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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica

moderna.
“El inconsciente, entonces, no es de Freud; es
necesario que lo diga: es de Lacan. Lo que no impide
que el campo sea freudiano.” (J. Lacan, 1977)

La metáfora según Lacan.

En la metáfora del sujeto, texto incluido a último momento en los Escritos,


Lacan discute con Perelman1 a propósito de diferentes concepciones de la
metáfora. Responder ¿qué es una metáfora? deviene una cuestión crucial para
el psicoanalista debido a la relación que esta figura retórica tiene con el sujeto.
El sujeto del psicoanálisis es el sujeto de la ciencia moderna, entonces no es
sorprendente que al mismo tiempo que la ciencia forcluye al sujeto, descuide los
procedimientos de la argumentación en tanto estos se extienden a la metáfora y
sus efectos2.
Perelman reivindica frente a la ciencia un tratamiento formal de la metáfora
como una operación de cuatro términos. Para Lacan la metáfora es también una
operación de cuatro términos pero a partir de este punto las argumentaciones
divergen. Esta divergencia es una divergencia de discursos. El de Perelman es
un discurso de retórico, el de Lacan de psicoanalista. Perelman hace de la
metáfora una operación de cuatro términos para reconstruir a partir de cualquier
metáfora una proporción que opera en ella de una manera implícita. A partir de
cualquier metáfora es posible para Perelman hacer una proporción del tipo:

Esto se lee, “A es a B como C es a D”. Esta línea de pensamiento conduce a


considerar la metáfora como una analogía formulada a partir de la significación
que toda metáfora está en condiciones de producir.
Para Lacan, que acepta a la metáfora como una operación de cuatro
términos, las cosas funcionan de otro modo. Lacan se aparta de la significación
producida por la metáfora, y se sitúa en el momento preciso de su emergencia,
en el momento de su creación. Esto lo aleja de concebir la metáfora como una
analogía3 y por la misma razón rechaza su elaboración formal en tanto que
relación proporcional. La formalización que Lacan propone de la metáfora
introduce otra cosa. La relación proporcional establece entre los términos lazos
tan armoniosos como simétricos. Armonía y simetría son puestas en cuestión en
el psicoanálisis.

1
Perelman, Ch. y Olbrechts-Tyteca, L. El tratado de la argumentación. La nueva retórica. Ed.
Gredos. Madrid, 1989.
2
La forclusión del sujeto que opera la ciencia moderna está largamente expuesta en distintos
textos véase al respecto tanto Lacan, J. La ciencia y la verdad en Escritos 2, ed. Siglo XXI
como en Milner, J. C. La obra clara, ed. Manantial, Bs. As.,1996.
3
Analogía significa comparación o relación entre varias razones o conceptos; comparar o
relacionar dos o más objetos o experiencias, apreciando y señalando características generales
y particulares, generando razonamientos y conductas basándose en la existencia de las
semejanzas entre unos y otros.
El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

Dice Lacan en Radiofonía (1970) a propósito de la metáfora y la metonimia


en tanto contribuyen al dinamismo del inconsciente: “La condición la constituye lo
que dije de una barra saussureana, que no podría representar ninguna intuición
de proporción, ni traducirse por una barra de fracción más que por abuso
delirante, sino, como lo es para Saussure, constituir borde real, es decir saltar
del significante que flota al significado que fluye.” 4

La proporción es una comparación que establece una relación entre razones


o cocientes. Se la utiliza frecuentemente en aritmética. Lo que se ajusta al orden
de lo medible, se presenta del siguiente modo en términos numéricos:

Esto se lee, “2 es a 4 como 8 es a 16”. Es simple, 2 es la mitad de 4 como 8


es la mitad de 16. Se ve entonces de qué manera este tipo de proporción se
ajusta a la simetría ya que el primer cociente se refleja en el segundo cociente
como si fuera posible colocar un espejo entre ambos estableciendo una relación
de semejanza. Puede ser que no se trate de una identidad punto por punto del
tipo:

