Está en la página 1de 6

MILLENNIALS

¿De qué sirve ser católico?

: Blog Padre Arroyo

Si basta la sola razón para tener una clara idea de Dios y obrar
moralmente bien, ¿qué necesidad tengo de ser católico?, ¿qué me aporta el
ser católico?, ¿no sobra el ser católico? Pregunta Ana, una amiga de Carlos
Reyes, estudiante de Medicina.

Buena y oportuna pregunta. En primer lugar, porque permite afirmar una parte
de la doctrina católica, no compartida por muchas confesiones cristianas, la
cual afirma que toda persona que en su obrar moral siga su conciencia puede
salvarse, independientemente de la religión que practique. Sólo se condena
quien sabiendo que la religión católica es la verdadera, la rechace. Es decir, lo
que me condena, más que el rechazo a la Iglesia católica es el rechazo a la
verdad, pues equivaldría a rechazar a Jesús, Camino Verdad y Vida. Además,

1
supone falta de rectitud de intención y dolo, es decir, un orgullo que no se
doblega ante la fuerza de la verdad. Pero lo habitual es que no suceda así:
muchas personas saben que existe la Iglesia católica como saben que existe el
Cabo de Hornos, pero nunca se les ha ocurrido que sea la religión verdadera. A
lo más pensarán que es una entre muchas religiones, cuando no tengan
prejuicios frente a ella, gracias a una hábil campaña mediática de desprestigio
en su contra.

Sin embargo, es importante el dato de que muchas confesiones evangélicas no


comparten esta doctrina pues, siendo un poco mal pensados, podría “caérseles
el negocio.” En efecto, con frecuencia crecen a partir del miedo a la
condenación: “solo te salvarás si eres uno de los nuestros”; que después da pie
al: “¡qué terrible será salvarse uno mientras ve que el resto de su familia y
amigos se condena por no formar parte de nuestra religión!” Es decir, suelen
partir de una mentalidad exclusivista, donde solo ellos se salvan. Dicha
mentalidad lleva consigo una visión según la cual “solo ellos son puros”,
mientras los demás son pecadores. Por eso, es preciso relacionarse con los que
no son de “nuestra religión” solamente para acercarlos a ella, pero con cuidado,
“no nos vayan a alejar del camino correcto.” Es mejor ir en parejas a predicar,
“no vaya ser que los pecadores nos induzcan al error.”

2
¿Qué me aporta el ser católico si me puedo salvar sin serlo, si basta mi razón para
saber que Dios existe y para obrar moralmente bien?

Pero, en fin, volviendo a tu pregunta, ¿qué me aporta el ser católico si me puedo


salvar sin serlo, si basta mi razón para saber que Dios existe y para obrar
moralmente bien? Así, a bote pronto se me ocurren dos motivos: la necesidad
que todos tenemos de buscar y encontrar la verdad o, visto de otra forma, el
imperativo de no ser conformistas, de no buscar lo más fácil y cómodo, sino lo
auténtico y verdadero; aspirar a la excelencia, no conformarnos con la
mediocridad. En segundo lugar, y es donde más quisiera explayarme, valorar
las riquezas que gratuita y generosamente nos ofrece Dios a través de nuestra
fe católica.

El razonamiento es muy simple. Dios existe, estupendo, pero ¿solo llegan a Él


quienes tienen una especial capacidad intelectual?, ¿está lejos del mundo?, ¿lo
hizo y se desinteresó por él?, ¿le importamos o no?, ¿en qué clase de Dios creo
yo?, ¿debo adecuar a Dios a mi entendimiento o es al revés, debo adecuar mi
entendimiento a Dios, sabiendo que Él es siempre más grande y que “si
comprendo, no es Dios”? (“Comprehender” en el sentido de abarcar
exhaustivamente).

