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Temas Matrimoniales COMPLETO PDF
Temas Matrimoniales COMPLETO PDF
al Matrimonial
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INDICE TEMÁTICO
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Guía para trabajar este material
Cada tema contiene:
a) Una PREGUNTAS para trabajar con las parejas que se preparan.
b) Un CONTENIDO de ideas de la enseñanza de la Iglesia para reflexionar,
meditar o trabajar entre todos.
c) CITAS de la Biblia, documentos de la Iglesia o de la enseñanza de los
papas.
Es importante buscar dónde están las preguntas de cada tema para
dedicarles un tiempo o seleccionar las que el guía considere más
importantes. No todas las preguntas están al inicio. Otras están en
medio o a final. El tema 3 sobre el amor contiene al final un trabajo de
citas bíblicas para trabajar en parejas con unas preguntas.
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El matrimonio cristiano en el símbolo del ARBOL
FINES O BIENES
SEMILLAS El bien de los esposos. La transmisión
de la vida y por tanto el amor y
educación de los hijos.
FRUTOS EFECTOS
EFECTOS: Crea un VÍNCULO y da la GRACIA
SU CONSTITUCIÓN
RAMAS Su CONSTITUCIÓN: Conocimiento, libertad
(pueden), voluntad (quieren). La celebración
ritual.
SACRAMENTALIDAD
TRONCO Signo del amor y la comunión con Dios.
Su constitución canónica.
UNIDAD, COMUNIÓN, INDISOLIBILIDAD,
FIDELIDAD
ESTRUCTURA
La realidad psicosocial que requiere y la
ORIGEN
TIERRA Creado, querido, establecido por Dios.
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Tema 1: COMO LLEGAMOS AL MATRIMONIO
PREGUNTAS SUGERIDAS:
1. ¿Por qué nos queremos casar?
2. ¿Por qué es importante conocerse antes del matrimonio?
3. ¿Cómo vivimos nuestro primer encuentro, nuestra amistad y nuestro noviazgo?
Muchas personas llegan al matrimonio con muchas dificultades y problemas personales, con su historia
personal, su carácter y todo lo que les ha pasado como personas. Lo que recibimos de familia, nuestra
forma de ser, las personas y medios que influyen en nosotros, los amigos y nuestras decisiones, todo
eso determina nuestra forma de ser. Si no nos conocemos a nosotros mismos y no conocemos a la otra
persona ¿cómo vamos a llegar preparados al matrimonio? Para todas las relaciones humanas es
importante el conocerse pero para el matrimonio lo es mucho más. En este tema veremos la
importancia de conocernos y de concocer a la persona con la que nos vamos a casar asi como su
dignidad como persona.
1. CONÓCETE, ACÉPTATE, SUPÉRATE.
Para todo ser humano es importante tener conciencia de sí mismo, de su valor, de su realidad y de sus
deberes. Este conocerse tiene tres componentes:
a) Conocernos, es decir, saber quiénes somos y cómo somos.
b) Aceptarnos en todas nuestras dimensiones: físicas, espiritual e intelectual.
c) Superarnos en aquello que debemos hacerlo teniendo un ideal, un modelo.
Llevar a cabo lo anterior es muy importante, especialmente cuando se está a punto de iniciar una vida
en pareja. En la convivencia diaria, que implica el matrimonio, el los cónyuges se conocen más a fondo
y, de forma natural, salen a la luz los defectos y las virtudes de cada uno. Por eso, es importante que
ambos emprendan este esfuerzo de conocerse, aceptarse y superarse; si lo hacen es más probable que
la vida en común sea más llevadera y feliz y serán, además, personas más maduras.
CONOCERSE
Conocerse “representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida” es decir,
para tener el control de la propia vida. Es importante conocerse en todos los aspectos característica
físicas, mentales, emocionales, temperamento, carácter y aptitudes.
Es frecuente que las personas tengan una auto imagen equivocada de sí mismos:
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de no caer en una falsa humildad, que es cuando las personas hablan más sobre sus defectos o
“aparentan” ser sencillos pero en el interior se sienten superiores a los demás.
Otros se valoran de más. También sucede que hay personas que creen tener más o en mayor
grado algunas cualidades que los demás no ven en ellas; piensan que son más inteligentes, más
simpáticas o más atractivas de lo que son en realidad. esto puede convertirse en un complejo
de superioridad, lo cual puede dificultar la relación con los demás, e incluso puede generar
rechazo.
Conviene vernos tal como somos y ser conscientes de nuestra dignidad. La correcta
apreciación y valoración de sí mismo requiere de reflexión, análisis conocimiento propio. Para
lograr esto, se deben aprovechar, en la medida de lo posible, todos los medios disponibles: la
autorreflexión, el análisis objetivo y razonado de los comentarios que hacen de nosotros otras
personas con quienes convivimos y nos relacionamos, etc. esto ayudará para tener una imagen
clara y realista de nosotros mismos, sin subestimar o sobrevalorarnos.
ACEPTARSE
El segundo paso después de conocerse, es llegar a la aceptación de uno mismo, lo cual es indispensable
para vivir en armonía y conformidad interior, y para ser feliz en la vida. Lo anterior, no significa ser
conformista, resignarse o ser indiferente ante los defectos o aspectos negativos de nuestro carácter o
comportamiento, más bien supone aceptar de forma sincera las posibilidades y circunstancias con que
contamos para superarnos, sin quedarnos en la mediocridad. supone, también, aprender a convivir con
lo que no se puede cambiar.
Aceptarse significa:
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La inteligencia debes dirigirse hacia la verdad y el bien. Por ejemplo, que la persona haga un
esfuerzo por formarse intelectual y espiritualmente, de modo que esta formación le permita
hacer juicios rectos, ser crítico con la información que recibe y desarrollar una conciencia recta
para discernir entre el bien y el mal.
La voluntad permite a la persona lograr lo que quiere; pero debe dejarse guiar por lo que la
inteligencia le presenta cómo bueno. La persona que se esfuerza en formar su voluntad no
expresa sus emociones, sino que es dueña de sí misma. educa la voluntad, ayuda a formar
hábitos buenos (virtudes) y se esfuerza en terminar lo que comenzó.
La afectividad no es buena ni mala, lo que puede llegar a ser bueno o malo es aquello que se
realiza bajo la influencia de los sentimientos. por ello, la afectividad debe estar ordenada al bien.
Una persona con una afectividad madura sabe distinguir entre sentir y consentir (sentir no es
malo coma pero consentir es bueno o malo, dependiendo de si lo que sea consentido es una
acción moral o inmoral), Sabe combatir las tentaciones que pueden hacerle daño a sí misma o
a los demás, etc.
Preguntas:
a. ¿Por qué es importante conocerse?
b. ¿Que dificultades o problemas vemos en las personas que no se conocen ni se aceptan como
son?
c. ¿En qué afecta a la relaciones como amistad, trabajo, familia, pareja, el hecho de no
conocerse ni aceptarse?
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Si se esfuerzan en conocerse el uno al otro entonces pueden llegar a comprender por qué el otro
actúa de tal o cual manera. La comprensión implica tratar de entender al otro, ser empáticos
con su situación.
De la comprensión viene la aceptación: “Ya sé que eres así, te comprendo y te acepto. Esto no
significa que las personas no quieren tratar de cambiar y superar sus defectos; de hecho es
necesario este esfuerzo de crecimiento personal por el bien de la pareja. Si se aman
verdaderamente, pueden ayudarse uno al otro a superar esos defectos pues el amor siempre
produce el deseo sincero de ayudar al otro alcanzar su verdadero bien. Esta ayuda debe
realizarse siempre respetando al otro en su libertad.
Sin embargo, hay ciertos aspectos que no cambiarán. Cada uno debe estar dispuesto a aceptar
y sobrellevar esos rasgos que el otro no puede cambiar. si alguno de los dos cree que no podrá
vivir con tal o cual defecto de la pareja una vez casados, lo aconsejable sería volver a meditar la
decisión de contraer matrimonio con esa persona.
El proceso de conocimiento involucra también una adaptación al otro. la adaptación, a veces, se
da en costumbres, gustos, formas de hacer las cosas, etc. siempre con el objetivo de mantener
una armonía en la relación, y sin que implique negar lo que cada vez es en su esencia. ante todo,
como ya hemos dicho, el respeto al otro y a su individualidad debe ser la prioridad, pero también
la justicia. Si uno debe ceder en ciertas cosas, es justo que el otro también ceda en otra.
