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Un
libro de Academia Play.
Con la ciudad nace Occidente, y con la ciudad y los primitivos Estados nacen los
mitos, que sirven como un significativo elemento aglutinador de una realidad
colectiva. Sin los mitos no existe civilización. Por lo tanto nos centramos en la
ciudad y en los mitos en los primeros capítulos del libro. El libro comienza de
una manera muy genesíaca: con un viaje.
Por último quiero darle las gracias a Carlos Villacís, sin su inestimable ayuda
este libro no habría sido posible.
¿Que qué tienen en común los cuatro, aparte de hablar por los codos? Ser unos
locos de la historia, en esta ocasión empeñados en documentar —en vídeo,
fotográficamente, por escrito, con dibujos animados, de la manera que sea—
el decimotercero trabajo de Hércules, o sea, el descubrimiento
de Troya llevado a cabo por Schliemann con un ejemplar de la Ilíada como
único mapa, haciendo coincidir las notas de los historiadores y los geógrafos con
los cantos de los poetas.
Lo de la Ilíada quizás explique que la primera etapa del viaje sea Esmirna,
patria chica de Homero. Bueno, la primera-primera realmente fue el aeropuerto
Atatürk de Estambul, igual de moderno o más que cualquiera de los grandes
aeropuertos internacionales que en el mundo son.
La película, escrita por Oliver Stone y dirigida por Alan Parker, fue durante
años un elemento disuasorio para muchos potenciales turistas que, a última hora,
cambiaban el destino de sus vacaciones, tan mala era la imagen que la cinta
transmitía del país y de sus gentes. Así lo reconoció el mismo Billy Hayes, quien
de visita a Estambul en 2007, pidió públicamente perdón por las licencias y más
que licencias que Stone y Parker se tomaron en su trabajo de adaptación del
libro a la pantalla; por ejemplo, el turco que hablan los personajes en la película
es, directamente, un idioma made in Hollywood, inventado. Pero estábamos
con Homero y la Ilíada en Esmirna.
Acrópolis de Pérgamo. Fotografía de Fernando Díaz Villanueva.
Lo que debería hacer el tío pesado, más bien, es hacerse mirar su chifladura por
un buen galeno —Galeno, por cierto, era natural de aquí, de Pérgamo— y
dejarnos a los demás dormir a pierna suelta. Para más señas, en uno de esos
hotelitos con encanto donde sirven unos desayunos ricos en cereales, lácteos y
aceitunas, como los que Homero debía de acometer antes de ponerse a
componer uno de sus cantos.
Aso. Fotografía de Fernando Díaz Villanueva.
A falta del talento del poeta, a nosotros el desayuno —bien surtido de café— nos
proveyó de energías para, el primer día, visitar la Acrópolis y las ruinas del
hospital de Asclepio —el spa del Imperio romano—, pasar por delante una de
las siete iglesias del Apocalipsis, hacer un alto en Ayvalik, la isla de Cunda y el
Museo del Aceite de Adapete, y de allí todo seguido hasta Aso, con tiempo aún,
antes de la puesta de sol, para subiral Templo de Atenea. En Aso, por cierto, se
casó Aristóteles con Pitias, y no es de extrañar, porque el pueblito, frente a la isla
de Lesbos, es como para llevarse a la novia y pedirle matrimonio.
Aso. Fotografía de Fernando Díaz Villanueva.
Y así, con la ilusión de poder leer a partir de ahora la Ilíada de un tirón, sin
consultar una sola nota, y el alivio de que los legendarios vientos del lugar no
volasen los permisos de rodaje con membrete del Gobierno turco, así pusimos
rumbo a Çanakkale, ciudad universitaria asomada al Bósforo cuyo solo
ambiente nocturno le hace desear a uno volver a tener veinte años menos y la
posibilidad de solicitar una beca Erasmus para estudiar un curso —o dos— aquí.
Con todo, no fue Çanakkale el destino final del viaje.
Çanakkale. Fotografía de Fernando Díaz Villanueva.
A este llegamos al día siguiente, tras completar con la furgoneta los últimos
360 kilómetros de un total de casi mil. Sucedió cuando, de pronto, allá a
nuestra frente, como una mancha de aceite en imparable progresión, con
su skyline recortado por mil y un rascacielos habitados por veinte millones de
habitantes, surgió, imponente, una de las primeras ciudades del tercer
milenio: Estambul. La frustración de contar apenas con unas horas para
perderse entre su tráfico, sus calles, sus bazares y sus gentes solo pudimos
conjugarla con una promesa: la de volver.
¡Mira, papá, bueyes! Altamira: el
increíble descubrimiento de Sanz de
Sautuola
Corría el año 1868 y el mentado Modesto Cubillas, un humilde tejero, dio con
la cueva mientras cazaba aún sin saber de qué se trataba, obviamente. La noticia
no supuso ninguna novedad digna de ser particularmente comentada, puesto que
en el paisaje kárstico de la zona existían muchas otras cuevas. Una más no era
ninguna sorpresa. El propietario de la finca de la que Cubillas era aparcero
era Marcelino Sanz de Sautuola. Por este motivo le informó de la existencia de
la cueva. La casualidad quiso que la excepcional cueva se topase con este
personaje apasionado de la arqueología y a las ciencias naturales en general.
En esta segunda visita a la cueva llegó con su hija María Sanz de Sautuola, que
en aquel momento no tenía más de ocho años de edad. A pesar de que hay pocos
datos, la historia relata que fue la niña la verdadera descubridora puesto que,
con la curiosidad e intrepidez de su padre, realizaba pequeñas expediciones en el
interior de la cueva mientras que su progenitor trabajaba en la entrada. Se dice
que la pequeña niña dijo “¡Mira, papá, bueyes!” y la perplejidad de Marcelino
fue inefable al observar las pinturas de la bóveda.
Vaso de Warka (o de Uruk). Se ha datado alrededor del año 3000 a. C y se encontró en 1940. Es un cáliz de
alabastro con una altura de 105 centímetros y con una anchura de 36 centímetros. Sus relieves representan a
un dignatario con sus sirvientes y sacerdotes entregando ofrendas a Inanna.
Las dos zonas destacadas de la ciudad son los centros urbanos (políticos o
religiosos) de Eanna y Kullab. El primero es el principal barrio y en él se
encontraba “la casa del cielo”, el templo más importante consagrado
a Inanna (después conocida como Ishtar). En arqueología se ha denominado
“Templo blanco” a la última etapa constructiva del principal templo de
Uruk. Se considera que es posible que este edificio se dedicara también al dios
An (que recibió el nombre de Anu por parte de los acadios). Se distinguían dos
partes: una plataforma de adobe (debido a la escasez de piedra) con una forma
irregular y el recinto sagrado. La terraza (la primera parte) tenía paredes en talud
con el propósito de levantar el templo santo (la segunda parte). Para acceder al
lugar sagrado se construyó una escalera en el ángulo noreste de la
edificación. Este tipo de templo que se eleva sobre terrazas es el precedente
constructivo de los templos escalonados de Mesopotamia llamados zigurats.
Las medidas del templo sobre la plataforma, la cual medía trece metros de altura,
eran de 22,3 por 17,5 metros y tenía tres puertas de las que la principal se
orientaba hacia el sur. Las fachadas se cubrieron con revoque blanco.
El mayor logro de la cultura Uruk son las muestras más antiguas de escritura que
se conocen, halladas en el Eanna. Hay que mencionar que existe una discusión
sobre la mayor antigüedad entre la escritura del valle del Nilo o del Éufrates.
Egiptólogos y asiriólogos debaten sobre la fecha de surgimiento de la escritura
pictográfica mesopotámica y la escritura jeroglífica egipcia, que
aparecieron de un modo casi simultáneo. Los pictogramas contenidos en las
tablillas de arcilla hallados en Eanna eran empleados para gestionar mercaderías
en textos contables que registraban los productos. La discusión se extiende a la
identificación de la lengua transcrita, aunque la posición más aceptada de
momento es que se trata del sumerio.
Cerca del final del siglo IV a. C. la pictografía se fue transformando hasta asumir
una forma esquemática. Aproximadamente en el año 2600 a. C. se realizaron las
tablillas de la ciudad de Shuruppak en las que los signos eran trazos rectilíneos
con forma de cuña, desapareciendo todo rastro de los dibujos anteriores. De este
modo aparece la denominada “escritura cuneiforme”.
Bibliografía
Algaze, G. (2008). La antigua Mesopotamia en los albores de la civilización: la
evolución de un paisaje urbano. Barcelona: Bellaterra.
De la misma manera la persona abre los ojos y los todos sus sentidos al nuevo
mundo, así el asentamiento tiene a la vista un panorama más o menos halagüeño
y fértil (generalmente en un valle, junto a un río, lejos de arideces y de yermos
parajes desérticos).
La persona crece, pues los años pasan, así como también la ciudad: esta
deviene urbe y deja atrás su pasado rural. La capacidad individual de la
persona se ha incrementado de un modo sobresaliente: su grado de experiencias
y la predisposición para el aprendizaje han hecho del sujeto un ser diferente a
todos los demás, con un carácter y una psicología mucho más compleja que la de
sus primeros años de vida. Se relaciona nutridamente con otras personas, y su
poso vital se desarrolla y despliega a pasos agigantados: su capacidad de
esfuerzo y de trabajo es igualmente notable.
Imaginemos, ahora, que la urbe, otrora pueblo o aldea, se rige por principios
religiosos de creencia: si es una mezquita pequeña, el imán tendrá a su cargo a
pocos fieles (en la versión cristiana, la parroquia será templo o, incluso, catedral
si el individuo supedita todo a la creencia religiosa y tanto es su fervor y su
proceder dogmático que solo vive para esa realidad). Hay que decir que si la
persona es del sexo femenino muy probablemente nazca en una condición de
desigualdad, sufriendo injusticias reales de actitudes endémicas.
La frase se emplea para expresar una idea firme que se persigue con obstinación.
Los franceses siempre han dado de qué hablar. En ocasiones, hasta han dejado
para la historia las mismas frases con las que recordar y comentar sus
acontecimientos. La presente frase se dijo en la fase final de una época marcada,
más bien lastrada, por las terribles Guerras de religión francesas ocurridas entre
1562 y 1598.
Sí, romanos otra vez… Son una fuente inagotable de rotundas frases
lapidarias que inician o culminan las hazañas con un halo de gloria
indudablemente atractivo. No sólo hay que saber guerrear, sino también narrar lo
sucedido.
En esta ocasión, la sentencia involucra el asesinato de un personaje cuya figura
ha sido tan idealizada y ensalzada como la de otros héroes populares. Nos
referimos a Viriato. Si bien es cierto que la veracidad del pronunciamiento de la
frase es incierta, tampoco se puede negar la potencia narrativa de la leyenda y la
dignidad romana.
Viriathus o Viriato fue un líder lusitano que se opuso a Roma a mediados del
siglo II a. C. frente a su expansión por Hispania. Los romanos vencieron en
las Guerras lusitanas e incorporaron a la República el territorio conquistado.
Viriato dirigió campañas contra los romanos y se ganó la fama de gran jefe
militar.
La frase hace referencia al arduo sitio que sufrió la ciudad de Zamora que el
rey Sancho II de Castilla realizó para conquistarla frente a su propia
hermana Urraca de Zamora. El asedio se prolongó durante más de siete meses y
la leyenda de la resistencia forma parte del orgullo zamorano.
Sancho II se propuso reunificar bajo su autoridad la herencia cristiana que su
padre Fernando I de León, “el Magno”, había dejado a sus hijos. Para ello, inició
una imponente campaña de conquista frente a sus hermanos. Sancho era el
primogénito varón y consideraba que tenía derecho sobre los dominios de su
padre, al completo. Al morir el patriarca en el año 1065, sus territorios fueron
repartidos: Urraca, la hija mayor, heredó Zamora; el segundo, Sancho, heredó el
antiguo condado de Castilla, ahora convertido en reino, y las parias sobre la
Taifa de Saraqusta; a Alfonso le correspondió el reino de León, lo que implicaba
el título imperial, y los derechos sobre Toledo que entonces era una taifa
musulmana; García recibió el reino de Galicia y los derechos sobre Sevilla y
Badajoz que entonces también eran taifas; y a Elvira le tocó la ciudad de Toro.
Este evento oscila entre la leyenda y la realidad, puesto que, como es frecuente,
las pruebas documentales son escasas. Son los cantares de gesta los que
atribuyen al noble leonés Vellido Dolfos el asesinato de Sancho por traición. Lo
cierto es que el rey Sancho murió durante el cerco de Zamora y quien acabó
heredando el reino unificado fue su hermano Alfonso VI de León que hasta ese
momento se encontraba refugiado en la Taifa de Toledo. Urraca mantuvo su
señorío sobre Zamora.
20 datos curiosos sobre Babilonia
16. Las murallas internas tenían ocho puertas de acceso. Según las
tablillas Tintir cinco de ellas tenían el nombre de dioses del panteón
mesopotámico, a saber, Istar (diosa del amor y de la guerra), Samas (dios de la
justicia), Marduk (dios de la nación babilonia), Enil (dios sumerio)
y Adad (dios de la tormenta). De las tres puertas restantes, dos estaban
dedicadas a centros religiosos (Zabada y Uras) y una al rey.
17. El Etemenanki era un gran zigurat que se levantaba sobre una basa
rectangular de 406 x 456 metros. Era un complejo religioso situado a 80 metros
al norte del Esagil. Un zigurat es una torre mesopotámica piramidal y
escalonada. El nombre significa “casa del fundamento del cielo y la tierra”. A
este recinto sagrado se lo identificó con la famosa Torre de Babel de la que
habla la Biblia.
La Torre de Babel. Pintado por Pieter Brueghel el Viejo.
18. Los Jardines Colgantes son una estructura arquitectónica que se identificó
durante las excavaciones en la punta noreste del palacio del sur (en este palacio
murió Alejandro Magno en 323 a. C.), situado junto a la Puerta de Istar. Se
trata de una construcción de catorce salas alargadas cubiertas por bóvedas y
formadas en dos hileras. Esta disposición hacía que sobresalieran terrazas
enlazadas en las que se podían plantar grandes árboles gracias a las formas
abovedadas. No obstante, no se conoce con certeza la localización de
los Jardines Colgantes, ya que la estructura encontrada puede corresponderse
con un área de almacenes. Fueron los pozos y conductos hallados lo que llevó a
pensar a los arqueólogos alemanes que se trataba de los depósitos de agua de los
que emanaban los arroyos de los Jardines.
19. Los Jardines Colgantes de Babilonia son una de las Siete Maravillas del
Mundo Antiguo pero en la actualidad hay personas que dudan de su existencia.
Esto se debe a que no sólo no se han encontrado, sino a que no hay textos de
Nabucodonosor II, Heródoto o Plinio el Viejo que den testimonio de dicha
construcción. Los que los mencionan son autores que no pudieron ver los
jardines y que, en ocasiones, tienen lagunas y confusiones sobre la historia de
Mesopotamia como Diodoro de Sicilia, Quinto Crucio, Flavio Josefo o Estrabón.
Babylon, the Etemenaki or the Tower of Babel, 550 BC. Ilustración de J.R. Casals.
20. La ciudad se encontraba dividida por el río Éufrates. Estas dos secciones se
unían por medio de un puente que Quinto Curio incluye entre las
maravillas de Oriente. Dicha estructura la componían seis pilares en forma de
nave a nueve metros de distancia cada uno. Era una obra de ladrillo cocido que
medía 123 metros de longitud. El puente es una muestra del nivel técnico de
los arquitectos de Babilonia.
Bibliografía
Montero Fenollós, J. L. “Babilonia y Nabucodonosor. Historia antigua y
tradición viva”. Alberca. N. 5, 2007.
Zoser se encargó de que Menfis fuese el gran centro político donde trasladó su
residencia, y encargó la construcción de la primera pirámide egipcia en el
2650 a. C.
Snefru fue capaz de someter a las tribus beduinas, e hizo que la prosperidad
llegase a la región gracias a las minas de extracción de turquesa que promovió.
Con Ramsés II, Egipto alcanzó gran apogeo económico y es conocido por
sus monumentos y sus campañas militares... Con Cleopatra llega el final del
antiguo Egipto, y tras su muerte comenzaría la dominación romana de la
zona.....
Este faraón es inicialmente conocido como Tutankhatón por el dios Atón; Hay
razones de peso para creer que era hijo de Akenatón, el «Faraón hereje».
Con todo esto, aún cuando su reinado fuese menor, Tutankhamón tiene el
derecho a ser una de las figuras más importantes de la civilización egipcia.
Ariadna, Teseo y el Minotauro
Por Academia Play
(LOPE DE VEGA)
La historia da comienzo con el portentoso y formidable Toro de Creta. Esta
extraordinaria bestia salió de las profundidades de las azules aguas del mar por
designio del poderoso dios Poseidón. Un mayúsculo animal blanco que el dios
de los mares hizo surgir a petición de Minos como señal a su favor en el derecho
de gobernar Creta frente a sus hermanos Radamantis y Sarpedón. El prodigio
realizado ante el público le valió a Minos el trono, convirtiéndose así en el
legendario rey que la historia conoce.
Heracles capturando al Toro de Creta. Es el séptimo de sus “doce trabajos”. Ilustración de Peter Connolly.
La pena no sólo fue cruel, sino que involucró a terceros, puesto que el dios
introdujo en Pasífae, la esposa de Minos, una desenfrenada e irreprimible
pasión por el grandioso Toro de Creta. A partir de entonces, la reina no pudo
prestar atención a otra cosa más que a la gran bestia blanca, hasta que ocurrió lo
inevitable. La reina Pasífae tuvo un enardecido encuentro carnal con el
Toro. Sin embargo, la pasión no bastaba para que la reina pudiera satisfacer su
avivado deseo, por lo que requirió el ingenio del genial artesano y
arquitecto Dédalo, el cual construyó un artefacto hueco de madera con la forma
de una vaca que permitía a Pasífae situarse en el interior tendida sobre su
torso. El Toro se apareó con el animal de madera y, por consiguiente, con
Pasífae.
El Minotauro. Pintura de George F. Watts.
Los tributos provenían de la ciudad de Atenas como castigo por la muerte del
hijo de Minos, Androgeo. La ultrajante pena que Minos impuso a Atenas fue
la obligación de ofrecer regularmente siete jóvenes varones y siete doncellas
Minos para entregarlos ritualmente al Minotauro en el laberinto. El atroz
compromiso se contrajo después de que Minos lanzara su flota, sitiara Atenas y
la forzara a su rendición. Para que la guerra no concluyera con la destrucción de
la ciudad, Atenas aceptó pagar el despiadado tributo que el rey cretense exigía.
La acción bélica se desató cuando Minos se enteró de la muerte de su
hijo Androgeo, quien era un notable atleta que había ido a Atenas por
los juegos panatenienses. Tras ganar en diversas competiciones Androgeo
murió, lo cual provocó la ira de su padre. Los relatos difieren sobre la causa
de su muerte. Algunos dicen que Egeo, el rey de Atenas, lo retó por envidia a
dar caza al Toro de Creta, pero murió en el intento. Otros aseguran que murió
durante la guerra entre atenienses y cretenses, tampoco faltan quienes atribuyen
la culpa a participantes perdedores celosos. No hay una versión unívoca.
Bibliografía
Domingo García, E. (1983). El mito de Teseo en la literatura. Archivum. N. 3,
pp. 217-250.
Páez Casadiegos, Y. (2003). El Minotauro en su Laberinto. Aposta. N. 3.
La civilización minoica colapsó en el 1400 a.C. Esta fecha viene a coincidir con
la erupción volcánica de la Isla de Thera (Santorini), una de las mayores y más
devastadoras erupciones de la historia. Mucho más violenta que la del Vesubio.
