durante la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo,
para comprender completamente la complejidad de estos movimientos y sus repercusiones
en ambas naciones, resulta preciso abordar el contexto global y las dinámicas políticas y
sociales que repercutieron en estos movimientos. A su vez también se debe tener presente
que los fenómenos globales y regionales, que datan de años anteriores a este período y que
se extendieron a lo largo de él, influyeron de manera significativa en la evolución de los
movimientos estudiantiles en estos dos países.
A lo largo de este trabajo, se presenta la exploración a través de los movimientos
estudiantiles en estos dos países, analizando sus orígenes, sus demandas, sus éxitos y
desafíos, y cómo contribuyeron a la configuración de las identidades nacionales y a la
transformación de la política y la sociedad en el Uruguay y Argentina de la segunda mitad
del siglo XX.
Primeramente se contextualiza estos fenómenos dentro del panorama global, identificando
las influencias e interacciones que dieron forma a la agitación estudiantil en estas dos
naciones y finalizando este breve abordaje se presentan conclusiones, individuales y una
general.
El Mayo Francés, conocido como el Mayo del 68 o el Movimiento del 68, fue un
período de protestas y agitación social que tuvo lugar en Francia durante los meses de mayo
y junio de 1968. Este movimiento atrajo la participación de estudiantes, trabajadores y
diversos grupos de la sociedad civil que se unieron para expresar su descontento con
múltiples aspectos de la sociedad, abarcando temas como la educación, la política, la cultura
y las estructuras de poder. El movimiento comenzó con protestas estudiantiles en la
Universidad de Nanterre en París y rápidamente se extendió a otras instituciones educativas
y sectores de la sociedad. Los estudiantes demandaban reformas en la educación y una
mayor libertad individual. Pronto, las protestas se extendieron a los trabajadores industriales,
lo que resultó en huelgas masivas y la ocupación de fábricas en toda Francia. La
combinación de la agitación estudiantil y laboral tuvo un impacto significativo en la economía
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y la política del país. El Mayo Francés dejó un profundo impacto cultural y social en Francia y
a nivel mundial. Aunque no condujo a un cambio político inmediato, influyó en la mentalidad
de la época y sentó las bases para futuros movimientos sociales y cambios políticos en todo
el mundo. En Uruguay, la agitación estudiantil de 1968 compartió similitudes con el
movimiento estudiantil y social que tuvo lugar en Francia en el mismo año, conocido como
"Mayo del 68". Ambos eventos reflejaron un período de agitación y protesta a nivel
internacional, en el que los jóvenes desempeñan un papel destacado al cuestionar las
estructuras establecidas y buscar un cambio en la sociedad. Las movilizaciones en Uruguay
en 1968 fueron el resultado de una combinación de factores internos y externos que
contribuyeron a la agitación estudiantil y al clima de protesta en ese año. Estas causas
pueden agruparse en factores internos y externos que contribuyeron a la protesta estudiantil
y a la agitación social en ese año.
Objetivos generales
Objetivos específicos.
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Movimientos estudiantiles y juveniles en Uruguay durante la década de los 60´
influencias y contexto mundial
Uruguay se destacó en las primeras tres décadas del siglo XX como un ejemplo a
seguir en términos de su modelo económico agroexportador, su estabilidad política y su
creciente cohesión social. Este período de éxito llevó a que el país fuera reconocido como
"La Suiza de América", destacando su estabilidad y desarrollo económico (Nahum,2011).
A partir de mediados de la década de 1940, la democracia uruguaya, anteriormente
considerada una de las más estables en América Latina, comenzó a enfrentar desafíos que
gradualmente dificultaron su estabilidad. Dos factores coyunturales se pueden identificar
como los responsables de este proceso que afectó las bases sólidas de lo que alguna vez
fue un ejemplo de país. Estos eventos tuvieron un impacto negativo en las estructuras
económicas y políticas del país, contribuyendo a su desestabilización social.
El colapso del mercado de valores de Nueva York provocó una transformación abrupta en la
economía nacional, marcando el fin de un período de prosperidad. Al mismo tiempo que
Uruguay enfrentaba esta crisis económica, se estaban produciendo cambios significativos en
la cultura y las actitudes de la sociedad uruguaya (Arteaga, 2000).