Al fin de cuentas el objetivo del conocimiento profundo de la pareja es lograr que su amor crezca
y madure.
3. LA DIGNIDAD DE CADA PERSONA
¿Por qué hablar de dignidad humana en un curso pre matrimonial?” Porque es preciso ir a las bases y
tomar conciencia primero, de que la persona con quien se va a contraer matrimonio es justamente eso,
una persona que tiene una dignidad. Por ello, merece todo nuestro respeto y un trato digno, y con
mayor razón porque es a quien se ama y con quién se va a compartir la vida.
Siempre debemos recordar que nuestro cónyuge posee una dignidad, que no se ve afectada por
cualquier característica (defecto o virtud) que pudiera poseer. Cuando se dice que el ser humano tiene
dignidad, sí habla en primer lugar de que merece ser tratado siempre como tal, es decir, como ser
humano.
El ser humano posee dignidad porque el está hecho a imagen y semejanza de Dios y es la única criatura
que tiene ese privilegio. La inteligencia y libertad del hombre le distingue de los demás seres y lo elevan
a un rango superior. Por esto, la dignidad de la persona no es fruto de cualidades, sino de la misma
naturaleza del hombre, como ser racional, capaz de pensar y de amar”. Si la dignidad del hombre le
viene por su naturaleza humana, esto quiere decir que todos los seres humanos son iguales en dignidad,
sin importar su edad, sexo, color de piel, religión, creencias, defectos físicos y psicológicos, ni cualquier
otra característica particular.
4. EL HOMBRE ES IMAGEN DE DIOS
Fundamentos biblicos
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El hombre posee una dignidad porque fue creado a imagen de Dios: “Creó, pues, Dios al ser
humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó” (Gn. 1, 27).
Por ello los hombres fueron “revestidos de poder como el suyo” (Eclo 17, 3), y “hechos poco
menos que un Dios” (Sal 8).
Los seres humanos fueron creados con capacidad de “tomar su propia decisión” (Eclo 15, 14);
responsables de decidir entre el bién y el mal: “Te pongo delante vida o muerte, bendición o
maldición” (Dt. 30, 16-21).
“El hombre fue creado cuidador de toda criatura: “Con dominio sobre animales y plantas” (Gn
2, 20). “Coronado con la gloria y dignidad, le diste Señor, el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo tus pies.” (Sal 8, 7).
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TEMA 2: LA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO
PREGUNTAS SUGERIDAS:
1. ¿Es importante la comunicación en el matrimonio? ¿Por qué?
2. ¿Cómo vemos que está actualmente la comunicación en los matrimonios?
3. ¿ Porque siempre se insiste tanto en que las parejas, sean de novios o casados, tengan un
diálogo constante?
Al llegar al matrimonio no conocemos realmente cuánto nos amamos. el amor es una aventura de
descubrirse diariamente, ir cambiando juntos, madurar, hacer de un “Tú” y un “Yo” un “Nosotros”.
Esto no se puede hacer en silencio, ni conversando sólo sobre problemas urgentes y temas superficiales.
Tampoco se hace de una vez por todas y para siempre, es decir, no se conoce todo de una persona con
una única conversación. El conocimiento mutuo y profundo del otro se logra poco a poco, justamente,
a través del diálogo, que facilita que se conozcan aspectos de la personalidad de la pareja que se
desconocían y que se descubra una cualidad o una debilidad que no habíamos percibido antes.
Desafortunadamente, uno de los problemas más graves que vivimos en la actualidad, es que hemos
perdido el arte de conversar. Todo atenta contra la conversación: el vivir deprisa, el trabajo absorbente,
el exceso de compromisos sociales y el ruido, en todas sus manifestaciones son obstáculos que impiden
dialogar y relacionarnos. Esto es un grave problema, especialmente, en el matrimonio. Nos vamos
aislando de tal manera que puede llegar un momento en que los cónyuges ya no se conocen porque
han perdido el buen hábito de dialogar.
El diálogo se define como “plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas
o afectos”. Respecto al diálogo conyugal, el padre Nicolás Schwízer señala que: “dialogar significa
regalarse el uno al otro desde lo más íntimo de que cada uno tiene. Es entrar en comunión, es abrir el
corazón al otro y mostrarle quién soy por dentro, mis angustias, mis esperanzas. Dialogar es intercambio
de corazones, es fusión de corazones” (El diálogo conyugal).
El diálogo profundo es el principal alimento del amor. Nos vamos a casar con una persona que
empezamos a conocer, que ha comenzado a abrir su vida a nosotros y a que a lo largo de la vida de
casados se nos dará a conocer más profundamente. No se puede amar a quien no se conoce.
FUNDAMENTOS DE LA COMUNICACIÓN
El compromiso: Cuando no queremos comunicarnos es porque no queremos comprometernos o
abrirnos. Cuando ha habido fracasos en la comunicación nos da temor volverlo a intentar.
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La conciencia de ser un don: Cada uno de nosotros es un regalo para los demás, y los demás son un
regalo de Dios para nosotros, somos únicos e irrepetibles. Debemos tener muy presente que darnos a
los demás nos enriquece y recibir de los demás también nos enriquece.
La opción por la sinceridad: Debo ser fiel conmigo mismo y eso me ayudará a serlo con los demás, debo
conocer mi propia identidad, conocerme, saber de qué soy capaz, ser auténtico y no aparentar lo que
no soy, sino lo que en realidad soy. Esto nos ayudará a conocer abiertamente a nuestro cónyuge, no
con máscaras.
Entonces, ¿qué sucede cuando no hay diálogo entre los esposos? veamos algunas consecuencias:
La pareja no tiene los elementos suficientes para resolver sus crisis, ayudarse a crecer
mutuamente o tomar decisiones juntos. No sabrán cómo ser buenos esposos y mucho
menos padres responsables. Es un error pensar que la pareja espera de la vida
exactamente lo mismo que uno, que le alegran o entristecen las mismas cosas y que se
sentirá satisfecha haciendo lo que a uno le complace. Por eso es importante el diálogo,
para darse cuenta de que el otro es un “tú” diferente a uno mismo, que nos
complementa, que tiene una vocación propia y una personalidad diferente.
Cuando la pareja no dialoga frecuentemente y con sinceridad sobre su vida, se va
distanciando y enfriando en su comunicación. Incluso puede suceder que cada uno haga
del otro una prolongación de sí mismo, es decir, que cada uno esté tan encerrado en sus
ocupaciones, en su vida y en sus pensamientos, que no se da cuenta de que el otro es
un ser distinto, y por tanto, espera que sea, actúe y reaccione igual que uno. y como esto
no es así, cada día crecen las incomprensiones, los roces y las impaciencias.
Si el amor es comunión y darse al otro por completo, la forma concreta en que esto se exprese es a
través del diálogo. Por tanto, “el debilitamiento del diálogo trae necesariamente consigo el
debilitamiento de la ternura, de la delicadeza, de la comprensión, del respeto y de todas las cosas que
implica el amor”. De ahí la importancia del diálogo en el matrimonio.
Que es dialogar:
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TEMA 3: EL AMOR EN EL MATRIMONIO
EL AMOR COMO VOCACIÓN Y LLAMADO DEL SER HUMANO.
El ser humano sólo encuentra su realización al amar, es decir, sólo es en la medida en que ama y se
entrega a los demás. Cuánta satisfacción y felicidad encuentra una madre al entregarse en cuerpo y
alma al cuidado y atención de su esposo e hijos. Esto implica tiempo, sacrificar muchas veces las cosas
que a ella le gustan, desvelos, preocupaciones, pero todo esto le parece poco con tal de ver felices a
sus seres queridos. Eso es entrega por amor, y hace que la persona sea feliz, se siente plena y realizada.
Pero no sólo una madre de familia: todos podemos experimentar esa satisfacción y plenitud cuando
damos de nuestro tiempo, nos entregamos a alguien o a una causa en bien de los demás. El ser humano
es un ser creado para amar, es decir, cuando Dios creó al hombre y a la mujer los hizo poniendo en ellos
el deseo y la vocación de ser uno para “el otro”, hizo una criatura diseñada para la comunión. Cuan
profunda es la palabra de Jesús: “Quién guarda la vida para sí, la pierde, pero quien entrega la vida por
amor la gana” (Mt 16, 25).
Preguntas:
¿Qué es el amor?
¿Cuál serán las características del amor cristiano?
1. ¿ QUÉ ES EL AMOR?
