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Santa Misa
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos,
diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en
memoria mía".
(Lucas 22, 19)
LA EUCARISTÍA
La Eucaristía es el centro del cristiano, es una verdad oculta, todo gira en torno de ella:
El misterio exige un acto de fe (acto del entendimiento y de la voluntad por el que
aceptamos una verdad con evidencia extrínseca o testificada). La eucaristía es un
«misterio de fe». Todos los misterios nos exigen un acto de fe, creemos en el misterio
de la Trinidad porque Dios lo ha revelado. Lo mismo en el misterio de la Encarnación.
La eucaristía exige un acto intensísimo de fe: Hay que creer contra lo que nos dicen los
sentidos, «Visus, gustus, tactus in te fallitur» (Adoro te devote). Para el tacto, el ojo y
el gusto después de la consagración (como antes) sobre el altar hay pan y vino: nada
más. Hemos de creer sólo por la palabra de Dios «Sed auditu solo tuto credi- tur»
(Pero creemos lo que hemos oído): «Hoc est enim corpus meum” (Le 22,19). Hay que
creer que Cristo está en la hostia y en cada una de sus partículas. Los sentidos no lo
alcanzan; pero la fe nos da esa certeza: «Praestet fides supplementum...».
Creemos por la autoridad de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. Pero Dios
se dignó obrar milagros—«hechos sensibles y extraordinarios que sobrepujan todas
las fuerzas de la naturaleza»—para confirmar nuestra fe en la realidad eucarística, a
ejemplo de ello los milagros eucarísticos comprobados:
Muchas veces se aparece un Niño en la hostia: así a Pascasio Rad- berto (PL
120,1320) y en Caravaca en 1227.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
LA EUCARISTÍA AUMENTA LA FE
Requiere, por lo tanto, un acto de fe intensísimo, no hay tributo de fe más sublime que
el de creer en Jesucristo, oculto en cuanto Dios y en cuanto hombre, tras los velos de la
hostia, Interviene la inteligencia, voluntad, sentidos... todo el ser.
Contiene al Verbo que habla: Cristo es la misma Verdad (Jn 14,6), y vino a enseñarla (1
Jn 5,20) Vino a darnos la vida eterna, que consiste en que conozcamos a Dios y a Cristo,
a quien envió (Jn 17,3). Es, ante todo, Maestro (Rabbi): «Me llamáis Maestro y decís
bien, pues lo soy» (Jn 13,13
El objeto primario es Dios, en cuanto sumo bien. En la eucaristía se nos da Dios, hecho
hombre; el mismo que será término de nuestra felicidad. El objeto secundario
positivo de la esperanza son los demás bienes en orden a la vida eterna. En la
eucaristía se nos da, no un bien, sino la raíz de todo bien y en orden a la vida eterna.
«Futurae gloriae nobis pignus datur». El objeto secundario negativo: Evitar todo mal.
Cristo, presente en nuestras almas por la eucaristía, es la luz que ahuyenta las tinieblas
del mal. Cuando extiende su mano se calman todas las tempestades de las pasiones
desatadas...
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
Por razón del motivo en que se funda, en la eucaristía no sólo se nos da un auxilio de
Dios, sino que es el mismo Dios, hecho pan de misericordia y alimento para nuestro
peregrinar. Dios obra en nuestra naturaleza no destruyéndola, sino perfeccionándola,
revistiéndonos interiormente de su poder, como inyectándonos la fuerza divina que
necesitamos para conseguir la vida eterna.
Ejemplo de Santo Tomás de Aquino: Al recibir el viático se puso de rodillas y dijo: «Yo
te recibo, precio del rescate de mi alma, alimento de mi peregrinar, por cuyo amor
estudié, trabajé, vigilé, prediqué y enseñé».
El hombre necesita amor. Lo sabe, lo siente y lo busca sin cesar. Todo lo mueve el
amor: hasta el odio. Pero hay cloacas de amor, y hay manantiales purísimos y los
santos beben el agua divina de la eucaristía, que es el sacramento del amor por su
origen, por su esencia, por sus efectos.
