Nº154

Año 1934
¿Revolución o «casus belli»?

Vísperas de sangre
Primavera de 1936
La «baraka» de Franco
La construcción
de una leyenda

Muerte de Durruti
Sospechas y asesinos
Alexander Orlov
La sombra del oro de Moscú
Brigadas
Internacionales
Entre la propaganda idealizada
y el fracaso militar
Intelectuales
De parte de los sublevados

DE LA GUERRA CIVIL
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 EDITORIAL

Soldado
SHUTTERSTOCK

republicano
defendiendo
Madrid en 1937.

Falacias, mitos y verdades

E
l desarrollo de nuevos enfoques (historia social, cultural, de las mentalidades,
de la vida cotidiana, de género...) sobre la Guerra Civil y la rica hibridación en-
tre disciplinas (politología, antropología, sociología, psicología, etc.) a la hora
de su estudio han caracterizado los últimos escritos sobre ella y han supuesto todo un
avance científico. Sin embargo, a la par de este progreso investigador, se ha despertado
una «literatura neofranquista» que arrastra el fantasma fatídico de la historia y cuya
relectura de los hechos está cargada de supuestos y premisas como que la guerra fue la
consecuencia casi inevitable de la oclusión de una República excluyente que fue inca-
paz de instaurar democráticamente un régimen que amparara a todos los españoles y
que no fue sino una subversión del orden socioeconómico que privó a los sectores más
conservadores («patrióticos») de reconocimiento y de su forma de vida. ¿Qué dicen los
hechos al respecto?
En este número de MUY HISTORIA repasamos gran parte de la mitología que, de unos
y otros, aún está cargada la lectura de nuestra Guerra Civil.
Hemos realizado todo un ejercicio de fumanbulismo para
no caer en ninguno de los lados, para comprender por qué
siguen perviviendo ciertas falacias que solo enturbian el
conocimiento científico y probado de los acontecimientos.
Una lectura apasionante sin lugar a dudas.
Disfruta de ella.
Carmen Sabalete
Directora
(csabalete@zinetmedia.es)
IMAGEN DE PORTADA: ASC

MUY HISTORIA 3
ENTREVISTA

BALTASAR GARZÓN
«El fascismo es un
camaleón que se
adapta a
cualquier época»
En Los disfraces del fascismo Baltasar Garzón alerta del riesgo de asumir que los
sistemas democráticos son inalterables y llama la atención sobre las actitudes
supremacistas y autoritarias que operan a largo plazo en Europa.
GEMA BOIZA
PERIODISTA

B
altasar Garzón (Torres,
Jaén, 1955) hace en su úl-
timo libro, Los disfraces del
fascismo, una feroz llamada
de atención a la inacción de las de-
mocracias ante el avance, en las ur-
nas y fuera de ellas, de totalitarismos
que se creían superados y, a su juicio,
atenazan nuestra democracia y la del
mundo. Además de hacer un recorri-
do por sus investigaciones en algunos
de los casos más relevantes en España
—ETA, terrorismo yihadista, narco-
tráfico o delincuencia organizada—,
Garzón alerta en su obra de cómo la
sumisión, la represión y el autoritaris-
mo se imponen al diálogo, y de cómo
la acción de algunos en las redes so-
ciales está siendo una autopista sobre
la que circulan a toda velocidad y sin
freno ideas que atentan contra los de-
rechos humanos bajo el manto de la
libertad de expresión. Unos derechos
que, a su modo de ver, están en retro-
ceso en determinadas instituciones
y a través de determinados partidos
políticos por la proliferación de acti-
tudes y acciones que no son propias
de una sociedad democrática y pro-
gresista.
Baltasar Garzón, acaba usted de
publicar Los disfraces del fascismo.
¿Qué es este libro?
Es un conjunto de reflexiones extraí-
das de la experiencia y la observación
a lo largo de varios años en los que he
ido viendo acciones y actitudes, tanto
de instituciones como de personas o
colectivos, vinculadas al autoritaris-
mo, totalitarismo, populismo o fascis-
mo, que siempre me han preocupado
por la incidencia que tienen en los
sistemas democráticos. En España me
preocupa todo lo que supuso el fran-
quismo y la transición, lo que hay de
todo aquello, las actitudes qué se de-
tectan y en qué instituciones, las po-
siciones que tienen algunos partidos
políticos, las derivas que pueden lle-
var adelante… Y en todo ello he visto
lo que yo denomino los disfraces del
fascismo, actitudes supremacistas con
características netamente fascistas.
Disfraces que, según explica, ahora
tienen ropas nuevas, ¿quizá menos
evidentes?
No defino el fascismo porque ya hay
muchas definiciones, pero enumero
una serie de características como el
supremacismo, el grupo, la defensa
del grupo, la búsqueda de un enemi-
go, el miedo, la mentira, la descali-
ficación del sistema democrático, la
búsqueda de un objetivo sin importar
los resultados, el uso de la violencia o
la estrategia de no uso de la violencia,
aunque indirectamente se preconice

8 MUY HISTORIA
EPISODIOS
Cristóbal de Isasi
y la defensa postrera
de la Jamaica española
PEDRO DAMIÁN CANO
HISTORIADOR
L
a isla de Jamaica fue descubierta por Cristóbal
Colón en mayo de 1494, durante su segundo viaje,
pasando a su propiedad, según las Capitulaciones
firmadas con los Reyes Católicos. Las condicio-
nes fueron posteriormente renegociadas, obteniendo los
herederos de Colón el ducado de Veragua, junto con el
título de Marqués de Jamaica, siendo el primero de ellos
don Luis Colón y Toledo, nieto del navegante. Por esta
razón, el ser una posesión patrimonial y no de la Corona,
la isla quedó relegada a un segundo plano en la defensa,
12 MUY HISTORIA
PRISMARCHIVO
Los nativos de Jamainca proporcionan
provisiones a Colón tras atemorizarles
este valiéndose de un eclipse.
comercio y administración de las Grandes Antillas, con
una exigua población india, negra y española dedicada al
cultivo y la ganadería y fuera del sistema defensivo pla-
neado en su día por Felipe II.
Sin previa declaración de guerra, a finales del año 1654
salió de Portsmouth, Inglaterra, una Armada compuesta
por 38 navíos al mando del almirante sir William Penn y
del general Robert Venables. Dicha expedición fue con-
secuencia del proyecto de Oliver Cromwell de tomar una
de las Grandes Antillas, para establecer una base desde

ASC
Mapa de la isla de Jamaica (1656).
Archivo General de Indias, Sevilla.
donde ocupar Tierra Firme o incluso Nueva España. Tras
un ataque fallido a Santo Domingo, la misma tomó la de-
rrota de Jamaica, donde las escasas y mal armadas fuerzas
españolas al mando de su gobernador, Cristóbal de Isasi,
se opusieron a la invasión durante un lustro.
EL ASALTO INGLÉS
Tras recalar en Barbados, Saint Kitts y Nevis para reclutar
más hombres y barcos, el 23 de abril de 1655 la potente
escuadra, compuesta por 60 navíos y 9000 hombres, se
presentó ante la ciudad de Santo Domingo. A pesar de
que los defensores españoles estaban en proporción des-
ventajosa de uno a veinte, los intentos de tomar la ciudad
acabaron tras tres días de combates, en los que murie-
ron 600 ingleses, y otros 1000 de ellos fueron heridos o
hechos prisioneros, entre ellos el propio Venables. Esta
derrota fue la principal razón de que, ante la disyuntiva
de volver a Inglaterra con las manos vacías, la expedición
se dirigiese el 30 de abril a Jamaica, escasamente poblada
y propiedad del duque de Veragua.
Unos días después, el 10 de mayo, la flota inglesa llegó a la
desguarnecida isla, que capituló casi sin un solo disparo, di-
rigiéndose parte de su población y su gobernador, don Juan
Ramírez de Arellano, a la península de Yucatán. Sin embar-
go, una parte de la misma, comandada por el Maestre de
Campo don Francisco de Proenza, comenzó una guerra de
guerrillas contra los ingleses. Al quedar incapacitado para
el combate, fue sustituido por el teniente general don Cris-
tóbal Arnaldo de Isasi, que fue nombrado el 25 de octubre
de 1656 último gobernador español de Jamaica.
Con ello comenzó un gobierno en el que, al mando de una
reducida guerrilla compuesta por españoles, indios cima-
rrones, negros y mulatos combatió la invasión desde sus
Ante la disyuntiva de volver a Inglaterra con las manos
vacías, la expedición se dirigió a Jamaica
El almirante de
la flota inglesa
Sir William
Penn.
ALBUM
bases en las montañas, intentó evitar el asentamiento de
los ingleses en la isla. Además de a los ingleses, Isasi se tuvo
igualmente que enfrentar a sus propios opositores españo-
les, como el gobernador de Santiago de Cuba, don Pedro de
Bayona y Villanueva. Según los testimonios de un prisione-
ro, el alférez Ricardo Ope, los ingleses vivían recluidos en
sus fortificaciones, sin atreverse a salir de ellas por miedo a
las emboscadas y sufrieron unas enormes pérdidas.
LOS INTENTOS ESPAÑOLES DE RECUPERAR JAMAICA
Desde el comienzo de la invasión, la Corona española en-
vió instrucciones precisas a los gobernadores de las Gran-
des Antillas para lograr su recuperación, que no fueron
cumplidas por los gobernadores por falta de interés o de re-
cursos. Las ayudas, que tenían que burlar el bloqueo naval
inglés del norte de la isla, se reducían a pequeños grupos
de soldados que se unían a la guerrilla de Isasi. Una ayuda
más abultada, compuesta de cuatro embarcaciones y 140
infantes se reunió en La Habana al mando de Francisco Sa-
linas en mayo de 1657, y otra procedente de Nueva España
con 436 hombres, de los que 206 eran antiguos vecinos de
Jamaica, llegaron a la isla, pero por desavenencias sobre el
mando no se unieron a Isasi. >>>
MUY HISTORIA 13
 El virrey Pedro Nuño Colón
de Portugal y Castro.
ASC
>>>Otra expedición, compuesta por 600 soldados y ofi-
ciales, partió de Santiago de Cuba el 14 de mayo de 1658,
que fue neutralizada por los ingleses en la desembocadura
del río Nuevo. Nuevos contingentes fueron enviados, como
el comandado por el capitán Juan de Tovar en 1659, que
combatió junto a Isasi hasta su muerte en febrero de 1660.
Finalmente, el 9 de mayo de este año, el gobernador, varios
oficiales, soldados y sus familias se trasladaron a Santiago de
Cuba en dos canoas. Durante muchos años, a pesar de ello,
criollos, mulatos y negros esclavos mantuvieron la lucha
guerrillera contra los ingleses en las montañas.
LA PÉRDIDA DE JAMAICA
Parte de la población negra huyó al centro montañoso de
la isla, mestizándose con la población india e incluso con
la blanca, formando la comunidad cimarrona de Bar-
lovento, Windward en inglés. Estos cimarrones contro-
laron durante muchos años una parte importante de
Jamaica, enfrentándose con éxito a los ingleses, y pos-
teriormente a los británicos, durante sesenta y seis años,
hasta que en 1739 se firmó un Tratado de Paz con ellos.
Todavía en fecha tan tardía como 1795 se produjo un
nuevo conflicto bélico, conocido como la Segunda Gue-
rra Cimarrón, en la que fueron vencidos y muchos de
ellos deportados a la colonia africana de Sierra Leona.
Las pérdidas inglesas fueron enormes, dado que se es-
tima que 6.000 murieron, en su mayoría por hambre
14 MUY HISTORIA
Oliver Cromwell,
por Samuel
Cooper (1656).
ASC
o enfermedades. Entre ellos se encontraban asimismo
alemanes, escoceses e irlandeses. Desde un primer mo-
mento los ingleses fortificaron las principales defensas
en la capital de la isla, Santiago de la Vega, y el puerto
de Cayo de Carena, así como otros bastiones y puertos.
Pero la principal fuerza para la consecución de sus ob-
jetivos la obtuvieron de la repoblación.
Ya en 1656 se enviaron tropas de refuerzo, junto a 2500
mujeres. A ellos se sumaron pobladores procedentes de
Irlanda, 1000 hombres y otras tantas mujeres, Escocia,
que remitió a la misma a vagos y mendigos, y de otras
islas del Caribe bajo dominio inglés, como Windward,
Bermudas o Leeward. Con ello, en 1658 había en la isla
más de 7000 pobladores ingleses, de los que 4000 eran
soldados y 3000 agricultores, una cantidad muy supe-
rior a las que unos años antes tenían juntas todas las
posesiones inglesas del Caribe.
Por el Tratado de Madrid de 1670, firmado por la reina
gobernadora Mariana de Austria y el rey inglés Carlos II,
se acordó entre varios acuerdos comerciales que la isla
de Jamaica pasaría a estar bajo la protección de la Coro-
na inglesa. Con ello, la misma se convirtió en un punto
estratégico desde el que se realizaron acciones corsarias
y piráticas relativamente exitosas sobre las posesiones es-
pañolas del Nuevo Mundo. Con posterioridad, y con la
introducción masiva de mano de obra esclava, Jamaica se
convirtió en la principal base comercial, imperial y naval
del Caribe británico. MH
 MOMENTOS ESTELARES DE LA VIDA COTIDIANA

Historia del teléfono

E
l teléfono nació en la revolución técnica del xix
y tuvo un éxito fulminante. En muy pocos años
se utilizaba en todos los países avanzados. Hoy
suele reconocerse la autoría a Antonio Meucci,
un ingeniero italiano emigrado a América. En 1854, in-
ventó un dispositivo con el que se comunicaba desde la
oficina con su esposa, que estaba enferma. No llegó a
patentarlo por no tener recursos suficientes. El alemán
Philip Reis logró en 1862 un «teléfono» —fue quien le
dio este nombre— que podía transmitir palabras y notas
musicales, pero que resultaba muy inestable.
Quien obtuvo un teléfono comercialmente viable fue
Graham Bell, escocés emigrado a Estados Unidos y estu-
dioso de la fisiología de la voz. Lo patentó el 14 de febrero
de 1876. Ese mismo día, pero dos horas más tarde, el in-
ventor Elisha Gray registró un dispositivo similar: los
investigadores seguían vías paralelas. La patente se le re-
conoció a Bell. Al principio, se conectaban dos aparatos,
normalmente el domicilio y la oficina o fábrica. En 1878,
se ideó la central telefónica, con un sistema de conmuta-
ción manual entre distintas líneas, que posteriormente
SHUTTERSTOCK

dio lugar a la conexión automática.

CADA VEZ EN MÁS HOGARES

La propagación del teléfono fue rapidísima. En 1881, te-
nían líneas telefónicas las ciudades norteamericanas de
más de 15 000 habitantes. Conectaban sobre todo oficinas
de correos, centros administrativos, grandes corpora-
ciones, bolsas y periódicos. Su uso doméstico era muy
restringido, pero indujo rápidas transformaciones socia-
les y económicas, al facilitar la trasmisión de noticias y la
toma de decisiones. En España, el teléfono funcionó por primera vez en La
El teléfono permitió la conexión a distancias cada vez Habana, en 1877. Poco después se ensayaba en la Escuela
mayores: en 1892, entre Nueva York y Chicago; en 1915, de Ingenieros Industriales de Barcelona y en 1882 había
fue la primera llamada transcontinental, Nueva York-San líneas en las principales ciudades. En 1935, España conta-
Francisco, y, en 1921, la trasatlántica, entre Inglaterra y bilizaba 1,26 teléfonos por cada cien habitantes. En 1960,
Estados Unidos. 5,84. En la siguiente década alcanzó creciente presencia
La aparición del teléfono en Europa fue también muy rápida, doméstica. En 1970, había 15 teléfonos por cien habi-
pues en 1881 tenían centrales telefónicas los principales paí- tantes y 33 en 1982, acercándose a los países avanzados:
ses, pero se propagó más lentamente que en Estados Unidos, Francia y el Reino Unido estaban en 45/47, aunque Esta-
donde en 1900 había ya un teléfono por cada 60 habitantes, dos Unidos llegaba ya a 78,8.
mientras en países como Alemania la proporción era 1/400 En países como el nuestro, para una parte significativa de
y en Francia 1/1300. Hacia 1960, un tercio de las conexiones la población, el uso cotidiano del teléfono llegó durante
telefónicas mundiales estaban en Estados Unidos. los años de desarrollismo. MH
En los años treinta del xix en Europa su uso directo
quedaba reservado a una minoría. Solo los hogares aco-
modados tenían sus propios teléfonos; para la mayoría MANUEL MONTERO
quedaban los teléfonos públicos. Desde los años cincuen-
■ Catedrático de Historia Contemporánea y rector de
ta los avances técnicos abarataron e hicieron accesible los la Universidad del País Vasco entre 2000 y 2004.
teléfonos a un número creciente de hogares.

MUY HISTORIA 15
HISTORIAS DEL CINE

Apocalipsis Now o en el
corazón de la oscuridad
ÓSCAR CURIESES
ESCRITOR
ALBUM

16 MUY HISTORIA
 ALBUM
A
pocalipsis Now no es solo una gran película
perteneciente al género bélico como El caza-
dor (1978), Platoon (1986) o La chaqueta me-
tálica (1987), sino una de las más destacadas
obras cinematográficas de la Historia del cine. Este tra-
bajo, con el paso de los años, ha logrado trascender las
ALBUM
dudas iniciales que despertó en la crítica de la época y
también la percepción de su autor, quien llegó a señalar
que Apocalipsis Now era la propia Guerra de Vietnam,
y no una película sobre la Guerra de Vietnam. Para mí
este trabajo constituye un referente inevitable del arte
cinematográfico del siglo  xx, porque ahonda y descri-
be a la perfección la psicología de los seres humanos al
encontrarse inmersos en contextos donde predomina la
violencia y la muerte. La película fue rodada en Filipi-
nas —país que se encontraba en un sangriento conflicto
armado, cercano a una guerra civil— y no en Vietnam
porque Coppola pensó que eso allanaría las dificultades
de producción y rodaje: Estados Unidos no intervenía
directamente en ese enfrentamiento. Sin embargo, al au-
tor de la trilogía de El Padrino le falló la intuición y el
rodaje se extendió muchísimo más de lo que pensaba: las
seis semanas iniciales previstas terminaron convirtién-
dose en doce meses en los que el equipo y su director
lucharon con todo tipo de dificultades antes de concluir
la filmación. Uno de los obstáculos más destacados fue el
continuo baile de actores que se produjo durante la pelí-
cula. La baja de Harvey Keitel para el papel protagonista
(el soldado de operaciones Benjamin L. Willard) tras las
primeras semanas de rodaje y los continuos desaires de
Marlon Brando (el coronel rebelde de los Boinas Verdes
Walter E. Kurtz) hacia la producción de Coppola, co-
paron de incertidumbre el proyecto. Martin Sheen, que
padecía una severa depresión en ese momento, aceptó
interpretar a Willard, sustituyendo a Harvey Keitel, pero
Brando llegó a Filipinas
sin haber estudiado el guion
ni haber leído la obra que
inspiró la película
Durante el rodaje de Apocalipsis Now, Martin Sheen (a la iz-
da.) estuvo a punto de morir de un ataque al corazón. Marlon
Brando (arriba) pasó la mayor parte del tiempo discutiendo.
la lista de posibles candidatos para sustituir a Brando fue
interminable y se barajaron, entre muchos otros, a acto-
res como Jack Nicholson, Al Pacino o Clint Eastwood,
aunque ninguno de ellos quiso interpretarlo finalmente.
Marlon Brando aceptó trasladarse en última instancia a
Filipinas, dado que había cobrado un adelanto de un mi-
llón de dólares, pero llegó sin haberse estudiado el guion,
sin haber leído ni un solo párrafo de El corazón de la os-
curidad de Joseph Conrad (la traducción sería «oscuri-
dad» y no «tinieblas», como se conoce popularmente),
que era la fuente que inspiraba la película, y con cerca de
cuarenta kilos de sobrepeso para el papel asignado. La
penumbra de muchas escenas en las que aparece Marlon
Brando se relaciona con ese último hecho. A los inconve-
nientes anteriores se unieron las inclemencias del clima,
las dificultades para mantener en el set los helicópteros
del Ejército filipino, los problemas de financiación deri-
vados de los continuos retrasos, y las recurrentes reescri-
turas que Coppola efectuaba, sobre la marcha, del guion
de John Millius. Al terminar de rodar Apocalipsis Now el
director se encontró con un nuevo problema: tenía 230
horas de material rodado. No extraña, por tanto, que el
montaje se convirtiese en otro escollo añadido y que se
extendiese durante tres años. Coppola con ese metra-
je ha montado tres versiones distintas de la película: la
estrenada en 1979 de 153 minutos, Apocalipsis Now Re-
dux (2001) de 193 minutos, y Apocalipsis Now Final Cut
(2020) de 182 minutos. De todo ese conjunto de avatares
al que me he referido anteriormente da buena cuenta el
documental de Eleonor Coppola Corazones en tinieblas
(1991), que parte del diario de rodaje titulado Notas a
Apocalipsis Now (1979) y de las grabaciones que ella mis-
ma llevó a cabo mientras lo documentaba. MH
MUY HISTORIA 17
ASC

GETTY

¿REVOLUCIÓN O CASUS BELLI?

18 MUY HISTORIA
 Una insurrección en Asturias, la proclamación del Estado catalán en el
balcón de la Generalitat de Barcelona, un ejército que se revuelve contra
el Estado y lo condena a una lucha por su supervivencia, un posible golpe
de Estado... así fueron los años anteriores al inicio de la guerra.

ALBERTO DE FRUTOS
PERIODISTA Y ESCRITOR

MUY HISTORIA 19
 n noviembre de 1933, las elecciones
generales, las primeras en que votaron La CEDA era vista
las mujeres, abrieron un nuevo ciclo re-
accionario. La fragilidad del PSOE, el como una copia del
desplome de la Acción Republicana de
Azaña y el auge de las fuerzas de dere- partido nazi de Hitler
chas, mucho más cohesionadas, se entendieron
como una enmienda a la totalidad de las polí- o el Frente Patriótico
ticas del bienio reformista. La Confederación
Española de Derechas Autónomas (CEDA), de Dollfuss
que concurría con los monárquicos de Reno-
«CIRCO
ESPAÑOL».
vación Española y un sinfín de organizaciones
Caricatura del regionales, fue la lista más votada y, por ende, Dollfuss, por lo que Francisco Largo Caballero,
periódico el sostén del Partido Republicano Radical de jefe de filas del PSOE, fijó las líneas rojas para ale-
satírico La Traca Lerroux, que pudo formar gobierno sin incluir jarla del poder. Algo imposible, considerando el
sobre la presión a ningún miembro de la CEDA en su gabinete. aval de sus doscientos escaños y la inestabilidad
a la que se vio
La formación de José María Gil-Robles era, para general de la República, que, durante 1934, asis-
sometido el
gobierno de las izquierdas, el lobo feroz. En su ideario, repú- tió a un baile de gabinetes hasta que, tras la caída
Ricardo Samper blica y monarquía constituían meros accidentes, de Samper en octubre, Lerroux abrió la puerta a
(28 de abril- conceptos vacíos que no merecían adornar su le- tres ministros de la CEDA, claudicando así a las
4 de octubre de ma de «religión, patria, familia, orden, trabajo y (legítimas) pretensiones de Gil-Robles: Giménez
1934) por el líder propiedad». Su coalición era vista como una copia Fernández, en Agricultura, Aizpún, en Justicia, y
de la CEDA
José María Gil- del partido nazi de Hitler o el Frente Patriótico de Oriol Anguera de Sojo, en Trabajo.
Robles.

¿EMPIEZA LA GUERRA CIVIL?

Esa fue la excusa para activar la huelga general
revolucionaria, que los libros llaman revolución
de octubre y en la que algunos han pretendido
ver el origen de la Guerra Civil. Sobre este último
punto, no caben titubeos: la guerra empieza en
julio de 1936 y, en la vorágine de esos meses, la
insurrección de Asturias y la proclamación del
Estado Catalán en el balcón de la Generalitat no
valen como «casus belli».
La irresponsabilidad de Largo Caballero, sus
desahogos verbales en tantas asambleas y dis-
cursos (frente a la mesura de su compañero
Julián Besteiro, que dimitió de la presidencia
de la UGT en febrero del 34), son incuestio-
nables, pero también lo es que la insurrección
obrera en España no hubiera podido subvertir,
en aquel entonces, el orden constitucional. Solo
hay que fijarse en la parvedad de sus conatos o
recordar cómo el Estado había lidiado antes con
revueltas de índole anarquista —enero de 1932,
enero de 1933 (que coincidió con los sucesos de
Casas Viejas) y diciembre de 1933— para en-
tender que las fuerzas del orden disponían de
recursos y experiencia para controlar la situa-
ción. Esto es, la Guerra Civil no empieza porque
unos obreros tomen las armas en Asturias o
unos políticos se vanaglorien de «catalanismo»
durante unas pocas horas, sino porque buena
parte del Ejército se revuelve contra el Estado
y lo condena a una lucha por su supervivencia.
ASC

El filósofo Gustavo Bueno planteó en un

EFE

20 MUY HISTORIA
 CAMPAÑA
ELECTORAL.
Monumental
cartel electoral
con la efigie de
Gil-Robles,
colocado en una
de las fachadas
de la Puerta del
Sol (Madrid,
febrero de
1936).
ALBUM

MUY HISTORIA 21
ALBUM
ACCIÓN
NACIONAL.
José María Gil- artículo que la revolución de octubre de
Robles durante 1934 equivalió «al principio de una guerra civil
un mitin de preventiva, ante la gran probabilidad de que el
Acción Nacional
en la plaza de gobierno de Lerroux, que había dado entrada en
toros de La el Ejecutivo a tres diputados de la CEDA, diera
Maestranza un golpe de Estado fascista al estilo Dollfuss». En
(22 de febrero sí, el concepto «preventivo» es interesante y su te-
de 1932). sis nos recuerda algo que solemos obviar cuando
juzgamos el pasado con los ojos del presente. Y es
que, más allá de los Pirineos, la democracia y el
totalitarismo seguían jugando su partida de aje-
drez, y España, como parte del Viejo Continente,
confrontaba los mismos temores, a saber, que el
gobierno de turno sucumbiera al fascismo o al
comunismo soviético. De este modo, entre los
obreros asturianos cuajó el lema de «antes Vie-
na que Berlín», ya que, en Alemania, los hechos
se habían consumado sin que el pueblo abriera
la boca y en Austria los socialdemócratas y co-
munistas habían combatido a los fascistas en el
Levantamiento de febrero.
¿Qué habría hecho la CEDA si le hubieran
«dejado»? ¿Acaso era posible incorporar al
parlamentarismo a un partido cuyo líder ha-
bía celebrado su luna de miel en el congreso
nazi de Núremberg de 1933 y cuyos cachorros
de las JAP (Juventudes de Acción Popular) co-
queteaban abiertamente con el fascismo? No
22 MUY HISTORIA
fue posible la paz, las memorias de Gil-Robles
publicadas en 1968, insisten en sus buenas
intenciones, pero huelga decir que su tenaz
deslegitimación de la República y su huidiza
ambigüedad tuvieron consecuencias. Por si
fuera poco, hacia mayo de 1936, el salmantino
secundó la conjura de los militares, ya fuera
por convicción o por ambición personal, pese
a que estos le acabaran dando la espalda.
¿QUIÉNES ESTUVIERON DETRÁS?
La respuesta a la entrada de los ministros cedis-
tas en el Gobierno fue inmediata, pero, como
es lógico, la huelga general revolucionaria no se
convocó de la noche a la mañana.
A lo largo de 1934, las soflamas habían ido su-
biendo de tono y la «bolchevización» de Largo
Caballero puso a los socialistas, de facto, al otro
lado de la ley. Según el político, no por voluntad
propia, sino porque los habían echado de la Re-
pública. En abril de ese año, en la clausura del
V Congreso de las Juventudes Socialistas, se di-
rigió a los suyos en estos términos: «Tengo que
manifestar que la revolución no se hace con gri-
tos de “viva el socialismo”, “viva el comunismo”
y “viva el anarquismo”. Se hace violentamente,
luchando en la calle con el enemigo». Aunque
 En España también existía el temor de que el
gobierno de turno sucumbiera al fascismo o
al comunismo soviético
su retórica no podía sorprender en esos años hi-
perbólicos, las palabras derivaron en hechos tan
graves como el escándalo del barco Turquesa, un
alijo de armas descubierto en la costa asturiana
cuya compra había gestionado el «camarada»
Indalecio Prieto (otros envíos sí llegaron a su
destino, de ahí el grado de devastación).
Años después, en México, Prieto haría autocrí-
tica y se cuestionaría su papel en ese episodio y,
en general, en el «movimiento revolucionario»,
en tanto que Largo dejó por escrito que su con-
ciencia estaba «tranquila» y que, si no se había
atribuido la responsabilidad del movimiento, fue
porque «ofrecerme como víctima sin beneficio
alguno para la causa del proletariado hubiera si-
do tan inocente como inútil».
Lo del Turquesa, en cualquier caso, no sirvió
para abortar los planes. El Socialista, órgano de
expresión del PSOE fundado por Pablo Iglesias,
azuzaba a sus lectores el 27 de septiembre: «Las
nubes van cargadas camino de octubre. Nos
aguardan jornadas duras... Tenemos nuestro
GETTY
ejército a la espera de ser movilizado», mientras
hablaba a las claras de «poseer» la República. Ya
el 3 de enero había fijado la hoja de ruta: «¿Con-
cordia? No. ¡Guerra de clases! Odio a muerte a
la burguesía criminal. ¿Concordia? Sí, pero en-
tre los proletarios de todas las ideas que quieran
salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo
que pase, ¡atención al disco rojo!». A su vez, en
Asturias, el diario Avance, el más leído entre los
trabajadores de esa región —que sumaba hasta
cincuenta mil mineros y metalúrgicos—, atizaba
el fuego con editoriales cada vez más violentos.
LERROUX. El
Con el soporte de la Alianza Obrera —una li- líder del Partido
ga de entidades obreras constituida a finales de Republicano
1933—, los preparativos incluyeron la creación de Radical (izda.)
una Comisión Mixta formada por representantes junto al
del PSOE, la UGT (sin Besteiro, recordémoslo) y embajador
francés Jean
las Juventudes Socialistas, que quisieron dotar de Herbette, José
carácter militar a la revuelta. Sin embargo, la insu- Giral, Miguel de
rrección se estrelló en Madrid, pese al seguimiento Unamuno, José
de la huelga convocada por la UGT, y, en la mayor Ortega y Gasset
parte de España, no tuvo eco o fue desbara- y Luis Jiménez
Assua en 1933.
MUY HISTORIA 23

ASC
ENTRE FRANCIA Y NUEVA YORK
l eco de la revolución de Asturias resonó con
E fuerza más allá de nuestras fronteras gracias
a la cobertura de la prensa internacional y a
las obras de jóvenes intelectuales como Albert
Camus. Este, en 1936, escribió junto con varios
amigos del Théâtre du Travail de Argel la pieza
colectiva en cuatro actos Rebelión en Asturias,
prohibida por su alcalde, el ultraderechista Au-
gustin Rozis. El autor había seguido la revuelta
en las páginas de la revista Monde, donde el
periodista André Ribard publicó su demoledor
artículo «Oviedo, la honte du gouvernement es-
pagnol» («Oviedo, la vergüenza del gobierno es-
pañol») el 11 de noviembre de 1934.
La prensa de izquierdas del país vecino (Le Po-
pulaire, L’Humanité…) reflejó con holgura la
represión en Asturias, y diversas organizacio-
nes antifascistas, como el comité Thaelmann,
tomaron partido por los trabajadores encarce-
lados. Sus miembros llegaron a enviar un te-
24 MUY HISTORIA
tada fácilmente. La paz reinó en Andalucía y
Extremadura y, en Castilla, solo Valladolid presen-
ció alguna tensión. En el País Vasco, el asesinato
del tradicionalista Marcelino Oreja Elósegui fue el
episodio más grave y, en Barcelona, como veremos
más adelante, la proclamación del Estado Catalán
por Lluís Companys constituyó el ataque más sal-
vaje a las instituciones.
«En sentido estricto —afirma la historiadora San-
dra Souto Kustrín—, solo se podría hablar de una
verdadera situación revolucionaria en Asturias».
En efecto, la comuna asturiana fue el corazón de
la ira, aunque su aislamiento le impidió bombear
la sangre a otras partes del cuerpo. La pujanza
de los sindicatos (anarquistas y socialistas fueron
ahí de la mano) y la temeridad de los mineros,
cuyas condiciones de vida les habían convencido
de que no tenían nada que perder —«¡también se
muere en la mina, chacho!», persuadían a los más
remisos para que se incorporaran «a filas»— pro-
piciaron su primer gran éxito, cuando miles de
trabajadores avanzaron por los valles del Nalón
y el Aller. Fuertemente armados y con el apoyo
de la población local, ocuparon varias ciudades
hasta «conquistar» Oviedo, a la sazón una ciudad
de unos ochenta mil habitantes, el 6 de octubre.
En su camino, se apoderaron de las fábricas de
armas de La Trubia y rindieron varios cuarteles
de la Guardia Civil. Desbordado, el Ejército se
limitó a aguardar el golpe de gracia, mientras
LA CAMPAÑA ELECTORAL DE LA
CEDA Mitin de José María Gil Robles en
Urumea, el 24 de noviembre de 1935.
legrama a Lerroux, firmado por André Mal-
raux, Henri Barbusse, el premio Nobel Ro-
main Rolland y otro que no tardaría en serlo,
André Gide, reclamando el fin de la «ocupa-
ción de Cataluña por las tropas coloniales».
El citado Rolland, a su vez, loaría a los com-
batientes de Barcelona y Oviedo en las pági-
nas de L’Humanité al grito de «¡Gloria al más
heroico movimiento proletario de Occidente
desde la Comuna de París de 1871!».
Lejos de Europa, el público norteamerica-
no también se conmovió con los sucesos de
octubre. El periodista del New York Post Jo-
hannes Steel cruzó los Pirineos por el paso
de la Jonquera, realizó algunas entrevistas en
Barcelona y, en Oviedo, plasmó la destruc-
ción de la ciudad y señaló que era la primera
vez en su historia que el Gobierno español
empleaba tropas extranjeras contra su propio
pueblo. No sería la última.
ASC
EFE
la UGT y los comunistas se repartían el poder.
Como símbolo de sus excesos, queda la voladura
de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, que
se produjo tras una semana de combates, cuan-
do el desaliento cundía ya en la pirámide de la
revuelta. Desde Ramón González Peña, Belarmi-
no Tomás y Teodomiro Menéndez —tres de los
dirigentes que se significaron en el octubre ro-
jo— hasta el último de los obreros, todos sabían
que la derrota era inevitable.
La prensa conservadora
multiplicó los desmanes
de la insurrección
alimentando entre la
población el
«terror rojo»
DESTRUCCIÓN
EN OVIEDO.
El general López Ochoa había irrumpido desde Durante la
Lugo para sofocar la revuelta. Tenía órdenes de revolución la
evitar el derramamiento de sangre, por lo que ciudad de Oviedo
sufrió daños
pactó con el citado Tomás la rendición de sus
considerables.
hombres. A partir del día 12, la Legión y los re- En la imagen,
gulares marroquíes del general Yagüe, que a la ruinas de un
sazón se encontraba en situación de disponible instituto destruido
forzoso, se anduvieron con menos miramientos, por disparos
y el comandante de la Guardia Civil Lisardo Do- de artillería
(noviembre
val, nombrado delegado para el orden público de 1934).
en Asturias y León, inscribiría su nombre en las
páginas más tétricas de la represión, que se llevó
por delante a personajes como el periodista Luis
de Sirval. Detrás de todo se encontraba Franco,
que dirigió las operaciones desde el ministerio
de Guerra y aplastó sin piedad a los obreros.
Aunque los comités revolucionarios persiguie-
ron el pillaje, en el curso de la insurrección
treinta y dos sacerdotes fueron asesinados y
unos cincuenta edificios, tanto religiosos co-
mo civiles, resultaron saqueados e incendiados,
para regodeo de una prensa conservadora que
multiplicó los desmanes y alimentó entre la po-
blación el «terror rojo». De las veintitrés
MUY HISTORIA 25
 EL HOMBRE QUE DIO EL GOLPE
luís Companys, el hombre que pro- de Rabassaires, el sindicato agrario que Tras los hechos de octubre, el Gobier-

L clamó el Estado Catalán dentro de

la República Federal Española, no
parecía un nacionalista exaltado. En-
tre junio y septiembre de 1933 había
ocupado la cartera de Marina en el
tercer Gobierno de Azaña, y la muerte
de Francesc Macià, líder de Esquerra
Republicana, el 25 de diciembre de
aquel año, lo había aupado a la presi-
dencia de la Generalitat.
Durante esos diez meses de Gobierno,
marcados por el choque con Madrid a
raíz de la Ley de Contratos de Cultivo,
anulada por el Tribunal de Garantías
Constitucionales, Companys buscó
un equilibrio entre las fuerzas políticas
y sociales que trataban de imponer su
agenda en Cataluña, en particular la
Alianza Obrera —surgida, precisamen-
te, en esa Comunidad—, que se había
atraído a sus filas a la poderosa Unió
EFE
tradicionalmente nutría a Esquerra.
La Alianza se sumó a la convocato-
ria de la huelga general y pegó car-
teles por toda la ciudad, exaltando a
las masas trabajadoras ante la inmi-
nente proclamación de la república
catalana. Entre la espada y la pared,
Companys consultó a su consejero de
Gobernación, Josep Dencàs, acerca
del comunicado que debía leer en el
balcón, y este, que no tardaría en huir
de las tropas gubernamentales por
una alcantarilla, contemporizó con la
opción más «moderada», esto es, la
llamada a una «república federal» que,
en el fondo, sirvió, acaso, para tem-
plar el clima reinante de revolución
social. Cuando el presidente concluyó
su prédica, se dirigió a los suyos y les
dijo: «Ahora ya no diréis que no soy
suficientemente catalanista».
no de la Generalitat fue recluido en un
vapor en el puerto de Barcelona, el
Uruguay, a la espera de juicio por rebe-
lión militar. Finalmente, el Tribunal de
Garantías Constitucionales condenó a
Companys a treinta años de prisión e
inhabilitación, y un consejo de guerra
dictó penas de muerte contra los milita-
res Enrique Pérez Farrás, Joan Ricart y
Federico Escofet, conmutadas por ca-
dena perpetua (al igual que los políticos,
se beneficiarían de la amnistía de 1936).
El fracaso de la sedición, al que ha-
bría que agregar un irreprimible sen-
timiento de vergüenza por su escasa
duración —¡diez horas!—, no resultó
gratuito. «Cataluña —sentenció Gaziel
en La Vanguardia el 26 de octubre de
1934— está enferma desde hace si-
glos. Es el tumor de España, que a ve-
ces dormita y a veces estalla».

sentencias a muerte dictadas por los tri-
bunales, se ejecutaron dos, en las personas del
sargento Diego Vázquez y de Jesús Argüelles, el
Pichilatu, a quien le imputaron una matanza en
Oviedo de muy dudosa autoría.
EL ESTADO CATALÁN
En 1932, el estatuto de Núria bendijo a Cataluña
con un Gobierno y un Parlamento propios y le
asignó numerosas competencias. Dos años des-
pués, aquel logro del encuentro y el diálogo saltó
por los aires cuando Lluís Companys, presidente
de la Generalitat, se dirigió a la concurrencia el 6
de octubre de 1934, en un discurso retransmitido
por Unión Radio Barcelona. «Catalanes —dijo—:
las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un
tiempo a esta parte pretenden traicionar la Re-
pública han logrado su objetivo y han asaltado el
poder». Se refería, una vez más, a la entrada de

26 MUY HISTORIA
 Con las cárceles llenas
de sospechosos,
las Cortes suspendieron
el régimen autonómico
el 2 de enero de 1935
tres miembros de la CEDA en el Gobierno, pero
su desafío solo convenció a los más acérrimos
de sus seguidores y decepcionó al resto (meses
antes, el periodista Gaziel, director de La Van-
guardia, le había advertido de que Cataluña no
estaba «para meterse en una guerra civil»).
La sangre, como era previsible, llegó al río: se EFE

contabilizaron cuarenta y seis muertos, y eso que PROCESO.

la mayoría de historiadores coinciden en ponde- Juicio en el
rar la figura del general Domingo Batet, quien, de la experiencia —apuntó Companys desde el Gobierno Militar
tras declarar el estado de guerra en la región, mismo balcón de la Generalitat, repuesto ya en y ante el
no se excedió en el uso de la fuerza y rindió, en su ‘trono’—. Volveremos a sufrir, volveremos a Consejo de
Guerra contra
apenas unas horas, las defensas de la plaza de la luchar y volveremos a ganar». cuatro
República y el palacio de la Generalitat, coman- La revolución de 1934 fue, pues, un fracaso. revolucionarios,
dadas por el coronel Federico Escofet. Los insurgentes no escondieron sus cartas y condenados
Tras la tempestad y con las cárceles llenas de permitieron que el Estado midiese la respuesta. a cadena
sospechosos (¡hasta Manuel Azaña tuvo que de- Además, los organizadores pecaron de imprevi- perpetua.
mostrar que no estaba implicado en los hechos!), sión y, salvo en Asturias, la todopoderosa CNT
las Cortes suspendieron el régimen autonómico se hizo a un lado. El revés abrió un periodo de
CATALUÑA.
el 2 de enero de 1935 y un gobernador general reflexión en las izquierdas que, mitigada la fiebre Lluís Companys
—hubo siete hasta febrero de 1936— administró de la revolución proletaria, se prepararon para proclama la
la región hasta que las aguas volvieron, por po- una nueva contienda, esta vez en las urnas, bajo República
co tiempo, a su cauce. «Recogemos las lecciones la batuta del Frente Popular. MH Catalana desde
el balcón de la
Generalitat.
GETTY

MUY HISTORIA 27
ALBUM
 VÍSPERAS DE SANGRE
En las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 se manifestó
la polarización de la vida política, que comenzó con la fracasada
Revolución de 1934 y la consiguiente represión. Los principales partidos de la
izquierda se presentaron en una coalición denominada Frente Popular.

