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ENFOCADOS EN LA META

(FILIPENSES 3: 13,14)

Amados hermanos, al venir a los pies de Cristo, en nuestros comienzos en


nuestro andar como cristianos, somos semejantes a los polluelos, los
cuales cuando rompen el cascaron se encuentran en un nido cómodo,
bien acondicionado previamente por su madre.

En los primeros días a esos polluelos no les da ni la brisa muy fuerte,


porque la madre crea sobre ellos una barrera protectora, por estar ellos
muy débiles todavía. A medida que pasa el tiempo y que esta se da cuenta
que sus hijos están más fuertes, comienza ella misma a retirar las hojas
que le daban protección al nido, tratando de obligarlos a que lo
abandonen y salgan a buscar su propio sustento, enfrentándose a los
peligros que le sobrevendrán.

A nosotros nos pasa igual que ellos, porque al venir a Cristo somos como
bebes, como niños recién nacidos a los cuales deben cuidarnos y
protegernos, estamos en un momento bello, precioso en el cual nos
sentimos protegidos, pero a medida que crecemos en el Señor, El mismo
comienza a quitarnos un poco de esa protección inicial y comenzamos a
recibir pruebas, somos probados como el oro dice La Palabra.

Y es que realmente, hermanos, eso debe ser así porque quien dio el
ejemplo fue el mismo Jesucristo, El Hijo del Dios Altísimo, el cual se
humillo y descendió hasta la tierra tomando forma de hombre y paso por
todas las pruebas y vicisitudes que ya conocemos.
Todos conocemos y creemos que Jesús es fiel, que cumple sus promesas y
todas y cada una de ellas se van a cumplir en nuestras vidas ¿verdad?,
pues dentro de esas promesas esta la que dice “En el mundo tendréis
aflicciones”.

Es por esto hermanos que podemos asegurar que en el transcurrir de


nuestras vidas como seguidores de Cristo vamos a pasar por duras
pruebas, porque si El Hijo de Dios las sufrió, si Pablo las sufrió, si todos
esos grandes hombres de Dios las sufrieron, quienes somos nosotros para
vivir como creyentes y seguidores del Rey de reyes y Señor de Señores y
salir ilesos.

Y es que al decidirnos a seguir a Jesús vamos a disfrutar de muchas


bendiciones y beneficios y el primero de ellos es asegurarnos un lugar en
el Reino de los cielos, al lado de nuestro Padre Celestial por una eternidad.
Pero esto trae consigo también serias consecuencias, ya que seremos
rechazados, difamados, en fin seremos puestos sobre el fuego
literalmente.

Nosotros como representantes de Cristo debemos recibir todas las


pruebas que nos sobrevendrán porque así, como el testimonio de esos
grandes hombres de Dios nos ayudan a sobre pasar cada dificultad, así
también nosotros con nuestro testimonio podemos ayudar a otros que en
un futuro vivirán experiencias similares.

Así como Dios conoce nuestras pruebas y las permite, también el diablo
las conoce y se aprovecha de ellas para tratar de desestabilizarnos, el
propio Jesús paso por eso, ya que cuando fue al desierto, al cabo de 40
días sin comer ni beber, vino satanás a aprovecharse de su debilidad física,
pero El Señor no lo permitió y por el contrario obtuvo una de sus más
grandes victorias.

Anécdota
Pero no todo termina ahí, la historia no termina ahí, solo en la prueba,
porque la segunda parte de esa promesa es que El estará con nosotros,
Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad, Yo he vencido
al mundo”. Así como el enemigo estará asediándonos en medio de la
prueba, mucho más cerca de nosotros estará Dios. En el libro de Josué
1:5-6 “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida, como
estuve con Moisés, estaré contigo, no te dejare ni te desamparare”.

