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Amnis

Revue de civilisation contemporaine Europes/


Amériques
10 | 2011
Culture de guerre. Représenter et penser
l’affrontement (XIXe siècle à nos jours)

1914 y 1936: « culturas de guerra », excombatientes y


fascismos en Francia y España durante el periodo de
entreguerras.
Ángel Alcalde Fernández

Édition électronique
URL : http://journals.openedition.org/amnis/1251
DOI : 10.4000/amnis.1251
ISBN : 978-2-8218-0792-1
ISSN : 1764-7193

Éditeur
TELEMME - UMR 6570

Référence électronique
Ángel Alcalde Fernández, « 1914 y 1936: « culturas de guerra », excombatientes y fascismos en Francia y
España durante el periodo de entreguerras. », Amnis [En ligne], 10 | 2011, mis en ligne le 01 avril 2011,
consulté le 02 mai 2019. URL : http://journals.openedition.org/amnis/1251 ; DOI : 10.4000/
amnis.1251

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1914 y 1936: « culturas de guerra », excombatientes y fascismos en Francia y ... 1

1914 y 1936: « culturas de guerra »,


excombatientes y fascismos en
Francia y España durante el periodo
de entreguerras.
Ángel Alcalde Fernández

Introducción1
1 Varios de los conceptos que hemos insertado en el título de este artículo podrían, por sí
mismos, suscitar amplios debates historiográficos. Al reunirlos en un mismo enunciado
no pretendemos emprender su revisión, ni una nueva interpretación de las relaciones que
se adivinan entre ellos. Se aspira, en cambio, a explorar posibles líneas de investigación
comparada que podrían aclarar un panorama confuso. Sobre temas como el fascismo, la
guerra civil española o la « cultura de guerra » de la Primera Guerra Mundial existe ya
una enorme producción bibliográfica, característica de la posmodernidad, que con su
numerosa oferta epistemológica y conceptual puede suponer un obstáculo para ulteriores
interpretaciones y para la teorización2.
2 En contraste, se detectan profundas lagunas en el conocimiento de la categoría de
« excombatiente », que ha recibido una escasa atención en la historiografía
contemporaneísta. En Francia, disponer de una monumental obra de referencia sobre los
anciens combattants del periodo de entreguerras, la de Antoine Prost 3, no significa que se
cuenten con muchos otros trabajos que hayan ido más allá desde otras perspectivas sobre
el movimiento excombatiente francés, y critiquen una interpretación sobre éste que se ha
erigido en canónica: la de una cultura excombatiente francesa ajena o « alérgica » al
fascismo y leal al ideario republicano. En España, a causa, en parte, de la hasta hace poco
nula introducción de la línea investigadora sobre la « cultura de guerra », las

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publicaciones sobre los excombatientes de cualquiera de las guerras del siglo XX español
son prácticamente inexistentes4.
3 La noción de « cultura de guerra », además, muy utilizada desde los años 90 en la
historiografía anglosajona y francesa acerca de la Gran Guerra, no está exenta de
numerosos problemas epistemológicos, como son su indefinición y ambigüedad,
reconocidos por los propios promotores del concepto, frente a los cuales se ha alzado una
insoslayable corriente crítica5. Además, en los intentos de introducción de esta corriente
historiográfica en el estudio de temas españoles, especialmente la guerra civil, también ha
sido común la precaución en su uso, aunque no dejen de ensayarse definiciones más o
menos precisas6. Es posible, en cualquier caso, que la lentitud con que la « cultura de
guerra » se adopta como materia de trabajo en la historiografía sobre la guerra civil y el
franquismo provenga de la general debilidad de los estudios culturales multidisciplinares
y de óptica comparativa en España7. Pero convendría no importar esta categoría a las
síntesis interpretativas sobre la guerra civil y el franquismo sin contar previamente con
suficientes investigaciones de contenido empírico acerca de discursos, prácticas y
representaciones de lo que puede comprender la « cultura de guerra »8.
4 Con más problemas podemos toparnos al colocar « fascismo » en la misma oración que
« España » y « Francia ». En el país ibérico, es archiconocido el debate acerca de la
naturaleza del franquismo, cuya calificación de fascista o « fascistizado », suele chocar
con detractores, a pesar de que la investigación reciente sobre temas como la violencia
represiva, el partido único, la sacralización de la política y los apoyos sociales a la
dictadura suela apuntar en esta dirección9. Tres cuartos de lo mismo en el hexágono,
donde se ha denunciado la existencia de una « tesis inmunitaria », dominante entre los
especialistas franceses, que habla de la alergia o impermeabilidad en este país a la
ideología y movimientos fascistas, por más que desde hace tiempo las investigaciones de
autores diversos (normalmente provenientes del ámbito anglosajón) como Robert O.
Paxton, Zeev Sternhell o Robert Soucy, han demostrado lo contrario10.
5 Todo depende de las lentes con que miremos y del tipo de herramientas conceptuales que
utilicemos. Por eso, en primer lugar, procederemos a definir con precisión los términos
que utilizaremos en este artículo, y una vez claros, plantearemos unas hipótesis que luego
exploraremos sucintamente.
6 En primer lugar, por « cultura de guerra » entendemos el conjunto de discursos,
prácticas, sistemas simbólicos y representaciones producidos por un grupo social, en
relación a la experiencia de guerra y en un contexto bélico, aunque pueda darse o
persistir en periodos de paz, y que tiene como objetivo principal construir una identidad
grupal frente a un enemigo, y empujar al conjunto de la sociedad a participar en el
esfuerzo de guerra, sea en la movilización de retaguardia o en el combate en el frente,
incluyendo prácticas de violencia, las cuales también pueden entenderse como parte de la
cultura bélica. En efecto, la guerra es fácilmente interpretable como un « acto cultural »,
aunque no debe olvidarse que también implica una intensa actividad social 11.
7 De la traumática experiencia vital, social y cultural que es la guerra surge el
excombatiente. Como tal, no simplemente entendemos al individuo que ha sido
movilizado en el seno de una unidad armada durante un conflicto bélico, sino más bien a
aquél cuya identidad se ha forjado y/o transformado en una experiencia combatiente12.
Lo que más caracteriza la identidad excombatiente es la conciencia de ser alguien
diferente al resto de la sociedad, pues la experiencia de guerra ejerce la función de un rito
de paso que sitúa a aquellos que lo atraviesan en un nivel diferente. En virtud de esta

