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INSTITUTO BAUTISTA EL BUEN SAMARITANO 2022.

19 MAYO

“Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”.
II Corintios 6:1

TEMA: 1 “Colaboradores”

Tal vez nadie en la época del Nuevo Testamento ha tenido un concepto más claro del ministerio que el Apóstol Pablo.
Este hombre fue misionero, pastor, evangelista, teólogo, maestro, estadista, patriota, filósofo y más. Tenía lo que
llamaríamos “el paquete entero”.

Pablo no estaba sin sus errores. No fue perfecto, pero reconocía sus errores y aprendía de ellos. Tomaremos este pasaje,
lo analizaremos, lo examinaremos e intentaremos hacer aplicaciones prácticas a nuestras vidas y a los ministerios a que
Dios nos ha llamado para poder tener un “ministerio no vituperado”.

Este pasaje contiene una plétora de conceptos que cubren casi cada aspecto del ministerio. Veamos este pasaje, casi
palabra por palabra, y descubramos lo que podemos acerca de cómo llevar a cabo el ministerio que Dios ha dado a cada
uno.

Vs. 1 “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de
Dios. En este versículo veremos dos palabras: “colaboradores” y “gracia”.

El ministerio de naturaleza es una colaboración. Observe esa palabra. Se compone de dos términos: el prefijo “co” que
indica “en relación”, o “conexión”; y “laboradores”, obviamente indicando trabajo o labor. La obra del ministerio se hace
en equipo. “Ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí...” Romanos 14:7.

Pablo fue un gran predicador, pero la obra que hizo fue apoyado por un ejército de personas. La naturaleza del trabajo
del ministerio requiere que trabajemos juntos. La obra más importante que hace el ministro es formar, entrenar, nutrir,
organizar, inspirar y cuidar a la gente que Dios usará para llevar a cabo el ministerio.

Esto se hace no con el fin de “utilizar” ni explotar a la gente para los fines de satisfacer algún perverso deseo de
engrandecimiento personal de parte del pastor. Se hace sabiendo que la participación de estas personas en el ministerio
es en sí una bendición que enriquecerá sus vidas.

Efesios 4:13-14: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,”

El pastor debe ser el miembro de la iglesia que más fomenta colaboración entre los otros miembros. Lo que más
destruye el avance de la obra de Dios es la división que se presenta entre los que más potencial tienen para hacer esa
obra. El diablo es experto en provocar conflictos entre los cristianos más capaces y que más potencial tienen para lograr
los propósitos de Dios de avanzar la causa de Cristo.

En Proverbios 6:16-19 expresa la opinión de Dios acerca de los conflictos entre cristianos: “Seis cosas aborrece Jehová, Y
aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, 18 El
corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, 19 El testigo falso que habla
mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.”

Romanos 16:17: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina
que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.”

Santiago 3:16: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”

Ninguna iglesia avanza en un ambiente conflictivo.

Siempre habrá diferencias de opinión entre personas que piensan. Esas diferencias deben fortalecernos, no deben
dividirnos.
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I Corintios 12:4-6 “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios,
pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el
mismo.”

Estos versículos hablan tres diferencias “diversidades” en la iglesia: diversidad de dones, diversidad de ministerios y
diversidad de operaciones. Estas “diversidades” son necesarias para llevar a cabo la obra del ministerio. Pero note que
cada vez que se menciona una diversidad, también dice que hay algo que es el mismo: mismo Señor, mismo Espíritu y
mismo Dios.

Nadie puede hacerlo todo. Nadie tiene todos los dones necesarios para hacer todo lo que se necesita hacer en la iglesia.
El pastor no tiene todos los dones. La iglesia efectiva es la iglesia en que el pastor hace el papel de coordinador. El pastor
debe buscar y reconocer estas diferencias, acomodar a las personas que tienen estos diferentes dones, ministerios y
operaciones, y ayudarles a desarrollarlos y disfrutarlos.

En lugar de permitir que nuestras diferencias nos dividan, debemos apreciarlas y disfrutarlas.

Una de las responsabilidades más importantes del pastor, y de cualquier líder, es ayudarles a sus seguidores a respetarse
y a colaborar para el bien del equipo. En una iglesia, lo que perjudica a uno, perjudica a todos. El asunto es enfocar la
atención en el propósito principal: la predicación del evangelio a los perdidos, y el cuidado de la gente salva. Todo lo
demás es secundario.

La efectividad de una iglesia no depende tanto del talento del pastor. Depende de su determinación de inspirar a otros
y a coordinar los dones, los ministerios y las operaciones de los miembros de su iglesia, y a cultivar un espíritu de
colaboración entre ellos mismos. Ninguna iglesia crece más allá de la disposición de sus miembros a coordinar y
concentrar sus esfuerzos en una meta común.