Estos cambios en la sociedad Uruguaya se vieron influenciados en parte por
acontecimientos externos de gran significancia, como la Guerra Fría, la Guerra de Corea, la
Guerra de Vietnam y la Revolución Cubana. Estos eventos contribuyeron a que
gradualmente comenzarán las movilización ya que las sociedades jóvenes buscaban un
papel más significativo en la toma de decisiones sobre el futuro del país.
Estos acontecimientos y otros factores internos se combinaron para influenciar a la sociedad
joven que anhelaba cambios. Los movimientos juveniles ganaron fuerza y se convirtieron en
factores claves en la lucha de las reformas políticas y sociales en el Uruguay.
(...) ”Las movilizaciones del año 1958, que habían aproximado a estudiantes y trabajadores,
tuvieron como resultado la aprobación de importantes medidas, desde la Ley Orgánica de la
Universidad a los seguros de paro y salarios por maternidad. También marcaron un punto de
confluencia de las diferentes organizaciones de trabajadores, generando condiciones
propicias para la unificación del movimiento obrero” (...) (Nahum, 2011, p.162 ).
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idea de una universidad “autónoma y cogobernada “ ya era realidad. No obstante, esta
nueva victoria también planteó nuevos desafíos para el movimiento estudiantil.
Sin embargo, ahora los estudiantes estaban incorporados en los órganos de gobierno, con
voz y voto tanto en los órganos ejecutivos de las facultades como en el Consejo Directivo
Central.
Esta situación llevaba consigo el riesgo de que las luchas internas y la política universitaria
pudieran desviar su atención, lo cual no llegó a suceder. La FEUU siempre había estado
alerta ante los acontecimientos políticos, tanto a nivel local como internacional, y esta nueva
situación no alteró su tradición (Arteaga, 2000, p.197).
(...) Lentamente se fueron afirmando algunos rasgos distintivos del movimiento estudiantil
universitario. Entre ellos, la concepción de una Universidad "volcada al pueblo" en oposición
a una enseñanza elitista; el predominio de tendencias de izquierda, su solidaridad con el
movimiento sindical, más estrecha luego de las jornadas de 1958; su profunda vocación
antiimperialista, asociada al rechazo de la división del mundo en dos bloques y su afiliación
al "tercerismo" (...) (Nahum, 2011, p.166).
(Nahum,2011) señala que los gremios estudiantiles tienen una rica historia en Uruguay, que
incluso precede formación de EEUU. Sin embargo lo que el autor destaca como rasgo
distintivo, es la transformación de la universidad, que evolucionó de ser enclave elitista a
orientarse al servicio del pueblo. Esto implicó un esfuerzo por aumentar la diversidad y
promover mayor inclusión de personas que previamente no tenían acceso a la educación
superior.
Estos cambios en la educación superior son considerados en gran parte responsables de
una secuencia de movimientos sociales y políticos, ya que pretendían una mayor igualdad y
participación ciudadana. Estos movimientos también enfatizaban que la universidad debería
estar al servicio de la sociedad.
En el año 1968 marcó un momento crucial en la historia de la FEUU, ya que los estudiantes
que se manifestaban en ese periodo tenían una serie de demandas y preocupaciones que
los llevaron a manifestar y a la movilización. Las agitaciones estudiantil de ese año se
consideran como un hecho significativo en la historia de los movimientos estudiantil.
El aumento de las matrículas, que significaba un mayor ingreso de los estudiantes en las
instituciones, planteaba una necesidad una asignación de recursos más grande, sin
embargo, en ese momento, el presupuesto destinado por las instituciones instituciones
gubernamentales estaban siendo reducidos,por este motivo se produjeron diversas
manifestaciones con el objetivo de alcanzar beneficios como la rebaja en los boletos
estudiantiles entre otros (Nahum, 2011, p.166).
Es importante destacar que en ese periodo, en todo el mundo, se estaban produciendo
eventos de movilización estudiantil con características similares,aunque no con los mismos
propósitos.
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Estos movimientos estudiantiles compartían una serie de rasgos comunes. En varios
lugares del mundo los estudiantes estaban exigiendo mayor participación académica,
además de las luchas vinculadas a la educación los jóvenes estaban involucrados en la
lucha de derechos civiles y humanos en general.
A medida que los enfrentamientos se volvían más violentos,tanto por parte de la represión
de las fuerzas policiales, se percibe un quiebre significativo en la estabilidad democrática del
país.