DAVID CASADO RABANAL

PERIODISTA Y DIVULGADOR

n enero de 1936, los principales partidos de iz-
quierda, incluidos el minúsculo PCE y el Front
d’Esquerres de Catalunya, formaron el llamado
Frente Popular, una coalición electoral creada
para concurrir en bloque a las elecciones gene-
rales convocadas para el miércoles 12 de febre-
ro. Tras la celebración de estos comicios y la publicación
de sus resultados el lunes 16 de febrero, la coalición al-
canzó los 263 diputados al Congreso, mientras que las
formaciones de la derecha solo lograron 156 escaños.
De ahí que la victoria del Frente Popular encumbrara
poco después a Manuel Azaña a la presidencia de la Se-
gunda República. Concluía así el segundo bienio repu-
blicano —denominado por las izquierdas como Bienio
Negro—, comprendido entre las elecciones generales
de noviembre de 1933 y las de febrero de 1936. Algo
más de dos años durante los cuales gobernaron los par-
tidos de centro-derecha encabezados por el Partido Re-
publicano Radical, de Alejandro Lerroux (1864-1949),
aliados con los católicos de la Confederación Española
de Derechas Autónomas (CEDA) y los latifundistas del
Partido Agrario, primero desde el Parlamento y luego
participando en el Gobierno. Precisamente, la entrada
de la CEDA en el Ejecutivo desencadenó el suceso más
importante de ese periodo: la Revolución de octubre
de 1934.
Ahora bien, el rechazo y la frustración que produjo el
triunfo del Frente Popular en los estamentos más conser-
vadores, incluida la Iglesia y buena parte del Ejército, lo
expresó bien a las claras el exministro y líder de la CEDA,
José María Gil-Robles y Quiñones (1898-1980) en un
discurso en el Congreso, dando la réplica al programa de
gobierno presentado por Manuel Azaña (1880-1940) el
15 de abril. Gil-Robles declaró que «no esperaba nada del
régimen democrático y que no le quedaba más remedio
que animar a los suyos para que se unieran a los partidos
que les ofrecían el aliciente de la venganza». Y con una
oratoria casi apocalíptica, lanzó una grave amenaza: «La
mitad de la Nación que no se resigna implacablemente a
morir, si no puede defenderse por un camino, se defen-
derá por otro… Cuando la guerra civil estalle en España,
que se sepa que las armas las ha cargado la incuria de un
Gobierno que no ha sabido cumplir con su deber, fren-
te a los grupos que se han mantenido dentro de la más
estricta legalidad». Y concluyó su intervención con una
arenga casi bélica: «Es preferible saber morir en la calle a
ser atropellado por cobardía».
COMIENZA LA PRIMAVERA NEGRA
Las formaciones políticas y sociales de la derecha precipi-
taron así la ruptura con el régimen republicano. Tampoco
ayudó el silencio cómplice de las acobardadas clases me-
dias y pudientes de la sociedad española, para entonces
ya divididas entre dos bandos irreconciliables entre sí.
De hecho, el triunfo electoral del Frente Popular supuso
el comienzo de la ola de atentados contra las autoridades
republicanas, que el 14 de marzo precipitó el encarcela-
miento de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936),
hijo del dictador Miguel Primo de Rivera y fundador de
Falange Española, acusado de ser el presunto instigador
de una buena parte de ellos. Tras la reclusión de su líder,
el partido pasó a la clandestinidad y el círculo vicioso
de atentados y represalias fue creciendo de manera ex-
ponencial, orquestado por las fuerzas más reaccionarias
con la ayuda impagable de los comités y pistoleros anar-
quistas, opuestos a la existencia de un Estado burgués.
Fue el inicio de la llamada Primavera Negra en Madrid,
de la que los historiadores hablan como el mal presa-
gio de la guerra que se avecinaba. Este clima tormentoso
de gran agitación y tensión social, que el débil o bien-
intencionado gobierno de Santiago Casares Quiroga
(1884-1950) resultó incapaz de capear, se dejó sentir con
los numerosos y violentos altercados protagonizados

MUY HISTORIA 29
 estudiante de Derecho, sirvió a los propósitos
del líder del partido. Al día siguiente, con el con-
sentimiento de José Antonio, tres militantes de
su formación atentaron contra el profesor Luis
Jiménez de Asúa (1889-1970), un prestigioso ju-
rista y diputado nacional del PSOE. Abatieron
a su escolta, el policía Jesús Gisbert, quien he-
roicamente se interpuso entre su protegido y los
asesinos. El día de su funeral, los manifestantes
de la izquierda quemaron dos iglesias y la sede
del periódico La Nación, órgano y portavoz del
partido monárquico Renovación Española.
Las consecuencias de todo ello fueron que el
sábado 14 de marzo, el director general de Segu-
ridad, José Alonso Mallol, ordenó el mencionado
arresto de José Antonio Primo de Rivera y otros
dirigentes de su partido, acusados de tenencia
ilícita de armas. La represalia por la detención
de sus líderes no se hizo esperar y el lunes 16 de
marzo, una cuadrilla falangista prendió fuego a
la casa del exministro y líder socialista Francisco
Largo Caballero (1869-1946). La participación
de José Antonio en la planificación del atentado
no se pudo probar, y la cúpula de Falange tomó
la decisión de vengarse atentando contra el juez
Manuel Pedregal, quien los había mandado a
prisión. El lunes 13 de abril lo asesinaron, como
ASC

AZAÑA, una advertencia dirigida a todos los miembros

PRESIDENTE. de la Judicatura. Días después, también atentaron
Las elecciones por los jóvenes falangistas, carlistas y anarquistas, contra el político de izquierdas Eduardo Ortega y
de 1936 sumados a los asesinatos y ajustes de cuentas se- Gasset, hermano del filósofo.
devolvieron a lectivos que alimentaban y justificaban los odios
Azaña a la
presidencia del desatados de unos y otros.
Gobierno, que Poco antes de la fusión en febrero de 1934 con la LOS SUCESOS SE PRECIPITAN
ya había Falange Española de las Juntas Ofensivas Nacio- La ruptura definitiva ocurrió unas horas después,
ostentado entre nal-Sindicalista, el primer grupo fascista español en la lluviosa mañana del martes 14 de abril, du-
1931 y 1933, creado en 1931 por el joven Ramiro Ledesma rante los actos conmemorativos del V Aniversario
para después
ser investido
Ramos (1905-1936), José Antonio ya recibía fi- de la Proclamación de la Segunda República. Ese
como presidente nanciación de los sectores más conservadores y día, resultó muerto el alférez Anastasio de los Re-
de la República, patricios. El conocido como Pacto de El Esco- yes López (1888-1936), miembro de la Guardia
sustituyendo a rial, vinculó a la Falange con los monárquicos de Civil, quien asistía vestido de paisano al desfi-
Niceto Alcalá- Renovación Española y, consecuentemente, con le institucional del Ejército y la Benemérita por
Zamora.
los grupos implicados en la conspiración militar el Paseo del Prado y el de Recoletos. Tras recri-
que estos alentaban. F.E. y de las JONS perpetró minar a un grupo de jóvenes anarquistas, que
atentados y actos terroristas a fin de provocar la abuchearon el paso de sus compañeros dando
desestabilización política del régimen republi-
cano y la reacción violenta de la izquierda, para
justificar el futuro golpe de Estado y la necesidad
de una intervención militar. El director general
El riesgo que suponía la violencia callejera solo
debilitaba a las autoridades gubernamentales, de Seguridad, José
pero tras los ridículos resultados obtenidos por
la Falange en las elecciones de febrero quedó cla- Alonso Mallol, ordenó el
ro que la formación contaba con mucho menos
apoyo social del que presumía tener. Sin embar- arresto de José Antonio
go, la muerte a tiros el miércoles 11 de marzo en
Madrid del joven falangista Juan José Olano, un Primo de Rivera
30 MUY HISTORIA
 ¡vivas! a los mineros asturianos, el militar reci-
bió un tiro por la espalda, sin duda procedente
de aquel grupo de exaltados.
Este vil asesinato, junto con el entierro multitu-
dinario que le siguió dos días después, agravado
por el escándalo que supuso la prohibición de
cualquier duelo público, ordenada por el mi-
nistro de la Gobernación, Juan Moles Ormella
(1871-1945) —que torpemente exigió celebrar
su sepelio con la sola asistencia de familiares y
allegados—, fue el detonante de nuevos distur-
bios. Cierto que la protesta estuvo organizada
por las fuerzas de la derecha, pero el Ejecutivo
resultó incapaz de identificar a los culpables y,
desobedeciendo las órdenes del Gobierno, al
funeral acudieron los diputados José María Gil-
Robles y José Calvo Sotelo, quienes asumieron
la presidencia civil del cortejo fúnebre. Y encen-
didos los ánimos al llegar la populosa comitiva
al Paseo de la Castellana, varios agitadores no
identificados dispararon contra la multitud. Los
falangistas que habían acudido a la manifesta-
ción, respondieron a su vez a los tiros abriendo
fuego con sus armas, encaminándose luego has-
ta la Carrera de San Jerónimo con la intención
de asaltar el Palacio de las Cortes. Como con-
secuencia de la represión ejercida sobre todos
GETTY
los asaltantes a la sede del Congreso, también
murió el joven Andrés Sáenz de Heredia, pri-
mo hermano de José Antonio Primo de Rivera,
debido a los disparos efectuados por uno de los
hombres de la sección de la Guardia de Asal-
to que mandaba el teniente José del Castillo y
Sáenz de Tejada. Además, el joven militante
carlista y estudiante de medicina, José Luis Lla-
guno Acha fue supuestamente alcanzado por un
disparo a quemarropa del teniente en la plaza de
Manuel Becerra, resultando herido de gravedad.
Tras la gran demostración de fuerza que reali-
zan las organizaciones sindicales con motivo de
la festividad del Primero de Mayo, los pistoleros
de la derecha recrudecen su política terrorista de
atentados selectivos, siguiendo las directrices se-
cretas del general de brigada Emilio Mola Vidal JOSÉ MARÍA
(1887-1937), elegido como director de la conspi- GIL-ROBLES.
A finales de
ración y miembro destacado de la Unión Militar febrero y
Española, organización en la sombra que dirige principios de
el general José Sanjurjo Sacanell (1872-1936) marzo de 1933
desde su exilio en Estoril. participó en la
creación de la
Confederación
Española de
EL ASESINATO DE FARAUDO Derechas
Creada en la clandestinidad, la UME comenzó Autónomas
al mando del teniente coronel retirado, Emilio (CEDA), al
integrar en ella a
Acción Popular.
MUY HISTORIA 31

ALBUM
FALANGE
ESPAÑOLA
ILEGALIZADA. Rodríguez Tarduchy, íntimo amigo de Sanjur-
El 17 de marzo jo y uno de los primeros militares afiliados a la
de 1936, un
tribunal declaró
Falange Española. La asociación, pensada para
a Falange defender los intereses castrenses y combatir las
organización reformas de Azaña, enseguida recurrió al terro-
ilegal por rismo y los asesinatos selectivos, impulsados por
tenencia ilícita el comandante Bartolomé Barba Hernández, su-
de armas y
actividades
cesor de Tarduchy. Azaña, figura carismática de
violentas. En la la política española del siglo xx, se había inspira-
imagen, José do en la Tercera República francesa para tratar de
Antonio Primo reformar el país, impulsando la educación laica,
de Rivera en la depurando el Ejército y sometiéndolo al poder
cárcel Modelo
civil elegido, además de querer limitar la in-
de Madrid, con
varios detenidos fluencia de la Iglesia y poner en marcha grandes
del Sindicato reformas agrarias, electorales y administrativas.
Español Comentando a la prensa estos aciagos suce-
Universitario. sos, el líder socialista Indalecio Prieto Tuero
(1883-1962), denunció indignado: «Hemos des-
cubierto que el fascismo ha prendido con fuerza
en las organizaciones militares». Y desde luego
no le faltaba razón. Prieto era uno de los pocos
políticos que concitaba las últimas esperanzas
de reconducir la situación. En el discurso que
pronunció en Cuenca con motivo del primero
de mayo, se reveló como un hombre de Estado,
planteando la cuestión de la violencia bajo la pre-
ocupación «del inmediato estallido fascista…,
que impide el logro de la justicia social basada en
En los registros en locales de Falange se hallaron
armas, municiones, bombas y líquidos inflamables
32 MUY HISTORIA
un crecimiento económico planificado que solo
puede poner en marcha un Gobierno fuerte…,
puesto que lo que no soporta una nación es el
desgaste de su poder público y de su propia vita-
lidad económica, manteniendo el desasosiego, la
zozobra y la intranquilidad».
Lástima que se equivocara rechazando unos días
después el ofrecimiento del presidente Manuel
Azaña para formar el nuevo Gobierno, debido a
la oposición de la facción del Partido Socialista
liderada por Largo Caballero, contraria a pactar
con los republicanos y azañistas. Prieto renunció
a convertirse en jefe del Consejo de Ministros
por no partir en dos al PSOE y por ello, Azaña
recurrió a su buen amigo Santiago Casares Qui-
roga para formar el Ejecutivo, sin considerar que
al estar enfermo de tuberculosis este no podía ser
el candidato fuerte y capaz de reconducir aquella
situación explosiva.
Por desgracia, las palabras de Prieto resultarán
proféticas, con el nuevo asesinato del capitán de
ingenieros Carlos Faraudo y de Micheo (1901-
1936), abatido al anochecer del viernes 8 de
mayo mientras caminaba junto con su mujer,
Elena Guiloche, por el barrio de Salamanca. Fa-
raudo era un oficial de prestigio y un destacado
miembro de la Unión Militar Republicana y An-
tifascista (UMRA), réplica de la UME, afiliado
al PSOE y amigo personal de Largo Caballero.
El entierro de Faraudo resultó multitudinario y
en el mismo se dieron cita algunos destacados
miembros del Ejército y varios dirigentes polí-
ticos de izquierda, incluidos el comunista Jesús
Hernández Tomás (1907-1971), el socialista,
jurista y diplomático, Julio Álvarez del Vayo
(1891-1975), y un joven Santiago Carrillo (1915-
2012), convertido en el líder de las Juventudes
Socialistas Unificadas. Los tres hicieron uso de
la palabra pronunciando vibrantes discursos a
los congregados en el cementerio civil, exigien-
do al Gobierno que obrara con más energía en
la represión de las provocaciones fascistas y re-
accionarias.
Para Castillo, este atentado reafirmó su deseo de
plantar cara a los asesinos de militares fieles a la
República, y proseguir con la tarea de Faraudo
entrenando a las milicias socialistas. Pero sin él
saberlo, su nombre ya es el siguiente en las listas
de la UME. De ahí que a los pocos días, también
él sufre dos atentados fallidos y, conscientes del
peligro que corre su instructo. El teniente mi-
ASC

JUNTAS DE OFENSIVA NACIONAL-

SINDICALISTA. Fundadas por Onésimo
Redondo y Ramiro Ledesma (a la dcha.), en 1934
se fusionaron con Falange Española. Fueron
las pioneras en adoptar como símbolo el yugo y
las flechas, originalmente emblema de los
monarcas católicos (arriba).

nusvalora los riesgos y, confiado en su buena

suerte, incluso tiene el ánimo de celebrar sin
mayor dilación su boda por lo civil, casándose
con su novia Consuelo Morales el miércoles 20
de mayo. La felicidad de la pareja durará bien
poco, apenas 53 días de casados.

LA JUSTICIA REPUBLICANA
Mientras José Antonio Primo de Rivera está
cumpliendo en la prisión de Alicante las con-
denas que le han sido impuestas, la Sala de
Gobierno del Tribunal Supremo, presidida por
el magistrado Demófilo de Buen, designa como
juez especial para la represión de los delitos de
terrorismo, con jurisdicción en todo el terri-
torio nacional, a Federico Enjuto Ferrán. Este
magistrado abre un nuevo sumario, en el que se
incluye la relación de atentados cometidos por
los miembros afectos a la Falange desde el 16 de
febrero en adelante, elaborada por la División de
Investigación Social. En dicha relación también
se da cuenta de los registros llevados a cabo en
los locales de Falange por las fuerzas del orden
público, en los que se encontraron armas, muni-
ciones, bombas y líquidos inflamables.
Enjuto acusó a Primo de Rivera y los principales
dirigentes de su partido de organizar y encubrir
estas acciones terroristas. En el sumario del juicio
consta la declaración prestada por José Antonio,
quien, preguntado si reprueba los asesinatos
cometidos por la Falange, responde que «no
considera airoso desautorizarlos». Es lógico que
los escritores falangistas, cómplices y encubrido-
res de aquellos actos, justificaran estos delitos y
desvalorizaran la labor de los jueces y tribunales
republicanos, tachándolos de bolcheviques. Tam-
bién reprobaron la violencia institucional, que es
la que se ejercía desde la democracia, a la que
GETTY

ASC
ASC
LUIS
JIMÉNEZ DE
ASÚA. El jurista ellos oponían una «resistencia heroica». Primo
y diputado del de Rivera, abogado de excelente oratoria, habló
PSOE era el
de «el santo horror que todo catilinario siente por
objetivo real
de los tres los preceptos legales». Y citando al jurista checo
falangistas que Hans Kelsen y su Teoría pura del Derecho, señaló
abatieron a su «que en la democracia no había espacio para los
escolta. Su que tengan temperamento de jefes».
motivación era
vengar la muerte
a tiros el
miércoles 11 EL ASESINATO DEL TENIENTE CASTILLO
de marzo en El domingo 12 de julio, coincidiendo con el fi-
Madrid del nal de las fiestas pamplonicas de San Fermín, los
estudiante Juan aficionados pudieron asistir a la última corrida
José Olano.
de toros que se celebró en Madrid, interrumpi-
das durante los tres años siguientes. Fue en este
espectáculo, en donde los toros derramaron la
primera sangre vertida en aquella calurosa y fatí-
dica jornada de verano, en la que fue asesinado el
teniente Castillo. El militar, gran aficionado a la
tauromaquia, había acudido por la tarde al feste-
jo de la nueva plaza de Las Ventas y, tras regresar
a su domicilio para vestirse de uniforme porque
esa noche entraba de servicio en el Cuartel de
Pontejos, dio un largo paseo con su mujer por la
Gran Vía, antes de dejarla, poco antes de las diez
horas, cerca de su domicilio en la calle Augusto
Figueroa. Pocos minutos después, Consuelo oyó
varios disparos seguidos y muy alarmada acudió
corriendo al final de la calle.
Castillo resultó tiroteado y cayó abatido en la
esquina de Augusto Figueroa con la calle Fuenca-
rral, junto al pequeño oratorio del Humilladero
34 MUY HISTORIA
JESÚS
GISBERT.
El agente de
Vigilancia
Jesús Gisbert,
escolta de Luis
Jiménez de
Asúa, falleció
tras recibir dos
disparos en el
atentado
contra el
catedrático, el
12 de marzo
de 1936. A la
izda., una
imagen de su
entierro.
(Capilla de Santa María del Arco). En la ermita
quedaron los impactos de las balas procedentes
de las armas de cuatro sicarios que se dieron a la
fuga. Lo más probable, carlistas pertenecientes a
los Tercios del Requeté, en opinión del hispanista
Ian Gibson, o bien falangistas, según los historia-
dores Paul Preston y Gabriel Jackson. El teniente
intentó desenfundar su pistola reglamentaria sin
conseguirlo y su cuerpo se desplomó sobre el
suelo, antes de ser atendido por el primer tran-
seúnte que acudió a socorrerlo, el periodista Juan
de Dios Fernández Cruz. Él fue quien escuchó
sus últimas palabras: «¡Por favor! Lléveme con
mi mujer, que hace poco se ha separado de mí».
El mismo Juan de Dios, asistido por Consuelo,
que llegó corriendo y gritando entre lágrimas al
encuentro con su marido, trasladaron en taxi al
moribundo a la cercana Casa de Socorro de la
calle Ternera, en donde Castillo ingresó cadáver.
La noticia del atentado corrió como la pólvo-
ra y en menos de media hora, una multitud de
periodistas y de compañeros del teniente se con-
gregaron a las puertas del centro sanitario. Los
gritos de indignación y venganza no se hicieron
esperar y, en ese mismo lugar, los mandos del
Cuartel de Pontejos pusieron en marcha una am-
plia operación policial en busca de los asesinos.
Antes de la medianoche, por disposición de José
Alonso Mallol, el cuerpo del finado fue condu-
cido a la Dirección General de Seguridad, en
donde tuvo lugar el velatorio del cadáver al que
acudieron algunos políticos de izquierda, como
el diputado y dirigente del grupo socialista en el
Congreso, el doctor Juan Negrín, futuro presi-
dente del Gobierno republicano. Por la mañana,
el asesinato del teniente Castillo colmaba la pa-
ciencia del Ejecutivo, hasta el punto de que su
portavoz culpaba abiertamente a los pistoleros de
Falange de aquella vil ejecución, al tiempo que la
prensa más afín a la República exigía «detener
la creciente agresión fascista contra los oficiales
afectos al Frente Popular».
EL MITO DEL TERROR ROJO
En la actualidad, no deja de sorprender que siga
manteniéndose la tesis de que el golpe de Estado
del 18 de julio se dio para poner fin al supuesto
«terror rojo» de la primavera sangrienta de 1936,
cuando los hechos desmienten esta falacia y la
realidad fue justo lo contrario. Así lo demues-
tran hoy los datos aportados por el profesor
Ángel Viñas, e historiadores como Francisco
Sánchez Pérez y José Luis Ledesma, quienes ar-
gumentan que antes de la Guerra Civil no hubo
ninguna violencia revolucionaria, salvo la de
Octubre de 1934, como tampoco una dinámi-
ca de exterminio ni liquidación de los enemigos
de clase, y hasta la muerte del protomartir José
Calvo Sotelo, consecuencia directa del asesina-
to de Castillo, nunca se asesinó a las gentes de
ASC
ña de no ser por los aciagos acontecimientos que
desencadenó. Su asesinato motivó, en venganza,
el secuestro y ejecución, por algunos de sus com-
pañeros, de uno de los políticos más inteligentes,
cultos y señalados de la época: José Calvo Sote-
lo (1893-1936), exministro de Hacienda con la
Dictadura de Primo de Rivera y líder del partido
monárquico Renovación Española. La tesis más
comúnmente aceptada por los historiadores es
que los compañeros del teniente Castillo, y en
especial su amigo Fernando Condés, juraron
vengarse ante su cadáver y apenas dos horas des-
pués del atentado, varios miembros de la Guardia
de Asalto y algunos escoltas de las milicias so-
cialistas se dieron cita en Pontejos, para llevar a CUARTEL DE
cabo su propósito. Pero lo cierto es que, en medio PONTEJOS.
Del cuartel de la
de la indignación general, un grupo de policías Guardia Civil
se quejaron al ministro Juan Moles de la impu- ubicado en la
nidad que disfrutaban las Centurias de Falange, Real Casa de
y le pidieron su autorización para buscar y dete- Postas (bajo
ner a los pistoleros ya fichados por la policía. El estas líneas)
partió el
ministro aceptó, siempre y cuando estos fueran vehículo en el
entregados a la autoridad judicial. que Calvo
Esa misma noche, desde Pontejos partieron va- Sotelo recibiría
rias camionetas policiales provistas de las listas dos tiros en la
de falangistas a los que apresar. La operación nuca la
madrugada del
corrió a cargo del comandante Ricardo Burillo
13 de julio.

orden. Ledesma y Sánchez combaten este mito

con datos: el número de empresarios o grandes
propietarios que fueron asesinados en los meses
anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de religio-
sos es inexistente. Por lo que sabemos, murieron
más empresarios y oligarcas identificados con
sus nombres y apellidos, entre 1919 y 1923 en
toda España, que en la primavera de 1936. Y con
respecto a los religiosos, basta decir que el 4 de
junio de 1923 fue asesinado por dos anarquistas
el arzobispo y cardenal Juan Soldevila, lo que no
volvió a ocurrir en toda la República hasta des-
pués del inicio de la Guerra Civil.
Lo más probable, es que la muerte del teniente
de la Guardia de Asalto hubiera sido una más de
los ajustes de cuentas contra los militares de la
UMRA tiroteados por pistoleros de la derecha,
y su nombre no figuraría en la historia de Espa-

Castillo fue trasladado

a la Casa de Socorro de
la calle Ternera, donde
ingresó cadáver
ASC
LA NOCHE
DE LOS
SUCESOS. Stholle, un destacado miembro de la UMRA y de
Tras el asesinato filiación comunista, al que Franco fusiló en 1940,
de Castillo, un
grupo de
acusado de haber sido el inductor del asesinato
policías pidieron de Calvo Sotelo. Uno de estos vehículos, cubierto
al ministro Juan con una capota de lona y dotado de cuatro filas
Moles su de asientos dobles de cuero, se puso al mando
autorización del capitán Condés, quien se hizo acompañar de
para buscar y
detener a los
cuatro guardias de asalto y dos guardaespaldas
pistoleros de las de las milicias socialistas, Luis Cuenca Estevas y
Centurias de Santiago Garcés. Se trataba de dos escoltas de su
Falange ya confianza, pertenecientes a la conocida agrupa-
fichados ción de La Motorizada, que él mismo instruía y
por la policía.
que era la encargada de garantizar la seguridad
de los dirigentes del PSOE y la UGT.
Por su cuenta y riesgo, el grupo de Condés pre-
firió buscar a los políticos más señalados de la
derecha, empezando por el dirigente de Renova-
ción Española, Antonio Goicoechea Cosculluela
(1876-1953), el líder monárquico y catalán del
que sospechaban había adquirido miles de fusiles
en Italia para equipar a los Tercios del Requeté,
pero este no se encontraba en su domicilio. Op-
taron entonces por dirigirse a la calle Velázquez,
en donde residía el jefe de la CEDA, José María
Gil-Robles, al que tampoco apresaron por estar
de vacaciones en Biarritz. Fue entonces, yendo de
camino por esa arteria del barrio de Salamanca,
cuando alguien recordó que el exministro y di-
putado José Calvo Sotelo, quien recientemente se
había declarado como fascista, vivía en un apar-
tamento del número 89. Eran alrededor de las
tres de la madrugada del lunes 13 de julio cuando
la patrulla policial se detuvo frente al inmueble.
Burlando a los escoltas que hacían guardia en la
entrada del edificio con una orden falsa de regis-
tro, el líder monárquico más activo y carismático
fue despertado y levantado de su cama sin mira-
mientos. Condés le pidió que se vistiera lo antes
posible para conducirle a la Dirección General de
36 MUY HISTORIA
Seguridad, en donde iba a ser interrogado, pero
Calvo Sotelo se resistió, aduciendo su condición
de diputado e inmunidad parlamentaria. El ca-
pitán se identificó entonces como miembro de la
Guardia Civil y, al parecer, este extremo tranqui-
lizó al político, quien se resignó a acompañarles
después de despedirse de su familia, a la que
prometió telefonear desde la propia D.G.S. Pero
nunca llegó a la sede de la Seguridad del Estado.
De camino a la Puerta del Sol Luis Cuenca le dis-
paró a bocajarro dos tiros en la nuca dentro del
vehículo. Sorprendidos y alarmados todos los de-
más ocupantes del furgón, y sin saber muy bien
qué hacer, al final se encaminaron al Cementerio
del Este (La Almudena), en cuyo depósito de ca-
dáveres abandonaron el cuerpo de Calvo Sotelo,
que sería identificado el mediodía del 13 de julio.
«VENGAR TU MUERTE Y SALVAR
A ESPAÑA»
Condés se presentó a primera hora de la mañana
en la sede del PSOE, solicitando hablar con un
dirigente de peso. Le atendió el vicepresidente y
diputado Juan Simeón Vidarte, a quien confesó
lo sucedido. Escandalizado, Vidarte le manifes-
tó su repugnancia y se negó a defenderlo como
abogado, aconsejándole que se entregara a las au-
toridades. Nada más tener noticia del asesinato
de Calvo Sotelo, Julián Zugazagoitia, director de
El Socialista, también acudió a Ferraz para in-
formarse de primera mano por Vidarte, al que
expresó su temor sentenciando: «Me temo que
este atentado es la guerra».
Apenas unas horas después, Condés, Cuenca y el
resto del grupo fueron detenidos por la policía,
sin que ninguno de ellos ofreciera resistencia.
En el multitudinario sepelio que se organizó
en torno a la muerte de José Calvo Sotelo (la
mañana del 14 de julio), el orador principal
fue Antonio Goicoechea, quien juró: «imitar tu
ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España». Y
en efecto, él fue quien contando con el beneplá-
cito y la recomendación de Alfonso XIII, había
presidido la delegación monárquica que el 31
En lugar de falangistas,
el grupo de Condés
prefirió buscar a los
políticos más señalados
de la derecha
 ALBUM
ASC

de marzo de 1934 se entrevistó en Roma con

Benito Mussolini, suscribiendo un pacto secre-
to contra el régimen republicano y de alianza
entre alfonsinos y carlistas con la Italia fascista
de Víctor Manuel III. De ahí que un mes an-
tes (14 de junio) del asesinato de Calvo Sotelo
hubiera conseguido del Gobierno italiano el
envío de más armas y recursos financieros, con
los que poder sostener e incrementar los escua-
drones de la muerte encargados de subvertir el
orden constitucional de la Segunda República,
justificando así la necesidad de la inmediata su-
blevación militar.
Aquel mismo día tuvo lugar una tormentosa
sesión en el hemiciclo del Palacio de las Cortes
Dando voz a los monárquicos de Renovación
Española y los carlistas, el aristócrata Fernando
Suárez de Tangil, marqués de Covarrubias y con-
de de Vallellano, implicado en la conspiración FUNERALES.
militar, insultó gravemente a los diputados del El entierro de
Frente Popular llamándoles «homicidas y polí- general Sanjurjo, hasta entonces cabeza de la Calvo Sotelo
ticos rastreros», y anunció que «ese mismo día conspiración y que nunca habría consentido que (sobre estas
todos los monárquicos abandonaban el Parla- «Miss Islas Canarias» —apodo por lo mucho que líneas) se
celebró el día 14
mento y consideraban muerta a la República». se dejaba cortejar— le pudiera disputar el poder. a las cinco de la
Una tesis a la que también se sumó Gil-Robles, Con todas las reservas que se quieran adoptar, tarde en el
en cuanto el presidente de la Cámara, Martínez resulta innegable que las muertes de Castillo y cementerio del
Barrio, le concedió la palabra. El diputado de la Calvo Sotelo resumen y ejemplifican mejor que Este, solo unas
CEDA acusó al Gobierno de Casares Quiroga cualesquiera otros sucesos, la atmósfera de ex- horas después
del sepelio del
del desorden y la violencia desatados por todo trema violencia que en esos días se respiraba en teniente Castillo
el país y, conociendo la inminencia del golpe mi- España. Todo lo acontecido durante esas trágicas (arriba a la
litar, amenazó a sus señorías del Frente Popular horas llenó de amargura a Indalecio Prieto, que izquierda) en el
advirtiéndoles: «Que serían las primeras víctimas interpelado por los periodistas acreditados en el cementerio civil
del conflicto que se estaba gestando». Congreso declaró: «No hay hipérbole alguna en de Madrid,
aledaño a aquel.
Tres días después, los militares que se sublevaron afirmar que los españoles de hoy no hemos sido
en la ciudad de Melilla (sábado 17 de julio), reite- testigos ¡jamás!, de un panorama tan trágico, de
raron desde el inicio de su pronunciamiento «que un desquiciamiento como el que España ofrece
se habían alzado en armas a raíz de este ignomi- en estos instantes... Con estas odiosas muertes
nioso crimen». De sobra sabemos que el golpe de por venganza, todos vivimos en unas continuas
Estado ya había sido cuidadosamente preparado vísperas de sangre». MH
por el general Mola desde varios meses antes, y
aunque Francisco Franco albergó dudas hasta
el último momento, no fue el asesinato de Cal-
vo Sotelo el que las despejó, sino el dinero del Si quieres saber más sobre qué
financiero Juan March. Y por suerte para él, en ocurrió en la primavera de 1936 y
cómo empezó la guerra civil
apenas 48 horas desapareció el máximo adalid
española, escanea este código QR.
y partidario de la restauración monárquica, el

MUY HISTORIA 37
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38 MUY HISTORIA
 El asesinato de Calvo Sotelo,
¿el desencadenante del levantamiento?

La propaganda franquista mantuvo durante décadas que el levantamiento

militar contra la Segunda República fue inevitable debido a la escalada
de violencia de la izquierda y al inminente estallido de una «revolución
comunista» impulsada por el Frente Popular. El asesinato de Calvo Sotelo se
toma como el acontecimiento decisivo que desencadenó el levantamiento,
pero existen numerosos datos historiográficos que echan por tierra dicha
tesis y revelan que existía un complot largamente meditado para dinamitar el
Gobierno republicano mediante las armas.

ÓSCAR HERRADÓN
PERIODISTA Y ESCRITOR

MUY HISTORIA 39
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ASESINATO A
SANGRE FRÍA.
Sobre estas ás de 80 años después del fin de
líneas, imagen la Guerra Civil española, muchos
del multitudinario
entierro de Calvo
libros de texto y no pocos ensa-
Sotelo en el yos siguen recogiendo como un
cementerio del mantra que el detonante de la su-
Este, el 14 de blevación que inició la contienda
julio de 1936. A fratricida fue la muerte el 13 de julio de 1936
la derecha, el
del diputado de Renovación Española José Cal-
doctor Piga, de la
Escuela de vo Sotelo, y que apenas cinco días después, el 18
Medicina Legal, de julio, se produjo el golpe. El asesinato a san-
observa el gre fría del político derechista fue sin duda un
cadáver de José hecho muy grave que aceleró los acontecimien-
Calvo Sotelo en tos, clara evidencia de la enorme polarización
la mesa del
Depósito. que vivía la sociedad: el día antes, 12 de julio,
cuatro pistoleros de extrema derecha habían
acabado también en la capital con la vida del
teniente y guardia de asalto José del Castillo, y
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el asesinato de Calvo Sotelo en su casa fue una

La sublevación llevaba gestándose bastante tiempo,

no existió un detonante «en caliente» como tal
40 MUY HISTORIA

vendetta por aquel crimen perpetrado por el
socialista Luis Cuenca Estevas, que descerrajó
al parlamentario dos tiros en la nuca.
Tan brutal acto causó gran conmoción en los
sectores conservadores de la sociedad, y animó
a otros generales otrora titubeantes a sumarse
a la sublevación. Pero la sublevación no fue es-
pontánea, un acto de valentía y sacrificio por
la salvaguarda de España ante el caos, el an-
ticlericalismo y la violencia desatada por los
pistoleros anarquistas y la victoria del Frente
Popular como rezaba la propaganda naciona-
lista —aunque, por supuesto, pretendía acabar
con todo aquello—, sino que llevaba gestándose
bastante tiempo. Un lugar común de la guerra
fratricida, ese detonante «en caliente» que, a
pesar de haber sido analizado en numerosas
ocasiones y desmontado por importantes his-
toriadores, continúa en el imaginario colectivo
al haber sido repetido durante cuarenta años de
dictadura y otros tantos de democracia.
Aquel crimen fue un episodio más, quizás el más
trascendental y deleznable, eso sí, de la ola de
violencia que sacudía al país. Calvo Sotelo no era,
además, el objetivo, sino el tercero de una lista en
la que figuraban en primer lugar Antonio Goi-
coechea, líder de Renovación Española, que no
se encontraba en su domicilio, y José María Gil-
ALAMY
AMBIENTE
CRISPADO.
Robles, líder de la CEDA, que estaba veraneando Un niño herido
en Biarritz. Por otro lado, en los sectores de la es rescatado
tras los
izquierda no solo el asesinato del teniente de la enfrentamientos
Guardia de Asalto José del Castillo había crispa- en la avenida de
do los ánimos. En mayo, concretamente el día 9, Daroca entre los
el militar español de ideología socialista Carlos asistentes a los
Faraudo y de Micheo, quien fuera instructor de entierros del
teniente de la
milicias de la Juventud Socialista Unificada, ha- Guardia de
bía sido asesinado a tiros mientras paseaba con Asalto José del
su esposa por las calles de Madrid, casi con segu- Castillo y de
ridad por pistoleros falangistas, una escalada de José Calvo
violencia que se hacía cada vez más insostenible. Sotelo,
celebrados,
Por su parte, la derecha veía cómo algunas de sus
respectivamente,
exigencias no se cumplían: antes de su muerte, en el cementerio
el mismo teniente Castillo, miembro de la Unión civil y en el
Militar Republicana Antifascista (UMRA) había cementerio
estado involucrado en el tiroteo a la comitiva fú- del Este.
nebre del alférez de la Guardia Civil Anastasio
de los Reyes (asesinado el 14 de abril, en el quin-
to aniversario de la proclamación de la Segunda
República, por unos pistoleros de izquierdas), un
suceso en el que murieron varias personas en la
madrileña plaza de Manuel Becerra, entre ellas
Andrés Sáenz de Heredia, primo del líder de Fa-
lange José Antonio Primo de Rivera. Castillo, a
punto de ser linchado por los manifestantes, fue
trasladado hasta la Dirección General de Segu-
ridad, de donde salió en libertad sin cargos.
MUY HISTORIA 41
 ASC
JOSÉ DEL
CASTILLO SÁENZ
DE TEJADA.
El 12 de julio, un día
antes del asesinato
de Calvo Sotelo,
cuatro pistoleros de
extrema derecha
(carlistas o
falangistas, según
distintos
historiadores) le
dispararon en la
confluencia de
Augusto Figueroa
con la calle de
Fuencarral, dándose
después a la fuga.
Una de las balas le
alcanzó en el
corazón.
MOVIMIENTOS SUBVERSIVOS
DE LOS MONÁRQUICOS Y LA FALANGE
D
esde el minuto uno de la proclamación de la Segun-
da República el 14 de abril de 1931, los monárquicos
conspiraron para dar un golpe militar. Los alfonsinos
instaron a que FE de las JONS (fundada el 15 de febrero de
1934, bajo el liderazgo de José Antonio Primo de Rivera) re-
activara la conjura introduciendo el elemento de la lucha ca-
llejera para desestabilizar al régimen. En el periodo compren-
dido entre 1935 y julio de 1936, José Antonio modificaría la
estrategia del partido, transformándolo en una fuerza parami-
litar al servicio del Ejército con el objetivo de obtener una si-
tuación privilegiada en un hipotético nuevo gobierno.
El deseo de colaboración de Falange con el Ejército para or-
questar un levantamiento militar que derribase el gobierno
democrático tendría su primera manifestación en una reu-
nión de la Junta Política de FE de las JONS en el Parador de
Gredos el 16 de junio de 1935, donde el tema a debate sería
precisamente que el partido encabezase una marcha para to-
mar el poder con ayuda del Ejército el 27 de diciembre de ese
año, liderada por el coronel de infantería José Moscardó, en-
tonces director de la Escuela Central de Gimnasia de Toledo,
pero el director de la UME se opuso al plan, sabedor de que
no gozaría del apoyo de los generales.
Por su parte, en palabras del historiador español Julio Aróste-
gui, los monárquicos alfonsinos constituían «la corriente polí-
tica que más tempranamente estuvo involucrada en las cons-
piraciones antirrepublicanas, desde 1931». El llamamiento
más o menos velado de Calvo Sotelo en sus discursos en las
Cortes fue una constante por aquellos meses. Estuvieron en
permanente contacto con el general Mola y principalmente
con Sanjurjo, al que veían más dispuesto a restituir el régimen
42 MUY HISTORIA
El ambiente «guerracivilista» era una cons-
tante en las calles, con episodios violentos y un
gangsterismo que enarbolaba tanto la derecha
como la izquierda más radical, pero la conjura
no surgió esos meses frenéticos, sino muchos
antes, años incluso.
INTENTONAS GOLPISTAS Y CONTUBERNIOS
EN EL PERIODO REPUBLICANO
Casi desde el mismo momento en el que la
Segunda República echó a andar, se gestaron
diversos complots para derrocar al régimen
constitucional. El primero fue la conspiración
cívico-militar de inspiración monárquica en-
cabezada por el general José Sanjurjo y otros
oficiales «africanistas» contra la reforma mili-
tar impulsada por Manuel Azaña. Su intención
era restituir el buen nombre del Ejército y que
este apareciera ante la opinión pública como
una suerte de salvador de la Patria frente a una
presunta amenaza de subversión comunista. El
golpe, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1932 y
monárquico. Junto a sus contactos con la Italia fascista, los
monárquicos alfonsinos serían también los protagonistas en
la operación que permitió al general Franco volar de Canarias
hasta el Protectorado español de Marruecos para encabezar
el Ejército de África una vez que triunfara la sublevación.
El coronel Alfredo Kindelán, siguiendo las órdenes de Fran-
co, se puso en contacto con el marqués de Luca de Tena,
propietario y director del diario monárquico ABC, a través
de Francisco Herrera, hombre de confianza de Gil-Robles.
El 5 de julio de 1936 Luca de Tena encargó a Luis Bolín, co-
rresponsal del rotativo en Londres, que alquilara un avión o
hidroavión y lo llevara hasta Casablanca, donde debía reci-
bir nuevas instrucciones de un enlace (que sería el teniente
coronel y médico Luis Gabarda Sitjar) con el santo y seña de
«Galicia saluda a Francia». El dinero para conseguir el avión,
que Bolín debía localizar con ayuda de Juan de la Cierva, que
residía en la capital británica, fue de 2000 libras esterlinas y
se lo proporcionó un tal Juan Mayorga, agente en la City na-
da menos que del empresario español Juan March, el princi-
pal apoyo financiero de los militares sublevados. Alquilaron
finalmente un Dragón Rapide, matrícula G-ACYR, que tras no
pocos sobresaltos llegaría a su destino y trasladaría a Franco
de Las Palmas de Gran Canaria a Tetuán.
Con todo, la operación más importante que llevaron a cabo
los monárquicos de cara a los preparativos del golpe de Es-
tado fue, para el historiador Ángel Viñas, la compra por Pedro
Sainz Rodríguez, de Renovación Española, de 43 aviones de
combate con su correspondiente armamento y munición a la
empresa aeronáutica italiana SIAI, cuyos contratos no salie-
ron a la luz hasta 2012 gracias a sus pesquisas.
 Desde que la Segunda República echó a andar
se tramaron diversos complots para derrocarla

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LA REFORMA
MILITAR. Manuel
que pasaría a la historia como «Sanjurjada» en parlamentaria (que representaba Renovación Azaña, Ministro
alusión a su líder, fracasaría, y provocó el exilio Española) e intelectual (a través de la revis- de la Guerra
del general en Portugal, pero era una muestra ta Acción Española), usar la vía militar, que desde abril de
1931, pretendía
clara del ambiente conjurado de aquellos años. representaba el citado teniente coronel Valen- modernizar y
En 1933 se produjeron contactos entre José Cal- tín Galarza, y optar por lo que el historiador democratizar el
vo Sotelo y la Italia de Benito Mussolini y un año Roberto Muñoz Bolaños llama un vector «téc- Ejército español y
después los primeros movimientos conspirati- nico» que se encargaría de las relaciones entre poner fin al
vos los realizan miembros de la Unión Militar los monárquicos y el bloque de derechas con intervencionismo
militar en la vida
Española (UME), en la tradición de las Juntas el fin de perpetrar un futuro golpe de Estado, política. Su
de Defensa, entre cuyos oficiales se encuentra el para el que contarían con la ayuda exterior de reforma fue
teniente coronel Valentín Galarza como princi- Mussolini. Sin embargo, dicha estrategia se duramente
pal representante. La Unidad Militar Española abandonó en el momento en el que José María rechazada por la
era una organización conspirativa integrada por Gil-Robles, líder de la Confederación Españo- derecha y un
sector del Ejército.
jefes y oficiales del Ejército creada a finales de la de Derechas Autónomas (CEDA) optó por En la imagen,
1933 (o en mayo de 1934, depende de la fuen- la senda de transformar desde la legalidad el Azaña con
te consultada) por el capitán del Estado Mayor régimen republicano en un sentido conserva- oficiales del
Bartolomé Barba Hernández y cercana ideoló- dor, postura aceptada entonces por la mayoría Ejército en un
gicamente a la derecha monárquica, aunque en de generales que harían causa común en este área de
maniobras
sus filas también militaban falangistas. sentido cuando Gil-Robles se convirtió en mi-
en octubre
Tras el levantamiento frustrado de Sanjurjo, nistro de la Guerra —en el ecuador del bienio de ese año.
los monárquicos alfonsinos acordaron a su radical-cedista—, entre el 6 de mayo y el 15 de
vez con Falange Española, además de la vía diciembre de 1935.