Nehemías 4:6: “Edificamos, pues el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo
tuvo ánimo para trabajar. ”

Una de las características sobresalientes de la iglesia de Jerusalén en su principio fue su unidad. Examine los siguientes
pasajes y haga sus propias conclusiones acerca de la importancia de la colaboración en la obra de Dios. Hechos 1:14; 1:1;
2:46; 4:24; 5:12.

“Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”.
II Corintios 6:1

TEMA: 2“La Gracia de Dios y el Ministerio”

En el tema pasado , estudiamos la palabra “colaboradores”, a la luz de la responsabilidad del pastor de promover un
ambiente de colaboración entre los miembros de su iglesia, especialmente entre las personas que están en posición de
liderazgo y responsabilidad.

La palabra que examinaremos en esta lección es “gracia”. No es casualidad que esta palabra aparece en una proximidad
estrecha con la palabra “colaboradores”. Se necesita gracia para promover un espíritu de colaboración.

Hay varios usos de la palabra “gracia” en la Biblia.

La definición más común de gracia es “el favor de Dios no merecido”. Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9 No por obras para que nadie se gloríe.”

Hay varias aplicaciones de la gracia de Dios. Gracia es poder. Más específicamente, gracia es poder y deseo. Es poder y
deseo dados por Dios para hacer lo que un cristiano normalmente no podría o no quisiera hacer.
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En el ministerio, mientras hay un gozo incomparable en servir a Dios: ganar almas, cuidar a la gente, predicar y enseñar
la Biblia, observar mientras Dios transforma vidas, no todo es agradable.

El pastor no siempre disfruta su trabajo. Ningún pastor tiene derecho de quejarse del lugar o el trabajo que Dios le ha
dado. Dios nunca nos impone lo que no nos capacita para hacer. Junto con la dificultad de lo que el pastor tiene que
hacer, Dios imparte gracia para hacerlo.

1 Cor 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar.”

Mencionaremos varias áreas del ministerio y el pastorado en que el pastor necesita una buena medida de gracia.

Diferentes personalidades. En la clase pasada, vimos el siguientes pasaje: I Corintios 12:4, 5 y 6 “Ahora bien, hay
diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.

5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace
todas las cosas en todos, es el mismo.”

Dios ha puesto en cada iglesia todos los dones necesarios para que esa iglesia tome el siguiente paso en su desarrollo.
No importa lo pequeña que sea la iglesia, esa iglesia tiene todo lo que necesita para llegar a la siguiente etapa en su
crecimiento. El desafío del pastor es trabajar con todas las diferentes personalidades en que Dios ha puesto esos dones.

El hombre o la mujer que tiene potencial para hacer una contribución significante al ministerio de una iglesia también
tiene la capacidad de dañar a esa iglesia.

Esa es la naturaleza del liderazgo. Si una persona tiene suficiente influencia para ayudar, también tiene influencia para
lastimar. El que no te puede lastimar, tampoco te puede ayudar.

Se necesita la gracia de Dios para tratar a las diferentes personalidades que componen el equipo que el pastor está
tratando de formar.

Otra aplicación de “gracia” es agilidad o destreza. Es la capacidad de convertir una desventaja en ventaja. Es discreción.
Proverbios 2:11: “La discreción te guardará; te preservará la inteligencia.” Sabiduría es saber qué hacer. Discreción es
saber que no hacer. Prudencia es no hacer lo que la discreción te dice que no hagas.

Muchos ministerios se han dañado, no tanto porque el pastor no sabía qué hacer. Muchos hombres muy capaces han
dañado sus ministerios y sus testimonios por la falta de discreción con el trato de sus miembros.

La discreción, que es una manifestación de la gracia, es no ceder a la tentación de expresar algo negativo, aún cuando
uno sabe que tiene la razón.

Tener la razón no siempre es suficiente. No hay ninguna ley que dice que siempre tengo que expresar mi opinión.

Eclesiastés 9:17: “Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.”

Isaías 30:15: “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en
confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,”

Gracia es gentileza, ternura. II Samuel 22:36: “Me diste asimismo el escudo de tu salvación, Y tu benignidad me ha
engrandecido.” (Salmo 18:35)

Me temo que mi generación de predicadores ha dejado la impresión con los predicadores jóvenes que para ser un
verdadero bautista independiente fundamental, uno tiene que ser áspero, brusco y duro. Nada podría estar más lejos de
la verdad. Es cierto que nuestra predicación debe ser directa, clara, sin favor. Pero no hace daño que al mismo tiempo
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que prediquemos así, que seamos tiernos y considerados con la gente. Un predicador debe aprender a predicar duro sin
ser un predicador duro.

Tenemos que predicar la verdad. No debemos hacer excepciones. No debemos diluir la verdad y no tenemos que
hacerlo para poder ser tiernos, considerados y benignos.

Gálatas 5:22: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.”

Ser benigno no es ser débil. Gentileza no es falta de convicción. Nuestra gente necesita hombres fuertes, determinados,
que predican con convicción. Pero esas cualidades no excluyen la benignidad, que es una de las muchas manifestaciones
de la gracia.

