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Ejemplos de etnocentrismo

 El genocidio nazi: Una parte oscura e inolvidable de la historia universal


fue el genocidio más brutal e inhumano llevado a cabo por la Alemania
de Hitler, donde murieron centenares de judíos por ser considerados una
raza no digna de permanecer en territorio europeo.
 La cultura islámica: El medio oriente posee una de las civilizaciones
culturalmente más arraigadas a sus costumbres y religiones del mundo
entero, considerando inapropiados los comportamientos de otras
culturas como la americana o la europea.
 El descubrimiento de América: Es un etnocentrismo llevado a cabo por
las colonias españolas que denominaron como “salvajes” a los
habitantes del continente americano. Según la historia, los europeos se
encargaron de “civilizar y culturizar” a los aborígenes mediante sus
costumbres.
 Rechazo a la raza negra: La discriminación a la raza negra fue una de
las mayores polémicas de Norteamérica y el mundo, demostradas por la
esclavitud y el maltrato, así como la violación de los derechos civiles
durante muchos años a la población afrodescendiente.
 La clasificación mundial del avance social: Es un etnocentrismo
inadvertido considerar un país tercermundista y a otros del primer
mundo, pues cada país ha avanzado de acuerdo a sus costumbres, lo
que no quiere decir que no pueda ser una potencia como cualquier.

Etnocentrismo y relativismo cultural

La antropología ha tratado de estudiar todas las culturas del mundo de la


forma más objetiva posible. Es por esto que esta ciencia ha luchado para
combatir la visión etnocéntrica, dado que no es posible estudiar una cultura y
todo lo que esté relacionado con ella considerándola como algo inferior o más
primitivo. Además, teniendo en cuenta que es habitual que el antropólogo se
valga de la observación participante para conocer más a fondo una cultura, un
sesgo etnocentrista sería un lastre para su estudio, impidiéndole aprender
sobre el grupo étnico en cuestión.

No obstante, como ya hemos comentado, los comportamientos etnocéntricos,


que no racistas ni xenófobos, son un patrón universal. Todo el mundo muestra,
en mayor o menor medida, este sesgo, no pudiendo evitar pensar que su
cultura de origen es mejor y que la de los demás es extraña. Es difícil ser
europeo y no ver a las culturas de otros continentes como más primitivas y
salvajes o, visto desde la otra dirección, es difícil ser japonés y no ver a los
europeos como más sucios y desordenados.

En contraposición a la idea de etnocentrismo está el relativismo cultural, su


visión más opuesta. Esta corriente de pensamiento, más bien entendida como
una forma propiamente antropológica de actuar, implica el aceptar la idea de
que ninguna cultura debe ser juzgada a partir de los patrones de
otra. Por ejemplo, no podemos juzgar las culturas tribales africanas desde una
óptica europea, occidental, blanca y cristiana, dado que siempre acabará
“perdiendo” la otra cultura.

Sin embargo, aceptar por completo los rasgos culturales del grupo étnico
estudiado se corre el riesgo de aceptar comportamientos que, vengan de la
cultura que vengan, no son aceptables en tanto que violan los derechos
humanos, la libertad individual y la ética. Por ejemplo, ser extremadamente
relativista cultural podría hacernos justificar la lapidación en países islámicos
(“son sus tradiciones”), la tauromaquia (“el arte es algo muy relativo”) o la
ablación femenina (“es su cultura y debemos respetarla”).

El relativismo cultural es el punto de vista que considera que toda verdad ética
o moral depende del contexto cultural en el que es considerada. De esta
manera, las costumbres, leyes, ritos y concepciones del bien y del mal no
pueden juzgarse según parámetros externos e inamovibles.

Descubrir que las normas morales no son innatas, sino que son aprendidas de
la cultura, permite comprender por qué diferentes sociedades se rigen por
principios muy diferentes a los nuestros. De forma análoga, los principios
morales de una misma sociedad cambian con el tiempo, e incluso una misma
persona puede cambiarlos a lo largo de su vida, dependiendo de sus
experiencias y aprendizajes.

Causas

Son muchas las investigaciones, tanto desde la antropología como de las


ciencias sociales, en las que se apunta que el etnocentrismo es un patrón
conductual y de pensamiento aprendido. La creencia de ver a las demás
culturas como peores o, incluso, inferiores, sería adquirida por el individuo a
medida que se va desarrollando en su contexto cultural de origen.

Cabe entender que ningún individuo, por mucho que se esfuerce, está
separado de su cultura. Sea cual sea, la cultura va a impregnar las
características del individuo, en especial su personalidad, historia individual y
conocimientos. Por norma general, a medida que se va creciendo y
estableciendo más relaciones con los demás miembros del endogrupo el
individuo va manifestando una mayor lealtad para con los mismos, siendo más
fiel a las normas socialmente impuestas.

A su vez, el etnocentrismo tiene un importante componente transgeneracional,


es decir, es pasado de generación en generación. Los estereotipos y
perspectivas del mundo, por muy falsas o exageradas que puedan ser, son
reforzadas y fomentadas a medida que pasa el tiempo, heredándose de padres
a hijos e, incluso, transformándose en un importante componente de la cultura
propia.
Básicamente, un importante componente de la cultura puede estar
fundamentado en menospreciar otras culturas. Esto se puede observar en
muchas lenguas que usan expresiones basadas en estereotipos, como sería el
caso del español con frases como “hacer el indio” (hacer payasadas), “engañar
como a un chino” (engañar por completo), “trabajar como un negro” (trabajar
mucho y explotado), “hacerse el sueco” (fingir ignorancia) o “ser más tonto
que de Lepe” (ser especialmente corto de inteligencia), entre otras.

Desde el campo de la psicología social, se han mostrado como potenciales


explicaciones del fenómeno dos teorías.

En primer lugar, tenemos la Teoría de la Identidad Social. Con ella se sugiere


que las creencias etnocéntricas son causadas por una fuerte identificación con
la cultura propia de creando una visión positiva e idealizada de la misma. Con
la intención de mantener esa visión positiva, la gente tiende a hacer
comparaciones sociales con otros grupos étnicos, como si de una competición
se tratase, mirándolos bajo una perspectiva más crítica y peyorativa.

Por el otro lado, tenemos la Teoría del Conflicto Realista, la cual asume que el
etnocentrismo se da a causa de la percepción o vivencia de un conflicto real
entre dos o más grupos étnicos. Esto ocurre cuando un grupo culturalmente
dominante percibe a nuevos miembros, pertenecientes a una cultura ajena
como una amenaza.

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