Esta erupción se sintió en toda la cuenca Mediterránea y fue capaz de crear
terribles tsunamis que barrieron los puertos de Creta y pusieron en grave crisis a
los habitantes de esta adelantada civilización . Conviene recordar que la zona de
dominio cretense llegó también a las islas del Egeo. En la misma Isla de Thera
(Santorini) hay un importante yacimiento arqueológico de cultura
minoica: Akrotiri; que quedó sepultado tras la erupción por una enorme capa
de piedra pómez; hecho que favoreció su conservación. Para muchos autores la
explosión de Thera y su posterior tsunami pudo dar origen a mitos como
la Atlántida. ¿Podría ser Santorini la Atlántida? Lo único que no cuadra con el
relato platónico es la fecha, pues todo lo demás cuadra: civilización avanzada,
forma de la isla con anillos concéntricos, geografía escarpada, cultura sepultada
bajo el mar… La hipótesis de la Atlántida minoica ha tenido amplia aceptación
y captado muchos seguidores, entre los que se cuenta el famoso oceanógrafo
francés Jacques Cousteau. También algunos autores se atreven a señalar la
devastadora explosión como la causa de las plagas de Egipto relatadas en
la Biblia.
El volcán primero avisó con una columna de humo. Sobre Akrotiri empezó a
caer una lluvia de ceniza y piedra pómez. Quien pudo agarró atropelladamente
unas pocas pertenencias antes de embarcarse y emprender la huida. En cuestión
de horas se produjo un ruido ensordecedor. Una columna de cenizas y rocas
volcánicas de más de 30 kilómetros de altura se elevó hacia el cielo. Flujos
piroclásticos candentes barrieron la isla, y la cámara de magma se vació en un
abrir y cerrar de ojos.
Las consecuencias fueron apocalípticas. Las cenizas taparon el sol. En toda la
cuenca mediterránea reinó la oscuridad durante días enteros. Quizá meses. Las
olas provocadas alcanzaron los 10 metros de altura y barrieron islas enteras. Las
costas de Creta, que se encuentran a unos 100 km. de Santorini se vieron
gravemente azotadas por el mar. Cambió el clima de la tierra, y la fauna y la
flora se vieron muy afectadas. El enfriamiento del clima ha quedado registrado
en anillos de los árboles incluso en Canadá.
El mito cobra fuerza con los cronistas de las Indias que declaran que América,
territorio nuevo para el imaginario europeo, son los restos de la isla perdida.
Personalidades como Fray Bartolomé de las Casas o Francisco López de
Gómora explican el surgimiento de la población del continente americano
remitiéndose a la Atlántida. Posteriormente, en 1627 Francis Bacon asegura
en La Nueva Atlántida que la Atlántida platónica era una sociedad de eruditos
ubicada al Oeste de Perú, en la cual se hablaba latín, griego y hebreo.
Finalmente, el interés por la existencia de la Atlántida y su localización se
incrementó en el siglo XVIII y se desarrolló en el XIX, especialmente en
el Romanticismo.
Respecto a las interpretaciones del tercer tipo, hay que señalar que se encuentran
entremezcladas con las del segundo. La primera reivindicación de
la Atlántida como origen ideal de la nación, es la que se refiere a la
propia Atenas. No tanto por reclamar sus orígenes de dicha isla, cuanto por
vencer a su imperio y mostrar la superioridad de su civilización. Como ejemplos
de atlanto-nacionalismo encontramos, de acuerdo con Vidal-Naquet, algunos
relatos sobre Italia, España y Suecia.
Bibliografía
Morales Caturla, T. “El Timeo-Critias, una geografía imaginaria entre la
escatología y la historia”. Revista de Filosofía. N. 38, pp. 149-168, 2013:
Madrid.
La escuela de Atenas, Rafael Sanzio. Están representados Platón y Aristóteles en el centro y alrededor
diversos filósofos que no pertenecieron a la Academia de Platón e incluso vivieron en épocas distintas.
Academia de Platón
El filósofo griego Platón fundó una escuela que fue llamada Academia. Esto se
debió a que su localización estaba en los jardines consagrados a Academos, un
héroe de la mitología griega. Junto al culto religioso, la Academia desarrollaba
una labor filosófica y científica. Entre las disciplinas cultivadas por la
comunidad académica destacaban la geometría, la música, la astronomía y otras
áreas consideradas propedéuticas por Platón para la dialéctica [1]. Algunos
investigadores como E. Howald consideraron que la actividad preponderante y
casi única era la dedicada al culto. No obstante, otros como H. Cherniss
entienden esta afirmación como una exageración.
Bibliografía
Cherniss, H. The riddle of the early Academy. Ed. University of California Press.
1945: Berkeley.
Dancy, R. M. Two Studies in the Early Academy. Ed. State University of New
York Press. 1991: Nueva York.
Ferrater Mora, J. Diccionario de filosofía. Ed. Ariel. 2004: Barcelona.
Solana Dueso, J. “Los filósofos griegos y sus escuelas”. Arbor. N. 731, 2008.
En Egipto, Alejandro Magno fue bien acogido, puesto que los egipcios querían
librarse de los persas. Por ser recibido como un libertador, se le otorgó la
distinción de faraón. En ese territorio Alejandro fundó en el año 331 a. C. una
ciudad al oeste del delta del Nilo: Alejandría. Con esta situación estratégica se
abrieron rutas comerciales y se reforzaron tanto los enclaves militares y como el
poder político. Alejandría mantuvo un estilo griego y con el tiempo se convirtió
en el centro cultural de su época.
Después de Egipto, y pasando antes por Siwa, Alejandro se dirigió al este para
conquistar Persia. Ante esta campaña, Darío decidió enfrentarse al macedonio
en la batalla de Gaugamela. En esta ocasión, las tropas de Darío volvían a ser
más numerosas que las de su oponente pero, al igual que en el combate anterior,
el genio militar de Alejandro volvió a sobreponerse sobre su contrincante. Por
esta victoria consiguió entrar en Babilonia para después invadir Persia
empezando por Susa. Luego fue a Persépolis, que era el centro ceremonial
del Imperio persa, y después se dirigió al norte llegando a Ecbatana con la
intención de perseguir a Darío, al cual hallaron muerto, puesto que los nobles
persas empezaron a seguir a otro líder: Bessos, el sátrapa de Bactria que se
proclamó sucesor de Darío III. Alejandro llevó a cabo la conquista con extremo
cuidado protegiendo las líneas de abastecimiento y adueñándose de los recursos
persas.
Ahora Alejandro perseguía a Bessos que había huido a una zona cercana al
macizo montañoso Hindú Kush. Por este motivo, Alejandro Magno fue
conquistando las satrapías de Asia Central. Esta expedición pasó a la historia
tanto por la exoticidad de los lugares como por las penurias que pasaron por la
escasez de provisiones y de agua. En una de las cartas que Alejandro envió a su
maestro Aristóteles, cuenta que en una ocasión les atacaron “hombres gigantes
sin inteligencia humana, que ocasionaron varias bajas”. También se cuenta que
cerca del mar Caspio se encontró con las Amazonas o que algunos soldados
fueron “devorados por bestias acuáticas”.
El ejército de Alejandro llegó al valle del Indo y su último gran combate fue
contra el rey Poros con quien se enfrentó en la batalla de batalla del
Hidaspes. Poros regentaba la zona de Punyab y tras ser derrotado, Alejandro lo
nombró sátrapa añadiendo tierras a las que ya tenía. El rey de Paura, Poros,
asombró a Alejandro, puesto que resistió con valor e ingenio usando
incluso elefantes de guerra. El ejército macedonio no quería continuar hacia el
este, de modo que se organizó un motín cerca del río Beas. Por esta razón
Alejandro se dirigió al sur para regresar y, en el camino, se topó con las tribus de
los malios. Su ejército los venció en batalla y masacró su ciudadela.
Posteriormente, envió a su general Crátero con buena parte de su ejército a
Carmania, y a su oficial Nearco hacia el golfo Pérsico. Mientras tanto, Alejandro
regresó a Persia por el sur, atravesando el desierto de Gedrosia hasta llegar a
Babilonia.
Alejandro y Porus durante la batalla del Hidaspes. Pintado por Charles Le Brun.
ALEJANDRO MAGNO
Bibliografía
Hammond, N. G. L. Alejandro Magno. Rey, general y estadista. Ed. Alianza.
1992: Madrid.
Plutarco. Vidas Paralelas: Obra Completa, Volumen VI: Alejandro & César;
Agesilao & Pompeyo; Sertorio & Eúmenes. Ed. Gredos. 2007: Madrid.
Las Guerras Pírricas
Por Andrés Conesa
El sitio de Ostende por parte de España en Flandes, la toma de Bunker Hill por
los ingleses en la Guerra de Independencia Americana, la victoria napoleónica
de Borodinó o una de tantas acciones de Montgomery durante la II Guerra
Mundial, simbolizadas en Market-Garden. Todas ellas victorias, distanciadas en
el espacio y el tiempo, libradas por diferentes potencias y generales en diversos
teatros de operaciones. Sin embargo, aunadas por un mismo denominador
común: lo oneroso de su victoria.
A finales del siglo III a.C. Tarento, colonia fundada por Esparta en el año 706
a.C. era uno de los núcleos de poder más importantes de la Magna
Grecia merced a un poderoso ejército y a una flota inquebrantable, manteniendo
bajo su domino el golfo homónimo, los alrededores de Otranto y todo el
territorio de Apulia. Para protegerse del poder romano, Tarento y Roma
firmarían un tratado en el año 303 a.C. que prohibía a las naves romanas
navegar al este del cabo Lacinum a cambio de la neutralidad de Tarento en
los enfrentamientos entre los romanos y los samnitas. Roma utilizaría el
tratado para fundar diferentes colonias en la Apulia tarentina e intervenir
directamente en varias colonias griegas como Crotona, Locri y Rhegium hacia el
año 285 a.C.
Mapa representativo del territorio ocupado por la Magna Grecia.
Los líderes demócratas tarentinos estaban convencidos de que cuando las tropas
romanas concluyeran la guerra contra sus vecinos se lanzarían contra ellos. Sin
embargo, como suele ocurrir, no todos en Tarento lo hubiesen visto con malos
ojos. La facción oligárquica de Tarento propugnaba la coalición con Roma
con tal de recuperar el control absoluto de la ciudad. Manteniendo estos
antecedentes sobre la mesa, no nos debe parecer extraña la reacción de los
tarentinos cuando súbitamente, a finales del 282 a.C., diez trirremes romanas
entran en el golfo de Tarento violando flagrantemente el tratado. Los tarentinos,
confusos y asustados, lanzaron decididamente sus naves contra las romanas,
ocasionándoles serias bajas. Tras esto, la flota recuperó para los griegos la
ciudad de Turios, expulsando a la guarnición romana de la ciudad. Roma
enviaría una delegación diplomática a pedir compensaciones por lo ocurrido,
pero el fracaso de las negociaciones desembocaría en una declaración formal de
guerra contra Tarento. Los griegos italiotas, conscientes de su inferioridad
militar, solicitaron la ayuda de Pirro el Grande, rey de Epiro (actual
Albania).
Pirro es, por desgracia, uno de esos grandes hombres injustamente olvidados por
la historia. Tal era su fama y su destreza castrense que, cuenta la leyenda,
durante una reunión celebrada entre Aníbal y Escipión, este último le preguntó al
cartaginés quien eran para él los mejores generales de la historia. El cartaginés
respondió sin dudar: Alejandro Magno, Pirro y él mismo.
Este hombre que llegaría a ser alabado por el mismísimo gran hijo de Cartago
nacería alrededor del 318 a.C. del linaje del gran Aquiles. Era costumbre entre
los patricios y aristócratas de la época darse ínfulas y glorias clamando los
orígenes divinos de sus respectivas casas. Incluso Julio Cesar llegaría a
emparentarse con los dioses por motivos propagandísticos. Lo único
verdaderamente cierto era su relación de sangre con Alejandro Magno, primos
hermanos por parte materna del macedonio. Sin embargo, nunca llegaría a
conocer al general.
Cuando Pirro nació, Alejandro Magno ya había muerto y sus generales se habían
repartido el Imperio y asesinado a sus descendientes. Los sucesores, también
conocidos como diádocos, libraban unas continuas y encarnizadas guerras
intestinas destinadas a volver a aglutinar a todo el Imperio. Pirro, no fue ajeno a
ellas, y a lo largo de los años fue ganando fama y curtiéndose en los campos de
batalla de todo el oriente helenístico. Cuando la petición de ayuda tarentina
llega a sus oídos, ve llegar la oportunidad idílica para empezar a unificar a
todos los griegos en un mismo Imperio bajo su mando, a semejanza de
Alejandro.
En el 280 a.C. Pirro desembarca en Italia con 20.000 infantes, 2.500 arqueros y,
lo más importante, 20 elefantes de guerra, un animal nunca antes visto en la
península itálica. Alertada de la llegada inminente de las huestes epirotas, Roma
despachó una serie de legiones a diferentes frentes. 2 legiones marcharon
prestamente hasta el norte para acabar de forma apresurada la guerra contra los
etruscos, ya que existía la posibilidad, y el miedo, de que los enemigos de ambos
frentes entablaran conversaciones para pinzar a Roma. Por otra parte, otras dos
legiones bajo el mando del cónsul Publio Valerio Lavinio marcharon a atacar y
asolar Tarento antes de que los refuerzos obtuvieran tiempo para posicionarse
sólidamente.
Pirro, con buena parte de su ejército desperdigado por una tormenta, intentó
entablar conversaciones con los romanos para ganar tiempo, pero fracasó.
Ante la decisión de Lavinio de tomar Heraclea, juzgando que dejar a merced de
los romanos la ciudad lo dejaría en peor situación ante los autóctonos que una
posible derrota, salió con parte de su ejército a encontrarse con los romanos,
manteniendo una actitud defensiva y permitiendo que los enemigos tomaran la
iniciativa, pues el tiempo, y con él la llegada de refuerzos, jugaba a su favor.
Como vencedor, Pirro dictó a los romanos un armisticio imposible: exigía que se
garantizase la independencia de todas las colonias griegas y la devolución de
todos los territorios itálicos incorporados a Roma en el último siglo. El senado
romano se negó en rotundo, por lo que Pirro marchó hacia la ciudad hostigando
y saqueando los territorios vecinos. Algunos se unieron a él para desquitarse del
yugo romano. Otros no tuvieron tanta suerte. En una ciudad, los romanos,
temerosos de la rebelión que veían acercarse, cayeron por sorpresa sobre la
población, aniquilando a todos los varones y entregando a las mujeres a los
soldados.
Pirro llegaría hasta las puertas de Roma, gesta únicamente reditada por Aníbal, si
exceptuamos las invasiones bárbaras de sus últimos siglos. Empero, nunca
llegaría a sitiarla. En el norte, los romanos, tras una serie de éxitos militares,
habían firmado la paz con los etruscos y ahora marchaban a su encuentro.
Temeroso de ser rodeado entre dos ejércitos superiores en número. Pirro
abandona Roma y marcha hacia sus cuarteles de invierno.
Un nuevo enfrentamiento entre las tropas romanas y los efectivos del rey
epirota se produjo en el 279 a.C.Tuvo por escenario las colinas próximas a
Asculum, a poco más de 100 km de Tarento, y enfrentó a las legiones romanas
comandadas por los cónsules Publio Sulpicio y Publio Decio Mure, descendiente
del héroe de Sentino, contra los efectivos de Pirro. En esta ocasión ambos
bandos mantenían igualdad numérica. Como innovaciones, para contrarrestar la
flexibilidad de las legiones romanas, Pirro mezcló la infantería ligera itálica con
sus propias falanges. Por su parte, los romanos trasladaron una gran cantidad de
proyectiles y armas especiales destinadas a frenar a los elefantes.
La batalla de Asculum fue muy breve para la época, pues solo se prolongó
durante un par de días, saldándose nuevamente con una exigua victoria griega,
consiguiendo los romanos replegarse y mantener su campamento. Los itálicos
perdieron 6.000 hombres y a uno de los cónsules, y Pirro algo más de 3.500 y
muchos de sus mejores oficiales, siendo él mismo gravemente herido y obligado
a retirarse a Tarento sin poder asediar el campamento romano. Tan nefasta sería
su victoria que el mismo Pirro, según relata Plutarco, clamaría que “otra
victoria como ésta y estará todo perdido”.
En esta situación, Pirro intentaría de nuevo alcanzar una paz con Roma, pero
ésta, fortalecida por su reciente alianza con Cartago, rechazaría cualquier intento,
acordando únicamente una frágil tregua en las hostilidades. Aprovechando la
momentánea paz y dejando tras de si una fuerte guarnición en Tarento,
Pirro zarpa rumbo a Sicilia para auxiliar a los griegos en su lucha contra
Cartago.
Para hacerse una idea del ímpetu arrollador del epirota, solo hace falta notar que,
en tan solo un año de contienda, había hecho retroceder a los cartagineses a las
mismas posiciones que los romanos les obligarían a adoptar tras 23 años de
guerras púnicas. Intentando parar el desastre que se avecinaba, los cartagineses
propusieron una paz a cambio de renunciar a todas sus posesiones, excepto la
ciudad fortificada de Lilibea, y ofreciendo el pago de un tributo como
compensación de guerra. Los griegos siracusanos, ansiosos de librarse
completamente de la presencia cartaginesa, rechazaron tajantemente cualquier
propuesta que no significase la completa expulsión de Cartago, por lo que Pirro
tuvo que continuar con la campaña.
Bibliografía
La Biblioteca Perdida, Ivoox.
Colección Historia de National Geografic
Plutarco. Vidas Paralelas.
Livius.org. Pyrrhus of Epirus.
Cuando Aníbal cruzó los Alpes con
elefantes
Por Academia Play
Aníbal Barca nació en Cartago el año 247 a. C. Fue un prominente militar por
cuyas acciones bélicas es considerado uno de los estrategas militares más
importantes de la historia. El período que tuvo que afrontar en su vida estuvo
marcado por el control romano de la cuenca mediterránea. Aníbal fue el
general con la participación más determinante para el bando cartaginés en
la segunda guerra púnica. En el transcurso de esta guerra, Aníbal realizó una
hazaña militar cuya audacia, arrojo e intrepidez han hecho que se valore como
una de las más osadas y resolutivas de la Antigüedad: decidió atravesar los
Alpes con su ejército para conquistar Italia partiendo de Hispania y
franqueando los Pirineos. 38 elefantes de guerra participaron en esta
marcha. Aníbal Barca ha pasado a la historia como un gran estratega respetado
por sus enemigos. Sus tácticas empleados en diversas batallas todavía se repasan
en la ciencia militar actual.
La segunda guerra púnica se suele encuadrar entre los años 218 a. C y 201 a. C.
En el 218 a. C. Roma declara la guerra a Cartago tras la toma y destrucción de
Sagunto, que era una ciudad aliada de Roma. El Senado romano organizó un
plan de contraataque condensado las ofensivas en dos frentes, Hispania y
el norte de África, para arremeter contra Cartago y Cartago Nova. El control de
Hispania estaba en el centro de los motivos del conflicto.
Aníbal ideó una estratagema inesperada para trastornar los planes romanos: se
propuso llevar velozmente la guerra a Italia. Cartago no podía hacer frente a la
fuerza naval de Roma, por lo que no atacó por mar para no enfrentar a la flota
romana. Además, la travesía permitió el reclutamiento de soldados y trabar
alianzas con los pueblos que residían en el trayecto. A pesar de que la ruta
terrestre era más larga y mucho más ardua, tácticamente era más beneficiosa.
Antes de iniciarla, tuvo que distribuir sus efectivos para mantener la seguridad
de las Cartagos, por lo que a la de Hispania envió contingentes libio-fenicios y al
norte de África envió soldados íberos.
