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Legionarios, enganchados y cautivos.

Apuntes para una investigación sobre las


formas de reclutamiento transnacional durante la Guerra del Paraguay (1864-
1870), en GARAVAGLIA, Juan Carlos, FRADKIN, Raúl –editores- A 150 años de la
Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2017,
216 páginas, ISBN: 978-987-574-840-8 [en prensa; existe una versión impresa de
circulación reducida con fecha de 2016]

Mario Etchechury-Barrera.1

Introducción

En el marco de la intensa renovación que ha atravesado la historiografía sobre la guerra


en las últimas décadas varios autores han comenzando a cuestionar, desde diversos
ángulos, ciertas interpretaciones teleológicas que suponen un avance lineal desde los
antiguos ejércitos multi-nacionales, mayormente integrados por mercenarios y
dependientes de «señores» o «contratistas» privados, hacia formaciones cada vez más
centralizadas, integradas por ciudadanos o súbditos estatales y sostenidas por las
finanzas públicas. Por el contrario, como ha sugerido David Parrot, en una historia de
larga duración los «empresarios» de la guerra –con distintos nombres y peculiaridades-,
lejos de circunscribirse a un único período han operado como un auténtico «bajo
continuo» y lo mismo puede sostenerse de las prácticas del mercenariado y otras formas
de reclutamiento «extraterritorial». En esa dirección, serían los ejércitos de línea
profesionales basados en modelos de conscripción cívica los que constituirían, en
realidad, lo novedoso.2
El estudio de los modos de alistamiento militar empleados por las autoridades
argentinas durante el conflicto de la Triple Alianza contra el Paraguay constituye un
buen instrumento para mensurar la composición social y las prácticas bélicas en un
momento muy complejo de ese proceso a escala regional, en el que por un lado parecen
estar llegando a término los dispositivos de combate que habían primado durante la
primera mitad del XIX y por el otro aún no se avizora claramente lo que podría ser la
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1
Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) -Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad de la República, Montevideo. La investigación que da origen a los resultados presentados en
la presente publicación recibió fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII,
Montevideo, Uruguay), bajo el código PD_2014_1_101938.
2
Una síntesis de sus argumentos en: PARROT, David, «Revolución militar o devolución militar?.
Cambio y continuidad en la Edad moderna militar», en Studia Historica. Historia moderna, Nº 35, 2013,
pp.33-59.

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emergencia de un ejército plenamente estatal-central ni, mucho menos, «moderno». Más
allá del uso de una abundante retórica nacional, de una movilización de grandes
dimensiones, de la incorporación de armamento más sofisticado y de la estructuración
de un amplio sistema de abastecimientos pensado para una guerra a distancia, a grandes
rasgos todavía estamos ante un «ejército de amalgama», fracturado por distintas
pertenencias territoriales y fidelidades políticas y comandado por una oficialidad
fogueada durante los sucesivos ciclos de «guerras civiles» previos en ambas orillas del
Río de la Plata. En efecto, aparte de los contingentes de línea y de guardias nacionales,
los mandos argentinos –algunos de los cuales eran también orientales, lo que no deja de
ser sintomático- emplearon un conjunto de formas de enrolamiento variadas, que
incluyeron la contratación de mercenarios europeos, el uso de legiones voluntarias de
extranjeros residentes, la formación de cuerpos de emigrados y el alta forzada de
prisioneros. Como proponemos aquí, estas modalidades de servicio militar,
aparentemente muy disímiles, pueden ser abordadas conjuntamente como parte de un
ensamble de prácticas que integraron el fenómeno del «reclutamiento transnacional»
estudiado recientemente por Nir Arielli y Bruce Collins. Con independencia de su grado
de generalidad, bajo este rótulo se incluyen combatientes que por su estatus jurídico,
identidad étnica, ciudadanía y/o procedencia territorial podían ser considerados como
fuerzas no-estatales o extranjeras. Aparte de los consabidos mercenarios o soldados de
fortuna –que suelen acaparar gran parte de la atención- este fenómeno incluiría otras
formas «híbridas», de difícil clasificación, desde los contingentes coloniales
movilizados por las metrópolis en sus dominios –como los sepoys de la British East
India Company- hasta los combatientes alemanes de la Legión extranjera francesa
destacada en Argelia, pasando por los voluntarios de varias regiones de Europa y
América enrolados junto a los camicie rosse de Giuseppe Garibaldi o los grupos étnicos
integrados en fuerzas de guerra de monarquías compuestas –como los eslavos del
ejército Austro-Húngaro- por citar solo algunos ejemplos que perfectamente se podrían
multiplicar y prolongar hasta la actualidad.3
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3
ARIELLI, Nir, COLLINS, Bruce, «Introduction: Transnational Military Service since the Eighteenth
Century», en ARIELLI, Nir, COLLINS, Bruce –editores- Transnational Soldiers. Foreign Military
Enlistment in the Modern Era.Palgrave-Macmillan UK, 2013, pp.1-12. Una visión panorámica sobre el
mercenariado en: BRUYERE-OSTELLS, Walter, Histoire des mercenaires. De 1789 à nous tours. París,
Tallandier, 2011. Acerca del voluntariado militar internacional durante el Risorgimento italiano puede
consultarse: PECOUT, Gilles, «The International Armed Volunteers: Pilgrims of a Transnational
Risorgimento» in Journal of Modern Italian Studies, 14/4, 2009 y GÖHDE, Nicholas, «A new military
history of the Italian Risorgimento and Anti-Risorgimento: the case of ‘transnational soldiers’», en
Modern Italy, Vol. 19, Nº1, 2014. Una perspectiva amplia del mismo fenómeno en la Europa

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En el caso que analizamos aquí, que se reduce mayormente al ejército argentino que
partió al frente paraguayo, podemos ubicar auténticos contingentes de mercenarios o
«enganchados» europeos -para emplear la terminología del período-, a los que se
agregaron unidades de extranjeros residentes –principalmente italianos- que pertenecían
a batallones o compañías preexistentes, «emigrados» de la «Legión Paraguaya» -un
cuerpo político-militar de exiliados anti-lopiztas- y, una vez en campaña, numerosas
unidades formadas por prisioneros y «pasados» de la misma nación, que fueron
enrolados compulsivamente en filas de los ejércitos argentino y oriental. Desde ya, no
es lo mismo un prisionero alistado a la fuerza en un ejército enemigo –por más que en
muchos casos haya existido cierto grado de espontaneidad- que un mercenario, un
personero europeo enganchado mediante contrato, aunque muchas veces todos ellos
aparecen catalogados genéricamente como «voluntarios».4 Teniendo en cuenta esta
heterogeneidad, en las páginas siguientes solo trataremos de establecer las líneas
generales de un panorama escasamente explorado, recurriendo sobre todo a fuentes

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contemporánea se encuentra en: KRÜGER, Christine, LEVSEN, Sonja (editoras), War Volunteering in
Modern Times. From the French Revolution to the Second World War, Houndmills, Palgrave-Macmillan,
2010.
4
Términos como «contingente», «forzado», «voluntario» o «enganche» no solo variaron su significado a
lo largo del período, sino que también, en ocasiones, fueron empleados o entendidos de modo diferente o
ambiguo en un mismo momento. De acuerdo a la jerga castrense de las fuentes aquí empleadas, el
soldado «enganchado» se daba de alta en una fuerza de línea mediante una contrata en la que se
especificaba el tiempo y condiciones de su servicio, recibiendo un monto global previamente estipulado,
que el gobierno pagaba en plazos también establecidos de antemano y que podían variar de un arma a
otra. Ahora bien, el término «voluntario», que evoca una integración espontánea de un individuo dentro
de un cuerpo, sin que lo compelan las leyes o la fuerza, también solía implicar un contrato de enganche,
como queda claro en las legiones italianas comandadas por José Giribone y Antonio Susini, mencionadas
en el cuerpo del presente texto. En ambos casos, enganchados y voluntarios, recibían durante el servicio
el prest y rancho acordado a la tropa de línea. Más allá de esas ambigüedades, varias disposiciones del
período sobre reclutamiento o remonta de cuerpos suelen hacer el distingo entre ambos términos,
hablando de altas «por enganche o alistamiento voluntario» o «por alistamientos, por enganches y por
contingentes». La «Ley de reclutamiento» de 1872, que en su espíritu resume parte de las disposiciones
previas, especifica aún más las modalidades de encuadre, estableciendo que el ejército de línea se
reclutará «por alistamientos voluntarios, por enganchados y destinados, y en caso de insuficiencia, por
contingentes». Los «enganchados» deberían enrolarse por un mínimo de cuatro años y los «voluntarios»
de dos, pero no se especificaban otras diferencias entre ambas categorías. Cabe suponer que la piedra de
toque era la firma, en el caso de los «enganchados», de la referida contrata con sus correspondientes
gratificaciones, algo que no consta para el caso de los «voluntarios». Los «destinados» eran individuos
dados de alta compulsivamente por haber cometido ciertas faltas – eludir o desertar de la guardia nacional
activa, fugarse de contingentes, ser penados por tribunales al servicio de armas-, con exclusión de los
condenados a penas de muerte o presidio. Por su parte, los «contingentes» se formaban con las cuotas de
reclutas que las provincias debían dar al ejército de línea para llenar sus filas, de acuerdo a las leyes
votadas cada año, en proporción a la población censada. Sus integrantes a priori serían seleccionados de
los guardias nacionales solteros, de entre 18 y 45 años, mediante sorteo público, prestando servicio
durante cuatro años. Cfr. «1362. Ley de Reclutamiento del Ejército», 28/9/1872, en DOMÍNGUEZ,
Ercilio (compilador), Colección de Leyes y Decretos Militares concernientes al Ejército y Armada de la
República Argentina, 1810 á 1896. Tomo segundo, 1854 á 1880., Buenos Aires, Compañía Sud-
Americana de Billetes de Banco, 1898, pp. 412-415.

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publicadas y avances bibliográficos, como base para una futura investigación
documental más profunda.