El amor es una realidad humana muy compleja. La ciencia no ha logrado establecer una definición que
pueda decir todo lo que es y satisfacer a todos. Desde la fe cristiana, desde el Evangelio, sin embargo,
tenemos una enseñanza muy clara sobre lo que significa amar. Nosotros, los cristianos, hemos conocido
el amor de un modo inaudito al encontrar que Dios es un Dios de amor y que su más grande revelación
de amor está en la vida de su hijo Jesucristo que se encarnó, creció, trabajo, murió y resucitó para
enseñarnos cómo podemos y debemos amar.
El amor cristiano ha tomado un significado y una dimensión que no se encuentra en ninguna otra
realidad humana. Existen muchas ideas equivocadas o reducidas sobre el amor. Actualmente debemos
estar muy atentos a tantas formas en que se presenta el amor en los medios de comunicación, en la
televisión y el cine, en la reflexión y ejemplo de muchos líderes de opinión de todo tipo. Estas
reducciones están bien pensadas y dirigidas y son muy peligrosas. Muchas atentan contra la forma en
que los cristianos entendemos el amor. Nuestros hijos y los jóvenes ya están creciendo y
experimentando el amor con graves desviaciones sin tener conciencia de ello. La muestra de ello es
pensar que el amor se reduce a lo sexual o a una pasión emocional que tiene que sentirse y terminar
un día.
Hay quienes piensan que el amor es:
Una Un Un deseo o
Un instinto Deseo de
atracción sentimiento pasión
biológico Belleza física
sexual romántico pasajera
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No se puede negar que el amor conyugal puede tener muchos de esos elementos, pero, esencialmente,
el amor es mucho más que eso. En el amor conyugal “entran todos los elementos de la persona-
reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiraciones del espíritu y
la voluntad-, por ello, el amor conyugal no puede cerrarse solamente a lo físico, también debe existir
entre los cónyuges un amor de amistad y de fraternidad que involucra la unión de las personas.
El gran psicólogo Erich From dice que sí el amor erótico, es decir, el amor que anhela “fusión completa,
de unión con otra persona”, (en otras palabras, el amor que busca la unión sexual), no es a la vez
fraterno (el amor a todos los seres humanos, al que se refiere Jesús cuando dice “ ama a tu prójimo
como a ti mismo”), jamás conduce a una unión verdadera, profunda, duradera, sino que será una unión
meramente sexual y pasajera (El arte de amar).
Características del amor:
Es una conducta emocional aprendida. Nuestra manera de amar la hemos recibido del ambiente
familiar y social en que vivimos. Corresponde a las influencias y estímulos que hemos recibido. Es una
respuesta a lo que hemos recibido.
Es una realidad dinámica. Se vive cada segundo de nuestra vida y en todo lugar. Siempre estamos
aprendiendo a amar porque estamos cambiando permanentemente. El amor crece continuamente.
Es una construcción permanente. Es una realidad que no se hace sola, no nace y crece sola. Se va
edificando conscientemente con cada palabra, gesto y acción. Cada persona que ama construye a diario
su amor. Nunca dejamos de amar.
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Cada pareja que quiere casarse debe tener muy claro que sin tener un amor real y sincero hacia la
persona con la que quiere unirse no se puede construir nada. Es ese amor verdadero que hace feliz,
que se anuncia, no se oculta, que da sentido a la vida y que da todo lo necesario para emprender un
camino nuevo al lado del otro. Cada uno debe ser totalmente sincero consigo mismo para descubrir y
saber si lo que experimenta conscientemente y libremente es amor.
3. LOS ENEMIGOS DEL AMOR CONYUGAL
Los enemigos INTERNOS
Es muy importante, de acuerdo al tema anteriror, reconocer los enemigos que se producen por la forma
de ser de cada persona, sus problemas y conflictos internos y que no sabe superar con madurez: el
egoísmo, la rutina, el cansancio, la desilusión, los celos, la falta de diálogo, la ausencia de educación, la
de delicadeza y de buenas maneras, la falta de ternura, etc.
Los enemigos EXTERNOS
Son los que se producen en al ambiente social y cultural que vivimos. Con ellos la dignidad del
matrimonio se ve afectada por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras
deformaciones. El matrimonio enfrenta hoy muchos peligros o amenazas. En la raíz de muchos de
ellos está el egoísmo, el cual impide a las personas crecer en el amor. Algunas de estas amenazas son
las siguientes:
La influencia de la familia. Para los matrimonio siempre es un reto mantener una sana distancia con
respecto a papás y suegros. Es necesario valorar la importancia de tomar siempre sus propias decisiones
acerca de su modo de vivir y de caminar como pareja. Cada matrimonio es distinto y aunque hereda y
recibe modelos de los propios padres y abuelos, es necesario que aprendan a construir su vida sin
intervención o interferencia. Muchos papás y mamás manipulan y “chantajean” a sus propios hijos para
sus propios intereses o para elegir por ellos creandoles un daño y dependencia severos. A muchos papas
les cuesta dejar ir a los hijos y en un afán de mantenerlos cerca crean muchos modos de dependencia
o de intervención que desequilibra a la pareja y ella no puede o no quiere eviarlo.
El hedonismo: Es una forma de pensar en la solo se busca el placer personal y suprimir cualquier dolor
o molestia. Por ello hoy vemos que se rompen los compromisos y las relaciones con tanta facilidad: “Ya
no siento bonito”, “Ya no me causa placer”, “Ya no me siento a gusto con él”. Se aplica en todo
momento la ley del menor esfuerzo; por ello, no se lucha por rescatar las relaciones cuando hay
problemas, pues hacerlo cuesta trabajo.
El materialismo: una visión sin medida del tener sobre el ser, hoy se valoran más los bienes materiales
que las personas. esto empeora toda la cultura actual de poner como primer valor lo económico en
lugar del amor del cónyuge o de los hijos.
La obsesión por el éxito profesional o laboral. Si se invierte mucho tiempo de trabajo y se descuida el
matrimonio y la familia. Se cambian los valores y la vida de pareja queda desplazada. Es importante
saber que la vida llena de necesidades y de pobreza hacen que él y ella tengan que salir a trabajar. Por
eso tienen que lograr invertir tiempo el uno para el otro y para los hijos sabiendo que el amor y la
convivencia no se pueden sustituir, aplazar o negociar.
La superficialidad. Una vida que no quiere comprometerse, tomar responsabilidades o no quiere servir.
Que solo vive por vivir, trabaja por trabajar buscando reducir el esfuerzo lo más posible.
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El individualismo. Esa forma de pensar donde cada quiern se rasca con sus propias uñas, que es signo
de una vida egoista que solo piensa en su ventaja y bienestar utilizando a los demás incluyendo a la
pareja.
El permisivismo. Es esa forma de pensar en la que se cree que todo se puede, todo se permita, hasta
el mal, para beneficio personal. Muchos matrimonios se permiten hacer uno al otro ciertas cosas qye
terminan dañando o destruyendo el matrimonio: por ejemplo salir cada uno por separado con amigos
muy personales y solteros que, parece inofensivo pero induce a la infidelidad.
El relativismo. Es esa forma de pensar en la que se rechaza toda verdad absoluta y se asegura que
incluso el bien y el mal dependen de las circunstancias. Una persona así no tiene criterios firmes y es
capaz de adoptar ideas diversas o contrarias cada día. Por ejemplo: cuando se cree que el matrimonio
no es para siempre.
Los medios de comunicación. Debido a la enorme comunicación y medios a nuestro alcance se
difunden y nos influyen muchos modelos nuevos de relación conyugal muy dañinos y falsos que se
disfrazan de buenas intenciones y deseos. Se idealiza el amor, como una forma de vida que no tendrá
problemas nunca y que solo se alimenta con el placer sexual o el cuidado físico por encima del amor.
Existe un fomento de las relaciones extramatrimoniales y de conductas no sanas que atentan al
matromonio.
El Fomento del mismo en la sociedad. Se está tomando cada vez más el divorcio como una alternativa
fácil para solucionar los problemas conyugales. Las formas de pensar acerca de las relaciones, el sexo,
la cuestión económica, la libertad, entre muchas otras, hacen que ya no se luche por rescatar el
matrimonio. Los modos de vivir socialmente afectan e influyen mucho.
Las adicciones (alcoholismo, drogas, juegos, deportes). Muchas veces los dificultades personales
internas de inmadurez o de situaciones no resueltas crean una inseguridad que deriva en las adicciones.
Otras veces la manipulación social (amigos, compañeros, ambientes) induce a las adicciones. La falta
de control, de comunicación, el sufrimiento o la frustración que no son conducidas debidamente
inducen a las salidas fáciles como las adicciones. La persona que no es capaz de pedir ayuda, primero
en su pareja pero también en alguien más (amigo, saccerdote, psicólogo, etc.) fácilmente cae en las
adicciones.