Tal y como lo relata Tito Livio, Aníbal cruzó el río Ebro con 90.000 infantes y
12.000 jinetes, y al vadear los Pirineos contaba con 70.000 infantes y 10.000
jinetes por los destacamentos que dejó para custodiar el territorio y los íberos
que no querían ir más allá. No obstante, es difícil determinar el número exacto
de las tropas lideradas por Aníbal. Otros historiadores afirman que en su paso
por Galia, Aníbal disponía de 40.000 infantes y 2.000 jinetes. Al llegar a Italia el
ejército tenía una fuerza aproximada de 20.000 o 50.000 infantes y 6.000 o 9.000
jinetes. Además, hay que tener en consideración a los refuerzos de Cartago y de
soldados galos que llegaron durante la guerra. Es especialmente célebre el
contingente de 38 elefantes de guerra. Sin embargo, la mayoría de dichas bestias
fenecieron en la marcha, principalmente por las difíciles condiciones de los
Alpes y las marismas etruscas.
Bibliografía
García Osuna, J. M. M. (2007). La segunda guerra romano-púnica y el gran
Aníbal Barca. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses. N. 195, pp. 51-120.
Estatua de Ulpiano en el Palacio de Justicia de Bruselas. Fue uno de los grandes juristas romanos.
La patria potestas era el poder del padre al que estaban sometidos los hijos. Se
trataba de un poder casi ilimitado que englobaba cuatro derechos principalmente.
En primer lugar, el derecho de vida y muerte (ius vitae et necis) para cuya
práctica el padre necesitaba consultar a los parientes (que conformaban un
tribunal) y respetar el juicio del censor (que podía vetar la decisión) sobre
posibles arbitrariedades en la voluntad del padre. En segundo lugar, el derecho
de vender (ius vendendi) al hijo como esclavo, lo cual sólo se podía hacer en el
extranjero y no en territorio romano. En tercer lugar, el derecho de dar al hijo
al damnificado por una acción ilícita realizada por el vástago (ius noxae
dandi). Con este acto el padre queda exonerado de la responsabilidad. En cuarto
lugar, el derecho de abandonar al recién nacido (ius exponendi).
Bibliografía
Attilio Levi, M. “Familia, Servitus, Pides. Indagación entorno a la dependencia
humana en la sociedad romana”. Gerión. N. 1, 1983.
Cascajero, J. “Notas sobre la familia romana a través de las fuentes
orales”. Arys. N. 1, 1998.
Fue nada más y nada menos que el venerable historiador Suetonio quien
recogió esta impertérrita sentencia de la boca de Julio César. Se trata de una
locución latina que da a entender el destino de grandeza de este histórico
personaje de Roma y el coraje de lanzarse decidida e inexorablemente a una
peligrosa andanza.
Cleopatra: el irresistible encanto de
la reina de Egipto
Por Academia Play
Cleopatra. W AILIS.
Los últimos Ptolemeos de la dinastía lágida fueron los hijos de Ptolomeo XII,
también llamado Auletes. Estos fueron Ptolomeo XIII y Ptolomeo IV que se
casaron sucesivamente con su hermana mayor Cleopatra VII Filópator por
orden testamentaria de su padre. Cleopatra nació en el año 69 a. C. en
Alejandría.
La relación con Roma, que en aquel momento se encontraba en guerra civil, era
determinante. La Segunda guerra civil de la República romana transcurrió
entre el 49 a. C. y el 45 a. C. y enfrentó a Julio César contra el bando
conservador del Senado cuyo brazo armado lo comandaba Pompeyo. El
conflicto concluyó con la victoria de César y la derrota de los pompeyanos. Tras
perder la batalla de Farsalia, Pompeyo buscó protección en Egipto. Sin
embargo, Ptolomeo XIII ordenó su asesinato en el 48 a. C. para ganarse la
confianza de Julio César. Éste, al llegar a Alejandría para capturar a su
contrincante, recibió la información de la muerte de Pompeyo y la tomó como
una desgraciada y triste noticia, pues era un rival respetado por él. Se cuenta que
incluso llegó a llorar por el asesinato de su amigo.
De este modo, Cleopatra volvió a recuperar el trono y, para asumir las funciones,
se casó con su hermano Ptolomeo XIV de diez años. El 47 a. C. nació Ptolomeo
XV, el hijo de César y Cleopatra, al que los alejandrinos llamaron Cesarión. Pero
este no fue el final de las peripecias de Cleopatra, pues en los idus de marzo del
44 a. C. Julio César fue asesinado.
El triunvirato ocasionó otra guerra civil en Roma entre los simpatizantes del
mismo y los republicanos. Marco Antonio pidió a Cleopatra un encuentro en
Tarso. En este encuentro acordaron la prestación de ayuda de Cleopatra y la
ejecución de Arsinoe por parte del romano. En dicha reunión se cuenta que se
enamoraron y Marco Antonio se trasladó a Egipto para vivir con Cleopatra el
invierno que medió entre los años 41 y 40 a. C. En el 40 a. C. Marco Antonio
retornó a Roma y se casó con la hermana de Octavio, según lo acordado. En el
37 a. C. volvió a Egipto por una campaña militar y se casó con Cleopatra, sin
romper su compromiso con su esposa romana.
Schuller, W. Cleopatra: una reina en tres culturas. Ed. Siruela. 2008: Madrid.
Walker, S. y Higgs, P. Cleopatra of Egypt: from history to myth. Ed. The British
Museum Press. 2001: Londres.
La batalla de Teutoburgo o el
desastre de Varo
Por Academia Play
La frontera del Rin siempre fue problemática para Roma. Hay que señalar que
más allá de la visión romántica sobre las antiguas tribus germanas, lo cierto es
que eran pueblos acostumbrados a la guerra y practicaban habitualmente
incursiones en otros territorios. En el año 16 a. C. el entonces gobernador de
la Galia Bélgica Marco Lolio ya había sufrido una emboscada por parte de los
sicambrios, usípetes y téncteros, por la que fue vencido en el valle del río Mosa
y perdió el estandarte del águila romana de la legión V Alaudae. La
humillación padecida produjo su marginación en la vida militar y acabó siendo
tutor de Cayo César. Por este motivo, Roma lanzó diversas campañas de castigo
en respuesta a las incursiones germanas. En el año 9 a. C. el imperio de Augusto
logró extenderse hasta el Elba, cruzando el Rin. Aunque no se trataba de un
dominio efectivo sobre el territorio, sí mantuvo su presencia militar.
Battle of the Teutoburg Forest. Ilustración de Dario Coelho.
Al finalizar el verano del año 9 d. C., Vero tuvo noticia del ataque de una
sublevación local, por lo que decidió responder de forma inmediata y
contundente. Vero no sabía que estaba cayendo en la planificada celada de
Arminio. El ejército de Varo fue conducido por la astucia de Arminio hacia
el bosque de Teutoburgo. La marcha romana era lenta y muy grande para su
avance en un terreno pantanoso y complicado. Dion Casio cuenta en su Historia
romana que los germanos cortaron los troncos de algunos árboles situados a los
lados de donde iba a cruzar la columna romana, y los dispusieron de tal modo
que se mantuvieran en pie para que al paso del espeso ejército se cayesen sobre
él y desordenaran sus formaciones. A continuación, las huestes de Arminio
lanzaron de imprevisto sus flechas y lanzas. Los romanos se encontraban
desconcertados y desorganizados, por lo que la efectividad de las legiones (que
residía principalmente en su formación) disminuyó. Los germanos
aprovecharon la oportunidad para atacar cuerpo a cuerpo.
Bibliografía
Dion Casio. Historia romana. Ed. Gredos. 2011: Madrid.
El llamado Gran incendio de Roma fue el fenómeno que devastó gran parte de
la ciudad de Roma que tuvo su origen entre los días 18 y 19 de julio del año 64
d. C., prolongándose el fuego durante siete noches y seis días. Se trata de un
evento histórico no esclarecido totalmente y aún discutido. Este incendio fue,
según Tácito, “el más grave y atroz de cuantos se produjeron por la violencia del
fuego”.
Determinar las causas del inicio y propagación del Gran incendio de Roma es el
asunto más problemático de este episodio de la historia romana. Las fuentes que
han llegado a nuestros días son diversas pero de escasa aportación, con
datos inciertos y sin concordancia en la cuestión de la causa del incendio. La
diversidad de causas a la que se ha aludido podemos concentrarlas en torno
a cuatro núcleos temáticos.
Rome Burning. Ilustración de Roy 020.
Mandato de Nerón
Lo más frecuente de encontrar en las fuentes es la culpabilidad
del emperador Nerón Claudio César Augusto Germánico, último de la
dinastía Julio-Claudia. El propósito que se le atribuye al iniciar el incendio es
principalmente reconstruir una nueva Roma más acorde a sus inclinaciones
con un nuevo palacio imperial (la Domus Aurea), a partir de la antigua ciudad
destruida. No sólo se le imputan aviesas intenciones, sino también la insolente y
jactanciosa actitud de contemplar la calamidad desde la torre de Mecenas
cantando su propio poema Toiae Halosis (que alude a la caída de Ilión) mientras
comparaba los desastres observados con las devastaciones pretéritas de la toma
de Troya, según Suetonio (Nero 38, 13). Esta acusación concuerda con las
manifestaciones artísticas de Nerón. Se ha llegado incluso a decir que se
dedicó a tocar la lira.
Dado que no existe fuente alguna en la que esta hipótesis pueda fundamentarse,
no ha sido una tesis muy aceptada por los historiadores. Lo máximo que se llega
a asumir en relación a la conjura de Pisón es que utilizaron el incendio contra la
imagen de Nerón, al igual que cualquiera de sus enemigos. Lo cierto es que las
pérdidas materiales y humanas causadas por el incendio, así como el déficit
económico, provocaron un efecto perjudicial en la popularidad de Nerón.
Accidente
La causa accidental es una tesis bastante aceptada por los historiadores
contemporáneos que han estudiado el tema. Se trata de un fenómeno
frecuente tanto en Roma como en diferentes ciudades de la Antigüedad, en el
que se combinan la sequedad del ambiente, el calor, la deficiente disposición de
las viviendas y establecimientos, la precaria construcción de algunas casas,
cierto desorden urbanístico, la acción del viento y el desconcierto y el pánico de
los habitantes afectados. Todos estos factores están presentes en las fuentes.
Por este motivo existe una tendencia a no asignar una autoría particular,
sino a tener en cuenta la confluencia de diversos elementos. Roma ya se había
incendiado otras veces, pero la magnitud del incendio del 64 provocó una
reacción popular y efectos políticos sin precedentes. Asimismo, el principado
neroniano atravesaba una crisis y una situación conflictiva. La inestabilidad
política interna favoreció la tendencia hacia la búsqueda de responsables del
incendio, por lo que las fuentes también remiten a posibles culpables.
Lipman, Quo Vadis, Nero burning Rome.
Por último, no está claro y es bastante dudoso tanto que se usara el incendio
como pretexto para la persecución de los cristianos (que sí fueron
perseguidos), como que fuera provocado por el delirio megalómano de
Nerón. Por lo tanto, los dos motivos que se relacionan principalmente con el
Gran incendio de Roma es posible que pertenezcan a la mera leyenda. No
obstante, es importante asegurar que no se sabe con certeza lo que exactamente
ocurrió, por lo que no es posible zanjar la cuestión de manera definitiva.
Bibliografía
Clayton, F. W. (1947). Tacitus and Nero’s Persecution of the
Christians. Classical Quaterly. N. 41, pp. 81-85.
Fernández Uriel, P. (1990). El incendio de Roma del año 64. Una nueva revisión
crítica. Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia antigua. N. 3, pp. 61-84.
El asalto comenzó tras concluir todas las obras precisas para disponerlo. Se izó
la héleplis por el agger y se adosó al muro, a pesar de la aguda inclinación. Un
ariete del piso bajo se dedicaba a golpear el muro a la vez que la artillería lo
despejaba de soldados enemigos. De este modo, los romanos consiguieron
romper el muro abriendo una brecha que se mantiene a día de hoy. Como
era de esperar, los defensores se apresuraron a bloquear la grieta construyendo
un segundo muro con dos alineaciones de vigas verticales cohesionadas
mediante su entrelazamiento con otras vigas horizontales y rellenadas con arena
para hacerlo compacto.
Masada.
En esta línea, Juan Eslava Galán expresó lo siguiente: “He visto por segunda
vez la película Gladiator. La historia me parece estupenda, aunque su
realización no acaba de convencerme. ¿Qué necesidad tenía nuestro venerado
Ridley Scott de introducir esa estética prestada de Star Wars en las armaduras de
los gldiadores, especialmente en los cascos? Los originales eran mucho más
impresionantes”. Es cierto que los cascos de los gladiadores eran
especialmente llamativos con sus distinguidas formas, sus puntas alargadas, sus
crestas y su plumaje. Los yelmos ofrecían protección pero su combinación con
los golpes también proporcionaba importantes heridas faciales a su portador.
Pollice Verso. Pintura de Jean-Léon Gérôme.
10. Los espléndidos anfiteatros fueron las instalaciones públicas que albergaban
los espectáculos y juegos, entre los que destacaban las venationes (donde
intervenían animales) y los apreciados munus gladiatorium. El anfiteatro
romano era un edificio con forma circular u ovalada, a diferencia del teatro y
del circo que tenían forma semicircular y elíptica, respectivamente.
11. Existe una tipología de gladiadores. Cada clase tenía una forma propia de
combate con su correspondiente equipamiento armamentístico. Los primeros en
aparecer fueron los samnitas, cuyo nombre procede de la antigua tribu itálica
homónima. Los gladiadores samnitas se caracterizaban por tener un gran escudo
con forma oblonga, el gladius como única arma, un casco crestado con plumas y
visera, una protección en la pierna izquierda y en el brazo derecho que cubría
hasta el hombro.
Murmillo contra tracio
13. El secutor era un tipo de gladiador que derivó del murmillo y eran destinados
principalmente a luchar contra los retiarii. Tenía el mismo equipamiento que
el murmillo pero con un casco esférico y liso para no quedar atrapado en las
redes de los reciarios.
14. Los temibles reciarios (lat. sg. retiarius o pl. retiarii) luchaba sin casco, en
el brazo izquierdo tenían un brazalete (lorica manica), una protección en el
hombro (galerus o spongia) y llevaban un pugio (un puñal romano). Pero lo más
característico era su peligroso tridente (fuscina o tridens) y su red lastrada.
16. Otro tipo de gladiador muy llamativo es el dimachaerus. Los dimachaeri (en
plural) combatían con dos espadas y tenían las dos piernas cubiertas con grebas.
Las fuentes pictóricas de esta clase de gladiador son indeterminadas y variadas.
De hecho, pude ser que no constituyera una clase completamente independiente
de las demás.
19. Los combatientes también podían ir montados. Existían dos clases que lo
hacían sobre caballos y sobre carros. Los que combatían a caballo se defendían
con un escudo pequeño y atacaban con un venablo llamado spiculum.
20. Los gladiadores tenían su contrapartida femenina llamada gladiatrix. La
lucha contra otros humanos (y también animales) para el entretenimiento de los
espectadores no era exclusiva de los hombres. A pesar de haber tenido una
presencia escasa, existen pruebas tanto arqueológicas como historiográficas de
mujeres gladiadoras. Tácito y Dion Casio mencionan participación femenina
bajo el gobierno de Nerón y Suetonio bajo el de Domiciano. Hay que aclarar
que del término “gladiatrix” no se tiene registro histórico, es más bien de
acuñación posterior.
Bibliografía
Auguet, R. (1994). Cruelty and Civilization: The Roman Games. Nueva York:
Routledge.
El término naumaquia procede del latín naumachĭa, que a su vez viene del
griego ναυμαχία o naumachía. Etimológicamente quiere decir “combate naval”
y en la Antigua Roma hacía referencia al tipo de espectáculo que representaba
una batalla náutica. El vocablo también se empleaba para designar al
emplazamiento destinado a dichas exhibiciones.
Ilustración de Jean-Claude Golvin.
Con el gobierno del emperador Nerón (a partir del 54 d C.) las naumaquias
empezaron a ser representadas en los anfiteatros. Estos edificios romanos eran
recintos públicos con forma circular construidos para celebrar juegos y
espectáculos, y ser observados desde las gradas. Un ejemplo claro es el
famoso Coliseo de Roma o Amphitheatrum Flavium. En esta etapa, el nivel de
efectismo de las naumaquias aumentó extraordinariamente en lo que
concierne a los aspectos de la ficción dramática y del componente artístico. Dion
Casio en su Historia Romana y Suetonio en la parte dedicada a Nerón de su De
vita Caesarum mencionan la existencia de una naumaquia en el 5 d. C. que
se realizó en un anfiteatro erigido en el Campo de Marte para tal propósito.
Cabe decir que las naumaquias del Coliseo no tuvieron el realismo de las
otras naumaquias por las dimensiones de la arena y por la dificultad de su
inundación. Es posible que se tratase más bien de un decorado para representar
barcos en el agua pero que en realidad no podían maniobrar o incluso navegar,
siendo lo principal el combate de los guerreros. No obstante, no se tiene
constancia precisa de la forma exacta en la que se lograba inundar el anfiteatro.
Asimismo, el subsuelo del Coliseo sufrió diversas transformaciones.
Bibliografía
Dion Casio (2004). Historia romana. Madrid: Gredos.
Cabe recordar que la antigua Roma fue primero una monarquía, luego
una república y finalmente se convirtió en un imperio. Durante la Monarquía,
la legio abarcaba la totalidad del ejército romano que, en la batalla, usaba la
forma clásica de la falange. En la República se fueron adoptando
diferentes sistemas de formación, dotando a las legiones de estructuras más
eficaces y el ejército se fue dividiendo en diversas legiones: primero, en la
República, se escindió en dos formaciones separadas dirigidas por dos cónsules.
Al final de la República y en el Imperio, las legiones adquirieron una
importancia capital en la política romana y en su desarrollo. La presencia de las
legiones fue breve en la República. En cambio, en el Imperio las legiones
alcanzaron un mayor nivel de estandarización y profesionalización, además
de aumentar en número.
Águila romana.
Bibliografía
Danco-Collins, S. Legiones de Roma. Kindle.
Ante tal circunstancia, Marco Aurelio envió al coemperador Lucio Vero para
enfrentar a los asaltantes con las legiones que se encontraban en Oriente. De
este modo empezó la guerra que duró hasta 166 y concluyó con la victoria
romana gracias al desempeño de generales como Avidio Casio, Marco
Estacio Prisco Licinio Italico o Publio Marcio Vero.
Tras la muerte de Vero en 169, el ejército romano atacó a los sármatas yacigios
y avanzó por el valle del río Tisza. Los sármatas roxolanos y los
costobocos aprovecharon la retirada de la Legio V Macedonia para saquear
Tracia e incluso llegaron a Grecia donde profanaron el templo de Eleusis en 170.
Por otro lado, en la primavera de ese mismo año un ejército de marcomanos,
victumalos, hermunduros, naristos y cuados devastó las guarniciones de la
frontera romana situada entre Vindobona y Brigetio, y consiguió entrar en
territorio del imperio. El ejército comandado por Bellomarius avanzó por
Pannonia y alcanzó la victoria contra veinte mil soldados romanos en la Vía
Ambra. Los germanos continuaron hacia el sur, cruzaron los alpes, penetraron en
la Galia Cisalpina y asolaron Opitergium y Aquilea.
Marco Aurelio también tuvo que lidiar con la sublevación de Avidio Casio,
quien fuera un héroe de las guerras párticas, pues se proclamó emperador en 175
y dominó zonas del este del imperio como Egipto. La rebelión de Avidio Casio
empezó al llegarle la errónea información de que el emperador había muerto y
continuó después de tener noticia de que no era cierto. Finalmente, Casio fue
asesinado ese mismo año por sus propios hombres, ya que la posición de Marco
Aurelio era más fuerte y sus lealtades mayores. A su vez, Marco Aurelio contuvo
una incursión mauritana en la provincia Bética en 176 y 177.
Estatua ecuestre de Marco Aurelio, Museos Capitolinos.
La guerra fue prolongada y difícil pero Marco Aurelio consiguió detener los
ataques invasores, a pesar de que los marcomanos y los caudos consiguieron
vencer a los romanos en diversas ocasiones. Los conflictos se alargaron hasta
189, año en el que acabó una última ofensiva de caudos y marcomanos
empezada en 186. En aquel momento el emperador era Cómodo, el hijo de
Marco Aurelio, ya que éste había muerto en el año 180. Marco Aurelio pasó
todo su gobierno guerreando y defendiendo el imperio, lo cual lo realizó con
éxito.