1. La reactivación de una antigua alianza: las legiones de voluntarios extranjeros.

Al momento de estallar el conflicto ya existía en el Río de la Plata una auténtica


«genealogía» de cuerpos militares de residentes extranjeros –principalmente franceses,
italianos y españoles- que se había ido articulando entre las ciudades-puerto de Buenos
Aires y Montevideo desde la década de 1820. Entre ellas se encontraban formaciones
milicianas de carácter pasivo, batallones de línea, unidades mixtas y legiones
voluntarias, cuyo estudio integral como parte de un fenómeno de dimensiones atlánticas
aún permanece como tarea pendiente, más allá de algunos trabajos clásicos.5 El
prolongado sitio de Montevideo (1843-1851) y el posterior de Buenos Aires (1852-
1853), que constituyeron episodios claves en la configuración de esa tradición, también
habían consolidado una oficialidad extranjera – en su mayor parte surgida de la «Legión
Italiana» de Giuseppe Garibaldi-, que luego hizo carrera en los ejércitos y armadas de
ambas orillas del Plata y entre cuyos nombres destacaron Juan Bautista Charlone,
Silvino Olivieri, Antonio Susini, Luis Botaro y José Giribone. Lo destacable del
conflicto de la Triple Alianza en ese punto, más que la presencia de estas unidades
extranjeras dentro del ejército argentino –y también oriental-, fue la manera en que ellas
se combinaron con la incorporación de numerosos contingentes de mercenarios o
«enganchados» europeos contratados por agentes del gobierno, un fenómeno que poseía
antecedentes en el Río de la Plata pero alcanzó entonces proporciones inéditas. Luego
de este conflicto seguiremos encontrando numerosas legiones y milicias extranjeras,
más allá de que su peso relativo dentro del ejército de línea parece decrecer, aunque,
una vez más, pisamos un terreno escasamente conocido.

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5
A título indicativo pueden citarse: CARONTI, Luis C., Legiones italianas. Breves noticias de sus
servicios en el Ejército argentino, Buenos Aires, 1907; CRESPI VALLS, Antonio (comp.), Primer
centenario de la Legión Agrícola-Militar: 1856-1856. Bahía Blanca, Municipalidad de Bahía Blanca,
1955; PULIAFITO, César, La Legione Italiana-Bahía Blanca 1856: el frente olvidado del Risorgimento.,
Bahía Blanca. El autor, 2007.

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El más veterano de los cuerpos de residentes italianos que marchó al frente paraguayo
fue la «Legión Agrícola-Militar», creada por las autoridades porteñas en 1855 bajo el
mando del Coronel Silvino Olivieri y emplazada en Bahía Blanca como parte de un
proyecto de colonización y defensa de la frontera. A partir de noviembre de 1857 el
batallón pasó a denominarse como «Legión Militar» y llegó a prestar servicio activo en
la batalla de Pavón (17/9/1861), siendo comandada en esa oportunidad por Juan
Bautista Charlone.6 En el mismo período, como aclara Marcelo Fantuzzi, operó además
una Compañía –y luego Brigada- de Infantería de Marina (1853-1861), a veces
designada como «Legión Valiente», comandada por el capitán Manuel Vilardi e
integrada mayormente por italianos. En el mismo contexto de la guerra contra la
Confederación, en agosto de 1861 las autoridades porteñas crearon una «Legión de
Voluntarios de la Libertad», bajo el mando de José Giribone que, si bien no entró en
combate en Pavón, fue encargada poco después de guarnecer la ciudad de Rosario.7 En
mayo del año siguiente, lograda la pacificación, el batallón fue disuelto dando paso a
una nueva «Legión Extranjera» -que más adelante retomó su denominación original-
comandada por el mismo Giribone, que estaba abierta al enrolamiento de ciudadanos de
cualquier procedencia, más allá de que terminaron primando los mismos efectivos
italianos que habían integrado la anterior formación.8 En el mismo contexto, aparte de
estos batallones extranjeros las autoridades mitristas crearon también algunos cuerpos
menores, como la «Legión de Cazadores españoles» y la «Legión Alemana» de
artilleros, cuyos itinerarios posteriores desconocemos.9 Por su parte, ya en el marco de
la movilización general destinada a remontar al ejército de operaciones del Paraguay, en
abril de 1865 el gobierno autorizó la creación de otra «Legión de Voluntarios» de 500
plazas, atendiendo a «los repetidos y distinguidos ofrecimientos» realizados por
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6
Según Marcelo Fantuzzi el Regimiento 8º de Infantería fue creado en agosto de 1861 por las autoridades
de Buenos Aires en base a varias compañías sueltas. En 1865, dado que estaba muy disminuido en su
fuerza, fue unido a la Legión Militar, combatiendo de ese modo durante la Guerra del Paraguay. De
acuerdo al mismo autor, hacia 1874 la Legión Militar tomó su nombre al tiempo que, paulatinamente, fue
perdiendo a la mayor parte de los efectivos italianos. Cfr. FANTUZZI. Marcelo, «Reseña del Regimiento
8º de Infantería de línea», versión online:! http://www.legionitaliana.com.ar/Articulos.html, consultado el
3/2/2016.
7
El trabajo más detallado sobre el punto, que reconstruye cronológicamente el itinerario de los
principales cuerpos italianos entre aproximadamente 1852 y 1880, puede verse en: Subcomisión de
Estudios Históricos: «Cuerpo cívico y voluntario de recreación histórica y ceremonial de la República de
la Boca. Legión Italiana. Voluntarios de la Boca. Línea Histórica Legión Italiana», disponible online:!
http://www.legionitaliana.com.ar/Historia.html, consultado: 12/12/2015.
8
DE MARCO, Miguel Ángel, «Semblanza del Teniente Coronel José Giribone», en Rassegna Storica del
Risorgimento, Vol. LV, 1968, pp.540-543.
9
Un detallado cuadro de las fuerzas que combatieron en Pavón puede verse en FANTUZZI, Marcelo,
«Breve reseña de las unidades presentes en la Batalla de Pavón, 17 de septiembre de 1861», disponible
online:!http://www.legionitaliana.com.ar/Articulos.html.

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«individuos de varias nacionalidades», encabezados por el Coronel Antonio Susini.10
Siguiendo el modelo de la «Legión Militar» los oficiales y tropa gozarían del mismo
sueldo y prest correspondiente a los efectivos de línea, permaneciendo en servicio por el
tiempo que durara la guerra. Un mes después la preexistente legión de Giribone fue
denominada como «1er Batallón Legión Voluntarios» y la de Antonio Susini «2º
Batallón Legión Voluntarios».11 Según afirma Gaio Gradenigo debido a sus bajas en el
frente paraguayo ambos cuerpos se fusionaron luego de la batalla de Curupaytí
(22/9/1866), siendo incorporados sobre el final de la guerra al Batallón Nº8 de
Infantería.12
Una vez en el frente, de acuerdo a las cifras globales disponibles para algunos años, los
batallones de las legiones Militar y de Voluntarios oscilaron entre unos 270 y 400
efectivos cada uno, contabilizando jefes, oficiales y tropa (que a su vez incluía desde el
rango de sargento al de soldado), manteniendo un pie de fuerza similar al previo al
comienzo de la guerra. (cuadro 1)
El ejército oriental también incorporó a sus filas un cuerpo de «Voluntarios
Garibaldinos», comandado por el riograndense Fidel Paes da Silva (Fidelis), aunque
sobre su reclutamiento y composición por el momento no se conoce prácticamente nada,
excepto que en 1866, luego de ser prácticamente diezmado en el frente paraguayo, sus
efectivos fueron distribuidos entre el resto de los cuerpos.13

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10
Nº 1128 «Formando una Legión de Voluntarios, al mando del Coronel D. Antonio Susini», 19/4/1865,
p. 256 y Nº1136 «Estableciendo las condiciones para la formación de la Legión Voluntarios», 22/4/1865,
p.259, en DOMÍNGUEZ, E., cit., pp. 256 y 259.

11
« Nº1151. Dando denominación á las Legiones de Voluntarios», 13/5/1865, en DOMÍNGUEZ, E., cit.,
p.268.
12
GRADENIGO, Gaio, Italianos entre Rosas y Mitre. Buenos Aires, Ediliba, s.f. [1987?], pp. 282 y 287.
13
De acuerdo a Fernández Saldaña Fidelis había combatido junto a los legalistas contra los farrapos de la
República de Río Grande (1835-1845). Establecido en el Estado Oriental, en 1863 se incorporó a filas de
la denominada «Cruzada Libertadora» de Venancio Flores. En agosto de 1865, ya en el frente paraguayo
y al mando de los «Voluntarios», fue herido en la batalla de Yatay. En agosto de 1871 fue muerto
sirviendo en filas del gobierno, en el departamento de Tacuarembó, durante uno de los combates de la la
llamada «Revolución de las Lanzas». Cfr. «PAES DA SILVA, Fidel», en FERNANDEZ SALDAÑA,
José M., Diccionario uruguayo de biografías, 1810-1940., Montevideo, Amerindia, 1945, pp. 957-958.
El mismo autor incluye un retrato del coronel, realizado en Buenos Aires tras su herida. Cfr. «El coronel
[Fidelis Paes da Silva], en Suplemento dominical de El Día, 30 de junio de 1940.

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Cuadro 1. Legiones Militar y de Voluntarios (1861-1870) 14
Legión Militar Total Legión de Voluntarios Total
Jefes Ofics. Sub.ofs. Soldados Jefes Ofics. Sub.ofs. Soldados

1861 1 14 282 297


1864 2 16 86 190 294 1 19 88 200 308
1865 2 17 103 267 370 1 15 92 188 280
1867 1 15 373 389 1 11 348 360
1868 2 17 82 313 414 2 12 108 231 353
1869 2 366
1870 12 264 278