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directo con la idea de mantenerse físicamente aptos y alertas para luchar por cuestiones
consideradas verdaderamente importantes.
Si bien el movimiento estudiantil de esta época fue impulsado por la búsqueda de
una mayor participación en la toma de decisiones y la lucha por la igualdad y los derechos
civiles, las manifestaciones y protestas en Uruguay, al igual que en otros lugares del mundo,
estuvieron marcadas por demandas que iban más allá de las cuestiones universitarias, como
la justicia social y derechos humanos, la inclusión(Nahum, 2011).
Curiosamente, elementos como los pantalones vaqueros, las camisas con estampados
florales, el cabello largo y la música de los Beatles eran objeto de críticas por parte de los
defensores de la canción de protesta y la vestimenta tradicional de camisa blanca y corbata.
Sin embargo, estas diferencias parecían tener un impacto limitado en las manifestaciones y
movilizaciones.
En el corazón de esta dinámica se encontraba la Federación de Estudiantes Universitarios
del Uruguay (FEUU), que desempeñaba un papel central como la principal organización
juvenil. Aquí, los jóvenes tenían un espacio para debatir temas de interés y desarrollar sus
inquietudes y actividades. Aunque la cultura juvenil ofrecía respuestas limitadas a las
preocupaciones de la FEUU, las diferencias en estas nuevas prácticas contraculturales se
dejaban de lado durante las manifestaciones.
Este fenómeno puede entenderse como la intersección de dos conjuntos, donde algunos
jóvenes militantes también eran seguidores de la música beat y participaban en eventos
culturales llamados "happenings", actividades que compartían con otros jóvenes no afiliados
a la FEUU ni involucrados en las protestas. Las contradicciones en estas prácticas no eran
evidentes para aquellos en el área de intersección (Demasi, 2019).
Es importante destacar que el movimiento estudiantil y la cultura juvenil de la época
no pueden ser considerados como lo mismo. No todos los jóvenes eran estudiantes, y no
todos los estudiantes eran jóvenes. Aunque el movimiento estudiantil reconocía la influencia
de la cultura juvenil, no la consideraba como un elemento central en el desarrollo de las
manifestaciones. A pesar de las pruebas (fotografías) representaciones que mostraban a
jóvenes con ropa informal enfrentando a fuerzas de seguridad uniformadas y
deshumanizadas, las imágenes capturadas en las calles de Montevideo seguían mostrando
a jóvenes vestidos de forma formal arrojando piedras a la policía. Por lo tanto, es válido
enfocarse en el movimiento de los "jóvenes del 68", especialmente en la FEUU (Federación
de Estudiantes Universitarios del Uruguay) y en los estudiantes de secundaria, ya que el
núcleo de la movilización era principalmente estudiantil.
Resulta interesante observar que, a pesar de la larga tradición de la FEUU y sus estrategias
institucionalizadas para enfrentar a las fuerzas represivas, fue durante estos enfrentamientos
que se produjo el primer asesinato de estudiantes. Esto plantea la pregunta de qué cambió
en 1968 para que esta singularidad desapareciera.
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Aunque las manifestaciones estudiantiles no desaparecieron de las calles, su enfoque
experimentó un cambio significativo. En pocas ocasiones se centraban en reclamos
exclusivamente universitarios, ya que su lista de demandas estaba completa y las
referencias a la Universidad surgían principalmente en el contexto de demandas
presupuestales. En cambio, la nueva situación fortaleció la alianza táctica que el movimiento
estudiantil había establecido en 1958 con los sindicatos, convirtiéndose en una relación casi
orgánica. Desde entonces, fue común que los estudiantes universitarios se involucraron en
diversas demandas sociales.
Sin embargo, esta situación planteó un desafío adicional para la FEUU, ya que ahora
formaban parte de las mismas autoridades universitarias a las que criticaban. Para mantener
su presencia junto a los sindicatos en el espacio público, debían considerar hasta qué punto
podrían expresar discursos radicales, dado que sus declaraciones serían comparadas con
los estándares de las luchas más moderadas de los sindicatos, en lugar del enfoque radical
tradicional de la Federación.(Demasi, 2019, pp. 92-93).