Sin embargo la identidad se mantiene en función de una operación


proyectiva. Aunque las dimensiones se han alterado se conserva la identidad.
Obtenemos el mismo efecto si proyectamos sobre una pantalla una figura que
tenga detrás de ella una fuente de luz al modo de las sombras chinas. La imagen
se agranda pero conserva proporcionalmente su forma. Estos temas pertenecen
a la geometría proyectiva. Toda geometría como su nombre lo indica es, por
etimología, medición de la tierra5. La proporción es entonces una comparación
que utiliza como base a la medida ya sea de una manera explícita, como
acabamos de mostrar, o implícita, como es el caso de Perelman en el tratamiento
de la metáfora. Esto es así aunque Perelman recuse para la analogía la
referencia a la proporción matemática ya que para la analogía utilizada con fines
retóricos persiste una asimetría difícil de hallar en el caso de la proporción
matemática. Existe para Perelman disimetría entre el tema y el foro debido al
lugar que cada uno de ellos ocupa en el razonamiento6. Para mayor eficacia

4
Lacan, J. Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión. Respuesta a la pregunta III, pág. 30. Ed.
Anagrama. Barcelona, 1977.
5
Aunque la geometría proyectiva tenga rasgos de una geometría cualitativa no logra
desentenderse completamente de la medida como lo argumenta Poincaré, H. en Últimos
pensamientos. Ed. Espasa-Calpe, Bs. As., 1946.
6
Perelman establece para la proporción de la analogía una división de la misma en tema y
foro. El tema concierne a aquello que se quiere esclarecer o iluminar con la metáfora y el foro
es vehículo, transporte, aquello conocido que llevado al tema constituye la metáfora en
cuanto tal.

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de la metáfora es mejor que tema y foro pertenezcan a campos diferentes.

Perelman utiliza la teoría argumentativa de la analogía para esclarecer la


función de la metáfora. El nexo entre metáfora y analogía tiene una larga
tradición, ahora renovado con la nueva teoría de la analogía como relación
proporcional aportada por Perelman. No es llevar las cosas mucho más allá
describir la metáfora como una analogía condensada como resulta por la fusión
de un elemento del foro con uno del tema. Así ocurre en la metáfora, ejemplo de
Aristóteles, la vejez del día o su complemento, el atardecer de la vida. Esta
metáfora para Perelman nos remite a la relación proporcional:

que se lee: “la vejez es a la vida como el atardecer al día”. Luego de reconstruida
la relación proporcional analógica que ha dado pie a la metáfora es posible
constatar una operación de fusión entre un elemento del tema y uno del foro y la
supresión de los restantes. En “la vejez del día” se fusionan vejez y día y se
suprimen vida y atardecer, en “el atardecer de la vida” tenemos la misma
operación al revés. De todas maneras cabe destacar que esta no es la única
manera de realizar la fusión entre tema y foro. Existen otras.

Otro ejemplo de metáfora escogido por Perelman es, an ocean of false


learning7, traducido como un océano de falsa ciencia. Al implementar la
operatoria formal introducida por Perelman se obtiene que una de las relaciones
proporcionales posibles para esta metáfora es:

Esto se lee: “un océano es al nadador como una falsa ciencia es al sabio”.
Existen otras posibilidades como:

Esto se lee “un océano es a la tierra firme como una falsa ciencia es a la
verdad”. O también,

7
Esta metáfora ha sido seleccionada entre los diálogos del obispo Berkeley. Véase: Berkeley,
G. Principles of Human Knowledge/Three Dialoges. Ed. Penguin Classics, 1988.

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Que se lee: “un océano es a un arroyo como una falsa ciencia es a la verdad”.
En todos los casos se trata de una unión entre los términos superiores del tema
y del foro y se suprimen los inferiores. Cuando se realiza el análisis de esta
metáfora se pasa a reconstruir la proporción eligiendo los términos inferiores que
correspondan según el contexto.

Dice Perelman: “Todas estas analogías están presentes simultáneamente en


el espíritu, se fecundan y se influyen entre sí, sugieren desarrollos variados entre
los cuales sólo el contexto permitiría una elección; pocas veces desprovista de
toda ambigüedad e indeterminación”.8

En la metáfora la cantidad de términos puede reducirse y de ese modo es


posible construir una analogía de 3 términos. Perelman da como ejemplo de este
caso la metáfora: “la vida es un sueño”. Según esta teoría la fusión de los
términos del tema y del foro puede realizarse de distintas formas. A saber: por
una determinación, es el caso de “el atardecer de la vida” y “un océano de falsa
ciencia”; por un adjetivo, como en “e xposición vacía” o “exposición luminosa”;
por un verbo, como en “la mujer se puso a cacarear”; por un posesivo, como en
“nuestro monumento a la bandera” o “su banco”; y por identificación, como en
“la vida es un sueño” o “el hombre es una caña”.

