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Influencia socio cultural y medio ambiental de las TIC

Por: María Carpio Senior, Stefanny Marchena y José Fernández Almeida


En el contexto de una era caracterizada por avances tecnológicos rápidos y omnipresentes,
las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han desempeñado un papel
fundamental y amplio en la reconfiguración de la percepción humana del mundo
contemporáneo. Este impacto bidireccional presenta un panorama complejo y matizado.
Por un lado, las TIC han introducido invaluables beneficios, facilitando la comunicación
instantánea a escala global, democratizando el acceso a una vasta cantidad de información y
optimizando procesos en diversas esferas de la vida cotidiana.
“La expansión de las tecnologías conllevó el asentamiento en paralelo de una ideología
industrial, que aumentó la producción y llegó a sobrepasar su demanda espontánea, con lo
que ocasionó una importante inversión de valores. La venta, más que la producción, pasó a
ser el objetivo” (Darío & Díaz, 2012)
No obstante, esta revolución tecnológica ha traído consigo una serie de desafíos y
preocupaciones, la transformación de nuestras interacciones sociales, la redefinición de la
construcción del conocimiento y la influencia en la percepción de la realidad cotidiana son
indicativos de la profunda penetración de las TIC en la vida contemporánea. Este
paradigma, aunque ha impulsado la eficiencia y conectividad, suscita interrogantes acerca
de la vulnerabilidad digital, la privacidad y las consecuencias no previstas de esta
interconexión omnipresente. En este contexto, explorar el impacto tanto positivo como
negativo de las TIC se convierte en un ejercicio crucial para comprender la complejidad de
la relación entre la tecnología y la experiencia humana en la actualidad.
La presencia constante de las TIC en la vida cotidiana es innegable. Desde el sencillo acto
de revisar el teléfono hasta la gestión de tareas más complejas, estas tecnologías han tejido
una red que abarca todos los aspectos de nuestra existencia. Surge la interrogante: ¿cómo
ha evolucionado la percepción de la realidad con la integración más profunda de las TIC en
la rutina diaria? Además, nos preguntamos en qué medida estas herramientas han
modificado la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
Al explorar la omnipresencia de las TIC, podemos considerar cómo la interacción constante
con dispositivos electrónicos ha alterado la manera en que percibimos la realidad. Por
ejemplo, el acceso instantáneo a información a través de dispositivos móviles ha
transformado la forma en que procesamos y comprendemos el entorno. La realidad se
experimenta ahora a través de la lente digital, donde la información fluye de manera
constante y la conexión con el mundo se realiza virtualmente.
La transformación en la forma en que nos relacionamos con el mundo también es evidente
al considerar la influencia de las redes sociales y otras plataformas de comunicación digital.
La conexión interpersonal se ha expandido más allá de las interacciones cara a cara,
permitiendo conexiones virtuales que trascienden barreras geográficas. Sin embargo, esto
plantea la cuestión de hasta qué punto estas interacciones digitales afectan la calidad y
autenticidad de nuestras relaciones.
En el contexto de la omnipresencia de las TIC, la dicotomía entre lo natural y lo artificial
emerge como una problemática intrínseca. Destacando la obra de Marta Fehér, nos adentra
de manera interesante en la ambigüedad que existe entre estas dos áreas. En sus reflexiones,
la autora nos desafía a cuestionar la evolución de estas categorías en un mundo saturado de
tecnología. Como ella señala, "La frontera entre lo natural y lo artificial se desdibuja, y es
en esta ambigüedad donde las TIC encuentran su terreno fértil” (Féher, 1998). La reflexión
sobre esta dualidad ha sido objeto de análisis en diversas disciplinas, ya que lo natural se
asocia con fenómenos no intervenidos por la mano humana, vinculados a la pureza y la
autenticidad. Por otro lado, lo artificial abarca creaciones humanas, objetos y tecnologías,
impregnadas de diseño consciente.

En este marco, las TIC han intensificado la intersección entre lo natural y lo artificial,
borrando las fronteras tradicionales y generando nuevas problemáticas. Tal y como lo decía
Aristóteles, distingue entre ‘saber-cómo’ (el tipo de conocimiento que posee el artesano y el
ingeniero) y lo que podríamos llamar ‘saber-por-qué’ o comprensión demostrativa (que
sólo posee el científico). Para ilustrar este concepto, imaginamos la relación entre la
inteligencia artificial y la biología. Por ejemplo, la creación de sistemas informáticos que
imitan el aprendizaje humano, como las redes neuronales, borra la línea divisoria entre la
inteligencia natural y la artificial. La ambigüedad surge cuando nos preguntamos hasta qué
punto estas creaciones tecnológicas pueden llegar a ser "naturales" en su capacidad para
aprender y adaptarse.

