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ALTAR LATERAL:

Primera quincena del Mes del Rosario:


Tema:

FE, OBEDIENCIA, HUMILDAD Y CARIDAD.


En la plenitud de todos los Tiempos, La Palabra de Dios, la Persona Divina del Hijo se
ha hecho carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14). La propia Palabra de Dios, que a lo
largo de la Historia de la Salvación se ha revelado a la humanidad, su criatura amada,
procurando encausarla (a la humanidad) de vuelta a su esencia original, a su imagen y
semejanza, para con su Dios y Creador, a su Acción y realidad Trinitaria. Un solo Dios
Amor y Comunión perfecta.
La Palabra que se ha manifestado a su Pueblo y que ha hablado a través de los profetas,
ha sido rechazada por la criatura, por una humanidad que desoye de su voz, de su
mensaje y desobedece o deforma sus mandamientos (Jn 1, 11). Más Dios fiel, movido por
su esencia de Amor absoluto ha decidido entablar una dialogo directo con esta humanidad
y mostrar en plenitud “El Camino” hacia la comunión con su Creador, hacia su felicidad,
realización plena, hacia su salvación.
Dios Verdadero se ha encarnado como Hombre Verdadero, en María la Virgen, por
obra del Espíritu Santo. Su nombre es Jesús, El Cristo de Dios Vivo. “Él es El Camino”
(Jn 14,6) que conduce al Padre, que revela en plenitud el deseo del Padre, Movido por El
Espíritu Santo y ha ofrecido su vida en propiciación, en ofrenda de enmienda por la
desobediencia de la humanidad (Is 53,5), haciendo en sí mismo, nuevas todas las cosas
(Apocalipsis 21,5/ Mt 9, 14-17).
Sin embargo en su plan redentor, ha hecho partícipe y colaboradora a su propia
criatura, y ha tomado de la humanidad a sus cinco panes y dos peces. Colaboración
asumida en y desde María la Virgen, reservada sin mancha desde su concepción, por lo
que ella se convertirá en esa puerta de la Salvación que Dios ha deseado para la
humanidad.
María Santísima, es la “primer discípula del Camino, Jesucristo su hijo”. La Gracia del
Espíritu Santo en ella, han encontrado plena acogida en unidad a su voluntad y libertad
humana, y por ende la Palabra de Dios ha podido morar y hacer vida en ella,
respondiendo en perfecta obediencia al plan salvífico de Dios Trinitario (Lc 1, 28 y 35).
Y en su maternidad, y todo los que en ella conlleva, encontrará junto a José su esposo, su
principal misión en respuesta a Dios.
Muchas son las virtudes que se realizan en la Persona de María Santísima, y cabra
mencionar en esta breve catequesis algunas pocas de ellas, que se hacen necesarias para
enfrentar la decisión de responder a ser un discípulo y misionero de Cristo:

FE:
En el momento de la anunciación (Lc 1, 26-37), y a pesar de su juventud, María
manifiesta su FE, expresada en su seguridad al aceptar aquello de lo que de Dios venía, a
través de su mensajero el Ángel Gabriel. La palabra de Dios anunciaba desde Antiguo, la
venida de un mesías para su pueblo, de una virgen (Is 7,14). Ella mediante su fe,
mantenía en su corazón “la certeza de lo que se espera”, para ella, aquellas profecías que
ante sus ojos y en su ser, estaban cumpliéndose, no eran palabras vacías. Por ello al
escuchar las palabras del ángel, aunque inesperada la misión dirigida a ella, no duda en
aceptarla (Lc 1, 38), pues sabía con seguridad que todo aquello venía de Dios, a quien
ofrendaba su existencia.
Misma FE que manifestará en las bodas de Caná, en su seguridad plena que podía
obtener de su hijo Jesucristo, todo, pues Creía plenamente en su naturaleza Divina, y en
sus solicitudes <<No tienen vino>> y <<Hagan lo que él les diga>> (Jn 2, 1-11). De este
momento en adelante, María no se separará de Jesús, a quien le seguirá como a su Señor.
María nos muestra que la fe no es un acto puramente cognitivo, o espiritualmente
pasivo, o de actitud puramente receptiva, sino que debe manifestarse en la actitud
dinámica de seguridad plena y disposición de lo que se ha oído y luego aceptado como
propio. Así lo manifestará más adelante el apóstol Pablo al decir <<Todo lo puedo en
aquel que me fortalece>> (Filipenses 4, 12-13)