2. Un mercado para todas las guerras: los agentes porteños y las redes del
reclutamiento europeo.

Como queda dicho arriba, más que circunscribirse al conflicto paraguayo, el ciclo de
reclutamiento de tropa extranjera comenzó a desarrollarse en el contexto del
enfrentamiento entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina, cuando
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14
Los estados de fuerza corresponden a fechas puntuales dentro de cada año, por lo que las cifras podían
variar de un mes a otro: fuentes: 1861: «Ejército de Buenos Aires. Estado que manifiesta la fuerza que
existe en el campamento de Mercedes», 3/8/1861, en Archivo del General Mitre. Campaña de Pavón
(conclusión). Tomo IX, Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1911, p.108; 1864: «Inspección y
Comandancia General de Armas. Estado general de fuerza de los cuerpos de línea del Ejército, guardias
nacionales en servicio activo e indios amigos», 30/4/1864, en Memoria presentada por el Ministro de
Estado en el Departamento de Guerra y Marina al Congreso Nacional de 1864, Buenos Aires, s.p.i.,
1864; 1865: «Anexo B-2. Inspección y Comandancia General de Armas. Estado general de fuerza de los
cuerpos de línea del Ejército, Guardia Nacional e indios amigos en servicio activo en el presente mes»,
30/4/1865, en Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y Marina al
Congreso Nacional de 1865, Buenos Aires, s.p.i., 1865; 1866: «Anexo A. Nº2. Estado general de fuerza
de los cuerpos de línea del Ejército, Guardia Nacional e indios amigos en servicio activo en el presente
mes de la fecha, con la demostración de las fuerzas que operan contra los indios y contra el Paraguay»,
31/1/1866, en Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y Marina al
Congreso Nacional en 1866. Buenos Aires, Imprenta del Comercio del Plata, 1866; 1867: «Nº4. «Estado
que manifiesta la fuerza presente, y como presente, que compone el Ejército Argentino en operaciones
contra el Gobierno del Paraguay, según las listas de revista del mes de marzo de 1867», en Memoria
presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y Marina al Congreso Nacional en
1868. Buenos Aires, Imprenta del Plata, 1868; 1868: «Nº 2. Inspección General de Armas. Estado que
demuestra las fuerzas Argentinas de las tres armas, tanto de línea como de Guardia Nacional, que
componen el Ejército de Operaciones en el Paraguay.», 1/5/1868, en Memoria…1868, cit.; 1869: «Anexo
A. Ejército de Operaciones en el Paraguay. Estado general que demuestra la fuerza, con especificación de
las altas, bajas, armamentos, municiones, caballadas, vestuarios, equipos y herramientas de zapa que tiene
el espresado el dia 1º de mayo de 1869», en Memoria presentada por el Ministro de Estado en el
Departamento de Guerra y Marina al Congreso Nacional en 1869. Buenos Aires, Imprenta Americana,
1869; 1870: «Cuadro demostrativo de los Sres. Generales, Gefes, Oficiales, Tropa y demas personal que
tiene el Ejército de Operaciones hoy distribuido en el Paraguay y Provincias de Entre-Rios y Corrientes
según las listas de revista del presente mes», 1/5/1870, en Memoria presentada por el Ministro de Estado
en el Departamento de Guerra y Marina al Congreso Nacional de 1870. Buenos Aires, Imprenta
Americana, 1870, p.4.

! 7!
la administración porteña tomó las primeras medidas tendientes a reclutar mercenarios.
Entre los antecedentes más inmediatos cabe citar la disposición de octubre de 1858, que
autorizaba al Poder Ejecutivo bonaerense «[…] para invertir hasta la suma de dos
millones de pesos para reclutar fuera del Estado, por medio de enganchamiento ó
contratas, hasta el número de mil soldados, á fin de llenar los cuadros del Ejército».15
A principios de 1861 Bartolomé Mitre ya había enviado a Europa al escritor y militar
Hilario Ascasubi –que se transformaría en el principal emisario en este tipo de
operaciones- para llevar a cabo el enrolamiento de entre 800 y 1.000 soldados suizos,
misión que despertó las sospechas de Justo José de Urquiza acerca del alcance real de
las intenciones pacifistas del gobierno de Buenos Aires por más que, según parece, la
contratación finalmente no llegó a realizarse.16
En ese momento el mercado de mercenarios europeo se encontraba en pleno auge
debido a la superposición de varias guerras globales que tendieron a crear impulsos de
desmovilización y enganche simultáneos que llevaron a miles de hombres a cruzar el
Mediterráneo y el Atlántico en diversas direcciones. A los enfrentamientos de la
unificación italiana17 se sumaba el conflicto secesionista de los Estados Unidos de
Norteamérica18 y la ocupación francesa de México19, conflagraciones que

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15
«941.Proporcionando fondos al Poder Ejecutivo para reclutar fuera del Estado, por medio de
enganchamiento ó contratas, hasta el número de mil soldados y destinando á las armas los vagos, rateros,
etc.», 30/10/1858, en DOMÍNGUEZ, E., cit., p.105. Un acuerdo posterior del Ministerio de Guerra y
Marina, fechado en diciembre de 1858, establecía las condiciones para el enganche, teniendo en cuenta
los perjuicios que acarreaban las deserciones o incumplimiento por parte de los efectivos previamente
reclutados. Entre las condiciones que regían para el arma de Infantería se establecía un enganche de 4
años por 2.500 pesos, pagaderos 500 al engancharse y el resto en anualidades. Los que prefirieran hacerlo
por 3 años recibirían 2.000 pesos. Los contratados para la Artillería de a caballo recibirían 3.000 pesos
por cuatro años, mediante un anticipo de 500 al sentar plaza, cuotas de 500 por anualidades durante los
tres primeros años, y 1.000 al término del contrato. Para el resto de los artilleros de plaza corrían las
mismas condiciones que para la infantería. Cfr. «946. Determinando las cantidades que deben pagarse á
los individuos que tomen servicio como enganchados», 15/12/1858, DOMÍNGUEZ, E., cit., p. 112.
16
De Bartolomé Mitre a Justo José de Urquiza, 15/3/1861, en Archivo del General Mitre. Antecedentes
de Pavón, Tomo VII, Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1911, p. 222. Corroborando este dato,
Martín Maillefer, cónsul francés en Montevideo, señalaba que mientras Mitre suscribía la reconciliación
de Santa Fe «encargaba al poeta Ascasubi (por quien conozco este hecho) de ir a reclutar en Suiza 1500
hombres para el servicio particular de Buenos Aires; y quizás estimara prudente darles tiempo para que
lleguen». Cfr. De Martín Maillefer a Thouvenel, Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, 12/2/1861,
en “Informes Diplomáticos de los representantes de Francia en el Uruguay”, en Revista Histórica,
Montevideo, Año XLVII, Tomo XIX, Nº 55-57, 1953.
17
CECCHINATO, Eva, Camicie rosse. I Garibaldini dall’Unità alla Grande Guerra. Laterza, Roma-
Bari, 2007.
18
Sobre los cuerpos extranjeros en la guerra civil estadounidense, y en especial los vínculos entre los
agentes unionistas y Garibaldi, puede consultarse: DOYLE, Don H., The Cause of All Nations. An
International History of the American Civil War. New York, Basic Books, 2015, en especial el capítulo 7
«Foreign Legions».
19
GOUTTMAN, Alain, La guerre du Mexique. 1862-1867. Le mirage américain de Napoleón III, París,
Perrin, 2006.

! 8!
constantemente succionaban miles de hombres, junto a otros reclutamientos de menor
escala, como los embarques clandestinos atribuidos al príncipe de Joinville con destino
a Brasil20 o los alistamientos realizados por la célebre «Legión Extranjera» con base en
Argelia.21 Los puertos de Francia, Alemania, Bélgica e Italia se convirtieron así en un
abigarrado escenario donde se tejían redes de reclutamiento en las que participaban
agentes de diferentes gobiernos que rivalizaban por contratar a suizos, belgas, franceses,
italianos y polacos que, entre un conflicto y otro, se acumulaban en las principales
ciudades. Tal como informaba Ascasubi, en noviembre de 1862 «El gobierno italiano ha
consentido en que para Norte América se lleven todos los garibaldinos, y además de eso
los americanos hacen enrolamientos también en Francia», mientras que un año después
volvía a señalar la abierta competencia con los reclutadores que formaban expediciones
para Polonia y México.22 Simultáneamente el agente porteño también recibió un
ofrecimiento del conde de Rozwadowski, miembro del comité polaco de París, para
alistar una Legión de 500 emigrados de esa nacionalidad -que habían participado del
levantamiento contra Rusia y en ese momento «deambulaban» en el exilio- para
combatir en Argentina y, en caso de reiniciar las luchas de liberación en su país de
origen, volver a Europa.23 En ese mismo contexto Eduardo Calvari, otro de los activos
delegados del gobierno argentino y competidor de Ascasubi, también entabló
negociaciones en Roma con Monseñor Demerode para «poder enrolar los licenciados de
los regimientos extranjeros pontificios, que se componen de suizos y alemanes; de
modo que cada tres meses podría obtener cerca de cien ó más óptimos soldados».24
Por otra parte, cabe recordar que si bien es cierto que el corso marítimo estaba en
retirada a causa de la presión de varios estados y de la firma de convenciones
internacionales, no faltaron iniciativas como las desarrolladas por el capitán
norteamericano James Manlove, ex combatiente sudista de Maryland, que planteó al
gobierno de Francisco Solano López realizar una campaña naval contra los puertos del
Brasil, al tiempo que otras ofertas similares eran cursadas ante la embajada asunceña de
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20
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 24/1/1863, en Archivo del General Mitre. Presidencia de la
República. Cartas de Europa-La cuestión Hispano-Peruana-La República Oriental-Chile, Buenos Aires,
Biblioteca de La Nación, 1912, Tomo XIII, p.132.
21
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 6/1/1862, en Archivo del General Mitre. Tomo XIII, cit.,
p.118.
22
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 5/11/1862, 19/11/1863 y 23/3/1865, en Archivo del General
Mitre, cit., Tomo XIII, pp. 126 y 135.
23
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 24/8/1864, en Archivo del General Mitre, Tomo XIII, cit. pp.
152-153.!
24
De Eduardo Calvari a Bartolomé Mitre, 22/4/1865, en Archivo del General Mitre, Vol. XIII, cit.,
p.224.

! 9!
París.25 Por más que estos ofrecimientos muchas veces no llegaron a buen término,
ejemplifican acabadamente cómo se conjugaban en un mismo «mercado» de mano de
obra militar experiencias políticas y proyectos de muy diversa naturaleza. Incluso a
principios de 1863 el gobierno uruguayo, entonces presidido por Bernardo P. Berro,
presentó un proyecto a las Cámara de Representantes para contratar en Europa hasta
400 soldados, con el fin de asegurar el orden interno, un expediente que fue duramente
criticado por el periódico El Siglo.26
De acuerdo a la correspondencia oficial editada, fue a fines de 1861 cuando Ascasubi
comenzó a remitir desde los puertos de Francia sus primeras expediciones militares
destinadas a Buenos Aires.27 Aunque desconocemos los detalles, varios de los
contingentes formaban parte de contratos mayores en los que había participado
activamente la casa comercial de Rufino Varela, con el apoyo del embajador en París,
Emilio Balcarce.28 Dentro de esas gestiones, en enero de 1863 Ascasubi decía estar
despachando desde Burdeos a «los últimos hombres pertenecientes á los 250 del
contrato Varela». Como se infiere de numerosas notas posteriores, el comisionado
porteño continuó enviando desde mediados de 1863 varias expediciones más, que
correspondían a un nuevo contrato.29 Más adelante, en marzo de 1865, volvió a hacer
referencia a otro acuerdo ajustado el año anterior, por el cual se obligaba a contratar un
número de 500 hombres, cifra que en ese momento decía estar a punto de completar.30
De manera simultánea, a comienzos de 1864 Calvari también comenzó a enviar sus
propias expediciones de enganchados formadas por «óptimos soldados italianos y de
sanísima juventud».31 Entre febrero y julio ya había remitido cuatro embarques que

