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MI'I.

()S, flet'ln (IInr,ltrIt'g


E,MBI,TiMA§,
INIDI(]I()S &TITOS,
Reflexiítn lttrrf't tttrltt, lr'.1 t()\,t(l{rt,t \ l,',1, t¡i,
diferente.s aspc('tos «lc l;r ( ltllut,t r r{ ( tilr.rrt rl r ¡ir¡
estudia no la cLlltur'tr ¡lr»tlrrr'irl.r ¡,,,r l.r,,,l,r..r', ¡r,,¡,ul
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EI\f,BLEMAS,
sino la Cultllra irrr¡tut,sl,r .r 1,r,, , 1,r,,,", ¡rr r¡rr¡l
Identificar la cultltt'lt ptrrtlur'irl,r ¡r,¡ r,,.1.1,. r rr¡¡ l¡
impuesta a las ntztslt¡i l)()l)ulln('r,, ,lllrr, r,l,u Lr lr
, INDICIOS
Naqlitlo¡{,t ltistori¡t
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mentos habituales clcl r'<¡llor'ilnt('nt,¡ lu tr,rr,., .!r ,

Ginzburg en el Pref¿rcio tlt't'sl:t olrt,r


CadoGinzburg, r.l:tt'irlocn lurrr lt rlrr irr t',i,,
es uno de los historiltcl<lr'('s tnit:, ¡r,,1,'¡¡¡¡,,, ,1, li ¡,, , rr
generación de investig:l(l()t'('.\ liri.r,l,,,, ,r Ir, t, rr,l, r,, ¡ ¡ ,1,
la revista Annales y clc'l st,rnill;rrio ¡,,ur.,r, rr ! ,1, ¡. , ,,ll
Vive y enseña en lJokrnill. ,

I iil
L31X

Código 3An42
ge4isil ilil1rul 56
Editorial Gedisa ofrece
los siguientes títulos sobre MITOS, EMBLEMAS
E INDICIOS
FILOSOFÍAONT, DERECHO
Y FILOSOFÍA POLÍTICA
MorJología e hístoria
BnucpAcxpmraN La política del didlogo liberal
MeNunl Cnuz (cotttp.) Tolerancia o barbarie
Jo¡N-PmnnB Dupuv El sacrificio y la enuidia
Ideología.
por
TpuNA. vAN DI.IK
Una aproximación multidisciplinaria

Ro lro l,ri'cr Y Azctt¡tt comp. ) Derecho y moral


z, (
Carlo Ginzburg
I)¡;NN rs F'. Tr r«rrlr psoN La ética política y el ejercicio de
cargos públicos
(l,tru,os SnN'r'r,tr;o NtNo La constitución de la democracia
deliberatiua
A,nrtNro, I,l. G,ttzÓN Var,oÉs,
Jvrtxr Llusnxl,o (comps.) La normatiuidad del derecho
ErtN¡;sr Goli,Nnn Antropología y política
D¿vn LvoNs Aspectos morales de la teoría jurídica.
Ensayos sobre la ley, 1a justicia y la
responsabilidad po1ítica

Davro G¿.urHrnR La,moral por acuerdo


BnraN B¿nnv Te.orías d.e la justicia
RoeonrA. DAHL Después de la reuolución.
Lá autoridad en las sociedades democráticas
.IoN Emrpn Justicia local
, BIBLIOTEC,A
IuNc FprscHpn La tolerancia.'
Una pequeña virtud imprescindible para
1a democracia
HY'ffiM,
HSToRrs _ scr{¿€§
P¿.ul RrcopuR Ideología y utopía
RoNalo DwonNrN El imperio de la justicia
Nonsonro BoeBIo El problema de la guerca y
las uías de la paz
La uerdad y las formas jurídicas
Mrcnu, Foucaur,r
gedi§,*

ls5üS
'l'ítrrlo dcl origirral ilitliarto: Mitti t'tnltltmi l;¡tir'
O l9ttó 1.¡), Giulio Einaudi cdilt¡rc s.p.a., Torino

T'raduc c ién, : Carl os Catroppi


Di.seño de cubierta: Julio Vivas
Compo sición t ipo gráficu : Estudio Acuatro
Indice

Segunda reirnpresión, febrero de 1999, Barcelona


m.EFActo 11
NoTA BIBLIoGRAFICA 17

Brujería y piedad popular. Notas a propósiro de un proceso de 1519


Dcrechos reservados para todas las ediciones en castellano
en Módena 19

De A. Warburg a E" H. Grornbrich. Notas sobre un problema de


() método 38
lrditolial (ictlisa, S.A.
/.,y
Mrrnlrure r'. ,1(l). cntlo., 1."
'li'1. 9.r 20I 6() ()() , Lo alto y lo bajo. EI terna del conocimiento vedado en los
{)l'1(X}6 . Il:rrcclorur. lisplña siglos XYI y XVII 94
t' t ttt ti I : gcrlisa
godisa.com («)

lrl I ¡r://www. gcclisa.com Ticiano, Ovidio y los códigos de la representación erótica en


el siglo XVI tI7
Indicios. Raíces de un paradigma de inferencias indiciales 138
ISIIN: ll4-7432-337-l
Dcpósi to legal B -3.3 17 I 1999
Mitología germánica y nazismo. Acerca de un viejo libro de
Georges Dumézil 176

Impreso en Limpergraf Freud, el hombre de los lobos y los lobizones 198


C/ Mogoda, 29-3 1 . 0821 0 Barberá del Vallés

Irnpreso en España
Prtuúe¿l in Spaín

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier rnedio de im-


presión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano c¡ cual-
quier otrn idioma.
Indice de las ilustraciones

l. AndreaAlciati: Emblematumlibellus,París, 1535, pág.57 ....... 99


2. Andrea Alciati: Emblemata,Francfof del Meno, 1567,
pág. 106....... 100
3. Andrea Alciaü: Emblematumlláer, Augsburgo, 1531,
cc. no numeradas (xUV) ............:.................. 102
4. Marcelo Ma¡ciano: P ompe funebri, Nápoles, I 666, detalle
de la figura frente a lapáe.LA2 .............. 105
5. Anselmo de Booü Symbolavaria, Ams¡erdam, 1686,
pá9.292....... 106
6. Florentius Schoonhovius: Emblemata, Gouda, 1618, pág. 9 ...... lO7
7. Florentius Schoonhovius: Emblemata, Gouda, 1618,
cc. no numeradas (xtr)............ .. 109
8. Anton van Leeuwenhoek: Epistolae ad SocietatemRegiarn
portadi11a.................
Anglicam,lpiden, 1719, 111

9. Ticiano: Perseo y Andrónuda, Londres, Colección Wallace ..... 128


10. Perseoy Andrómeda,en Oüdio: Metannrplns¿s, traducido
porNicoló de Agustini, Venecia, 1538, c.43v................... 129
ll. Perseo y Andrómeda, en Oüdio: Metamorphoseos vulgare,
Venecia, 1501, c. )o0ilItrr .................. 129
Prefacio

l. Esta recopilación comprende textos publicados entre 1961 y 1984; el


último de ellos es inedito. El subtítulo refleja preocupaciones recientes, que en-
caro en forma explícita en los dos riltimos ensayos. La relacién entre "morfolo-
gía" e "hisúoria" me parece hoy el hilo conductor (por lo menos en parte) de
toda la serie. Pero es posible que quien los lea encuentre que estos escriúos, de
temas tan dispares, üenen muy poco en común.
Quisierajustificar el criterio con que han sido seleccionados estos escritos,
clarificando el contexto en el cual nacieron. Pido perdén por el carácrcrparcial-
mente autobiogriáfico de estas consideraciones.

2. Hacia mediados de la dfuada de 1950, yo leía novelas; la idea de que pu-


diera llegar a convertirme en historiador ni siquiera me pasaba por la cabeza"
También leÍa a Lukács, irritándome por su manera de referi¡se a Dostoievski y
a Kafka. Pensaba que me iba a resultar grato ocupailne de textos literarios, pa-
ra escapar tantO a la aridez del racionalisÍlo c6mo al panlanoso terreno del irra-
cionalismo. Hoy, este proyecto me parece, como es evidente, ingenuamente
ambicioso; pero no puedo renegar de él; todavía me seduce. (La contraposición
entre racionalismo e irracionalismo reaparece al comienzo de Indicios, w en-
sayo que puede leerse como un intento de.iustificar en términos históricos y ge-
nerales un determinado modo de realiza¡ investigaciones.)
Pese a úodo, una continuidad también muy firme me une a aquellas prime-
ras preferencias intelectl¡aies, relativamente autónomas (es decir, no legitima-
das-de inmediato por el ámbito familiar), de ese período. Croce y Gramsci
(Croce leído a través de Gramsci); Spizer, Auerbach, Contini; son los autores
que por los mismos años proponían la revista Officina, que recuerdo haber ho-
jeado en cierta época con intensa curiosidad. Nunca me gustó mucho Pasolini
(aparte de algunos «le sus filmes), que era una de los animadores de Officina;
pero hoy veo con claridad que esa amalgama de populismo y crítica estilística,
típica de la cultura ilaliana de fines de la década de 1950, consútuye el trasfon-
do de mis primeras investigaciones, empezando por el ensayo Stregoneria e
pietd popol*re ("Brujería y piedad popular'), que se reproduce aquí. Posterio-
res encuentros con personas y libros cornplicaron y enriquecieron este trasfon-
do, sin llegar a anularlo. I-a hermenéutica aplicada a textos literarios, y rnás
específicarnente el gusto del detalle revelador, orientaron en profundidad mi

t1
tnbajo posterior, que se ha desarrollado en forma predominante sobre una principios de la decada de 1960 descubrí, gracias a Cantimori, el Warburg Ins-
documentación de muy üstinO tipo. iitute. El intento de ajustar cuentas con la tradición intelectual que a ese institu-
Ent¡e las motivaciones que me impulsaron a estudia¡ los procesos de bru- to se halla vinculada, me obligó a reflexiona¡, no sólo sobre el uso de los testi-
jas figuraba tar.nbién el deseo de demostrar que un fenómeno irracional monios figurativos (imágenes) como fuente histórica, sino también acerca de la
-y
(por lo menos según algunos) atemporal y, en consecuencia, históricamente perduracién de formas y fórmulas, más allá det contexto en el cual habían naci-
irrelevante- podía ser analizado en términos históricos, racionales aunque no do (De A.Warburg a E. H. Gombrich). Al mismo período se remonta el propó-
racionalistas. A veinticinco años de distancia, Eas tantos estudios dedicados a sito de estudiar categorías elementales, de ca¡ácter antropológico, en disúntos
la brujería (entonces un tema decididamente periférico), la polémica implícita ámbitos culturales: un proyecto ambicioso, que terminó más tarde con el parto
en esa actitud parecería cerrada, y tal vez incomprensible. Pero la decisión de de un ratón (Lo alto y lo bajo). Tras este fracaso, la antigua idea de transgredir
estudiar la brujería en sí, y no solamente a sus repre.sores sigue pareciéndome las tiácitas prohibiciones de la pisciplina, y de ampliar sus límites, se volvió a
no sólo fecunda, sino poco habitual. (Otras moúvaciones, de carácter miás per- presentár, én forma diferentef ESa vez se trataba de hacer entrar dentro del
sonal, que me empujaban en esa dirección, se me hicieron claras mucho más óonocimiento histórico, ya no$eñómenos en apariencia atemporales, sino fenó-
tarde.) Inclusive la lectura de Mondo magico, de De Martino (a la que llegué menos aparenEmente insignificantes... algo parecido a los procesos de bruje-
por intermedio de los Dlaloghi con Leucó, de Pavese), me invit¿ba a superar, rifpetrás de El quesoy los gusanos (1976) estaba también eso, junto a muchas
en la investigación concreta, esa antífesis ideológica entre racionalismo e irra- otra'§ cosasrcomo por ejemplo el cura Milani (Carta a una profesora, 1967) y
cionalismo. lo de I968.{ppro para demosuar la pcrtinencia de fenómenos en apariencia me-
L,a hipótesis que enuncié al final de Brujería y piedad popular, sobre los nores era iriáispcnsable recurri¡ a instrumentos de observación y a escalas de
procesos de brujas como choque enEe culturas diferentes, me pareció confi¡- investigación diferentes de los habituales. De una reflexión sobre el análisis
mada poco después (a diferencia de la btra, sobre la brujería como forma primi- desde ñruy corra disrancia, de ripo microscópico, nació Indicios\,Al principio
tiva de lucha de clases) por la documentación de Friuli, w:rrlizada en I benan- me había propuesto justificar de manera indirecta mi modo de traUajar, consUu-
danti ("Los bienaventurados", 1966). Por consiguiente, era posible reconstruir yendo una genealogía intelectual personal, que rccogiese ante todo u.na pequc-
una cultu¡a profundamente diferente de la nuestra, a pesardel filtro interpuesto na cantidad Oe librós, por los cuales yo estaba persuadido de haber sido influi-
por los inquisidores. Pero precisamente los bienaventu¡ados me situa¡on ante do de mane¡a singularmento intensa: los ensayos de Spitzer, la Mimesis de
una nueva contradicción. Las creencias documenfadas en ese rincón de la Ve- Auerbach, los Minima Moralia de Adorno, la Psicopatología de la vida coti-
necia Julia entre los siglos XYI y XYII presentaban desconcertantes analogías dians de Freud, Los reyes taumatur7os de Bloch. (Libros, todos, que leí entre
con fenómenos lejanísimos en el espacio § quizás en el tiempo): los mitos y ri- los dieciocho y los veinte años.) Después el proyecto estalló en otr¿§ direccio-
tos de los chamanes siberianos. ¿Era posible enc¿¡rÍlr esa vinculación desde un nes. Caí una vez más en la tentación de analizar el objeto de la investigación
punto de vista histórico? Por entonces, consideré que no, y no sólo por las limi- (un objeto que en ocasiones me parecía inaba¡cable, porque se hallaba en con-
t¿ciones de mi preparación. Retomando una argumentación formulada por tinuaexpaniión) en un ámbito temporal amplio, e incluso amplísimo, pero con-
Bloch en Los reyes taumaturgas (una lectura decisiva para mí), me pareció líci- centrándome en una serie de denlles, examinados de cerca. Quince años antes,
to contraponer una comparación tipológica entre fenómenos históricamente in- había pensado en una combinación similar de telescopio y microsco¡io, al ru-
dependientes, por un lado, y una comp¿rración mrás concretramente histórica, mia¡ el proyecto (después fracasado) de escribir un libro sobre Lo alto y lo ba-
por el otro, optando por esta última. Ahora la antÍtesis me parecía insuperable, 7o. Pero entrelanto, algo había cambiado en mí.
porque se hdllaba vinculada a una limitación intrínseca de la disciplina. Sin em- Me doy cuenla dé que he venido usando, para describir inocuas acüvida-
bargo, no esüaba seguro de que la elección que yo había hecho agotara las posi- des inteleciuales, términos ridículamente deportivos: desafÍo, obstiiculo y de-
bilidades ofrecidas por la documentación sobre los bienaventurados. Du¡ante más. Pero se trata de unacompeütividad ampliamente interiorizada.Lavozqte
un tiempo jugué con la posibilidad de presentar las conclusiones de mi investi- objeta denfo de mí no es nunca la de quienes me han criticado en público. A
gación en formas hasta literariamente diferentes: una, concrela y narrativa; la váes hs cíticas desfavorables me molestan, otras me alegfan; casi enseguida
otra, abstracfa y diagramática. En est¿ segunda di¡ección me empujaba mi re- las olvido. Con el paso del tiempo, se han vuelto más frecuentes; pero también
ciente encuentro con los ensayos de Lévi Strauss (Antropologías estructwa- los lectores de mis trabajos son más numerosos; los temas de los que me ocupo
Ies). Aunque las vinculaciones tipológicas.o formales fueran (como sostenia han pasado, por varios motivos, de la periferia al centro de la disciplina. Pero al
Bloch) ajenas al terriorio de lo histórico, ¿por qué no analiza¡las?, me decía. mismo tiempo mi objetor intemo se ha vuelto más fuerte que en el pasado. An-
tes me fOrmulaba objeciones que por lo general lograba superar, de una u otra
3. Ilasta hoy no me he encontrado en condiciones de hacer frente a ese de- manera y, en el peor de los casos, pasandolas por alto. Pero creo que fue mien-
safío que, sin embargo, hacontinuado alimentando en forma subterránea buena Uas trabajaba ei Indicios cuando experimenté por primera vez una sensación
parte de mi tabajo de los años siguientes. @or lo menos, así me parece hoy.) A que, en los anos posteriores, se fue haciendo cadavezmás nÍtida: el no saber si

12
t3

*
debía defender mi propia tesis o la de mi adversario. Yo no sabía si quería
ampliar el ámbito del conocimiento histórico o restringir sus límites; si resolver ser precedida (pensaba) por una evaluación del peso respectivo de las dos alter-
las dificultades vinculadas con mi uabajo o ir creiíndome conúnua¡nente oras nativas... y por lo tanto, provisionalmente, por su radicalización. la contraposi-
nuevas. ción entre dat¡rs exteriores y"daos est^ilísticos, en cuanto elementos para esta-
blecer la cronqlogía de las obras de Piero della Francesca (Indagini su Piero,
4. Me puso en ese dilema la decisión, que adopté a mediados de la decada 1981), constituyó un recurso análogo, en un contexto en todo sentido diferente.
de l970,de volver sobre los problemas que planteaba la documentación acerca [,a propuesta de una cronología basada en datos extraestilísticos se debÍa, en
de los bienaventurados; y antes que nada el problema, eludido en el pasado, dc rigor, a las limitaciones de mi preparación y no, por cierto, a una hostilidad pre-
la analogía entre bienaventurados y chamanes. Entretanto yo me había vuelto, juiciosa de naturaleza teórica. Me fascinaba la postura morfológica de un
¡alvez equivocadamente, menos prudente: ya no est¿ba üspuesto a descartar a experto corno Morelli (analizada en lndicios), tanto como la de Longhi, más
priori la posibilidad de que la analogía citada implicara ciefo grado de vincula- compleja.'El intento de reconstruk fenómenos historicos, por lo demás poco
ción histórica (cuya reconstrucción permanecía por entero en veremos). Pero la conocidos (personalidades artísticas, datación de obras) por medio de una serie
hipótesis contraria, de una relación puramente tipológica, también era posible, de conexiones puramente formales podía ser conrolado, y eventualmente co-
y por cierto que menos inverosímil. Todo ello presuponía una ampliación de la rregido, por el hallazgo de documentación divergente; pero su legitimidad per-
investigación a un ámbi¡o cronológico y espacial muchísimo más vasro, el de manecía inlacua.
Friuli enfe los siglos XVI y XYIL Y larelación enfre vinculaciones tipológicas, De pronto recordé que en la investigación que desde hacía años realizaba
o formales, y conexiones históricas debía ser encarada en sus implicaciones in- sobre el sábbat, yo estaba uülizando un método mucho más morfológico que
cluso teóricas. histórico. Recogía mitos y creencias procedentes de ámbitos culturales diferen-
l"a investigación a la cual me refiero, dedicadaal sóbbat,wdavíaconrinúa. tes, sobre la base de afinidades formales. Más allá de las similitudes superf,rcia-
Algunas de sus conclusiones provisionales se encuentran incluidas en un breve les, yo reconocía (o por lo menos creía reconocer) hom_ologías profundas; y me
ensayo, que no forma parte del presente volumen (Présomptions sur le sabbat, inspiraba, si se quiere, en Longhi más que en Morelli§-as vinculaciones histG
en "Annales ESC", 1984). No descarto que támbién este proyecto esté desúna- ricas evidentes no podían guiarme, porque esos mitos y esas creencias (con
do a un f¡acaso parcial, perc veo con clarid¿d que las dificuhades teóricas a él independencia de la fecha en que afloraban en la documenración) podían
vinculadas han vuelto entretanto a presentárseme en otro plano, no en relación remontarse a un pasado mucho más antiguo. Usaba la morfología como una
con los miúos, sino con ciertas obras pictóricas. sonda, para medir la ubicación de un est¡ato inaccesible a los instrumentos
Se raa de una claridad retrospectiva: me he dejado guiar por el azar y la habituales del conocimien¿o histórico../
curiosidad, no por una estrategia consciente. Pero las cosas que en un principio He mencionado a Longhi (y a Morelli); con todo, en un sentido más inme-
se me aparecieron como digresiones (claro que apasionantes), hoy ya no me lo diato, mi modelo era y es Fropp, por Euones tanto específicas como teóricas.
resultan tanto. l,o que los miúos üenen en común con las pinruras (y con ias Entre estas ültirnas, se halla la üstinción, tan clara, y heurísticamente tan fe-
obras de arte en general) es, por un lado, el hecho de haber nacido y sido rasmi- cunda (por cierto, no a causa «le presiones polÍticas exteriores), enaelaMorfo-
tidos en contextos culturales y sociales específicos; por el oEo, sus dimensio- logia della fíaba y Le radici storiche dei racconti ü fate (tutorfología d.e la
nes formales. Es obvio que dichas dimensiones pueden ser iluminadas por un fábula, Las raíces históricas de los cucntos de lndas).
anáüsis del contexto (excepto para los formalistas puros): las referencias implÍ- SegrÍn mis intenciones, el trabajo de clasificación tenía que constituir una
citas a los textos literarios y las reacciones del público nos ayudan, por ejem- etapa preliminar, dirigida a reconstruir una serie de fenómenos que yo quería
plo, a entender mejor los cuadros eróticos del Ticiano (Iici ano, Ovidio y los có- analizar históricamente. Todo ello me quedó claro de repente, hace unos años,
digos de laJíguraciún erótica en el siglo WI).Perc la perspectiva de pacífica cuando tropecé con las Note sul "Ramo d'oro" di Frazer (Notas sobre "La
colaboración que se sugería indirectamente en ese ensayo, sobre la base de una rama dorada" de Frazer), en las que Wiugenstein contrapone dos modos de
división de ta¡eas entre anátisis formal e investigación histórica, no lograba, en presentación del material, uno sinóptico (y acrónico), el otro basado en una hi-
términos generales, satisfacerme. ¿Cuál de las dos actitudes (me preguntaba) pótesis de desarrollo incluso cronológico, subrayando la superioridad del pri-
posee, en último análisis, mayor capacidad interpret¿tiva? mero. La remisión a Goethe (al Goethe morfólogo) es explícita, tal como lo es
Esa pregunta, en cierh modo insensat& brotaba (creo entenderlo hoy) de también enla Morfologia dellafíaba, de Fropp, escrita por los mis¡nos años.
la investigación acerca del sábbat,en la que yo me hallaba entonces, y sigo ha- Pero a diferencia de \ffittgenstein, Propp consideraba al análisis morfológico
llándome, empantanado desde largo tiempo atrás. La documentación que venía como un insrumento también útil para la investigación histórica y no como una
acumulando parecía limitarme a la opción enre una conexión his¡órica que no alternativa a ella.
lograba demostrar y una vinculación puramente formal, contra la cual me rebe- En el caso de mi invesügación en curso sobre el sóbbat,laintegración de la
laba. Por om lado, una solución de compromiso, teóricarnente posible, debía morfología en una reconstrucción histórica no es más que una aspiración, que
po<lrfa no llegar a realizarse. Pero la manera en que el propio Propp, enLe radi-

14
l5

s
ci storiche (un gran libro, a pesar de sus defectos), colmó los inevitables vacíos
de la documentación con una serie de lugares comunes inspirados en un rígido
evolucionismo, lleva a entender los peligros de una empresa de ese tipo.

5. Esta digresión sobre un libro todavía no terminado ha tenido un único


objetivo: hacer explícito el vínculo, no evidente a primera vista, entre los dos
últimos ensayos de este volumen y los que los anteceden. Las dificultades que
siguen obstrculizando mis investigaciones sobreel sábbat nacen deldescubri-
miento, que me parece irrefutable, de un núcleo mítico que durante siglos
talvez du¡ante milenios- ha mantenido intacta su vitalidad. Esta continuidad,-y Nota bibliográfica
rastreable no obstante sus innumerables variaciones, no puede ser reducida, en
términos generales, a una tendencia del espíritu humano. Descartadas de ante-
mano las seudoexplicaciones que sólo son replanteos del problema ("arqueti-
pos", "inconsciente colectivo'), era inevitable una reflexión sobre Freud y so- Stregoneria e pietd popolare. Note a proposito di un processo madenese
bre Dumézil. Las conclusiones a las que llegué son parciales y provisionales; del 1519 se publicó en "Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa", Lette-
pero algunas implicaciones de lo que esúoy haciendo me resultan ahora más re, storia e filosofia, Serie II, XXX (1961), págs"269-287 (trad. alemana en §pz-
claras. En los ensayos que aquí presenúo creo reconocer algunas de las etapas rensicherungen,Berlín, 1983); Da A. Warburg a E. Í1. Gombrich. Note su un
que me llevaron, después de muchas vacilaciones, al punto en que ahora me en- problemn di metodo se publicó en "Studi medievali", serie trI, VII (1966), págs.
cuenEo. l0l5-1065 (trad. alemana en Spurensicherungen, cit.; trad. francesa en "Le
Promeneur", nitms.2l-24, seúembre-diciembre de l9M); Lligh and Low: The
Carlo Ginzburg Theme of Forbidden Knowledge in the Sixteenth anri Seventeenth Centuries,
apareció en "Past and Present", núm. 73, noviembre de 1976,págs.28-42 (trad.
italiana en "au[ aut", núm. 181, enero-febrero de 1981, págs. 3-17; trad. alema-
na en "Freibeufer", 10, 1981, págs. 9-23):Tiziano, Ovidio e i codici dellafigu-
razione erotica nel Cinquecento se publicó en "Paragone", núm. 339, mayo de
1978, págs. 3-24 (aad. alemana en Spurensicheru.ngen, cir); Spie. Radici di un
paradigma indiziario apareció en Crisi della ragione , edición preparada por A.
Gargani, Ttín,7979, págs. 59-106 (trad. inglesa en "History Workshop", 9,
primavera de 1980, págs. 5-36, y enThe Sign of Tlvee, edición preparada por
U. Eco y T. A. Sebeok, Bloomington (Indiana), 1983; trad. alemana en "Frei-
beu[er", 1980, núms. 34,págs.8- 17, I 1-36, y en Spurensicherungen, cit.; trad.
francesa en "I-e Débat",6, noviembre de 1980, págs.34; trad. holandesa en
"Raster", 17, 1981, págs. 132-185; rad. suec¿t en "Háften fór kritiska studiet'',
16 (1983), núm. 4, págs. 6-37; trad. española en Crisis de la razón, México,
1983, págs. 55-99; Mitologia germnnica e nazismo. Su un vecchio libro di
Georges Dumézil apar*,i6 en "Quademi storici", nueva serie, vol. 57, diciem-
bre de 1984, págs. 857-882; Freud,l'tnmo dei lupi e i lupi mtnnari es inedio.
Estos ensayos vuelven a publicarse ahora en la forma en que aparecieron,
con excepción de algunas pequeñas correcciones. Se agregan breves anotacio-
nes bibüográficas, entre corchetes, al final de las notas de cada uno de los en-
sayos.

t6 11
Brujería y piedad popular

Notas a propósito de un proceso de 151"9 en Módena

1. Al examina¡ la serie de procesos inquisitoriales conservados en el A¡chi-


vo del Estado de Módena, y en particular el primer grupo de procesos, que va
desde fines del siglo XV hasta rniás o menos la mitad del XVI, (l) se adviene, en
el trienio 1518-1520, una proliferación de procesos y denuncias referidos a ca-
sos de brujerÍa, magia y supersúción. En ese breve lapso se cuentan nada menos
qae22 casos, entre procesos y denuncias (indicativas, estas últimas, de la acti-
tud de los inquisidores porque, según lodas las probabilidades, rara vez fueron
espontáneas), en fánto que en el quinquenio 1495-99, por ejemplo, sóio se re-
gistran 15, y no más de 12 en el decenio 1530-39. (2) Pordesgracia, el estado
fragmentario en que nos ha llegado el material, y sobre todo las lagunas (inclu-
sive de varios lustros) que interrumpen la serie de procesos anferiores al año
1550, rnás o menos, hacen que no resulte fácil determinar con precisión los mo-
tivos de esa intensificacién de laactividad de persecución y represión de la bru-
jería por parié Oe h Inquisición de Módena. Sin emUargo, eiprobable que no
fuera ajena al fenómeno la presencia en Médena, en ese período, de un vicario
de la Inquisición, fray Bartolorneo de Pisa, quien daba pruebas de su celo diri-
giendo en persona casi odas las causas tle brujeria (sólo en algunos casos con
Ia tardía intervención del padre inquisidor, fray Antonio de Ferrara). Esta hipó-
tesis adquiere mayor verosirnilitud si, como es más que probable, fray Bartolo-
meo de Pisa debe ser identificado como el pisano fray Bartolomeo Spina, aquel
que, precisamente en esos años, escribía el famoso tratado Suaestio dc strigi-
áts, que refleja en tan gran medida las experiencias de la brujería de la región
de Emilfi y ello, tanto si se quiere atribuir a Spina un interés preexistente por el
problema de la brujerla, que, en el período de su actividad en Módena, lo habría
llevado a redoblar la investigación y la represión de la "secta maleficarum" ,
como si se presupone, inversamente, que tiene que haber sido precisarnente la
experiencia de la brujería de esa zona la que atrajo la atención de Spina hacia el
problema, llevándolo primero a la represión práctica y luego a la reflexión teó-
rica. (3) Sólo un estudio profundo de la personalidad de este inquisidor, notable

19
en miás de un aspecto, podría dilucidar una alternativa tan abstracta; y si la iden- Tales son los hechos narrados por Bartolomeo Guidoni: a ellos sigue el
tificación que proponemos del vicario provincial como Spina es exacta' los relato de los intenos hechospor Margherita Pazzani para sanar de su enferme-
procesos dé tvtédena constituyen un rnaterial precioso pafa investigar.el nexo, dad. Enue otras cosas, recurrió a las artes mágic¿¡s de un fraile servita, Berna¡-
ian poco estudiado, entre la práctica inquisitorial y la elaboración doctrinaria de dino de Castel Martino quien, aparte de exorcizarla, iunto a un grupo de mu-
los fatados de demonologfu. Pero aun si se prescinde del problema de la iden- jeres reconocidamente endemoniadas, no desdeñó recurir a la ayuda de esta-
tidad del padre vicario, es[as actuaciones judiciales presentan notables motivos tuillas de cera, confeccionádas con fines terapéuticos. (ll) l¿s deposiciones de
de interés. En particular, el proceso promovidg contra una campesina de Móde- testigos en contra del fraile continúan hasta el 3 de febrero de 1519; sin embar-
na, Chiafa Signorini, acusada de brujería, parece merecedor de un detenido go, no existe rast¡o alguno de un probable interrogatorio judicial. En cambio,
estudio. En él se destacan, con singular felieve, algunos problemas que suelen ya el 5 de enero comenzaba el proceso contra la Signorini. (12) Los espíritus
ser planteados, en general, sobie h base de inducciones y asociaciones plausi- ocupantes del cuerpo de una de las endemoniadas exorcizadasjunto con Marg-
bles, pero de carácter pufa¡r¡ente psicológico (como por ejemplo las. relaciones hentaPazzwti t¿mbién habían emiüdo acusaciones contra Chia¡a (13) Ade'
enúebrujería y piedad popula¡, las motivaciones sociales de la brujería, la su- más, pesaban sobre ella los gmves cargos contenidos en la declaración de Bar-
perposición enr¿ los esquemas inquisitoriales y sobfe la realidad de la brujería tolomeo Guidoni: su posición ante el ribunal de la Inquisición era, por lo tanto,
popular). muy grave.

2. Las primeras acusaciones contra Chiara Signorini son formuladas du- 3. Et 5 de enero, Chiara Signorini es conducida ante la presencia del padre
rzrnte un proceso contra un fraile servita, es decif perteneciente a la orden de los vicario y de Tommaso Forni, obispo y vicevicario del obispo de Módena, (14)
Siervos áe María: Bernardino de Castel Martino (4). El 9 de diciembre de I 5 18, e interrogada por primera vez. Su arresúo había sido bastante agitado: raó de
ante fray Bartolomeo de Pisa, vicario del inquisidor en Módena, compafece huir, se escondió bajo una cama, ofreció resistencia; acerca de rodo ello (que a
Bartolomeo Guidoni, quien declara que una hermana suya, MafgheitaPazza- ojos de los jueces constituía un serio indicio de culpabilidad), Chiara ofrece
ni, de unos cincuenta años, es víctima de un maleficio. Sospecha Guidoni que confusas y turbadas justificaciones ('...respondit quod timebat se occidi ab
los autores del hechizo son lo§ esposos Bartolomeo y Chiara Signorini, quienes illis; et postea dixit quod timebat duci in carcerem Inquisioris... et postea dixit
en el pasado han habitado como arrendatayjos "super quodam... preüollo vel quod ümebat se duci in castello apud Gubematorem et ibi in carceri": "cum ta-
posseiiuncula"
'runt de Margherita. (5) Resulta que ambos cónyuges "sunt et Íue- men nemo dixerit sibi quod esset incarceranda", comenta el notario). (15)
pessimc fame circa lwc" , y que Chiara ha detlarado muchas veces públi- Desde un principio, Chiara trató de defenderse, no ya rechazando los he-
caménte que Margherita no se sanaría nisi prius ipsa vellet et nisi reduceret chos, sino negando que se hubiera valido de ayuda diabó,lica alguna para come-
i ps am e t iir um suran in po s se sia ne m de qua ip sa M ar gar it a e xp ul erat" . (6) Al- terlos; en forma implícita, admite poseer poderes especiales, tales como quitar
gunos parientes de la enfelma recuren enmnces a la Signorini, quien afirma o echar un maleñcio sobre determinadas personas: pero este poder lo obtiene
éstar en condiciones de ctuaf a su antigl¡a patrona, a condición de poder volver de Dios, "oratione sua et filiorum suorum" (16). Es Dios quien la socorre y, de
a ocupar, con su marido, la granja de la que habian sido expulsados; la mujer no ese modo, repara las injusticias que se le han inferido. Sabe muy bien que se la
oculta que ha echado un maleficio contra la Pazzani considera "infamis et malefica ab aliquibus personis"; pero la razón es la si-
guiente: expulsada "de quadam possesiuncula posita in villa Maiagali", de pro-
propter suas blasfemias ipsius Clare ipsa domina Margarita fuerat ügata quo ad piedad de Margherita Pazzani ('contra iustitiam et promisionem factas a dicta
Lraihia et ad ribias... et causa talium blasfemiarum quia expulsiset eam de predic- domina Mar§arita", subraya).
ta possesiuncul4 asserens quo«l nisi expuliset ipsa domina Margarita non incuris-
set talem infirmitatem, (7) ira commotablasfernavitdictam dominam Margaritan¡ etposteaipsa dominaMar-
garita infirmata fuiq ideo persona habent talem opinionem quod ipsa Clara fuerit
pero Se comprgmete a cumfla en el plÍtzg de un mes "oralionibus suis et puero-
causa predicte infumitatis, putantes quod ipsa Clara malefitiaverit dictam domi-
rum syarwn'. (S) Se trataba, pues, de una promesa formal, "sub obligatione
nam Margaritam Pazzarlrlran. (17)
scripture" , ante varios testigos; más allá del compromiso ya mencionado,
Chiara recibió un vestido, una suma de dinero y " alia queddam uencilia de lin- Cuando los parientes de Margherita le solicita¡on la curación de la enferma
rc" . (g) En poco tiempo, Margherita Pazzaní quedó restablecida; pero apenas Chiara aceptó, comprometiéndose a hacerlo.en un plazo de veinto días, "oraüo'
Chiara se en-teró de que una criada "habuit dicere quod quia ista Clara ralle' ne sua et filiorum suon¡m, quatenus Deus voluerit eam exaudire"; pero preten-
-procurare-ipsam dominam
fítiaverat Margaritun deberet accusari apu.d Inquisitoretn et dió en cambio "vachas ad bonam socidam et alia genera bestiaminum... et
ut ipsa Clara combweretur", (10) la mujer recayó en su enferme- unam vestem adorso eius pannis bertini", un préstamo de semillas y la seguri-
dad, y siguió en tal estado por más de un año. d¡¡l de no ser ya expulsada de la granja de tvfargherita. (18) Al cabo de quince
dfas, dsta quedó curada; pero como no quiso mantener la promesa

20 2t
ideo iterum ipsa Clara incepit orare contra ipsam et blasfemare eam, rogando
Deum ut nunquam ipsa domina Margarita possit sanari, ideo ipsa dornina Margari- possessionem". Pero la Gui*lona a su vez despidié a Chiara" y ésta, "perturba-
tá iterum inf.or¡nata est et peius se habuit sernper. da", le dijo: "Se la devolví uria vez a la Pazaana y alaMalgazale, y aun a ti te la
devolveré". (28)
Y aunque.a parrir de entonces laPazz.ani le rogó varias veces que ie de-
Dos carnpesinos rnal mirados por ser sospechosos de practicar sortilegios
volvi.era la salud, renovando sus promesas, Chiara "quia nurnquam rogavit
y encantarnientos, l,crnidos por los pafrones, de continuo expulsadns y que
Deum pro ea ex corde, ideo putat illam dominam Margaritarn non potuisse sa-
toman veng&nza (no ya exclusivamente de los paEonss que los han echado, si-
nari". (19)
no también de quienes vienen a reemplazarlos) (29) por los atropellos de los
Así termina el primer interrogatorio. Chiara siguió negando categérica-
que son víEtimas, recurriendo a poderes que ter¡ninaxr por volverse conra
rnente que se hubiese servido de maleficios o de otras artes diabélicas; (20) y
ellos: (30) tal es el cuadro que se va delineando a Favés de los testimonios que
los jueces, "videntes... quod non possunt per semplicern interrogationern habe-
hernos exarninado. En este caso la brujeria puede considerarse en verdad, sin
re veritatem super ea de quibus fuit delata", la enviaron.a la crárcel. (21)
forzar dernasiario lac cosas, un arrna de def'ensa y de ataque en las disputas so-
ciales. (31) Pero si la farna, o la sospecha, tle brujería pueden llevar a verdade-
4. Pero un conjunto de testimonios viene a aume.ntar las pruehas, ya gra-
ras formas de aislarnienro sacial (un tesfigo afirrna, lal vez exagerando, que
vos, en contra de la imputada. Ante tod0" resulta que Chiara ha arnenazado a su
"etiam illi de villa lvfaiagalli egreserunf, quo ipsa Clara et Bartholomeus vir
antigua patrona con esfias palabras: "Feliz de vc¡s si no rne hubieseis echado
cius illic habitant, propter timorem ipsorum"'), (32) por otro laclc¡ las costurn-
nunca de vuestra posesión, ahora tenéis este mal, que antes no habíais teni-
bres y los comportamienms poco habituales atraen con facilidad, primero, la
do"; {22) esto es, sin siquiera aludir a la mediación (ya de por sí sospeehosa) de
sos¡lecha, y luego la acr¡sación de brujería. Así, una criada rle Orsoliua Malga-
la oración a Dios, corno si sólo de ella, de Chiara, dependiesen la curacién o ia
zali, que había vivido por cierto períodr: con el malrimonio Signorini, tras afir-
enfennedad de Ir{crgherita. Además, una niña criada en casa de lvlargherita, Ni-
mar que "in illo tempore nunquam vidit vel scivit eos ire acl missam", narra
na, vio un día a Chiara Signorini colocar cerca de la puerta de la vtvienda de
c¡ue, cuando Chiara le confió que había aprendido de una vecina cierfas recetas
aquélla "queddarn malleffitia", eonsistentes en "f,ragmenta olive per modun¡
supersticiosas para curar el ganado "que unquam e¿m docere voluit licet multo-
crucis et vicia silvestria et fragmentum ossis mortui".. et bornbice alburn, ut
tiens rogata, nisi in hne vite", sóspoché que "illa rnullier docens f'uerit una stria
putatur intinctum crismate". (23) Careada con Chiara (quien se obstinaba en
ct reliquerit pro kst;lmento ipsam Clara¡n in successionem striatus, sicut alias
negar el hecho), Nina ratifica con finneza ("audacfer", connenm el nolario) sus
audivit solere fieri at¡ aliis similibus". (33) En otras palatrras, es difícil vez
afirmaciones. (24) Además, un festigo que, junto con otros, había ido a ver a
Chiara para pedirle que curase a Margherita, refiere el relaúo de la presunm
imposibie-- esmblecer hasta qué punto una situación de aisla¡niento -tal corno la
tlc Chiara y Eartolomeo Signorini era deter¡rinada por la fama de practicar la
bruja sobre la fbrma en que había embrujado a su antigua patrona; de ese rela-
brujería y los encanüamienfos, y hasta qué punto, en cambio, se buscaba a los
to surge, sin sombra alguna de dudas, un conjunto de práclicas de rnagia ne-
gra. (25) Ono rcstigo declara, a su vez, que ha oído ¿lecir a muchas personas sc.guidores del demonio precisamente, la rnayor par"te rle las veces, ent¡e las
pcrsonas aisladas y que eran mantenidas al margen de la convivencia común.
que la Signorini es bruja, por lo que expulsó a ella y al rnarido "de sus tie-
En resurnen, de cuanüo hasta ahora hemos visto no resulta claro si los dos
rras"" (26)
csposos utilizaban de manera consciente la reputación que los rodeaba, aun sin
Esta úlüma declaración permite ya entrever cuál erala situación de los dos
dar credito a los poderes que se le.s atribuían, o si en verdad creían en tales prác-
esposos. Otros festimonios cornpletan el cr¡adro a lo largo del proceso. Una an-
ticas y encantamienúos. El problema, por cierto, disra de ser marginal, o de fácil
tigua paEom de Chima, Orsolfula Malgazali, después de aflrmar que taoto ia
imputada como su marido son '1nale fame circa artem magicarn et rnaleticia", solución" Los únicos documentos de que disponemos son lias actas de interroga-
relah que Francesca, hija de Angelo Mignori, "noluit... Claram conducere in torio de Chiara Signorini; y su interpretación se hace rnás difícil debido a la
llrcsencia de dos elernenms peffrurbadores
__la tortura y Ia técnica del i¡iterro-
possessionem suam ut colonarn nec virurn eius, timens ne rnaleficiaret filiarn
gatorio-, sobre los cuales nos deÉendremos gn txeve.
eius", (27) y que ella misma, úas de haber despedido a Chiara de una gfanja de
su propiedaci, fue acometida de tan fuertes dolores, que se vicl obligada a guar-
5. Pero voivamos just¿mente a los interrogatorios. El 6 de febrero, Chiara
dar cama, inmóvil. Pero no había atribuido la causa de su dolenci¿ a la Signori-
ni hasta que al cabo tle un año (cuando los dos esposos esüaban por entrar atr ser- Signorini es convoeada por segunda vee a la presencia del padre vicario. Nie-
ga haber afinnarfo nunca que haya sido ella la causante de la enfennedad de
vicio de una rnujer, Genrile Guidoni, conocida corno "la Guidona", corno culti-
Margherita Pazzani" Al paclre vicario, quü le pregun¿a si es cierto que le dijo a
vadores rle una granja situada "en [ierras de los Saucedales del Panara"), se le
ost¿¡ úlüma "Feliz de vos si no me hubieseis echado nunca de vuestra posesióu,
presentó Bartolorneo Signorini, y para su gran sorpresa le rogó "'ne vellet alicui
ahora tenéis este mal, que antss no lo habíais tenido", ie responde que sí, que lo
dicere quod ipsa Clara ipszr;m malieficiaverit, ne impediretur consequi dictam
rlijo, pcro cn fbrma dubitativa: "Feliz de vos si no tuvierais este rnal, qus anfes
rx) tcníais". El interrogatorio crrndnúa con argumentácioraos por el e$tilo, cuan-