Bibliografía
Grimal, P. Marco Aurelio. Ed. Fondo de Cultura Económica. 1997: México D.F.
Cirilo de Alejandría.
Así empezaron las tensiones de Cirilo con Orestes, con sus menosprecios
hacia el poder imperial. Sócrates afirma que Orestes percibía la autoridad de
los obispos como un menoscabo del gobierno imperial. Y este sólo era el
principio… la relación empeoró.
Sin embargo, casi todas las fuentes concuerdan en que Cirilo indujo el
asesinato. Este punto tampoco se podrá esclarecer definitivamente. Quienes
afirman su implicación aluden a la antipatía de la formación monacal de
Cirilo hacia el paganismo de la Escuela de Alejandría, a la venganza por
Amonio, y a que Hipatia fue hija de Teón, por lo que se enemistó con Teófilo al
destruir el Serapeo.
Bibliografía
Fernández Hernández, G. (1985). La muerte de Hipatia. Erytheia: Revista de
estudios bizantinos y neogriegos. N.6, pp. 269-282.
De lo que no cabe duda es que el final del período helenístico supuso una crisis
para la Biblioteca y el Museo en consonancia con las vicisitudes sociopolíticas.
No obstante, estas instituciones se sobrepusieron a las circunstancias
recuperando una actividad tan destacada como la anterior. En ese momento, los
emperadores ocuparon el lugar de protectores y promotores de estos recintos
emblemáticos, resaltando la ayuda del emperador Adriano. Sin embargo, el
sostenimiento económico fue disminuyendo con el tiempo.
Escolar considera que se pudo dar el caso de que buena parte de los fondos de la
Biblioteca sobrevivieran a las acciones militares del siglo III, y que los libros de
la segunda Biblioteca, esto es la del Serapeo, hayan sido transportados y
resguardados en otro sitio a pesar de la destrucción del templo. Esto se debería al
carácter de Teófilo de “hombre muy culto y degustador de los escritos clásicos”.
También hay que añadir que la persecución de los cultos y la destrucción de los
templos, en general, no implicó la persecución de las personas.
Sin embargo, este no fue el caso de Hipatia, pues fue asesinada en el año 415
arrastrada por la calle hasta una iglesia donde la golpearon hasta la muerte. Este
homicidio contra la “idolatría pagana” por parte de los nacionalistas cristianos se
debió a la amistad de Hipatia con el entonces prefecto de Alejandría, Orestes, el
cual se había enemistado con Cirilo (sucesor de Teófilo).
La Alejandría de Cleopatra.
Para acabar, hay que resaltar el carácter polémico acerca de la realidad histórica
de la definitiva destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Aquí nos hemos
limitado a recoger las consideraciones más relevantes y extendidas sin pretender
concluir la cuestión ni rebatir la veracidad de los hechos, más allá de lo que
algunos autores (en los que nos apoyamos) discuten. Asimismo, hay que aclarar
que el ambiente cultural posterior al de aquel que tuvo a la Biblioteca de
Alejandría como centro, y el paso a la Edad Media, no supusieron una época de
esterilidad intelectual ni de homogeneidad de pensamiento. Además, las
teologías cristiana y musulmana no rompieron con el pensamiento griego, sino
que, más allá de las polémicas relativas a las coyunturas histórico-políticas, lo
integraron añadiéndole temáticas propias.
Bibliografía
Canfora, L. La biblioteca desaparecida. Ed. Trea, 1998: Asturias.
Escolar, H. La Biblioteca de Alejandría. Ed. Gredos, 2001: Madrid.
En 1764 Edward Gibbon emprende una tarea que no se había abordado hasta
entonces, la de escribir sobre la caída del imperio occidental por excelencia: el
Imperio romano. La idea surgió rodeado de ruinas romanas, como no podía ser
de otra manera y así lo subrayó en su autobiografía. En tiempos de Gibbon nadie
ponía en duda como fue el final del proyecto imperial, a saber, una oleada de
tribus bárbaras había arrasado con el estadio de desarrollo cultural más grande
que había conocido Occidente. Presionados por los hunos de Atila, apodado "el
azote de Dios", a los godos no les quedó más remedio que traspasar las fronteras
del Imperio, cruzando el Danubio en el año 376.
Retrato idealizado de Atila, por Eugène Delacroix.
En el contexto de una Europa que veía como los nuevos poderes emergentes
desplazaron a los antiguos, la institución católica ingenió una fórmula para
asegurarse el poder en Occidente.Tras la caída del Imperio Romano de
Occidente, el Patriarcado de Roma quedó nominalmente sujeto al Imperio
Romano de Oriente, ya que primero hérulos y después ostrogodos fueron “in
iure” federados del poder imperial oriental. Sin embargo, algunas disputas
familares germanas propiciaron que el emperador Justiniano I (483-565 d.C.) se
decidiese a llevar a cabo la “Renovatio Imperii”, es decir, el intento de
recuperar todas las provincias que antes habían formado parte del Imperio
Romano. En el año 536 d.C. el general Belisario reconquistó Roma y el ejército
imperial oriental recuperó muchas provincias perdidas hacía 60 años. Italia
volvió a formar parte del Imperio Romano, con Rávena como capital de la
provincia de Italia y Roma como Ducado, en la que el Dux (Duque) quedaba
efectivamente por debajo del Papa en cuanto a poder efectivo en la Ciudad
Eterna.
Constantino I en el Concilio de Nicea, en el 325 d.C.
…Junto con todos los magistrados, con el senado y los magnates y todo el
pueblo sujeto a la gloria del Imperio de Roma, Nos hemos juzgado útil que,
como san Pedro ha sido elegido vicario del Hijo de Dios en la tierra, así
también los pontífices, que hacen las veces del mismo príncipe de los Apóstoles,
reciban de parte nuestra y de nuestro Imperio un poder de gobierno mayor que
el que posee la terrena clemencia de nuestra serenidad imperial, porque Nos
deseamos que el mismo príncipe de los Apóstoles y sus vicarios nos sean seguros
intercesores junto a Dios. Deseamos que la Santa Iglesia Romana sea honrada
con veneración, como nuestra terrena potencia imperial, y que la sede santísima
de san Pedro sea exaltada gloriosamente aún más que nuestro trono terreno, ya
que Nos le damos poder, gloriosa majestad, autoridad y honor imperial. Y
mandamos y decretamos que tenga la supremacía sobre las cuatro sedes
eminentes de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Constantinopla y sobre todas
las otras iglesias de Dios en toda la tierra, y que el Pontífice reinante sobre la
misma y santísima Iglesia de Roma sea el más elevado en grado y primero de
todos los sacerdotes de todo el mundo y decida todo lo que sea necesario al
culto de Dios y a la firmeza de la fe cristiana…
…Hemos acordado a las iglesias de los santos Apóstoles Pedro y Pablo rentas
de posesiones, para que siempre estén encendidas las luces y estén enriquecidas
de formas varias; aparte, por nuestra benevolencia, con decreto de nuestra
sagrada voluntad imperial hemos concedido tierras en Occidente y en Oriente,
hacia el norte y hacia el sur, a saber en Judea, en Tracia, en Grecia, en Asia, en
Africa y en Italia y en varias islas, con la condición de que sean gobernadas por
nuestro santísimo padre el sumo pontífice Silvestre y de sus sucesores…
Hemos puesto éste, nuestro decreto, con nuestra firma, sobre el venerable
cuerpo de san Pedro, príncipe de los Apóstoles.
Esto originó que los latinos occidentales y los helenos orientales se mirasen de
reojo con una desconfianza mutua que rozó la obsesión. Cuando un dignatario
latino o alemán visitaba la Corte Imperial de Bizancio, éste solía ser recibido de
forma áspera. Por contra, si el occidental de turno llamaba “graecho” al
emperador y a su pueblo, lo que le valía una vuelta rápida a su reino. De hecho,
“graecho” se convirtió en una denominación despectiva para nombrar por parte
occidental a todo lo concerniente al Imperio Romano de Oriente.
Ciudad de Constantinopla ardiendo mientras los cruzados salen con carretas llenas de botín, estatuas, dinero
y columnas en 1204.
En el año 395 d.C. el emperador Teodosio I dejó al menor de sus hijos, Honorio,
a la cabeza del Imperio Romano de Occidente (con capital en Milán y luego
Rávena), mientras que a su hijo mayor, Arcadio, le dejaba el Imperio Romano de
Oriente (con capital en Constantinopla). El Imperio Romano se fragmentó en
dos Estados independientes con las mismas leyes, costumbres y
administraciones gemelas. Sin embargo, en Oriente la lengua mayoritaria era la
griega y en Occidente el latín. En el siglo VII el Imperio oriental greguizó
totalmente su administración aunque siguió siendo un estado romano Bajo
Imperial hasta su caída con todo lo que ello implicaba. En el año 476 se produjo
la extinción del Estado romano occidental, y el Senado romano de Roma entregó
las insignias imperiales al emperador romano de Constantinopla, que las aceptó
ante los hechos ya consumados.
Dionís Baixeras. La civilización del califato de Córdoba en tiempos de Abderranán III, 1885. Paraninfo de
la Universidad de Barcelona.
En el otro lado del estrecho, desde Ceuta, el conde don Julián lleva a Toledo a
su hija Florinda para que se una a la Corte del rey. Pero cuando está alojada
y desprevenida, el rey Don Rodrigo la viola, quedándose deshonrada entre
lágrimas. Cuando su padre se entera del suceso, le corroe la sed de venganza.
Entabla contactos con su enemigo en tierras africanas, el conocido
como moro Muza (Musa ibn Nusayr), gobernador de la provincia del Magreb del
gran Califato Omeya de Damasco. Don Julián le promete grandes fortunas si
le ayuda a derrocar al malvado rey que gobernaba Hispania. Muza acepta,
pero no iba a cumplir toda la parte del trato.
Los dos ejércitos se encontraron cerca del río Guadalete, en la actual Cádiz, un
caluroso día de julio del año 711. Don Rodrigo había conseguido reunir un
ejército de 40.000 hombres (otras fuentes apuntan 2.500). Ambos ejércitos
avanzan y comienza la batalla. Aquí es donde retomamos nuestra historia.
Batalla de Guadalete, 711.
Muy lejos de allí, en Siria, la familia real de los califas Omeya estaba en grave
peligro. Era el año 750 y una rebelión estalló en el seno de la capital del Califato,
Damasco. Una facción del Islam, los abasíes, había asaltado el poder y se
disponía a tomar el suntuoso palacio de los califas Omeya. Derrotaron a las
tropas reales a orillas del río Gran Zab. Concluida la batalla y sumidos por el
odio, masacraron a toda la familia Omeya y se hicieron con el control del
Califato. Establecieron una nueva capital, creándose así el nuevo Califato
Abasida de Bagdad.
Abderramán III.
Pone entonces sus miras hacia la frontera con los reinos cristianos, que habían
expandido sus dominios durante los sesenta años de debilidad que duró la Fitna.
Marcha con un gran ejército y consigue numerosos éxitos militares, llegando
incluso a arrasar y saquear la capital navarra de Pamplona, demoliendo su
catedral en el 924.
Con todas estas victorias y teniendo de nuevo todos los territorios de Al-Ándalus
bajo su poder, Abderramán III se ve con fuerzas de proclamar el Califato
Omeya de Córdoba, coronándose como primer califa en el año 929. Empezaba
así el momento de mayor esplendor de toda la historia de Al-Ándalus.
El Palpati, un “tocapelotas” dentro
del Vaticano
Por Javier Rubio Donzé
Parece que se trata de una leyenda. Ningún texto normativo de la Iglesia lo
menciona. Pero también es cierto que durante años se dio por verdad. La historia
empieza con un rumor que empezó a adquirir tintes de verdad en torno al Siglo
XIII, cuando empezamos a encontrar en muchos escritos la figura de la Papisa
Juana.
Una mujer que vivió en el siglo IX, llamada Juana que, ocultando a todos su
género, consiguió hacerse con el más alto rango de la curia vaticana. En la lista
oficial de papas no aparece, pero por cronología correspondió a Benedicto III.
Esta mujer, llamada Juana era hija de un monje y nació en Alemania. Hay
incluso una película del año 2009 que se llama la Papisa.
La opinión más extendida es que se trata de una leyenda que, sin embargo, fue
dada por cierta por la propia Iglesia hasta el siglo XVI.
Esta práctica se puede ver en la serie de los Borgia. A Alejandro VI, interpretado
por Jeremy Irons se le practica esta incómoda comprobación.
Debían lealtad al papa de Roma, pero con el paso de los años se fueron
convirtiendo en una Orden tan poderosa como rica.
No eran la única orden religiosa, en realidad. También existían muchas otras que
se dedicaban a hacer más o menos lo mismo: los caballeros hospitalarios,
los teutónicos, o algunos castellanos, como las órdenes
de Santiago, Alcántara o Calatrava, o aragoneses, como la de Montesa.
Fue creada como una orden monástica, cuyo objetivo primordial habría de
ser custodiar a los peregrinos que viajaran hacia Tierra Santa y salvaguardar
los caminos que conducían a ella, en el marco de la reciente finalización de
la Primera Cruzada.
Hugo de Payns, cofundador de la Orden del Temple y a la postre, primer Gran Maestre de la misma.
Se calcula que la producción económica del Temple rondaba las veinticinco mil
libras tornesas al año, algo equivalente a unos casi dos mil kilogramos de
plata pura.
Para conseguir sus oscuros objetivos, el rey Felipe se dedicó a reunir durante
años un abultado dossier de acusaciones y pruebas falsas contra los caballeros
templarios.
En él, los acusaba de negar a Jesús, escupir sobre la cruz cristiana, adorar
ídolos paganos (Baphomet), e incluso
de herejes, blasfemos y sodomitas (alegando para “demostrar” esto último que
el símbolo templario de los dos hombres compartiendo un caballo incitaba a la
homosexualidad y a la zoofilia).
Tras seis largos años de procesos judiciales, bulas, indulgencias y edictos, ambos
líderes fueron condenados a morir en la hoguera, muriendo así con ellos la
Orden del Temple, no sin antes haber sido obligados a aceptar, bajo tortura, los
cargos de los que se les acusaba, humillando así todavía más a lo que un día fue
el glorioso Temple.
Los pocos templarios que consiguieron escapar de París fueron detenidos algún
tiempo después, ya que únicamente habían logrado huir desperdigándose por
toda la geografía francesa.
El
siniestro complot urdido por Felipe IV y sus secuaces funcionó, y consiguieron descabezar y destruir la
Orden del Temple para siempre.
No obstante, hay quien dice que el auténtico fin de los caballeros
templarios no estuvo en aquellas hogueras europeas, ni en aquellos
procedimientos judiciales o autos de fe inquisitoriales.
Pero por otra parte, también hay quien dice que los templarios que escaparon de
París en 1307 y llegaron a América, prácticamente dos siglos antes de que lo
hiciera Cristóbal Colón en 1492.
La reliquia más codiciada de todos los tiempos es la copa que contuvo la sangre
de Jesús de Nazaret.
Otro autor importante en la tradición del Grial fue Chrétien de Troyes con su
narración Perceval o el cuento del Grial. También contribuyeron Wolfram von
Eschenbach y escritores de la Queste del Saint Graal.
Son muchas las afanadas iglesias que declaran ser poseedoras de tan
preciada reliquia. No sólo dicen tener el cáliz, sino el cáliz verdadero. El caso
español más conocido es el de la catedral de Valencia. Sus devotos aseguran que
en el siglo III, el papa Sixto II se lo dio al diácono Lorenzo, el cual lo llevó a su
ciudad: Huesca. El obispo Auduberto tuvo que esconder el cáliz en
el monasterio de San Juan de la Peña debido a la invasión musulmana de la
península ibérica. El trajín del sagrado recipiente no paró hasta que en el período
de Alfonso el Magnánimo como rey se dejó el Grial en la catedral de Valencia.
Sin embargo, antes de su destino final, pasó por la Aljafería de Zaragoza por
designio del rey Martín el Humano.
En conclusión, son pocas las personas que no han oído hablar de la legendaria
tradición del Santo Grial (algún famoso libro relativamente reciente de un tal
Dan Brown ha contribuido a ello). Este objeto, como parte de la mitología
cristiana y como símbolo que representa ideales humanos como la búsqueda y la
perfección interior en el camino, se ha consolidado en el imaginario de
civilizaciones y se ha mantenido a lo largo del tiempo.
Bibliografía
Eco, U. El Péndulo de Foucault. Ed. DeBolsillo. 2013: Barcelona.
Durante los primeros años, en largos viajes Leonor supervisaba los territorios
de Normandía y Anjou, además de los suyos propios: Aquitania. Su
influencia fue en aumento y llegaba a tomar decisiones políticas por sí misma en
nombre del rey, en un reparto eficaz del mando de los dominios. En 1170 el
primogénito, Enrique el Joven, fue coronado y asociado al trono junto a su
padre, adoptando la costumbre francesa de los Capetos.
No obstante, en ese año se abrió una etapa difícil para Enrique II, puesto que
cuatro de sus caballeros asesinaron a Thomas Becket, Arzobispo de
Canterbury, bajo las órdenes o, cuanto menos, deseos del rey inglés. La
disputa entre ellos (anteriormente amigos) empezó por la disminución del poder
de la corte eclesiástica tras las reformas del sistema legal que llevó a cabo
Enrique. Debido al asesinato, la Iglesia excomulga al rey y le retira su apoyo,
además de ganarse el rechazo de numerosos sectores. Por otro lado, la relación
distante y esporádica con Leonor se agravó hasta sus límites. Esto parece que se
debió a la relación extramatrimonial que el rey mantuvo con la joven
Rosamunda, de la cual se sabe muy poco más allá de que era la hija de un
caballero normando. Sea cual fuera el motivo real, lo cierto es que en este punto
se despliegan plenamente la habilidad y la inteligencia políticas de Leonor.
Habría sido ella, según se relata, quien puso a sus hijos en contra de Enrique
II en los futuros conflictos.
Los hijos de Enrique II intentaron tomar el poder de los territorios que su padre
les había adjudicado. De este modo, durante la revuelta de 1173 y 1174 Enrique
el Joven, Ricardo y Godofredo, bajo el auspicio de Leonor de Aquitania y su
anterior esposo, el rey Luis VII de Francia, empezaron una revuelta que
acabó fracasando cuya intención era instituir a Enrique el Joven como
único rey. Tras este episodio, Enrique somete a los aquitanos y Leonor acaba
siendo encerrada. Hasta la muerte de su marido, la duquesa de Aquitania
permanecerá bajo la custodia de su esposo.
Bibliografía
Cebrián, J. A. (2009). Pasajes de la historia. Madrid: Temas de hoy.
Desde los siglos XI y XII, París ya tenía un próspero ambiente escolar. Por la
ciudad habían pasado personalidades de gran prestigio como Abelardo cuyas
enseñanzas habían traído a París a muchos estudiantes procedentes de Inglaterra,
Alemania e Italia. No fue difícil que los profesores y alumnos tuvieran
conciencia de su unidad dados los intereses y peligros compartidos.
Asimismo, tanto el papado como la monarquía francesa vieron conveniente
proteger a este conjunto de personas. Los reyes de Francia quisieron
promocionar la influencia de su ciudad en la circulación de extranjeros
dispuestos a formarse en ella. Para fomentar el desarrollo del studium
parisiense se debía garantizar la protección de sus miembros, para lo cual era
necesario organizarlo.
Inocencio III.
