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Economía Pública
Integrantes:
Emilia Fuenzalida
Bárbara Nazar
Juan Pablo Bañados
Magdalena Jaduri
Nicolás San Martín
1. Introducción
La presente investigación surge como respuesta a la solicitud formulada por la Subsecretaría del Medio
Ambiente de Chile que se encuentra implementando un plan piloto de gestión de residuos orgánicos en
hogares de comunas de ingreso medio y medio-bajo de la Región Metropolitana (RM). En este contexto,
nuestro equipo de consultoría se ha encomendado la tarea de llevar a cabo un análisis exhaustivo sobre el
impacto ambiental derivado de los desperdicios alimentarios en los hogares en la RM. Con un enfoque
específico en las emisiones de dióxido de carbono (CO2), este encargo refleja la creciente preocupación a
nivel nacional e internacional respecto a la pérdida y desperdicio de alimentos, y la consiguiente necesidad
de comprender y abordar las consecuencias medioambientales de este fenómeno, particularmente en la
última etapa de la cadena de suministro.
1.1.Encargo
La Subsecretaría del Medio Ambiente de Chile, consciente de la magnitud de la problemática relacionada
con la pérdida y desperdicio de alimentos, ha solicitado a nuestro equipo de consultoría un análisis en
profundidad centrado en los hogares chilenos, específicamente realizar una estimación de la magnitud del
daño ambiental producido por las emisiones de CO2 generadas por el desperdicio de alimento a nivel
de hogares de ingreso medio y medio-bajo de la Región Metropolitana. El encargo se fundamenta en la
relevancia crítica de entender las emisiones de CO2 asociadas con los desperdicios alimentarios. La
necesidad de abordar este problema se vuelve aún más apremiante dada la proporción significativa de
desperdicio de alimentos que se registra en la etapa de consumo doméstico.
El objetivo de este estudio es proporcionar a la Subsecretaría del Medio Ambiente una visión detallada de
la magnitud del impacto ambiental causado por los desperdicios alimentarios en los hogares de la RM en
base a la emisión de CO2 generadas por estos, proponiendo estrategias eficientes para mitigar este
fenómeno. En este sentido, la investigación se plantea como un aporte sustancial para la realización de
políticas públicas informadas en relación con la gestión sostenible de los recursos alimentarios.
Estas problemáticas han planteado un desafío a nivel internacional para su pronta solución. El Objetivo
N°12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se centra en la “Producción y Consumo Responsables”, y
establece en la meta 12.3 “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial
en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas
de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.” (Naciones Unidas, 2018). Esta
es una meta muy ambiciosa, ya que tendría que haber un compromiso de los actores involucrados en cada
etapa la cadena de suministro de alimentos para reducir la PDA, pero es relevante en cuanto al impacto
medioambiental que generaría. “Si se redujera la PDA a la mitad, se evitarían emisiones equivalentes a 1.5
gigatoneladas de dióxido de carbono para el 2050, una cantidad mayor a la de las emisiones relacionadas
con la energía y la industria de Japón” (Searchinger et al. 2019, como se citó en Hanson et al. 2022).
Chile no ha estado ajeno a buscar soluciones. En el año 2017 se creó la “Comisión Nacional para la
Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos”, la cual se encuentra presidida por
la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA). Esta comisión busca, entre otras cosas, coordinar
estrategias público-privadas para prevenir y reducir la PDA y colaborar en la elaboración de leyes y políticas
públicas relacionadas con esta temática (Ministerio de Agricultura).