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esencia diferenciada, el excombatiente tiende a asociarse con sus iguales en defensa de


sus propios intereses materiales, y a realizar cultos ritualizados de autoafirmación o de
recuerdo a los caídos para conservar y reforzar su propia identidad. En ocasiones, el
asociacionismo excombatiente o excombatentismo, puede politizarse y adquirir rasgos
paramilitares. De este modo, los grupos excombatientes, aunque puedan diversificarse en
múltiples opciones ideológicas, suelen ostentar una cultura política común basada en una
serie de referentes: la valoración de la unidad, de la lealtad, del « apoliticismo », el
compañerismo, el patriotismo, etc. Todas estas características culturales proceden, de
hecho, de la propia experiencia bélica de los soldados, y por tanto forman parte de la
« cultura de guerra » en la que han sido socializados. En resumen, podría decirse que la
« cultura de guerra » de los combatientes se extiende en periodos de paz transformada en
una cultura política propia, en los casos en que los grupos excombatientes organizados
pasan al activismo político.
8 Aquí entendemos el fascismo sobre todo como un proceso característico del periodo de
entreguerras europeo, y lo definimos, con Robert O. Paxton, como una « forma de
conducta política » que, caracterizada por la obsesión por la decadencia de la comunidad
y por la práctica de cultos nacionalistas de exaltación, cristaliza en un partido político de
rasgos militaristas que reacciona contra la democracia y la izquierda política haciendo
amplio uso de la violencia, con el fin de erigir un nuevo orden nacional (a través de la
limpieza interior, política o racial) y/o internacional (a través de la conquista militar) 13.
Asumimos la idea de que el fascismo fue en sus diversas variantes no tanto una ideología
política coherente sino una praxis, que puede analizarse a través sus expresiones político-
culturales, acciones, estilos y prácticas14. Aceptamos que el franquismo fue el « fascismo
español », así como la Francia de Vichy fue el resultado de la confluencia de diversas
tendencias antirrepublicanas y antidemocráticas incluyendo los grupos fascistas
franceses15.
9 En otro lugar hemos abordado la relación existente entre los excombatientes y los
fascismos en el periodo de entreguerras europeo, que no es unívoca y requeriría mayor
atención de los historiadores16. No obstante, puede asumirse que los grupos
excombatientes fueron el canal por el que la experiencia de guerra se transmitió
culturalmente al fascismo, aunque también se dio la relación inversa, es decir, que los
fascismos instilaron en los grupos excombatientes una determinada interpretación de su
experiencia de guerra. Teóricamente, la « cultura de guerra » engendrada (aunque
recogiese tradiciones ideológicas anteriores) en la Primera Guerra Mundial, habría sido
conservada por los excombatientes, que habrían hallado en el fascismo un medio para
expresarla convertida en cultura política, a través del paramilitarismo, la violencia física
y simbólica, y referentes ideológicos provenientes de la experiencia bélica, como es el
culto al líder y a los caídos, o la forja de una « Comunidad Nacional » a imagen de la mítica
comunidad del frente, contra un enemigo demonizado17. George L. Mosse definió como
« brutalización » este proceso, muy claramente acontecido en Alemania, que condujo a la
aceptación social de las políticas nacional-socialistas y de genocidio18.
10 Sin embargo, la investigación social y los ejercicios de historia comparada llenan de
matices esta teoría. Sin ir más lejos, se ha cuestionado la validez de la idea de
« brutalización » para la Francia de entreguerras19. Para el caso Español, la aplicación del
concepto se complica por la no participación en la guerra de 1914, aunque existió cierta
cultura de guerra conectada con el africanismo y finalmente la guerra civil de 1936-1939
llevó al país a conocer la « guerra total » propia del siglo XX20. Tampoco se pueden ignorar

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procesos económicos y sociales, como la desmovilización masiva de los combatientes, que


determinaron en gran parte el abanico de opciones políticas de los grupos sociales en el
periodo de entreguerras, ni tampoco tradiciones históricas de cada nación, sin olvidar
que la experiencia de la guerra mundial no afectó de la misma manera a todos los países
europeos21.
11 A continuación, contextualizaremos los dos casos históricos que nos interesan, el español
y el francés, y sondearemos a través de algunas fuentes en qué medida esta línea
interpretativa, la de los excombatientes como vehículo de una « cultura de guerra » que
encuentra su expresión en el fascismo, puede ser afirmada.

