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ÁNGEL DE CASTRO BI-1721

Como la globalización y el desarrollo de las tecnologías de información y


comunicación (TICs) han afectado la diplomacia.

A pesar de que a primera vista la tecnología y la diplomacia no guardan relación, las


Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) han revolucionado las
interacciones entre personas, naciones e instituciones y, como su propio nombre
indica, afectan profundamente a los dos pilares de la diplomacia: la información y la
comunicación. Como resultado, en la práctica diplomática se observa una constante
aparición de nuevos actores, herramientas y procesos. A continuación, se examinan
cinco maneras en las que los diplomáticos incorporan la tecnología en la diplomacia o
adaptan la diplomacia al entorno internacional moldeado por la tecnología.

La tecnología como herramienta de la diplomacia tradicional

La opinión pública suele percibir a los diplomáticos como atrasados o incluso aversos a
la tecnología. Sin embargo, la paulatina mejora de la tecnología, desde la invención de
la escritura, hasta el telégrafo, el teléfono y el internet ha acelerado la comunicación
diplomática hasta el punto de conseguir la inmediatez. Y todo esto sin hacer obsoleta
la figura del diplomático, a pesar de las preocupaciones imperantes entre los
funcionarios, como la sentencia pesimista de Lord Palmerston, Secretario de
Relaciones Exteriores del Reino Unido, “¡Dios mío, este es el fin de la diplomacia!”,
pronunciada en relación con el telégrafo, o la clasificación del teléfono como “un
peligroso pequeño instrumento” por parte del diplomático y escritor Harold Nicolson.

Cada vez más la tecnología se usa no solo para transferir la información ya existente,
sino también para generar, recopilar y analizar datos nuevos. El emergente concepto
de data diplomacy engloba la aplicación del big data en áreas tan diversas como
negociaciones, tareas consulares, planificación de políticas, comercio internacional,
ayuda al desarrollo, acción humanitaria y de emergencia. En este sentido, la capacidad
de conocer al público cobra especial importancia en el ámbito de la diplomacia pública.

La e-diplomacia

Entre la abundancia de prefijos intercambiables -cíber, digital, tech, net, e- que hacen
referencia al uso de tecnologías digitales -redes sociales, dispositivos móviles, formatos
multimedia- con fines diplomáticos, destaca el área de la diplomacia pública. Esto
constituye más que un cambio metodológico: es una nueva faceta de la diplomacia,
que carece del secretismo y la exclusividad del pasado, extendiendo el alcance del
mensaje comunicado tanto en el espacio, como en el tiempo.
La herramienta preferida por los diplomáticos es Twitter, lo que se conoce como
twiplomacy, ya que permite un intercambio de opiniones en temas de actualidad
mediante el uso de hashtags. De tal modo, el 50% de los Ministerios de Asuntos
Exteriores cuentan con un perfil de Twitter, y el 48% con una página en Facebook. No
hay que olvidar el empleo de recursos propios, como los blogs y las wikis.

El potencial de las redes sociales solo captó la atención del mundo académico con la
irrupción de la Primavera Árabe en el 2011. En este sentido, la e-diplomacia no se
limita a reducir los costes de la diplomacia pública, sino que ofrece una nueva manera
de gestionar el cambio a nivel internacional -la esencia de la diplomacia- de forma
colaborativa e interconectada -ya que la descentralización de la red supone la
redistribución del poder desde el Ministerio de Asuntos Exteriores hacia las embajadas
e incluso hacia actores no gubernamentales-.

La diplomacia científica y tecnológica

Además de un medio, la tecnología también puede ser el objeto de la acción exterior


de un estado. La diplomacia científica y tecnológica engloba, por un lado, “ciencia para
diplomacia”, es decir, se emplea como una herramienta al servicio de la diplomacia y
sirve de un espacio de encuentro -especialmente cuando las relaciones formales están
estancadas-, y, por otro lado, “diplomacia para ciencia” o, en otras palabras, se
fomenta la competitividad y la atracción de talento e inversión internacional. Por
consiguiente, se trata de un ejemplo de las diplomacias adjetivadas del siglo XXI, como
pueden ser la diplomacia medioambiental, la diplomacia cultural, o la diplomacia de las
vacunas.