La dimensión de los DA en la cadena de suministro de alimentos, como en la huella de carbono, es
considerable. A nivel regional, en América Latina y el Caribe, aproximadamente el 28% de la PDA tiene
lugar en la etapa final de la cadena, es decir, durante el consumo en hogares y sectores industriales (Benítez,
2014). Este porcentaje destaca como la proporción más elevada de PDA, junto con la fase de producción,
en comparación con otras etapas de la cadena de suministro. Es en este punto donde se registra la huella de
carbono más significativa derivada de la PDA. Conforme la pérdida o desperdicio avanza a través de las
fases del proceso alimentario, desde la cosecha hasta el consumo final, la cantidad de carbono involucrada
en el desperdicio se incrementa. Es crucial comprender que un kilogramo de alimentos desperdiciados
durante la etapa final de la cadena de suministro resulta en emisiones de gases de efecto invernadero
considerablemente superiores en comparación con etapas anteriores del proceso, abarcando aspectos como
la cosecha, el transporte y el procesamiento (FAO, 2015).
En nuestro país, alrededor del 58% de los residuos sólidos municipales, en peso, corresponde a residuos
orgánicos, lo que equivale a unos cinco millones de toneladas anuales. Sin embargo, la tasa de valorización
de estos, es decir el porcentaje de residuos orgánicos preparados para el reciclaje, la reutilización y la
valorización energética, es inferior al 1% del total de toneladas generadas al año. (Ministerio de Medio
Ambiente, 2020)
A partir del contexto brindado, este informe reconoce la importancia de abordar la problemática de los DA,
dado el impacto que genera al final de la cadena de suministro y la escasa gestión de residuos orgánicos
posterior. Este enfoque permitirá identificar áreas clave para la mitigación de emisiones de gases de efecto
invernadero en el contexto específico de Chile.
1.3. Estructura
En las siguientes secciones se llevará a cabo una revisión de la literatura, explorando cómo diversos estudios
han abordado el impacto ambiental del desperdicio de alimentos a nivel global, destacando medidas
evaluadas para mitigar este fenómeno. Posteriormente, se presentará la metodología propuesta para
cuantificar la magnitud del DA y calcular las emisiones de CO2 generadas por estos en hogares de la Región
Metropolitana. Este enfoque metodológico se basará en trabajos previos y se adaptará al contexto chileno.
Finalmente, se describirán los datos recopilados y se discutirán las limitaciones del estudio. Estos elementos
proporcionarán una base sólida para las conclusiones esperadas y las recomendaciones de políticas públicas
que buscan abordar de manera efectiva la problemática del desperdicio de alimentos y sus consecuencias
medioambientales en Chile.
2. Revisión de la literatura
Para contextualizar el encargo, se presenta literatura pertinente que muestre cómo se ha contabilizado el
impacto ambiental del DA y las medidas evaluadas a lo largo del mundo según su eficacia.
Existen variados estudios que evalúan la conveniencia de distintos métodos de tratamiento de los DA. Uno
de ellos, realizado por Oldfield, White y Holen (2016) para Irlanda, testea distintos mecanismos para
recuperar nutrientes presentes en los DA (nitrógeno, potasio) los cuales pueden potencialmente volverse a
utilizar, en lugar de terminar en vertederos. Comparan los potenciales impactos ambientales del manejo de
DA de cuatro opciones distintas: reducción, compostaje, digestión anaeróbica e incineración. Se encuentra
que la reducción es el método con el mayor impacto.
Lee, Chi, Osako y Dong (2007) por otra parte, constatan que el DA es el principal desecho municipal en
Corea, por lo que surge la necesidad de gestionarlo. En su estudio, comparan cuatro mecanismos de gestión
de DA y evalúan su conveniencia en base a una serie de variables, como toxicidad humana o contribución
al calentamiento global, en base al CO2 generado en la descomposición. Comparan incineración,
compostaje, alimento de ganado y desecho en vertedero. El sistema más eficiente era distinto en cada
categoría de impacto, pero ante todo el desperdicio en vertederos era la opción que más contribuía a la
toxicidad humana y el calentamiento global.
