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Facultad de Teología

Licenciatura en Teología

Curso: Hermenéutica y método teológico II

Semana No. 03
Nombre de la semana:

Competencia:
Identifica la metodología teológica para la interpretación bíblica.

Indicador:
Compara la teología dogmática con otros principios en un contexto de
interpretación teológica.

Introducción

Mediante un proceso teológico analítico se llega a conclusiones sustentadas en la


Biblia y, a estas al ser aceptadas por la comunidad de fe se les llama doctrinas. La
interiorización de estas doctrinas es la que provoca adhesión a la iglesia, entonces
son las diferencias doctrinales entre grupos las que han dividido a las
comunidades, por ejemplo, las variadas denominaciones han surgido por las
diferencias de este tipo. Esto debe llevarnos a reflexionar agregando las
cuestiones relativas al dogma, el cual hace su aparición desde los primeros siglos
de historia del cristianismo. En esta semana abordaremos la influencia de las
doctrinas y el dogma durante el proceso hermenéutico.

Contenido

INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA
El momento cúspide del análisis hermenéutico de un texto es cuando se emiten
las conclusiones encontradas, esto se produce después de realizar todo el
proceso relativo al análisis histórico-gramatical. ¿Es posible llegar a este
momento tan esperado con todos los textos bíblicos? la respuesta es no, porque
existen relatos que requieren más esfuerzo para llegar a una conclusión correcta.
Ahora bien, tenemos una gran ventaja: el texto bíblico guarda una asombrosa
coherencia relativa a su mensaje central. Martínez (1984), opina al respecto:
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Recordemos que la Biblia es el medio por el cual la revelación de Dios llega


a nosotros. Y esa revelación engloba un conjunto de hechos y verdades con
un fondo de carácter doctrinal, didáctico (recuérdese 2Ti. 3:16). Ese conjunto
es además orgánico; constituye un todo coherente en el que cada una de las
partes guarda una relación de armonía con las restantes. No hay
discordancias o contradicciones reales entre ellas. (p. 215)

Utilizando el método histórico-gramatical se puede llegar a conclusiones y obtener


buenos resultados, pero aun así debe reconocerse que existen textos en los
cuales tendremos dificultades no fáciles de resolver, por ejemplos:

1. En Eclesiastés 3:19-20 y 9:10 encontramos relatos sombríos que


parecieran indicar que no existe una sobrevivencia espiritual para el hombre
después de la muerte.
2. Hay también textos neotestamentarios (Marcos 13:32, 1 Corintios 15:27,28
y otros más) que nos podrían llevar a concluir que Cristo es inferior a Dios
o, en casos extremos, que no es Dios (recordemos el caso de los arrianos
en el siglo III d.C.).
3. Con Santiago 2:14-26 fácilmente se podría llegar a la conclusión de que
para ser justificados necesitamos de las obras (v. 24) y no solamente de la
fe en Jesús.

¿Por qué razón estos textos y otros más pueden llevarnos a conclusiones
erróneas? si estudiamos estos textos perdiendo de vista el mensaje general de la
Biblia no llegaremos a la interpretación correcta. Existe una máxima de la
sabiduría popular que dice: no podemos juzgar la hoja de un árbol sin tener a la
vista todo el árbol. En el contexto cristiano se suele decir: cada texto se estudia
con su contexto. Nuevamente leamos a Martínez (1984), quien explica:

El análisis gramático-histórico es insuficiente para suministrarnos elementos


esenciales de la revelación que sólo se descubren mediante la reflexión
teológica en torno al conjunto del material doctrinal de la Escritura. Nunca,
por ejemplo, la simple interpretación gramático-histórica de uno o de varios
textos nos dará la doctrina de la Trinidad. Pero hay numerosos pasajes que,
sin distorsiones de ningún género, debidamente conjuntados nos llevan al
concepto trinitario de Dios expresado en los credos cristianos. Algo
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semejante puede decirse de otros artículos que ocupan lugar prominente en


las diversas confesiones de fe. La definición de Calcedonia sobre las dos
naturalezas de Cristo y su unidad tampoco se encuentra literalmente en
ninguna parte de la Biblia; pero, como afirma Karl Barth, esa doctrina
expresa el «realismo del mensaje de la revelación bíblica». (p. 216)

