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ANÁLISIS CRÍTICO: “LÍMITES PLANETARIOS: GUÍA DEL DESARROOLLO

HUMANO EN UN PLANETA CAMBIANTE”


MAESTRANTE: BRIGITTE AMPARO JESÚS JUÁREZ VERÁSTEGUI

Este artículo destaca la necesidad de un nuevo paradigma que armonice el

desarrollo continuo de las sociedades humanas con la preservación del sistema

terrestre en un estado resiliente y sostenible. El marco de límites planetarios se

presenta como una herramienta fundamental en la consecución de este

paradigma, al ofrecer un análisis basado en la ciencia del riesgo. Este análisis

se centra en la evaluación de cómo las perturbaciones generadas por las

actividades humanas podrían desestabilizar el sistema terrestre a nivel global.

Con referencia al estado actual de las variables de control de siete de los

límites planetarios: Se destaca que estos límites tienen una base científica y

que superar los niveles de perturbación humana podría alterar

significativamente el funcionamiento de los servicios ecosistémicos (ES). La

transgresión de los PB se presenta como un riesgo sustancial que podría

desestabilizar el Holoceno, el estado en el que se encuentran las sociedades

modernas.

El objetivo principal es aprovechar la creciente comprensión del funcionamiento

y resiliencia del sistema Tierra. Además, se menciona que el marco ha sido

sometido a escrutinio científico y ha generado considerable interés y debate en

los sectores de políticas, gobernanza y negocios, especialmente en el contexto

de los esfuerzos hacia la sostenibilidad global.


La introducción contextualiza el marco básico al señalar que, a lo largo de la

historia, la humanidad ha enfrentado problemas ambientales. Esto ayuda a

situar el marco en un contexto histórico relevante; además proporciona

ejemplos históricos específicos, como el uso de vías fluviales locales y cuencas

aéreas como vertederos industriales. Estos ejemplos ilustran de manera

efectiva cómo las sociedades han interactuado con su entorno.

Cabe indicar que se destaca la necesidad de regulación ambiental debido a la

erosión de la calidad ambiental local y regional, amenazando la salud humana

y degradando los ecosistemas. Esta explicación justifica la introducción de

límites o restricciones regionales sobre las emisiones y extracciones

ambientales.

El presente artículo aborda la evolución de los desafíos ambientales a nivel

planetario y la creciente importancia del marco de "límites planetarios" (PP)

para abordar estos problemas; en el cual señala que las preocupaciones

ambientales persisten, pero ahora se enfrentan a limitaciones a nivel global, lo

que representa un desafío de magnitud significativamente mayor. La expansión

de la actividad humana desde mediados del siglo XX ha llevado a la

desestabilización del estado del planeta, con el Holoceno, una época geológica

estable que ha sustentado a las sociedades humanas, ahora siendo

cuestionado.

También se introduce la noción del "Antropoceno", una nueva época geológica

propuesta, y se destaca el principio de precaución, que sugiere que sería

imprudente alejar sustancialmente al sistema terrestre de las condiciones del

Holoceno. La narrativa subraya que tal desviación podría conducir a un estado


muy diferente de la Tierra, menos favorable para el desarrollo de las

sociedades humanas.

En este contexto, se presenta el marco de "límites planetarios" (PP), que tiene

como objetivo guiar a las sociedades humanas hacia un "espacio operativo

seguro" definido por límites para la perturbación antropogénica de procesos

críticos del sistema Tierra. Estos límites buscan reducir significativamente el

riesgo de que las actividades humanas conduzcan inadvertidamente a la Tierra

a un estado menos hospitalario.

También se menciona nueve procesos fundamentales, modificados por

acciones humanas, que forman la base del marco de PP. Puesto que se

reconoce que existen enfoques alternativos para describir el funcionamiento del

sistema terrestre, y se destaca que estos pueden enriquecer la comprensión

del marco de PP a medida que evoluciona.

