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Los pollos son animales fascinantes.

Son inteligentes, sociales y capaces de formar


fuertes vínculos entre sí. Sin embargo, su vida es también muy corta y, en muchos
casos, trágica.

Los pollos suelen vivir entre 5 y 10 años, pero la mayoría de ellos son
sacrificados para consumo humano antes de cumplir los 12 meses de edad. Esto
significa que su vida es, en gran medida, una serie de ciclos repetidos de
reproducción y crecimiento, seguidos de una muerte prematura.

Esta brevedad de la vida de los pollos nos puede hacer reflexionar sobre la
futilidad de la vida en general. ¿Qué sentido tiene vivir si nuestra vida es tan
corta? ¿Qué importa lo que hagamos si, al final, todos vamos a morir?

Estas preguntas no tienen una respuesta fácil. Sin embargo, podemos encontrar
algunas pistas en la propia vida de los pollos.

Los pollos son animales muy adaptables. Son capaces de sobrevivir en una amplia
gama de condiciones, desde las granjas industriales hasta los bosques salvajes.
Esto sugiere que la vida tiene un valor intrínseco, independientemente de su
duración.

Los pollos también son animales muy sociales. Forman fuertes vínculos entre sí y se
apoyan mutuamente en tiempos difíciles. Esto sugiere que la vida tiene un valor
relacional, independientemente de sus logros individuales.

En última instancia, la futilidad de la vida es una cuestión de perspectiva. Si la


vemos como una serie de ciclos repetidos, sin ningún propósito o significado,
entonces puede parecernos una experiencia vacía y sin sentido.

Sin embargo, si la vemos como una oportunidad para aprender, crecer y conectarnos
con otros, entonces puede ser una experiencia rica y significativa.

Los pollos nos enseñan que la vida es preciosa, incluso si es breve. Nos enseñan
que la vida tiene un valor intrínseco, independientemente de sus logros
individuales. Y nos enseñan que la vida tiene un valor relacional,
independientemente de su duración.

Una reflexión personal

Como ser humano, tengo la capacidad de reflexionar sobre la futilidad de la vida de


una manera que los pollos no pueden. Puedo ver que mi vida es un pequeño fragmento
de una historia mucho más grande. Puedo ver que mi vida tendrá un impacto, aunque
sea pequeño, en el mundo.

Esto me da un sentido de propósito y significado. Me hace sentir que mi vida no es


fútil, sino que tiene un valor.

Sin embargo, también soy consciente de la brevedad de mi vida. Sé que, al igual que
los pollos, algún día moriré.

Esto me lleva a apreciar la vida aún más. Me hace querer vivir mi vida al máximo,
hacer todo lo que pueda y disfrutar de cada momento.

La futilidad de la vida es una realidad que todos tenemos que enfrentar. Sin
embargo, no tiene por qué ser una experiencia negativa. Podemos elegir ver la
futilidad de la vida como una oportunidad para vivir la vida al máximo.

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