Existen pocos estudios que incluyan las externalidades generadas dentro del análisis. Las externalidades
son costos o beneficios cuantificables que ocurren cuando las acciones de un agente tienen impactos en
otro. Los impactos medioambientales y sociales que pueden expresarse en términos monetarios pueden
incluirse en al momento de elegir la metodología de reducción con el mayor impacto. Sin embargo, su
inclusión varía en función del enfoque específico que se adopte. (De Menna, Dietershagen, Loubiere &
Vittuari, 2018). La monetización de las externalidades no tiene suficiente estandarización, data y métodos.
Por ello, la mayoría de los estudios se enfoca en el manejo de DA, más que en la prevención o estimación
de los costos de los flujos (De Menna, Dietershagen, Loubiere & Vittuari, 2018).
En Chile, la gestión de residuos orgánicos es un tema de creciente importancia. El Ministerio del Medio
Ambiente presentó un proyecto de ley destinado a promover el reciclaje de residuos orgánicos en los
hogares y comercios del país en agosto de este año. Este proyecto busca incentivar la separación en la fuente
y la valorización de estos residuos, con el objetivo de extender la vida útil de las instalaciones de disposición
final, reducir costos y promover prácticas más sostenibles (Gobierno de Chile, 2023). La idea principal es
instaurar obligaciones de planificación para los Gobiernos Regionales y municipios, con la obligación de
separar los residuos orgánicos en el origen. Los municipios tendrán la facultad de ofrecer métodos de
manejo diferenciado, como la recolección puerta a puerta o sistemas de valorización domiciliaria o
comunitaria. El proyecto de ley pretende reducir los impactos ambientales negativos derivados de la
disposición de residuos orgánicos y contribuir a la mitigación del cambio climático, fomentando prácticas
de gestión de residuos más responsables y promoviendo la valorización de estos residuos en lugar de su
disposición final, planificando un horizonte de 15 años para su implementación en todo el país.
Cabe destacar que este proyecto se suma a otros intentos previos, como el proyecto de ley iniciado por los
senadores Girardi y Ossandón, que busca modificar el Código Sanitario para evitar el DA (Cámara de
Diputados de Chile, 2015). En particular, el proyecto se enfoca en evitar estos desperdicios al permitir que
los productos mal etiquetados o próximos a vencerse sean donados a instituciones de caridad o destinados
a usos como la alimentación animal o la producción de compost. También, se ha dado a conocer la extensión
de la iniciativa EcoMercado Solidario a 10 comunas del país, donde se entregarán alimentos de manera
gratuita a las familias más vulnerables, aprovechando productos que no serían comercializados (Gobierno
de Chile, 2023). Estas acciones reflejan un creciente interés en Chile por abordar los problemas relacionados
con los residuos y DA, y promover prácticas más sostenibles en la gestión de recursos y alimentos. La
colaboración entre las autoridades, los municipios y la ciudadanía será fundamental para el éxito de estas
iniciativas, que representan pasos importantes en la gestión de residuos y la reducción de DA en Chile.
3. Metodología
Este trabajo presenta 2 desafíos metodológicos. El primero es cuantificar la magnitud de DA en los hogares
de la RM y plantear una medida confiable del CO2 generado específicamente por el DA de los hogares
que termina en vertederos. Para esto nos basaremos en el enfoque metodológico utilizado por Cáceres, et
al. (2021) y en el trabajo de Lee et al. (2007), que se detallarán a continuación. El segundo desafío consta
en plantear un modelo de externalidad que permita explicar cuántos DA están asociados a la no
internalización de los hogares del costo ambiental del CO2 generado por la descomposición de los DA.
Para esto se establecerían dos dimensiones: 1) un exceso en la “cantidad transada” en el periodo, dado que
la demanda privada por parte de los hogares no toma en cuenta los costos asociados para evitar la generación
de DA y 2) el no uso de “tecnologías de reducción” de contaminación, las cuales se podrían pensar como
un mejor trato de DA para reducir la contaminación de estos.
1
En ingles, utilization efforts, refiere a los costos de planificación, almacenamiento y otros que requieran un
esfuerzo para el uso completo de los alimentos y por consecuencia la reducción de desechos.