Preguntas
a. ¿Cuáles han sido los enemigos internos y externos que hemos enfrentado en el tiempo que
llevamos juntos?
b. ¿Cómo los hemos superado?
c. ¿Qué podremos hacer ahora que nos casemos para enfrentarlos y superarlos, qué estamos
dispuestos a hacer?
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dinamismo de la vida. Nace, tiene que crecer y hacer crecer a los que se aman. Inunda toda la realidad
humano y la potencia.
Total: Es total porque “los esposos comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos
egoístas”. El amor en su naturaleza exige una donación completa-integral.
Fiel y exclusivo: la fidelidad es mucho más que la exclusión del adulterio. Comporta, sobre todo, el
empeño por vivir el uno para el otro, amándose y respetándose en las alegrías y en las penas, en la
salud y en la enfermedad todos los días de su vida. El amor conyugal es exclusivo porque sólo se da
entre dos personas. estos compromisos de fidelidad y exclusividad deben cumplirse hasta la muerte.
Fecundo: Hay que recordar que el amor conyugal es total, y por ello, exige a los cónyuges abrirse y
entregarse plenamente, lo cual incluye estar disponible a la posibilidad de la paternidad o
maternidad. Querer y desear tener hijos para amarlos y vivir así la dinámica del amor.
Debe ser libre: El hombre, al ser creado a imagen y semejanza De Dios, es creado precisamente para
amar, ser libre y responder a una vocación(llamado), como una opción de amor. Al responder a la
vocación estamos renunciando a otras alternativas; Alcázar nos estamos tomando como opción a una
mujer o un hombre específicos; de manera libre y por amor, renunciando a todos los demás.
Abarca el bien de la persona: Dice el Concilio Vaticano II: este amor, por ser en mi mente mente
humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda persona,
que es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de
ennoblecerlas como elemento y señales específicas de la amistad conyugal.
Requiere madurez personal: El amor conyugal es, ante todo una experiencia, una realidad humana
que no exigen ni cultura ni fe religiosa, pero sí exige madurez. recordemos que la madurez supone
que la persona tiene un equilibrio entre su inteligencia, su voluntad y su afectividad. una persona
madura aplica su inteligencia para elegir el bien y la verdad, domina su voluntad cuando somete los
impulsos a la razón y y es dueña de sí misma; domina su afectividad cuando la dirige hacia el bien y
sabe distinguir entre sentir y consentir.
Primavera matrimonial: en esta etapa el amor florece, los primeros meses del matrimonio están
llenos de amor nuevo e intenso. donde abunda la ternura.
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Verano matrimonial: los cónyuges conocen la verdadera cara del otro, la vida cotidiana se
vuelve muy exigente, se terminó la etapa de adaptación y hay un mutuo conocimiento que hace
que se eviten ciertos conflictos. los hijos con su presencia dan sentido al hogar, el amor va
adquiriendo fuerza y solidez.
Otoño matrimonial: ocurre a los 15 o más años de casados. los esposos han madurado, el amor
se ha fortalecido, la felicidad es una realidad que se da en lo cotidiano. sin embargo, es probable
que surja 1/3 crisis, la de la indiferencia. de alguna manera sí ha paralizado el amor, los cuerpos
se estrechan todavía, pero la Unión ha perdido su significado. los cónyuges pueden caer en la
infidelidad y consecuentemente, de haber ruptura tura matrimonial.
Invierno matrimonial: sí en este momento era el matrimonio no supero la crisis de la
indiferencia, esta etapa puede ser fatal. sin embargo, si hay amor armonía entre los cónyuges,
se vencen fácilmente las dificultades y su unidad se afectará. renace el amor, las crisis han sido
vencidas y el amor se cristaliza definitivamente.
CITAS BÍBLICAS
LIBRO CAPÍTULO VERSÍCULOS CONTENIDO
Gálatas 5 13-15 La verdadera libertad
1ª de Corintios 13 1-7 La importancia del amor
Colosenses 3 12-16 Por encima de todo tengo amor
Romanos 13 8-10 En el amor cabe toda Ley
Efesios 5 28-31 Amen a sus esposos y sean una sola carne
1ª de Corintios 7 3-5 Son dueños del uno al otro
1ª de Pedro 3 1-4 Amarse de acuerdo a lo que tiene valor a los ojos de
Dios
1ª de Pedro 3 7-12 Maridos, den a sus esposas el honor que les
corresponde
1a de Corintios 7 10-11 Únanse en matrimonio y no se separen
Mateo 20 28-32 Es Dios su camino de justicia
Juan 13 34-35 Les doy un mandamiento nuevo
Filipenses 2 2-5 Tengan un mismo amor, un mismo espíritu
Juan 2 5-10 Hagan lo que Él les diga
Hebreos 13 4 Que el matrimonio sea respetado por todos
Cantar de los 8 5-6 Manifestación de Dios en el amor
cantares
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TEMA 4: LA SEXUALIDAD Y EL MATRIMONIO
Preguntas:
1. ¿Cómo viven los jóvenes la sexualidad hoy?
2. ¿Cómo ha cambiado la idea de sexualidad en el tiempo de hoy?
3. ¿Qué entedemos por sexualidad?
4. ¿Por qué la sexualidad no lo es todo en el matrimonio?
DIOS LOS HIZO VARÓN Y MUJER
Hombre y mujer son diferentes, pero en esta diferencia hay una riqueza, ya que se complementan. Así
nos lo explica el documento orientaciones educativas sobre el amor humano; “los sexos son
complementarios: iguales y distintos al mismo tiempo; no idénticos, pero si iguales en dignidad
personal; son semejantes para entenderse y diferentes para completarse recíprocamente”.
Orientaciones educativas sobre el amor humano, (Sagrada Congregación para la Educación Católica
1983).
Al crear al ser humano Dios lo hizo varón y mujer: “y creó Dios al hombre a su imagen. a imagen de Dios
los creó varón y mujer los creó”. (Gn 1,27). Es una voluntad que seamos diferentes. ¿Y para qué o
porque Dios lo quiso así? Para que hombre y mujer se dieran el uno al otro. “El hombre y la mujer son
queridos por Dios el uno para el otro” (Catecismo de la Iglesia Católica 369). También para que dándose
el uno al otro pudieran dar vida y fueran con Dios co-creadores: “En el matrimonio, Dios los une de
manera que, formando “una sola carne” (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana “sed fecundos y
multiplicaos y llenar la tierra” (Gn 1,28). Al remitir a sus descendientes la vida humana el hombre y la
mujer, como esposos y padres, operan de una manera única en la obra del creador” (cf, GS 50, 1).
Como decimos que son complementarios hablamos no sólo de lo físico, sino también de los psicológico
y lo espiritual. Las diferencias entre hombre y mujer no pueden generar rivalidad sino colaboración
entre ellos: “La Iglesia, iluminada por la fe en Jesucristo, habla en cambio de colaboración activa entre
el hombre y la mujer, precisamente en el reconocimiento de la diferencia misma”.“Distintos desde el
principio de la creación y permaneciendo así en la eternidad, el hombre y la mujer, injertados en el
misterio Pascual de Cristo, ya no advierte, pues, sus diferencias como motivo de discordia que hay que
superar con la negación o la nivelación, sino como una posibilidad de colaboración que hay que cultivar
con el respeto recíproco de la distinción” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos
de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo, 2004).
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Las relaciones sexuales son buenas y moralmente lícitas, siempre y cuando se lleven a cabo dentro del
matrimonio. Fuera de él la relación sexual es un acto moralmente ilícito (o incorrecto). ¿porque? una
de las razones es que no se puede separar el sexo del amor.
“Si no hay amor la sonrisa y el gesto sexual no significan lo que naturalmente son y, por tanto, están
vacíos: son sólo satisfacción instintiva”.
¿Y qué pasa si una pareja de novios de verdad se ama? ¿Esó la autoriza a tener relaciones
prematrimoniales? La respuesta es no. Si hay amor verdadero, debe haber una entrega total, una
donación de todo el ser, cuerpo y alma, puesto que “no se puede entregar Cacho de persona, un
aspecto parcial, sólo el cuerpo: eso sería un engaño. se entrega todas y para siempre.
En algunos momentos de la historia se ha visto al sexo como algo “pecaminoso” o malo, pero esto ha
sido en gran parte porque se ha hecho un mal uso de él”, o bien, porque es frecuente que se piense
que la sexualidad es solo placer.
