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Vale la pena subrayar que en todo este proceso se puede advertir que los factores
económicos, políticos, sociales y culturales están inextricablemente unidos y se
determinan mutuamente: un fenómeno educativo y cultural como el crecimiento
acelerado de las universidades condiciona un acontecimiento político como el del
1968.
El proceso de modernización de México durante la época porfiriana tuvo como
principales características la negociación de la deuda publica, la captación de
capitales extranjeros, el desarrollo de las comunicaciones: de las vías férreas,
telegráficas, telefónicas, las mejoras en los puertos; la política de deslinde y
colonización de tierras baldías; la organización y crecimiento del sistema bancario,
el equilibrio hacendario, la abolición de las alcabalas; la ampliación de la planta
industrial; la negociación diplomática para consolidar los límites fronterizos del
país, la dotación de servicios y construcción de edificios públicos; la creación de
instituciones educativas, científicas y culturales, fueron las tareas fundamentales
que asumió el régimen porfiriano.
En 1886 habían sido aplastados los levantamientos del general Miguel Negrete y
el del general Trinidad García de la Cadena, en Zacatecas. La muerte de este
renombrado militar fue seguida de muchos fusilamientos y persecuciones.
"Después de la hecatombe de Zacatecas quedó hundida la República en una
especie de sopor o indiferencia" -dice Ricardo García Granados- espléndido
historiador del Porfiriato.
La tranquilidad política que reinaba en 1887 había sido impuesta, entre otros
medios, por una buena dosis de terror, pese a que en ese año Díaz había
declarado que no inauguraría una época de intolerancia y persecución.
Porfirio Díaz se pronunciaba por la paz y el trabajo, ante los manifestantes que
desplegaban su repudio a la reelección. Cuando Porfirio Díaz, Don Pérfido, de 58
años de edad, se entronizaba por tercera vez en la presidencia y tenía a su favor
una obra política y económica de gran dimensión:
Se instauraba la era del gobierno personal, personalísimo del general Díaz. Ya
habían aparecido en escena los agentes del financiamiento director del capital
extranjero y la inversión adicional para maniobrar y colocarse por encima de los
intereses regionales.
Díaz pudo afirmar en 88 que la red ferroviaria nacional contaba con 7,500
kilómetros y que 950 kilómetros se habían agregado a la red telegráfica que, a la
sazón, tenía ya 18,000 kilómetros.
Para hacer operativa esta Ley expedida en 1883 y obra del ministro de Fomento,
Carlos Pacheco, se formaron comisiones de ingenieros que bajo la modalidad de
"compañías deslindadoras" resultaron en la mayoría de los casos, consorcios
acaparadores de tierra en la que un insignificante porcentaje de colonos se
asentó.
La Ley estipulaba que las fracciones de tierra no debían exceder en ningún caso a
las dos mil quinientas hectáreas, siendo ésta la mayor extensión que podría
adjudicarse a un solo individuo mayor de edad y con capacidad legal para
contratar.
Las siguientes cláusulas definieron las condiciones en las que los terrenos
aludidos podían ser cedidos a los inmigrantes extranjeros y a los nacionales que
quisieran establecerse en ellos como colonos:
I. En venta, al precio del avalúo, hecho por los ingenieros y aprobado por la
Secretaría de Fomento, en abonos pagaderos en diez años, comenzando desde el
segundo año de establecido el colono.
Vl. Transporte de los colonos, por cuenta del gobierno, en las líneas de
vapores y de ferrocarriles subvencionadas".
Pero si, como la historia demostró, la política de colonización del porfiriato fue un
fracaso, lo que sí se consiguió fue agudizar el proceso de desnacionalización de la
economía.
A muy alto precio el estado porfiriano pretendía desarticular lo que del orden
agrario colonial había subsistido a las medidas liberales. También fue en 1888
cuando el general Carlos Pacheco dispuso que los jefes de Hacienda promovieran
el reparto de los ejidos y los terrenos de común repartimiento entre los vecinos de
los pueblos.
Tras este juicio el mismo general recomendaba convertir la zona yaqui en colonia
militar y fijar las garantías y franquicias para que la "gente de razón" convirtiera
esas "regiones eriales y desiertas en fuente de riqueza".