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
25
VILLAMIL PEÑA, Manuel, «Los corsarios sudistas en la Guerra de la Triple Alianza», en Historia
paraguaya. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Asunción, 1966, pp. 147-155.
26
«El orden no se sostiene con la fuerza», en El Siglo, Montevideo, Nº 39, 21/3/1863.
27
El 17 de noviembre de 1861 Bartolomé Mitre le comunicaba a Ascasubi el arribo de las dos primeras!
expediciones de enganchados conducidos por los buques «Bella Cubana» y «Providencia». De Hilario
Ascasubi a Bartolomé Mitre, 6/1/1862, en Archivo del General Mitre, Vol. XIII, cit. p.117. Sobre los
viajes a Europa de Ascasubi puede consultarse: MUJICA LAINEZ, Manuel, Vida de Aniceto el Gallo:
Hilario Ascasubi. Buenos Aires, Emecé, 1955 [hay varias reediciones posteriores].!
28
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 25/10/1862, 5/11/1862 y 24/12/1862, en Archivo del General
Mitre..Tomo XIII, cit., p.120 y 124.
29
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 7/11/1863, 19/11/1863, 24/11/1863, 5/12/1863 y 24/12/1863,
en Archivo del General Mitre Tomo XIII, cit., pp.132, 135, 139-140 y 145. Entre agosto, septiembre y
octubre de 1863 Ascasubi ya había remitido por este nuevo contrato 75 efectivos y en fechas posteriores
se alude a otras expediciones similares, de 25 hombres mensuales, que habrían salido el 25 de diciembre,
10 de enero y 5 de febrero de 1864.!
30
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 7/3/1865, en Archivo del General Mitre, Tomo XIII, cit., pp.
157-158.
31
De Eduardo Calvari a Bartolomé Mitre, 22/2/1864 y 22/3/1864, en Archivo del General Mitre, Tomo
XIII, cit., pp.231-232.

! 10!
totalizaban unos 187 efectivos, a los que se sumarían otros contingentes, como parte de
un plan más vasto que apuntaba a completar a fines de ese año un total de 500
hombres.32
Como queda claro entonces, cuando el gobierno argentino entró abiertamente en la
guerra del Paraguay ya existía un considerable background de mercenarios que, en
vistas de la información fragmentaria presentada arriba, es probable que rondara los
1.000 hombres distribuidos entre las distintas unidades del ejército, aunque esta cifra no
pasa de una especulación apoyada en datos escasos. Una vez comenzadas las
hostilidades, como era previsible, ese flujo continuó. En apenas seis notas enviadas
entre enero de 1866 y noviembre de 1867 por el vice-presidente argentino Marcos Paz a
Bartolomé Mitre, por entonces en el frente paraguayo, consta el envío de unos 843
«enganchados» europeos, sin contar otros 49 que permanecieron en Buenos Aires por
ser declarados como inútiles para la guerra.33 Los destinos de los efectivos reclutados en
Europa variaron a lo largo del período. Si durante la guerra del Paraguay una buena
porción de ellos fue destinada a la «Legión Militar», por lo que sabemos varios
contingentes también remontaron cuerpos de línea, algo que ya ocurría en el Batallón
Nº 8 descripto en enero de 1862 como «compuesto de enganchados extranjeros y
otros».34 Asimismo, en junio de 1865, Bartolomé Mitre refirió el caso de soldados
europeos presentes en el Batallón Nº 9, que estaban protagonizando numerosas
deserciones, por lo que cabe suponer que muchos enganchados fueron integrados a
unidades que a priori no eran completamente «extranjeras».35
A pesar de las apremiantes necesidades de la guerra, en febrero de 1867 el Poder
Ejecutivo decidió la suspensión del reclutamiento en Europa, al menos de la forma en
que se venía practicando hasta ese momento, debido a «los fuertes reclamos que se
promueven sobre los soldados enganchados en el extranjero, atendiendo á que los
mismos enganchados se quejan muchas veces de engaños, manifestando su falta de
voluntad para entrar al servicio, y que este sistema de remonta no ofrece ventajas al

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
32
De Eduardo Calvari a Bartolomé Mitre, 6/5/1865 y 23/7/1865, en Archivo del General Mitre, Tomo
XIII, cit., pp. 234-236.
33
Cfr. De Marcos Paz a Bartolomé Mitre, 17/1/1866, 13/2/1867, 18/9/1867, 6/11/1867, 12/11/1867,
29/11/1867, en Archivo del General Mitre. Guerra del Paraguay (conclusión). Tomo VI., Buenos Aires,
Biblioteca de La Nación, 1911, pp. 33, 205, 253, 307, 313, 334.
34
De Domingo F. Sarmiento a Bartolomé Mitre, 22/1/1862, Archivo del General Mitre. Pacificación y
reorganización Nacional. Después de Pavón (conclusión), Tomo XII, 1912, p.96
35
De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, 19/6/65, en Archivo del General Mitre, Tomo III, cit.,
p.11.

! 11!
Estado por las bajas considerables que se producen en consecuencia por la deserción».36
Al mes siguiente mediante un acuerdo el Ministerio de Gobierno, considerando
«notorios los abusos que cometen los agentes de enganches, y á su vez los enganchados,
después que han gastado el precio recibido» decidió prohibir a la Inspección de Milicias
el servicio de todo personero extranjero «á no ser presente certificado escrito del cual
conste que el Cónsul respectivo tiene conocimiento de que va á tomar servicio, como
soldado de línea, en los ejércitos de la República».37 Con independencia de estas
medidas el Gobierno manifestó su decisión de culminar los contratos que ya estaban en
curso. Ello explica que un año después de la suspensión, en enero de 1868, Mitre
esperara el arribo de 90 enganchados «que nos vienen de Europa»38 y que poco después
volviera a referirse a otros «400 soldados más» de la misma procedencia que debían
arribar a principios de febrero.39

La experiencia de estos hombres parece haber sido sumamente dura y sobre todo
marcada por las falsas promesas o violación de las estipulaciones inicialmente
acordadas con sus contratistas, algo que no pasó desapercibido para el propio elenco de
gobierno. Tanto Rufino de Elizalde como Varela habían llamado la atención a Ascasubi
sobre las quejas y deserciones producidas entre los enganchados a causa del supuesto
incumplimiento de los contratas firmadas en Europa.40 Al respecto es ejemplar el
conocido testimonio del «enganchado» suizo Ulrich Lopacher, natural de Trogen,
ciudad en la que murió octogenario hacia 1930, no sin antes narrar a Alfred Tobler sus
andanzas en el Nuevo Mundo como involuntario «soldado de fortuna». De acuerdo a su
relato, antes de partir hacia Argentina había sido remitido al ejército pontificio para
saldar una riña con un policía, logrando ascender a cabo tras algunos enfrentamientos
contra las fuerzas garibaldinas. Trasladado a Marsella, en abril de 1868 fue enganchado
por un capitán de barco italiano y agente del gobierno de Buenos Aires –probablemente
algún emisario de Ascasubi- zarpando para esa ciudad a bordo del velero «Antre
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
36
«1192. Suspendiendo el modo de Hacer el enganche de soldados en el extranjero», 7/2/1867, en
DOMÍNGUEZ, E., cit., p. 299.
37
«1193. Ordenando á la Inspección de Milicias no reciba personeros extranjeros, sin que el Cónsul
respectivo certifique por escrito que tiene conocimiento de ello», Alsina-Avellaneda, 13/3/1867, en
Ibídem, p.300.
38
De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, 20/1/1868, en Archivo del General Mitre, Tomo III, cit.,
p.164.
39
De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, 25/1/1868, en Archivo del General Mitre, Tomo III, cit.,
p.167.!
40
De Hilario Ascasubi a Bartolomé Mitre, 22/1/1863, en Archivo del General Mitre, Tomo XIII, cit.,
p.128.

! 12!
Maria», junto a otros 84 expedicionarios. Durante el trayecto el capitán les requisó sus
contratos, en los que supuestamente constaba que habían sido reclutados como colonos
para la provincia de Santa Fe, y les entregó otros documentos sin mayor valor, como
comprobaron al desembarcar en el Río de la Plata.41 En efecto, cuando arribaron al
puerto -luego de haber contraído malaria- fueron transportados a otra embarcación por
un par de compañías que subieron a bordo y obligados a vestir el uniforme militar.
Resignados ante el engaño, según comentaba Lopacher «Debimos aceptar nuestra
fatalidad: nos hicimos soldados argentinos»42. Acto seguido fueron destinados a la
fortaleza de Humaitá, donde arribaron en julio de 1868 para integrase a la «Legión
Militar» -que por entonces disponía de unos 300 efectivos-, habiendo transcurrido 91
días de viaje casi continuo desde la partida de Marsella.43 La vida de los enganchados
europeos en el campamento, minuciosamente descripta por Lopacher, se caracterizó por
el trato especialmente inhumano dado por los oficiales «criollos» a los reclutas europeos
que aunaban a su pertenencia social «popular» el carácter de extranjeros: «Para
nosotros, los gringos en servicio militar argentino, no había derechos ni justicia», siendo
común los castigos desproporcionados –y aún los fusilamientos- por faltas leves, que
motivaban a su vez las venganzas nocturnas contra los oficiales considerados más
represores.44 Luego de 26 meses de servicio, en el frente y en la Villa Occidental del
Gran Chaco, Lopacher terminó por desertar al Brasil, emprendiendo una fuga que a la
postre – no sabemos cuándo ni cómo- lo condujo de nuevo a Europa. Para ese entonces
de los 85 «colonizadores de Santa Fe» que habían pertenecido a su expedición, solo
cinco habían logrado sobrevivir.45 Aunque solo cotamos con testimonios aislados parece
que no solo los efectivos de tropa fueron víctimas de las promesas de los reclutadores:
en enero de 1868 Mitre recomendaba al Ministro de Guerra Juan A. Gelly y Obes a un
oficial español de prestigio, egresado del Colegio Militar, «pues parece que este pobre
ha sido engañado al enganchársele» luego de que hubiera realizado la campaña de Italia
junto a las fuerzas de Garibaldi.46

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
41
TOBLER, Alfred, LOPACHER, Ulrich, Un suizo en la guerra del Paraguay. Traducción y nota
preliminar de Arturo Nagy y Francisco Pérez-Maricevich. Editorial del Centenario SRL, Asunción, 1969,
p. 15.
42
Ibídem, p. 16.
43
Ibídem, pp. 21-23.
44
Ibídem, p. 24.
45
Ibídem, pp. 34-35.!
46
De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, 20/6/1868, en Archivo del General Mitre, Guerra del
Paraguay (continuación), Tomo III, Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1911, pp. 246-247.

