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CREO, PERO NO PRÁCTICO

Supongo que habréis escuchado muchas veces esto. Hay personas que se
declaran católicas culturalmente hablando. Es decir, reconocen que la
Iglesia ha contribuido a levantar la sociedad occidental. Y ha hecho
grandes logros unos monjes inventaron la cerveza y el champagne, otros
el chocolate… en fin. Eso es otra cosa.
¿Dónde creéis que está el problema? (Señalar con círculo)
Yo pienso que el problema está en el CREO.
Porque si cargamos el acento en el practico ¿Qué damos a entender?
Damos a entender una verdad a medias y es que esa persona tiene una fe
igual que la nuestra y que lo único que le falta es la coherencia, el hacerlo
público (como el que dice que es de un equipo de fútbol pero no ve nunca
ningún partido)… de tal manera que inconscientemente podemos pensar:
jo, que intolerante soy, esa persona en el fondo vive la fe del modo que
ella elige… y yo ¿Quién soy para decirle lo que tiene que hacer o dejar de
hacer? Y pensar que practicar la fe es solo un plus. Entonces ¿Es solo un
problema de coherencia? ¿O de hacer público algo oculto? Pues en parte
sí, pero si insistimos por esa vía nos chocamos con un muro. Hay
¿Qué subyace? En primer lugar, puede ser una herida (alguna mala acción
del cura), no entender lo que la Iglesia propone, celebra, pereza, sentirse
juzgado (yo cometo algún acto que la Iglesia reprueba y ya no voy a Misa,
me escudo en ese eslogan). Vale, todo eso es cierto, pero vamos a buscar
un patrón más teórico más racional. Hay que ir por la retaguardia no
porque queramos engañar sino porque el problema está en la base.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Raíces filosóficas: Robinson Crusoe (el hombre que se hace a sí mismo,
que edifica su mundo y que no necesita de ningún factor externo para
llegar a la verdad, es su verdad). Y por tanto, no necesita de ninguna
asociación, en este caso la Iglesia, para encontrarla. La persona es dueña
de la verdad porque ella la elige. No hay normas, ni nada marcado. Es la
“libertad” en estado puro.
Ahora pasemos al tema del CREO. Nos daría para estar aquí mucho
tiempo.
¿Qué es creer? A ver, esa catequesis de confirmación.
Creer es una pirámide.
Credere Deo: Creer a Dios. Creo en lo que Dios ha revelado. Creo que Dios
no puede llevarnos a engaño, “la autoridad de Dios mismo que revela y no
puede engañar ni ser engañado”. Un ejemplo, si viene aquí un alemán y
nos dice que desayuno se dice Frustücke le creemos, hay fe. O cuando un
profesor me dice algo sobre la materia que domina. Y me diréis, echa el
carro, yo puedo tratar de corroborar todo eso, puedo coger un autobús y
preguntar en Alemania: como se dice 22. Pero aquí entra también la razón
y sin la cual no hay fe. Ojo, sin razón no hay fe. Por que creer a Dios
implica razonar filosóficamente acerca de una causa primera del universo,
acerca de que no todo ha surgido por azar, o en el caso de la Revelación
de que hubo un hombre que hacía milagros (signos externos), un judío del
siglo I y cuya existencia históricamente, es decir, racionalmente podemos
constatar llamado Jesucristo. Sin esto, creeríamos en fantasmas o en
ilusiones. Sin embargo, Dios nos ha creado seres racionales. Y sería hacer
violencia contra nuestra naturaleza el que la razón no contase.
Credere Deum: Creo en mí ante un examen. Hay una certeza ante lo que
no se ve. Creo en este médico, no porque vaya a estudiar con él medicina
sino porque es un acto de confianza. Pongo mi vida ante lo conocido
(recordamos, el intelecto). Creo sobre, o acerca de lo que Dios hace y es.
Lo he conocido y me fío totalmente de Él. Acepto su Palabra, todo el
mensaje de la Iglesia. Catecumenado. Acepto libremente las implicaciones
que tiene la fe.
Credere in Deum: Creer a Dios amándolo. Aquí llegamos al meollo de la
cuestión. El tercer apartado del término fe, que es la semilla que se da en
el Bautismo. Nos da el germen para estar unidos a Dios, participar de su
misma vida divina ¿Cómo se ama a Dios? Viviendo unidos a Él: “He venido
a que tengáis vida y vida en abundancia” ¿Cómo vivimos unidos a Él? Por
los sacramentos y especialmente la Eucaristía: “En verdad, en verdad os
digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y
mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo
por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí” (Jn 6,
52-57).
Es decir, la fe implica de suyo la práctica religiosa. Un último pasaje que
condensa todo esto: Emaús (Lc 24, 13-35).
Sine dominico non possumus.
“¡Un cristiano no puede existir sin celebrar los misterios del Señor y los
misterios del Señor no se celebran sin la presencia de los cristianos! El
cristiano vive de la celebración de la liturgia… Sábete que cuando oigas el
nombre <cristiano> es uno que se reúne con otros hermanos ante el
Señor, y cuando oigas hablar de <reuniones>, reconoce en ellas el nombre
de <cristiano>”.
Y aquí entraríamos en lo que es el sacramento y la liturgia más en
profundidad.

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