Esto quiere decir que habrá momentos en los cuales no debemos quedarnos solo
con el análisis histórico-gramatical, sino que debemos ir más allá para descubrir la
teología completa alrededor del texto. No solo tenemos que entender las palabras
que Pablo utilizó para orientar a las iglesias, también debemos adentrarnos a la
“teología” que lo obligó a escribir esas cartas.

Cada texto escrito en la Biblia tiene un trasfondo teológico motivado por una
necesidad o preocupación, esa es la idea primaria para su redacción. Puede
parecer una tarea extenuante o complicada, pero no por esto es imposible. Por lo
tanto, es necesario estudiar e interpretar los textos bíblicos sin perder de vista la
perspectiva teológica global de la Biblia, del libro y del contexto inmediato.

Análisis doctrinal y analogía de la fe:


Según el Diccionario de lengua española de la RAE, doctrina es “una enseñanza
que se da para instrucción”, “es un conjunto de ideas y opiniones religiosas,
filosóficas, políticas, sustentadas por una persona o grupos” (Real Academia
Española, act. 2020, definición 3). https://dle.rae.es/doctrina?m=form).

Con fines teológicos llamaremos doctrina a las enseñanzas que se han extraído
del texto bíblico. Entre las más están:

1. Trinidad
2. Bautismo en agua
3. Santa Cena
4. Dos naturalezas de Cristo
5. Resurrección
6. Santificación
7. Justificación por gracia
8. Servicio

Muchas de estas enseñanzas se encuentran de manera sencilla en el texto


bíblico, otras necesitaron de más estudio y desarrollo.
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Entonces, durante el análisis de un texto bíblico, como el de Eclesiastés 3:19-20 y


9:10, se le debe contrastar con la doctrina de la resurrección. De igual manera, en
el caso de Santiago 2:14-26, sería estudiarlo bajo la sombrilla de la doctrina de la
justificación por gracia. Entonces, podemos decir que el aliado ideal del análisis
histórico-gramatical es el análisis doctrinal o teológico, son complementarios. En el
momento en el que el primero inicia el segundo.

Algunos teólogos han introducido el concepto de la analogía de la fe para


comprender la función del análisis doctrinal dentro de un estudio bíblico. Martínez
(1984), lo explica de la siguiente manera:

El principio básico de la interpretación teológica es que el significado


doctrinal atribuido al texto debe estar en consonancia no sólo con algunos
otros textos escogidos a capricho, sino con la enseñanza que sobre el
mismo punto de doctrina aparece a lo largo de toda la Biblia. Es el principio
denominado «analogía de la fe», en virtud del cual todo pasaje, en especial
si es oscuro, ha de examinarse a la luz de los demás, presididos por los
más claros; y ello de la manera más exhaustiva, posible, recurriendo a
todos los datos que corporativamente puede ofrecernos la Escritura. Sólo
un estudio de esta naturaleza nos permitirá alcanzar con seguridad las más
elevadas cotas de la verdad doctrinal. (p. 217)

El mandamiento dado por Dios a Moisés de no matar parece ser otro motivo de
discusión, principalmente entre los detractores bíblicos. La Biblia está llena de
relatos de asesinatos y matanzas y, en algunos casos se atribuye a Dios la
instrucción de matar. Entonces nos surge la pregunta: ¿por qué Dios da la orden
de matar si el mismo prohibió la acción? Este tipo de situaciones son las que se
deben resolver utilizando un análisis teológico y la analogía de la fe.