La conectividad digital y la virtualización de experiencias han planteado desafíos en la


percepción de lo genuino, desencadenando debates sobre la autenticidad y los
conocimientos en un mundo cada vez más mediado por la tecnología. La proliferación de
información y la creación de realidades virtuales han suscitado cuestionamientos sobre la
integridad de la experiencia humana, provocando una reflexión crítica sobre cómo las TIC
afectan la concepción contemporánea de lo natural y lo artificial. Este fenómeno subraya la
necesidad de explorar más a fondo las implicaciones éticas y filosóficas de la interacción
humana con las tecnologías emergentes, planteando interrogantes cruciales sobre la esencia
de la autenticidad en un entorno digitalmente saturado, lo que nos lleva al siguiente
interrogante ¿De qué manera la creciente intersección entre lo natural y lo artificial desafía
y redefine los conceptos tradicionales de autenticidad? La creciente convergencia entre lo
natural y lo artificial, impulsada por el avance de las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC), rediseña los conceptos tradicionales de la autenticidad de diversas
maneras. La virtualidad permite crear experiencias en donde se desafía la autenticidad de
todo lo que se vive construyendo simulaciones indistinguibles de la realidad tangible.
En el ámbito de las identidades digitales, la presentación selectiva de uno mismo en
plataformas en línea plantea preguntas acerca de la autenticidad de estas representaciones
virtuales en comparación con la realidad. Tal y como lo decía Robert Kling y Roberta Lamb
en su obra Análisis de las visiones alternativas de la publicación electrónica y bibliotecas
digitales, en 1996: “el utopismo tecnológico el antiutopismo tecnológico, el realismo social,
la teoría social y la reducción analítica. El utopismo tecnológico describe una sociedad
donde las personas llevan una vida ideal”, el utopismo tecnológico describe una perspectiva
optimista que sostiene que el progreso continuo de la tecnología puede conducir a la
creación de una sociedad ideal.

En este escenario utópico, se espera que las innovaciones tecnológicas resuelvan problemas
sociales, económicos y ambientales, mejorando la calidad de vida de las personas. Esta
visión implica la creencia de que la tecnología no solo optimizará la eficiencia en diversos
aspectos, sino que también proporcionará soluciones para desafíos globales, garantizando
un acceso universal a sus beneficios. Sin embargo, es crucial reconocer que esta perspectiva
positiva coexiste con debates críticos y consideraciones éticas, ya que algunos argumentan
que el utopismo tecnológico podría pasar por alto posibles consecuencias negativas, como
el desempleo tecnológico o la pérdida de privacidad, para la muestra están las redes
sociales, reconocemos su importancia y el gran papel que juegan actualmente, sin embargo,
son fuente de desinformación desde las noticias hasta las imágenes que pueden postear. Se
han idealizado a las personas creando estereotipos, lo que conlleva al aumento de las
enfermedades de salud mental, aumento en casos de ciberacoso y bullying, adicción y
pérdida del tiempo, la retroalimentación o feedback que nos brindan estas nuevas
herramientas son poderosas y desafiantes. La pregunta que viene ahora es: ¿Cómo influyen
los cambios en la sociedad en la manera en que somos?