España
12 En España puede detectarse la conexión cultural entre excombatentismo y fascismo antes
de la experiencia de la guerra civil española. En concreto, la literatura sobre la guerra de
Marruecos producida por autores que destacarían después como promotores, ideólogos y
activistas de Falange Española nos ofrece un precedente prefascista22. La prosa violenta y
los poemas de Luys Santa Marina representan aquel excombatentismo frustrado y
resentido contra el mundo de la retaguardia que podía ser tan bien capitalizado por el
fascismo en los años 20. Con un estilo elegíaco, y con referentes simbólicos que luego
recogería la retórica joseantoniana, Santa Marina escribía sobre el imposible regreso del
« guerrero », que llegaba febril, envuelto en una chilaba, tras haber luchado en el
desierto, al mundo fútil de la metrópoli, donde sólo le esperaba la decepción23.
13 Sin embargo, los excombatientes españoles de Marruecos nunca se organizaron como un
movimiento de masas, ni durante la dictadura de Primo de Rivera, ni durante la II
República. Tampoco durante estos lustros fueron un grupo de extracción de los
grupúsculos fascistas que fueron apareciendo en el país hasta 1936.
14 La guerra civil española cambió todo, al dejar como legado una masa de excombatientes
del ejército franquista, que fueron por lo general socializados e ideologizados en su seno,
y que el partido único FET-JONS se encargó, a partir de 1939, de encuadrar en la
Delegación Nacional de Excombatientes liderada por José Antonio Girón. En algunas
publicaciones de retaguardia y en la poco prolija prensa de trinchera que circuló por las
unidades franquistas durante el conflicto bélico pueden encontrarse muestras de esa
identidad excombatiente fraguada en la experiencia de guerra. A su vez, el Nuevo Estado
fue hábil, pues preparó una serie de textos programáticos y legislativos que proponían al
excombatiente como heroico hombre nuevo a partir del cual crear la nueva España. Sobre
todo, el título XVI del Fuero del Trabajo (1938), se comprometía a « incorporar a la
juventud combatiente a los puestos de trabajo, honor o de mando, a los que tienen
derecho como españoles y que han conquistado como héroes ». Con este tipo de
mecanismos, los excombatientes del ejército de Franco fueron absorbidos en las nuevas
estructuras totalitarias, beneficiados por múltiples ventajas, con lo cual el apoyo social al
franquismo se reforzó.
15 Aunque la Delegación Nacional de Excombatientes en teoría se componía de decenas de
miles de miembros, encuadrados en una estructura jerárquica con presencia en todas las
provincias españolas, durante toda su trayectoria histórica no contó en ningún momento
con un órgano de prensa ni boletín de información propio. Ello impide investigar de
manera sistemática el discurso, los sistemas simbólicos y de representaciones de las

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mentalidades de este amplio colectivo humano, pero a la vez tal hecho es muy
significativo: el franquismo tardó mucho tiempo en dejar espacio a la libre expresión de
los excombatientes, aunque estos fueron una rica cantera de adhesiones personales al
Caudillo. Es significativo que no se celebrase un congreso de excombatientes franquistas
hasta el año 1952, trece años después de acabar la guerra. Y en la prensa falangista de los
años 40 los artículos dedicados a ensalzar a los combatientes como base de la nueva
patria, aunque existieron, escasearon. Todo esto no debe esconder el hecho de que hubo
sectores excombatientes, como fueron los alféreces provisionales, que encontraron un
buen acomodo en el nuevo Estado y que obtuvieron rentables puestos de poder político,
sobre todo si antes de la guerra ya habían disfrutado de una posición social aventajada.
16 Lanzamos varias observaciones que serán interesantes en contraste con el caso francés.
En todo el periodo de entreguerras, no se dio en España ninguna corriente de
asociacionismo excombatiente (salvo quizá en la zona republicana durante la guerra civil,
donde los mutilados y veteranos del ejército leal a la República sí pudieron asociarse) 24:
durante la dictadura de Primo de Rivera, a pesar de su sacralización de la Patria y la
organización de milicias cívicas como el Somatén, no nos consta que existiera una
verdadera movilización de antiguos soldados de la guerra de Marruecos en defensa de sus
intereses ; y en cualquier caso, no la podía haber con las mismas dimensiones que en los
países europeos beligerantes de la Gran Guerra. La ausencia de libertades democráticas no
ayudaba a la proliferación de asociaciones autónomas, pero éstas tampoco emergieron
durante el efervescente sexenio republicano. Aún menos lo harían una vez instaurado el
régimen de Franco, que durante la guerra, al parecer, atajó cualquier conato de
organización autónoma de sus propios excombatientes. La destrucción violenta de las
tradiciones asociativas en todo el país no invitó tampoco a la aparición de grupos de
veteranos con reivindicaciones materiales o políticas, aunque éstas no supusieran peligro
para la dictadura.
17 Por otro lado, más allá de la literatura mencionada, antes de la guerra civil no hubo una
destacable « cultura de guerra » excombatiente, aunque las tradiciones políticas del
carlismo y el nacionalismo autoritario, junto al nuevo falangismo, incorporaron la
violencia física y simbólica en sus prácticas y discursos, lo que aceleró la escalada de
violencia política previa al estallido del 18 de julio de 193625. Durante la guerra civil,
ambos bandos desarrollaron una « cultura de guerra » que, aunque reclama mayor
investigación, parece comparable a la de las naciones beligerantes de la Primera Guerra
Mundial. El bando franquista empleó un discurso demonizador del enemigo e hizo amplio
uso de la « atrocity propaganda » ya ensayada desde 1914 en Europa26. Las prácticas
culturales de movilización de la retaguardia, de las que existía un amplio repertorio
también procedente de la Gran Guerra, fueron utilizadas a fondo en la zona franquista, lo
cual contribuyó tanto a la consolidación de adhesiones al nuevo régimen como la
exclusión del enemigo27.
18 En definitiva, el franquismo pudo beneficiarse de las identidades excombatientes forjadas
en la experiencia de guerra, y a medio y largo plazo este grupo social constituyó, en
general, un puntal de apoyo del régimen. La construcción e instrumentalización de mitos
bélicos, la ritualización de la cultura de la « Victoria » al menos hasta 1965, y el
mantenimiento de una religión política nacionalista fueron elementos muy importantes
para la pervivencia de la dictadura, aunque tampoco estuvieron desprovistos de tensiones
internas28.

