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DIPLOMACIA DIGITAL: NUEVAS INSTITUCIONES DIPLOMÁTICAS

Santiago Sánchez Morales


Universidad Panamericana
Campus Aguascalientes

ABSTRACT

With the development of the advanced or digital communications media, diplomacy has
transformed from a closed and discrete to an open and public model, where the new
technologies have come to be a crucial part of the diplomatic labour forcing the creation of
new diplomatic institutions or the restructure of the old ones. The objective of this paper is
to preview these new institutions, and the principal arguments of their detractors with a
possible answer to them.

RESUMEN

Con la llegada de los medios de comunicación avanzados o digitales, la diplomacia se ha


transformado de un modelo cerrado y discreto a uno abierto y público en donde las nuevas
tecnologías han venido a formar parte crucial de la labor diplomática obligando a que se
creen nuevas instituciones diplomáticas o se reestructuren las anteriores. Es el objetivo del
presente trabajo revisar cuáles son estas nuevas instituciones, al igual que los principales
argumentos de sus detractores junto con una posible respuesta a los mismos.

PALABRAS CLAVE

Diplomacia digital, Nuevas Tecnologías y medios digitales, Diplomacia Pública,


“El gran mito de nuestro tiempo es que la tecnología es la comunicación” (Libby Larsen)

Desde sus inicios la diplomacia ha tenido que ir evolucionando ante las nuevas tecnologías
de comunicación, empezando por los pergaminos, las cartas y los libros en los inicios de la
comunicación entre civilizaciones, hasta los medios más novedosos como el telégrafo, el
teléfono o incluso el internet. Sin embargo, fue a partir de este último que la revolución
digital se dio en todo el mundo para todas y cada una de las esferas humanas, sociales y
culturales y relacionales, incluida en esta la función diplomática.

Fue por el internet y sus tecnologías adyacentes, como nuevas herramientas de


comunicación y obtención de información, que surgió un término nuevo: La Diplomacia
Digital, también conocida como ciberdiplomacia o ediplomacia.

Esta puede ser definida de muchas formas de acuerdo con el enfoque, tanto del autor como
de su uso convencional, Gordon Smith decía que “en su nivel más básico, [es] el uso de las
tecnologías de la información para ayudar a realizar las actividades de relaciones
internacionales”.1 Rodríguez Gómez prefiere definirlo como

el uso de la web y las tecnologías de la información y las comunicaciones como ayuda


para alcanzar los objetivos diplomáticos. Pero al hablar de sus objetivos no sólo cabe
señalar los que se circunscriben al ámbito de las embajadas, sino que es preciso
ampliarla en todos los aspectos de esta disciplina.2

Esto quiere decir que la diplomacia digital “alude a una perspectiva más amplia de la función
de la tecnología digital en la diplomacia, no sólo como instrumento o medio de
comunicación, sino también como un modo diferente de concebir y practicar la diplomacia.”3

Lo anterior permite entender que la diplomacia tradicional “cuya esencia ha sido a la


seriedad, la discreción y el secreto que formalmente queda proscrito por el derecho a la
información de los ciudadanos”4, se ha visto implicada en una modernización de sus
actividades y una adaptación al zeitgeist (espíritu de los tiempos), que no necesariamente

1
Rodríguez Gómez, Alfredo A. (2015) “Diplomacia digital, ¿adaptación al mundo digital o nuevo modelo de
diplomacia?” en Opción, 2 (31), p. 925
2
Ibid. P. 924
3
Bjola, Corneliu, (2018) “Diplomacia Digital 2.0: Tendencias y resistencias”, en Revista Mexicana de Política
Exterior, 2 (113), p. 39
4
Pinto, Jorge (2018) “Innovación y cultura, tendencias futuras”, en Revista Mexicana de Política Exterior, 2
(113) p. 106
ha sido bien recibida por la forma cerrada de operar de los ministerios de relaciones
exteriores.5

Sin importar esta actitud de reticencia por los agentes diplomáticos o sistemas diplomáticos
enteros, que bien puede estar justificada como lo veremos más adelante, ha obligado a que
cada vez más se usen nuevas figuras e instituciones que permitan cumplir con “las tareas
de promoción cultural y difusión de información que realizan nuestras representaciones
diplomáticas”6 ya que

las diplomacias encuentran abiertas nuevas perspectivas en la acción cultural, en la


diplomacia pública, económica, social e, incluso, deportiva, de modo que no solo se
dirige al Estado u organismo ante el que nos representa, sino que amplía y hace más
compleja sus misiones para emplear cualquier instrumento legítimo siempre que sea de
utilidad. Y esas misiones no son otras que la promoción exterior de la identidad nacional,
de los intereses nacionales, de las empresas, del turismo, de la cultura y el arte, y de
un largo catálogo de características que identifican nuestras coordenadas nacionales.7

Si quisiéramos englobar estas nuevas misiones podríamos nombrar la institución de la


“Marca País”, que, prestada de la mercadotecnia, se ha ido conformando como un recurso
diplomático esencial para esta nueva era, ya que “la reputación o el prestigio de los estados
es otra de las preocupaciones de la diplomacia de nuestros días”.8 Esta, junto con las
renovadas “Narrativas estratégicas”, “son un componente vital de los medios por los que
los estados procuran establecer y conservar su influencia en el mundo”,9 permitiendo así
que un Estado se posicione no solo respecto a sus pares, sino también respecto a la opinión
pública.