“En medio de los vertiginosos procesos de globalización de los mercados, en el seno de una
sociedad altamente mediatizada, fascinada por la incitación a la visibilidad y por el imperio
de las celebridades, se percibe un desplazamiento de aquella subjetividad "interiorizada"
hacia nuevas formas de autoconstrucción” (Sibilia, 2008)
Vivir en la era digital nos coloca en una encrucijada entre la conexión constante y el
sacrificio de nuestra intimidad, una paradoja que Paula Sibilia explora en "La intimidad
como espectáculo". Sibilia nos confronta con la transformación de la esfera íntima en un
espectáculo público alimentado vorazmente por las redes sociales, La esfera íntima se ha
transformado en un espectáculo que alimenta la voracidad de las redes sociales.
En la actualidad, nos encontramos inmersos en una era de globalización y mediatización,
donde la sociedad está profundamente influenciada por la búsqueda de visibilidad y la
glorificación de las celebridades. Este cambio cultural ha llevado a una transformación en
la forma en que construimos nuestra identidad. Es especialmente evidente en la generación
más joven, donde la intimidad se ha convertido en un espectáculo público a través de las
redes sociales. La fascinación por compartir cada aspecto de la vida cotidiana en
plataformas digitales ha llevado a un desplazamiento de la subjetividad "interiorizada", a
nuevas formas de autoconstrucción, donde la personalidad se juega en el escenario público
de la red, convirtiéndonos en personalidades del año como lo menciona (Sibilia, 2008). Sin
embargo, este impulso hacia la visibilidad a menudo deja de lado la reflexión sobre las
implicaciones a largo plazo, ya que los jóvenes y la sociedad en general podrían no medir
completamente la magnitud de lo que comparten, convirtiendo su privacidad en un
elemento más del espectáculo mediático.
El "desplazamiento de la subjetividad interiorizada" en este contexto se refiere a un cambio
en la forma en que las personas construyen y experimentan su identidad. Antes, la identidad
solía ser algo más privado, interno y reflexivo. Sin embargo, con la creciente influencia de
la globalización y la cultura de las celebridades, especialmente entre la generación más
joven, la forma en que las personas construyen su identidad ha cambiado. Ahora, en lugar
de mantener la identidad como algo más interno y reflexivo, se ha vuelto más externo y
orientado hacia la visibilidad pública. La intimidad, que solía ser algo privado, se ha
convertido en un espectáculo público a través de las redes sociales. Este cambio implica
que la narrativa personal y la autoconstrucción se juegan más en el escenario público de la
red que en la reflexión interna. Este desplazamiento sugiere que la forma en que las
personas entienden y presentan su identidad ha cambiado hacia ser más visible y externa en
la era digital y mediática.
“Cuando más se ficcionaliza y estetiza la vida cotidiana con recursos mediáticos, más
ávidamente se busca una experiencia auténtica, verdadera, que no sea una puesta en
escena.” (Sibilia, 2008)
En “La intimidad como espectáculo” se reflexiona sobre algo muy interesante y es la
paradoja contemporánea en la que, a medida que la vida cotidiana se llena de elementos
ficticios y estilizados a través de los medios, surge una creciente búsqueda de experiencias
auténticas y genuinas. Esta búsqueda de autenticidad se manifiesta en el interés por
consumir fragmentos de la intimidad de otras personas, destacando la popularidad de los
reality shows donde se vende la idea de mostrar la realidad, aunque a menudo sea
dramatizada. La saturación de espectacularización en un entorno mediático va de la mano
con diversas formas de "realismo sucio" que están en tendencia, siendo Internet un
escenario principal para esta dinámica.
La llegada de las tecnologías digitales y las redes sociales ha generado una reconfiguración
en las dinámicas de relación interpersonal, es decir el cómo se relacionan las personas,
dando paso a una especia de "democratización de la intimidad". Este fenómeno, aunque
posibilita la conexión y el intercambio en un ámbito global, también está intrínsecamente
ligado a la búsqueda de validación social y reconocimiento por parte de los demás, como
señala Haga clic o pulse aquí para escribir texto. , quien destaca que el exhibicionismo se ha
instalado como un valor cultural que no solo brinda placer, sino que también genera una
sensación de pertenencia a una comunidad Haga clic o pulse aquí para escribir texto. . Sin
embargo, esta apertura pública hacia la intimidad conlleva riesgos, según advierte Sibilia.
La exposición excesiva puede propiciar la trivialización de sentimientos y emociones, así
como la pérdida de la privacidad y la vulneración de derechos fundamentales. Por ende, es
imperativo examinar de qué manera las tecnologías digitales han alterado las interacciones
humanas, al tiempo que "La intimidad como espectáculo" nos convoca a una reflexión
sobre la vivencia de nuestra intimidad en la sociedad actual y la necesidad de resguardar
nuestra privacidad y derechos fundamentales en un entorno cada vez más mediático y
expuesto. Este fenómeno plantea preguntas esenciales sobre el precio que estamos
dispuestos a pagar por la conexión digital. Por ejemplo, se puede considerar la autenticidad
de las relaciones en línea y si la exposición constante de la vida privada contribuye
realmente a una conexión más significativa. ¿En qué medida la búsqueda de validación a
través de la exposición en línea afecta la percepción de la intimidad y el bienestar
emocional de las personas?
Otros de las problemáticas por las que atraviesa nuestra sociedad que pretende caminar
hacia un futuro mejor para todos, es el consumismo. Hoy la sociedad está sumergida en un
entorno donde las redes sociales moldean nuestras interacciones y coexisten con un
consumismo desenfrenado que impacta tanto en lo social como en lo ambiental. El auge del
consumismo se manifiesta en la obsesión por la adquisición constante de bienes materiales,
donde la felicidad y el éxito parecen estar intrínsecamente ligados a la posesión de objetos.
La búsqueda implacable de la última tecnología, la moda efímera y los productos de
consumo rápido refleja una sociedad atrapada en la trampa del materialismo, donde la
satisfacción personal se asocia erróneamente con la acumulación de posesiones. Las TIC,
aunque contribuyen a la globalización y conectividad, no están exentas de impactos