Además es importante diferenciar un "límite planetario" y un umbral global o

punto de inflexión, destacando la posición del límite planetario como un espacio

operativo seguro antes del umbral biofísico, lo que tiene en cuenta la

incertidumbre en la posición precisa del umbral con respecto a la variable de

control.

Se reconoce que no todos los procesos del sistema Tierra dentro del enfoque

tienen umbrales claros a nivel global o de cuenca. A pesar de esta falta de

umbrales definidos, se argumenta que es esencial establecer límites para estos

procesos. Estos afectan la capacidad del sistema terrestre para persistir en un

estado similar al del Holoceno bajo condiciones cambiantes, es decir, para


mantener su "resiliencia". La resiliencia puede lograrse mediante la regulación

de flujos biogeoquímicos, como los sumideros de carbono terrestres y marinos,

o proporcionando a los ecosistemas la capacidad de tolerar perturbaciones y

shocks y seguir funcionando bajo condiciones cambiantes.

Hay procesos que requieren límites, como el uso de agua dulce, la pérdida de

biodiversidad y cambios en otros flujos biogeoquímicos además del carbono.

Aunque establecer límites para estos procesos es más difícil que para aquellos

con umbrales bien definidos, se destaca su importancia para mantener la

resiliencia del sistema tierra en conjunto.

Es importante mencionar la interconexión entre procesos sin umbrales a gran

escala y aquellos con umbrales definidos. También muestra cómo los procesos

sin umbrales claros pueden generar retroalimentaciones que afectan a los

procesos que sí tienen umbrales a gran escala, además brinda un ejemplo

específico relacionado con el posible debilitamiento de sumideros naturales de

carbono, que podría tener consecuencias significativas para el sistema

climático.

Nos plantea una pregunta de investigación interesante sobre cómo los cambios

de régimen a pequeña escala pueden propagarse y posiblemente llevar a

transiciones a nivel global, subrayando la necesidad de comprender la

dinámica a diferentes escalas en el marco del PP.

Es importante mencionar la "zona de incertidumbre" asociada con cada uno de

los límites planetarios en el marco propuesto; puesto que señala que una "zona

de incertidumbre", a veces de gran tamaño, está asociada con cada uno de los
límites planetarios. Esta zona encapsula tanto las lagunas y debilidades en la

base de conocimientos científicos como las incertidumbres intrínsecas en el

funcionamiento del sistema Tierra.

En el extremo "seguro" de la zona de incertidumbre, el conocimiento científico

actual sugiere que hay una probabilidad muy baja de cruzar un umbral crítico o

erosionar sustancialmente la resiliencia del sistema Tierra. Por otro lado, más

allá del extremo "peligroso" de la zona de incertidumbre, el conocimiento actual

sugiere una probabilidad mucho más alta de un cambio en el funcionamiento

del sistema Tierra que podría ser potencialmente devastador para las

sociedades humanas.

La aplicación del principio de precaución dicta que el límite planetario se

establezca en el extremo "seguro" de la zona de incertidumbre. Esto no

significa que transgredir un límite lleve instantáneamente a un resultado no

deseado, sino que cuanto más se transgreda el límite, mayor será el riesgo de

cambios en los regímenes, procesos del sistema desestabilizados o erosión de

la resiliencia, y menos oportunidades habrá para prepararse para tales

cambios.

Se ilustra este principio con ejemplos del sistema climático, destacando cómo

el aumento de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto

invernadero influye en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos

extremos.
En resumen, enfatiza la importancia de la precaución al establecer límites

planetarios, reconociendo la incertidumbre asociada y destacando la necesidad

de tomar medidas para evitar el riesgo de consecuencias no deseadas.

El artículo presenta concisamente breves actualizaciones de los nueve PB, y

para una revisión más detallada de tres de ellos. Se ha prestado especial

atención a las cuestiones de distribución geográfica, especialmente relevantes

para cinco de los PB, lo que ha llevado a ajustes en sus variables de control y

límites.