Cabe señalar que esta disputa concluyó con el triunfo del aristotelismo gracias
al trabajo de figuras tan destacadas como Alberto Magno y su discípulo Tomás
de Aquino. Particularmente, el sistema aristotélico-tomista acabó
convirtiéndose en el más preponderante, dado que permitía conciliar las dos
tendencias enfrentadas de la Universidad de París. La monumental Suma
teológica de Tomás de Aquino contribuyó en gran medida a consolidar el
constructo teórico más importante y racionalmente sólido de la teología
tradicional. Esta obra recoge de forma completa todas las verdades de la
teología natural y sobrenatural, estructuradas según un orden lógico. Cada
cuestión tiene su correspondiente demostración y las refutaciones de los errores
sobre el tema.
Bibliografía
Carañana, J. P. (2012). La teoría y la práctica en la universidad
medieval. CIAN. Revista de historia de las universidades. Vol. 15, N. 2, pp. 139-
161.
Siempre se ha dado por hecho que este tipo de abusos se han practicado a lo
largo de la historia. Sin embargo, no está tan claro que durante la Edad Media
esta práctica supusiese un “derecho”.
Es evidente que los abusos sexuales eran una cuestión común en la época, pero
no hay documentos que atestigüen esta realidad como un acto legítimo.
Una de esas exigencias pasaba por realizar un pago al señor para que éste
permitiera al campesino casarse. En caso de no hacerlo, el señor violaría a la
muchacha a la que pidiese la mano.
Aunque podría parecer una denuncia explicita de los abusos de poder, este
documento fue escrito por los monjes de la abadía a modo de sátira, y se
terminaría usando como herramienta política. Así, conseguían atraer a sus tierras
a los campesinos provenientes de los territorios de estos señores feudales,
prometiéndoles ser ellos más justos.
Existieron dos leyes incluidas en los códigos legales del reinado de Alfonso
X, el Fuero Real, y las Partidas.
Sin embargo, estas leyes hacen referencia a otras situaciones. Como ejemplo, se
hace referencia a un castigo impuesto a quien ofenda al novio o a la novia en el
día de su boda. Entendiéndose esta ofensa como una agresión verbal.
Existe una prueba más firme, encontrada en la España medieval, que podría
evidenciar la legitimidad del derecho de pernada. La encontramos en
la Sentencia arbitral de Guadalupe, en 1486. En ella se expresaba que quedarían
abolidos los “malos usos” impuestos por los señores a sus vasallos campesinos,
entre ellos uno que decía así:
Finalmente, solo queda por concluir que se trata de una etapa más de la historia
que aún conoce más sombras que luces.
Bibliografía
Sexualidad y Edad Media. Historia de la sexualidad. www.nuevatribuna.es.
Daniel Millet. 11-05-2009
En esta línea teosófica se llegó a culpar a los judíos, odiados por la mayoría
cristiana, acusándoles de envenenar las aguas de los pozos y emponzoñar los
ríos, produciéndose numerosos pogromos (agresiones violentas, espontáneas y
multitudinarias de un grupo étnico o religioso contra otro ajeno, acompañados de
la destrucción o el expolio de sus bienes) en toda Europa. Estaba claro que era
necesario encontrar un culpable a quien achacar semejante tormento y
maldición. Los judíos se configuraron como candidatos ideales, ya que eran
despreciados y envidiados desde épocas pasadas al ser popularmente
considerados un pueblo maldito, culpable de la muerte de Cristo. Cuando en
1348 desembarcó la peste en Europa y la gente, famélica y debilitada por
décadas de penurias, empezó a morir por millones, el populacho empezó a
pensar que no era sólo Dios quien estaba detrás de aquel castigo tan cruel que les
había tocado vivir. La imaginería popular se alimentó en el hecho de que los
judíos seguían enriquecidos a pesar del desastre global y, además, desde los
púlpitos se habían lanzado durante años consignas contra esta minoría social que
insistía en negar la salvación que Jesucristo había traído al mundo con su
sacrificio. A pesar de la furia popular, los sectores privilegiados y gobernantes
temían un éxodo masivo de los israelitas con sus capitales a causa de estas
matanzas. Aunque la misma Iglesia trató de detener los ataques contra la
población hebrea, tras siglos de mensajes antisemitas contra el enemigo interior
judaizante, el pueblo no estaba dispuesto a transigir cuando ya había dado forma
física a sus males. Por ello, encontrado un propicio chivo expiatorio que
demandaban, los gobernantes acabaron por propiciar las persecuciones. Estas
acciones, espontáneas o no, tan solo contribuyeron a empeorar la crisis
económica bajomedieval dado que la minoría social israelita manejaba
importantes masa de capital y las llaves del comercio interior y exterior.
Bibliografía
-Alighieri, D.: La Divina Comedia. C.I.L. Barcelona, 1989.
-Berceo, Gonzalo de: Antología. Club internacional del Libro. Barcelona, 1986.
-Valdeon Baruque, J.: “La Peste Negra en la Edad Media. El Esplendor de una
Época”. En Historia National Geographic. Vol. Esp. 2011.
Colón llevó a cabo cuatro expediciones: la primera vez, en 1492, zarpó del
Puerto de Palos y, pasando por Canarias, se topó con las Islas Bahamas para
después llegar a Santo Domingo (La Española) y a Cuba. Regresó de nuevo al
Puerto de Palos pasando por Lisboa. El segundo viaje empezó en Cádiz en 1493
y llegó a la isla de Guadalupe. Durante este viaje exploró Jamaica y Puerto Rico
y regresó en 1496 a Cádiz. La tercera vez zarpó en 1498 de Sanlúcar de
Barrameda, pasó por Cabo Verde y arribó en la isla de Trinidad. En esta ocasión
recorrió la costa de Venezuela. En el cuarto y último viaje Colón salió de Sevilla
en 1502 dirigido a La Española. Sondeó territorio que actualmente es hondureño
y regresó a Sanlúcar de Barrameda.
Viajes de Cristóbal Colón.
No falta quien atribuye viajes a América a los egipcios, los fenicios y los
cartaginenses. A su vez, el famoso etnógrafo y aventurero Thor
Heyerdahl organizó una travesía por el pacífico que transitó 8000 kilómetros en
1947 con una balsa construida artesanalmente (Kon-tiki). El viaje pretendía
probar que era posible que pueblos de la antigüedad pudieron llevar a cabo
viajes oceánicos de largas distancias, de manera que pudieron establecer
contacto aun estando alejados. Además, Thor Heyerdahl defendió la hipótesis
de que los egipcios pudieron llegar a América, por lo que en 1969 zarpó de
Marruecos con un bote construido de papiro para cruzar el Atlántico y llegar a
América. El Ra, nombre que le dio al barco réplica de una embarcación egipcia,
no logró llegar a su meta. Empero, en 1970 la expedición del Ra II fue exitosa.
La hazaña se cuenta en el documental de 1971 The Ra Expeditions. A Thor
Heyerdahl se le atribuye la frase “¿Fronteras? Nunca he visto una. Pero he oído
que existen en las mentes de algunas personas.”
Kon-Tiki.
Bibliografía
Barnés, H. Ni españoles ni vikingos: ¿quién descubrió de verdad América? El
Confidencial. (Online: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-
05-01/ni-espanoles-ni-vikingos-quien-descubrio-america_1189811/).
El segundo paso será obtener una Real Cédula, es decir, una licencia, que
expeditaba la Corona a través del Real y Supremo Consejo de Indias. Éste fue
el órgano más importante de la administración indiana y sin la Real Cédula que
se conseguía aquí te resultaría imposible viajar hasta el nuevo continente. Esta
licencia era otorgada a título personal y de carácter intransferible, y podía
ser de diferente naturaleza si ibas a desempeñar un oficio allende los mares o
incluso obligarte a residir en un determinado territorio durante unos años para
después poder gozar de cierta libertad de movimiento.
Una vez en posesión de estos documentos, necesitarías una licencia de
embarque que se obtenía en la Casa de Contratación, ya que desde aquí se
controlaba la actividad comercial, el tránsito de personas y las expediciones
entre España y el Nuevo Mundo. Es decir, esta licencia sería hoy en día como tu
billete de embarque mediante el cual poder subir a bordo del barco en el que vas
a realizar tu viaje.
Sevilla. Siglo XVI. Gracias al monopolio del tráfico comercial y financiero con América, Sevilla se
convirtió en el siglo XVI en una de las mayores urbes del mundo.
Por supuesto, todo esto había que pagarlo, y si además vivías en alguna zona
alejada de alguno de los organismos que hemos citado, súmale el coste de
desplazamientos y alojamientos pertinentes. No obstante, como bien sabemos
la picaresca española es algo que nos ha venido definiendo a lo largo de nuestra
historia, y se sabe que todos aquellos que se propusieron viajar a América y no
tenían medios para hacerlo consiguieron atravesar el océano por diversos
medios, ya fuera falsificando pruebas para la obtención del estatuto de limpieza
de sangre, sobornando a las autoridades pertinentes, o comprando permisos
falsos de embarque que solían venderse en Sevilla a un precio razonable y
accesible.
Bibliografía
Iglesias Aunión, P.: “Las licencias para viajar a las Indias. Estatutos de limpieza
de sangre y requerimientos en el Trujillo del siglo XVI”. Asociación Cultural
Coloquios Históricos de Extremadura.
RICARDO LEVENE
1. Las encomiendas
La primera etapa, hasta 1512, se desarrolló bajo el auspicio de las Bulas
Alejandrinas, las cuales legitimaban el dominio tanto espiritual como
temporal. Este poder se despliega sobre la Indias y sus pobladores. La libertad
del indio se reconoce, pero bajo la condición de súbdito del príncipe cristiano.
No obstante, lo que no se le reconoce es su derecho (natural) sobre sus
posesiones temporales como señoríos, pues Alejandro VI otorgó a la Corona
de Castilla tales tierras.
Durante esta época, en estas tierras —que aún no son América— decae el
control de la Corona por problemas en el continente europeo como las guerras
de Italia o la crisis por la sucesión en Castilla tras la muerte de Isabel La
Católica. La población indígena es forzada a trabajar masivamente y los abusos
se multiplican. No obstante, las concepciones teóricas y las prácticas llevadas a
cabo se van a ver alteradas.
¿Por qué es relevante e histórica esta regulación legal del indio? ¿Cómo era
Castilla en 1511? En primer lugar, lo trascendente de esta regulación es su
novedad. Hasta este momento no se había reconocido en ningún texto ni se
había polemizado acerca de lo que ahora llamamos derechos humanos y
tampoco se había regulado hasta entonces, como ha quedado dicho, ninguna
disposición que analizase y resolviese cuestiones que aquí se plantearon, tales
como la naturaleza del indio, su condición de ser humano o no, si tenía alma,
sus derechos tanto espirituales como materiales, como por ejemplo el derecho
de propiedad, sus condiciones de vida, de trabajo…
La tensión entre la libertad del indio y las encomiendas y repartimientos se
intenta resolver. Para la solución de esta cuestión empiezan a traerse conceptos
de raigambre aristotélica como las de gobierno
civil y heril (politikés y despotikés) o el de servidumbre natural, por parte de
Gregorio López y fray Bernardo de Mesa. Este último defendió un gobierno
medio entre el servil de los hombres libres y el heril de los siervos, puesto que en
condiciones de libertad completa los indios se negaban a trabajar, pero no se les
podía negar su libertad y convertir en siervos.
Pedro Insua explica en su obra 1492: España contra sus fantasmas que, en
suma, la presencia del Imperio en las Indias occidentales se justificaba en
virtud de un canon antropológico que denomina “canon tomista-
vitoriano” (Insua 2018, p. 157). Dicha concepción del hombre implica la noción
de ley natural y la necesidad de formas de organización política rectas para que
el género humano no consuma su degradación. La actividad del imperio
español se justificó por la necesidad de restaurar la dignidad antropológica
de todos los hombres. El dominio universal del Imperio español residía en
su expansión civilizadora interpretada como evangelización, lo cual conlleva el
reconocimiento de la condición humana del indio. Ahora bien, este constructo
doctrinal no fue constante desde el principio, sino que se fue fraguando e
imponiendo a lo largo de los amplios debates y del desarrollo histórico, en el que
diversas controversias y posiciones fueron apareciendo y enfrentándose.
Bibliografía
Cruz Monje Santillana, J. Las leyes de Burgos de 1512, precedente del derecho
internacional y del reconocimiento de los derechos
humanos. [Documento online].
Ahora bien, no todos los imperios son iguales. No hay que confundir las
funciones históricas de, por ejemplo, el Imperio persa de Darío con las
del Imperio macedónico de Alejandro Magno, el Imperio británico con
el Imperio español o el Imperio romano. Son muchos los estudios que sobre
los diversos imperios se han realizado, tantos como los realizados sobre el
concepto mismo de imperio.
A este respecto José Javier Esparza escribe que “para la mayor parte de los
inmigrantes ingleses, protestantes, el indio es un ser inferior, hijo de Satanás, y
como tal debe ser sometido y exterminado. No hay posibilidad de redención
mediante el bautismo. En la América anglosajona los indios son exterminados.
Ahí sí puede hablarse netamente de genocidio: hubo una matanza racial con el
pretexto de motivaciones supuestamente bíblicas. Hoy los pocos supervivientes
de aquello están en reservas. Por el contrario, en la América hispana sigue
habiendo millones de indios y aún circulan, quinientos años después, muchas de
las lenguas autóctonas. Y eso fue posible porque los teólogos y juristas españoles
reconocieron que los indios tenían derecho a casa y hacienda y a trabajar por un
salario justo.”
Todos los imperios dominantes han tenido su Leyenda Negra. En este marco,
muchos pretenden desprestigiar la trayectoria histórica considerando al
Imperio como una máquina depredadora. Aún así la división
generador/depredador no es una distinción moral o axiológica. Se trata de dos
concepciones, de dos modelos diferentes. Es un absurdo entender que en los
imperios generadores no hay muerte, injusticia, superioridad moral e incluso
depredación.
Europa pudo concebir el continente americano, no sólo por llegar a él, sino por
contar con el concepto de esfericidad de la Tierra elaborada por la astronomía
griega. Lo cual es un elemento que muestra la asimetría entre la “cultura
europea” y las “culturas indígenas”, sin caer en el encallamiento de las
confrontaciones culturales.
Bibliografía
Bueno, G. (1999). España frente a Europa. Barcelona: Alba.
[1] Hay que tener presente la distinción entre ideas y conceptos del
materialismo filosófico, y las distintas acepciones de imperio.
Cuando Lutero clavó las famosas 95
tesis
Por Academia Play
Por otro lado, se considera que lo que impulsó Lutero fue la quiebra de la
cristiandad y la intolerancia entre sus partes disgregadas que propiciaron
conflictos políticos y enfrentamientos nacionalistas. Lutero fue realmente
agresivo contra las posiciones discrepantes. Lo que en principio pareciera un
llamamiento a la libertad religiosa, se cristalizó en intransigencia contra las
demás expresiones religiosas, y no sólo hacia las católicas. Esta posición
también sostiene que Lutero favoreció el nacionalismo servil a los príncipes
protestantes y un fervoroso antisemitismo superior al de los reinos católicos.
También hay que esclarecer que los impulsos políticos para la implantación del
luteranismo y de los distintos grupos protestantes fueron más prosaicos que las
grandes reformas teológicas que avalaban una corrección de la vida del creyente.
Los poderes fácticos, como no es de sorprender, respondían a los intereses
geopolíticos de su contexto histórico. De este modo, lo que ofrecía Lutero al
sustituir la dirección papal, era un sistema de iglesias nacionales, cada una de las
cuales estaría regida por el gobernante. Lutero encontró su apoyo al brindar el
mando de la religión de un territorio a su correspondiente dirigente político.
Además, por esta vía se llevaron a cabo sustanciosas incautaciones de bienes de
la Iglesia.
Todo esto deja claro que la consecuencia de la supuesta libertad religiosa no fue
real para los individuos, sino que empoderó a los diversos gobernantes para
determinar las creencias en sus territorios, en muchos casos con persecuciones
atroces para las demás confesiones. Se implantó el principio “cuius regio eius
religio”, por el cual cada señorío sigue la religión de su correspondiente regente,
y no la que cada persona pretenda seguir. Esto se pactó en la Paz de
Augsburgo en 1555, que fue el resultado de diversos enfrentamientos que no
tuvieron un claro vencedor. Este sistema que se podría denominar de
confesionalidad estatal, se consolidó con la Paz de Westfalia en 1648 que
concluyó la Guerra de los Treinta Años (que no era solamente religiosa).
Dicho estatu quo hizo que se extendiese el principio “cuius regio eius religio”
por toda la cristiandad, incluso en los territorios católicos, que lo aplicaron
limitando los poderes religiosos de la jerarquía eclesiástica, lo cual se
denominó Regalismo y dominó en los siglos XVII y XVIII. Como
consecuencia, se aplicó la regla por la que adoptar una confesión diferente a la
oficial del territorio supone un delito político.
Bibliografía
Amores Bonilla, P. A. “Martín Lutero y su contexto”. Clío. N. 39, 2013.
[1] RAE.
[5] Un caso especialmente particular es el del rey de Inglaterra Enrique VIII que,
aun oponiéndose y atacando al luteranismo, optó por una solución de tipo
luterana para poder divorciarse de la hija de los reyes católicos, Catalina de
Aragón, por sus consecuencias eminentemente políticas. Esta ruptura con la
Santa Sede abrió paso al Anglicanismo, que no está tan alejado de la doctrina
católica (aparte del evidente distanciamiento con el papado) como el
luteranismo.
[6] No se verá una rebelión tan grande como esta hasta la Revolución francesa.
La brutal matanza de San Bartolomé
Por Academia Play
En la noche del 23 al 24 de agosto del año 1572 dio comienzo un funesto suceso
en París. La matanza de San Bartolomé fue un asesinato en masa que tuvo a
los hugonotes como víctimas. Los hugonotes eran los protestantes franceses
seguidores de las doctrinas calvinistas.
Esta salvaje masacre se dio en el marco social de las Guerras de religión de
Francia entre protestantes calvinistas y católicos. La matanza de San
Bartolomé pertenece a la cuarta guerra de las ocho que se pueden distinguir en
todo el proceso.
Bibliografía
Diefendorf, B. (2009). The Saint Bartholomew’s Day Massacre: A Brief History
With Documents. Nueva York: Bedford/St. Martin’s.
La paradójica situación se acentúa en tanto que este singular rey era una persona
interesada en el conocimiento de diversas tradiciones de pensamiento, algunas
de las cuales eran contrarias o, cuanto menos, estaban alejadas de la teología
católica. La cual religión era insignia de su dinastía e imperio.
Traza universal.
Otro de los elementos que están más presenten en El Escorial es el hexaedro
regular. El arquitecto Juan de Herrera escribió un libro titulado Discurso de la
figura cúbica, basado en los estudios de geometría de Ramon Llull. Algunos
consideran que este sesudo tratado no es más que un revestimiento
especulativo para ensalzar una particular inclinación estilística. No obstante,
según el distinguido arquitecto, la forma del cuerpo cúbico es la estructura
elemental de la realidad, siguiendo claves de la mnemotécnica luliana. Es una
forma eterna que relaciona la naturaleza con Dios.
El otro gran bibliotecario fue el también erudito Benito Arias Montano que
gestionó la biblioteca por designio regio. Se trata de uno de los intelectos más
sobresalientes de la historia de España e impulsor de las prominentes escuelas de
traducción. ¡Cuánto intelecto rodeaba al supuesto “rey necio”!
Una de las pinturas representa el tema del rey Salomón y la reina de Saba. Se
cuenta que la reina lo puso a prueba con algunos enigmas, que el rey resolvió. La
reina quedó maravillada por la sabiduría del rey y por la majestuosidad del
templo. En el fresco se aprecian tres objetos encima de la mesa en el momento
del examen: una vara de medir, una balanza y números escritos (entre otras cosas
se encuentra la sucesión 1, 2, 3, 4, que puede aludir al símbolo místico pitagórico
de la Tetraktys). En el mantel hay una inscripción que reza: “todo dentro del
peso, del número y de la medida”. Esto recuerda al Libro de la Sabiduría en el
que se dice que Dios todo lo dispuso con medida número y peso. Toda esta
iconografía hace referencia al valor sagrado de las medidas y a la búsqueda de la
trascendencia a través del conocimiento, como el de las proporciones
geométricas.