22
23
El padre vicario pregunta de improviso "si habuit revellationes et apparue-
do, de pronto, surge un giro inesperado. Hasta en el resumen del notario, por lo rit ei Nostra Domina in visibili forma"; y Chiara responde que la Virgen se le
común tan impersonal, parece tr:§parentarse un gesto de sorpresa: apareció "pluries et plusquam centies in forma mulieris visibilis, vestibus albis
inducta et pulcra fatie". E interrogada "si semper exaudiebat Nostra Domina ip
...Dum autem hec lbqueretur incidit sermo de marito eius et de filia eius, et cum pa- sam Claram, respondit quod semper exaudiebat eam de omni re quam peteret".
ter vicarius repreenderet eam quod male docuerit filiam suam, et hoc bene scit ipse
vicarius, ipsa Clara respondic "Bene scio quod filia mea non est in carce¡e". Et in-
Interogata si quando rogabat Nostram Dominam ut defenderet eam et suo§, et ven-
terrogata: "Quomodo hoc scis?" ipsa Clara dixit et replicavit quod hac die post
dicaret contra iniurantes sibi et suis... respondit quod nrnc aparebat sibi Cla¡e et
prandium aparuit ei bis Nostra Domina, licet ipsam non viderit, sed ipsam Cla¡am
promittebat vendica¡e et de facto vendicavit eam contra plures iniurantes sibi, et
Nost¡a Domina alloquuta est dicens hec verba: "Ten fortaleza, hija mía, y no tengas
aparens postea sibi dicebat hec verba vel similia: "Puedo Ísegr¡rarte que los he cas-
t"an¡o miedo, que no serán tan poderosos como para causarte pes¡u"; et quod etiam
ügado"; et intulit quod ipsa Clara rogabat Nostram Dominam ut ipsi infirmantes
ipsa Nosua Domina dixit ei quod filia sua non est in carcere' (34)
possent sanni fieri. (37)
Frente a este repentino, ingenuo intento de defensa por parte de la bruja, el
Las pregunfas del padre vicario se vuelven cadavez más engañosas:
padre vicario pasa primero por alto el asunto. Se reanudan las preguntas sobre
el proceso en sí, acerca de los tratamientos supersticiosos administrados a Interogata si a principio quando incepit ei Clare apparere Nost¡a Domina'.. ipsa
Margherita Pazzani, acerca de la permanencia de Chiara en casa de Lorenzo Nostra Domina petiit ut ipsa Clara sibi... animam suam et corPus donare et offeret,
Malgazali. Luego el vicario pregunta a la mujer si en otr¿¡s ocasiones se le había respondit quod poterat ipsa Clara esse etatis annorum quindecim quod semel apa-
aparecido la Virgen, o le había hablado; y he aquí la respuesta: ruit Nostra Domina ei in domo sua existenti, et petiit ab ea Cla¡a ut offeret et dona-
¡et ei... animam suam et corpus suum, multa bona promittens, et quod numquam
Semel, quando videlicet orabat pro domina Margarita, ipsa Beata virgo ei aparuit ipsam Claram Nosua Domina relinqueret: quod et fecit ipsa Clara et donavit ani-
in vestibus albis et ei loquuta est dicens: "Hija mía, no dudes que ella sanará, si es marn suarn et corpus suum ipsi Nostre Domine, et osculata est eam dulciter, et pro-
atendida por aquel que te lo ha prometido; tú porfía en orar con energía". (35) cidens ipsa Clara adoravit eam ad requisitionem ipsius Nosrre Domine. Et intero-
gata si postquam accepit virum ips4 etiam vir eius habuerit revclationes et viderit
Fray Bartolomeo insist€, y le pregunta si la visión de la Virgen se le pre- Nostram Dominam et donaverit animam suam et corpus suum, respondit quod
sentó esmndo despierta. Chia¡a responde entonces, y a través de sus palabras etiam vi¡ eius Bartholomeus vidit aliquotiens Nostram Dominam et prestavit ei ho-
vemos plasmarse la figura de una Virgen terrer¡zl y aldeana, que inspira a su magium, sicut et ipsa fecera¡, offerens ei Nostre Domine et donans animam suam et
protegida una adoración afectuosa y casi sensual: corpus suum et adorans eam ut ipsa fecerat: et hec scivit ex relatione viri sui, pau-
lo postquam ipsum acceperat, et hoc fuit interventu ipsius Clare que induxerat eum
...respondit quod erat vigilars et flexis genibus orabat, et quod ipsa Beata Virgo re- ut sic se ipsi Nostre Domine se comendaret, sicut et ipsa fecerat. (38)
quisivit ab ipsa ut eam adoraret, quod et fecit ipsa Clara et adoravit eam osculando
Así, en respuesta a una pregunta concreta, Chiara altrma que
terram, et inclinando se et etiam pre pulcritudine eius, eo quod ipsa Beata Virgo
erat pulcra et rubicunda et iuvenis, prohoiectis brachiis ad collum eius osculata est
eam cr¡m magna reverentia et dulcedine cordis, et sensit eam esse mollem ut bom-
Nostra Domina.postquam generavit primum filium aparuit et, ita pulcra et vestibus
bice et calidam. (36) albis inducta sicut et alias pluries et aparuerat, et petiit ab ea ut offeret sibi filium
illum p,rimogenitum; quod et ipsa fecit elevans filium super brachia et offerens
El proceso se reanuda al día siguiente (7 de febrero). Este tercer intelroga- illum Nostre Domine, et donans ei animam et corpus illius; et sic fecit de omnibus
torio gira en torno at análisis de las visiones de la Signorini. Pero tanto la frliis. (39)
actitud del padre vicario como la de la imputada se han endurecido en compara-
Y concluye que "nemo poterat videre eam Nostram Dominam nisi ipsa
ción con las del día anterion el primero trata abiertamente de estimular los rela-
Clara". (40)
tos de Chiara, absolutamente persuadido de que las presuntas visiones de la l¿ técnica y los propósifos del interrogatorio resultan evidentes. El juez,
Virgen son en reaüdad alucinaciones diabólicas; la mujer, por su parte, prosi- venganza
en sus pregun[as, propone a la impurada una serie de atributos
gue por la que cree una buena vía de escape, ampliando y perfeccionando su
contra los enemigos, el ofrecimiento del alma y el cuerpo, y demás- en apa-
-la
impulso inicial.
riencia ambiguos, pero que en realidad ostentan ya para quien interroga un ca-
Aquf vemos en pleno desarrollo una técnica interrogativa típicamente su-
rácter negativo y determinan a esa "Virgen", que se le ha aparecido a Chiara,
gerente, dirigida a orientar las respuestas de la imputada hacia un rumbo prees-
como una figura diabólica. De la misma forma, es evidente que cada uno de los
tablecido. Con sus pregunüas, fray Bartolomeo propone de manera implícita el
olementos dé hs respuestas de Chiara se presta a ser traducido por connóhcio-
contenido de las respuestas; y Chiara no deja de plegarse con dociüdad a esas
nes de índole diabólica (el homenaje, el ofrecimieno del primogénito, etc.); a
propuestas, inclusive completándolas y desarrolkándolas.
tal punto que tras las palabras de la impu[ada, no es difÍcil captar la especial re-

25
24
sonancia que debÍan ejercer sobre el ánimo del juez. Pero ia compleja relacién
que se va determinando a lo largo del interrogatorio no se agom aquí" Ya se ha pondit quod diabolus dixit ei Clare quod fecerat quod iusserat et mallefficiaverat
dictam dorninam fof a¡garitam, et specialiter dixit et quod ligaverat ei dornine Mar-
visüo córno se adapta Chiara a las preguntas del padre vicario, siguiendo docil-
garite brachia et ribias. (44)
rnente süs grandes rasgos. Por cierto" lo hace con la in¿ención de salvarse, pero
resuha notable el eco que las sugerencias del juez encuenFan en el ánimo de la Así termina la sesión: ante la avanzada hora" la continuación del intenoga-
imputada" Esa influencia se hace inclusive evielente en la ingenua esponranei- torio es pospuesta hasta el día siguiente" (45)
dad de ciertas contestaciones (la Virgen, que sale diciendo: "Puedo asegurafl§ Fero al otro día, 10 de febrero, apenas el padre vicario inquiere a Chiara si
que los he castigado"). Lejos de ser una sirnple estratagema para salvarse, esta ratifica la confesión producida la noche anterior, la mujen lo niega todo, y afir-
Virgen, ya sea una aparición divina c¡ diaMlica, nnuesEa tener profundas raíces ma "quod nihil eorurn que dixit vemm est, sed omr¡ia dixii pre timore mfinen-
en el ánimo de Chiara. Aunqüe así no fuera, está clarc que la declaración de la torum". (46) Los jueces, "ex hoc cognoscentes ipsam essqm irnpenitentem",
o'curn
Signorini revista alto grado de interés (precisamento porque es "invenlada", es vuelven a someterla a la tortura, y Chiara e§set levata a tsra per quattuor
decir, insincera); sobre todo, porque proporciona indicaciones indirectas, pero cubitus et clamaret pre doloribus", si bien sigue negando que hayá colocado un
preciosas, sobre amplias facetas de la piedad popular de ese período. Y sin ern- hcchizo junto a la puerta de la casa de Margherita Pazzani, admite
bargo, en el drarnático diálogo, o choque, entre la bruja y el inquisidor no se ha-
lla sólo eso. Y es que resulta difícil, en el relato de Chiara Signorini, separar lo quod coniuravit demones eo modo quo in externo processu habetur; item quod apa-
que ella "invenla" -- con la esperanza de hallar una manera, cuaiquiera, de sa- ruit sibi diabolus tunc in forma pueri, qui requisivit ab ea ut eum adoraret, quod et
lir del atolladero- de aquello en que de verdad cree, o quisiera creer: por ejenr- ipsa Clara fecit et iussit ipsi diabolo... ut iret ad mallefficiandum dominam Marga-
plo, una Virgen protectora en forrna hurnana, tal eomo la puode concebir Clara, ritam Pazarrnam. (47)
que venga a repa.r¿r y vengar las injusticias que le han sido inÉligidas, y la saque "Deposita a formentis" y llevada a una sala adyacente a ia de la tortura,
de su existencia penosa y miserable" C'hiara confirma todo cuanto ha confesado "super cordam", y agega que

6" El 9 de febrero se rear¡uda el interrogattirio a la imputatkr. Es evidenre quando rogavit diabolum sibi aparentem tempore quo coniurabat eum ut veniret et
que para fray Bartolomeo la naturaleza de las rnilagrosas intervenciones de la sanaret ipsam dorninam Margaritam, prout promisserat, tunc diabolus ei Clare apa-
Virgen ya ha sido perfoctamente dilucidada, pues no hay más preguntas a ese rens dixit ei hec verba: "Adórame, que yo haré que §e c¡re la señora Malgarita
respecto. Luego de una brevísima absolución de posiciones, durante la cu¿¿l [src], y te haré mucho bien". (48)
Chiara niega t«los los cargos, se decide pasar a la tortura. Fero apenas condu-
cida'"cora¡n iormentis et ad cordam ligatarn'" (41), confiesa: admite haber di- 7. Podrá parecer inoportuno habernos detenido con tantra mint¡ciosidad en
cho que la c¡rración delaPazzani est¿ba en sus rnanos, y "soluta a corda" con- (:sli) monótona sucesión de confesiones, arancadas por el temor a la tortura y
tinúa narrando el rnale{icio que urilizó conrra su anrigua patrona. (42) Pero el scguidas por otras tantas puntuales retractaciones. Pero es que la tortura, en rea-
padre vicario quiere saber más, y
lirlatl, no hace ora cosa que replantear, en forma exasperada" !a caracrerísúca
r:scncial cle todo proceso por brujería. Por obvio que sea, no resultará inúfil re-
interogata si habuit respor»um a dial¡olo super infaturantla et mallefficia¡tda domi-
r:rlrular que una numerosísima porción de los inquisidores creía en la rearliclad de
na Margarita Pazana, respondit quod diabolus ei apparuit in forrna adolescentis
lu brujería, así como muchísimas brujas creían en lo que confesaban anm la In-
postquam feceratpredictam coniurationem, et interogavit ipsam Claram ut sibi di-
ceret quidnam vellet, quia eum diabolum coniuraverar; et ipsa Clara respondit dia- t¡uisición. En otras palabras, durante el proceso se verifica un encuentro, en di-
bolo quod vellet quod maliefficia¡et dominanl fulargarirarn Pazannam, eo quia ipsa vcrsos planos, entre inquisidores y brujas, en cuanto partícipes de una visión
domina lVlargarita ipsam Claram expulerar ex possesione sua. (43) cornún dc la realidad (que irnplica la prosencia cotidiana del demonio, la posi-
hilidad de relacionarse con é1, etc.). Pero precisamenrc porque este encuenuo
Las preguntas se suceden, pues, según la técnica que hemos visúo, es decir,
ticnc lugeu a distintos niveles, siempre existe (inclusive cuando la imputada es
sugiriendo en fonr¡a irnplícira a Ia irnputada eI conteni«lo de la respuesmc -{.:orno (rufre a menudo, y con rni{s frecuencia de lo que se cree- realmente
rurra bruja, invocadora del dernonio en su§ encantamientos) una §uerte de hiato
Interogata si *liabolus promissit ei hoc facere dummodo ipsa Clara adoraret eum, et
cntro lÍ¡s creencias de la imputada y las del juez. Este úlümo, casi siempre de
si ipsa Clara adoravit eum prout diabolus ipse perieraq res¡nndir quor! diabolus rc-
quisivit a se Clara ut adoraret eum, quod et ipsa fecit procidens genuflexa in [era bue¡ra fe, trata de colmar tal solución de continuidad, y pÍra ello recurre, inclu-
ante eüm, et dicit quod fecisset ominia durnrnodo consequeretur intentum suum de so, rlc scr nccesario, a la tortu¡a. Al mismo objetivo apunta la insidiosa fécnica
mallefficio dicte domine Margarite. Inrerogata si diabolus reversus firit ad earn di- rtc intcrrogatorio que hemos visto poner en práctica; dicha técnica tiende a
cens quod ¡rercuserat ficram dominarn Margaritarn et rnallefficiaverat eam, res- rrrr¡lncar al imputado aquello que el inquisidor cree con firmeza que e§ la ver-
rl¡xt. Dcl csa mancra se producen, muy a menudo, en las confesiones de las bru-

26 )-t
jas, superposiciones de determinados esquemas conceptuales y ,.. et... ipsa Beata Virgo requisivit ab ipsa ut eam adorareg quod et fecit ipsa Cla-
-teológicos,
demás- por parte de los jueces; y será necesario tener en cuenüa estas superpo- ra et adoravit eam osculando terram, et inclina¡rdo se... ; (55)
siciones, si se pretende echar luz sobre la verdadera fisonomía de la brujería po- ... et ille (diabolus) resporidit "... Yolo ut me adores"; quod et ipsa Clara statim
pular (diferente de la brujería "culta" de los raados de demonología). (a9) fecit, procidens in terra ante eum osculam terram. (56)
También en el caso de Chiara Signorini hay un intento, muy evidente, por Cuando se examinan estas concordancias, no cabe duda de que es necesa-
parte del juez, de hacer coincidir la confesión de la impútada con la verdad que rio tener en cuenta el modo en que fueron efectuados los interrogatorios: la
él ya posee. Como no hay otro camino, se recure a la tortura. l"a bruja confie- identidad entre las dos apariciones de Chiara, la Virgen y el diablo, se encuen-
sa, sólo que se reEacúa de todo al día siguiente, para luego volver a la versión üa constantemente presente en la mente de quien la interroga, el que con pre-
primitiva. Esa misma altprnancia de confesiones y retractaciones se verifica en guntas adecuadas, trata de hacer que las dos imágenes concuerden. Resulta sig-
el interrogatorio siguiente (15 de febrero). Chiara comienza por confirmar todo nificativo que, en el interrogatorio del 15 de febrero, el juez pregunte "si dona-
lo que ha admitido en los dos interrogatorios anferiores "quando fuit... exposi- vit animam et corpus suum diabolo, et animam filiorum et viri sui" (recuérdese
ta ad úormenta"; pero a continuación lo niega todo, "dicens quod omnia que di- que Chiara ahrmaba haberse ofrecido en cuerpo y alma a la Virgen, induciendo
xerat in illis duobus processibus dixit instigante diabolo, non autem quia vera a su marido y a sus hijos a hacer lo mismo); pero esta vez la respuesta no es la
essent". (50) Sometida vnayez más a ¡ortura, "prius quidem constanter negabat deseada ('respondit quod animam suam et filiori et mariti dedit diabolo, non
se quicquam fecisse vel dixisse eorum que prius confessa fuerat". Por último, Butem corpus suum"). (57) Con todo, más allá de la coincidencia de elementos
interrogada por Tommaso Forni "an diabolus sibi apparuerit et eum adoraverit, pcculiares en los relatos sobre las dos apariciones, lo que importa mucho más
respondit quod sic"; retornan entonces, ampliadas, las anteriores confesiones. cs una identidad sustancial, que sólo se explica por la adhesión de Chiara a lo
Es evidente que las confesiones de la imputada se deben sólo a la tortura; y quc esrá relatando. La Virgen que se le había aparecido a Chiara se identifica
sin embargo, quien por esa razón dicidiera no tenerlas en cuenta, cometería un rcalmente con el diablo; pero lo que para el padre vicario se explicaba con el
error. Ante todo, esas confesiones constituyen, como es evidente, un precioso pacto que había unido para siempre a la bruja con el demonio, para nosotros tie-
documento indirecto de creencias y tradiciones populares (piénsese, por ejem- nc un significado distinto y más profundo. La divinidad, tal como Chiara puede
plo, en el detalle casual ni arbitrario, hastael punto dó que aparéce en las concebirla y venerarla, es una divinidad que interviene para sacarla de sus
tres confesiones- -no
del diablo que se presenta en forma dejoven o niño). Pero ungustias, ya sea lanzando un maleficio sobre los patrones que la han echado de
más allá de eso, si se comparan las respuestas de Chiara sobre las milagrosas sus tierras, o sanando de sus males a esos mismos patrones, de modo que Chia-
apariciones de la Virgen con las referentes a las apariciones del diablo, se ad- rü pueda volver a ocupar la granja; y no interesa que se trate de una divinidad
vierten significativas concordancias. Los dos relatos estiín consEuidos colostial o diabólica. La convergencia, en un mismo plano de religiosidad ele-
decirlo así- con los mismos elementos (por lo demás muy sencillos), aunque -por mcntal, de una religión ortodoxa y una religión diabólica, muestra, con deslum-
el resultado final sea de signo contrario. Compárense los siguientes pasajes: brante eficacia, cuán tenue podía ser el límite que separaba a ambas en el alma
tle los fieles, en especial en zonas rurales, donde la fe religiosa se mezclaba
Semel, quando videlicet orabat pro domina Margarita, ipsa beata Virgo ei apa-
muy a menudo con elementos supersticiosos, o lisa y llanamente con residuos
ruit... et ei loquuta est dicens: "Hija mía, no te acongojes que ella sanará... ve y
prccristianos. (58) En una situación de aislamiento, de privación extrema, de
persevera, orando buenamente"; (5 1)
... quando rogavit diabolum sibi aparentem tempore quo coniurabat eum ut veniret ubsoluta miseria, la invocación al demonio podía presentarse como la rinica sa-
et sanaret ipsam dominam Margaritam... tunc diabolus ei Clare aparens dixit ei li«la posible. La última confesión de Chiara Signorini, que resume, ampliándo-
hec verba: "Adórame, que yo haré que sane la señora Malg aritasici, y te haré gran lus, las anteriofes, demuestra todo ello con evidencia casi paradigmática.
bien". (52)
(Nostra Domina) aparebat sibi Clare et promittebat vendicare et de facto vendicavit 8. Es 20 de febrero. Chiara se presenta por propia iniciativa, y afirma que
eam contra plures iniuriantes sibi, et aparens postea sibi dic€bat hec verba vel simi- quicre confesar "omnia quecumque fecit toto tempore vite sue circa malleffiúa,
lia: "Yo puedo decirte que los he castigado"; et intulit quod ipsa Clara rogabat Nos- ol circa omnia que pertinent ad superstiüones diabólicas". He aquí su relato:
ram Dominam ut ipsi infirmanres possenr sanni ñeri; (53)... er... apparuir ei dia-
bolus in forma pueri parvi, dicens: "Quidnam vis a me? Quia me vocasti?" cui illa: Et primo dicit quod cum semel esset quasi disperata eo quia expulsa fuerat de pos-
"Volo ut ulcisca¡is iniurias meas contra dominam Margaritam Pazannam"... Dein- scssione domine Margarite Pazarme, et paupertate maxima ob hoc gravaretur, quo-
de... reversus diabolus ad eam, dixit ei quod dictam dominam Margaritam mallefi- tidic et omni hora diabolum invocabat. Semel igitur, dum herbas incideret in
ciaverat. Quoniam autem promissit se velle eam sanare, iterum invocavit demones, campo et disperata invoca¡et diabolum, factus est coram iIlo puer quidam etatis, ut
et diabolus ei in predicta forma apparers dixit ei: "Quid vis a me?l'cui illa Clara di- i¡rsa putatur, duodecim a¡norum; et interogas ipsarn Claram cur esset sic disperat4
xit: "Volo ut cures dominam Margaritam, quiapromissitmihi ea que volebam"; et ct audita causa ab e4 innrlit: "Comenda te diabolo, quia ipse te adiuvabit". Ipsa
diabolus dixit: "Yo lo acepto, y re haré gran bien" vel similia verb4 promirrens eam (llara rcspondit quod se comendabat diabolo, et quod faceret quod sibi vellet
sanare sicut de facto accidit. (54)

28 29
rlrrrrrr»[¡ rlr,rr.sr€ruf €rr¡ contra dominam Margaritam pazannam; et ipse diabo- cursum et si concubuit cum diabolo et si donavit diabolo aliquod animal pro
lI¡ irr l,rrnñ ¡nrrl tüxlt_ei clare: "Ego surn diabolus quem rogas" si me vis sacrifitio et si abusa fuerit aliquo §acramento acl re4uisitionem <liaboli et si
facere
r¡rrrl 1¡r¡¡rll, *kttt mo"; que claraprocidens in terram, genuflexa adoravit eum.
Et negaverat fidern et baptismum'", ya había respondido que '"nihil horum fecit sed
lltt¡lll ¡llltttrltelxrlus: "Vollo utdones rnihi animam tuam"; et ipsa Clararespondit: tántum ea que supra dixit" (interrogatorio del 15 de febrero)' (60)
"ligrr runl l'.rrrrrmta dare übi animam meam Pero tampoco en lo que se refiere a ias apariciones de la Vkgen, logra el
rnst mortem meam, dummodo facias
r¡rr,rl rlarldnfo", Et abit diab<¡lus, ut ipsa cliua dicit; et inde a mense vel circa
re- padre vicario obtener satisfacción alguna. Interrogada "si diabolus apparuti sibi
vqrtlr rllstrolus in eadem forma, dixit sibi: "Ego adimptevi desiderium tuum er in carcere", Chiara responde primero que una mañana el diablo se le apareció
nr¡llofflclrwi dominam Margmitam Fazamram ügans ei peoes et ribias"; que clara
"in forma pueri parvi in nigris vestibus inducti", instiándola a suicidarse "quo-
rar¡rlndit: "oratias ago tibi, quoniam bene fecisti"; itou* adoravit
"i coram pluribuseum
requiriüonem ipsius diaboli" Et inde iartavitse ipsa clara
ad niarn alias combureretur ab Inquisitore". (61) El juez insiste; quiere saber "si
et plu_
rror. dicens cuo_{ ipsl.agmina Margarita ru¡nqu.m poterit sanare nisi ipsa vá[et alisas aparuit sibi diabolus in carcere"; y Chiara responde por fin que "in prin-
(hoc enim ipsa cla¡a dicit constituta in iuditio quod sibi promissum cipio audivit quandam voces dicentern sibi:'Ten fortaleza, y yo haré que nadie
fueri a diabo_
kr); propter que et similia verba convenerum-cognati ipsius domine Margarite, te cause flesar"'y agrega que "'estimahat esse Nostram Dominarn" y que "plu-
rogante§ ipsam claram ut dignaretur *urrrrd p.orritt".rt u multa; et semel ries aparuit sibi Nostram Dominam in vestibus albis inducta". (62) ResulUa evi-
convenerunt eam in domo dgrnine Margarite,"a- et sub scripnira facta per Bemardi- tlente que la trruja esüí ya vencida, pero lámpoco esta vez la respuesta es la
num cantú prornisen¡nt eam inducere in-possesior"* prái"tu* et deseada.
dare rnulta ali4
:j p1l"t in illa scrip-aua facra corarn testibus, si vell& ipsam sanare ante festum
Natalis. Quod ipsa clara pro certo se facturarn promissit, ot put*t in rttu
Hay que subrayar ¡odo esto porque li¡nita 1o dicho hasta ahora acerca de Ia
scriptura. influencia ejercida por el juez sobre las respuestás de la irnputada, mediante la
Et gic.ir clara quod reddiens domum, iterum invocavir ¿iámium" q.,i upp***
i?sa tócnica del interrogatorio y la tortura. Esa influencia existe, y sería ingenuo nc-
ei dixit diabolus: "Quis vis?" et ipsa clara respondir: ..Ego vollo ur
sanás dominam gar su alcance; pero en algunos casos, cotno en éste, no logra hacer que Ia bru-
klargaritam Pazanan"; qui diabolus dixiu "bgo ,*uñ i, terminum quinoeclm
.ia abdique por completo ante la voluntad del inquisidor, rl* moilo
que, puetle
dierum, dummodo me adores et dones animam ruarn", quod et ipsa
ciara fecit" dccirse, la confesión de la imputada terrnina por constituir una esp«:ie de tran-
Interim_dicit qucxi antequam esset sanata illa a diaboro, u"nit puotri,rvl"gr,*ru,
ua
ipsam claram rogürs eam ex parte domine Margarite ut verlet sacción entre ella y el juez. En tal confesión podemos identificar, en verdad, no
,*-", sólo las strperposiciones introducidas por este últirno (las que hemos venido su-
quia male se habebat; et ipsa clara respondit diito paulo Magnanno "ito "ri,h"" u"rbu,
.'ve' f' que ella va a quecrar der todo san4 y hasta la haré baitar". Hoc autem dici brayando), sino también elementos que retlejan una situacién local (como la
ipsa Clara se plecognovisse ex revellation" iiubolir et sic evenit.
amtulavit enim ausencia del .viááal, presente en cambio en la gran rnayoría de los pr6cesos mo-
ipsa domina Margarita, ut ipsa crara audivit dicere, sicut ei promisserat. post rtcneses de ese periodo), los que, por consiguiente, sscapan a la sistematizaciÓn
hec
dicit ipsa clara quod quia donúna Margarita nolluit servare pacta sibi promissa, cloctrinal de los tratados de demonología.
ipsa clara magis disperata quarn prius ñocavit diabotu*, qri
upp*"r* Iiul clrr" La confesién de Chiara concluye con ur¡a declaración de arrepentirniento.
in domo Ludovici Denne in camera sua, in forma pueri parvidixit ..quo ulu
.uit i,
me?" et illa respondit hec verba: "yo te ruego quá rú ,r,*ln* a mi señorivlargari-
u Pide perdón, se manifiesta dispuesta a aceptar las penitencias Qle le sean im-
ta Pazarura el tér¡nino en que estaba ant*r ¿" qró ¡¡ tu r***, pucstas por los jueces y afirma que "licet antequam esset in manibus trnquisito-
y yo r" pr"-
mela hecJral'(inreitigens de donarione anime sue); qui diabolus dixir"r*piire rum iterum invocasset diabolum ad sanandas clictas mulieres si sibi promisisent
sibi: ..Adora
m:"i er sic ipsa clara adoravit eum, er dicit quodstiim ipsa domina Mrrga.ira in ca que ipsa desider¿bat; rnodo tamen dicit quod de cetero propter quamcumque
pristinam infirmitatern reddiit" ut tliaborus pno*ir.*rut u*'r"a"**. rcm mundi demonem no invocabiL nec talibus mallefitiis operam dabit". (63)
iisi' Tal arrepentimiento, "si bien tardío, salva la vida de Chiara Signoríni. Los
jucces afirman quepor ser "hereticarn, idolatrarn et apostatam a fide".. secundum
9" con esÍ;r confesién, er cuadnr parece ahora completo. pero en
dos pun- lcgcs esse concremandarn igne"; sin embargo, "quia peniten§ est, licet sero,
arybo1 de gran importancia, el padre vicario no ha iogrado hacer
1os, coincidir d<»lata ei vita", decretan que Chiara debe üerminar sus tlias en Ia ciárcel, (64) y
Ia confesién de chiara con su propiá consrrucción ideolóá'i.o-¿o.Eir*ü.
Art" ol M <le febrero de 1519 la condenan "a la prisión perpetua, y por tal prisión le
la confesión que acabamos de citar no ue *"nJionan ras apariciones
,[-{nr.n usignan todo el distrito del hospicio de k Casa de Dios, en la ciudad de lvIóde-
rnilagrosas de la virgen. Afrora bien, aunque fray tsartolorneo podía no tener
nrr, al servicio de tros pobres de:l hospicio". (65) Así concluyo el proceso de
dudas en cuanto a la ¡raturatreza diahdlica de esui, a falua de
uná admisién ex_ Chiara Signorini"
plícita por parüe de chiara constituían un elemenfo contradictorio
dentro del
proceso. En segr:ndo lugar, y si hien en ra confesión
de ra innpuada es[ín pre- 10" Como ya se apuntaba, el proceso que aquí se examina pÍIrece permitir
sentes las i¡'lvocacio¡res ai diablE¡ y el ofiecirnienfc de su
atma, ram, sin emba¡- rrna vcrificación --aunque parcierl y limitada- de la existencia de algunos pro-
go, la conmación de la activirraf de
t! brujas, er sáhbat,"on í"¿o ió qo* i*pri-
ca: conmubio con el diablo, profanación de los sacramenüos, apostasra
blomas y nexos, por cierto que no inéditos, p€ro que hasta ahora habían sido
ae u re y ¡rlanl.,cados con escasa fundamentación. Más genéricarnentn, tal vez el
proceso
del bautismo" Res¡recm de este segundo punto, chiara, lni*.nogaau"l,si;uit
a¿

30 3t
de Módena nos permita echar alguna luz sobre la naturaleza de la relación, con-
cretada en forma dramática du¡ante el proceso, entre brujas e inquisidores; pue-
de de esa forma, además, brindar una orientación para la lectura de este tipo de
fuentes. Inclusive desdé ese punto de vista, el caso de Chia¡a Signorini, aun en
sus aspectos ineductiblemente individuales, puede adquirir una significación
en cierta medida paradigmáúca.

Notas

(1) El acervo de procesos inquisitoriales conservado en el Archico del Estado de Módena, bajo
el rótulo de "Inquisición de Módena y Reggro. Procesos", pasó a formar parte del Archivo
Secreto de la familia ducal de Este aI suprimirse la Inquisición (cfr. Archivio Segreto Esten-
se, sezione "Casa e Stato" . lnventario (Ministerio del Interior, Publicaciones de los Archi-
vos del Estado, XI[), Roma, 1956, inrroducción preparada por F. Valenti, pág. xxxix). Abar-
ca I 17 sobres, numerados del 2 al 1 l8 y dispuestos en orden cronológico progresivo (desde
el año 1489 a 1784, según 1o indicado en los índices del archivo; no obsranre, enrre los docu-
mentos se encuentra rambién la transcripción de un proceso celebrado en Bolonia, en 1458).
Aunque este material se conserva en general inédito, se lo ha señalado a la alención varias
ve(es, y precisamente por el aspccto que nos inleresa.
ll primero en mencionar el archivo fue un erudito local, 'f. Sandonnini, quien citó algunos
pasajes, elegidos enlre los más pintorescos, de esos procesos de brujería (cfr. TOMMAS{)
SANDONNIM), Streghe e superstizioni, en "li Panaro" (Gazzetta di Modena)", XXVI, núm.
111,24 cle abril de 1887. En su monografía Pregiudizi e superstizioni del popolo modenese
(Móxicna, 1890), P. fuccardi recogió las noricias proporcionadas por Sandonnini, en un ca-
pítulo titulado Superstizioni e stregonerie in Modena nei secoli mi e xv (sic: en realidad los
procesos conservados en el Archivo del Estado de Módena no son anleriores, como se ha di-
cho, a las postrimeías del siglo XV). Breves pasajes de algunos procesos, a rítulo ejemplifi-
cativo, han sido publicados por N. Corradini , I processi delle streghe a Modena nella prímn
meld del sec. XVI, en Folúore Modenese, Atti e Metnorie del I Congresso d¿l FolÜore Mo-
denese ". . , Módena, 1959, págs. 44 y sigs. la importancia de este acervo documental ha si-
do subrayada hace poco por D. Cantimori (cfr. su recensión crírica al libro de L. Febvre, A¿
coeur religieux duXVIe. siécle, en "Annales ESC", XV, núm. 3, mayo-junio de 1960, pág.
567). El proceso que aquí se examina ha sido romado del sobre núm. 2, que contiene los pro-
cesos más antiguos (de 1458 a 1549). Los procesos se encuentran dispuestos según la an-
rigua subdiüsión, en "libros" (del "übert tertius" en adelanre; los dos primeros se han per-
dido), y eI de la Signorini forma parte del "liber quarrus". [¿ numeración de Ias hojas es
modema.
(2) No es posible establecer una comparación con la actividad de la Inquisición de Módena en
años más cercanos a los estudiados, ya que la serie de procesos se intemrmpe enfre 1499 y
l5l7 (con la única excepción de un proceso de 1503), y enrre 1520 y 1530 (con dos ex-
cepciones). De todos modos, es preciso señalar que tanto en el período 1495-99 como en el
de 1530-39, la c¿si totalidad de los procesos se ocupa de causas por brujería, magia y otras
por el esrilo: en ese sentido es posible establecer una comparación con los datos del trienir¡
r5 18-20.
(r) llasta ahora no me ha sido posible alcanzar absoluta certeza sobre la identidad de los dos
porsonajes. En otras palabras, no he encontrado documenlo aiguno que mencione al vicario
dc la lnquisición de esos años como "Bartholomeus de Spina": segrin la costumbre, todos se
limitan a registrar el lugar de origen ("Bartholomeus de Pisis"). Por otra pane, las biografías
r.lc Spina (cfr. J. Quótif y J. Echard, Scriptores Ordinis Praedicatorwn .. ., romo II, Lutetiae
l)arisiorum, l72l,págs. 126 y sigs. Menorie Istoriche di piúUomini lllustri Pisani,Ranie-

32
71
ri Prosperi, Pisa, 1790-92, tomo Itr ,págs.269-87; el elogio de Spina es debido a S. Canovai), (22) AEM, Inquisiciur, sob¡e2,,liber quartus, h. 255v (declaración de Margheri¡aPazzam, I de
despachan con demasiada prisa el período que va desde su Precoz ingreso en la Orden
febrero de l519).
(1494) hasta su designación mmo profesor de teología en Bolo¡ia (1530). Sin embargo, de
(23) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,b256r (ibid.).
la alocución "ad lrctorem", que precede la Quaestrio de strigibus (en Aedibus Populi Ro- (24) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.237v (ll de febrero de l5l9).
mani, Romae, 1576) resulta que en los años en que fue conpuesto el tratado Spina ostenta- (25) "(Clara) maledixit ipsi domine Margarire et omnibus qui eam expulerunt de possessione, di-
ba el cargo de ücario de la Inquisición ('... duplici et utraque gravissima lectura, tam in-
cens hec verba vel simüa: "Maldita sea la señora Margarita Pazzanta y todos los suyos que
quam naturalis, quam sacrae Theologiae, sírnul ac Inquisitioris vice alterius oriere praegra-
*edita me echaron de esta posesión, y que nrmca más predan tener bienestar ni reposo, ni ella ni sus
vatus... "). Ahora bien, laQuaeslio de slrigibns lleva la indicación Anno Domini
hijos", . . quando maledicebat predicto modo... tenebat in manu car¡delam quandam, oranti-
1523"; pero por cierta alusión al comienzo del Tractatus d¿ Praeminentia sacrae Theolo-
bus simul genibus flexis marito eius et filiis, et dicebat hec vel similia: "Así pueda cursumir-
giae super alias otrnes scientia, et praecipuc hwrnnarun legum (incluido en la edición ci-
sE la vida de la señora Margarita, como se consume esta vela"; et post hec prohiciebat quan-
tada de la Quaestio, de 1576), su redacción resulta anterior eri unos años ("Perfecto de srri-
dam herbam mori silvestri super ignem, maledicens ut supra" (AEM, Inquisición, sobre 2, Ii
gibus opere, cum eius impressio per plures amos praeter spern petentium sit dilata... ",
ber quartus,h.225r) (declaración de Paolo Magnano, enero sin duda por febrero- de
Quaestio de stigibus,pág.91). l,a fecha de composición dela Quaestio de slribibus P:rece, 1519; no se indica el día). -sic,
pues, caer precisamente en los años en los cuales el no mejor identificado fray Bañolomeo
(26) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus, h. 258r (declaración de Ludoüco Dienna, 6 de
"de Pisis" era vicario de la Inquisición (como Spina, pues) en Módena. Por último, aunque
febrero de l519).
enla Quaestio faltan alusiones explícitas a la ciudad de Módena, sqr numerosísimas las re- (27) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartw, h. 258r (declaración del 12 de febrero de 1519).
ferencias a procesos llevados a cabo en lugares no lejanos (Mirándola, Ferrara, etcétera). (28) Ibidem.
Para mayores informaciones sobre la actividad posterior de Spina, cfr. A. Walz O. P., Die (29) Cfr. la declaración de Stella Canova: AEM, Inquisición, súrc2,liber quartus,h.254r (18 de
Dominikaner und Trienl, en G. Schrei er, Des Weltlconzil von Trient, tr, Friburgo, 1951, febrero de l5l9). Esta acusa a Chiara de haber hechizado a su hijo, "posrquam ingresa fue-
págs. 489 y sigs. (ahora en forma reelaborada, en A. Walz O. P., I Domenicani al Concilio di
rat dicta testis cum viro suo in domo ipsius domine Gentilis, conducla posesione sua quam
Trento,Rcrta,1961, págs. 92 y sigs.) Se encontrará una lista de sus obras en Quétif-Echard, prius Clara et vir eius colebant".
Scriptores Ordinis Praedicalorum... , cit. (donde se asigna rambién a Spina, en forma erró- (30) La cuestión de los poderes mágicos no interesaba en esle caso, y por lo anro ni siquiera se la
nea, una Cronica Pis¿n¿ manuscrita; la falsa atribucisr se debe a una equivocación de R"
mencionó. Para una sugestiva presen¿ación del problema, cfr. E. De Martino, Il mondo ma-
Roncioni ---cfr. Delle istorie pisane libre xvi, Florencia, 1844, vol. I, pág. 549 y nota 4-, gico,Turín, 1948.
que fue recogida por Dal Borgo y luego por la Bibliografía storico-ragionata della Tosca- (lI I ) El carácter de rebelión social larvada que adquiere en rnuchos casos la brujería ya había si-
n¿..., de Moreni; en realidad se trata de una crónica, arribuida porMuratori, con muchas du-
do intuido por Michelet, l,a Sorciére , País, 1862. Esa posrura ha sido retomada hace poco,
das, al teólogo dominicano Bartolomeo "de Sanc¡o Concordio", rambién pisano, y de ahí la
a un nivel de divulgación, en un breve volumen (J. Palou, La sorcellerie, en "Que-sais-je?",
confusión entre ambos personajes: cfr. L. A. Muraroti, Scriptores Rertun ltalicarum, lomo
núm.756, País, 1957), donde sin embargo se la presenra como original ("... ici nous
VI, Mediolani, 1125, pág.98). voulons soutenir par de mulúples exemples une üese qui, á notre connaissance, n'a jamais
(4) Archivo del Estado de Módena (en adelante abreviado AEM), Inquisición de Módena y Reg-
été encore soutenue. l.¿ So¡cellerk est f,lle de la Misére. Elle est I'espoir de s Révoltés",pág.
gio, sobre 2, liber quartus; el proceso contra fray Bemardino ocupa las hojas 97r-lllv.
5: ".., aquí queremos sostener, por medio de múltiples ejemplos, una tesis que, por 1o que
(5) AEM, Inquisición, sob¡e 2, liber quartus,h. 98 r.
sabemos, nunca había sido formulada: kt brujería es hija de la miseria. Es la esperanza de
(6) AEM, Inquisición, sob¡e 2, liber q uart us, h. 98v.
los rebeldes" ; sin ernbargo, en la pág. I 8 el autor había reconocido su deuda con Michelet.
(7) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quart us, h. 99 r.
Algunos de los textos citados por Palou son significativos, en especial un pasaje de la reduc-
(8) Ibiden.
ción francesa del Serrno (o Tractatw) de secta Vaudensiun, escrito por Jehan Taincture (Jo-
(9) Ibitun.
hann Tinctoris).en ocasión de la Vauderie de Arrás (1459-61), donde se afirma que el rriun-
( 1 0) AEM, Inquisición, sobre 2, I iber q uart us, h. 99 v.
fo de la Vauderie (es decir, de la brujería) dará lugar a una revuelta general de la sociedad; el
(l l) AEM, Inquisición, sobre 2, liber qrnr¡¿s, h. 100v.
mismo pasaje yahabia sido citado por J. Hansen desde un punto de vista un anto diferente
(12) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus: el proceso de la Signorini ocupa los folios 22lr' y mucho más atendible: "I-ors guerres, munres, debas, redicions forseffreront es royaumes,
2ffir. Advíé¡ase que la sucesión de los folios no refleja el orden cronológico de las sesiones es citez et es champs, les gens sentretueront et cherront mors lun sur lautre. Amis et pro.
del proceso.
chains se feront mal, les enfans se esleveront contre les anciens ef sages gens et les villains
(13) "... spiritus ex ore Gotolle (una de las endemoriadas) dixit quod ipsa testis (Margherita) entreprenderont sur les nobles" (cfr. J. Hansen, Quellen und Untersuchungen zur Geschích-
fuerit malliata a quadam muliere que vocatur Clara uxor Bartholomei Signorini, et quod ad le d.es Hexenwahns utd der Hexenverfolgudg im Mittelalter, Bonn, 190I, pág" 187). por
hoc malleffitium faciendum ipsa Clara fecerat quandam imaginem €ream, quam absconde-
cieno, son aun más notables las afirmaciones que expresan la agrcsiüdad social de la bruje-
rat ipsa Clara extra domum suam ruri sitam... " (AEM, Inquisición, sobre 2, /iber quartus,h.
ría, conrenidas en las confesiones de las propias brujas. Un buen ejemplo aparece en los do-
l08v). cumentos publicados por A. Panízza, I processi contro le streghe nelTrentino, en "Archivio
(14) Para informaciones sobre Fomi, cfr. la bibliografía citada por A. Mercati, Il sotwtario del 'f'rentino", 7 (1888), pág.227: en un proceso de 1505 una bruja relata que, yendo por lo¡
processo di Giordano Bruno, con appendice di doctun¿nti st¿ll'eresia e l'inquisizione a Mo-
campos con dos cornpañeras, "videntes ibique pulcra blada super campaneis et arinona pros-
dena nel secolo rvi ('Studi e testi'", 101), Ciudad del Vaticano, §a2, pág. 129, nota 5.
[rcrar€, et quod ipse tres erant pauperes, et non habebant sic talia blad¿ et possessiones, et
( 1 5) AEM, lnquisición, sobre 2, I i be r q uar t us, h. 230r. p«pter invidiam deliberaverunt ipso die facere tempestatem". Y así la citada Ursula marchó
(16) Cfr. más atrás, pág.20. a<¡uel día domingo con sus or.ras dos diabólicas socias, y cuando llegaban al Valle, cerca del
(17) AEM, Inquisición, sobre2, liber quarlus, hh. 228r y v.
Amryo, videlicet rivus... junto a ese Arroyo, aut riwlo, cortaban ramas de árboles de aüso,
(18) AEM, Inquisición, súre 2, liber quartw,h.228v. y rgiraban el agua y llamaban al diablo, diciendo: "ven, ven, diablo del Infiemo, y rráenos la
(19) AEM, Inquisición, sobreZ,liber quarru§, hh. 228v-229r. tormenta. Y así fue, pues en efecto venía una gran tomen¡a...". Ya en 1444 Félix Haemmer-
(20) AEM, Inquisición, sobre 2, liber qurtus,h. 229r.
lin, cn su D¿ nobilitate et rusticitate dialogzs, Estrasburgo (?), 1490 (?), hacía arribuir polé-
(21) AEM, Inquisición, sobre2, liber qrurfrer, hh. 229v-230r.