Para completar lo más destacado de la teoría argumentativa de la analogía


aplicada a la metáfora analicemos una última cita de Perelman: “Concebir la
metáfora como si derivara de la analogía y la analogía como la confrontación de
relaciones es la manera más eficaz –a nuestro entender- de luchar, desde el
plano teórico, contra el error denunciado por Richards, de considerar la metáfora
como una imagen” 9 Lacan está de acuerdo con separar la metáfora de la imagen
pero al ligarla a la analogía se yerra el tiro pues la analogía en dependencia con
la semejanza asienta el análisis de la metáfora en la significación que tiene como
efecto.

Lacan como dijimos acepta hacer de la metáfora una operación de 4 términos


pero propone una formalización diferente que evita la proporción y elude la
analogía. Se trata de 4 términos que en una distribución asimétrica nos retrotraen
al algoritmo fundante de la lingüística saussureana,

que Lacan define en La instancia de la letra o la razón a partir de Freud. La


metáfora se produce entre 3 significantes (S) y 1 significado (s). Leemos en
Lacan la siguiente formalización,

8
Perelman, Ch. y Olbrechts-Tyteca. Op.cit. pág. 613.
9
Ídem.

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No hay lugar para leer aquí una relación proporcional sino una operación de
sustitución en que un significante (S) ha ocupado el lugar de otro significante
(S’1- S’2) determinando así un efecto de significado o de significación.
Entonces para el caso de an ocean of false learning (un océano de falsa ciencia),
Lacan propone la siguiente escritura,

Una posibilidad es leer esto del siguiente modo. An ocean ha sustituido a


learning ya que learning y false learning no son lo mismo. Esta sustitución hizo
de learning un false learning, hay entonces una operación de condensación entre
learning y false. No se trata entonces de an ocean of learning sino de an ocean
of false learning. Es por la falsedad de ese learning por lo que an ocean puede
sustituirlo.

Vamos a seguir este criterio y lo vamos a aplicar a otros ejemplos. Lacan


explica la condensación freudiana con la metáfora, aunque es importante no
confundirlas en tanto no son lo mismo. Un ejemplo paradigmático de
condensación freudiana es el que se presenta en el primer ejemplo de chiste que
Freud analiza para dar cuenta de las relaciones del chiste con el inconsciente: el
ejemplo del famillonario. El chiste está contenido en la siguiente expresión: “Tan
cierto como que de Dios proviene todo lo bueno, señor doctor, es que una
vez me hallaba yo sentado junto a Salomón Rothschild y que me trató como a un
igual suyo, muy «famillionarmente» (famillionär).” Freud señala que el
pensamiento expresado en el chiste es: “R. me trató muy familiarmente
(familiär), aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un
millonario (millionär)”. En esta expresión ya no hay chiste aunque muestre
conceptualmente lo expresado en él. El chiste emerge cuando una fuerza
compresora hace desaparecer la última parte de la expresión “…aunque claro
es que sólo en la medida en que esto es posible a un millonario (millionär)” pero
quedando “millonario” (milionär) incorporado, por condensación, a la primer parte
de la expresión. Freud también recurre en este punto a una formalización.
Escribe:

Si aplicamos la formalización lacaniana en este caso obtenemos,

Familiär reprimido ha dejado su lugar a Familionär debido a la condensación


con Millionär. Se observa que Millionär pasa todo sobre la barra, está plenamente
contenido en el neologismo inventado por el chiste. De Familiär en

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cambio sólo queda la marca Fa a partir de la cual es posible reconstruir el


proceso y hallar el significante Familiär, reprimido.
Vamos todavía a proponer un ejemplo más. Se trata de la metáfora de Victor
Hugo que Lacan ha hecho famosa por ser además una metáfora que tiene la
significación de la paternidad: “Su gavilla no era avara ni odiosa”. En este caso la
formalización podría ser:

Que se lee entonces: “Su gavilla no era avara ni...” Una gavilla, un depósito de
cereal no podría ser nunca avara u odiosa, toma estos atributos o la negación de
estos atributos sólo en tanto se trata de una posesión de Booz, el personaje en
cuestión. Por eso la situación exige reparar en el “su” de “su gavilla”. La metáfora
va de una gavilla cualquiera a su gravilla, la de Booz. A partir de ahí Booz está
ausente y presente al mismo tiempo en una metáfora que, por esta misma razón,
trata de su acceso a la paternidad.