Salomón y la reina de Saba. Fresco en la Real Biblioteca de El Escorial.
Bibliografía
Aramburu-Zabala Higuera, M. A. Juan de Herrera. Ed. Fundación Ignacio
Larramendi. 2013: Madrid.
Los límites no son estrictos y el ciclo duró más de cien años, además, las
fronteras del período oscilan dependiendo de las personalidades y obras que se
incluyan y de los fenómenos característicos que se resalten.
Los eventos capitales que definen los lindes del Siglo de Oro son
principalmente, por un lado, el final de la Reconquista, el Descubrimiento de
América y la publicación de la Gramática castellana de Antonio Nebrija, todo
en el año 1492. En el otro extremo, se encuentra la muerte del eximio
escritor Calderón de la Barca en 1681 y el Tratado de los Pirineos en 1659
entre España y Francia. El Siglo de Oro abarca el final del Renacimiento y el
inicio del Barroco. También se usa la denominación Siglos de Oro.
Luis de Góngora fue otra de las grandes figuras del Siglo de Oro. Cultivó
el culteranismo, también llamado gongorismo, acentuando la capacidad
expresiva y alejándose de la claridad y la sobriedad clásicas. En sus
composiciones, por lo general no emplea el lenguaje común y embellece las
expresiones con perífrasis, cultismos, metáforas, hipérbaton y frecuentes
referencias eruditas. Su obra más conocida es Soledades.
Retrato de Francisco de Quevedo. Pintura de Juan van der Hamen.
Lope de Vega es uno de los escritores más prolíficos y uno de los poetas y
dramaturgos más relevantes del Siglo de Oro. Su importancia reside
principalmente en renovar las fórmulas teatrales y en atraer al público en
grandes cantidades. La Comedia Nueva lopesca rompió los esquemas
tradicionales de la unidad de acción, tiempo y lugar, y combinó lo trágico con lo
cómico. Con su texto Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo el autor
defendió ante la Academia de Madrid su arte dramático. Entre sus mejores
tragicomedias destaca Fuenteovejuna.
Los Tercios de las Españas fueron creados oficialmente por Carlos I durante
su reforma de los Reales Ejércitos de octubre de 1534, materializándose en
la Ordenanza de Génova de 15 de noviembre de 1536. Mediante este corpus
legislativo se estructuraron las nuevas unidades de voluntarios profesionales y se
les atribuyó el nombre de Tercios, como infantería expedicionaria en el
Mediterráneo.
La recluta de los soldados del Tercio la realizaba cada capitán amparado por
una patente llamada ‘conducta’, otorgada personalmente por el Rey, que le
permitía alzar banderín de enganche en una concreta circunscripción territorial.
Los voluntarios que se alistaban constituían un multiforme conjunto social que
abarcaba campesinos hartos de su vida y de la ingratitud de la tierra, pícaros que
huían de la justicia, aventureros en busca de gloria y fortuna o hidalgos
arruinados y segundones nobles que no tenían más salida honrosa que la milicia.
Aunque el límite mínimo de edad de compromiso era de veinte años, las
fuentes acreditan que los aspirantes ya se incorporaban desde los catorce. El
enganche era por tiempo indefinido, hasta recibir licencia previamente
solicitada. El juramento de lealtad era innecesario por ser implícito del honor de
un Español. El primer sueldo se cobraba por adelantado para que el soldado
adquiriese el equipo necesario para su incorporación a filas. Las demás pagas o
soldadas siempre habrían de ser inciertas, tardías o jamás llegaban.
Los soldados bisoños (término que deriva del italiano fa bisogno, que viene a
significar ‘se necesita’) eran adiestrados sobre la marcha en la propia unidad,
pues no existía el concepto de campo de instrucción. Esta formación era
impartida por sus sargentos y cabos. Además, para su completa adaptación al
conjunto, los reclutas se amalgamaban con ‘Soldados Viejos’, por lo que eran
distribuidos entre distintas agrupaciones para que aprendiesen de sus veteranos.
De hecho, era común la congregación natural de cuatro o cinco soldados unidos
por lazos de afinidad y fraternidad que acrisolaba las fuerzas y exacerbaba la
moral en combate. Así, sus miembros se llamaban Camaradas (por compartir
camareta en cuarteles o fortificaciones) o Compañeros (dado que en campaña
conllevaban la misma tienda o paño).
Bibliografía
-García de Gabiola, J.: “Tercios, el Primer Ejército moderno de la Historia”.
En Historia de Iberia Vieja, nº 114, 2014, p. 24.
-Martínez Ruiz, E.: Los Soldados del Rey. Los Ejércitos de la Monarquía
Hispánica (1470-1700). Actas. Madrid, 2008.
Felipe V siempre intercaló periodos de euforia con fases depresivas, pero como
explica el historiador Ricardo García Cárcel [1], cuando Felipe V volvió al
trono por la muerte de su hijo había cambiado: tenía una alteración en su
salud mental que sobresalía ya de forma manifiesta. El segundo período de su
mandato lo desempeñó Felipe tras la sombra de su segunda mujer, Isabel de
Farnesio, pues era ella quien tomaba las decisiones. El estado psicopatológico
del rey se fue agravando hasta llegar a puntos desastrosos. Ante ésto, hay que
decir que era frecuente la preferencia de cierta historiografía romántica a pensar
en un secuestro del monarca por parte de su “pérfida” mujer, antes que a asumir
la inhabilitación mental del mismo.
Por su parte, Alfred Baudrillat [2], declara que las Cortes de Europa hablaban de
Felipe V como un ser caprichoso, insociable, e incapaz. Este historiador
francés tildó al rey de “espíritu poco profundo y de inteligencia limitada” que
sufría de “vapores” que posteriormente desembocaron en simple locura. Antonio
Domínguez Ortiz, mucho más vehemente y tendencioso, califica directamente a
Felipe V de “anormal” y expresa que sus lunáticas acciones eran tan increíbles
que si no estuviesen bien documentadas, se las tomarían como completamente
inverosímiles.
Pedro Voltes comenta algunos de los, según él, “tragicómicos desatinos del
soberano”. Felipe V no se cambiaba de ropa durante meses enteros y las camisas
que llevaba sólo se las ponía si eran usadas antes por su mujer. El motivo de esta
excentricidad era su convicción de que iba a ser envenenado con la tela de
una camisa. Esto lo llevó incluso a pasear con el torso desnudo frente a
extraños. Además, la higiene personal del rey era repulsiva y la suciedad
circundante iba en aumento. Rechazaba ser rasurado y que le cortasen las
uñas, que le provocaron problemas al caminar. Felipe V permanecía en la
cama durante días en un estado letárgico y en otras ocasiones salía del
palacio desatendiendo los asuntos de Estado. Celebraba las reuniones del
Consejo a altas horas de la madrugada y tenía manías que ante los ojos de
terceros eran ridículas y extravagantes. Sufría fuertes alucinaciones, y en
algunas de ellas creía ser una rana. En cierta ocasión le encontraron intentando
montarse encima de los caballos representados en los tapices de los Reales
Alcázares. Asimismo, se procuraba mordiscos en la piel y gritaba frenéticamente
sin que nadie pudiera calmarlo. También entonaba cánticos y realizaba
constantes muecas extrañas. Además, en ciertos episodios de locura peleó con la
reina y llegó a agredirla.
Retrato de Felipe V, pintado por Jean Ranc.
Bibliografía
El Mundo. “Felipe V cree que es una rana”. El reportaje de la historia, N. 61.
García Cárcel, R. Felipe V y los españoles: una visión periférica del problema
de España. Ed. Plaza & Janes. 2002: Barcelona.
[1] Cf. Felipe V y los españoles: una visión periférica del problema de España.
[3] Los historiadores no se ponen de acuerdo para dar una respuesta sobre la
situación mental y supuesta locura de la hija de los Reyes Católicos.
Blas de Lezo, el poder del
Mediohombre
Por Andrés Conesa
Estatua del teniente general de la Armada Blas de Lezo en la plaza de Colón en Madrid. Por Salvador
Amaya.
Los siete mares no han conocido un marino más intrépido que Blas de Lezo y
Olavarrieta. Su historia, llena de heroicidades, valentía, lealtad y
bravuconería llena tantos episodios de hazañas que ni el propio Sandokán
de Salgari ni Lord Jim de Conrad podrían llegar a alcanzar. Nacido por y
para la mar, que le venía en la sangre, sentía tal atracción hacia la lucha y la
guerra que, desde principio a fin, toda su vida fue una completa batalla. Nacido
en Pasajes, Guipúzcoa (febrero de 1689), tenía solo 12 años cuando embarcó por
primera vez como guardiamarina en un buque de guerra de la marina francesa.
Su prematura edad no era extraña en una sociedad cuya esperanza de vida
rondaba los 30 años. Por entonces, en plena Guerra de Sucesión, la marina
española no existía, por lo que los hombres que apoyaban al candidato francés se
formaban en la Real Academia Naval francesa.
En 1723 fue puesto al mando de la escuadra de los Mares del Sur con la
misión de limpiar de corsarios, piratas y contrabandistas las costas del
Pacífico. Allí, además de dejar el mar más seguro de todos los océanos, le dio
tiempo a enamorarse en Lima de Josefa Pacheco y de enfrentarse a los
gobernadores de la zona por la falta de manutención para la armada. Más tarde,
de vuelta al Mediterráneo, fue enviado a Génova para reclamar dos
millones de pesos que la Real Hacienda tenía depositados en la ciudad.
Génova, ciudad de banqueros, siempre había mantenido buenas relaciones con la
corona hispánica, que en los últimos tiempos se habían visto enturbiadas, por lo
que la Casa Real decidió retirar los caudales que allí mantenía y destinarlos a
subvencionar una nueva escuadra destinada a conquistar diferentes plazas en la
costa norte de África.
Para los británicos era una prioridad disponer de plazas fuertes en tierra firme en
el Golfo de México y el Mar Caribe, donde ya disponían de algunas islas, siendo
Jamaica la principal de ellas. El poderío español, a escala europea, llevaba 70
años en claro declive, por lo que Gran Bretaña no estaba dispuesta a seguir
aceptando unas condiciones comerciales tan desventajosas para ellos. El
contrabando, y el corso, financiado por la corona británica, era constante y no
eran extrañas las intentonas militares británicas de poner pie en ciudades o
puertos poco defendidos, siendo su estancia hasta el momento siempre
momentánea pues los territorios volvían rápidamente a ser reconquistados por
los españoles.
Esta táctica fue bastante utilizada por los ingleses, quienes despachaban flotas, a
veces hasta con años de duración, con órdenes de atacar determinados objetivos
en una fecha prefijada. Cuando la fecha se acercaba el Gobierno inglés se las
arreglaba para encontrar un casus belli justificado para declararle la guerra a la
nación objetivo, por lo que las acciones de sus escuadras se desencadenaban
brutalmente por todo el globo según lo previamente acordado y permitía a
Inglaterra escudarse en acciones en contexto de guerra ante los ojos del mundo.
En contrapartida, los Imperios o reinos objetivos se veían azotados súbitamente
desde múltiples direcciones sin tiempo de preparar una defensa coherente y sin
poder dar aviso a los territorios más alejados de la capital.
Frente a esa fuerza colosal, Blas de Lezo solo disponía de 6 barcos y alrededor
de 3.000 hombres, pero esto no amilanaba a nuestro marino ni al nuevo
Virrey, Sebastián de Eslava, militar de prestigio que había acudido a la ciudad
para intentar socorrerla. En una carta de 1739 que Vernon envía a Lezo para
vanagloriarse de su victoria, este, en un tono seco, arrogante y desafiante, le
responde espetándole: “Puedo asegurarle a Vuestra Excelencia qué si yo me
hubiera hallado en Portobelo se lo habría impedido y si las cosas hubieran ido
a mi satisfacción, habría ido también a buscarlo a cualquier otra parte,
persuadiéndome de que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera
sobrado para contener su cobardía”.
La gran armada de Vernon, que al contrario que la nuestra sí que llegó a destino,
fue avistada el 13 de marzo de 1741 dispuesta a rendir Cartagena de Indias, la
ciudad más importante del Caribe, donde recalaban todas las mercancías del
comercio entre España y las indias incluyendo los tesoros extraídos de las minas
del Potosí y el Perú. Antes de desembarcar, Vernon se encargó de silenciar las
fortalezas de Chamba, San Felipe y Santiago. Más tarde, se dispuso a
cañonear la fortaleza de San Luis de Bocachica día y noche durante 16 días
obligando a los españoles a retirarse de todas las plazas. Tras esta fortaleza
solo quedaba Bocagrande como entrada a la bahía. En la primera fortaleza se
destruyeron cuatro barcos para impedir la navegación del estrecho canal y, en la
segunda, dos barcos, en contra de la opinión de Lezo. El bloqueo del canal no
sirvió para mucho, como bien había predicho el almirante.
Británicos atacan Cartagena de Indias. Por Luis Fernández Gordillo.
Aquel fue el primero de los grandes errores de los británicos. En la selva, los
hombres, poco acostumbrados a andar por aquellos lares, empezaron a contraer
la malaria que, al expandirse, acabó diezmando a todo el ejército. A pesar de los
contratiempos, la mayor parte de las tropas consiguieron arribar hasta las puertas
de la fortaleza donde, a una orden de Vernon, emprendieron el asalto del fuerte.
La entrada era una estrecha rampa que Lezo rápidamente mandó taponar con 300
de sus mejores hombres, armados tan solo con armas blancas. Estos, contra todo
pronóstico, lograron contener el ataque y ocasionar hasta 1.500 bajas a los
asaltantes.
La moral de los británicos tras las derrotas y las epidemias que continuaban
causando bajas estaba por los suelos. Vernon, cada vez más nervioso por la
resistencia a ultranza de los españoles, pensando en las fanfarronadas que ya
había hecho llegar a Inglaterra, discutió acaloradamente el plan a seguir. En esa
coyuntura, dos supuestos desertores españoles, enviados por el mismo Lezo,
consiguieron convencer a Vernon del pésimo estado de la guarnición. Siguiendo
el consejo de los espías, en la noche del 19 de abril los británicos marcharon al
castillo con solo un fusil por cada cinco hombres y sin explosivos, creyendo que
la conquista del fuerte sería tarea fácil. Pero habían caído en una trampa.
Blas de Lezo había ordenado cavar un foso en torno a la muralla, por lo que las
escalas de los asaltantes se quedaron cortas para superar el foso y la muralla,
quedando, sin armas de fuego y desprovistos de cobertura, a merced de los
españoles. Estos continuaron con su nutrido fuego, lo que provocó una gran
masacre en las filas invasoras. A la mañana siguiente, 20 de abril, la vista era
desoladora ante los innumerables cadáveres, heridos y mutilados que
ponían de manifiesto la enormidad de la derrota británica. Los españoles
aprovecharon para salir del fuerte y cargar a bayoneta, obligando a los ingleses,
tras perder otros cientos de hombres, a retirarse a los barcos dejando atrás armas
y pertrechos. Como recogió Smollet: “(Las tropas) contemplaron los cuerpos
desnudos de sus compañeros soldados y camaradas flotando arriba y abajo en
el puerto, proveyendo de presas a los carroñeros cuervos y tiburones, que los
hacían pedazos sin interrupción, y contribuían con su hedor a la mortalidad
que prevalecía”. Cuando Vernon ordenó un nuevo ataque estalló un motín que
se saldó con 50 fusilamientos. Finalmente, el Alto Mando inglés ordenaría la
retirada de forma lenta y sin cesar de cañonear. Las últimas naves partieron el 20
de mayo, dejando atrás cinco de ellas en llamas por la falta de tripulación.
Las pérdidas británicas fueron graves. Entre 8.000 y 10.000 muertos y unos
7.500 heridos, muchos de los cuales sucumbieron en el trayecto a Jamaica. Por si
fuera poco, en Cartagena se había perdido la flor y nata de la oficialidad imperial
británica además de 1.500 cañones, 6 barcos y una veintena que resultaron
severamente dañados. Esto supuso un duro revés para la flota de guerra inglesa,
lo que obligó al Gobierno británico a concentrar sus fuerzas en la defensa de la
Isla, el Atlántico septentrional y el Mediterráneo, desechando nuevas campañas
en las colonias españolas americanas.
Valiente, honorable, perfecto estratega… son los adjetivos que usualmente son
aplicados al almirante Nelson, cuyo nombre aún resuena en Gran Bretaña. Sin
embargo, también son características de las que pudo presumir Blas de Lezo.
Pero los ingleses, que crearon como nadie su propia historia, también inventaron
la de los demás. A Vernon le levantaron un monumento en la Abadía de
Westminster donde, todavía hoy, en un brillante ejercicio de inventiva, puede
leerse que “en Cartagena conquistó la victoria hasta el punto en que la fuerza
naval puede llegar”. O sea, que no conquistó nada. Con el tiempo, siguiendo el
habitual procedimiento británico de borrar los tropiezos y novelar los éxitos, y
con nuestro más habitual afán de no enorgullecernos de lo que nos hace
grandes, nuestro Leónidas particular cayó irremediablemente en el olvido
junto a las muchas hazañas que nos dejó, durante siglos, nuestro viejo y
gran Imperio.
Puede ser un héroe tanto el que triunfa como el que sucumbe, pero Lezo
siempre triunfó sin dar la espalda jamás a un combate, por ardua que la
empresa pudiera parecer.
Bibliografía
Documentos RNE, Blas de Lezo, un marino demediado en la defensa del
Imperio contra los ingleses.
Estatua de Fray Junípero Serra en el Salón Nacional de Estatuas del Capitolio, en Washington. Morgan
Schmorgan.
Miguel José Serra y Ferrer nació en un pueblo agrícola del Reino de Mallorca
llamado Petra, en 1713, el mismo año que se firmaba el Tratado de Utrecht que
ponía fin a la Guerra de Sucesión española, una guerra que involucró a todas las
grandes potencias europeas. Dos años más tarde entrarían en vigor los decretos
de Nueva Planta quedando abolidas las leyes e instituciones genuinas del Reino
de Mallorca. La entrada de los Borbones en España con sus grandes reformas
acabaría, sin quererlo, glorificando la vida de este mallorquín recién nacido, pero
no adelantemos acontecimientos.
Los padres de Miguel José eran unos labriegos analfabetos, que se esforzaron
denodadamente en inculcarle la fe desde que era un crío. Ingresaron a su hijo en
la escuela de un convento franciscano en Petra y de ahí partió a ampliar
estudios en el Convento de San Francisco de Palma. A sus 16 se hace fraile
cambiando su nombre por el de Junípero. Se interesó por la filosofía de un
paisano suyo, Ramón LLull, y acabó dedicándose a la docencia, llegando a
obtener cátedra en la Universidad Luliana.
De baja estatura y altas dotes para la oratoria, Fray Junípero predicó por toda
la isla consagrando su vida a Dios.
Hasta aquí todo hacía presagiar que la vida no le depararía otro destino, pero
Fray Junípero y su discípulo el Padre Palou, amigos y futuros compañeros de
andanzas, deseaban dedicar su vida a la evangelización de los nativos de
América. Necesitaban un nombramiento específico de una autoridad civil. Este
nombramiento tardó en llegar. Finalmente en 1749 parten de Palma dejando atrás
su tierra, su familia y su pasado. Nuestro protagonista tenía 35 años.
Años más tarde los dominicos se quedan con la Baja California y los
franciscanos se trasladan a la Alta, zona todavía inexplorada por el Imperio,
donde Junípero culminaría su gran obra.
“De esta manera, entonces, las misiones sirvieron como agencias fronterizas de
España. Como su primera y principal tarea, los misioneros difundieron la fe.