34
3.5
*De
micamenre por el noble toda la culpa de la brujería a los campesinos (dr. el cap. xxxii: los procesos de brujería" ¡esulta claro en tm pasa.ie del rnuy difunrli do sacro Arsenale de fray
Rusticon¡m Presentium enormiutibus'). Fliseo Masini, en el que, después de exhomar a los inquisidores a ¡.a ll¡ode!-ación y la caute-
Q2) eeivr,Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.22lr (dedaracion de Giovan Gerolamo Pazza¡i' la en el tratamiento de este tipo de eausas (confonne a las instr¡¡ccior¡es ernanadas del §an-
6 de febrer<r de 1519). to Oñcio ya en 1613), se recomienda: "Adviertan ade¡¡rás los Jueces que cuando alguna rnu-
12de jer queda convicta o confesa de haber hecl¡o encantaryúentc¡s y sortltregios ad awwrern, a aan
- AEM, Inquisición, sobrcZ,tiberquart*¡,h.2@r (declaracióndeCaterinaBongandi,
(33)
ad san¿tfu nalefrcia, o a cualquier otro efecto, no se sigue de ello por ñrerra que sea una
febrero dL I 5 l9). La creencia de que antes de morir las b,rujas debían dejar a alguien su pues-
to en la secta, y transmitirle al mismo tiempo todo su acervo de fórmulas, sortilegios y de- bruja formal, pues el sortilegio puede hacerse sin forrnal apostasía al Dernonio, awrque re-
más, se hallabá muy difundida. un curioso caso es el que relata cierta bruja de colle vec- sulte sospechosa de ello, levemente o vehernentemente. Bruja forr¡ratr debe cmrsiderarse a
chio @erusa), procesada hacia mediados del siglo XVI: una bruja v§a y enfcrma, sola en el aquella que ha hecho pacto con el Dernonic¡, y apost¿t¿ndo de su Fe, coo sus maleficios o
mundo, antes áe morir se hace llevar su gallina, para hacerla heredera del "arte della strea- sonilegios ha dañado a una o más personas, de modo que de tales maleficios o sorrüegios se
ria", y le escupe en el pico mientras dice: "Tú eres mi heredera y así te concedo todas mis ór- siga la muerte, o por lo menos enfermedad, divorcios, impotencia para engendrar o detri-
de.nei y razones de la trujería. ¡Vf y ocupa mi lugar!" (cfr. A. Bertolotti , Streghe, sortiere e mento notable a los animales, el pienso u orros frutos de la tierra. . ." (F" Eliseo IVlasini de Bo-
nnliaidi nel secolo x,ti in Rona,én "Rivista Europea - Rivista intemazionale", nueva serie, lonia, Inquisidor, Sacro Arsetule, overo Prattica dell'0fftcio della Inqubitione amptiata,
xiv (1883), vol.Xxxltr, pág. 606). Roma, Herederos de Corbelletti, 1639, pág. i78). Sólo si se somete a un anáüsis rJe eonjun-
Al padre ücario que le pregunta "si ipsa clara esser feF¡tata fatua", la Bongandi responde to el intrincado cornplejo de creencias y prácticas que se conocía con eI nomt¡re de'"bru.!e-
"qood .r.r, sed erat astutissima femina, et sagacissima, etiam super conditisrem suam" (/i- rÍa" § que comprendía t¿nto las simples supersticiones como el sábbat y la adoraeión del
ber quorfus,h" 2Ñr). demonio) será posible discriminar en cada caso lo que sólo son las interpretaciones forz¿das,
(34) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus, h. 23Lr. por parte de los inquisidores, de las auténticas creencias populares"
(35) AEM, Inquisición, súre2,liber quarfrs, hh. 23lv-232r. (50) AEM, Inqubición, sobre 2, liber quartus,h.238r.
(36) AEM, Inquisición, sobre 2, liber q uartus, h. 232r - (5 1) Cfr. más atrás, nota 35.
(37) AEM, Inquisición, sobre 2, liber qutrf us,h. 232v. (s2) Cfr. más atrás, nota 48.
Qwestio de strigibus (s3) Cfr. más a¡rás, ¡ota 37.
i3ti .tffr,f, t"quisición, sobre 2, liber qwrtus,hh.232v-233r. En su tratado
(54)
(al respecto, véase más atfás, nota 3), Bartolomeo spina afirma que las brujas "faciunt ho- AEM, Inqubición, sobre 2, liber qwtrtus, l*t. 239r y u.
magium diabolo de anima et cofpore suo, et quandoque filiorum suorum... " (Quaeslio de (55) Cfr. más atrás, nota 36.
strigibus,pág.19). (56) AEM, I nquisición, sobre 2, liber qwrtus, h. 239r.
(3e) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.233r. (s7) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.239v.
(5n)
(40) AEM, lnquisición, sobre 2, liber quartu,h.233v. Piénsese en especial en el fenómeno del culto popular de Diana, vinculado de manera tan es-
(41) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.234v. trecha con la brujeía. Sobre el problema, que debería ser examinado a fondo, cfr. E. Verga,
(42) ...
.. respondit. . . ipsa clara usa esr hoc mallefficio verborum et gestorum, videlicet p.T"It" lnlorno a du¿ inediti docwn¿nti di stregheria milanese del secolo xvi, en "Rendiconti del ii..
quinque digitos in muro e[ dicendo ista verba: cinco dedos pongo en eI muro, a cinco diablos lstituto lombardo di scienze e ler.tere", serie II, vol. 32 (1899), pág. 165 y sigs., y el recien-
llamó y conjuro; nueve gotas de sangre les toquen, seis menos me devuelvan y tres se guar- te volumen de G. Bonomo, Ccccia alle stregáa, Palermo, 1959 (en especial los caps. 3,4,6).
den pór su ásfuerzoi y ella (intelligendo de domina Margarita Pazana, ut ipsa clara düit) El intento de interpretar "Diana" como corrupcién de "daemonium meridianurú" (cfr" I(. L"
que no pueda tenerjamás bien ni quietud, ni dormir, ni estar bien, ni descansar, ni poder an- Wagner, "Sorcier" et "Magicien" , País, 1939, pág.40,notz 3, con bibliografía) parece in-
dar, ni en los campos estar, hasta que a mí me vengáis a hablar" (ArM, Inquisición, sobre 2, sostenible, aunque más no fuera porque no llega a inteqpretar de manera adecuada la extraor-
li ber quar tus, hh. 23 4v -235 r). di¡aria difusión del culto popular de la diosa, todavía vivo en pleno siglo XVI"
(43) AEM, lnquisición, sobre 2, liber quartw,h.235r. (.5e) AEM, Inqubición, sobre 2, liber quartus,hh.240v-241v.
(44) AEM, lnquisición, sobre 2, liber quartus,hh.235r y v. «r» AEM,Inquisición, sobre 2, liber quartus,h. ?40r (cfr" t¿mbién, más arrás, nora 4g).
(4s) AEM, Inquisición, sobre 2, I i be r q uar t us, h. 235 v. (ól ) AEM, I nquis ición, sobre 2, liber q uartus, h. 241 v.
(46) AEM, Inquisición, sobre 2, liber qwrtu.s,h.236r. (6?) Ibid¿m.
(47) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartus,hh.236r y v. (63) AEM, I nquis ición, sobre 2, liber q uartus, h. 242v.
(64) AEM, I nquis ición, sobre 2, liber q uartus, h. 243r.
(48) AEM, Inquisición, sobre 2, liber quartw,h.236v.
(4e) De estas iupersposiciones iaterpretativas existen documen¡.os bastante notables. Enla inqui' (ó5) AEM, I nq uis ic ióa; sobre 2, I iber q uart us, h. 241 r.
s¡fio redacáda in el curso de un proceso contfa una bruja de Módena, Ilevado a cabo en
1519 (cfr. AElvl, Inquisición, sobre 2, liber quartus,h.2l2v; la misma fórmula reapareceen [-a identificación, propuesta aquí con cierr¿ cautela, entre fray Ea¡totrr¡neo de Pisa y Barto-
un proceso de 152í), después de citar una serie de confesiones de la imputada, todas rela- lomeo spina, ha sido postnriormente demos¡.rada por A. Rorondó m "ltivist¡ storica iralia-
cionadas corr filtros para el amor, envenenamientos y maleficios, se dice, entre otra§ cosas: na",74 (1962),pág.&al. Sobre la ac¡iüdad de inquisidor desarrolla¿la por Spfua en }y1éde-
". .. quum tot et tant;s supersritiones fecerit in nomine diaboli. . . et actus illos idolatrie ege- na, cfr. M. Bertolotti, Ze assa e la pelle dei buoi. Un mito popolare fru agiografia e streg$-
rit, magna suspitio est quod alia pacta exprcssa habuerit cum diabolo cum expressa aposta- neria, en '"Quademi storici", núm. 41, mayo-agosro de 1,979,p68s. 470-991.
sia a fiáe cathótca et assumptionl ipsius in dominum suum, maxime quum omnes alie per-
sona professores talis secte sic comuniter faciant. kem quod crucem mncalcaverit et alia
nephüda fecerit que facere consueverunt huiusmodi criminose persone". El procedimiento
esü cluro, los ritoi supersticiosos punteados de fórmulas tales como "in nomine diaboli" o
..in
nomine magini diiboli" son deiinidos como "actus idolatrie", Ios que a su vez permiten
suponer (,.magna suspiúo e§t") que la imputada se ha manchado con los peores címenes
vinculados cor, lu b-j".í" propiamente dicha, tal como se la describe en los tratados de de-
monología. Que estal inrerpretaciones forzadas no consiituían un procedimiento aislado en

36
dres, al comienzo de las persecuciones raciales, y trasmutada en el actual War-
burg Institute. (3) Su prcigrama --el estudio de las continuidades, fracruras y
sobrevivencias de la tradición cliásica- interesa a los medievalistas no menos
que a los hisúoriadores de la Antigüedad o del Humanismo; para caer en cuen-
ta de ello basta hojear los anuarios delosVortrcige dela Biblioteca Warburg y
del "Joumal of the Warburg and Cot¡rtauld Institutes", o los volúmenes de las
series respectivas de Studieny Studies.Iniciativas como la edición del Corpus
Platonicum Medii Aevi hablan por sí solas. Pero aquí no vamos a ocuparnos de
la actividad del Instituto, que preferimos brindar en nota (4), sino simplemenre
De A. Warburg a E. H. Gombrich de un problema de método, bast¿nte circunscrito, que ocupó el cenro de las in-
vesúgaciones y las meditaciones de Aby.Warburg, y sería retomado y resuelto
de distintas maneras por su continuadores: la utilización de los testimonios fi-
Notas sobre un problema de método gurativos (pinturas) como fuentes históricas.

La casi simultiánea aparición, en traducción italiana, de los escritos de A. I


Warburg, de una selección de las conferencias de F. Saxl y del libro m¡ás recien-
te de E. H. Gombrich En el perfil de Saxl, que de manera muy oportuna, incluye como apéndice
-es decir, obras de los dos creadores de la Biblioteca,
después Instituto, Warburg, y de su actual director- no es, por supuesto, la cdición italiana que comentamos, la señora Bing describe el primer encuen-
casual. (1) Esta convergencia de programas editoriales § también hay que re- tro, sobrevenido en 191 1, enre estejoven estudioso, quien había comenzado a
corda¡ los dos volúmenes con selecciones de escritos de E. Panofksy, publica- interesarse por problemas relacionados con la astrología, y Aby Warburg. Re-
dos hace unos años) (2) indica una concreta voluntad de actualización cultural: ccloso al principio frente al lujo de la patricia residencia hamburguesa de War-
se busca proporciona¡ al lector italiano no especializado la posibilidad de infor- burg, Sa:tl escuchó con entusiasmo cadavez mayor a aquéI, que se refería a sus
marse sobre los problemas y los métodos de Aby Warburg, y sobre el grupo de investigaciones sobre la trasmisién de las figuras astrológicas en la Antigüedad
estudiosos que en él se inspiran. Es un propósito muy justo; pero ante to<lo es tardía.
necesario formular algunas observaciones. En primer lugar, la propia palabra
. .. Se dio cuenta de que se hallaba ante un hombre cuya experiencia era, con mu-
"actualización" (aggiornamento, en italiano) ha adquirido entre nosotros una
cho, más profunda y compromerida que la suya, y los cortos intentos por,él realiza-
connotación muy a menudo frívola o superficial; se "actualiza"en forma apre-
dos en ese campo le parecieron superficiales en grado sumo. Pero cuando SaxI
sulada, y todo queda como antes. Además, los primeros escritos de Warburg se
dijo: "Creo que debería cederle todo mi material... usted podría aprovecharlo mu-
remonlan a la última década del siglo pasado, y los comienzos de la actividad cho mejor que yo", Warburg Ie dio una respuesta que Saxl no olvidaría: "[,os pro-
de Saxl y de Panofs§ a unos cincuenta af,os anás. (Distino es, en cambio, el blemas no se solucionan pasándoselos a los demás". (5)
caso de Gombrich, quien en cie¡to sentido perEnece a la segunda generación
de warburguianos). Por supuesto, esto no üene importancia alguna para quien Este intensísimo sentido de la identidad entre la vida y la obra del esrudio-
se plantee el problema del valor intrínseco de los métodos adoptados por estos sl llama en el acto la atención cuando uno se acerca a la figura de Warburg. Las
estudiosos; pero la tiene, y mucha, para quien quiere remitirse a ello en nombre nltcrnativas de su biografía se construyen, en una visión retrospectiva, como las
de la moda y de la "actualidad". "Descubrir" hoy el valor de las lecciones de et¿rpas de un destino. La repentina decisión de emprender, en sus años juveni-
Warburg y sus amigos y continuadores sería, sin más, un poco ridículo. Pero le.s, un viaje a los asentamientos de los indios pueblo de Nueva Méxice- en
para hablar del "método warburguiano" es preciso ante todo esrablecer algrín trparicncia, una "desviaci§¡¡"-, lo puso en conlacto con un mundo de emocio-
acuerdo sobre las caracterísúcas específicas de dicho método, y aclarar hasta ncs primitivas y violentas, que más ra¡de influiría sobre su interpretacién de la
qué punto, y de qué manera, la obra de Warburg fue continuada por sus segui- Antigücdad clásica y del Renacimiento. (6) El estudio de la asrología y de la
dores. Por consiguiente, es necesario, como escribe la lamentablemente desa- rnugia en los siglos XV y XVI se entrelazé de rnanera dramática con la demen-
parecida G. Bing, en su hermosa int¡oducción a la raducción italiana de los es- cia cn la cual cayó durante largos años, como si el esfuerzo por dominar de ma-
critos de A. Warburg, redescubrir la verdadera fisonomía de este estudioso, l¡cra r¿cional esas fuerzas ambiguas, vinculadas por mitádes con la ciencia y
quien ya habia trat¿do de quedar oculto Eas la imagen de su única obra en ver- cor¡ un mundo oscuro y demoníaco, exigiese una trágica compensación en el
dad acabada: la Biblioteca fundada en }fumburgo, f¡asladada por Saxl a Lon- ¡rliuro biográfico. (7) Sin énfasis alguno, Warburg podía hablar, en la conclu-

38 39
sión del riltimo escrito aparecido durante su vida, compuesto en los años de la en Dios y la confianza en sí misrno rfel hornbre renacentis[a" (pág. 238) (11).
enferrnedad antica pag,ana in testi ed immagini dell'etd di Lute- De un dato formal (la representación del rnovitniento de las ropas y los cabe-
-Divinazione
ro {\92ü)-,de "obediencia al problema que nos gobierna (para mí, es-el de la llos)" Warburg había pasado alas actitudes de for¡do de la civilización renacen-
influencía de los anúguos)" (Lá rinascita del paganesimo sntico,pág.3@yEl tista, visualizada, siguiendo los pasos de Burckha¡dt, en su radieal oposición al
nuevo ordenamiento impuesto por la Bing a la edición ifaliana de los escritos Medioevo. Pero la Antigüedad que proporcionaba a la sociedad florentina de
wafburguianos _-por sucesión cronológica antes que por los problemas trata- fines del siglo XV el tesoro de sus expresiones-límite estilizadas no era, para
dos, como en la edición alemana- permite al lector captar la historia de esa Warburg, la Antigüedad apolÍnea de los clasicistas, sino una Antigüedad im-
"obecliencia", la obstinada profundización del problema que había acosado a pregnada del'pathos dionisíaco" (pág.210, y sobre todo pág. 307). No hace
Warburg desde su juventud. (8) falta subrayar cuitnto debía esta visión de Warburg a Nietzsche. A través de la
Siriduda, h cónciencia del trabajo emprendido, y de la novedad del mis- noción de Pathosformcln, las representaciones de mitos legadas por la .Anti-
mo, sólo se fue abriendo paso poco a poco en Warburg. En el informe presenta- güedad eran entendidas como "testimonios de estados de ánimo clrnvertidos en
do ante el Congreso Internacional de His¡oria del A¡te" llevado a cabo en Roma, imágenes", en los que "las generaciones posteriores... buscaban las huellas
permanentes de las conmociones más profundas de la existencia hurnana", (12)
en i9 tr2 (es decir, en una circunstancia de alguna manera excepcional en la vida
de este esttidioso, siempre esquivo a los honores mundanos y académicos) (9), según la interpretacién de la mímica y los gestos como rastros de violentas pa-
antes de presentar a los estudiosos allí reunid«:s uno de los grandes ensayos de siones experimentadas en el pasado, sugerida a Warburg por el libro de Darwin
'fhe Expression of the Emotions in Men and Animals (1872). (13) Estas '"fór-
su edad matlura, Arte italiana e astrologia internazionales rul palazza Schifa-
woia di Ferrara, Warburg frazó un rápitlo balance de las invesligaciones em- mulas de lo patérico" pueden ser consideradas, como escribe la Bing, verdade-
prendidas, Comenzand6 por su tesis universitaria, de telna botticelliano. En su rss topoi figurativos; y valdría le pena investigar, en ese sentido, la relación que

int*nto de responder a la pregunta que ya conocemos significa la in- vinculó a A. Warburg con E. R. Curúus, quien dedicó a Warburg su obra rnás
para la civilización artística
-"¿qué
del Renacimiento tempra- importante basada precisamente en el tema de la trasmisión de los topoi retérí-
fluencia de los antiguos
nr:?"-, Warburg sé habia detenido, influido incluso por El problema de lafor- cos clásicos a la literatura medieval. (14)
mc, de A. Hildebrand (10), en la representación del movimiento del cuerpo, dc Hemos hablado de un testamento. Como se sabe, para resolver el problen¡a
tros cabellos y las ropas en las figuraciones del siglo XV florentino. El hallazgo
rlol significado que el arte de la Antigüedad tuvo para la sociedad florentina dei
de que los artistas de ese período se inspiraban, invariatrlemente, para las repre- siglo XV, Warburg se sirvió de una documentación bastante variada, y es rnás,
sentaciones del movimiento, en obras de la Antigüedad cliásica, fue profundiza- cn apariencia heterogénea. Testamentos, cartas de mercaderes, empresas arr¡o-
do en los ensayos siguientes. El hecho de recurri¡ a "los superlativgs franca- rosas, tapices, cuadros famosos y oscuros: como escribe la Bing, Warburg
n¡ente afltiguoi del lenguaje mímico" (La rinascita.'. , cit., pág.249) se le apa- enseñó "que se pueden hacer sentir voces humanas a¡úculadas, aun en docu-
reeié pocoá poco a Warburg, no ya como una solución de problemas sólo for- mcntos de escasa importancia", (15) tal vez catalogados entre las "'curiosi-
males, simo como el síntoma de la transformada orientación emotiva de toda tlades" dignas sólo de interesar a los historiadores de las costumbres. AsÍ, Iffar-
una sociedad. Al mismo tiempo, la profundización del significado de estos burg quiere reconstruir el vínculo entre las representaciones y las exigencias
préstarnos de la Antigüedad, utilizados por el alte refiacentista, condujo a War-
prácticas, los gustos, la mentalidad de una sociedad detenr¡inada: la florentir¡a
üurg a modificar su uisión de la propia Antigüedad. Este doble enriquecimien- dc la segunda etapadel siglo XV. Con suma delicadeza, la Bing subraya que
to de la aetitud inicial aparece con suma clafidad en el ensayo sobre Dürer e Warburg utilizó, en varias ocasiones, en ese contexto, una de las palabras clave
l'an¡ickitá itcliarua (de 1905, posterior en doce años al primer ensayo sobre tlc Burckha¡d[ la "vida" (por supuesto, sin ninguna complacencia irracionatris-
Botticelli). Aquí, por primera vez, el uso de la "rnímica intensificada" de los ts). (16) Pero en oro sentido, Warburg reconoció su deuda para con Burck-
amtiguos es viim eó,no un recurrir a "'fórmulas de lo patético" (Pathosforrneln)' hrudt, y al mismo tiempo manifestó la ambición de continua¡ de algún modo s¡¡
"f&inutas autér'rticarnente antiguas de una intensificada expresión física o psí- obra. En las observaciones preliminares al ennyo Arte del ritrauo e borghesia
quica, al estilg renacentista, que se esfuerza por representaf la vjda en movi- tlorentina, señaló que Burckhardt, en su "abnegación cientÍfica", había pneferi-
miemfo" (pág. 197). A ellas recuría "dondequiera que se tratafa de quebrar las do tra¡ar el problema de la ciülización renacentista en secciones exterior¡nen@
limitaciones irnp{-¡esfás ala expresión por la Edad Media", en lodos los sentidos no vinculadas entre sí: enlaCivilización del Renacimiento había dado "la psi-
del témninr¡ "expresión" (pág. 199), aunque en ocasiones esa ruptura terrninara cologfa del individuo social sin referencia al arte figurativo", y en Cicerón, ca-
por traducirse á¡l uma soiuciém de compromiso. Así, el mercader florentino mo decía en el subtínrlo, "una guía para el disfrute de las obras de arte"" Ahora"
Francesco Sasset¿i, al refuetar en tr4E8 su testamcntg, en vísperas de un viaje Wurburg presentaba su ensayo como corolario a los Contributi alla storia
que s€ imsimuaba plagado fle pcligros, inctruía una alusión a la diosa Fortuna. .. ¡lcll'arte in Italia,publicados póstumamente en 1893, en los cuales Burckhardt
.
*edidn--eseribó vr'afuurg-- de tra n¡ás atta tensiér¡ de energías" y al misrnr: no había dcsdeñado "el esfueizo de examina¡ la obra de arte en su vínculó di-
deffi?pg "'f.orrnula*ién figurativa d* Ia &ramsaeciére emtra la 'rnedieval' cor¡fiamza
rccto con cl trasfondo de la época, para interpretar las exigencias ideales o pnác-

41
40
fiestos programáticos de un representante calificado de la Biblioteca Warburg,
ticas de Ia vida real como'ncausalidad- (pág. 112: las cursivas son mías). (17)
Era un programa bastante explíciüo, remachado por las palabras finales del en los aÍlos inmediatamen@ posüeriores a la muerte de su fundador.
En sus trabajos, Wind.contrapone la actividad de Warburg y el concepto de
ensayo, ya recordado,Divinazione antica pagana in testi ed irvngini dell'etd
'ncultura" (derivado en esencia de Burckhardt) que tal actividad implic4 a dos
üLutero,enlas cuales se auspiciaba unatrlmrwissensch$tliche Bildgeschich-
posnuas cula¡¡ales muy concrefas: por un lado las tendencias, resumidas en los
te. (18) Ocho años antes, Warburg habia lamenado que la historia del arte no
hubiese conseguido todavía "poner sus materiales a disposición de la 'psicolo-
nombres, si bien tan disímiles, de Riegl y Wólfflin, que se proponen elimina¡
gÍa histórica de la expresión humana', que en verdad aún no ha sido escrita" toda vinculación enne historia del arte e historia de la culu¡¡a (26); por el otro,
(pág. 268). (19) Aunque esta úlrima frase se encuentre en un contexto en el cual laGektesgeschichte, tal como la entiende Dilthey. Frenfe a los primeros, Wind
subraya, contra odo inteno de fundar una historia "autónoma" del arte, la con-
Warburg subraya la importancia de la "iconología" (20) como antídoo contra
los peligros opuestos del determinismo fácil y de la exaltación inacionalista del
cepción de la cultura como enüdad unitaria, que Warburg habÍa deducido de
genio, no se puede decir que el método de Warburg se agote en el an¡álisis ico- Burckhardc una'tultura" entendida en un senüdo casi antropológico, en la
que, al lado del arte, de la literatura, de la filosofÍa, de la ciencia, encontraban
nológico, ni que est€ úlümo asuma para él un valor de excepción. El abanico de
sus intereses era más amplio. Como escribe la Bing, los problemas que aprc-
lugar las supersticiones y las actividades manuales. Esta unidad (Gesamtheit)
miaban ante todo a Warburg eran la función de la creación figurativa en la vida de los diversos aspectos de la vida cultural religiosos, políticos-
había sido subrayada, como se sabe, tanúo en -artísúcos,
los ensayos teóricos como en las
de la civilización y [y la] relación variable que exisúe entre expresión figurativa
y lenguaje hablado. Todos los demás temas que se consideran característicos de investigaciones concretas de Dilthey; pero Wind observa (y allí surge la cara
sus investigaciones, su interés por el contenido de las representaciones, su aten-
opuesta de su polémica) que en Dilthey tal unidad es un postulado apriorísdco,
que en consecuencia corre el riesgo de dar formas concretas a concepciones
ción hacia la sobrevivencia de la Antigüedad, eft¡n no tanto verdaderos objeti-
vos como medios para llegar a ese fin. (21) abstractas del mundo y de la vida
En este subrayar lo concreto de la investigación, en esta polémica contra
todo paralelismo prefabricado, Wind captaba, sin duda alguna, un aspecto real
e importante de la enseñanza de Warbu¡g, pero trataba de injertarla en una filo-
II sofía de la cultu¡a fuertemente influida por Cassirer. (27) Así,la acentuación de
la importancia del símbolo, que en Warburg estaba unida de manera explícita a
De esa form4 la obra de Warburg se nos aparece, por un lado, exteriormen- la sugestión de un ensayo de F. T. Vischer (28), parece conectárse, en esúos es-
te fragmentaria e inconclusa(22),y por el otro, más allá de una aparente disper- critos de Wind, m¿ís bien con la gran Filosofía de las formas simbólicas, que
sión temática, relacionada de manera orgiinica en torno a un muy concreto Cassirer se había consaglado a escribir, incluso, bajo el directo incentivo cons-
núcleo de problemas. Esta doble caract€rística refleja de manera verosímil dos tituido por el material reunido y ordenado por Warburg. (29)
tendencias opuestas del propio Warburg, en quien, corno dice Saxl, "la ima- En forma paralela a estos inten¡os de E. Wind de sistematizar los presu-
ginación histórica
--("Warburg was a man of a very imaginative and ernotio- puestos teóricos y conceptuales de Warburg hubo quienes, como F. Saxl, insis-
nal type")- luchó siempre contra un ardiente deseo de simplificación filosó tieron miís bien en los resultados concretos obtenidos por el estudioso hambur-
frczt'. (23) De todas maner¿§, la tentación de da¡ un orden sistemático a los gués. El largo escrito Rinascimerxo dell'Antichitd. Studien zu den Arbeiten A.
presupuestos que animaban las investigaciones concretas, especialmente pecu- Warburgs (30) se presenh como una exposición orgánica, completada aquí y
liares, de Warburg (es sabido que su lema preferido era aquel de "Dios esfá en allá por nuevas investigaciones, de los trabajos de Warburg. La unidad interna
lo peculiar') se hacía senti¡ con rnucha fuerza- A ella sucumbió uno de los estu- de estos últimos no se le escapaba, por cierto, a Saxl; pero para él se trataba,
diosos agrupados en tomo de Warburg y de la biblioteca por él fundada, Edgar más que de una unidad de tratamiento o de método, de una coherencia temática
Wind, en el ensayo Warburgs Begriffder Kulturwissenschaft und seine Bedeu- profunda El núcleo de esos trabajos, dice Saxl, est¿í constituido por el hombre
twgfíir die Aesthctik(1931), y en el prefacioaKulturwissensclwftliche Biblio- dcl Renacimienúo temprano visto como "üpo" (Typus), en su polaridad y sus
grafphie zumNachleben der Antike. Erster Band,193l (1934), preparado y pu- contradicciones, tan bien aclaradas por Warburg: contradicciones entre cristia-
bücado por la Biblioteca Warburg (24). Estas exposiciones sistemáticas (se ha- nismo y paganismo, Dios y Fortuna, naturalismo "a Ia francesa" y estilo ideali-
bla, hasta cierto punúo, de un Begrffisystem de Warburg) (25) eran sin duda z¿do a la antigua, etc. Quiénes eran los principales inspiradores de estas inves-
for¿adas, inclusive porque Wind, perteneciente a la generación siguiente, expo tigaciones de Warburg fue acla¡ado por Saxl en el breve y jugoso perfil que
nía las impücaciones de la obra de Warburg a la luz de intereses diferentes y en abre el primer tomo de los Votrrige de la Biblioteca Warburg. (31) En él se
una sitr¡ación cultu¡al modificada. Más que como intentos de balance historio- mcncionan tres nombres: Burckhardt (en quien se había concentrado, sobrg to-
gráfico, o como inücaciones para una lectura críticamente exactade los escri- do, Wind), Nietzsche, Usener, Bu¡ckha¡dt, por la interpretación del Renaci-
tos warburguianos, debemos considera¡ a estos ensayos de Wind como mani- micnto y la conceptción individualtzante de la historiografía; Niezsche, por la