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Francia
19 Francia fue uno de los países europeos que más sintieron el impacto de la Primera Guerra
Mundial. Los seis millones y medio de soldados franceses supervivientes en junio de 1919
constituían una auténtica génération du feu, compuesta por hombres de un amplio
intervalo de edades procedentes de todas las clases sociales y regiones29. Conocer la
realidad de la experiencia de guerra de los poilus fue desde la misma posguerra un reto
que topaba con la inconmensurable naturaleza violenta de su vivencia. Discernir realidad
y ficción en los relatos de los testigos de los acontecimientos fue la preocupación de
algunos estudiosos, como Jean Norton Cru30. En las últimas décadas, el análisis de los
discursos y representaciones mantenidos por los combatientes ha revelado la existencia
de una « cultura de guerra » que explicaría la relativamente larga resistencia moral de los
hombres de las trincheras y su consistente movilización durante cuatro años de masacre.
Según Stéphane Audoin-Rouzeau, junto a las actitudes de resignación, evasión,
pragmatismo e ironía que hacían tolerable la vida en el frente, el « sentimiento nacional »
interiorizado por los combatientes y expresado en su prensa de trinchera fue clave en ese
éxito31. La construcción simbólica del enemigo también jugó un papel relevante en las
mentalidades y motivaciones de los soldados, que en el momento de « estallar » la paz
habrían mostrado todavía un profundo resentimiento y odio hacia los alemanes32.
20 Aunque la gran mayoría de los combatientes franceses de la Primera Guerra Mundial
compartían los valores republicanos por los que en teoría se batieron, sería exagerado
afirmar que todos participaron de la misma « cultura de guerra » o que su experiencia
bélica fue la misma en todos los casos. En el seno de los ejércitos también las diferencias
sociales y las jerarquías hicieron que divergieran enormemente no sólo las vivencias
personales y expectativas, sino también las interpretaciones construidas a posteriori
sobre la experiencia de guerra. Además, al finalizar la guerra, la situación social de los
excombatientes varió extremadamente de unos colectivos sociales a otros. Todo esto se
traduciría en la acusada diversidad, tanto en términos políticos como organizativos, de
asociaciones de veteranos que fueron surgiendo en el país en los siguientes años.
21 No obstante, según Antoine Prost, puede hablarse de un único movimiento
excombatiente, caracterizado más por una « cultura de la paz » (del pacifismo) que por el
mantenimiento de actitudes guerreras. Tres millones de excombatientes franceses
participaron en asociaciones que actuaban como plataformas de sociabilidad de una clase
media predominantemente rural y republicana. Las mayoritarias fueron la Union Nationale
des Combattants (UNC) y la Union Fédérale (UF) (conservadora la primera y centrista la
segunda), que encontraron su horizonte en la unificación en una sola confederación de
excombatientes de carácter apolítico y protagonizaron esas tentativas unificadoras ya
durante los años 2033.
22 Reclamar la « unidad » excombatiente era, de hecho, una pauta de comportamiento
heredada del periodo bélico, que había comenzado con la « unión sacrée » aceptada por la
izquierda en 1914: en virtud del esfuerzo común de guerra, se dejaban de lado las
reivindicaciones sociales y se aparcaban las huelgas. Era lógico que la organización
conservadora UNC hiciera hincapié en el mantenimiento de esta unidad acabada la
guerra ; su propio lema en estos años fue « Unis comme au front », y su postura anti
huelguista muy clara en los primeros años 20. A pesar de las emborronadas fronteras
entre conservadurismo y fascismo durante el periodo de entreguerras europeo34, no sería

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justo calificar a este masivo movimiento excombatiente como fascista, si bien, como
veremos, también sería impreciso afirmar que « fue uno de los obstáculos mayores al
desarrollo de un fascismo francés »35.

Fig. 1: Historial de la Grande Guerre – Péronne (Somme).