Pero además, designados o accidentalmente, exploraron las fronteras,
promovieron su ocupación, las defendieron de los asentamientos interiores,
enseñaron a los indios la lengua española, y los disciplinó en las buenas
maneras, en los rudimentos de la artesanía europea, de la agricultura, e incluso
del autogobierno. Además, las misiones fueron una institución creada para la
preservación de los indios, en oposición a su destrucción, tan característica de
la frontera angloamericana. En las colonias inglesas los únicos indios buenos
eran los indios muertos. En las colonias españolas se pensó que valía la pena
formar a los nativos para esta vida, así como para la siguiente”.
Volvamos otra vez al año 1770. Pórtola y los suyos siguieron hacia adelante.
Hacia el norte concretamente. Llegaron a la Bahía de Monterrey donde
fundaron la Misión de San Carlos Borromeo de Carmelo, en la actual ciudad de
Carmel-by-the-Sea, o Carmel a secas, conocida por sus encantadoras tiendecitas
y porque el gran Clint Eastwood ha sido su alcalde.
San Antonio de Padua, San Gabriel Arcángel (ya mencionada), San Luis Obispo
de Tolosa fueron las tres siguientes misiones que fundó Fray Junípero en la Alta
California.
Nueve misiones
Su amigo, el mallorquín Francisco Palou fundó en 1776 la Misión de San
Francisco de Asís (conocida como la Misión de Dolores) en un lugar insalubre
y brumoso, difícil para la agricultura. La misión se reubicó en 1791. Es la única
de las misiones californianas que se encuentra inalterada. Hoy se halla rodeada
de una gran ciudad, con un área metropolitana de más de cuatro millones de
habitantes, que lleva por nombre el mismo que el de la misión.
A la luz están los resultados de esa simiente plantada por el franciscano, pero
dejando el plano metafórico, igualmente llevó consigo los primeros
sarmientos a una región que hoy es considerada como una de las zonas
vitivinícolas más ricas del mundo. Por ello es considerado “el padre del vino
californiano”. Si California fuese una nación independiente, sería el cuarto
productor de vino del mundo, por detrás de Italia, Francia y España.
Fray Junípero es el único español que tiene una estatua en Salón Nacional de
las Estatuas situado en el Capitolio, lugar donde están representados los
personajes más ilustres de esa nación. El fraile español representa al Estado de
California. Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988 y Francisco lo
canonizó 27 años más tarde. Estamos hablando de un personaje con
una biografía excepcional, digna de la más absoluta admiración. Aunque
algunos se dediquen a empañar su figura tratando de derribar sus estatuas, nunca
podrán empañar la obra de Junípero, de San Junípero.
Sempre endavant (simpre adelante). Así terminaba Fray Junípero sus cartas.
El concepto de librepensamiento.
¿Quiénes son los librepensadores?
Por Carlos Villacís
Cabe destacar al discípulo de John Locke, John Toland, quien fue el primero (o
uno de los primeros) en ser llamado freethinker. Criticó duramente a las
instituciones estatales y a las jerarquías eclesiásticas en célebres obras
como Christianity Not Mysterious. Toland fue uno de los deístas más notables
y defendió las características racionales de la religión natural frente a la
ininteligibilidad de los misterios sobrenaturales. Dicha síntesis racional de la
religión, según él, podría ser asumida por cualquier persona de cualquier
confesión en virtud de su universalidad. Su racionalismo naturalista desembocó
en cierto materialismo panteísta que culminó en un culto a lo natural ligado a la
fraternidad.
Lectura de la tragedia del orfelino de la China, de Voltaire, en el salón de madame Geoffrin. Pintado por
Anicet Charles Gabriel Lemonnier. Entre los personajes que aparecen en la pintura se encuentran, además
de Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot, d’Alembert, Buffon, Quesnay, Du Plessis y Condillac.
Bibliografía
Álvarez Lázaro, P. (1986). Conceptos de Librepensamiento: Aproximación
histórica. Areas: Revista internacional de ciencias sociales. Nº 6, pp. 75-83.
Russell, B. (1944). The value of free thought. How to become a truth-seeker and
break the chains of mental slavery. Kansas: Haldeman-Jul ius publications.
La Independencia de los Estados
Unidos de América: revolución y
descolonización
Por Carlos Villacís
Trece Colonias.
El desafío fue contestado con la aprobación por parte del gobierno británico de
los llamados Decretos Intolerables en 1774 que limitaban las competencias de
las autoridades coloniales implementando prácticamente un estado de sitio.
Ante esto, y teniendo en cuenta que desde 1772 ya habían organizado gobiernos
secretos en comités de correspondencia, en 1774 se celebró el Primer Congreso
Continental que reunió a los representantes de las colonias en Filadelfia. Se
reclamaba al rey inglés el derecho de las colonias para hacerse cargo de sus
asuntos internos sin injerencia del imperio, lo cual supondría el fin de la relación
colonial.
En junio de 1775 los ingleses vencieron en la batalla de Bunker Hill, pero sus
fuerzas resultaron muy mermadas. Tras esto, los norteamericanos se centraron
en Dorchester Heights, que tomaron y fortificaron en marzo de 1776 gracias a
la acción de la Armada Continental comandada por George Washington. Las
tropas británicas, ante los cañones pesados que los patriotas instalaron, no
tuvieron otra opción más que retirarse de Boston. Los cañones se consiguieron
en la captura del fuerte de Ticonderoga y fueron transportados por Henry
Knox en el episodio recordado como el “noble tren de artillería”. De esta
forma terminó el asedio de Boston.
Bibliografía
Aparisi, A. La Revolución Norteamericana: aproximación a sus orígenes
ideológicos. Prólogo de Peces-Barba. Ed. Centro de Estudios Constitucionales.
Madrid: 1995.
Nevins, A. et al. Breve historia de los Estados Unidos. Ed. Fondo de Cultura
Económica. México D. F.: 1994.
Robespierre formó parte del Club de los Jacobinos, del cual fue presidente
mensual en 1790. El Club de los Jacobinos era una asociación instituida en
1789 en la que, en un principio, predominaba una posición monárquica
constitucionalista. Su nombre original Société des Amis de la Constitution et de
la Libertécambió por el de Jacobinos tras el traslado del club al convento de los
dominicos, conocidos en París como jacobinos. Las posiciones del grupo se
fueron decantando a concepciones republicanas hasta constituirse como una
asociación revolucionaria, considerados como la facción radical de
la Revolución. Los girondinos, más moderados, se distanciaron tras las
matanzas de los nobles en 1792, a partir de lo cual el Club de los Jacobinos se
cimentó como el núcleo de los montañeses. La Montaña era como se
denominaba a los escaños más elevados de la Convención y de la Asamblea
Legislativa, los cuales eran ocupados por los representantes más cercanos al
movimiento popular y que defendían una postura igualitarista. Entre sus
representantes más destacados se
encontraban Robespierre, Marat, Danton y Saint-Just.
Todo esto nos pone frente a una disyuntiva en la comprensión del Terror como
fenómeno determinante en la Revolución francesa: de un lado, se puede pensar
el Terror revolucionario como un crimen fundacional evitable que instaura el
orden burgués de ley y libertad modernas; del otro lado, se lo puede pensar tal
como lo comprendió Robespierre, esto es, como la funesta constatación de
la unión inescindible entre Virtud y Terror necesaria para la instauración del
régimen republicano.
Bibliografía
Aguilar Blanc, C. “El influjo del pensamiento de Rousseau, Marat y Robespierre
en los fundamentos intelectuales, ideológicos y jurídicos del Terror
Revolucionario Francés”. Revista internacional de pensamiento político. N. 5,
pp. 211-237, 2010.
Edward Jenner observó que las mujeres que ordeñaban vacas poseían pústulas
provocadas por la viruela vacuna, y que a su vez desarrollaban inmunidad al
virus de la viruela humana. En 1796 consigue vacunar con éxito al niño
James Phipps tras inocularle el virus de la viruela vacuna. Se puede el lector
imaginar de donde viene la palabra “vacuna”.
Edward Jenner, conocido como “el padre de la inmunología”, fue la primera persona que vacunó a un
enfermo de viruela con éxito.
Una vez zanjado el cómo se iba a ejecutar, quedaba por despejar el quién.
¿Quiénes serían las personalidades que trabajarían y velarían por el correcto
desarrollo de la expedición? Como director partió el propio doctor Balmis y
Berenguer. José Salvany fue su ayudante, pero acabaría siendo nombrado
subdirector en el transcurso de la expedición. Basilio Bolaños, Pedro Ortega y
Antonio Pastor fueron enfermeros en la empresa; y como practicantes acudieron
Francisco Pastor Balmis y Rafael Lozano Pérez.
Corbeta María Pita, la nave que condujo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
El equipo viajó durante dos meses. En este tiempo, los niños debían ser
vacunados de dos en dos cada nueve días; de esta forma se aseguraban tener una
muestra viva del virus al llegar a su destino. Además, se pertrecharon de algunos
materiales de incalculable valor en la época. Llevaron más de 500 ejemplares
del Tratado histórico y práctico de la vacuna de J.L. Moreau, traducido por
Balmis, que repartirían por las ciudades de América. También varios millares
de laminillas de cristal que servirían para conservar el suero entre cera y
parafina.
Una vez allí dio comienzo el verdadero objetivo del equipo, que consistía no
solo en la vacunación, sino en la instrucción de los médicos locales para que
aprendieran a utilizarla en el futuro. Además de las Juntas de Vacunación, que
servirían para llevar control de la población vacunada.
Colonialismo depredador
La población aborigen fue exterminada casi por completo. Casi la totalidad de
las lenguas autóctonas y sus expresiones culturales propias se perdieron. En este
caso, como en muchos otros, lejos del mestizaje y la integración religiosa e
institucional; el no mezclarse con los aborígenes fue el modo de proceder tan
característico que siempre acompañó al imperio colonial inglés. Una práctica
que usaron fue declarar Australia como terra nullius, es decir, tierra de nadie (sin
habitantes humanos) y así poderla reclamar. La trampa estribaba en que las
tierras a menudo estaban habitadas.
El conflicto
No hubo una declaración formal y oficial de guerra, de modo que la datación
del conflicto no es precisa y se abre a interpretaciones. La fecha usualmente
señalada es el tiempo comprendido entre los años 1828 y 1832, puesto que
durante ese periodo el gobierno colonial declaró la ley marcial, esto es, un
estatuto de excepción de la legislación ordinaria concediendo a las fuerzas
armadas capacidades extraordinarias. Sin embargo, el conflicto tuvo un recorrido
mucho mayor.
Natives on the Ouse River, Van Diemen’s Land. Pintura de John Glover.
En el año 1824 George Arthur fue proclamado gobernador y quiso proteger a
los aborígenes bajo las leyes británicas y enjuiciar a quienes atacasen sin motivo
a los nativos. Después de que dos aborígenes fuesen enjuiciados y
ahorcados, seis colonos fueron asesinados en 1826. El periódico Colonial
Times reclamó un cambio urgente en la política colonial, llegando a expresar
que “la autodefensa es la primera ley de la naturaleza. El gobierno debe expulsar
a los nativos, de lo contrario, serán perseguidos como bestias salvajes y
destruidos”.
Esta fue la dinámica que primó hasta 1828. La situación era insostenible. El 19
de abril George Arthur proclamó una separación territorial entre los colonos
y los aborígenes para evitar el contacto y, por consiguiente, los conflictos. La
frontera de las zonas no estaba muy clara, pero a partir de entonces estaba
permitido expulsar violentamente a los nativos de los distritos de los
asentamientos colonos sin la condición de que estuviesen siendo atacados.
Ilustración que representa un ataque de los aborígenes.
En el año 1830 los aborígenes llegaron a perpetrar un total de 250 ataque. Pero
al año siguiente el número bajó considerablemente, pues sólo realizaron 70
ataques. No obstante, el peligro seguía vigente. La labor del predicador George
Augustus Robinson fue decisiva. Desde 1830 realizó diversas expediciones
para la conciliación. El número de los nativos fue decreciendo drásticamente por
el hambre, las matanzas y las enfermedades. Con la mediación de Robinson
muchas tribus fueron negociando su rendición. En diciembre de 1831 se puso
fin a la Guerra Negra. Ataques aislados en el noroeste se siguieron dando hasta
el 1842, pero en los distritos de los asentamientos no hubo más violencia. Así
pues, en enero de 1832 se revocó la ley marcial. Los aborígenes que
quedaban fueron trasladados a la isla de Flinders. Allí las enfermedades
europeas siguieron causando estragos en la población. A pesar de que la
reducción de la población no se debió exclusivamente a los asesinatos, muchos
historiadores no han dudado en tildar a este episodio de auténtico genocidio.
La última tasmana
En el año 1876 murió Trugernanner o Truganini. Fue un acontecimiento
importante, pues se trataba de la última aborigen tasmana o palawa (el nombre
nativo) de “sangre pura”. Esta mujer nació en el año 1812, es decir, cuando los
británicos ya se habían asentado en la isla y el conflicto ya se había iniciado.
Concretamente, nació en la isla Bruny, cerca de Hobart. Truganini no conoció
los buenos tiempos de paz. De hecho, su vida estuvo marcada por la tragedia:
su madre fue asesinada, su hermana raptada y muerta, su prometido también
murió intentado protegerla de ser secuestrada.
Truganini en 1870.
Truganini fue una de los aborígenes supervivientes del conflicto que fueron
reubicados en la isla Flinders. Allí la trasladaron con su marido Woorrady. En
el año 1856 los volvieron a trasladar, esta vez de vuelta a Tasmania, a Oyster
Cove, en el sur de Hobart. En el año 1876 murió y las autoridades
difundieron la noticia como el fin de los tasmanos originarios. Se daba a
entender que el problema estaba zanjado y que habían vencido definitivamente.
Sin embargo, este dato no está libre de controversia, puesto que pudo ser una
treta de conveniencia política. En cualquier caso, Truganini se ha convertido
en un símbolo que recuerda el siniestro destino que sufrieron los aborígenes
de Tasmania.
Bibliografía
Clements, N. (2013). Frontier Conflict in Van Diemen’s Land. Thesis, University
of Tasmania.
Representación del Cruce de los Andes. José de San Martín y Bernardo O’Higgins.
La chispa detonante del inicio de la carrera independentista fue el conflicto que
se vivió en la Península Ibérica a principios del XIX, pero siendo justos la
bomba ya estaba cargada y dispuesta a explotar, solo hacía falta una pequeña
chispa. Como antes se ha dicho, sí que es cierto que la desconexión entre Madrid
y sus dominios de ultramar, a causa del bloqueo naval, infligido por Gran
Bretaña, supuso una enorme lacra para el Reino de España. Pero argumentar esto
es minimizar al máximo una intrincada y compleja situación. Por supuesto que
hubo una desconexión, pero no más de la que hubo habido siglos atrás. Los
miles de kilómetros que separaban a los dominios peninsulares con los
americanos siempre habían estado ahí. América siempre había funcionado
como un ente relativamente independiente, no con ello se quiere decir que
fueran independientes ya que debían seguir las normas dictadas desde la
península. Por lo tanto alegar que la separación entre Madrid y sus dominios
supuso la causa principal para las Independencias americanas es incompleto.
Virrey José de Iturrigaray Aréstegui (1742-1815). En el año 1808 el ayuntamiento de Ciudad de México se
erigió en la primera Junta autónoma americana, inclusive con el apoyo del virrey de Nueva España, José de
Iturrigaray; sin embargo, el movimiento fue disuelto y concluyó con el encarcelamiento de los miembros
del ayuntamiento y la destitución de Iturrigaray.
Durante el enfrentamiento entre España con Portugal y Gran Bretaña, contra el
Imperio de Napoleón, se produce uno de los mayores hitos no solo de la guerra,
si no de la historia general de España. En 1812 se promulga la primera
Constitución española, conocida como la Pepa. No solo supone un momento
culmen para España por ser su primera Carta Magna, sino que también lo
supone por los ideales estampados en ella. El liberalismo empapó
enormemente este texto constitucional. La Pepa mama directamente del
pensamiento liberal de finales del XVIII y principios del XIX, es heredera
directa de los ideales de las revoluciones americana y francesa. Con el
articulado de este texto se buscaba desbaratar el Antiguo Régimen, que
encarnaba a la vieja nobleza, al dominio real absoluto y a la alta jerarquía
eclesiástica. Durante siglos España y sus colonias habían sido dominadas por
el férreo puño del Antiguo Régimen, cercano a las ideas del absolutismo, del
feudalismo y del catolicismo más cerrado. Los territorios españoles en
América tampoco escaparon de esta situación, instaurándose profundamente en
ellos los ideales del Antiguo Régimen. El pensamiento liberal por el contrario
buscaba eliminar esta vieja lacra. Pese a ser un gran avance social y político, el
nuevo ámbito constitucional español no logró solventar el patente
distanciamiento entre peninsulares y americanos. La poca representación
americana y la falta de profundización en el problema colonial supusieron una
losa inamovible para la política colonial española.
Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia mayor parroquial de San Fernando, opintado por José Casado
del Alisal.
Pese a que en el continente americano hubo una alta representación y aceptación
del ideario liberal, estos no tuvieron el peso suficiente para instaurase como la
nueva alternativa al viejo poder. Las élites sociales, económicas y políticas
eran favorables a la vieja política, al Antiguo régimen y su arcaico sistema
de poder. Este pequeño espectro poblacional, el cual ostentaba prácticamente
todo el dominio en la América hispana, veía con malos ojos la nueva hoja de
ruta tomada por la política española. Les aterraba el nuevo sistema que se estaba
implantando en España y en Europa, la idea de abandonar sus aéreas de
influencia y de dominio. Si esa nueva corriente de pensamiento, más abierta y
proclive al dominio popular, se instauraba en los territorios americanos iban a
perder el poder que durante siglos habían tenido ellos y sus antepasados. La
única manera de mantener intacto dicho poder era separarse del problema, es
decir independizarse de los peligrosos liberales españoles y su temida
constitución. Es justo en este momento en la década de los 10 del siglo XIX,
cuando los criollos comienzan a virar sus posiciones hacia un ferviente
independentismo. Movidos por la codicia del poder, las clases dominantes
americanas, que durante siglos se habían arrodillado ante la figura del
monarca español y que se habían resguardado debajo de sus capas, se
empiezan a decantar por la independencia.
Abrazo de Acatempan. Pintura de Román Sagredo. El Rey Fernando VII fue obligado a aceptar la
Constitución de Cádiz en 1820 hubo un cambio de ciclo en España que lo cambió todo en América. Los
realistas vieron peligrar su status quo con el corte liberal de esta constitución. Este motivo tuvo especial
importancia en México. Los criollos tampoco estaban de acuerdo con algunos aspectos la constitución, así
que cuando entró en vigor nuevamente, cambiaron de bando. El virrey de Nueva España Apodaca pasó de
defender la unidad de la Monarquía Española a buscar la Independencia, y al mando del General Iturbide,
quien en su momento había combatido a los curas Hidalgo y Morelos, organizó la campaña. Este cambio en
el bando realista se ilustra muy bien con el abrazo de Acatempan, un abrazo entre Iturbide comandante en
jefe del ejército del Virreinato y Vicente Guerrero el jefe de las fuerzas que estaban ya peleando por la
Independencia. Los realistas y los insurgentes se reconcilian con el objetivo común de separarse de España.
Pero lo cierto es que éstos criollos de los que hablamos, se vieron fuertemente
apoyados por el Antiguo Régimen americano, que para salvaguardar sus
bolsillos y sus parcelas de poder apoyaron en gran medida esta nueva situación.
Lo cierto es que, tras la explosión de las independencias y la enorme
proliferación de nuevos países, fue esta vieja clase dominante la que tomó las
riendas de las nuevas naciones.
El último combate del Glorioso, pintado por Augusto Ferrer-Dalmau. Durante la guerra del Asiento (1739-
1748), en la que se enfrentaron el Reino de Gran Bretaña y el Reino de España, el emblemático navío
español Glorioso libró cinco batallas navales contra barcos ingleses que intentaban capturarlo en 1747. Este
episodio se conoce como la “Carrera del Glorioso”.
