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ROMANCE GERINELDO Y LA INFANTA

Teniendo en cuenta lo que plantea el poema, según la clasificación temática de los romances,
podemos considerarlo como un romance novelesco. El juglar nos presenta una historia de amor
prohibido dadas las diferencias sociales de los enamorados, el conflicto queda planteado en la voz
del rey, pero no sabemos cómo lo resuelve la autoridad por una de las características de este tipo de
poesía : el final trunco o abierto.
También conviene destacar el carácter lírico-dramático del romance por la presencia del
diálogo entre los tres personajes de la historia. Los diálogos son breves y le dan agilidad al relato, el
estilo directo alterna con breves pasajes informativos en la voz del poeta-narrador. Tomando en
cuenta los diálogos es que podemos dividir el poema en cinco momentos o escenas que constituyen
su estructura interna.
Estructura interna
1)- La primera escena ocurre en el palacio, es el diálogo inicial sin presentación de los personajes,
entre la Infanta y Gerineldo.
2)- La segunda escena ocurre en parte fuera, en parte dentro de la alcoba de la Infanta, y se ubica en
la noche; los personajes son los mismos.
3)- La tercera escena ocurre dentro de la alcoba real y en la de la Infanta, al amanecer, el personaje
es el rey.
4)- La cuarta escena se ubica dentro de la alcoba de la Infanta, poco después, los personajes son la
Infanta y Gerineldo.
5)- La quinta escena ocurre en el jardín, consiste en un diálogo entre el rey y Gerineldo, con la
intervención final de la Infanta que pide a su padre que no mate al paje, que se lo dé por esposo,
pues si lo mata también morirá ella. El juglar guarda silencio luego del ruego de la Infanta, creando
suspenso y dejando para los escuchas la posibles soluciones.
Análisis
Como todos los romances, este tiene un comienzo abrupto, ya que sin presentación de los
personajes, se abre con las palabras de la Infanta que aparece con una personalidad peculiar: osada,
dispuesta a seducir al sirviente. La anáfora del comienzo cumple una doble función: por un lado
llama la atención reiterando el nombre del paje para destacar que se dirige a él; y por otro, cumple
una función sonora otorgándole al poema características de canción popular.
El deseo de la Infanta queda implícito a través de una metáfora que se reiterará en el diálogo
final entre el rey y Gerineldo. La belleza, juventud y sensualidad de la joven quedan simbolizadas
en ese “jardín florecido”. Este diálogo inicial es breve, característico de los romances, otorgándole
al texto agilidad y creando suspenso sobre lo que vendrá: ella plantea su deseo, destaca la belleza
física del joven, este cree que ella se burla de él porque es un criado, y se cierra con la invitación
de la joven al criado para que la visite en su alcoba. Surge la figura de la autoridad paterna que hay
que eludir para que pueda ocurrir el encuentro amoroso, tras la pregunta de Gerineldo. “-¿Y cuando
señora mía / cumpliréis lo prometido? / -Entre las doce y la una, / que el rey estará dormido”.
Hay un salto temporal, toma la voz del discurso poético el juglar, pasamos así al estilo indirecto.
En este pasaje se describe el encuentro de los enamorados presentado a través de un juego de
equívocos: “Medianoche ya es pasada, / (...)-Abráisme, la mi señora/-¿Quién a mi estancia se
atreve, / quién llama así a mi postigo? / -No turbéis, señora mía, / que soy vuestro dulce amigo”. La
denominación por parte de Gerineldo como “dulce amigo”, lleva a la acción inmediata de la
Infanta que sabe que quien llama es el sirviente; le abre y lo conduce al lecho, el juglar culmina la
descripción del encuentro a través de una imagen que destaca la felicidad y el placer, ya que el
tiempo ha transcurido y los jóvenes no se han percatado de ello. Aún más, distendidos se han
dormido sin tener en cuenta que ha llegado el amanecer. “Entre juegos y deleites / la noche se les
ha ido, / y allá hcia el amanecer / los dos se duermen vencidos”.
Cuando el rey despierta, ya tiene la certeza de que algo malo ocurre, no duda del sueño que ha
tenido y su urgencia y preocupación así lo demuestran. Está claro que ese sueño profético lo ha
advertido acerca de un peligro que tiene que ver con su reino y con su honra, pues dice: “O me
roban a la Infanta / o traicionan el castillo”.
El sueño aparece así como un símbolo del descuido de la honra.
La urgencia vuelve a ponerse de manifiesto cuando el poeta dice que el rey llamó tres veces a su
paje. En estos versos aparece un paralelismo antitético entre las reiteradas voces del rey y la
ausencia de respuesta por parte de Gerineldo: “Tres veces le había llamado / niguna le ha
respondido”.
Cuando el soberano descubre que su hija ha pasado la noche con Gerineldo, que ella ha perdido
la virginidad y con un sirviente, se llena de sentimientos contradictorios. En la Edad Media la honra
de la mujer estaba ligada a la conservación de su virginidad, y la pérdida de la misma representaba
una deshonra no sólo para ella sino para toda la familia, especialmente para el padre, encargado de
cuidarla. Pero en este caso se trata, además, de la heredera de un reino, lo cual hace todo más grave.