23 El fascismo francés del periodo de entreguerras tuvo dos momentos u oleadas históricas
claramente identificables que lo sitúan en la misma longitud de onda que el resto de
fascismos europeos36. Como una reacción a la izquierda organizada en el Cartel des Gauches
, recogiendo tradiciones ideológicas anteriores catalizadas por la experiencia de la
Primera Guerra Mundial, e inspirándose en el fascismo italiano, el primer movimiento
fascista francés fue la Légion (fundada en 1924), liderada por Antoine Rédier, un
excombatiente autor de varios libros sobre su experiencia bélica. ¿En qué medida esta
experiencia de guerra fue el origen (como en un alto grado lo fue para Mussolini) 37 de la
evolución ideológica de Rédier hacia el fascismo ?
24 Rédier, un abogado y periodista que tenía 36 años al comenzar el conflicto mundial, había
combatido 24 meses en el frente de guerra, antes de alcanzar el grado de teniente,
pasando el resto de la campaña en el Estado Mayor. Su primer libro, Méditations dans la
tranchée, aparecido en febrero de 1916, llamó la atención por ser una de las primera obras
de reflexiones de un soldado en torno a la vivencia de combatir que se pudo leer en
Francia. No obstante, según Jean Norton Cru, el libro estaba sembrado de lugares
comunes, y no podía decirse que su autor fuera un portavoz de los verdaderos soldados.
Rédier mantenía un discurso nacionalista, lleno de prejuicios propios de la retaguardia.
Su segunda obra, Le capitaine, fue publicada en 1919, y en ella se plasmaba el mismo estilo
de reflexión sobre diversos temas ; no obstante, quizá como resultado de la ascensión en
la jerarquía militar de su autor, se introducían pensamientos sobre el principio de
« autoridad », acompañados de ideas políticas inspiradas en Charles Maurras. Según
Rédier, la libertad comenzaba donde terminaba la autoridad, y se afirmaba la inutilidad

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del voto para el pueblo francés: « si amas verdaderamente al pueblo, no pierdas,


consultándole, el tiempo que debes emplear en estar a su servicio »38.
25 La Légion de Rédier se presentó como una fuerza paramilitar antirrevolucionaria en la que
debían ingresar los excombatientes como únicos hombres preparados para esta tarea. De
hecho, los legionarios solieron ser excombatientes, católicos y de clase media 39. Esta
clientela fue más atraída, sin embargo, por las Jeunesses Patriotes también fundadas en
1924, y de hecho la Légion quedaría integrada en éste grupo fundado por otro
excombatiente francés: Pierre Taittinger. Las Jeunesses Patriotes no sólo contaban entres
sus líderes con notorios excombatientes y militares, y adoptaron una organización
militarista y jerárquica, sino que también sus militantes procedieron de asociaciones de
excombatientes conservadoras y nacionalistas como la UNC, la Ligue des Chefs de Section y
los Camarades de Combat ; el movimiento estaba comprometido abiertamente a traer el
espíritu de las trincheras a la política civil40. Otro grupo indiscutiblemente fascista
surgido en 1925 de la mano de Georges Valois, Le Faisceau, también recurrió a
excombatientes derechistas para formar su rama paramilitar, e incluso concibió a los
excombatientes como la nueva clase política que iba a sustituir a la de la democracia
liberal41.
26 En definitiva, los grupos fascistas franceses de la primera ola recurrieron ampliamente a
la mística del excombatiente, que puede entenderse como parte de la « cultura de
guerra » originada en 1914-1918, para la movilización de masas. No obstante, también
parece claro que habían fracasado en este objetivo a la altura de 1928.
27 Cuando arreció la crisis internacional de los años 30 en el país galo, los fascistas franceses
tuvieron su segunda oportunidad de ascenso, proliferando una vez más varias
organizaciones que asumían este comportamiento político en reacción de nuevo a la
pujanza de la izquierda. De nuevo estos grupos, incluyendo ahora Solidarité Française, Croix
de Feu/Parti Social Français, y más tarde el Parti Populaire Français, socialmente dominados
por individuos de clase media o de procedencia aristocrática o militar y compuestos por
pequeños burgueses, empleados y campesinos, recurrieron otra vez a la mística
combatiente y a los veteranos como base para su afiliación42.
28 Croix de Feu fue el grupo en el que más claramente entraban en contacto excombatentismo
y fascismo. Aunque para algunos historiadores, como Antoine Prost, la organización
fundada por el Coronel de la Rocque no puede considerarse fascista, otros han
demostrado su similitud con el fascismo italiano y el nazismo. Con ellos compartía la
hostilidad al marxismo y el liberalismo, el mismo énfasis en el ultranacionalismo, en el
principio de liderato, y un deseo retórico de terminar con el conflicto social ; sus
estrategias fueron similares43. También el movimiento Croix de Feu fue fundado por
excombatientes que se inspiraron en el « mito de la experiencia de guerra », y de hecho su
razón de ser era la de reunir a veteranos poseedores de tal condecoración, obtenida por
méritos de combate. Su programa político, como aquél del Faisceau, buscaba incorporar la
mentalidad del combatiente a la vida civil44. Su discurso, la iconografía y la simbología
utilizada tenían un fuerte carácter paramilitar, y en ellos la referencia a la experiencia de
guerra (a los soldados muertos, por ejemplo en la figura 2) era muy habitual.

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Fig. 2: Historial de la Grande Guerre – Péronne (Somme).