Previsión eterna: El pecado del hombre suscitó la encarnación. Dios se hizo hombre:
máximo amor de Dios en vez del máximo castigo. La eucaristía prolonga la encarnación
y sus beneficios de redención y mediación, Cristo todavía está entre nosotros, con
presencia real, no simbólica.
Origen temporal: El amor al Padre y a los hombres es el todo en la vida de Cristo. Pero
está sublimado en los momentos eucarísticos: la cena (sacramento); la cruz (sacrificio).
«Qui, pridie quam pateretur»: el día antes de su pasión, el recuerdo de su máximo
sacrificio, de su acto máximo de amor. «Nadie ama más que el que da su vida...» (Jn
15,13). La cena, el momento de mayor intimidad de Cristo con los suyos, su
testamento: «Amaos... como Yo”, un nuevo precepto (Jn 13-34-35).
Jesús inculca hasta diecisiete veces este precepto en su discurso de la última cena. Y
Cristo no se sustrajo a él: amó... hasta dar su vida por ellos; hasta quedarse para
siempre con ellos, en esta hora del amor instaura la máxima invención del amor: La
Eucaristía.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
Cristo: el Hombre; el más perfecto «Hijo de los hombres». El amor en todo hombre,
eje de su vida. En el Hombre de los hombres. «Ecce homo» (Jn 19,5).
2. Por qué está allí: Porque vino para dar la vida a los hombres: «Si no coméis la carne
del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros” (Jn 6,53).
Porque nos ama entrañablemente. Y el amor exige la presencia del amado
Las demás virtudes cristianas son meritorias en cuanto informadas por la caridad, y
ésta, por su misma esencia, de amor sobrenatural, ha de gravitar sobre la
eucaristía.
La presencia real de Cristo: «Habiendo Jesús amado a los suyos que estaban en este
mundo, al fin extremadamente los amó» (Jn 13,1). Hasta las últimas exigencias y
posibilidades del amor. Por eso, El instituye la eucaristía. En este sacramento, se hace
presente entre nosotros, mientras esperamos la definitiva convivencia del cielo, nos
ayuda a alcanzar esa gloriosa e inamisible posesión de Dios, junto con su Iglesia, la
redención. Nos pide que correspondamos al amor de su corazón, presente en la
eucaristía.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
Nos une a Cristo: Cristo está en la eucaristía. Es de fe: lo ha dicho El, que es la misma
Verdad. Allí está Cristo, todo entero:
Al comulgar se hace uno con nosotros, Él sigue siendo Dios, y tú, hombre, pero hombre
de Dios, uno con Él, Es difícil de comprender, pero fácil de gustar para el que sabe
amar.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
Todo miembro que se une a la cabeza se une también a los miembros que de ella
dependen.
«Yo en ellos... para que sean consumados en la unidad» (Jn 17,23).
«Somos muchos un solo cuerpo, pues participamos de un único pan» (1 Cor 10,17).
«El amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos» (Jn 17,26).
Todos estamos unidos en caridad, «como muchos granos de trigo forman el pan»
(San Agustín).
CONSECUENCIAS
La sangre y carne de Jesús son enteramente de María. ¡Si hubiera una comunión de
María!... En realidad casi la hay.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
Gozo que causa a los bienaventurados una buena comunión... Lo ven en el Verbo...
«Hay gran gozo en el cielo” (cf. Le 15.7)
A) En el cuerpo
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
LA EUCARISTÍA
B) En el alma
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
SOBRE SAN PIO
Su amor a Jesús Eucaristía lo manifestaba pasando
muchas horas del día y de la noche en oración en el
coro ante Jesús sacramentado. No es de extrañar que
le diera la máxima importancia a la celebración de la
misa, que era el centro de su vida y de cada día.
Dos capellanes católicos, entusiastas del padre Pío, vinieron con otros
oficiales.