Hay otra metáfora de la que Lacan disfrutaba y sobre la que vuelve algunas
veces en su enseñanza. Queneau titula una de sus producciones ―El domingo
de la vida‖, metáfora que Lacan lee a propósito del destino que tiene en Hegel
el saber absoluto. El domingo de la vida es la clausura de toda abertura hiante
en el sujeto. Aquí entonces,

En “el domingo de la vida” el significante “semana” se ha condensado con


“vida” sin dejar ninguna otra huella que la que está en la relación entre
“domingo” y “vida”.

En “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”


Lacan introduce la siguiente fórmula de la metáfora o sustitución significante:

Y la lee del siguiente modo: “… donde las S mayúsculas son significantes, x la


significación desconocida y s el significado inducido por la metáfora, la cual
consiste en la sustitución en la cadena significante de S a S’. La elisión de S’,
representada aquí por su tachadura, es la condición del éxito de la metáfora”.10
La metáfora entonces es una sustitución entre dos significantes. No existe
nada que predisponga a los significantes en juego para esta sustitución
metafórica. La sustitución no se hace con elementos similares aunque así sea
para Jakobson no lo es para Lacan, de allí que introdujera el punto de
10
Lacan, J. Cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Escritos 2, págs. 538-
539. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.

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almohadillado11: encuentro o incluso choque de la cadena del discurso racional,


la de los empleos ya determinados en una lengua dada con la cadena significante,
elementos discretos capaces de resonar y producir condensaciones en la
secuencia del discurso concreto. El resultado de la metáfora es un efecto de
significación. Este efecto se produce a partir de que un significante ha pasado al
lugar del significado. Este significante aunque está presente de manera
metafórica permanece, al mismo tiempo, ausente de la cadena significante y se
halla en conexión con otra cadena que puede desplegarse a partir de su hallazgo.
Con respecto al campo semántico, consideramos de esta manera al
significado como un lugar, en el algoritmo este lugar es el que situamos por
debajo de la barra que lo funda; y a la significación como un efecto, es el efecto
que se obtiene por la metáfora. Decimos entonces lugar del significado y efecto
de significación, con respecto al sentido vamos a considerarlo como sentido
sexual y sobre este punto trataremos al final del trabajo.

La condensación no es la metáfora.

Hasta Lacan el inconsciente de Freud permanece en un claro estado de


imprecisión. Basta leer la Traumdeutung, traducida como La interpretación de
los sueños, para reconocer este problema. No sorprende entonces que después
de Freud se haya hecho del inconsciente la sede de los instintos inaugurando de
ahí en más su asociación con lo irracional confundido con lo primigenio y caótico
cuando no con oscuras e inefables divinidades nocturnas.
En otra dirección Lacan deletrea en el inconsciente freudiano el significante
para concluir que está estructurado como un lenguaje. De esta manera es con
Lacan que el inconsciente no sucumbe a lo irracional. A partir de Lacan el
inconsciente es tan racional como la conciencia aunque su razón es de otro
orden.
Tomando como punto de partida el significante Lacan en su lectura de Freud
recurre a la metáfora como figura retórica para dar precisiones con respecto al
mecanismo de la condensación. Pero no hay por qué confundir la condensación
con la metáfora. La condensación es el resultado de la prestación de servicios
que la metáfora hace a la represión. La condensación es la metáfora del
inconsciente poeta, pero por más inconsciente que sea el poeta no debemos
confundirlo con el inconsciente. Así una metáfora poética en tanto se hace puede
deshacerse. No ocurre lo mismo con la condensación.
Lacan en 1970 diferencia explícitamente metáfora de condensación. Dice:
“Muy diferente es el efecto de condensación en tanto parte de la represión y
regresa de lo imposible, a concebir como el límite de donde se instaura por lo
simbólico la categoría de lo real”.12
La condensación “parte de la represión” significa que tratándose del
inconsciente allí se inicia el proceso que la tendrá como resultado, pero cuando
agrega que “regresa de lo imposible” la refiere al límite de lo simbólico que es lo
real imposible. Con su regreso de lo imposible la condensación queda atada a la
repetición. Se ve que este análisis de la metáfora no tiene en cuenta la significa-
11
Point de capiton en francés
12
Lacan, J. Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión. Respuesta a la pregunta III, pág. 30. Ed.
Anagrama. Barcelona, 1977.