Otro ejemplo. Si estamos analizando Mateo 16:16 para establecer la naturaleza


divina de Jesús es necesario analizar todos los demás textos que apuntan a dicha
conclusión: Mateo 11:27, Juan 5:19-23, 10:30, Romanos 9:5, etc. Además, se
debe realizar un estudio de los títulos cristológicos asignados a Jesús. Toda esta
perspectiva de información resulta vital para concluir que Jesús es Dios
manifestado en cuerpo de carne.
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Así, podemos decir que cuando declaramos que la Biblia se interpreta a sí misma,
precisamente nos estamos refiriendo a la aplicación de la analogía de la fe.

Conclusión:
El método histórico-gramatical no es suficiente para el análisis de ciertos textos
con características oscuras o contradictorias, por esta razón utilizamos como
complemento el análisis teológico. En este se aplica la analogía de la fe para
continuar con el análisis de estos textos. Implica que el teólogo bíblico debe tener
un profundo conocimiento y entendimiento de las grandes doctrinas (enseñanzas)
bíblicas, las cuales servirán de luz y guía en este camino. La teología sistemática
(parte de la teología que estudia temas bíblicos específicos) se convertirá en una
herramienta indispensable para el entendimiento de estas doctrinas bíblicas.

Todo esto es posible gracias a la coherencia y unidad temática que caracteriza a


toda la Biblia. Todos los temas encontrados en el texto bíblico tienen una armonía
directa con el mensaje central de esta y bajo este entendimiento, el teólogo tendrá
una ruta segura para llegar a un feliz encuentro con la revelación bíblica.

CONTENIDO 1. Teología y dogmática


Las doctrinas bíblicas producen dogmas y estos poseen cierto nivel de
peligrosidad, al punto de haber empujado a la iglesia (y a personas particulares) a
cometer errores; muchos de los cuales han quedado registrados en los libros de
historia (guerra santa, inquisición, purgatorio, cruzadas, el papado, teología de la
prosperidad, movimientos proféticos y apostólicos modernos, etc.).

¿Es lo mismo la teología que la dogmática? analicemos la siguiente tabla


comparativa para responder a esta pregunta:

Cuadro comparativo
Teología Dogmática
Es dinámica Es estática

Encamina a la reflexión Encaminan a la fijación y autoridad

Es un trabajo Es el resultado del trabajo

La teología es un proceso dinámico La dogmática es un conjunto de


que nos lleva a entender la revelación “dogmas” que se consideran doctrinas
de Dios contenida en el texto bíblico. fundamentales establecidas por la
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iglesia, las cuales deben ser admitidas


por todos.

Para comprender mejor esto, Martínez (1984), lo explica de la siguiente forma:

El termino se deriva del griego doxa (opinión, parecer, creencia), cuya raíz
corresponde a la del verbo dokeo (creer, opinar, decidir, resolver). En la
esfera política, un dogma era una ley, ordenanza o decreto aplicado al
gobierno de la ciudad. En sentido análogo pasó la palabra al terreno
filosófico para expresar los principios básicos de una escuela. Según
Cicerón, el dogma es ley verdadera y recta, un decreto -usando sus propias
palabras- (estable, fijo, invariable, que ningún sistema puede hacer
cambiar). (p. 219)

Desde el punto de vista teológico los dogmas son las conclusiones a las cuales se
llega después de haber realizado una correcta exégesis al texto bíblico. Entonces
¿por qué el dogma sigue teniendo una connotación negativa? ¿acaso las
enseñanzas de Dios no son fijas, invariables y ningún sistema las debiera
cambiar? ¿en dónde radica el conflicto con el dogma y el cristiano?