2
Si bien el modelo lo conceptualiza como un precio por unidad de desecho refiriéndose a un eventual impuesto
proporcional a desecho, Hamilton y Richards (2019) reconoce que los cargos por recolección de basura tienden a
ser fijos, generando una dificultad al momento de generar incentivos por este elemento.
demanda interna de alimento por el periodo de compra generando así un costo de planificación. Esto implica
que una subestimación genera un costo por una nueva compra y la sobreestimación genera un costo por
desperdicio del alimento comprado. Por último, relacionado con el stockpilling, la tolerancia o percepción
de calidad y seguridad de la comestibilidad del alimento aportan a que el stockpilling genere un aumento
de los DA.
Para congeniar ambos modelos, se puede pensar en una proporción predeterminada de DA por unidad
comprada de alimento. Esta requerirá que los costos de utilización presentados tengan cierto nivel
establecido que determinen esta proporción de DA. De esta forma, se puede construir un costo marginal
social producido por unidad comprada (siendo la proporción de esta unidad que termina siendo DA) que
implica la valorización del CO2 generado por esta unidad comprada. Para este ejercicio, se usa el precio
social del CO2 determinado por el Sistema Nacional de Inversión (2017) establecido en 0,84UF por
tonelada de CO2.
Costo Mg Social = Proporción DA * CO2 por DA * Precio social del CO2
Si bien esto nos podría entregar una cantidad de alimento transada óptima, los distintos elementos del costo
de utilización –que afectan a la proporción de DA que se genera por unidad de alimento– y es el componente
más atractivo para las políticas públicas para reducir el costo social generado –aunque de igual forma
disminuir la tasa de conversión de DA a CO2 mediante una mejor gestión de los residuos es una política
atractiva–. Por lo mismo, en la sección final se revisará algunas opciones en esta área.
4. Datos, Análisis Estadístico y Resultados
KG $ CLP
Hogar O.A O.V O.A O.V
1 2.77 5.29 $ 10.158 $ 4.336,7
2 0.13 1.32 $ 215 $ 1.102
3 0.15 2.28 $ 736 $ 3.056
4 0.09 1.01 $ 373 $ 1.109
5 0 0.04 $ - $ 60
6 0.55 1.80 $ 3.830 $ 2.228
7 0.48 1.22 $ 1.734 $ 1.216
8 0.86 5.24 $ 1.290 $ 4.582
9 0.12 1.75 $ 214 $ 2.816
10 0 1.88 $ - $ 1.836
11 1.83 3.87 $ 5.109 $ 4.742
12 1.24 7.99 $ 4.512 $ 6.053
13 0.20 4.40 $ 1.148 $ 3.173
14 1.30 4.86 $ 6.869 $ 4.403
15 0.62 0.95 $ 1.091 $ 1.163
Elaboración propia a partir de Cáceres (2021)
Los precios de cada alimento corresponden al promedio de los precios de octubre de 2019. En total, se
desperdiciaron 54,7 kilogramos de comida, de los cuales, 10,34 kg son de origen animal y 43,9 kg de origen
vegetal. En promedio cada familia botó 3,616 kilogramos en una semana. No obstante, dentro de las 15
familias consideradas, cinco de ellas fueron responsables del 65% del desperdicio total. El número de
personas equivalentes fue de 22, representando el 38,6% de la población.
4.3. Resultados
Se procede a estimar la externalidad asociada a la gestión de residuos en el área urbana de la RM, mediante
la multiplicación del número de hogares en cada comuna con la cantidad promedio de DA determinada en
el estudio de Cáceres (2021). A esta cantidad se le asigna el correspondiente impacto ambiental, expresado
en emisiones de CO2 durante el proceso de degradación de los desechos, calculado a razón de 409433
gramos de CO2 por tonelada de DA (o 0,45 toneladas). Para evaluar los costos sociales relacionados con
las emisiones, se utiliza el precio social establecido por el Sistema Nacional de Inversión (2017), fijado en
0,823 UF por tonelada de CO2.