7
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ción que produce sino al significante que al no poder significarse a sí mismo


engendra una falta que será de ahí en más la razón de su función, de su función
de significante. Nada falta en lo real a no ser por lo simbólico que introduce la
falta a partir del significante.

De la no superposición de las palabras y las cosas.

Nomina non sunt consequientia rerum es el título de la clase del 8 de marzo


de 1977 del Seminario 24 de Lacan. Este título toma como referencia una frase
en latín atribuida a Dante: Nomina sunt consequientia rerum. Esta frase se puede
traducir de muchas maneras una de ellas es: las palabras son la consecuencia
de las cosas.
Ahora bien, Lacan pregunta en esta clase: “¿Pues por qué el hombre tiene
lo que yo llamo el hablaser, a saber esta manera de hablar de manera tal que
nomina non sunt consequentia rerum, y que hay en alguna parte una cosa que
anda mal en la estructura, la estructura tal como yo la concibo, a saber el nudo
borromeo?” y más adelante concluye: “No solamente los nombres no son la
consecuencia de las cosas, sino que podemos afirmar expresamente lo
contrario.”13
Si Lacan dice que los nombres no son la consecuencia de las cosas es
porque el lenguaje responde a una estructura significante que funciona según
leyes propias independientes de aquellas de las cosas. Están aquí en juego los
términos de un viejo debate: nominalistas versus realistas. Para los nominalistas
el nombre es independiente de las cosas y las determina, para los realistas los
nombres dependen de las cosas y encuentran en ellas su razón de ser. Como
realistas nos encontraríamos en la situación de desconocer al lenguaje como
estructura y su funcionamiento, y en fin, de desconocer la potencia del
significante. Como nominalistas nos hallaríamos inevitablemente deslizándonos
por el tobogán del idealismo sin tener muy en claro dónde irían a parar nuestras
asentaderas.
Si la formulación que las palabras no son la consecuencia de las cosas
parece una expresión netamente nominalista, no lo es en el discurso de Lacan.
Se percibe que no se trata en Lacan de un nominalismo-idealismo al momento
de formular que: “Si la interpretación no es más que lo que resulta del material,
quiero decir, si se elimina radicalmente la dimensión de la verdad, toda
interpretación no es más que sugestión”.14
Es decir que para Lacan hay una articulación de la verdad en Freud. Y la
verdad tiene sus condiciones de manifestación, Freud había llegado a la verdad
que interesa al sujeto a través de la equivocación. No es una verdad que se
manifieste de otra manera, para empezar, es una verdad que se manifiesta a
través de la equivocación.
Sobre el final de “La Cosa freudiana”15 dice Lacan: “Es a esa articulación de
la verdad a la que Freud se remite al declarar imposibles de cumplir tres
compromisos: educar, gobernar, psicoanalizar. ¿Por qué lo serían en efecto, sino
porque el sujeto no puede dejar de estar en falta si se hila en el margen que
Freud reserva a la verdad?”. Si se hila es si se teje, como es el tejido
13
Lacan, J. Seminario 24 L’Insu que sait de l’une bévue s’aile a mourre. Clase 9. Inédito.
14
Lacan, J. Seminario 14 La lógica del fantasma. Clase 23. Inédito.
15
Lacan, J. Escritos 1. La cosa freudiana. pág. 384. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.

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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

significante, el tejido del propio discurso que se desarrolla en un análisis. Se


entiende que la verdad queda al margen del tejido significante. En ese sentido
esa articulación de la verdad remite a un imposible, porque esa articulación de
la verdad va a poner en juego esa relación de lo simbólico con lo real. En ese
imposible hay en juego una cuestión real que se manifiesta a propósito de la
angustia.