La guerra digital

Cuando la diplomacia es incapaz de promover la cooperación en materia de tecnología,


esta da paso a la guerra digital, siendo su manifestación más ligera en la competición
por el liderazgo de la industria. Esta es justamente la realidad geopolítica desde que la
guerra comercial entre Estados Unidos y China pasó del inicial enfoque económico de
Donald Trump a la carrera tecnológica. La coyuntura puede considerarse la detención
de Meng Wanzhou, la directora financiera de Huawei, en Canadá el 1 de diciembre de
2018, que sigue esperando la decisión por extradición a EEUU. Lo que está en juego es
la economía global: se estima que la tecnología del 5G y la Inteligencia Artificial van a
generar unos 30 trillones de dólares hasta 2035.

Ninguna tecnología es mala o buena per se, sino que depende del uso que los agentes
humanos le dan. De modo similar, la competición geopolítica en tecnología no es
inevitable. Para aprovechar las oportunidades que esta brinda para afrontar los
desafíos comunes e incluso reconstruir las relaciones entre estados, es oportuno
incidir en su uso responsable, inclusivo y colaborativo, desde el nivel personal hasta el
nivel estatal. El hecho de que la política tecnológica difumina la tradicional dicotomía
entre geopolítica y política interna justifica la implicación de los nuevos actores -desde
las empresas privadas y los expertos digitales hasta la sociedad civil- en los asuntos
diplomáticos. Esto es de especial importancia en esta década ya que la diplomacia
digital está en el proceso de definirse y expandirse -conforme los Ministerios de
Asuntos Exteriores digitalizan más áreas de acción-, antes de alcanzar la etapa de la
madurez. Dicha alianza amplia de diversos stakeholders prevendrá sus sesgos o
desventajas individuales, como la descentralización, la desregulación o el
determinismo tecnológico.

El impacto de la globalización y el desarrollo de las tecnologías de información y


comunicación (TICs) en la diplomacia es un tema relevante y amplio para el análisis de
los estudiantes. Aquí hay algunos aspectos clave que los estudiantes podrían
considerar al analizar esta relación:

Comunicación y conectividad: La globalización y las TICs han mejorado


significativamente la comunicación y la conectividad entre los actores diplomáticos a
nivel global. Las plataformas de comunicación en línea, como el correo electrónico, las
videoconferencias y las redes sociales, han facilitado la interacción directa, rápida y
eficiente entre diplomáticos, líderes y ciudadanos de diferentes países.
Acceso a la información: La globalización y las TICs han democratizado el acceso a la
información y han facilitado la recopilación y difusión de datos e informes relevantes
para la diplomacia. Los diplomáticos ahora pueden acceder rápidamente a noticias,
análisis, informes de inteligencia y otros recursos en línea, lo que les permite tomar
decisiones más informadas y basadas en evidencia.
Diplomacia pública y participación ciudadana: Las TICs han permitido una mayor
participación ciudadana en los asuntos internacionales y han abierto nuevas vías para
la diplomacia pública. Los ciudadanos ahora pueden expresar sus opiniones,
interactuar con diplomáticos y líderes internacionales, y participar en debates y
discusiones a través de las redes sociales y plataformas en línea.
Diplomacia digital y ciberdiplomacia: La globalización y las TICs han dado lugar al
surgimiento de la diplomacia digital y la ciberdiplomacia. Los Estados y los
diplomáticos ahora utilizan canales digitales para llevar a cabo la diplomacia,
incluyendo la negociación de acuerdos, la promoción de intereses nacionales y la
gestión de crisis. Además, la seguridad cibernética se ha vuelto fundamental en la
protección de la información diplomática y la prevención de ciberataques.
Desafíos y riesgos: A pesar de los beneficios, la globalización y las TICs también
presentan desafíos y riesgos en el ámbito diplomático. Estos incluyen la propagación
rápida de noticias falsas y desinformación, la vulnerabilidad de los sistemas de
información a los ataques cibernéticos y la dificultad para mantener la confidencialidad
y la seguridad de la información diplomática en un entorno digital.

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