medioambientales. Desde la producción de dispositivos electrónicos hasta el manejo de
residuos tecnológicos, las decisiones en el ámbito tecnológico tienen consecuencias
palpables en nuestro entorno.
La exploración de la dicotomía entre el cuerpo y la tecnología se realiza a través del prisma
del "hombre postorgánico". Nos vemos confrontados por las tiranías del Upgrade y la
obsolescencia programada, lo cual suscita interrogantes sobre cómo las mejoras
tecnológicas están dando forma a nuestra identidad. La reflexión se extiende hacia la
disposición que tenemos para integrar tecnologías en nuestra existencia y las implicaciones
que esto conlleva para nuestra percepción de la humanidad.
El constante impulso por actualizaciones tecnológicas y la obsolescencia programada nos
invitan a reconsiderar nuestra relación con la tecnología. La obsesión por obtener la última
versión de dispositivos electrónicos nos lleva a cuestionar hasta qué punto estamos
dispuestos a llegar para incorporar estas tecnologías en nuestra vida cotidiana.
Este fenómeno plantea interrogantes fundamentales sobre el precio que estamos dispuestos
a pagar por la integración de la tecnología en nuestra existencia. La búsqueda constante de
mejoras tecnológicas se convierte en un punto de reflexión sobre cómo esto afecta nuestra
identidad y nuestra percepción de la esencia humana. ¿Hasta qué punto la fusión entre
cuerpo y tecnología redefine nuestra concepción tradicional de lo que significa ser humano?
Esta realidad también se encuentra estrechamente vinculada con la obsolescencia
programada, una estrategia industrial que impulsa la constante renovación de productos,
sumiendo a la sociedad en un ciclo de compra y desecho. La cultura del consumismo no
solo genera problemas sociales, como la creciente disparidad entre aquellos con acceso a
las últimas tendencias y aquellos que no, sino que también conlleva un impacto ambiental
significativo debido a la sobreproducción y al desperdicio de recursos. En este contexto, es
esencial reflexionar sobre cómo estas dinámicas afectan nuestra percepción del éxito y la
felicidad, y cómo pueden contribuir a un cambio hacia prácticas más sostenibles y valores
más significativos.
En la sociedad actual, el consumismo exacerbado y la práctica de la obsolescencia
programada generan una serie de problemáticas sociales que impactan directamente en la
dinámica y estructura de la comunidad. La constante búsqueda de novedades y la presión
social para poseer productos de última generación contribuyen a la creación de una brecha
económica y social, donde aquellos que no pueden seguir el ritmo de las tendencias se
sienten excluidos y marginados. Además, el consumismo puede alimentar una cultura de
superficialidad, donde el valor personal se mide por la capacidad de adquirir bienes
materiales, generando desigualdades y tensiones en la sociedad.
Sin embargo, los problemas sociales derivados del consumismo no son los únicos desafíos
que enfrenta la comunidad. El impacto ambiental de esta cultura de consumo desenfrenado
es igualmente preocupante. La explotación masiva de recursos naturales para satisfacer la
demanda insaciable de productos contribuye a la deforestación, la pérdida de biodiversidad
y la degradación del medio ambiente. Además, la acumulación de desechos, impulsada por
la rápida obsolescencia de productos, agrava la crisis de residuos y la contaminación.
La obsolescencia programada, diseñada para impulsar la constante renovación de
productos, se convierte en un catalizador central de estos problemas. Esta estrategia
comercial no solo perpetúa la cultura del descarte, sino que también agota los recursos
naturales de manera insostenible. Reflexionar sobre esta interconexión entre consumismo,
obsolescencia programada y sus impactos sociales y ambientales es crucial para promover
una transformación hacia prácticas más sostenibles. Es imperativo reconsiderar nuestras
prioridades y valores como sociedad para construir un futuro más equitativo y respetuoso
con el medio ambiente. La clave reside en adoptar un enfoque más consciente y
responsable en nuestras decisiones de consumo.
A pesar de reconocer las dificultades asociadas con cambiar las prácticas de consumo
arraigadas en la sociedad contemporánea, es esencial reflexionar sobre cómo estas
complicaciones solo benefician a las empresas. La profunda influencia de décadas de
marketing y publicidad, que han impulsado la cultura del consumismo y la obsolescencia
programada, crea una resistencia significativa al cambio. Las personas están atrapadas en
un ciclo en el que la búsqueda constante de novedades y la presión para mantenerse al día
con las tendencias se han convertido en una norma aceptada. Además, las empresas a
menudo se benefician económicamente de la rápida obsolescencia de productos, ya que
fomenta la repetición de compras y la generación de ingresos constantes. Superar esta
resistencia y promover un cambio hacia prácticas de consumo más sostenibles requiere no
solo un cambio individual, sino también un cambio cultural profundo y, a veces, un
replanteamiento de las políticas comerciales y de marketing. La conciencia de estos
desafíos es fundamental para abordar de manera efectiva las raíces del problema y trabajar
hacia un modelo de consumo más ético y sostenible.
Uno de los ejemplos citados en el documental sobre la obsolescencia programada “comprar,
tirar, comprar”, nos explica como las grandes empresas son los mayores defensores de la
obsolescencia programada. En el documental nos muestran como en 1940, en la industria
textil, el gigante químico DuPont´s presenta una fibra sintética revolucionaria, el Nylon,
utilizado para fabricar las medias que usaban las mujeres en esa época, era un gran
progreso. Los químicos de la empresa tenían motivos para estar orgullosos, el problema es
que duraban demasiado y eso significaba que los fabricantes no venderían muchas medias y
fue ahí donde la misma empresa dio instrucciones de bajarle la calidad a las medias para
que durasen menos y las personas poder consumir más, desapareciendo además el hilo
duradero.
Ahondando en las cuestiones éticas, nos enfrentamos a la imperiosa necesidad de hallar un
equilibrio entre el progreso tecnológico y la preservación del medio ambiente. En un
mundo donde las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) se convierten en
elementos intrínsecos de nuestras vidas, surge la responsabilidad de gestionar de manera
consciente los recursos naturales y de reducir el impacto ambiental.