! 13!
Si bien es muy poco lo que se conoce para el último tramo del siglo XIX, en el caso
uruguayo este mercado de enganchados y voluntarios conoció una nueva etapa durante
la llamada «Revolución de las Lanzas» (1870-1872) que enfrentó a rebeldes del partido
blanco al mando de Timoteo Aparicio y fuerzas gubernamentales, un conflicto que
movilizó a un número mucho mayor de combatientes que el destinado a la guerra contra
el Paraguay. En ese momento en ambas filas fue denunciada la presencia de
mercenarios y voluntarios –sobre todo italianos- así como jefes y cuerpos brasileños. En
el mismo contexto, en septiembre de 1870, el gobierno decidió crear una «Legión
Garibaldi» compuesta de dos batallones al mando del veterano Luis Botaro, mientras
que en filas rebeldes también figuró una pequeña «Legión Italiana» y una compañía de
voluntarios catalanes.47

3. Emigrados y cautivos: el polémico «voluntariado» paraguayo.

Como señalamos arriba, el itinerario de los cuerpos paraguayos enrolados dentro de las
fuerzas de guerra aliadas constituye un problema complejo, dado que trae a colación
situaciones bastante diversas. Por un lado nos referimos a la formación de la conocida
«Legión Paraguaya», un cuerpo voluntario político-militar inicialmente integrado por
«emigrados» opositores a Francisco Solano López que, tras varias negociaciones, pasó a
revistar dentro del ejército argentino y como tal combatió en el frente. No casualmente
el término «legionario» en el Paraguay de la posguerra se cargó de ribetes negativos,
siendo utilizado para denominar a aquellos sectores «colaboracionistas» que obtuvieron
altas posiciones de gobierno en un país en ruinas, muchos de los cuales habían sido
oficiales de este cuerpo. Por otro lado, hay que hacer alusión a los prisioneros –y
desertores- de las fuerzas paraguayas que prácticamente desde el inicio de la guerra
fueron dados de alta en compañías y batallones del ejército aliado, jugando un rol
protagónico sobre todo dentro de la denominada «División Oriental», que a la postre
terminó integrándose casi exclusivamente con ese tipo de tropas. Esta modalidad,
repetidamente cuestionada por la opinión pública y por algunos militares del bloque de
la Triple Alianza, frecuentemente estuvo asociada a un oscuro tráfico de prisioneros –y
civiles- efectuado por oficiales de los ejércitos aliados, lo que generó protestas
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
47
Cfr. «Órdenes generales. 1870», 7/9/1870, en Boletín Histórico del Ejército, Montevideo, Nº 141-144,
1974, p. 33. Sobre los italianos, brasileños y catalanes que revistaron en filas de Timoteo Aparicio cfr.
ARÓZTEGUY, Abdón, La revolución oriental de 1870, Buenos Aires, Lajouane, 1889, Tomo II, pp. 46,
63, 68 y 147.

! 14!
diplomáticas del gobierno paraguayo. Por otra parte la incorporación de grupos de
emigrados o milicianos procedentes de otros territorios dentro de fuerzas de guerra
estatales –ya fuesen estas dependientes de ligas, ciudades o estados «nacionales»-
constituía un expediente de antigua data en la región desde la década de 1810, como lo
ejemplifica la integración de «patriotas» chilenos en el ejército sanmartiniano, la
formación de la Legión Argentina de Montevideo (1839-1846) o la Legión correntina
durante la defensa de Buenos Aires (1852-1853).

Como es de sobra conocido, la creación de la «Legión Paraguaya», una especie de brazo


armado de la oposición al gobierno de los López en el exilio, formó parte de un proceso
político muy previo al estallido de la guerra. Fue sobre todo a partir de la década de
1850 que Buenos Aires se transformó en uno de los principales centros de organización
y propaganda política para un núcleo de familias «notables» –muchas de ellas
emparentadas entre sí- que voluntaria o compulsivamente habían ido abandonando su
país por motivos políticos. Entre 1857 y 1858 varios periódicos porteños, entre los que
se encontraban El Orden y La Reforma Pacífica, abrieron sus páginas a la publicación
de proclamas y dieron curso a ríspidos debates entre los sostenedores de proyectos
«regeneracionistas» que apuntaban a derrocar la «tiranía» lopizta e inscribir al Paraguay
en una senda liberal y voces afines al gobierno asunceño, entre los que destacó Juan J.
Brizuela. En diciembre de 1857, en un período particularmente marcado por
enfrentamientos diplomáticos entre los gobiernos de Buenos Aires y Asunción, un
núcleo de emigrados que ya se venía manifestando políticamente fundó la «Sociedad
Libertadora del Paraguay» que contó con su propio periódico -El Grito Paraguayo-
editado por el periodista chileno Francisco Bilbao –uno de los principales impulsores de
las actividades anti-lopiztas en el exilio- junto a los paraguayos Manuel Pedro de Peña y
Gregorio Machain y los uruguayos Fermín Ferreira y Artigas e Isaac de Tezanos,
miembros del «partido» colorado.48 No obstante, las rupturas internas llevaron a que el
grupo se difuminara hasta que el estallido de la guerra volvió a reflotar algunas de sus
iniciativas. Apenas iniciado el enfrentamiento entre la administración de Francisco
Solano López y el gobierno argentino, en diciembre de 1864 unos 40 activistas
constituyeron en Buenos Aires una «Asociación Paraguaya», entre cuyos objetivos se
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
48
Una detallada investigación y edición documental de las principales iniciativas periodísticas puede
verse en SCAVONE YEGROS, Ricardo (compilación, estudio preliminar y notas), Polémicas en torno al
Gobierno de Carlos Antonio López en la prensa de Buenos Aires, 1857-1858, Asunción, Tiempo de
Historia, 2010, pp. 13-62.

! 15!
proponía asumir «[…] de hoy en adelante la representación de la soberanía nacional de
la República del Paraguay, y sus derechos».49 Como sostiene Gill Aguinaga, mediante
esta cláusula el comité de emigrados quiso constituirse en «algo así como en un
gobierno nacional en el destierro, acaso con el propósito de tratar de igual a igual con
las potencias aliadas». No debe olvidarse además que, si bien en la práctica la
organización nunca fue reconocida a ese nivel por las autoridades firmantes del Tratado
de la Triple Alianza, varios de sus integrantes, una vez acabado el conflicto, asumieron
altas posiciones de gobierno como convencionales, ministros e incluso presidentes del
Paraguay post-lopizta.50
La idea de formar una legión militar paraguaya que acompañara a las fuerzas aliadas
surgió tempranamente una vez que se estableció la Asociación, dando lugar a tratativas
simultáneas ante las autoridades argentinas y brasileñas. En diciembre de 1864 la
Comisión Directiva de esta organización presentó al Ministro de Guerra Juan A. Gelly y
Obes una «Memoria» en la que se planteaba reclutar «mas de dos mil paraguayos que se
hallan diseminados en los Estados del litoral dela Republica Argentina» con el fin de
coadyuvar al derrocamiento de López.51 Al mismo tiempo los emigrados elevaron otro
memorándum al Ministro brasileño José Maria Da Silva Paranhos, que por entonces se
encontraba en Buenos Aires en misión especial, en el que se repetía la oferta de
«Levantar una fuerza paraguaya libertadora» en este caso aliada al ejército imperial,
«quitando completamente el caracter de guerra nacional á esta cruzada libertadora.»
Para ello los firmantes solicitaban «Ser reconocidos en el carácter que hemos asumido
de representantes delos derechos politicos dela Republica del Paraguay» para poder así
llevar a cabo «un pacto de alianza con el Imperio del Brasil» y recibir recursos en
calidad de préstamo «obligándonos á que la República del Paraguay pagará todos los
gastos qye sele hagan enla grra. qe emprendemos por su libertad y regeneracion»52,
peticiones que rubricaban la intención de presentarse ante las autoridades como un
auténtico gobierno exiliado y transformar a la lucha que comenzaba en un conflicto
civil.
En el marco de esas gestiones, en febrero de 1865 fueron designados por unanimidad
los ciudadanos paraguayos Fernando Iturburu y Federico Decoud, como primer y

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
49
Doc. 4 [21/12/1864], en GILL AGUINAGA, Juan B. La Asociación Paraguaya en la Guerra de la
Triple Alianza (prólogo de Antonio Ramos). Asunción, Edición del autor, 1959, p. 70.
50
GILL AGUINAGA, “Advertencia preliminar”, cit., p. 31.
51
Doc. 45, en Ibídem., p. 114.
52
Doc. 46, en Ibídem, p.115.

! 16!
segundo jefe del proyectado cuerpo de voluntarios, mientras que el 23 de marzo
siguiente se comisionó a Serapio Machain y Juan Francisco Decoud para que en
representación de la Asociación Paraguaya se dirigieran a Río de Janeiro para obtener
recursos y adelantar los trabajos de la «división Libertadora Paraguaya».53 Sin embargo,
luego de entrevistarse con el Emperador y sus ministros, en abril de ese mismo año, las
autoridades brasileñas aclararon que «O Governo Imperial nãos os recebeo nem os
concidora com carácter politico, mas pura é simplesmente como voluntarios» que serían
integrados dentro de las fuerzas que en ese momento operaban en el Uruguay,
negándose asimismo a entregar cualquier tipo de subsidios. Más exitosa en cambio fue
la gestión realizada ante Bartolomé Mitre y su Ministro de Guerra y Marina. Mediante
un decreto del 22 de abril de 1865 las autoridades determinaron que «Siendo la guerra
contra el Gobierno y no contra el Pueblo Paraguayo, y simpatizando el Gobierno y el
Pueblo Argentino con los votos de los ciudadanos paraguayos que desean ver imperar
en su patria las instituciones y los principios libres que rijen á las demás Repúblicas
americanas» se aceptó la «formación de una Legión, que lleve los colores del pueblo
hermano, encomendándole la reunión de los que voluntariamente quieran hacer parte de
ella […]».54 Fue probablemente a la luz de estas negociaciones previas que el artículo 7º
del Tratado secreto de la Triple Alianza firmado el 1º de mayo de 1865 en Buenos Aires
volvió a remarcar que «No siendo la guerra contra el pueblo del Paraguay sino contra su
Gobierno, los aliados podrán admitir en una Legión Paraguaya todos los ciudadanos de
esa Nacionalidad que quieran concurrir a derrocar a ese Gobierno, y les prestarán todos
los elementos que necesitaren en la forma y en las condiciones que se acordarán».55
Ahora bien, más allá de sus auspiciosos comienzos, la formación del cuerpo de
voluntarios chocó con innumerables obstáculos que amenazaron su concreción. En
primer término un enconado y persistente enfrentamiento entre Iturburu y Decoud, que
estalló apenas iniciada la guerra, coartó cualquier tipo de dirección unificada, suscitando
desconfianzas entre los mandos aliados acerca de la efectividad de los legionarios.56 Si
seguimos la correspondencia de la Asociación, parece claro que la creación efectiva del
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
53
Doc. 51 [23/3/1865] en Ibídem, p.120.
54
Nº 28. Legion Paraguaya, Departamento de Guerra y Marina, Bartolomé Mitre, Juan A. Gelly y Obes,
22/4/1865, Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y Marina al
Congreso Nacional de 1865, Buenos Aires, s.p.i., 1865, «Anexos», p.24
55
Anexo II. Texto del Tratado de la Triple Alianza, en ORIBE STEMMER, Juan, El umbral de la Triple
Alianza., Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2008, p. 397.
56
Según Gill Aguinaga la Comisión Directiva de la Asociación Paraguaya funcionó como tal hasta el 3
de octubre de 1865, luego de lo cual la organización solo existió de nombre, en momentos en que varios
miembros renunciaron y estallaron las divergencias entre los jefes legionarios que señalamos arriba.