Lo que se hila, lo que se teje, lo que se queda en falta tratándose de la verdad,


lo simbólico, es algo que se presenta como saber. Si eso se presenta como
saber, algo queda al margen de ese tejido, de ese trabajo de hilado, porque la
verdad en ese caso queda del lado del no-saber. Una de las formas de
presentarse de este no-saber es la ignorancia. ¿Qué significa esto?, significa que
esta ignorancia, que solemos siempre tratar en términos de déficit, no es un
déficit. No podría partirse de otro punto que no sea el de la ignorancia si lo que
está en juego es la búsqueda de la verdad.
Así se presenta el analizante al principio del análisis. El que se sitúa en
situación de analizarse, para empezar, se coloca en situación de ignorar, hay
algo que ignora. Y esta disposición a ignorar, esta situación de ponerse en el
lugar del que ignora, esta posición es ya lo que podríamos llamar una disposición
a la transferencia. No es habitual pensar en la ignorancia ante todo no como
déficit y al mismo tiempo como operando o dando lugar, dando la posibilidad de
que se constituya la transferencia. A la transferencia siempre se la relaciona con
el amor, se considera que la transferencia tiene que ver con el amor, así está por
otra parte manifiestamente dicho en Freud, y si tiene que ver con el amor
seguramente también tiene que ver con el odio, porque no hay una cosa sin la
otra. Pero el amor y el odio, encuentran una tercera pata en la ignorancia.
Hay dos clases importantes del Seminario 1 de Lacan, “Los escritos técnicos
de Freud”. Una se llamó “La verdad surge de la equivocación”, y la otra, “El
concepto del análisis”. En estas clases Lacan va a hablar del amor, del odio y de
la ignorancia como las tres pasiones que están ligadas a la transferencia. Y va a
situar qué es cada una, cómo funcionan en el principio del análisis, más que nada
tomando a la ignorancia como eje.

Lacan parte de un triángulo. Es un triángulo plano, tiene dos dimensiones.


Lacan dice que no hay análisis si no se pone en juego una tercera dimensión, y
como estamos con dos dimensiones, porque este triángulo es plano, allí

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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

todavía nos falta la tercera dimensión. Entonces abrimos una aleta. La


conclusión de la construcción, para que se la pueda anticipar, es la de una
pirámide.
Vamos a ver cómo la construye Lacan. Partimos de un triángulo, que es un
plano, dos dimensiones. El análisis necesita tres dimensiones. Esto es muy
importante y muy recurrente en Lacan, es decir, la cosa no se resuelve con el 2,
hace falta siempre el 3, para todo lo que es el análisis hace falta el 3, una
instancia tercera. Entonces la tercera dimensión aparece sólo cuando yo
desprendo una aleta, como si antes estuviera plegado. Descubro que ese
triángulo plano está plegado y levanto, o bajo, en este caso una aleta que me
queda en el aire, pero que como aleta pone en juego la tercera dimensión. Tengo
una dimensión, dos dimensiones, la tercera sería esta, la de la aleta que se
desprende y se abre. Lacan que esa aleta es la aleta de lo real.

Pero esa aleta me queda en el aire, y para cerrar la figura me hacen falta
dos aletas más. Así obtenemos la primera pirámide.

Ahora bien, ¿qué significa esta pirámide? Construimos una pirámide que
tiene una base, la base sería el cuarto que sostiene todo, y tiene 3 caras: real,
simbólico e imaginario. Estas tres pasiones, que son las tres pasiones que
generan la disposición a la transferencia, se ordenan en relación a esta pirámide
del siguiente modo: el amor es algo que está entre lo imaginario y lo simbólico,
el amor pertenece a la dimensión imaginaria, pero aquí Lacan lo sitúa entre lo
imaginario y lo simbólico. El odio está entre lo real y lo imaginario. Así como
habíamos dicho que no hay amor sin odio, el odio también está en el plano de lo
imaginario, pero en este caso introduce lo real. Todo el mundo tiene preguntas
sobre lo real, bueno, ahí tienen una pista. Entonces, el odio está entre lo real y
lo imaginario, y la ignorancia está entre lo simbólico y lo real. Entre el saber y el
no-saber situábamos la ignorancia del lado del no- saber.
Con el odio, en general, queremos tener poco que ver, todos queremos tener
que ver con el amor, y se nos esconde la cara del odio. Tal vez tenga que ver
con el hecho de que el odio está emparentado con lo real. Pero aparte Lacan
aclara que no tenemos ninguna necesidad de promover el odio porque vivimos
en una civilización del odio, está claro que esta civilización es la del odio. Es
posible hacer un juego de palabras con el significante “occidental”, en

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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

"occidental" está el occiso, está el muerto, en el término “occidental” está


condensado el “occiso”, sabemos que “occidental” no significa eso, no significa
“occiso”, pero todos nosotros somos occidentales, está ahí el muerto producto
del odio. Por eso es que Lacan dice que somos una civilización del odio y eso
es un problema.