La sexualidad es un aspecto humano en el que también se da el pecado (como en muchos otros aspectos
humanos), pero no siempre implica algo malo.
También se ha caído en el extremo de ver la sexualidad como un peso o peligro y esto ha ocasionado
que se caiga en complejos y en un desprecio hacia el cuerpo (aunque esto último es algo muy poco
frecuente en la actualidad)”. Sin embargo, estas formas de ver a la sexualidad son incompletas y
erróneas. Hay que recordar que el ser humano es cuerpo y alma, que debe vivir esta realidad como una
unidad. Los valores del cuerpo son tan importantes como los del espíritu.
La sexualidad vivida de manera plenamente humana, es un don, “una efusión del amor con mayúsculas,
que permite al hombre y a la mujer entregarse con alma y cuerpo, y asumir las riendas del origen de la
vida” es decir, contribuir a generar una nueva vida, lo cual sabemos, es un milagro, pero no es algo que
pueda hacer el hombre por sí mismo, si no es algo que le viene De Dios.
SIGNIFICADOS DE LA SEXUALIDAD
1. Abarca todos los aspectos de la persona
“La sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse, con los otros de senti, expresar y vivir el amor humano” (Sagrada Congregación para la
Educación Católica, “Orientaciones edacativas sobre el amor humano, 4, 1983).
“La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el
psicológico y espiritual con su impronta consiguiente en todas sus manifestaciones” (Sagrada
Congregación para la Educación Católica, “Orientaciones edacativas sobre el amor humano, 5, 1983).
“La sexualidad expressa el modo de vivir y manifestarse al hombre como ser sexuado… la sexualidad
impregna todo el ser, penetrando hasta lo más íntimo del espíritu, toda manifestación de la vida, de la
afectividad, de la inteligencia, etcétera, está sometida al influjo de la diferenciación sexual masculina-
femenina” Teresa Franco Arroyo, Vida afectiva y educación infantil 1988).
“La ciencia no dice todo sobre lo que es una persona. Proporciona una descripción perfecta en su
género, pero es liimitada, la sexualidad no es solo lo que dice la ciencia, aunque también lo sea. Es
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mucho más, tiene un sentido humano que abarca toda la persona” (García Morato en Tomás Melendo,
La belleza de la sexualidad, 2007).
“Entonces de ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal
permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el
encuentro de los esposos. Siendo una pasión sublimada por un amor que admira la dignidad del otro,
llega a ser una << plena y limpísima afirmación amorosa>>, que nos muestra de qué maravillas es capaz
el corazón humano y así, por un momento, << se siente que la existencia humana ha sido un éxito>>”
(Amoris Laetitia, 152).
2. Es más que genitalidad
La genitalidad se refiere a todad aquellas actividades que llevan a excitar el apetito sexual y a realizar
la unión sexual. No podemos reducir la sexualidad a la genitalidad, es decir, la sexualidad no comprende
únicamente las actividades que conducen a la excitación o a la unión corporal, por las razones que ya
se explicaron en el punto anterior. Genitalidad se refiere a reducir el sexo a lo que sucede a nivel genital.
El padre Ramón Lucas Lucas explíca muy bien este punto. Señala que al poner en práctica actos
concretos de la vida sexual no se expresa la totalidad de la sexualidad. Todos los fenómenos genitales
son sexuales, pero hay muchos fenómenos sexuales que no tienen nada que ver con la genialidad”. Por
ejemplo: el amor y la ayuda que demuestra un marido a la esposa al cargar un bulto pesado, es algo
que tiene que ver con la sexualidad: los hombres son físicamente más fuertes la mujer es más delicada.
el hecho de que la mujer prefiera un abrazo o ser consolada por parte del hombre antes que le solucione
un problema, es un fenómeno sexual no-genital.
“La genitalidad, oientada a la procreación, es la expresión máxima, en el plano físico, de la comunión
de amor de los cónyuges. Arrancada de este contexto de don recíproco, la genitalidad pierde su
significado, cede al egoísmo individual y pasa a ser un desorden moral” (Lucas, Sexualidad humana y
cuestiones de ética sexual).
3. El placer: elemento natural de la vida sexual
La escritora Giulia Veronese señala que cuando la pareja se ama como el acto sexual en la vida del
matrimonio invade toda la vida afectiva de la persona y de la pareja, refuerza el vínculo del matrimonio,
ayuda a los cónyuges a superar las crisis ir a estar más disponibles para renovar su amor. Añade también
que “en el placer de vivir que experimentamos a través de nuestro cuerpo, el placer del sexo << dado>>
al matrimonio como un don especial para reforzar su unión”. De hecho el placer es un elemental natural
ligado a la vida sexual y no sólo a la genitalidad. Es un incentivo para que los esposos realicen su vida
sexual.
No es malo que los cónyuges busquen el placer, sin embargo, hay que tener cuidado de no buscarlo
con un afán egoísta, es decir, cada uno de los cónyuges deben reforzarse para que el acti sea placentero
y satisfactorio para el otro y viceversa. Si uno de los cónyuges busca sólo el propio placer, el acto sexual,
en lugar de brindar gozo y alegría a la pareja, se vuelve egoísta, la persona que lo practica de esta
manera se degrada, y lo que es peor, el encuentro sexual puede llegar a ser tolerado con dificultad o
sufrido con repugnancia por uno de los cónyuges, y finalmente, se puede llegar a destruir la relación. El
sexo y el placer sin amor desintegran a la pareja. Aquí es origen, muy escondido y real, del alejamiento
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y fracaso matrimonial a temprano pero sobretodo a largo plazo. ¿Por qué matrimonios de veinte o
más años acaban por desintegrarse o separarse aunque vivan en una misma casa y tengan un solo
hogar?
IDEAS ACTUALES ERRÓNEAS SOBRE LA SEXUALIDAD
El Concilio Vaticano II, en el documento Gaudium et spes, señala que cuando se trata de las relaciones
conyugales, la conducta moral de las personas no debe depender solamente de la buena intención y de
los motivos que se tienen para actuar de tal o cual manera, sino más bien, el actuar “debe determinarse
con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos” criterios que respeten “el
sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero. (GS 51).
1 Cor 5, 1: “Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonetos, como no se
encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su
padre!.
1 Cor 7, 2; “sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia
esposa, y cada mujer, su propio marido”,
Ef 5, 5; “y sépanlo bién: ni el hombre lujurioso, ni el impuro , ni el avaro, que es un idolatra,
tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios”.
Heb 13, 4: “Que todos respeten el matrimonio y ninguno manche la unión conyugal. Dios
castigará a los licenciosos y a los que cometen adulterio”.
1 Cor 6, 16: ¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella?
Porque dice la escritura: los dos serán una sola carne”.
1 Cor 18-19: “Eviten la fornicación (…) ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espiritu
Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?(…)”.
Documentos de la iglesia
El único lugar que hace posible esta donación total donación física es el matrimonio, es decir, el
pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan
la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo, solo bajo esta luz manifiesta su
verdadero significado” (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona
Humana acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, 7, 1975).
Por tanto, esta norma a seguir: el ejercicio de este instinto engendrado natural se refiere al
instinto que ayuda a la propagación del género humano y de su función es sólo legítimo en el
matrimonio, y sólo cuando está al servicio de eso para los que existe en el matrimonio”
Familiaris Consorotio 11.
La sexualidad involucra actos mediante los cuales el hombre y la mujer se dan 1 al otro com
estos actos son “propios y exclusivos de los esposos”. PÍO XII Discurso al Congreso de la Unión
26
Católica de obstétricas con la colaboración de la Federación Nacional de Colegios de
Comadronas Católicas 1951.
“El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las reglas de las relaciones conyugales normales
contradice a su finalidad”. Familiaris Consortio 11.
27
Tema 5: EL
MATRIMONIO en la SAGRADA
ESCRITURA: UN BELLO Y GRANDE DESIGNIO DE
DIOS
Preguntas:
a. ¿Qué cosas conocemos acerca de lo que dice la Sagrada Escritura sobre el matrimonio?
b. ¿Por qué creemos que es importante conocer la enseñanza de la Escritura sobre el
matrimonio?
Como creyentes sabemos que nuestra fe cristiana tiene una comprensión del
matrimonio que brota de la enseñanza de las Sagradas Escrituras. En ellas
reconocemos el valor y la riqueza que tiene el matrimonio y que nos ha sido
revelada por Dios como una Institución bella, buena y verdadera; deseada e
Instituida por Dios.