! 17!
cuerpo se demoró considerablemente, más allá de que las listas de revista se pasaban
puntualmente al Estado Mayor. Todavía en septiembre de 1865, a cinco meses del
decreto aceptando la creación del cuerpo, Fernando Iturburu comunicaba desde el frente
que «La formacion de la Legion Paraguaya ha encontrado una fuerte oposición en casi
todos los Gefes del ejercito».57 Poco después el mismo jefe señalaba la situación
paradójica de haberse dado de alta en varias unidades aliadas casi 800 prisioneros
paraguayos mientras «aun nada se resuelve sobre la Legion», pese a las promesas que le
había realizado el Gral. Bartolomé Mitre.58 Además, por lo que puede inferirse de las
cifras disponibles, el poder de convocatoria de los integrantes de la Asociación entre sus
paisanos demostró ser bastante más bajo de lo anunciado en los proyectos iniciales,
distando de alcanzar los 2.000 reclutas prometidos. En noviembre de 1865, cuando
finalmente ya se habían formado dos compañías, dentro de la infantería revistaban 152
efectivos,59 alcanzando su punto máximo en 1869, cuando llegó a unos 300
combatientes, entre oficiales y soldados (cuadro 2). Por su parte, en 1868 la legión de
caballería reunía a 278 hombres, llegando en abril del año siguiente a 466, aunque es
probable que para esta última fecha ya hubiese incorporado prisioneros.

Cuadro 2. Legión Paraguaya (inf.)60 Total

Jefes Oficiales Sub.ofs. soldados

1867 2 24 242 268


1868 2 13 37 116 153
1869 3 16 290 309

Por otra parte, la naturaleza de cuerpo «nacional» que los miembros de la Asociación
quisieron imprimirle a la Legión no parece haber tenido una aceptación unánime dentro
de los oficiales de las fuerzas aliadas que en lugar de otorgarles una status político
propio, como veremos, prefirieron incorporar masivamente prisioneros a sus unidades.
Fue por esto que recién en marzo de 1869 la Legión pudo emplear una enseña del
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
57
Doc. 75 [19/9/1865], en GILL AGUINAGA, cit., p.147.
58
Doc. 78 [28/9/1865], en Ibídem, p. 150.
59
Doc. 85 [9/11/1865], en Ibídem, p. 156.
60
Mismas que para el cuadro 1, para los años respectivos.

! 18!
Paraguay, cuando ya había sido remontada con prisioneros de Lomas Valentinas e Itá
Ybaté.61 Esto probablemente se relacione con una nueva denuncia del Presidente López
ante el comandante Gastón de Orleans, señalando la presencia de banderas paraguayas
en la línea brasileña, lo que a priori constituía una violación del derecho de gentes.62
Finalmente, el 29 de agosto de 1869, el General en jefe de las fuerzas argentinas, Emilio
Mitre, solicitó a las autoridades de su país permiso para transferir «las dos Legiones
Paraguayas que actualmente se hallan en servicio de este Ejército» al gobierno
provisorio para que pudieran operar como cuerpos de policía «en el territorio dominado
por las armas Aliadas», integrando a sus filas a numerosos prisioneros, algunos de ellos
procedentes de los demás cuerpos aliados.63
La incorporación compulsiva de prisioneros paraguayos a las fuerzas aliadas y la
creación de circuitos de mano de obra servil/esclava articulados por muchos oficiales
orientales, argentinos y brasileños es un tema que aún resta por estudiarse en
profundidad. Como señalaron en trabajos pioneros Juan Manuel Casal y Alberto del
Pino Menck64, el proceso fue especialmente visible en la «División Oriental» que
terminó por transformarse en un cuerpo casi completamente paraguayo a nivel de tropa.
Esta metamorfosis refleja el fuerte rechazo inicial de los ciudadanos uruguayos
comprendidos en la Guardia Nacional a participar de la guerra y el casi nulo envío de
contingentes posteriores.65 En realidad la incorporación de prisioneros era una práctica

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
61
GILL AGUINAGA, cit., p. 31.
62
Cfr. la protesta y su respectiva contestación en Estado Mayor del Ejército, Documentos relativos a la
Guerra del Paraguay, 1865-1868. Montevideo, Estado Mayor del Ejército-Departamento de Estudios
Históricos-División Historia, 1977, Docs. Nº 227 y 228, pp. 142-143.
63
«Entrega al Gobierno Provisorio del Paraguay de las Lejiones Paraguayas que formaban parte del
Ejército Aliado», Nota de E. Mitre al Ministro de Guerra y Marina, Coronel Martín de Gainza, 29/8/1869,
en Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y Marina al Congreso
Nacional de 1870, Buenos Aires, Imprenta Americana, 1870, pp. 15-16.
64
CASAL, Juan Manuel, «La División Oriental en la Guerra del Paraguay», en CASAL, Juan Manuel,
WHIGHAM, Thomas (eds.), Paraguay: el nacionalismo y la guerra. Actas de las Primeras Jornadas
Internacionales de Historia del Paraguay en la Universidad de Montevideo, Asunción, Universidad de
Montevideo- Servilibro, 2009, pp. 35-44; DEL PINO MENCK, Alberto, «El estigma de los vencidos:
Prisioneros, pasados y traidores en la Guerra contra la Triple Alianza», en CASAL, Juan Manuel,
WHIGHAM, Thomas (editores), Paraguay: Investigaciones de historia social y política. III Jornadas
Internacionales de Historia del Paraguay en la Universidad de Montevideo. Asunción, Tiempo de
Historia, 2013, pp. 129-146.
65
Por lo poco que sabemos los sorteos públicos realizados para seleccionar a los guardias nacionales que
debían concurrir al frente en la capital uruguaya fueron cubiertos a través de colectas levantadas por cada
compañía con el fin de contratar personeros, algo común también en el caso argentino, donde se formó
una comisión para administrar un considerable fondo que tenía esa procedencia. En julio de 1865 los 285
efectivos del 2º Batallón de Guardia Nacional de Montevideo habían recaudado más de 4.000 pesos
transferidos a José C. Bustamante, jefe del «Batallón de Voluntarios» creado poco antes, para que
efectuara 52 enganches. Cfr. las listas de cada compañía y el detalle del sorteo en: Archivo General de la
Nación, Uruguay- Fondo del Ministerio de Guerra y Marina, Caja: legajo de julio de 1865. En el caso
oriental este tipo de práctica que implicaba una renuncia voluntaria al servicio cívico-militar, coadyuvó a

! 19!
antigua en la región, siendo muy común dentro de los ejércitos que combatieron durante
las anteriores «guerras civiles» rioplatenses que, con excepción de los cuadros de
oficiales, terminaban integrando a sus batallones a la mayor parte de los contingentes
derrotados. De hecho, la necesidad de incrementar el pie de fuerza de los ejércitos en
ciertos contextos había llevado a enrolar compulsivamente a prisioneros, como ocurrió
con los mercenarios germanos capturados por los revolucionarios durante las guerras de
independencia en Norte America.66 De la misma manera, como ha subrayado G.
Dempsey, varias de las legiones extranjeras que revistaron en las fuerzas napoleónicas
también se nutrían de soldados enemigos capturados durante la ocupación de los
territorios enemigos, lo que representaba una forma de resolver los problemas logísticos
del alimento y manutención de grandes masas de prisioneros, algo que también
incentivó el desarrollo de esta práctica en el caso paraguayo, pese a que estaba reñida
con el derecho.67

En el caso del frente paraguayo esta transformación se operó con inusitada rapidez,
luego de que los primeros enfrentamientos suministraran una masa de potenciales
«reclutas». Poco después de la batalla de Yatay, en agosto de 1865, el Gral. Venancio
Flores comunicaba a Bartolomé Mitre que «Los batallones orientales han sufrido una
gran baja; y estoy resuelto reemplazarla con los prisioneros paraguayos, dándole una
parte al general Paunero, para aumentar sus batallones, que están pequeños algunos».68
Un detallado estado de fuerza levantado en Paso de los Libres en septiembre de 1865
indica que 1.379 soldados y 5 oficiales de un total de 3.010 hombres, es decir un 45%,
eran prisioneros del sitio de Uruguayana (julio-agosto-1865), incluyendo un «batallón
de nueva creación» de 498 plazas al mando de mayor Francisco Elías, compuesto

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quitarle legitimidad al conflicto, como lo sugería León de Palleja «[…] es sensible que la Guardia
Nacional de Montevideo no haya tenido representación en el ejercicio oriental expedicionario, en el cual
debía, por su institución como país republicano, ocupar el puesto de preferencia». Cfr. PALLEJA, León
de, Diario de la campaña de las fuerzas aliadas contra el Paraguay, Tomo I. Montevideo, Biblioteca
Artigas- de Clásicos Uruguayos, 1960, Vol. 29, p. 16.
66
KREBS, Daniel, «Desperate for Soldiers: The Recruitment of German Prisoners of War during the
American War of Independence, 1776–83», en ARIELLI, Nir, COLLINS, Bruce, cit., pp.15-31.
67
DEMPSEY, G.,Napoleon’s mercenaries. Foreign Units in the French Armies under the Consulate and
Empire, 1799-1814, London, Greenhill Books, 2002, pp. 23-24.
68
De Venancio Flores a Bartolomé Mitre, 18/8/1865, en Archivo del General Mitre. Guerra del
Paraguay (continuación). Tomo IV., Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1911, p. 32.

! 20!
exclusivamente de paraguayos, que poco más tarde fue bautizado como
«Independencia».69 (cuadros 3 y 4).