OBEDIENCIA:
La obediencia es la actitud o acción de encaminarse hacia lo que se escucha, actitud de
responder a ello. Es por ello que la FE en Dios, y por ende en Jesús, encuentra una de sus
manifestaciones más plenas en la OBEDIENCIA, ambas son producto de la Escucha. La
vida de María, revelada en el Evangelio, es una secuencia de momentos de expresa
obediencia. Desde la Anunciación hasta la Cruz. No es por reproche, sino por alabanza a
la OBEDIENCIA de María, Madre de Cristo, que el propio Jesús le pone de ejemplo
diciendo <<Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen>> (Lc 8, 21).
La obediencia de María responde a una disposición libre y voluntaria de “abandono en
El Señor”, es a través de la conjugación de FE y OBEDIENCIA que se suscita el FIAT, el
HÁGASE de María a la encarnación redentora de la persona del Hijo (Lc 1, 38). Un
hágase que es un eco del HAYA o HÁGASE, por el que Dios, a través de su Palabra,
creó todo cuanto existe. María, simple sierva y creatura hace resonar en sus labios,
aquello que del Espíritu de Dios ha oído decir, y habla Palabra de Dios, pues de ese
nuevo hágase pronunciado por Dios, en labios de María su sierva, se iniciará a
conformarse una nueva Creación. Nuevamente viene al caso recordad que Cristo ha
venido a hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21,5), y es por ello que la Iglesia, en
su magisterio, le nombrará repetidas veces como la nueva Eva.
Veremos en María la obediencia plena, pese a la incertidumbre de lo que ha de venir en
la anunciación y en la presentación de Jesús al templo; ante las dificultades en el
nacimiento en Belén y la huida a Egipto; ante el dolor de la cruz e inclusive en el
momento de recibir una nueva misión en la Cruz y en Pentecostés, etc. Y es que el
discípulo de Jesús deberá estar dispuesto a obedecer a Dios y a seguir al Señor hasta la
renuncia, hasta el abandono en Él.

HUMILDAD:
La OBEDIENCIA libre y voluntaria de María, es humilde, pues no pretende para sí
nada. Se ofrece a seguir a la Palabra de Dios, primero recibida desde las escrituras, luego
transmitida por el ángel y a la vez encarnada en ella, “en actitud de sierva, de esclava, de
pobre de Dios, de Anawin” (Lc 1, 38) <<He aquí la esclava del Señor>>.
La humildad del discípulo que verdaderamente sigue a Cristo, es la capacidad de
renunciar al reconocimiento propio, movido por el egoísmo y la soberbia. Todo lo grande
que en él o a ella sucede, es obra y gracia de su Señor. <<Proclama mi alma la grandeza
del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde
esclava,… El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí>> (Lc. 1, 46-49)
La humildad de María se verá pues, manifestada en toda su vida, reconociéndose a sí
misma, simple herramienta de Dios, y la más fiel discípula de su propio Hijo, Jesús, pues
en Él ha reconocido a su Señor y Salvador.
CARIDAD:
La CARIDAD, la Misericordia, es la expresión más pura del AMOR FIEL DE DIOS.
Bastará con ver en el Evangelio, los momentos en que María es mencionada y podemos
distinguir con facilidad muchas de las características del poema al amor de San Pablo en
su carta a los Corintios (1er Cor 13, 1-8). <<El amor es paciente y muestra
comprensión,…no aparente ni se infla,…ni busca su propio interés,…olvida lo malo, no
se alegra de lo injusto sino que se goza en la verdad. …Perdura a pesar de todo, lo cree
todo, lo espera todo y o soporta todo>>.
María que contempla a Jesús desde su gestación y niñez, hasta su pasión, muerte y
resurrección. Ha sido llamada a ser el Rostro del Amor fiel para la persona del Hijo
encarnada en Jesús. Ha sido capaz de cuidar, auxiliar y fortalecer a quien a su vez es su
Señor, su Dios, su auxilio, su fortaleza, y lo ha hecho con amor de Madre.
La Palabra de Dios le mueve y sale al servicio de quien como ella comparte necesidad,
Isabel su prima, sabiendo hacerse sierva de sus iguales (Lc 1, 39-43). Y se considera a sí
misma Feliz por su entrega a la CARIDAD << y mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador>> (Lc 1, 47).
EN SÍNTESIS, El discípulo de Cristo que desea seguirle, a Él, que es “El Camino” y
caminar a su lado, tiene en la vida de María Santísima, Primer discípula y misionera de
Jesús, un ejemplo de cómo caminar el camino que lleva hacia Él:
Primero el seguidor de Cristo deberá estar movido primero por la FE que es fruto de su
disposición de escucha y búsqueda de Dios, de su Palabra en Jesús y en sus sacramentos.
El discípulo, luego de escuchar la Palabra de Dios, de asumirla para sí, deberá dispones
su corazón y su vida, a ser movidos a las acciones concretas que nos proponen el mensaje
y los gestos de Jesús, en su evangelio, que son la conversión y el testimonio de vida, y a
ello le llamará OBEDIENCIA.
Dicha respuesta de obediencia, tendrá su cumplimiento más perfecto en la CARIDAD
hacia el prójimo, en el AMOR, de entrega, de servicio, de renuncia y de abandono en
aquél a quien se sigue, “Jesús”, el cual será capaz de reconocer en la familia, en el
hermano de comunidad, en el necesitado, en todo ser humano.
Por último, todo verdadero discípulo de Cristo deberá reconocer que es un “seguidor”
de un Maestro de la Verdad, que junto a otros recorre un Camino, que es Cristo, y nunca
se considerará a sí mismo ni camino, ni maestro, ni guía, sino simple herramienta de su
Señor, y en ello tendrá su HUMILDAD.
Que en María aprendamos a ser discípulos y misioneros de Jesús. Amén.

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