Nos acercaremos a examinar los textos más importantes de donde brota la
enseñanza cristiana.
— A imagen y semejanza de Dios. La palabra «hombre» (ádam) posee aquí un sentido colectivo.
Es todo hombre (varón y mujer), el ser humano en general, el que ha sido creado a «imagen» y
«semejanza» de Dios. Y también todo el hombre (el hombre en su totalidad: cuerpo y espíritu). A ello
se debe que el ser humano se diferencie esencialmente de los animales, tenga una relación especial
con Dios y haya recibido de Él la misión de «dominar» la tierra. La diferenciación del ser humano (ádam)
en hombre (zakar) y mujer (mekebat) deriva del acto creador de Dios. Por tanto: a) el hombre y la mujer
son iguales en naturaleza y dignidad (GS 49); b) la sexualidad, como modalización de la corporeidad,
está revestida del valor y dignidad personal; y c) la masculinidad y feminidad son, en última instancia,
don del Creador. Al presentar la diversidad sexual como fruto de la acción creadora de Dios, el relato
está indicando que el «ser» del hombre no es independiente de la sexualidad (masculinidad-feminidad)
ni, por consiguiente, su realización personal: observar y respetar la peculiaridad –masculina o
femenina– forma parte de la vocación personal.
«El hombre –ya sea hombre o mujer– es persona igualmente; en efecto, ambos han sido creados
a imagen y semejanza del Dios personal. Lo que hace al hombre semejante a Dios es el hecho de
que –a diferencia del mundo de los seres vivientes, incluso los dotados de sentidos – sea también
28
un ser racional. Gracias a esta propiedad, el hombre y la mujer pueden “dominar” a las demás
criaturas del mundo visible (cf Gn 1,28)» (MD 6).
—La bendición de la fecundidad. El texto señala también que, mediante la bendición de Dios, la
fecundidad está vinculada a la diferenciación de la sexualidad (masculinidad y feminidad). Dado que
sólo Dios es el Creador, la procreación aparece claramente como una participación de Dios de
generación en generación (cf MD 6). Y en consecuencia, aparte de indicar claramente la dignidad del
proceso procreador –¡es una bendición de Dios!–, se apunta ya que la transmisión de la vida es, en el
hombre y la mujer, una función «ministerial»: son los ministros y colaboradores de Dios. Pero, según
se puede concluir de otros casos similares (cf Gn 28,3; 25,1; 48,4), la procreación («creced y
multiplicaos») no ha de verse como un mandato. Es una promesa de fecundidad que, según se
interpreta comúnmente, alude a una de las finalidades del matrimonio. El texto parece indicar que la
procreación es una de las maneras de someter
la tierra.
«La descripción “bíblica” –dice San Juan Pablo II – habla, por consiguiente, de la institución del
matrimonio por parte de Dios en el contexto de la creación del hombre y de la mujer, como
condición indispensable para la transmisión de la vida a las nuevas generaciones de los hombres
a las que el matrimonio y el amor conyugal están ordenados: “Sed fecundos y multiplicaos y
henchid la tierra y sometedla” (Gn 1,28)» (MD 6).
Este texto revela en síntesis la verdad sobre el matrimonio según el designio originario de Dios:
—Diferenciación del ser humano en hombre y mujer. Desde el punto de vista de la humanidad,
entre el hombre y la mujer hay una identidad esencial. Así lo dice claramente a) el lenguaje que usa un
término con una raíz común para referirse al hombre (is) y a la mujer (“issah); b) la metáfora con la que
se describe la creación de la mujer («de la costilla ... formó una mujer»); y c) la reacción del hombre
que la reconoce inmediatamente como «carne de su carne y hueso de sus huesos».
A la vez, sin embargo, se hace ver con no menor claridad que la diferenciación del ser humano en
hombre (masculinidad) y mujer (feminidad) está orientada a la mutua complementariedad. Entre el ser
humano y el resto de los seres vivientes se da una diferencia tan esencial y de tal naturaleza que, con
relación a ellos, se encuentra solo («no encontró una ayuda adecuada»), a pesar de que se ha puesto
en contacto con ellos («los llevó ante el hombre... les puso nombre»). Para superar esa soledad es
necesaria la presencia de otro ser humano («esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi
29
carne»). El ser humano no ha sido creado para vivir en soledad (GS 12), sólo se realiza plenamente
existiendo con alguien o, más exactamente, para alguien.
«La mujer –comenta Juan Pablo II– es creada por Dios (...) y es puesta como otro “yo”, es decir,
como un interlocutor junto al hombre, el cual se siente solo en el mundo de las criaturas
animadas que lo circunda y no halla en ninguna de ellas una “ayuda” adecuada a él. (...) La mujer
es otro “yo” en la humanidad común. Desde el principio aparecen como “unidad de dos”, y esto
significa la superación de la soledad original en la que el hombre no encontraba “una ayuda que
fuese semejante a él” (Gn 2,20)» (Carta Mulieris Dignitatem MD 6).
El texto insiste en el valor y significado del cuerpo: por medio de él la persona se expresa a sí misma, se
puede decir que es su cuerpo; habla también de la igualdad de naturaleza y dignidad entre el hombre
y la mujer. Pero de manera particular resalta la peculiaridad de la masculinidad (varón) y de la feminidad
(varona), y también el valor de la «dualidad de la unidad»: la mujer es para el hombre, y éste para la
mujer. Ni el hombre ni la mujer pueden llegar al desarrollo pleno de su personalidad, fuera o al margen
de su condición masculina o femenina y sin relacionarse con los demás. El hombre no es más que la
mujer, tampoco ésta es superior a aquél: sólo son diferentes. Ésa es la conclusión a la que lleva una
comprensión acertada del gesto creador de Dios en «el principio».
—La unión del hombre y la mujer. «El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer,
sea imagen de Dios significa además que el hombre y la mujer, creados como «unidad de los dos» en
su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor y, de este modo reflejar en el
mundo la comunión de amor que se da en Dios, por la que las tres Personas se aman en el íntimo
misterio de la única vida divina» (Carta Mulieris dignitatem MD 7). De modo particular responden y
reflejan esa llamada a vivir en comunión cuando, superando los vínculos de la sangre, vienen a constituir
esa «unidad de dos» por la que «se hacen una sola carne». «El matrimonio es la dimensión primera y,
en cierto sentido, fundamental, de esta llamada» (MD 7).
La unidad (y unión) de que se habla no se reduce a la unión carnal. Alude claramente al compromiso
por el cual el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer para constituir el matrimonio.
Esa unión, de la que la corporalidad, en cuanto sexualmente diferente y complementaria, es su
elemento constitutivo, y reviste unas características tan peculiares que sólo puede darse entre un solo
hombre y una sola mujer; es tan fuerte que es imposible de romper.
Ése es también el sentido que tiene delante el concilio Vaticano II: «Por consiguiente, el hombre y la
mujer, que por el contrato conyugal “ya no son dos, sino una sola carne” (Mt 19,6), con la íntima unión
de personas y de obras, se ofrecen mutuamente ayuda y servicio, experimentando así y logrando más
plenamente cada día el sentido de su propia unidad» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 48).
La unión del hombre y la mujer se considera, en el texto, tan sólo desde la perspectiva de la mutua
ayuda; directa y explícitamente no se habla de la procreación. Ésta, sin embargo, no queda excluida,
ya que, según la interpretación más común, se sobreentiende en el hecho de que, al hacerse «una sola
carne», se constituyen en un principio de vida de modo que puedan transmitirla (Catecismo de la Iglesia
Católica 372).
30
El texto señala también que la unión del hombre y la mujer («se une a su mujer») por la que se
convierten en «una sola carne», proviene de una opción libre: el hombre «deja» a su padre y a su madre
para unirse a su mujer. En la unión del matrimonio el hombre y la mujer son dados (la diferenciación
en orden a la mutua complementariedad inscrita en su humanidad responder al acto creador de Dios:
“humanidad significa llamada a la comunión interpersonal”), y a la vez se dan (la decisión de unirse es
fruto de un acto de elección).
«El libro del Génesis, al decir que el hombre abandonará al padre y a la madre para unirse a su mujer
(cf Gn 2,24), pone de relieve la elección consciente y libre, que es origen del matrimonio, convirtiendo
en marido a un hijo y en mujer a una hija» (MD 8).