Cuadro 3. Estado de fuerza de la «División Oriental» (26/9/1865).70


Ausentes Presentes Fuerza efectiva
Cuerpos Jefes Oficiales Tropa Jefes Oficiales Tropa Jefes Oficiales Tropa
“Segundo Escuadrón del
Regimiento de Artillería
Ligera” 1 7 236 1 7 242
Batallón “Florida” 3 33 2 23 637 2 31 670
Batallón “24 de Abril” 1 8 52 1 17 565 2 25 617
Batallón de “Voluntarios de la
Patria” 1 4 89 1 18 347 2 22 436
Batallón “Voluntarios de la
Libertad” 2 74 1 21 473 1 23 547
Batallón de “nueva creación” 1 11 498 1 11 498
Total 3.010

Cuadro 4. Prisioneros paraguayos destinados a la


"División Oriental" (26/9/1865)71
Cuerpos Oficiales Tropa
A la artillería 122
Al "Florida" 174
Al "24 de Abril" 202
A los "Voluntarios de la Patria" 50
A los "Voluntarios de la
Libertad" 2 333
Al batallón de “Nueva
creación” 3 498
Totales 5 1.379

De acuerdo a un informe elevado al Ministerio de Guerra y Marina del Estado Oriental


en marzo de 1868, que recoge Del Pino Menck, de un total de 710 efectivos entre jefes,
oficiales y tropa que por ese entonces componían el exiguo contingente oriental, 361
eran paraguayos, es decir más del 50%.72 Finalmente, cuando los restos de la «División

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
69
«Ordenes de la División Oriental, Guerra del Paraguay, 1865-1868», 25/9/1865, en Documentos, cit.,
p.178; CASAL, Juan Manuel, cit., pp.37-38. Por un error de tipeo o de suma, la tabla de León de Palleja
arroja un total de 1.879 prisioneros paraguayos incorporados, aunque en realidad se trataría de 1.379.
70
«Ejército aliado de Vanguardia. Brigada de la Infantería Oriental. Estado que manifiesta la fuerza
efectiva ausente y presente que tienen los cuerpos que lo componen hoy dia de la fecha», 26/9/1865, en
PALLEJA, León de, cit., p. 170.
71
Fuente: misma que el cuadro 3.
72
DEL PINO MENCK, cit., pp.139-140.

! 21!
Oriental» retornaron a Montevideo, en diciembre de 1869, de sus 250 combatientes, 100
eran paraguayos.73
Por el contrario, en el caso del ejército argentino parece haber existido cierta reticencia
a conceder el alta a prisioneros de guerra masivamente, tanto por motivos políticos
como económicos. En su conocida carta a Marcos Paz, escrita desde el cuartel general
de Capihisiqué el 4 de octubre de 1865, Mitre manifestó que no consideraba «ni
conveniente ni regular obligar al servicio a los prisioneros ni recargar con ellos nuestros
batallones», aunque sí creía admisible integrar entre un 10 y un 15% de aquellos
prisioneros que aceptaran enrolarse en calidad de voluntarios.74 Poco antes Rufino de
Elizalde había subrayado este mismo punto, enfatizando la necesidad de evitar al
máximo el empleo de prisioneros como tropa activa, privilegiando en cambio las
incorporaciones espontáneas:
«Esta cuestión es muy seria y debe usted considerarla no sólo desde el punto de vista
militar, sino desde el punto de vista del derecho y de la política. Aun el número de
prisioneros que sin peligro puedan incorporarse al ejército, debe ser con consentimiento
de ellos. Debe organizarse la Legión Paraguaya, como medida política y para llevar la
guerra civil y la base para organizar el Gobierno del Paraguay. Que se elija de entre los
prisioneros los más seguros y los que se adhieran la revolución contra López que
75
representa esa Legión, pero no debe pasar de poco número»

Esto no obstó a que cientos de prisioneros fuesen comisionados a tareas pasivas, como
picadores, asistentes de hospitales y zapadores dentro del ejército argentino de
operaciones. De acuerdo a un listado de distribución remitido por el propio Mitre en la
referida nota de octubre de 1865, 1.030 paraguayos estaban sometidos a ese régimen de
trabajo.76
La rápida difusión de esta práctica motivó el envío de una nota de protesta dirigida por
Francisco Solano López a Mitre el 20 de noviembre de 1865, en la que proponía
«regularizar» la guerra. En particular el presidente paraguayo denunciaba que:

«Tanto los prisioneros hechos en varios encuentros de ambas fuerzas, como


notablemente los de Yatahí y los rendidos de la Uruguayana, V. E. ha obligado empuñar
las armas contra la patria, aumentando por millares, con sus personas, el efectivo de su
ejército, haciéndolos traidores para privarles de los derechos de ciudadana y quitarles la
más remota esperanza de volver al seno de su patria y su familia, sea por un canje de

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
73
CASAL, Juan Manuel, cit., p.44.
74
De Bartolomé Mitre a Marcos Paz, 4/10/1865, en Archivo del General Mitre. Guerra del Paraguay
(continuación). Tomo V. Buenos Aires, Biblioteca de la Nación, 1911, p.330.
75
De Rufino de Elizalde a Bartolomé Mitre, 2/9/1865, en Archivo del Gral. Mitre, Tomo V, cit., pp. 82-
83.
76
De Bartolomé Mitre a Marcos Paz, 4/10/1865, en Archivo del Gral. Mitre, Tomo V cit., p. 330.

! 22!
prisioneros ó por cualquier otra transacción; y aquellos que han querido resistirse
destruir su patria con sus brazos, han sido inmediata y cruelmente inmolados.
Los que no han participado de tan inicua suerte, han servido para fines no menos
inhumanos y repugnantes, pues que en su mayor parte han sido llevados y reducidos la
esclavitud en el Brasil, y los que se prestaban menos, por el color de su cutis para ser
vendidos, han sido enviados al Estado Oriental y las provincias argentinas, de regalo,
como entes curiosos y sujetos a la servidumbre.»77

En efecto, tal como sugieren las fuentes, los «lotes» de prisioneros eran depositados
siguiendo un reparto de cuotas, para ser después distribuidos entre los batallones o
remitidos a los países integrantes de la Triple Alianza con diversos propósitos. Esta
práctica propició la creación de un amplio mercado de mano de obra coactivo,
fenómeno que avalaría la dimensión «colonial» e «híbrida» de esta contienda, aspecto
que subrayó con claridad Luc Capdevila.78
No solo los cuadros militares sino también las autoridades civiles alentaron este tipo de
circuitos. En noviembre de 1865, en la nota ya citada, de Elizalde había sugerido enviar
los cautivos paraguayos a Buenos Aires para «soltarlos en la ciudad para que busquen
colocación y se civilicen. Pueden colocarse en el Asilo de inmigrantes donde irán á
buscarlos y les pagarán buenos sueldos».79 Casi de modo simultáneo el Vice-presidente
Marco Paz le escribía a Mitre recordándole que no dejara «de mandar á ésta todos los
prisioneros que nos correspondan. En la frontera creo que han de ser muy útiles, ya sean
presos, soldados ó peones; aumentarán la población.»80 La misma correspondencia
oficial de Mitre alude a una abierta disputa por el robo de soldados –y probablemente
civiles- paraguayos por parte de oficiales brasileños y orientales, con el fin de venderlos
como mano de obra. Según sus cálculos la caballería brasileña había sustraído entre 800
y 1.000 de los 1.400 prisioneros que, tras la rendición de Uruguayana, le habían sido
entregados al ejército argentino, lo que a su entender demostraba la escasa disciplina de
la tropa y la corrupción existente entre los oficiales imperiales «pues los roban para
esclavos, y hasta hoy mismo andan robando y comprando prisioneros del otro lado»,
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
77
De Francisco Solano López a Bartolomé Mitre, 20/11/1865, en Archivo del General Mitre. Guerra del
Paraguay (continuación). Tomo IV., Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1911, p.108. En su
respuesta, cursada el 25 del mismo mes, si bien Mitre no decía nada sobre el tráfico de cautivos, sí
reconocía el servicio pasivo prestado por los prisioneros en hospitales, así como también aludía a que
«[…] muchos de ellos han ingresado en las filas de los ejércitos aliados, pero ha sido por voluntad propia
y por haberlo solicitado, gracia que no se les debía negar, cuando los paisanos del Paraguay, emigrados en
el territorio de las naciones aliadas, habían pedido espontáneamente armarse en calidad de tales, y se les
había reconocido este derecho», en clara alusión a la Legión Paraguaya. p. 112.
78
CAPDEVILA, Luc, «La Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) y la Guerra del Chaco (1932-1935).
Dos guerras internacionales en un marco colonial», en Corpus. Archivos virtuales de la alteridad
americana, Vol.5, Nº1, junio de 2015.[!https://corpusarchivos.revues.org/1399, consultado el 12/2/2016]!
79
De Rufino de Elizalde a Bartolomé Mitre, 2/9/1865, Archivo del General Mitre, Tomo V, cit. pp. 82-83.
80
De Marcos Paz a Bartolomé Mitre, 15/9/1865, Archivo del General Mitre, Tomo V, cit. p.301.

! 23!
tráfico del que también era acusada la caballería uruguaya.81 En su diario de campaña
León de Palleja también afirmó que en el instante en que «la caballería riograndense vio
que se trataba de rendición [de Uruguayana] se desbandó y avanzó las murallas en
procura de un paraguayito que alzaban en ancas y lo llevaban a su campo, en todos los
cuerpos se recogieron paraguayos, antes, como después de la salida de la guarnición».82
Por el momento, exceptuando testimonios impresionistas, carecemos de datos más
precisos que informen sobre el volumen y dirección de este mercado de cautivos. Para
el caso brasileño Adler Homero Fonseca de Castro sostiene que esta práctica estuvo
inicialmente destinada a abastecer de mano de obra a los estancieros de Río Grande do
Sul, pero terminó por fracasar «probablemente por los abusos cometidos por los
terratenientes» siendo los prisioneros a partir de allí destinados a trabajos en fábricas y
talleres, donde hacia 1869 se contabilizaban unos 2.183, solo en Río de Janeiro.83 De
cualquier manera, con la información existente no es posible saber si realmente ese
comercio cesó o bien continuó por vías clandestinas, ni cuál fue su volumen real a lo
largo de la contienda.
Por su parte, los generales Venancio Flores y Enrique Castro y el propio Ministro de
Guerra del Estado Oriental, José Gregorio Suárez, también estuvieron directamente
implicados en tratativas similares.84 Cuando en los inicios del conflicto los prisioneros
paraguayos comenzaron a afluir masivamente, según el testimonio de León de Palleja,
Flores manejó la posibilidad de conducir 600 de ellos a Montevideo para trabajar en la
industria saladeril, medida que abarataría los salarios, aunque no sabemos si el plan
pudo llevarse a cabo.85 El Gral. Castro dejó traslucir intenciones semejantes en algunas
cartas dirigidas al Ministro de Guerra en 1868 y 1869, casi al final de la contienda,
proponiendo retornar al Uruguay con 137 prisioneros que desde 1866 revistaban en la
«División Oriental» bajo su mando, con el fin de emplearlos en sus establecimientos o
bien formar unidades militares para apoyar al gobierno.86 Por más que se llegó a
proponer la formación de un cuerpo de guardia nacional de Montevideo integrado con
unos 120 prisioneros arribados a Montevideo en 1866 no hay mayores datos sobre su
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
81
De Marcos Paz a Bartolomé Mitre, 15/9/1865, Archivo del General Mitre, Tomo V, cit. p.331.
82
PALLEJA, León de, cit., pp. 153-154.
83
FONSECA DE CASTRO, Adler Homero, «Los prisioneros de guerra paraguayos. La experiencia
brasileña (1864-1870)», en CASAL, Juan Manuel, WHIGHAM, Thomas, cit., pp. 164-166.
84
CASAL, Juan Manuel, cit. p.42.
85
PALLEJA, León de, cit., p. 154,. Juan Manuel Casal refiere una polémica entre El Siglo y La Tribuna
de Montevideo sobre este proyecto, cit., p.38.
86
Doc. Nº 172, del Gral. Enrique Castro al Ministro de Guerra y Marina Gral. José G. Suárez, Asunción,
5/2/1869, p. 106 y Doc. 15/3/1869, en Documentos, cit., pp. 120-121.