29 El 6 de febrero de 1934, con su motín contra la República parlamentaria francesa en plena


plaza de la Concordia de París, donde se concentraron miles de anciens combattants, ha
pasado a la historia como un día de disputada significación. Por un lado ha sido
interpretado como un arranque de indignación nacional y patriótica contra un régimen
corrupto, y por otro como una tentativa de golpe de Estado fascista destinado a derribar
la República, y que de hecho derribó el gobierno Daladier. Según el estudio de Serge
Berstein sobre aquel acontecimiento, en la realidad hay parte de lo uno y parte de lo otro.
Las ligas y asociaciones de excombatientes (incluyendo anecdóticamente la comunista
ARAC) secundaron una agitación comenzada días atrás por Action Française. No obstante,
la participación de los grupos de la UNC y de Croix de Feu en las acciones violentas del
motín, no parece que fuese relevante, si bien su presencia resultó amenazadora. El
acontecimiento, en cualquier caso, se convirtió para el movimiento excombatiente
antirrepublicano a partir de 1934 en un símbolo al que se recurrió más incluso que a la
propia experiencia de la guerra, cada vez más lejana45.
30 La cultura política de Croix de Feu y de la organización que le sucedió, el PSF entre 1936 y
1940, siguió manteniendo valores procedentes de la experiencia de guerra, aunque otras
prácticas nuevas, como fue el auxilio social a los necesitados (también conectado con el
fascismo), se incorporaron. Con la derrota francesa frente al nazismo en 1940, el régimen
de Vichy recogió estas iniciativas y valores, que apuntaban a lo que se llamaba una
Revolución Nacional. Además, Pétain inmediatamente apeló al apoyo de los
excombatientes para su régimen, presentándose como su líder natural, y una
organización nueva, la Légion des combattants français, sustituyó y unificó por la fuerza a la
multiplicidad de asociaciones de excombatientes del país46. Así, el largo camino de los
excombatientes franceses hasta su integración en el régimen de Vichy, culminó en esta
unificación forzada que Antoine Prost consideró como estado natural del movimiento de

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los anciens combattants47. En este contexto se hizo mucho más estrecha o cercana la
relación entre excombatentismo y fascismo en Francia por la que nos hemos preguntado
en este artículo.

Conclusión
31 La investigación sistemática comparada de la experiencia dictatorial francesa con la del
régimen de Franco hasta 1945 podría proporcionar importantes conocimientos sobre la
función de la « cultura de guerra » promovida desde los regímenes autoritarios o fascistas
en el periodo, aunque ese trabajo exhaustivo escapa a los objetivos de este artículo. La
« cultura de guerra » de los grupos excombatientes en ambos países durante 1914-1945
tuvo rasgos diferentes entre sí, pues procedían de experiencias de guerra
extremadamente distintas. No obstante, estas « culturas de guerra » compartieron unas
mismas funcionalidades, y en ambos casos se detecta la conexión de la mística
excombatiente con el fascismo.
32 Esta relación no permitió, sin embargo, en ninguno de los casos históricos, espolear una
movilización desde abajo suficientemente poderosa como para provocar la destrucción de
la democracia o la instauración de una dictadura. La « cultura de guerra » de los
excombatientes fascistas, con su exaltación nacionalista, de la jerarquía y la obediencia,
perteneció más a suboficiales y oficiales, a grupos sociales determinados, y era diferente a
la de muchísimos excombatientes que en la posguerra optaron por otras opciones
políticas, asumiendo valores también procedentes de la experiencia de guerra como el
compañerismo, el sacrificio, el honor, el pacifismo, etc. Sería interesante explorar
contrastadamente las « culturas de guerra » y culturas políticas mantenidas por los
diferentes grupos políticos de excombatientes, con atención puesta a sus
condicionamientos sociales. Además, fueron guerras lo que realmente posibilitó los
regímenes franquista y de Vichy. Ambos, durante su existencia, se beneficiaron del apoyo
de excombatientes a los que encuadraron en organizaciones de carácter totalitario, cuyo
estudio comparado también sería de sumo interés.

NOTES
1. Este artículo ha sido posible gracias a una ayuda del Programa Europa XXI para estancias de
investigación, patrocinado por DGA (CONAID) y CAI, para el proyecto « 1914 y 1936: experiencias
de guerra, representaciones y funciones sociales y políticas de los excombatientes en Europa y
España. Culturas de guerra comparadas ».
2. Ankersmit, Frank R., « Historiografía y posmodernismo », Historia Social, 50, 2004, pp. 7-24.
3. Prost, Antoine, Les Anciens Combattants et la Societé Française 1914-1939, Paris, Presses de la
Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1977, 3 vols. Prost, Antoine, In the Wake of War: Les
‘Anciens Combattants’ and the French Society, Providence/Oxford, Berg, 1992.
4. González Calleja, Eduardo, « La cultura de guerra como propuesta historiográfica: una
reflexión general desde el contemporaneísmo español », Historia Social, 61, 2008, pp. 69-87.