Emma González Carmona y Jorge Arturo Orihuela Bravo, en su obra "Civilización


tecnológica", presentan la ética como una brújula constante en la era tecnológica. La
pregunta que se plantea es: ¿Cómo podemos aplicar esta ética a la preservación de nuestro
entorno? La rápida obsolescencia de dispositivos electrónicos y la constante búsqueda de
innovación presentan desafíos ambientales significativos. En este contexto, es esencial
cuestionarnos: ¿Estamos dispuestos a reconsiderar nuestro consumo y producción de
tecnología para minimizar nuestra huella ecológica?

Este dilema ético nos lleva a reflexionar sobre la necesidad urgente de adoptar prácticas
más sostenibles en el ámbito tecnológico. ¿Podemos transformar nuestra mentalidad y
comportamiento para abordar el problema de la obsolescencia planificada y fomentar la
durabilidad y reutilización de dispositivos? ¿Estamos dispuestos a priorizar la innovación
que no solo avance tecnológicamente, sino que también respete y proteja nuestro entorno?
En última instancia, la ética en la civilización tecnológica no solo nos exige reflexionar
sobre el impacto social de nuestras decisiones, sino también sobre su impacto ambiental. La
gestión responsable de los recursos y la adopción de prácticas que minimicen el daño al
medio ambiente se erigen como pilares fundamentales en la construcción de un futuro
tecnológico sostenible.