! 24!
ejecución. La mayoría de ellos retornó al Paraguay en octubre del mismo año, enrolados
en el batallón «24 de abril», mientras que otros fueron integrados al «Libertad» y, tras
su disolución, al «Constitucional».87 Por otra parte, este intento de crear cuerpos
paraguayos en Uruguay chocó con la persistente desconfianza de varios integrantes del
elenco político «colorado» quienes temían los vínculos que se pudieran establecer entre
esos contingentes y los miembros del opositor «partido» blanco aspecto que, una vez
más, vuelve a traer a colación las complejas dinámicas entre guerra «nacional» y «de
partido» que rodearon a la contienda del Paraguay.88
De lo que no cabe mayor duda es de la existencia de un tráfico de niños paraguayos
conducidos a Montevideo como mano de obra servil, negocio en el que estuvieron
directamente implicados los citados Castro y Suárez. En diciembre de 1868 el primero
de ellos hizo referencia al envío de «Los Paraguayitos q.e me reclamas» los que «he
sabido q.e estan en Entre-Ríos, pero pierde cuidado q.e en estos dias tendré p.a
mandartelos».89 Dos meses después Castro volvió a referir el tema, lamentando que la
calidad de la «mercancía» anteriormente remitida no fuera del agrado del Ministro
Suárez, al tiempo que prometía continuar con los envíos: «siento que los muchachos no
hayan sido como deseabas, veré si consigo más ([chicos]) (criaturas) y mujercitas chicas
p.a q.e puedas llenar tus compromisos».90
Es probable que muchos de estos episodios, manejados con impunidad por sus
perpetradores, hayan sido posibilitados por la existencia previa de una brecha cultural
entre los combatientes, ensanchada durante la guerra, que cobró dimensiones «raciales»
y coadyuvó a desplegar un amplio repertorio de violencias extremas amparadas en la
noción de una «cruzada civilizatoria», algo que parece haber conformado un sustrato
común entre intelectuales liberales y oficiales de los ejércitos aliados.91

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
87
DEL PINO MENCK, Alberto, cit., pp. 138-183.
88
Nº 204, Del Gral. Enrique Castro al Ministro de Guerra y Marina Gral. José G. Suárez 15/3/1869, en
Documentos, cit., p. 123.!
89
Doc. Nº 129, Del Gral. Enrique Castro al Ministro de Guerra y Marina, Gral. José G. Suárez,
25/12/1868, en Documentos, cit. p.81.
90
Doc. Nº172 Del Gral. Enrique Castro al Ministro de Guerra y Marina, Gral. José G. Suárez, 5/2/1869,
en Documentos, cit., p. 104.
91
Sobre las prácticas y discursos de la violencia generados por ambos bandos durante la guerra puede
verse, entre otros trabajos: ARECES, Nidia, «Terror y violencia durante la Guerra del Paraguay: ‘La
masacre de 1869’ y las familias de Concepción», en European Review of Latin American and Caribbean
Studies, Vol.81, October, 2006, pp. 43-63; JOHANSSON, María Lucrecia, «Paraguay contra el monstruo
anti-republicano. El discurso periodístico paraguayo durante la Guerra de la Triple Alianza (1867-1869»,
en Historia Crítica, no 47, Mayo-Agosto, pp. 71-92 y «La noble propaganda de la libertad. Estrategias
propagandísticas de la prensa paraguaya durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870)», en Tinkuy,
Nº 21, 2014, 91-108; CABALLERO CAMPOS, Hérib, «El Periodismo de Guerra en el Paraguay (1864-
1870)», en Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, 01/02/2006 [https://nuevomundo.revues.org/1384].

! 25!
***
Sin duda, como ha sido remarcado en numerosas ocasiones, la conflagración del
Paraguay marcó un punto de quiebra en la historia de las guerras americanas.
Caracterizada por una movilización militar de proporciones inéditas y un enorme
impacto sobre la población civil paraguaya, que padeció saqueos y fue objeto de
masacres y desplazamientos masivos, frecuentemente esta contienda ha sido colocada
en pie de igualdad con otros conflictos decimonónicos de envergadura, como Crimea o
la guerra civil norteamericana.92 Sin embargo, tipificarla ha sido siempre un problema
más complejo, dado que, si por una parte se ha creído ver en ella a la primera guerra
inter-nacional de Sudamérica, por otro lado queda claro que ella se retroalimentó y
solapó con una serie de conflictos «intestinos», «civiles» o «facciosos» rioplatenses que
a la postre terminaron por ser fagocitados por una fuerte retórica nacionalista de los
gobiernos de turno, como en su momento denunciara Juan B. Alberdi.93 Desde esta
perspectiva varios elementos sugieren que política y militarmente nos encontramos en
una zona gris, entre las fuerzas de guerra que habían caracterizado la primera mitad del
XIX –contingentes multi-nacionales, que amalgamaban guardias nacionales, libertos,
soldados de línea, extranjeros residentes, mercenarios, comunidades indígenas,
prisioneros y «pasados» - y unos nuevos ejércitos «nacionales» más centralizados y
numerosos y con mayores niveles de tecnología, aunque sobre este punto es muy difícil
establecer un panorama sólido y sobre todo, no es aconsejable proponer interpretaciones
finalistas, tal como indicábamos arriba.
Como queda claro en las páginas precedentes las cuestiones traídas a colación aún
permanecen bajo un cono de sombras que solo investigaciones a partir de nuevos fondos
documentales podrán esclarecer y precisar. Si la historiografía rioplatense ha dedicado
numerosas investigaciones a las milicias rurales, ejércitos de línea y guardias
nacionales, el mundo del «reclutamiento transnacional» y la circulación de efectivos de
diversas procedencias por la región permanece en cambio mucho menos explorado. La
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
92
Sobre el «lugar» de la guerra del Paraguay en el contexto global resultan muy pertinentes las
reflexiones de CAPDEVILA, Luc, Une guerre total. Paraguay, 1864-1870. Essai d’Histoire du temps
présent, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2007, en especial pp. 17-22.
93
«[…] las guerras exteriores de ese país [la República Argentina] no son más que expedientes suscitados
á propósito, ya por la una, ya por la otra de sus fracciones, para encontrar la solución interior que cada
una desea. Son guerras civiles en el fondo, bajo la forma de guerras internacionales, como la presente».
Cfr. ALBERDI, Juan Bautista, Los intereses argentinos en la guerra del Paraguay con el Brasil. Cartas
dirigidas a sus amigos y compatriotas por Juan B. Alberdi, París, 1865?, pp. 28-29.

! 26!
integración de mercenarios o «enganchados», que repasamos sumariamente, constituye
un tema de múltiples aristas que debería ser considerado desde una perspectiva regional,
incluyendo otras áreas, como el Brasil imperial, que contaba con varios antecedentes de
contrata de soldados irlandeses y alemanes desde la década de 1820.94 En ese sentido
todavía no se han identificado las redes ni ciclos que pautaron esa historia de
dimensiones transatlánticas. Por lo pronto, como vimos arriba, desde el punto de vista
de las fuerzas de guerra del Estado de Buenos Aires/República Argentina, el conflicto
del Paraguay se insertó en un ciclo previo de incorporación de mercenarios al ejército
de línea, cuyos primeros intentos sistemáticos datan de fines de la década de 1850, que
fueron estableciendo vínculos entre la región rioplatense y los dinámicos mercados
europeos, por entonces en alza debido a la interrelación entre una serie de conflictos
mundiales. Todavía faltan tareas elementales, como la ubicación de los contratos de
enganche, determinar el rol jugado en ellos por las empresas mercantiles –como la casa
Varela, ya citada- o analizar el no menos relevante papel de los cónsules y diplomáticos
desplegados en Europa por las autoridades rioplatenses en los procesos de
reclutamiento. Solo después de reconstruir ese andamiaje será posible realizar un
esfuerzo de sistematización cuantitativa de los flujos de «soldados de fortuna»
arribados. Demás está agregar que no solo se trató de la simple articulación de unas
redes de reclutamiento o de una movilización de legiones y batallones extranjeros
locales: este proceso estuvo informado por una fidelidades y afinidades políticas –
también de larga data- tejidas entre buena parte de las comunidades de residentes
europeos y las autoridades «liberales» rioplatenses que constituye, por sí solo, un tema
de vastas proporciones que aquí hemos dejado mayormente de lado por razones de
espacio.
Por último, el rol jugado por las legiones y cuerpos paraguayos que revistaron dentro de
los ejércitos aliados ejemplifica -quizás mejor que ningún otro tópico- la naturaleza
compleja del conflicto, que por un lado sugiere un latente enfrentamiento civil dentro de
la elite asunceña al interior de un enfrentamiento internacional y por el otro da cuenta de
una dimensión colonialista, propia de una guerra de ocupación, de saqueos y extracción
de mano de obra «indígena».
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
94
DE PAIVA DOS SANTOS POZO, Gilmar, Inmigrantes irlandeses no Rio de Janeiro: Cotidiano e
revolta no primeiro reinado., São Paulo, Universidade de São Paulo, Facultade de Filosofia, Letras e
Ciências Humanas, 2010. Sobre este proceso también son de sumo interés las memorias del ex-oficial de
los ejércitos imperiales C. Schlichthorst: O Rio de Janeiro como é (1824-1826). Uma vez e nunca mais:
contribuições de um diário para a história atual, os costumes e especialmente a situação da tropa
estrangeira na capital do Brasil, Brasilia, Senado Federal, 2000.

! 27!
! 28!

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