"La dotación de 50 centavos por jefe de familia, y por espacio solo de un año, nos
daría por 500 familias, un costo de $250 diarios, o sean $91,250 al año; es decir
menos de lo que costarían 500 soldados vestidos y sin otro objeto que estar en los
cuarteles para pelear con un enemigo que no se presenta [...] Si pensamos que
por espacio de un año también se socorre a 2,000 familias de indios a razón de 30
centavos diarios, tendremos $600 diarios o sean $219,000 al año, que unidos a
$91,250 de las 500 familias, forman un total hasta aquí de $310,250.
Como es sabido, los jefes políticos eran pieza fundamental del mecanismo que
permitía al poder ejecutivo federal ejercer control no sólo sobre la población de las
entidades federativas sino sobre los gobernadores, quienes en muchas ocasiones
tenían que vérselas con verdaderos enemigos que fungían como jefes.
Las tensiones entre estos funcionarios públicos podían llegar a ser insoportables.
Tal fue el caso de la sonada riña entre el gobernador de Zacatecas y un jefe del
mismo lugar, entablada durante el banquete oficial para conmemorar el 5 de Mayo.
Las diferencias fueron dirimidas a golpes, con el consecuente escándalo de
prensa.
Pero no todo era violencia, con afán civilizador se expidió el 25 de mayo de ese
año la Ley Sobre Instrucción Primaria Obligatoria en el Distrito Federal y en los
Territorios de Baja California y Tepic.
Diez días antes de haberse expedido la citada Ley, el Papa León Xll, al despedir a
la comisión mexicana que lo había visitado en Roma con ocasión de las bodas de
oro del pontífice, hizo votos por el pronto restablecimiento de las relaciones entre
México y el Vaticano.
Negociación entre Iglesia y Estado era la consigna, lo cual tenía su lógica, pues la
política de León Xlll representaba una apertura a la cultura contemporánea y un
reconocimiento a los problemas sociales de su tiempo. En sentido inverso a los
efectos de la Encíclica Syllabus, obra del Papa Pío IX, que provocó que los
católicos liberales de la Alemania de Bismarck se rebelaran al Papa, la aparición
de la Rerum Novarum permitió una reconciliación entre quienes preferían una
alianza con el Vaticano con la finalidad, entre otras, de frenar el proceso político
socialista.
El Papa León Xlll abrió los archivos del Vaticano a especialistas reconocidos en la
convicción de que un análisis más hondo lograría "reducir las discrepancias
religiosas y racionalistas de la historia".
En ese año Emilio Rabasa publicó las novelas El cuarto poder y Moneda falsa,
mientras Agustín de la Rosa sacaba a la luz La instrucción en México durante su
dependencia de España, y Rafael Reyes Espíndola ponía a la venta el primer
número del importante y conservador diario El Universal.
Los obreros se organizaban: estalló una huelga que duró 18 días del mes de julio,
en la fábrica de casimires "La Victoria" porque se les habían rebajado los salarios
a los trabajadores.
Por esas mismas fechas se fundó la Suprema Orden de Empleados del Ferrocarril
Mexicano y el gobierno ofreció protección especial a la Escuela Nocturna de
Obreros.
Se dio impulso a las obras del desagüe del Valle de México; se aumentó la planta
de aduanas marítimas y se concluyeron los edificios principales de la Aduana de
Santiago Tlatelolco.
A mediados de la década de los 80, ese país tenía una población de más de 50
millones, mayor que cualquier potencia, salvo Rusia. Era también uno de los tres
principales exportadores de maquinaria, pese a que el vigor de su aparato
industrial le permitía dejar en casa buena parte de la producción. Gran exportador
de granos, acumulaba oro cuando la plata era desplazada como patrón del
sistema monetario internacional.
Acotar los límites geopolíticos del país era esencial para el gobierno nacional en el
entendimiento de que estos límites estaban vinculados a un proceso económico
mundial.
A las 10 horas de la mañana del 1 de diciembre de 1888 Porfirio Díaz protestó por
tercera vez como Presidente de la República.