El problema con el dogma no viene de este como tal, sino de la persona que lo
administra y aplica. El liderazgo religioso se encargó de convertir el dogma en una
ley religiosa inquebrantable, la cual todos deben observar y obedecer so pena de
incurrir en rebeldía. El dogma se convirtió en una manipulación. La teología
produjo doctrinas y estas fueron convertidas en dogmas. Hagamos un poco de
historia:

1. Los primeros dogmas en ser establecidos fueron: la Trinidad y las dos


naturalezas de Cristo (esto durante los primeros siglos de historia de la
iglesia cristiana). Para ser cristiano se debía creer en la Trinidad y en la
deidad de Cristo. Para las personas no era difícil entender que Dios es
trino, pero se hacía más difícil el tema de Cristo; fue necesario establecer
defensa ante las personas que creían que Jesús no era Dios. Juan en sus
cartas ya presenta defensa a este tipo de conflicto (1 Juan 2:22, 4:3, 5:1, 2
Juan 1:7)
2. Conforme se fueron levantando detractores del cristianismo también se
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comenzaron a formular defensas teóricas, las cuales terminaron


convirtiéndose en dogmas.
3. En el concilio de Trento (1545 - 1563) se establecieron una multitud de
dogmas con sus respectivos castigos por incumplimiento. Muchos de estos
establecidos con fines apologéticos y refutación de herejías.

Debemos ser cuidadosos, una doctrina puede convertirse en dogma sin mayor
problema. Por ejemplos, los temas de la justificación por gracia, la Cena del
Señor, la Trinidad de Dios, la deidad de Jesús, la resurrección futura y, el servicio
al prójimo; son enseñanzas vitales para el cristiano; pero cuando una defensa de
la fe (que no es enseñanza necesariamente) se convierte en dogma, esto ya es
peligroso.

Cuando el líder religioso establece reglas para mantener el orden, control y para
tal fin se utilizan ciertas doctrinas, estas reglas como medio de manipulación se
convierten en dogmas, lo cual es sumamente peligroso. La vestimenta, estilos y
formas de alabanza, entrega de ofrendas, días y horarios de cultos religiosos,
nombramiento del liderazgo religioso, estilos de construcciones de templos,
vocabulario, formas de servicio; estos y muchos más tópicos, pueden llegar a ser
elevados a la altura de dogmas, los cuales pueden producir más problemas que
beneficios.

La mayoría de estas reglamentaciones dogmáticas no tiene fundamento bíblico,


pues han sido extraídas mediante eiségesis y no por una correcta exégesis. Por
ejemplo, durante la Edad Media se desarrolló la “santa inquisición” que tenía como
fin persuadir, violentar y hasta asesinar a personas por el solo hecho de no querer
reconocer a Dios como tal.

El dogma como una fuente de defensa


Ahora, con otro aporte de Martínez (1984), comprendamos lo siguiente:

La formulación doctrinal se hizo necesaria en la Iglesia a causa de un gran


problema interno: la herejía. Ya en días apostólicos surgen y se expanden
rápidamente los errores de los judaizantes, ardorosamente combatidos por
Pablo en varias de sus cartas, y de un gnosticismo incipiente, contra el que
Juan rompe lanzas en su primera epístola. Así, casi de inmediato, la Iglesia
se percata de la facilidad con que la doctrina podía corromperse, aun hasta
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el punto de que el Evangelio se convirtiera en «otro evangelio» (Gá.1:6-9) y


que las desviaciones teológicas causaran graves perjuicios a las
comunidades cristianas. La integridad de la Iglesia dependía de la adhesión
a las enseñanzas de los apóstoles. Pero tal adhesión exigía un
conocimiento claro de la doctrina verdadera que permitiera el repudio de la
falsa. De algún modo había de definirse o formularse la verdad cristiana.
Provisión para esa necesidad fueron los primeros credos y posteriormente
los dogmas. (p. 221)

Aunque los dogmas fueron vitales para el proceso consolidador del cristiano
neonato debido a su uso como el recurso pedagógico idóneo para la educación de
los nuevos adheridos al cristianismo, sin embargo, esas funciones didácticas del
dogma poco a poco se fueron convirtiendo en reglas jurídicas, llegando al punto
de establecer juicios y castigos a las personas que no observaran dichas leyes. Se
llegó al extremo de que las discusiones entre fieles y herejes no se realizaban a la
luz de la Biblia si no bajo la cubierta de los dogmas. En este punto es extravió el
uso de la Biblia y se entronó el dogma. Durante los siglos XIV y XV surgió el
movimiento reformador cuya motivación era retomar aquella como fuente didáctica
y de defensa. Esta reacción de los reformadores fue sana y trajo consigo un
reencuentro entre la Biblia y el cristiano.