MUY HISTORIA 43

ASC
JOSÉ SANJURJO.
El fallido golpe de
Estado que CONJURADOS DESDE
protagonizó en EL GOBIERNO REPUBLICANO
agosto de 1932 Por otro lado, aunque Gil-Robles no apoyara
pasaría a conocerse abiertamente una insurrección armada, en más
popularmente como de una ocasión se mostró partidario de dicha
Sanjurjada. Fue uno
de los militares vía; el 11 de mayo de 1935, en la sede del Mi-
implicados en el nisterio de la Guerra que comandaba, organizó
golpe de Estado de una reunión en la que participaron importantes
julio de 1936 y figuras del Ejército, como el general Miguel Ca-
estaba previsto que banellas, el también general José Fernández de
fuera el comandante
en jefe del bando
Villa-Abrille o el general de división Pedro de la
sublevado al inicio Cerda, entre otros, además de los generales Joa-
de la rebelión. quín Fanjul y Francisco Franco, según recogía el
diario La Voz al día siguiente.
En palabras del historiador español Eduardo
González Calleja, Gil-Robles también elevó a
muchos militares antirrepublicanos a puestos
importantes: el primero, ordenó a Franco que se
hiciera cargo del Estado Mayor General, a Emilio
Mola que regresara al servicio activo y tomara el
mando de las fuerzas del Protectorado español
de Marruecos; nombró al general Joaquín Fanjul
subsecretario y quitó de en medio a los hombres
Durante sus ocho meses como Ministro de la
Guerra, Gil-Robles logró un mínimo de rearme
44 MUY HISTORIA
puestos por Manuel Azaña; además, ascendió a
general de brigada al coronel José Enrique Va-
rela. También ascendió al capitán Luis López
Varela, que en 1934 había participado en el aplas-
tamiento de la rebelión de la Generalitat, después
de que se hubiera proclamado el Estado Catalán
por el gobierno de Lluís Companys. Varela, ade-
más, tenía contacto directo con la Alemania nazi
para conspirar contra el gobierno a través de la
figura de Hans Hellermann, al servicio de Hein-
rich Himmler, que canalizaría el impulso del
Tercer Reich a favor del alzamiento, en otra de
las múltiples aristas de la conjura.
En una reunión que mantuvieron en Roma
Mussolini y el líder de Renovación Española, el
diputado español Antonio Goicoechea, el 11 de
octubre de 1935, este último le entregó al dic-
tador italiano un memorando secreto, en cuya
redacción habían participado los mandamases de
la UME, donde se reconocía que desde la llegada
de Gil-Robles al Ministerio de Guerra se había
facilitado «el emplazamiento de personas de la
organización en mandos, puestos y destinos de
importancia y hasta capitales para la acción».
Reproducido por el historiador Ángel Viñas en
¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una
conspiración, el memorando añadía que: «En la
Administración central puede decirse que toda
ella está intervenida. Por iniciativa de la Orga-
nización se han quitado mandos de verdadera
importancia sustituyéndolos por personal afecto
y en esta tarea se sigue laborando». En relación al
ministro de la CEDA, el texto añadía que: «por su
tendencia populista es seguro que Gil-Robles no
se atreva a acaudillar un movimiento de este tipo
desde el Ministerio de la Guerra, pero la UME lo
hará en el momento que él abandone el Ministe-
rio por el cambio de política indicado».
Durante los ocho meses que duró su cargo, Gil-
Robles consiguió un mínimo de rearme. Sin
embargo, cuando todo indicaba que el jefe de la
CEDA pasaría a la oposición, continuaría con sus
movimientos conspirativos en los que involucró
incluso al general Franco (ver recuadro).
LA CONSPIRACIÓN TOMA
FORMA DEFINITIVA
A partir de diciembre de 1935 se organiza una
segunda fase de la conspiración (o de las conspi-
raciones, en plural) y se constituye una Junta
 GETTY

APASIONADA
CAMPAÑA
ELECTORAL.
Tanto la coalición
electoral de la
izquierda como la
CEDA llevaron a
cabo una campaña
electoral intensa y
de discursos
inflamados. En la
imagen, un cartel del
Partido Comunista
de España pide el
voto para el Frente
Popular.

MUY HISTORIA 45
 Informal de Generales. La preocupación de la
junta militar era el devenir político en el que esta-
ba la República —desde su punto de vista terrible,
anticlerical y antipatriótico— y tras la victoria del
Frente Popular en las urnas en febrero de 1936 los
acontecimientos se precipitaron y los movimien-
tos conspirativos tomaron un gran impulso.
En marzo, un importante número de generales se
reunían en Madrid para unir esfuerzos con la idea
de derrocar al gobierno republicano. Se acordó
la jefatura nominal de este movimiento al gene-
ral Sanjurjo, exiliado en Portugal, y sus mandos
mantendrían un estrecho contacto con el objetivo
de poner en marcha la conspiración. En abril se
produjeron una serie de incidentes y se continuó
con los preparativos de una conjura que aún no
había tomado forma definitiva.
Por supuesto, algunos de esos movimientos lle-
garon a oídos de los políticos de la República y,
para intentar desmontar esa trama conspirativa, el
nuevo gobierno salido de las elecciones de febrero
decretará unos cambios de destino de varios mili-
tares: el general Mola será trasladado a Pamplona;
el general Manuel Goded a Baleares y a Franco
lo destinarán a las islas Canarias, alejándolos de
los órganos de gobierno de la capital. Ordenaron
también el confinamiento del general José Enri-
que Varela, retenido en Cádiz, y del general Luis
Orgaz, que fue enviado a Canarias.
Desde el mes de abril la dirección de este movi-
miento conspirativo para derrocar al gobierno
democrático, cada vez más amplio, pasará a ma-
nos del general Mola, que tomaría el nombre en
clave de «El Director». Sus instrucciones reserva-
das irán llegando a los distintos conjurados. La
primera de ellas recoge que: «La acción ha de ser
en extremo violenta para reducir lo antes posi-
ble al enemigo, que es fuerte y está organizado».
En una nueva instrucción asegura que el poder
hay que conquistarlo en Madrid y planifica una
operativa del golpe para tomar la capital desde el
exterior, una suerte de plan militar centrípeto que
converja en la capital madrileña, lo que echa por
tierra la tesis mantenida durante décadas por el
franquismo sobre el estallido de la sublevación
y que acontecimientos como la muerte de Calvo
Sotelo la hicieron inevitable.
Mola planea entonces que diversas columnas
motorizadas asalten Madrid: una avanzaría
desde Valladolid; otra desde Burgos; otra desde

FEBRERO DE 1936:
PRIMEROS CONATOS DE LEVANTAMIENTO
fue abandonar el poder y presentar su dimisión antes incluso

L
a madrugada del 16 al 17 de febrero, cuando las prime-
ras noticias indicaban que podía producirse una victoria
del Frente Popular, la coalición de izquierdas, Gil-Ro-
bles despertó al jefe de Gobierno, Manuel Portela Valladares,
y le dijo que la única salida contra el acecho de la revolución
izquierdista era que declarase una dictadura, para la que
contaría con la total adhesión de las derechas, «así como de
cuantos elementos representan la estabilidad y el orden en el
país». Puesto que Portela Valladares se mostró dubitativo, el
jefe de la CEDA se puso en contacto con Francisco Franco, y
el general se puso a su vez a impulsar la conjura.
Los planes de Franco incluían aprovechar su posición en el
ministerio para ordenar a las regiones militares que declara-
sen el estado de guerra y adueñarse del poder con un golpe
militar en Madrid. Contaba con el apoyo de los generales Go-
ded y Del Pozo, entre otras unidades armadas, pero el golpe
no prosperó porque los jefes de guarnición en la capital es-
pañola creían que la oficialidad no lo secundaría si la Guardia
Civil y los guardias de asalto no se sumaban.
Franco hizo un nuevo movimiento al intentar convencer al ge-
neral Sebastián Pozas, inspector de la Guardia Civil, para que
secundase el levantamiento. Este se negó y el 18 de febre-
ro acudió a ver al jefe de Gobierno para denunciar que «los
generales Franco y Goded están dando instrucciones des-
de el Ministerio de la Guerra para que los militares declaren
el estado de guerra y se apoderen del gobierno». Aparte de
mostrar su indignación, lo único que hizo Portela Valladares
de que concluyera el escrutinio de los votos, algo que harían
también otros gobernadores civiles, lo que dejó a muchas
provincias sin autoridades. Así, ante el vacío de poder, los
vencedores en las urnas se vieron obligados a hacerse con el
control a toda prisa mientras en gran parte de España se su-
cedían incidentes violentos.
De lo que no cabe duda es de que el 17 de febrero, cuando
Gil-Robles y luego Franco realizaron su primer conato de su-
blevación, no había sucedido nada en el panorama político
de la Segunda República que justificase tal acción (salvo la
victoria del bloque de izquierdas), como rezaría la propagan-
da franquista durante décadas, ni parece tampoco que hu-
biese en marcha ningún tipo de «revolución comunista» que
amenazase el régimen democrático.
Franco, que en los primeros movimientos de la conspiración
no tendría un papel muy destacado (aunque, como vemos,
intentó declarar el estado de guerra frente a la victoria del
Frente Popular y estaba informado de los movimientos de la
Junta Militar que estaba orquestando la sublevación) se con-
vertiría en el líder del llamado Alzamiento Nacional a causa
del caprichoso destino, si dejamos de lado las teorías de la
conspiración, por la suerte que correrían sus superiores: el 20
de julio de 1936 Sanjurjo moría en un accidente de aviación
mientras lo recogían para ponerse al frente de la sublevación,
y el 3 de junio de 1937 Mola también era víctima de un acci-
dente aéreo en Alcocero de Mola, Burgos.

46 MUY HISTORIA
 GETTY
LAS
«La acción ha de ser INSTRUCCIONES
DE «EL
en extremo violenta, DIRECTOR».
«Desde luego, serán
encarcelados todos
para reducir lo antes los directivos de los
partidos políticos,

posible al enemigo» sociedades o

sindicatos no
afectos al
movimiento,
aplicándoles
Zaragoza y otra más desde Valencia. En una castigos ejemplares
instrucción posterior, añadirá una quinta colum- a dichos individuos
na que estaría formada por el Ejército de África. para estrangular los
Aunque en nuevas directrices no se especifica movimientos de
rebeldía o huelgas».
con exactitud cuál será la nueva forma de gobier-
no, sí se concreta que sería una Dictadura militar
«que tenga como misión restablecer el orden
público, imponer el imperio de la ley y reforzar
convenientemente al Ejército para consolidar la
situación de hecho que pasará a ser de derecho».
Puesto que las facciones que configuraban el
grupo de los conspiradores tenían planes políti-
cos diferentes, ello dificultaría las negociaciones,
principalmente con los carlistas, decisiva para el
éxito de la sublevación; también Mola se queja-
ba del peligro que suponían las filtraciones de
información y la sospecha que pudiera tener el gido —aunque el tema del «asalto al poder» en
gobierno republicano en relación con el golpe; a algunos ayuntamientos tras las elecciones y no
ello se sumaban las dudas de algunos de los invo- pocos procedimientos irregulares de la nueva ad- ORACIÓN TRAS
lucrados. En otra directiva, con fecha 24 de junio, ministración darían para un debate eterno—, LA VICTORIA.
Mola dará instrucciones al teniente coronel Juan El general Juan
determinando incluso cómo se ocuparía el vacío
Yagüe y sus tropas
Yagüe para que subleve las unidades del Protec- de poder tras el levantamiento. Un complot en se arrodillan en las
torado de Marruecos y organice la columna que toda regla que el 13 de julio de 1936, cuando fue calles de Barcelona
deberá dirigirse a Madrid desde el sur. asesinado Calvo Sotelo, estaba completamente tras la toma de la
Se había trazado, pues, todo un plan de traición articulado para los días en que finalmente estalló ciudad por el
a un gobierno, mejor o peor, legítimamente ele- la sublevación, entre el 18 y el 19 de julio. MH ejército sublevado
(29 de enero de
1939).

GETTY
A LA REPÚBLICA
 ALBUM
EJÉRCITO Y
REPÚBLICA.
El ministro de la
Guerra, Manuel
Azaña, pronuncia
un discurso en la
Academia militar
de Toledo, con
motivo del Día del
Ejército. A la
izquierda, el
general Queipo
de Llano (7 de
octubre de 1931).

Fueron muchos los que se declararon leales a la República,

aunque con el tiempo no solo tuvieron que luchar contra
la otra parte del Ejército alzado en armas, sino que tuvieron
que lidiar con las mil dificultades internas para intentar no provocar
el colapso militar republicano.

NORBERTO RUIZ LIMA

TENIENTECORONEL DEL EJÉRCITO DE TIERRA. ESCRITOR,
FILÓLOGO Y DIRECTOR DEL PERIÓDICO TIERRA
 os primeros ecos y los primeros disparos las diferentes acciones. El general Romerales que
que avisaban de un levantamiento mili- había ingresado en la Academia de Infantería el
tar sonaron en Melilla el 17 de julio de 18 de agosto de 1893, había combatido en Cuba y
1936. Y desde ese momento inicial, los en África junto a compañeros que ahora se suble-
oficiales y suboficiales profesionales de- vaban, que se hizo acreedor a la Medalla al Mérito
ben tomar la decisión de unirse al golpe Militar con distintivo rojo y que en febrero de
de Estado o mantenerse fieles a la República. 1935 es condecorado con la Orden Civil de Áfri-
En ese primer momento, en ese primer segundo ca con la curiosa circunstancia de que su nombre
del día 17 de julio, el general Manuel Romera- sale en el Boletín Oficial después del nombre de
les Quintero, avisado por un diputado de Unión Francisco Franco Bahamonde, había tomado su
Republicana que lo oyó después de las manio- decisión de mantenerse fiel a la República.
bras en Llano Amarillo de uno de los oficiales Por ello, Romerales envía a un grupo de guar-
EL GOLPE DE
ESTADO EN participantes, hace su elección, destapa el Al- dias de asalto para forzar a todos los oficiales que
MELILLA. zamiento y da la orden de detener a todos los han elegido la carta del levantamiento a que de-
La acción que oficiales golpistas melillenses. pongan su actitud. Al mando de este grupo de
dio comienzo a Pero claro, ante una sociedad dividida y un Ejér- guardias de asalto que va a defender a la Repúbli-
la Guerra Civil
sucedió en
cito fragmentado son las decisiones personales de ca se encuentra el teniente coronel Bertoméu que
Melilla. En la los oficiales al mando las que van modificando a última hora decide cambiar el primer perfil que
Base de por momentos los ejes de avance o retroceso de mostraba ante todo el apoyo que recibe el coronel
Hidroaviones de
El Atalayón, a
pocos km de la
ciudad, el
capitán Leret
Antes de su fusilamiento, el general Manuel
Ruiz opuso
resistencia a los Romerales Quintero fue degradado y su sable roto
sublevados.
SHUTTERSTOCK

50 MUY HISTORIA
 de julio, con conciencia o sin ella, las diferen-
tes decisiones que van tomando los diferentes
oficiales al mando para que la marea pueda pa-
rarse o continúe encendida esa chispa que va a
incendiar toda España. Por eso, una vez domi-
nada Melilla en la tarde del viernes 17, hay que
limpiar todas las zonas donde algún militar se
mantiene fiel a la República.
Por orden del Diario Oficial nº 57 de 7 de marzo
de 1936 el capitán Virgilio Leret Ruiz fue desti-
nado a la Base de Hidroaviones de El Atalayón
en Melilla. El capitán Leret tenía firmes convic-
ciones republicanas y ya el 25 de abril de 1931
prestó promesa de adhesión y fidelidad a la Re-
pública, con sujeción a los preceptos del Decreto
del día 22 de ese mismo mes. En la Base Aérea
del Atalayón se disponen a dar su vida por la
República los últimos valedores que le quedan
y que no han sido todavía detenidos. En el Ata-
layón en Melilla se presta a resistir el capitán de
Infantería Virgilio Leret, aviador, y sus hombres,
que con sus pocos medios se aprestaron a defen-
derse hasta el final, incluso cuando un escuadrón
de Caballería los conminó a deponer las armas,
cosa que no hicieron provocando diversas bajas ESPAÑA
PENINSULAR.
entre los golpistas en ese primer enfrentamiento Valladolid, sede
ASC

de la guerra civil española. de la 7.ª División

VIRGILIO LERET RUIZ. Fue uno de los primeros orgánica,
oficiales ejecutados por los sublevados tras el golpe mandada por el
de Estado. El Gobierno de la República lo ascendió, PRIMEROS FUSILADOS general Nicolás
a título póstumo, al grado de comandante. Molero Lobo, se
La rendición llegó cuando un Tabor de Regu- convirtió en la
lares al mando del comandante Mohamed ben primera gran
Mizzian y sin apenas munición y con un grupo ciudad
Darío Gazapo a quien iban a detener, uniéndose reducido de hombres ya no pudo hacer frente a peninsular en la
al Alzamiento. Resulta curioso que ese oficial al ese enemigo. Entonces, el capitán Virgilio Leret que triunfó la
que el general Romerales envió con su Guardia Ruiz, Armando González Corral y Luis Calvo sublevación,
tras herir y
de Asalto a detener a la República fuera la per- Calavia, junto con sus hombres, salieron con arrestar los
sona que presidiera el Consejo de Guerra que lo las manos en alto sabedores del fin que les es- golpistas al
condenó a muerte: el teniente coronel Bertoméu. peraba. Los tres fueron fusilados y pueden general Molero,
El general Romerales, el primero que se opuso al leal a la
golpe y siguió fiel a la República fue condenado República.
en Consejo de Guerra el 26 de agosto de 1936.
El castigo impuesto en aquellos primeros mo-
mentos dependía, pues se conocían todos, en la
amistad o enemistad entre el procesado y el jefe
militar que lo había detenido o por las tensiones
devenidas por las luchas de poder. El general Ma-
nuel Romerales Quintero fue fusilado el día 28 de
agosto de 1936, a las 8:00 horas, en el campo de
Rostro Gordo con el agravante de que fue degra-
dado y su sable roto por aquellos que no tenían
ninguna potestad para ello.

ENFRENTAMIENTO EN EL ATALAYÓN
En Melilla, testigo de la primera mecha y la
primera descarga, siguen volando ese día 17
ASC

MUY HISTORIA 51
ASC

MANUEL
ROMERALES
QUINTERO. El
general Romerales
fue condenado en
Consejo de Guerra
el 26 de agosto de
1936, y fusilado
dos días después
en el campo de
Rostrogordo, al
ASC

norte de Melilla (a
la dcha., fuerte de
Rostrogordo).
considerarse como los primeros fusilados
de la guerra civil española.
RICARDO DE El capitán Virgilio Leret fue promovido a títu-
LA FUENTE
BAHAMONDE. lo póstumo por la República en Diario Oficial
El primo de nº  228 de fecha 4 de noviembre de 1936 al
Franco, jefe del empleo de comandante de Infantería, «por su
aeródromo de lealtad y adhesión al Régimen que han queda-
Sania Ramel en do bien probados». La Orden está firmada por
Tetuán,
permaneció fiel al
Largo Caballero, entonces ministro de la Guerra
Gobierno de la con la República, de la que además entonces era
República hasta su Presidente. Virgilio Leret, aparte de militar,
que tuvo que era inventor y el 28 de marzo de 1935 solicita la
rendirse el 19 de concesión de la patente del «turbocompresor de
julio. Sería
reacción continua, como propulsor de aviones,
fusilado por
traición dos y en general de toda clase de vehí-
semanas culos». La Guerra Civil terminó
después. también con los sueños de un
inventor. Asimismo, es muy
destacable su actuación como
teniente cuando formó parte
de la columna mandada por el
general Navarro y participan-
do en la ocupación del Zoco El
Arba, Tazarut y Dar Acoba, des-
tacando en la toma de Xauen, el
14 de octubre de 1920.
Su padre Carlos Leret
también permaneció
fiel a la República y perdió a tres de sus hijos
en los combates que la Guerra Civil llevó has-
ta la puerta de su casa. Carlos Leret, padre de
Virgilio, era muy amigo del general Mola, ter-
minando como era de suponer enfrentados y lo
que es peor tomando decisiones que no tenían
ninguna posibilidad de reparación. Ya ven los
derroteros que fue tomando la violencia, a veces
libre y a veces cautiva.
En todas las guerras civiles se producen rupturas
no solo entre vecinos, sino entre familiares que
eligen un bando u otro en función de ideologías,
circunstancias, miedos, nuevos lazos o mil vi-
cisitudes que dentro de una mentalidad alejada
del momento es de difícil comprensión:
—Un hijo del famoso coronel Escobar, que paró
el golpe de Estado al frente de la Guardia Civil e
impidió que cayera Barcelona en manos nacio-
nales, murió siendo capitán del bando franquista
en la batalla de Belchite.
—El hermano del general Pozas, jefe de la Guar-
dia Civil y ministro de la Gobernación de la
República, terminó siendo ayudante de campo
del general Mola, muriendo con él en el Puerto
de la Brújula en el avión que los llevaba a Vitoria
el 3 de julio de 1937.
—Francisco Hidalgo de Cisneros, hermano nada
menos que del jefe de la aviación republicana,

Aproximadamente una cuarta parte de

los cuadros de mando profesionales
permanecieron fieles a la República
ASC
 IGNACIO HIDALGO DE CISNEROS
n caso singular dentro de los militares que permanecie- enero de 1939, pues el presidente se niega a volver a España

U ron leales a la República es el de Ignacio Hidalgo de Cis-

neros; pues, entroncado con la aristocracia alavesa, su
padre llegó a ser jefe de la escolta del rey carlista Carlos VII,
a seguir con la lucha hasta el final; y también tiene un duro
encuentro con el coronel Casado cuando sabe que la traición
está cerca al contarle este que anda en conversaciones con
su abuelo llegó a brigadier carlista y su bisabuelo fue el últi- enviados de Franco. Hidalgo de Cisneros ni cree en la paz
mo virrey del Río de la Plata y jefe de escuadra en la batalla honrosa de Casado, ni cree que en esa Guerra Civil no habrá
de Trafalgar, embarcado en el Santísima Trinidad. ni vencedores ni vencidos.
Ignacio, el 19 de agosto de 1912, ingresó en la Academia de
Intendencia, pero siempre con idea de ser aviador. En 1921
obtiene su ansiado título de piloto militar siendo destinado
a la Escuadrilla de Caza de Melilla y en 1925 ya estaba des-
tinado en la 1ª Escuadrilla de hidroaviones Dornier Wal, que
mandaba el comandante Ramón Franco, participando en el
famoso desembarco de Alhucemas.
Siempre tuvo un compromiso, a pesar de su ascendencia
aristocrática, con la izquierda política y mantuvo ese vínculo
hasta el final, a lo que contribuyó también su matrimonio ci-
vil con la nieta de Antonio Maura, de familia noble como él,
pero también de carácter indómito y enérgico. Constanza de
la Mora Maura, que llamaban Conni, estaba divorciada de
Manuel Bolín, hermano del encargado de llevar a Franco a
Marruecos en el Dragon Rapide y terminó afiliada al Partido
Comunista.
Hidalgo de Cisneros fue expulsado del Ejército por su partici-
pación junto al teniente coronel Antonio Camacho, Felipe Díaz
Sandino, Ramón Franco, Gonzalo Queipo de Llano, Núñez de
Prado y otros compañeros de armas en la fracasada subleva-
ción de Cuatro vientos el 15 de diciembre de 1930.
Con la proclamación de la República regresó a España, don-
de el Gobierno había nombrado como jefe de la aviación a

ARCHIVO GRÁFICO DEL CÍRCULO AERONÁUTICO

Ramón Franco. En Madrid continua su antigua amistad con
Indalecio Prieto, a quien ayuda después de los sucesos de
1934 a huir a Francia en el maletero del coche de su amigo
Arocena. Ignacio Hidalgo de Cisneros iba de uniforme al vo-
lante de ese coche mostrando sus divisas en los controles.
Cuando Indalecio Prieto es nombrado ministro de Marina y
Aire el 4 de septiembre de 1936, como prueba de su confian-
za y amistad, lo nombra jefe de las recién creadas Fuerzas
Aéreas de la República, dando comienzo tan alta responsabi-
lidad durante la Guerra Civil.
Ignacio Hidalgo de Cisneros llegó a ser el jefe de la
Incluso hasta el final se mantuvo fiel a la República y comen-
Fuerza Aérea de la República durante la Guerra Civil.
ta la cobardía de Azaña con quien se entrevista en Francia en

Ignacio Hidalgo de Cisneros, combatió con
Franco, siendo herido tres veces, y nombrado
después de la guerra director de la Academia
General Militar de Zaragoza entre 1941 y 1946.
—El coronel Romero Basart, asesor militar de
las milicias de Málaga tenía un hermano que di-
rigía, nada más y nada menos, que la defensa del
Alcázar de Toledo.
—El hermano del almirante Buiza, jefe de la
Armada republicana, murió en los combates de
Andalucía al frente de su unidad de la Legión
defendiendo la causa nacional.
—Un hermano del general republicano Pérez
Salas combatió con los carlistas de Beorlegui.
—El primo de Franco, el comandante Ricardo
de la Puente Bahamonde, jefe del aeródromo de
Sania Ramel en Tetuán —capital del Protectora-
do en Marruecos— permaneció fiel al Gobierno
de la República, hasta que tuvo que rendirse;
dando su vida por ello cuando comprendió que
los aviones prometidos por Casares Quiroga no
llegarían nunca. Su primo Francisco Franco Ba-
hamonde aterrizó en el aeródromo de Tetuán, el
19 de julio, horas después de que el comandante
de la Puente se rindiera. Franco fue informado
de la actitud de su primo y de que estaba de-

MUY HISTORIA 53
 tenido. El comandante Ricardo de la Puente
Bahamonde fue fusilado el 4 de agosto de 1936
en los muros exteriores a la fortaleza del Monte
Hacho, irónicamente, por traición.
—El comisario general de Orden Público en
Barcelona Federico Escofet y comandante de
Caballería tenía un hermano que combatía a las
órdenes de Franco.
Y así sería un no parar, cuando incluso el famoso
comandante Durruti tenía un hermano falan-
gista, Pedro Marciano Durruti, fusilado por el
general Múgica, jefe de la División de León del
CUENTA Ejército Nacional. Nunca fusilar fue tan fácil. Si
ATRÁS. Jefes y es que se conocían todos desde sus tiempos de
oficiales de las Academia y de África.
Guarniciones de
Canarias, con El Ejército, por tanto, también aparecía divi-
Franco como dido, aunque en números podemos decir que
comandante aproximadamente una cuarta parte de los cua-
general de las dros de mando profesionales que formaban el
islas (17 de junio
de 1936).
ALBUM
ALBUM
54 MUY HISTORIA
Ejército en 1936 permanecieron fieles a la Re-
pública; casi 3000 militares. Este fue uno de los
hechos que evitó una más rápida resolución del
conflicto, pues ambos bandos estaban desde un
principio en condiciones de presentar batalla;
aparte, claro está, de la ayuda externa recibida
por ambos bandos o el indolente Comité de No
intervención, que intervino con su dejadez en
que la carnicería se diluyera en el tiempo y la
destrucción del país fuera casi absoluta.
Por tanto, con nombres y números en la mano,
aquella propaganda franquista que tenía co-
mo eje de comunicación el que casi todos los
mandos profesionales se habían pasado a las
filas del Ejército no es cierta, aunque no se pue-
de negar que las unidades más experimentadas
en el combate estaban en África. Sin embargo,
no se podría comprender que la guerra hubiera
durado tanto tiempo sin la dirección de milita-
res profesionales como Miaja, Rojo, Hidalgo de
Cisneros, Hernández Sarabia o Sebastián Pozas.
Este último, Sebastián Pozas Perea, fue uno de
esos militares africanistas que permanecieron
fieles a la República. El 22 de noviembre de 1913
fue recompensado con la Cruz al Mérito Mili-
tar con distintivo rojo por la toma de Tarkunt
y otra más por una acción en Larache el 15 de
mayo de 1914. Más tarde, destinado en el míti-
co Regimiento Alcántara, obtuvo otra Cruz con
distintivo rojo por los combates en Hassi Berkan
el día 6 de junio de 1915. Fue ascendido a co-
mandante en 1918 y en 1923, el día 23 de agosto
cuando mandaba el Grupo de Fuerzas Regulares
nº 2 de Melilla, le fue concedida la Medalla Mi-
litar Individual cuando liberó a la bayoneta la
posición de Tifaruín.
Y no quedaba ahí la cosa, secundó a Franco
cuando se opuso a la idea de Primo de Ri-

GENERALES FIELES. A la izda., Carlos Masquelet,

Jefe del Estado Mayor del Ejército Central, fue
elegido por Azaña para crear el frente defensivo de

ALBUM
Madrid. A la dcha., Domingo Batet Mestres, se negó
a respaldar el golpe de Estado de 1936.

SEGISMUNDO CASADO LÓPEZ

uando ingresó a los 15 años en la Academia de Caballería de

C Valladolid, el coronel Segismundo Casado López no sabía que

iba a ser el hombre que pondría fin a la Guerra Civil, protagoni-
zaría un golpe de Estado contra el presidente Juan Negrín y que dic-
taría la orden de rendición del Ejército republicano.
Hombre de confianza de Azaña, fue nombrado en 1935 jefe del es-
cuadrón de la escolta del presidente de la República. Durante la
guerra participó en la defensa de Madrid y en las batallas de Jarama
y Brunete, al mando del XVIII Cuerpo de Ejército. El 17 de mayo de
1938 fue ascendido a coronel y sustituyó al general Miaja al frente
del Ejército del Centro.
No era muy optimista en el informe que elevó al presidente Juan Ne-
grín acerca del curso de los acontecimientos y de la posibilidad de
resistencia de la República ante el empuje final del Ejército de Fran-
co, e incluso elevó el pesimismo en ese informe porque en su idea
ya estaba la paz que él llamaba negociada, aunque no era más que
una rendición total.
El 4 de marzo de 1939, Casado condujo un golpe de Estado con-
tra el Gobierno republicano y en la noche del 5 al 6 de marzo crea
en Madrid el Consejo Nacional de Defensa. Negrín, con un pie en
el avión para huir, envió a Madrid para recuperar el poder al coro-
nel Luis Barceló Jover, comunista y de la misma promoción de la
Academia de Infantería de Toledo que Vicente Rojo, que entró en
Madrid y ocupó las plazas de Manuel Becerra y la Puerta de Alcalá
tras duros enfrentamientos con los hombres de Casado, muchos de
los cuales fusilaron sin ningún juicio previo. Casado y sus hombres
fuertes se encontraban refugiados en los sótanos del Banco de Es-
paña, con la fortuna de que desde Guadalajara llegaron refuerzos
ASC

anarquistas. El 13 de marzo finaliza la lucha y triunfa el golpe del co-

ronel Casado. Para no perder las costumbres, el coronel Luis Barce- Segismundo Casado López encabezó el golpe de
ló Jover fue fusilado. La República había caído. Estado que derribó al Gobierno de Negrín.

MUY HISTORIA 55
 UNIÓN MILITAR
REPUBLICANA
ANTIFASCISTA (UMRA)
on este nombre se conoce a la asociación surgida en 1934

C durante la Segunda República como respuesta a la Unión

Militar Española (UME), de signo reaccionario y creada en
1933. Entre sus fundadores destacan el capitán Eleuterio Díaz-
Tendero, que moriría en 1945 en el campo de concentración nazi
de Dachau, y el teniente coronel Ernesto Carratalá, autor de su
manifiesto, dirigido «a todos los compañeros antifascistas, sin
distinción de ideas políticas». La UMRA partía de que «cada mi-
litar, cualquiera que sea el partido al que pertenezca, debe tra-
bajar en el seno de una organización militar, como defensor de
la República en peligro, contra el fascismo amenazante», según
el mismo manifiesto. Y es que después de la victoria del Fren-
te Popular en las elecciones de febrero de 1936 aumentaron las
conspiraciones de los sectores más conservadores del Ejército
contra la República. De hecho, se produjo el asesinato del ca-
pitán Carlos Faraudo (ya afiliado la UMRA) el 9 de mayo de ese
mismo año a manos de grupos militares de extrema derecha.
Su muerte provocó que entre los miembros de la UMRA se or-
ganizaran escoltas para sus cuadros de mando e integrantes
más significativos, aunque no se evitó que dos meses después
fuera asesinado otro de sus miembros, el teniente Castillo, cu-
ya muerte motivó el posterior asesinato del líder conservador
José Calvo Sotelo. Por esas fechas a la UMRA no paraban de
llegar avisos sobre la conspiración que urdían varios miembros
del Ejército, muchos conocidos por su conservadurismo o que
habían participado en la Sanjurjada de 1932. Así, el 16 de julio,
dos días antes de la sublevación, una comisión encabezada por
Díaz-Tendero visitó a Casares Quiroga, presidente del Conse-
jo de Ministros, para informarle y que destituyera o sometiera a
autoridad a los generales Yagüe, Franco, Fanjul, Mola, Varela y
Aranda entre otros.

vera de abandonar el Rif. Fue ascendido a

general de Brigada el 18 de junio de 1927 por
recomendación directa de Sanjurjo, el mismo
día que Millán Astray y Orgaz Yoldi. Luego, las
cosas cambiarían y esos compañeros de armas
tuvieron que enfrentarse en el campo de batalla,
situación que no dejaría de ser curiosa si no fue-
se tan dramática.
Fueron muchos los mandos profesionales que se
ALAMY

declararon leales a la República y que luego no

solamente tuvieron que luchar contra la otra par-
te del Ejército alzado en armas, sino que tuvieron
que lidiar con las mil dificultades internas que
estaban más cerca de provocar el colapso militar
republicano que el avance del Ejército Nacional,
como fue la inexistencia de un mando único, la
politización de las trincheras, las luchas internas
entre anarquistas, comunistas y sindicalistas o
milicianos con ansias de poder y una revolución
que no iba a ayudar en absoluto a lograr lo más
perentorio: ganar la guerra.
BIOGRAFÍAS MILITARES DE LA REPÚBLICA
Son tantos los nombres de militares que se decla-
raron fieles a la República en aquellos violentos
tiempos que haría falta un vastísimo volumen
para recoger todos sus nombres y hechos. Uno de
estos y principales volúmenes es la obra, de 790
páginas, del comandante del Ejército Juan Barba
Lagomazzini, titulada Hombres de Armas de la
República, con el subtítulo Guerra Civil Española

56 MUY HISTORIA
 SEBASTIÁN
1936-1939, Biografías de Militares de la Repúbli- POZAS. El
general Pozas,
ca, donde se recogen 230 biografías de militares, a cargo del
entre los más de tres mil, uqe permanecieron Ejército del Este,
leales al gobierno republicano. Por orden alfabé- recorre el frente
tico comienza por Juan Aboal, que ingresó en la de Aragón con
Academia de Infantería le5 de julio de 1910, y miembros de
su Estado
termina con Alejandro Zamarro, que ingresó en Mayor, el 11 de
la Academia de Artillería el 8 deagosto de 1914 junio de 1937.
con el número 2 de la promoción.

MUY HISTORIA 57
 L A CON ST R UCCIÓN DEL MI TO

Uno de los pilares sobre los que se sustentan las dictaduras es

el culto a la personalidad del líder. En el caso del franquismo,
la propaganda con este fin comenzó desde el momento en
que el general asumió el poder «mientras dure la guerra» y se
consolidó con elementos legendarios como la supuesta baraka
(buena suerte) que regía su destino.

JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI

PERIODISTA Y ESCRITOR

58 MUY HISTORIA
GETTY
 l adentrarnos en la biografía de Fran-
co descubrimos que durante su etapa
como joven y ambicioso oficial en las
campañas norteafricanas dio mues-
tras en los combates de un valor que
podría considerarse suicida. Situado
en primera línea al lado de sus hombres, dirigía
el asalto contra las líneas de las cabilas rebeldes
exponiéndose al fuego enemigo.
El 27 de junio de 1916 partió de Tetuán en di-
rección a Ceuta un tabor de regulares al mando
del comandante Enrique Muñoz Güi, unidad a la
que pertenecía la compañía del capitán Franco. La
LA TOMA DE unidad formaba parte de una columna compuesta
EL BIUTZ.
El 29 de junio
por más de diez mil efectivos españoles, que debía
de 1916 Franco aplastar los últimos focos de la resistencia de las
recibió una cabilas rebeldes azuzadas por agentes alemanes
herida de bala con el propósito de desestabilizar la región en el
en el abdomen contexto de la Primera Guerra Mundial.
que estuvo
En el combate ante la que fue conocida como
a punto de
costarle la vida.
AGE
Loma de las Trincheras, el tabor de regulares del
comandante Muñoz lanzó un ataque a pecho
descubierto contra las posiciones que ocupaba
el enemigo. Muñoz fue alcanzado mortalmente
y su segundo gravemente herido. En medio de la
confusión, el capitán Franco asumió el mando del
tabor, decidido a convertirse en un héroe.
HERIDO EN LA LOMA DE LAS TRINCHERAS
El ímpetu del oficial animó a sus hombres, que ba-
jo un fuego incesante tomaron la trinchera en una
despiadada lucha cuerpo a cuerpo. En un momento
determinado, Franco habría cogido el fusil de uno
de los caídos, disparando contra los rifeños que
iniciaban una desordenada retirada. Fue entonces
cuando sintió un fuerte dolor punzante en el abdo-
men que le hizo desplomarse: había sido alcanzado
por una bala disparada por una ametralladora ene-
miga emplazada en lo alto de una colina.
No hay duda de que en aquella jornada la com-
pañía bajo su mando se cubrió de gloria a un
alto precio. De los ciento treinta y tres hombres
que componían la unidad, cincuenta resultaron
muertos o heridos. El total de bajas españolas
ascendió a cuatrocientos fallecidos, uno de los
más altos sufridos hasta entonces en las campa-
ñas africanas. Aquel fatídico día, el nombre del
capitán Franco parecía destinado a engrosar la
abultada lista de caídos. La bala le había perfo-
rado el estómago, herida que en casi todos los
casos resultaba mortal.
Tras perder el conocimiento, el cuerpo del ca-
pitán Franco quedó tendido sobre el campo de
batalla mientras a su alrededor continuaban los
combates. Algunos de sus regulares formaron un
perímetro para proteger al oficial caído, mien-
tras el árido suelo se empapaba con la sangre que
manaba de su herida. Incapaz de moverse, fue su
asistente quien cargó con él al hombro como si
fuera un fardo hasta llegar a la retaguardia para
ponerle a salvo.
En un primer momento, Franco fue evacuado
a un puesto de primeros auxilios donde el mé-
dico que le atendió confirmó la gravedad de su
herida: el balazo le había rozado el intestino.
Sin embargo, la falta de antibióticos con los que
tratar la infección condenaba al capitán a una
muerte lenta y prácticamente segura. Conven-
cido de que no llegaría con vida a un hospital,
el cirujano de campaña le desahució. Mientras
esperaba consciente la llegada de la muerte entre
el resto de agonizantes, el herido pidió al padre
Carlos Quirós Rodríguez, capellán castrense,
que le administrase la extremaunción.
Según el relato que su hija Carmen transmitió
muchos años después a los historiadores Stanley
Payne y Jesús Palacios, Franco insistió al médico
para ser evacuado. Ante la negativa de este, el ca-
pitán herido dijo al asistente indígena que le había
rescatado y permanecía a su lado que encañonase
con su fusil a los sanitarios, obligándoles a subirle
al camión que se disponía a trasladar a los heridos
a retaguardia. El soldado hizo lo que se le orde-
nó y Franco consiguió llegar vivo al hospital de
campaña sin desangrarse. Los médicos militares
que le atendieron allí consiguieron estabilizarle.
Mientras luchaba por seguir vivo los doctores le
dijeron que había tenido mucha suerte: la bala
había penetrado en su cuerpo en el momento de
inspiración del aire de sus pulmones durante la
respiración. De no haber sido así, lo más proba-
ble es que la herida le hubiera costado la vida al
afectar a órganos vitales.

MEJORÍA SORPRENDENTE
Después de dieciséis días de convalecencia,
el capitán Franco se encontraba lo suficien-
temente recuperado para ser ingresarlo en el
Hospital General de Ceuta, donde recibió la
visita y los cuidados de su madre. Su organis-
mo había logrado detener la infección en una
sorprendente mejoría que asombró a todos.
Algunos hablaron incluso de un milagro; otros

envidiaron su increíble buena suerte. En esas
semanas, Franco tuvo tiempo para reflexionar
sobre lo ocurrido y debió ser entonces cuando
recordó las historias que había oído en boca
de los soldados indígenas bajo su mando y que
hablaban sobre la intervención protectora de la
baraka divina, la bendición que allanaba el ca-
mino para que los elegidos por la Providencia
puedan alcanzar las grandes metas para que las
que han sido predestinados.
Franco recibió el alta cinco semanas después
y se le concedió un permiso de tres meses pa-
ra completar su recuperación en casa. Después
de cuatro años y medio en tierras africanas, el
3 de agosto de 1916 se embarcó hacia El Ferrol
para regresar al hogar materno. Durante su lar-
ga convalecencia se produjo en él una profunda
transformación que sacudió los pilares sobre los
que se elevaba el edificio de sus convicciones
más personales. En esos momentos de introspec-
ción casi mística y recogimiento ascético, tomó
conciencia del verdadero significado que sus sol-
dados concedían a la baraka, sentido que Franco
ALBUM
MÉRITO EN
CAMPAÑA.
adaptó a sus profundas creencias religiosas. De Franco posa
este modo, se sintió protegido y ungido por un con la Cruz de
poder superior que identificó con el Dios cristia- María Cristina,
condecoración
no. Como había quedado demostrado para él, al militar obtenida
amparo de su protección nada podría detenerle, tras resultar
ni siquiera las balas. herido en
combate en
Marruecos.
EL ELEGIDO
Una vez que tuvo claro que había sido elegido
por algún motivo, Franco debió preguntarse cuál
podría ser la misión que por mandato divino te-
nía reservada, responsabilidad trascendente que
había justificado que siguiera con vida, al mismo
tiempo que dudaba sobre si estaría a la altura de
las circunstancias, sin saber qué era exactamente
lo que se esperaba de él.
Ansioso por reincorporarse a su destino, Franco
volvió al Norte de África en cuanto tuvo fuerzas
suficientes. Sus compañeros de armas fueron

Convencido de que no podría llegar con vida a un

hospital, el médico de campaña le desahució
MUY HISTORIA 61
AGE
JOSÉ MILLÁN-
ASTRAY.
El fundador de la testigos del cambio físico y anímico que el
Legión fue uno de apocado capitán había experimentado durante
los pocos amigos su convalecencia. Extremadamente delgado, sus
personales de
Franco. En la facciones se habían endurecido y mostraban los
imagen, Millán- rasgos de una profunda introspección a la que
Astray con nadie tenía acceso. Al regresar a su puesto, los
Francisco Franco supersticiosos soldados regulares bajo su mando
como líder y creyeron que se encontraban ante la aparición de
segundo al mando
de la Legión en
un renacido que había escapado de las garras de
1925. la muerte.
En esta etapa de su vida resulta especialmente
brumoso uno de los episodios más misteriosos
de la biografía de Franco. Por aquel entonces
habría entrado en contacto con Corintio Ha-
za, un modesto comerciante de origen sefardí
residente en Tánger que de manera esporádica
también ejercía como curandero. Lo más pro-
bable es que Haza fuera uno más de los muchos
buscavidas que abundaban entre la variopinta y
62 MUY HISTORIA
cosmopolita población de las ciudades nortea-
fricanas de aquella época, pero algunos autores
han pretendido presentarle como un sabio ini-
ciado en la cábala que habría alcanzado fama
con sus predicciones.
En este contexto, Franco habría consultado a
Haza en alguna ocasión y el supuesto vidente,
observador perspicaz de las debilidades huma-
nas, habría regalado los oídos del ambicioso
oficial con las palabras que había venido a oír al
pronunciar un vaticinio que se ajustó al deseo de
su cliente. Haza le auguró a Franco que lideraría
una sublevación militar que cambiaría el destino
de España, refiriéndose a él como un elegido por
la Providencia para cumplir con ese cometido.
La profecía encajaba perfectamente con la au-
toconvicción del militar en su baraka y habría
dado respuesta sobre cuál era la elevada misión
para la que había sido escogido.
 BENDICIÓN DIVINA
l concepto de baraka resulta de di- convirtiéndole en un elegido para llevar jefes y oficiales que entre 1911 y 1912

E fícil comprensión para los occiden-

tales, que suelen confundirlo con
el término «suerte», entendido en rela-
ción directa con los sucesos favorables
que le puedan ocurrir a una persona en
el transcurso de su vida. Desde esta
perspectiva, también se identifica con
el destino reservado para el afortunado
por la Providencia. Sin embargo, para
la cultura islámica tiene un significado
sensiblemente diferente, heredado de la
tradición mística sufí. Desde este punto
de vista, la baraka está reservada a los
discípulos que hayan alcanzado un es-
tado de conciencia elevada, a los hom-
bres santos de alma limpia entre los que
se difunde la gracia de Dios. Se trata
por tanto de una bendición divina que
alcanza a unos pocos escogidos. La
baraka también tendría un carácter pro-
fético, que afecta al sujeto glorificado
a cabo una misión trascendente.
El capitán Franco se sintió cada vez
más identificado con las tropas regu-
lares bajo su mando, estableciendo
con ellos un estrecho vínculo de ca-
maradería. Al principio, el joven oficial
no debió prestar mucha atención a los
comentarios de sus hombres sobre su
supuesta baraka, al considerarlos co-
mo una superstición nativa influenciada
por ancestrales creencias musulmanas.
Sin embargo, aquellos comentarios
dieron paso a un respeto reverencial
hacia él, comportamiento que provocó
en Franco un cambio de actitud que le
llevó a creer en la posibilidad de que
realmente hubiera sido bendecido por
algún tipo de suerte que le sirviera de
protección ante las balas del enemi-
go. Los hechos parecían corroborar su
presentimiento: de los cuarenta y dos
se incorporaron a los Regulares de Me-
lilla, solo quedaban siete a finales de
1915, mientras el resto habían resul-
tado muertos o heridos en acción de
guerra. Franco era uno de los que ha-
bía sobrevivido después de tentar va-
rias veces a la muerte.
Durante la Guerra Civil, los accidentes
mortales de Sanjurjo y Mola le convirtie-
ron en el líder de la sublevación militar
contra la República, hipótesis improba-
ble en la que nadie hubiera creído cuan-
do se gestó el golpe. No cabe duda de
que este hecho reafirmó su creencia en
una baraka protectora que guiaba sus
pasos hacia la misión que el destino le
tenía reservada. Sin embargo, conside-
ró que no debía tentar demasiado a la
suerte. De ahí las reticencias que desde
el vuelo del Dragon Rapide siempre al-
bergó a viajar en avión.

Como ocurre con otras historias relacionadas

con la presencia de pitonisas y adivinos en el
entorno más cercano de Franco que le asesora-
ron a la hora de tomar importantes decisiones,
lo cierto es que no existen fuentes primarias y
fiables que nos conduzcan a descubrir la ver-
dadera identidad de Corintio Haza. Su rastro
se pierde en un laberinto de pistas falsas que
conducen a un callejón sin salida. Tampoco
conocemos más datos sobre su vida ni cuál
fue su último paradero, mientras su nombre se
esfuma entre una espesa niebla tan misteriosa
como su propia existencia.
Este tipo de relatos, de carácter místico e inclu-
so pagano, que rayan incluso lo legendario, han
servido a algunos como poderoso argumento
para defender la teoría sobre la baraka que guio
cada uno de los pasos de Franco antes, duran-
te y después de la Guerra Civil, y le allanaron
el camino para alcanzar el poder. También re-
sultó muy útil a la propaganda franquista para
ensalzar la figura del general victorioso y poste-
rior dictador hasta la categoría de héroe que al
margen de la fortuna había sido bendecido por
Dios para cumplir su voluntad en la tierra. Esta
elección divina se concretaría en el concepto de
cruzada con el que sería identificada la subleva-
ción contra la República.
Los hagiógrafos más exaltados han encontra-
do en estos episodios, de dudosa veracidad, las
pruebas irrefutables del destino que iba a prota-
gonizar el que fue considerado como Caudillo y
Haza auguró a Franco lo
que este quería oír: que
lideraría una sublevación
militar que cambiaría
el destino de España
Generalísimo de unas fuerzas que en la Guerra
Civil lucharon contra el mal, representado por
todos aquellos que no compartían el credo de
los sublevados. Por tanto, no es de extrañar que
Franco, adulado por los más fervientes creyentes
en la baraka del dictador, entre los que se en-
contraba José Millán-Astray, se convenciera a sí
mismo de que era un elegido.
REVESES Y AMBIVALENCIA
En el plano militar, tras los sucesos de la Lo-
ma de las Trincheras Franco fue promovido al
empleo de comandante, ascenso que se retra-
só debido al excesivo número de oficiales que
se encontraban en su misma situación. Ade-
más, la concesión de la Cruz Laureada de San
Fernando, a la que creía tener derecho por su
actuación en la Loma de las Trincheras, le fue
denegada debido a un informe desfavorable.
Estas dos circunstancias fueron interpre-

MUY HISTORIA 63
 tadas como agravios personales contra él
por parte de compañeros de armas envidiosos
de sus éxitos militares e influyeron negativa-
mente en la desconfianza que siempre albergó
hacia los generales que, al contrario que él,
habían realizado cursos de Estado mayor. A
pesar de estos reveses, que dejaron un poso de
resquemor perenne en su personalidad, Franco
se sintió alentado por el convencimiento de esa
misión elevada para la que había sido elegido.
Todos estos obstáculos y prejuicios no fueron
inconveniente para que Franco protagoniza-
se una carrera militar meteórica que le llevó a
ser general de brigada con apenas 33 años. Sus
acciones de guerra al frente de la Legión y su
participación en el desembarco de Alhucemas
le convirtieron en un héroe para un sector con-
servador de la opinión pública y en una figura
muy popular tentada para participar en política,
oferta que siempre rechazó.
La proclamación de la Segunda República fue
recibida con recelo por los sectores más re-
accionarios de la sociedad civil y destacados
miembros de la cúpula militar, que mostraron
abiertamente su rechazo a las nuevas autorida-
des en un contexto de violenta confrontación
política. En aquellos años, Franco mantuvo una
sospechosa postura ambivalente. La represión de
la Revolución de Asturias de 1934, encomenda-
da al general, lo situó en el punto de mira de la
izquierda, que a partir de entonces le conside-
ró como un peligroso enemigo al que había que
neutralizar, por no decir eliminar. De la misma
forma, fue visto como un militar competente con
el que se podía contar para poner fin de manera
contundente a las turbulencias políticas en las
que estaba inmerso el país.
Hay que decir que Franco supo desenvolverse
hábilmente en medio de los convulsos acon-
tecimientos que convirtieron a España en un
polvorín a punto de estallar. En esos compases
previos al estallido de la contienda, el taimado
general hasta parecía disfrutar al generar con
su comportamiento recelos dentro del gobier-
no, que lo veía como un discreto conspirador,
al mismo tiempo que sus compañeros de armas

LA BRUJA MERSIDA
e la misma forma que fumaban una mujer de etnia bereber, según afir- África y temas relacionados con su fa-

D quife en cachimbas, apostaban

jugando a las cartas, se emborra-
chaban con parsimonia en los clubes
militares o acudían en tropel a des-
fogarse en sórdidos prostíbulos, era
habitual que oficiales y soldados del
Ejército español destinados en el Nor-
te de África consultasen a brujas be-
reberes para que les leyesen un futuro
que pendía de un hilo muy fino.
Como han destacado muchos de sus
biógrafos, Franco rehuía el contacto
con sus compañeros de armas, des-
preciando unas diversiones que según
su estricto código moral consideraba
obscenas. Cuando sus obligaciones
militares se lo permitían, le gustaba
pasear en solitario por las estrechas
callejuelas de las plazas africanas, ca-
minando inmerso en sus propios pen-
samientos. Puede que en una de esas
largas excursiones, en las que le gus-
taba empaparse del exotismo de la
atmósfera local, sus pasos se dirigie-
sen, de forma consciente o involunta-
riamente, hacia el cuchitril de Mersida,
una pitonisa bereber que según se di-
ce vivía en las estribaciones al sur de
la cordillera del Atlas.
Descrita como rubia y de ojos claros,
rasgos que corresponden con los de
man algunas fuentes Mersida era el
apodo profesional de Mercedes Roca,
supuesta hija de un oficial del Ejército
francés y su amante rifeña. Muy cono-
cida por militares franceses y españo-
les, clientes asiduos de sus consultas,
puede que bajo la apariencia de adivi-
na actuase como espía al servicio de
unos y otros, pasando a los rebeldes
rifeños información sensible confiada
por los oficiales coloniales europeos.
Franco oyó tal vez hablar a sus com-
pañeros sobre los poderes de aquella
adivina y sus acertados vaticinios, o
simplemente fue atraído por su recla-
mo y decidió probar suerte. Dominado
por su convicción de que estaba pre-
destinado, y atento a cualquier indicio
que pudiera confirmarla, cabe la po-
sibilidad de que interpretase aquella
casualidad del destino, en apariencia
sin importancia, como una señal de la
Providencia que no podía dejar esca-
par si quería conocer lo que el futuro
le tenía reservado.
Según apuntan algunos autores, Fran-
co habría visitado a la bruja Mersida
en numerosas ocasiones, centrando
sus consultas en cuestiones referidas
a su futuro como oficial, al desarrollo
de la campaña militar en el Norte de
milia y las personas del círculo social
en el que solía desenvolverse, sin que
sepamos cuál fue el método adivina-
torio concreto que empleó para reali-
zar sus predicciones. Otros van más
allá y afirman que habría sido ella la
primera que le vaticinó que se conver-
tiría en un caudillo.
De forma muy parecida a lo que ocu-
rrió con Corintio Haza, la historia de
la pitonisa Mersida reúne todos los
ingredientes de un buen relato de
aventuras ambientado en un escena-
rio exótico rodeado de misterio. Sin
embargo, este evidente atractivo no
sirve para confirmar su veracidad, ca-
reciendo del rigor que se exige a las
fuentes históricas fidedignas. La ma-
yoría de referencias que pueden en-
contrarse sobre Mersida en las biblio-
grafías y páginas de internet repiten
los mismos datos sin citar el origen de
su procedencia. Sea cierto o no el re-
lato sobre Mersida, su rastro se pierde
cuando Francisco Franco asumió la
jefatura del Estado, aunque algunos
se atreven a afirmar que la pitonisa
habría seguido contando con la pro-
tección directa del dictador, para el
que supuestamente reservó sus facul-
tades adivinatorias.

64 MUY HISTORIA
 GETTY

AGE
ASCENSO AL
PODER. Sobre
implicados en el golpe que se estaba gestando a Franco de un modo inesperado y contra todo estas líneas,
dedicaban sigilosos esfuerzos para atraerlo a pronóstico. Nicolás Franco
sus filas. Franco supo jugar sus cartas, mientras Al margen de las sospechas, nunca confirma- (su hermano
mayor) y José
esperaba quizás a que la baraka le brindase la das, sobre las causas reales de los dos accidentes Millán-Astray;
oportunidad que estaba esperando. aéreos, lo cierto es que la desaparición de Mola ambos jugaron
y Sanjurjo supuso un cambio radical de la si- un papel clave
tuación. Entre los generales que se levantaron en el ascenso
LA MISIÓN ESPERADA contra la República había figuras destacadas con de Franco al
poder. A la izda.,
En los primeros compases de la Guerra Civil, mucho mayor prestigio y solvencia que Franco. Franco y
el futuro dictador ocupaba un segundo plano Sin embargo, de la misma forma que había pro- Sanjurjo, cuya
detrás de los generales José Sanjurjo y Emilio tagonizado su fulgurante ascenso militar, por muerte
Mola, los verdaderos cerebros del golpe del 18 el que pocos habrían apostado, Franco se abrió prematura
de julio de 1936 y destacados militares a los camino hasta la jefatura del que fue conocido allanaría el
camino del
que nadie discutía su preeminencia en el go- como bando nacional, sin que nadie pareciera
futuro dictador.
bierno que pudiera formarse tras una victoria tener el valor y la fuerza suficientes para hacerlo
final del bando sublevado. Nadie contaba con desistir en su empeño.
la presencia de Franco en un posible direc- En este proceso inexorable de acceso al poder,
torio que llevase las riendas del país después que pasó desapercibido para la mayoría de sus
de la guerra, ni mucho menos que lo dirigie- compañeros de armas hasta que fue demasiado
ra como dictador incontestable. Sin embargo, tarde, jugaron un papel destacado Nicolás Fran-
las muertes prematuras de Sanjurjo y Mola en co, su hermano mayor, y Millán-Astray, fundador
sendos accidentes aéreos despejaron el camino de la Legión y uno de los pocos hombres que

Supo desenvolverse hábilmente en medio de los

convulsos acontecimientos antes del golpe de Estado

MUY HISTORIA 65
 GETTY

MANDO
ÚNICO.
El nombramiento
de Franco como
generalísimo por
La desaparición de
la Junta de
Defensa
los generales Mola y
Nacional fue el
primer paso de Sanjurjo despejó el
su ascenso al
poder. En la
imagen, cartel
camino a Franco de un
de la Junta de
Defensa de modo inesperado y
Madrid con este
título, hacia
1937.
contra todo pronóstico
pudieron considerarse amigos del dictador. Esta decisión, en apariencia temporal y forzada
Como colaboradores cercanos, ambos desarro- por las circunstancias,se acabaría tornando en
llaron una activa labor propagandística y política definitiva. La muerte posterior de Mola despe-
en beneficio del que creían que era un elegido jaría definitivamente cualquier duda sobre la
para dirigir los designios de España. Sus esfuer- preeminencia de un rival que pudiera disputar
zos no tardaron en dar frutos y en septiembre de el puesto al Generalísimo. La personalidad in-
1936 la Junta de Defensa Nacional, reunida en el trospectiva de Franco nos impide conocersus
aeródromo salmantino de San Fernando, acordó reflexiones más personales sobre las circuns-
nombrar a Franco como Generalísimo y cabeza tancias que le llevaron a la cúpula del poder,
visible del gobierno sublevado. pero es probable que interpretase los aconte-

66 MUY HISTORIA
 GETTY

MOLA,
COMANDANTE
cimientos como señales providenciales. De esa baraka que le protegía había revelado su propó- DEL NORTE
forma, Dios le revelaba que estaba de su lado, sito. Sus consecuencias irían más allá del fin de De izda. a dcha.,
los generales José
al mismo tiempo que le indicaba el camino que la guerra. MH Cavalcanti,
debía seguir para cumplir el destino que se le Francisco Franco y
había reservado como continuador del pasado Emilio Mola
glorioso de una nación al frente de una «cruza- durante una visita
da» contra los enemigos de la patria. Con estas Para saber en qué consistió el de Franco al
pruebas, imposibles de rebatir en el plano te- ‘complot de los cabos’, uno de los cuartel general del
intentos de asesinato de Francisco Frente del Norte en
rrenal, su autoridad dictatorial contaba con una Burgos (agosto de
Franco, escanea este código QR.
legitimación emanada de la voluntad divina. La 1936).

MUY HISTORIA 67
 L A G U ER R A CI V IL DE LOS IN T EL ECT UA L ES

LAS PALABRAS EN
LA TRINCHERA

GENERACIÓN
DEL 27.
Vicente
Aleixandre,
Dámaso Alonso
y Gerardo Diego
en Mallorca,
mayo de 1959.
AGE
La Guerra Civil española coincidió con el momento de máxima creatividad
de figuras intelectuales de reconocimiento internacional. Lorca, Picasso,
María Zambrano, Antonio Machado o Buñuel, entre otros, mostraron su
apoyo a la Segunda República. Sin embargo, también fueron muchos los
intelectuales de prestigio que defendieron la causa de los sublevados.

JAVIER MARTÍN GARCÍA

PERIODISTA Y ESCRITOR
AGE
UNAMUNO Y
LA SEGUNDA
REPÚBLICA. as armas más poderosas que mantie-
De izquierda a
derecha, Pedro
nen los vencidos en las guerras son las
Rico, Largo ideas, las palabras, la fuerza de las ra-
Caballero, zones que los llevaron a defender unos
Miguel de principios que desprecian los vencedo-
Unamuno res. Si cabe, en las guerras civiles, en las
e Indalecio
que se enfrentan familias, en las que se matan
Prieto en la
manifestación vecinos y en las que millones de personas se ven
del Primero de obligadas a abandonar quizás para siempre sus
mayo en Madrid, raíces, esas armas sin balas en el exilio disparan
1936. aún con más tenacidad e insistencia. Es la úni-
ca fórmula para mantener la resistencia frente a
quienes acabaron con su sueño con la violencia
de las armas de fuego.
Es habitual que los intelectuales sean el ejército
más vigoroso en el exilio, el que cuenta con ava-
les más poderosos, el que recibe más atención.
Es evidente que esto ocurrió así en la guerra
civil española. La derrota de la República for-
70 MUY HISTORIA
zó a escapar del país a centenares de escritores,
artistas o filósofos españoles que habían mos-
trado su apoyo a la Segunda República y que
hubieron de huir a México, Francia o Estados
Unidos, entre otros destinos. Desde su exilio
lloraron a España y fueron parte esencial en la
difusión del convencimiento de que todos los
pensadores españoles de aquellas extraordina-
rias generaciones habían mostrado su apoyo
por el gobierno legítimo de la República.
LAS IDEAS TAMBIÉN LUCHAN EN
BANDOS ENFRENTADOS
Sin embargo, en ningún conflicto, los intelec-
tuales defienden en conjunto el mismo bando.
Basta recordar nombres como el del premio
Nobel de literatura, el poeta Ezra Pound, fer-
viente seguidor del fascismo de Mussolini, o el
 también premio Nobel, el magnífico novelista
noruego Knut Hansum, que apoyó sin titubeos
la figura de Hitler y el nazismo.
Otro tanto sucedió en España y en su Guerra
Civil. Es indudable el apoyo masivo de grandes
intelectuales extranjeros como Ernst Hemin-
gway, John Dos Passos, Robert Capa, Pablo
Neruda o André Malraux a las fuerzas de la Se-
gunda República. Y no lo es menos que la mayor
parte de las figuras que han pasado a la historia
de la intelectualidad española de la época, caso
de Pablo Picasso, García Lorca, Miguel Hernán-
dez, Francisco Ayala o Antonio Machado, entre
otros, defendieron los ideales republicanos.
Pero es injusto desdeñar que decenas de per-
sonas con un bagaje intelectual poderoso
Decenas de personas con un bagaje intelectual
poderoso apoyaron la sublevación militar y
apoyaron la sublevación militar y que muchos
otros tuvieron un comportamiento cuanto
menos ambiguo. Muchos de ellos empezaron
apoyando la República, pero fueron cambian-
do de idea a partir de situaciones vividas en la
misma y que iban contra conceptos tradicio-
nales y en apoyo de las ideas que se imponían
en la URSS. La revolución de Asturias de 1934
despertó las alarmas y con el triunfo del Frente
Popular, en 1936, la división social, e intelec-
tual, ya se podía dar por sentada.
«VENCER
NO ES
A UNAMUNO SIEMPRE LE DOLIÓ ESPAÑA CONVENCER».
El 12 de octubre
De pocas figuras se ha hablado tanto sobre su de 1936, el
apoyo a la sublevación franquista como de Paraninfo de la
Universidad de
Salamanca
fue el escenario
de un agrio
enfrentamiento,
el filósofo Miguel
de Unamuno y el

muchos otros tuvieron un comportamiento ambiguo militar golpista

José Millán-
Astray.
ALBUM

MUY HISTORIA 71
 ASC

DIONISIO RIDRUEJO. A este poeta, que con 21

años se había afiliado a la Falange y fue jefe del
partido en Valladolid, se deben dos conocidos
versos del himno falangista: «Volverán banderas
victoriosas / al paso alegre de la paz».

primeros meses de la Guerra Civil es un error.

Su adherencia al bando nacional estaba apoyada
en su convencimiento de que un golpe de ese
estilo serviría para redirigir la República a posi-
ciones menos extremas, nunca a que se pudiera
acabar con ella. Pero nada salió como pensa-
ba. La violencia que se desencadenó lo impactó
brutalmente. «No son unos españoles contra
otros, sino toda España, una, contra sí misma.
Suicidio colectivo», escribió.
El célebre acto del 12 de octubre en el paraninfo
ASC

RAMIRO DE de la Universidad de Salamanca, nunca del to-

MAETZU. do aclarado, pero donde sí se enfrentó contra el
El periodista, Miguel de Unamuno. El carismático rector discurso antiintelectual de Millán-Astray, deja
pensador y de la Universidad de Salamanca fue el primero en evidencia que Unamuno, pese a apoyar tan-
ensayista —en
la imagen,
en celebrar desde el balcón del ayuntamiento to a la República como los primeros momentos
retratado por castellano la llegada de la República y también, del golpe de Estado, no fue de unos ni de otros.
Ramón Casas— defensor de la «civilización occidental cristiana»
destacó durante como se proclamaba, en atacar los desmanes
la Segunda que, en su opinión se estaban produciendo en
República como
la principal
los años republicanos. El 25 de julio de 1936, El 25 de julio de 1936
Unamuno leyó un discurso en el que defendía la
figura de la
sociedad sublevación militar y, según la prensa del bando Unamuno leyó un
nacional, llegó a donar la considerable suma de
cultural y de la
revista Acción
Española.
5000 pesetas al alzamiento. discurso en el que
Sin embargo, decir que Unamuno apoyó deci-
didamente lo que representaba Franco en los defendía la sublevación
72 MUY HISTORIA
Tampoco tuvo muchos meses para definir su
posición durante el conflicto, ya que murió el
31 de diciembre de ese mismo 1936.
UN MÁRTIR INTELECTUAL PARA
LOS SUBLEVADOS
Sin embargo, la realidad es que sí fueron mu-
chos los intelectuales que apoyaron activamente
lo que representaba el bando franquista durante
toda la Guerra Civil. No fue dudoso en su cerca-
nía con el alzamiento Ramiro de Maeztu, uno de
los pesos pesados de la Generación del 98 junto
a Baroja y Azorín, y a quien su conocimiento
como periodista de la Primera Guerra Mundial
y de la Revolución Rusa le hizo ir acercándose a
posiciones cada vez más conservadoras. Al pun-
to de que, en 1932, había sido detenido con la
acusación de haber apoyado el intento de golpe
de Estado de Sanjurjo.
Durante la Segunda República defendió con
uñas y dientes los valores tradicionales y, sobre
ORTEGA Y LA TERCERA ESPAÑA
a entusiasta proclamación de la Se-
L gunda República el 14 de abril de
1931 había venido precedida de un
apoyo significativo por parte de la inte-
lectualidad. Quizá el elemento más sig-
nificativo lo encontramos en la llamada
Agrupación al Servicio de la República
creada por José Ortega y Gasset, Gre-
gorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala
en febrero de 1931. Su objetivo queda-
ba bien claro en su manifiesto fundacio-
nal: «movilizar a todos los españoles de
oficio intelectual para que formen un co-
pioso contingente de propagandistas y
defensores de la República española».
Pronto, sin embargo, surgieron disen-
siones referidas al discurrir de la Repú-
blica. Ya el 6 de diciembre de ese mis-
mo año, Ortega, el filósofo español más
importante del siglo XX, realizaba un dis-
curso en el que alertaba del mal camino
que, en su opinión, estaba tomando la
política española. Su título no deja lu-
gar a dudas, Rectificación de la Repú-
blica. Tampoco lo deja el compromiso
de este intelectual con la nueva forma
política que había defendido con uñas y
dientes. «Durante esos siete meses, la
República ha estado entregada a unos
cuantos grupos de personas que han
hecho de ella, libérrimamente, lo que
les recomendaba su espontánea ins-
piración», destacaba. Y proponía una
todo, alertó del peligro del socialismo revolu-
cionario. Incluso llegó a apoyar la subida de
Hitler al poder en 1933. Miembro de la Real
Academia Española, poco después del golpe de
Estado, el 30 de julio de 1936, varios milicia-
nos lo descubrieron en su escondite madrileño
y lo encarcelaron en la prisión de Ventas. Tres
meses después, fue fusilado en Aravaca junto,
entre otros, al ensayista, filósofo y fundador de
las JONS —que se unirían a la Falange josean-
toniana— Ramiro Ledesma. Se convirtió en uno
de los primeros mártires intelectuales del fran-
quismo.
LA FALANGE COMO REFUGIO
Precisamente la Falange fue el abrigo en el que
se concentraron algunos de los escritores más
reconocidos de la sublevación franquista. Para
gustos, los colores, pero pocos pueden dudar de
la calidad como poeta de uno de ellos, Dioni-
sio Ridruejo. Dominador del soneto como
solución, «Es preciso rectificar el perfil
y el tono de la República, y para ello es
menester que surja un gran movimien-
to político en el país, un partido gigante
(…) que interprete esta como un instru-
mento de todo y de nada para forjar la
nueva nación».
Nadie puede dudar del compromiso
de Ortega con el republicanismo, pe-
ro tampoco de su horror intelectual por
los extremos. «Ser de la izquierda es,
como ser de la derecha, una de las in-
finitas maneras que el hombre puede
elegir para ser un imbécil: ambas, en
efecto, son formas de la hemiplejía mo-
ral», escribió en La rebelión de las ma-
sas, en 1930. Poco tardó en exiliarse
durante la Guerra Civil y mucho tiene
que ver que unos milicianos aparecie-
ran armados en su casa al comienzo de
la guerra para obligarle a firmar un ma-
nifiesto en favor de la causa republica-
na. Su prestigio continuaba comprome-
tido con las ideas republicanas, nunca
con la violencia.
Su regreso a España en los años 40 im-
plicó que muchos lo acusaran de su
connivencia con el franquismo. Lo cier-
to es que Ortega formó parte de eso
que con el paso se ha denominado la
Tercera España, un pensamiento aleja-
do de cualquier extremo y horrorizado
ASC
con lo ocurrido en el país.
MUY HISTORIA 73

GETTY
DIONISIO
RIDRUEJO.
Durante la pocos, a él se deben dos de los versos más
Guerra Civil, conocidos del himno de Falange: «Volverán
el poeta de la
generación
banderas victoriosas / al paso alegre de la paz».
del 36 y Y es que, en 1933, y con solo 21 años, se había
miembro de la afiliado a esa formación, y a finales de 1936, ya
Falange fue en plena Guerra Civil, se convirtió en jefe del
responsable de partido en Valladolid.
Propaganda en
Su talento como orador hizo de él una de las
el bando
franquista. armas intelectuales más utilizadas por los na-
cionales en la Guerra Civil, siendo nombrado
jefe de Propaganda. Mantuvo encuentros con
destacados miembros de la Italia fascista y la
Alemania nazi, cuyos regímenes apoyaba. Ri-
druejo se mantuvo sobre todo cercano a las tesis
de Serrano Suñer, la figura más cercana a Hitler
dentro de la España sublevada. En 1940 fue co-
fundador de la revista poética Escorial, donde
publicaron los escritores de más ralea de la Es-
paña franquista.
Entre ellos se encontraba otro fundador de la
publicación, Pedro Laín Entralgo, figura inte-
lectual clave en la segunda mitad del siglo xx
español, Premio Príncipe de Asturias de Comu-
nicación y Humanidades en 1989 y director de
la Real Academia Española entre 1982 y 1987.
No fue dudoso su compromiso con los suble-
vados desde el primer momento y no tardó,
como recuerda en sus memorias, en «presen-
tarme a las autoridades militares de Pamplona
y ofrecer allí mis servicios». El compromiso de
Laín partía de una visión idealizada del falan-
gismo que no tardó en desdeñar y que, como
aseguró en su libro Los valores morales del Na-
cionalsindicalismo, de 1941, estaba basado en
su posicionamiento a favor de la «moral nacio-
nal, moral del trabajo y moral revolucionaria».
74 MUY HISTORIA
Dionisio Ridruejo
mantuvo encuentros con
miembros destacados
de la Italia fascista y la
Alemania nazi
Si bien su periplo durante el franquismo fue
altamente crítico, en ningún momento acomo-
daticio, durante la Guerra Civil se introdujo
desde el principio en los círculos intelectuales
de los sublevados, escribiendo en sus publica-
ciones de referencia.
Allí coincidió con uno de los grandes escritores
contemporáneos, premio Nacional de Literatura
y premio Cervantes, Gonzalo Torrente Ballester,
afiliado a la Falange en 1937 y que junto a los ya
nombrados Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo
y reconocidos poetas como Luis Rosales o Luis
Felipe Vivanco formó el llamado Grupo de
Burgos. Colaboró en el diario falangista Arriba
España y en la revista Jerarquía, publicada en
la Guerra Civil y con una marcada sensibilidad
clásica.
A partir de ella, por cierto, se publicaron algu-
nos libros como el celebrado Madrid, de Corte
a checa, de Agustín de Foxa. Como buena par-
te de los intelectuales que apoyaron al bando
nacional, mostró una querencia en ocasiones
entusiasta por la doctrina joseantoniana y no
tanto por lo que acabó siendo el franquismo.
GERARDO DIEGO, EL SUBLEVADO DEL 27
También la generación emblemática de lo que
se dio en llamar la Edad de Plata de la litera-
tura española, es decir, el Grupo del 27, tuvo
claras disensiones ideológicas entre sus miem-
bros. Si bien siempre se ha destacado la defensa
republicana de grandísimas figuras como Lor-
ca, Alberti o Cernuda, lo cierto es que uno de
sus miembros más relevantes, el poeta Gerardo
Diego, tomó parte activa por los sublevados y
no dudó en poner a su servicio su genio poético.
Su Elegía heroica del Alcázar o su participación
en la Corona poética a José Antonio dan bue-
na cuenta de ello. «Por ti, porque en el aire el
neblí vuelve, / España, España, España está en
pie, firme, / arma el brazo y lo alto las estrellas»,
escribe en el Soneto a José Antonio.
 ASC
RAE

EL GRUPO DE
BURGOS.
Arriba, Pedro
Laín Entralgo
(izda.) y Gonzalo
Torrente
Ballester (dcha.)
que formaron
parte del
conocido como
Grupo de
Burgos junto a
Dionisio
Ridruejo y Luis
Rosales (a la
izquierda de
estas lineas),
entre otros
reconocidos
poetas.
ASC

MUY HISTORIA 75
 En Las palabras de la tribu, Francisco Um-
bral recuerda cómo el poeta santanderino le
confesó que «elegí ese bando porque soy cató-
lico ante todo y aquí estaban los católicos». Y
esa elección le trasladó la inquina de no pocos
colegas en la literatura. Célebres son los ver-
sos de Pablo Neruda: «Que sepan los malditos
que hoy incluyen tu nombre / en sus libros, los
Dámasos, los Gerardos, los hijos / de perra, si-
lenciosos cómplices del verdugo». Dicho poema
es un homenaje a su amigo, Miguel Hernández,
muerto en las cárceles franquistas en 1942, y
también un grito de venganza contra quien,
habiéndolo conocido y, en opinión de Neruda,
pudiendo hacerlo, no movieron un dedo para
liberarlo de prisión.