Pero pasadas las no tan fuertes tempestades políticas que suscitó la posiblemente
indefinida reelección de Díaz, diciembre cerró con un crepúsculo queretano
notable por su belleza y raro por haberse verificado durante el rigor del invierno y
bajo una agradable y tibia temperatura".
Tranquilo y bello se veía el valle de México, visto desde el Olivar; quieto para
siempre en la tela que pintó José María Velasco en 1888.
Apenas un año y medio después, en julio de 1968, hubo otro conflicto más grave
todavía por las proporciones que adquirió y porque tuvo lugar la víspera de la
celebración de los juegos de la XIX Olimpiada, cuya sede había ganado el
gobierno de López Mateos para México. Por primera vez este evento se realizaría
en un país de América Latina.
Aunque los estudiantes no iban armados, la balacera duró dos o tres horas y hubo
cientos de heridos y muertos, cantidad que tampoco se ha querido precisar nunca.
Asimismo se arrestó a cientos de personas; aparte de los estudiantes entre los
heridos estaba un general, algunos policías y soldados.
Sin embargo al propio tiempo el movimiento no fue seguido por no encontrar eco
en el movimiento obrero o porque su lenguaje, lleno de términos como lucha de
clases, bienes de producción en manos de la burguesía y "otras madres", como
declaró un estudiante, no era comprendido por la ciudadanía. Los dividían también
dos ideas acerca del procedimiento: unos discutían los lineamientos maoístas y
stalinistas y otros se preocupaban por cosas más prácticas como la organización
de brigadas y manifestaciones. Tenían inspiraciones también en la Revolución
Cubana, lo cual fue aprovechado por el gobierno para acusarlos de
extranjerizantes y de no respetar ni los héroes ni los símbolos patrios. De esta
manera, el gobierno manipulaba un nacionalismo que ya era motejado de
oficialista.
Díaz Ordaz invocó los artículos constitucionales que facultan al presidente para
disponer de las fuerzas armadas. Culpó a la filosofía y a la politología de caminar
rezagadas respecto a la ciencia y a la tecnología y de no explicar los modernos
"porqués" a los Jóvenes.
Reconoció que los jóvenes podían proponerse cambiar la sociedad, pero que nada
se ganaba con rebelarse alocadamente y que "no es sin estudio, sin preparación,
sin disciplina, sin ideales y menos con desordenes o violencia" como iban a
mejorar el mundo.
La posición de Revueltas estaba en la misma línea. Quedaba claro que si bien las
autoridades del país aceptaban la crítica estudiantil, la querían dentro de los
lineamientos políticos del Estado, mientras que, en un momento dado, esa crítica
impugnaba las bases mismas de la política nacional y pasaba de meras formas de
conciencia y de expresión, al terreno de los hechos.
Los críticos del movimiento decían que se trataba de una imitación del mayo
parisiense de ese mismo año. Pero sometidas las corporaciones laborales, sólo
los grupos de presión podían encarnar la rebeldía nacional, y de qué manera esta
rebeldía correspondió al desarrollo de los ambientes académicos y al creciente
poder de los profesionistas.
A pesar de las fuertes críticas del exterior las Olimpiadas se realizaron puntual y
brillantemente, pero se podía advertir un trasfondo de malestar porque el
encuentro había sido posible pagando el precio de la matanza juvenil. Esto
demeritó por completo la imagen pública de Díaz Ordaz, a pesar de que otros
renglones de su gobierno tenía signo positivo. Ya no le fue posible efectuar una
conversión semejante a la de López Mateos y quedó marcado hasta el fin de sus
días.
Cita otras cifras de la Secretaría del Trabajo y del Banco Mundial. Según la
primera, al iniciarse la década del 70, el 42 por ciento de la población
económicamente activa tenía ingresos mensuales inferiores a 500 pesos, mientras
que sólo el 2 por ciento recibía 5,000 pesos o más. Porque cabe hacer notar una
vez más que lo que se llama clase alta está, a su vez, constituida por una pirámide
cuya cúspide acapara un volumen notable de riqueza. De acuerdo con el Banco
Mundial, al iniciarse la década de los 60 el 3 por ciento de la población mexicana
acaparó la mitad de la riqueza nacional.