¿Debo adecuar a Dios a mi entendimiento o es al revés, debo adecuar mi


entendimiento a Dios, sabiendo que Él es siempre más grande y que “si
comprendo, no es Dios”?
3
Dios existe, ok pero ¿no ha dicho nada acerca de Sí mismo?, ¿no se ha revelado?,
¿no se ha manifestado en la historia y mostrado así su designio salvífico, su
amor por los hombres y su modo de ser? Si la respuesta a esta pregunta es sí,
entro de lleno en lo que se llama tradición judeocristiana. Pero eso implica que
ya Dios no será lo que yo quiero o a mí me parezca razonable, sino lo que Dios
es en sí y quiera revelarme de sí mismo, teniendo yo que aceptarlo primero con
fe, para después comprenderlo mejor con la reflexión teológica. Dios no es ni
irracional ni absurdo, es razonable, pero su racionabilidad supera a nuestra
razón. Deja un espacio al misterio y al asombro, donde descubrimos que no es
creación nuestra, ni proyección de nuestros deseos, sino llamada a un más, a un
crecimiento, a la maravilla que nos supera al tiempo que nos ayuda a mejorar.

Por otra parte. ¿Qué es la salvación? ¿Qué es la vida eterna? La vida eterna es la
vida plena en comunión con Dios. Eso es la salvación. La vida con Dios. ¿Cuál es
el “plus” que me ofrece la Iglesia Católica?, ¿por qué es un don? Porque puedo
incoar ya aquí en la Tierra esa salvación. Puedo tener ya aquí, a través de la fe,
una comunión con Dios que será plena en la otra vida, sin el claroscuro de la fe,
con la visión de Dios cara a cara. Pero aquí tengo ya una prenda de esa unión y
un compromiso por parte de Dios para que la alcance: en efecto, no otra cosa
me promete el bautismo y no es otra cosa la Eucaristía, sino la comunión real y
presente con Dios, pero a través del velo de la fe.

4
¿Qué es la salvación? ¿Qué es la vida eterna? La vida eterna es la vida plena en
comunión con Dios. Eso es la salvación. La vida con Dios. La Iglesia Católica me
permite incoar ya aquí en la Tierra esa salvación.

En resumen, valorar a la Iglesia, entender lo que la Iglesia me aporta, es valorar


la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, reconocerlo a Él como Dios y
Salvador, como aquel que ha revelado quién es realmente Dios y su designio
salvífico. A través de Él y su sacrificio en la Cruz sabemos con total seguridad y
certeza que a Dios le interesamos, que nos ama hasta el punto de entregar a su
único Hijo. Jesús nos ha revelado el modo de ser de Dios: un Padre lleno de
misericordia, un Dios al que le gusta perdonar, un Dios que se involucra en la
historia de los hombres y a quien hay que aprender a descubrir en el pobre, en
el enfermo y en quien sufre. Y Jesús nos ha dejado a la Iglesia para que
entremos en comunión con Él. Por eso la Iglesia no sobra, sino que supone el
mayor don de Dios a los hombres, al tiempo que es un misterio, pues nos lleva a
la comunión con Dios pero está formada por hombres y estos tienen flaquezas.

Sólo si valoro los tesoros que gratuitamente me ofrece la Iglesia Católica,


comprenderé que tener fe es un don inconmensurable de Dios, y por eso vale la
pena. ¿Cuáles son esos tesoros? La presencia real de Jesús en la Eucaristía y la
mediación materna de Santa María

En resumen, sólo si valoro los tesoros que gratuitamente me ofrece la Iglesia


Católica, comprenderé que tener fe es un don inconmensurable de Dios, y por
eso vale la pena. Simplemente se trata de valorar la presencia real de Jesús en la
Eucaristía (posible porque Él es Dios) y valorar la mediación materna de Santa
María. Reconocer el valor de la Iglesia equivale a valorar el papel de la
Eucaristía y de María en mi vida. Esos tesoros solo los tienen aquellos que
pertenecen a la Iglesia Católica, y por ello es un don y un privilegio formar parte
de ella. A la inversa: prescindir de la Iglesia habiendo formado parte de ella,

5
supone no haberse dado cuenta de la riqueza y el don que supone tener a la
Eucaristía y a María.

También podría gustarte