Después de la reforma
El protestantismo se anotó una victoria ante el dogma, el cual incurría en
injusticias y acciones aberrantes completamente fuera de las enseñanzas bíblicas,
pero tardó poco para que dentro del mismo seno protestante volviera a surgir la
utilización del dogma. Actualmente vemos muchas iglesias protestantes que dicen
tener a la Biblia como “único referente”, sin embargo, actúan bajo un liderazgo
dogmático.

Los movimientos proféticos, apostólicos y el culto a las manifestaciones


sobrenaturales han sido una tierra fértil para el surgimiento de una nueva
dogmática disfrazada de nueva revelación. “Dios me dijo…”, “Dios me reveló…”,
“Dios me hizo sentir…” son frases que han dañado a la iglesia protestante actual.
Con esto no concluimos que Dios ya no pueda hablar o persuadir a alguien para
que hable; pues ya establecimos que Dios tiene toda la autoridad para realizar
dichas acciones, lo hizo, lo hace y seguirá haciendo. Más bien se quiere hacer
evidente la utilización de estas frases por ciertas iglesias con fines oscuros,
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ambiciosos e incorrectos.

Por esta razón, se debe revisar incluso nuestras propias teologías de manera
constante y exhaustiva. Un ejemplo de la necesidad de revisión constante lo dan
los textos del Qumran, los cuales, gracias al desarrollo de la tecnología
informática, vinieron a cambiar mucho la percepción que teníamos de la Biblia,
dando paso a estudios más eficientes del texto bíblico.

El teólogo tiene la responsabilidad de utilizar su entrenamiento y las herramientas


adquiridas para mantenerse alerta y expectante ante los dogmas que puedan
surgir, principalmente los que están alejados del tema central de la Biblia.

CONTENIDO 2. Principios de interpretación teológica


La interpretación teológica es importante y particularmente en aquellos textos que
se consideran oscuros o complicados de entender. En realidad, la mayoría de las
enseñanzas vitales se pueden analizar y entender de manera normal. A
continuación, detallamos ciertos pasos que el estudioso bíblico debe seguir para
llegar a una interpretación teológica correcta:

1. Análisis histórico-gramatical: antes de la interpretación teológica se debe


realizar este. Los pre conocimientos doctrinales pueden sesgarnos al momento de
estudiar un texto. Es parte de nuestra naturaleza la construcción de
conocimientos, en otras palabras, a partir de un conocimiento adquirido vamos
construyendo nuevos conocimientos con el fin de formar un edificio de conceptos y
aprendizajes.

Debemos tener cuidado con esta característica humana, ya que puede llevarnos a
cometer errores al momento de interpretar un texto bíblico. Por ejemplo, una
enseñanza popular es que el texto de Isaías 14:12 hace referencia a Satanás; por
lo tanto, cuando se estudia este texto se hace “con la mente sesgada” pensando
que en “realidad” todo el relato habla sobre Satanás. Pero, cuando hacemos el
análisis histórico-gramatical de manera correcta nos damos cuenta de que se está
hablando del rey de Babilonia.

Otro ejemplo es la enseñanza de que Dios es santo, lejano y listo para castigar a
todos aquellos que violan sus mandamientos, entonces, al leer el evangelio según
Juan nos topamos con un Dios cercano, amoroso y misericordioso y por esta
razón debemos ser cuidadosos, pues nuestras preconcepciones nos pueden llevar
a conclusiones erróneas sobre un texto. Para evitar esto se recomienda realizar
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siempre el análisis gramatical, revisar el fondo histórico y los textos paralelos.