42 43
acentuación del aspecto dionisíaco de la Antigüedad; Usener, por el lratamien- cia del humanismo laico florentino, de la exaltación de la acrividad práctica,
to de Ia historia de las relifrones en clave de lucha entre Oriente y Occidente, etc.), por E. Garin. (39) De todos modos, resulta muy significativo que esa in-
emtre Alejandría y Atenas, entre constricción y libertad. terpretación gire en torno del tema warburguiano delas Pathosformcln, mucho
Fero si en estos escritos Saxl se había li¡nitado, en esencia, atrazaf un pri- más fructífero que la üpología del hombre del Renacimiento, al cual ya habia
rner balance de la acüvidad de Wmburg, el muy amplio, hermosísimo ensayo aludido Saxl, con resaltados no muy felices, en el recordado ensayofiinasci-
cornpuesto en colaboración con Panofs§, Classical Mythology in Meüaeval runto dell'Antichitd.
Ar¡ (1933) (32), constitrúa en todo sentido una profundización de ese balance.
Fruo de la ya probada y ejemplar colaboración intelectual de dos estudiosos
complementarios entre sí (33), este ensayo fue considerado por Panofsky, re-
trospectivamentff, con un dejo de amable autoironía, como uno de los primeros
ItI
frutos positivos del trasplante forzado de los estudiosos alemanes de his¡oria
Hemos aludido a los ensayos en los cuales Saxl propuso los temas y los
del arte al suelo norteamericano. El hecho de tener que escribir en un iüoma
métodos de las investigaciones de A. Wa¡burg. Una parte de las conferencias
distin¡o del propio, y por añadidura preciso e inequívoco, como el inglés, para
pronunciadas por Saxl en Inglaterra para divulgar la actividad y los objetivos
un públieo como el norteamericano, escribe Panofsky, no limitado sólo a los
del Instituto ha sido traducida al italiano, con una amplia introducción de E.
especialistas, nos dio el coraje suf,rciente "para escribir libros sobre ¡odo un
Ga¡in en la que se procura encuadrar hisóricarnente la actividad de los estudio-
maesúo o üodo ún período, antes que (o ademiás de) escribir una docena de ar-
sos ----en primer lugar, el propio Saxl y Panofsky- que siguen las huellas de A.
tículos especializados. Nos atrevimos así a escribir, digamos, sobre el proble-
Warburg. Ese encuadramienúo, oportuno en sí mismo, es precedido por un nípi-
rna de la mitología clásica en el arte medieval, visúo en su conjunto, en lugar de
do examen, no del todo aceptable en sus detalles, de la buena recepción que en
(o adernás de) estudiar sencillamente las transformaciones de Hércules o de
Italia ha tenido ese tipo de investigaciones. (40) Menos convincente todavía,
Venus". (34) Pero junto a la infrecuente capacidad de síntesis, y a la importan-
por su carácter extremadamente genérico, es la vinculación que propone Garin
cia de la documentación utilizada, hay que subrayar, en esfe ensayo (que, una
cntre esa actividad del grupo warburguiano y la situación general de la cultura
vez más se remite de manera explícita aWarburg y a sus rnétodos, casi con la
curopea enre los siglos XIX y xx. (41) Lo que carac¡enzaría a ambas, escribe
intencién de presentar el uno y los otros al público culto de ultramar), la impor-
Garin, inspirándose en una observación de Cassirer, es la crisis de las clasifica-
tancia de las conclusiones. La herencia cliísica, rasmitida y deformada a través
ciones frlosóficas generales, provocada por las investigaciones concretas, espe-
de múltiples mediaciones (entre oEas, las orientales) a lo largo de la Edad Me-
cíficas, de cada una de las "ciencias humanas". (42) Por lo fanto, al delinear "lo
dia, "renace" por último en los siglos XV y XVI. Pero, ¿qué significa este "rena-
que en el trabajo de Panofsky y Saxl era el aspecto más importante, es decir un
cimiento", uno de los revivals que, escriben los autores, retomando un rnotivo
méOdo y un tipo de inVestigación" (pero, ¿no es un tanto exagerado afirmar
(antes) burckhardtiano y luego desarrollado, en especial, por Panofsky (35), ca-
que ello "en general, ha sido casi ignorado, al menos por la mayoría"?), Garin
rrc¡ertzan periódicamente a la civilización de Europa Occidental? Warburg ya
insiste en los siguientes puntos: concreción y precisión filológica, adhesión a
había señalado que la adopción, por parte de los arústas del Renacimiento, de
las cosas (y correlativo re*hazo de los presupuestos teóricos y de las generali-
Ios Pathosformcln dela Antigüedad implicaba una rupfura, no sólo con el arte,
z;¡ciones teóricas abstractas); planteamiento interdisciplinario, ruptura de las
sino con totla la mentalidad medieval. (36) Panofsky y Saxl profundizan esta
rlifcrenciaciones académicas o sencillamente dictadas por la tradición. Estas
intuición: el redescubrimiento de lo antiguo, y en especial de las "formas" de la
scrían allá de las vetas de investigación, importanfsimas, descubiertas o
Anúgüedad clásica, implica la conciencia precisa de la "distancia cultural entre -más poi estos estudiosos- las características esenciales del método
profundizadas
el presente y el pasado", es decir, en pocas palabras, la fundación de la concien-
"warburguiano", que garanuzarían su fecundidad y su ejemplaridad. Todo ello
cia histórica modema (tlw üscovery of the nwdern 'historical system'), funda-
os innegable; pero esta $an tradición de estudios merece talvez un homenaje
ción que Panofsky, aquí y en otros trabajos, aproxima al descubrimiento rena-
nlcnos genérico. El hecho de que G. Bing, al presentar o reproponer la obra de
centista de la perspectiva lineal, que afronta científicamente el problema de la
Warburg al público italiano, se haya preguntado qué tienen en común los escri-
"distancia entre el ojo y el objeto". (37) Como se ve, partiendo de un problema
tos que desde hace casi medio siglo se remiten al nombre de Warburg, y qué es
de historia del arte ---el redescubrimiento de las formas del arte clásico, recons-
cn definitiva el "método warburguiano", hace suponer que el problema es más
truido en un ámbito determinado, el de las imágenes de los dioses an[iguos-,
curnplcjo de lo que parece a primera vista. (43) lvlás adelante veremos que estrrs
Panofsky y Saxl llegan a encarar el p«tblerna histórico general del Renacimien-
to, identificado en el descubrimiento (vinculado con ia nueva relación, tan dis- ¡rlantcamienúos metodológicos no son en modo alguno pacíficos; que, más allá
rlc su indudable fecundidad, plantean una serie de dificultades que han sido
tinta de la meelieval" que entabla con la Antigüedad clásica) de la dimensión
tlcshcadas y debatidas, en primer lugar, por los rnismos componentes del equi-
históriea. (38) Se trata de una interpretación que presentá muchos puntos de quien
¡xl warburguiano. Lo que querríamos señalar, a propósito de Saxl
coratac&] eom la ex.presada aquí por nosotros, en un contexto distinto (importan- -a
44 45
Garin considera la encarnación más coherente del méodo warburguiano, y casual. En el ya recordado esc¡ito programático que abre Ia serie de los
contrapone, con cierto apresuramiento, a Panofsky, considerado más "filósofo" Vortrrige de la Biblioteóa Warburg, Saxl subrayaba que Aby Warburg no había
y "teonzador", (44) es la complejidad de esta figura de estudioso, en modo al-
escrito la historia del renacimiento del momento apolíneo, de la liberación de
guno reducible al clisé un tanto abstracto del filólogo impecable, sumergido en
Occidente de las cadenas del Oriente (según una conraposición derivada de
las "cosas", abocado, sin reservas ni arrepentimientos, a la reconstrucción his-
Usener); y sugería de manera implícita que la importancia del elemento
tórica. (45) Esta complejidad, que tratáremos de ejemplifica¡ concretamenl.e, es dionisíaco anüguo en el Renacimiento había sido subrayada por Warburg con
oro indicio del ca¡ácter demasiado genérico de la caracterización propuesta unilateralidad quizás algo excesiva (y no casualmente, agregÍrmos nosot¡os). (50)
por Garin para el método warburguiano.
En forma análoga, inclusive recurriendo a las nociones de Pathosformeln para
Véase el famoso ensayo VerilasfiliaTem.poris,queal final de su inroduc-
explicar la trasmisión de las imágenes de la Anügüedad, Saxl tiende en forma
ción Garin contrapone, siguiendo las huellas de una irónica observación del sistemática a depurar a ésta de sus implicaciones "dionisíacas" y, en último
propio Saxl, al ensayo homónimo de Gentile. (46) A Gentile, en efeclo, Saxl le
anáüsis, histórico-religiosas. (51) De todos modos, p¿lra volver al ensayo
había reprochado con discreción que hubiera examinado la evolución del tema
Veritas fi.lia Temporis, la soterrada dependencia respecto de los temas
en cuestión dentro de un contextopuramente filosófico, sin tener en cuenla sus
warburguianos surge de modo negativo, por así decirlo, incluso en la parte
implicancias "culturales, religosas y políticas". Garin retoma esta observación final, en la cual aparecen los ñlósofos y se inserta el agregado sobre el ensayo
y comenta: "Era la puntualización levemente irónica de una manera distinta de las
de Gentile. El lecor esperaría un examen de las expresiones figurativas
hacer
-y de concebir- la historia..." (47) O sea: por un lado, el filósofo que hubo- del pensamiento formulado por Giordano Bruno y después por -si Bacon:
sólo ve las ideas, fuera del contexto en que nacen; por el otro, el historiador-fi- es decir que los modernos, por su mayor experiencia, se hallan más cerca de la
lólogo, que no superpone teorizaciones a los hechos, sino que se sumerge en verdad que los antiguos ("Recte enim Veritas Temporis filia dicitur, non
ellos, etc. Pero las cosas no son exactamente así. Authoritatis", había sacado en conclusión Bacon). (52) Pero Saxl antepone una
Saxl demuesua que el lema "Verit¿s filia Temporis", ci¿ado por primera observación, casi en tono de disculpa: "es significaúvo que la interpretación del
vez por Aulo Gelio (aunque el tema se hallaba ya presente en amplias zonas de
lema proporcionada por los filósofqs no encontrara ninguna expresión arrísüca
la tradición clásica), fue usado desde los primeros decenios del siglo XVI en adecuada (found no appropriate expression in the arts) hasta que se ocuparon
distin¡os contextros, orapolítico-morales (la calumnia, tan difundida en las cor- de ello artistas de valor. Las teorías abstractas {abstract theories} son las
tes de los príncipes, debe al fin, al paso del tiempo, ceder su puesto a la verdad),
últimas en ser ilustradas". Y Saxl, no sin cierta impaciencia, analiza un
ora religiosos y aun polémicos (el tiempo hace emerger a la verdadera religión
documento muy significarivo, descubierto por él: un grabado (sin duda frío y
reformada o la caólica, según quién utilice el lema- del anuo oscuro en
-la académico desde el punto de vista formal) de "cierto" Bemard Picart, fechado
el cual se había ocultado). Pero, ¿qué signifca, se pregunta Saxl, este recurrir a
en 1707, que casi parece un comenta.rio al pasaje de Malenbranche citado por
un mito clásico, y al lema y las representaciones vinculados con él (48), en un Gentile en su ensayo. (53) El Tiempo aleja las nubes de la figura resplandeciente
contextopolémico, cuando no lisa y llanamente de reivindicación personal? l"a de la Verdad, cuyos rayos iluminan de través el corro de filósofos antiguos"
respuesta debe busca¡se en una "ca¡acterística esencial de la menmlidad del
Platón, Aristóteles, Zenón caminan entre la sombra y la luz, precedidos o,
Renacimiento". Hombres como Marcolino, el tipógrafo de Forlí, que fue el pri- mejor, guiados por Descartes, el que, llevado de la mano por la Filosofía,
mero en usar un emblema tipográfico inspirado en el mi¡o de la Verdad sacada
avanza ya en la plena claridad de la Verdad. Pero para Saxl este grabado, tan
a la luz por el Tiempo y omada con el correspondiente lema, o como el A¡etino,
minuciosamente concebido, tan falto de vigor, es una muestra de que ya se ha
probable inspirador de dicho emblema, veían los problemas de odos los días
llegado al término de los acontecimientos por él reconstruidos; y observa que
sub especie aeternitatis, y recurrían a metiíforas clásicas, en cuanto considera-
no es ésta "the representation of a.n idea but the illustration of a theory" . (54)
ban sus propias acciones como algo perteneciente a la esfera de la clasicidad y
Así está en la traducción inglesa; no sabemos cómo sonaba con exactitud el
la universalidad, que podía encontrar una expresión adecuada (proper expres-
texto alemán. Tal vez el dejo platonizante de esa "idea" contrapuesta a la
slon) solamente en un mito antiguo. Es evidente que Saxl retom4 aun sin evo- (abstracta) teoría fuera más tenue en el original. En todo caso, su sentido es
cados de manera explícita, los temas y las preguntas centrales de la obra de claro. Más que el significado histórico de esta nueva representación de los
Warburg: ¿qué significaba la Antigüedad clásica para los hombres del Renaci- vfnculos entre Verdad y Tiempo, a Saxl leinteresa subrayarque, a diferencia de
miento? Es cierto que aquí Saxl no subraya, como lo habín hecho Vy'arburg, el
la mayor parte de las obras de arte que ha venido analizando, nacidas en
aspecto "dionisíaco" de la Antigiiedad (las Pathosfonruln como expresión ade-
respuesta " to the demands of some specific, genuine hwnan sitrution" , política,
cuad¿ de estados emocionales que están sobre el límite de la tensión). El énfa-
religiosa, etc., y por lo tanto capaces de conmover y arrastraf al espectador, el
sis se desplaza aquí hacia el elemento que para simplificar, llamamos "apolí- grabado de Picart es "demasiado sabio, imparcial, abstracto, remoto, consciente".
neo": Saxl habla de la transfiguración del elernento cotidiano sub specie aeter- Serla superficial llegar a la conclusión de que aquí el juicio histórico-cultural y
nitatis,de "dignidad", de universalidad. (49) No se trata de un desplazamiento el estéüco no coinciden; por cierto, tampoco el emblema de lvlarcolino, el

46 47
tipografo de Forlí, para no hablar de otros, era para Saxl una gran obra de arte" significado; por el otro, la propia obra de arte, y en general las representaciones,
lvfiás bien, en esta decidida contraposición que Saxl introduce entre la "expresión" debían interpreta$e como una fuente sui generis para la reconstrucción histó-
de una situación humana y la "ilustración" de una fría teoría, se percibe el eco, rica. (58) Se trata de dos objetivos distintos, aunque, como lo iremos viendo
apenas perceptible, del concepto warburguiano de Pathosformeln: represen- cada v ez mejor, recíprocamente relacionados.
taciones de mitos que la Antigüedad ha dejado como "testimonios de estados Empecemos por quiur del terreno un posible equívoco: en la citada
de ánimos convertidos en imágenes en las cualeslas generaciones posteriores... perspectiva, la evaluación estética propiamente dicha brillaba por su ausencia.
buscaban las huellas perrnanentes de las conmociones más profundas de la La relativa indiferencia de Warburg a ese respecto nos es atesúguada por
existencia humana". (55) Lo que sobre todo apremia a Saxl son las altemativas personas que le fueron muy préximas, y no es posible ponerla en duda. (59) Sus
por las que atravesó el amtiguo mito de la Verdad revelada por el Tiempo; más verdaderos intereses esmban en otra parte. Pero desde un punto de vistá
mientras la representación de ese mito se carga de elementos extraños pummente general" de método, la cosa cambia de aspecto. Es indiscutible lo menos
ilustrativos, su interés d«:ae, o por lo menos se atenúa mucho. Y ello queda debería serlo- que aclarar las alusiones ocultas en una pintura-por(si existen),
confirmado luego, en la página que concluye el ensayo: frente a una variante indicar las alusiones a un texto literario (si existen), indagar, cuando ello es
inglesa del grabado de Pic¿rt, en todo semejante a éste, salvo en la figura del posible, la existencia de comitentes de la obra, así como su posición social y, si
protagonista ya Descartes sino Newton-, Saxl tiene una curiosa salida sc puede, sus gustos aflísticos, no sólo ayuda a la comprensión, sino que facilita
-'no
moralista ("a page from thn history of hwman folly" , "English parody of la exacta evaluación de una obra de arte. Cuando Croce dar un ejemplo
Picart's print" , " silly enterpr$e of the English copyist"). (56) Y por cierto que ilustre- sostiene, a propósito de cierto libro (proveniente -para
precisamente) del
la sustitución de Desca¡tes por Newton, como héroe de la Verdad revelada por círculo del Instituto Warburg, (60) que descubri¡ las alusiones mit"ológicas de
el Tiempo, si bien dictada por un sentimiento de v¿ulidad nacional, no era un una pintura del R.enacimiento es irrelevante a los fines dcl goce estético, pues
documenfo desdeñable para un historiador de la cultura. cn todos los casos se trataría de "frías" alegorías, es decir de sobreposiciones no
La línea misma de la investigación de Saxl aparece así dictada por el poéticas o extrapoéticas, niega un problema histórico real en nombre de su
motivo, cent¡al para Warburg, del significado de la Antigüedad clásica, de sus dcflnición de la alegoría. En tan¡.o, resulta claro quc es prccisamente s¿ definición
mitos, de las representaciones de éstos, para los hombres del Renacimienúo; y la que debe ser revisada y criticada, alaluz de los hechos históricos que no
se ha vistn que ese motivo no fue, en Warburg, para nada ajeno a las sugestiones logra explicar. Pero si es cicrto que esa urca preliminar de interpretación y
de los "filósofos" (¡Nietzsche, por empezar!) En cuanto a S¿xl, tampoco su dcsciframiento ayuda al espectador a situa¡se de manera adecuada frente a una
filología care*ia, como no carece aun hoy, de "presupuestos". Y resulta sig- pintura, es asimismo indudatrle que ella no coincide con la evaluacién propia-
nificativo, y al mismo tiempo sorprendente, que al delinear la figura del Saxl mente estética. Una pintura puede ser significativa para el historiador porque
historiador "puro", pétreamente material, sin devaneos teéricos, Garin haya arcsdgua determinadas relaciones culturales, o importante para el estudioso de
poco menos que ignorado la gravitante y atormentada figura de Warburg, con iconografía, y al mismo tiempo resulta¡ irrelevante desde el punto de vista
quien Saxl estuvo tan profundamente (por cierto, también contradictoriamente) ostético. (61) Pero ya volveremos más adelante sobre este problema. Exami-
relacionado. (57) ncmos más bien la ot¡a tlnalidad que se proponía A. Warburg en sus inves-
tigaciones: la comprensión de'"una situación histórica sobre la base de fuentes
figurativas y documentales". (62) ¿En qué medida es ello posible? ¿Y en qué
ry rclación se encuentran-entre sí, a la larga, estos dos tipos de fuentes?
Arnaldo Momigliano ha señalado con justicia que, frente a la amplitud de
intereses y a la variedad de aproximaciones propias de Warburg, Saxl tiende a
Como hernos visto, Warburg, en cierto pasaje programático, se remitía al
privilegiar el análisis iconográfico, hasta hacer del mismo un instrumento de
ejemplo de Burckhardt, en nombre de una historia del a¡te de aliento más
rcconstrucción histórica general. (63) Así, pará limitamos a dos ensayos com-
amplio y dilatado que la historia académica tradicional una historia del arte
prendidos entre los que ahora se presentan al lector italiano, el descriframiento
que desembocara en la Kulturwissensclwft. Había que rechazx toda lectura
tlel ' prograrna" oculúo en el ciclo de los frescos de la Farnesina, en Roma, tiene
"impresionista", estetizante (e incluso puramente estética) de las obras de arte.
como punto de llegada la comprensión de un problema histórico de can{cter
Entre paréntesis: esta misma formulación es la que permite a alguien que no es
gcneral, el de la importancia adquirida por las creencias astrológicas en el siglo
histnriador del arte hablar, aunque más no sea en forma marginal y como
XVI, ejemplificado concretamente en la persona del poderoso rnercader de
profano en la materia, de la acrividad de estos estudiosos. Como ha observado
Sicna, Agostino Chigi. (6a) De la rnisma manera,la espléndida solución del
con justeza C. G. Heise, el objetivo de la investigación de Warburg era dobie:
cnigma de los frescos y las decoraciones de los aposentos del Ala de los Borgia,
por un lado, había que considerar las obras de arte alaltz de los testimonios
con cje en la desconcertante figura del toro, poco a poco identificado con.el
históricos, fuera cual fuese su tipo y nivel, capaces de iluminar su génesis y
rnimal-tótem de la familia Borgia y después" lisa y llanamente, con el propio

48 49
Alejandro VI, es una contribución sumamente elocuente a la historia, no sólo religiosa de nuevo tipo"; pero se trata de una piedad ya no luterana, sino eras-
a¡tística, sino también política y religiosa de la época. (65) En esta clase de miana. (71)
ensayos, Saxl saca partido de una erudición vastísima, que no conoce limitación Sin embargo, el modo en que Saxl llega a esta primera conclusión (el mo-
temática alguna: historia política, egiptología, mitografía del siglo XVI, son do, no el resultado) no es dernasiado convincente. Comparar una xilografía con
convocadas a resolver problemas que siempre se encuentran circunscritos y el resumen escrito de una declaración oral es siempre arriesgado; una imagen
determinados pero que, una vez resueltos, nos introducen en un contexto más cs inevitablemente miás ambigua, abiert¿ a disdnras interpretaciones (72); y sus
amplio, que hasta podríamos llamar (siempre que la expresión no evoque una maúces, como advertía el propio Saxl, sélo son traducibles a un plano articula-
Geistesgeschicále descolorida y absracm) de historia de la cultura. (66) Pero, do, racional (aunque se Eate de esa especial racionalidad que delimira dos pos-
turas religiosas disúntas), al precio de cierto exceso interpretativo. Por otro
¿qué ocurre cuando falta el instrumento para el análisis iconognáfico?
Trataremos de responder siguiendo las huellas de algunos escritos de Saxl lado, !a comparación entre las dos xilografías anticatólicas de Holbein y el gra-
no comprenüdos en la edición italiana, deLaferza, que sólo recoge las confe- bado, comentado por Lutero, en el cual aparece el monstruoso temero-monje,
rencias dedicadas a temas iulianos. Comencemos por Holbein y la Reforma, no tiene mucho mayor valor. (73) El libelo, copiado de los grabados populares
que reproduce el texto, faducido al inglés, de una conferencia pronunciada en de la época, en que se comentaban prodigios y monstruosidades en clave astro-
Ilamburgo, en L925. (67) Desde el comienzo, Saxl define con suma claridad su lógico-profética, había sido sugerido a Lutero por una profecía hosül para é1,
intención. Quiere "encarar un problema histórico con los instrumentos que pronunciada por el astrólogo margrave Jorge de Brandeburgo, quien a su vez
ofrece la his¡oria del arte", es decir, utilizando como fuente grabados y cuad¡os, había tomado como inspiración un parto monstruoso ocurrido en 1522 enWal-
pero considerados, en la medida de lo posible, con independencia de su condi- tersdorf, aldea vecina a Friburgo. (74) Sabemos, precisamente gracias a las in-
ción de obras de arte. Por otro lado, cae en la cuenta se debe subrayar tal vestigaciones de A. W¿rburg, (75) que si bien Lutero rechazaba las creencias
-y
consciencia- de que la argumentación racionalista úende a hacer más rígidas astrológicas, admitía la legitimidad de los vaticinios vinculados con monstra o
y a generalizar las sutilezas del lenguaje pictórico. (68) El problema histórico prodigios; y ello basta para explicar la seriedad con que redactó el comentario,
que Saxl se propone resolver es el de la postura religiosa de Holbein. Un docu- cn clave escatológica, del grabado. Pero el hecho, no recordado por Saxl, de
mento de 1530, de Basilea, nos informa que el pintordeseaba que la comunidad verse en la necesidad de replicar a una profecía desfavorable, debe haber renido
reformada le aclarase ciertas dudas relativas a la Eucaristía. (69) Por otra partc, alguna importancia en la decisión de Lutero de descender a ese terreno de pro-
dos xilografías anteriores a L526 nos presentan a un Holbein ya pzrúdario de la paganda. Y además, ¿por qué limitar el cotejo a un testimonio importante, sí,
Reforma. En ambos casos, los datos iconogriíficos no dejan dudas: en la prime- pcro en cierto sentido excepcional, como ese grabado? Un examen paralelo de
ra xilografía vemos que Cristo atrae junto a sí a los humildes y los pobres, las dos xilografías de Holbein y, por ejemplo, la serie Passional Christi und
mientras en el lado opuesúo los mediadores tradicionales --el Papa, los monjes, Antichristi, cuyos comentarios fueron Al vez inspirados por el propio Lutero, y
filosófos como Platón y Aristóteles- caen en un barranco. En la segunda xilo- que en todo caso puede ser considerada un ejemplo típico de propaganda lute-
gra.[ía, la posición polémica de la mediación entre el hombre y Dios que la Igle- rauna (76), habría arrojado, sin duda, resultados distintos. El Passional grabado

sia romana ofrece es formulada con igual vigor: a [,eón X, rodeado de monjes por Cranach no presenta, en general, ni "vulgaridades" ni monstruosidades in-
que venden indulgencias, se contraponen tres figuras concentradas en la ora- rcrpretadas como presagios: tachar de típicamente luteranos a estos elementos,
ción Manasés y un pobre de ropas caídas-, a las que Dios se les ma- como hace Saxl, parece demasiado fácil y apresurado, puesto que aquí no estiín
-David,
nifiesta en los cielos con gesto solemne. Se trata, sin duda, de hojas de pro- cn tela de juicio determinados rasgos psicológicos del hombre Luúero ("vulga-
paganda antirromana. Pero, ¿puede decirse pregunta Saxl- que'reflejen ridad"), sino posiciones religiosas muy bien delimitadas, comprometidas a par-
-se
el espíritu de Lutero"? La pérdida de las leyendas explicativÍrs que acompa- tir de un momento en una polémica concreta (erasrnismo, luteranismo). En
ñaban originariamente a estas xilografÍas nos obliga a una investigación "indi- conclusión, el cotejo propuesto por Saxl entre las dos xilografías holbeinianas y
renta". (70) En consecuencia, Saxl compara las dos obras de Holbein con el cl grabado del ternero-monje termina por ser un tanto excesivamente proba[o
célebre gabado del ternero monstruoso, parecido a un monje, que comentaba rio como para resultar verdaderamente convincente.
Lutero. Ambos, el grabado y el comentario, atesliguan, dice Saxl, una "vügari- Pero 14 interpretación de la posición religiosa de Holbein en clave erasmia-
dad" por completo ausente de las xilografías de Holbein, y más aun, a ellas an- na es es ex¿¡cta, y la seguridad con que Saxl interpreta estos tesümonios, b¿stan-
titética. Holbein no representa monstruos, sino "formas nÍtidas y regulares del tc ambiguos en sí mismos, es muy explicable. En primer lugar, poseemos el cé-
mundo orgánico... ; Easforma el resplandor sobrenaturai en luz natu¡al". De lcbre ejemplar de Basilea del Elogio de la locura, adornado por el joven Hol-
ahí la hipótesis de un Holbein ajeno a la religiosidad luterana; hipótesis que bcin con dibujos marginales a plum a. (77)Én segundo lugar, esfá la xilografía,
Saxl ve confirmada por el paralelo enre otra xilografía holbeiniana, que repre- quo se remontaa 15'22, y es atribuida en general a Holbein, en la cual Lutero es
senfia a Isaías en meditación, con las célebres palabras pronunciadas porlutero rcpresentado en forma de llercules Gernwnicus, es decir, adornado con una
en la dieta de Worms. El Isaías de Holbein "refleja sin duda alguna una piedad piol dc león y a punto de golpear con una clava a Aristételes, Santo Tomfu,

50 51
Guillermo de Occam y dernás, mientras de su nariz pende una cuerda que tiene grabados elel período inrnediatamente posterior (1519-21). Sabemos que en
amarrado al Papa. Es cierto, admite Saxl, que esta imagen parece expres¿r, en l5l9 Durero se aproximó a las doctrinas de Lutero, y en sus caftas se refirió a
su "desnuda crudeza"', algo de las características arrocircJ luterana. Pero, preci- éste en términos de calurosa adhesión. (81) Saxl capta enseguida el reflejo de
samente, lo "parece": la imagen y la leyenda en versos latinos difieren en forma esta crisis religiosa en la obra de Durero. En un grabado de 1520" la Virgen con
caractarística. Esta última invit¿ al lector, no a la lucha, sino sólo a la purifica- el Niño es represenBda inmóvil, sobre el fondo de un dramáúco cielo oscuro:
ción interior; y es significativo que un parridario de la Reforma como Ulrich "Este cambio del estilo de Durero se verifica en el año de sus contactos con tr-u-
Flugwald, al enviar el grabado a un amigo, lo marcara con palabras de fuego, tero". Es una indicación discret¿, que casi podría hacer pensar en una coinci-
considerándolo un instrumento de propaganda erasmiana y suponiendo incluso dencia, miís que en una vinculación entre ambos hechos. Pero poco después, al
que su autor era el propio Erasmo. (78) describir un dibujo de 1521 que representa a Cristo en el monte de los Olivos,
He insistido con alguná minuciosidad en el procedimienrc adoptado por Saxl se muestra miás explícito: la escena es sombría, el paisaje desierto; el cuer-
Saxl en ese ensayo porque, en cierto sentido, es ejemplar. Entiendo decir po de Cristo, postrado en el suelo, forma una cruz" "El dibujo expresa el estado
"ejemplar" en cuanto a los riesgos inherentes a un mélodo, aunque tal método de ánirno de Durero: la salvación consiste en una sumisión total a la fe. La cri-
sea empleado por un gran estudioso como Saxl. El objetivo que éste se había sis ha pasado, y el dibujo posee una lucidez, una plenitud, un vigor perfec-
propuesfo al comienzo del ensayo a un problema histérico con tos." (82)
-"aproximarse
los instrumenbs ofrecidos por la historia del arte"- no puede considerarse lo- Resuha evidente cuiil es la finalidad de este análisis de Saxl: salir de los
grado. I.a clave de la interpretación la ofrece, no ya las obras de arte (aunque aprietos de una "'lectura" puramente formalista, y considerar a la obra de artc
sean consideradas con prescindencia de su valor estético), sino la leyenda lati- como una compleja y activa reacción (sui geruris, por supuesb) a los aconteci-
na al pie del Hercules Germanicus. Y esa leyenda, así como la violenta reac- mientos de la historia presente. Muy exacto: pero l,ampoco aquí, fuera de los re-
ción de Hugwald frente a ella, es Io que nos permite interpretiar con tánta segu- sultados log¡ados, resulta convincente el método de Saxl. (83) Queda muy en
ridad las xilografías de Holbein como expresiones de su erasmismo" O sea, que claro que leer sin más ni más, en estas imágenes, agitadns o plácidas, las distin-
proporcionan, a falta de indicaciones iconográficas unívocas (ya que desde el tas altemaüvas del itinerario religioso de Durero, es arbil¡ario, y sólo quedará
punto de vista iconográfico sólo se las podía deñnir en forma genérica como legitimado por la presencia, o no" de documentos de otro tipo, introducidos al-
anticatólicas), la confi¡mación de una inte¡pretación lograda por otro camino; a go arteramente. Cuando esos documentos existen, las imágenes son leídas en
tal punto que, por el hecho de aparecer antes en la exposición, los an:llisis figu- clave psicologizante y "biográfica"; cuando faltan, o no son lo bastante elo-
rativos dan la impresión de ser poco convincentes. Pa¡a que lo fueran, el orden cuentes, hay un repliegue a un úpo de "lectura" más descriptiva y menos inter-
de la exposición debería ser invertido. pretativa. En última instancia, vislumbramos el riesgo de simplificación que
El ensayo sobre Holbein es de 1925; el de Dürer and the Reformation es de jamás hubiera admitido Saxl de rnodo explícito: estilo desgarrado y nervioso/
1948, el último año de la vida de Saxl. Y resulh notable que, al comienzo de es- crisis religiosa en acción; estilo d¡amático pero vigoroso/crisis religiosa supe-
te último, el autor delimite los objetivos de la investigación con palabras casi rada, etcétera.
idénúcas a las de veinte años anres: las xilografías, las hojas de propaganda y Los embrollos que puede suscitar semejante lectura "fisonómica" (84) de
los panfletos del período de la Reforma no son grandes obras de arte, pero nos los documentos artísticos son bastante claros. El historiador lee en ellos lo que
ofrecen un "espejo'" de las actitudes de la época. (79) Por orra parte, las leyen- ya sabe por otros camiru¡s (85), o lo que cree saber, y que le interesa "demos-
das, los textos que acompañan estas representaciones gráficas sólo sirven como trar". Por supuesto, este último no es el caso de Saxl, pero el riesgo implíciuo en
confirrnación posterior ("additional evidence"). Saxl quiere aplicar el mismo t"al formulación resulta iguaknente evidente" Mientras en los sellos, en las me-
rnétodo a la obra de un gran afista, Durero. Señalemos enseguida que, tarnbién dallas, en los frescos, se busquen mer<¡s datos concreüos (86), el historiador se
en este caso, disponemos de la dcrcumenfación secundaria ("additbnal"), cncuentra ante problemas más o rnenos sencillos. Fero cuando una histnriogra-
constituida por las anotaciones de los diarios tle Durero. También en este ensa- lÍa diligente y modema busca, üal vez siguiendo las huellas de Marc Bloch y su
yo, ese tipo <le documentación en apariencia auxiliar llena, en realidad" una Métier d'historien (8?), arrancar a un pasado reacio involuntarios "testimo-
funcién cent¡al para los fines de la interpretación que desarrolla Sax. nios" de mentalidades y esÍados de ánirno, el peligro de llegar, a través de una
En los años próximos al de 1514, Du¡ero dio forma artística, en esülo dra- lcctura "fisonómica" de los testirnonios ardsticos, a las tristernente famosas a¡-
mático y nervioso, a temas tomados de la mitología clásica, como el rapto de gurnentaciones '"circulares"', se multiplica, por decirlo así. I'a premisa mi{s o
Proserpina; o de los Evangelios, como Ia agonía de Cristo en el monte de los tncnos consciente de está actitud intelpretaúva e's, por supuesto, la fe en que las
Ülivos. ¿Cuál es el comenlario de Saxl? "Nos estamos aproxirnando a la crisis r¡bras dc arte, en sentido arnplio, proporcionen una rnina de informaciones de
de la existencia de Durero." (80) Poco después cambia el esrilo del pintor, y una
¡rrirncra mano, c interprotables sin twdiaciones (zrhí estiá la clave), sobre la
Virgen con el Niño, de 1518, nos revela un Durero pleno de serenidad y de gra- nrcnhlidad y la vida afectiva de r¡na era tal vez renio[a- (88)
cia. Fero Sarl no se detiene en esta etapa intermedia: insiste, rnás bien, en los

5? 53

;
El problema de la inevitable "circularidad" de la interpretación en
-tanto y Ya hemos visto que las investigaciones iconográficas no eran para A. War-
las ciencias humanas como en las naturales- ha sido encarado con agudeza,
burg sino una de las aproximaciones posibles a los problernas que lo acuciaban,
con cierta voluntad de paradoja, por E. Wind, en un ensayo reüomado y profun-
En cierto senfido, para Warburg una investigación puramente iconográfica ca-
dizado por E. Panofsky. (89) Por cierto, la dialéctica inherente a los documen-
re*ía de sentido: la elección de determinados temas --aor ejemplo, la muerle
tos históricos es tal que "las informaciones que se trata de obtener con la ayuda
de Orfeo-- era tan imporante, para la reconstrucción de la mentalidad de la so-
del documento deberían constituir premisas para interpretar este último de ma-
ciedad florentina del siglo XV, como el estilo adoptado. El propio concepfo de
nera adecuada"; pero también es verdad, como subraya Panofsky, que no hay
Patho$ormclz esfilísticas copiadas de la Antigüedad, e impuestas,
aquí ningún cÍrculo vicioso, ya que "todo descubrimiento de un hecho histórico
por así decirlo,-férmulas
por temas y situaciones especialmente emotivos- vinculaba
antes desconocido, y cada nueva interpretación de un hecho ya sabido, 'cuadra-
esEecharnente, en el análisis, forma y contenido.
rán' con la concepción general'predominante, y por eso la corroborarán y enri-
Este vínculo, que en los escritos de Warburg no es analizado ni puesúo en
quecerán, o bien provocarán una sutil o inclusive radical mutación de ella, arro-
duda, jamiás fue profundizado por Panofsfy en un contexto polémico muy con-
jando de ese modo nueva luz sobre todo lo conocido hasta entonces". (90) Pe-
creto: Wólfflin y la pretensión puro-visualista de ofrecer descripciones "puras"
ro, ¿qué ocurre cuando tal intenelación cesa? l¿ "circularidad" se convierte en
de las obras de arte figurativo. Al desarrollar algunas de las observaciones a su
círculo vicioso: el erasmismo de Holbein, o las vicisitudes de la crisis religiosa
prefacio aHercules am Scheidewege,que apareció en 1930 (94), Panofsky de-
de Durero, conocidos por los documentos, se presumen de manera tiácita y, por
mostró, en un ensayo publicado dos años m¡ás tarde con el título de Sul proble-
lo tanto, son "demostrados" por medio del análisis de los testimonios figurati-
ma dellq descrizione e dell'interpretazione del contenuto di opere d'arte figu-
vos. (91) Es evidente que dicho análisis puede y eventualmente debe recurrir a
rativa, que en toda descripción, aun la más elemenml, de una pintura, los datos
testimonios de otro tipo; por ejemplo, a las reacciones de Hugwald frente al
de fondo y los formales se h¿rllan fundidos de manera inextricable. (95) Al indi-
Hercules Gerrnnnicus, o a los diarios de Durero; el problema consiste en ver
car la imposibilidad de una descripción "puramente formal", Panofsky rozaba
cuál es, en este caso, la relación entre "monumentos" y "documentos", enfre
un problema ---cl de la ambigüedad de toda figuración- que encontraremos,
"fuentes primarias" y "fuentes secundarias". (92)
en un contexto muy distinto, como el centro de las meditaciones de E. H. Gom-
En conclusión: esa capacidad de psar de los da¡os iconográficos a la com-
brich. (96) Pero lo que apremiaba a Panofsky era oúa cosa: la justificación teo-
prensión histórica general, que constituía la grandezade ensayos como el con-
rica de sus investigaciones iconográficas. En ese sentido distingue, enla Resu-
cerniente a la Farnesina o el del Ala de los Borgia, y tantos otros, falta cuando
rrección de Grünewald, un esrato "pre-iconogriífico" ("un hombre que se ele-
el dato iconogriifico resulta indiferente o marginal, y los elementos de estilo
va en el aire, con manos y pies horadados"), que remite a simples experiencias
aparecen en primer plano. Y cuando decimos "estilo" prescindimos, por su-
sensibles; un estrato iconográfico, que remite a determinados conocimientos li-
puesto, de cualquier problema de valoracién. Sólo queremos decir que, para
terarios (en este caso, los pasajes correspondientes del Evangelio), y un estrato
quien quiera considerar a las obras de arte y, en general, a los tesfimonios figu-
posterior, el más alto, que Panofsky define aquí como'religión del sentido de
rativos como una fuente histórica sui generis, en muchos casos el aruálisis ico-
la 'esencia"' (Region des "Wesenssinns") y que después, retromando de mane-
nognífico puede resultar insuficiente; se impone, entonces, el problema de la
ra implícita algunas consideraciones de G. J. Hoogewerff, denominará esrak)
relación entre los datos iconográficos y los datos estilísticos, y de la importan-
"iconológico". (97) Panofsky demuest¡a de modo muy convincente que, en ca-
cia de esüos riltimos para los fines de una reconstrucción hisórica general. Es-
da uno de esos niveles, la descripción presupone la interpretación; aun en el ni-
tos problemas se encuentran desde hace décadas en el centro de las reflexiones
vel más elemental y en apariencia inmediato, la posiblidad de describir al Cris-
de Panofsky, un estudioso que, como es sabido, fue gran amigo y colaborador
to de Griinewald como un "hombre en el aire" presupone el reconocimien¡o de
de Saxl.
determinadas coordenadas estilísúcas (en una miniatura medieval, una figura
situada en un espacio vacío podría no aludir para nada a una violación de las le-
yes naturales). Pero si en los dos primeros niveles --en el "fenórnenico" o pre-
V iconográfico y en el del significado, o iconográfico-- el problema de la inter-
preración no puede, en líneas generales, suscitar objeciones, otra deberá ser la
l,a figura y la obra de Panofsky exigirian una exposición compleja. (93) argumentación en el caso del tercer nivel, el del "sentido de la esencia" o icono-
Aquí nos limita¡emos a examinar a grandes rasgos, en relación con las observa- lógico, que presupone a los oEos dos y que en cierto modo es la coronación de
ciones hechas hasúa ahora, el significado de la distinción por él establecida en- cllos.
tre iconografía e iconología, renunciando a trazar un perfil, ni siquiera sumario,
de este $an estudioso; por lo demás, insistiremos de manera deliberada sobre En la base de las manifestaciones del arte, m¡ás allá de su sentido fenoménico y de
ios problemas que él dejó abiertos, antes que sobre aquellos que dejó resueltos su sentido de significado , escribe Parcfsky, se sitúa tn cotúenido últirno y esen-
en forma efectiva.
cial: la involuntaria e inconsciente autotevelación de ww actitud de fondo hacia

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55
el mundo, que es caractsística, en igual medida, del creador como individuo, de Pero lo que interesa sobre todo es la manera en que Panofsky ha trarado de
una determinada época, de un detemrinado pueblo, de una determinada comunidad poner en práctica el programa -digiimoslo, grandioso- formulado en el ensa-
cultural. P¿r lo tanto,la más alta función de la interpretación es la de penetrar en el yo .!u/ problema della de§crizione. .., etc. Los ensayos reunidos en Studies in
último estrato del "sentido esencial" (Wesenssirm). Llegará a captar su verdadero
Iconology, precedidos de una exposición orgánica de los fines del método ico-
sentido cuando logre captar y hacer relevante latotalidad de loi mom¿ntos de su
emanación (y por lo tanto, no sólo el momento material e iconográfico, sino tam-
nológico, distinto del iconogriifico, ofrecen una primera respuesta" Han ejerci-
bién los factores purÍunente "formales" de la distribución de las luces y las som- do una enorme influencia sobre la cultura artística norteamericana, creando una
bras, de la a¡ticulación de las superficies y hasra del modo de usar el pincel, la espá- verdadera moda "iconológica". Algunas críticas surgidas al respecto, aunque
tulaoelburil)como "tlocumcntos" delsentidounitariotlelaconcepcióndelntun- ponen en guardia, con justicia, contra la arbitraria extensión del método icono-
do contenida en la ob,ra. (98) griáfico (incluso en el siglo XVI se pintaban cuaüos que podríamos definir co-
mo !'de género", para los cuales resulta evidente que una investigación de sig-
En estas consideraciones resumía Panofsky la mé<lula de sus reflexiones
nificados o alusiones mitológicos o de otro tipo esuí fuera de lugar), no han
de los años anteriores, en espccial a propósiro de Wólfflin y Riegl. Respecro de
cuestionado la validez del método mismo, ni de sus implicaciones propiamen-
la historia del arte como historia del "ver", y de sus colrcspondientes contrapo-
te iconológicas. (10a) Fue, en cambio, el mismo Panofsky quien terminó por
siciones ("plástico"/'lincal", etc.) formuladai por Wólfflin, Panofsky había
dedicarse en forma predominante a investigaciones iconográficas, dejando de
objetado que dichas contraposiciones "derivan de una exigencia expresiva: do
lado, en no pocas ocasiones, la consideración unitaria de los diversos aspectos
una volunlad de for¡na (Gestaltungs-Willen) que en cierto modo es inmanente a
de la obra de arte (iconogrii-ficos, estilísticos, etc.), que debía constituir la tarea
toda una época, y que se basa en idéntica acritud fundarnental del espíritu, no
específica del estudioso de iconología.
del ojo". (99) Pero, ¿cómo debe enrendcrse esr,a "voluntad de forma"?¿Tal vez
En definitiva, uno solo de los ensayos que confluyen en Studies in Icono-
como algo análogo ai Kunstwollen riegliano? Al asumir una posición en rela- *-el último, '{he Neoplatonic Move¡nent and Michelang,elo (págs. l7l-
logy
ción con este último concepto, Panoksky aclzró (y en cierto aspectos complicó)
Ias implicaciones de su afirmación. El Kunswolle¿ no debe scr rcferido a una
230)- fusiona el análisis de algunos motivos iconográficos fundamenlales con
un profundo exarnen esúlístico, que recupera, si no mc equivoco, algunos moti-
realidad psicológica individu¿ü (las inrenciones del artista, cuando nos son
vos de la crítica puro-visualista. En ambos niveles, cl cstilísúco y cl iconográfi-
conocidas, no explican la obra de arte, sino que se constituyen un "fenórneno
co, Panofsky capta una contraelicción que es propia tanto del individuo Miguel
paralelo" a ella), ni tampoco a la psicología de dcterminada época: el Kunstwo-
Angel corno de toda su época, es decir la contradicción ent¡e el ideal cliísico y
llen "no puede ser oEa cosa que lo que' esui' (no para nosotros, sina objetiva-
cl itle¿rl religioso. Se trata de un intento mctodológicamente rnuy sugestivo; y
mente) conto un sentido últirut y definitivo de.lfenómeno artístico. En base a é1,
sin embargo el lector no se libra de la impresión de que hay aquí cierta artificio-
las características formales y de fondo de la obra de afie pueden hallar no tanto
sidad" Si todo el üpo de rasgos empleado cn los dibujos hasta la elec-
una unificación conceprual como una explicación en el sentido de la historia -desde
ción de los temas iconográficos- debe expresar esa contradicción fundamen-
del significado". (100) Estas palabras, escrims en 1920, remiren exactamente al
tal, el estudiclso puede verse inducido, o bien a forzN de manera involuntaria
ensayo ya recordado de 1932, Sul problema della descrizione,elc., y a la reela-
los textos (véanse algunas conjeturas psicoanalíticas un tanto arriesgadas sobre
boración de este último, constituida por el prefacio a Studies in Iconology, que
la personalidad de Miguel Angel), (105) o bien a descartar la documentación
es de 1939. Esa continuidad no excluye variaciones y novedades, incluso de
que no encaje en el esquema interpretativo elegido previamente. Resulta signi-
importancia: así, en el prefacio a los §¡zdi¿s, al lado del término "iconología"
ficativo que al mos[ar el triunfo del ideal cristiano en las obras de Miguel An-
que sustituye, en el marco de una reducción y una general simplificación de la
gel después de 1534, Panofsky omim en forrna volunm¡ia, consideriándolo una
terminología, la interpretación del "sentido de la 'esencia"', vernos surgir, por
cxcepción, el busto de Bruto, en cuanto se trataría de un documento político
influencia de cassirer, la "historia de los síntomas culturales o símbalos en
"antes que de la manifestación de tendencias"artísúcas"" (106) Pero aun si ello
general" como marco o "ámbito correctivo" de la inte¡pretación iconológi-
fuese cieÍo, ¿por qué el Miguel Angel político debería ser rnenos irnportante
ca. (l0l) Se trata, de todos modos, de una continuidad muy significat^iva. Aun-
que el Miguel Angel religioso? ¿No será esa elección una consecuencia de una
que en su etapa norteamericana Panofsky dejó ya de ocuparse de teoría del arte,
elección interpretativa fundamenhl, no bastante fundada en térrninos raciona-
y de hecho se despreocupó de la dicotomía entre "historia del sentido (inma-
lcs, y en definitiva unilateral? Adviértase que Panofsky tiene plena conciencia
nente)" (después, en 1932, "interpretación del sentido de la 'esencia"' y, por úl-
dc la naturaleza "subjetiva e irracional" de la posicién del iconólogo:
timo, en 1939, "iconología') e historia del artq afirmada decididamente en el
ensayo sobre el Kunstwollen de 1920 (102), no cabe duda de que también en
Cuando queremos fijar los principios fiurdamentales que presiden la elección y la
sus form¡.rlaciones, más maduras y más apegadas a la investigación concrefa, de presentación de motivos, así como la creación e interpretación de imágenes, histo-
la introducción a los Studies, persiste una huella de la filosofía trascendental rias y alegorías, y que dan tm significado hasta a las soluciones formales y a los
del arte, que impregna los ensayos teóricos del período alemán. (103) procedimientos tésnicos emplea<krs, no podemos esperar en@ntrar otro textl) que