Se debe advertir que lo que se dice de la unión del primer hombre y la primera mujer tiene una clara
dimensión ética: el matrimonio debe ser así, es decir, cuanto allí se dice es normativo para los
matrimonios de todos los tiempos, según lo interpreta el Señor en el diálogo con los fariseos a propósito
de la indisolubilidad. Y tiene también una dimensión sacramental y teológica, ya que a la unión del
matrimonio está vinculada la revelación del amor de Dios.
c) El texto de Mt 19,3-9
«Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: “¿Puede uno
repudiar a su mujer por un motivo cualquiera”? Él respondió: ¿“No han leído que el
Creador, desde el principio, los hizo varón y hembra y que dijo: Por eso dejará el
hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De
manera que ya no son dos sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió que no lo separe el
hombre”. Le dijeron: “Entonces ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?”.
Les respondió: “Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestra cabeza, les permitió repudiar a
sus mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, les digo que quien repudie a su mujer –salvo
en caso de fornicación– y se case con otra, comete adulterio”»
Estas palabras del Señor constituyen una profunda enseñanza de Gn 1,27 y 2,21-24 y contienen
importantes enseñanzas para el matrimonio, en la perspectiva del hombre «histórico» y, por tanto –
insistimos–, del matrimonio de «los orígenes». La respuesta del Señor a la cuestión planteada por los
fariseos sobre la práctica del divorcio en relación con Dt 24,14, situándose por encima de la polémica,
describe la identidad y características fundamentales de la unión hombre-mujer, en el matrimonio de
«los orígenes». El matrimonio está ligado al designio originario de Dios Creador. Ésa es la disposición
de Dios.
En relación con el matrimonio, el texto nos enseña que tiene como propiedades fundamentales la
unidad y la indisolubilidad. Así es como lo ha dispuesto Dios desde «el principio». Inscritas según el
designio de Dios en la naturaleza humana desde el acto mismo creacional, son unas propiedades que
no se pueden alterar: no está en manos del hombre hacer que sea de otra manera. No es que el
matrimonio sea indisoluble, porque deba serlo; es que debe serlo, porque no puede serlo de otra
manera. Aunque el pecado de «los orígenes» ha dado lugar a la «dureza del corazón» y, como
consecuencia, al oscurecimiento del designio originario de Dios sobre el matrimonio, éste no ha sido
modificado, conserva toda su vigencia. «El orden de la Creación subsiste, aunque gravemente
perturbado” (Catecismo de la Iglesia Católica1608).
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El Señor afirma de nuevo el designio del principio sobre el matrimonio. El texto, por tanto, tiene un
sentido normativo, y dice con claridad que Dios ha determinado positivamente que la única forma
válida de entender y vivir el matrimonio está en la conformidad con la voluntad de Dios manifestada
en «el principio»
d) El texto de Ef 5,21.28-33
«Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos,
como al Señor (...). Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios
cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás a
su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a su Iglesia,
pues somos miembros de su Cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá
a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a
la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y
la mujer, que respete al marido».
Estos versículos forman parte del texto paulino sobre la moral familiar y, más particularmente,
matrimonial (Ef 5,22-33). En la estructura del texto, considerado en su totalidad, cabe distinguir tres
partes: la primera vv. 22-24 se refiere a las relaciones de la mujer con el marido; la segunda (vv. 25-28),
a las del marido con la mujer; y la última (vv. 29-33) trata de las razones o motivos que fundamentan
esas relaciones y deberes recíprocos. En el fondo, esas razones se resumen en el significado que
encierra la unidad que ha venido a constituir por el matrimonio.
El texto tiene presente inmediata y directamente el matrimonio de los cristianos. De este matrimonio
se afirma que convierte a los esposos en «signos» del amor de Cristo por la Iglesia. Por este motivo sus
relaciones mutuas (vv. 22-28-33) deben revestir las características del amor con el que Cristo ama a la
Iglesia. (En otro caso no podrían ser signos ni hacer visible ese amor). Estas características, que son
propias de todo matrimonio –de los matrimonios contemporáneos a San Pablo y de los matrimonios
del futuro–, pertenecen también al matrimonio de «los orígenes». Este matrimonio era ya prefiguración
del amor de Cristo por la Iglesia (estaba destinado a ser figura de la unión Cristo-Iglesia: un signo de
algo que había de venir). En este misterio de la unión Cristo-Iglesia encuentra también su fundamento
la indisoluble unidad del matrimonio, revelada ya desde «el principio». Y, como se decía líneas arriba a
propósito del Mt 19,3-9, aunque el pecado de «los orígenes» ha introducido el desorden en la relación
hombre-mujer, el texto da a entender, sin ningún tipo de duda, que continúa del todo vigente el
designio originario de Dios sobre el matrimonio.
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Tema 6: EL MATRIMONIO ES UN SACRAMENTO
Preguntas:
1. ¿ Porque se quieren casar por la Iglesia?
2. ¿ Por qué es importante casarse por la Iglesia?
3. ¿Por qué creemos que el Matrimonio es un sacramento?
4. ¿ Por qué crees que han aumentado las separaciones entre matrimonios católicos?
Fundamento biblico
La Biblia nos permite conocer del plan perfecto de Dios para el hombre y la mujer en el universo creado
por él.
En Gn, 1, 27-28 nos dice:” creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó;
varón y mujer los creó. y los bendijo Dios diciéndoles: crezcan y multiplíquense; tienen la tierra
y sométanla, domine sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se
mueven por la tierra”.
En Gn 2, 24 nos dice: “por esta razón deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer
y los dos se hacen 1 solo”. estas palabras expresan el plan divino, la profundidad del amor y la
entrega mutua en el matrimonio, así como la institución de la familia.
“La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron
de la mano del creador”. Hombre y mujer fueron creados para donarse uno al otro en el amor y por el
amor. La inscripción creada por Dios para realizar este amor es el matrimonio.
¿Qué es el matrimonio?
El derecho canónico nos dice que el matrimonio es “la alianza matrimonial por la que
el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por
su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la
prole, fue elevada por Cristo señor a la dignidad de sacramento entre bautizados”.
Es una vocación llamado a ser una comunidad de vida y de amor. Construir una
comunidad es algo más profundo que una mera sociedad, el matrimonio se construye de manera similar
a la alianza de Dios con su pueblo: una alianza donde se comparte lo material, lo espiritual, las dichas,
los penas, los temores y las esperanzas. El matrimonio es la primera comunidad por ser célula de la
sociedad, por ser Iglesia doméstica.
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El matrimonio es un verdadero y propio sacramento porque es una realidad querida por Dios
e instituida por él. Los relatos de la creación ya nos hablan de la verdad y grandeza del
matrimonio según el deseo de Dios de crear al hombre y a la mujer para unirse y ser fecundos:
Gn 1, 26-28.
Decir que el matrimonio es sacramento significa que es una realidad donde Dios vive, donde Dios actúa
y desde donde Dios da su gracia.
El matrimonio es sacramento porque es la imagen real y verdadera de la alianza entre Cristo y la Iglesia.
El matrimonio es signo eficaz de la presencia de Cristo que comunica la gracia. Esto quiere decir que en
el amor de los esposos se realiza el amor de Cristo por su esposa la Iglesia: Ef. 5, 25-27.
El matrimonio es un sacramento porque ahí llega a habitar el Espíritu, que renueva el corazón y la
persona del hombre y la mujer para hacerlos capaces de amarse como Cristo nos amó. FC 13.
El matrimonio es sacramento porque en él no sólo cada uno de los esposos se encuentra con
Cristo si no que “los dos” en cuanto son una sola carne (Mt 10,8) se encuentran con él. Su
amor es transformado totalmente que forman una comunión-comunidad entre sí y con Cristo.
El matrimonio es sacramento porque es una acción divina que sana, potencia y eleva el amor de los
esposos y les da todos los auxilios espirituales necesarios.
El matrimonio es sacramento por que Cristo sale al encuentro del amor de los esposos
para transformarlo en el amor que le tiene a la Iglesia.
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La unidad matrimonial
En la escritura encontramos desde los orígenes esta propiedad de la unidad y su gran importancia:
Gn. 2, 24, Una sola carne.
Mc.10, 2-12
1 cor. 7, 2-10
Rm. 7, 1-3
Ef. 5, 1.
¿Cuáles son las situaciones que amenazan la unidad del
matrimonio?
¿Qué sucede si los que se casan no viven en la unidad?
El amor no admite ni se puede vivir a medias o en partes. No se puede realizar si la persona no abre
todo su ser y se entrega al otro en la complementariedad mutua. Si el hombre da todo realiza
plenamente a la mujer y viceversa. Sin entrega total no hay unidad y no se realiza la complementariedad
mutua.