El escritor Guido Piovene, que asistió a la misa del padre Pío, escribió: "El
padre Pío celebra la misa en un estado de éxtasis y arrobamiento. No un
arrobamiento inmóvil, porque se alternan sentimientos diversos. Las manos,
que durante el día cubre con unos medios guantes, están desnudas en el
altar y manifiestan la gran mancha rojiza de los estigmas. Se ve que le
duelen y especialmente sufre al arrodillarse como lo pide el rito,
agarrándose al altar, pues una sombra de dolor físico aparece en su rostro.
Está claro que revive en su cuerpo y alma el sacrificio de Cristo. Más que una
misa, el suyo es un coloquio con Cristo. Los sentimientos diferentes de
alegría o angustia que se notan en su rostro son suscitados en él por los
hechos en que participa. He visto al padre Pío sacarse de la manga un
pañuelo, usarlo y después dejarlo sobre el altar. Su misa es al mismo tiempo,
trágica y confidencial. Celebrar misa es para el padre Pío un acontecimiento
capital de cada día. En otros momentos, ora y confiesa, duerme poco, come
algo de verdura y un vaso de cerveza. Sus ocupaciones son celebrar misa,
confesar y orar. Ellas constituyen en él un valor de función pública.
Nino Salvaneschi escribió sobre la misa del padre Pío: Nunca un hombre de
Cristo pudo haber celebrado con mayor sencillez a ejemplo de Cristo, cuando
rezaba en Galilea. Palidísimo, los ojos medio cerrados como el que está
viendo una luz demasiado intensa, el padre Pío celebra la misa como si
llegase de una humanidad superior a la nuestra, celebrando en aquel altar
sencillo y casi tosco a través de una atmósfera de otro mundo. A su derredor
la gente de san Giovanni Rotondo llena la iglesia.
La gente se sienta hasta en las gradas debajo del altar… No cabe duda,
cuando este hombre celebra la misa, está verdaderamente con Dios.
El padre Carmelo, hablando de la misa del padre Pío en sus últimos cuatro
años, manifiesta. La misa duraba de 35 a 40 minutos. He visto cómo aquel
sacerdote de Cristo revivía y ofrecía con Él el sacrificio del Calvario. Parecía
no percatarse de las luces, de los flash de los fotógrafos, de todo lo que
ocurría en torno a él. Ensimismado totalmente en Dios, miraba la sagrada
hostia con sus grandes ojos de los que parecía salir fuera toda su fe y su
amor. Se movía sobre sus pies doloridos.
SOBRE SAN PIO
Algunos forasteros decían: Por fin he asistido a una verdadera misa. Y eso
que la decía en latín, pero se notaba con claridad que no era él el único que
asistía en el altar, pues le asistían presencias invisibles.
La santa misa era para él el centro de su vida. Asistir a ella era como una
atracción que quitaba la respiración e invitaba a la meditación profunda. Y,
si esto sucedía a todos los que estaban presentes, cuánto más a los que
ayudaban en el altar. Parecía que toda la persona del padre Pío
resplandecía.
SOBRE SAN PIO
Para celebrar bien la misa se preparaba con mucha oración. Se levantaba muy
temprano y se pasaba un par de horas en oración antes de celebrar la misa.
Después de la misa, se quedaba, al menos media hora, en acción de gracias.
SOBRE SAN PIO
- Padre Pío, ¿cómo se debe preparar uno bien para celebrar la misa?
Pensar en la pasión de Cristo que se renovará poco después.
¿Se puede orar en la misa fuera de los Mementos de vivos y difuntos?
¿Cómo no se va a poder? ¿Te parece que después de la consagración no se le
pueda decir a Jesús allí presente: Te amo, perdona mis pecados, ten piedad y
misericordia de mí y de ellos y salva al mundo entero?.
“Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la
Santa Misa”
- San Pío de Pietrelcina
PROPÓSITO:
En este día, haré una visita por una hora a Jesús
Sacramentado y asistiré a la Santa Eucaristía, con
todo amor y respeto. Lo voy a ofrecer a Jesús por la
salvación del mundo entero.