El poeta describe el conflicto interno del rey, expresado en las preguntas retóricas que se hace.
El sentido del deber reclama una reparación, un acto de venganza por la desobediencia cometida por
Gerineldo y la Infanta, pero el afecto se lo impide: “¿Mataré yo a Gerineldo / a quien crié desde
niño?” En el caso de la Infanta -su hija- además del tema de los sentimientos está la cuestión del
poder y la sucesión en el trono: “Pues si matare a la Infanta / mi reino estará perdido”.
Se deduce que es su única hija y si la mata, queda sin descendencia, o sea que esto sería acabar con
el futuro de su reino.
Finalmente decide dejar su espada en medio de los amantes dormidos como forma de testimoniar
que estuvo allí, con todo lo que eso implica. No es casual que deje su espada: ella está asociada a la
defensa de los valores del caballero; justamente espada en mano un caballero defiende lo que le es
propio, especialmente su honra, como en este caso.
Nuevamente hay un salto temporal desde la presencia del rey en la alcoba de la Infanta hasta el
despertar de ella, han pasado más de tres horas. Ni bien advierte la presencia de la espada, la Infanta
comprende lo que ha sucedido y despierta a Gerineldo. Hay un notorio cambio en el epíteto con el
que se dirige a él: antes le llamó “paje del rey más querido”; ahora que se han declarado y
demostrado amor mutuo lo llama “dueño mío”. La expresión “dueño” tiene una connotación de
entrega y pertenencia de la Infanta al paje Gerineldo.
Al saber que el rey lo ha descubierto, las palabras de Gerineldo más que desesperación o temor
parecen mostrar resignación: no hay lugar donde ocultarse del rey; siente que está perdido por
completo, tan grande es el poder del gobernante.
Reaparece la metáfora del jardín en las palabras de la Infanta; las flores son símbolo de la belleza
y en algunos casos del erotismo femenino Se hace mención a dos flores de marcada simbología en
la Literatura: “Vete por ese jardín / cogiendo rosas y lirios”. Las rosas simbolizan el erotismo
femenino y la pasión, mientras que los lirios son flores generalmente usadas en los funerales. De
este modo, a través del contraste por la simbologá de las flores, queda planteado el tema del poema:
el amor pasión unido a la muerte, verdadero tópico literario (tema recurrente que se reitera en textos
de diversos autores y de distintas épocas).
Pero aunque todo haya sido descubierto y ambos ignoren qué consecuencias podrá traer, la
Infanta da una nueva muestra de amor y fidelidad: “Pesares que te vinieren / yo los partiré
contigo”. No reniega del amor de ambos para salvarse, cuando bien podría dejar que la culpa
recayese sobre el criado, socialmente inferior y, por tanto, con menos derechos y posibilidades de
defensa. Ella está dispuesta a compartir con él la desgracia si esta le acontece a Gerineldo.
Cuando el rey encuentra a su paje que intenta pasar desapercibido por el jardín, le hace una
pregunta, fingiendo ignorar todo lo acontecido. Hay una marcada ironía en sus palabras cuando
señala el abatimiento y la palidez del semblante del joven, “tan mustio y descolorido”. A partir de
aquí se produce un diálogo marcado por el doble sentido. Tanto el rey como Gerineldo hablan a
través de metáforas, pues al referirse a las flores están hablando en realidad de la virginidad de la
Infanta.
Hay un juego de significados en las palabras de Gerineldo: “por ver cómo ha florecido / la
fragancia de una rosa / la color me ha desvaído”. Con tristeza asume que conocer los placeres de
poseer a la Infanta lo han puesto en esta situación que él imagina el anticipo de la muerte; no cree
que el rey le perdone la vida pues conoce los códigos del honor aunque no sea un caballero y sabe
que a un caballero en esta situación, le asiste l derecho a matar al causante de la deshonra.
Sin embargo, su actitud sumisa no debe confundirse con cobardía; de hecho, el joven paje
asume que ha quebrantado las reglas y además faltado a la confianza del rey, y por ello se muestra
dispuesto a afrontar la muerte: “Matadme, señor, matadme: / bien lo tengo merecido”. Aunque
pertenezcan a distintos estamentos, Gerineldo y el rey comparten los mismos valores, la misma idea
respecto a la honra y a la lealtad.
Este podría considerarse el clímax del poema, pues es el momento de máxima tensión y no se
sabe qué habrá de suceder. La brusca intervención de la Infanta aporta un giro inesperado aunque no
una resolución de la historia.
Como se dijo al principio del análisis del romance, la Infanta muestra una personalidad peculiar:
osada, voluntariosa y ahora, además, se muestra valiente puesto que interviene para evitar que su
padre mate al hombre que ella ama. Aun sabiendo que la diferencia social entre ambos es abismal,
pide casarse con él sin preocuparse por lo que otros piensen o digan, y sin pensar en preservar el
linaje real. Y aún va más allá: está dispuesta a enfrentar la muerte si esa fuera la suerte que corriera
Gerineldo.
El final de romance, como es característico en este tipo de poemas, es un final trunco; no
sabemos qué sucedió a continuación. El final queda abierto a la imaginación del espectador/lector.

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