Las repercusiones del movimiento del '68 en Uruguay fueron significativas. El movimiento
estudiantil y social de ese año en Uruguay estuvo marcado por la búsqueda de una mayor
participación en la toma de decisiones, la lucha por la igualdad y los derechos civiles, así
como la demanda de justicia social y la inclusión. Sin embargo, también hubo un aumento en
la represión gubernamental y la radicalización del movimiento estudiantil, lo que llevó a
enfrentamientos violentos y la pérdida de vidas de estudiantes.
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El año 1966 fue particularmente difícil para aquellos que participaban de la vida
política y gremial universitaria desde una identidad forjada a partir de la Reforma
Universitaria de 1918, promotora del cogobierno estudiantil y la autonomía en las casas de
altos estudios e impulsora de la politización del alumnado por medio de los centros de
estudiantes y sus luchas. El 28 de junio, la autoproclamada “Revolución Argentina”,
encabezada por el general Juan Carlos Onganía, derrocó al gobierno de Arturo Illia. La
dictadura contó con un generalizado aval social, político y gremial. Este apoyo contrastó con
el rechazo que generó en el ámbito de la educación superior.
La autodenominada “Revolución Argentina” poseía un claro objetivo respecto a la
radicalización de la clase obrera y la juventud, gestada durante el peronismo. Asimismo,
marcó desde el inicio, una política económica acorde a la senda desarrollista y buscó
negociar con las organizaciones sindicales. Pese a ello, la conflictividad social irá en
aumento durante todo el período, confluyendo en los “Azos” más reconocidos por la
historiografía, el “Cordobazo”, y en menor medida el “Tucumanazo” y el “Rosariazo”
(Brennan y Gordillo, 2008).
Existe un arduo debate en torno a la definición de los denominados “Azos”. Se los puede
considerar como “insurrecciones que dan cuenta de un momento particular del conflicto de
clases en la Argentina que se distingue por la centralidad que en ellos tuvieron sectores
proletarios con altos niveles de conciencia y con tendencia hacia un tipo de acción
independiente de la clase obrera” (Ramírez, 2008, p. 2).
En la articulación de la fuerza golpista tuvo una gran importancia la “cuestión comunista”.
Este tema, recurrente en la “agenda” de la burguesía, cobró una enorme presencia durante
1965 y los meses que antecedieron la asonada militar. Incluso, el pretérito enfrentamiento
dentro de las Fuerzas Armadas entre “Colorados” y “Azules”, durante 1962, sumaba, entre
otros temas, una controversia acerca del peronismo como promotor o freno del comunismo
(Ollier, 2005, p. 25).
El ´68 argentino
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precios en los comedores universitarios, una cuestión vital para los estudiantes foráneos que
dependían de este servicio para sobrevivir. Además, los problemas edilicios y la solidaridad
estudiantil con los trabajadores de la industria azucarera en Tucumán y Salta
desencadenaron protestas (Eggers- Brass, 2006, p. 650).
Sin embargo como se argumenta en la obra “Historia argentina: una mirada crítica” el
verdadero punto de quiebre se produjo en marzo cuando la dictadura impulsó nuevos
estatutos que afectarían la vida de las universidades nacionales. La reunión del Consejo de
Rectores en Córdoba y la anunciada aprobación de estos estatutos generaron una reacción
contundente por parte del estudiantado. Un paro general se extendió, especialmente en la
Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata.
Las agrupaciones estudiantiles opositoras se unieron en un frente de resistencia que
involucra a los tres claustros y aliados externos. El estatuto porteño aprobado el 1 de abril
marcó el inicio de esta nueva ofensiva, presentando la Universidad como una institución de
derecho público, con autonomía académica y autarquía financiera y administrativa. Sin
embargo, se estableció que estas prerrogativas no podían interferir en las atribuciones del
Estado nacional en lo que respecta al mantenimiento del orden público y la legislación
común.
Este período, conocido como "La noche de los bastones largos", se caracterizó por la
supresión de la autonomía universitaria y la represión violenta contra estudiantes y
profesores que se oponían a estas medidas. La opinión pública se conmovió por la
brutalidad de la represión, que incluyó golpear a estudiantes y atacar a destacadas
autoridades académicas. En medio de esta represión, se registraron heridos, detenidos e
incluso un estudiante muerto en la Universidad de Córdoba.