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responda a dichos principios con la misma pertinencia con que el Evangelio de San
Juan fiItr, 21 y sigs.) responde a Ia iconografía de la Ultima Cena. Para captar es- VI
tos principios hace falta una facultad mental comparable con Ia del diagnóstico,
una facultad que no podemos indicar mejor que con el término, aunque esté bastrrri- Hemos visto que la dificult¿d, revelada por el examen de algunos de los es-
te desacreditado, de "intuición sintética", y que puede estar miás desarrollada en un critos de Saxl, de hacer uso.de los testimonios figurativos como fuentes históri-
profano talentoso que en rm erudito especialista. (107) cas, a partir del examen de su estilo, no puede ser sorteada, en algunos casos, ni
siquiera mediante el méodo iconológico elaborado por Panofksy. La irraciona-
Panofsky ve los riesgos de esfa apelación a la intuición, y postula un con- lidad de la aproximación del iconólogo (aun exorcizada por medio del cotejo
trol de esta última sobre la base de "documenúos que Íurojen luz sobre las ten-
con la documentación más variada y más amplia posible) vuelve a plantear el
dencias políticas, poéticas, religiosas, filosóficas y sociales de la personalidad,
riesgo de la "circularidad" de las argumen[aciones. Aquí nos topamo§, al vez,
del período, del país que se estudian". (108) Resr¡lta evidente que una formula-
con una aporía intrÍnseca al conocimienúo hisúoriográfico; sea como fuere, es
ción de este tipo permite, por lo menos como principio, eludir el riesgo, ejem-
de hacer notar que una solución radical de la dificultad ya apuntada es la que
plificado a propósito de Saxl, de leer en los tesümonios figuraüvos lo que se ha
proporciona E. H. Gombrich, en el marco de una serie de consideraciones sobre
conocido por otro camino. Y sin embargo, fal vez no sea del todo atrevido su-
el problema del estilo, que lo llevaron a posiciones en sumo grado interesantes,
poner que en las últimas décadas se ha afirmado en Panofsky una leve descon-
aunque, según creo, no exentas de contradicciones.
fianza respecto del método propiamente iconológico. Un síntoma elocuente,
Gombrich, nacido en 1909 (diecinueve años menor que Saxl, cuarenüa más
junto a la inclinación , cudavez más notable, que puede encontr¿rse en algunos
joven que Warburg), discípulo de Julius von Schlosser, entró a formar pafle del
de sus estudios más recientes hacia las investigaciones puramente iconográfi-
Instituto Wzrburg (del cual, como se sabe, es en la actualidad director), poco
cas, nos lo ofrece una corrección aportada por Panofsky en la reirnpresión
antes de la invasión de Viena por las tropas nazis. En un ensayo de 1945 Gom-
(1955) del ensayo introductorio delos Studies inlconology.El objeto de la ico-
brich menciona con cierta frialdad, al hablar del rnétr¡do iconológico, a "War-
nología, había escrito Panofsky, está representado por los 'principios.de fondo
burg y sus seguidores" (1 1 l); es cierto que su formación y su área de intereses
que revelan la actitud fundamental de una nación, un período, una clase, una
se ubican bajo un signo en gran medida distinto del de un Saxl, digamos, aun-
concepción religiosa o filosófica, actitud caliñcada de manera inconsciente por
que, por supuesto, es preciso recordar la adhesión de este úlúmo a la escuela de
una personalidad, y condensada en una obra": en la reimpresión se suprime el
Viena, la colaboración de Schlosser en los Vortrcige de la biblioteca Warburg,
giro "de manera inconsciente"'. (109) El hecho forma parte, sin duda, de la re-
la presencia de O. Kurz (discípulo de Schlosser) en el equipo warburguiano y
ciente revaloración, concretada en lapráctica porPanofsky, del papel que los
«Iemiis circunstancias análogas. (1 12)
"programas" racionales y conscientes cumplen en la acüvidad artística. Dicha
Los vínculos de Gombrich con la escuela de Viena, y en general con el am-
revaloración ha sido subrayada por O. Pácht en una importante recensién críti-
biente cultural vienés, aparecen bastante est¡echos. Aun la relación viva entre
ca de la obra de Panofs§, Early Netherlandish Painting. (110) Si bien Pácht
interpretación del a¡te del pasado y cultura artística presente, que había caracte-
reconoce, como es obvio, la gran importancia de l¿u investigaciones iconográ-
rizado, no sin algunas deformaciones (1 13), la obra de un Wickhoff, un Riegl o
ficas, deplora la tendencia de Panofsky a abandonar Ia perspectiva iconológica,
un Dvofák, vuelve a concentrarse, si bien con un carácter, por decirlo así, nega-
y a considerar las ideas que el artista proyecta de manera consciente en su obra
tivo, en los escritos de Gombrich. En seguida veremos en qué sentido debe en-
como una clave suficiente para interprefar la obra misma. Recuerda polémica-
l.enderse esto. De todos modos" hay que subrayar de entrada una característica
mente que para el.Panofsky de 1920 (el del ensayo sobre el Kunswollen) las
csencial de la personalid¿d cienlfica de Gombrich: su preponderante interés
afirmaciones, las intenciones formuladas de manera consciente --la "poética"
explícita, di¡íamos-, del artista no explicaban en rigor la obra de arte, sino que ¡lor los aspectos teóricos. Se trata, entenúámonos, de una teoría que rehúye por
completo las elucubraciones abstmctas o vagas, las generalizaciones o las suti-
sólo se podían considerar un fenómeno paralelo a ésta, claro que del mayor in-
lczas como fin en sí misnnas (11a), y que a cada paso se concreta en ejempli-
terés. La insistencia de Pácht sobre la "intrinsic, inner mcaning" de la obra de
ficaciones, en análisis muy precisos y detallados. Pero resuha significativo que
arte, que sólo una consideración iconológica estaría en condiciones de capur,
aun ensayos dti historia y no de "teorÍa" del arte, coma Botlicelli's Mythologies
puede parecer un tanto oscura; es clarísima, en cambio, y muy convincente, la
o Icones Symbolicac,nazcan de un problema teórico: el de la ambigüedad de
apelación a una coordinación metodológica del impulso iconográfico y del es-
las figuras de Botticelli, que el espectador trata de resolver construyendo en de-
tilístico. las investigaciones iconográficas son importantes y útiles en sumo
rredor de ellas interpre[aciones "fisonómicas", en todo sentido arbitrarias, o el
grado; resulta superfluo volver a insistir en ello. Pero si bien tales investiga-
dc la falta de diferenciación entre símbolo y representación en las alegorÍas re-
ciones se presentan corno autosuficientes y capaces de interpretar en todo sen-
nacentistas y barrocas. (1 15)
tido la obra de arte, el análisis estilístico y la valoración estética terminan por
El segundo tomo de la ya recordada Bibliograpky of the Survival of the
caer en manos de los sostenedores del más empalagoso y iírido impresionismo
Classics, publicado en Londres en 1938, se inicia con una recensión crítica del
crítico.

58 59
joven Gombrich a la selección de escritos de warburg. con gran equilibrio, de la relación. (l l8) La existencia del humanismo florentino del siglo XV, con
Gornbrich observaba que, a pesar de sus conspicuas implicacicmes en er plano todas sus especificaciones e implicancias" es lo que permite al historiador, en
del método, la obra de warburg ca¡ería de todo carácter sistemático. Insistía, principio, establecer una relación ent¡e descubrimiento de la perspectiva y na-
sobre todo, en el hecho de que warburg, antes que tolerar " geistesgeschichtli- cimiento de una consciencia histórica, en el sentido moderno del término" Sin
che Parallelen" más o rnenos casuales, había enlazado ámbitos cientíIicos di- esa referencia implícita a la cultura humanística del siglo XV, tendríamos sélo
ferentes (historia del estilo, sociología, historia de las religiones y del lenguaje) una analogía formal, vacía de contenido (distancia entre el ojo y el objeto / dis-
para resolver, mediante la reconstrucción de relaciones concretas, problemas tancia entre el individuo y los hechos del pasado) y, por lo üanto, irrelevante.
específicos y delimilaclos. No era una observación nueva: ¿ambién wind se ha- Para entender los términos y las implicaciones de esta crítica impulsada
bÍa frjado, aunque no con tanto detenimienfo, en ese punto, en el curso de su po- por Gombrich debemos remitirnos a un ensayo suyo, casi contemporáneo,
lémica respecto de Dilthey. ( I 16) Pero en el caso de Gombrich se lraraba de üna Wertprobleme und mittelalterliche Kuns¡. En 1963 Gombrich recogió un grupo
característica densa de implicaciones. En una recensión, en el mismo volumen, de ensayos sobre '"teoría del arte" (Kunstheorie) y los editó juntos, como para
del ensayo de Panofsky y Saxl, Classical Mythology in MediaevalAr.f, sobre el subrayar la coherencia intema de su trabajo en un lapso de casi t¡einta años. (119)
cual nos hc¡nos ya detcnido en su momento, zrl elogiar la investigación en su En el recién citado ensayo, que toma como punto de partida un estudio de E.
coniunto, Gombrich señalaba que en algunos casos surgía la dutla de si los au- von Garger, Gombrich adopta una vigorosa posición en contra de una interpre-
tores reemplazaban los vínculos genéticos, es deci¡, las relaciones de filiación o tación "fisonómica" (physiognomisch) del carácter no naturalista del arte medie-
dependencia filológicamente reconsfruibles, por simples analogías a ', geistes- val. Así como del aspccto y los cambios de una fisonomía acos-
geschichtliche Parallelen", expresión quc, como es obvio, se remitía a la críti- -explica-
tumbramos a extracr deducciones inmediatas sobre los eslados de ánimo, los
ca de los escritos de warburg, de pocas páginas atr:ís. uno de esos paralelos tle sentimientos, las condiciones de la persona que tenemos delante, del mismo
tipo "geistesgeschichtlich" destacados por Gombrich era la anzrlogía (muy modo algunos estudiosos infieren, de la constricción a quc los artis[ts del Me-
ca.ra, como hemos visto, a Panofsky) entre desculxirniento ile la perspcxtiva li- dioevo sornetían las formas, piua hacerlas adherir a dctcrminados esquemas,
neal y nacimiento de la dimensión histórica por medio de la nueva relación ins- "un sentimiento análogo de constricción del a¡tista en sus relaciones con el
taurada por el Renacimien¡o con la Antigüedad. (l 17) Esa crítica, no del todo mundo circundante". Se trata de una actitud interprctaÚva dc un mayor refina-
infundada, airrmaba una exigencia métodica jusm al rechaza¡ los dernasiado miento aparentc, aunque en re¿lidad análoga a la de quicn interpreta, en el arte,
fáciles paralelismos y analogías histórico-culturales pero, en definitiva, termi- cl alejarniento del realismo como un alejamicnto dcl mundo, y ve en la así lla-
naba por negar Ia posibilidad misma de la reconstrucción de los vínculos histó- mada "trascendencia" del ¿ute un reflejo inmediato de la posición adoptada ha-
ricos generales. ¿En base a qué docurnenhción cn rigor, pregun- cia la trascendencia de la filosofía de la época. Lo que hay que rechaz.ar, afirma
tar a Gombrich- le estaría perrnitido al estudioso -podríamos,
establecer un nexo entre des- catégoricarnente Gombrich, no es la supuesta existencia de una actitud simila¡
cubrimienl.o de la perspectiva y nacimiento de una conciencia histórica en el cn lá menralidad medieval, sino la facilidad, la inmediatez del paralelo, que
período del Renacimiento? ¿Tal vez en base a un testimonio que dernostrara Ia compara con las generalizaciones sociológicas propuestas en su momento por
presencia conjunta de ambos fenómenos en el ¿ímbito de una única personali- 'Iaine. (120)
dad --digamos un hipotético escrito de Brunelleschi o cle paolo uccello que La polémica de Go¡nbrich tiene dos objetivos, entrelazados pero al mismo
apun¿ara con "histórico" distanciamiento conscienf.e a la Anügüedad, a la ticmpo bien diferenciados (aquí no con demasiada claridad). En primer lugar,
sacrosancta vetustas-? En rigor, hasta un teslimonio de ese tipO podría ser la concepción del estilo artístico predominante como expresión de una "perso-
considerado insuficiente; un paralelismo, una analogía geistesgeschichtlich, nalidad colectiva hipostasiada --casi una "superobra de arte", realizada por un
siguen siendo tales aunque se refieran a un indivirjuo y no a una sociedad. El "superartista"-, concepción que sería, según Gombrich, una secuela de la filo-
único testirnonio en verdad clecisivo, entonces, sería el que docurnentase la sofía románúca de la historia. En segundo término, la concepción del estilo co-
consciencia de la analogía entre descubrimiento de la pers¡lectiva lineal y naci- rno un "sisterna integralmente expresivo". (l2l) En lo que se refiere al primer
rniento de una dimensión histórica en los propios hombres del siglo XV. Segrin punto, es probable que haya aquí un eco de las posturas del filósofo y epistemó-
los casos, la his¡oria al fin termina, o bien por quedar restringida a la considera- logo K. R." Popper, respecto del cual Gombrich ha subrayado repetidas veces su
ci6nde coincidenciasinüviduales, sin poder alcanza¡ una visién rnás amplia, o dcuda. (122) La actitud polémica antihistoricista de Popper, muy pronto abra-
por limitarse a compartir las opiniones que los honrbres de las distintas épocas zada por Gombrich --quien en este ensayo apun[a, refulándolo, al "historicis-
han tenido respecto de sí mismos. Y es que rest¡lta evidente que el historiador tno (Ilistorismrs) cle la historia del arte en clave expresionista"- ¡s¿p¿¡'sss
establece vínculos, relaciones, y paralelismos no siempre documentados en con liccuencia, y con acentos singularmente ásperos, en escritos posteriores,
formadirecta, es decir, que sólo lo est¿ín en la medida que se refieren a fenólne- tlirigida cn especial conEa Riegl y sus intérpretes, enEe los cuales figura, en
nos surgidos en un cont€xto comrin de índole económica, social, política, cultu- prirncr lugar, H. Sedlmayr. (123) No cabe duda de que tal actitud polémica es
ral" ment¿I, etc.; y ese contexto funciona, por así decirlo, como término mcdio lrruy justa allí donde exhorta a un examen específico de cada obra de arte, sin

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IT
ü
se quiere de una cierta concepción del mundo. Y con ello volvemos a las postu-
conformarse con "explicaciones" demasiado fáciles y generales que, en rcali-
raSi'antirrOmántigas", "antiexpfeSiOnistas", fOrmuladaS máS reCientemente por
dad, nada explican: pero encierra el peligro de vaciar la tina del baño con el ni-
ño adentro; de exclui¡ o, por lo menos, debilitar en su rechazo del peor histori-
Gombrich (130). A esta alturá result¿ claro que esas posturas implican un re-
chazo de la legitimidad de la iconología (¡no de la iconografía, fijémonos
cismo, todo vínculo entre los fenómenos artísticos y la historia. El "espíritu de
bien!) de Panofsky.
la época" sigue constituyendo un intentio miás no sea genérico y mito-
-aunque Reto¡,e¡¡os de este autor su ensayo, The Neoplatonic Movement and Mi'
lógico- de responder a un problema real, el de las relaciones existentes entre
chelangelo. Después de analizar el estilo de Miguel Ar,rg9l, I^.antgs de.pasar al
los distintos rostros de la realidad histórica (y ello con prescindencia del hecho
exameñ de los documentos iconográficos que aclaran el significado del neopla-
de que la actitud polémica de Gombrich, dirigida sobre todo confra Hegel y sus
tonismo del arüsta, y en general el significado histórico de su personalidad, Pa-
seguidores, se aplica en realidad, miís que nada, a generalizaciones de ti¡n
nofsky escribe, y ei eviáenrc que se trata de un pasaje crucial: "Todos estos
diltheyano). (124)
princípios estilíiticos y estos hábitos técnicos tienen un significado más que
[¡ mismo puede decirse del segundo objetivo de la polémica de Gom-
tor*At son sínfomas (symptornatic) de la esencia misma de la personalidad de
brich. Con [odo acierto, este estudioso rechaza las explicaciones "en clave ex-
presionista" del arte del pasado, que ya hemos visto condenadas en un pasaje Miguel Angel". ( 13 l) V en rigor, pafa Panofksy el tipo <1e trazo en el dibujo o el
tipóOe cinc'etadura de la piedra adoptados por Miguel Angel expresan, son sín-
citado con anterioridad. Intepretar el nervioso esúlo de ciertas miniaturas me-
dievales (que no por casualidad han sido "revaloradas" estéticamente por cier-
imas delapersonalidad profunda del artista. Y no sólo eso: lo son, también, dc
taciUca moderna como ejemplos de a¡te "expresionista") como si se tratara de
onr.ont uposición históiica general entre ideal clásico e ideal crisúano en el
Renacimiento, vivi«lo en forma evidentemente peculiar por un individuo excep-
los cipreses transformados por Van Gogh en un torbellino de líneas, significa
cional. Pero es claro que este tipo de deducciones se basa en una interpretación
ceder a esa especial deformación del gusto por la cual ya no se valora la obra de ..ñsonómica" de las obras «le arte
a¡te, sino que se reacciona inmediatamente ante el estilo en el que ha sido for- --€n este caso, de las obras de Miguel Angel
y de las contradicciones estilísticas "más que formales" (y de significado "más
mulada; estilo al que se considera "como si fuera una obra de a¡te en sÍ mis-
[ue individual") que la; caracterizan, según Pz[rofksy-, y en la correlaúva
mo" (125). Se trata de una deformación anühistórica, que se niega a ver la obra
concepción Oel ásdlo como "sistema inrc[ralmente expresivo", que Gombrich
de arte en el contexto de las convenciones estilísücas de su época. La actirud rte
rechaza. (132) Ese rechazo está vinculado, en Gombrich, a una muy acentuada
Gombrich tiene aquí raíces muy profundas que, como es obvio, van m:ás allá
desconfianza hacia el intento (que había anima«lo, como vimos, las invesúga-
del expresionismo como movimiento históricamente determinado. Lo que debe
ciones de warburg y sus seguidores) de utilizar las obras de arte, y en general
ser rechazado es la superposición al arte del pasado de una concepción del arte
los tesdmonios figuraúvos considerados desde el punto de vist:a del estilo, co-
nacida en épocas modernas como la necesaria ruptura con la tradición; del arte
mo una fuente pam la reconstrucción histórica general'
como expresión inmediata de la individualidad (o falvez del inconsciente) del
Hablando én términos justicieramente ásperos delallistoria social del ar'
anisra. ( 126) Al avanzar por esta línea de manera coherente, Gombrich terminó
por afirmar, en polémica con todas las estéúcas de tipo "romántico", que la te,de A.Hauser, ¡¡¡uy conocida también por los lectores italianos (133)' Gom-
obra de arte no debe ser considerada ni un "sín¡oma" ni una "expresión" de la
Uiict ate.tO contra "ál permanente riesgo de la Geistesgeschichte", de atribui¡
personalidad del arrista (127), sino el vehículo de un mensaje determinado, que
"al Ttistgeist de una época las características fisonómicas que r¿§treamos en
puede ser entendido por el espectador en la medida en que éste conozca las las maniiestaciones artísticas" de dicha época. (134) Más aun, en la recensión
poco crítica, por cierto- d e Las yoces del silencio de A. Mal¡aux, signi-
altemativas posibles, el contexto lingüístico en cuyo marco se sitúa el mensa- -no
je. (128) Esu adhesión, incluso cauta, a una corriente muy concret"a de la esté- ficarivamenre tiUtáOa André Malratu and the Crisis of Expressionism,Gom-
tica contemporánea (129), implica, por parte de Gombrich, una actitud fun- brich destacó que los protagonistas de la historia del arte son, para Malraux,
..esos
imaginarios superartistas que denominamos estilos"; esúlos que, a su
damentalemnte crítica frente a una parte de los presupuestos de los estudios
vez, "exprésan" el espíritu de los respectivos períodos históricos, por la acrítica
hasta aquí cons iderados.
fc (senaia Gombrichi en que "las a¡tes visuales ofrezcan el camino más corto
¿En qué se basaba, en efecto, la ranms veces recordada crítica al ensayo de
Panofksy y Saxl? En el rechazo a una posible vinculación de tipo "ñsonómico"
traiia la mentalidacl de civilizaciones que de otro modo nos serían inaccasi-
bles". (135) Esta advertencia reaparece con la dirigida contra la
o "expresivo", conno se la quiera llamar: o sea, el remontarse directamente des- ,,physiignimic _-en el discurso -junto
de la clase inicial dictada por Gom-
de determinadas cualidades formales de las pinturas del siglo XV, vinculadas "ocupat fallacy"
Uiich al ét carlo de Durning Lawrence Professor de historia del arte en
con el descubrimiento del espacio en perspectiva, a la actitud general de esa
sociedad, o de grupos pertenecientes a esa sociedad, frente a la realidad (naci-
cl university collegide Londres, en 1957. (136) Historiadores como J. Hui-
miento de una conciencia histórica en el sentido moderno). También implicaba,
r.inga y E. R: CuÍiñ, observa Gombrich, han puesto en guardia_contra.tal peli-
por supuesfo, la negativa a considera¡ las obras de a¡te de Brunelleschi" de Pao-
groT y Huizinga, agreguemos, debía estaf muy consciente de ello: confesó que
lo Uccello, etc., como síntomas, expresiones de determinada actitud general, si
íc triUia visto in¿ucidlo a escribir El otoña de la Edad Med.ia por "el deseo de

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conocer un poco mejor el arte de los van Eyck y sus sucesores, en estrecha re-
lación con la vida de esa época"; sólo que después agregó ---entrando en un tí- ("G. quiere confi¡ma¡ una antigua tesis sobre Filón usando el material figural-
pico círcukl vicioso- entr-e las fuentes privilegiadas a Jan van Eyck, por haber tivo, e interpretar el materia.l figurativo dando porpresupuesta su interpretación
"reflejado el espíritu de esos üempos de manera ejemplar". (137) de Filón") (140). Ahora bien, dice Gombrich" un ejempto de cómo es posible
En conclusión, es muy comprensible que en la diser¿acién académica que quebrar tales cÍrculos nos fue dado por el propio warburg, en su célebre ensa-
acabamos de cira¡, Gombrich ponga en guardia a los hisr.oriadores del arte en yo sobre el testarnento de Francesco Sassetti: por ese mismo camino, se ha
cuanto a "considera¡ los estilos del pasado como una mera expresión cle su aprendido a buscar relaciones con "oscuras supersticiones astrológicas o dile-
tiempo, de su r¿za o de su situación de clase" (la unión de los dos ril¿imos térmi- mas filoséficos" allí donde, hasta entonces, sólo se habían visto imágenes de
nos es ca.racterísdca de los prcsupuestos ideológicos riel autor); pero surgc la serenas procesiones. En esta capacidad de quebrar y renovar las interpremcio-
clara impresión de que esa insisrencia implica un escaso interés, ó, mejor aun, nes históricas asumidas acríticamente, y no (ello es característico) en la inser-
una notable desconl'ianza hacia la investigación de los víncu.los entre la obra de ción de las obras de arle en un contexto histórico genera], consiste, según Gom-
arte y la situación histórica en la cual ésta nace. Recordernos, opuestamente, la brich, el "rnétr¡do warburguiano", llevado a la perfección por Saxl. (141) pero
cxclamación de saxl cn un escrito que, al repasar los problemas de la historio- ahora" condnúa --no sin i¡onía- Ia iconología (término que Gombrich usa,
grafía artísúca moderna, trazaba una especie dc autobiografía cultural, desde la aquí y en otros lugares, como sinónimo de iconografíú OaD core a su vez el
eru«Jición posiúvisra a wólfllin y a warburg: una vez asimilada la lección tle peligro de caer en argumentaciones circulares, aunque sean de signo contrario;
wólfflin, "el nuevo principal problema, por lo menos en mi opinión, consistía vale decir, de proyectar inexistentes alegorías platonizantes en cuadros del Re-
en relacionar la historia del artc con otras ramas de la historia: política, literatu- nacimiento que sólo expresan una tranquila sensualidad. A esta altura aquí
ra, rcligión, filosofía". (138) Por cierro, fampoco Gombrich deja de observar, -y
Combrich insiste en los problemds que más le in¿orcsan-, si la iconografía no
por ejcmplo en la crítica al libro de Hauscr, quc existe un "clima mcnhl, una t¡uiere convertirse en un instrumento inútil, detre replantearsc "el problema
actitud que impregna la sociedad y los pcríodos históricos", por lo cual el zrtc y siempre abicrto del estilo de la obra dc arre". (143)
los artistas reaccionan inevitablemente a la uansforrnación de los "va.lores pre- AI alcrta¡ contra los pcligros de las invcsfigacioncs iconográficas, Gom-
dominantes"; pero adrnitido ese hecho, cn verilad de un carácmr basnnte gónó- brich no sc refiere a ningún estudio en particular. Pcro tal vcz sea posible ejem-
rico, el autor vuelve a lo que más lo apremia: "sabemos que el 'esülo' artísLico pliiicar tales ricsgos sobre la basc de un libro aparcci«lo rlcspués del discurscr
cs en realidad un índice basrante problemático de las t¡ansformaciones scrci¿rles acatlérnico de Gombrich: Pagan Mysteries in the l?enaissance,deü. Wirul (144).
o cultur¿les". (139) Después de cu¿ulto hemos señ¿rlado hasta aquí, no es posi- l-a doctrina y la sutileza inte¡pretativa de wind son conocidas: ü¿nto más signi-
ble dejar de reconocer lo bien fr¡nüdo de esta conclusión" pero no hay dudas de ficativo, entonces, es el hecho de que aquí la "disrancia crítica" entre la obra de
que el terreno por el cual nos ha conducido Gombrich es, sí, rnás fi_rrne, pero artc y el texto que debería comentarla y cxplicarla se pierda con tanta frecuen-
también más iirido. cia. (145)
Es sabido que la dificultad (o si se quiere, la excesiva facilidacl) de esLas in-
vcsúgaciones iconográficas esuí dada por el hecho de que para un gran número
de pinturas de los siglos XV y XVI podamos hiporeúzar, con absolura¡ seguri-
Vil dad, la existencia de_'programas" iconográficos pormenorizados, que sin em-
bargo sólo se ha¡ conservado por excepcién. Ello obliga al intérprete moderno
Y sin embargo, parecería que las investigaciones iconográficas estuvieran n moverse a tientas entre la selva de los textos clásicos más diversos y de sus
en condiciones de ofrecer una salida al peligro cierto cle las ;sociaciones dema- glosadores e intérpretes --desde Proclo a Marsilio Ficino, y miís allá-, sin po-
siado rápidzs e inmediatas, en ambos sentidos, ent¡e situación histórica y fenó- der contar jamás con la posibilidad de llegar a una vinculación entre texro y
menos artísticos. A diferencia de los hechos estilísticos, los datos iconográficos pintura que esté atesúguada de manera documenmcla. Afirmar sin sombra de
consdtuyen un inequívoco elemento de mediación entre deteffninado anrbiente dudas que el formr¡lador del "programa" del cuadro tenía prssente tal o cual pa-
cultural, religioso y político, y la obra de arte; inequívoco, es decir" objeti saje, esta o aquella intepretación de determinado mito, es casi siempre imposi-
varnente controlable. Por cierfo, no es casual que Warburg, y más aun Saxl, ble. El único criterio de juicio está dado por la plausibilidad y la coherencia de
insistieran en ese úpo de indagaciones. Ahora bien, en el ya citado discurso la interpretación propuesta Existe evidentemenre et peligro de llamar en apoyo
académico de 1957, Gombrich toma posición respecto de las investigaciones dc la interpretación personal de cada uno textos y glosas desconocidos, o no
icon<ryráficas, inspiriíndose en un artículo en el cual A. Momigliano, después tcnidos presentes por el forrnulador del "prograrna"; peligro que Wind reivindi-
de subrayar las notables discordancias que surgen entre los esturliosos cuándo ca, con una argumentación aguda pero un tanfo sofística (146), como una ca-
se traf,a de interpretar materiales figurativos, critica un libro de E. R. Goode- racteríst"ica no eliminable de estas invesügaciones sobre la iconografía rena-
nough sobre Filón, por haber recurrido, sobre esa base, a un argumento circular ccntista. Pero ese peügro trae aparejado otro mucho más grave: el de llegar a
una intcrprehción arbitraria, aunque en aparier¡cia coherente, do las pintur¿¡s en

«.
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cuesüón. Pongamos un ejemplo, Somado del volumen de Wind, con la adver- decir, qlese vuelve (y con esm cerrÍ¡rnos la digresión) al .tírculo vicioso,,
del
tencia de que se trata de un ejemplo extremo: un caso de interpretación fundada cual hablaba Gombrich.
en un malentendido textual. En él se podrán percibir, reflejados y acentuados
en una especie de espejo deformante, los riesgos del modo de proceder de
Wind, y en alguna medida de todo el método. I-a pintura objeto de la interpre-
tación es el fresco de Rafael ubicado en la Estancia de la Signatura, que repre-
VM
senta a Apolo y Marsias. ¿Qué signif,rcado alegórico se oculta tras esas figuras?
Al replanrear el no resuelto problema der estiló en ras artes figurativas
El estudioso recuerda ante todo-una famosa carta de Pico della Minándola a Er-
como antídoto de los sínomas de agotamieno de las investigaciones
molao Barbaro, en la cual, después de una alusión al, Banquete platónico, se iionográ-
ficas,las qY9 en el pasado habian desarrollado una imporrai'te runcion
enuncia una contraposición enre Marsias, terrenal, y Apolo, celestial: el alma de rup-
debe volver a entrar en sí misma y dar oídos sólo a las melodías apolíneas. De lura q
la historiogra{Ía. griqtiga y, en generar, en lá nismriogra}a soure Lt
Renacimiento, Gombrich insistía, comoiemos visr.o, en tos t"ñ;
qre re son
ahí, Wind pasa a examinar la invocación de Dante a Apolo (Paraíso,I, 13-21),
más caros desde el comienzo mismo de su actividad cíenrinca.
y en especial los versos: "Entra en el pecho mío e inspira tri / Como cuando a ialesiemas t¡an
tenido al fin una formulación general en un libro cuyo su¡iitrrto,-§ru¿¡o
Ma¡sias sacaste/ De la vaina de los miembros suyos". Los versos son interpre- sutta
psicologia della reppresenrazione piuorica, esmes eíocuente y
tados así: "Ent¡a en mi pecho e infúndeme tu espíritu conn hiciste con Marsias irta-*no, ,u-
aequívocos que er titrilo,Arte e iltusione.¿A quéequív*or nár r"r"rimos?
cuando le ar¡ancaste la piel que cubría sus miembros (...and so infuse me with igto
En el prefacio a la segunda edición ingresa, dnitido ru ruJr".iár-ituli-u,
your spirit as you did Marsyas when you tore him, etc.)" (147) Se trata de un
evidente malentendido: Dante no invoca en modo alguno para sí el suplicio de
",
Gombrich alude al rnalenre.ndicrosufrido poi algunos r.rr"r.ilo" Ji".n .l
libro una defensa del ¿ute ilusionista. se trara, como es evidentl, "n
Marsias, como paso obligado para la regeneración espiritual, sino qtre se limita de una inter-
pretación sustentada en la brpeza o en la animosidad polemica,
a invoca¡ la inspiración de Apolo para cantar melodías sublimes, como las que aunque fuera
recogida, en un nivel más refinado, por R. Arnheim, ,na,ü"*ián ro.u-
el dios había cantado durante el altercado con Marsias ("Inspira tú / como cuan-
rente de observaciones agudas pero, en general, superficial
"n y oesviaoa. 1ts:¡
do a Marsias sacaste...'). Pero esta interpretación errónea __"par& obtener el
Gombrich jamás soñó sosrener ia rcsis dáque el ane es sinónimo de [abiliclad
'amado laurel' de Apolo el poeta debe pasar por la agonía de Manias", comen-
ilusionisu. Porel conr.ra¡io, es indiscutible que la aserción biásica del
ta Wind (148F es "corroborada" en el acto por el hecho de que el fresco de libro
Apolo y Ma¡sias se encuentra entela Dispun y el Parnaso, y en los dos apa-
problemadcidad, la no obviedad-
!e la représenración ael munoo senriut" po,-la
parte del arrista- sería impensable sin eiadvenimiento
rece Dante, una vez entre los teólogos, la otra enue los poetas. Ello, para Wind, de un arte no figurati_
vo. Lo- subraya con gran claridad er propio Gombrich, ar final
es una confirmación de qrue Apolo y Marsiar "es un ejemplo de teologÍa poeti- trer voru-
tnen. (154) For orro lado, se sabe que É actitud de Gombrich
ca, que representa un misterio pagano colocado por Dante al comienzo del pri- hacia estas co_
,ientes artísticas no es benévola (lss); oe ahí, en parte, el cuestionamiento
mer canto del Paraíso"...misterio que expresa el tormento del alma humana de
It. Arnheim. Pero eso no interesa aqui.
poseída de la divinidad, su agonía en el instante en que alcanza el éxtasis supre-
Resulra difícil hablar de esr.e espténdioo libro. y aun más difícil resutraría
mo (149). Pero esta interpretación es insostenible. Como hemos visto, se funda
habla¡ de él.con Ia comper,encia necésaria: la del psicólogo
en una errónea captación del sentido de los versos de Dante, que no queda legi- uo"*¿, ¿Liásudio-
so de hisoria del a¡te. por añadidura,la exposición de
timada --ése es el asuntr ni por los comentarigs.a la Divina Convdia de los 6mbricr,is Áoy oenra
y apretada, tras la aparente flüdez y brillantez de su
siglos XV y XVI (por todos ellos, véase el neoplatónico comentario de Landi- estilo ensayísúco @t turo
nació originariamente como un cicio de conferenciasl. equr
no). (150) Pero se trata de un malentendido no casual: hasta tal punto lee Wind s&o nos ocupare-
mos. de algunos problemas que se entrelazan con el teroa que
a sus autores con los ojos de un neoplatónico florentino que introduce, somo en t emos óstaoo ra-
l¿¡ndo.
este caso, alegorías neoplaonizantes allí donde no existen. (151) Es un modo
Con gran riqueza de ejemplos y delicadeza de argumentacién, Gombrich
un tanto cu¡ioso de entender el Einfühlung del historiador. Sea como fuere, el .
hecho de que esta lectu¡a neoplatónica de Dante encuentre, en opinión de
demuestra que el artista no puede copiar la realidad ,;r*
¿r:;
aur'or compara tal concepción, e_n u! paralelo iluminador y nada
;;;lave.El
Wind, una (seudo) confirmación en la doble presencia del poeta en los frescos casual (se re-
cordará que Gombrich tryt¿dg de servirse, aunque sóío fuese poi una vea
de la Estancia de la Signatura, debe alerta\ me parece, sobre el grado de cohe- la
conscienremenq anqlógica, de cierúos esquemas deia teoría de
rencia interna y de correspondencia entre textos e imágenes, que es exigible pa- h i]nformación
¡rura inrerprerar los fenómenos anísticos), con la muy árrigru i¿." iéi'i¿ioru
ra que la interpretación iconográfica resulte de verdad plausible. (152) De lo
como nomenclatura; los trabajos de whorf, en espocüI, hañ
cont¡ario, ésa se convierte en un inst¡umento para leer en los testimonios figu- subrayado que..ei
itlioma no consiste ranro en dar un nombre u .o*s o rón".po, píü1rtnto,
rativos lo que se desea § por aladidura, con todo un arsenal de "pruebas). Es
rino cn estructurar el mundo de nuestra experiencia". pe la'misrña ,-"ra
66 67
los estilos... difie¡en en la sucesión de sus estructuras y en la canticlad de interro- justicieramente celebrada, stary of Art (163). Esra acentuación de la importan-
gantes que permitefi forrnular al a¡tista. Por oro ladq la información que nos llega cia de las convenciones artísúcas y del valor de la tradición es la faz positiva,
del mundo visible es tan compleja que ninguna figuración podría nunca trasmitirla pof así decirlo, de su polémica contra las interpretaoiones "expresionistas" de
en forma integral. Ello no se debe a la subjetividad de la visión, sino a su riqueza.". la historia del arte. Adernás, se vincula de manera esrecha cón el intento, ya
No se trata de la fiel documentación de una experiencia visual, sino de la fiel re- mencionado, de aplicar la teorÍa de la información al análisis de los fer¡ómenos
construcción de r¡n modelo relacional. (156)
artísticos. [¿ "novedad" de un mensaje es apreciable únicamente cuando se
En la consfucción de este modelo, el artista debe tener en cuenta, ante to- remite a una deter¡ninada tradicién; y no sólo es así, sino que la misma decodi-
do, el medio de que dispone. (157) Además, como muy bien lo demuest¡a ficacién de ese mensa.je presupone tra existencia de un núméro limilado de posi-
Gombrich, la representación de la realidad sería imposible sin la intervención bles opciones" De no ser así, subraya üornbrich, la comunicación serfu imposi-
de un "esquema"; un esquema provisional, acaso muy rudimenurio o hasta ca- ble. (l6a) Pero" ¿es justo afirrnar, como lo hace Arnheim en la recensión ya
!ual, que luego se irá modificando por medio del proceso, muy conocido por recordada, que esta acentuacidxl de Ia imporuncia de la tradición le cierra a
los psicólogos, de trial and error (158). Una clarísima confirrnación de ello Ia Gombrich la posibilidad de explicar lo que miás lo aprernia, es decir, p*:r qué el
da, por otra parte, lo que Gombrich define como "patología de la representá- ute tiene una historia? (165) I-a explícación de la estabilidad del éstilo, ¿va
ción", es decir, de errores debidos a la utilización de un "esqueman'que difiere quizás en detrirnentr¡ de la explicación de las trasfnrmaciones det estilo?
de la realidad (el litógrafo de comienzos del siglo XIX que dibuja los arcos de El propio Gombrich ha respondirlo por anticipado a algunas de las objecio-
medio punto- del portal de la cated¡al de Chartres corno si fuesen ojivales, por- nes de Arnheim. (166) Pero Amheim indica sin duda una dificulrad real cuando
que los arcos de una catedral góuca deben ser ojivales. "Esquema" es, pues, observa que, según Gornbrich, las transformaciones estilísticas se verilicar¡
una de las palabras-clave del libro; sin embargo, se ha señalado que el autor la cuando el artista confronta su esquema con l& natural eza, y de tal rnodo logra
fierzaa sucesivas acepciones diferentes, lo que provoca cierta confusión en el romper la camisa de fuerza dei esrilo tradicional para alcanzar una mayor o dis-
lector. (159). Sea como fuere, este descubrimiento de la imporrancia decisiva tinta verdad represenhÍ.iva. No es que, como supone Arnheirn, el remitirse a la
del "esquema", de esta conjetura inicial destinada a ser corregida y modificada, "verdad represent"ativa" sea inconciliable con la acentuación tle la importancia
de a poco, lleva por último a Gombrich a dernostrar el primer postulado de su de los esquemas proporcionados por la tradición para los fines de la nepresenta-
tesis: el artista puede copiar la realidad sólo si se remite a otros cuadros (prime- ción pictórica: Gombrich ha negado con energía toda exf.ensión relativista de
rapaÍe: Los límites de la semejanza con la realidad). El segundo postulado es, sus conclusiones al respecto" subrayando que, si bien en cada represenfación
en cierto senüdo, lo contrario del primero: Gombrich demuestra (parte tercera: hay un esquema, es igualmente posible hablar de representaciones más o me-
El lugar del observador) que la lectura de una imagen no es nunca obvia, ya nos acertadas" (167) Fero el problema sigue siendo el intuiclo por Amheim:
que el espectador se encuentra siempre frente a un mensaje ambiguo ("la ambi- ¿¡nr qué, en deterrninados perÍodos históricos, se eligen esquemas diferentes,
güedad ---escribe en determinado punto- es evidentemenle la clave de todo el que implican representaciones más o menos acertadas de la realidad?
¿Ello no
problema de la lectu¡a de la imagen") (160), y se ve obligado a elegir entre va- ocurre, tal vez, afirma Arnheim, por la modificación de las actitudes hacia la vi-
rias la interpetación justa. Los más rípicos hallazgos de la pintura "ilusionista" rla y el rnundo? (168) Según Arnheim, "la historia del arte es precisamente la
o naturalist¿ (el dibujo a pluma, la perspectiva lineal) exigen, para ser inte¡pre- historia del canrbio de estas concepciones", afirmación inaceptable porque
t¿dos de manera correcta, un ojo ejercitado, en condiciones de cotejar la ima- pierde de vista el objeto específico de la historia del arte (las pinturas, ús esta-
gen con el cartabón de una experiencia vivida. No podemos exponer aquÍ las ttns, los edificios), y termina por disolverse en una genérica y brumosa "histo*
argumentaciones de Gombrich al respecto; vearnos más bien sus conclusiones: riu de las concepciones del n¡undo". Por otro lado, la definición de "historia del
ltrte" propuesta por Gombrich, y contra la cual polemiza Arnheim, es, por cier-
En estos hechos debemos ver la razón última por la cual el arte tiene una historia, y to. demasiado limitada. Después de demostrar en forma brittan{e que Constable
una historia de tanta amplitud y complejidad" [,eer la imagen creada por el artista vcfa el paisaje inglés a ravés de los cuadros de Gainsborough, y éste a ravés de
significa movilizar nuestros recuerdos y nuestras experiencias acerca del mundo los de Ruysdael, y en general de los pintores holandeses, Gombrich declara" en
visible, y verificar esa imagen mediante proyecciones de prueba. Para leer el mr¡n- el'ccto: "¿Y de dónde habian derivado los holandeses su repertorio? L^a respues-
do visible en términos de arte debemos hacer lo contrario" Tenemos que moviliza¡ lo ü este úpo de pregunta§ es exaefamente lo que se conoce como 'hisüoria del
nuesEos recuerdos y nuestrrs experiencias sobre cuadros vistos, e ir probando el
nrte '. Todos los cuadros, como ha dicho Wólfflin, deben más a otros euadros
motivo, proyectando, también en este caso en intentos sucesivos, recuerdos y exPe-
qrro a la observación directa". (169) Una vez más resulta claro que, para Gom-
riencias, dentro de una visión limitada. (16l)
hrich, afirmar que el arte tiene una l¿rstorlc significa simplemente subrayar que
Estos hechos psicológicos son los que explican el.fenómeno "bastante sor- l¡¡s rlivcrsas manifestaciones artísticas no son expresiones inconexas, siño esla-
prendente" que es "la estabilidad de los estilos en el arto". (162) Acerca de es- hmcs de una tr¿dición. (170) El problema de la modificaeión estilrsriea sigue
fa estabilidad, por oüa parte, Gombrich había insistido ya en su hermosa, y [an nhicrto.