2. Tema central bíblico: todo estudio bíblico se debe hacer bajo la guía de
este. Hemos puntualizado repetidas veces que este es “Dios desea acercarse al
hombre”; aunque en la práctica encontramos muchos más temas que se
desglosan este tema vital:

a. Dios existe, es único, omnipotente, omnisciente, misericordioso y soberano.


b. El ser humano es creado a imagen de Dios.
c. A partir de la desobediencia del hombre entró el pecado al mundo con
trágicas y nefastas consecuencias.
d. El hombre es incapaz de salir por sí solo de su condición pecadora.
e. Dios provee un plan que tiene como fin restaurar la relación rota con el
hombre; este plan redentor es de tipo universal.
f. Desde el pacto con Abraham hasta la venida de Jesús se vislumbra el
cumplimiento del plan redentor.
g. Cristo es el punto de inflexión en el cual se cumple la voluntad redentora de
Dios. Este cumplimiento del plan de Dios se constituye en una “buena
noticia” (“εὐαγγέλιον” - evangelion en griego).
h. Dios abre un camino para que el hombre pueda acercase a él; este camino
es la fe en Jesucristo; dicha fe debe ser manifestada en la obediencia a sus
mandamientos.
i. Todo aquel que cree en Jesucristo es considerado hijo de Dios, lo cual trae
consigo ciertas responsabilidades: santidad, adoración a Dios, servicio, ser
casa y morada del Espíritu Santo.
j. El combustible de la fe, la cual puede llegar a hacer falta en un cristiano, es
la esperanza de la segunda venida de Jesús a la Tierra, además de la
resurrección de muertos fieles y la condena del pecado y sus consecuencias.

Esta lista corresponde a un desglose del tema central de la Biblia. El estudioso


bíblico debe tener en mente estos tópicos cuando realiza la interpretación
teológica. Al momento de encontrarse con algún texto o relato bíblico complejo de
entender, tendrá que ser iluminado o confrontado desde esta lista.

3. Revelación progresiva: una de las características de la Biblia es la unidad


temática que conserva, su contenido es completamente compatible a pesar de la
diversidad de autores que se utilizaron para la construcción del texto. A esta
característica le debemos agregar la evolución o progresión temática que se
puede observar en algunos textos y relatos. Desde el Génesis podemos observar
ciertos temas (Génesis 3:15, 12:2) que fueron evolucionando hasta llegar a
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convertirse en doctrinas básicas ampliamente detalladas en el Nuevo Testamento.


Por tal razón, tenemos la certeza que el Nuevo Testamento corresponde el
complemento ideal del Antiguo Testamento. Leamos este otro aporte de Martínez
(1984):

Las dificultades surgen cuando se pretende precisar los puntos en que la


unidad de la revelación se manifiesta y aquellos en los que ciertas
distinciones importantes se hacen necesarias. El problema se agudiza
cuando las diferentes posturas carecen de las debidas matizaciones y se
llega a posiciones absolutas en las que no se da cabida a todos los datos
aportados por la teología bíblica. Ya sabemos con cuanta facilidad una
verdad presentada a medias puede inducir a error. Afirmar, por ejemplo,
como lo hace Berkhof, que «ambos Testamentos (Antiguo y Nuevo)
contienen la misma doctrina de la redención, predican al mismo Cristo e
imponen a los hombres los mismos deberes morales y religiosos» sólo es
verdad en el fondo y de una manera relativa. Pero quizás es una
simplificación excesiva de una gran verdad (la salvación por gracia en virtud
de la obra redentora de Cristo mediante la fe) eternamente presente en la
mente de Dios, pero no en la mente de los israelitas en días de Moisés o en
cualquier época posterior antes de Cristo. (p. 227)

Ahora, podemos entender la riqueza en la tipología encontrada en el sistema de


sacrificios del Antiguo Testamento y su proyección hacia Jesucristo, pero cuando
el pueblo de Israel caminaba por el desierto o durante el período de la monarquía,
incluso durante los exilios, en la mente de los judíos no existía esta concepción. Lo
mismo sucede con el desarrollo o evolución que han sufrido los mandamientos.
Encontramos en el Antiguo Testamentos el Decálogo, el cual es sumamente
negativo y prohibitivo en su forma de redacción y aplicación. Tiempo después
vemos a Jesús en el Sermón del Monte, concluyendo que la ley no castiga
solamente la acción de matar (por ejemplo), si no que ya es culpable aquel que
desde la intención del corazón ya ha pensado en matar. Esto implica una
actualización de la ley. A esto se le llama una revelación progresiva.