PEMÁN, UN FERVIENTE DEFENSOR

GERARDO DIEGO. El poeta, uno de sus miembros más relevantes de la
Generación del 27, puso su talento al servicio de los sublevados.
DE LAS IDEAS DE LOS SUBLEVADOS
Aunque probablemente nadie entre los suble-
vados tuvo más influencia política en aquella
época que José María Pemán. Ya había hecho
patente su apoyo a la dictadura de Miguel Pri-

UNA GUERRA
ENTRE HERMANOS
ra Miércoles de Ceniza el 22 de febrero de 1939. Y en una fecha

E que tanta tradición y tanta poesía lleva consigo, en la localidad

francesa de Colliure, moría Antonio Machado, después de largos
meses de traslados de una ciudad a otra para evitar que los esbirros
nacionales pudieran detener a uno de los escritores más populares y
celebrados en España, el mismo que se había posicionado claramen-
te a favor de la Segunda República. La muerte de Machado se convir-
tió en el símbolo de la crueldad de la guerra y también en símbolo del
republicanismo, de la impiedad del bando nacional, como poco me-
nos de tres años antes lo había sido el asesinato de García Lorca.
Cuando Antonio muere, su hermano Manuel Machado era conside-
rado como uno de los grandes poetas del franquismo. De creencias
republicanas, Manuel y su esposa se encontraban en Burgos cuando
estalló la guerra. No existen claras referencias de si fue o no de una
manera forzada, pero lo cierto es que Manuel Machado quedó clara-
mente adscrito desde poco después al bando de los sublevados y su
compromiso se vislumbra claramente en obras como Los versos del
combatiente o el poema Al sable del caudillo, un homenaje a Franco
tras tomar las tropas nacionales Madrid en 1939. Manuel Machado
fue coronado durante el franquismo como uno de los principales poe-
tas del régimen, condecorado, admirado y colmado de honores.
En los tres años de la Guerra Civil, el contacto entre los dos hermanos
desapareció. Poco quedó de ese vínculo íntimo personal e intelectual
que les hizo escribir obras de teatro de gran popularidad como La Lo-
la se va a los puertos. Habían mantenido un estilo poético distinto, pero
también complementario, dos geniales escritores que representaban la
riqueza literaria de la España del primer tercio del siglo XX. La guerra trun-
có todo. Difícil encontrar un mejor ejemplo para constatar que toda gue-
rra civil es en realidad un trágico conflicto entre hermanos.
AGE

76 MUY HISTORIA
 ALAMY
LAS PURGAS
De Pemán habría partido la idea de hacer un ACADÉMICAS
José María

paralelismo entre la guerra y las cruzadas Pemán (izda.)

junto a Dámaso
Alonso y
Salvador
Madariaga fue
mo de Rivera más de una década antes y se maestros identificados como de izquierdas en una de las
mostraba ubicado a la derecha de la derecha las zonas conquistadas por el franquismo. Pe- figuras más
activas en la
durante la Segunda República. A nadie podían mán fue una de las figuras más populares de
depuración de
extrañar, pues, su entusiasmo con el levanta- los nacionales durante la Guerra Civil y tam- docentes de
miento franquista ni su ubicuidad en cualquier bién durante el primer franquismo. Durante el izquierdas.
acto de propaganda que hubiera que llevar a ca- conflicto, fue todo impulso, toda devoción por Madariaga, que
bo a su favor durante la guerra. Sus textos y sus la causa sublevada pesara a quien pesara y se había sido
proclamas del 36 fueron una justificación de la llevara a quien se llevara por delante. elegido
académico de la
guerra y del ataque al enemigo. Así lo señalaba La realidades que el catálogo de intelectuales que RAE en 1936,
en una alocución en Radio Jerez nada más co- apoyó la sublevación no se detiene aquí. César leyó su discurso
menzada la guerra: «La idea de turno político González Ruano, Julio Camba, Eugenio D’Ors... a su regreso a
ha sido sustituida para siempre por la idea de Cierto es que, probablemente, el conjunto de los España en 1976,
exterminio y de expulsión, única válida frente intelectuales que se unieron a la causa republica- momento al que
corresponde
a un enemigo que está haciendo en España un na superó en relevancia internacional e histórica esta imagen.
destrozo como jamás en la Historia nos lo causó a los que defendieron al bando nacional, pero
ninguna nación invasora». no por ello hay que faltar a la verdad y desde-
De él se dice que partió la idea de hacer un pa- ñar a estos últimos. Si la guerra es lo que ocurre
ralelismo entre la guerra y las cruzadas y fue cuando fracasa el lenguaje, de una u otra mane-
uno de los encargados de hacer la depuración ra la mayoría de artistas, escritores, músicos de
de aquello que se consideraba la antiEspaña aquellos años trataron de evitar este fracaso. Está
entre los docentes, es decir, señalar a aquellos claro que no lo consiguieron. MH

MUY HISTORIA 77
 ALBUM

LA DIFUSIÓN DE IDEARIOS.
El empeño de las élites por controlar la voluntad y acción de las masas
a través de la persuasión es un fenómeno antiguo, pero no cabe duda
de que su eclosión se produjo en el siglo XX. Por eso, al inicio de la
contienda, tanto en la España del bando republicano como en la
franquista, se creó con premura un aparato de prensa y propaganda
que se hizo visible, por ejemplo, en la publicidad de carteles expuestos
en las calles. Arriba, publicidad a pie de calle para alentar al pueblo a
unirse a las milicias. A la dcha., viandantes se paran delante de un
cartel que satiriza a los rebeldes.

78 MUY HISTORIA
EFE
Ambos bandos instrumentalizaron los periódicos, la radio y el cine para defender
la legitimidad de sus posiciones y para demonizar al enemigo con el fin de
alimentar el rechazo en el pueblo.

ROBERTO PIORNO
PERIODISTA E HISTORIADOR
EFE
PIZARRA,
PLUMA Y
PAPEL. En las a difusión de la radio y el cine, entre
diferentes otros medios de masas, y el aumento en
brigadas del
bando
los índices de alfabetización exigieron
republicano se desde comienzos del siglo pasado esfuer-
impartían clases zos mucho mayores —si bien desde las
de alfabetización enormes ventajas de transmisión y vi-
de las tropas. sualización del mensaje que proporcionaban los
Sobre estas
líneas, un grupo
nuevos medios— a la hora de crear mecanismos
de milicianos de cohesión social a través de la persuasión colec-
dedicándose al tiva o, dicho de otra manera, de la propaganda.
estudio en el La Primera Guerra Mundial marca un antes y
campo del un después en la Historia de la propaganda, en
cementerio de
la consolidación de técnicas de persuasión —y
Carabanchel
(Madrid, junio de manipulación— colectiva cuyo eco llega hasta
1937). nuestros días. La Gran Guerra es, de hecho, el
primer conflicto armado a gran escala en el que
las retaguardias —los civiles son protagonistas
desde la primera línea del frente, pero no solo—
juegan un papel determinante en la suerte y el
desarrollo de la contienda.
NUEVOS MODELOS
La participación activa de las masas en la guerra,
a una escala sin precedentes, exigirá el desarro-
llo de nuevos modelos de propaganda. Años
después, durante el transcurso de la Guerra Civil
española, los nuevos instrumentos de persuasión
—en una guerra en la que la ideología política,
además, tiene un peso tan sustancial— serán
perfeccionados y desarrollados a niveles nunca
vistos hasta entonces. En muchos aspectos, las
maniobras persuasivas de los dos bandos en liza
en España prefiguran los mecanismos propagan-
80 MUY HISTORIA
dísticos que caracterizarán a la Segunda Guerra
Mundial. La contienda española fue, de algún
modo, un banco de pruebas a escala nacional de
las tendencias que habrían de imponerse a escala
planetaria a partir de 1939, gracias sobre todo al
papel jugado por el cine sonoro y, especialmente,
la radio. Una guerra con identidades ideológicas
tan intensas en ambos bandos era el laboratorio
ideal para testar el alcance de estos nuevos dis-
positivos en la pelea por el control de las masas.
La República contó, desde el primer momento,
con infraestructuras de las que el bando fran-
quista no gozó, al menos en las primeras fases
del conflicto. Las zonas de España leales al Go-
bierno legítimo eran la mayoría, incluyendo
todas las grandes ciudades, y los medios para la
radiodifusión, la producción de documentales
propagandísticos o, simplemente, el control de
la información a través de periódicos y revistas
ofrecían una sustancial ventaja de salida a los re-
publicanos, que no siempre supo aprovecharse.
En un principio, la España republicana fue reacia
a la creación de un aparato estatal de prensa y
propaganda, ya que semejante medida chocaba
frontalmente con la legitimidad democrática que
la diferenciaba de los sublevados.
SÓLIDAS COARTADAS IDEOLÓGICAS
La rapidez de los acontecimientos, no obstan-
te, obligó a partir de 1936 a corregir el error
mediante la creación de un Ministerio de Propa-
ganda. En el bando franquista, las dificultades y
carencias de los primeros compases de la guerra
se fueron subsanando poco a poco, en buena
medida gracias al auxilio de los regímenes afi-
nes de Alemania e Italia. El fuerte componente
militar y clerical que tiñó desde el principio el
carácter de la España franquista contribuyó a
forjar un ideal homogéneo de Cruzada. Este he-
cho proporcionó una sólida coartada ideológica,
así como la armazón de una justificación moral/
espiritual, a los rebeldes, que impregnó inten-
samente la actividad propagandística desde los
primeros momentos. Actividad que fue canali-
zada en principio por el Gabinete de Prensa de la
Junta de Defensa Nacional, y a partir de enero de
1937 por la Delegación del Estado para la Prensa
y Propaganda, que dependió sucesivamente de
la Secretaría General de Estado y, más adelante,
del Ministerio del Interior. A todo ello hay que
sumar la decidida e inestimable colaboración en
la difusión de tales principios de la Delegación de
Prensa y Propaganda de FET y de las JONS, que
cristaliza el total compromiso de la Falange en
la acción propagandística del bando franquista.
La prensa escrita, a pesar del auge de los nue-
vos canales de difusión de información, siguió
jugando un papel central en las estrategias pro-
pagandísticas de las dos Españas. En las zonas
controladas por la República se estableció, desde
las primeras fases del conflicto, un atento control
sobre los contenidos publicados por periódicos y
revistas. Los diarios conservadores y de derechas
o bien desaparecieron o fueron radicalmente
intervenidos por partidos y organizaciones sim-
patizantes con la causa republicana, de tal modo
que la iniciativa privada en el ámbito de la infor-
mación quedó inmediatamente supeditada a las
necesidades y directrices del Gobierno legítimo.
Al margen de los periódicos tradicionales, jugó
un papel determinante en el territorio republi-
cano la llamada prensa de trinchera, a través
de la cual, mediante periódicos repartidos a lo
largo y ancho del frente, se pretendía mantener
lo más alta posible la moral de los combatientes
a la vez que se procedía a su adoctrinamiento
Al margen de los
periódicos tradicionales,
en la zona republicana
la llamada prensa de
trinchera jugó un papel
determinante
EFE
político. Estos periódicos de guerra, por otro
lado, fueron una herramienta fundamental en
las campañas de alfabetización acometidas por
el Gobierno republicano, que cristalizaron a tra-
vés de organizaciones como Cultura Popular o
las Brigadas Volantes contra el Analfabetismo,
encargadas de promover tanto en el frente como
en la retaguardia instrumentos e infraestructu-
ras destinados a la alfabetización de militares y
civiles, siempre con un trasfondo propagandís-
tico y doctrinario muy marcado.
NACEN NUEVAS PUBLICACIONES
En este ámbito también es fundamental la deci-
dida colaboración de la Alianza de Intelectuales
Antifascistas para la Defensa de la Cultura, que
aglutinaba en Madrid a los intelectuales del
Frente Popular, que defendían con su pluma y
su arte la causa republicana a través de la lite-
ratura, el teatro, la música o las artes plásticas.
De esta iniciativa, además de diversos programas
radiofónicos, surgió la publicación de una de las UN INSTANTE
revistas señeras de la España republicana, El Mo- PARA LA
LECTURA. El
no Azul, en cuyas páginas dejaron su impronta general Aranda,
Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Luis jefe del cuerpo
Cernuda, Rafael Alberti o Pablo Neruda y que se del Ejército de
caracterizó por un marcado acento popular, del Galicia –del
que, por contra, carecía Hora de España, definida bando
sublevado–,
por un perfil más intelectual y elitista, que cuajó
aprovecha para
como una de las grandes revistas literarias espa- leer el Heraldo
ñolas del siglo pasado. de Aragón en un
A diferencia de lo ocurrido en las zonas repu- descanso de los
blicanas, en los territorios bajo control de los preparativos
sublevados los periódicos, naturalmente para la ofensiva
en el frente de
Castellón.
MUY HISTORIA 81
 ARTE PUBLICITARIO. La producción de carteles
propagandísticos fue incesante en ambos bandos
durante la guerra. De izda. a dcha., un cartel de los
republicanos y otro de los nacionales.

En 1937, la Delegación Nacional de Prensa y

Propaganda procedió al lanzamiento de una de
las revistas más características del periodo en la
España franquista, La Trinchera, posteriormente
rebautizada como La Ametralladora y dirigida
por Miguel Mihura, una publicación humorísti-
ca de contenido explícitamente propagandístico.
Posteriormente surgieron periódicos y revistas
como Arriba España, Jerarquía o, en otro ámbi-
to, la célebre Flechas y Pelayos, una publicación
juvenil editada entre 1938 y 1949 por la Falange,
con textos y viñetas destinados, en buena medi-
da, a adoctrinar a los chavales en las bondades de
la España de Franco.
GETTY

Poco a poco, no obstante, el control de las au-

toridades franquistas —a través de los canales
oficiales de propaganda— se fue incrementando.
DIFUSIÓN No fue hasta abril de 1938 cuando finalmente se
INFORMATIVA.
En los afines a la causa, siguieron operando de aprobó una Ley de Prensa, que permanecería vi-
destacamentos manera razonablemente independiente aunque gente hasta 1966 y que decretaba la condición de
militares se sometidos a los filtros de la censura. Paralela- servicio público de los medios de comunicación,
disponía de una mente, la Falange tenía sus propios terminales consintiendo al Estado intervenir y modificar los
oficina rodante mediáticos, controlando y supervisando desde su contenidos e informaciones a su antojo.
de propaganda.
Abajo, oficiales Jefatura de Prensa en San Sebastián la publicación
republicanos de regular de hasta diecisiete diarios y un número
la misma en el similar de semanarios. ESLÓGANES EN LAS PAREDES
frente de Aragón Uno de los principales campos de batalla en la
(1937). guerra de las ideas y la información se libró a gol-
pe de carteles, en busca de imágenes y eslóganes
que transmitieran de un solo vistazo la grandeza
del bando propio y la debilidad del enemigo. El
cartel comercial se había convertido en uno de
los principales soportes publicitarios ya en el si-
glo xix, cuajando como un arte en sí mismo y
una plataforma de persuasión impagable. El uso
de la cartelística con fines políticos tenía ya sus-
tanciales antecedentes en la Revolución Rusa, la
Primera Guerra Mundial y las zonas controladas
por los regímenes totalitarios italiano y alemán,
de cuyas influencias bebió de manera muy di-
recta el cartel propagandístico durante la Guerra
Civil española. Madrid, Barcelona y Valencia
fueron epicentros en la impresión y producción
de carteles, pero los territorios leales a la causa
franquista se las ingeniaron para no quedarse
atrás y pronto los muros de las principales ciu-
dades controladas por ambos bandos quedaron
empapelados, llenos de imágenes de esas que va-
len más que mil palabras. En el bando franquista
imperaron eslóganes sobre la unidad de España
y la identidad católica de la nación, fijados en
tipografía gótica —a la manera de la Alemania
EFE

82 MUY HISTORIA
 LOS ORÍGENES DEL MÍTICO NO-DO
n la España republicana, la gran mayoría de proyectos cinema-

E tográficos fueron iniciativa de las centrales sindicales y los par-

tidos políticos, y no solo del propio Gobierno, a diferencia de lo
que ocurrió en territorio rebelde, donde la elaboración de noticiarios
—uno de los instrumentos de propaganda más valiosos y eficaces
durante el conflicto— era un asunto fundamentalmente institucional.
Fueron agentes como la CNT-FAI (Confederación Nacional del Traba-
jo-Federación Anarquista Ibérica) o Film Popular (organización comu-
nista dedicada a la realización de documentales propagandísticos)
los que asumieron la responsabilidad de informar sobre el transcurso
de las operaciones a través de los noticiarios España gráfica (trein-
ta entregas de unos diez minutos) y España al día, respectivamente,
caracterizados por un sesgo ideológico muy marcado. Si bien en la
zona dominada por los sublevados la iniciativa privada tuvo un peso
mucho mayor a la hora de ejecutar proyectos cinematográficos, las
autoridades franquistas, a través del Departamento Nacional de Cine-
matografía, tomaron las riendas a la hora de producir el noticiario más
influyente del periodo, asegurándose en todo momento de controlar y
supervisar exhaustivamente sus mensajes y contenidos.
Así nació, en junio de 1938 y de la mano del jefe del Departamento Na-
cional de Cinematografía, Manuel García Viñolas, el Noticiario Español,
escaparate audiovisual de la España franquista que, una vez concluida
la guerra, tuvo continuidad convirtiéndose en el No-Do, noticiario de
proyección obligatoria durante los años de la dictadura. El No-Do se
emitió con frecuencia semanal hasta 1981 y se encargó de adoctrinar
desde los cines a varias generaciones de españoles. AISA

nazi— y con símbolos recurrentes del fascismo
y el nazismo como el yugo y las flechas, el águila
bicéfala o incluso la esvástica.
En el bando republicano, por otro lado, el én-
fasis del mensaje se ponía en la educación y en
las múltiples amenazas vinculadas al auge del
fascismo. De entre los motivos más recurrentes,
destacan la hoz y el martillo, las herramientas
industriales y la estrella de cinco puntas, así
como los llamamientos a las armas, la exalta-
ción de los líderes, las advertencias acerca de la
proliferación de espías… La cartelística alcan-
zó su madurez como arma política durante la
Guerra Civil española, cuajando como el arte
popular por antonomasia de la época. Artistas
y profesionales de la publicidad contribuyeron
a la eclosión de esta herramienta propagandís-
tica en ambos bandos, siendo Carlos Sáenz de
Tejada y José Renau los más destacados de entre
los cartelistas del bando franquista y el bando
republicano, respectivamente.
SERVICIOS PROPAGANDÍSTICOS
Pero la innovación llegó de la mano de la radio
y del cine, campos en los que la Guerra Civil
española constituyó un punto de inflexión y un
terreno de ensayo de la efectividad de los que
habrían de ser, a partir de entonces, canales de
difusión propagandística más determinantes
en tiempos de guerra, pero también de paz. En
tiempos de la República, el número de personas
en posesión de un aparato receptor de radio ha-
bía aumentado, produciéndose la proliferación
de incontables estaciones locales que hicieron
de la radio un hábito de ocio entre la gente co-
mún. Con el inicio de las hostilidades, los dos
bandos entendieron de inmediato que la hege-
monía en las ondas iba a ser un arma crucial
para ganar la guerra, y aunque en un principio
el bando franquista apenas controlaba 16 de las
63 emisoras de radio existentes, pronto comen-
zaría a inclinar la balanza a su favor. Lo hizo
desde los primeros instantes del levantamiento
militar, valiéndose de la radio para proclamar el
estado de guerra y tratando de ganar adeptos a
la causa con emisiones desde Radio Las Palmas,
Radio Tetuán o Radio Ceuta.
La incorporación, poco después, de Unión Ra-
dio Sevilla a la lista de emisoras radiofónicas
al servicio de los rebeldes fue, por otro lado, la
prueba de que el levantamiento era mucho más
que un problema limitado al norte de África,
como el Gobierno republicano quiso presen-
tar la cuestión a la opinión pública. Poco a
poco Franco fue ampliando su imperio
 A pesar de que controlaba la inmensa mayoría de
emisoras de radio de ámbito nacional, el Gobierno
republicano no supo exprimir este recurso
radiofónico al sumar emisoras como Ra-
dio Pamplona o Radio Castilla, sin olvidar el
impagable servicio propagandístico proporcio-
nado por las radios controladas por la Falange.
En enero de 1937 la Junta Técnica del Estado
aprobó el nacimiento en Salamanca de Radio
Nacional de España, que habría de convertirse
en la joya de la corona radiofónica del bando
franquista y en el altavoz propagandístico más
importante al servicio de los sublevados.
Paradójicamente, y pese a controlar la inmensa
mayoría de emisoras de ámbito nacional, el Go-
EL VALOR bierno republicano fue incapaz de exprimir este
DOCUMENTAL. formidable recurso con la misma eficacia con la
En el ámbito que lo hizo el enemigo. La falta total de coordi-
audiovisual, Joris
Ivens (en la foto,
nación entre los diversos actores favorables al
a la izda.), gobierno legítimo provocó en los tensos momen-
realizador tos posteriores al levantamiento una cascada de
holandés de cine, comunicaciones confusas y a destiempo de par-
dirigió la película tidos políticos, sindicatos y otras organizaciones
documental Tierra
de España. En su
leales. La República perdió un tiempo precioso,
equipo contaba, y no fue hasta septiembre de 1936 cuando co-
entre otros, con el menzaron a tomarse medidas para restringir las
escritor Ernest informaciones que podían ver la luz desde las
Hemingway (en el
centro).
ALBUM
84 MUY HISTORIA
ondas, en un intento de evitar que el enemigo
supiera demasiado y ante la necesidad acuciante
de una centralización de los mensajes propagan-
dísticos que acabara con el caos radiofónico.
CONTROL RADIOFÓNICO
Poco a poco el gobierno tomó cartas en el asun-
to, autorizando la emisión exclusivamente a las
emisoras pertenecientes a partidos políticos y
sindicatos registrados y procediendo a requisar
todas las demás y a ponerlas así al servicio de las
necesidades gubernamentales, con lo que queda-
ron Radio España y Unión Radio Madrid como
las emisoras más importantes al servicio de la
causa republicana. La radio no solo permitía do-
sificar —y manipular— la información a voluntad
y lanzar consignas para fortalecer la moral de los
habitantes de las zonas controladas por el bando
republicano; el propósito de ambos bandos era,
además, llegar a quienes en territorio enemigo
se enganchaban clandestinamente a las emisio-
nes del bando rival que llegaban desde más allá
de la línea del frente. Aunque en este aspecto los
 INTENSOS DÍAS DE EMISIONES RADIOFÓNICAS
na de las características diferenciadoras
U de la propaganda en los territorios repu-
blicanos fue la permanente preocupa-
ción por el control y supervisión de la educa-
ción y la cultura. Con ese propósito de aunar
los objetivos de la actividad propagandística
y la difusión cultural —con generosas dosis,
claro, de adoctrinamiento—, nacieron inicia-
tivas como Altavoz del Frente. El proyecto
surgió como un programa de radio auspi-
ciado por el Partido Comunista, dirigido por
Carlos Palacio y producido a través de la
Subsecretaría de Propaganda, y dotado de
un presupuesto y unos medios muy holga-
dos. Comenzó su andadura en las ondas el
14 de septiembre de 1936 y se emitió desde
Madrid todas las noches al filo de las 21 ho-
ras a través de Radio Madrid (y desde Unión
Radio en varios idiomas, en una versión des-
sublevados siempre caminaron un paso por de-
lante, la República se anotó un tanto con el éxito
de iniciativas como el llamado Altavoz del Fren-
te, que emitía todas las noches a través de Unión
Radio Madrid noticias, canciones y poemas que
llegaban a civiles y soldados y se consolidó como
uno de los ejes de difusión de propaganda más
eficaces de todo el conflicto [ver recuadro 2].
En lo referente al cine, los sublevados siempre
fueron a rebufo del ámbito republicano. Los dos
principales centros de producción cinematográfi-
ca en España tenían sede en Barcelona y Madrid
y, en consecuencia, toda su infraestructura estuvo
al servicio del Gobierno de la República, mien-
tras el bando franquista, en las primeras fases del
conflicto, hubo de conformarse con los equipos
cinematográficos que coyunturalmente se en-
contraban en Cádiz y Córdoba filmando sendas
películas, Asilo naval (Tomás Cola, 1936) y El
genio alegre (Fernando Delgado, 1936), cuando
la región cayó en manos de los rebeldes. Ambos
bandos instrumentalizaron el cine para defender
la legitimidad de sus respectivas posiciones y
para descalificar al enemigo y demonizarlo con
el fin de alimentar el miedo y el rechazo en una
población que, a través de los documentales de
guerra y los noticiarios, podía visualizar los ho-
rrores y atrocidades perpetrados por el bando
contrario. Con todo, el nivel de censura, y por
tanto el cariz propagandístico de estos audio-
visuales, era sensiblemente mayor en el bando
franquista, donde las noticias debían enfrentarse
a filtros preliminares antes de ser filmadas. La
producción cinematográfica, fundamentalmente
tinada a las Brigadas Internacionales).
El programa, que contaba con el respaldo
de la Alianza de Escritores Antifascistas,
incluía las últimas noticias del transcurso
de la guerra, así como la lectura de poe-
mas y la emisión de canciones compuestas
e interpretadas para la ocasión por una or-
questa con el objeto de levantar los ánimos
de las tropas y de los civiles. La emisión
gozaba de gran aceptación y, para que lle-
gara al mayor número posible de personas,
se ubicaban aparatos de radio a todo volu-
men cerca de las ventanas abiertas. Poco
a poco el proyecto fue creciendo y Altavoz
del Frente se convirtió en una organización
cultural multidisciplinar, con una revista
de difusión cultural y proyectos teatrales
ALBUM
de diversa índole que complementaban el
mensaje radiofónico.
de documentales, se incrementó en las zonas ba-
jo control franquista a partir de 1938, cuando el
ministro de Gobernación creó un Departamen-
to Nacional de Cinematografía que apostó por la
producción del Noticiario Español, un vehículo
de propaganda informativa que sentó las bases
del futuro No-Do [ver recuadro 1].
EL CINE COMO PROTAGONISTA
Los medios a su disposición en Madrid y en Bar-
celona permitieron a las autoridades republicanas
filmar noticiarios desde los inicios del conflicto,
así como multitud de documentales, entre los
que destacan España leal en armas (Jean-Paul
Le Chanois, 1937), con guion de Buñuel, alguna
notable contribución foránea como Tierra de Es-
paña, de Joris Ivens, con textos de Hemingway y
guion de, entre otros, John Dos Passos, e incluso
alguna película de ficción como la icónica Sierra
de Teruel (1939), de André Malraux, que pudo
apenas terminar de montarse en París para ser
estrenada en Francia solo después de la Segun-
da Guerra Mundial. Paralelamente, fue boyante
la actividad propagandística con el cine como
protagonista llevada a cabo por los comunistas,
a través de la productora Film Popular, y en Ca-
taluña, a través del Comisariado de Propaganda
de la Generalitat, cuya filial cinematográfica,
Laya Films, produjo un número excepcional de
documentales, entre los que destacan Un día de
guerra en el frente de Aragón (Juan Sierra, 1936) o
Enterrament de Durruti (Sindicato Único de Es-
pectáculos Públicos, 1936). MH
MUY HISTORIA 85
ASC
LAS SOSPECHAS SOBRE LA

En la madrugada del 20 de noviembre de 1936, Buenaventura

Durruti exhaló su último aliento en el hotel Ritz de Madrid,
acondicionado como hospital de sangre. La tarde anterior,
en el frente de la Ciudad Universitaria, el carismático dirigente
anarcosindicalista había recibido un disparo mortal de necesidad.

TOMÁS MORENO
ARQUITECTO Y ESCRITOR

CREDITO
LA COLUMNA
DURRUTI.
Buenaventura urruti había llegado a Madrid una
Durruti junto a semana antes, anticipándose al con-
milicianos bajo tingente de milicianos libertarios de
su mando en
Bujaraloz, su columna llamado urgentemente a
donde la sumarse a las fuerzas encargadas de
columna había taponar la brecha que se abría al oeste
establecido su de la ciudad, por la que parecía irremediable que
cuartel general penetraran las tropas sublevabas. Tan grave era
(14 de agosto
de 1936).
la situación, que el Gobierno republicano se ha-
bía trasladado a Valencia el día 6 de aquel mismo
mes, muy poco antes de que los atacantes alcan-
zaran las orillas del río Manzanares.
A decir verdad, ni Durruti ni sus camaradas
de la columna homónima llegaron a Madrid
de buena gana, dedicados como estaban por
entonces a poner en práctica el comunismo li-
bertario en el oriente aragonés que ocupaban
tras desistir de recuperar Zaragoza para la Re-
pública. Solo la insistencia de sus camaradas de
Madrid y, sobre todo, de Federica Montseny,
primera mujer en asumir una cartera ministe-
rial en nuestro país y anarquista como Durruti,
convenció finalmente a los cenetistas.
En la mañana del 15 de noviembre llegaron desde
88 MUY HISTORIA
ALBUM
Valencia las agrupaciones de la columna Durruti
destinadas a reforzar las defensas de Madrid. Al
día siguiente ya luchaban en la Ciudad Univer-
sitaria, librando feroces combates que llegaron
al enfrentamiento cuerpo a cuerpo y redujeron
dramáticamente sus efectivos cuando el día 23
el mando franquista decidió esperar a mejor
ocasión para hacerse con Madrid y el frente se
estabilizó hasta el final de la contienda.
Fue precisamente mediada esa semana incierta y
brutal cuando Durruti acudió al campus universi-
tario en el que se batían las fuerzas a su cargo con
el firme propósito de garantizar su compromiso,
encontrándose allí con el prólogo de la muerte
después de un balazo que le atravesó el tórax.
¿FUERON LOS FRANQUISTAS?
Hasta aquí las escasas certezas sobre la muerte de
Durruti, porque a día de hoy siguen sin aclararse
los motivos y pormenores de aquel disparo fatal,
ocultos tras los testimonios sesgados y contradic-
torios de quienes vivieron los acontecimientos. La
versión oficial no dejó lugar a dudas, aunque sí
las veinticuatro horas transcurridas hasta dar la
noticia por las autoridades republicanas, durante
las que, probablemente, se elaboró el mejor relato
posible: Durruti acudió al frente en una discreta
caravana de dos vehículos a través de una ruta
segura; llegados a su destino, quienes ocupaban
los vehículos se apearon en un lugar próximo a la
facultad de Odontología, donde Durruti quedó al
descubierto de manera accidental y una bala dis-
parada por el enemigo desde el Hospital Clínico
impactó mortalmente en él.
Fue Ricardo Sanz, compañero de Durruti en
el anarcosindicalismo y sucesor al frente de su
columna, quien blindó esta versión hasta ha-
cerla parecer indiscutible. Con ella se forjó la
leyenda del héroe caído en primera línea junto
a sus hombres y se pretendió orillar cualquier
interpretación cainita que resquebrajase la im-
prescindible unidad frente a los insurgentes.
Sin cuestionar la imputación del disparo a los
sublevados, cabe también otorgar su autoría a
elementos de la quinta columna de Madrid; esa
ASC

quinta columna a la que dio nombre el general

Mola en un discurso radiofónico cuando sumó
a las cuatro columnas de fuerzas militares que
avanzaban hacia Madrid una quinta formada
por adeptos al alzamiento emboscados en la ca-
pital de España dedicados a espiar y sabotear,
y que desde entonces denomina a cualquier
fuerza anidada en las filas del enemigo para
combatirlo. Su eficacia e infiltración en las uni-
dades de mando republicanas bien pudo haber
facilitado la organización y ejecución de una
operación de este calibre para desmoralizar a
los defensores de la capital de España.
¿LOS COMUNISTAS?
Sin lugar a dudas, Buenaventura Durruti era
una figura incómoda para los comunistas por
cuanto se había erigido en el principal referente
de un movimiento como el anarcosindicalista
que atraía al proletariado sin subordinarlo a los
dictados de Rusia, y para el que la revolución
era al menos tan importante como las operacio-
nes militares, lo que comprometía la unidad de
acción y la capacidad de oponerse a las fuerzas
franquistas apoyadas por Italia y por Alemania.
Agentes soviéticos para organizar y, en su caso,
ejecutar el asesinato del líder anarcosindicalista
no faltaban en Madrid, dado que en aquel mo-
AYUDA
CATALANA A
mento había dos servicios secretos estalinistas LA DEFENSA
muy activos en la capital de España: el del Mi- DE MADRID.
La columna
nisterio del Interior (NKVD) y el del Ejército Tierra y Libertad
Rojo (GPU). había sido
Abona también la tesis del asesinato inspirado enviada a los
por los comunistas la propuesta debatida en el frentes del
seno del Gobierno de Largo Caballero para sus- Centro en
septiembre de
tituir al general Miaja por Durruti al frente de 1936. En la
la Junta de Defensa de Madrid, lo que hubiera imagen, en la
debilitado extraordinariamente la influencia de calle de Alcalá,
los partidarios de Stalin entre las fuerzas comba- el día 9 de ese
tientes de la República. Fue el entonces ministro mes. Después,
llegarían la
de Justicia, Juan García Oliver, amigo de siem- columna
pre de Durruti, quien puso encima de la mesa su Libertad, en
nombre, aunque también la necesidad de dar un octubre, y la
tiempo prudencial para que el anarcosindicalista columna Durruti,
se diera a conocer. No puede tampoco olvidarse en noviembre.
en favor de la teoría de la conspiración comunis-
ta que el devenir del conflicto puso en evidencia
que la eliminación de los rivales políticos del
propio bando llegó a ser una práctica nada ex-
cepcional; sirva como ejemplo la desaparición
de Andreu Nin, líder de las milicias trotskistas
del POUM.
En cuanto a la ejecución material del asesinato,
bien podría haber sido obra del sargento de

La autoría del disparo bien podría otorgarse a

elementos de la quinta columna de Madrid
MUY HISTORIA 89
 artillería y filiación comunista José Manza-
na, quien además de ser campeón de tiro, ejercía
como asesor militar de la Columna Durruti y al
que todas las fuentes sitúan en el vehículo con el
que el gran líder anarcosindicalista acudió aquel
día a la Ciudad Universitaria.
¿LOS ANARQUISTAS?
Tampoco faltaban razones para el magnicidio
entre las fuerzas anarcosindicalistas, por cuanto
los más acérrimos defensores de los postulados
libertarios recelaban de Durruti, que comenzaba
a confluir con otras fuerzas políticas en detri-
mento del ideal anarcosindicalista que anteponía
la revolución a la guerra y abominaba de una es-
tructura jerarquizada como la del Ejército.
Igualmente cabe la posibilidad de que Durruti
hubiera resultado abatido por los milicianos de
su propia columna en el entorno de la Ciudad
Universitaria, para lo que pueden barajarse dis-
tintas hipótesis: por un lado, la de que Durruti
se apeara del automóvil en el que viajaba para
afear la retirada de algunos de sus hombres y
uno de ellos le disparase presa del pánico, el
agotamiento, el frío y el hambre; por otro, la de
que Durruti llegara al frente para evitar que sus
tropas quemaran las traviesas de los ferrocarri-
Hay quien apunta a
Ricardo Sanz, que relevó
a Durruti al frente de su
columna, como artífice
del asesinato
les con el fin de calentarse en aquellos gélidos
días y algún miliciano acabara por disparar vis-
ceralmente a su jefe.
Incluso hay quien apunta a que el mismísimo
Ricardo Sanz, que dio relevo a Durruti al fren-
te de su columna, fuera el artífice del asesinato,
convencido de la necesaria militarización del
contingente, que finalmente se produjo en los
primeros meses de 1937, constituyendo la 26ª Di-
visión del ejército republicano; una nueva unidad
a la que no se incorporaron algunos efectivos de
la milicia libertaria para continuar la lucha bajo
la denominación de Agrupación de los Amigos
de Durruti, toda una declaración de intenciones.
Por lo demás, debe recordarse que la interpre-
tación de la muerte del carismático comandante

BUENAVENTURA DURRUTI
osé Buenaventura Durruti Duman- cia para eludir el servicio militar. De las Islas Canarias. Iniciada la subleva-

J ge nació en León el 14 de julio de

1896 y murió en Madrid el 20 de
noviembre de 1936. Fue el segundo
de los ocho hijos nacidos del matri-
monio entre Santiago Durruti y Anas-
tasia Dumange. Su infancia transcu-
rrió en el humilde barrio de Santa Ana,
donde echaron raíces las primeras in-
quietudes sociales de quien llegaría a
ser uno de los principales dirigentes
del anarcosindicalismo español.
A los catorce años comenzó su vida
laboral como aprendiz en un taller es-
pecializado en maquinaria minera, lo
que le dio la oportunidad de entrar en
contacto con un colectivo de inque-
brantable conciencia de clase y peno-
sas condiciones de trabajo. Más ade-
lante, se integró como mecánico en la
Compañía Ferroviaria del Norte, aun-
que no tardó en perder el puesto de
trabajo por su activa participación en
la huelga general de 1917.
Da entonces sus primeros pasos en la
clandestinidad, que le llevaron a Fran-
regreso a España a principios de 1919
ingresó en la Confederación Nacio-
nal del Trabajo y comenzó una intensa
actividad revolucionaria, sobre todo
desde que un año más tarde llegara
a Barcelona, donde formó en 1922 el
grupo Los Solidarios junto a García
Oliver, Ascaso y Ricardo Sanz. Tras
ser imputado por el atraco al Banco
de España en Gijón y la muerte del
cardenal de Zaragoza, huyó a Argenti-
na y Chile para viajar después a dife-
rentes países de este y aquel lado del
Atlántico y volver a recalar en Francia,
donde resultó detenido por su activi-
dad revolucionaria junto a Ascaso y
Gregorio Jover, siendo finalmente libe-
rado junto a sus compañeros después
de una importante campaña de apoyo
internacional.
De regreso a España en 1931 se suma
durante los primeros años de la Repú-
blica a diferentes insurrecciones que le
llevan de nuevo a la cárcel y finalmente
a la deportación en Guinea Ecuatorial y
ción militar el 17 de julio de 1936, parti-
cipa activamente para sofocarla en Bar-
celona y se incorpora al todopoderoso
Comité Central de Milicias Antifascistas
de Cataluña. Desencantado por las lu-
chas burocráticas y estériles de reta-
guardia, el 24 de julio decide marchar
hacia Zaragoza para liberar a la ciudad
del triunfante alzamiento militar; aunque
debe desistir de aquel intento debido a
la falta de armamento y capacidad ope-
rativa, y despliega desde entonces una
extraordinaria actividad para colectivizar
la tierra en las localidades ocupadas en
su marcha hacia la capital aragonesa.
En noviembre de aquel año, al frente de
una parte de sus tropas, se desplazó a
Madrid en auxilio de los defensores de
la capital de España y murió de un dis-
paro en la Ciudad Universitaria cuando
visitaba a sus camaradas exhaustos
tras unos días de intensos combates. El
22 de noviembre fue enterrado en Bar-
celona entre una ingente multitud de
ciudadanos entregados a su causa vital.

90 MUY HISTORIA

libertario a manos de comunistas o anarquistas
fue la que dio por buena la España de Franco
y la que anunciaron sus emisoras de radio, in-
tentando abrir con ello la misma fisura que las
versiones del disparo franquista o accidental in-
tentaban evitar desde el lado republicano.
¿O FUE UN ACCIDENTE?
La tesis de la muerte fortuita es obra de Cle-
mente Cuyás, antigüo conductor de Durruti, y
con ella se abre la puerta a que el magnicidio no
fuera tal. Según esta nueva versión llegada hace
ASC
DESPEDIDA
A UN MITO.
solo tres décadas, los testigos directos del acci- Medio millón de
dente juraron ofrecer un relato muy distinto de personas
los hechos, de manera que el final de Durruti no acudieron al
fuera en vano y se construyera una leyenda que entierro de
Buenaventura
arreciara el ánimo de sus camaradas y les diera Durruti en
la oportunidad de vengar una muerte a traición. Barcelona, el 22
A decir de Cuyás, Durruti discutía con uno de de noviembre
sus colaboradores junto al vehículo del que se de 1936.
acababan de apear, cuando su fúsil golpeó la
carrocería del coche, se disparó e hirió mor-
talmente al líder anarcosindicalista; aunque
hay otras versiones adheridas a la teoría del
accidente que apuntan sencillamente al
MUY HISTORIA 91
 disparo del arma en el momento de subirse al
coche en la Ciudad Universitaria una vez fina-
lizada la visita al frente.
Quienes defienden la tesis del accidente coinci-
den en que Durruti portaba un subfusil MP28,
el conocido popularmente como naranjero por
su fabricación en el Levante español, arma que
se disparaba con facilidad ante casi cualquier
golpe. Por su parte, aquellos que reniegan del
disparo accidental argumentan, como atestiguan
las fotografías que nos ha llegado hasta la fecha,
que Durruti se protegía únicamente con una o
dos pistolas, siendo solo sus hombres de con-
fianza quienes portaban armas largas.
En todo caso, fuera un magnicidio o una muer-
te fortuita, el recuerdo de Durruti pervive en la
actualidad, sea por su papel trascendente en la
Historia de España o por las incógnitas sobre las
causas de su violento final.
LA MUERTE NO ES EL FINAL
Por desgracia, no quedan testigos directos a los
que preguntar y las fuentes documentales encon-
tradas hasta ahora no dan más de sí; tampoco
otros vestigios materiales como la chaqueta que
portaba el día de su muerte, a la que apelan quie-
nes descartan que fuera un lejano disparo desde
el Hospital Clínico el que acabara con aquella
vida como demostraría el fogonazo y los restos
de pólvora que habría dejado en la prenda un
disparo a quemarropa.
Con la muerte de Durruti nació una leyenda
que fácilmente germinó dado el perfil del per-

LA BATALLA DE LA CIUDAD UNIVERSITARIA

or Real Decreto de 17 de mayo de lo constituía el Hospital Clínico; comba- detenerse y apenas se produjo una pe-

P 1927 fue constituida la Junta Cons-

tructora de la Ciudad Universitaria
de Madrid, en la que se integraba un
equipo multidisciplinar de expertos en-
cargados de dar a luz un complejo mo-
derno de estudios superiores donde
agrupar los centros docentes dispersos
y anticuados que se repartían entonces
por la capital de España. Bajo la direc-
ción técnica del arquitecto Modesto Ló-
pez Otero se fue haciendo realidad la
ambiciosa iniciativa y al comienzo de la
Guerra Civil se habían concluido o esta-
ban a punto de hacerlo un buen número
de facultades.
En el marco de la batalla de Madrid,
acontecida entre los días 8 y 23 de no-
viembre de 1936, el nuevo campus fue
escenario de violentos combates tras
los que quedó mayoritariamente en po-
der de los sublevados como una punta
de lanza clavada en el costado oeste de
la ciudad, cuyo vértice más adelantado
tes que dieron comienzo en la mañana
del 15, cuando la columna del teniente
coronel Asensio Cabanillas intentó reite-
radamente cruzar el río Manzanares pa-
ra abrirse camino a través de la Ciudad
Universitaria y converger con las co-
lumnas de Barrón y Delgado en la Puer-
ta del Sol. Será en la tarde de ese día
cuando las primeras unidades de tropas
regulares alcancen la Escuela de Arqui-
tectura, donde se hicieron fuertes para
lanzar desde allí el asalto a la Casa de
Velázquez, ocupar el edificio de Inge-
niería Agronómica y finalmente hacerse
con el Hospital Clínico después de ven-
cer a las milicias que lo defendían.
Gracias a la fortuna de haber encontra-
do los planes de ataque entre las ropas
de un tanquista insurgente abatido el
día 9 y a la aportación de los refuerzos
nacionales e internacionales, entre ellos
los de la columna cenetista de Durru-
ti, el asalto a la capital de España pudo
netración simbólica de algunos solda-
dos de un Tabor de Regulares hasta la
Plaza de España.
Tras la denominada «reunión de Lega-
nés», el mando franquista decidió el 23
de noviembre abandonar la idea de ocu-
par prioritariamente la capital de Espa-
ña, lo que congeló el frente de la Ciudad
Universitaria hasta que el 28 de marzo
de 1939 las tropas sublevadas entraron
por fin en Madrid. Durante aquellos dos
años y medio, el campus fue horadado
por numerosos túneles, alojó centenares
de trincheras, fue sembrado de toda cla-
se de minas y fortificado con las más va-
riadas soluciones defensivas.
Finalizada la guerra, la futura Ciudad
Universitaria estaba tan seriamente da-
ñada que se pensó en demolerla o en
convertirla en un museo de la contien-
da; aunque finalmente se decidió re-
construirla y el 12 de octubre de 1943
fue al fin inaugurada.
ALBUM

92 MUY HISTORIA
 Nunca hubo una inves-
tigación exhaustiva para
aclarar los hechos que
acabaron con su vida
sonaje: siempre cautivador y brillante ante las
masas, apasionado en la defensa de un ideal
redentor para los humildes, perseguido por
los poderosos de medio mundo y caído en la
plenitud de la vida al frente de los suyos con
apenas cuarenta años.
Nunca hubo una investigación exhaustiva para
aclarar cómo se sucedieron los hechos que aca-
baron con su vida. Con ello quizás se evitó que
aflorasen a la superficie aquellas otras guerras
civiles alojadas en la oficial y se pudo modelar
interesadamente su legado para construir un
mito intemporal y eterno al que encomendarse.
Tampoco fue digna de averiguaciones de calado
la muerte del segundo mito nacido ese mismo
día: José Antonio Primo de Rivera, fundador y
jefe nacional de la Falange, fusilado en la cárcel
de Alicante. Eso sí, la sangre roja y negra que
ambos derramaron aquel viernes de otoño y la
guerra civil fue la tinta con la que se escribiría fi-
ASC

nalmente el acta de defunción de los ideales que

en uno y otro bando apostaban por la revolución UNA TUMBA VACÍA. El mausoleo en el que descasaban los restos de
a cualquier precio. MH Durruti fue desmantelado al final de la guerra y estos se perdieron.