Por otro lado, una nueva nación había posado sus ojos al sur de su frontera. Los
nuevos Estados Unidos de Norte América también tenían aspiraciones
coloniales y comerciales. Obviamente, el rango de acción de este nuevo país era
mucho menor que el de las potencias europeas, pero esto no quiere decir que no
realizase acciones para que se produjesen las independencias. No fue una ayuda
tan directa como la de Inglaterra. La ayuda estadounidense tuvo un carácter
moral e inspirador, ya que esta nación era el vivo ejemplo de que era
posible independizarse de un país europeo. Tras el nacimiento de los nuevos
países americanos y las claras muestras de debilidad de éstos, a causa de las
guerras internas y externas anteriormente citadas, los Estados Unidos ven su
oportunidad. Paulatinamente irán introduciéndose económica y territorialmente.
Una buena manera de comprender esta situación es fijarse en la Doctrina
Monroe y su emblemática “América para los americanos”. Esta famosa frase, la
cual se puede interpretar de diferentes maneras, mostraba las pretensiones
imperialistas de los estadounidenses en la década de 1820.
James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos. En su sexto discurso al Congreso sobre el Estado
de la Unión presentó la doctrina que lleva su nombre, elaborada por John Quincy Adams.
Bibliografía
La época victoriana es uno de los períodos de la historia del Reino Unido más
prominentes. Este período estuvo marcado por la Revolución Industrial y la
consolidación del Imperio británico. No obstante, en la segunda mitad del siglo
XIX surgieron potencias que hicieron competencia al Imperio británico en su
expansión colonial y en su economía industrializada.
El 4 de abril del fatídico año 1888 la prostituta Emma Elizabeth Smith perdió
la vida en el Hospital de Londres a causa de una terrible peritonitis, según el
informe médico. La rotura del peritoneo se produjo por la introducción de un
objeto contundente dentro de su vagina. El día anterior, el 3 de abril, fue asaltada
y logró sobrevivir al ataque, pero murió a causa de las heridas infligidas por sus
agresores. Meses después, el 7 de agosto, fue asesinada Martha Tabram,
también prostituta, con 39 puñaladas repartidas por todo el cuerpo. Estos fueron
los dos primeros casos de los asesinatos de Whitechapel, pero no se asocian a
los obrados por Jack el Destripador: Emma Smith llegó a declarar que fueron
varias personas las que la atacaron y las heridas de Martha Tabram no siguen los
patrones de los casos canónicos.
El primer caso canónico fue el de Mary Ann Nichols. Esta prostituta fue
asesinada el 31 de agosto de 1888 en la calle Buck’s Row. El autor del crimen,
supuestamente Jack el Destripador, le cortó la garganta dos veces. Con el
mismo cuchillo realizó diversas incisiones en el abdomen además de varios
cortes violentos en trayectoria ascendente. Al ser el tercer asesinato, el miedo
empezó a crecer y la prensa especuló sobre la existencia de una banda criminal o
la de un asesino en serie.
El tercer y cuarto caso de los cinco canónicos fue un asesinato doble el día 30 de
septiembre del mismo año de los anteriores. Las víctimas fueron las
prostitutas Elizabeth Stride y Catherine Eddowes. La primera fue encontrada
en Dutfield’s Yard en Berner Street con un corte en la garganta sobre un reciente
charco de sangre. Algunos consideran que no fue atacada por Jack el
Destripador, ya que no hubo mutilaciones ni más heridas que la de la garganta.
Sin embargo, otros alegan que las características coinciden con los otros
homicidios pero en esta ocasión el autor debió de ser interrumpido. Catherine
Eddowes fue la segunda víctima del “doble evento”. Esta vez el cuerpo sí fue
terriblemente mutilado. Su garganta fue cortada y partes de su rostro cercenadas.
Asimismo, su abdomen fue rajado y sus intestinos extraídos al igual que un riñón
y otros órganos.
El último caso de los cinco canónicos fue el asesinato de Mary Jane Kelly. Se
trata de la más joven de las víctimas de Jack el Destripador con tan sólo 25
años de edad en el momento de su brutal muerte. Esta fue la acción más
macabra del asesino. Mary Jane Kelly fue encontrada en su cama el 9 de
noviembre de 1888 con el estómago abierto, trozos de la cara y del cuerpo
seccionados y multitud de órganos internos esparcidos por la habitación. Según
las notas de Thomas Bond, uno de los médicos que examinaron el cuerpo, el
asesino le vació a la víctima las vísceras de la cavidad abdominal, le cortó los
senos, le hizo cortes en los brazos y piernas, le desfiguró el rostro, le cortó el
cuello hasta las vértebras y, entre otras muchas mutilaciones más, le abrió el
pericardio y le extrajo el corazón.
Bibliografía
Begg, P. (2006). Jack the Ripper: The Facts. Londres: Robson Books.
Estas primeras semanas tras la caída de los zares fueron muy pacíficas y llenas
de esperanza y generosidad en toda Rusia. Ninguna represalia, oficial o
espontánea, se tomó contra los antiguos servidores del zar. El Gobierno
provisional abolió la pena de muerte, ordenó la apertura de las prisiones,
permitió el retorno de los exiliados (incluido Lenin) y proclamó las libertades
fundamentales de prensa, reunión y conciencia. El antisemitismo de Estado
desapareció y la Iglesia Ortodoxa Rusa restableció el Patriarcado de Moscú.
Estas ideas eran muy minoritarias pero con el colapso económico y el cansancio
y la impopularidad de la guerra fueron ganando terreno. Los días 3 y 4 de julio
se conoció el fracaso de una nueva ofensiva bélica y los soldados de la capital se
negaron a regresar al frente. Reunidos con los obreros, se manifestaron para
exigir que los dirigentes del Sóviet de Petrogrado tomaran el poder.
Desbordados por la situación, los bolcheviques, en colaboración con
los anarquistas, promovieron una rebelión civil. Esta insurrección fracasó.
Fuentes
La Revolución Rusa en 7 minutos, Academia Play
Lorenzo, Pedro Luis. Personas con Historia, Ivoox.
Los beneficios principales del acuerdo para México serían los territorios de
Nuevo México, Texas y Arizona. El pacto debía hacerse de forma secreta en el
preciso momento en el que la guerra con Estados Unidos estuviera asegurada.
Pero las instrucciones no se detenían en este punto, pues von Eckardt debía
persuadir al presidente mexicano para convidar a Japón a formar parte de
esta alianza. Es decir, que México se sitúe como agente intermedio entre Japón
y Alemania.
Ha sido frecuente la interpretación por la cual el mensaje se envió por tres rutas:
una por radio y otras dos por cables telegráficos transatlánticos de los
gobiernos neutrales de Estados Unidos y Suecia. Sin embargo, sólo se ha podido
comprobar una de las vías. La comunicación se envió desde la embajada
estadounidense en Berlín a través de un cable diplomático a Copenhague,
para después llegar a Londres y finalmente a Washington. Fue William
Reginald Hall, el director de la División de la Inteligencia Naval y cabeza de la
sección de criptoanálisis de la Oficina del Almirantazgo y Asuntos Marinos
británica conocida como Room 40, quien propagó la versión de las tres rutas con
fines estratégicos. La Room 40 que interceptó y decodificó el telegrama
Zimmermann.
Bibliografía
De la Parra, Y. (1986). La Primera Guerra Mundial y la prensa
mexicana. Estudios de historia moderna y contemporánea de México. N. 10, pp.
155-176.
En aquel entonces, el NKVD estaba dirigido por Lavrenti Beria. Fue él quien
propuso la cruenta “solución”, la cual fue aprobada por el Politburó. La Unión
Soviética tenía que dar alguna salida a los presos de la rendición polaca en la
invasión y a los supuestos contrarrevolucionarios detenidos en la ocupación.
Tras deliberar, optaron por ejecutarlos, pero de un modo discreto.
Bibliografía
Cienciala, A. M., Lebedeva, N. y Materski, W. (2012). Katyn: A Crime Without
Punishment. Yale University Press.
Paul, A. (2010). Katyn: Stalin’s Massacre and the Triumph of Truth. Illinois:
Northern Illinois University Press.
Hitler era un mediocre
Por Javier Rubio Donzé y Carlos Villacís
Hitler llegó a Viena por vez primera en una visita de dos semanas de
duración en la que se informó sobre las condiciones para entrar en la
Academia de Bellas Artes. Su aspiración era la de llegar a ser pintor
formándose en la ciudad que era un centro cultural de la época. Posteriormente,
volvió a la capital austríaca para cumplir sus planes, pero no consiguió pasar las
pruebas de admisión. Hitler quedó en la difícil situación de artista frustrado.
Tras la muerte de su madre se quedó en Viena viviendo de trabajos como
barrendero de nieve o cargador de maletas en estaciones de trenes.
Uno de las principales factores que hicieron que Alemania perdiera la guerra fue
el dominio del combustible. Basta hacer una comparación entre la producción
de Estados Unidos y la producción alemana. La producción de las refinerías de
Estados Unidos en 1943 era de 4.125.000 barriles diarios, bien abastecidas por el
crudo barato sudamericano, o sea que lo que producía Estados Unidos en 15
días, era similar a la producción alemana durante todo un año, cuando todas las
refinerías europeas estuvieron bajo control germano. Alemania nunca tuvo la
Guerra ganada incluso con media Europa conquistada, y por entonces
únicamente con un rival suficientemente correoso como los ingleses, haciéndoles
frente. Si bien, la decisión de atacar la Unión Soviética (Operación Barbarroja)
tenía que ver con el desagrado político contra el comunismo y los sueños de
Hitler de extender sus fronteras desde el Rin hasta los Urales; el petróleo tenía
mayor importancia para la guerra. La conquista de los pozos petroleros de Bakú
y de la región del Cáucaso fueron el primer objetivo y, según un interrogatorio a
Albert Speer, Ministro alemán de Armamento y Producción de Guerra, “la
necesidad de petróleo fue el motivo principal detrás de la decisión de invadir la
Unión Soviética”.
Adolf Hitler posando para el fotógrafo Heinrich Hoffman mientras escuchaba la grabación de uno de sus
discursos. Hitler ordeno al fotógrafo que destruyese los negativos, pero este nunca lo hizo.
Otra de las decisiones adoptadas con las que se explica el milagro económico es
la creación de campos de concentración a partir de 1933. La Alemania de Hitler
podía contar de esta manera con mano de obra esclava, todo un deshago
financiero, sin duda, pero una medida éticamente reprobable.
¿Acaso la gente más preparada es la que alcanza las más altas cotas
políticas y militares? La respuesta parece clara.
Y para terminar, una cita de Churchill dos años después del ascenso de Hitler.
Entiéndase la ironía que siempre caracterizaba al ingenioso Winston.
Bibliografía
Hitler, A. Mi lucha. Ed. Ojeda. 2007: Barcelona.
Kershaw, I. Hitler, los alemanes y la solución final. Ed. La esfera de los libros.
2009: Madrid.
Eslava Galán, Juan. La Segunda Guerra mundial contada para escépticos. Ed.
Planeta. 2015.
Entrada de Auschwitz con la inscripción “Arbeit macht frei” (el trabajo libera).
Lo primero que hay que decir es que la pretensión de comprender los fenómenos
políticos no conlleva esquivar el agravio ni mucho menos justificarlo. Antes
bien, consiste en un enfrentamiento con el proceso que se analiza y en un
examen de la realidad que lo constituye. Por consiguiente, es imperioso entender
el Holocausto y el antisemitismo. De hecho, ha sido un fenómeno
insoslayable para el desarrollo intelectual, moral y político de Occidente.
El horror del Holocausto queda plasmado, entre otros muchos aspectos, en una
contestación que Heinrich Himmler dio en Pozdan en 1943, en la que
expresaba que fue preciso “hacer desaparecer a ese pueblo de faz de la Tierra”
ante la cuestión de qué hacer con las mujeres y los niños. Asimismo, entre las
víctimas también se encontraban enfermos y discapacitados, otros grupos
étnicos como los gitanos, grupos políticos como comunistas, homosexuales,
etc.
Liberación del Campo de Concentración de Bergen-Belsen en 1945. El Dr. Fritz Klein, doctor del campo,
camina sobre la fosa común entre cuerpos de prisioneros.
Luna 1.
En apenas dos años (1958 y 1959) entre la URSS y los EEUU realizaron nada
más y nada menos que catorce misiones lunares. La excitante rivalidad por la
conquista de la Luna recordaba a la de los intrépidos exploradores que hacía no
mucho se esforzaron en llegar y explorar los polos terrestres. Pero en este caso
contaban con el cruel impulso bélico y la primacía de los medios tecnológicos.
El primer éxito parcial llegó en enero de 1959 por parte del bando soviético.
Lanzaron la sonda espacial Mechta, posteriormente conocido como Luna 1, con
el objetivo de realizar un impacto no tripulado. La Mechta no llegó a impactar
en la Luna por un fallo en el sistema de control del cohete Luna 8K72, no
obstante, consiguió notables resultados: alcanzó la velocidad de escape de la
Tierra y alcanzó las inmediaciones de la Luna por primera vez. En esta
ocasión sí logró soltar la nube de sodio, la cual se pudo ver desde el océano
Índico.
Entre noviembre de 1959 y abril de 1964 sólo hubo fracasos. Pero mientras la
Unión Soviética intentó el alunizaje no tripulado en cinco misiones, Estados
Unidos seguía aspirando al mero impacto no tripuladoen otras cinco
ocasiones con tan sólo un éxito parcial en el que la Ranger 4 alcanzó la Luna
pero no consiguió enviar ningún dato. Además, Yuri Gagarin ya había llegado al
espacio en 1961. La ventaja soviética seguía siendo notoria.
Ranger 7.
En total doce hombres han llegado a pisar la Luna: Neil Armstrong y Edwin
Aldrin (Apolo 11), Charles Conrad y Alan L. Bean (Apolo 12), Alan Shepard y
Edgar D. Mitchell (Apolo 14), David Scott y James B. Irwin (Apolo 15), John
Young y Charles M. Duke Jr. (Apolo 16) y Eugene A. Cernan y Harrison
Schmitt (Apolo 17). Todos eran estadounidenses y pertenecieron al
espléndido programa Apolo.
Son conocidas las creencias de que la llegada a la Luna de 1969 fue un montaje.
Los conspiranoicos no tienen otra forma de explicar el repentino salto hacia
delante de EEUU sobre la Unión Soviética en la carrera espacial.
Además, habría sido una perfecta maniobra de propaganda en el contexto
de la Guerra fría. Sin embargo, se han registrado imágenes de los restos de tal
alunizaje y la comunidad científica internacional ha defendido su veracidad. Las
ideas conspiracionistas son simplemente absurdas.
Bibliografía
Bilstein, R. E. (1996). Stages to Saturn: A Technological History of the
Apollo/Saturn Launch Vehicles. Washington: National Aeronautics and Space
Administration.
Cadbury, D. (2006). Space Race: The Epic Battle Between America and the
Soviet Union for Dominance of Space. Nueva York: Harper Collins Publishers.
El Heroísmo a lo largo de la historia
Por Vicente Romero
El héroe en la Antigüedad
El personaje del héroe se remonta hasta los albores de la tradición narrativa.
El Poema de Gilgamesh nos relata las aventuras y hazañas de Gilgamesh,
antiguo rey de la ciudad de Uruk, en su búsqueda por la inmortalidad. Sin
pretenderlo, este ancestral poema heroico sembró las bases de la narrativa épica
de la Antigüedad dando inicio a muchas de sus tradiciones características que
perdurarían durante siglos como lo son las batallas contra bestias sobrenaturales,
las hazañas imposibles y la intromisión, positiva o negativa, de los dioses en la
vida de los mortales.
Pero si las obras de estos héroes eran inmensas en escala, no opacaban en lo más
mínimo a sus temperamentos. La ira de Aquiles, la soberbia de Odiseo y la pena
de Orfeo son emociones legendarias e hiperbólicas y no son pocos los casos
en los cuales una figura heroica pierde los estribos con efectos catastróficos para
luego sentirse llena de miseria y tristeza al ver la destrucción de la que ha sido
autor.
Con el punto anterior queda claro que los héroes están por encima de los
humanos comunes tanto en el obrar como en el sentir. Esto no resulta tan
sorprendente si tenemos en cuenta que la gran mayoría de los héroes
clásicos tienen en mayor o menor medida algún componente divino. Muchos de
ellos son semidioses fruto de las pasiones del Olimpo, y aun en los casos en los
que no existe una relación consanguínea con lo divino era usual para los dioses
tomar partido por ellos, ayudándolos de la manera que les pareciese más
apropiada.
Los pueblos antiguos veían a los héroes como un paso intermedio entre los seres
humanos y los dioses, personas que se alzaban por encima de sus limitaciones y
al lograrlo eran exaltadas por encima de su condición humana. Esto no era poca
cosa pues se decía que los héroes eran los únicos mortales que podían afectar el
mundo después de su muerte y en muchos lugares se les ofrecía un culto local
que superaba al de ciertos dioses, dándoles ofrendas y sacrificios de gran
valor.
Esta tradición de memoria y respeto a los héroes del pasado tuvo como resultado
el nacimiento de la epopeya, primera manifestación del género literario de la
épica. Estos relatos constituían narraciones extensas que detallaban las
hazañas más destacadas y perdurables de una figura heroica a lo largo de su
vida. Las epopeyas poseían un gran valor sociocultural pues en la mayoría de los
casos actuaban como focos de orgullo e identidad para sus pueblos. A través del
recuento de las hazañas se comunicaba la idea de un pasado noble digno de ser
protegido y a través del protagonista se exaltaban las virtudes consideradas de
más valor para la sociedad.
Hércules separando las columnas. Estatua en Ceuta, España.
Cartel de la película animada Beowulf de 2007. Reelaboración cinematográfica de la figura de este héroe.
Como último punto es de interés, cabe mencionar que la figura del héroe en la
vida real ha tenido un resurgimiento. Gracias a la presencia constante de los
medios sociales las historias de personas normales que llevan a cabo actos
heroicos por el bien de su prójimo alcanzan celebridad rápidamente e inspiran a
otras personas a lo largo y ancho del mundo. De esta manera, la figura del
héroe recupera parte de la mística inspiradora que ha perdido a lo largo de
los siglos.
Bibliografía
Allison, Scott (2010). Heroes: What They Do and Why We Need Them.
Carlyle, Thomas (1841) On Heroes, Hero Worship and the Heroic in History.
3. “Una nación se hace lo mismo que cualquier otra cosa. Es cuestión de quince
años y de un millón de pesetas. Con un millón de pesetas yo me comprometo a
hacer rápidamente una nación en el mismo Getafe, a dos pasos de Madrid. Me
voy allí y observo si hay más hombres rubios que hombres morenos o si hay más
hombres morenos que hombres rubios, y si en la mayoría, rubia o morena,
predominan los braquicéfalos sobre los dolicocéfalos, o al contrario. Es
indudable que algún tipo antropológico tendrá preponderancia en Getafe, y este
tipo sería el fundamento de la futura nacionalidad. Luego recojo los modismos
locales y constituyo un idioma. Al cabo de unos cuantos años, yo habría
terminado mi tarea y me habría ganado una fortuna. Y si alguien osaba decirme
entonces que Getafe no era una nación, yo le preguntaría qué es lo que él
entendía por tal y, como no podría definirme el concepto de nación, le habría
reducido al silencio.” Julio Camba
6. “El nacionalismo es la extraña creencia de que un país es mejor que otro por
virtud del hecho de que naciste ahí.” George Bernard Shaw
7. “Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la
revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he
visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas:
el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo
en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena
la flor de nuestra cultura europea.” Stefan Zweig.
9. “El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y
eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor
del mundo; y eso sí es cierto.” Camilo José Cela
10. “Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión-
provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y
disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor
supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de
nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores
carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría
actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que
América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y
litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de
construir escuelas, bibliotecas y hospitales. No hay que confundir el
nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia,
con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno
vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños,
paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en
hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni
los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un
puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de
melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un
hogar al que podemos volver.” Mario Vargas Llosa
12. “Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya.” Séneca