6ti 69

il
Antes de ver cómo habÍi¡ encar¿do Gombrich este problema (cosa que, ex- otro una pérdida (la disminucién del interés por la mudable retación enrre las
trañame[te, Arnheim olvida hacer en su reCensión), resumamos brevemente lo distintas caras de larealidad histórica y los fenómenos arrísücos) (173). se rra-
que hemos dicho hasta aquí. Ya vimos que, a partir de un rechazo de las inter- taría de una conclusión en modo alguno limitativa obvio que la única
pretacioneS "expresiOnisfas' de la hisOria del arte, que establecen refaciones manera de mantenqr viva una tradición de estudios-resulta
consiste en fecundarla con
iru¡udiatas ('fisonómicas" o de ofo tipo) o en definitiva apresuradas entre nuevos aportes-, pero sí apresurada. Ante todo,, es necesario ver cómo resuel-
obras de arte y situaciones históricas o psicológicas, Gombrich había termina- ve Gombrich, dentro de la perspectiva teórica por él adoptada, el problema cru-
do por acentuar al extremo la importancia de la tradición en la historia del arte, cial de la modificación de los estilos.
demosfando que la fepresentación pictórica de la realidad se hace posible, en
términos literales, por la existencia.de otra§ obras de afte y, en consecuencia'
establece como §nalidad, más que predominante, exclu§va, de la his6ria del
arte la reconstrucción de los vínculos y de las relaciones de dependencia o de
Ix
contraposición que unen entfe sí a las distintas obras de'afte. Bastará recordar
una vez más la declaración de Saxl, según la cual el problema más urgenteres- Art and lllusion tiene una triple dedicatoria: a Emanuel l-oewy, a Julius
pecto de la historia del arte er¿ el de poí¡er a esta última en relación 'ton otras von Schlosser y a Ernst Kris, a quienes Gombrich proclama sus maestros. En
rünas de Ia historia: política, literatura" rcligión, filosofía', para captar la diver' colaboración con Kris ---cx discípulo de Schlosser, que pasaría, de los estudios
sidad de las dos conCepciones. Como confirmación, está el hecho de que Gom- dc hisoria del arte al psicoanáIisis--, Gombrich publicó en 1937-38 un ensayo
brich, después de señalar la noción warburguiana de PatlosfornrcIr¡ afirme: ¡itulado Principles of Caricature (174). En é1, después de subrayar que la cari-
catura propiamente dicha nace a fines del siglo XVI, en el arnbiente de los ca-
La importancia que él [Warburg] da a la circunstancia de que los artistas del siglo rrc.ci, los autores se preguntahn el porqué de ese alumbramiento relativamen-
XV, considerados hastaentonces los campeones de lapuraobservación de lareali- te tardío. Desechada la insosrenible hipótesis que interpretaba ese reúaso a la
da( se sirvieran con tanta frecuencia de fórmulas derivadaq provocó tma gran im- luz de la evolución de la habilidad manual de pintores y dibujantes, Kris y
presión Gracias, además, a su interés por los úpos iconográficos, sus seguidores Gombrich se detenían en la correlación, postulada por Brauer y Wit¡.kower, en-
ádri¡tieron, medida cada vez más ampli4 que el depoTder de t¡na tradición es la tre el nacimienfo de la caricalura y el coincidenrc surgimienm de la individua-
regla también"npara obras de arte del RenacimienO y del Barroco que, hasta enton-
lidad y el sentido de lo cómico. Pero incluso esa explicación debía ser recheza-
ces, habían sido consideradas francamente naturalistas. (171)
da en primer lugar, porque los dos fenómenos no son en verdad coincidentes
Resulta evidente que aquí Gombrich reinterpreta sutilmente la tradición (¿acaso en el Renacimiento estuvieron ausent€s el descubrimiento del indivi-
warburguiana, proyectando en ella sus propios problemas, aunque se trata de duo o el sentido de lo cómico?); en segundo término, por motivos de carácter
problemas que los estudiosos vinculados de manera más estrecha con dicha tra- general. El his¡oriador del arte recurre a la literatu¡a, el historiador de la litera-
fución habían dejado abiertos o habían resue¡to de manera excesivamente Épi- tura recurre al arte y ambos a la filosofía, cuando no logran explicar determina-
d¿ Y el propio Gombrich se refifió implícitamente a esa reorientación de la dos problemas surgidos del ámbito de sus respectivas disciplinas. A pesar de su
investigación cuando, en una emocionada alusión a la señora Bing, habló del fecundidad, esúos intercambios interdisciplinarios no pueáen soslayar el pro-
escepd¿ismo de las nuevas generaciones, crecidas en lma tradición académica blema metodológico de la "explicación" histórica. Dadoque el hisoriadoira-
diferente, ante laKulturwissenschaft,dentrode cuyo§ límiteshabían madurado baja con acontecimientos irrepetibles, el concepto de "eiplicación" debe ser
los problemas de Warburg. Un escepticismo que, por cierto, Gombrich com- utilizado con cautela. Pero la caricatura es un fenómeno, además de histórico,
pa¡¡e. (172) Por otro lado,la propia Bing tenía plena conciencia del surgimien- psicológico, y como tal se inserta en un proceso repetible y describible. (175) y
-O
de nuevos problemas y nueva¡ orien¡aciones científicas en el ámbito mismo Gn efecto, la explicación del mecanismo de la caricatura eñr rastreada por los
de la tradición warburguiana cuü¡do, al presentar los escritos de su maestro al autores en el terreno psicológico, e individualizada, siguiendo las huellas de un
público italiano, inütaba a regresar a las fuente§, es decir, a los escriüos de War- célebre escrito de Freud, en la analqgía entre ca¡icatura y chiste. (176)
burg para medir la imprecisión y el carácter purar¡ento genérico de la expre' Todo eso es importante, en primer lugar porque Gombrich se basó recien-
siOñ' méO¿o warb¡rguiano", usada a propósi6 de invesügaciones tan difefen- lcmente en ese trabajo de Freud para volver a proponer su interpretación de los
tes como las sr¡rgidas a lo largo de más de cuarenta años en el ámbito del Insti' fcnómenos artísticos (177), y en segundo lugarporque las dudal expresadas en
tulo. aquel lejano ensayo a propósio de la explicación histórica reaparecén en un pa-
A esta altura se podría llegar a la conclusión de que la orientación impre- rrjc crucial de Art and llhtsion.l¿ necesidad de "explicar" lo que él define óo-
sapor Gombrich, con sus geniales invesügaciones, a la radición warburguia- mo "la revolución griega", es decir, el pasaje, decisivo para hhistoria del arte
na,implica por un lado una gananciá (la profundización de los problemas del ilusionista desde el arte egipcio al giego, obliga a Gombrich a abandonar (co-
esüo licúrico, grrcias a los instrumenúos que ofrece la psicología) y por el mo ya lo habfa anticipado en su discurso académico de 1957) (lz8) eI terreno

70 7t
rJe la psicología: a esta altura, vuelven a asaltarlo sus antiguas duclas sotrre la recta d9 la concepción, ya expuesta, del arte comü "n'¡ensaje", corno -'comuni-
explicación histórica. (179) Casi con repugnancia" introduce un concepto nue- cación".
vo: el de "función" (function). La disdnra función que el arte cumplía en Egip-
to y en Grecia es lo que explica esta decisiva transforrnación del estilo. En Toda culrura y toda co¡nunicación, escribe Gombric&, se funda en el juego recípro-
co_de expectativa y observación, es decir, en los altibajos de satisfacciól y fruitra-
Egipto, se requería un a¡ie funera¡io de tipo picrográfico, capaz de representar,
ción, de jr¡stas suposiciones y mnvimientos equivocaáos que constituyen ,ru*rt u
no aconfecimientos mudables sino, en concorelancia con una concepción reli- vida cotidiana.." I-a experiencia del arte no escupa a
giosa concrerta, situacioncs típicas, sustraídas al ilujo tcrnporal: el "qué", no el regia general. Ún estilo, no
menos que rma cultura o una mentalidad muy extendida, "sm
cletermina cierto horizon-
"cómo". (180) En Grecia, el surgirnienfo de una libertad, desconocirla en otras te de expectativ4 una acrirud ¡nental (mental ser) que registra roda tlesviación y
partcs, en la narración de los'episodios míticos (piénsese en Flomero) y la con- modificación con !a más aguda sensibilidad. (lg4) -
siguiente posibilidad del a¡tista de concenrar su atención en aspectos margina-
les y transitorios de la realidad, en el "'córno" y no en el "qué", provocé una es- Hn una ocasión Gombrich comparó la cor¡'lunicacirin artística con el telé-
pecie de reacción en cadena, que indujo a los esculmres a representar el cuerpo grafo inalámbrico. (185) Para retomar la comparacidn" podriamos exrraer del
humano de una manera nueva, no pictográfica ni esquemática. (lBl) Este con- librc¡ de Gornbrich una secuerlcia de este tip: requiretnánts -
function - form -
cepto de "función" lleva así a Go¡nbrich a quebrar el círculo mágico de las pin- mental s"et. En el polo trasrnisor tenemos las'"exigencias- (no sóto esrétióas, si-
no políticas, religiosas y demás) impuesnas
turas que se pare{en a otras pintrrts, o que faran de resolver proble¡nas forma- ¡»r la socie¡lad'"'en la cual es válidcr
les plzmteados por otras pint"uras: "la for¡na dc una representación **escribe-* cse lenguaje visual dado"; en el polo receptor rensrnos el mental Je/, o sea, se,
no puede ser sep*rircla de su fina.liclad y de las nccesiclades {require menÍs) clc la
gtln la tlelinición de combrich, "las actitudes y las expectativix; quc influir¿in
sociedad en la cual es r¡átrido ese lengu;rjc visural dndo"" ( I 82) I-os grandes carn- sobre nuestras percepe iones y n<ls predispondrár a ver u oír una cosa más bien
que ofra". (186) Pero cs evidente que est¿xJ nociones, y sus relaciones directas,
bios del guslo se cxplican, pues, par¿l Gnrnbrich, con las mutacioncs de las
planrcarn una serie dc problernas quo van mucho másallá dc la alirr¡ración
"exigeneias", que por lo demás nHrlca parecen rlicladas por motivos meramcn- de
te estéúcos. Véanse las páginas se¡bre el fin del arte clásico.
wólfflin, que cornbrich hizo suya, de que "todos los cuadros deben más a oros
cuadros quc a la oLrservacidn directa", y que no pueden ser resueltcrs ni por Ia
El surgünient.o de las nuevas religiones orientales hal¡ía ¡educiclo su función (/anc- psicología, ni por la reeiría rje la información, ni por una hisroria del arte que se
tion)."fal vez la inevital:le trivialización de la imagen"a consecuencia de la progre-
Iimite.a rastrear los prós[rmos verificados entre los distintos pintores o escuelas
sivamente difundida capacidad técnica y del gusro por el virn:osismo, había hech<¡ pictóricas. {1tt7) Hs verdad quc esos préstamos" esa e*t aordinaria..fluidez" de
que el atte de la "mimesis" resultase vulne¡able. En la época de Augusto ya se ad- la tr¿dición anísr.ica, son trechos reales e importantes: Gombrich lo demostró de
vierten indicios de una modificación del gusto, que se orienta hacia mocft:s rniís ar- ¡nanera definitiva" Pero son insuficientes para explicar no sólo las modificacio-
caicos y demuestra aclmiración por las formas rnisteriosas de la ir¡clición egipcia. nes profundas que se producen dentro de dicha tradicién, sino ni siquiera la
Lasfórmulas existente.s debieron adaptarse aias nuevas exigencias dc sotrcmnidad comunicación que se establcce entre un artista y su priblico. Ello ha siijo reco-
imperial y de revelación ciivi¡ia. .4 1o largo de este proceso de atlaptación, las con- nocido p:r el propio Gombrich cuando, después de seña]ar el -"control que el
quisras dei ilusionismo griego fueron ¿rmmbadas poco a poco. Ya n<¡ se le forrnu-
'virtuoso' sabe ejercer sobre sus medios expresivos" y "el sentido de los valo-
laron a la imagen Xlreguntas acerca del "cómo y el "cuarrdo'"; se redujeron al ..qué',,
a la exposición impersonal. Y así como cesaron las preguntas del observador de la
res esenciales que le-perrnite eliminar lo que podría ha!:er de redundante, ya
imagen, tambié.n sesaron las del artista a la naturaleza. El esquema n«¡ fue someli- que puede conr,a¡ con un público que sigue las reglas del.iuego y sabe captar las
do a crítica y corregido, y así siguió el impulso natural hacia el esrereoripo rníni- alusiones", agregó: "El contexio social en el cual eflo ocurró há sido muy poco
mo... En los rnosaicos de Rwena el arte volvió a ser un instrumento; y una modifi- cstudiado. De todos mo{os resulta evidente que el artista se crea su élité, y és-
cación de función (function) da lugar"a una modificación de forma. (183) l.a crea sus a¡tislas". (lB8) Esr{ muy claro queasí es corno sucede; pero
el iórno
sucede se mantiene un ianto osci¡ro. El concepto rnisrno, presupuesro en Árf
Pero con las "preguntas del observador a !a imagen"'enra cn juego una
and lllusion, del a¡te como cornunicación, planrea proble*os qué piden ser re-
nueva noción, la del tfiental sef, término verdaderamente erucial dei libro, que
sueltos en un eontexto más arnplio. la historia (las relaciones eñre los fenó¡:ne-
el traductor it¿liano convierte, bien en nwssct ü fuoco rnentale ('"enfoque nos artísücos y Ia hismria política, religiosa, social, de la mentalidad, etc")
men[al"), bien en atteggiarncnto rnent*le ("aetitud mental"). La modificaci6n
cxpulsada silenciosamente por la puerta, vuelve a enuar por la venfana. For
de Ia "'funciún" del arte (que para Gomhrich se halla en en origen del cambio de
cierto que el rechazo de las vinculaciones "fisonómicasn', o en todo caso inme-
la forma) presupone el surgimiento, por un lado, de distint¿s 'nexigencias",
diatas o superficiales, debe considerarse como cosa firme¡nents esmblecida.
relacionartas, por ejemplo, cotrl'olas rluevas exigencias de solen¡nidad imperian
Pcro cuando se lee, al linal del prefacio escriúo de manera expresa para la edi-
y de revelación divina"; y por oao lado, de una actitud cliferente de perte del es-
ción italiana de Art and lllusion, el programa de investigaciones prudenrenien-
pectador. I-a ím¡xlreancia de la nor:ión del tnental sÉ, desciende de manera di-

72 73

lr;iir
¡e delineado por Gombric[i la formulación de nuevas preguntas sobre
-"Qs¡en sl arte, quiás podamos suscitar nuevos
el vínculo entre fonna y función
contactos con la sociología y la antropologíia. Pero ello, en gran medida, perte-
nece al futuro" (189F, viene al c.aso preguntarse si el silencio sobre los con-
tacos con la hisoria (política, religiosa, social y demás) es o no casual. I¡s na-
bajos más recientes de Gombrich, si bien incluyen un notable ensayo sobre Iáe
Early Medici as Patons of Art: a Survey of Prirury Sources, que retoma, de
manera significativa, los temas warburguianos, aunque con un espíritu diferen-
te, no dan respuestra concretaa este intprrogante. (190) Y el lector, que ha segui- Notas
do la producción originalísimd de este gran estudioso, espera con curiosidad, e
incluso hasta con impaciencia, sus desarrollos posteriores.
(l) A. Warturg, El rcu cimiou del pganisno atiguo,Florureia, 1966 P¡cfacio dc G. Bing,
trrduccióo dc E. Cantimori hcpodido verclvdurncn, rodavla ¡o disuibuido ctt übre¡la¡ c¡¡
cl momcnto dc escribir csto, cuando cst$a cn pnrebar dc imprcnta. La int¡oducción de l¡
Bing apareció en cl -Journ¡l d thc Warüurg and Courrauld Instin¡tc (cn a&lrntc. abr€vi¡-
do lw{x), ,offIII (1965), pÁSs, »9-313 (sc tra¡a dc l¡ vcrsióq anrpüurenrc ¡cvis¡d¡, dc
un¡ confercnci¡ pro.nunciada cn d Cq¡¡t¡uld Instiq¡c cn 1962). A difcrcrri¡ dc l¡ cdición
alemana peparada por la misma Bing (Die baewnory d¿r h¿idtisclun Anti*¿. Kvlttllr,tb-
scttsclufiliche Bcitr¿ig¿ zu Gcschichtc b cuo¡iiisclun Rctuissatrc,2 volr., Iripzig-
Bedlr¡ lf32), lc ensayc 8c cncuentran dispucsroc co ordc¡¡ cronológico; sc hm omirido
algrmoc escritoc me¡¡o¡ts y lor a@dicec. Es¡6 ú¡timon abarc¡ban r¡¡rto los agrcgador in-
cluidoc por lor canrpiladores da l¡ cdició¡¡ cq¡ro l¡s corrrccioncs. en ocrsicrcs signiñcati-
vas, de mano del propio Warburg (cfr,, por ejenrplo, cl prefacio dc G. Bing e la cdición alc-
mana, póg. XvI), De modo que ni lo¡ disrinos agrcgadoc ni lrs corrcccior¡cs del autorhan
sido ter¡ido¡ e¡r cuenta para la odición it¡lima. Sobrc lilarburg, cfr. la bibliografla indicads
por le Bing, prefacio a La rituscita..., 4. nota; agrcgar cl optisculo, imgcso por
"ir, Ég. ¡illortc zu¡ Bcis¿tzung von Prof*sor Dr.
propia cuenta, Aly M. Warbwg zwt G¿diichtnis.
Aby M.lVarbug. Darmsudt, slf (perc cs de 1929), discunos y tcstimonios dc E. Wañurg,
E Cassirer, G. Pauli, W. Solmitzy C. G. Heise; cn afndicc se rcprcducen les notas ¡recro-
lógicas, ya aparccidas cn otro lugar, dc E. Panofsky y F. SaxL -F. SsrJ, Ia stqb &lL im-
nugini,Baria 1965. prefacio de E G¡rin, ¡raducció¡r ds G. Venezi¡ni, pdgs, )OCX-223, cott
247 grtbdos.l-ts v¡riaciones respcco dc la cdición inglcsa, y cl c¡rác-ter de l¡ selecci6n, se
indican en l¡ advertencia quc precedc al volu¡¡lc¡r. Es de ls¡rcntar el desordcn co¡r qr.rc han
sido publicadoc loc grabados que ilustrur los ensayoc L'apprtanunto Btgb y La Vilb
Fanusitu. - E H. Gombrich , Art¿ c illu¡io¡e . Stndio sulla psicologb dclla rapprcscntazb-
ttc piltorica, TurÍn, 1965, traducción dc R. Federici can un prcf,acio escrito por Gombrich
expres¿mentc pan la edicióa italiana (en cambio fdta rc, cl prefacio a la
scgunda edici& inglesa).
(2) E. Panofsk¡ la Fospettiva conu 'fomu sitnboliu' e altri scritti,\llilíq 1961, ptparada
por G. D. Neri, can un¡ Not¡ de lvL Dalai (esoe mismos cnsayos, con algunos más, y aom-
pañadoc por rma tÉbliografia actualizada de los escrios dc Parofsky, han sido ¡ecienrcmsr-
te rcnnidoc y rcimpresoe en su idioÍr¡ original corr el tíurlo dc ASriitzc n Grundftagcn der
Ktutswisscttscluft, Berlín, 151\,id.,il signifnaro rrelh aili vi¡iv¿, Turf¡r, 1962
(3) Cfr. Bing, prefacio a I.a riusciu..., cil. pág¡. 3 y 6 y. dc la mism¡ uta¡a, d Riarb ü
Fritz fuxl (1890-1%8),Wblic¡do ea aúrdricr- t La storia dclle innugini..., cit.. pág. lE7
Cssxl c&side¡6 sicrnprc a l¡ biblio¡e¡a como l¡ m& cunpleta exprcsión & l¡¡ idc¡¡ de
Waóurg, y se ¡'reocupó pormantcncrinalterado s¡ orde¡r¡micnto ¡l máximo grado posi-
blc...'). Sobre G. Bing, úr. Gcrtrud Bing, 1892-l9A, Lqrdrcs, 1965, on cscritor y testi-
monic dc E H. Gü¡bricl¡, D, Cantimori D. J. Gordon, O. Klanppertr. A.Modriglianoy
E h¡rdic Qoc cscrios dc D. C¡ntimori y A. Mamiglimo ya haHan aparecido, respcctiva-
mcotc cn "hincrari", )ü 0964), págs. 89-%, y'Rivista storicr iuli¡r¡¡", I)oryI G964).
págl. E56-5E).
({) Véare, por lo denrás, la prcrentación de F. S. Trapp en 'Srudi Mediev¡li" (serie I[ tr 1961,
págr. 745:50).

74 75
(5) Bing, en a$ndice a l¡t storia delle itnnngini..., cit., Sg. 182. York, 1939 (cfr. Il signiftcato.."; cit., págs. 3l-57); dr., por ejemplo, la comparación traza-
(6) Id., kefacio a f¿ r¡'¿ascita..., cit". Sgs. 7-B (el término *desüaciór¡" es usado por la Bing); da con la relación 'etnografía'f,emología" (Hoogewerff, pág. 58; Panofsky, pág. 37). Se
F" Saxl, Di¿ Bibliutuk Warburg, und ;h¡ Z;el, en Biblialuk Warburg, Vortráge 1r2l -22, trata, de todos modos, de un mero punto de panida insertado por Panofsky en un contexto
Leipaig-Berün, 1923,pá9.2;id",Warburg's Visit to New M*ico.wr Lectures, I, Londres, diferente y más ampüo (para el mismo, véase más adelante), que desarrolla las ideas formu-
1957, págs. 325-30. Amaldo Momigliano, en "Rivista sorica italiana", 196a, pág. 857, ob- ladas en una conferenci¿ de 1932 (véase la traducció,n i¡¿lia¡la en La prospeuiva..., cít.,
*sobre págs. 215-32). A la importancia del anículo de l{oogewerff en relación con las formulacio-
serva que Saxl y Bing tenían el.paganisrno ula noción menoa 'primitiva' que Vfar-
burg, y muy pronto asi§naron un presto destacado, en el programa de trabajo del Instituto, nes de Panofsky se reñerc J. Bialostocki en el importantc anículo lconografn e iconologb,
a las investigaciones sobre el platonismo"'. en Enc ic lo pe db univ ersal e fu ll' ar, e, Yll, I 63 :7 7 "
(7) Cfr. C. G. Heise, Persiinliche Erinnerungen an Aby Warburg, Hamburgo 1959" y también (21) Bing, Prcfacio a larinascita...,at., Sgs. 5ó; y cfr. ibid.,págs.20-21 a propósito de la rras-
G, Pasquali, Aby Warburg, en Vecchie e nu¿,ve pagine stravaganti d,i un filologo, Turín, rnisión de las imágenes astrológicas. De la Bing véase además, ya en este sentidq la nota a
1952,fi,ss.6641. propósiro del ensayo de G. J. Hoogewerff citado más atrás, en Kulturwissenscluftliche Bi-
(8) Acerca de todo es¡.o véanse en primer lugar las pági¡as de Cassfuer, en Aby M. W arbwg zum bliographie zum Nachleben der Anlil<¿. Erster Band, /93,1, preparado por la Bibliothek
Gcdichtnis..., sttdn. Warburg, Leipzig-Berlín, 1934, pág. 77.
(9) Cfr. Heise, P¿rsózlichz Erirnerungin.., cit-, frgs. 3740. Q2\ [,os dos tqnos aparecidoa con el ¡ítulo Die Ern¿u¿rung der heidnbchen Anlik¿ iban a ser se'
(10) Cfr.G.Bing.AbyM.Warburg,en"Rivisusroricaitaliana", IJO(II(1960),pá9. l05,ypre- guidos por varios otrost ntmca pubücados, que abarcarían apuntes, cafas y los fragmentos
facio a l¿ rinascü¿.... cit. Del escrito de A. Flildebrand existe una traducción iuüana, pre- del atlas de los símbolos que Sozaron de difusió'n a lo ancho del mundo mediterráneo, el
cedida por un ensayo introducrivq ambos de S. Samek lndovici (Messina, 1949). cual se iba,a anular Mnemosync-
(l (23) F. Saxl, Er¿sl Cassirer, enTlu Philosophy of Ernsl Ca,ssirer, volumen preparado por P. A.
I ) Sobrc el tema de la Fotuna, cfr. ante todo A. Doren, Fortwu in Miltelalter utd in d¿r Re.
nabsance,enBiblioth¿kWarburg.Vortriige 1922-2i,1^*ipzig-Bcrlín,.1924,págs.7'L-144. Schilpp, Nueva York, 1958, pá9. 49.
Un testimonio de que los contemporáneos eran cqrscientes de lalcomp§idad y densidad de Q4) Ambos ya citados: cfr. las nous 13 y 21. A la inrroducción al primer volumen dela Biblio'
est¿ representación de la Fortuna se encuentra en un dibujo preparado para los trajes de la graphíe repliú un polémico artículo de R. Oertel, aparecido en "Kritische Berichte zur
"Mascarada de los Doses gentiles" celebrada en Florcncia en l5ó5, de la cual se ocu@ kunstgeschichtlichen I.iteratur", Y (1932-33), págs. 33-40, que propugnaba, verosímilmen-
también Warburg, Representa a la Fotuna con una vela de barco henchida en una rnano; la te por influencia de FI. Sedlmayr (cit- en la pág. 40) una inte¡pretación "estructural" y "au-
leyenda expresa: "Esta es la Fonuna; el brazo con el cual sostiene la vela es simulado y pa- tónoma" de los-fenómenos anísdcos"
rece verdadero, y sení un herrnoso disfraz y tendá gran sigrilicado" (Biblioteca Nacional (2s) Warburgs Begriff..., cit. pág. 170.
de Florencia, ms. Palatino C B. 53.3, U, h. 54). (26) lntroducción ala Bibliographi¿..., cil., pág. YII. Wind recuerda también la diatriba de War-
(12) Bing, en Aby M.Warburg..., cit., pág. 109. burg curtra las cerradas estructuras cprporativas (rero la palabra usada por Warburg,
(13) Cfr. E. Wind. Warburgs Begrff der Kubwwissenschaft utd seiw Bedeautg fiir die Aest- Grenzvráchlertu.m, era más fuene y sarcásúca), y no polemiza sólo con Wólfflin y su inten-
hetik,en "Zeitschrift für Aesüerik und allgemeine Kunstwisse¡rschaft", xxv (1931), apen- to de ftmdar una Kunstgeschichte ohne Natnen, sino ¡ambién con Windelband y la idea de
dice que conúene las act¿s del IV Congreso de Estética y "feoría de las Artes, realizado en una Problemgeschichte que pueda dejar de lado el contexto histórico en el cual se generan
Llamburgo del 7 al9 de octubre de 1930, sobre el tenacestaltung von Ra*m undZ¿it in &r los pro,blemas filosóñcos"
Kunst,pág.175; Bing, Prefacio a l¡¡ rinascita."., cit., pág. 18. (27\ Cfr. rodo el paágrafo Das Symful ab Gegenstand kulturwissenschaftlicher Forschung,
(la) E. R. Curtias.Europdbche Literatur und lateinisch¿s Mittelalter,Bema,l94S (cfr. ¡ambi&¡ págs. VItr-XI de la Inuoducción cirada. A las no aclaradas rclaciones de Wind con el pensa-
el índice); id., Anti*¿ Pathosfornuln in der Lit¿ratur des Mittclalters, en F"stu¿lios d¿dica- rnienro de Cassirer se refirió Oertel, cit., Ég. 39.
dos a Men¿ndez Pidal,Madid,1950, I" págs. 257{3, donde la remisi&r explícita (no sólo (28) Cfr. Warburg, La rirascila.." cit., gig. 3.
en el titulo) a Warburg resulu singularmente sigr¡ilicariva. (2e) Cfr. Saxl, Ernst Cassire¡..., cit." págs. 47-5l.En determinado momenro, bmbién Cassirer
(15) Bing, A&y M.Warbwg.., cit., pá9. 107. se rcmitió explícitamer¡¡e a Vischer, penc sólo para acentuar con rnás fuerza su concepción
(16) Un ejemplo csracterÍstico, a propósito de los pintores florenrinos de arcor¡es:'Ahora hie*. del 'símbolo", ubicado no ya solamente en el centro del arte, sino de toda la vida cultural:
lo que olorga a este arte del amoblamient<¡ bello un gran atractivo no es,.. el valor anístico cfu. Das Symlnl-Problem wtd seine Stellung im System der Phílosophie ,en"Zeitschrift für
en sí, ni tampoco el campo Emático 'romántico', sino más bien, por el contr¿rioi el placer Aesthetik und allgenreine Kunsewissenschaft", xx (l9Z7), figs. 295 y 321-22.
*Repertorium
enérgicamenre impetuoso de la existenci¡ fesúvamente movida y lujosa, que espera" irnpa- (30) Publicado en für Kunstwissenschafi", xutr (1V22). págs. 22O-72.
ciente, batallas antiguas y triunfos poéticos, como indicación para entrar en escena..." (La (3 l) Die BibliottekWarburg utú iln Ziel..., ci¡- En este trabajo, como en el anterior, Saxl habla
rinascita..., cit", p,ágs. l5l-152). Y véase tarnbién la cita que sigue a continuación. eo el de Warburg, quien se encontraba hospiuüzado" sienpre en tiempo pasado.
texio. (32) E. Panofsky y F" Saxl, Classical Mytlology in Medi¿eval Art, en'MetroPolilan Museum
(17) La imponancia de este pasaje ya había sido destacada por Wind" Waúwgs Begrff..., c\t. Studies", ry (1932-33), págs. 228-80.
pá9.167. (33) Para la cortraposición entre los dos estudiosos, propuesta por E. Garin, véase más adelante,
(l 8) Die Envuerwg..., ciL, tr, $g. 535. nota 44.
(1e) Esta frase es recogida casi al pie de la letr¡ por Saxl, para definir el objetivo de las invesú- (14) il significaro..., cit , Sg. Sla. Las investigaciones sobre las transforrnaciones de Hércules
gaciones de Warturg: Tlvee "Florentiaes" : Herberl Horne, A. Warburg, tacqws Mesnil, aluden, como es evidente, al libro del propio Panofsky, Hercules dm Sclnidewege utd an'
en L*cturcs,l,Lurdres, 1957, pág. 341. der¿ antik¿ Bildstoffe in der twu¿ren Rwst,l-eipzÁg-Berlín, 1930 (Studien der Bibüothek
(20) Véase en este sentido G. I. flwgewerff, L' icoaoloyi¿ l'éttt& Warburg, XUtr)"
es son in Wrtance pour syslé-
turíque dc I'art chrátien,q"Nüsta di archeologi¿ cristiana", VIII (1931), págs,60{1. Es- (15) Cfr. E. Panofsky , Renaissance and Renascences inWestern Art, Esrocolmo, 1965. En rela-
te €nsayo, por la clara diferenciación establecida entre'ioonografía" e '1conologia"'consti- ción con Burckhardt, cft. Sullo studio della slarra, traducci&l de M. Montinari, Turín,
tuye un signiñcaúvo precedente, sobre todo desde el punto de vist¿ de la terminología. del 1958, págs. 85-86.
escrito de Paroofsky lcowgrafia ¿ iconologia. lntruluzionc allo studio dcll'arte d¿l Ri¡as- (3ó) Iin este punto los autor"§ se basanr por otra pane, en el desarrollo de algunas de las obser-
cbn¿nto, publicado primirivarnente corn<¡ inur¡ducción a los "§rud¡'¿s ia lcozology, Nueva vaci<x¡es de Gentile sobre los motivos anüascé*ictx presentes en la obra de Giannozzo Ma-
ncrti.

7(, 77
Q7l Classbal Mytlolog..., cir., pág3. tlV74, a cspecial $g. 74. Tal aproimación, muy ca- conoían-üchos esquemas" (¿cuáles?), sino que hasla destruíanl1s no mejor especificadas
n a Pmofsky, ha rido formulada por ésrc a muchu oporr¡nidades: cfr.. por ej., l&a (pr 'categorlas ¡ ellos ¡ometidaCt, eteáerq etcétcr¡. Tampoco coadyuva al entendimiento de
bücad¡ c¡¡ 1924), trad. ir., Florencia, 1952,pÁgt.36. 125: ll significalo... cit , págs. 53.54; todo ésto h perentori¡ conclusión de G¡rin. Un¡ vcz má§, el lector se ve obligalo 1 lenur la
Rcnaissa¡c¿ aad Rctuscenccs..., cit., frg* l(ts. P¿r¡ l¡ crftica formulada al rcspeco por E. adivinaciór¡.'¿Qué querrá dccir la éurios¡ exprcsión'ciart¿s análisis de psicología profun'
H. Gombridr, vé¡¡e.mós ¡del¡nrc. da,? No cs r¡ia rcfeiencia a Jung. porque la nora tn ac peg. xviii parccc excluirlo (c{r.,_cn
Q8) Sigue una me¡rción ¡ lr tran¡form¿ción (hacia cl ftral de la época renaccntista) de esa ccr- cambio, para una evaluación posltiva, bastanrc sorprendente, de loc estudios de Jrmg, E. Ga-
ciencie de la lcjanfa respocro dc la Antigüedad ar idolización nostáIgica y melancólica. Ese ¿n, Medbevo e Rircscinuuá.*, ¡,¡u, pág. l8E) ¿se alude td vez a Freud, o a alguno de sus
senrimiento serl¡ estudiado por Panofs§ pococ úos de.spués, en sur impücaciones históri- discípulos? Y entonces, ¿por qué no decirlo con cl¡ridad? De l¡ misma manera: ¿cuáles se-
.renov¡das inriirigaciones so,br" la mentalidad primitiva'? ¿Quiá la Primitive
cas, en cl gran cnsayo 'Et ia Arcadia cgo' : Poussin c la tradizione elegiaca (ahora en /l sig- rían ias
n{tcaa..., at.,ptgs. tl9-301; algunas afumaciorcs de estc ensayo han sido recienre¡ne¡¡rc cultwe,&,Tylor,que ranto impfesisró al jovcn Huizinga? (dr. w .Ytaegi, Mcürazioni sto-
rec-ha,zadasporF. Della Cone,El i'r Arcdbcgo,at'Maia".nueva serie,XVI (1964),págs. riche,pipardap"r O. C"nrin''U, Bui, 1960, pág. 320) ¿O bien los escritos de Frazcr? ¿O
35C52). bo dó'lVfá?an? jO *rp*gr-os en est¡ inddterminación, cualquier hipótesis resulu líci'
(39) Cfr, pr cj., L'utuncsi¡to iuliaao. Filos$a c vita civilc nel Rin¿¡cimeuo, Bari, 1964. u- Badrolen? Í tapbitsn rqui ¿Por qué aludir, an lugar de especilicar?
págs. lGl6 y passit4 Mcdioevo c Rhoscinunto, Stt¿di c riccrctu, Bari, 1954, pág¡. 105-7, (42) Introducción ciuda. pág' xvü.
e¡cérer¿ (43) Cfr. Bing, prefacio ciuáq ¡úg" 3. Escribe Garin, también aqul sin especilican "Es induda-
(40) Más ¡llá de loc muy reciantes inten¡os de basarsc a¡üit¡¡¡iamenre en el Instituo lVarburg, Ule que áiodo en esras ñÁtigaciones y esr¡s posturaq., era de la misma importancia; es
cn un omterlo de mcdiocre y superficial irr¿ciqralismo (cfr. E. Battisti, L'antiriruscittrci- indutable que no poco de lo que funcionó en el pasado se.ha agotado en pane, o bien fue su-
,o, Milán, 1952), loc cuales Garin no sc deriene a analizar, el prcfacio no po,e sufrcienrc- perado por nuev"i post rras y formulaciures" (introducción citada" pág. xi).
mente de relievc lo¡ vficuloc y las relaciures que unierut, en el período de entregucnzs, ¡ (44) lcuandb se be a Panofsky, se piensa cada vez más en doctrinas 'filosóficas' maduradas en
algunos esnrdiooo¡ iali¡nos indivié¡almena y al gnpo Warburg, en contraste con la acri- la Ale¡nani¿ de comienzos aetiiglo lO<, que fructilic¿ron entre las dos guerras, y no todas )

tud & prevalcci€r¡te indifcrencir o superioridad de l¡ cultura idealisu predaninanre. (Eü- ell¡s, válidas y fecundas; cuando se lee a saxl, se piensa cada vez menos en ello, cn tanto j

dencian cierro inteés, sin ernbargo, a pesar de estar inspiradas por el más onodoxo espíriru que nace el enfre¡rumiento esponuineo con l¿s más sólidas investigaciones de los hisoria-
de l¡ escuela-dc Crocc, las notas pcryeñadas por L Guinzburg cn fecha no dererminada, pe- dores más aüsa¿os de los distinos campos de la cul¡ura humana- De ahí la implesión de ,1