En el contexto del cambio climático, mantenemos las variables de control y los

límites originales: una concentración atmosférica de CO2 de 350 partes por

millón (ppm) y un aumento en el forzamiento radiativo en la parte superior de la

atmósfera de +1.0 W m–2 en relación con los niveles preindustriales. La

elección de la variable de control del forzamiento radiativo se respalda por su

inclusividad y fundamentos fundamentales, aunque se reconoce la importancia

del CO2 debido a su longevidad atmosférica y notables emisiones humanas.

Es crucial señalar que los cambios antropogénicos en el forzamiento radiativo

abarcan todos los factores relacionados, desde el CO2 hasta otros gases de

efecto invernadero, aerosoles y elementos que impactan el equilibrio

energético. Aunque el forzamiento radiativo suele representar el límite más

estricto, se destaca que su relación con el CO2 puede variar con el tiempo,

según cambios en la relevancia relativa de los distintos factores de forzamiento

radiativo.

Presenta un enfoque de dos componentes para abordar las funciones clave de

la biosfera en el sistema terrestre. El primer componente captura el papel del


material genético único como un "banco de información", que en última

instancia determina el potencial de la vida para continuar coevolucionando con

el componente abiótico del sistema Tierra, adoptando la forma más resiliente

posible. La diversidad genética se erige como la capacidad a largo plazo de la

biosfera para persistir y adaptarse a cambios abióticos tanto abruptos como

graduales.

En cuanto al segundo componente, se aborda el papel de la biosfera en el

funcionamiento del sistema terrestre mediante el valor, alcance, distribución y

abundancia relativa de los elementos funcionales presentes en un ecosistema,

también conocidos como biota.

Para el primer papel, proponemos el concepto de variabilidad filogenética de

especies (PSV) como una variable de control adecuada. Aunque los datos

globales aún no están disponibles para el PSV, optamos por conservar la tasa

de extinción global como una variable provisional, a pesar de su medición

inexacta y desfase temporal. Reconocemos el riesgo asociado con el uso de la

tasa de extinción como variable de control, ya que la diversidad filogenética (y

funcional) puede ser más sensible a las presiones humanas que la diversidad a

nivel de especie. En principio, el límite debería establecerse en una tasa de

pérdida de PSV que no supere la velocidad de evolución del nuevo PSV

durante el Holoceno. Sin embargo, dado que esta información es desconocida,

temporalmente nos apoyamos en la tasa de extinción (imperfectamente

conocida) de organismos bien estudiados en los últimos años.


Mantenemos la variable de control original, la concentración de O3 expresada

en Unidades Dobson (UD), y el límite establecido en 275 UD. Este umbral solo

se sobrepasa en la región de la Antártida durante la primavera austral, cuando

la concentración de O3 disminuye aproximadamente a 200 UD (44). No

obstante, la concentración mínima de O3 ha permanecido estable durante

alrededor de 15 años, y se anticipa un aumento en las próximas décadas a

medida que se reparan gradualmente los agujeros en la capa de ozono

después de la eliminación progresiva de sustancias nocivas. Este caso

ejemplifica cómo, después de la transgresión regional de un límite, la

humanidad ha implementado medidas efectivas para restablecer el proceso

dentro de los límites establecidos.

Durante los últimos 200 años, la concentración de iones H+ libres en la

superficie oceánica ha experimentado un aumento de aproximadamente un

30%, atribuible al incremento de CO2 en la atmósfera. Este fenómeno, a su

vez, incide en la química de los carbonatos presentes en las aguas

superficiales del océano, especialmente afectando el estado de saturación de

la aragonita (Warag), una forma de carbonato de calcio vital para numerosos

organismos marinos. Cuando el valor de Warag es inferior a 1, la aragonita se

disolverá. Aunque no se han presentado nuevas evidencias que sugieran

ajustar el límite originalmente propuesto (≥80% del valor preindustrial del

promedio anual global de Warag), es crucial monitorear la heterogeneidad

geográfica en los niveles de Warag alrededor de los océanos del mundo para

evaluar el estado del límite. Actualmente, el Warag se sitúa en torno al 84% del

valor preindustrial. Este límite no debería ser transgredido si se respetan los

valores propuestos de 350 ppm de CO2 en el límite del cambio climático.


