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Con lo cual, me siento completamente de acuerdo con la máxima que determina que sí,
seguimos siendo máquinas de la felicidad actualmente. Movemos la economia
constantemente produciendo y consumiendo elementos que no necesitamos y que nos
aporta una felicidad ficticia y caustica temporal que nos llena un tiempo muy corto, para
luego pasar a otro elemento, posiblemente mas caro o de mayor calidad con el que
disfrutar mientras grandes empresarios se llenan los bolsillos con nuestra felicidad. Por
otro lado, nuestros gobierno, elegidos muy democráticamente, aprovecha esta
circunstancias para hacer la política que desean sin casi oposición pues la sociedad se
encuentra demasiado absorta en el consumismo como para protestar o exigir cuentas a
sus dirigentes.