EL FINAL DE LA DEFENSA DE MADRID. Las tropas franquistas entran en

ALBUM

Madrid por la Ciudad Universitaria, el 28 de marzo de 1939.

MUY HISTORIA 93
La sombra del oro de Moscú
 Nunca ejerció un protagonismo público, su nombre apenas era
conocido fuera de los círculos del poder, casi no hay imágenes de
su periodo en España y buena parte de su actuación en el país
es todavía un enigma. Sin embargo, pocas personalidades fueron
más influyentes, temidas y decisivas en el bando republicano. Fue
el brazo ejecutor y la mirada observadora de Stalin en España.
Su nombre: Alexander Orlov.

JAVIER JUÁREZ
PERIODISTA Y ESCRITOR
EFE
 l 10 de septiembre de 1936 un matrimo-
nio y su hija menor disfrutaban de un
apacible viaje en tren por Europa Cen-
tral. Cruzaron Alemania y Francia desde
el Este. A excepción de España, inmersa
ya en un conflicto aún de dimensiones
inciertas, el continente vivía años de paz tensa.
Todavía eran tiempos de esperanza y el paisaje
IDENTIDAD visible desde la ventanilla mostraba la estampa
CON SELLO de un continente transformado que despertaba
OFICIAL. Los de la crisis y de las sombras aciagas de la con-
pasaportes tienda anterior.
diplomáticos de
Alexander Orlov,
Llegaron a Toulouse el día 16 y ese mismo día
su mujer y su embarcaron en un avión rumbo a Barcelona. La
hija les Compañía Aeropostal mantenía, a pesar de la
permitieron volar Guerra Civil, esa línea activa, que había mar-
a Barcelona cado los años pioneros de la aviación. Entre sus
desde
Toulousse.
pilotos figuraba un aviador grandullón y bona-
Antes habían chón que respondía al aristocrático apellido de
cruzado en tren Saint-Exupéry.
Alemania y
Francia.
Los encargados del embarque aceptaron sin
mayores preguntas los pasaportes diplomáticos
que blindaban cualquier duda. El documento
mostraba el nombre de Alexander Orlov, bajo
los sellos oficiales soviéticos que confirmaban su
identidad. Junto a él, accedieron a la aeronave
su mujer Maria y su hija Vera, entonces de diez
años de edad.
Orlov llevaba una pequeña maleta de la que nun-
ca se separaba, además del equipaje habitual. Los
tres miembros de la familia compartían asientos
en un avión pequeño. El frágil avión de hélice
soportaba dignamente el vuelo raso, aunque
acometía con inestabilidad la toma de altura y el
cruce siempre arriesgado de los Pirineos.
Este hombre fornido de mediana edad ocultaba
otra preocupación adicional. Había reparado
antes y durante el vuelo en la presencia de un
hombre de edad similar a la suya, rasgos duros
y porte castrense. Había en su aspecto algo fa-
miliar y a la vez inquietante. Acostumbrado a
extremar la sospecha, Orlov intuyó una amenaza,
agravada cuando el pasajero le saludó en inglés
y alemán. Hablaba con fluidez si bien su acento
delataba un origen distinto. Se presentó ante Or-
lov como comerciante de pieles, lo que acentuó
más la extrañeza de este último, convencido de
asistir a un burdo engaño. ¿Qué negocio había
para un comerciante de pieles en el verano de un
país cálido como España inmerso en una guerra?
Ambos mantuvieron un receloso silencio duran-
te el resto del viaje.
Una vez en Barcelona, la familia Orlov ni siquie-
ra visitó la ciudad. A pesar del caos reinante, las
autoridades militares del Prat pusieron una pe-
queña avioneta a su disposición para proseguir
el viaje hasta Madrid.
Unos días después, ya instalado en su despa-
cho de la embajada soviética, Orlov recibió
la visita de un militar soviético interesado en
presentarle a un amigo y compatriota. Ambos
se reconocieron inmediatamente. El supuesto
comerciante de pieles era en realidad el general
Manfred Stern, más conocido en la guerra espa-
ñola con el seudónimo del general Kléber, una

Su auténtico nombre
era León Fedlbin y había
nacido en Bobrysk
(Bielorrusia), en el seno
de una familia judía
ASC

96 MUY HISTORIA
figura legendaria en las Brigadas Internacionales
y en la defensa de Madrid.
Alexander Orlov —cuyo nombre ya recorría
los pasillos del poder republicano— era los
ojos y los oídos de Stalin en Madrid, el oficial
al mando del NKVD (Comisariado del Pue-
blo para Asuntos Internos) en España. Kléber
no necesitaba más para deducir con acierto
que Orlov sería, desde su posición discreta, el
hombre más poderoso y temido de la numero-
sa delegación soviética.
NUESTRO HOMBRE EN MOSCÚ
La primera táctica del juego de sombras en el que
Orlov ya acreditaba una notable maestría era la
de su identidad. Su auténtico nombre era León
Fedlbin y había nacido el 21 de agosto de 1895 en
Bobrysk (Bielorrusia) en el seno de una familia
judía. Su padre regentaba un negocio maderero
que se arruinó y obligó a la familia a trasladar-
se a Moscú en 1913. Orlov contaba con 18 años
y aspiraciones de estudiar Derecho. Estaba en
la Universidad cuando fue movilizado en 1916.
Aquel hecho trastocó su vida para siempre. Su
origen judío le impedía aspirar a un empleo de
oficial, pero cuando triunfó la revolución se de-
cidió definitivamente por la carrera de las armas.
Se graduó como subteniente y se alistó en el parti-
do bolchevique con el nombre de Lev Lazarevich
Nikolsky, el primero de sus nombres ficticios con
el que borrar su origen étnico.
Sus primeros hechos de armas tuvieron como es-
cenario la Guerra Civil entre el Ejército Rojo y las
fuerzas blancas, y la guerra ruso-polaca de 1920.
En ambas campañas, el joven oficial demostró
una brillante capacidad para organizar acciones
de guerrilla y contraespionaje. En 1921 fue re-
clamado en Moscú para ingresar en la Cheka.
Ese mismo año contrajo matrimonio con María
Rozhnetsky, una mujer de gran atractivo e inte-
ligencia que compartía con él la militancia en el
partido bolchevique y en el Ejército Rojo.
Durante un breve periodo retomó sus estudios
de Derecho y en 1924 se graduó en leyes en la
Universidad. Su siguiente destino, reincorporado
a la actividad en la GPU —órgano de seguridad
heredero de la Cheka— le condujo hasta la ca-
pital georgiana: Tiflis (Tiblisi en la actualidad),
donde conoció al delegado adjunto de ese depar-
tamento en la región, Laurenti Beria.
Hasta 1926 no inició realmente su misión en el
exterior, con actividades en París, Berlín, Estados
Unidos y Londres. En casi todos estos destinos
solía actuar con nombre falso y cobertura diplo-
TRASLADO A
mática. Era, en la jerga del Centro, un residente MOSCÚ.
legal, un agente amparado por la embajada so- En 1921, Orlov
viética y que operaba como miembro de la fue reclamado
en Moscú para
incorporarse a la
Cheka.
MH
SHUTTERSTOCK
MUY HISTORIA 97
 rezidentura (residencia), la denominación
con que se conocía la infraestructura de inteli-
gencia en un país.
Cuando el 26 de agosto de 1936 fue convocado
por Yagoda —responsable máximo del nuevo ór-
gano de seguridad: el NKVD— para anunciarle
su designación al frente del operativo en Espa-
ña, la noticia no le causó gran satisfacción. Su
hija Vera estaba gravemente enferma. No tenía
alternativa. Pensó incluso que, en caso de em-
peoramiento de su hija, la proximidad a París le
permitiría mejores cuidados médicos de los que
tendría en la URSS.
Una de las primeras medidas asociadas a su
nueva misión fue la elección de un nombre en
clave. Se le sugirió que utilizara el de un co-
nocido escritor ruso del siglo xviii: Alexander
Orlov. Le pareció una elección acertada. Figura-
ba entre sus autores favoritos. León Lazarevich
Feldbin, León Lazarevich Nikolsky, León Niko-
laieviv, alias SCHWED, pasó así a convertirse
en Alexander Orlov, el nombre con el que sería
conocido en España.
La legación rusa, que solo había llegado a Madrid
en agosto de 1936, tres años después del resta-
blecimiento las relaciones diplomáticas entre
España y la URSS, ocupó la primera planta del
Hotel Palace de Madrid. El Estado Mayor de los
militares soviéticos enviados a Madrid se fijó en
el Hoyel Gaylord, en la cercana calle Alfonso XI
y muy próximo al parque del Retiro. Ambos lo-
cales eran los establecimientos más lujosos del
Madrid republicano y entre las dependencias de
uno y otro, inició su labor.
Orlov no tuvo una grata impresión personal del
embajador Rosenberg, como tampoco la con-
servó del presidente Manuel Azaña, con quien
despachó en varias ocasiones. Sin embargo, sus
relaciones fueron más fluidas con el entonces
presidente del Gobierno, Francisco Largo Caba-
llero, a quien manifestó en su primer encuentro
el objetivo de su misión: crear un servicio de in-
teligencia tras las líneas franquistas y organizar
grupos de guerrilla en su retaguardia.
EL ORO DE MOSCÚ
Con independencia de su misión oficial, el
competente oficial del NKVD era plenamente
consciente de su actividad encubierta, orientada

FUGA Y EXILIO
a lealtad de Orlov a la causa soviética decidido pasar a la acción. bía previsto un detalle elemental. El día

L resultó menos fiable que su conoci-

miento de la realidad soviética. Sabía
de la fiebre de sangre que anegaba el
Kremlin, orientada a exterminar a cual-
quier funcionario que Moscú considera-
ba contaminado tras un periodo en Oc-
cidente. Bajo ese criterio se habían fusi-
lado a los principales dirigentes militares
enviados a España, los generales Kléber,
Berzin y Gorev, o al corresponsal de Pra-
vda Mijail Koltsov. En 1938 Orlov comen-
zó a sentir la alargada sombra destructi-
va a la que él mismo había contribuido.
Su primera medida consistió en situar
a su mujer María y a su hija Vera en un
lugar seguro. Las trasladó en coche en
la primavera de 1938 al Gran Hotel de
Toulouse, con la instrucción de aguardar
un plazo indeterminado. Regresó a Es-
paña para no despertar sospechas. En
junio de 1938 recibió la orden que espe-
raba con una confusa mezcla de temor
y liberación. El responsable máximo del
NKVD, Yezhov, le conminó a mantener
una reunión con otros agentes en un país
por determinar adyacente a Francia du-
rante los primeros días de julio. El astu-
to oficial consideró aquella orden como
la prueba definitiva de que Moscú había
Tras anunciar a Moscú que acudiría a la
cita, el Centro fijó el lugar y la fecha: los
días 13 y 14 de julio en el buque soviéti-
co Svir, anclado en el puerto de Ambe-
res. Orlov abandonó Barcelona el 11 de
julio supuestamente con la intención de
dirigirse al encuentro. Portaba un salvo-
conducto especial para cruzar la frontera
firmado por el ministro de Estado, Julio
Álvarez del Vayo. Viajaba en compañía
de Soledad Sancha, su leal traductora, y
el chófer. Orlov realizó el viaje sin contra-
tiempos. Al cruzar la frontera de La Jun-
quera exhibió el pase especial facilitado
por el Gobierno.
Una vez en territorio francés ordenó a
sus acompañantes que le esperaran seis
días y que, transcurrido ese plazo, regre-
saran a Barcelona. Recogió a su familia
y tomó el tren que unía la ciudad de Per-
pignan con París. Llegó a la capital en la
mañana del 13 de julio.
Se inscribió en el Hotel Crillon con nom-
bre falso. Sus interlocutores en Amberes
ya habían advertido su retraso y espera-
ban impacientes cualquier señal. Al día
siguiente intentó entrar en contacto con
la embajada norteamericana y solicitar
asilo. Sin embargo, en sus planes no ha-
14 de julio, aniversario de la toma de la
Bastilla, era la fiesta nacional de Francia.
Los centros administrativos estaban ce-
rrados y la víspera muchos de ellos per-
manecían abiertos, pero con una activi-
dad mínima.
Consciente de que no tenía un minuto
que perder, Orlov se dirigió entonces a
la embajada canadiense, alegando que
pretendía entrar en Estados Unidos des-
de Canadá. Su petición fue atendida. Or-
lov y su familia embarcaron en un buque
canadiense en el puerto de Cherburgo y
el día 21 de julio llegaron a Québec. Una
vez en Canadá, escribió una extensa
carta de 37 páginas a Stalin, con copia
a su superior Yezhov, en la que expo-
nía los motivos de su fuga y amenazaba
con publicar un libro esclarecedor sobre
los crímenes del régimen estalinista, que
saldría a la luz si a él o a su familia le su-
cediese algún percance. Posteriormente,
y a la luz de los hechos, se ha conside-
rado que la advertencia de Orlov resultó
efectiva.
Orlov entró en Estados Unidos el 13 de
agosto de 1938 y allí vivió bajo protec-
ción del FBI, hasta su fallecimiento en
1973.

98 MUY HISTORIA

Orlov presenció personalmente el embarque de las
500 toneladas de oro en cuatro cargueros soviéticos
a dos objetivos fundamentales: cobrar la ayuda
militar enviada por Moscú y liquidar toda ac-
tividad política trotskista y, en menor medida,
anarquista, trasladando a la realidad española
el feroz episodio de purgas que Stalin había em-
prendido en Moscú.
En pocos meses, primero desde Madrid y luego
desde Valencia, Orlov pudo presentar un éxito
relativo en la organización de grupos guerrille-
ros tras las líneas franquistas. Había iniciado
este programa con la creación de dos escuelas de
formación, en Madrid y Valencia. Allí recibían
instrucción soldados dispuestos a introducirse
en la retaguardia enemiga en misiones de sa-
botaje o información. Orlov reconoció en una
entrevista a Stanley G. Payne en 1968 que los
efectivos guerrilleros sobrepasaron los 14 000
integrantes, aunque la cifra probablemente es
excesiva.
Por otra parte, en aquellos meses se consolidó
la presencia militar soviética. Entre octubre de
1936 y julio de 1937 la URSS envió a España
600 000 toneladas de material bélico, en el que
se incluían 648 aviones, 347 tanques, 60 vehí-
GETTY
MANFRED
STERN.
Conocido en
España como
general Kléber,
ganó fama
internacional
culos acorazados, 1186 ametralladoras y 340 como «salvador
de Madrid»
morteros. El personal del ejército soviético des-
luchando en la
plazado se elevó a unos mil tanquistas y pilotos, Batalla de la
además de unos seiscientos asesores. Ciudad
Con el consentimiento del presidente del Go- Universitaria en
bierno Largo Caballero, el entonces ministro noviembre de
de Hacienda Juan Negrín autorizó el traslado 1936.
de 500 toneladas de oro del Banco de España a
la Unión Soviética para atender los pagos deri-
vados de la ayuda militar. Las gestiones, en el
más absoluto secretismo, las había supervisado
Alexander Orlov. Personalmente presenció el
embarque del precioso material en cuatro car-
gueros soviéticos en el puerto de Cartagena.
Los buques abandonaron España el 25 de oc-
tubre de 1936 con 7800 cajas de oro en sus
bodegas. Constituían las tres cuartas partes de
las reservas. El otro cuarto restante se había
depositado en Francia. Hasta ese momento, Es-
paña atesoraba las cuartas reservas de oro más
cuantiosas del mundo. Otro agente presente
entonces en España y posteriormente ejecuta-
do por Stalin, Walter Krivistsky, llegó a ilustrar
aquel envío con una gráfica definición: ase-
MUY HISTORIA 99

ORLOV Y EL ASESINATO DE TROSTSKY
D
esde su llegada a Estados Uni-
dos, Orlov ajustó sus hábitos de
vida a su nueva condición de pró-
fugo, cambiando periódicamente de di-
rección e identidades, aunque utilizando
habitualmente la de Wiliam Goldin, el
mismo nombre con que había opera-
do en Londres años antes como enlace
de Kim Philby y el resto de espías del
grupo de Cambridge. Residió sucesiva-
mente en Filadelfia, Los Ángeles, Mas-
sachussets, Boston y Cleveland.
Apenas unas semanas después de su
llegada a Estados Unidos, el antiguo
oficial tuvo un gesto de complicidad
hacia Trotsky. No sentía simpatías per-
sonales ni políticas hacia el líder re-
volucionario, pero en esos momentos
influía más en su ánimo su condición
común de perseguidos. El 27 de di-
ciembre de 1938 le escribió una carta
a México en la que bajo identidad su-
puesta le advertía de los riesgos que
corría y le prevenía especialmente de
los simpatizantes españoles que pu-
dieran introducirse en su entorno. «…
La posibilidad de que su propio asesi-
nato constituyera en estos momentos
una prioridad para Moscú, lo que po-
100 MUY HISTORIA
dría intentar a través de este agente o
bien mediante activistas procedentes
de España que se hicieran pasar por
trotskistas españoles…».
Orlov conocía que su mano derecha
en España, Leonid Eitngon, urdía en el
momento de su fuga un complot para
asesinar a Trotsky en México, siguiendo
instrucciones de Moscú. Es de suponer
que en el momento de su huida, el plan
apenas estaba avanzado y carecía de
información sobre sus detalles.
Nunca volvió a existir una comunicación
directa o indirecta entre ambos. Esto
provocó que Trotsky desconfiara del
contenido de la carta y que la descalifi-
cara como una intoxicación del NKVD.
Orlov, por desconocimiento o por se-
cretismo, no reveló a Trostsky ningún
nombre concreto, pese a que conocía a
todos los implicados: Etingon, África de
las Heras, Caridad Mercader y su hijo
Ramón, ejecutor último del asesinato en
el verano de 1940.
Hay otro episodio de consecuencias im-
portantes en el periplo español de Or-
lov. Su influencia sobre Negrín, primero
en su etapa como ministro de Hacienda
y posteriormente como presidente del
ASC
Gobierno, costó el puesto de ministro
de Defensa Nacional al también socia-
lista Indalecio Prieto. La mala relación
entre el agente ruso y el político bilbaí-
no se acentuó tras la creación en agos-
to de 1937 del SIM (Servicio de Infor-
mación Militar) Orlov movilizó para sus
cuadros a miembros o simpatizantes
del Partido Comunista, contra el criterio
de Prieto, que temía que la nueva uni-
dad de inteligencia republicana acabara
siendo una policía política al servicio del
NKVD.
El nombramiento de Gustavo Durán al
frente del SIM en Madrid provocó la re-
acción airada de Prieto, que inmediata-
mente le cesó. Orlov recurrió entonces
a Negrín para desautorizar al ministro.
La respuesta de Negrín fue aceptar el
cese de Durán y provocar la dimisión
de Prieto, que abandonó el Gobierno en
abril de 1938. Poco después, este es-
cribió un breve libro en el que ofrecía su
versión del incidente: Cómo y por qué
salí del Ministerio de Defensa Nacional.
Para entonces, Alexander Orlov ya era
un agente soviético fugado en Estados
Unidos bajo el amparo de la administra-
ción norteamericana.
 guró que había suficientes lingotes como
para pavimentar al completo los 70 000 metros
cuadrados de la Plaza Roja de Moscú.

¿DÓNDE ESTÁ NIN?

El otro incidente relacionado con Orlov le si-
túa como responsable último de la detención y
asesinato del líder del POUM, Andreu Nin, en
Alcalá de Henares. Pese a la negativa posterior
del propio Orlov a reconocer su implicación,
las pruebas en su contra son abrumadoras. An-
dreu Nin era un brillante intelectual y político,
colaborador de Trotsky en los días posteriores
a la revolución bolchevique en 1917 y funda-
dor del Partido Obrero de Unificación Marxista
(POUM) Su posición era netamente opuesta a
la doctrina oficial estalinista, partidario de la re-
volución en las zonas de control republicano y
se había erigido como cabeza visible de la opo-
GETTY

sición al Partido Comunista de España (PCE)

Orlov, con la autorización expresa de Moscú, EL ORO DE
comprendió que Nin era el rival ideológico a MOSCÚ. El 15
batir para propiciar la hegemonía comunista en de octubre de
el Gobierno republicano. 1936, Largo
El principal elemento de acusación contra Nin Caballero
comunicó al
fue un supuesto documento en el que se deta- embajador
llaban las posiciones artilleras republicanas en soviético Marcel
la Casa de Campo de Madrid. El documento Rosenberg
había sido incautado a Javier Fernández Golfín, (arriba) su
un falangista madrileño miembro de la quinta petición de que
el Gobierno
columna. En el reverso del mapa, los hombres de soviético
Orlov habían añadido un texto escrito con tinta aceptara el
simpática utilizando el código cifrado habitual depósito en
de las tropas franquistas. En él se evidenciaban Moscú de la
supuestos vínculos entre la Falange y el POUM, mayor parte de
las reservas
al que se tildaba de organización de espionaje de oro del
al servicio de Franco. El Centro denominó esta Banco de
purga Operación Nikolai. España. A la
El 16 de junio de 1937, tras los enfrentamientos izda., Juan
de mayo en Barcelona entre comunistas de un Negrín, que
supervisó el
lado y poumistas y anarquistas de otro, Andreu
traslado como
Nin y los principales dirigentes del POUM fue- ministro de
ron arrestados. Nunca más se le volvió a ver. Se Hacienda.
sabe de su paso por diversas checas de Madrid y
de su muerte en un centro de detención de Alca-
lá de Henares a manos de los sicarios del NKVD,
ubicado en un palacete que había pertenecido a
los comunistas Constancia de la Mora e Ignacio
ASC

Hidalgo de Cisneros. En las paredes de Madrid

y Barcelona aparecían pintadas que decían «Ne-
grín: ¿Dónde está Nin?», respondidas por otras
que señalaban «En Salamanca o Berlín».
Andreu Nin nunca abandonó con vida Alcalá
de Henares. Su cuerpo nunca ha sido encontra-
do. Fue uno de los últimos mensajes que Orlov
transmitió a Moscú con los códigos cifrados que
ocultaba en el maletín con el que llegó a España
y del que nunca se separaba. Ese maletín con-
servó el secreto de algunos de los episodios más
oscuros y desconocidos de la Guerra Civil. MH

MUY HISTORIA 101

 ALBUM

102 MUY HISTORIA

EN T R E L A PROPAG A N DA IDE A L IZ A DA Y EL FR ACA SO EN EL FREN T E

A pesar de que fueron ensalzados por el bando republicano

a la categoría de mito y derrocharon valentía, el papel de los voluntarios
extranjeros en la Guerra Civil fue más moral que militar.

MANUEL P. VILLATORO
PERIODISTA Y ESCRITOR

MUY HISTORIA 103

ALBUM

MILICIAS
POPULARES.
De izda. a dcha., os décadas habían pasado desde el desveló el general republicano Enrique Líster
Sid Avner, Nat final de la Guerra Civil. Ya no caían años después: aquellos hombres representaron
Cohen (líder del
grupo), Ramona
las bombas ni chillaban los fusiles. Sin «un ejemplo maravilloso de solidaridad antifas-
(posteriormente, embargo, el 2 de abril de 1959, du- cista» e insuflaron valor al Ejército Popular, pero,
esposa de rante la inauguración del Valle de los en la práctica, su papel no fue tan determinante.
Cohen), Tom Caídos, Francisco Franco se despachó
Wintringham, a gusto contra uno de sus enemigos acérrimos.
George Tioli
(italiano),
Rencoroso, ensalzó el «heroísmo y el entusias- IDEALISTAS, PERO POCO ENTRENADOS
Jack Barry mo» que sus tropas habían «derrochado contra La sublevación de 1936 fue el germen de esta
(australiano) y las Brigadas Internacionales para hacerlas mor- historia. En mitad de una escalada de tensión
David Marshall, der el polvo de la derrota». Aquello fue la guinda fascista que, según creían las grandes potencias,
miembros de la que terminó de ensalzar el mito. Uno que benefi- acabaría por afectar a toda Europa, la Interna-
Centuria Tom
ció a ambos bandos: el que definía a los volunta- cional Comunista (Comintern) y una serie de
Mann.
rios extranjeros como soldados irreductibles ca- grupos franceses de la misma ideología iniciaron
paces de frenar por sí solos al ejército sublevado. la movilización extranjera. «Buscamos reclutar,
La realidad, sin embargo, se acerca más a la que entre los trabajadores de todos los países, vo-

104 MUY HISTORIA

 Los brigadistas
derrochaban idealismo
pero en su mayoría
carecían de cualquier
experiencia militar
luntarios con experiencia militar con vistas a
enviarlos a España», especificaron en un informe.
Francisco Largo Caballero, presidente del Go-
bierno y ministro de Guerra desde septiembre,
receló en principio de la llegada de las llamadas
Brigadas Internacionales. Estaba convencido de
que, si contaban con sus propios mandos, habría
fricciones en el recién nacido Ejército Popular.
Sin embargo, terminó por aceptar la propuesta
en octubre. «Está muy bien que vengan a ayudar-
nos. Ya que quieren luchar, el Gobierno español
acepta su colaboración», confirmó a tres repre-
sentantes enviados desde la URSS.
A partir de entonces, cientos de voluntarios
arribaron a Albacete, donde se ubicó la base
principal de las Brigadas Internacionales debi-
do a su situación privilegiada alejada del frente.
Aunque existe cierta controversia con las cifras,
la mayoría de los historiadores coinciden en que
pisaron España entre 35 000 y 160 000 brigadis-
tas. Los números más bajos (y aceptados) los
ofrecen Jacques Delperrié de Bayac o Hugh Tho-
ASC

mas, mientras que los más exagerados los dieron

tras la guerra los historiadores pro-franquistas
para justificar la llegada de refuerzos al bando su-
blevado desde Alemania e Italia. Comunistas en
su mayoría, los miembros de esta legión europea
se ganaron el corazón de los republicanos al dejar
todo para detener al fascismo. «Fuimos a defen-
der la democracia. No vinimos para lucrarnos,
no vinimos para quedarnos. Vinimos para pe-
lear por un ideal común», explicó el ruso George
Sossenko. Esa capacidad de sacrificio generó una
mística que perdura hoy.
Si bien derrochaban idealismo, lo que no se pue-
de atribuir a los brigadistas es esa «experiencia
militar» que les pedía la Comintern. El recono-
cido hispanista Michael Alpert recalca que, para
haber pasado dos años en el frente durante la
Primera Guerra Mundial, un combatiente debe-
ría contar en 1936 con unos 40 años. La mayoría
de los voluntarios, por el contrario, eran mucho
más jóvenes. Tampoco era habitual que los recién
llegados hubieran hecho el servicio militar. En
Alemania, por ejemplo, estaba prohibido por el
RECELO
INICIAL.
Tratado de Versalles, y en Inglaterra y Estados Largo Caballero
Unidos no existía. Los mejores eran los franceses, no estaba en
principio a favor
y gracias a un anémico adiestramiento esta- de la llegada de
blecido por el Gobierno a partir de 1927. «No las Brigadas
teníamos experiencia. Era la primera vez que Internacionales,
tocábamos un arma», explicó Sossenko. El ruso por las
admitió que el único entrenamiento que recibió fricciones que
podrían
en Albacete fue «tirar cinco veces» con su cara-
ocasionar sus
bina antes de combatir. mandos propios
Sossenko fue afortunado, pues la mayoría de sus en el Ejército
compañeros no habían abierto fuego cuando fue- Popular.
ron enviados al frente. Peter Fry también disparó
cinco cartuchos, aunque después de mes y medio
en Albacete. Y lo mismo le sucedió al voluntario
judío Shmulik Segal, aunque este confesó que
notó al instante su torpeza: «Cuando comen-
cé con mi instrucción inicial era solo cuestión
de suerte si una de mis balas daba en el blan-
co». El chico se quedó asombrado cuando sus
superiores decidieron enviarle «a un curso

MUY HISTORIA 105


de capacitación como francotirador». Sí era
más habitual que los oficiales contaran con cierta
experiencia. Según Alpert, eso fue precisamente
lo que hizo ascender en el escalafón a personajes
como Kléber o Ćopić. Aunque, en un ambiente
en el que se rechazaba al militar de carrera, no
era raro que civiles que no habían pisado jamás
una academia como Valentín González ‘el Cam-
pesino’ adquieran un mando.
La historia narra que el bautismo de fuego de
las Brigadas Internacionales fue en Madrid. El
presidente Largo Caballero abandonó el corazón
106 MUY HISTORIA
XI BRIGADA INTERNACIONAL.
La conocida como Brigada Thaelmann,
activa hasta noviembre de 1938, estaba
formada en su mayoría por ciudadanos
alemanes y austriacos.
administrativo de la Segunda República el 6 de
noviembre de 1936. Se marchó en una limusina
negra, convencido de que la ciudad sería rodea-
da por los sublevados y tomada en unas pocas
jornadas. A cargo de la defensa dejó a José Miaja
—al frente de la Junta de Defensa de Madrid— y
a Sebastián Pozas —jefe del Ejército de Operacio-
nes del Centro—. El 8, la capital quedó cercada;
había comenzado la primera gran batalla de la
Guerra Civil. En mitad de esta tormenta, los
voluntarios extranjeros recibieron la orden de
desplazarse a la urbe. No había pasado ni un mes
desde su llegada a España cuando tres batallones
de la XI Brigada hicieron el petate y partieron a
toda prisa hacia su destino.
MADRID: NACE UN MITO EXAGERADO
La XI llegó entre vítores y loas. «¡Que vienen los
rusos!», gritaban algunos vecinos equivocados.
Desde el principio participaron en escaramuzas
determinantes. El general sublevado Enrique
Varela sufrió la aguerrida defensa de los volun-
tarios en las cercanías de la Casa de Campo. Lo
mismo pasó en el frente de la Ciudad Universi-
taria, donde resistieron los miembros de la XII
Brigada Internacional, llegada el 13 de noviem-
bre a la capital, después de que los sublevados
forzaran el paso del río Manzanares. A cambio,
la inexperiencia les hizo fallar en los contra-
taques. «Los combatientes de los batallones
Thaelmann y Edgar André se lanzaron seis ve-
ces al asalto. «Hay muchos muertos. Los moros
resisten con denuedo», escribía Mijaíl Koltsov,
hombre fuerte de Stalin en Madrid. La escasa
ASC
preparación les hizo morir a decenas. Solo la
XII tuvo que lamentar un 30 % de bajas. Pero la GEORGE
capital no cayó. SOSSENKO.
Es innegable que los voluntarios colaboraron de la derrota; por parte gubernamental, para insu- A los 17 años,
forma acertada en la defensa. Sin embargo, la flar moral a las tropas. La realidad es que, según dejó la casa de
sus padres en
propaganda de ambos bandos decidió elevarles historiadores como Alpert, la ciudad hubiera París para
a los altares y atribuirles la victoria solo a ellos; resistido sin ellos: «No es minimizar su genero- combatir a
una falacia. Líster desveló esta realidad en una sidad ni su heroísmo, sino reconocer también el las fuerzas
entrevista: «Cuando llegaron, Madrid ya había esfuerzo del resto de defensores». sublevadas.
sido salvado. Los días difíciles fueron el 6, 7 y 8 Antes de unirse
a las Brigadas
de noviembre, y los primeros dos mil brigadistas
Internacionales
llegaron el 9». Este militar admitió que «entra- MIL ESCABECHINAS formó parte del
ron en combate y lo hicieron bien», pero que su Y de Madrid, a toda España. Las Brigadas parti- contingente
número —entre dos y tres millares— era ínfi- ciparon en las batallas más sonadas de la Guerra francófono
mo. ¿Por qué corrieron ríos de tinta sobre sus Civil. En la mayoría mostraron arrojo, pero de la Columna
heroicidades? Por parte de los franquistas, para quedaron lastradas por la pobre preparación Durruti.
justificar la ayuda fascista y restar importancia a militar y sus escasos efectivos. Las cifras no

REORGANIZAR EL DESASTRE
esús Pérez Salas no era sospechoso de sentir simpatías fuera ejercida sin intervención de la República». En sus pa-

J por el bando sublevado. Ni de lejos. Era un republicano

declarado que llegó a participar en varios complots pa-
ra derribar la dictadura de Miguel Primo de Rivera y, de pa-
so, la monarquía. Tras el golpe de Estado se mantuvo leal al
Gobierno y fue puesto al frente de la 30ª División de Infan-
tería. Sin embargo, como militar de carrera, criticó sin remil-
gos la reorganización del Ejército gubernamental; la llegada
de comisarios políticos a los que se entregó más poder que
a los oficiales tradicionales; la presencia del comunismo ru-
so en las altas esferas e, incluso, la organización de las Bri-
gadas Internacionales.
En sus memorias, Salas se mostró preocupado por la in-
dependencia total de la que, al menos en principio, goza-
ban los voluntarios: «Tenían su base en Albacete, donde un
general extranjero les mandaba junto a un jefe de Estado
Mayor, también extranjero». Nunca le pareció bien que con-
taran con una intendencia propia y que «hasta la justicia
labras, eso provocaba detenciones arbitrarias por parte de
los mandos, castigos excesivos por «venganzas políticas»
y deserciones encubiertas. «En agosto de 1937, de 20 000
internacionales reclutados, solo 8000 se encontraban en el
frente», advirtió. Y no falló en su diagnóstico.
Por eso recibió con los brazos abiertos la reorganización a
la que fueron sometidas las Brigadas Internacionales con el
avance de la Guerra Civil. Para él, aquella era la única forma
de que los comunistas perdieran poder y dejaran de tener el
mando de facto de más de treinta mil hombres. La primera
medida que se tomó fue «nombrar un jefe de Estado Mayor
español en sustitución del extranjero». A continuación, se or-
denó investigar el número real de voluntarios inscritos, pues
estas cifras se habían adulterado al incluir combatientes es-
pañoles para completarlas de forma artificial. En tercer lugar,
sus servicios auxiliares fueron absorbidos por el Ejército. El
Partido Comunista se resistió, aunque sin éxito.

MUY HISTORIA 107

 LOS PRIMEROS
BRIGADISTAS
EN MADRID.
Sobre estas líneas,
llegada
a Madrid de los
primeros
miembros de
las Brigadas
Internacionales el
8 de noviembre de
1936.

108 MUY HISTORIA

ALBUM

COLUMNA
DURRUTI.
mienten: en su cénit representaron tan solo un A favor contaban con una férrea determinación En octubre de
3 % del Ejército Popular y, al final del conflicto, de la que se valieron los oficiales para usarlas 1936, el Grupo
Internacional de
cuando la República sumaba todavía medio mi- como tropas de choque. Aquello hizo que pro- la Columna
llón de soldados, apenas quedaban unos 12 000 tagonizaran actuaciones de gran valor, pero Durruti ascendía
voluntarios extranjeros. Tampoco contaban también que sufrieran una sangría de bajas. En a unos 50
con una intendencia envidiable. Se hizo famo- el Jarama, donde participaron todas las brigadas miembros de
so un episodio en el que, durante la batalla del con excepción de la XIII, contuvieron el envi- diversas
nacionalidades.
Jarama, el batallón inglés de la XV Brigada no te sublevado y contratacaron, pero a costa de En la imagen, el
pudo utilizar sus ametralladoras Maxim porque 3000 muertos y 1200 heridos. El momento más corresponsal
habían sido cargadas con balas que no servían. dramático lo vivieron los miembros del Batallón soviético del
El equipo tampoco era el mejor. «Estuve a pun- Lincoln cuando el comandante János Gálicz les periódico
to de desmayarme cuando vi el trasto que me obligó a cargar contra las posiciones ubicadas Pravda, Mijaíl
Koltsov (a la
entregaron. Tenía más de cuarenta años, estaba en el cerro Pingarrón. «Fue un acto de monu-
derecha, con
oxidado y tenía el cañón corroído», explicó el mental estupidez», esgrimió un voluntario. La boina) se
voluntario Joe Monks. unidad perdió 120 hombres de 500. Des- entrevista con
Durruti (segundo
por la derecha),
el 14 de agosto
Además de por su pobre preparación militar, de 1936.

las Brigadas estaban lastradas por sus escasos

efectivos y su inadecuada intendencia
MUY HISTORIA 109
ALBUM

BATALLÓN
ABRAHAM
LINCOLN. pués, las Brigadas Internacionales fueron
Se denominó
Brigada Lincoln
enviadas a Guadalajara. Allí colaboraron en la
a todas las victoria contra los italianos fascistas. A cambio,
fuerzas terminaron de ser mermadas. En Brunete suce-
provenientes de dió algo similar: participaron 12 000 extranjeros
Estados Unidos y sostuvieron el peso de la ofensiva, aunque no
integradas en la
XV Brigada
tuvieron premio y sumaron más de 4200 bajas.
Internacional. Lo que se suele obviar es que estas sangrías y la
escasez de voluntarios obligaron a los mandos a
reorganizar las brigadas con españoles a partir
de 1937. La XI, por ejemplo, recibió soldados
peninsulares para completar los batallones Ed-
gar André y Thaelmann. Y no fue la única. La
XIII aceptó a muchos combatientes de las mi-
licias militarizadas de la CNT y la XIV hizo lo
propio con militantes de las Juventudes Socia-
listas Unificadas. Así que, en la práctica, estas
unidades terminaron siendo menos internacio-
nales de lo que se cree.
LADO OSCURO
La idealización de las Brigadas Internacionales
ha ayudado a su vez a enterrar bien hondo algu-
nos de sus episodios más oscuros. El historiador
Giles Tremlett, entre los mayores expertos de
estas unidades, confirma a MUY HISTORIA
que algunos de sus oficiales más exaltados
ejecutaron sin juicio previo a prisioneros de
guerra: «Es una mancha muy triste en su histo-
ria militar, pero no se puede obviar si queremos
ser ecuánimes». El borrón más negro se suce-
dió en la toma de Quinto, durante la ofensiva
de la República sobre Zaragoza. El 24 de agosto

La idealización de las Brigadas ignora los

episodios oscuros que también protagonizaron
110 MUY HISTORIA
 EL CARNICERO DE ALBACETE
ocos personajes generaron más an- miento o un tiro en la nuca. «La vida de

P tipatías durante la Guerra Civil que

André Marty. De hecho, es una de
las pocas figuras que han unido a los
historiadores de uno y otro bando por su
brutalidad y su locura. Nacido en Fran-
cia en 1886, pronto se convirtió en uno
de los hombres fuertes del Partido Co-
munista nacional y, poco después, en
un alto cargo de la Internacional Comu-
nista. Cuando resonaron campanas de
guerra en España, fue elegido como ‘or-
ganizador jefe’ de las Brigadas Interna-
cionales y enviado a la base de Albace-
te. Allí se convirtió en un demonio al que
solo le faltaban cuernos y tridente.
Marty —al que Ernest Hemingway de-
finió como un hombre «rechoncho, de
grandes bigotes blancos y mofletes
un hombre vale 75 céntimos, el precio
de un cartucho», afirmó en una ocasión.
Marty se ganó a pulso el apodo de ‘el
carnicero de Albacete’. Incluso admi-
tió que había ejecutado a unos 500
brigadistas, el 5 % de las bajas de
estas unidades, aunque la cifra ha si-
do revisada y reducida en los últimos
años. En todo caso, hasta los mis-
mos republicanos cargaron contra él.
En sus memorias, Santiago Carrillo
desveló que «tenía fama de poseer
un carácter endemoniado y de sufrir
crisis de cólera monumentales», ade-
más de «ser muy caprichoso en sus
reacciones». El general Kléber, por su
parte, confirmó que «un día hacía una
montaña de un grano de arena, y al El marino, militar y dirigente del

colgantes»— llevó hasta el extremo la
disciplina en las Brigadas Internaciona-
les. Obsesionado como estaba con las
conspiraciones y los supuestos enemi-
gos internos, actuó con extrema bruta-
lidad contra los desertores, los débiles
y cualquiera que considerara sospe-
choso. En pocas semanas creó una red
de espías y comisarios encargados de
investigar a sus propios hombres. Un
soplo de estos ‘curas rojos’, como los
llamaba, podía acabar con el encarcela-
siguiente, de una montaña, hacía un
grano de arena».
Marty protagonizó muchos episodios
de locura, aunque uno de los más ex-
travagantes lo narró el voluntario Val-
ter Roman en sus memorias. Un día,
en Alcañiz, cundió el pánico entre los
brigadistas al ver acercarse a una uni-
dad sublevada. Los soldados, agota-
dos después de varios días de com-
bates, empezaron a retirarse ante la
avalancha enemiga, «Vi a André Marty.
ASC
Partido Comunista francés, André
Marty.
Estaba en medio de la carretera, agi-
tando una pistola en cada mano e in-
sultando a voz en cuello. Estaba fuera
de sí, completamente enfurecido», ex-
plicaba el soldado. Varios hombres se
acercaron, temerosos de que abriera
fuego sobre sus propios hombres, y le
convencieron de que se marchara. Así
evitaron una matanza…

de 1937, las brigadas XV y la XI, al mando del
general Walter, se lanzaron sobre la población.
Una jornada después cercaron el corazón de la
defensa sublevada: la iglesia de la Asunción. Hi-
cieron treinta prisioneros tras prender fuego al
edificio y obligarles a salir.
Lo que ocurrió a continuación fue narrado por
el canadiense Peter Frye: «El coronel Ćopić mi-
ró a los prisioneros, que se morían por un trago
de agua. Eran muchachos jóvenes». El oficial de
la XV Brigada les dio una orden sencilla: «¡Sar-
gentos y cabos, adelante!». Seis reaccionaron y
se pusieron en pie. «¡Marchen!». Mientras ca-
minaban, el militar se volvió hacia sus hombres
y les gritó algo que les horrorizó… «¡Disparad-
les!». El testigo no daba crédito: «Lo vi como a
cámara lenta. Algunos de nuestros muchachos
levantaron sus rifles y […] ¡trat, trat, trat!, todos
muertos». Aquello solo fue el principio. Según
un brigadista estadounidense, después fusilaron
a varios civiles partidarios de los sublevados y
a un grupo de suboficiales recién capturados.
«Un joven teniente se acercó y les dio el tiro de
gracia con su revólver», recordaba Frye.
No hubo nada de espontáneo en estas muertes.
Tampoco lo fueron el número indeterminado de
ejecuciones de presos que el Lincoln perpetró
tras la batalla de Belchite. Aquella barbaridad
marcó a voluntarios como Bill McCarthy, un
católico neoyorquino que escribió tras la gue-
rra al arzobispo de Barcelona lamentándose
por las matanzas. Igual de tristes son las viola-
ciones que —sin ser masivas— protagonizaron
algunos voluntarios. La más sonada fue la Ma-
rion Merriman, esposa del comandante de los
combatientes norteamericanos. En un hotel de
Orihuela, un oficial eslavo abusó de ella. «Me
desperté, aquel hombre me sujetaba y me ta-
paba la boca con la mano. No pude gritar. Me
violó», afirmó. Para evitar un cisma en el seno
de las brigadas, no se lo desveló jamás a su ma-
rido. «Esta debe ser mi cruz secreta». MH
Escanea este QR y descubre la
vida del superviviente de la Guerra
Civil Virgilio Fernández, miembro
de las Brigadas Internacionales.