Entonces esta es una pirámide. Ya tenemos la pirámide de abajo. Pero,


¿cuál es la pirámide de arriba? Entonces Lacan para la pirámide de arriba lo que
va a poner son tres términos freudianos, que conserva en alemán. Estos tres
términos conciernen al desarrollo de la palabra. Lacan utiliza en alemán tres
términos de Freud que conciernen al desarrollo de la palabra. Los tres términos
son: Verdrängung, que es represión; Verdichtung, que es condensación; y
Verneinung, que es denegación, o negación. Estas son las tres caras que Lacan
propone para la pirámide superior. El progreso de la palabra, desde el punto de
vista, de la Verdichtung, de la condensación. Esto implica que no hay recubrimiento
entre el símbolo y las cosas. Que no haya recubrimiento entre el símbolo y las
cosas es algo que vamos a situar entre lo simbólico y lo real. No hay recubrimiento
porque cada símbolo no remite a una cosa y cada cosa va acompañada de algún
símbolo, sino que los símbolos se dirigen a otros símbolos. Los símbolos remiten
unos a otros como ocurre en el diccionario. En el diccionario hay cosas nombradas
pero no hay ninguna cosa en el diccionario, solamente hay palabras que remiten a
otras palabras. En ese sentido esto corresponde a la cara de la Verdichtung, los
símbolos en tanto que remiten a otros símbolos. Es muy interesante que Lacan
aquí fuerce un poco las cosas y saliéndose de una etimología razonable, porque
no es una etimología que concierne a la palabra, extraiga de Verdichtung, dichtung,
que está relacionado con la palabra poética, el dichtung, el decir, pero el decir
poético. Se trata del tema del trovador, hay una palabra francesa que es trouver,
que es encontrar. Bueno, trovador viene de trouver, trovador es el que canta en el
castillo medieval, el que hace poesía, es nuestro gaucho payador, el que toma la
guitarra y empieza a cantar, entonces encuentra o no la Verdichtung, a partir
justamente de la dichtung.
Hay una etimología que nos interesa con respecto a este punto, el término
“payador” viene de una voz quechua que es “pállay”. “Pállay” significa
recolectar, de ahí viene payador, y de ahí viene también “payana”, el nombre del
juego de la payana. Se entiende que hay una relación entre “payador” y “payana”
por relación con ese origen común que es el de “recolectar”. El payador se
lanza a hacer versos sin tener la seguridad de encontrarlos, como el trovador, es
un trabajo de Verdichtung, de condensación, y es también una cuestión ligada al
encuentro, a la suerte, al azar. ¿Qué es lo que encuentra el analizante cuando se
compromete en este trabajo que es el de analizarse, que supone ejercer la pala-

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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

bra, hablar? Cuando el analizante se compromete en ese ejercicio se encuentra


con la Verdichtung, la condensación; se encuentra con la Verdrängung, la
represión, y se encuentra con que se olvida, con la falta de la palabra. Le falta
porque no dispone de ella o porque no está seguro si existe una palabra para
eso. Se trata en ese momento del progreso de la palabra. Y después la
Verneinung, que es la negación o la denegación. Ante esa falta de superposición
de las palabras con las cosas, ahí aparece una operación negativa, aparece un
aspecto negativo de esta no superposición, y entonces son las cosas al final, los
objetos los que sufren esta falta de superposición.
Se ve que hay algo que gira alrededor de la ignorancia, no como déficit, sino
como posibilidad/imposibilidad de poner en juego esa verdad del sujeto a partir
del uso de la palabra. No se trata, entonces, de contrastar la neurosis con la
realidad del yo, sino hacer lugar a un trabajo simbólico, el del análisis para que
emerja la verdad del sujeto. Hace falta el tiempo del desarrollo de la palabra, en
donde el analizante habla, y hay otro, que es el que está como analista, que es
el que le permite, da lugar, posibilita, dirige la experiencia en su conjunto, como
para que este progreso de la palabra llegue a algún lugar. Y ahí se plantea el
problema de en qué consiste analizar, a dónde se tiene que llegar. Pregunta
Lacan en Nomina non sunt consequientia rerum: “Si los nomina no tuvieran
que ver de una manera cualquiera con las cosas, ¿cómo es posible el
psicoanálisis?”