La dinámica humana no dice que aunque el ser humano es débil y en la unión matrimonial se
experimenta un crecimiento nada fácil, es en la unidad que se vive ese crecimiento constante hacia la
fidelidad y la inseparabilidad. Cada uno aprende en la vida cotidiana a donarse totalmente y a crecer
en la fidelidad.
La “unidad de los dos” tiene que construirse cada día: cuando se experimenta el gozo de verse hechos
el uno para el otro y también cuando surgen las dificultades, porque la “realidad” no responde a lo que
tal vez se esperaba. Vivir la unidad requiere no pocas veces recorrer un camino de paciencia y de
perdón. Eso es difícil y exige estar constantemente comenzando. Caminar unidos, sin cansarse uno del
otro, reconociendo el don de Dios, es siempre una gracia, que pide la respuesta y la colaboración de los
esposos. En este caso, el esfuerzo por mantener viva “la voluntad de compartir todo su proyecto, lo
que tienen y lo que son” (Familiaris Consortio 19).
Les pide el empeño de permanecer en aquella decisión inicial, libre y consciente, que los convirtió en
marido y mujer. De ahí la “necesidad” de renovar con frecuencia el momento primero de la celebración
matrimonial. Serán así conscientes también de que su matrimonio, si bien se inicia con su recíproco
“sí”, surge radicalmente del misterio, es decir, es un don de Dios.
En esa conciencia, están el optimismo y la seguridad que deben alentar siempre la vida matrimonial
que camina en la verdad y en el amor. Lo que, ciertamente, pedirá, en no pocas ocasiones, un esfuerzo
35
que puede llegar hasta el heroísmo, porque no hay otra forma de responder a las exigencias propias
del matrimonio como vocación a la santidad. El don del Espíritu Santo, infundido en sus corazones con
la celebración del sacramento, “es mandamiento de vida para los esposos cristianos y al mismo tiempo
impulso estimulante, a fin de que cada día progresen hacia una unión cada vez más fuerte entre ellos
en todos los niveles del cuerpo, del carácter, del corazón, de la inteligencia, de la voluntad y del alma.
(FC 19).
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Tema 7: COMO SE CONSTITUYE EL MATRIMONIO
CRISTIANO
Preguntas:
a. ¿Es importante saber y tener conocimiento de lo que significa casarse por la Iglesia? ¿Qué pasa
si alguien no lo sabe?
b. ¿Qué piensan de aquellos que no se casan libremente, es decir, que son presionados por algo o
por alguien?
c. Todos hemos asistido a una celebración matrimonial, ¿Sabemos cuáles son los ritos o los signos
que se realizan para que una pareja se case?
d. ¿Es importante para los que se casan conocer cómo se realiza la celebración del matrimonio?
¿Por qué?
El matrimonio como Institución ha sido considerado por las leyes de la Iglesia para darle toda la
formalidad y validez que merece. De esta manera la Iglesia retoma y realza todos sus elementos, los
conserva y los defiende. Esta es la dignidad que tiene por ser un acto humano y divino. El derecho
eclesiástico, que contiene todas las leyes de la Iglesia ha formulado los elementos esenciales que hacen
válido, legal y verdadero el matrimonio. Entre ellos los elementos esenciales que lo constituyen son el
conocimiento, la libertad y la voluntad. Esto habla de la grandeza y la verdad de realizar el matrimonio
valorando lo más bello y digno de la persona: su libertad. Los que se casan deben comprenderlo y
aceptarlo.
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El conocimiento y la libertad dan capacidad, a cada contrayente, para la alianza
matrimonial
En el matrimonio se requiere la capacidad para el consentimiento matrimonial. Está integrada por tres
elementos
a) Suficiente uso de razón.
b) Madurez suficiente de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio.
c) Capacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.
El matrimonio cristiano como sacramento se realiza y queda formalmente constituido –es decir-
realizado en la celebración ritual que generalmente (salvo casos específicos) se lleva a cabo dentro de
la Eucaristía. Como sacramento ritual se realiza en el seno de la comunidad cristiana que junto con el
ministro son testigos de él. Como sacramento se realiza legítimamente en el rito formal establecido por
la Iglesia. Está constituido por varios signos que es necesario conocer. Entre ellos el consentimiento es
el rito central y esencial que en el que se realiza el matrimonio.
Es importante saber que el rito del matrimonio se adecua a las realidades culturales de nuestros
pueblos y que por eso existen otras formas de expresar su significado de muy variados
modos. Los usos y costumbres que la Iglesia ha retomado e incluido en la celebración son signo de la
riqueza y belleza de nuestras culturas.
Es importante que los contrayentes se tomen un tiempo previo a la celebración para meditar juntos el
valor y significado de estos signos para su vida.
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Tema 8: LOS EFECTOS y FINES del MATRIMONIO
Preguntas:
a. ¿Qué pensamos que significa que los que se casan quedan unidos para siempre?
b. Como pareja que quiere casarse, ¿Nos damos cuenta de lo valioso y bello que significa quedar
unidos para siempre?
c. ¿Qué recibimos de Dios al quedar casados?
d. ¿Conocemos y estamos de acuerdo que el matrimonio cristiano tiene como fines el bien de
los que se casan y le procreación de los hijos? ¿Por qué?
Por el sacramento del matrimonio, «el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia,
Jesucristo, sale al encuentro de los esposos cristianos», haciendo que la comunidad de
vida y amor conyugal, fundada por el Creador, sea asumida y elevada en la caridad
esponsal de Cristo. (Ver Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes núm. 48; Juan Pablo II,
Familiaris consortio, Exhortación apostólica sobre la misión de la familia en el mundo actual, núm. 13).
«Los esposos participan -del amor nupcial de Cristo y de la Iglesia- en cuanto esposos, los
dos, como pareja, hasta el punto que el primer e inmediato efecto del sacramento no es
la misma gracia sobrenatural, sino el lazo conyugal cristiano, una unión típicamente
cristiana, porque representa el misterio de la encarnación de Cristo y su misterio de
Alianza» (Familiaris consortio, Exhortación apostólica sobre la misión de la familia en el mundo
actual, núm 13).
Entre la alianza esponsal de Cristo con la Iglesia y la alianza matrimonial del sacramento del matrimonio,
se da una relación real, esencial y verdadera. No se trata sólo de un símbolo, ni de una simple imagen.
Es una verdadera comunión y participación que, sobre la base de la inserción definitiva propia del
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Bautismo e indestructible une a los esposos, en cuanto esposos, con el Cuerpo Místico de Cristo. (J.M.
SCHEEBEN, Los misterios del cristianismo, 446).
«Porque este sacramento, no sólo aumenta la gracia santificante, principio de la vida en Dios sino que
da peculiares dones, disposiciones y gérmenes de gracia, elevando y perfeccionando las fuerzas de la
naturaleza, de suerte tal, que los cónyuges puedan no solamente entender bien, sino íntimamente
saborear, retener con firmeza, querer con eficacia y llevar a la práctica todo cuanto pertenece al
matrimonio y a sus fines y deberes; y para ellos les concede, además el derecho al auxilio actual de la
gracia, siempre que la necesiten, para cumplir con las obligaciones de su estado» (EF - Enchiridion
Familiae 1,734).
Como sacramento de la Nueva Ley, el matrimonio no sólo es símbolo de una realidad invisible, es decir,
un rito o acto externo al que se le ha dado un significado humano sino que es ante todo es una acción
de Cristo por la que el hombre y la mujer participan de la vida divina: en su matrimonio se da un
encuentro singular y personal con Cristo que produce la gracia.
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a) El bien y ayuda mutua,
b) La procreación y educación de los hijos;
El matrimonio y el amor conyugal y, consiguientemente, su acto específico –el acto conyugal– están
ordenados por su propia naturaleza al bien y ayuda mutua de los esposos. En el fondo, una y otra
cosa –la mutua ayuda y la procreación-educación de los hijos– son el mismo matrimonio en tanto
ordenado a esa doble finalidad.
Partiendo del análisis humano del amor conyugal, se pretende subrayar sobre todo el valor unitivo del
matrimonio, cuyo elemento esencial se coloca en la plena comunión de vida, que debe comprender
tanto el ser como los bienes de los esposos. A través de esta unión deben realizarse el fin personal o
perfeccionamiento de los esposos y el llamado fin biológico, es decir, la procreación y la educación de
los hijos.
«Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la
transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin
alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la
familia. Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la
fidelidad y de la fecundidad» (Catecismo de la Iglesia Católica 2363).
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