ro sin duda después de 1933, y que se mantuúeron en estado de apuntes, sobre Saxl y pa- una especial solidez de su trabajo, nuncaexento de ideas, pero em el cual las 'ideas', en lu-
nofsky: cfr. §erittr, Tu¡ín, l9ó4, p6gs. {lE-79. Apne del hermoso ensayo de Pasquali, al gar rte superponerse a las 'cosas', circ¡lan e¡r medio de ésUs, Pofque Pregunt¿s y fesp¡estas
quc Garin recrrcrdt cn notr (Inrod¡cci&¡ p6gt. x, xü, rviü), cs significaúvo que loi núme- í" Cuando Saxl marcha de Oriente a Occidente tras las rcpresenUcion-es de
roo del primcr uio del'Jorma!" albergucn un amplio emsayo de D. Canrimori (Rhetorics las "orr".pona"n...
divinidades astrales, no se deja seducir por la hipóresis de la psicología proñrnda..." 0n-
and Politics in lulia¡ Hwu¡bm, en IWCI, I (1937-3E), págs. E3-l@; Canrimori panicrpó rro<tucción, pág. xxiv; el lector que al topai con esos "cielos análisis de paicología profun-
adcrrás, en forma dcstacadq cri ls Edacción de á I ibliography of tlu Swviwl of the Clas- da", citadosiace poco, hubiera quedado con dudas, es tranquilizadomuy prono: esos aná-
sbs..., 1932-33,prcpanda por cl Warburg Inrtitrnc, tr, l,q¡drcs. 1938). Tambiár er sugcsti- lisis, esas hipóresis, sqr 'seducciones" de las orales el hisroriador debe escrupulosamente
vo quc, conclui& la gucrra, se prblicar¡ todo un volumen del mismo.Joumal" gr"idurs". Eirá claro, por ejemplo, que la deuda, reconocida de ma¡¡er¿ explícira, haciaCas-
-el nove-
no-, integrado exclusivsme[tc por €ru¡yos y contribuciones de estudiosoc italiarps: un Iirer (¿debemos supoÍrer que para Garin umbién Cassirer es un 'filósofo" entrc comiüas?)
gcsto dc amistad hacia nuestro palr, perc tsnbiéo un¿ prueba de loc vínq¡loe cori nuesuo§ del eniayo de panófsky La prupeuiva conu forma simbolica es enorme, y tano más evi-
on¡diosos, gue la guerrr rn habfa podido queb,rar. Tales vínculos eran, a vcccs, andguos, y denre hoy, crundo el cúma cultural ha cambiado. Pero ¿habrÍa nacido ese ensayo (en el cual
habf¡n ¡ido for¿ados por el propio Aby \Yarüurg cqno en el caso de A. Campana (cfr. A. Garin nó ie deúene) sin el esiímulo ¡eórico de Cassircr? Result¿ tambié¡r signiñcativo que
Campana, Vicend¿ c problemi dcgli studi nslausthni, en "Su¡di ronragnoli,', tr tl95!, la¡ observaciones sobre la perspectiva, formuladas desde el punto de vista de la óptica por
fráS. 15; cl norrcno voluma¡ dd'Jounr¡I" sltcnl¡ cscritoc dc R. Bianchi Bs¡dinelli, F. G. H¡uck, hayan permanecido como letra muefa durante décadas, ant$ de §er feto-mad¿s
Ghfualbcrtl A, Campana, A. Pe¡o¡¡, G. C. Arga¡L N. Orsini R Pen¡zzq¡i, A. Momigüa- por f*o*ry. Liriiursc a subrayar los 'tlosofemas",-l¡s 't'oriz¿ciones" que respaldan el
no). Er evidantc guc se trr¡r dc dc¡¡llc!, armque no del todoprescindibles. ensayo de Panofsky, sin ver su genial fecundidad todavla hoy, cuando aurori'
-advenibles
(41) En_cstc perfodo, 'no pococ insm¡rneo¡o¡ cmoeptualer cl¡borados por el pensunieno ñlo- zado¡ estudioso¡ reformulan el problema de la perspectiva desde un prnto de vista_mu-y di'
¡óñco dcl riglo XD{ hablan denrc¡¡¡do ¡u insuñciencia, mientras sc haÚa venido degru. ferente (cfr. la ¡eseña de R. Klán, Etr¿d¿s sw la perspeclive á la Rcubsarce, 1956-19óó,
yendo una imagcn del honbrc y de su hi¡tori¡. P¡ecis¿mente en las investigaciones espccia- en'Bibüothéque d'Hrr¡ranisme et Renaissancc", xxv (1963)' É9s.577'gl.l-, sería mez-
Ies, mucho már que cn las rcorizaciones genéricar, fue dande comenzaror¡i surgir hihip& quino y filisreó. Además, esra imagan de Panofsky en ropajes de 'teorizado/' sólo puedc ser
tcais m& vflidas y lar ideas már ímporunas. Hi¡ori¡dores y .ciencias yálida p¿ra algunos enssyo! dc su perlodo alernán.
cr¡ltqer & l¡s iu-
mu¡§'. ¡rsbajürdo cn terr€noJ limfi¡ofc¡ y cui al mismo ticmpo, cm lix mlrgencs y por (a5) Adviéüse qrñ, Ocspués ae h¡bcr ;cordado lo¡ nombres de Burckhardt, Nietzsche y Use-
ncr,mencidador pórSaxl apopósitodeWaóurg, Garin añrma gterambiár en elca§ode
S"o d" ta¡crqucraar dc l¡ cr¡lu¡¡¡ conicnte. no rólo onocn dichoc Bquem¿!, sino quc
§ Srxt
.scrll posiUá a"tcn"oc y pfoximidades"; sin enrbargo, y a causa de la
dcst¡¡yen ca¡egorl¡¡ ¡ cllog ¡ornetidas y qrc lorjurtiñcahn, h¡cicndo ¡florarlas prirñc- -!"rEotescos
¡¡¡ llnc¿¡ & ntrv¡s oonccpciones, lwelando dimcnsioncr impelrsadar dc l¡ acriüd¡d hu- cufe¡nicid¡i, o raicc¡tcir, acos¡¡mbr¿ds, esat irdicaciorts no sc h comunican al lector.
ri¡n¡, ¡ventur¡l¡rdo§e eo zü¡¡r y scntardo, ccr cUq l¡c baser parr modiñcar '({ó) Cfr, G. Gcnrilq Veritas fitbTcnrporis. Postittt bruiau, cn Gbrfuno Bruno c il percieto
pmfundanrcntc el onccpto del hq¡ke, & ru o,bra, dc su s€oddo. toc cjelnploc süt mu- üt Riru¡ci¡tu,,Jo. FlorcnciE l9ZO, plgr. 89-l l0; F. Sa'ü Veritas filb Tcnporis,_ar Philo-
úor' y denrarirdo eviden¡es parl quc ¡c¡ neesrrio ci¡ados: basta pcnsar en cierro¡ ¡nlli¡i¡ sop¡y and Hbtory. Bsays g*cntcd io ¡o.ttst Cassi¡¿r, cdición qerygd1 por R- Kübansky
dc pcicologfu poñrrdq o en lu nnovadas inverrigaciurer ¡ob¡e l¡ ment¡üdad primitiva' yil.i.paton.Nu&¡York.l963(l¡.ed.O¡fo¡d,1936),págg.-19-2. Sobrcelensayode
(Introduccióo, pgs. xvü-xviü). Hasu aqrd, Garin Sin cnrbargq no rcsulu muy claro cuál bcntitrc. formul¡ justas obsenraciores[ Gúin,Mcdbevo c Ri¡uscbuato..., cit 'págs. 195-
¡c¡f¡ e¡¡'imagan del horrhe y dc su hiroria" Ere ce'habfa venido desrnryendo,'; cuálec 97. Vé¡¡c ¡dc¡¡¡is G. Aquileochia, Intro&cción ¡ G. Bn¡nq L¿ Ccu b
lc Cc.rcri,Ttña
scrlan "lar hipótesir már r,álidar yl¡a idc¡¡ rrá¡ impqtarres" qr¡c entonce¡ ¿comenzarsr ¡ 1955, qr.r cntrc orrrr coiar corr¡c Qlg. 5E, nota 4) unLnormatcrial dc Gentila
surgit''; qui&rct scrf¡n lo¡ "hisrori¡dorec y cultores de l¡¡ 'ciencj¡s humanas,'. quc no rólo (47) Ir¡trsducción tIi srüia d¿il¿ itttttugiai.,.. cit' pá9. lxix"

78 79
(48) saxl (veriras fililt Temporis..., cit.,pág. 201) señala Ia relación enrre el emblema de Marco- juicio de Gonrbrich, Iconcs Synbolicae. The Visual Image en Neo-Plafonic I"hought, en
lino (y¿ recordado por Genrile: cfr. Giordano Bruno..., cit.,pág.97, nou l ) y la descripción IWCI, )« (1948), pág. 163" nota 2.
de la calumnia que nos proporciona Luciano, y subraya que el Aretino, amigo y probable (61) En algunos casos, como destacé \Varburg, el escaso o nulo valor de una obra facilita en la
inspirador del ti¡:,ógrafo de Forlí, se basó en el rexro de Luciano, no como alegoía erudiu, práctica la reconstrucción del
*programa" icoerognáfico subyacente" Cfr. La rinascia..., cit.,
sino como realidad viva y presente. Cfr. rambién Saxl, Lectures..., cit., I, pág. 167. pág.252: "y por último elegiré la representacién del mes dejulio, porque en ella una peno-
(49) I d., V er ilas rtüa Te mp or i s..., ar., pig. 202. nalidad de artista rnenos pronunciada deja traslucir eI prograrna erudito de la manera más
(50) Id., Die tsibliothekwarburg..., cit" prígs. 7-8. cfr. tarnbién más arrás, nor.a 6, la obeervaciór¡ tangible" (y cfr. tamhién pág,?-61). Se trata, desde luego, dc un¿ observación aislada; War-
de Momigliano sobre la distinta relación de Wa¡burg y de Saxl para con la Antigüedad clá- burg no pretende sostener que la fidelidad a un programa iconográfico impida siempre el lo-
sica- gro de valores artísticos (mn lo cual volveríamos a saer, en cierto sentido, en la posicion de
(5 l) l¿ noción warburguiana de Pathosformeln es reromada por saxl y panofsky, y adaprada a Croce recordada más atrás).
disrinas acepciures, bastante signif-icarivas. saxl la entiende en un sentido "reaüsta;', aun- (62) B;¡e, Aby Il{. Warburg"... cit., pág. 110. l¿s impücaciones de una *historia de la cr¡ltura"
que sin profundizar demasiado en el problema; ex segundo, en un sentido "idealista" (rerni- cmcebid¿ en términos análogos a los de Burckhard.t, es decir, asumiendo el arte como un
rier¡dose al uso goethiano de este Érmino). Véase el ensayo de saxl, continuiñ e variazio- I
elemento caracterizante, unificador de un período histórico, fueron examinadas por F. Gil-
ne nel significato delle bruragini: la imagen de ltrércules luchand<¡ con el toro "devino clá- i
I
bert (cfr. Cultural flistory and is Problems, eí XIe. Congr¿s lnternatioaal dcs Sciences
sica en el momento mismo en que fue inventada; pero en su forma olírnpica, no en la délfi- Ilistoriquzs. Rapports, I, Upsala, 1960, págs. 4O-58). Para una tendencia extrema €n este
i
ca, pues evidentemenre fue en olimpia dontle el juego de fuerzas encontií su expresión nuis sentido, cfr. C. J. Friedrich" Sryle as the Prkciple of Hístorical Intcrpletation, en'The Jour-
lógica",y más adelante, siempre en el mismo senúdo: "una tuevafórmula, nuis realbtay nal of Aestheücs and Art Criticism', XiV (1955), págs. 143-151, y las críticas justamenle
nuis lógica que Ia creada porlas civilizaciones orientales", "una nueva..¡Éorma, mós lógica severas de D. Can¡imori, L'¿¡¿i barocca, en Manierisno, Barocco, Rococó: cancetti c lermi-
desde el punto de vista realista" (La storb delle iruragini..., cit., págs. 6, 9, l5; las ni. Convegno inlernazionale - Rotn¿ 2l -24 aprile 1960, Roma, 1962, págs. 395-417. Pero
son mías). Por su parte, Panofsky, en Albrecht Dürer e I'antichitd classica, escribe:"urrio^,
"E¡r ¿l con estas discusiones nqrs alejamos mucho de los problemas f,ormulados por Warburg y sus
arte clásico fueron sublimados, no sólo la estrucr.ura y el movimiento del cuerpo humano, continuadores.
sino también las emociones activas y pasivas del ránimo, según los preceptos de Ia 'simetría (63) Cfr. Momigliáno, G. Bing..., cit., pág. 857. Y veanse también las decl¿raciones de Saxl en
y la armonía', en el noble equilibrio y en la lucha furiosa, en la despedidá dulce y trisre y en Verzeichnis astrologischcr und mythologbch¿r illustrierter Handschriften des lateinischen
la danza desenfrenada, en la calma olímpica y en la acción heroica, en el dolor y la alegría, Mittelalters in riimischcn Bibliothekzn,en Sitzungsberichte der Heidelberger Akad.ernie dcr
en ei miedo y el éxtasis, en el arnor y el odio. Todos estos es¡ados pasionales fueron reduci- Wissercchaften, Phil-his¡. Kl., 1915,6-7 Abh., p{gs. v-vi.
dos, para usar una expresión cara a Aby warburg, a 'fórmulas de pathos', que conservarían (64) Conferencia citada q L¿ storia delle irünagini..., cit., págs. 105-18. Saxl expone aquí Ios
su validez duran¡e muchos siglos y gze nos parecen'taturales' precbamenre porque son resultados de su investigación, recogida en volumen el año anterior (La fede astrologica di
'idealizadas' respecto de la realidad, es d,ecir, porquz inJínitas observaciones abladasfut Agostino Chigi. lnterpretazionc Cei dipinti di Baldassarre Perwzi nella sala diGalafea de-
ron condensada's en ellas y sublinndts en ana experiencia universal" (lt signifcato..., <:it., lla F'arnesina, Roma, 1934).
pág. 253; Ias cursivas so,n mías). (ó5) Cfr. l,a s¡oria delle immagini..., cit., págs. 85-104. La conclusión es típicamente warbur-
(52) Citado por Centile, Giordano Bruno..., cit., pág. 97, nora 1. guiana: "En el período que llamamos Renacimiento estos símbotros primordiales, cargados
(53) Ibid.,págs. 102-103. de emociones, son despertados y renacen así a una nueva vida. Uno de ellos es el toro. C)tros
(s4) SaxI,Veritas flia Temporis..., cit., pág. 218-219. De to<ios modos, adviérrase, a fin de no son las bacantes locas y Orfeo asesinado" (pág. 104; corrijo una leve equivocación del tra-
caer el-un equívoco, que tampoco en estos testimonios el lema significa apertura o progre- ducror). Comr se sabe,la bac¿nte y Orfeo habían sido aislados como fórmulas de pathos por
so indefinidos hacia la verdad. La oonrraposición enrre los antiguos filósofós y Descirtes el propio Warburg (cft.I-a riuscita..., cit., págs. 195-!)6).
io
Newton) es por cierto muy significativa: pero sigue en pie el hecho de que la verdad se re- (6ó) Cfr. Bing, Prefacio citado, págs. 10-ll.
vela totabunre en un punto muy preciso de la historia humana. Nada tiene que ver aquí el (67) Ctr.Lectures...,cit.,I,págs.n7-S5.Elhechodequeéstaylassiguientesseansimplescon-
historicismo. ferencias (pero ¡de qué nivel!) carece de importancia para nuesrra tesis que rlo versa sobre lo
(55) Cfr. más atn{s, nota 12. novedoso, presente con mucha frccuencia, de los resultados, sino sobre el sesgo y la conca-
(56) Saxl, Veritas filia Temporis..", cit., págs. 22A-221. tenació,r¡ de la argumentación.
(s7) l¡s relaciones de saxl con warburg, después que éste sané, no fueron apacibles; cfr. Bing, (ó8) Cfr. Leclures...,cit.,t,pág.2TT.AquiseadvierteelecodelasconsideracionesdeCassirer
en La storia delle imrnagini..., cit., pág. 191. sobre la "asemanticidad" del arte figurativo, consideraciones que, cosa exrraña, Ragghian-
(58) Heíse, Persdnliche Erirnerudgen..., cit., pág. 23. ti considera un "sqnetimiento de la visualidad humana a ia verbalidad o, peor aun, una di-
(5e) Ibid.,pág.57: "Qualiüit im rein iies¡hetischen sinne warfürihn nichr die obersre wertkate- solución en ést¿" (Prefacio a K. Fiedler, L'attiviü a,rtistica, Venecia, 1963, pág. 36). En
gorie..." De la misma manera, saxl señala que warburg carecía de "aesthetic refinement" todo caso, serían el opuesto exacto, es decir una reivindicacién de la especificidad del ien-
(el término de comparación es J. Mesnil) (l*ctwes...,cit., t, pág. 343). Ello no desünúa el guaje artístico, contra toda posición abstractamente logicizante. A la "polisemia" de la
hecho de que warburg se diera cuenta, cada vez mejor" de ú imporiancia de sus estudios, imagen alude, en otro sentido y en un contexto diferente, C. Brandi, I* dtu vie, Bari, 196ó,
aun para la apreciación es¡ética de las obras de arte; es significativo que la frase que conciu- págs. 63-64 y passim. Cfr. más adelante, nota 152.
ye el ensayo sobrc el testamer¡to de Francesco sassetti ('.."coregir históricamenie una cor¡- (ó9) Pubücado por E. His. Holbeiw Verldltxis zur Bassler Refornation, m "Repertorium für
sideraci&l unilateralmente estética") haya sido modiñc¿da por warburg, en un segundo Kunstwissenschaft", tr (1879), págs. 15É159.
momento, como "cor¡sideraci&r unila¡eralmente hedonista" (cfr. La rinascita..., cit. pág. l, n
r/0) I¿ctur es... ci¡., p6,9. 9.
2¿t6: Die Erneaerung..., cit., pág. xü). (71) lbid., plgs. 281-282.
(60) B. croce, Gli dii antichi nella tradizione nitologica d¿l Medio Evo e del Rinascim¿nlo, en (12\ Véase, precisamente a propósito cle Holbein, la significativa suerte corrida por la edicion de
"l,a parola del passato", I (1946),págs.273-85, an especial pág. Tl7 (aprofisirio de J. Sez- la Da¡ua nacabra en Lyc,n, muy bien re$nstruida por N. Zemon Davis,Holbein's Fictu¡es
nex, La survivance des dieux anti4uas, l,ondres, l9zl0). Sobre la posición de Croce, véase el of Death and tlu Refornation at Lyo¡¡s, en "Studies in üe Renaissance", ru, 1956, Sgs. 97-
130: los imprcsores que publicaron la obra la insert¡mn en un contexto más o menos

80 8r
oftodoxo, según los csso§, varidrdo l8s leyendas expücativas pero dejando siemprc iguales nca BibtiUlucae Hertzi¿na¿..., Munich, 1961, Riirnische Forschungen der Biblio¡heca
Hertzian¿, vol. xvt, p6gs. 175-83.
(73) Hs#-hr este problerira" H. Grisari S. I', v F. Ileege, S, L, al&crkanpf in tun (82) l,ectures..., cir, I, págs, 27\n3.
scttrilenwn 1523 b¡s'1545,FnWrgo, 1923, p,ágs. l-23 (Ltttlurs KampJbildcr, eotrega Itr). (83) Adviérrase que Panoftsy, en su libro *obre Durcro (The üfe atd A¡t of Albrecht Díirer,
04\ Cft.iUia.,pag.l4 y M. Gravie4 Luher et l'opinion publi4¡¿¿, Farís, I9,a2,pá9 293' cit.), que Saxl Urvo sin duda prcsente en el mqnento de escribir las.páginas aquí analizad'as'
(/5) Cfr. Larituscita..., cit", Sgs. 311-89. era'bátante más cauteloso al examinar las trasformaciooes del estilo de Dr¡rerc en los años
06) Cfr. Gravier, Luhar..., cir, págs. 294-95; Grisar y Heege(Der Bilderlumpf"', crt,pág'2& de su crisis religiosa. En primer lugar, Panofksy subrayaba ante todo (pág. 199) que las rc-
2l) añrman que "sin duda" iaidos figuras del asno-Papa y del temero-monje fueron graba- percusiones no fueror¡ só1o estflisticas, sino umbi&¡ iconográficas (salvo cgngdas e1c'e-p-
das por el auior de Passional,es decir, Cranadr. Ot¡os estudiosos las atribuyen al taller de ciones, Durero abandonó en ese período los tem¿s no rcligiosos). En segundo lugar, inclu-
Cranach. sivect¡andoSaxlsiguemásdecercalosanálisisdePanoftsy(cfr.Saxl, Lzcture§.-.,ciL,l"
ü7) cfr. dcl misrno s aÁ, Holbein' s ltlustrariotls lo the 'Frabc of Folly' by Erasmtu, e¡r 'The páe.27t,tr, ñgs. l90a y t90b; Panofksy,Tlu Life atü Art of AlbrecfuDrüier.cit"' I' págs"
Burlington Magazine", lilxiii, 1943, pfigs. 27 5'79. is9-zmi tiende a acentu¡r los paralelismos psicologizantes (Panofsky, trazando un balan-
(/8) Cf¡. tictr¿¡es...,cit págs. 282-83. En cuanO ¡ la atribución del H¿rcules Ger¡tunicus aHol- ce, se ümita a escribir que el acenb del a¡te dc Durcro pasó en ese período'frun lineal va-
bein, y para su inte-rpreración y la referencia ¡ la carta de Hugwald, cfr. D" Burckhardt- lues and dynamic morremer¡t ro schern¿¡ized voh¡rne", ¡úg. 200). Más signiñcativa arln es la
werttremann, Drei iiedcrgcÍund¿n¿ werk¿ aw ltrolbebs ftüerer Basl¿rz¿ü, in 'B¿sler divergenteinrc¡preuct(m&lCristo enel monte de los Olivos,l52l' que propot''ci-tT am-
Zeitsclrift für Geschichte und Alterumskunde", iv' 1906' $gs. 33-37' y sobre todo F' bos estudiosos. E, Unto qu*, como hemoa üsto, para Saxl el gesto de CrisO al caer al sue-
Burckhardr-Biederma¡, (Jeber 7¿it utü Anlass des Flugblattes: Ltttlur als H¿rcties Ger- lo con los brazos abiertos expresaría "'el estado de ánimo de Durcro: la salvación consiste en
nanicus,ibilJ.,pag.3844. La estampa (atribuida inicialnente a H. Baldung Grien) fue en- un total sometimiento a la fe;', para Panafsky (Thz Life and Art of Albreclx Dürer,fig.220)
rendida erráream€nte cüno filoluterana por F. Baumgarten, IIarc Bawwags Stellwg-zür ese gesto es un eco de una iconografía arcaica, basada en una interpretación'insólitamente
,.Zeitschrüt für die Geschichte des oberrheins", nueva serie xix, 1904,
Reformarion, en üteá" de los correspondientes pasajes de san Mateo y san Marcos (Mateo, 26.39: "Et pto-
pigs.249-55; E. Wind ("Hercules" and "Orptuus" : Two Mock-Heroic Dcsigtts by Dürer, gressus pusillum prociüt in faciern suam"; Marcos, 14.35: 'Et cum processisset paululurn,
!"-fWCl, E 1938-39, págs" 217-18, interprctó, de manera no mnvincente, al llercules co- procidit super terram'"). Me parece que, indqdablemente, la interprctación de Panofl<sy es,
mo uf¡a fespuest¿ satírical un dibujo de Durero que rcPfes€ntaba al ¿Iercules Gallicus. Pe' ccr mucho, Ia más fundada y cutvincente.
ro fuera delas argumentaciones de Wind (sobre elias, cfr. E. Panofsky, The íife and Art of (84) Para este té¡mino, usado aqul en la acepción prcpuesra por E. H. Gombrich, véase más ade-
Atbrecht Diirer,P.io""on, 1948, I, pigs.73-7ó, II, pig. 26' así como R' E' Halloweü, iton- lante,
sardand tlu Gallic Nercules Myth, en "studies in the Renaissance", Ix,L962,pág'249,¡o- (85) Esro vale también para una conferencia sobrc Velázquez pronunciada por Saxl en 1942 (una
ra 28), la esf¿mpa no puede definirse como'"satírica". Adviért¿se ante todo que el.epítero de las menos feüces de é1, a clecir verdad), que se sirúa, por decirlo así, a medio camino en-
Hercul* Gcrnunicw'era atfibuido al comienzo del siglo XVI al ernperador Maximiliano I, tre las deducciones esrilísticas de los ensayos sobre Holbein y Durcro, y una urilización de
en ocasiones representado con formas hercúIeas (cfr. P, du Colombier, Lcs triomPh¿s en ia obra de arte como "Phot<xrsatz der Vergangenheir" (cfr., Psra esla expresión, G. Band'
imag* de t,emperew Maximili¿n ler, en t*s féus de la Renabsance, II. Fercs et céráno- maan, Das Kunstwerk als Gegenstand der Universalgeschichle, en "'Jahrbuch für Aesrhedc
niei au temps cle Clartes Quint,París, 196O, p'ág. I12, nota 33)' Además, la figura de Lute- und allgemeine Kunstwissenschaft", vu, 1962, págs. 146óó, que en conjunto ofrece bas-
ro-Hércr¡Ies aparece grandiosamente terrible, no grotesca ni caricalurcsca Para entender su tante menos de lo que se prornete en el título). Hay en esa confercncia un paralelismo, en de-
significado ei preciso hacer referencia, tal vez, a u¡ra serie de pasajes de Erasmo, no toma- finitiva, un tanto mecánico, entre los hechos políticos de EspaIla, por.un lado, y los retratos
dos lo bastantoen cuenta por quienes se han ocupado de este problerna. Ia comparación en- de Feüpe IV reatrizados por Veláz<¡uez en distintos períodos, por el otro. En base..a este es-
rre sus propios trabajos y los de Hércuies, enunci¡d¿ en el adagio "Hercule_i !1borcr' (cfr. querna, Saxl puede percibir en el primer retrato a un joven vestido con elegancia, "cuyos in-
Afuei;u; chitia&i q^tor c*t sesqaice4uria'.. (Ginebra, 1558' col" 615-23) reaparece tercses principales eran en ese período las mujeres y los caballos, y a quien_oüvares^tenía
más"<le una vez s¡ el ipisfolario erasmiano. Erasmo, imitado por sus correspc,sales, alude que obligarmediante amenaz¿s a cumplir sus tareas de rcy" (Lectures..., cit",I, pág. 313); en
a sí mismo c<lno llércr¡les; un llércules cuyos trabajoc consisten en la lt¡cha contra los frai- otro, cierra jaa de úvre, unid¡ a una tranquila dignidad (pág. 3la} en rm retrato p<xterior'
les y los seguidores de la escolástica, o bien en la rest¡uració¡¡ de un texro que el tiernpo¡a una fisonomía m«rumental, plena de'dominio de sí, ya no arnedrentada por las rcprimordas
cubierto dJincrusr¿ciones y comrpciones (cfr. Oprs epistolarwn, ed. Allen, II, pág1 86, de Oüvares (frgs.314-15); en otrornás, el rostro de un rey'decidido a rcorperarlo que OIi-
4ú,539-4U,Iv,págs' 7'1,?Á6;vlti,págs'71, ll?; D{,págs. ll1,l25;y úlademlsBrief' vares había perdido en los diez años anteriores" (pág. 319). El supuesto posirivista de que
fus BearÁ-Rhenarus, edición preparada por A. Horawitz y K. Hartfelder, L,eipzig,
weci,hscl para saber "cómo era Feüpe IV en los distintos períodos de su existencia" basta rernitine'
1886, pág. 393). Me parece que rodo eiloaclara ¡un más el signiñcado de la estampa del sin más, a los retratos de Velázquez. no está atenuado por la insistencia de Saxl sobre la c¡e-
HerctliGerraru'czs: se traá de una teotadvr suti! y políticamente muy Mbil (adüértase ciente madurez estilística dd pinor. Adviérrase que H. L Marrou (De la conrubsance his'
que estamos en 1522, ec decir, €n un momento en el cual Erasmq aunque presicnado desde toriqw, Paás, 1962) recurre en dos ocasiqres @ágs. 231-32.295-96) al ejemplo de los
muchos secl]ores, arl¡r no ha Omado posicidn abielUmente respecto de Lutero), de presentar
-de Cleopatra, de L,uis XIV- para demostrar, en
retratos pol&nica con las concepciones
a Lutero e¡¡ acfiUd erasniara, decidido a combatir por la purificaci&r de la teología y dc las poaitivisras,'ta inéxricable mescolanza de sujeto y ob.ieto" que caracterizs 8l §onocimien-
leUas contn Aristóteles, Su¡to Tqnás, Occ¡m, Duns Scoto y dernÁs. Y cfr. lo que ya escri- to historiográñco.
bía Burckhardt-Biedermann, U¿ber Tzit ud Anbss..., cit., pág. 42. Curiosamente, el arnbi- (86) Es inútil dar ejennplos; bastaní recordar la ampXsima utilización que han hecho de los rcsti-
guo epítero de
*Hércules Germánioei" fr¡e adoprado, prescindiendo de su§ imPlicaciones fi monios figurarivoc, desde un principio y con,ff3cuencia cada vez mayor, los historiadores
i*o.'-irn"r, p.rR Bainton, como tíUrlo de un capítulo de su hermoso Lutero (trad.if ,Tu- de la Antigüed¡d.
rtu, 1960, úe.93). (87) Cfr., por ejemplo, el pasaje de A. Grenier a propóñito de la estan¡a de Augusto encontrada
Q9) l¿ctures ".., cir." pá9. 2Á7. cn Prima Portá, y el comentario de R. Marictr¡|" en L'hisaire et ses méthodes. por Ch. Sa-
(8$) tbid.,úe.274. maran, Parls, 196l (Encyclopéüc de l¿ Pléiad¿, x)" ÉS' 1352 0a refercncia a Bloch se
(¡t) U" i"t'*i" no muy convincente de poner en duda la plena ¡dhesión de Dt¡rero ¡ l¡ rcform¡ cncuentra en la página anterior). (Adviér.tase que la posicién de Bloch al rcspecto era rmuy
luter¿n¿ fue et de H. !t¡2" Nbrecttt Diirer wtd die Refornation. Offene Fragc,e.n Miscclla- <listinta: dr. el pasaje citado de P. Francastel, Arl ¿t Histoire: dimewion et mesure das ciui-
li.vttions, cn "Annales LISC'", xVI, i961, pág. 297,)

82 83
{88) Para rodo e}I.o, cfr. más adelante. inupducidos er¡ una consideración de ccnjunto de los producÉoc ct¡lturales de deterrninada
t8pi Cfr.E.Wind,,5o¡r¡e"Foi/¡tsof0oiltaetbeWeenNistoryaúNat¡xalSciencc"wPhilosoplry sociedad. Pe¡o no es casual que Panofksy se detenga aqul ante la perspectiva de una ürser-
atd Ílistory""., cir" págs. 25544. ción de los fen&nenos a¡tísticos en un cdrterto histórico más general. En este ensayo exis-
(e0) Cf¡. Ibid,úA.25'Í; Fanctlsy, lI signifnc.t*..', cit, pÁgs' I l-13- te una clara contraposición entre *historia del sentido inmanentc" de los fenérnenos ardsti-
(el) Ver más adelanrc, nota 107. cos e historia del arte (véase más adelante, nota 102).
(e2) Cfr. Panofs§, /I significato..., cit', págs. 11-13. (l0l) Cfr. Il significato...,cít ,úe.aay, en oposición,I.a praspettiva...,.ir, Ég. 230. Cfr. ade-
(e3) las implicaciones de los ensayos Eóricos del período alernán de Panofs§ se le escapan en más E. Garin, Int¡r¡ducción a I¿ storiá d¿llc itrutugini..., olx, pág. )0ü. Sobre el Prefacio a
go" p"rt" a quien, cono yoi no posea r¡n co{rocimiento ni siquiera aproximado de las dis- los Studies..., cfr. las precisas observaciqres de R. Klein, Cotuidérations sw les fonde-
óusicnes desa-r¡olladas sobre este tema e.n Alemrria entre las dos guerras. De la misma ma- m¿nts de l'iconographie, an Archivio difilosofia, 1963, págs. 419-36.
nefa, se me escalN¡ en qué medida hubo mptura y en qué noedida ccntinuidad ent¡e el Pa- (102) Cfr. La prospelfiva..., rit., Égr. 16641:la historia del sentido, "por cierto, ng dcbe ser
nofs§ del períoáo alernán y el del pe.ríodo norteunericanei (como se sabe" este estudioso confundida con la expücación 6e nética, carno nos lo plopondría. erróneamente, la concep-
emigró a EsUdoo Unidoe en 1933). Sea como fuere, en la medida que se encontratra precoz ción psicologista de la voluntad anística". Y cfr. irágs. 17 l-72: "Si sosrenemos un tipo de
y estrechamente vinculado al gmpo de Warburg, Panofksy tuvo una formaciól peculiarde consideración 'trascendent¡l' en el ámbito de la ciencia del arte, no apuntamos en absolu-
ia que jamás renegó del todo. Es sintomático, para dar un ejemplo, que Wind y Saxl-pole- to a ubicarla ¿z lugar de una historiografía anísdca que proceda en forma puramente hisró-
micen con WOlfflin (principalmente) y con Riegl en nsmbre de una interrtlación cada vez rica, sino sólo a reclarnar para esa corsideraciér¡ trascendental un derecho de precedencia
más estrecha entre hhistoria del arte y las dernás disciplinas históricas, an tanto que Pa- jmta alahiswiografía; sólo queremos demostr¡r que el método de 'la historia del senrido'
nofksy, en sus primeros ensayos, critica las impücaciones psicologistas y fi_siologistas de (sinngeschichtlictu Methde),leju de qaer* reprimir el rrabajo puramente histórico, cs el
hs teárías ¿e l{iegl y Wólfllin, en nombre de una filosofía trascendente del arte de ¡ono único capaz de integrarlo..." Pxas páginas anres, Panofsky había especificado que la tarea
fuertemente kantiano). de esta "historia del sentido inmanente" es la deducción de un verdadero esquema de cate-
(94) Cfr. Bialostocki, y'co trografra e iconologia..', cit', col. 168. gorías hascendentales, válidas a priori: "Si es cierto que la tarca de la ciencia del arte es en-
(95) El ensayo se encuentra traducido en La prospettiva'.., cit., págs. 215-12- tender, más allá de la explicación de fondo y del análisis fomal de los fcnómenos arrísd-
..Uno
iSO) déscripción que fuera de verdad pwamente fornal, no podría ni siquiera valerse de cos,la 'volunad artística' que en ellos se reaüza y que constiuye la base de todas sus cua-
expresiones-como liedra" 'hombre" o 'rocas'; antes bien, debería limitarse, en principio, lidades es¡ilísricas; y si es cierto que hemos podido cornprobar que esa volunrad artís¡ica
ün"ctar entt rí los mlores que se distinguen uno de otro a través de dis¡intos matices y sólo puede tener el significado de un sentido bünonen¡¿ de la obra de arte... resulta igual-
"que, cualdo mucho, pueden ser relacionados con conjuntos formales casi omamentales y mente cierto que la tarea de la ciencia del arte debe ser ¡ambién la de crear categorías váli-
iasi tectónicos; debe-ría limitane a describirlc como ele¡nentos compositivos completa- das a priori, las cuales, como las de la causaüdad (que se adaptan como criterios de deter-
mente carenles de sentido, y aun equívocos desde el Punto de vi§ta Parcial.". No sianpre es minacién de su esencia gnoseológica aJ juicio formulado lingiÍsticamente), se adapten así
posible 'reconocer' lo que ilustra el cr¡adro" Todos sabemos qué es un mandril;.Pero Para al fenórner¡o artístico, como criterios de determinación de su sen¡ido inmanente, Categorías
ireconocerlo' en este cu¿dro
[de Franz Marc, en la Kunsüalle de ltramburgot debemos es- que ahora, sin embargo, y a diferencia de las primeras, no deberían designar la forma del
tar en 1a 'acrirt¿d',corno se sue.le deei¡ según los principios de las representaciones exPre- pensamiento quc pnr:duce la experiencia, sino la forma dela intuición anísdca" (ibid.,pág.
sionistas que dominan en la obra de arte" (Ia prospeuiva..., cit., págs. 216,219)' I 69). Fruto de este momento del perisamiento de Panofsky es el ensayo Su! rapporto tra la
(e7) Véase miás arnás, nota 20. storia dell'arte e la teoria dell'arte. Coruributo alla discussione sulla possibilitd di'concet"
(eB) IA pr ospet t iva..., cit., págs. 22'l -28. ti fondarruntali tella scienza d¿ll'arte' (19?5; ibid., págs. 178-214).
(ee) il problena dello stile nelle arte figwative, ibid.,pág. 155. (103) Cfr.elcuadrosinópticoenllsignifícato...,cit."pág.zt4:el"principiocorrectivodelainter-
(100) il eoncetto del ,Kuttstwollen", ibid., pág. 16ó. El elemento de complicación introducido pretació,ri" iconológica es dado por la "historia de los sínto¡nas cultwales o s{mbolos en
por Panofsky en este ensayo es el siguiente. El estudioso rechaza la interpretació,n del general (estudio del modo en que, en diversas condiciones hist6ricas, las tetd¿ncbs csen-
kunstwolleni.,na sólo con refercncia a la psicología del artista, sino rambién en rclacidn oon ciales del espíritu hwnano se expres¿ir por medio de teraas y canceptos específicoe" (las
la "psicología de la época". Y ellq por dos motivos. O bien se tra¡a de "intencior¡es o d§ va- cursivas. aquí y en otras partes, son de Fanoftsy).
loraciones ionscientes, las que se áncuentran formuladas en la teoría conternporánea del (lOa) Cfr. C. Gilbert, On Subject and NorSubject in ltalian Renaissarce Pictwes, en 'The An
arte o en la crírica de añe", y entrxtces deben ser consideradas "un y'e nómeno pralelo alos Bulletin", XX)flv, 1952, págs.202-16. l"os ejernplos adcptados por Gilberr (quien por lo
resultados anísticos de una época" y ser interpreUdos del misrno modo que estos rlltimos; dernás nos informa que en loa arnbientes reaccicnarios noteamerican«¡s "iconologist" se
o bien --y aquí el argumeoto se vuelve más interesante- "nos encontamos fremte a co- habla convertido en un término ambiguo y casi insuhante, más o menos como'intellec-
rrientes, a voúciones que actúan de manera inconsciente, que todavÍa no se han concret¿do tual"), no son, sin embargo, siemp,re convincerites. Gilben concluye (pág. 216) haciendo
en la forma de una fradición docBmer¡t¿da cualquiera, y que por ello sólo puedcn ser ut¡ica- votos por una "ic«rology of richer scope" (una iconologÍa de más largo alcance) que inciu-
das en base a los fer¡á¡renos artísticos «r sí. a esos mismos fenómeno§ que' por su pañe" ya tarnbién la interpretacifrr ele las *non subje<r pictures". (A Gilbert le cor¡testó concisa-
exigen ser explicados por medio de ellas (a tal punto que el 'honbrn 6ótico', o bien 'el pri- mente Panofsky, en el nuevo prcfacio a la segunda edición (1962) de los .§¡¡¡dia¡ in ico¡w-
mitivo', sobri la basJdc cuya pres¡¡tlta existencia [ratamos de explicar determinado pÍo- logy, pág. v-vi.) Cfr. adernás, sobre un pno,blema tocado por Gilbert" E. H. Gornbridr"
ducto artístioo, es en realidad Ia hipóstasis de una irnpresión provocatla en nosotnx, preci- Renaissance, ArtisticTheuy and the Development of landscape Parnling, en *Gazette des
§,¡menre por sus productos anísticos)" (ibid,págs. 163{4). Se individualiza aquí, con su- Beaux-Arts", serie VI, xlii (1953), 95, pág. 335-6O (para un juicio sobre el ensayo de Gil-
ma agudeza, el peügro de caer sn rm círculo vicioso, ímplícito en cualquier "explicaoión" ben, que coinci.de con todo lo dicho más atrás, cfr, ibid.,pág.3ffi).
de los fen&nenós altí¡ticos que utilice categoías histórico-cuiturales derivadas de consi- (105) Cfr. Studi* in iconology"".,cit", pág. 178 y lrora 18"
derar, a menudo en forma rntry superficial, a loa fenómenos ¿rtísticos en sí misrnos; ¡xro el (tO6) Ibid.,pá's.229"
lector que tefiga presentes las formulaciones posÍeriores de Fanofsky a propósito del rnéto- (lO7) ilsignifrcato...,cit,pág.42.Aestaalturaseg>dríaproponeruncorejoenrreelrnétodoico-
do iconológico só ve inducido a pensar, en un principio, que esc "círculo'" se queb,raría con nológico de Panofsky y la crítica estilística de L,eo Spitzer. El pmnto de partida está dado
facilidad si-, como propo'rdrá a cmti¡uación el propio Panofsky, los fenómenos artísticos, por la indudable analogía entre el 'círculo meródico", que Panofs§ toma, corno hernos
en lugar de ser considerados, corno aquÍ, en un¡ especie de arrificioso aislamiento, fuesen visto, de E. Wind, y el "círculo filológico", o procedimiento "desde la periferia al centro",