Respecto a los flujos biogeoquímicos, el límite original se concibió para abordar

los flujos de fósforo (P) y nitrógeno (N) exclusivamente. Sin embargo, se

propone ahora un Planeta Prueba (PP) más genérico que considere la

influencia humana sobre los flujos biogeoquímicos en general. A pesar de que

el ciclo del carbono está contemplado dentro del límite del cambio climático,

otros elementos como el silicio también desempeñan un papel crucial en el

funcionamiento del sistema Tierra. Además, se acumulan pruebas que sugieren

que las proporciones entre los elementos del entorno pueden incidir en la

biodiversidad tanto en tierra firme como en el mar. Por lo tanto, es plausible

que, a largo plazo, necesitemos desarrollar Planetas Prueba para otros

elementos y sus proporciones. No obstante, nos enfocaremos exclusivamente

en P y N por ahora.

Se propone un enfoque de dos niveles para el componente P del límite de

flujos biogeoquímicos (consultar también los materiales complementarios). Se

mantiene el límite original a nivel global, diseñado para prevenir eventos

anóxicos oceánicos a gran escala, con un límite propuesto establecido en un

flujo sostenido de 11 Tg P año–1 desde sistemas de agua dulce hacia el

océano. Basándonos en el análisis de Carpenter y Bennett, proponemos ahora

un límite adicional a nivel regional para el P, con el objetivo de evitar la

eutrofización generalizada de los sistemas de agua dulce, limitando el flujo a

6,2 Tg P año–1 proveniente de fertilizantes (P extraído) hacia suelos

erosionables.

Respecto al cambio del sistema territorial, la actualización del límite de

integridad de la biosfera presenta una restricción sustancial en la cantidad y


patrón de cambio del sistema terrestre en diversos biomas, como bosques,

arboledas, sabanas, pastizales, matorrales y tundra. La frontera revisada del

cambio del sistema terrestre se enfoca más precisamente en una limitación

específica: los procesos biogeofísicos en los sistemas terrestres que regulan

directamente el clima, como el intercambio de energía, agua y momento entre

la superficie terrestre y la atmósfera.

La variable de control ha experimentado un cambio significativo, pasando de la

cantidad de tierra de cultivo a la cantidad de cobertura forestal restante,

reconociendo el papel crucial de los tres principales biomas forestales

(tropicales, templados y boreales) en el acoplamiento entre la superficie

terrestre y el clima. Se enfoca especialmente en los cambios en el sistema de

tierras que pueden tener impactos en el clima en regiones más allá de donde

ocurrió el cambio del sistema territorial.

Entre los biomas forestales, se destaca la importancia de los bosques

tropicales y boreales en sus influencias climáticas a través de cambios en la

evapotranspiración y la distribución de la cubierta forestal, afectando el albedo

de la tierra y, por ende, el intercambio de energía a nivel regional. Se ha

establecido un límite a nivel de bioma del 85% para estos dos tipos de bosque,

mientras que se propone un límite del 50% para los bosques templados,

considerando las estimaciones de cambios menos significativos en su impacto

climático global en comparación con los otros dos biomas forestales principales

(56).
Estos límites están diseñados para garantizar la integridad de la biosfera y

cumplir con el límite del 90% de la Integridad de la Biosfera Integrada (BII). Las

estimaciones actuales del estado del sistema territorial sugieren que estos

límites de cambio se cumplirán si se respeta el propuesto límite del 90% de BII.