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5. Burke, Peter, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006, pp. 139 y ss. Becker, Jean-
Jacques et alii, Guerre et cultures 1914-1918, Paris, Armand-Colin, 1994, especialmente pp. 7-10;
Audoin-Rouzeau, Stéphane y Becker, Annette, 14-18, retrouver la Guerre, Paris, Gallimard, 2000;
Becker, Jean-Jacques, (dir.), Histoire culturelle de la Grande Guerre, Paris, Armand-Colin, 2005,
especialmente pp. 255-271; críticas a esta perspectiva en Buton, François, Loez, André, Mariot y
Nicolas y Oliveira, Philippe, « 1914-1918: retrouver la controverse », La vie des idées, diciembre
2008, http://www.laviedesidees.fr/1914-1918-retrouver-la-controverse.html
6. Ealham, Chris y Richards, Michael, (eds.), The Splintering of Spain: Cultural History and the Spanish
Civil War, Cambridge, Cambridge University Press, 2005, recientemente traducido al español:
España fragmentada: Historia cultural y guerra civil española, Granada, Comares, 2010. Rodrigo, Javier,
(ed.), « Retaguardia y cultura de guerra », Ayer, 76, 2009.
7. Graham, Helen y Labanyi, Jo, (eds.), Spanish Cultural Studies. An Introduction: The Struggle for
Modernity, Oxford/New York, Oxford University Press, 1995.
8. Un ejemplo destacable de esta propuesta investigadora, centrada en los discursos
nacionalistas durante la guerra civil es Núñez Seixas, Xosé M., ¡Fuera el invasor!: Nacionalismos y
movilización bélica durante la guerra civil española (1936-1939), Madrid, Marcial Pons, 2006.
9. Cenarro Lagunas, Ángela, « Muerte y subordinación en la España franquista: el imperio de la
violencia como base del “Nuevo Estado” », Historia Social, 30, 1998, pp. 5-22; Saz, Ismael, Fascismo y
franquismo, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2004; Cobo Romero, Francisco, «
El franquismo y los imaginarios míticos del fascismo europeo de entreguerras », Ayer, 71, 2008,
pp. 117-151.
10. Dobry, Michel, (dir.), Le mythe de l’allergie française au fascisme, Paris, Albin Michel, 2003.
11. Keegan, John, El rosto de la batalla, Madrid, Ed. Ejército, 1990 (1ª ed. Inglés 1976); cfr. Smith,
Leonard V., Between mutiny and obedience: The case of the French Fifth Infantry Division during World
War I, Princeton/New Jersey, Princeton University Press, 1994, p. xv.
12. Leed, Eric J., No Man’s Land: Combat & Identity in World War I, Cambridge, Cambridge University
Press, 1979, pp. 194-195. Audoin-Rouzeau, Stéphane, Combattre: Une anthropologie historique de la
guerre moderne (XIXe-XXIe siècle), Paris, Éditions du Seuil, 2008.
13. Paxton, Robert O., Anatomía del fascismo, Barcelona, Penínusla, 2005, p. 255. Morgan, Philip,
Fascism in Europe, 1919-1945, London, Routledge, 2003, esp. pp. 13-14.
14. Reichardt, Sven, Faschistische Kampfbünde: Gewalt und Gemeinschaft im italienischen Squadrismus
und in der deutschen SA, Köln/Weimar/Wien, Böhlau, 2002, pp. 19-26.
15. Riquer, Borja de, La dictadura de Franco, Barcelona, Crítica/Marcial Pons, 2010, p. 15. Paxton,
Robert O., Vichy France: Old Guard and New Order, 1940-1944, New York, Alfred A. Knopf, 1972.
16. Alcalde Fernández, Ángel, « Experiencias de guerra y fascismos. Los excombatientes en
Europa y España (1914-1945): una introducción comparativa », Frías, Carmen, Ledesma, José Luis
y Rodrigo, Javier, (eds.), Reevaluaciones. Historias locales, miradas globales (VII Congreso de Historia
local de Aragón), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2011, en prensa.
17. Mosse, George L., « Two World Wars and the Myth of the War Experience », Journal of
Contemporary History, Vol. 21, 1986, pp. 491-513.
18. Mosse, George L., Fallen Soldiers: Reshaping the memory of the world wars, Oxford University
Press, New York, 1990.
19. Audoin-Rouzeau, Stéphane, « Préface », Mosse, George L., De la Grande Guerre au totalitarisme:
La brutalisation des sociétés européennes, Hachette, Paris, 1999.
20. Baumeister, Martin, Schüler-Springorum, Stefanie, (eds.),“If You Tolerate This…”: The Spanish
Civil War in the Age of Total War, Frankfurt/New York, Campus Verlag, 2008.
21. Seipp, Adam R., The Ordeal of Peace: Demobilization and the Urban Experience in Britain and
Germany, 1917-1921, Farnham, Ashgate, 2009. Luebbert, Gregory M., Liberalismo, fascismo o
socialdemocracia: clases sociales y orígenes políticos de los regímenes de la Europa de entreguerras,
Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997 (1ª ed. inglés 1991).

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22. Viscarri, Dionisio, Nacionalismo autoritario y orientalismo: La narrativa prefascista de la guerra de