Les confieso que yo pensé que nunca me iba a poder levantar después de
lo que nos pasó, pero a raíz de la muerte del niño, mi esposa y yo nos
refugiamos en el único que nos podía dar consuelo, y día tras día nos
aferramos más a su Palabra, esas noches en que no podíamos dormir por
el llanto, nos poníamos a adorar a El Señor y Él nos traía paz. Ahora
sentimos que Él está más cerca de nosotros que nunca y nos da fortaleza
(Aplausos a Dios).

Saben que en la antigüedad existían unos guerreros que se adueñaron del


Peloponeso, estos se caracterizaban por ser los más fieros de aquel
entonces, les llamaban los espartanos. Ellos desde muy pequeños eran
entrenados para la batalla, se decía que un solo espartano valía mas que
cinco hombres de cualquier ejército.

Estos guerreros eran temidos en batalla porque nunca retrocedían, no


importa cuántos miembros perdieran de su ejército, o si les fueran
amputadas parte de sus cuerpos, siempre seguían adelante, pasando por
encima de los cadáveres de sus compañeros incluso.

Los traigo a colación porque recientemente ha surgido otro grupo de


guerreros los cuales son iguales de fieros que los espartanos y están
mucho mejor motivados porque quien los dirige es aquel capitán de
capitanes que nunca ha perdido una batalla y del cual me siento honrado
de formar parte, son los guerreros Perla.
Estos guerreros han recibido duras pruebas, comenzando por su
comandante en jefe, nuestro pastor, el cual ha sufrido muchos embates y
fuertes vientos y todavía se mantiene de pie, y ahora más fuerte que
nunca, y no retroceden ante nada ni nadie, con el fin de asegurar la
victoria que nuestro Señor ha puesto en nuestras manos.

Les puedo asegurar a nuestros nuevos hermanos en la fe que Dios los trajo
al lugar indicado, porque como les dije antes, recibirán duras pruebas,
pero la victoria está asegurada. Alabado sea nuestro Dios, y les puedo
asegurar que no importa la prueba que tenga que pasar, seguiré adelante
sirviéndole a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, porque solo Él nos da
garantías de pasar una eternidad con Dios en el cielo.

En el texto que leímos Pablo nos dice que debemos olvidarnos de todo lo
que queda atrás y hasta ahora solamente hemos hablado de las pruebas,
pero lo que más tiene el cristiano son victorias y la principal de ellas es
haber salido del pozo donde estábamos sumergidas nuestras vidas y
emerger de allí para poder vivir libres seguros de nuestra salvación.

Cuando venimos a Cristo, Dios nos prepara y nos usa de diferentes formas
y nos da a cada uno dones, los cuales usamos para servirle a Él. Y gracias a
esos dones hacemos cosas, realizamos hazañas que nunca hubiéramos
podido hacer por nuestros propios medios, algunos Dios los usa como
profetas, maestros, pastores, evangelistas, etc.

Pero cuando logramos una hazaña no debemos quedarnos paralizados y


conformarnos con esto, sino que debemos seguir adelante buscando la
manera de realizar grandes cosas para Dios.

En días pasados el hermano Adriel con un grupo de jóvenes salieron a


evangelizar y consiguieron ganarse más de 20 almas para Cristo, lo cual es
algo asombroso y un fruto precioso para Dios, pero ellos no se sentaron a
descansar y en cambio decidieron continuar adelante olvidando lo que
quedo atrás.

El hermano Joaquín, Misael o Nuestro Pastor reciben una palabra


poderosa del Espíritu Santo y nos dan un mensaje que nos llega al
corazón, que nos marca la vida, pero ellos no se conforman con ello y
siguen buscando en El Señor hasta obtener otra palabra de Dios que nos
edifique y nos anime a seguir adelante.

Dice William Barclay al respecto que Pablo sentía que cuando Cristo le
detuvo en su camino de Damasco, tenía una visión y un propósito para él y
pablo sentía que toda su vida estaba obligada a proseguir adelante, no
fuera que le fallara a Jesús y frustrara Su sueño. Toda persona (dice
Barclay) es agarrada, rescatada con algún propósito y por tanto toda
persona debe proseguir adelante hasta alcanzar aquel propósito para el
que Cristo le llamo.