Un análisis detallado de las interacciones entre los límites indica que dos de

ellos, el cambio climático y la integridad de la biosfera, están altamente

integrados y emergen como fenómenos sistémicos conectados con todos los

demás PB. Operan a nivel del sistema completo de la Tierra, coevolucionando

durante casi 4 mil millones de años y regulándose mutuamente con los demás

límites mientras proporcionan los sistemas globales a nivel planetario. Estos

dos límites, grandes cambios en el clima y la integridad de la biosfera, tienen el

potencial de sacar al sistema terrestre del estado holoceno, como ha ocurrido a

lo largo de la historia de la Tierra en transiciones marcadas por cambios

significativos en el clima, la biosfera o ambos.

Esta observación sugiere una jerarquía de dos niveles para los límites

planetarios, donde el cambio climático y la integridad de la biosfera ocupan un

lugar central. El cruce de uno o más de los otros límites puede afectar

seriamente el bienestar humano y predisponer a la transgresión de límites

centrales, pero no conducirá por sí solo a un nuevo estado del sistema

terrestre. Este enfoque jerárquico para clasificar los límites se vuelve más claro

al examinar con más detalle el papel del clima y la integridad de la biosfera en

el funcionamiento del sistema terrestre.


El sistema climático refleja la cantidad, distribución y balance neto de energía

en la superficie de la Tierra, estableciendo condiciones generales para la vida.

La integridad de la biosfera, que abarca todos los ecosistemas terrestres, de

agua dulce y marinos en la Tierra, junto con su biota, es crucial para el

funcionamiento del sistema terrestre. Estos ecosistemas y la biota regulan los

flujos de materia y energía y proporcionan resiliencia a los cambios abruptos y

graduales, interactuando con el resto de los límites planetarios y aumentando la

capacidad del sistema Tierra para persistir en un estado determinado. La

diversidad en la biosfera, respaldada por el código genético de la biota, es

esencial para su papel funcional y su capacidad para innovar y persistir en el

futuro.

El marco del PP no está diseñado para ser "reducido" o "desagregado" en

niveles más pequeños, como naciones o comunidades locales. A pesar de esto,

reconoce la importancia de los cambios a nivel de subsistemas en la Tierra,

como biomas o grandes cuencas fluviales, en el funcionamiento del sistema

terrestre en su conjunto. Además, se argumenta a favor de un enfoque

integrado que combine definiciones de límites a nivel regional y global con

objetivos de desarrollo para permitir la aplicación del "pensamiento PP" en

niveles más específicos, como naciones, cuencas y regiones, donde la acción

política es más frecuente.


Esta actualización del marco de PP representa un paso adelante en la

evolución a largo plazo del conocimiento científico para informar y respaldar los

objetivos globales de sostenibilidad. Dicha evolución es más necesaria que

nunca, ya que existen brechas significativas en la implementación de muchas

políticas ambientales globales relacionadas con las cuestiones del PP, y las

tendencias problemáticas no se están deteniendo ni revirtiendo a pesar del

consenso internacional sobre la urgencia de estos problemas.

La perspectiva de mayores limitaciones de recursos y crecientes peligros

medioambientales está centrando inevitablemente la atención en la sociedad

global, la equidad y la gestión planetaria del sistema de soporte vital de la

Tierra. Se requiere una verdadera base de evidencia global, con una

integración mucho mayor entre cuestiones, para abordar estos desafíos

globales. Iniciativas de investigación recientes, como Future Earth,

proporcionan evidencia de que la ciencia puede responder a esta necesidad

aplicando la investigación del sistema terrestre para avanzar en una nueva

generación de análisis globales integrados y explorar opciones para

transformaciones hacia la sostenibilidad.

Esta es una señal clara de que, a medida que los riesgos del Antropoceno para

el bienestar humano se vuelven más evidentes, la investigación está

madurando hasta un punto en el que es posible un cambio sistémico radical y

necesario. Este cambio es esencial para explorar y definir un entorno seguro y


único espacio operativo planetario para el futuro desarrollo de las sociedades

humanas.

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