Entender esta progresión en los temas vitales de la Biblia es un deber importante


para el teólogo, pues no se puede llegar a una interpretación teológica correcta
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ignorando este hecho. Temas como la salvación por gracia, los mandamientos
(morales y religiosos) y otros más, han sufrido evoluciones a partir del Antiguo
Testamento hasta llegar a tomar su justa medida en Cristo, en el Nuevo
Testamento.

4. Textos literales: la Biblia contiene una riqueza literaria sin igual. Un teólogo,
antes de hacer hermenéutica, debe entender esta riqueza literaria y aprender a
identificar porque sabemos que en la Biblia existen textos alegóricos llenos de
figuras, tipos y analogías. También existen doctrinas importantes expresadas en
forma de canciones o poemas en muchos Salmos. Pablo, en Romanos 8:20-23,
utiliza un abanico de figuras y tipos para expresar una verdad teológica
importante. Esta riqueza simbólica y alegórica no debe estar encima de la
literalidad. Las doctrinas importantes no deben provenir de textos o
interpretaciones alegóricas o con sentido figurado, a menos que tenga apoyo
indiscutible de otros textos literales.
Así, Romanos 8:20-23 está fuertemente respaldado por otros textos
literales (Génesis 3:17-19, 1 Corintios 15:42, 50 entre otros). Para Calvino,
uno de los grandes reformadores, el verdadero significado de las escrituras
era el natural y simple.

Como ya lo hemos mencionado, los temas medulares de la Biblia están descritos y


explicados con suma claridad. Los podemos encontrar en diversos textos y todos
se descubren con un análisis de la literalidad del texto. Por lo que no es necesario
buscar o rebuscar analogías, figuras, o interpretaciones de tipo espiritual para
encontrar nuevos mensajes, esto es sumamente peligroso.

5. Importancia del Nuevo Testamento: partiendo de dos puntos estudiados


anteriormente, la evolución en la revelación y la literalidad en los textos, podemos
concluir que para lograr una interpretación teológica sana, las doctrinas deben
tener respaldo en el Nuevo Testamento. Recordemos que el Antiguo Testamento
está colocando las bases para el entendimiento del Nuevo, lo anuncia a este, es
decir, la obra y ministerio de Cristo.

Por ejemplo, podemos considerar que ciertos detalles importantes descritos en el


Antiguo Testamento ya no están vigentes:

a. “No matar”, ahora la instrucción es: “desde que odias a tu prójimo, ya


pecaste.” (Mateo 5:21-22)
b. El sistema de sacrificios para la remisión de pecados ahora es por medio de
la fe en Jesucristo.
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c. Rituales provenientes del judaísmo: circuncisión, guardar el día de reposo,


ayuno obligado, sacrificios, pueblo escogido. Todo esto queda invalidado en
su uso y práctica, más no descartamos la riqueza de enseñanza. No
olvidemos que una cosa es ya no practicar la circuncisión física tal como los
judíos la habían establecido en el Antiguo Testamento y otra cosa es, el
mensaje o enseñanza detrás de esta acción. Lo mismo sucede con el
lavatorio de pies enseñado por Jesús, quizá hoy sería una práctica
complicada de ejecutarse, pero el mensaje encerrado en esa acción tiene
implicaciones que aún deben practicarse (servir a todos, no importa el nivel
social).

Por otra parte, el Antiguo Testamento contiene valiosa información


relacionada a la naturaleza y atributos de Dios, a las consecuencias del
pecado y la desobediencia, el Mesías redentor, la obra del Espíritu Santo.
Estos aspectos (y otros más) confluyen en el Nuevo Testamento de manera
más clara. Por lo tanto, al interpretar la Biblia se debe tomar en cuenta que
todo texto que quiera usarse como base doctrinal debe tener raigambre en el
Nuevo Testamento.