2 Cor 8:9-10: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo
rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”

“Ahora (es) el Día de Salvación”

TEMA 3: La Administración del Tiempo del Pastor

II Corintios 6:2 “En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.

Efesios 5:16: “...aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”

“Aprovechar”, desde luego, tiene que ver con usar bien, lograr, emplear útilmente. La expresión “los días son malos” no
se refiere tanto a la iniquidad

del mundo, aunque no es incorrecto aplicarlo así. Pero literalmente significa “los días caducan”, el tiempo es limitado.
Colosenses 4:5: “Andad sabiamente con los de afuera, redimiendo el tiempo.”

“Redimir el tiempo” es muy semejante a “aprovechar el tiempo”. “Redimir” significa “volver a comprar”. Redimir el
tiempo es librar, recuperar, regenerar.

Uno de los desafíos más grandes del ministerio es la

Administración del tiempo. A veces el pastor siente que tiene que hacer varias cosas al mismo tiempo. Todos tenemos
el mismo número de horas en el día, y días en la semana. La diferencia entre la efectividad de un ministerio y el otro es
cómo se usa esas horas y días.

La urgencia de los días en que vivimos - el crecimiento demográfico, la multiplicación de la maldad, la indiferencia de los
cristianos, y la pronta venida de Cristo - toda combina para intensificar la necesidad de multiplicar nuestra efectividad en
la extensión del evangelio.
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Las siguientes sugerencias son sólo un inicio. Cada uno debe desarrollar su propio método de aprovechar su tiempo.

Vive por un horario. Dele a segmento de tiempo de cada día un nombre. Considera el tiempo como dinero. Así como
presupuestas tu dinero, presupuesta tu tiempo. Así como no tirarías tu dinero a la basura, no tires tu tiempo a la basura.
Establece prioridades. Esto es lo que determina el horario. Elimina lo que desperdicia el tiempo: televisión, gente que
consume tiempo, cualquier cosa en exceso, etc. No confundas la actividad con la producción. Concéntrate en lo que
produce el resultado que estás buscando.

Busca equilibrio. Vida espiritual, familia, trabajo, iglesia, ganar almas, preparación de sermones y lecciones, finanzas,
administración, planta física, esposa, hijos.

Invierte en ti mismo. Estudia. Lee libros que te ayudan a mejorar. Lee biografías de personas que han sobresalido en su
campo. Programa tiempo para descansar. La vida es más que trabajar y trabajar. Necesitas dejar que tu mente descanse,
así como tu cuerpo.

No descuides tu propia vida espiritual. Pasa tiempo leyendo la Biblia. Consigue una verdad de la Biblia todos los días
para ti mismo.

Aprende a delegar. La clave del crecimiento de una iglesia es la capacidad y la disposición del pastor de delegar sus
responsabilidades. Comparte tu ministerio. Hazlo tú primero, y al mismo tiempo, entrena a otro a hacerlo. Decide qué es
lo que sólo tú puedes hacer y busca delegar todo lo demás. Hay varias cosas que yo he decidido nunca entregar a otro:
La administración de la Escuela Dominical, El Club de Pescadores, Mi clase de adultos y la predicación.

Levántate temprano. Ningún pastor debe estar en la cama mientras la mayoría de los hombres de su iglesia están
trabajando. Levántate antes de que el hombre promedio de tu iglesia se levanta. Todo hombre exitoso se levanta
temprano.

Desarrolla liderazgo en otros. Aprende a detectar potencial y desarróllalo. Ayuda a tu gente a descubrir y utilizar sus
dones. Pasa tiempo enseñándoles cómo ser usados por Dios.

Disfruta el ministerio. Deja que tu gente sepa que, tú crees que es un gozo servir a Dios. Lee el libro de Filipenses con
frecuencia. Predica acerca del gozo. Ten una actitud positiva. Si aprendes a disfrutar lo que haces para ganarte la vida,
no tendrás que trabajar un sólo día en toda tu vida.

Sé puntual. No creas compromisos que no puedes cumplir. Si te comprometes a una hora, llega temprano. Si otro no
llega a tiempo a su compromiso contigo, prepara algo que hacer mientras llega. Llena cada minuto de algo útil.

Nunca estés sin papel y pluma. Cuando tengas una idea, apúntala, porque puede ser que nunca la vuelvas a tener. Si ves
algo en el culto que se necesita cambiar, apúntalo y trátalo el lunes, NO el día del culto.

Haz tiempo para tu esposa y tus hijos. Programa tiempo con ellos y no dejes que nada ni nadie lo interrumpa. Cuando
sales de la casa, no digas: “Voy a la iglesia”, o “voy a ganar almas”. Dí “Voy al trabajo”. Todos los padres salen a trabajar.
No dejes que tus hijos sientan que la iglesia les está quitando a su papá.

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