Marruecos (1921-1927), Bolonia, Il Capitello del Sole, 2004.
23. Santa Marina, Luys, Tras el águila del César: Elegía del Tercio, 1921-1922, Barcelona, Planeta, 1980,
esp. pp. 201-202.
24. Aguilar, Paloma, « Agents of Memory: Spanish Civil War veterans and disabled soldiers »,
Winter, Jay y Sivan, Emmanuel, (eds.), War and Remembrance in the Twentieth Century, Cambridge,
Cambridge University Press, 1999, pp. 84-103.
25. Véase por ejemplo Muñoz, Javier, Ledesma, José Luis y Rodrigo, Javier, (coords.), Culturas y
políticas de la violencia: España siglo XX, Madrid, Siete Mares, 2005.
26. Sevillano Calero, Francisco, Rojos: la representación del enemigo en la guerra civil, Madrid,
Alianza, 2007. Horne, John y Kramer, Alan, German Atrocities 1914: A History of Denial, New Haven,
London, Yale University Press, 2001.
27. Alcalde Fernández, Ángel, Lazos de Sangre: Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza.
La Junta Recaudatoria Civil (1936-1939), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2010.
28. Sevillano Calero, Francisco, « Cultura de guerra y políticas conmemorativas en España del
franquismo a la Transición », Historia Social, 61, 2008, pp. 127-145. Di Febo, Giuliana, Ritos de guerra
y de victoria en la España franquista, Bilbao, Desclée, 2002. Box, Zira, España año cero: La construcción
simbólica del franquismo, Madrid, Alianza, 2010. Alcalde Fernández, Ángel, « La “gesta heroica” de
Belchite: construcción y pervivencia de un mito bélico franquista », Ayer, 80, 2010, pp. 193-214.
29. Prost, Antoine, op. cit., vol. 2, pp. 13-15.
30. Smith, Leonard V., « Jean Norton Cru et la subjectivité de l’objectivité », Becker, Jean-
Jacques, (dir.), op. cit., pp. 89-100.
31. Audoin-Rouzeau, Stéphane, 14 18 les combattants des tranchées: à travers leurs journaux, Paris,
Armand-Colin, 1986.
32. Por ejemplo véase Courmont, Juliette, L’odeur de l’ennemi, Paris, Armand-Colin, 2010. Cabanes,
Bruno, La Victoire endeuillée. La sortie de guerre des soldats français (1918-1920), Paris, Seuil, 2004.
33. Prost, Antoine, Les anciens… op. cit.
34. Blinkhorn, Martin, (ed.), Fascists and Conservatives. The Radical Right and the establishment in
twentieth-century Europe, London, U. Hyman, 1990.
35. Prost, Antoine, Les anciens… op. cit., vol. 3, p. 119.
36. Morgan, Philip, op. cit.; Soucy, Robert, French Fascism: The First Wave, 1924-1933, New Haven &
London, Yale University Press, 1986.
37. O’ Brien, Paul, Mussolini in the First World War: the Journalist, the Soldier, the Fascist, Oxford, Berg,
2004.
38. Cru, Jean-Norton, Témoins, Nancy, Presses Universitaires de Nancy, 2006 (1ª ed. 1929), pp.
459-562. Cfr. Rédier, Antoine, Méditations dans la tranchée, Paris, 1918 y Le capitaine, Paris, 1919, p.
237 (la cita traducción mía)
39. Soucy, Robert, op. cit., pp. 28-29.
40. Ibid, pp. 39-86.
41. Ibid, pp. 87-125.
42. Soucy, Robert, French Fascism: The Second Wave 1933-1939, New Haven & London, Yale
University Press, 1995.
43. Kenedy, Sean, Reconciling France against Democracy: The Croix de Feu and the Parti Social Français,
1927-1945, Montreal &Kingston/London/Ithaca, McGill-Queen’s University Press, 2007.
44. Kalman, Samuel, The extreme right in interwar France: the Faisceau and the Croix de Feu,
Hampshire, Ashgate, 2008.
45. Berstein, Serge, Le 6 février 1934, Paris, Gallimard, 1975. Véase por ejemplo Le Document,
numéro spécial, junio 1935, « Qué veulent, que peuvent les Croix de Feu »; folleto Pourquoi nous
sommes devenus Croix de Feu, Clermont, 1935.

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46. Cointet, Jean-Paul, La Légion Française des Combattants, 1940-1944: La tentation du fascisme, Paris,
Albin-Michel, 1995.
47. Prost, Antoine, « Les Anciens Combattants. Aux origines de la Légion: Les mouvements
d’Anciens Combattants », Texto mecanografiado, 6 pp., Fondation Nationale des Sciences
Politiques, 1970.

RÉSUMÉS
A partir d'une approche comparative, cet article analyse dans quelle mesure les « cultures de
guerre » des anciens combattants ont joué un rôle important dans le développement de
mouvements fascistes en France et en Espagne. La recherche sur cette question pourrait
améliorer nos connaissances sur le lien entre la « culture de guerre », le fascisme et les
organisations d’anciens combattants dans l’Europe de l'entre-deux-guerres. Cet article suggère
que, même si les discours et les représentations issus de l’expérience de guerre des anciens
combattants proches des mouvements fascistes ont été incapables de mobiliser les masses contre
les institutions démocratiques, l'avènement et la consolidation de systèmes autoritaires en
Espagne (1939) et en France (1940) ont conduit les autorités des deux Etats à tirer profit de la
loyauté des anciens combattants.

In this article, I use a comparative approach to evidence the crucial role of veterans’ war cultures
in the development of French and Spanish fascist movements. Research on this topic will
improve historic knowledge on the concept of « war culture », and its relationship to fascism and
European veteran movements of the interwar period. I argue that, in spite of their
representations and discourses, fascists were not able to massively mobilize war veterans against
their legal Governments. However, Spanish (1939) and French (1940) dictatorships later used
those discourses and images to obtain the veterans’ loyalty.

Este artículo explora mediante una perspectiva comparada entre Francia y España la hipótesis de
que las « culturas de guerra » de los excombatientes desempeñaron un importante rol en el
desarrollo de movimientos fascistas en estos países. La investigación sobre estos temas podría
incrementar el conocimiento acerca del concepto de « culturas de guerra », y su relación con los
fascismos y los movimientos de excombatientes en el periodo de entreguerras europeo. Se
sugiere que, a pesar de que los discursos y representaciones procedentes de la experiencia de
guerra mantenidos por los excombatientes fascistas en los periodos posbélicos no consiguieron
atraer a las masas en contra del Estado, cuando fueron instaurados sendas dictaduras en Francia
(1940) y España (1939), los nuevos Estados se aprovecharon de la lealtad de los excombatientes.

INDEX
Mots-clés : anciens combattants, cultures de guerre, Espagne, France, guerre civile
Keywords : Civil War, Spain, Veterans, War culture
Palabras claves : culturas de guerra, España, excombatientes, Francia, Guerra Civil

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1914 y 1936: « culturas de guerra », excombatientes y fascismos en Francia y ... 14

AUTEUR
ÁNGEL ALCALDE FERNÁNDEZ
Universidad de Zaragoza / Residencia de Estudiantes, España,angelalcaldefernandez@gmail.com

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