Así, la aceleración tecnológica ejerce mucha presión sobre los ministerios de asuntos
exteriores para que desarrollen habilidades sólidas que les faciliten comprender el
potencial de las tecnologías digitales en su actividad y elaborar estrategias de
integración y adaptación de dichas tecnologías a los objetivos de política exterior a corto

5
Ibidem, p. 108
6
Ibid, p. 107
7
Rodríguez Gómez, Diplomacia Digital… op. Cit. p. 926
8
Ibid p. 927
9
Entiéndase como narrativas estratégicas a el “medio por el cual los actores políticos intentan construir un
significado compartido del pasado, el presente y el futuro de las políticas internacionales para moldear el
comportamiento de los actores nacionales e internacionales”. Miskimmon, Alister, O’Loughlin, Ben &
Roselle, Laura (2018) “Narrativa estratégica: el arte de la diplomacia en el siglo XXI”, en Revista Mexicana de
Política Exterior, 2 (113) p. 77
y largo plazo; si no lo logran, se enfrentarían al riesgo de no poder conservar su
capacidad de generar una influencia política significativa en la escena internacional. 10

Sin embargo, aunque cada una de esas conceptualizaciones ha contribuido al estudio


de la diplomacia pública contemporánea, ninguna se ha enfocado en un aspecto
fundamental de la era digital: Que la digitalización es un proceso a largo plazo y no un
estado binario, razón por la cual no se podría clasificar a los ministerios de asuntos
exteriores únicamente en los que son digitales y los que no; más bien, cada uno de ellos
se encuentra en una etapa diferente del proceso de digitalización, 11

dado que no todos están abiertos a las tendencias que estos nuevos procesos implican,
tanto por los recursos económicos que deben invertirse, o por el simple hecho de no ser
prioritario. Aunque es innegable que “la digitalización ha permitido a los diplomáticos
interactuar con poblaciones extranjeras, establecer embajadas virtuales globales y superar
a intermediarios tradicionales de la comunicación tales como las élites de la sala de
prensa,”12 ha obligado también a los estados y cancillerías a entender qué son y cuáles son
los componentes de las “Estrategias Digitales” y como pueden ser usadas “en beneficio de
las acciones diplomáticas en todos los campos de acción.”13 Si a esto se le suma la
herramienta de análisis de macrodatos (Big Data) como método para precisar la efectividad
de las estrategias digitales “podría convertirse en una herramienta indispensable para que
las embajadas adquieran una comprensión integral, profunda y confiable de las condiciones
en que operan en tiempo real, lo cual podría, a su vez, ayudarlas a adaptar y afinar su
enfoque diplomático bilateral.”14 Lo cual da como origen que no se pueda entender la
diplomacia como un núcleo centralizado (en el ministerio de asuntos exteriores) o,
sectorizado (embajadas y consulados), sino que como parte de un “sistema diplomático
nacional, que abarca la compleja red de instituciones gubernamentales y no
gubernamentales que informen sobre las políticas internacionales del país”15 y que, a su
vez, moldean este enfoque.

10
Bjola, Diplomacia Digital 2.0… op. Cit. p. 38
11
Aguirre, Daniel, Manor, Ilan & Ramos, Alejandro, “La digitalización de la diplomacia pública: hacia un
nuevo marco conceptual”, en Revista Mexicana de Política Exterior, 2 (113) p. 8
12
Ibid p. 7
13
En el campo diplomático pueden ser entendidas como “el conjunto de acciones a medio y largo plazo que
permitan a los agentes protagonistas de dichas relaciones aprovechar eficazmente la tecnología digital de
cada momento [en beneficio de las acciones diplomáticas en todos los campos de acción]. Rodríguez Gómez,
Diplomacia Digital… op. Cit. p. 928
14
Bjola, Diplomacia Digital 2.0… op. Cit. p. 43
15
Ibid p. 43
Con base en esta reflexión, se podría argumentar que la arquitectura digital de los
ministerios de asuntos exteriores se engloba mejor en el concepto de “sistema
diplomático digital” (SDD), es decir, la red de redes de embajadas, consulados, think-
tanks, empresas privadas, organizaciones internacionales la sociedad civil que
contribuyen y delinean el perfil diplomático digital del país. El SDD consta de tres capas.
La primera de ellas depende de la demanda y funge de enlace para los actores
institucionales y los grupos y actores interesados que se beneficien directamente de los
programas de la diplomacia digital. La segunda capa es funcional y se centra en tareas.
La tercera capa se enfoca en la tecnología y el ejercicio diplomático, y busca alentar la
innovación digital y la difusión de buenas prácticas de diplomacia digital. 16

Sin embargo, de todo esto

no cabe ninguna duda que la ciberdiplomacia no sustituirá en ningún modo a la acción


tradicional, pero tampoco se pone en duda que el avance de la técnica implica un punto
de inflexión en la forma de relacionarse los estados con los ciudadanos, los estados
entre sí y los ciudadanos con los ciudadanos, sin importar las fronteras.17

16
Bjola, Diplomacia Digital 2.0… op. Cit. p. 43
17
Rodríguez Gómez, Diplomacia Digital… op. Cit. p. 923

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