El sentido sexual.

En un trabajo de 1925, Los límites de la interpretabilidad de los sueños, Freud


se plantea si una formación del inconsciente, un sueño por ejemplo, es posible
interpretarlo de manera completa e inequívoca. La respuesta es negativa, nunca
podemos estar plenamente seguros del sentido del sueño.
Dice Freud: “Una vez hallada la interpretación de un sueño, no siempre es
fácil decidir si es «completa», es decir, si no existen otros pensamientos
preconscientes que hayan logrado expresión en el mismo sueño. En tal caso,
debe considerarse demostrado aquel de los sentidos que esté abonado por las
asociaciones del soñante y por nuestra apreciación de la situación general, sin
que por ello siempre sea lícito rechazar el otro sentido probable. Este sigue
siendo posible, aunque no demostrado, de modo que es preciso familiarizarse
con el hecho de esta significación múltiple que ofrecen los sueños. Por otra parte,
aquélla no siempre es achacable al carácter parcial de la labor interpretativa,
pues con idéntica probabilidad puede estar implícita en las propias ideas
latentes. Además, también en la vida diurna y fuera de las circunstancias de la
interpretación onírica se da el caso de que subsista nuestra duda con respecto
a si una expresión oída o una información obtenida aceptan tal o cual
interpretación, o si, además de su sentido evidente y manifiesto, no significan
quizá alguna otra cosa”16.
Esta circunstancia se debe a que el sentido de los sueños es un sentido
sexual. Es porque el sentido es sexual que la interpretación del sueño encuentra
un límite. Decimos con Lacan que no hay relación sexual porque esta no puede

16
Freud, S. Los límites de la interpretabilidad de los sueños. O.C. T. III, pág. 2890. Ed.
Biblioteca Nueva.

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El inconsciente de Lacan y el sentido sexual en la retórica moderna Héctor Franch

escribirse. Este hecho implica una falla a propósito de la cual se produce el


cifrado del sueño.
Dice Lacan en Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los
Escritos: “Hemos dicho lo que vale el rasero con el que se mide el sentido.
Llevarlo a su término no le impide hacer agujero. Un mensaje descifrado puede
seguir siendo un enigma.” Y más adelante continúa: “Las formaciones del
inconsciente, como yo las llamo, demuestran su estructura por el hecho de ser
descifrables. Freud distingue la especificidad del grupo: sueños, lapsus y chistes,
del modo, del mismo modo, con que opera con ellos. Sin duda Freud se detiene
cuando ha descubierto el sentido sexual de la estructura. De lo que en su obra
no se halla sino sospecha, aunque ciertamente formulada, es que el test del sexo
sólo se atiene al hecho del sentido, pues en ninguna parte, bajo ningún signo, se
inscribe el sexo mediante una razón.” 17
Se entiende entonces que si el sentido es sexual y la relación sexual está
fallada en cuanto tal, que el descifrado del sueño encuentre un límite. No habría
cifrado si no habría allí un agujero, esta es una razón más para que
diferenciemos condensación de metáfora. No hay condensación sino en
referencia a ese agujero, el de lo real imposible que insiste en la repetición. Hacer
un análisis es practicar este límite de la interpretación.

Héctor Franch.
Rosario, Noviembre 2008.

Bibliografía.
Lacan, J. La metáfora del sujeto. Escritos 2. pág. 867. Ed. Siglo XXI, Buenos
Aires, 1985.
Lacan, J. Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión. Ed. Anagrama. Barcelona,
1977.
Lacan, J. La instancia de la letra en inconsciente o la razón a partir de Freud.
Escritos 1. pág. 473. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.
Freud, S. Los límites de la interpretabilidad de los sueños. O.C. T. III, pág.
2890. Ed. Biblioteca Nueva.

17
Scilicet, n° 5, 1975, págs. 11-17.

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