Este compromiso con la sostenibilidad cobra aún más relevancia al considerar el impacto
del ciclo consumista y la obsolescencia programada, temas que, como discutimos
previamente, no solo afectan negativamente al medio ambiente, sino que también
intensifican las desigualdades sociales. El sistema de consumo masivo, con su uso
desmedido de recursos y generación descontrolada de residuos, afecta de manera
desproporcionada a comunidades marginadas, que con frecuencia se encuentran en áreas
cercanas a vertederos y sitios de desecho. Así, la interconexión entre ética, sostenibilidad y
justicia social se convierte en un llamado urgente a repensar nuestros hábitos de consumo y
a promover un cambio hacia prácticas más equitativas y respetuosas con el entorno.

Reflexionar sobre esta conexión entre consumismo y desigualdades sociales nos insta a
reconsiderar nuestra relación con el consumo y explorar vías para cambiar el rumbo de este
caos. Más allá de los impactos ambientales, reconocemos que estamos poniendo en riesgo
los recursos del futuro y perpetuando estructuras que favorecen a unos pocos a expensas de
muchos. La búsqueda de un cambio implica promover prácticas más responsables y
sostenibles que preserven nuestro entorno para las generaciones futuras y fomenten un uso
consciente de los recursos, transformando la necesidad de consumo en una herramienta
para el bienestar colectivo y no simplemente en la satisfacción de caprichos materiales. "En
la era tecnológica, la ética no puede ser una reflexión tardía, sino una guía constante"
(González Carmona et al., 2012)

la conexión entre la reflexión ética sobre el actuar tecnológico y los fenómenos actuales
como la obsolescencia programada, el consumismo y la influencia de las TIC y las redes
sociales revela la complejidad de nuestra relación con la tecnología y la necesidad de una
reflexión más profunda y consciente sobre su impacto en la sociedad y el medio ambiente.
En este contexto, la sinergia entre la ética en la civilización tecnológica y la urgencia de
prácticas más sostenibles se revela como un imperativo para el futuro. La responsabilidad
ética no solo implica reflexionar sobre el impacto social de nuestras decisiones, sino
también reconocer el significativo impacto ambiental asociado con el constante avance
tecnológico.
La gestión consciente de los recursos naturales y la reducción del impacto ambiental se
posicionan como pilares fundamentales en la construcción de un futuro tecnológico
sostenible. El llamado a repensar nuestro consumo y producción de tecnología,
enfocándonos en minimizar nuestra huella ecológica, se convierte en una necesidad
ineludible.
Este dilema ético, marcado por la obsolescencia planificada y la rápida caducidad de
dispositivos, nos insta a cuestionar hasta qué punto estamos dispuestos a llegar para
incorporar tecnologías en nuestra vida cotidiana. Transformar nuestra mentalidad y
comportamiento es esencial para abordar estos desafíos ambientales y fomentar la
durabilidad y reutilización de dispositivos.
Además, la interconexión entre ética, sostenibilidad y justicia social emerge como una
narrativa crucial. El ciclo consumista y la obsolescencia programada no solo afectan
negativamente al medio ambiente, sino que también intensifican las desigualdades sociales,
afectando de manera desproporcionada a comunidades marginadas.
En este escenario, la construcción de un futuro más equitativo y respetuoso con el entorno
implica una transformación colectiva. La ética en la civilización tecnológica no es solo una
guía moral, sino un llamado a la acción. Adoptar prácticas más sostenibles y promover la
innovación responsable se convierte en el camino hacia una coexistencia armoniosa entre la
tecnología y el medio ambiente, y entre los avances tecnológicos y la justicia social. En
última instancia, la intersección entre la tecnología y la humanidad requiere un diálogo
constante, crítico y consciente. El impacto de las TIC va más allá de la conveniencia
tecnológica; es una fuerza que da forma a nuestra identidad, nuestras relaciones y nuestro
entorno. Al abrazar esta responsabilidad con conciencia y reflexión, podemos avanzar hacia
un futuro donde la tecnología enriquezca nuestras vidas de manera ética y sostenible.

Bibliografía
Darío, W., & Díaz, Á. (2012). Hacia una reflexión histórica de las TIC. Hallazgos, 10(9).
Féher, M. (1998). Teorema Vol. XVII/3 Filosofía de la Tecnología Lo natural y lo artificial. Teorema.

González Carmona, M., Bravo, O., Arturo, J., & Ergo, C. (2012). “Civilización tecnológica” versus
responsabilidad por la vida: una mirada ética. 19(1), 95–99.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10422917010

Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo (Fondo de cultura económica, Ed.; Primera, Vol. 1).
Fondo de cultura económica.

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