Con este fin, dice Barclay, que Pablo hace dos cosas, él está olvidando las
cosas que va dejando atrás, es decir, que nunca se gloriara de ninguno de
sus logros ni los usara como disculpa para relajar su esfuerzo. Lo que
pablo está diciendo es que el cristiano debe olvidar lo que ha hecho y
tener presente lo que le queda por hacer. En la vida cristiana no hay sitio,,
no hay cabida para los que se quieren dormir en los laureles.

En la versión Dios habla hoy dice así, desde el versículo 12 “No quiero
decir que ya lo haya conseguido todo, ni que sea perfecto pero sigo
adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me
alcanzo primero. Hermanos, no digo que yo mismo lo haya alcanzado lo
que si hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por
alcanzar lo que esta adelante para llegar a la meta y ganar el premio
celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”.
Dice Pablo, lo que si hago es olvidarme de lo que esta atrás (pruebas,
desilusiones, fracasos, triunfos, coronas, premios, coronas, etc.), todo lo
que está detrás y me esfuerzo para alcanzar lo que esta adelante y ¿que
esta adelante?, el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo
Jesús.

Ahora a qué clase de esfuerzo se refiere Pablo, bueno pues a cumplir con
el propósito para el cual fuimos llamados. Todos los que estamos aquí
hemos sido llamados con un propósito específico que solo Dios conoce,
hasta que nos lo revela, pero este propósito específico debe estar
subordinado al propósito general de Dios, la razón por la cual todavía
estamos aquí, y es ganar almas para Cristo.

Esta es la razón de ser de todo cristiano, sino hubiéramos ascendido al


cielo al momento de recibir a Jesús en nuestros corazones. Y debe ser este
nuestro mayor anhelo, presentarnos como obreros aprobados delante de
nuestro señor. Yo sueño con ese momento en el que El Señor me dirá “ven
a mi buen siervo y fiel, en lo poco me fuiste fiel, en lo mucho te pondré”.

Una última apreciación de las palabras de Pablo es que él dice “una cosa
hago”. Al decir esto Pablo nos está diciendo que nuestro principal objetivo
debe ser cumplir con esa gran comisión que Jesús nos mandó, de ganar
almas para su reino.

Al decir una cosa hago Pablo se refiere a que todas nuestras fuerzas deben
estar dirigidas a predicar El Evangelio de Cristo.

Decía Charles Spurgeon: “Debemos concentrar todas nuestras fuerzas en


el trabajo a que sois llamados. Reunid vuestros pensamientos, unid todas
vuestras facultades, amontonad vuestras energías y enfocad vuestras
capacidades. Dirigir todos los resortes de vuestra alma hacia este canal
haciendo que fluya hacia adelante en forma de corriente unificada”.
Spurgeon se refiere a que dediquemos todo nuestro ser a decirle a las
personas que están en el mundo que hay una esperanza de salvación, un
camino que nos lleva directo hacia Dios y es Jesucristo, su hijo.

No piensen que pretendo decirles que abandonen todo lo que están


haciendo (sus trabajos, estudios, familias, etc.), para dedicarse cien por
ciento a la predicación, NO.

Pero les digo que cada actividad que realicemos en nuestras vidas hacerlas
de forma que contribuya a ese gran propósito, ese llamado que tenemos.

Por ejemplo, estoy seguro que Jaquin y Pablo exhortan a sus estudiantes a
seguir a Cristo, Sé que el hermano Ariel, cuando visita a los clientes del
banco les presenta a Cristo.

Cada uno de nosotros hermanos, debemos tomar conciencia y saber que


Dios cuenta con nosotros para que las almas no se pierdan. Así es que no
importa lo que pase en nuestras vidas, sea positivo o negativo, debemos
comprometernos hoy a seguir adelante, a buscar por sobre todas las cosas
que el llamado que Dios nos hizo no haya sido en vano, sino que día tras
día nos empeñemos en dar frutos para El Señor.

De pie …….

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