La suma de los costos sociales calculados para cada comuna revela que la cuantificación total de la
externalidad para los hogares de un nivel socioeconómico medio/medio-bajo en una semana alcanza la cifra
de 823,389.393,2 UF. Este resultado se presenta en un intervalo de confianza que oscila entre 505.914.419
y 4.190.453.553 UF.
5. Limitantes
Ahora bien, si la Subsecretaría del Medio Ambiente quisiera extrapolar este plan piloto a toda la Región
Metropolitana, es importante considerar que este fue realizado en familias de ingresos medios y medios
bajos, mientras que en toda la región existe una mayor diversidad de ingresos. Ante esto, es posible que,
dados los distintos niveles de ingreso, existan distintos manejos de los desechos entre hogares.
Por otro lado, está la dificultad que implica hacer el seguimiento a los hogares que participan. Las familias
pueden abandonar el experimento en cualquier momento o hacer una contabilización inexacta. Incluso, se
podría evaluar hasta qué punto el experimento genera un cambio de conducta no deseado, pues los
participantes podrían cambiar su conducta dado que están siendo conscientes de lo que están botando y
desperdiciar menos de lo habitual.
Por último, el plan piloto de Cáceres (2021) se implementó en octubre, mes en el cual estacionalmente hay
mayor desperdicio debido a que se compra más fruta, según señalan los autores. Sería interesante realizar
este estudio en algún mes de invierno y comparar si los resultados obtenidos son significativamente
distintos. Si los resultados fueran muy distintos, se podría evaluar la posibilidad de aplicar políticas de
prevención focalizadas a aquellos meses donde se desperdicia más.
6. Conclusiones esperadas
A partir del análisis realizado, la especificación de una metodología de cuantificación de DA basada en
Cáceres (2021) y la obtención del costo marginal social en base a la ecuación descrita anteriormente, se
espera encontrar que existe un costo significativo asociado a los DA generados por los hogares. Esperamos
que se obtengan resultados similares a los de Cáceres (2021) con respecto a la composición de los residuos
y a la evitabilidad de muchos de estos. Esperamos que exista una cantidad significativa de CO2 producto
de los DA generados por los hogares que terminan en vertederos, resultado al cual también se llegó en el
trabajo de Lee et al. (2007) al estudiar el vertedero de Seúl. Como este trabajo se basa en esta metodología
que ya se han probado, los resultados podrán ser potencialmente comparables a otros países. La cifra
calculada en la sección de resultados es un buen punto de partida para esto. La información adquirida será
un valioso aporte a la escasa literatura existente sobre las DA en nuestro país, por lo que aspiramos a otorgar
mayor relevancia a esta temática, proporcionando una base para las futuras políticas públicas al tener
cuantificadas las externalidades. Además, los resultados podrían impulsar un mayor compromiso por parte
de los actores involucrados en la cadena de suministro de alimentos en Chile, promoviendo prácticas más
sostenibles y contribuyendo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Para tener una idea comparativa de la envergadura de la cifra calculada, veremos la magnitud de esta relativa
a las emisiones de otras industrias.
En base a los resultados de Cáceres, donde se encontró que se desperdician 3,616 kg de alimentos por
semana. En base a los calculos realizados para este estudio, se encuentra que para las familias estudiadas
en este trabajo, se generarían casi 2500 kilotoneladas de CO2 al año producto de los DA. Vemos que es una
cifra considerablemente menor al compararla con el sector industrial, sector transporte y centrales
termoeléctricas, que aportan 13804, 22770 y 33911 kilotoneladas de CO2 al año respectivamente (Álamos,
et al. 2022). No obstante, es útil para hacerse una idea de la magnitud del problema. También entrega una
noción de que, sieste trabajo se escalara a todo el país, los resultados serían considerables.
Elaboración propia.
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