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El Uruguay emergió a la posguerra, como ha señalado Francisco Panizza, “con importantes reservas de moneda extranjera, con niveles

de vida en ascenso y con sus líderes políticos llenos de confianza en el país y su futuro”. Esto iba acompañado por la convicción,
compartida por gran parte de la sociedad, de constituir “una democracia perfecta” y “con un nivel de vida comparable a la vanguardia
en cuestiones de justicia social”.
Esta etapa de neobatllismo concibió la industrialización por sustitución de importaciones como uno de los factores que permitiría igualar
democracia, progreso, justicia social y orden bajo la protección del dirigismo del Estado. Esta concepción fue acompañada de la
búsqueda del bienestar general de la sociedad, de la extensión de las clases medias y el alcance de la felicidad, al menos por gran parte
de la población del país. La historia ha probado que deseo y realidades difícilmente coinciden, pero sin embargo, en algunos sectores
de la sociedad ha perdurado el recuerdo de esos años como el período en que “todo fue mejor”. RUIZ, Esther, (2008) El Uruguay próspero y su
crisis 1946-1964.

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