Este trágico episodio y la falta de libertad condujeron al exilio de cientos de profesores e
investigadores altamente calificados, quienes buscaron refugio en universidades e institutos
en América y Europa. Aquellos que se quedaron enfrentaron un panorama académico
oscuro y represivo, marcando el fin de una "isla democrática" en el ámbito universitario en
medio de un país que transitaba por una época antidemocrática. La lucha por la democracia
y la libertad en las universidades se convirtió en un símbolo de resistencia en un período de
convulsión política en Argentina (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p.125).
Entre 1955 y 1966, las universidades habían gozado de la democracia interna
prevista por la Reforma de 1918. Hasta la irrupción de Onganía, la universidad era una “isla
democrática”, ya que allí estudiantes y profesores podían expresarse libremente; había
mucha militancia de izquierda, y el peronismo, minoritario en los claustros, casi no se oía.
Esto, visto con los ojos del gobierno militar, constituía un foco opositor de mentes críticas, de
“politización” y agitación estudiantil. El enemigo principal del general Onganía, de acuerdo a
los objetivos, era el marxismo y había que eliminarlo. Por eso, en julio de 1966, Onganía
suprimió la autonomía de las universidades nacionales, que pasaron a depender del
Ministerio del Interior. Profesores y alumnos protestaron por la medida, y se tomaron varias
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facultades. En Ciencias Exactas de la UBA la policía forzó las puertas y entró con gases
lacrimógenos; el decano Dr. Rolando García, estudiantes y profesores fueron expulsados
violentamente y apaleados por una doble fila de uniformados con cachiporras y culatas, en la
denominada “noche de los bastones largos”. La opinión pública se conmovió porque,
además de golpear a los estudiantes, se atacó a destacadas autoridades académicas. En la
represión muchos fueron heridos, cientos detenidos, e incluso en la Universidad de Córdoba
hubo un estudiante muerto, Santiago Pampillón. Este trágico acontecimiento y la falta de
libertad determinaron que cientos de profesores e investigadores que contaban con una
excelente formación académica optaran por renunciar y exiliarse; se reubicaron en
universidades e institutos de América y Europa. Entre los que se quedaron, algunos
continuaron luchando subterráneamente contra el régimen de Onganía. La Universidad ya
no era una isla democrática en medio de un país antidemocrático, y debió soportar
profesores y programas oscurantistas. (Gallego, Eggers- Brass, 2011, p. 115).
Correntinazo y Rosariazo
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eludieron la represión policial. A instancia de los sindicatos de SMATA, Gráficos, Panaderos,
dirigidos por "Patita" Ramírez Barrios la CGT de la calle Yrigoyen abrió sus puertas para que
funcionara el comedor popular que daba de comer a centenares de estudiantes y
carenciados de los barrios más pobres. El día 15 de mayo de 1969 la FUNE, organizada
como Coordinadora Estudiantil de Lucha, convocó a una marcha al rectorado. La marcha
contra el rector Carlos Walker fue violentamente reprimida. Luego del mediodía, un grupo se
agrupó en la Plaza Sargento Cabral donde fueron interceptados por un automóvil de la
policía que abrió fuego directamente contra los estudiantes, resultando muerto Juan José
Cabral y varios heridos. Esta lucha estudiantil logró que no se privatice el comedor de la
Unne y dos años después, en 1971, se consiguió derogar el ingreso eliminatorio en la
facultad de Medicina. Luego, una semana después, los estudiantes rosarinos protestaron
contra esas medidas, durante el denominado Rosariazo llevando a que el gobierno militar
declarara la zona en emergencia y ordenará la imposición de la jurisdicción militar. Más tarde
estos hechos desembocaron en el denominado Cordobazo del 29 de mayo de 1969.
(Gordillo, 2019, pp.19-23).
El Correntinazo y el Rosariazo constituyen episodios clave en la resistencia de las
universidades ante el régimen de Onganía. La chispa que encendió estas movilizaciones fue
el aumento de los precios en los comedores universitarios, una cuestión vital para los
estudiantes del interior del país. La respuesta a esta medida fue la protesta en la provincia
de Corrientes, que lamentablemente culminó con la trágica muerte de un estudiante a manos
de la represión policial.
Este acontecimiento provocó una ola de indignación en todo el país, y las universidades se
unieron en actos de protesta en solidaridad con los estudiantes correntinos. Trágicamente,
Rosario se convirtió en otro epicentro de violencia gubernamental cuando otro estudiante
perdió la vida como resultado de la represión. El duelo y la rabia que surgieron a raíz de
estas muertes multiplicaron las manifestaciones y aumentaron la brutalidad de la respuesta
del gobierno.
