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El ideal de la igualdad social defiende que todos los ciudadanos

tengan las mismas oportunidades en la vida. Basta considerar con la


frecuencia con que se habla de este tema, la energía con que se discute,
la masa de personas que se amontonan para abordar esta discusión y se
interesan en ella, la vehemencia con que se ataca y se defiende, la
confianza con la que se invoca como un medio de salvación; basta mirar
estos contrastes, no solo reproducidos, sino crecientes, para sospechar
que la igualdad no es una de esas ideas fugases que pasan con las
circunstancias que las han producido, sino que trae raíces en la
naturaleza del hombre y es por eso un elemento poderoso y permanente
en las sociedades humanas.

Esta duda se ratifica, pasando a la certeza, al ver en la historia la


coincidencia combatiendo con el privilegio; vencida, no aniquilada,
rebelarse cuando se la creía para siempre bajo el yugo; existir, si no en
realidad, en idea y esperanza, y, derecho o aspiración, aparecer en todo
pueblo que tiene poderosos gérmenes de vida.

Enfrente de los que esperan en la igualdad están los que la temen,


los que ven en ella una cosa monstruosa, imposible, absurda, injusta; un
sueño de la fiebre popular, un producto de las malas pasiones del pueblo,
o un medio de explotarlo. Para éstos, la igualdad es sinónimo de anarquí-
a, de caos, de degradación, hasta el punto que igualarse viene a
ser, rebajarse, y persona distinguida equivale a persona digna.

Desde los comienzos del siglo XXI se ha intentado poner en


práctica una filosofía socio-política y económica, comúnmente llamada
Socialismo del siglo XXI, que lamentablemente a estas alturas muchas de
las personas no conocen el significado de esta palabra o simplemente
ocultan sus verdaderos propósitos al implantarla.
No obstante, el presidente de la República Hugo Chávez, es quien
se ha dado a la dura tarea de implementar el socialismo dentro de esta
nación, con el fin de igualar los derechos sociales, económicos, culturas,
educacionales y humanísticos de sus habitantes. Es una tarea dura,
incansable, que absorbe las energías de cualquier persona que intente
conllevarla y aun más cuando al momento de tomar las riendas de esta
república, se encontraba en un estado caótico en donde solo reinaba la
pobreza y la corrupción por parte de aquellos que se había aprovechado
del anterior gobierno corrupto, la burocracia.

En pro del progreso para este tercer milenio, se han de enfocar los
mayores esfuerzos posibles en el orden moral, intelectual, científico,
social, cultural, económico y financiero, en la lucha en contra del hambre,
la miseria y la muerte que azota al planeta por causa de aquellos que,
disfrazados de democracia e igualdad, han destruido las esperanzas de
los pueblos y han despreciado sus derechos de participación en la toma
de decisiones que los beneficien.

No es un secreto para nadie, y tampoco se puede negar, que, a


pesar de los muchos esfuerzos que ha hecho el presidente de la
República Hugo Chávez, en tratar de desaparecer la corrupción y la
marginalidad de los pueblos, aun hay muchos que no se han enfocado en
esta tarea y que hipócritamente se hace de los ideales que se están
manejando para manipular y malversar los bienes del pueblo. No es fácil
controlarlo todo, es casi imposible reconocer quien viene con buena
intención. Aun así achacamos la responsabilidad a un solo sujeto, y nos
olvidamos que para exigir sinceridad y ética a otra persona, debemos
comenzar a sembrarnos esos valores a nosotros mismos, así como lo
mencionó el presidente en su discurso de la ONU “es necesario revisar la
economía. Es necesario revisar la ética. Es necesario revisar la política.
Es necesario revisar el todo, hoy, si es que de verdad queremos que el
mundo sea viable, que haya paz en nuestro planeta”.

En ningún momento se intenta ofender a nadie con estas palabras,


solo se busca esclarecer las intenciones de nuestra nación hacia aquellos
que no se han internalizado este nuevo proceso evolutivo, en donde no
son aquellos adinerados empresarios o políticos corruptos los que se
beneficiarán con este cambio. Es el pueblo el que ahora tendrá la palabra,
es él el que estará ahora al mando de sus riquezas, de sus derechos a la
igualdad, a la salud, a la buena educación, a sus beneficios laborales y
constitucionales, orientados mediante el diálogo y la participación popular.

La integración social es la clave fundamental para alcanzar la


formación de una nación unificada, una nación que se manifieste de
manera conjunta en pro de un desarrollo en beneficio de todos y aceptado
por todos, esta integración debe estar enmarcada en los distintos ámbitos
que se nos presentan en el día a día, es decir, en lo económico, político,
social y cultural. Sabiendo que nos estamos enfrentando a acciones
ofensivas a nivel mundial y se debe hacer frente contra eso, contra las
guerras, el hambre y los maltratos psicológicos que debilitan las mentes
de los pueblos encargados de dicha lucha.

Esta unificación social nos ayudará a avanzar en el desarrollo de


nuestra nación y así mismo garantizar una educación estable a los niños,
salud, vivienda y de igual forma una estabilidad familiar, ya que los niños
son el personal encargado de mantener una nación estable y de esta
manera cumplir uno de los sueños de nuestro libertador Simón Bolívar y a
su vez hacerlos cumplir con el mandato bolivariano basado en el
cumplimiento de la verdad.
Es importante destacar que si el proceso político de Venezuela se
sigue desarrollando de la manera como se ha venido haciendo, y se
cumple lo planteado en la cumbre milenio, Venezuela estará a un paso de
optimizar la calidad de vida de los venezolanos y de esta manera
asegurando que dicho merito seguirá existiendo en un futuro ya que
nuestras generaciones serán instruidos bajo estos preceptos, enfocados
en la libertad, la igual social y el desarrollo de nuestra nación.

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