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SER OBSTACULO DEL OBSTACULO

Una sencilla definición de obstáculo es la siguiente: Cosa que impide pasar o avanzar hacia un
lugar. Dada esta corta definición, se puede reconocer que la vida misma es similar a una carrera de
obstáculos, creo que los impedimentos nos han sido compañeros desde el inicio de nuestra carrera;
desde el momento que somos concebidos y cobramos vida en el vientre, nos toca sortear barreras,
atravesar portales y abrirnos paso con determinación; siempre y cuando estemos aprobados por
Dios, pero no por las obras sino por su gracia y elección. El caso de Jacob nos da ejemplo de lo que
estamos afirmando, pues como dice el apóstol Pablo: “No habían aún nacido, ni habían hecho aún
ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras
sino por el que llama” (Romanos 9:11). Este Jacob fue quien se abrió paso para obtener la bendición
de la primogenitura, aunque biológicamente no era el primogénito, sin embargo, el amor de Dios le
abrió puertas para ser bendecido y ser bendición; Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú
aborrecí (Romanos 9:13).

Creo que en la medida en que ha avanzado la ciencia y la tecnología, el ser humano ha ido
adoptando una visión cada vez más facilista, procurando la ley del menor esfuerzo; una visión que
les impulsa a suprimir o quitar de en medio toda barrera que se oponga a lo que se desea alcanzar,
simplificándolo todo; ya que el instinto egoísta de los que se rigen y son conforme al sistema actual,
les induce a que se viva bajo la premisa de lo fácil y rápido, creando un estado de comodidad, que
los convierte en estanques de agua y no en ríos de agua viva; lo que les ubica en el plano de ser el
obstáculo del obstáculo. Si miramos la vida como una carrera de obstáculos donde debemos pasar
por encima de vallas puestas en el trayecto para dificultar el paso, entonces la sociedad actual
avanza (haciendo la comparación) como quien corre, evadiendo las vallas; algo que resultaría
mucho más fácil, dejando a quien lo haga fuera de juego o descalificado; nuevamente el apóstol
Pablo nos arroja luz con respecto a esto, dando concejo desde la perspectiva de un corredor, a fin de
que se asuma el reto de esta carrera de la vida con compromiso, como lo hacen los atletas, para
alcanzar un premio temporal; miremos las palabras del apóstol en dos versiones:

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta
manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que
golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo
mismo venga a ser eliminado. 1Corintios 9:24-27

Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como
seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. Los que se
preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen
para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un
premio que dura para siempre. Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. Al
contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la
buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí. (TLA)

Una actitud facilista no calza con la visión que Dios tiene para sus hijos, el anhelo de comodidad y
vida reposada choca con las enseñanzas bíblicas; pues Jesús dijo: Mi Padre hasta ahora trabaja y yo
trabajo (Juan. 5:17); lo que nos da un enfoque familiar coherente con la verdad, donde no hay un
padre que trabaja (o se mata trabajando) para darle “todo” a sus hijos, educándolos en un ambiente
de comodidad, evitándoles padecimientos, alejándolos de una vida de trabajo, esfuerzo y tenacidad;
sino uno que da ejemplo guiándoles a la proactividad y a la actitud pujante, lo que lo fortalece para
hacer frete a los obstáculos o desafíos propios de la vida. Es esta la visión que no desea que se le
desaparezcan los problemas, las dificultades, los momentos de crisis; sino que se goza en medio de
ellos, entendiendo que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad de los que le aman y le creen;
o que dice de Abraham el patriarca: “El creyó en esperanza contra esperanza… Y no se debilitó en
la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad
de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció
en fe, dando gloria a Dios” (Romanos 4: 18:20). Nótese los dos obstáculos que son resaltados para
el cumplimiento de la promesa al patriarca, tenía casi cien años y su esposa era estéril, (Sara quiso
evitar el obstáculo puesto por Dios al entregar a su sierva Agar a su marido para tener el hijo de la
promesa, pero ese no era el camino, lo que se convirtió en un obstáculo); pero en el tiempo del
cumplimiento Dios hizo el milagro y Sara dio a luz a Isaac, conforme a la palabra del Autor de la
vida.

Así que es necesario suprimir la mentalidad cómoda de lo fácil y rápido, para no convertirnos en
obstáculo, pues el Señor dijo: “Ay de los que llevan una vida fácil en Sion o los que viven cómodos
en Jerusalén…” Amos 6:1. Ese “Ay” no es más que el juicio de Dios para quienes evaden el camino
de la cruz, que con sus anhelos de vivir reposados, se oponen a la verdad y se hacen enemigos de
Dios, ignorando que la prueba produce paciencia y nos hace cabales y completos; pero quien no
sabe dar la correcta interpretación al impedimento puesto delante de sí, y se llena de impotencia o
de ira, o depresión, está siendo con esa actitud un obstáculo a aquella situación o circunstancia,
(llámese desierto, pérdida, tropiezo, etc.,) que El Creador ha aprobado para su mejoramiento y
perfección; por tanto, debemos aceptar como discípulos de Jesús, que no seremos quitados del
mundo (en el cual tendremos aflicciones) pero si guardados del mal (Juan 17:15); pues es a través
de muchas tribulaciones entraremos en el reino de Dios.
Por qué hemos de oponernos a la disciplina del Señor, o quejarnos contra El, como repetidas veces
lo hizo el pueblo de Israel en el desierto; si a los que aman a Dios, todas las cosas nos ayudan a
bien, no deberíamos entender las adversidades como obstáculos para nuestro avance; pues luego de
padecer por un poco de tiempo, el mismo Señor que nos acompaña en la angustia, nos fortalece y
nos establece; pero cuando ante las pruebas y desafíos que son puestos por Dios para mostrarnos su
poder, la incredulidad se apodera de nosotros, y nos unimos a los 10 espías que veían imposible
conquistar la tierra que el Señor les había prometido, porque era tierra que tragaba a sus moradores,
sin ninguna objeción, eso es lo que nos hace convertir en el obstáculo que detiene con injusticia la
verdad y la obra de Dios; pues la incredulidad es como un virus que trae desaliento no solo a quien
no cree, sino a quienes escuchan sus palabras. Por eso, sin fe es imposible agradar a Dios, y es a
través de la fe, arma necesaria para enfrentar desafíos considerados como imposibles, que logramos
ver la gloria de Dios abriendo caminos, para establecernos en el lugar de su bendición.

Así que: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” 2Tim. 2:1

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