MUY HISTORIA 111

GETTY

LA CRUZ
LAUREADA
DE SAN
FERNANDO.
La más preciada
condecoración
militar del Reino
de España tiene
por objeto
premiar el valor
heroico. Franco
(en la imagen,
en 1954) la
recibió por el
triunfo de sus
tropas en la
Guerra Civil.
 LOS S U PU ESTOS MÉRI TOS DEL CAU DIL LO

Como militar, su competencia y merecimientos fueron puestos en

duda por sus propios colegas o colaboradores internacionales; como
político, fue astuto, precavido, calculador y supo manejar los resortes
emocionales que le permitieron manipular a todos sus pares y rivales.

MELQUÍADES PRIETO
ESCRITOR

MUY HISTORIA 113

ALBUM

ALBUM

LOS EL JOVEN CADETE.

HERMANOS
FRANCO. l 19 de mayo de 1939, pocos minutos
Franco (a la después de la nueve de la mañana, el
izquierda, de pie)
y su hermano
general Gómez Jordana, vicepresiden-
Nicolás, con te del Gobierno, además de ministro
uniformes de de Asuntos Exteriores, leyó el decreto
cadete, el en el que se glosaban los merecimien-
primero, y tos logrados por el invicto caudillo para que
guardiamarina, el
se le impusiera la Gran Cruz Laureada de San
segundo, posan
en su domicilio, Fernando. Franco, vestido con el uniforme del
hacia 1908. Ejército, camisa azul de Falange y boina roja de
requeté, ante centenares de miles de enfervori-
zados partidarios, recibió de manos del bilau-
reado general Varela la insignia que tanto an-
siaba.
INFANTE POR DESCARTE
Aunque a él le hubiera gustado seguir la tradi-
ción marinera de su familia, el niño Francisco
Franco Baamonde (sin hache, hasta la Jefatura
Retrato fotográfico de Francisco Franco con
uniforme de cadete dedicado a su primo el 27 de
septiembre de 1909.
de Estado) entró en la Academia de Infantería
de Toledo unos pocos meses ante de cumplir los
quince años.
Así, en el ardiente agosto toledano de 1907,
forma por primera vez en el patio de Carlos V
como miembro de la decimocuarta promoción
de aspirantes al grado de oficial de la Acade-
mia de Infantería. En el impresionante alcázar
se formaban más de novecientos cadetes que
concurrían en los tres años de estancia. Franco,
de estatura no tan escasa para un mocito de la
época, pero de complexión endeble, se ganó el
apodo de Franquito. No descolló especialmente
en ninguna faceta, se dice que solo fue arrestado
una vez, nunca estuvo en el cuadro de honor,
era de costumbres morigeradas y, al final de los

114 MUY HISTORIA

 tres años, sacó el número 251 de la promoción
de 1910 en la que se titularon 312 de los 382 que
habían comenzado en 1907. La primera posi-
ción la ganó Darío Gazapo que en 1936 tenía el
rango de teniente coronel destinado en Melilla y
que, al ser descubierta su conspiración, inició la
sublevación de las fuerzas del Norte de África.
En el tiempo que pasó en Toledo, como todos
los oficiales en ciernes, Franco llegó a codear-
se con unos mil quinientos tenientes segundos
(alféreces) de su promoción, de las dos que
le precedían y de las dos que iban a la zaga.
Muchos de ellos, aunque por entonces hubie-
ra sido muy difícil aventurar nada, van a ser
decisivos en el devenir de Franco y, por ende,
en el de España. De la misma promoción de
Franco (1910) podemos recordar a Santiago

ASC
Amado, Esteban-Infantes, Juan Yagüe, Asensio LA ACADEMIA
Torrado —fiel al Gobierno de la República en MILITAR DE
1936—, Asensio Cabanillas, Sáenz de Buruaga
(aviador más tarde), Camilo Alonso Vega, y de
Aunque le hubiera gus- TOLEDO.
Entre sus
la siguiente, a su primo carnal, Franco Salgado-
Araujo, Pacón. En la promoción que finalizó en
tado seguir la tradición alumnos más
destacados
durante los
1907, Emilio Mola había ganado el número uno.
La formación recibida por los infantes en To-
marinera de su familia, primeros años
del siglo xx se

Franco entró en la encuentran los

que serían los
máximos jefes

SIN PENA NI GLORIA.

Academia de Infantería militares de
ambos bandos
Franco sacó el número 251 de la promoción de 1910
en la que se titularon 312 de los 382 cadetes que
de Toledo en 1907 en la Guerra
Civil.
habían comenzado en 1907.
ASC

MUY HISTORIA 115


AGE
EL HEROICO MILITAR
n repaso por la hemeroteca de
U aquellos años constata que entre
los varios militares que se hacen
populares en la prensa hay uno que se
verá constantemente aludido con el ca-
lificativo de «heroico». Son los años del
Tercio de extranjeros, del Desastre de
Annual, del desembarco de Alhucemas,
de sus fulgurantes ascensos «por mé-
ritos de guerra». Franco, después de
14 años de haber llegado a Marruecos,
vuelve con los entorchados de general y
hasta con la Légion d'honneur francesa
que le concedió su amigo Petain. Cierto
116 MUY HISTORIA
ANTES DE BIUTZ. Franco fotografiado
poco después de haberse incorporado a
la guerra de Marruecos.
ledo, a diferencia de la de los cadetes de
artillería e ingenieros que estaba a la altura de
licenciados universitarios, era corta y toda-
vía muy deudora de las maniobras y tácticas
descritas a finales del siglo xix. La infantería
seguía siendo utilizada al asalto y sus generales
no solían dominar estrategias apropiadas para
brigadas y divisiones. La Academia de Toledo
era un excelente vivero de valerosos oficiales y
de animosos futuros tenientes coroneles muy
eficaces al frente de su batallón.
Las cohortes de soldados de reemplazo solo
podían esperar tener suerte y no tener que ir a
África y, si era su destino, tener por jefe alguien
que los organizara bien y en el que pudieran
confiar en el combate. Por desgracia, era fre-
cuente la falta de instrucción en el campo de
batalla y, peor aún, eran tenidos como carne de
cañón que no merecía consideración alguna.
En 1909 España entera lloró la matanza del Ba-
rranco del Lobo a escasos kilómetros de Melilla
y estalló en protestas por la leva de reservistas
durante la Semana Trágica.
Para muchos jóvenes militares profesionales
participar en las guerras que mantenía España
en el norte de África era, en muchos casos, la
única posibilidad de ascender en el escalafón.
Su mala posición en la calificación de Toledo
los condenaba a destinos peninsulares de poco
interés castrense, y su más escasa calificación
técnica les impedía conseguir plaza en la Es-
cuela de Guerra y acabar diplomados de Estado
era que contemporáneos de sus años
toledanos (Asensio Cabanillas, Rodol-
fo Carpintier, Pablo Arredondo en dos
ocasiones, León de Real, Eduardo de
Aizpurúa, José Valdés, Fernando Mon-
tilla, Carlos Ramírez, Francisco Antilla-
no, etc.) tenían certificada su heroicidad
con la correspondiente laureada; tam-
bién fue cierto que Varela consiguió dos
(en 1920 y 1921), que en el año 1921 se
concedieron 21, en 1924 fueron 40 y en
1925 otras 25. Pueden compararse es-
tas cifras con las 15 de 1937, las 16 de
1938 o las 12 de 1939, incluida la suya.
ASC
BNE
Mayor. Para la inmensa mayoría de los jóvenes
segundos tenientes, salvo que tuvieran una aco-
modada posición social o gozaran de influencia
por ser hijos de militares de alta graduación, sa-
lir de los aletargados regimientos de provincia y
ser destinados a Melilla, Ceuta o Tetuán era su
mayor obsesión.
LOS MILITARES AFRICANISTAS
En África tampoco era sencillo nada. Los me-
jores de cada promoción tampoco desdeñaban
tener experiencia de combate: así afianzaban la
carrera que tan prometedoramente habían ini-
ciado en las distintas academias. El peso que
adquirieron dentro del ejército de África y en
Franco llega a Marruecos con 20 años y pronto
muestra su habilidad para acercarse a quien
pudiera ser conveniente a sus intereses
LAS
GUERRAS
EN EL NORTE
las inmediaciones de la Plaza de Oriente, agru- DE ÁFRICA.
pados en la Unión Militar Española (UME), los Para muchos
jóvenes militares
convertiría en señores feudales con poder, man- profesionales la
do y jurisdicción proclive al compadreo, cuando única posibilidad
no a la más vergonzante corrupción de la que de ascender en
en cierta ocasión también llegó a ser acusado el escalafón era
nuestro hombre. ser destinados a
Melilla, Ceuta o
Cuando Franco consigue destino en el regi-
Tetuán.
miento África, 68, del que era su coronel José
Villalba Riquelme —su director en Toledo—,
llega a Marruecos con veinte años. Pronto
muestra su frialdad en el mando, su rigor en el
cumplimiento de las órdenes recibidas, su exi-
gencia en la aplicación de la disciplina militar,
y su habilidad para acercarse a quien pudiera
serle conveniente para sus intereses. En ju-
MUY HISTORIA 117
 ASC

que se otorgaban en aquellos años a los milita-

res destinados en Marruecos. Franco descubrió
pronto que, si sus condiciones académicas no le
iban a permitir progresar en demasía, habría de
apuntarse a la «otra» carrera de un profesional
de la milicia: ser considerado un héroe.
En mayo de 1914 es destinado como segundo
ASC

ayudante de Julián Serrano Orive, comandante

GENERAL de las Fuerzas Regulares Indígenas en Tetuán
DOMINGO y ya reconocido como un jefe valeroso. En su
BATET.
El informe de
nio de 1912 asciende a teniente por orden nuevo papel administrativo se las apaña para
Batet sobre los de escalafón. A partir de ese momento nunca aparecer en una nota: Franco «sostuvo ligero
altos mandos volvió a hacerlo así. En todas las biografías se tiroteo con el enemigo». Aprende pronto a pro-
del Ejército señala que lo hizo por «méritos de guerra». No mocionarse con los buenos. El 16 de enero de
español en lo ponemos en duda, pero sí queremos citar li- 1915 «tomó parte en el combate que tuvo lugar
Marruecos,
parte de los
teralmente algunos de los merecimientos a los para la ocupación de la Peña de Beni-Hosmar,
procedimientos que se alude en la correspondiente nota oficial: siendo citado en el parte de este día como dis-
motivados por el el 16 de noviembre de 1912, cruz de primera tinguido» aunque el tabor de regulares solo
Expediente clase del Mérito Militar, con distintivo rojo, intervino de relevo de la mehal-la jerifiana que
Picasso tras el «por haber estado sin recompensa durante tres llevó todo el peso del combate. No obstante, los
Desastre de dos comandantes y un teniente del tabor fueron
meses en operaciones activas en la campaña de
Annual, era
crítico con las Melilla»; 7 de octubre de 1913, cruz, «en recom- heridos, condecorados y ascendidos. El teniente
acciones de pensa a los servicios prestados en el territorio de de la mehal-la, Francisco Antillano, recibió la
Franco. Tetuán»; medalla de María Cristina de 1ª clase laureada a título póstumo.
por «operaciones en territorio de Tetuán des- Poco después, en los combates de Beni Salem,
de el 25 de junio a fin diciembre de 1913». No es recompensado con el ascenso a capitán en los
diferían mucho de los millares de recompensas mismos hechos en que Emilio Mola asciende a

Según el Dr. Blasco Salas, era imposible que Franco

hubiera podido mandar a sus fuerzas tras ser herido
118 MUY HISTORIA

comandante y José Sanjurjo es premiado con su
primera laureada.
EL ROBO DE LA LAUREADA
El día de gloria y martirio para el joven capitán
Franco habría de llegar el 29 de junio de 1916
en la toma de El Biutz. El brigada Forriols, que
ayudado por el soldado Mohamed Ben Moha-
med Dukali recogió al capitán Franco cuando
fue herido, dijo que «con ademanes, falto de
fuerza, le indicó que aceptaba el que le lleva-
ran a la ambulancia, que nada ha sabido de que
realizara hecho alguno heroico o distinguido,
que fue herido cuando estaba a media ladera y
entonces habría unas treinta bajas, ocasionán-
dose las restantes, hasta 58, una vez ocupada la
posición».
En el informe médico se lee: «Este Sr. Capitán
fue herido en el combate del Biutz el día 29 de
junio quedando en el Hospital de Sangre de Ku-
dia Federico por su estado gravísimo y no poder
ser transportado hasta el día 12 de julio que
ALBUM
POR FIN, LA
LAUREADA.
Momentos antes
ingresó en esta clínica procedente del hospital de la parada
militar durante el
de sangre Kudia Federico. Presentaba una heri-
Desfile de la
da por arma de fuego de proyectil máuser con Victoria del 19
orificio de entrada por el sexto espacio intercos- de mayo de
tal derecho a nivel de la línea axilar anterior y 1939 en Madrid,
salida por la región lumbar izquierda línea es- el general Varela
capular, a nivel de la tercera vértebra lumbar. El impuso a Franco
la Cruz
proyectil siguió un trayecto de adelante atrás, de Laureada de
arriba abajo y de derecha a izquierda, habien- San Fernando.
do impactado el proyectil en el lóbulo inferior
del pulmón cerca del borde, el diafragma, ligera
rozadura en el borde superior del hígado y el
páncreas. El tratamiento fue reposo absoluto
y dieta láctea los primeros días, curándose las
heridas con alcohol y tiocol y cicatrizando sin
complicación alguna».
El Dr. Blasco Salas, que curó al capitán en el
hospital de sangre, indicó en el juicio contra-
dictorio para la concesión o no de la laureada
que «era imposible en absoluto que el capitán
Franco quedase en condiciones de mandar ni
aun con lenguaje mímico fuerza alguna inme-
diatamente después de recibida la herida
MUY HISTORIA 119
PADRINO IN
ABSENTIA.
La boda de
Franco y
Carmen Polo
se celebró en
Oviedo, el 2 de
octubre de
1923. Fue
padrino el rey
Alfonso XIII,
representado
por el general
Antonio Losada,
gobernador
militar de
Asturias.
GETTY

EL GENERALÍSIMO
on frecuencia y con ignorancia se San Fernando para ingresar en ella, si- S e hace imposible en el citado artí-

C dice que Franco fue el general eu-

ropeo más joven desde Bonapar-
te. No es cierto. Sin ir más lejos hasta
tres españoles lo adelantaron: Alberto
Mª Borbón Castellví, Narciso Fuentes
Sanchís y José Sánchez Gómez. El uno
de abril de 1939 era Jefe de Estado,
Jefe de Gobierno, Jefe de FET y de las
JONS, Caudillo y Generalísimo de to-
dos los ejércitos, pero no tenía la lau-
reada de San Fernando. Le faltaba y le
dolía no tener el broche supremo. Su
propio Gobierno, su vicepresidente, sus
ministros y un clamor de alcaldes vinie-
ron en su ayuda:
DISPOSICIÓN dada en Madrid, en el
Día de la Victoria, a diecinueve de mayo
de mil novecientos treinta y nueve, con-
cediendo al Capitán General del Ejérci-
to y de la Armada, Generalísimo de los
Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, Excmo.
Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, la
Gran Cruz Laureada de San Fernando.
[…] No se trata ya solo de un General
en jefe que llene cumplidamente los re-
quisitos que exige el artículo treinta y
cinco del Reglamento de la Orden de
no, en el caso presente, del gran Caudi-
llo que al frente de la Nación en armas
salva a su Patria, devolviéndola [sic] la
independencia y el orden y que, ade-
más, rinde al Mundo entero el mayor
servicio que podía prestar a la paz, al
derrotar al bolcheviquismo en nuestro
solar patrio, salvando con ello una civili-
zación seriamente amenazada.
DEL PROCEDIMIENTO PARA
INGRESAR EN LA ORDEN
(Reglamento de 1920)
Artículo 35.- Cuando notorios servi-
cios de un general en jefe, tales como
pacificar rápidamente un territorio, o
conquistarlo, sin contar para ello con
recursos y medios superiores a la im-
portancia de la empresa, y antes bien,
supliéndolos con su pericia y valor,
grandes y victoriosas acciones de re-
sultados indiscutibles en la campaña,
denuedo personal y sabias disposicio-
nes que salven un ejército que él no ha-
ya comprometido, y otros de análoga
notoriedad y decisiva importancia, […]
pueda proponer a S. M. la concesión de
esta recompensa.
culo apreciar como mérito la suble-
vación contra la Constitución vigente
y, menos aún, embarcar a tu propia
nación en una guerra civil de trein-
ta y tres meses. Por este artículo se
premia la «pacificación rápida de un
territorio, o conquistarlo», no de ma-
sacrar tu propio país.
Nunca nadie pudo predecir que aquel
endeble muchachito de El Ferrol pu-
diera llegar a ser aventajado en los tres
estratos más altos de un militar (Pérez
Frías, 2011): casta de poder (estatus
de general ganado a pulso), casta téc-
nica (sin ningún curso de Estado Ma-
yor logró vencer por aplastamiento) y
casta heroica (laureado con la Gran
Cruz de San Fernando y ungido por la
Iglesia católica).
Si como militar su competencia y me-
recimientos fueron puestos en duda
por sus propios colegas o colabora-
dores internacionales, como político
fue astuto, precavido, calculador y
supo manejar los resortes emociona-
les que le permitieron manipular a to-
dos sus pares y rivales. Lo demostró
hasta su muerte.

120 MUY HISTORIA


que produjo, según queda dicho, la pérdi-
da de conocimiento». Nancy Berthier (Melanges
de la Casa de Velázquez, pp. 285-297) en 1994
entrevistó al doctor Blasco y este se reafirmó en
lo descrito, apoyado en la radiografía que aún
conservaba.
El comandante Gudín, fiscal instructor del
juicio, y que también había participado en los
mismos hechos de guerra, dictaminó que «el
capitán Franco fue ya recompensado por este
hecho de armas con la Cruz de María Cristina
y mejorado después con el empleo de coman-
dante y no lo encuentra comprendido en el
Reglamento de San Fernando». Circunstancia
que sí alcanzaron en los mismos hechos y en el
mismo día un teniente médico, un teniente de
caballería y un cabo de infantería que fueron
convenientemente laureados. Batet (laureado en
1934 por su apaciguamiento del intento de insu-
rrección de la Generalitat), en un informe para
el Expediente Picasso dejó escrito: «El coman-
dante Franco del Tercio, tan traído y llevado
por su valor, no siente satisfacción de estar con
sus soldados, pues se pasó cuatro meses en la
GETTY
SUCESOR
DESIGNADO.
plaza para curarse de una enfermedad, lo que Franco y el
muy bien pudiera haber hecho en el campo, ex- príncipe Juan
plotando así vergonzosa y descaradamente algo Carlos en el
que no le impedía estar todo el día en bares y Desfile de la
círculos. Oficial como este, que pide la laureada Victoria del 26
de mayo de
y no se le concede, donde con tanta facilidad se
1974 en Madrid.
ha dado, ya está militarmente calificado… Algu-
nos oficiales de Regulares y el Tercio se sienten
valientes a fuerza de morfina, cocaína o alcohol;
se baten en camelo: mucha teatralidad, mucho
ponderar los hechos y mucho echarse para atrás
cuando encuentran verdadera resistencia». En
1937, Franco firmó el «enterado» para que fuera
fusilado el general Batet fiel a la República.
La cruz y el ascenso a comandante fueron ins-
tados por el rey Alfonso al que Franco había
escrito en petición de apoyo para la concesión
de su laureada. Pocos meses después el monar-
ca fue padrino de boda del comandante Franco
con Carmen Polo, señorita de buena familia
ovetense. Esta relación entre padrino y ahijado
fue refrendada reiteradas veces en personales
recepciones en palacio. Lo que pasó después de
1939 fue otro cantar. MH
MUY HISTORIA 121
 CREDITO

ALBUM ALBUM ALBUM

 Con el fin de la Guerra Civil, no llegó ningún tipo de armisticio
ni reconciliación entre españoles. El nuevo régimen franquista
puso en marcha toda una maquinaria represiva que condujo a
decenas de miles de ejecuciones sin la menor garantía jurídica.

RODRIGO BRUNORI
ESCRITOR

LAS CÁRCELES
DE LA
POSGUERRA.
De arriba abajo,
presos del penal
de Ocaña en
1952; hijos de
reclusas de la
Cárcel de Mujeres
de Madrid en
1940; interior de la
Cárcel Modelo de
Barcelona en los
años 40.

MUY HISTORIA 123

 l 1 de abril de 1939, el general Franco
firmó el famoso último parte de guerra
en el que daba por finiquitado el con-
flicto («Cautivo y desarmado el Ejército
Rojo..., etc.»), pero la estrategia de ex-
terminio físico del adversario puesta en
marcha desde el mismo día de la sublevación no
varió un ápice. Se inició, por el contrario, una
etapa de feroz represión en la que no quedaba
el menor espacio para la reconciliación o la cle-
50 000 EN
ASC
mencia. «La destrucción del vencido se convirtió
EL PAREDÓN.
En la imagen,
en prioridad absoluta», afirma el historiador Ju-
fusilamiento de lián Casanova. Es lo que Paul Preston ha llamado
republicanos en «la inversión en terror de Franco», que consistía
un cementerio en amedrentar y humillar a la población hasta
de Canarias, al un extremo tal que nadie osara alzar la voz con-
poco de concluir
tra el nuevo orden y el nuevo Estado.
la Guerra Civil.
Hubo unas Las cifras no son definitivas, pero, según una
50 000 estimación más o menos aceptada, en los diez
ejecuciones de años posteriores a la guerra hubo unas 50 000
este tipo entre ejecuciones, a las que habría que sumar las
1939 y 1949, a miles de muertes en cárceles y campos de con-
lo que hay que
sumar las miles centración debido a las terribles condiciones en
de muertes de que deliberadamente se mantenía a los reclusos
presos en las (hambre, frío, enfermedades...). Aquellos que
cárceles y los hubieran podido concebir alguna esperanza
campos de sobre la hipotética magnanimidad de los ven-
concentración
y de trabajo.
cedores o hubieran dado crédito a las garantías
ofrecidas por los quintacolumnistas —en esen-
cia, que quien no hubiera cometido crímenes
no tenía nada que temer, una ilusión mantenida
en su día por el coronel Segismundo Casado,
el socialista Julián Besteiro y otros— se vieron
rápidamente defraudados por la magnitud y la
arbitrariedad de la masacre.
REPRESALIA ANUNCIADA
Había motivos más que suficientes para pensar,
sin embargo, que a la derrota de la República se-
guiría una venganza de colosales dimensiones.
El primero es el carácter sistemático e inmise-
ricorde del terror aplicado durante la guerra en
las zonas conquistadas por el ejército nacional
—en Sevilla o Badajoz, por ejemplo—. A dife-
rencia del «terror rojo», que existió pero que las
autoridades republicanas intentaron controlar
y castigar, el «terror blanco» fue decidido y ad-
ministrado desde arriba. Tal estrategia quedaba
clara en las muchas declaraciones de impor-
tantes representantes del bando sublevado, que
dejaban pocas dudas respecto a sus intenciones:
«Eliminar sin escrúpulo ni vacilación a todos
los que no piensen como nosotros», en palabras
Se consideró «auxilio a
la rebelión» la lealtad a la
República y se condenó
a muerte por ello
de Emilio Mola, el «Director» de la sublevación.
Por último, la legislación aprobada durante la
propia guerra anunciaba que, lejos de cesar, la
estrategia de aniquilamiento continuaría. Ya en
julio de 1936, la llamada Junta de Defensa Na-
cional publicó en Burgos un decreto en el que
declaraba el estado de guerra en todo el terri-
torio y, significativamente, castigaba no solo las
«acciones», sino también las «omisiones». En
septiembre, otro decreto sentaba las bases para la
confiscación de bienes de los vencidos que luego,
ya a las puertas de la victoria, desarrollaría la Ley
de Responsabilidades Políticas del 9 de febrero de
1939. Esta disposición se practicó con verdadera
rapiña; enriquecerse con lo ajeno formaba parte
de la salvación de España, al parecer.
La misma norma consideraba reos de «auxilio
a la rebelión» a quienes se hubieran manteni-
do leales al Gobierno constitucional, convertía
en delito la simple falta de apoyo al alzamiento
(«pasividad grave») y, en una flagrante violación
del principio de irretroactividad de la ley, consi-
GETTY

deraba punibles hechos ocurridos desde el 1 de

octubre de 1934, lo cual criminalizaba a todo el
bando republicano por acciones tan normales
como pertenecer a un partido o un sindicato.
El propio Serrano Suñer hizo al final examen de
conciencia y en sus memorias llamó a todo esto
«justicia al revés».
BURLA DE JUICIOS
Tras el fin de la guerra y las primeras explosio-
nes de violencia espontánea, con paseos, torturas
y actuaciones incontroladas de escuadrones de
falangistas, se impuso una violencia fría, insti-
tucional, administrada en juicios y consejos de
guerra. La característica principal de estos proce-
sos es que eran meras farsas, sin el menor atisbo
de imparcialidad o legalidad. Hay un patrón que
está ampliamente documentado y que se repite
una y otra vez, en el que se aprecia con claridad
esta ausencia total de garantías.
Dado que regía el estado de guerra —que se
mantuvo hasta 1948—, toda España quedaba
sometida a la jurisdicción militar, por lo que los
jueces eran militares del bando vencedor. Tam-
EXTERMINIO
PLANIFICADO.
bién lo eran los encargados de la defensa de los Tras un breve
periodo de
procesados —que, por supuesto, no elegían ellos, violencia
sino sus captores—, siempre oficiales de menor incontrolada a
rango sin formación ni experiencia legal alguna, cargo de
subordinados jerárquicamente al juez y al fiscal. escuadrones de
A los reos se los juzgaba en grupos de veinte o falangistas, las
represalias de los
treinta, pese a que ni las personas ni los delitos
vencedores se
que se les atribuían guardaban relación entre sí. volvieron frías e
No tenían acceso a la causa ni podían preparar institucionales.
su defensa. De la acusación se enteraban cuando
se leía en voz alta en el juicio, y si había prisa
ni eso. No podían presentar pruebas ni testigos,
y tampoco se les permitía declarar. El defensor
se limitaba a solicitar clemencia. Lo peor era
que las condenas —muchas a muerte— no se
basaban en pruebas, sino en una presunción de
culpabilidad que procedía de rumores, supo-
siciones y delaciones; también en confesiones
firmadas tras brutales sesiones de tortura. En
ningún caso había posibilidad de apelación y
la sentencia se aplicaba de forma sumaria —al
paredón, al día siguiente—, aunque a veces

MUY HISTORIA 125

 LA DESFAVORABLE
SITUACIÓN
INTERNACIONAL

E
n 1939, comenzada la Segunda Guerra
Mundial, Franco apoyó decididamente
al Eje. En junio de 1940, cambió el esta-
tus de España de neutral a no beligerante, lo
que acercaba al país a entrar en la contienda.
Si esto no ocurrió fue porque Hitler no acep-
tó sus desmesuradas exigencias (territorios
franceses de África, armas, víveres...). Con la
caída de Mussolini, en 1943, Franco volvió a la
estricta neutralidad, un preludio de lo que haría
al fin de la guerra, en 1945, cuando empezó a
eliminar elementos fascistas a marchas forza-
das (se relegó a la Falange, se dejó de levantar
el brazo, se cambiaron ministros) y profundizó
en el catolicismo del régimen. También sustitu-
yó las fotos de Hitler y Mussolini que tenía en
su mesa por una de Pío XII. La aprobación del
Fuero de los Españoles en ese año 45 fue un
intento de mostrar una imagen más aceptable.
Aun así, España fue condenada al ostracismo
internacional —no pudo ingresar en la ONU—,
del que solo empezó a salir cuando la Guerra
Fría la convirtió en un aliado útil.

ejecutó por el mismo motivo a cincuenta varo-

nes; entre ellos, un niño de catorce años.
Esta maquinaria de terror tuvo en la delación
su primer instrumento. La denuncia de los
partidarios de la República se instigó en toda
EFE

CONSIGNAS España con oficinas especiales, ante las que

EN LAS
ONDAS. podía dilatarse a capricho para que el preso se
Un «pionero» del
terror fue Queipo
consumiera lentamente en la cárcel.
de Llano en Las evidencias de que esto era así son innume-
Andalucía. Desde rables. Entre los muchos casos que recoge Paul
el inicio de la Preston en El holocausto español (2011), se en-
guerra pronunció cuentra el de un ferroviario juzgado por delitos
hasta seiscientos
discursos a través
de sangre al que se condenó con el siguiente
de Unión Radio argumento: «Si bien se ignora su intervención
S.A., en los que directa en saqueos, robos, detenciones y asesina-
anticipaba el tos, es de suponer que haya tomado parte en tales
asesinato de miles hechos por sus convicciones».
de personas,
En esta ocasión, como en tantas otras, se con-
señalaba a las
víctimas y azuzaba denaba por delitos inexistentes o cometidos
a los asesinos. por personas con las que el acusado supues-
tamente compartía ideología. Algunos casos
tuvieron especial notoriedad: el fusilamiento
de las Trece Rosas (5 de agosto de 1939), por
ejemplo, después de un consejo de guerra su-
marísimo por un atentado con el que no tenían
la menor relación. Pero esto no era la excep-
ción, sino la norma. De hecho, junto a ellas se
se formaban largas colas, y formularios espe-
cialmente preparados que se repartían en las
administraciones públicas.
UN PAÍS DE DELATORES
Acusar de «rojos» a vecinos o colegas se convir-
tió en una forma de ponerse a salvo, cuando no
en un medio para la venganza o la obtención de
ventajas materiales. Constituía un acto de ad-
hesión formal a la dictadura y resultaba muy
conveniente en una situación en la que la pasi-
vidad se consideraba sospechosa. En palabras de
Casanova, «inculpar era sencillo; exculpar resul-
taba peligroso».
Joan Peset i Aleixandre, por ejemplo, médico
eminente y miembro de Acción Republicana, fue
condenado a muerte en 1941 por «auxilio a la
rebelión» tras la denuncia de varios compañeros
de profesión falangistas. De nada sirvió que no
hubiera cometido crimen alguno, ni que dece-
nas de personalidades —entre ellas, el arzobispo

126 MUY HISTORIA

de Valencia— pidieran la conmuta- vilegiados —árbitros de la vida y la
ción de la pena, ni los testimonios muerte— y, con escasas y honrosas
sobre la labor humanitaria que excepciones, se entregaron a esta
había realizado durante la guerra tarea con verdadero entusiasmo.
y que incluía haber escondido en Para profundizar en esta es-
su propia casa a perseguidos por trategia punitiva, en abril

UNIVERSITAT VALENCIA
las milicias republicanas. Fue de 1940 se aprobó la Causa
fusilado contra las tapias del ce- General, una extensa inves-
menterio de Paterna. tigación sobre «los hechos
Dentro de este engranaje re- delictivos cometidos en todo
presivo, la Iglesia tuvo un papel el territorio nacional durante la
especial, acorde con su total iden- dominación roja» que recogió
tificación con los militares golpistas una ingente cantidad de informa-
y lo que llamaban «la Cruzada». ción procedente de delaciones,
La Ley de Responsabilidades interrogatorios y documentos LAS TRECE
Políticas establecía que el juez JOAN PESET I ALEIXANDRE. incautados. Este interminable ROSAS.
instructor debía pedir inmediata- Este médico republicano (1886- proceso —duró casi hasta los Así se llamó
a 13 jóvenes
mente informes al alcalde, al jefe 1941) fue denunciado por colegas años sesenta—, por el que la —algunas de
de la Falange, al comandante de falangistas y fusilado sin haber dictadura enjuiciaba a la Es- ellas militantes
cometido ningún crimen.
la Guardia Civil y al cura párroco. paña republicana, tuvo una socialistas—
Gracias a su exhaustivo conoci- función tanto práctica —con- ejecutadas el 5
miento de las intimidades de la comunidad, los denar, enajenar bienes, compensar a las víctimas de agosto de
1939 en Madrid.
clérigos se convirtieron en informadores pri- «nacionales»— como publicitaria y simbólica.
Abajo, un acto
de homenaje.

EFE

MUY HISTORIA 127

 OSCURAS CONEXIONES CON ALEMANIA

L
a aplicación del terror franquista contó con una
notable ayuda nazi. A finales de 1937, vino a
España el coronel Heinz Jost con un equipo de
expertos que, entre otras cosas, ayudaron a crear
un enorme archivo de información en Salamanca. Al
año siguiente, Himmler pidió ampliar la cooperación
porque estaba interesado en los judíos e izquierdis-
tas alemanes que habían combatido en las Brigadas
Internacionales. España los entregó a la Gestapo sin
el menor reparo y fueron de inmediato despachados
hacia la Alemania del Tercer Reich. El miembro de las
SS Paul Winzer se quedó instruyendo a la policía po-
lítica franquista. El régimen vio recompensado el fa-
vor después de la caída de Francia, cuando los nazis
arrestaron y entregaron a una serie de republicanos
ilustres como Companys, Rivas Cherif, Zugazagoitia
y otros. El franquismo, sin embargo, no quiso saber
nada de los refugiados españoles sin pedigrí —unos
100 000—, pese a que los alemanes preguntaron
repetidamente qué debían hacer con ellos. Unos
10 000 acabaron en campos de concentración ale-
GETTY

manes, donde murieron más de la mitad.

HEINRICH
HIMMLER.
El jefe de las
Dio carta de naturaleza a la división entre espa-
SS, fotografiado
en la plaza de ñoles buenos y españoles malos y estableció la
toros de Las culpabilidad colectiva y solidaria de todos los
Ventas (Madrid) vencidos, lo que justificaba que no fueran nece-
durante su visita sarias pruebas para condenarlos.
a España en
1940.
EL HORROR DE LAS
CÁRCELES FRANQUISTAS
Los datos sobre presos en la inmediata posguerra
son confusos. Suele citarse el número de 270 000,
correspondiente al año 1940, que en 1954 dio el
Ministerio de Justicia a una comisión interna-
cional. Pero esto no incluía a los 100 000 que
estaban a la espera de juicio ni a los que integra-
ban los batallones de trabajo. En cualquier caso,
el sistema penitenciario se encontraba colapsado
y las cárceles superaban en diez o quince veces el
número de internos previsto.
En la prisión Modelo de Valencia, con capacidad
para 528 personas, llegaron a hacinarse 15 000
presos en algunos meses de 1939 y 1940. En la
cárcel de Ciudad Real, pensada para 100 inter-
nos, hubo, según las fechas, entre 1300 y 2200
personas (por allí pasaron 19 000 entre 1939
y 1943, de las cuales más de 2000 fueron eje-
cutadas). Las condiciones del cautiverio eran
terroríficas en toda España. La altísima morta-
lidad —en 1941, murieron 510 internos de la
cárcel de Córdoba—, consecuencia del hambre,
la falta de higiene y las enfermedades, hizo que la
población carcelaria descendiera con rapidez (los
datos oficiales registraban un disparatado núme-
ro de ataques al corazón).
Las mujeres sufrieron de forma especial. En
la cárcel de Ventas, en Madrid, planeada para
500 reclusas, llegó a haber más de 14 000, con
doce por celda individual. Además del hacina-
miento, la malnutrición y la enfermedad, las
presas sufrían la violencia sexual de sus carce-
leros (violaciones constantes). Muchas estaban
embarazadas o tenían con ellas a sus hijos
pequeños, que vivían en condiciones infrahu-
manas. Pero solo podían estar allí los menores
de tres años; aquellos que superaban esta edad
se quedaban fuera con familiares, si los había,
o directamente en la calle.
Durante la guerra y en los primeros años de la
dictadura, hubo también 180 campos de concen-
tración franquistas, 102 de ellos estables, por los

Hasta 1947, hubo 180 campos de concentración

franquistas en España, 102 de ellos estables
128 MUY HISTORIA
que pasaron unas 500 000 personas (datos del
investigador de la UAB Javier Rodrigo). Entre
ellos se encuentran lugares tan infames como el
Campo de los Almendros o el de Albatera, am-
bos en Alicante, donde la gente moría en masa
de hambre y sed y los falangistas hacían regular-
mente sacas y asesinaban a los prisioneros en los
alrededores del recinto.
CAMPOS AL ESTILO NAZI
El rigor de los campos españoles tenía poco que
envidiar al de los nazis (en Albatera los inter-
nos estaban numerados y, si se escapaba uno,
se fusilaba a los que tenían el número anterior y
posterior), quizás porque, según diversos historia-
dores, fueron diseñados con ayuda de la Gestapo.
De hecho, el campo de Miranda de Ebro estuvo
dirigido durante una temporada por el miembro
de las SS Paul Winzer [ver recuadro 2].
Este fue el último campo de concentración deno-
minado como tal en clausurarse, en 1947, pero
siguieron funcionando los campos de trabajo
que proporcionaban mano de obra barata —o es-
clava— al nuevo Estado franquista y a empresas TRABAJO
SHUTTERSTOCK
ESCLAVO.
particulares, canalizado a través del Patronato pa- El conjunto
ra la Redención de Penas y el Servicio de Colonias monumental de
Penitenciarias Militarizadas. Los republicanos la basílica del
represaliados conseguían reducir así la condena Valle de los
y hacer llegar una cantidad miserable —la esca- Caídos fue
erigido entre
sísima paga se iba perdiendo por el camino— a
1940 y 1958 en
sus familias. Así, reconstruyeron España, de cuya Cuelgamuros
destrucción se les responsabilizaba —carreteras, (San Lorenzo de
túneles, canales, aeropuertos, minas y, por su- El Escorial); la
puesto, el Valle de los Caídos—, una actividad que mano de obra la
se mantuvo casi hasta los años setenta. MH formaron presos
y represaliados
republicanos.
DOSSIER

CANCIONES PARA
Himnos para ahogar el estruendo de las bombas,
coplas para insuflar valor en las trincheras o recordar
el porqué de una lucha fratricida... Las canciones que,
en ambos bandos, se entonaron durante la contienda
narran su propia historia de la Guerra Civil española.
DAVID CHAUMEL
UERRA

DÁNDOSE
UN RESPIRO.
En la imagen,
soldadosde las
tropas fascistas
se relajan y
escuchan música
hacia el final de la
Batalla de
Madrid, durante
la Guerra Civil, el
20 de noviembre
GETTY

de 1936.