En mayo, en Rosario lo que comenzó siendo un conflicto estudiantil logró
inmediatamente generar el apoyo y participación de amplios segmentos sociales,
fundamentalmente de los sectores combativos del movimiento obrero nucleados en la CGT
de los Argentinos. “La alianza obrero estudiantil fue un eslabón de primer orden para una
ciudad como Rosario con una arraigada tradición universitaria y con una población
estudiantil numerosa […] lo nuevo fue la identificación del estudiantado y de sentirse parte
de la intelectualidad con los grandes problemas sociales y con la clase obrera,
trascendiendo el contorno estrecho de los intereses particulares de su origen de clase.”
(Gonzalez, Gigena y Shapiro, 2008, p. 164).
En el Rosariazo, se destacó la notable adhesión de un significativo grupo de sacerdotes a
favor de las comunidades afectadas por la miseria y la violencia. Esto los enfrenta
directamente con su obispo local. La respuesta del Ejército fue declarar a Rosario como
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"zona de guerra" y establecer Cortes Marciales para juzgar a civiles. El impacto de estos
sucesos en la opinión pública fue tan profundo que las dos Confederaciones Generales del
Trabajo (CGT) se unieron en un paro general de 24 horas en protesta contra la represión y la
política económica del gobierno, programado para el 23 de mayo de 1969
(Gallego, Eggers- Brass, 2011).
Cordobazo
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Así el anciano caudillo pudo retornar al país, recuperar su grado militar, acordar con todas
las fuerzas políticas democráticas, organizar su propia propuesta electoral y proponer un
candidato de plena confianza: Héctor J. Cámpora, su delegado personal. En ese escenario,
que en pocos meses había cambiado completamente, Montoneros también cambió: decidió
participar en las elecciones y movilizar tras la candidatura de Cámpora al conjunto de la
Juventud Peronista. En realidad se disponían a luchar para convertirse en la cabeza del
movimiento peronista (Romero, 2002, p. 16).
Mendozazo
Conclusión
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resistir las políticas represivas y autoritarias del gobierno. Estos eventos, caracterizados por
la lucha contra la represión, la defensa de la autonomía universitaria y la solidaridad con
otros sectores sociales, simbolizan una resistencia ejemplar en medio de un clima político
opresivo.
El "Cordobazo" en particular, una manifestación de la resistencia obrero-estudiantil, mostró
cómo los trabajadores y estudiantes unieron sus fuerzas en una lucha común contra el
régimen de Onganía. Este evento se convirtió en un símbolo de la resistencia popular y los
estudiantes se convirtieron en una voz crítica y desafiante ante la dictadura.
A medida que la década avanzaba, el diálogo y la negociación se convirtieron en
herramientas para buscar una solución a la creciente agitación social. El retorno de Juan
Domingo Perón y la posterior elección de Héctor J. Cámpora como presidente marcó un
cambio significativo en la política argentina. El "Mendozazo" en 1972 ilustra cómo la protesta
y la resistencia social seguían siendo una parte integral de la política argentina. Este
episodio reflejó el descontento y la frustración acumulados en la sociedad.
Es posible argumentar entonces que los movimientos estudiantiles en Argentina durante la
década de los años 60 fueron un componente esencial en la transformación de la sociedad y
la política en el país.
Conclusiones generales
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estudiantes fueron los primeros en la historia del país en perder la vida en enfrentamientos
callejeros contra las fuerzas represivas. Esta escalada de violencia y represión dejó una
marca indeleble en la historia de Uruguay y marcó un punto de quiebre en la estabilidad
democrática del país.
Si bien ambos movimientos estudiantiles jugaron un papel importante en sus respectivas
naciones, las movilizaciones estudiantiles en Argentina tuvieron un impacto a nivel nacional
más destacado, contribuyendo de manera significativa a la configuración de la sociedad y la
política del país. En contraste, en Uruguay, aunque tuvieron un impacto significativo, no
alcanzaron la misma repercusión a nivel nacional. En ambos casos, estos movimientos
estudiantiles reflejaron las luchas y aspiraciones de una generación que buscaba un cambio
en un mundo en constante transformación.
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