84 8-5
del cual habla Spitzer: ambos derivan (aunque en el c¡so de Wfu¡d falra el apoyo documen- Painting, en 'Jq¡mal of r.he Royal society of Ans", cxtr, 1963ó4, pr@sito
ul) de Dilrhey, que ¿ su vez remití¿ ¡ un discurso de Schleiernacher sobre la hermenéuti- del conocimieno de la pinurra flamenca por leonbauista Alberti 'fig, 544, a

c¡ (cf¿ L Sñts" Critiea stil*tica ¿ sarunlica storica,Bui, 1966, pfie. 94 y 273:Tl). Es- (ll5) Boaiccúi's^lyylwl9eics1,, cit , en JWCI, \/Itr, 19a5,
Ée.l{fl; tcorus Synbolicac, cir., en
u aúlogla pr¡ede proñ:ndizarsq aun teriiendo presente la obvia diferencia de personalidad. JWCI')§' 1948, frgs. 163-92. (Adviértase dela Hi¡tori¡, ám¡d¿ de C. Giar-
que la imager¡
for¡naci{¡r e intercses comunes a ¡mbos mé¡odos (para Spitzea d¿ el hermosísimo ensayo dan lcones synblicae, y rcproducida en el grabado 32c --y cfr. r¿rnbiá,
$g. 192--, deri-
de C. Cases.Izo Spitzer e la critica stilist'rca, ahora en Saggi c ,otc di letlcralr&a tedesca, va" corno lo inrlican la figura tricéfala y la leyenda explicaúva, del ripo icoñográñco esm-
i Turfn, 1963, págs.2.67-314). Al igual que Spitzer, aunque oon mayor ca!¡ela, Panofk§y diado por Panofs§ en el ensayo r.'a tlegoria dcila prud¿nza ü Tiz&ltw.. pascrira, ahora en
p6t¡¡l¡ un método interpretativo --el iconológico* basado en un¡ inurición irracional; ll signiftcato..., cit"" pÉgs. I496s.) otro ejemflo huy evidentc de esros focos de inteés
por lo dernls, amUos, frente a las forzadas interpretaciones y los arbitrios más abienamen- teóricopredcnin¡nrcs er Gqnbrich lo da elensayo Raplaclb Mado¡na d¿lta sedb,r.m-
ic irracionrlis¡¡s (Heidegger, para Panofsky; la escuela de Stefan George, para Spitzer), in- drcs, 195ó
voc¡n el control objetivo constinrido por los textos y por el m¡terial docr¡men¡al. Por otro (l lq) ,{ Bibliography of thc Survival..., cit., págs. 3-5.
ladq Spitzer, després de haber irdicado en 1930 el objetivo de'poner en eüdencia la in- ofl) rba-,pÁgs. 100-1. un gco parci.al de ciu crírica, aunque sin rcferer¡cias a panofs§, se en-
cmscien¡e voluntadformal(Formwillea) de una obra de arre", se redujo (1948) al solo aná- cuentra en G. Tonelli, E.Il" Gonbrichc l'estetica d¿lic artiftgurative, en -Filosofii"', XlI,
lisis del signiñcado canscienrc, poniando en guardia de manera explícita contra 'el examen 1962,fi1l6244.
dc las in¡enciqres incqrscientes del poera" (cfr. Cases, Saggi e aole.'., 27ü7l} (l 18) Cfr.
"ir' Ég'
las exactísimas obsenraciores generales, en este sentido, de E. Garin, rccer¡sión de A.
Panofs§ recorrió un¿ tr¡yectoria p(ácticamente análoga (véase más adelante; la misma ex- clrastel, Marsile Fici¡ ct l'art, Gilrcwq 1954, en "Bibliothegue d.Humanisme e Renais-
1
presión "inconsciente voluntad formal" remite a exprcsiones panofskianas ciradas más sance", xvII, 1955, pág. 455. D. cantimoi (ll problcna rinascinuntale di Arnando sa-
átrás). Inclusive la imposibilidad de llegar a un juicio de valor estético, los peligros de la pori, ahora en 'studidi sroria", Turín, 1959, pág. 3?7), observa que'si se entiendc, mecrá-
unil¿reralidad del enfoque icmológico y el riesgo conexo de rcmitir en ¡Éltimo ¿náIisis a nica y estríricamente,la relación vida econémica-vida social, poÍüca, .orltural', como rcl,a-
juicios o categorías historiográficas no debatidos en forma adecuada, encuentra su corres- ci6n de coitt¿id¿zcio, nos intemamos por un camino qoe...
-i-¡d"
un, real comprcnsión
pondencia, en cierto modo, en la crítica es ilística de Spitzer (en la que, sin embargo, la ar- histórica", y cmcluye: "me parece que la preocupacién por la coincidencia r"r.ir," po,
Li¡raricd"d es indudabiemente mayor) (cfr. Cases, Saggi e note..., cit., págs. 294 y sigs., conducir a un callejón sin salida, como lo demuestre el fraiaso del intento de Antal, pues-
2S0-281). Resr¡lta erridenrc que esras indicaciones sólo quieren aludir a un contexto cultu- to que no es posible reducirlo todo a la rclación comitente-anis¡a". El problema que aquí se
ral cqnún a esos dos estudiosos, que ha condicionado en cierra medida sus itinerarios me' analiz¿ es distinto, pero la obseruación puede extenderse a é1. Como ie sabe, Antal se ins-
odolfuicos, pero no a influencias recíprocas. piró en los estudios de W:ñurg y sus continuadorcs, aünque entendiéndolos en clave
¡xrr
(108) Il signlftcata..., cit., úe.43. l<rgeneral sociológica (dt.,por ej., Remarks on tlu Mahd of Art History: I, em ..The Blur-
(l09) Ello h¡ sido destacado por E. Carin, Introducción a La storia dclle invnagini..., cit., pág' ü¡rgton Magazine", XCI 1949, sobre rodo pág. 50).
xxi, qüen comenta: "vale la pena subrayar la desaparición, etc.", pero sin precisar en qué (l 19) cfr. 'Kristische Berichre anr kunsrgeschicñtlichen Literaru/', \rI, 1937,
Sgs. 109-16; tra-
sentido. Entre las más recientes investigacio,nes iconognificas de Panofksy, cfr. sobre todo ducción inglesa en E. H. Gombrich , Meditatiotts on a llobby llorse and oihlr Essays on tte
The lconography of Coneggiels Carncra di San Paolo,Lmfircs, 1961. En cambio, siempre. Theory of Art, Londres, 1963,figs.70-77.
de Panofs§, es rico en anátrisis iconolégicos en sentido estricto Tomb Sculpture . F'our Lec - (l2o) wcrtprobletne,., cit, Sg. lla (Meditatiors..., pue. 75). El rechazo del paralelismo
tures on [ts Clnnging Aspectsfron Ancient Egypt to Bernini,ed. preparada por H. W. Jan- pgrspegtiva lineal-conciencia histórica habia sido "ir,formulado en rérminoc casi análogos:
sor¡, l¡ndres, l9ó4. cfr" A Bibliography..., cit, Ég" 100. Tradurco'physiognomisch" como "ñsonómico"
!no
(l l0) Cfr. O. Pácht, Panofksy's Early Nethcrlarúish Painting - I/, en "The Burlington Magazi- como 'expresivo", para conseryar la alusión implícita a l¡vater (cfr., siempre de com-
ne", xcviii, 195ó, pág. 276. Advierto que para este paÉgrafo me han sido muy útiles las in- brich, el brillantísimo ensayo on physiognomic perceprion,lgf/|., ibon eo tieditatioa*..,
dicacimes proporcionadas por Bialosocki. Iconogr$a e iconologb..., cit. De este autor cit" págs. 45-55, en especial pigs. 45, 48, 49). Esrc t.ma de la'physiognomic fallacy" se
lé¡se t¡mbi&r ?¿ orb i twórczosi. O trdycji i inwencji w teorii sztttki i ikonografii,Pomán, rcplantea a cada instante en los escritos de Gombrich (véase ramüá mls adelante). Éa si-
196l (cqr sumario en inglés en las págs. 210-13). do formulado de manera r-rás pregrg por M. schapiro, style, et Anrhropotogy Tday:
(111) E.H.Gunbich,Bouicelli'sMythologies.AStudyintlwNeoplatonicSytttbolismofhisCir- sepaiory, edici&r preparada por s. Tax, chicago, 1962 (la-primera edici,¡n eüe tg5í),
cl¿, cn IIüCI, YIII, 1945, pág. 13. sobre todo Sgs. 296-300, en ¡érminos muy parecidos a los usádoc por Gombridr, quien sin
(l12) ParaS¿xl"dr.G.Bing,enaSndice,aLastoriad¿lleitttagini...,cit",pág. 179;Saxlcola- embargo no es citado. (Para una rcferenci¡ de Go¡nbridl a esrc escrito de Schapiro,-cfr" Me-
boró r¿mbién enla Festschrifi fib tulüs Scúosser (197) con el ensayo Aller Tugenden ditatiot,o..-" q¡.,pág. 168, así como árr..., cit., Égs. 16, lg.) [¿ referenci¡ a ó.-Lri¿,
wd Lasur Abbiláng. Para l¿ citada colaboracién de Schlosser en lu Vortráge, cfr. eI en- mo elaborador de esu noc_i6n es, en cambio, explícita en L D. Erlnger, Art HistoryTday. "o-
sayo Voa m&rn¿n Denlotulhtltt¿s, e¡ Bibliotlnk Warbwg. Vortráge 1926'27 , lxipzig- An lruugural Lcaw¿ delivercd at university coilegc, ro¡tdon,97n*ch tg6t"i.qdrcs,
Berlín, 1930. frgs. 1-21. 196l,weim
(ll3) Cfr. O. Kurz, Introducció¡r a J. von §chloeser, L'arle dcl M¿dioevo, Turín, 1961, pág. (l2l) wertprobleru..., cir, ffgs. I I *lr5: Medüatiott*.- ciu.
Ég. 76, ¡¿mbién aquí retcnado
rxviü. de cerca y desarrollado porM. schap:irro, sryre ..., cir-, prg. 291:'A'comrnm ddency in üe
(l14) Estlpicoeldejoir6nicodclrpág"2lEdeArtaúillrtsion.AStudyiarhcPsyclologyofpic- physiognomic approach to gruop style has becn to inierpret all the elements of represenra-
torbl Represenulion, Londres, 1962 (cfu. Arte..., ci¡., pág. 3l l). Sólo excepciuralmente la tiur as expressions", etcétera.
impaciencia poproseguiruna apre¡ada argum€ntación teórica induce a Gornbrich a no de- (122) conénfasisespecialenelgefaciaaArta¡d lllusioa...,cir-,pág.D(,Gqnbrichdeclarah¡-
momrsc en los meandn¡s de l¿ investigación ñlológica: se trata, repetimos, db la tendencia be¡ tqn¡do contac¡o cor Popper antes de la entrada de las uopas hi¡terianas en Viena. Por
excepcioral a "over-simpüfy" (simpliñcar en exceso) (que no debe confundine con el "ex- otra parte, en el ensayo qr¡e estamos exarninando, escrito en 1935, poco antes de que el au-
trernismo" teórico que señala R. Amheim), la cr¡al le fue reprochada por el recensor anóni- tor emigrara a Lurdrcs (Meditatiotts..- cir, pdg. xI)" hay un probaÉt" in¿i"io ¿* l" irrfl,r*-
mo & Art ond lllusi,o¿ en el 'Times Literary Supplement" (8 de abril de l9f0.,págs" 217' :fu-dg lopryt q el pasaje en que se señala polérricamenre il 'hisroricisrno (I/rsl oisruts)
l8),Faraotrroejernploenelrnismosentidqcfr" Light,FormardTexü,trcinXVthCentury dc la hisroria del arre en clave cxpresimtistr" (wcrtFobleme... ei.r.',pág" lls,ia¿: Mcditd-
lions-.-' cit, úc'76, nota). La postura polémica de poppcr cantra er historicisrno es muy

86 t 87
ccnocida; y en el prefacio a la edición inglesa (l-ondres, 196O) de Tlw Poverty of llistoti' (131) Panofsky, Studies in lconology..., cit., pág. 178.
c¡s¡n el autor recuerda que una primera redacción de su libro, escrito en 1935, ya se había (132) A la crítica de las relaciones "fisionórnicas" no escspa, por Io menos en parte, Cothk Ar-
difundido, ccn el mismo título (que, por supr.lesto, alude a lvlarx y, antes aun, a Proudhon)
e hitecture atd Scholaslicism; Latrobe (Penn.), 1951, del pricpio Panofs§. Es verdad que el
a principios de 1936 (Tlu Poverty..., cit., pág. 'VII)" Sobre el singular uso por parte de Pop-
autor, después de haber es¡ablecido las relaciones entre filosofía escolástica y arqütectura
per del térrnino "historicismo", cfr. las precisas observaciones críticas de E" H. Carr, §ci Ie-
gótica en un plano de influensias por difusión (ddfwion), es decir no simplernente indivi-
zioni sulla §toriú, Lrad. it., Turín, L966., pág. 73, nota; tr 01, nota.
duales, descarta toda crylexión merarnente analógica, fijando eI eje en un término medit¡, la
(123) Cfr. Arl..., cir., págs. 16-17, y la recensión, sumamerlte áspera, del volumen por un grupo de
"rnentaiidad" (rtental iabit) introducida por la esccúásüca (págs. 20-21). Pero el lector, a
discípulos de Sedlmayr, en "The An Bulletin", XLVI, 19&, Fígs. 418-20. No me ha sid<¡
pesar de la habituatr riqueza y s¡¡tilezá de las a¡gurnentaciones de Panofsky, no puede evilar
posihle ver el capítulo de Gombrich sobre Xur¡slw¡ssenscha{t en Die Atlantisbuch der
la impresióar de que ese término medio es un tarito inaferrahle, y de que en muchos casos el
I(r,mst, cornpilado por M. Hüriimann, Zunch,1952. La introducci&l de Sedlmayr a los en-
autor se io saltea limpiarnente para volvera a caer en analogías "inmediatas", "fisonómi
saycrs de Riegl ha sido repr<xlucida en Kunst uná Wahrheit. Zur Theorie unÁ Method¿ der
cas". Un ejemplo: en la pág. 43 Panofksy afirma que la preescolástica había elevado una
Kunsteeschichte, Hamburgo, L958 (Rowohl* deutsche Enzyclogidie,7I), págs. 14-34,
barrera entrc fe y razon, análoga a un edificio runánico § remite a una ilustración quc re-
con el rírulo de Kunstgeschichte als Stilgeschichte (Díe Quintessem dzr lzhren Riegls)"
produce la abadía de Maria Laach, 1093-1 156). ¿No hay aquí la suposición tácita de <¡ue el
Reciente¡nente, W. Hoffmarm conlrapr¡so, respondiendo a una encues[a sotrre "Estrucura-
estilo es un todo ínlegramente "expr€sivo"'? Y sin ernbargo, no se p.rede dejar de estar de
lismo y críúca", al Gombrich de Art and lllwron con Sedlmayr y. su "análisis estructural"
acuerdo con M. §chapiro (quien retoma, como hemos visto, la crítica "antifisonómica" de
(Edi¡orial Il Saggiatore, Catalogo generale 1958-65, Milán, 1965, págs. X)«V-XXXIX).
Gombrich), cuando escribe aludiendo, también sin nornbrarlo, a este estudio de Panofsky:
(124) Para ta polémica antihegeliana, basada explícitamente en supuesros popperianos, cfr. sobre
"The cornrnon element in these two contemporary creations [arqrútectura gótica y fi.losofía
tadoThe Social llistory of Arl (recensión del volurnen homónimo de A. Hauser), ahora en
escolástical has been found in their rationalism and in their irrationalJty, their idealism and
bleditatiov¡s..., cit., ante todo prígs. 88-89. A decir verdad, se rrara de páginas que se cuen-
their naturaüsrn, their encyclopedíc completeness and their striving for infinity, and re-
ian eutre las menos lelices de Gombrich.
cendy in their dialectical method. Ye[ ctne hesilates to reject such analogies in principle,
(125) W eriprobletue..., ot., pág. I I 5 (M editat io ns..., at, pág. 7 6).
since the ca¡bedral belongs ro.Ihe same religious sphere as does contemporary theology"
(126) Gombrich ha sido muy influido por Freud y el psicoanálisis (para su colaboración con E.
{Style..., cit., pá9. 297). Esta divergencia implícira entre las posiciones de Panofsky y de
Kris, véase más adelante), pero siempre se sirvió de ese material en forrna nada servili cfr.
Gornbrich no ha sido subrayada, que yo sepa. P. 0. Kristeller" por ejemplo, malinlerpreta
Psycko-Analisis and the History of Art,1953, ahora en Meditatians..., cit., págs. 30'44,y
de cabo a rabo el punto de vista de este último, en la recensión a A. Chastel, Marsile Ficin
Freud e l'arte, en "Tempo presente", xi. l'ebrero de 1966, págs. 22-4Ct. Respecto de Jung,
et I'art, en "The An Bullerin", XL, 1958, pág. 78, donde escritr que Panofsky, Saxl, Wind,
Gombrich siempre se expresó en términos muy críricos: cfr. Meditatiotts..., cit., pá9. 13,
Gombrich, Tolnay, trataron de captar en sus estudios "the stylistic analogias between the
Art..., cit., pag. 87, etc., así como, en relación con una Flérnica respecto del impresionismo
different expressions of üe same period and úe other signs that may indicate tt¡at cenain
críúco, Ia recensión a ia obra de K. Clarck, Joiero dcll¿ Francesca, en "'lhe Bunlington Ma'
works of añ and of thoughi origurated in a common intellectual climate or were conceived
gazine", XCIV, 1952.pág. 178. Observaciones exactas, a panir de supuestos muy distintos,
as a resp)nse l.o common problems or situations"' (las cursivas son nrías).
en Brandi, Le duz vie..., cir., págs. 174-79. G<¡mbrich afirma de manera categória: "1}e
(133) Traelucción iuliana, Tuí¡, 1955-56. La re<ensión de Gombrich, aparecida en 1953, ahora
artist's private feelings at úre moment of producrion clearly do no¿ enter here, and as to his
en Medilationt..., cit., págs. 86-94.
personality we have long leamed to see üe immense complexity tha¡ shields behind tlús
- (üIeditations..., cit., pág. 26). También aquí parece claro que, al contrario de (134) lbid.,pag.9l.ParaunaobservaciónanálogadePanofsky,cfr.rnásatrás,not¿100.Véanse
simpie word"
adernás las eficacísimas consideraciones de Gombrich en Botticelli's Mytholagies..., cít.,
lo que sucede generalmente, la influencia del psi«ranálisis no induce a Gombrich a simpli-
págs. t0-13; cfr. también Meditations..., crt., pá9. 51.
ficaciones ni a explicaciones apresuradas, muy por el contrario, Pero el rechazo de las vin-
(135) Ibid.,pág.79.VéaseenestesentidoelpasajedeS.K"l.anger(discípuladeCassirer),inser-
culaciorres apresuradas entre la "personalidad" del anista y la obra de arte, que hemos vis-
to signifi.cativarnente en una polémica contra los intentos de considerar al ane desde el per-
m posruladas inclusive por un estudioso como Saxl a pro$sito de Durero, no puede indu-
fil de la cornunicación: "El concepto del ane como una especie & comunicación iiene sus
cir a negar tout co¡t¡t la eúster¡cia del protrlema. Con todo, en el análisis concreto, Gom-
peligros porque, por analogía de lenguaje, se espera, como cosa natural, que haya commi
b,rich atenúa la rigidez de esta y otras afirmaciones téoricas: cfr., por ejemplo, el citado en-
cación en¡re el artista y su pútrlim, cosa que yo cc¡nsidero una noción aberrante. Fero hay
sayo Psycho-Analysis and the History of Art (a pro¡úsito de Picasso).
algo que, sin oorrer el riesgo de tomarlo demasiado al pie de la letra, prede ser llamado ca-
(127) Cfr.VissualMetaplorsofValucinArt,ahorae¡Meditarra¿s...,cit.,sobretodopígs.25-2?
municación a lravés del arte, en especial las informaciones que las artes favorecen para
(pero el ensayo, hermosísirno, debería ieerse completo).
con una ép,oca o un pueblo, en relación con la gente de otra época. lt{i mf páginas de histo.
(128) Cfr. Expression and Corunuaication, ahora en Meditations..., c:r., págs. 56-59. Una postu-
ria pueden ilustramos sot¡re la mentalidad egi¡ria en mejor medida que una üsita a un rnu-
ra menos extrema en Art.,,, ciL, pág. l8: "Si en verdad queremos tratar a los estilos corno
seo o a una exposición de ane egipcio."." (Citado por Brandí, Le duc vic,cit.,¡Á9s.43-44).
sín¡orJ¡as de otra cosa § en ocasiones ello podria ser de gran interés), no podanos hacerlo
Se sot¡reentiende que Gomb,rich considera a la posición de la l-anger basada en una'ex-
sin alguna reoría tle las altemativas". Pero vé¿se también la polémica referen¡e a la estética
prcssianist assumption" (Meditations".., cit., Sg" 57).
croqiana, des¿rrollada en el easayo Tradition anl Expression i¡Wcslern Stitl Life,196L, (136) Art aul Scholarship, ahora en Meditéti$ns".., cit", págs. 106-19.
allora w Meditations..., cit., págs. 95-105.
( 137) J. Huizimga, L'auunno d¿l Medio Evo, trad" it, Fle¡rencia, 1953, págs. »CXVIII-XX)tr(. En
(i29) §ería inútil dar aquí indicaciones bibliognificas sobre los intentos de aplicar la reoría de la
rod<¡ sentido dese¡focada es una referencia al respecto dc C. L Ragghianti, Prefacio a K.
información o la semiética a la estética. P¿ra caracterizar la prudente posición de Gombrich
Fiedler, L'attiviü artistica..., cit., pág. 31.
(qüen afirma" entre oras cosas: "The use I propose to make of the analysis of communic¿-
(r 38) Saxl, la storia delle inagini..., cit., pá9. 168.
tion.,. is not to explain art, but tu criticize certain assumptions about art', Meditatiots...,
(l 39) Meditations."., cit,, pág. 91.
cir, pág. 60), véase de todos modos Ia recensión crítica a Ch. Morris, Sigzs, Language arul (r40) A" Mornigliano, Froblemi di metodo nell'interprelazione d¿i sinholi Giud*a-Ellenir¡¿ci, en
Belwvior*, on'The Art Bu[etin", )o{x, 1949, págs. 68-73.
"Aüenaeum", )OO«v, 1956, fasc. 3-4, §úbrc todo págs. ?39-41 (en la pág. 243, nota, alude
( I 30) Estoa térüdnos son utilizados indiferentemente por Gombrich, y no pocas veces en sentido
al material simMlico rccogido por el Instituto Warhrrg).
met¿fórico (dr, por ejemplo Medüations...,ciL, pá9. 56). Cfr. asimismo ibid.,pá9s.25-2'l .

88
B9

di
cuanro al di§frure estérico de l¡ Qb n de anc (Le dw uie..., ciu, págs. 179-87). 'En la e.xége-
(l4l) Meditatiotts..., pág. 116. En la misma página Gombrich exPr€§r §u escepicismo ante y
sis del ¡r¿sfondo culrural y semótico de una imagen que, como se ha dicho repetido'
por
las expücaciones "iu,en términoc de menulid¡d indiüdual proporcionadas por Warbu¡g. de habcr
su n¡¡ufaleza er polis&nica -+eñala Brandi-, nunca se-puede tener la ceneza
(142) Cfr. por ej . ibü.,pág l0 y árt..., cit, pág. 7. y sobre todo un pasajc de la ciuda recensión que ver
llegado al fondo ni de haber agorado las alusicres" (pág. I 85). Pcro aquí_nada. tiene
de Ch. Morris, §igns,'Laagmgc atú Bclavbur,ú9,72. ;polisemia" dc las imágenei; el propio Brandi oblery" (Ég' l8O) que 'la búsqueda de ta'
la
(143) M¿ditatiott¡..., cir, pág. I17. inceni-
les inensajes. ínsios o c,iateralesin ia obra, se resiente n¡¡uralmeorc dc todas las
(144) tondres, 1958; 2r ed, 1960.
durnbrcs y posibles welcos quc cqroce la invesúgació,n histórica y filológica, bast¡ndo
a
(145) Wind, Pagan Mysterbs..., cir., pág.7. En cieno sentido es típico que, después de habcr
menudo el ñalazgo de una núeva fuente o noricia histórica para sub,ve¡tir la inrcrpretación
comprobado la estrccha semejanza formal entrc la pe¡dida Lfu &Miguel Angel y las No- fácil indi-
anterio/'. Pero eslto vale u¡nbién para una poesía, en la qtrc a menudo no es nad¡
clas de las capillas de los Medici, y de haber afrrmado que "las dos obras s«r indepcndien- *trasfondo culoral senrántiio". Y po lo demás, tampoco la *poüse¡nia" es
tes desde el punro de visu esútico [?]", y que "considerarlas desdc un único punto de vis-
vidu¡lizar el i
un¿ c¡r¡cterística exclu¡iva de la imagen "Más que de polisernia "+scribe Brandi-,.
ha-
t¡ ec una foÍma de curiosidad de anticuario" (pÁg. 138), Wind se complazca precisamente bría que hablar de dispaibitifud, de anuencia d¿ Lr imagan' desde el Prmto de vista semio-
e¡r esa 'curiosidad de an¡icu¡rio" para correr tras le a¡oci¡ciór¡ kd¡-Lator¡a-Nocl¡es, seña-
16giá n una imagen se le hace decir lo que se quiere. Y t m¡i&t a una obra de arte. Bas-
lada dc pasada por Plutarco y decididamcnte irrelevantc (cq¡ro lo reconooc el propio
cjemplo ae h-Giocqrda, tqnada.csno ernblem¡ de rma bcbi{ puuante..."
(pág. 63).
teil
Wind) para la comprensión dc las dos obras dc Migucl Angel. (Este puno ha sido criicado cuno lema publicitario para una bebida
¡pero-ranrli6n un verso de lz Cottpdi¿ fue usado
umbién por R. Klein, en la equübrada ¡ecensión aprccida en 'Zeitschrifi für Kunstges- purgantel
chicha", ¡o(Itr, l%0, pág. 285.) Pareceía que en esrc libro (que por sus tema!¡ y su ¿rna- g¡¡.l.frre An Bullain", xuv, 1962, págs. 75-79-(el subrayado respecto del término "ilu-
(lS¡)
án general se inspira eir primer lular en los S¡rdi¿s in lcorclogy de Panofsky), Wind se ' ' ri¿n" en la pág.76). I¿s observaciones aquí formuladas a propócio de esu recensión
hubiera rcservado, precisanente, el papel dc anticuario: un anticuario renacentista, muy "rr¡ t ni *¿r adelante) coinciden er, gran medida con lo que escribió_G. kevitali
de Amheim
impregrado de neoplatonismo y de l¿ filosofla de Pico della Mirandola. l53,setiernbrcdelg62,págs.74-Tg,Deprevi.uli,véase,r¡mbi&r
(146) Pagan Myster¡¿s..., ci¡-, úe.». "n;iu,,go"";"xrl,núm, en 'Paragone", XII, núm. l4l, setiembre de 1961, págs.
la receniión de Art and lllusbz,
QaT lbid.,páe. 144. La cursiva es mía. 44-48, quc sin embargo me parece dernasiado ¡eductiva. otras objeciones contra el uso del
(l4E) lbiden-
Érmino "ilusión" ton fot-ul"d"s gmbién por I. Beloff , Sonu Cutvtt¿nts on lhe Gombrich
(149) Inclusive, en la pág. 155 Wind ve en el san Banolomé desollado del luicio Universal de
Pribtem¿,e¡"The British Joumal of Aesthetics", I, 1960, págs' 62-70, y por R' Wollheim'
Miguel Angel, que lleva su propia piel en una manoi con el autorretraro del artista, en los y
Art and lllt¿.,ion, en la misma publicación, III, 1963, págs. l5-37, enl»niculaf Pá9s.26
rasgoe faciales, un paralclo con el Marsias neoplatóni«r, por él entrcviso en el primer can- y Pfesenra
sigs, wollheim examina con sr¡na sutileza y penerracion la obra de Gombrich,
a del Paraíso (Como en Dantg de quien se sabe que Miguel Angel era un profundo cono' oñ¡".ion", técnicas, que sólo a¡añen de manera indirccu a los problemas aquí discutidos.
cedor, el retrato en forma dc Marsias es una plegaria para ottener la ¡edención, de modr¡
(pára un útil panorama de las recensiones a Art arut lllt¿»ion, cfr. Tonelli, E. H . Gombrich e
que a través de la muerte desaparczc¡ la fealdad del hombrc exterior, y el honbre interior
I'estetica..., cit-, gágs. 54, nota 5).
resurja en toda su pureza, ras deponer los rru*rta fuspoja"). Resulu claro que Wind se
(154) Arr..., cit., págs. 330 Y sigs.
conten¡a con confirmaciones c¡da vez más precarias: primelo h¡bí¡ viso una prueba a su
favor en la presencia de Dante en el P¿ rnoso y arla Displrta; ahora le bsta simplemente el ' - Ca.
iiSSÍ *r"yJA" ftuVog"¿ of Abstract Arr,1956, ahora q Meditatiotts...' cit', págs. 143-
"f r¿ta; a decir verdátt, del menos convincente de los escritos rcunidos en esle volu-
5q se
hecho de que Miguel Angel fuera rm "profundo conocedo/'de Dante para establecer la rc-
men. Ha expresado dudas al rcspecto J. Stolnirz, en la recensiór¡ pubücada en "The British
lación ent¡e el Manias dantesco, interPrelado de la maneñr que se ha visto, y el san Barto'
Joumal of Aesüetics", IV, l9é/',págs,27l-74.
lotné delluicio. Por orra parte, la referencia a Dante no sólo es contradicoria, sino también
(156) 42..., ci¡. pá9.78.
inútil: bastaría rcrnitirse al neoplatonismo de Miguel Angel y a la interpret¿ción del miro de
Marsias que circulaba en lo¡ ambientes neoplatónios. Pero sobre estas bcses, la relación ll57) *t..., cit. pá9. 30.
formuladas. al respecto
J-itur"r (en mi opinión demasiado formalistas) son.The
centrc Marsias y san Baíolorné Parece, en verdad, un t¡nto incol¡erentc. ' -
itSgi OUjecion"i
wout im, Art and t tt,sion..., cir_,pág. 33, y por Amheim en Arr Bulle¡in". XUV,
(150) V.cnecia, Pietro Quarengi" ll de ocubre de 1497, C. ccxxiiir:'Entra e¡¡ el pecho, en la fr " 1 4-79, q
mentg e inspira en ml ¡al canto como el que usastc cuando venci.src a Marsias", erg. Y dr.
i eOZ, pag.. úe. 7i. No hipoaido ver, de Wollheim, O n Drawing an O bjcct,
¡-on¿risJSOS, ,"""niión de H. Olbome cn'The Brirish Ioumal of Aesthetics", vl.
también el comen¡¡rio del Vellutello (en Venetia, l56É',pá9.283).
iXO. págt. ZO-Z¿'"- SOre l¡ "casualidad" eventual del esquema, cf¿ H' W'-Iansq, Tlu
051) A. Chastel, en su Artc e uruneiino a Fircme al tcmPo ü l¡r¿no il Magniftco, Studi sul .trr-ii ¡io* by Ctnnce' h Renaissance Ttought, en De anibus opttscula XL, Essays h
Rituscirrunto ¿ sull'u¡uttusitto platonico, trad. it", Turfn, 1964, critica con justicia (pág-
10, nua 2) este übro dc Wind y el método en él adopado Pero, coca extraña, a cq¡tinua-
aoi, o¡ zrn{" panofs§, edición preparada por M. Meiss, Nuer¡a Yort, 196l (la. cd.
y basrdo en una
196O), pigr 254-66, apa¿cido al mismo riempo que el übro de Gombrich
ción of¡ece una in¡erpretaciór¡ de los versos de Dantc exactamente análoga a la de Wind, y
documentaci&l casi análoga.
basad¡ en el mismo error (cfr. págr, 55-56 y I 16). En la pág. 56, nota 2, Chastel descaru la
(159) Cfr. la ciuda ¡ecensiú¡ e¡r'The Timer Urcrary Supplement", pág. 218.-Sobre todo. no re-
jusra sugestión dc P, Renucci, quien interpreraba al M¡rsias da¡rcsco coÍ¡o ejemplo de alo ' ¡ult¡ cl¡ro si el esquem. cc en¡er¡dido en sentido ¡rasc€ndena (véasc el cpígrafc k¡ntia¡ro
cado orgullo, evocado parr indicar la voluntad del poeta de somaersc "a l¡ inteligencia cc-
dcl capíulo), o biá como condición históric¡mente deterr¡rin¡d¡'
lestc que sc digrr inspirarto" § dr. cn csc sen¡ido Y. Batz¡d, Dantc, Mhcnc ct Apolloa.
lts ittugcs d. b Divbu Conédb.Prrls, 1952,pá9. 27), sobrc la basc de la singular moti- (¡60) árr..., cir, fg. l9E
vación dc quc 'el interér tan evidcn¡e del poeu por los 'arcano de la reügiór¡ Pagan¡'...
(lól) árr.... cir-, Ss.265.
(162) árr.... cit", Sg.26ó
sugierc que se admita el 'sentido mlstico' quc hay bajo cl 'sentido moral""
(152) Ettlingcr, Art HbtoryTodry..., ciu, o,bserva (pág' 16) que para alguros esu¡diosoú la icqto- itOi t-r¿rc., tiOO «e¿. ¡ctualizd!; la primera edición er de 1950).
logl¿ (aquí sinór¡imo dc iconografia)'becomes simply a meaninglcss display of frce asso- i¡Ai Ar: bn;."d ciudos, Etprass bn and Co¡ntutnication y Traditioa and Exprcssion in
Wcstcrn Still l"ifc.
ci¡tion¡". El conocimieno de c*e peligro al quc se hdla expuesta la interyreución icono- (165) Amhcirt co'Thc A¡t Bulletin',')lrV, 1962' págr- 7449, $fig.79'
gráIica no debe inducir, de todo modos, a suscritñ¡ las cs¡clu¡ioe¡ a las cualer üega C. págs' 90 y sigs', 265-66, y so-
Brandi, qui«r por lo de¡nás on¡ider¡ a estas investigaciores superlluar en todo sentido en iiCCi vCrt". cn lo quc rc rcñcre a la "primcra imagan'' Arl",, cir,

9l
90
!* l{o la hipóteris formulada en el ensayo Meditatbns on a Hobby lIor.ra, 1951, que )OüXI). Y véase la alusión a "loa límites de la esrédca, la tierra promerida que sólo podre-
Amheim,parece no conooer, aho¡a ¡eedirado er¡ la selección de igual tírulo, págs.i-il. rnos er¡trever desde lejós" (4r1..., cit.. Wg.25).
otras objeciones son formuladas por Amheim, quien, como se sabe, es rm fervi«rte adep- (190) Para The hrly Medici; pfr. halian Renaissance Studies. A Tribute to the l-ate Cecilia M .
a &laGestaltpsycltologic, rcspecto del uso eclécrico de l¿ psicología de la per""p"iór¡ ó, Ady, preparado por E. F. Jacob, [.ondres., 196O, págs. n94fl. Cfr. además Lighr, Form
partc de Gombrigh (pero dr. árt.,., cit", pág. D(), el cual, por su partg se sirve ampliamen- Teture,.., cit.,y Motrcnt and Move¡nent in Art, q IWCI, 1964, Égs. 293-30ó, que desa-
te de los resr¡ltados de los gestaltistas (su misma insistenáa en la necesidad de cónsider¡r rrollan en forma brillante t¿mas sefialados de pasada en A¡t and lllusion...,cit.,Sgs.Tl9-
los hechoc estiüsticos no e¡r form¡.atomista, sino en su cor¡texto es. verosímilmente, debi- 282. l^ exigencia de una vinculaciór¡ más estrecha entrc los fenómenos anísricos y las
dat¡mbi&¡alainfluenciadelapsicologíadelaforma;perocfr. Raplmet'sMadoruu...,cit, otras faceus de la realidad histórica es sugerida significativamente por Gombrich (simulrá-
pág. l5). De todoc modos, Amheim no respo.rde a algunas objeciorcs bast¿nte noubles, neamente con la muy conocida polémica contra Hegel y sus seguidores y con las interprc-
formuladas por Gombrich en relaci&r con li minimización gesrálrica del conocimieno por taciones "fisonómicas" de l¿s obras dc arte) hacia el final de una cor¡ferencia titulada'Hegel
la er,periencia (cfr. Art...,i*.,pÁgs.22l-23). Por lo demás, considera que el ejenrplo al cual atd His Followers, pronunciada en el Co¡rtaulds Insritute, en 1963. He podido ver el rex-
rccur¡e Gor¡rbrich para subrayar la in¡ervención ¡ctiva del espectadoien cl desciframieoo lo mecanografiado de esta confercncia y del discuno conmemorativo pronunciado por
de la imagen, el de las manchas casuales, en la medida que ie uauría de una experiencia Gombricl¡ en Hamburgo, y (en una venión un tanto diferente) en Londres para el cer¡tena-
"marginal" (cfr. "The An Bullai¡", XU% 1962,5gs.74-79, pág. 7/); puntuaüzaiión ¡n¡- rio del nacimiento de Aby Warburg, gracias a la ex¡raordinaria gentileea del aubr, a quien
til, ya que no es la primera vez que datoc en apariencia marginales conrribuyen a poner en expreso aquí mi üvo agradecimiento. Ese trabajo curmemorativo, que será publicadomuy
discusi&¡ determinada posrura científica § por lo demás, ¿icaso los propioi psicóiogos de pronto, constituye hoy por hoy la interpraación más rica y profunda de la figura de War-
la Gesult no se sirvieron de las ilusiones ópricas con la misma fmalidad?). burg; sin emba¡go, por haber tomado conocimiento de dicha conferencia en fecha p<xterior
(ló7) Art...,cit.,pá.g.77. ala redacción de este artículo, no me ha sido posible incluir en é1 rcferencias sobre la mis-
(ró8) Cfr. 'The tut Bullerin", XLIV, 1962, págs. 74-79, en pág.79. ma. Doy gracias, además, a Robert Klein, quien leyó este escrito en pruebas de imprcnta,
(169) Art..., cit , fig.268. POr §U§ precrosas sugerencra§.
(t7o) Cfr. Art...., ctl, pág. 3. Se ha dicutido mucho en los últimos años acerca de las personalidades consideradas en las
(l7l) ár1..., cit-, Sgs. 19"20. En lo que respecra a los seguidores de Warburg, Gombrich remire, páginas precedentes. Me limito a unos pocos señalamientos. Sobre Warburg, es indispen-
en notr¿, sob,re rodo a los trabajos de Saxl y Panofsky. sable la bibliografía, en at'ndice a Ausgewáhlte Schriften undlilürdigungea, prqrarada
(172) Cfr. Gerlrud Bing, 1892-196/., cit, ¡Ág. 3. por D, Wuttke, Baden-Baden, 1979. Véase ádemás E. H. Gombrich, Aiy Warbig. An In-
(173) Estas conclusiones divergen en forma sustancial de las de L. D. Etrlinger ( Art History T6- tellectual Biograpiy, Londres, 1976; W. Flofmann, G. Syamken y M. Wamke, Di¿ Mens-
day, at), quien al subrayar con justeza la enorme imponancia de lai invesrigaciones de ciunrechte d* Auges. Ueber Aby Warbwg, Francfort del Meno, 1980; S. Iiet¡is, Warbwg
Gombridr, ve (con demasiado simpüsmo, en mi opinión) una especie de enriguecimiento continuatus, en'Quademi srorici", nueva serie, núm. 58, abril de 1985, págs. 5-38. Sobre
ininternrmpido, sin pérdidas ni corrradicciones, desde warburg hásu panofsky y al propio Saxl, la inrroducción de S. Seuis a la raducción iuliana de sus escri¡os astrológicos, Ia/e-
Gombrich. de aegli astri. Dall' antichitiL al Riruscinznto,Tvín, 1985; la selecci &t delas Lectwes (la
(174) Reediudo en E. Kris, Psychunalyic Erylorations in Art,Lq¡dres, 1953, págs. lgg-2}3. storia d.elle imtaagiii) ha sido reedirada con una nueva in¡.roducción de E. Garin (Bari,
Algunos de los eosayos incluidoc en esta selecciór¡ son muy destacables: vási, por ejem- 1982). Una bibliografía de los escritos de Panofsky se encuentra eÍ Aufsátzc zuGruadfta-
plo, el uso de obras de arte con fines de diagnóstico psicoanalírico, a A Psychotic Sculptor gen der Kunstwbsenschaft, edición preparada por t[. Obercr y E. Verheyen, Berlín, 1974,
of the Eighteenth Century (F. X. Messenchmidr), págs. 128-50. 2a. edición aumentada y corregida; véase además M. A. Holly, Panofksy ad the fou¡tda-
(175) lbid., Ég. 195 (aquí reperido, casi literalmenre). tions of Art History,hhaca y londres, 1984. Una bibliografía, que debení ser acrualizada
(17é) I-os autores reconocen, sin ernbargo, que la concreción de este mecanismo psicológico más tarde, de los escritos de E. H. Gsnbrich, se hallará q Kunst und Forlschritt.Wirkung
alemporal en el ámbio de las arte¡ ligurativas fue posibiütada por la presencia de determi- utdWaadtung ein¿r ld¿e, Colonia, 1978.
nadas condicime¡ históric¿s: la cqrcepción neoplarónica del artista como creadory la evo-
lución esrillstica que hacía posible una regresión calculada, como la caricuura (ráü., págs.
197-98).
(r77) Cf r. Ra p lwe l's M adonna..., cit., pág. 23. y F r e ud e l'ar te..., ctt,
(178) Cfr. Art and Scholarship, ent Meditatiazs..., cir., pág. I I E.
(t7e) Cfr. Art..., cit., pág. l0l.
(180) Cfr. árt..., cit", frgs. 108-7.
(l 8l) Ctu. Art..., cit", Sgs. 107-13.
(182) Art..., ctt.,pá9,78,
(r 83) Art..., cit, págs. 123 -25.'
(r84) Art..., cit,páry.53,
(185) Cfr. Expression and Co¡tttuuication, an Meütat¡b¡¡s..., cir, págs, 58. @,
(186) Art..., cit.,,fr.g. 157.
{r87) cfr. más atrás. Y véase además la recensiór¡ de G , Boas a Art andlll¡¿r¡b¿, en *The Joumal
of Aes¡lretic¡ and A¡t Criricisrn",nX, l9(f,pfig.229.
(188) Arl..., cit-, Sg. l9ó
(189) Arr."., cit., )OOOV. Poco antes Gsnbrich afirma, en polémica cm R Amheim: "por ü-
Ég.
flcüque se¿ llevar ¿ c¿bo esle pra,p6sito, sigo creyendo que haríamos mejor, y por mucho
tiempo, etr maat€ner separado el esrudio de las imágenés del de l¡ be[iza viiual'(pág.

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