Podemos concluir, entonces, en que si doctrina proviene solo del Antiguo


Testamento y no tiene fundamento claro en el Nuevo Testamento, no la
podemos considerar completamente válida. Y eso será solo posible si se
tiene siempre a la vista el mensaje global de la Biblia.

6. La revelación general es el límite: lamentablemente, una de las


conclusiones a las cuales llega un teólogo es que no logrará encontrar la
respuesta bíblica a todas las preguntas. Habrá cuestiones que no quedarán claras.
Y, aunque esto golpea un poco nuestra curiosidad investigadora, recordemos que
la mente y los pensamientos de Dios son mucho más grandes que los nuestros.
Es pretencioso de nuestra parte considerarnos lo suficientemente inteligentes y
tratar de entenderlo o la forma cómo piensa y actúa. Leamos este otro comentario
de Martínez (1984):

Hemos de recordar que la Escritura no arroja suficiente luz sobre algunos de


nuestros interrogantes y que no faltan en ella pasajes envueltos en la
oscuridad. Escasos e insuficientes son los datos relativos al origen del mal, a
la caída de las huestes satánicas, a la relación entre las dos naturalezas de
Jesucristo a lo largo de su ministerio, especialmente en el momento de su
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muerte, a la medida cuantitativa y cualitativa de sus sufrimientos en la cruz, a


su «descenso a los infiernos», a la dimensión cósmica de la reconciliación,
etc. Oscuros son textos como Mr.13:32, donde Jesús expresa su ignorancia
en cuanto al día y la hora en que habían de cumplirse sus propias
predicciones; o 1 P.3:19 y 4:16, usados por algunos para defender la
posibilidad de una nueva oportunidad para el arrepentimiento y la salvación
después de la muerte. Por otro lado, hay puntos que fácilmente pueden ser
distorsionados cuando se introduce en ellos más de lo que la Escritura dice.
La historia de la teología abunda en ejemplos de posturas extremas, poco o
nada bíblicas, respecto a la soberanía de Dios, la predestinación, el libre
albedrío, la santificación, el bautismo del Espíritu Santo y los dones
carismáticos, la proyección social del Evangelio o determinados temas
escatológicos. La defensa de tales extremos apenas da otros resultados que
no sean la controversia acalorada y la confusión. El intérprete, en virtud de
su lealtad a la Palabra de Dios, debe huir de ellos y atenerse
equilibradamente a aquello que tiene sólida base en la revelación, haciendo
suyo el principio de que donde la Escritura no ha hablado lo más sensato es
guardar silencio. (p. 231)

La Biblia y las doctrinas reveladas contenidas en ella es nuestro límite: no


podemos agregar nada ni quitar nada a lo que ya ha sido dado. Si no logramos
darle su justa dimensión a este principio, es seguro que caeremos en el error de
agregar a los textos, no palabras escritas sobre ellos, sino interpretaciones
antojadizas con el único fin de establecer o dar fundamento nuestras propias ideas
en la interpretación del texto.

Conclusión:

El buen teólogo, deseoso de estudiar la Biblia de manera honesta, aplica las


reglas hermenéuticas de manera exhaustiva, luego utiliza la interpretación
teológica (base doctrinal) para llegar a sus conclusiones; pero todo este proceso
debe hacerse con una mente abierta y siempre dispuesta ser confrontada por la
misma Biblia. La teología nos llevará a hacer hermenéutica y exégesis y mientras
hacemos hermenéutica y exégesis veremos corregida nuestra teología.
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Referencias

Martínez, J. M. (1984). Hermenéutica Bíblica. CLIE.

Real Academia Española. (2014 act. 2020). Diccionario de la lengua


española. (23a ed.).
Recuperado de https://dle.rae.es/doctrina?m=form

Virkler, H. (1981). Hermenéutica. Vida.

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