GETTY
EN LAS
CALLES DE
GIJÓN. adrid. 1936. 19 de noviembre. Por
Mujeres reciben la radio suena una vieja copla, Ojos
y acompañan a verdes, cantada por el republicano,
las tropas
rebeldes,
Miguel de Molina. Carmen sonríe,
cantando y es aficionada a la música y le en-
bailando, por las canta esta copla, aunque le guste
calles de la más la versión de Conchita Piquer. Mientras can-
ciudad. turrea la copla, corta una zanahoria en dos partes
con un cuchillo. Decide cuál echar al caldo... la
más pequeña, en estos tiempos es mejor dosificar
la ración. La radio interrumpe para emitir un co-
municado: «Aviones rebeldes han comenzado a
arrojar sobre la población panecillos envueltos en
insultantes propagandas fascistas, no comáis ese
pan envenenado, lo tira Franco como si fuéramos
perros» (transmisión radiofónica real). Carmen
apaga la radio con desgana y continúa cantando:
«Ojos verdes
Verdes como la albahaca
Verdes como el trigo verde».
Se oyen sirenas de aviso de bombardeo. Carmen
sale corriendo de la casa, por suerte, vive al lado
del metro, y por desgracia no vive en el barrio de
Salamanca, en esa zona Franco no bombardea.
Por las escaleras del metro bajan ya muchos ve-
cinos, unos lloran, otros cantan La internacional
con rabia, y algunos, previsores, llevan mantas por
si el bombardeo dura toda la noche. Una vez en
los andenes, Carmen busca un sitio para sentarse
junto a sus vecinos. Escuchan cómo caen las bom-
bas. Todos suplican que «las tres viudas» pasen
rápido, era así como llamaban a los bombarderos
alemanes Junkers Ju-52 al ir siempre en grupo de
tres. Un vecino empieza a cantar una adaptación
de la copla Los cuatro muleros:
«Madrid ¡que bien resistes!,
Mamita mía los bombardeos,
los bombardeos...».
El eco del túnel del metro hace que la tonadilla en-
vuelva toda la estación. Carmen había escuchado
esta canción en gramola en la voz de La Argenti-
nita y el mismísimo Lorca al piano, pero le gustaba
más la letra que habían compuesto durante la gue-
rra: El puente de los franceses. Todos los vecinos se
unen al canto, incluida Carmen.
«...De las bombas se ríen,
Mamita mía los madrileños,
los madrileños».
Ya no se oyen los destrozos que causan los pro-
yectiles, solo los coros de esos vecinos.
El fragmento anterior es ficción, pero perfecta-
mente podría haber tenido lugar de la misma
manera que los soldados nacionales antes de
ser fusilados entonaban el Cara al sol para ha-
cer frente a la muerte, o en la batalla del Ebro el
bando republicano cantaba A las barricadas para
inculcarse valor.
Canciones que intentaban combatir a las bom-
bas. Canciones que recordaban el porqué de una
lucha. Canciones que ayudaban al valor en las
trincheras.
Esta no es una historia de la Guerra Civil es-
pañola, es una historia sobre algunas de las
canciones que ayudaron a sobrellevar una gue-
rra entre hermanos.
MENOS MAL QUE CON LOS RIFLES NO SE
MATAN LAS PALABRAS
Este verso de Fito Cabrales nos ayuda a enten-
der qué papel hacían las canciones en la guerra.
Las tonadillas tenían muchos cometidos: mar-
car el paso, contar una historia que engendrara
valor en el campo de batalla, hacer propaganda
o, simplemente, hacer más llevadera una gue-
rra. Debían ser canciones fáciles de recordar,
con melodías pegadizas y letras sencillas y, a ser
posible, con mensaje.
Imagínense un mes en una dura trinchera, dur-
miendo rodeado de ratas y chinches, con un
frío atroz y un despertar en medio de un tiro-
teo. Una buena canción podía hacerte olvidar
todo eso durante unos minutos. En el libro Ca-
maradas, el miliciano Harry Fischer describe
claramente estos momentos:
«Los fascistas italianos nos empezaron a cantar
canciones desde sus trincheras. Las escuchamos
con mucha cortesía. Luego, un grupo de nues-
tros camaradas españoles les mostraron cómo
cantar con ímpetu. Los fascistas no pudieron El primer plato que se da son granadas moledoras
aguantarlo y comenzaron un fuego cerrado. el segundo de metralla, para reforzar la memoria».
Gastaron cantidad de munición. Una vez, nos
dirigimos a ellos con altavoces. Obtuvimos En ocasiones se cambiaba el lugar de la con-
buenos resultados, pues muchos desertaron y tienda y la unidad militar, según conveniencia.
se pasaron a nuestras líneas». Durante la batalla del Ebro, el enfrentamiento
En su relato demuestra la locura que debió más sanguinario de la guerra y en el que más
ser esta guerra, donde muchas veces el bando tropas participaron, se cambió la letra, alaban-
tomado era decidido por el lugar en que te en- do al cuerpo de ingenieros republicanos:
contrabas. Las canciones de un bando u otro
intentaban avivar el valor durante la guerra, a «Diez mil veces que lo tiren
veces, sin entender el porqué. Es el caso de la Diez mil veces que lo haremos
tonadilla Si me quieres escribir, que como toda tenemos la cabeza dura
canción popular se conocía por distintos nom- los del cuerpo de ingenieros».
bres: El frente de Gandesa, Los emboscados o Ya
sabes mi paradero. En la primera estrofa el sol- Leyendo sobre la chulería del miliciano madrile-
dado responde a alguien suponiendo que quiere ño encontré una versión anterior muy burlona:
establecer contacto con él:
«Si me quieres escribir «Cuando entras en Madrid
ya sabes mi paradero...». Lo primero que se ve
Son los chulos con bigotes
Suponemos que la novia, madre o primo que Sentados en el café».
quería contactar con este soldado tenía dudas También se cantaba para aludir a un cuerpo en
sobre si estaba en retaguardia, pero la canción especial, y la Quinta Brigada fue un cuerpo que
no deja dudas: destacó por su valentía en Viva la quinta brigada:
LA QUINTA
BRIGADA. El
«...en el frente de batalla, «Viva la quinta brigada general Juan
primera línea de fuego». Que nos cubrirá de gloria Bautista
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!». Sánchez de la
En otra versión anterior, una copla tradicional de Quinta Brigada
Zamora cambia el estribillo y el soldado que re- Igual que muchas canciones del pueblo, esta de Navarra se
dirige a sus
cita la canción se permite sacar a la luz su rencor tiene diversos nombres y letras como en: ¡Ay, tropas en las
hacia la amada: Carmela! afueras de
Madrid en 1936.
«Si me quieres escribir
ya sabes mi paradero,
en la calle La firmeza,
la que nunca has tenido».

Esta canción tiene su origen en la guerra de

África, donde los españoles cantaban al líder in-
dependentista de las tribus marroquíes del Rif,
Abd el-Krim:

«Abd el-Krim se ha vuelto loco

Y lo han metido en un saco
Por entrar en Alhucemas
La quinta de veinticuatro».

Pero hay una estrofa en esta versión del Moro lo-

co que les vino muy bien a los republicanos para
atacar a las tropas moras de Franco. Es la versión
de El frente de Gandesa, que además nos muestra
que el humor español tiene ya muchos años.

«En la entrada de la fonda hay un moro Mohamed

GETTY

que te dice “paisa”, “paisa” ¿qué quieres para comer?

 «Luchamos contra los moros
Rumba la rumba la rumba ban
Legionario y fascista
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!».
La letra es igual de sencilla, en todas ellas se que-
jan a Carmela. Entiendo que la mujer debe estar
hasta el moño de la queja, porque no paran de
repetir su nombre con su onomatopeya.
«¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!»
Esta canción ya se cantaba en otra lucha del pue-
blo español, pero en esta ocasión, en la guerra
de Independencia de 1808. Su nombre era Ay
Manuela, y entiendo que hacía alusión a Manue-
la Malasaña, la joven que murió a manos de los
franceses mientras llevaba armas a su padre el día
dos de mayo, y además da nombre a un magnífico
barrio madrileño.
También las brigadas internacionales hicieron su
cantata con la misma melodía: La XV Brigada,
CELEBRACIÓN recomiendo la versión de Pete Seeger al banjo.
TRAS LAS Imagino estos tipos valientes venidos de todas
TRINCHERAS.
Voluntarios las naciones, cantando al unísono la canción con
italianos acento extranjero. Se hace entrañable.
luchando en las Y cómo olvidar El novio de la muerte, aunque no
filas del ejército es el himno oficial de los legionarios es el más
rebelde cantan y conocido. Los legionarios eran temidos porque
bailan al son de
un acordeón.
GETTY
estaban curtidos en duros enfrentamientos y
porque, así lo cantaban, sentían poco miedo a la
muerte. Este cuplé fue compuesto en 1920, letra
de Fidel Prado y música de Juan Costa y cantada
por Lola Montes. El fundador de la Legión, José
Millán-Astray, cojo, manco y tuerto, hizo que se
adaptara a la marcha militar.
«Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera».
Ya hemos hablado del valiente Quinto Regimien-
to, el cuerpo de voluntarios de la II Republica
Española que fue un cuerpo de élite solo formado
por milicias. Y por supuesto, tenía su marcha, eso
sí, aburrida y pobre musicalmente. Célebre tam-
bién es la que se tituló El quinto regimiento, letra
de Herrera Petera y música de Hanns Eisler. El
pegadizo estribillo canta:
«Anda Jaleo, jaleo.
Suena una ametralladora
y Franco se va de paseo».
Es curiosa esta versión porque mezcla dos co-
plas populares: la estrofa de El Vito y el estribillo
 A pesar de ser el más conocido, El novio de la
muerte no es el himno oficial de los legionarios
del conocido Anda Jaleo, canción incluida en
los cinco discos de acetato que cantó La Argen-
tinita junto a Federico García Lorca al piano.
Recomiendo la escucha de estas canciones, son
maravillosas.
A las barricadas es una canción estremecedora,
hay una versión, fácil de encontrar, cantada por
un coro que te dan ganas de ir al frente. Llama-
da anteriormente Varsoviana, fue compuesta en
1884 por el polaco Swiecicki cuando estaba en-
cerrado en prisión, se debía aburrir mucho el
hombre. En España se conoció con el nombre de
Marcha triunfal, ¡a las barricadas! en 1933. Los
arreglos musicales pertenecen a Angel Miret y la
letra a Valeriano Orobón.
Un himno anarquista que fue compuesto por el
aragonés Aznar después de recibir tortura en los
calabozos en 1932 fue Arroja la bomba. Entiendo
que después de haber vivido esa experiencia, el
único nombre para una canción sea un tanto vio-
lenta. Es una canción bastante infantil, pero con
claro mensaje, no cabe duda de qué hay que hacer.
«Arroja la bomba
Que escupa metralla
Coloca petardo
Empuña la “star”
Propaga tu idea revolucionaria
Hasta que consigas amplia libertad».
Ambos bandos utilizaron himnos para exaltar
un personaje, o la gloria de una ideología. Es
el caso del himno de la República: el Himno
de Riego toma su nombre del militar Rafael de
Riego que se había sublevado contra la corona
de Fernando VII. La II República la recuperará
para la guerra.
«El mundo vio nunca
más noble osadía,
ni vio nunca un día
más grande el valor,
que aquel que, inflamados,
nos vimos del fuego
excitar a Riego
de Patria el amor».
Hay confusión sobre de quién fue la autoría, en la
búsqueda salen unos diez nombres, también hay
quien dice que es anónima. Pero la letra que todos
conocemos fue compuesta por el pueblo:
«Si los curas y frailes supieran
la paliza que les van a dar,
subirían al coro cantando:
libertad, libertad, libertad»-
Otro himno del bando republicano, y que con el
tiempo ha sido traducido a miles de idiomas, es
La internacional, la canción por antonomasia del
movimiento obrero. Compuesta por dos france-
ses en 1871: el ebanista Degeyter y el dibujante
de tejidos Pottier. Se popularizó en la guerra para
recibir a las brigadas internacionales, ¡buena can-
ción para un recibimiento!:
«Agrupémonos todos
en la lucha final
el género humano
es la Internacional».
Curiosamente, en 1917-1946 fue himno oficial de
la URSS.
Los rebeldes también tenían sus himnos patrió-
ticos. Varios jóvenes entusiastas de la Falange se
agruparon en 1936 en Madrid en el café Or Kom-
pon. Agustín Foxá, testigo de aquel día, en su
cuaderno Canción de la Falange explica cómo fue
la composición. «Necesitamos un final clamoroso LA MÚSICA
de todos los mítines, cuando la voz de José An- SIEMPRE
tonio (Primo de Rivera) se apaga entre aplausos». ACOMPAÑA.
Soldados
Todos los colegas falangistas se pusieron a escri- republicanos
bir en servilletas, manteles y cuadernos. Todos tocando música
pensando en la mejor letra falangista, porque la durante una
música ya la tenían, era de Juan Tellería de una pausa en las
obra anterior suya, Amanecer en Cegama. A la hostilidades
durante la
Guerra Civil.
ALBUM
 salida del café le preguntaron a José Antonio que militantes, curas, falangistas
le había parecido: «Ha quedado estupendo, lo y esto se va a acabar».
haremos cantar en la calle Alcalá con acompaña-
miento de pistolas». Uno de los escritores de la canción original del
Foxá, además de contar con épica desmedida Cara al sol fue Rafael Sánchez Mazas, cofundador
como se compuso la canción, escribe verso por de la Falange. Y bromas de la vida, uno de sus
verso la idea de la letra: hijos fue anarquista y comunista en los años 70,
Chicho Sánchez Ferlosio, autor de la clásica Gallo
«Cara al sol con la camisa nueva», el sol es la nor- rojo, gallo negro. Chicho sacó un disco en 1963
ma y la medida, lo disciplinado y lo exacto. llamado Canciones de la resistencia española, una
recopilación de canciones populares que no in-
«Que tú bordaste en rojo ayer», ayer mismo la cluye la canción de su padre como es de entender.
novia nos bordó las flechas que aún guardan el Mucha gente cree, por su sonido simple y antiguo,
perfume de sus manos. que son grabaciones de la época de la guerra, pero
nada más equivocado.
«Me hallará la muerte si me lleva y no te vuel-
vo a ver», la falange, aunque alegre, no olvida la Canciones como Puente de los franceses, Los
muerte. cuatro generales, Coplas a la defensa de Madrid,
Soldado de Levante o Mamita mía parten del tema
NO PASARÁN. Se dice que era el canto preferido nacional cuan- tradicional Los cuatro muleros, cantada también
Una mujer do se disponían a morir en los fusilamientos por nuestro dúo Lorca y La Argentinita. Se cree
armada republicanos. Estremecedor el momento. que era una canción típica navideña que se ento-
encabeza un Los republicanos con su humor escribieron una naba en el Albaicín granadino.
grupo que
marcha por versión más divertida.
Madrid pocos «Madrid ¡qué bien resistes!,
días después «Cara al día llevamos veinte años Mamita mía los bombardeos,
del estallido de y estamos negros de aguantar De las bombas se ríen».
la guerra (julio
de 1936).
GETTY
Y otro clásico es ¡No pasarán! Compuesto por un
judío alemán, Hanns Eisler, que visitó Barcelona,
allí compuso la música en 1937, la letra fue de
Herrera Peterre. Hace referencia al lema acuñado
por La Pasionaria, que será emblema de la resis-
tencia de Madrid.

«Mientras queden milicianos

los moros no pasarán.
¡No pasarán!».

Pero por mucho intento por parte de las cancio-

nes de que no pasaran, pasaron. Y se compuso un
chotis ridiculizando la canción de Celia Gámez
Ya hemos pasado:

«¡No pasarán!, decían los marxistas

¡No pasarán!, gritaban por las calles
¡No pasarán!, se oía a todas horas
por plazas y plazuelas con voces miserables
¡Pues ya HEMOS «pasao»! Gritamos los rebeldes».

En los cines, después de la guerra, se paraba la

proyección, se proyectaba una foto del generalí-
simo y sonaba este chotis, no sé si habría hueco
para bailarlo, pero cantarlo lo cantarían.
Capítulo aparte tiene los artistas copleros que no
temieron a la guerra y se atrevieron a cantarla.
Como Pastora Pavón, la Niña de los Peines, que
dio un concierto en el circo Price durante los
bombardeos en Madrid.
Manuel Quiroga, juntó a Antonio Quintero y Ra-
fael de León forman el trío coplero más grande
que ha dado la historia. Estos tipos, supongo que
entre copa y copa, y desdicha amorosa, escribie-
ron casi todos los éxitos que se cantaban: Tatuaje,
Maria de la O o Francisco Alegre. Pero nos centra-
remos en Ojos verdes.
Según el relato de Miguel de Molina, estando en el
café de las Ramblas en Barcelona, con Lorca y de
León, Lorca le sugirió que Ojos verdes, que decía
«Ojos verdes, verdes como la albahaca» se parecía
un poco a su Romancero Sonámbulo con aquello
de «Verde, que te quiero verde. Verde viento. Ver-
des ramas», a lo que de León le contestó que «el
color verde no era propiedad suya». Supongo que
luego se emborracharían un poco más.
La primera que cantó la copla fue Blanquita Suá-
rez, después Estrellita Castro, y más tarde llegó
Conchita Piquer (no he encontrado el motivo
por el que las coplistas se ponían diminutivos en
sus nombres). También, en años posteriores, la
cantó Miguel de Molina, que tenía una gran ri-
validad con la Piquer. En una entrevista en 1990,
Miguel de Molina dijo: «Ella la cantaba muy
bien, yo lo bordaba».
GETTY
MÚSICA Y
PATRIOTISMO.
Después de la guerra, todas las canciones repu- Ilustración de
blicanas quedaron prohibidas, solo gracias a los propaganda que
exiliados que pudieron seguir cantándolas o a representa a civiles
nacionalistas
los valientes que susurraban las canciones al oí- reunidos en un bar
do de sus hijos han podido llegar estas melodías cantando
a nuestra época. canciones
patrióticas (1937).
Carmen sale del metro. El bombardeo ha acaba-
do. Lo primero que hacen los vecinos es mirar
qué edificios ya no están. Todos regresan a su ru-
tina diaria hasta el próximo bombardeo. Algunos
levantan el puño y cantan ¡No pasarán!
Lo que no esperaban es que años más tarde, con
la entrada de las tropas de Franco, esos mismos
vecinos pasaron de tener el puño cerrado a alzar
sus dedos con el saludo romano y cantar ¡Pues
ya hemos pasado! También muchos madrileños
pasaron de tener ideales republicanos a naciona-
les, es lo que tiene la supervivencia en una guerra
entre hermanos. MH
BIBLIOGRAFÍA
■ Eslava Galán, Juan: Una historia de la guerra civil que no va a gus-
tar a nadie, Planeta, 2013.
■ Moreno, Fidel: ¿Qué me estás cantando?, Debate, 2018.
■ Klein, Fernando: Canciones para la memoria: La guerra civil espa-
ñola, Bellaterra, 2008.
■Ossa Martinez, Marco Antonio: La música en la Guerra Civil Espa-
ñola, Ediciones de la Univeridad de Castilla-La Mancha, 2011.
HISTORIA ALTERNATIVA
¿Y si Stalin y Hitler hubiesen
conseguido el Nobel de la Paz?
Increíble pero cierto: Adolf Hitler y Iósif Stalin, dos de los tiranos más sanguinarios del siglo XX, fueron
oficialmente nominados para el Premio Nobel de la Paz. También Benito Mussolini. De haberlo
obtenido, los galardones más reconocidos del mundo, así como las Academias sueca y noruega,
habrían quedado desprestigiados para siempre.
JOSÉ PARDINA
D
esde 1901, el Comité Noruego del Premio Nobel
otorga anualmente en Oslo su distinción «a la per-
sona que haya trabajado más y mejor en favor de la
fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción
de los ejércitos y la celebración y promoción de tratados
y acuerdos de paz entre países adversarios», según reza
en el testamento  del propio Alfred Nobel (1833-1896),
el multimillonario ingeniero sueco fundador de los pre-
mios, además de inventor de la dinamita y fabricante de
cañones. El ganador es seleccionado previamente por el
Comité Noruego del premio y ratificado por el Storting,
parlamento unicameral del país escandinavo.
Los premios Nobel, sobre todo el de Literatura, nunca es-
tán exentos de polémica. Pero es que en la primera mitad
del siglo xx, grandes criminales como Iósif Stalin —Secre-
tario General del Partido Comunista de la Unión Soviéti-
ca entre 1922 y 1953— y Adolf Hitler —líder del Partido
Nacionalsocialista y Führer de Alemania entre 1933 y
1945— fueron formalmente nominados al Premio Nobel
de la Paz (en 1935, por cierto, el jurista francés Gilbert
Gidel, posteriormente rector de la Universidad de París
durante la ocupación alemana, ya había propuesto para
el premio al dictador fascista Benito Mussolini… pocos
meses antes de la invasión italiana de Etiopía y el apoyo
del Duce a Franco en la guerra civil española).
La historia de la candidatura de Hitler, en febrero de 1939,
es curiosa: el 24 de enero de 1939, solo ocho meses antes
de empezar la Segunda Guerra Mundial, una docena de
miembros del parlamento sueco propusieron para el No-
bel de la Paz al primer ministro británico Neville Cham-
berlain. Su argumento: que el político conservador inglés
‘NOBEL DE LA PAZ POLÉMICOS’
1966
THEODORE ROOSEVELT,
PRESIDENTE DE EE. UU.
Nobel de la Paz en 1906 «por su labor de
arbitraje en el Tribunal Internacional de
la Haya, donde actuó como mediador en
numerosos conflictos»… PERO en 1898,
siendo Secretario de Marina, desató la
guerra contra España en Cuba y Filipinas.
138 MUY HISTORIA
había salvado la paz mundial con el Acuerdo de Múnich
de septiembre anterior, cuando la parte checa de la an-
tigua provincia alemana de los Sudetes fue entregada a
Hitler con el ánimo de apaciguarlo. Según los promotores
de la iniciativa, Chamberlain era el hombre que «a través
de este tiempo peligroso salvó a nuestra parte del mundo
de una terrible catástrofe», según la carta de nominación.
Tres días después de tan grotesca propuesta, el parlamen-
tario y socialdemócrata sueco Erik Brandt envió, a su vez,
al Comité Noruego del Nobel su candidato, nominando al
canciller alemán Adolf Hitler para el Premio Nobel de la
Paz con una carta cargada de ironía:
OTRAS CANDIDATURAS DISPARATADAS
«Por su amor resplandeciente por la paz —escribía—, do-
cumentado ya en su libro Mein Kampf, junto con la Biblia,
quizás la mejor y más popular obra literaria del mundo…
Adolf Hitler ha evitado el uso de la fuerza liberando a sus
compatriotas de los Sudetes y haciendo grande y poderosa
a su patria. Probablemente, Hitler, si nadie le molesta, paci-
ficará Europa y el mundo entero». Y seguía: «Lamentable-
mente, todavía hay un gran número de personas que no ven
su grandeza en la lucha por la paz. No habría encontrado
yo el momento adecuado para nominar al Führer como
candidato al Premio Nobel de la Paz si no hubiera sido por
esos parlamentarios suecos que han nominado al primer
ministro británico Neville Chamberlain… Si bien es cierto
que Chamberlain a través de su generosa comprensión de
la lucha de Hitler por la pacificación ha contribuido a sal-
var la paz mundial, ¡la última decisión fue de Hitler y no
de Chamberlain! Firmado en Estocolmo, el 27 de enero de
1973
HENRY KISSINGER, SECRETARIO
DE ESTADO DE EE. UU.
Nobel de la Paz en 1973, «por
sus esfuerzos para lograr la paz
en Vietnam»… PERO ese mismo
año colaboró activamente en el
golpe de Estado contra Salvador
Allende en Chile.
ASC
 SHUTTERSTOCK
ASC
1939». Las reacciones de repulsa y el rechazo
fueron inmediatos.
Igual de escandaloso fue cuando, en 1945 y sin
ironía alguna, el ministro de Exteriores noruego Halv-
dan Khon propuso a Stalin para el galardón, por «su esfor-
zada actitud para terminar con la Segunda Guerra Mun-
dial». De nuevo, en 1948, el profesor universitario checo
Wladislav Rieger volvió a recomendar al líder comunista,
responsable de la muerte de entre 13 y 15 millones de per-
sonas según las estimaciones más ajustadas del historia-
dor británico Robert Conquest, en su libro El Gran Terror
1994
YASIR ARAFAT (OLP), SIMON PERES
E ISAAC RABIN (LÍDERES ISRAELÍS)
En 1994, «por su contribución histórica al proceso
de paz en Oriente Medio, sustituyendo la guerra y el
odio por la cooperación»… PERO Rabin fue
asesinado al año siguiente y un miembro del Comité
dimitió en protesta por el premio a Arafat: «No puede ser recompensado
con el Nobel por su pasado teñido de violencia, terrorismo sangre».
SHUTTERSTOCK
(1990). Todas esas disparatadas candidaturas
y nominaciones fueron rechazadas.
Mahatma Gandhi (1869-1948), que fue nomi-
nado hasta en cinco ocasiones, ha sido el gran olvida-
do de unos premios dotados con 9 millones de coro-
nas suecas (unos 850 000 euros). Décadas después, en
2006, el Comité que administra el premio admitió ofi-
cialmente la injusticia de tal omisión, la mayor en 120
años de historia: «Gandhi pudo pervivir en la Historia
sin el premio Nobel de la Paz, pero no sé si el comité
del Nobel podrá sobrevivir sin Gandhi».
2009
BARACK OBAMA
En 2009. «¿Por qué?», dijo el presidente de EE. UU.
al enterarse. «Por su compromiso con el diálogo y
las negociaciones para resolver conflictos y su
ASC
voluntad de avanzar en el desarme nuclear y la lucha
contra el cambio climático»… PERO durante sus 8
años en la Casa Blanca, tropas estadounidenses
combatieron en Afganistán, Libia, Irak y Siria.
MUY HISTORIA 139
ARTE

TAXONOMÍA
ÉTNICA Y
SOCIAL. La
pintura de
castas se
esforzó por
«ordenar» y
categorizar las
costumbres
sociales de la
Nueva España
a imagen de
las de la España
peninsular.
ASC

140 MUY HISTORIA


DIFERENCIA Y FUSIÓN. Esta pintura surge en el contexto de
la Ilustración, con su interés por crear genealogías y sistematizar
las clasificaciones de diversos seres del mundo natural. La variedad
de grupos étnicos presentes en América era una oportunidad ideal
para identificar diferentes rasgos, así como el resultado de su fusión
en un solo individuo.
142 MUY HISTORIA
a pintura de castas o cuadros de mestiza-
je fue una tipología de pintura que sur-
gió allá en la Nueva España, durante el
siglo xviii, el gran siglo de las Luces. La
mayoría de las que se conservan proce-
den de Virreinato del Perú (más de un
centenar). ¿Por qué se dan este tipo de pinturas?
Son varias las razones. Para comenzar, puede
decirse que el mestizaje surgió en Sudamérica
desde los primeros tiempos de la llegada de los
españoles. La falta de mujeres blancas provocó
las relaciones mixtas (Hernán Cortés y La Ma-
linche son uno de los ejemplos más conocidos) y,
de este modo, la aparición de los mestizos fue di-
luyendo progresivamente las diferencias raciales
entre los tres grupos principales que habitaban
el continente: los españoles, los habitantes oriun-
dos o indígenas y los africanos, porque hay que
recordar que Sudamérica quedó, también desde
un principio, dividida entre una clase dominante
española y los indígenas, a los que se les sumaron
—posterior y progresivamente— grandes olea-
das de esclavos negros desde África, que fueron
requisados para trabajar en las plantaciones y conforme se desciende del español blanco al es-
las manufacturas. Por supuesto, toda esta mez- clavo negro (del principio al final de la serie). JERARQUÍA
colanza desordenada, que ponía patas arriba las Según se bajaba por la galería de los retratos no DE ESTATUS.
costumbres sociales de la España peninsular de solo el color de la piel se oscurecía, sino que se Las familias
entonces, precisaba ser «ordenada» y categori- empobrecía el atuendo y menguaban las posibili- acomodadas se
sirvieron de los
zada. Y para cumplir esta función, precisamente dades económicas. Los estamentos más humildes retratos de
desde la imagen (el «espejo» por eminencia que realizaban trabajos manuales como artesanos y castas para
nos refleja y constituye ante los demás, el que malvivían mediante la venta ambulante de ropa denigrar las
nos sitúa entre ellos o nos aparta del grupo y o comida. Su atuendo, claro está, evidenciaba relaciones
destierra a los márgenes sociales), aparece este también este empobrecimiento y así las últi- interraciales.
Así, según se
tipo de pintura. Un tipo de pintura que, por otra mas familias de cada serie vestían harapos. No
desciende por
parte, se enmarca dentro del contexto interna- obstante, aunque las pinturas de castas intentan el grupo de
cional de la Ilustración, época en la que se crean mostrar una sociedad que se quiere perfectamen- dieciséis retratos,
las genealogías y se sistematizan diversas cla- te jerarquizada mediante una genealogía racial, la alejándose del
sificaciones de todos los seres de la naturaleza realidad difería bastante: más que el color de la español blanco,
(la taxonomía biológica de Linneo y la historia piel eran el estatus y el poder alcanzados de cada se aprecia el
empobrecimiento
natural del conde de Buffon). Claro está: para familia lo que primaba. MH de los sujetos.
estos científicos, la unión de las diferentes razas
que se daba en América era una oportunidad
excelente para identificar los diferentes rasgos
de cada grupo étnico y el resultado de su fusión
en un solo individuo con la consiguiente apari-
ción del subgrupo.

SEPARACIÓN CLASISTA
Por otro lado, estos cuadros nos acercan la vida
cotidiana de esa sociedad, puesto que son todo
un corolario de la ropa, los utensilios, la comida...
(casi podría decirse que son naturalezas muertas
o bodegones en los que las figuras, por su papel
de prototipo taxonómico, están expuestas como
las frutas, la comida o los pertrechos de la coci-
na). Los cuadros de mestizaje suelen presentarse
en series de dieciséis lienzos, en los que la no-
menclatura del subtipo racial aparece subrayada
en una cartela de texto.
Aunque en un principio todas las castas se re-
presentaban como iguales, las familias altas y
acomodadas —pertenecientes a la administración
y el empresariado— pronto convirtieron estos re-
tratos en una herramienta de separación clasista
con la que denigrar relaciones interraciales dis-
tintas a la suya, por lo que en los cuadros puede
observarse una progresiva decadencia económica

Se observa una
progresiva decadencia
económica al descender
del español blanco al
esclavo negro
MUY HISTORIA 143
PANORAMA
POR CRISTINA ENRÍQUEZ

LIBROS CON HISTORIA

Profesor de Historia del

‘EL LIBRO DE LOS MUERTOS Arte en la Universidad
Y OTROS GRANDES Complutense de Madrid
Ángel Fuentes Ortiz ha
MISTERIOS DE EGIPTO’ realizado estancias de
VICENTE BARBA COLMENERO investigación en el Instituto
En el Antiguo Egipto, El Libro de los Muertos era una espe- Warburg (Reino Unido), el
cie de manual funerario que se inscribía en los muros de las Instituto de Estudos
tumbas y los féretros, un modo de asegurar que el difunto Medievais (Portugal) y el
llegara al más allá sin contrariedades. Institut National d’Histoire
A través de aquellas paredes repletas de sortilegios y de de l’Art (Francia). Es autor
enigmas, nos adentraremos —con los ojos de hoy, libres de de Nuevos espacios de
supercherías— en los rituales y misterios que rodean a esta memoria en la Castilla
vasta cultura antigua. Nuestros vigías serán los arqueólogos Trastámara (2021).
y egiptólogos que han escrito este libro. Algunos de ellos
trabajan in situ en localizaciones tan emblemáticas como el
Valle de los Reyes, donde podemos encontrar un excelente
compendio de dichos enigmas y de la cultura egipcia.
Nos guiarán por asuntos tan seductores como el de los
amuletos y la magia en el antiguo Egipto, los pecados y cas-
tigos que se practicaban, las misteriosas lámparas de Den-
dera, el poder del ojo de Horus, el asesinato de Tutankamón,
‘EL MONASTERIO
los textos de las pirámides y los ataúdes, la construcción de GUADALUPE’
Karnak, el mayor centro de culto del mundo antiguo... ÁNGEL FUENTES ORTIZ
Este libro, escrito por arqueólogos y egiptólogos de gran Pinolia nos invita a descubrir una de las
prestigio internacional y joyas más singulares del patrimonio artístico español, un edi-
que trabajan investigando ficio religioso sin par, declarado Patrimonio de la Humani-
en necrópolis, poblados y dad por la Unesco en 1993. La construcción del Monasterio
templos de todo Egipto, os de Guadalupe se desarrolló a lo largo de los siglos XIII al XVIII y
transportará a la enigmá- constituye toda una eclosión de estilos artísticos.
tica y fascinante época de En este libro coral, escrito con un lenguaje llano y cercano,
los faraones. coordinado por Ángel Fuentes Ortiz, uno de los máximos co-
Pinolia. 22,95 €. nocedores del Monasterio, diferentes historiadores nos aden-
tran en el universo propio que supone cada una de sus fases,
espacios, maestros y obras de arte. Sin lugar a dudas, esta
obra es la mayor actualización hasta la fecha de las investiga-
ciones sobre el Monasterio de Guadalupe. Todo un esfuerzo
por acercar al lector su belleza sin dejar de lado la profundiza-
Doctor en Patrimonio y ción y el rigor en su estudio.
Arqueología por la Pinolia. 23,95 €.
Universidad de Jaén y
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que aprenderás y
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144 MUY HISTORIA


‘Numantia’
JUAN TORRES ZALBA
Formidable novela que, de
la mano de grandes figuras
históricas, rebosa epopeya,
batallas, traiciones e intrigas
en una Roma que ve cómo
sus viejos y férreos valores
republicanos comienzan a
derrumbarse. Mientras, en
Hispania, Viriato enciende
el fuego de la resistencia
de una ciudad irreductible:
Numantia.
La esfera de los libros.
25,90 €
‘Los alpinistas de
Stalin’
CÉDRIC GRAS
Esta es la historia nunca
contada de los hermanos
Vitali y Yevgueni Abalákov,
dos alpinistas que trabajaban
para la gloria del régimen
soviético y que fueron
víctimas del Gran Terror y las
purgas estalinistas de 1938.
Crítica. 18,90 €
‘La otra Isabel’
LAURA MARTÍNEZ-BELLI
Ficción histórica y thriller
político se unen en la historia
de la única heredera de
Moctezuma que nos traslada
al año 1521, cuando el imperio
azteca se derrumba. Prisionera
de los conquistadores,
Tecuixpo, bautizada como
Isabel, se ve obligada a vivir
según sus costumbres y su
religión, inmersa en un mundo
de intriga, traición y muerte.
Planeta. 29 €
‘El libro del
sepulturero’
OLIVER PÖTZSCH ‘Inquisición y
Thriller histórico que criptojudaísmo’
arranca cuando en el MICHAEL ALPERT
Prater, el parque más Examinando las declaraciones
importante de Viena, de los reos y los testigos de los
aparece el cuerpo de tribunales inquisitoriales de Toledo
una criada asesinada de y Cuenca, este historiador describe
forma brutal. Leopold von el fenómeno del judaísmo secreto
Herzfeldt, joven inspector en las circunstancias españolas
de policía con novedosos y reconstruye el día a día de los
métodos de investigación, judaizantes.
como la inspección de Almuzara. 23 €
la escena del crimen, la
obtención de pruebas o la
toma de fotografías, será
el encargado del caso. ‘Las cruzadas’
Contará con el apoyo de THOMAS ASBRIDGE
dos personajes dispares: En el siglo XI, un vasto ejército
Augustin Rothmayer, el cristiano conquistó Jerusalén.
sepulturero mayor del Durante los doscientos años
cementerio central de posteriores, el islam y Occidente
Viena; y Julia Wolf, una lucharon por el dominio de Tierra
joven operadora de la Santa. Thomas Asbridge, uno
recién inaugurada central de los historiadores medievales
telefónica de la ciudad. más destacados del panorama
Planeta. 21,90 € internacional, narra la historia del
épico enfrentamiento desde
ambas perspectivas.
Ático de Libros. 27 €
‘HERMANOS DE SANGRE’
STEPHEN E. AMBROSE
La legendaria Compañía E (Easy) de paracaidistas de la 101.ª
División del ejército de Estados Unidos fue una de las unidades
con una trayectoria más extraordinaria durante la Segunda Guerra
Mundial Estuvo en primera línea durante algunos de los momentos
más críticos de la contienda. Eran tipos rudos, bebían demasiado,
saqueaban y se peleaban, pero en el ejército se convirtieron en
hermanos, forjaron una camaradería indestructible y aprendieron
a sacrificarse por los demás. El prólogo es de Tom Hanks, que
protagonizó la serie de televisión de Steven Spielberg que se basó
en este libro. Ático de los libros. 24,90 €
MUY HISTORIA 145
 DOCUMENTAL
‘EL ORO DE HITLER’
A través de cuatro capítulos —La
financiación del mal, El milagro
económico nazi, El negocio de la
guerra, Posguerra e injusticia—
este documental checo de 2020
que podemos ver en RTVEPlay
nos muestra cómo la promesa de
Hitler de devolver la prosperidad
económica a Alemania se convirtió
en uno de los mayores robos
masivos de la historia organizado
por el Estado nazi. El partido
nazi se había convertido en
una organización enorme que
necesitaba una gran cantidad de
dinero para financiarse. Conseguir EXPOSICIÓN
dinero era un gran problema
en una Alemania que estaba
arruinada después de la Primera ‘DESAFÍO DALÍ’
Guerra Mundial, por lo que surge El Espacio 5.1 de IFEMA (Madrid)
la pregunta de quién costeó su acoge hasta el 7 de marzo esta
ascenso. RTVEPlay. exposición que es una peculiar
inmersión personal en el universo
Daliniano, a través de 160 de
sus obras en formato digital y
SERIE empleando tecnologías como la
realidad virtual y aumentada. A
‘LA EMPERATRIZ’ través de un innovador modelo de
En esta ficción alemana original producción expositiva: lienzos en
de Netflix, descubriremos nuevas cajas de luz, vinilos, pantallas, gafas
perspectivas sobre uno de 3D, realidad aumentada, realidad
los personajes históricos más virtual o micromappings, y la guía de
interesantes de la realeza europea, un audio-relato, en formato podcast,
Isabel de Baviera, más conocida el visitante es conducido por un
como Sisí. La serie de seis capítulos, recorrido que integra lo mejor
llena de intrigas palaciegas, amor de las exposiciones tradicionales,
e intereses políticos, recorrerá la las experiencias inmersivas y los
época en que la rebelde Isabel contenidos educativos multimedia,
conoce a Franz, el emperador de experimentando un viaje sensorial
Austria Francisco José, y la historia mágico y envolvente.
de amor que cambió el destino de Entrada general desde 17,50 €.
Austria y de Europa. Sábados, domingos y festivos,
desde 25 €.

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Colaboran en este número: Gema Boiza, Jorge de los Santos, Pedro Damián Cano, DISTRIBUYE: Logista Publicaciones, S.L.
Depósito legal: M-35196-2005. ISSN 1885-5180 © Copyright 2017.
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Lima, Jose Luis Hernández Garvi, Javier Martín García, Roberto Piorno, Tomás Moreno, expresa de la empresa editora.
Javier Juárez, Manuel P. Villatoro, Melquíades Prieto, Rodrigo Brunori, David Chaumel, Impreso en España: Edición 12/2022

Marta Adana, José Pardina, Carolina Díaz (edición y corrección). Esta publicación es miembro de la Asociación de Revistas de Información (ARI).
Revisión histórica: Isaías Barreñada Bajo.

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estuvo mejor contada

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